Causa nro. 16.346 – Sala IV - Poder Judicial de la Nación

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Cámara Federal de Casación Penal
Causa nro. 16.346 – Sala IV
C.F.C.P. “ARANDA ARGÜELLO,
Ricardo Ernesto s/recurso
de casación”
Registro Nro.
///la ciudad de Buenos Aires, a los
mayo
9
664.4
días del mes de
del año dos mil trece, se reúne la Sala IV de
la Cámara Federal de Casación Penal integrada por el doctor
Juan Carlos Gemignani como Presidente, los doctores Mariano
Hernán Borinsky y Gustavo M. Hornos como Vocales, asistidos por
el Secretario actuante, a los efectos de resolver el recurso de
casación de fs. 51/62 de la presente causa nro. 16.346 del
registro de esta Sala, caratulada: “ARANDA ARGÜELLO, Ricardo
Ernesto s/recurso de casación”; de la que RESULTA:
I. Que el Juzgado Nacional de Ejecución Penal Nº 2 de
la Capital Federal, en el legajo nro. 128.291 de su registro,
con fecha 7 de marzo de 2012, resolvió no hacer lugar a la
libertad
condicional
del
condenado
Ricardo
Ernesto
ARANDA
ARGÜELLO, respecto de la pena de diecinueve (19) años de
prisión impuesta en la causa nro. 3037 por el Tribunal Oral en
lo Criminal Nº 11 de esta ciudad (fs. 44/49vta.).
II. Que, contra dicha resolución, la señora Defensora
Pública Oficial, doctora Flavia Vega, interpuso el recurso de
casación a fs. 51/62, que fue concedido a fs. 67 y mantenido a
fs. 73, sin adhesión del señor Fiscal General ante esta Cámara,
doctor Raúl Omar Pleé (fs. 72).
III. Que la impugnante motivó sus agravios en ambos
incisos del art. 456 del C.P.P.N., respectivamente, por la
inobservancia de los arts. 13 y 14, en función de lo dispuesto
por el art. 50, del C.P.; y de los arts. 167 inc. 1), y 123 del
código de rito.
Sobre
el
segundo
inciso
del
artículo
procesal
referido señaló que el juez de ejecución no tiene atribución de
ninguna naturaleza para decidir acerca del acierto o error de
la declaración de la condición de reincidente de su defendido
establecida por el tribunal de mérito al momento de dictar
1
sentencia, so pena de violar –a su juicio– el principio de cosa
juzgada.
Argumentó
que
el
tribunal
sentenciante
había
avizorado el cumplimiento de los extremos requeridos por el
art. 50 del C.P. y, sin embargo, hubo reconocido que no iba a
proceder a declarar reincidente al justiciable, en preservación
del sistema acusatorio, por no contar con requisitoria fiscal
al respecto.
Sobre el particular, en letra mayúscula, destacó que
esto
es
claramente
un
tratamiento
de
la
cuestión
de
la
reincidencia, en donde se analizó el cumplimiento parcial de la
pena anterior y, sin embargo, ante la ausencia de requisitoria
fiscal
(y
consignando
expresamente
este
fundamento
en
la
resolución condenatoria) el tribunal reconoció su imposibilidad
de declarar reincidente a su asistido, de forma legitimada.
Entonces, de forma clara, el tribunal no declaró reincidente a
su pupilo, no porque consideró que el instituto debe recibir
tratamiento en otra instancia, sino que habiéndolo considerado
desde
la
verdad
legitimado como
real,
consideró
que
ello
no
podría
ser
verdad formal en nuestro estado de derecho.
Basado en la garantía impresa y expresa del sistema
acusatorio indicó que “la ausencia de requisitoria fiscal sobre
su declaración de reincidencia, imposibilita que el Tribunal
pueda expedirse al respecto”.
Es decir que, adujo, el Tribunal Oral Criminal hizo
lo que debía hacer y, aun cuando se sostuviera lo contrario, el
juez de ejecución no es la alzada ni el superior del tribunal
oral para corregir desaciertos o marcar pautas de acierto, por
lo que sostuvo que en el caso de autos el magistrado actuante
se exorbitó en su función jurisdiccional y de ese modo no sólo
desconoció el sistema acusatorio, sino que –a su entender–
transgredió la garantía de “cosa juzgada” y las prohibiciones
de reformatio in pejus y ne bis in ídem.
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Cámara Federal de Casación Penal
Causa nro. 16.346 – Sala IV
C.F.C.P. “ARANDA ARGÜELLO,
Ricardo Ernesto s/recurso
de casación”
Denunció que la resolución que deniega su liberación
es
auto-contradictoria,
en
virtud
de
que
no
existió
una
declaración de reincidencia con respecto a su defendido.
Argumentó que podría sostenerse que al solicitar su
libertad condicional, su asistido generó un nuevo análisis de
la cuestión; pero que, aun así, el juzgador está obligado a
respetar la decisión del tribunal sentenciante.
Concluyó que la decisión recurrida resultó arbitraria
porque, además, no se brindaron argumentos para desestimar
aquellos férreos expuestos por su parte, que –en su opinión–
reflejan la necesidad de que su defendido esté en libertad
porque cumplió con la voluntad del legislador.
De ese modo la decisión presenta un defecto en su
sustento
que,
a
su
juicio,
la
descalifica
como
acto
jurisdiccional válido, a la par que tampoco constituye una
derivación razonada del derecho vigente.
A
su
vez,
manifestó
que valorar
–como se hizo–
aspectos íntimamente relacionados con el ser de una persona
para rechazar su liberación implicó, a su entender, rechazar
los postulados de un derecho penal de acto, propio de un Estado
de Derecho, enrolándose la resolución cuestionada en un derecho
penal de autor. Agregó que le está vedado al Estado valorar
aspectos
de
la
personalidad;
para
recortar
garantías
consagradas; porque cuando un condenado cumple con todas las
pautas para acceder a su liberación (art. 13 del C.P.) el
Estado está obligado a liberarlo.
Hizo
saber
que
el juez de ejecución rechazó la
libertad condicional de ARANDA ARGÜELLO, en base a los aspectos
y condiciones de la personalidad y coyuntura histórica, social
y económica, fundado en apreciaciones subjetivas relacionadas
con pronósticos sociales, enmarcándose todo lo dicho en un
discurso inmerso en un derecho penal de autor, prohibido en un
3
Estado de Derecho.
Resaltó y recordó que su pupilo –a su entender–
satisfizo cada una de las pautas que impuso el legislador para
recuperar su libertad ambulatoria.
Añadió que en la resolución en crisis no se ha
realizado
ningún
tratamiento
defendido
intramuros,
sino
serio
uno
del
desempeño
parcializado
y
de
su
antojadizo,
dirigido a destacar aspectos negativos, opacando los positivos.
Indicó
que
las
autoridades
penitenciarias
del
Servicio Criminológico, en su voto positivo, si bien señalaron
dificultades, no emitieron un dictamen recomendando el rechazo
de la libertad, sino uno previendo la concesión, eventualmente
bajo la condición de tratamiento y seguimiento.
Destacó
que
su
asistido
cumplió
con
todos
los
requisitos establecidos en el art. 13 del C.P., ya que ha
estado un tiempo en prisión según el monto de la pena impuesta;
no reviste la condición de reincidente y no ha sido pasivo de
la revocación de su libertad condicional, habiendo observado
con
regularidad
los
reglamentos
carcelarios
durante
dicho
lapso, ya que su calificación alfanumérica es conducta Ejemplar
nueve (9) y concepto Bueno cinco (5), de acuerdo a lo informado
por la unidad de alojamiento, todo lo cual –según su parecer–
permite
inferir
el
esfuerzo
que
realiza
diariamente
para
reintegrarse socialmente respetando las pautas de convivencia.
En otras palabras, alegó que su asistido posee un
pronóstico de reinserción social absolutamente favorable y que
se encuentra ratificado por su comportamiento intramuros.
Concluyó,
en
definitiva,
que
el
principio
de
legalidad exige que si una persona privada de la libertad
cumple con todos los requisitos requeridos legalmente para la
etapa que se pretende, se proceda a su incorporación.
Por último, hizo reserva del caso federal.
IV. Que en la oportunidad prevista en los arts. 465,
4
Cámara Federal de Casación Penal
cuarto
párrafo,
y
466
del
Causa nro. 16.346 – Sala IV
C.F.C.P. “ARANDA ARGÜELLO,
Ricardo Ernesto s/recurso
de casación”
C.P.P.N.,
no
se
hicieron
presentaciones salvo en lo que concierne a la adhesión del
Ministerio Público Fiscal a la solicitud de renunciar a los
plazos procesales formulada por la defensa (v. fs. 75 y 77).
V. Efectuado el sorteo de ley para que los señores
jueces emitan su voto, resultó el siguiente orden sucesivo de
votación: doctores Gustavo M. Hornos, Juan Carlos Gemignani y
Mariano Hernán Borinsky.
El señor juez Gustavo M. Hornos dijo:
I. El recurso interpuesto es formalmente admisible en
virtud de lo dispuesto por el art. 491, segundo párrafo, del
C.P.P.N.
He sostenido con insistencia –y originalmente en
soledad–, que el control judicial amplio y eficiente resulta
ineludible a la luz de la ley vigente, y además un factor
altamente positivo para el logro de los fines que procuran las
normas de ejecución de las penas privativas de libertad (cfr.:
de esta Sala IV, causa nro. 699, “MIANI, Cristian Fabián
s/recurso de casación”, Reg. Nro. 992, rta. el 4/11/97; causa
nro. 691, “MIGUEL, Eduardo Jorge s/recurso de casación”, Reg.
Nro. 984, rta. el 10/97; causa nro. 742, “FUENTES, Juan Carlos
s/recurso de casación”, Reg. Nro. 1136, rta. el 26/2/98; causa
nro. 1367, “QUISPE RAMÍREZ, Inocencio s/recurso de casación”,
Reg. Nro. 1897, rta. el 18/6/99; entre muchas otras). Criterio
que con posterioridad fue adoptado por la Corte Suprema de
Justicia de la Nación en el precedente “Romero Cacharane de
Fallos 327:388.
La Corte sostuvo que el principio de judicialización
de la etapa ejecutiva de la pena “significó, por un lado, que
la
ejecución
de
la
pena
privativa
de
libertad,
y
consecuentemente, las decisiones que al respecto tomara la
autoridad penitenciaria debían quedar sometidas al control
5
judicial
permanente,
a
la
par
que
implicó
que
numerosas
facultades que eran propias de la administración requieran hoy
de la actuación originaria del juez de ejecución” –del voto del
Dr. Fayt–. Y que “uno de los principios que adquiere especial
hálito dentro de las prisiones es el de legalidad, ello por
cuanto la manera en que las autoridades penitenciarias le dan
el contenido concreto al cumplimiento de la pena dispuesta por
la autoridad judicial y sus sucesivas alteraciones, pueden
implicar una modificación sustancial de la condena, y por lo
tanto, queda a reguardo de aquella garantía” –del voto conjunto
de los doctores Zaffaroni y Maqueda en el fallo citado–.
Estos principios, de control judicial y de legalidad,
se encuentran explícitamente consagrados en la ley nº 24.660.
El art. 3 indica que “La ejecución de la pena privativa de
libertad,
en
permanente
competente
todas
control
sus
modalidades,
judicial.
garantizará
el
estará
sometida
al
El juez de ejecución o juez
cumplimiento
de
las
normas
constitucionales, los tratados internacionales ratificados por
la República Argentina y los derechos de los condenados no
afectados por la condena o por la ley”. Y el art. 4 confiere
competencia al juez de ejecución para “resolver las cuestiones
que se susciten cuando se considere vulnerado algunos de los
derechos del condenado”.
II. Corresponde examinar entonces si la resolución
dictada en autos que denegó el acceso del interno al régimen de
libertad
condicional,
resultó
arbitraria
o
si,
por
el
contrario, se ajustó a la normativa que regula el instituto.
En lo que respecta a este interrogante, advierto que
el fundamento otorgado por el juzgado anterior en grado ha sido
suficiente y razonable, y no presenta fisuras de logicidad que
habiliten a su desautorización como acto jurisdiccionalmente
válido.
De seguido, la circunstancia de que en la sentencia
6
Cámara Federal de Casación Penal
Causa nro. 16.346 – Sala IV
C.F.C.P. “ARANDA ARGÜELLO,
Ricardo Ernesto s/recurso
de casación”
dictada por el Tribunal Oral en lo Criminal N 11 (vid. fs.
18/25) no se hubiese declarado reincidente Ricardo Ernesto
ARANDA ARGÜELLO sobre la base de lo establecido en el art. 50
del código sustantivo, no obsta para la correcta solución del
caso.
Es decir que la cuestión a debatir se centra en
determinar si dicho imputado puede ser considerado reincidente
en oportunidad de formular su pedido de libertad condicional.
El
código
de
fondo
establece
taxativamente
las
condiciones para la procedencia del instituto de la libertad
condicional,
a
saber:
a)
haber
permanecido
en
detención
determinado tiempo y observado con regularidad los reglamentos
carcelarios; b) no ser reincidente; c) no habérsele revocado
anteriormente la libertad condicional (arts. 13, 14 y 17 del
C.P.).
El artículo 14 del C.P. dispone que la libertad
condicional no se concederá a los reincidentes, sin especificar
en forma alguna que por reincidente deba entenderse otra cosa
que la definida por el art. 50 del mismo código; a la luz de la
cual
reincidente –genéricamente– es aquel que con anterioridad
a la comisión de un nuevo delito cumplió efectivamente en forma
total o parcial una pena privativa de libertad impuesta por
sentencia firme (cfr. causa nro. 295, Sala IV, “BORGO, Julio
Fernando
s/recurso
de
casación”,
Reg.
Nro.
548,
rta.
el
8/3/96).
En este sentido, tiene dicho esta Cámara Nacional de
Casación Penal que la reincidencia es una situación jurídica
del reo, que se sustenta en la comprobación objetiva de dos
circunstancias: a) el cumplimiento efectivo de al menos una
parte de la condena anterior; y b) que el nuevo delito –punible
también con pena privativa de la libertad– se cometa antes de
transcurrido el término indicado en el último párrafo del art.
7
50 del C.P. Bastan pues para comprobarla las constancias que
acrediten documentalmente la concurrencia de esos hechos (cfr.
causa nro. 1715 del registro de esta Sala IV, caratulada:
“ORQUERA, Antonio César s/recurso de casación”, Reg. Nro.
2406.4, rta. el 22/02/2000 y de la Sala II: causa nro. 2114
“GARCÍA, Miguel Angel s/recurso de casación”, Reg. Nro. 1572.2
, rta. el 15/08/97 y causa nro. 280 “DE MATEO, Miguel Angel
s/recurso de casación”, Reg. Nro. 350, rta. el 26/12/94).
Debe entenderse que la reincidencia no precisa una
declaración expresa para cobrar virtualidad, pues es la propia
ley la que señala cuándo y en qué condiciones se adquiere esa
condición (cfr. esta Sala IV: causa nro. 1290 “MARCHINI, Héctor
Daniel
s/recurso
de
casación”,
Reg.
Nro.
1690.4,
rta.
el
8/2/99).
Ahora bien, en relación al específico planteo que
motiva el recurso de casación interpuesto, cabe recordar que el
rigurosísimo criterio legal niega el beneficio al penado que en
alguna oportunidad adquirió la condición de reincidente aunque
no lo haya sido en virtud de la condena que cumple (cfr. Núñez,
Ricardo: “Tratado de Derecho Penal. Parte General”, Tomo II,
segunda reimpresión, agosto de 1987, Ed. Marcos Lerner, pág.
406).
Tanto de la sentencia condenatoria dictada (cfr. fs.
18/25), como de la certificación del cómputo del vencimiento de
la pena única impuesta obrante a fs. 28, surge que ARANDA
ARGÜELLO fue condenado el 24 de noviembre de 2000, en la causa
nro. 758/904 del Tribunal Oral en lo Criminal Nº 21 de esta
ciudad, a la pena única de dieciséis (16) años de prisión,
accesorias legales y costas; siendo detenido con fecha 17 de
marzo de 1999, y habiéndose evadido el 3 de diciembre de 2006
al no reincorporarse a la unidad de alojamiento, comprobándose
que el imputado cometió este nuevo hecho juzgado por el T.O.C.
Nº 11 cuando ya mediaba un pedido de captura por violación de
8
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Causa nro. 16.346 – Sala IV
C.F.C.P. “ARANDA ARGÜELLO,
Ricardo Ernesto s/recurso
de casación”
las salidas transitorias dispuesta por el Juzgado de Ejecución
Penal interviniente, es decir, donde se constató que ya había
cumplido parte de la pena impuesta como condenado.
En el sub lite el juez de ejecución ha comprobado
ambas
situaciones
objetivas
antes
dichas
y
que
fueron
debidamente cumplidas: el imputado, entre otros expedientes,
estuvo privado de libertad en virtud de la referida causa
758/904 del T.O.C. Nº 21, permaneciendo en detención siete (7)
años, ocho (8) meses y diecisiete (17) días, también como
condenado, y que, además, cometió un nuevo delito de acuerdo a
las exigencias de la norma citada.
Esa
conclusión
de
observación,
que
el
conduce
nombrado
necesariamente
reviste
reincidente, lo que en definitiva –y
por
la
a
la
calidad
de
aplicación de las
expresas disposiciones del art. 14 del C.P.– impide que se le
conceda
el beneficio de la libertad condicional.
Sobre el otro aspecto de los agravios esgrimidos,
tiene
reiteradamente
dicho
el
más
Alto
Tribunal
de
la
República, que “el distinto tratamiento dado por la ley a
aquellas personas que, en los términos del art. 50 del Código
Penal, cometen un nuevo delito, respecto de aquellas que no
exteriorizan esa persistencia delictiva, se justifica por el
desprecio hacia la pena que les ha sido impuesta. Y si, como se
vio, existe un fundamento razonable para hacer tal distinción,
el legislador se encuentra facultado para establecer, dentro
del amplio margen que le ofrece la política criminal, las
consecuencias jurídicas que estime convenientes para cada caso”
(conf. C.S.J.N. in re “L’Eveque” en Fallos 311:1451).
Así las cosas, las consideraciones apuntadas por la
Defensa
Oficial,
no
tienen
virtualidad
para
conmover
la
doctrina emergente del citado fallo “L’Eveque”, aludido en el
párrafo precedente.
9
En efecto, debe reiterarse que el mayor reproche al
autor reincidente se fundamenta en el desprecio que manifiesta
por la pena privativa de libertad quien, pese a haberla sufrido
con anterioridad y de forma efectiva, vuelve a cometer un
delito amenazado también con esa clase de pena, tal como lo ha
sostenido la Corte Suprema en “Gómez Dávalos”, “Gelabert” y
“L’Eveque” (Fallos: 308:1938; 311:1209 y 1451). Asimismo, esta
Sala IV hizo la propio en la causa nro. 242 “MONTENEGRO, Oscar
Angel s/recurso de casación”, Reg. Nro. 474, rta. el 10/11/95;
causa nro. 295 “BORGO, Julio Fernando s/recurso de casación”,
Reg. Nro. 548, rta. el
Carlos
8/03/96; causa nro. 1837 “ORTIZ, Juan
s/recurso de inconstitucionalidad”, Reg. Nro. 3047,
rta. el 11/12/00; y causa nro. 5737 “DÍAZ, Hugo Omar s/recurso
de casación”, Reg. Nro. 8262, rta. el 19/2/07, entre otros.
También la Sala I, causa nro. 4575, “ARRIETA, I. y otro
s/recurso de casación”, rta. el 28/2/03; Sala II, “LAPALMA,
A.D. y otro s/recurso de casación”, Reg. Nro. 3708, rta. el
30/11/00 y Sala III, causa nro. 6628, “MUÑOZ, Jorge Lucas
s/recurso de casación”, Reg. Nro. 861/06, rta. el 14/8/06).
De ello se desprende que el mayor castigo no se
encuentra en un juicio moral por una particular conducción de
vida,
lo
cual
resulta
inadmisible,
sino
que
lo
que
aquí
interesa es que al momento de cometer el nuevo hecho ilícito el
sujeto no haya tenido en cuenta las graves consecuencias que
una pena de prisión importa. De ahí, entonces, la necesidad de
un mayor reproche en la nueva condena (art. 14 del C.P.).
Respecto al principio ne bis in idem, ya he sostenido
en
reiteradas
oportunidades
que
lo
sustancial
es
que
la
declaración de reincidencia no implica un doble juzgamiento por
un mismo hecho, ni, específicamente, una nueva aplicación de
pena por el mismo hecho, sino el establecimiento de un régimen
punitivo mediante el cual el legislador toma en cuenta la
anterior condena
–entendida ésta como un dato objetivo y
10
Cámara Federal de Casación Penal
Causa nro. 16.346 – Sala IV
C.F.C.P. “ARANDA ARGÜELLO,
Ricardo Ernesto s/recurso
de casación”
formal– a efectos de ajustar con mayor precisión el tratamiento
penitenciario que considere adecuado para aquellos supuestos en
los
que
el
individuo
incurriese
en
una
nueva
infracción
criminal (cfr.: C.S.J.N.: Fallos 311:1451), dentro del amplio
margen que le ofrece la política criminal.
La reincidencia opera en el marco de una escala penal
determinada, como circunstancia agravante al individualizar
judicialmente la pena, en donde el mayor reproche finca sobre
el hecho materia de condena, por los motivos dados, y durante
el curso de la ejecución de la misma impide, por ejemplo, el
acceso a la libertad condicional –como es el caso–, respecto de
aquellas personas que, en los términos del artículo 50 del
C.P., cometen un nuevo delito.
Entonces, el distinto tratamiento que da la ley en
tal sentido difiere, desde el prisma de la prevención especial,
para los supuestos en los que el individuo incurriese en nuevas
infracciones criminales,
no en razón de su culpabilidad por
los hechos anteriormente juzgados, sino en virtud del hecho por
el cual resulta condenado (lo cual está vinculado también con
el juicio de disvalor sobre el segundo hecho cometido, en tanto
es más grave que el primero), respecto de aquellas personas que
no han exteriorizado esa persistencia delictiva, ni, entonces,
el desprecio por el encierro que importó una condena que ya les
fue impuesta y la insensibilidad ante la amenaza de un nuevo
reproche de esa naturaleza, cuyo alcance ya conoce.
III. En relación al cuestionamiento efectuado por la
recurrente respecto de la valoración llevada a cabo por el a
quo en lo que hace a las condiciones respecto del régimen de
progresividad del condenado es menester señalar que en la
instancia
anterior
en
grado
se
efectuó
un
pormenorizado
análisis poniendo bajo estudio la totalidad de los informes
proporcionados por la autoridad penitenciaria.
11
De ahí que, seguida y correctamente, se sostuviera
que
“…
si
bien
el
interno
ha
alcanzado
las
mínimas
calificaciones necesarias… no consta que haya adquirido oficio
alguno… si bien tuvo oportunidad de cursar estudios acorde al
nivel
alcanzado,
cursada
no
ha demostrado intención de sumarse a
extracurricular
a
fin
de
reflejar
su
interés
en
formarse o capacitarse de algún modo más allá de hallarse
cursando el Taller de Peluquería… si bien ha concurrido por un
tiempo de modo periódico a terapia conforme propuesta de la
autoridad penitenciaria, tal tratamiento no responde a la
particular característica del delito cometido –homicidio– ni a
la
especial
efectuado
problemática
ofrecimiento
contención
que
del
interno
concreto
recibiera
a
su
de
–adicción–…
trabajo
egreso
no
ha
extramuro…
la
–calificada
como
insuficiente desde el grupo familiar– ya tuvo oportunidad de
demostrar el nivel de contención para con las conductas del
interno, resultando incapaz en tal sentido… no menos cierto es,
que para la necesaria reinserción del interno al medio libre
siempre ha de contarse con un marco de contención afectivo,
normativo y/o asistencial… “ (cfr. fs. 48/vta.).
En
tal
consideraciones
sentido,
de
las
puede
decirse
alternativas
con
que
que
omitir
contaría
las
el
imputado ante su egreso, implicaría una reducción a la mera
constatación automática por parte del a quo de la simple
certificación de guarismos adecuados y tiempos de detención
cumplidos, cuando en realidad se debe efectuar una valoración
respecto
de
si
quien
está,
en
principio,
en
condiciones
formales de egresar cuenta o no con preparación adecuada y con
contención social existente o inexistente, constituyéndolo en
este último supuesto y como se presenta en el caso, una
situación de desfavorable reinserción social.
El
magistrado
de
la
anterior
instancia
agregó
adecuadamente sobre el particular que “de la ponderación de los
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Cámara Federal de Casación Penal
Causa nro. 16.346 – Sala IV
C.F.C.P. “ARANDA ARGÜELLO,
Ricardo Ernesto s/recurso
de casación”
informes agregados en autos, el interno no cuenta con la
totalidad
de
las
condiciones
necesarias
para
acceder
al
beneficio de la libertad condicional, con excepción de sus
guarismos
de
suscripto
conducta
las
desempeñaría
y
concepto.
particulares
en
el
No
pueden
circunstancias
escapar
en
que
al
se
medio libre: en relación al domicilio
ofrecido en autos, no se advierte un cambio sustancial que
permita asegurar que las condiciones sociales en las que se
desenvolverá pueda evitar su vínculo con ámbitos negativos para
su evolución. En el caso particular ARANDA ARGÜELLO no ha
ofrecido
alternativas
sociales
o
económicas
que
permitan
garantizar el normal cumplimiento de las reglas de conducta que
implica la incorporación al régimen de libertad condicional”
(cfr. fs. 49).
Concuerdo
también
con
que no se observan ni se
infieren garantías concretas mínimas y necesarias que permitan
verificar
y
asegurar
beneficio
de
el
libertad
normal
usufructo
condicional,
toda
de
vez
un
posible
que
no
hay
elementos ni dispositivos de contención y sujeción aptos para
ejercer una debida reinserción socio afectiva, fundamental para
concederle la adecuada estabilidad y reflexión orientada a una
positiva reinserción social afectiva y efectiva. Por otro lado,
no se puede soslayar que el susodicho, carece, ante un posible
egreso, de proyecto laboral serio y/o educativo sustentable
tanto para si como para su familia.
Si bien es la conducta del interno en el marco del
ejercicio
de
su
voluntad
intramuros,
la
que
regía
en
la
concreta suerte que habría de seguir al egreso anticipado, ese
ejercicio se vería siempre condicionado por las alternativas
ofrecidas extramuros; y, en el caso, la existencia de un
vínculo
no
consolidado,
que
se
revela
más
bien
como
una
alternativa domiciliaria, y la falta de ofrecimiento educativo,
13
formativo o laboral alguno, son circunstancias que van en
desmedro de la solidez del acompañamiento social necesario para
la procedencia del instituto en cuestión.
No debe ignorarse, además, que el panorama descripto
condujo al magistrado a quo, no sólo a denegar la procedencia
del
instituto
solicitado,
sino
a
disponer
medidas
para
favorecer las condiciones de reinserción social del interno, a
fin de que en el futuro pueda generarse un pronóstico más
favorable.
La reseña detallada en este punto da cuenta del
análisis pormenorizado que realizó el juez a quo, a fin de
valorar de modo objetivo las posibilidades de una efectiva
reinserción social del condenado, que no conlleve a una nueva
frustración.
No
advierto
que
las
razones
expresadas
por
la
esforzada defensa, permitan apartarme del camino decidido en la
instancia anterior, en tanto no giró, como alegara en el
recurso planteado, sobre la consideración de cuestiones no
objetivas y meramente especulativas sobre el futuro, que no
puedan conectarse subjetivamente con su asistido, en violación
al principio de culpabilidad; sino que el tribunal se dedicó a
analizar
las
perspectivas
concretas
de
adecuación
del
peticionante al medio libre, habida cuenta las constancias
agregadas a la causa, su entorno y las posibilidades efectivas
de actuar de un modo distinto a las experiencias previas.
En
lo
que
respecta
a
la
alegada
violación
al
principio de legalidad que implicaría la valoración judicial de
baremos distintos a los guarismos de conducta y concepto, me
remito al desarrollo que realicé en los precedentes de esta
Sala IV: “CÁCERES, Julio César o GIL, Omar Alberto s/recurso de
casación” (causas nros. 13450 y 15622, Reg. Nros. 15163.4 y
2624/12.4, rtas. el 30/06/2011 y el 28/12/2012).
En definitiva, considero que, en el caso, el auto
14
Cámara Federal de Casación Penal
Causa nro. 16.346 – Sala IV
C.F.C.P. “ARANDA ARGÜELLO,
Ricardo Ernesto s/recurso
de casación”
impugnado se sustentó sobre una adecuada valoración de las
constancias de la causa, efectuada de modo integral, razonable
y acorde con las exigencias de la ley sustantiva que, como se
ha dicho, no pone en cabeza de la jurisdicción la tarea de
realizar una reproducción automática de los informes aportados
por la administración, sino que debe estudiar
circunstancias
del
caso
concreto
a
fin
las particulares
de
analizar
la
procedencia del instituto en cada supuesto.
Los motivos apuntados me conducen a proponer el
rechazo de la impugnación interpuesta.
IV. Por las razones expuestas, y toda vez que la
calidad
de
reincidente
improcedente
el
que
reviste
beneficio
de
la
ARANDA
ARGÜELLO
libertad
torna
condicional
solicitada, propicio que se rechace el recurso de casación, sin
costas.
El señor juez Juan Carlos Gemignani dijo:
I.
recurso
de
Inicialmente
casación
en
cuanto
a
interpuesto,
la
admisibilidad
entiendo
que
del
resulta
procedente en esta instancia el análisis demandado por la
defensa conforme lo previsto por el art. 491 del C.P.P.N. ya
que, además, se cumplieron con los recaudos exigidos por el
art. 463 del código de rito.
A su vez, corresponde a esta Cámara Federal de Casación
Penal
el
control
judicial
amplio
de
las
cuestiones
concernientes a la ejecución de las penas privativas de la
libertad.
En este orden de ideas, la propia ley 24.660 sienta los
principios de control judicial y de legalidad. Así, en su
artículo 3º somete a permanente control judicial la ejecución
de la pena privativa de la libertad en todas sus modalidades,
dejando en manos del juez de ejecución o juez competente esta
labor a fin de que se garantice el cumplimiento de las normas
15
constitucionales, los tratados internacionales ratificados por
la
argentina
y
los
derechos
del
condenado
que
no
fueron
afectados por la condena o por la ley.
Luego se prescribe que cuando surjan cuestiones que
vulneren algún derecho del condenado o a fin de autorizar
egresos, será el juez de ejecución quien lo resuelva (cfr.
artículo
4º);
y
que
si
bien
la
conducción,
desarrollo
y
supervisión de las actividades que conforman el régimen son de
competencia administrativa, hace una salvedad “en tanto no
estén específicamente asignadas a la autoridad judicial” (cfr.
artículo 10º).
Este ha sido el criterio adoptado por la Corte Suprema
de Justicia de la Nación en el fallo “Romero Cacharane, Hugo
Alberto s/ejecución” (R.230. XXXIV, rto. El 9/3/04) en tanto
afirmó la vigencia del principio de judicialización de la etapa
ejecutiva de la pena.
Por lo tanto corresponde a esta Cámara resolver las
cuestiones como las que en esta oportunidad vienen recurridas.
II.
Sentado cuanto precede, adelanto que habré de
coincidir con el voto de mi colega que lidera el acuerdo, sin
embargo realizare algunas apreciaciones que creo conducentes.
Así, se agravió la defensa toda vez que el ejecutor
(cfr. fs. 44/49 vta.) le denegó a su defendido el acceso al
régimen de libertad condicional por ser reincidente cuando,
dicho aspecto, no se hallaba contenido en la resolución del
T.O.C. Nº 11, tribunal que condenó a Aranda Arguello a la pena
única de diecinueve (19) años de prisión que viene sufriendo
(cfr. fs. 16/25).
Sin embargo, soy de la opinión que tal declaración no
significa que el a quo haya sobrepasado sus facultades o
aplicado erróneamente la normativa que regula el instituto
solicitado.
16
Cámara Federal de Casación Penal
Ello
es
así
ya
que,
Causa nro. 16.346 – Sala IV
C.F.C.P. “ARANDA ARGÜELLO,
Ricardo Ernesto s/recurso
de casación”
al
pronunciarse
sobre
dicho
aspecto, el juez de ejecución ha declarado una circunstancia reincidencia- que en definitiva está sujeta a la constatación
de los presupuestos que la constituyen y puede ser declarada en
la sentencia de condena o incluso con posterioridad a ella.
Recordemos, que si bien la sentencia de condena puede no
pronunciarse sobre los presupuestos del artículo 50 del C.P. o
sobre la procedencia, o no, de esta declaración, ello de
ninguna manera impide que el juez a cargo de la ejecución de la
pena
así
lo
establezca
con
motivo,
por
ejemplo,
de
la
verificación del cumplimiento de las condiciones de la libertad
condicional, como sucedió en el caso.
Tal es la independencia de la reincidencia con respecto
a la pena impuesta en una sentencia condenatoria, que los
efectos de una primigenia condena perdurarán aun cuando ésta
haya prescripto en los términos del art. 65 del C.P., pero
siempre que no se hayan superado los plazos previstos en el
último párrafo del art. 50 del C.P..
Como consecuencia de lo expuesto, considero que la
declaración de reincidencia en la sentencia recurrida, dictada
como consecuencia de la solicitud de libertad condicional
realizada por la defensa, no implica una agravación de la pena
impuesta,
sino,
en
todo
caso,
una
constatación
de
las
condiciones del art. 50 del C.P..
Es decir, es un acto declarativo que no modifica el
encuadre penal, sino que se refiere únicamente al modo de
ejecución de la pena que se fijó con referencia a un encuadre
penal
determinado
que
permanece
inalterado,
operando
sus
efectos con independencia del conocimiento que las partes
pudiesen tomar al respecto ya que resultan de una imposición
legal.
17
En este sentido, ya se ha dicho que la reincidencia es
una
situación
jurídica
del
reo,
y
su
existencia
depende
únicamente de la comprobación objetiva de dos circunstancias:
a) el cumplimiento efectivo de al menos una parte de la condena
anterior; b) que el nuevo delito -punible también con pena
privativa de la libertad- se cometa antes de transcurrido el
término indicado en el último párrafo del art. 50 del C.P.
Bastan pues para comprobarla las constancias que acrediten
documentalmente la concurrencia de ambos requisitos.
En el caso de autos, estos extremos fueron verificados
por el a quo ya que, tal como bien lo señaló el doctor Hornos,
el imputado fue condenado el 24 de noviembre de 2000, en la
causa nro. 758/904 del T.O.C. Nº 21 de esta ciudad (crfr. Fs.
1/16 vta.), a la pena única de dieciséis (16) años de prisión,
accesorias legales y costas, siendo detenido con fecha 17 de
marzo de 1999 -permaneciendo detenido sietes (7) años, ocho (8)
meses y diecisiete (17) días como condenado -, habiéndose
evadido el 3 de diciembre de 2006 al no reincorporarse a la
unidad de alojamiento(cfr. fs. 28/28 vta.), comprobándose a su
vez que el imputado cometió el nuevo hecho, juzgado por el
T.O.C. Nº 11 en la causa 3037 de su registro, cuando ya mediaba
un pedido de captura en su contra constatándose que ya había
cumplido parte de la pena como condenado.
De esta manera y siendo efectivamente Aranda Arguello
reincidente, no se presenta desacertado lo resuelto por el
ejecutor a fin de rechazar el beneficio solicitado.
A su vez, y respecto de los restantes agravios, coincido
también con el doctor Hornos en el sentido que el a quo realizó
un
análisis
proporcionados
correcto
por
la
de
la
totalidad
autoridad
de
los
penitenciaria
informes
a
fin
de
dilucidar un pronóstico desfavorable de reinserción social
disponiendo a su vez medidas a fin de mejorar, a futuro, sus
condiciones de reinserción.
18
Cámara Federal de Casación Penal
Causa nro. 16.346 – Sala IV
C.F.C.P. “ARANDA ARGÜELLO,
Ricardo Ernesto s/recurso
de casación”
III. Por las razones expuestas, y coincidiendo con las
demás
consideraciones
vertidas
por
mi
colega
preopinante,
adhiero a la solución que viene propuesta en orden a rechazar
el recurso de casación interpuesto, sin costas.
Así voto.
El señor juez doctor Mariano Hernán Borinsky dijo:
Sellada la suerte del presente acuerdo, me limitaré a
señalar que considero que la sentencia impugnada constituye
derivación
razonada
de
derecho
vigente
con
particular
aplicación a las constancias comprobadas de la causa. Ello,
pues, independientemente de las consideraciones esgrimidas por
el sentenciante de grado respecto del carácter de reincidente
de
Aranda
Argüello,
fundadamente
la
se
advierte
incorporación
del
que
el
interno
“a
quo”
al
rechazó
régimen
de
libertad condicional.
Resulta pertinente señalar que, entre otros recaudos,
para que un interno pueda acceder a dicho régimen, la autoridad
administrativa del Complejo Penitenciario Federal debe emitir
un informe que pronostique en forma individualizada y favorable
la reinserción social del interno (art. 13 del C.P.). Sin
embargo, según surge del art. 28 de la ley 24.660, y de los
arts. 505 y siguientes del C.P.P.N., es el juez de ejecución
quien tiene la tarea de determinar, teniendo en cuenta los
informes
de
la
autoridad penitenciaria, si el interno ha
cumplido -o no- con los requisitos que surgen del art. 13 del
C.P. En efecto, dichos informes cumplen con la importante tarea
de relatar o anoticiar a la autoridad judicial acerca del
comportamiento del interno durante el plazo de encierro, pero
carecen de un valor determinante o vinculante en la decisión de
los jueces (conf. causa nro. 15.495 de esta Sala IV de la
C.F.C.P., caratulada “PANIAGUA, Néstor Ramón s/ recurso de
casación”, Reg. Nro. 1801.12, rta. el 3/10/12).
19
Nótese que de conformidad con lo prescripto en el
art. 3º de la ley 24.660 -principio de judicialización de la
pena-, el juez de ejecución es quien tiene a su alcance los
elementos necesarios para juzgar cada caso concreto, sin la
obligación de atenerse a los informes realizados por el Consejo
Correccional.
En
el
sub
examine, conforme lo afirmado por el
distinguido doctor Hornos en el considerando III de su voto –a
cuyo
análisis
me
remito
en
lo
sustancial
por
razones
de
brevedad–, el “a quo” analizó los informes emitidos por la
autoridad administrativa y valoró las posibilidades de una
efectiva reinserción social de ARANDA ARGÜELLO, y concluyó
fundadamente en el rechazo de la incorporación del interno al
régimen de libertad condicional. Cabe destacar que, además, el
tribunal de grado requirió la adopción de medidas por parte de
la autoridad penitenciaria tendientes a la adquisición del
interno de herramientas para una favorable reinserción social
(cfr. fs. 44/49vta.).
Por ello, adhiero a la solución propuesta por el
doctor Hornos, que a su vez cuenta con la adhesión del doctor
Gemignani, en cuanto propone rechazar el recurso de casación
interpuesto por la defensa de ARANDA ARGÜELLO, sin costas en
esta instancia (arts. 530 y 531 in fine del C.P.P.N.). Tener
presente la reserva del caso federal.
Por ello, en mérito del acuerdo que antecede, el
Tribunal
RESUELVE:
I. RECHAZAR el recurso de casación interpuesto a fs.
51/62, por la señora Defensora Pública Oficial, doctora Flavia
Vega, asistiendo a Ricardo Ernesto ARANDA ARGÜELLO, sin
costas
(arts. 530 y 531 in fine del C.P.P.N.).
II.
TENER
PRESENTE
la
reserva
del
caso
federal
efectuada por la parte.
20
Cámara Federal de Casación Penal
Causa nro. 16.346 – Sala IV
C.F.C.P. “ARANDA ARGÜELLO,
Ricardo Ernesto s/recurso
de casación”
Regístrese, notifíquese y, oportunamente, remítase la
causa al Juzgado Nacional de Ejecución Penal Nº 2 de esta
ciudad, sirviendo la presente de muy atenta nota de envío.
JUAN CARLOS GEMIGNANI
MARIANO HERNÁN BORINSKY
Ante mí:
GUSTAVO M. HORNOS
Hernán Blanco
Secretario de Cámara
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