Cámara Federal de Casación Penal Causa nro. 16.346 – Sala IV C.F.C.P. “ARANDA ARGÜELLO, Ricardo Ernesto s/recurso de casación” Registro Nro. ///la ciudad de Buenos Aires, a los mayo 9 664.4 días del mes de del año dos mil trece, se reúne la Sala IV de la Cámara Federal de Casación Penal integrada por el doctor Juan Carlos Gemignani como Presidente, los doctores Mariano Hernán Borinsky y Gustavo M. Hornos como Vocales, asistidos por el Secretario actuante, a los efectos de resolver el recurso de casación de fs. 51/62 de la presente causa nro. 16.346 del registro de esta Sala, caratulada: “ARANDA ARGÜELLO, Ricardo Ernesto s/recurso de casación”; de la que RESULTA: I. Que el Juzgado Nacional de Ejecución Penal Nº 2 de la Capital Federal, en el legajo nro. 128.291 de su registro, con fecha 7 de marzo de 2012, resolvió no hacer lugar a la libertad condicional del condenado Ricardo Ernesto ARANDA ARGÜELLO, respecto de la pena de diecinueve (19) años de prisión impuesta en la causa nro. 3037 por el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 11 de esta ciudad (fs. 44/49vta.). II. Que, contra dicha resolución, la señora Defensora Pública Oficial, doctora Flavia Vega, interpuso el recurso de casación a fs. 51/62, que fue concedido a fs. 67 y mantenido a fs. 73, sin adhesión del señor Fiscal General ante esta Cámara, doctor Raúl Omar Pleé (fs. 72). III. Que la impugnante motivó sus agravios en ambos incisos del art. 456 del C.P.P.N., respectivamente, por la inobservancia de los arts. 13 y 14, en función de lo dispuesto por el art. 50, del C.P.; y de los arts. 167 inc. 1), y 123 del código de rito. Sobre el segundo inciso del artículo procesal referido señaló que el juez de ejecución no tiene atribución de ninguna naturaleza para decidir acerca del acierto o error de la declaración de la condición de reincidente de su defendido establecida por el tribunal de mérito al momento de dictar 1 sentencia, so pena de violar –a su juicio– el principio de cosa juzgada. Argumentó que el tribunal sentenciante había avizorado el cumplimiento de los extremos requeridos por el art. 50 del C.P. y, sin embargo, hubo reconocido que no iba a proceder a declarar reincidente al justiciable, en preservación del sistema acusatorio, por no contar con requisitoria fiscal al respecto. Sobre el particular, en letra mayúscula, destacó que esto es claramente un tratamiento de la cuestión de la reincidencia, en donde se analizó el cumplimiento parcial de la pena anterior y, sin embargo, ante la ausencia de requisitoria fiscal (y consignando expresamente este fundamento en la resolución condenatoria) el tribunal reconoció su imposibilidad de declarar reincidente a su asistido, de forma legitimada. Entonces, de forma clara, el tribunal no declaró reincidente a su pupilo, no porque consideró que el instituto debe recibir tratamiento en otra instancia, sino que habiéndolo considerado desde la verdad legitimado como real, consideró que ello no podría ser verdad formal en nuestro estado de derecho. Basado en la garantía impresa y expresa del sistema acusatorio indicó que “la ausencia de requisitoria fiscal sobre su declaración de reincidencia, imposibilita que el Tribunal pueda expedirse al respecto”. Es decir que, adujo, el Tribunal Oral Criminal hizo lo que debía hacer y, aun cuando se sostuviera lo contrario, el juez de ejecución no es la alzada ni el superior del tribunal oral para corregir desaciertos o marcar pautas de acierto, por lo que sostuvo que en el caso de autos el magistrado actuante se exorbitó en su función jurisdiccional y de ese modo no sólo desconoció el sistema acusatorio, sino que –a su entender– transgredió la garantía de “cosa juzgada” y las prohibiciones de reformatio in pejus y ne bis in ídem. 2 Cámara Federal de Casación Penal Causa nro. 16.346 – Sala IV C.F.C.P. “ARANDA ARGÜELLO, Ricardo Ernesto s/recurso de casación” Denunció que la resolución que deniega su liberación es auto-contradictoria, en virtud de que no existió una declaración de reincidencia con respecto a su defendido. Argumentó que podría sostenerse que al solicitar su libertad condicional, su asistido generó un nuevo análisis de la cuestión; pero que, aun así, el juzgador está obligado a respetar la decisión del tribunal sentenciante. Concluyó que la decisión recurrida resultó arbitraria porque, además, no se brindaron argumentos para desestimar aquellos férreos expuestos por su parte, que –en su opinión– reflejan la necesidad de que su defendido esté en libertad porque cumplió con la voluntad del legislador. De ese modo la decisión presenta un defecto en su sustento que, a su juicio, la descalifica como acto jurisdiccional válido, a la par que tampoco constituye una derivación razonada del derecho vigente. A su vez, manifestó que valorar –como se hizo– aspectos íntimamente relacionados con el ser de una persona para rechazar su liberación implicó, a su entender, rechazar los postulados de un derecho penal de acto, propio de un Estado de Derecho, enrolándose la resolución cuestionada en un derecho penal de autor. Agregó que le está vedado al Estado valorar aspectos de la personalidad; para recortar garantías consagradas; porque cuando un condenado cumple con todas las pautas para acceder a su liberación (art. 13 del C.P.) el Estado está obligado a liberarlo. Hizo saber que el juez de ejecución rechazó la libertad condicional de ARANDA ARGÜELLO, en base a los aspectos y condiciones de la personalidad y coyuntura histórica, social y económica, fundado en apreciaciones subjetivas relacionadas con pronósticos sociales, enmarcándose todo lo dicho en un discurso inmerso en un derecho penal de autor, prohibido en un 3 Estado de Derecho. Resaltó y recordó que su pupilo –a su entender– satisfizo cada una de las pautas que impuso el legislador para recuperar su libertad ambulatoria. Añadió que en la resolución en crisis no se ha realizado ningún tratamiento defendido intramuros, sino serio uno del desempeño parcializado y de su antojadizo, dirigido a destacar aspectos negativos, opacando los positivos. Indicó que las autoridades penitenciarias del Servicio Criminológico, en su voto positivo, si bien señalaron dificultades, no emitieron un dictamen recomendando el rechazo de la libertad, sino uno previendo la concesión, eventualmente bajo la condición de tratamiento y seguimiento. Destacó que su asistido cumplió con todos los requisitos establecidos en el art. 13 del C.P., ya que ha estado un tiempo en prisión según el monto de la pena impuesta; no reviste la condición de reincidente y no ha sido pasivo de la revocación de su libertad condicional, habiendo observado con regularidad los reglamentos carcelarios durante dicho lapso, ya que su calificación alfanumérica es conducta Ejemplar nueve (9) y concepto Bueno cinco (5), de acuerdo a lo informado por la unidad de alojamiento, todo lo cual –según su parecer– permite inferir el esfuerzo que realiza diariamente para reintegrarse socialmente respetando las pautas de convivencia. En otras palabras, alegó que su asistido posee un pronóstico de reinserción social absolutamente favorable y que se encuentra ratificado por su comportamiento intramuros. Concluyó, en definitiva, que el principio de legalidad exige que si una persona privada de la libertad cumple con todos los requisitos requeridos legalmente para la etapa que se pretende, se proceda a su incorporación. Por último, hizo reserva del caso federal. IV. Que en la oportunidad prevista en los arts. 465, 4 Cámara Federal de Casación Penal cuarto párrafo, y 466 del Causa nro. 16.346 – Sala IV C.F.C.P. “ARANDA ARGÜELLO, Ricardo Ernesto s/recurso de casación” C.P.P.N., no se hicieron presentaciones salvo en lo que concierne a la adhesión del Ministerio Público Fiscal a la solicitud de renunciar a los plazos procesales formulada por la defensa (v. fs. 75 y 77). V. Efectuado el sorteo de ley para que los señores jueces emitan su voto, resultó el siguiente orden sucesivo de votación: doctores Gustavo M. Hornos, Juan Carlos Gemignani y Mariano Hernán Borinsky. El señor juez Gustavo M. Hornos dijo: I. El recurso interpuesto es formalmente admisible en virtud de lo dispuesto por el art. 491, segundo párrafo, del C.P.P.N. He sostenido con insistencia –y originalmente en soledad–, que el control judicial amplio y eficiente resulta ineludible a la luz de la ley vigente, y además un factor altamente positivo para el logro de los fines que procuran las normas de ejecución de las penas privativas de libertad (cfr.: de esta Sala IV, causa nro. 699, “MIANI, Cristian Fabián s/recurso de casación”, Reg. Nro. 992, rta. el 4/11/97; causa nro. 691, “MIGUEL, Eduardo Jorge s/recurso de casación”, Reg. Nro. 984, rta. el 10/97; causa nro. 742, “FUENTES, Juan Carlos s/recurso de casación”, Reg. Nro. 1136, rta. el 26/2/98; causa nro. 1367, “QUISPE RAMÍREZ, Inocencio s/recurso de casación”, Reg. Nro. 1897, rta. el 18/6/99; entre muchas otras). Criterio que con posterioridad fue adoptado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el precedente “Romero Cacharane de Fallos 327:388. La Corte sostuvo que el principio de judicialización de la etapa ejecutiva de la pena “significó, por un lado, que la ejecución de la pena privativa de libertad, y consecuentemente, las decisiones que al respecto tomara la autoridad penitenciaria debían quedar sometidas al control 5 judicial permanente, a la par que implicó que numerosas facultades que eran propias de la administración requieran hoy de la actuación originaria del juez de ejecución” –del voto del Dr. Fayt–. Y que “uno de los principios que adquiere especial hálito dentro de las prisiones es el de legalidad, ello por cuanto la manera en que las autoridades penitenciarias le dan el contenido concreto al cumplimiento de la pena dispuesta por la autoridad judicial y sus sucesivas alteraciones, pueden implicar una modificación sustancial de la condena, y por lo tanto, queda a reguardo de aquella garantía” –del voto conjunto de los doctores Zaffaroni y Maqueda en el fallo citado–. Estos principios, de control judicial y de legalidad, se encuentran explícitamente consagrados en la ley nº 24.660. El art. 3 indica que “La ejecución de la pena privativa de libertad, en permanente competente todas control sus modalidades, judicial. garantizará el estará sometida al El juez de ejecución o juez cumplimiento de las normas constitucionales, los tratados internacionales ratificados por la República Argentina y los derechos de los condenados no afectados por la condena o por la ley”. Y el art. 4 confiere competencia al juez de ejecución para “resolver las cuestiones que se susciten cuando se considere vulnerado algunos de los derechos del condenado”. II. Corresponde examinar entonces si la resolución dictada en autos que denegó el acceso del interno al régimen de libertad condicional, resultó arbitraria o si, por el contrario, se ajustó a la normativa que regula el instituto. En lo que respecta a este interrogante, advierto que el fundamento otorgado por el juzgado anterior en grado ha sido suficiente y razonable, y no presenta fisuras de logicidad que habiliten a su desautorización como acto jurisdiccionalmente válido. De seguido, la circunstancia de que en la sentencia 6 Cámara Federal de Casación Penal Causa nro. 16.346 – Sala IV C.F.C.P. “ARANDA ARGÜELLO, Ricardo Ernesto s/recurso de casación” dictada por el Tribunal Oral en lo Criminal N 11 (vid. fs. 18/25) no se hubiese declarado reincidente Ricardo Ernesto ARANDA ARGÜELLO sobre la base de lo establecido en el art. 50 del código sustantivo, no obsta para la correcta solución del caso. Es decir que la cuestión a debatir se centra en determinar si dicho imputado puede ser considerado reincidente en oportunidad de formular su pedido de libertad condicional. El código de fondo establece taxativamente las condiciones para la procedencia del instituto de la libertad condicional, a saber: a) haber permanecido en detención determinado tiempo y observado con regularidad los reglamentos carcelarios; b) no ser reincidente; c) no habérsele revocado anteriormente la libertad condicional (arts. 13, 14 y 17 del C.P.). El artículo 14 del C.P. dispone que la libertad condicional no se concederá a los reincidentes, sin especificar en forma alguna que por reincidente deba entenderse otra cosa que la definida por el art. 50 del mismo código; a la luz de la cual reincidente –genéricamente– es aquel que con anterioridad a la comisión de un nuevo delito cumplió efectivamente en forma total o parcial una pena privativa de libertad impuesta por sentencia firme (cfr. causa nro. 295, Sala IV, “BORGO, Julio Fernando s/recurso de casación”, Reg. Nro. 548, rta. el 8/3/96). En este sentido, tiene dicho esta Cámara Nacional de Casación Penal que la reincidencia es una situación jurídica del reo, que se sustenta en la comprobación objetiva de dos circunstancias: a) el cumplimiento efectivo de al menos una parte de la condena anterior; y b) que el nuevo delito –punible también con pena privativa de la libertad– se cometa antes de transcurrido el término indicado en el último párrafo del art. 7 50 del C.P. Bastan pues para comprobarla las constancias que acrediten documentalmente la concurrencia de esos hechos (cfr. causa nro. 1715 del registro de esta Sala IV, caratulada: “ORQUERA, Antonio César s/recurso de casación”, Reg. Nro. 2406.4, rta. el 22/02/2000 y de la Sala II: causa nro. 2114 “GARCÍA, Miguel Angel s/recurso de casación”, Reg. Nro. 1572.2 , rta. el 15/08/97 y causa nro. 280 “DE MATEO, Miguel Angel s/recurso de casación”, Reg. Nro. 350, rta. el 26/12/94). Debe entenderse que la reincidencia no precisa una declaración expresa para cobrar virtualidad, pues es la propia ley la que señala cuándo y en qué condiciones se adquiere esa condición (cfr. esta Sala IV: causa nro. 1290 “MARCHINI, Héctor Daniel s/recurso de casación”, Reg. Nro. 1690.4, rta. el 8/2/99). Ahora bien, en relación al específico planteo que motiva el recurso de casación interpuesto, cabe recordar que el rigurosísimo criterio legal niega el beneficio al penado que en alguna oportunidad adquirió la condición de reincidente aunque no lo haya sido en virtud de la condena que cumple (cfr. Núñez, Ricardo: “Tratado de Derecho Penal. Parte General”, Tomo II, segunda reimpresión, agosto de 1987, Ed. Marcos Lerner, pág. 406). Tanto de la sentencia condenatoria dictada (cfr. fs. 18/25), como de la certificación del cómputo del vencimiento de la pena única impuesta obrante a fs. 28, surge que ARANDA ARGÜELLO fue condenado el 24 de noviembre de 2000, en la causa nro. 758/904 del Tribunal Oral en lo Criminal Nº 21 de esta ciudad, a la pena única de dieciséis (16) años de prisión, accesorias legales y costas; siendo detenido con fecha 17 de marzo de 1999, y habiéndose evadido el 3 de diciembre de 2006 al no reincorporarse a la unidad de alojamiento, comprobándose que el imputado cometió este nuevo hecho juzgado por el T.O.C. Nº 11 cuando ya mediaba un pedido de captura por violación de 8 Cámara Federal de Casación Penal Causa nro. 16.346 – Sala IV C.F.C.P. “ARANDA ARGÜELLO, Ricardo Ernesto s/recurso de casación” las salidas transitorias dispuesta por el Juzgado de Ejecución Penal interviniente, es decir, donde se constató que ya había cumplido parte de la pena impuesta como condenado. En el sub lite el juez de ejecución ha comprobado ambas situaciones objetivas antes dichas y que fueron debidamente cumplidas: el imputado, entre otros expedientes, estuvo privado de libertad en virtud de la referida causa 758/904 del T.O.C. Nº 21, permaneciendo en detención siete (7) años, ocho (8) meses y diecisiete (17) días, también como condenado, y que, además, cometió un nuevo delito de acuerdo a las exigencias de la norma citada. Esa conclusión de observación, que el conduce nombrado necesariamente reviste reincidente, lo que en definitiva –y por la a la calidad de aplicación de las expresas disposiciones del art. 14 del C.P.– impide que se le conceda el beneficio de la libertad condicional. Sobre el otro aspecto de los agravios esgrimidos, tiene reiteradamente dicho el más Alto Tribunal de la República, que “el distinto tratamiento dado por la ley a aquellas personas que, en los términos del art. 50 del Código Penal, cometen un nuevo delito, respecto de aquellas que no exteriorizan esa persistencia delictiva, se justifica por el desprecio hacia la pena que les ha sido impuesta. Y si, como se vio, existe un fundamento razonable para hacer tal distinción, el legislador se encuentra facultado para establecer, dentro del amplio margen que le ofrece la política criminal, las consecuencias jurídicas que estime convenientes para cada caso” (conf. C.S.J.N. in re “L’Eveque” en Fallos 311:1451). Así las cosas, las consideraciones apuntadas por la Defensa Oficial, no tienen virtualidad para conmover la doctrina emergente del citado fallo “L’Eveque”, aludido en el párrafo precedente. 9 En efecto, debe reiterarse que el mayor reproche al autor reincidente se fundamenta en el desprecio que manifiesta por la pena privativa de libertad quien, pese a haberla sufrido con anterioridad y de forma efectiva, vuelve a cometer un delito amenazado también con esa clase de pena, tal como lo ha sostenido la Corte Suprema en “Gómez Dávalos”, “Gelabert” y “L’Eveque” (Fallos: 308:1938; 311:1209 y 1451). Asimismo, esta Sala IV hizo la propio en la causa nro. 242 “MONTENEGRO, Oscar Angel s/recurso de casación”, Reg. Nro. 474, rta. el 10/11/95; causa nro. 295 “BORGO, Julio Fernando s/recurso de casación”, Reg. Nro. 548, rta. el Carlos 8/03/96; causa nro. 1837 “ORTIZ, Juan s/recurso de inconstitucionalidad”, Reg. Nro. 3047, rta. el 11/12/00; y causa nro. 5737 “DÍAZ, Hugo Omar s/recurso de casación”, Reg. Nro. 8262, rta. el 19/2/07, entre otros. También la Sala I, causa nro. 4575, “ARRIETA, I. y otro s/recurso de casación”, rta. el 28/2/03; Sala II, “LAPALMA, A.D. y otro s/recurso de casación”, Reg. Nro. 3708, rta. el 30/11/00 y Sala III, causa nro. 6628, “MUÑOZ, Jorge Lucas s/recurso de casación”, Reg. Nro. 861/06, rta. el 14/8/06). De ello se desprende que el mayor castigo no se encuentra en un juicio moral por una particular conducción de vida, lo cual resulta inadmisible, sino que lo que aquí interesa es que al momento de cometer el nuevo hecho ilícito el sujeto no haya tenido en cuenta las graves consecuencias que una pena de prisión importa. De ahí, entonces, la necesidad de un mayor reproche en la nueva condena (art. 14 del C.P.). Respecto al principio ne bis in idem, ya he sostenido en reiteradas oportunidades que lo sustancial es que la declaración de reincidencia no implica un doble juzgamiento por un mismo hecho, ni, específicamente, una nueva aplicación de pena por el mismo hecho, sino el establecimiento de un régimen punitivo mediante el cual el legislador toma en cuenta la anterior condena –entendida ésta como un dato objetivo y 10 Cámara Federal de Casación Penal Causa nro. 16.346 – Sala IV C.F.C.P. “ARANDA ARGÜELLO, Ricardo Ernesto s/recurso de casación” formal– a efectos de ajustar con mayor precisión el tratamiento penitenciario que considere adecuado para aquellos supuestos en los que el individuo incurriese en una nueva infracción criminal (cfr.: C.S.J.N.: Fallos 311:1451), dentro del amplio margen que le ofrece la política criminal. La reincidencia opera en el marco de una escala penal determinada, como circunstancia agravante al individualizar judicialmente la pena, en donde el mayor reproche finca sobre el hecho materia de condena, por los motivos dados, y durante el curso de la ejecución de la misma impide, por ejemplo, el acceso a la libertad condicional –como es el caso–, respecto de aquellas personas que, en los términos del artículo 50 del C.P., cometen un nuevo delito. Entonces, el distinto tratamiento que da la ley en tal sentido difiere, desde el prisma de la prevención especial, para los supuestos en los que el individuo incurriese en nuevas infracciones criminales, no en razón de su culpabilidad por los hechos anteriormente juzgados, sino en virtud del hecho por el cual resulta condenado (lo cual está vinculado también con el juicio de disvalor sobre el segundo hecho cometido, en tanto es más grave que el primero), respecto de aquellas personas que no han exteriorizado esa persistencia delictiva, ni, entonces, el desprecio por el encierro que importó una condena que ya les fue impuesta y la insensibilidad ante la amenaza de un nuevo reproche de esa naturaleza, cuyo alcance ya conoce. III. En relación al cuestionamiento efectuado por la recurrente respecto de la valoración llevada a cabo por el a quo en lo que hace a las condiciones respecto del régimen de progresividad del condenado es menester señalar que en la instancia anterior en grado se efectuó un pormenorizado análisis poniendo bajo estudio la totalidad de los informes proporcionados por la autoridad penitenciaria. 11 De ahí que, seguida y correctamente, se sostuviera que “… si bien el interno ha alcanzado las mínimas calificaciones necesarias… no consta que haya adquirido oficio alguno… si bien tuvo oportunidad de cursar estudios acorde al nivel alcanzado, cursada no ha demostrado intención de sumarse a extracurricular a fin de reflejar su interés en formarse o capacitarse de algún modo más allá de hallarse cursando el Taller de Peluquería… si bien ha concurrido por un tiempo de modo periódico a terapia conforme propuesta de la autoridad penitenciaria, tal tratamiento no responde a la particular característica del delito cometido –homicidio– ni a la especial efectuado problemática ofrecimiento contención que del interno concreto recibiera a su de –adicción–… trabajo egreso no ha extramuro… la –calificada como insuficiente desde el grupo familiar– ya tuvo oportunidad de demostrar el nivel de contención para con las conductas del interno, resultando incapaz en tal sentido… no menos cierto es, que para la necesaria reinserción del interno al medio libre siempre ha de contarse con un marco de contención afectivo, normativo y/o asistencial… “ (cfr. fs. 48/vta.). En tal consideraciones sentido, de las puede decirse alternativas con que que omitir contaría las el imputado ante su egreso, implicaría una reducción a la mera constatación automática por parte del a quo de la simple certificación de guarismos adecuados y tiempos de detención cumplidos, cuando en realidad se debe efectuar una valoración respecto de si quien está, en principio, en condiciones formales de egresar cuenta o no con preparación adecuada y con contención social existente o inexistente, constituyéndolo en este último supuesto y como se presenta en el caso, una situación de desfavorable reinserción social. El magistrado de la anterior instancia agregó adecuadamente sobre el particular que “de la ponderación de los 12 Cámara Federal de Casación Penal Causa nro. 16.346 – Sala IV C.F.C.P. “ARANDA ARGÜELLO, Ricardo Ernesto s/recurso de casación” informes agregados en autos, el interno no cuenta con la totalidad de las condiciones necesarias para acceder al beneficio de la libertad condicional, con excepción de sus guarismos de suscripto conducta las desempeñaría y concepto. particulares en el No pueden circunstancias escapar en que al se medio libre: en relación al domicilio ofrecido en autos, no se advierte un cambio sustancial que permita asegurar que las condiciones sociales en las que se desenvolverá pueda evitar su vínculo con ámbitos negativos para su evolución. En el caso particular ARANDA ARGÜELLO no ha ofrecido alternativas sociales o económicas que permitan garantizar el normal cumplimiento de las reglas de conducta que implica la incorporación al régimen de libertad condicional” (cfr. fs. 49). Concuerdo también con que no se observan ni se infieren garantías concretas mínimas y necesarias que permitan verificar y asegurar beneficio de el libertad normal usufructo condicional, toda de vez un posible que no hay elementos ni dispositivos de contención y sujeción aptos para ejercer una debida reinserción socio afectiva, fundamental para concederle la adecuada estabilidad y reflexión orientada a una positiva reinserción social afectiva y efectiva. Por otro lado, no se puede soslayar que el susodicho, carece, ante un posible egreso, de proyecto laboral serio y/o educativo sustentable tanto para si como para su familia. Si bien es la conducta del interno en el marco del ejercicio de su voluntad intramuros, la que regía en la concreta suerte que habría de seguir al egreso anticipado, ese ejercicio se vería siempre condicionado por las alternativas ofrecidas extramuros; y, en el caso, la existencia de un vínculo no consolidado, que se revela más bien como una alternativa domiciliaria, y la falta de ofrecimiento educativo, 13 formativo o laboral alguno, son circunstancias que van en desmedro de la solidez del acompañamiento social necesario para la procedencia del instituto en cuestión. No debe ignorarse, además, que el panorama descripto condujo al magistrado a quo, no sólo a denegar la procedencia del instituto solicitado, sino a disponer medidas para favorecer las condiciones de reinserción social del interno, a fin de que en el futuro pueda generarse un pronóstico más favorable. La reseña detallada en este punto da cuenta del análisis pormenorizado que realizó el juez a quo, a fin de valorar de modo objetivo las posibilidades de una efectiva reinserción social del condenado, que no conlleve a una nueva frustración. No advierto que las razones expresadas por la esforzada defensa, permitan apartarme del camino decidido en la instancia anterior, en tanto no giró, como alegara en el recurso planteado, sobre la consideración de cuestiones no objetivas y meramente especulativas sobre el futuro, que no puedan conectarse subjetivamente con su asistido, en violación al principio de culpabilidad; sino que el tribunal se dedicó a analizar las perspectivas concretas de adecuación del peticionante al medio libre, habida cuenta las constancias agregadas a la causa, su entorno y las posibilidades efectivas de actuar de un modo distinto a las experiencias previas. En lo que respecta a la alegada violación al principio de legalidad que implicaría la valoración judicial de baremos distintos a los guarismos de conducta y concepto, me remito al desarrollo que realicé en los precedentes de esta Sala IV: “CÁCERES, Julio César o GIL, Omar Alberto s/recurso de casación” (causas nros. 13450 y 15622, Reg. Nros. 15163.4 y 2624/12.4, rtas. el 30/06/2011 y el 28/12/2012). En definitiva, considero que, en el caso, el auto 14 Cámara Federal de Casación Penal Causa nro. 16.346 – Sala IV C.F.C.P. “ARANDA ARGÜELLO, Ricardo Ernesto s/recurso de casación” impugnado se sustentó sobre una adecuada valoración de las constancias de la causa, efectuada de modo integral, razonable y acorde con las exigencias de la ley sustantiva que, como se ha dicho, no pone en cabeza de la jurisdicción la tarea de realizar una reproducción automática de los informes aportados por la administración, sino que debe estudiar circunstancias del caso concreto a fin las particulares de analizar la procedencia del instituto en cada supuesto. Los motivos apuntados me conducen a proponer el rechazo de la impugnación interpuesta. IV. Por las razones expuestas, y toda vez que la calidad de reincidente improcedente el que reviste beneficio de la ARANDA ARGÜELLO libertad torna condicional solicitada, propicio que se rechace el recurso de casación, sin costas. El señor juez Juan Carlos Gemignani dijo: I. recurso de Inicialmente casación en cuanto a interpuesto, la admisibilidad entiendo que del resulta procedente en esta instancia el análisis demandado por la defensa conforme lo previsto por el art. 491 del C.P.P.N. ya que, además, se cumplieron con los recaudos exigidos por el art. 463 del código de rito. A su vez, corresponde a esta Cámara Federal de Casación Penal el control judicial amplio de las cuestiones concernientes a la ejecución de las penas privativas de la libertad. En este orden de ideas, la propia ley 24.660 sienta los principios de control judicial y de legalidad. Así, en su artículo 3º somete a permanente control judicial la ejecución de la pena privativa de la libertad en todas sus modalidades, dejando en manos del juez de ejecución o juez competente esta labor a fin de que se garantice el cumplimiento de las normas 15 constitucionales, los tratados internacionales ratificados por la argentina y los derechos del condenado que no fueron afectados por la condena o por la ley. Luego se prescribe que cuando surjan cuestiones que vulneren algún derecho del condenado o a fin de autorizar egresos, será el juez de ejecución quien lo resuelva (cfr. artículo 4º); y que si bien la conducción, desarrollo y supervisión de las actividades que conforman el régimen son de competencia administrativa, hace una salvedad “en tanto no estén específicamente asignadas a la autoridad judicial” (cfr. artículo 10º). Este ha sido el criterio adoptado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el fallo “Romero Cacharane, Hugo Alberto s/ejecución” (R.230. XXXIV, rto. El 9/3/04) en tanto afirmó la vigencia del principio de judicialización de la etapa ejecutiva de la pena. Por lo tanto corresponde a esta Cámara resolver las cuestiones como las que en esta oportunidad vienen recurridas. II. Sentado cuanto precede, adelanto que habré de coincidir con el voto de mi colega que lidera el acuerdo, sin embargo realizare algunas apreciaciones que creo conducentes. Así, se agravió la defensa toda vez que el ejecutor (cfr. fs. 44/49 vta.) le denegó a su defendido el acceso al régimen de libertad condicional por ser reincidente cuando, dicho aspecto, no se hallaba contenido en la resolución del T.O.C. Nº 11, tribunal que condenó a Aranda Arguello a la pena única de diecinueve (19) años de prisión que viene sufriendo (cfr. fs. 16/25). Sin embargo, soy de la opinión que tal declaración no significa que el a quo haya sobrepasado sus facultades o aplicado erróneamente la normativa que regula el instituto solicitado. 16 Cámara Federal de Casación Penal Ello es así ya que, Causa nro. 16.346 – Sala IV C.F.C.P. “ARANDA ARGÜELLO, Ricardo Ernesto s/recurso de casación” al pronunciarse sobre dicho aspecto, el juez de ejecución ha declarado una circunstancia reincidencia- que en definitiva está sujeta a la constatación de los presupuestos que la constituyen y puede ser declarada en la sentencia de condena o incluso con posterioridad a ella. Recordemos, que si bien la sentencia de condena puede no pronunciarse sobre los presupuestos del artículo 50 del C.P. o sobre la procedencia, o no, de esta declaración, ello de ninguna manera impide que el juez a cargo de la ejecución de la pena así lo establezca con motivo, por ejemplo, de la verificación del cumplimiento de las condiciones de la libertad condicional, como sucedió en el caso. Tal es la independencia de la reincidencia con respecto a la pena impuesta en una sentencia condenatoria, que los efectos de una primigenia condena perdurarán aun cuando ésta haya prescripto en los términos del art. 65 del C.P., pero siempre que no se hayan superado los plazos previstos en el último párrafo del art. 50 del C.P.. Como consecuencia de lo expuesto, considero que la declaración de reincidencia en la sentencia recurrida, dictada como consecuencia de la solicitud de libertad condicional realizada por la defensa, no implica una agravación de la pena impuesta, sino, en todo caso, una constatación de las condiciones del art. 50 del C.P.. Es decir, es un acto declarativo que no modifica el encuadre penal, sino que se refiere únicamente al modo de ejecución de la pena que se fijó con referencia a un encuadre penal determinado que permanece inalterado, operando sus efectos con independencia del conocimiento que las partes pudiesen tomar al respecto ya que resultan de una imposición legal. 17 En este sentido, ya se ha dicho que la reincidencia es una situación jurídica del reo, y su existencia depende únicamente de la comprobación objetiva de dos circunstancias: a) el cumplimiento efectivo de al menos una parte de la condena anterior; b) que el nuevo delito -punible también con pena privativa de la libertad- se cometa antes de transcurrido el término indicado en el último párrafo del art. 50 del C.P. Bastan pues para comprobarla las constancias que acrediten documentalmente la concurrencia de ambos requisitos. En el caso de autos, estos extremos fueron verificados por el a quo ya que, tal como bien lo señaló el doctor Hornos, el imputado fue condenado el 24 de noviembre de 2000, en la causa nro. 758/904 del T.O.C. Nº 21 de esta ciudad (crfr. Fs. 1/16 vta.), a la pena única de dieciséis (16) años de prisión, accesorias legales y costas, siendo detenido con fecha 17 de marzo de 1999 -permaneciendo detenido sietes (7) años, ocho (8) meses y diecisiete (17) días como condenado -, habiéndose evadido el 3 de diciembre de 2006 al no reincorporarse a la unidad de alojamiento(cfr. fs. 28/28 vta.), comprobándose a su vez que el imputado cometió el nuevo hecho, juzgado por el T.O.C. Nº 11 en la causa 3037 de su registro, cuando ya mediaba un pedido de captura en su contra constatándose que ya había cumplido parte de la pena como condenado. De esta manera y siendo efectivamente Aranda Arguello reincidente, no se presenta desacertado lo resuelto por el ejecutor a fin de rechazar el beneficio solicitado. A su vez, y respecto de los restantes agravios, coincido también con el doctor Hornos en el sentido que el a quo realizó un análisis proporcionados correcto por la de la totalidad autoridad de los penitenciaria informes a fin de dilucidar un pronóstico desfavorable de reinserción social disponiendo a su vez medidas a fin de mejorar, a futuro, sus condiciones de reinserción. 18 Cámara Federal de Casación Penal Causa nro. 16.346 – Sala IV C.F.C.P. “ARANDA ARGÜELLO, Ricardo Ernesto s/recurso de casación” III. Por las razones expuestas, y coincidiendo con las demás consideraciones vertidas por mi colega preopinante, adhiero a la solución que viene propuesta en orden a rechazar el recurso de casación interpuesto, sin costas. Así voto. El señor juez doctor Mariano Hernán Borinsky dijo: Sellada la suerte del presente acuerdo, me limitaré a señalar que considero que la sentencia impugnada constituye derivación razonada de derecho vigente con particular aplicación a las constancias comprobadas de la causa. Ello, pues, independientemente de las consideraciones esgrimidas por el sentenciante de grado respecto del carácter de reincidente de Aranda Argüello, fundadamente la se advierte incorporación del que el interno “a quo” al rechazó régimen de libertad condicional. Resulta pertinente señalar que, entre otros recaudos, para que un interno pueda acceder a dicho régimen, la autoridad administrativa del Complejo Penitenciario Federal debe emitir un informe que pronostique en forma individualizada y favorable la reinserción social del interno (art. 13 del C.P.). Sin embargo, según surge del art. 28 de la ley 24.660, y de los arts. 505 y siguientes del C.P.P.N., es el juez de ejecución quien tiene la tarea de determinar, teniendo en cuenta los informes de la autoridad penitenciaria, si el interno ha cumplido -o no- con los requisitos que surgen del art. 13 del C.P. En efecto, dichos informes cumplen con la importante tarea de relatar o anoticiar a la autoridad judicial acerca del comportamiento del interno durante el plazo de encierro, pero carecen de un valor determinante o vinculante en la decisión de los jueces (conf. causa nro. 15.495 de esta Sala IV de la C.F.C.P., caratulada “PANIAGUA, Néstor Ramón s/ recurso de casación”, Reg. Nro. 1801.12, rta. el 3/10/12). 19 Nótese que de conformidad con lo prescripto en el art. 3º de la ley 24.660 -principio de judicialización de la pena-, el juez de ejecución es quien tiene a su alcance los elementos necesarios para juzgar cada caso concreto, sin la obligación de atenerse a los informes realizados por el Consejo Correccional. En el sub examine, conforme lo afirmado por el distinguido doctor Hornos en el considerando III de su voto –a cuyo análisis me remito en lo sustancial por razones de brevedad–, el “a quo” analizó los informes emitidos por la autoridad administrativa y valoró las posibilidades de una efectiva reinserción social de ARANDA ARGÜELLO, y concluyó fundadamente en el rechazo de la incorporación del interno al régimen de libertad condicional. Cabe destacar que, además, el tribunal de grado requirió la adopción de medidas por parte de la autoridad penitenciaria tendientes a la adquisición del interno de herramientas para una favorable reinserción social (cfr. fs. 44/49vta.). Por ello, adhiero a la solución propuesta por el doctor Hornos, que a su vez cuenta con la adhesión del doctor Gemignani, en cuanto propone rechazar el recurso de casación interpuesto por la defensa de ARANDA ARGÜELLO, sin costas en esta instancia (arts. 530 y 531 in fine del C.P.P.N.). Tener presente la reserva del caso federal. Por ello, en mérito del acuerdo que antecede, el Tribunal RESUELVE: I. RECHAZAR el recurso de casación interpuesto a fs. 51/62, por la señora Defensora Pública Oficial, doctora Flavia Vega, asistiendo a Ricardo Ernesto ARANDA ARGÜELLO, sin costas (arts. 530 y 531 in fine del C.P.P.N.). II. TENER PRESENTE la reserva del caso federal efectuada por la parte. 20 Cámara Federal de Casación Penal Causa nro. 16.346 – Sala IV C.F.C.P. “ARANDA ARGÜELLO, Ricardo Ernesto s/recurso de casación” Regístrese, notifíquese y, oportunamente, remítase la causa al Juzgado Nacional de Ejecución Penal Nº 2 de esta ciudad, sirviendo la presente de muy atenta nota de envío. JUAN CARLOS GEMIGNANI MARIANO HERNÁN BORINSKY Ante mí: GUSTAVO M. HORNOS Hernán Blanco Secretario de Cámara 21