Ponencia: La gobernanza en las áreas metropolitanas

Anuncio
Ponencia:
La gobernanza en las áreas metropolitanas latinoamericanas en perspectiva comparada
Altair Jesica Magri[1] y María de los Ángeles Huete[2]
Introducción
Área metropolitana, espacio metropolitano, aglomeración urbana o gran urbe son algunas de las expresiones con las que se
alude a un mismo fenómeno: la concentración de población en un ámbito territorial compuesto por más de una jurisdicción
político administrativa, caracterizado por un constante movimiento de intercambio entre los lugares de residencia, trabajo y
ocio de la población que los habita. Con tales expresiones se hace referencia a las grandes aglomeraciones urbanas
desplegadas en áreas que abarcan varios términos municipales entre los que existen fuertes vinculaciones económicas y
sociales.
El área metropolitana, como fenómeno territorial supera a la ciudad “madre” y representa la culminación de un proceso de
crecimiento urbano iniciado con la revolución industrial y en especial en América Latina con el declive del modelo de
sustitución de importaciones, que fortaleció los enclaves urbanos de tipo industrial expandiendo el contorno urbano. El
hecho metropolitano es una realidad generalizada en todo el mundo. En los cinco continentes existen áreas metropolitanas
integradas por entidades locales entre cuyos núcleos se generan vinculaciones económicas y sociales, especializaciones e
interdependencias, que exceden de la frontera municipal y hacen necesaria la planificación conjunta y la coordinación de
determinados servicios y obras. En la Unión Europea, el 70% de la población reside actualmente en áreas metropolitanas y
en América Latina lo hace cerca del 75%.
En realidad nos encontramos ante espacios dinámicos económica y socialmente donde la acción pública que no está
adaptada a esta complejidad debe desarrollarse en un doble frente. De un lado, en la coordinación política de las acciones
públicas sobre el territorio y, de otro, sobre la prestación supramunicipal de los servicios que se estimen necesarios.
En la literatura parece existir consenso acerca de la existencia de una realidad metropolitana, que se genera,
establece y extiende de forma variable en los diferentes territorios y momentos a lo largo del último cuarto del
siglo XX. Desde su aparición, el hecho metropolitano ha sido objeto de estudio desde diferentes disciplinas y
enfoques que han sentado las bases teóricas a partir de las cuales establecer, al menos, sus dimensiones o
rasgos definitorios. A saber: el tamaño demográfico, la densidad de la población, la ocupación de sus habitantes
en actividades no agrarias y la proporción de estos que trabaja en la ciudad central.
Si bien, existe amplia literatura sobre las características sociales y demográficas de las áreas metropolitanas, son
escasos los estudios que analizan su formulación y funcionamiento desde el punto de vista político y político
institucional, más aún, desde el análisis de la gobernanza. ¿Qué significa desarrollar la gobernanza en las áreas
metropolitanas?
En primer lugar, reconocer que esta configuración funcional del territorio metropolitano no es abarcada por la
acción estatal tradicional que elabora sus políticas en el marco de instituciones del Estado sectorial y de
gobiernos subnacionales en un ambiente institucional escaso y poco provisto de instrumentos de relacionamiento
intergubernamental.
En segundo lugar, que como expresa Peters (Peters: 2000) “[…] las instituciones políticas ya no monopolizan la
orquestación de la gobernanza”, y como afirma Aguilar Villanueva (2006-79): el “enfoque de la gobernanza
representa un cambio en la idea del gobierno y el paso de un modo jerárquico de gobierno a uno más asociativo
y coordinador”. La gobernanza expresa, en definitiva, los mecanismos de colaboración y coordinación
supramunicipal que los municipios miembros desarrollan en el contexto institucional (más o menos formalizado)
del área metropolitana con la participación de actores no estatales.
Este artículo aborda el desarrollo de la gobernanza en las áreas metropolitanas en diferentes países de
Iberoamérica. Su objetivo es elaborar un análisis del grado de institucionalización del fenómeno metropolitano, así
como conocer el tipo de desarrollo de estrategias de gobernanza de los municipios en distintos contextos
institucionales. La hipótesis de partida es que el grado de institucionalización de las áreas metropolitanas deberá
suponer un contexto o estructura de oportunidades específico para el desarrollo de determinadas estrategias de
gobernanza entre los municipios situados en las áreas metropolitanas basado en dos dimensiones: a.
Coordinación institucional (en grado y tipo); y b. formas de arbitraje supragubernamental para gestionar
las interdependencias (ámbitos instaurados en un eje formalidad-informalidad)
1.
Características de la metropolización en América Latina y España
Los efectos sociales y económicos que generan las áreas y regiones metropolitanas tienen un correlato político,
que a pesar de su importancia, no parece ser un tema clave en las agendas políticas de las múltiples instituciones
(de Estado y partidos) a fin de resolver la intrincada situación de distribución de funciones estatales y de
elaboración de políticas públicas, así como garantizar espacios de representación de intereses metropolitanos.
Los Estados nacionales organizados sobre una matriz institucional de tipo jerárquico propia del modelo
burocrático weberiano, que delimita niveles, cometidos y competencias jurisdiccionales no tienen instrumentos
para accionar frente a una composición territorial fragmentada política e institucionalmente a la vez que
consolidada funcionalmente, que necesita acción conjunta de campos de la esfera pública. Por su parte, los
partidos políticos o reproducen líneas de acción centralizadas o en el caso de partidos territoriales estos se
cierran sobre fuertes localismos que inhiben articulaciones adaptables al ambiente metropolitano.
Aunque en algunos casos existen instrumentos legales de reconocimiento a las formaciones metropolitanas,
estos son débiles para competir con el esquema político institucional clásico (regional, local o sectorial), lo que
conlleva que se den dos realidades paralelas: la del plano formal (en el que las áreas metropolitanas son
reconocidas como un órgano del Estado) y la del plano informal, donde las áreas metropolitanas funcionarían
como un nivel más de gobierno, al menos en lo que podríamos denominar el aspecto prodecimental (referencia) o
de prestación de servicios públicos a la ciudadanía.
Los procesos de metropolización en el mundo conocen diferentes fenómenos de surgimiento y consolidación. Por
un lado la emergencia en Europa y más específicamente en España dicho proceso de produce entre los años
cincuenta y sesenta como consecuencia de la concentración de los factores productivos en los principales
espacios urbanos. De esta forma, la industria se convirtió en el verdadero motor de la expansión y
reestructuración interna de la ciudad, puesto que de su mano se produjo una masiva llegada de población desde
el ámbito rural. El fuerte contingente inmigrante que llegaba a la ciudad atraído por la oferta laboral existente
desencadenó procesos intensivos de ocupación del espacio, que se solucionaron en buena medida ocupando los
municipios colindantes con la ciudad central, al ser estos más asequibles en el acceso a la vivienda. Dicho
proceso de expansión se desarrolló a lo largo de un proceso. En primer momento se produjo la concentración de
las actividades en el centro de la metrópoli primitiva, para, posteriormente expandirse del centro de la periferia en
varias fases. Primero, la ciudad se apodera de pequeños núcleos externos que en su día constituyeron núcleos
autónomos. Segundo, absorbió pueblos e incluso pequeñas ciudades situadas más lejos del centro. De esta
forma, la expansión urbana alcanzó a los núcleos más próximos, que constituían la primera corona metropolitana,
para proceder a los más lejanos creando la segunda y tercera periferia (Santos Preciado, J.M, 2001).
Posteriormente, desde finales de los años setenta, la metropolización se transforma en un proceso de
migraciones internas, bien como efecto de la búsqueda de la primera vivienda de las nuevas generaciones, bien
por cambios de vivienda de los anteriores pobladores de la metrópoli. Este último se ha mantenido a hasta la
actualidad, siendo el área metropolitana destino de familias en búsqueda de mayor espacio para sus viviendas,
calidad de vida, etc.
En el caso de la metropolización en América Latina, como fenómeno que se instala desde fines de la década de
los 60´s responde a varios factores y reproduce determinados fenómenos sociopolíticos ante los cuales todavía
no hay respuestas adecuadas.
En primer lugar, la emergencia de la metropolización latinoamericana está relacionada con la crisis del Estado
Keynesiano de Bienestar a fines de la década de los sesenta y el proceso que se inicia con las dictaduras
militares afiliadas a la teoría (neo) liberal, desmonta gran parte de las políticas de protección social y empleo que
se habían afincado desde la década de los 40´s en la mayor parte de las democracias latinoamericanas. Políticas
de liberalización de las relaciones laborales dejaron sin cobertura sistemas de protección al paro y al despido,
desregulación salarial, etc., generando pobreza, indigencia y exclusión de un sistema público de protección que
era la puerta de ingreso a los beneficios sociales. También las políticas sociales de subsidios a la vivienda, a la
salud, educación y alimentación sufrieron transformaciones profundas que impactaron fuertemente en los
sectores sociales que dependían de los mecanismos de seguridad estatal.
En segundo lugar, el proceso de metropolización latinoamericano afincó contingentes demográficos desde la ciudad y el
campo a la periferia urbana refleja la cara social produjo la transformación de un sistema de producción industrial subsidiado
durante décadas con políticas estatales. El Estado fue implementando políticas de liberalización a las importaciones,
desprotegió a las industrias nacionales nacidas en la década de los 40´s de los planes de sustitución de importaciones (ISI),
generando transformaciones en el plano productivo a favor del sector servicios en desmedro de la producción rural e
industrial (Ciccolella: 2000, Tecco: 2001 Pírez: 1999, 2000, Magri: 2000, 2002). En contrario, en España, el área
metropolitana se crea fundamentalmente por flujos de población que viene del campo que constituyen la mano de obra
necesaria para llevar a cabo el proceso de industrialización emprendido desde finales de los años 50 y principios de los 60,
o por clases adineradas que buscan calidad de vida.
En el proceso latinoamericano la dimensión social de la metropolización tiene dos caras: una, por necesidad y
otra por una opción cultural. La primera formada por grupos que quedan desprotegidos y se trasladan como
cuentapropistas o informales a los bordes de la ciudad, quedando fuera del sistema de equipamiento de bienes
sociales y urbanos. La segunda, constituida por grupos de clase media alta y alta responde a la cultura de los
servicios al consumo y opta, influida por la inversión inmobiliaria de lujo a instalarse en circuitos de oferta de
bienes personales exclusivos. Son dos caras de la metropolización que producen lo que se ha dado en llamar la
segmentación social y territorial y las asimetrías territoriales al interior de las AMs que se consolidan a partir de la
década de los 70´s en América Latina. La premisa de “cerca pero no juntos” (Geisse: 1987) es el fiel reflejo de los
territorios que siguen la línea de expansión y consolidación en los Estado nacionales. “Si bien los pobres tienen
que estar cerca como condición necesaria para contribuir a la tasa de ganancia del capital productivo y comercial,
la maximización de la renta exige que estén aparte, cerca pero aparte”[3]
1.1. Cambios institucionales que conviven con la metropolización
1.1.1.
América Latina
La reforma del Estado que comenzó a procesarse a fines de los 80´s, tuvo una fuerte impronta en los procesos de
descentralización territorial, donde la influencia del paradigma (neo) liberal de la época fue decisiva para instituir
un modelo territorial altamente fragmentado y en competencia mutua al transferir competencias políticas al plano
municipal. La descompresión del conflicto en el nivel central desbordó hacia territorios que no estaban preparados
en competencias, capacidades y recursos para asumir responsabilidades de gobierno y gestión del ámbito local.
Esto generó una primera contradicción entre la teoría de la descentralización que asume que los gobiernos
locales por su cercanía con la sociedad tienen mejor visión para identificar demandas y preferencias que otros
órganos del Estado, pudiendo en consecuencia generar mejores decisiones de política pública (Tiebout, 1956) y
las prácticas de su aplicación. En este marco se construyeron modelos de municipalización que fragmentaron el
territorio a partir de las preferencias y condiciones del medio local y se constituyeron nuevos espacios
gubernamentales que pasaron por alto la nueva configuración del espacio nacional.
La concentración metropolitana en AL tuvo como contracara un bajo desarrollo político institucional manifestado
en:
 Constitución sobre-expandida de unidades de gobierno y gestión local sin capacidad de manejo del
territorio y sus factores dominantes (económicos y sociales)
 Falta de políticas de equipamiento adaptadas a las nuevas formaciones de tipo urbano, lejanía de la
mano social del Estado.
 Incapacidad de controlar una demanda expandida aleatoriamente en el territorio
Por su parte desde la sociedad, se relevan condiciones de des-identidad y falta de pertenencia al medio de las
nuevas sociedades metropolitanas (Veiga y Rivoir: 2000, 2003) que se traducen en una escasa participación en la
cosa pública (Pírez: 1999, Magri: 2004 y 2006)-.
El proceso acelerado de metropolización condujo a dos procesos divergentes que no fueron aprehendidos por la
clase política y las instituciones del Estado: la inclusión funcional que borró las fronteras administrativas y la
autoexclusión política que aparejó la descentralización a través del fomento a los localismos. En este marco se
aprecia que confluyen al territorio metro numerosas unidades de gobierno: los Municipios y las agencias
centrales. La confluencia de acciones públicas en las AMs se caracteriza por contradecir principios fundamentales
que el Estado reconoce en su cometido de bien público:
•
Coherencia en la decisión e implementación de políticas, donde se observa una concurrencia paralela de
servicios entre diferentes instituciones producen resultados diferentes según sea su capacidad
•
Flexibilidad para adecuar políticas de corte nacional a las características y necesidades de cada territorio
inmerso en la metropolización
•
Falta al principio de subsidiariedad donde la debilidad del plano local concede espacios de autoridad para la
implementación de políticas a favor del centro o del mercado.
1.1.2. El caso español:
El caso español mostraría ciertas similitudes con América Latina, especialmente en las causas que podrían
encontrarse tras el bajo desarrollo institucional de las áreas metropolitanas. En el ordenamiento legal español, al
contrario que en otros países europeos y americanos, no existe una tradición metropolitana hasta bien avanzado
el siglo XX. La causa podría ser que solamente Madrid y Barcelona alcanzaron el millón de habitantes
tardíamente.
En este sentido, un incipiente desarrollo institucional de las áreas metropolitanas se produce en la etapa
franquista, con la fuerte ideología centralista que dicha etapa supuso. De esta forma, entre mediados de los años
cuarenta y los cincuenta se crean la Ley de Ordenación Urbana de Madrid (1944); la del Gran Bilbao (1945) y la
de Barcelona (1953). Ahora bien, salvo en el caso de Barcelona, las demás ciudades estaban regidas por
organismos que no tenían el carácter de Entidades Locales, sino que estaban insertadas en la Administración
Institucional del Estado, conectadas al Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo como entidades autónomas.
En la nueva etapa de la democracia se produce un nuevo contexto para el desarrollo de las áreas metropolitanas.
Si bien la Constitución de 1978 no reconoce de manera explícita a las áreas metropolitana, la Ley de Bases de
Régimen Local de 1985 reconoce por primera vez en la historia de España a las Áreas Metropolitanas, la cuales
se califican expresamente como entidades locales, dejando su reconocimiento forma y competencias a las
Comunidades Autónomas. Este hecho es el que posiblemente explique el bajo desarrollo en el reconocimiento
formal de las áreas metropolitanas pues en los primeros años de la democracia el desarrollo institucional se
centra fundamentalmente en el establecimiento del Estado de las Autonomías, el cual se caracteriza por un
proceso de descentralización (de competencias y capacidad de gestión) desde el Estado Central a las
Comunidades Autónomas, y la relación de éstas con los municipios. Sin embargo, este proceso de
descentralización no se ha dado en la misma medida a los municipios, quienes a pesar de contar con cierto
reconocimiento en términos de competencias, carecen aun de autonomía en términos de gestión, siendo su
relación con las comunidades autónomas caracterizada por una fuerte dependencia para la gestión de las
responsabilidades que les son conferidas, cuestión que aun de considera pendiente dentro de la organización
intergubernamental española.
Ello parece ser el motivo por el que la institucionalización a través del reconocimiento formal de las áreas
metropolitanas no se ha dado, a excepción de cinco casos, si bien dichas áreas operarían de manera informal
desarrollando lo que podríamos denominar funciones metropolitanas. Esto es, el establecimiento de nexos de
relación económica, políticas y social entre la ciudad central y los municipios de su alrededor.
1.2. La gobernanza metropolitana[4]. Del plano formal al plano informal
La gobernanza se define como un proceso de participación de actores políticos y sociales que se constituye alrededor de la
trama institucional del Estado y que depende de la capacidad de coordinar y cooperar entre instituciones (estatales y
sociales) en base a un equilibrio sustentable de negociación y conflicto entre actores. En este marco, las relaciones se
desenvuelven en un contexto de reglas de juego, formal e informal, elaborando escenarios de políticas que son producto
decisional de la articulación entre actores e implementadas en el medio institucional.
Es quizá por esta complejidad que se necesita para aunar consensos políticos en la diferencia de expectativas políticas y
capacidades institucionales, que las AMs no logran ser reconocidas como espacio pasible de ser gobernado con cierto
grado de unidad. La gobernanza ha venido a proponer la flexibilidad y la concurrencia como mecanismos de articulación y
coordinación de políticas sin estar sujeta a las rigideces de la institucionalidad vigente. Sin embargo, ni aún moviéndose en
el nebuloso espacio de las relaciones informales ha logrado convertirse en una opción viable y sustentable para las
regiones metropolitanas.
La interpretación teórica de la gobernanza como mecanismo para “gobernar” las AMs, observada desde el marco
neoinstitucionalista de la opción racional aporta elementos para comprender el desarrollo de la relación política en
las áreas metropolitanas, en el entendido que las mismas tienden a generar categorías asociativas con escaso
grado de institucionalización en la esfera pública, donde las preferencias de los actores políticos y civiles se
amoldan a un juego interactivo basado en la tensión entre las preferencias y las restricciones que enfrentan. En
este marco teórico, el supuesto principal de la teoría indica que: “los individuos son los actores centrales en el
proceso político” y “[…] las instituciones son conjuntos de reglamentaciones que moldean la conducta individual
[…] reaccionan racionalmente ante los incentivos y restricciones establecidos por esas reglas” (Peters: 1999-75).
Así mismo, el autor define que “la historia pasada de la institución tiene escasa relevancia y que un nuevo
conjunto de incentivos puede producir comportamientos diferentes con bastante facilidad” (idem- 76).
En el marco de una territorialización con parámetros metropolitanos la acción política y su expresión en política
pública con tal alcance regional, queda sujeta al sistema de vínculos entre actores por la razón del artillero:
inexistencia o debilidad (según los casos) de marcos formales sustantivos para generar relaciones
intergubernamentales de un alcance que permita la elaboración de políticas de tipo regional.
Por otra parte, la memoria institucional que pueden aportar las organizaciones públicas en este tipo de
conformación territorial que depende exclusivamente de la articulación y coordinación no acumula
sustantivamente ya que responde a lógicas diferentes: el Estado central interviene siguiendo una lógica sectorial
poco cooperativa donde además las especificidades del territorio (sociales, económicas y políticas) no tienen la
necesaria relevancia y observan el territorio en conjunto sin visualizar el sistema de asimetrías que lo signa.
Por su parte los municipios son instituciones por naturaleza débiles en cometidos y competencias, su memoria
institucional tiene una perspectiva localista permeada por intereses políticos de los actores. En este sentido se
puede observar que aún en AMs reconocidas legalmente, la acción individual se impone sobre las instituciones,
de la mano de líderes emprendedores que generalmente están al frente de instituciones locales con capacidades
de gobierno sólidas y que reciben los costos de atención en políticas públicas del entorno (en general Municipios
sin capacidad gubernativa en recursos materiales y humanos donde la demanda social se traslada en busca de
bienes públicos). La gobernanza se expresa entonces en la capacidad política de convocatoria para articular y
coordinar y en las capacidades para ofrecer soluciones integrales a los socios del área y no en la participación
horizontal de todos los actores con intereses en el territorio.
También la teoría de la acción colectiva apoya una hipótesis de trabajo que conjetura que las formas de
gobernanza metropolitana se manifiestan en concordancia con las condiciones políticas donde se generan las
relaciones territoriales, propiciando diferentes expresiones de gobernanza territorial.
Los actores vistos desde la perspectiva de la acción colectiva, participan en el marco metropolitano de acuerdo a
sus expectativas y recursos de intercambio. Las decisiones vinculantes en el marco de la metropolización y su
naturaleza asimétrica no contemplan las prioridades de todos los participantes, sino tienden a generarse sobre los
recursos de poder existentes. Como tampoco existe una autoridad lo suficientemente legítima como para generar
pautas, el marco vinculante de acuerdos es aleatorio y coyuntural, donde los actores tienen la libertad de entrar y
salir de las coaliciones políticas para la generación de políticas que adoptadas en un plano regional contenga
beneficios para el plano local.
Desde esta perspectiva, la gobernanza se puede identificar a través de las siguientes variables que serán objeto
de análisis de comparado de casos:
a. Coordinación institucional (en grado y tipo)
b. Formas de arbitraje supragubernamental para gestionar las interdependencias (ámbitos instaurados en
un eje formalidad-informalidad)
El estudio que se presenta a continuación observa las condiciones de gobernanza en las AMs de diferentes
países iberoamericanos en el marco del Proyecto Gobernanza urbana en Iberoamérica elaborando una
descripción del grado de institucionalización del fenómeno metropolitano en los diferentes territorios así como la
influencia de dicho grado de formalización en los modelos de gobernanza que desarrollan los municipios en el
contexto metropolitano. Estas unidades se analizan sobre datos constitutivos de las propias áreas y su
vinculación con el entorno nacional real y legal.
2-
Estudio de casos
2.1. Situación legal y real de las AMs en los países:
Dentro de los países que integran este proyecto, existe reconocimiento legal de la formación metropolitana en
algunos de los casos (Chile, Colombia, Méjico, Venezuela y España) quedando fuera de la categorización
Uruguay y Argentina. No obstante, en los países donde se ha legislado en la materia, el reconocimiento se hizo
sobre casos específicos ya consolidados, quedando sin aceptación formal otras formaciones más recientes. Los
países donde a pesar de existir la figura de AM esta no contempla la totalidad de los casos en el territorio se
producen en todos los países. A continuación se detalla por país la condición que se observa en la
metropolización
a.
Argentina.
No tiene actualmente reconocida de manera formal la existencia de áreas metropolitanas en su sistema o
modelo de gobierno local. Ahora bien, existen asociaciones intermunicipales que, creadas a partir de
acuerdos político institucionales a partir de la voluntad de los jefes comunales, se destinan a la prestación
de servicios públicos a la ciudadanía. Dado este origen informal, la sostenibilidad de las áreas
metropolitanas se convierte en un asunto excepcional dependiente de la voluntad de los responsables
municipales. De esta forma, si bien en el caso argentino no existe un reconocimiento formal y explícito a
las áreas metropolitanas, algunas de ellas se encuentran integradas con otros niveles de gobierno,
constituyendo en algunos casos un nivel de gobierno más. Están consolidadas como AMs: el conourbano
bonaerense (Buenos Aires), la región metropolitana de Córdoba y la de Mendoza continentando cerca del
40% de la población total y un 63% del PBI nacional
b.
Chile.
Según decreto- ley de 1980 es reconocida la Región Metropolitana de Santiago gobernada por un
Intendente designado por el Presidente por 4 años. Esta figura se instituye en 1980 y es equiparable con
la categoría de regiones con que se recompone el mapa político chileno en esa época, destacando su
característica de región metropolitana. A su vez, dentro de la RMS se encuentran 34 comunas o
gobiernos municipales.. En la actualidad otras diez zonas entrarían en la categoría de metropolización
(Antofagasta, Chillán, Iquique, Quillán, Rancagua, San Antonio, Gran Concepción, La Serena, Temuco y
Valparaíso) por las características funcionales que presentan: concentración demográfica alrededor de
ciudades principales, factores productivos, en especial del sector servicios y circulación de bienes,
ubicadas todas en las respectivas regiones que desagregan políticamente al país. Sin embargo pese a
estas condiciones no hay señales de una reestructura del mapa político chileno a favor de las figuras
metropolitanas, aun cuando estas concentran el 34% de la población y los factores socio-demográficos
asociados.
c.
Colombia.
Tiene reconocidas mediante Ordenanzas seis Áreas Metropolitanas (Medellín, Bucaramanga,
Barranquilla, Cúcuta, Centro occidental y Valledupin). Sin embargo existen configuradas en rededor de
importantes ciudades otras trece áreas (por ejemplo en Cartagena y Cali).
De acuerdo a la reforma constitucional de 1968 (art. 198), la Ley 1 de 1975 (art. 3) y la Ley 136 de 1994
(art. 148, 149), las Áreas Metropolitanas son la Asociación de dos o más municipios, de uno o más
departamentos que como consecuencia de su unión crean una entidad administrativa de derecho público,
con personería jurídica y patrimonio propio e independiente, creada para que conjuntamente se dé la
prestación de servicios públicos, la planeación, el cumplimiento de funciones administrativas y ejecución
de obras, para generar un desarrollo integral fundado en la eficacia, la eficiencia y la colaboración mutua
en los municipios que la conforman. Se rige además, por sus propios estatutos y gozarán para el
desarrollo de su objetivo, de los mismos derechos, privilegios, excepciones y prorrogativas otorgadas por
la ley a los municipios. En definitiva, en el caso Colombiano no solamente existirían formalmente áreas
metropolitanas como una entidad local más, al mismo nivel que los municipios, sino que el modelo
institucional les configuraría una cierta capacidad política y para la gestión de los servicios públicos a la
ciudadanía.
d.
España,
En España, la Ley de Bases de Régimen Local (1985) delimita la tipología de entidades que integran el
sector público local, distinguiendo entre entidades locales territoriales o básicas, en las que se encuentra
el municipio, la provincia y la isla, y demás entidades locales, entre las que se incluyen las entidades de
ámbito inferior al municipal reconocidas por las Comunidades Autónomas entre las que se encuentran las
áreas metropolitanas. Dicha Ley reconoce a las áreas metropolitanas como entidades locales integradas
por los municipios de grandes aglomeraciones urbanas entre cuyos núcleos de población existan
vinculaciones económicas y sociales que hagan necesaria la planificación conjunta y la coordinación de
determinados servicios y obras. Sin embargo, actualmente en España existe una doble realidad en la
que, si bien de manera formal existen en España cuatro áreas metropolitanas [5] formalmente reconocidas
a través de dos leyes de carácter autonómico, en realidad existen un total de 24 conurbaciones o “redes
funcionales urbanas” que desempeñan lo que podríamos denominar “funciones metropolitanas”.
En el caso de las entidades metropolitanas formalmente reconocidas mediante leyes de carácter
autonómico son dos de ellas en Barcelona (Entidad metropolitana de servicios hidráulicos y de
tratamiento de residuos y Entidad metropolitana del transporte) y dos de ellas en Valencia (Entidad
metropolitana de servicios hidráulicos y entidad metropolitana de tratamiento de residuos).
e.
Venezuela.
En Venezuela las áreas metropolitanas se encuentran reconocidas mediante la Constitución y Ley
Nacional y se denominan distritos metropolitanos. Las áreas metropolitanas se coordinan con otros
niveles de gobierno a través de acuerdos políticos e institucionales. Existe una autoridad metropolitana
que se elige a través de votación a partidos políticos. No se encuentran integradas con otros niveles de
gobierno, aunque tienen capacidad para prestar servicios, para lo cual tienen reconocimiento formal como
su principal función la prestación de servicios a la ciudadanía. Dentro de ellas existen mecanismos de
participación ciudadana, por ejemplo, consejos territoriales.
f.
México.
En el caso mexicano hasta este momento no se ha creado ninguna ley respecto a las zonas
metropolitanas, pero diferentes instituciones del Estado han desarrollado actuaciones y leyes que en
definitiva vienen a reconocer de manera formal su existencia. El Presupuesto de Egresos de los años
2008 y 2009 ha dado reconocimiento jurídico a su existencia: primero de la zona metropolitana del valle
de México (DF y 56 municipios conurbados) y luego de siete zonas metropolitanas (definidas por tres
instituciones: la Secretaría de Desarrollo Social -un ministerio federal-, el Consejo Nacional de Población
y el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática). Estas AMs acogen al 55% de la población
del país sobre una estructura urbana y suburbana.
.
g.
Uruguay
En Uruguay desde fines de la década de los 80´s comienza a consolidarse el Área Metropolitana de
Montevideo como espacio funcional de vínculos económicos y sociales, abarcando cuatro Departamentos
del país (Montevideo, Canelones, Florida y San José). Si bien hay un reconocimiento de su existencia en
las prácticas que los organismos y empresas del Estado elaboran sobre el territorio, esta conformación no
tiene un reconocimiento formal como territorio metropolitano. El Área Metropolitana de Montevideo
comprende el 59% de la población del país y en la misma se produce cerca del 66% del PBI nacional,
concentrado preferentemente en el sector servicios.
Cuadro nº 1: Situación formal y situación real en AMs de América Latina y España
indicadores
Argentina
Chile
Colombia
España
Méjico
Uruguay
Venezuela
Capacidades
3
11
6
4
56
1
2
No
Decreto ley
1980 para
RMS
Ente admtt.
Sí
Si
no
Si. Constitución
y Ley nacional
% pob/país
35.5%
39%
40%
10.35%
55,22%
58%
11.69%
%PIB nac
63.5%
95%**
S/d
S/d
S/d
66%
S/d
PIB p/c Proxy*
8.522
16.745
4.300
S/d
S/d
6.350
S/d
Nº AMs
Estatus legal
* hay que tener en cuenta que el PBI/pc se registra en promedio, lo que no toma en cuenta las diferencias de ingreso entre los
municipios (cabeceras y periféricos)
** porcentaje sobre el PIB regional según datos Orellana, 2007-197.
2.2.- Mapa político local y coordinación institucional en políticas públicas (en grado y tipo)
Tal como se ha podido comprobar en las secciones anteriores se dan situaciones diversas en cuanto al grado de
institucionalización o reconocimiento formal de las áreas metropolitanas en los distintos países objeto de nuestro
análisis. Aunque también se despende de la información analizada la existencia en todos los casos de realidades
paralelas. A saber, la del plano formal, derivada del reconocimiento de la existencia de algunas áreas
metropolitanas, y la del plano informal, las que a pesar de no contar con dicho reconocimiento funcionan como
entes locales (de facto) y cuya principal función se centra en la coordinación entre municipios para la prestación
de servicios a la ciudadanía.
Esta sección, se destina en primer lugar a analizar, con independencia del grado de reconocimiento existente en
unos u otros países, el nivel de coordinación institucional entre los municipios del área metropolitana, así como la
naturaleza de la misma, esto es, el tipo de actuación para la que se coordinan. En segundo lugar, la relación que
las áreas metropolitanas desarrollan con otros niveles de gobierno. Ello se analiza en una dimensión concreta: las
formas de arbitraje supra gubernamental que se establecen para gestionar el funcionamiento del área
metropolitana.
Tal como se muestra en el cuadro, las relaciones entre los municipios dentro del área metropolitana, con
independencia de su grado de institucionalización, se orientan en la totalidad de los casos hacia asuntos adscritos
al ámbito de la gestión de los servicios, siendo su función política un asunto apenas desarrollado. Esto es, las
áreas metropolitanas no son un actor local con capacidad política para la toma de decisiones, sino más bien un
actor cuyo fin es la prestación eficaz y eficiente de servicios a la ciudadanía.
En las Áreas Metropolitanas coexisten diferentes lógicas de ejercicio del poder político influidas por el carácter del
régimen político del Estado (unitario o federal), dando como resultado diferentes formas de operar sobre las
relaciones intergubernamentales. La gestión de las relaciones políticas pueden responden a que:
a). las políticas son elaboradas con una interdependencia nueva, que escaparía a los ámbitos de elaboración
tradicional. Por defecto del modelo de RIGs, la interdependencia se constituye en un medio donde se buscan
resultados a través de apoyos políticos y la institucionalidad no tiene capacidad para responder eficazmente
(control y legitimidad de las acciones)
b). se trataría de equiparar a las instituciones por medio de una gestión de derechos y responsabilidades
compartidas, rompiendo con la tendencia de largo plazo de instituciones con capacidades determinadas a priori y
recursos asimétricos que ejercen una determinada predominancia en un territorio segmentado políticamente a la
vez que funcionalmente común
c). los mecanismos de articulación en la generalidad de los casos a pesar de contar con algún tipo de
sustentabilidad institucional, dependen fundamentalmente de la voluntad política como herramienta supletoria a la
carencia legal. Sin sustentabilidad institucional, las acciones tienen un tiempo límite en el cambio de autoridades.
De esta forma, la voluntad política, las preferencias y los vínculos del gobernante se transforman en elementos
clave para acelerar o retardar los procesos de articulación.
Cuadro nº 2: Mapa político local y áreas de relacionamiento intergubernamental
Argentina
Chile
Colombia
España
Méjico
Uruguay
Venezuela
Municipios
42
52
25
83
340
3
7
Art. Munic.
Si
si
Sí
si
si
Si
Recursos metropolit.
No
No
Sí
Sí
Sí
No
Si
Infraestructura
Agua, tratamiento
residuos, transporte
Infraest, soc.
Infraest, soc.
Infraest, soc.
Participación ciudadana
(Consejos consultivos)
Polít. Públicas
Formas de
relacionamiento
Marcos formales de
RIG municipal
Infraestructura, Infraest,vivienda,
vivienda, sociales
sociales.
Intermunicipal
Intermunicipal
Metropolitano e
intermunicipal
Intermunicipal
No
No
Si
Si
Fuente: elaboración propia
Metropolitano e
Intermunicipal
intermunicipal
No
No
Intermunicipal
Sí
2.3. Formas de arbitraje supragubernamental metropolitano para gestionar las interdependencias
(estructuras y niveles políticos)
Las diferentes etapas en la matriz de las políticas públicas muestran una actividad institucional múltiple y actores
que intervienen con diferentes lógicas e intereses. La decisión, la implementación y el monitoreo-evaluación de la
prestación pública es evaluada por actores integrados a múltiples instituciones. En el caso de las AMs, esta
situación es compleja por la concurrencia de instituciones y actores con distintas capacidades, competencias,
intereses y expectativas. En particular para analizar este campo nos interesa observar las etapas de decisión y
control de las actividades en el contexto metro en algunos países donde no habiendo articulación legal se han
construido y habilitado canales de coordinación intergubernamental y donde si las hay.
Uruguay: En el año 2005 y a instancias de la Presidencia de la República se crea la Agenda Metropolitana, en
acuerdo político entre los Intendentes Departamentales insertos en la misma (Montevideo, Canelones y San
José). La Agenda Metropolitana (AM) tiene como objetivo el diseño e implementación de propuestas de gestión a
través de la participación de instituciones gubernamentales y no gubernamentales orientadas a promover el
desarrollo regional, integral y particular, social y ambientalmente sustentable. La AM se integra con dos órganos:
La Junta Directiva, es un triunvirato de los Intendentes del Área -Montevideo, Canelones y San José), siendo el
ámbito de relacionamiento intergubernamental para la toma de decisiones sobre temas comunes. La
implementación del programa está a cargo de un Equipo de Coordinación Ejecutiva, integrado por un delegado de
cada intendencia y un coordinador general. Eventualmente participan Ministros de Estado y Presidentes de Entes
y Empresas estatales y de OPP. La financiación del Programa AM estuvo a cargo del PNUD por un plazo de cinco
años (hasta 2007), actualmente, quedó en la órbita política de la OPP y operativa y de fondos a cargo del BID. La
ejecución de las políticas está a cargo de las instituciones públicas involucradas. Las Intendencias en su territorio,
establecen los lazos con eventuales grupos de la sociedad civil vinculados a la política concreta. Entre 2005 y
2007, se han llevado a cabo numerosos acuerdos que involucran la participación de organismos públicos y de
actores sociales. La puesta en marcha de este modelo de gestión apunta a dos aspectos: uno, a subsanar por vía
de los hechos una carencia en materia de instrumentos legales en el campo de las relaciones
intergubernamentales entre gobiernos y sectores del Estado, a través de vínculos estratégicos de carácter
esencialmente político; y dos, introducir como fórmula de gestión el concepto de gobernanza, generando ciertos
espacios de horizontalidad para la inserción de actores estratégicos en temas de resolución metropolitana en el
marco de un proceso de reforma del
España: Las áreas metropolitanas se han reconocido hasta el momento formalmente en España con un objetivo
claro: la prestación de servicios de carácter básico de forma conjunta o coordinada entre los municipios del área
metropolitana. Por ello, si bien como se ha señalado anteriormente la regulación de las áreas metropolitanas
atendería a una doble dimensión (territorial y funcional o de servicios públicos) las leyes que regulan la creación y
el funcionamiento de las áreas metropolitanas en España tienen como objeto principal la dimensión funcional, y
dentro del mismo la búsqueda de una gestión más eficiente en la prestación de los servicios públicos locales.
Aunque la Ley reconoce la capacidad de las comunidades autónomas para crear, modificar y suprimir áreas
metropolitanas, los mecanismos de coordinación intergubernamental varían entre comunidades autónomas. En
unos casos se establece el papel de éstas como entidad responsable del seguimiento de las actuaciones del área
metropolitana, así como los mecanismos para llevar a cabo esta tarea, mientras que en otros casos no se
reconocen explícitamente.
Venezuela: En este caso se da un reconocimiento formal a las áreas metropolitanas, dotándole además de cierta
autonomía a las dos áreas actualmente existentes: Caracas y Alto Apure. A través de la regulación su estructura
organizativa queda constituida por un organismo ejecutivo: alcalde metropolitano y un consejo de gobierno que se
integra con los demás alcaldes tanto el de Libertador (Distrito Capital) y de los del estado Miranda en el ámbito
del AM de Caracas; un órgano legislativo: cabildo metropolitano; la contraloría; y un consejo metropolitano de
planificación de políticas públicas. Ahora bien, junto con el nivel de autonomía formalmente reconocido, la nueva
Ley de Distrito Capital, otorga gran capacidad a la Presidencia de la República para el control del funcionamiento
de las áreas metropolitanas, a través de funcionarios nombrados por el Presidente de la República.[6]
Méjico: En Méjico no existen autoridades metropolitanas: un artículo de la Constitución Política de los Estados
Unidos mexicanos, el 115, lo prohíbe de manera expresa cuando prohíbe que haya autoridades entre los
Municipios y los gobiernos de los Estados (estados en el sentido norteamericano, es decir lo equivalente a
comunidades autónomas). Sin embargo, en caso de que exista algún conflicto entre dos municipios que
conforman una misma zona metropolitana, existen principalmente (pero no exclusivamente) dos formas para el
arbitraje de los mismos: una formal y otra informal. La primera es mediante la vía de control constitucional
llamada “Controversia Constitucional” prevista por el artículo 105 de la Constitución (general de los Estados
Unidos Mexicanos) y que generalmente procede en el supuesto de que uno de los municipios en cuestión,
presume que actos o normas emitidos por el otro contravienen la Constitución. La vía informal para el arbitraje de
ese tipo de controversias es la negociación principalmente conducida por algún político de elección popular como
puede ser el Gobernador del Estado (se trata de dos municipios del mismo Estado), o bien por los Gobernadores
de los Estados involucrados (cuando es el caso de que se trata de zonas metropolitanas interestatales).
Desde 2006 existe otra autoridad federal involucrada en las negociaciones intermunicipales que tienen que ver
con asuntos metropolitanos. Como comenté en el mensaje anterior, a partir de ese año se estableció en el
Presupuesto de Egresos de la Federación un Fondo Metropolitano destinado a estudios, proyectos y obras de
infraestructura que se realicen en zonas metropolitanas. Aquí, quién funge como entidad pública responsable de
controlar el buen uso de esos recursos es la Secretaría de Hacienda y Crédito Público del gobierno federal (es
decir que en cierto momento podría fungir como arbitro en algún desacuerdo entre las autoridades municipales
involucradas en la aplicación de los recursos del Fondo Metropolitano).
Chile: En este caso la integración intergubernamental se da de acuerdo a la disposición legal de la
Ley Orgánica Constitucional de Gobierno y Administración Regional (LOCGAR, art. 103 y 104) la obligatoriedad
de coordinar entre los diferentes niveles de gobierno en el funcionamiento de planes y programas sociales
destinados a las áreas metropolitanas bajo la forma de un Consejo Coordinador Regional de Acción Municipal
aunque algunos analistas sostienen el bajo perfil y rendimiento de estas relaciones en especial porque no
habilitan a tratar problemas estructurales devenidos de la propia formación metro (tránsito, transporte,
infraestructura servicios)[7]. En cuanto a mecanismos de accountability, se desarrollan controles legislativos a
través de actores del legislativo central. y por parte del gobierno central aunque según información recogida esta
no tiene un espacio sustantivo como función de control porque existe resistencia “a traspasar poder a una nueva
estructura” (Arenas: 2007-184)
Colombia: En el caso colombiano, si bien se reconoce de manera formal la existencia de una autoridad
metropolitana, no se dan controles legislativos de su funcionamiento. Junto a ello, el control sobre el
funcionamiento de las áreas metropolitanas se da por parte de los propios alcaldes y gobernadores
departamentales, sin que el proceso intervenga unidades superiores de gobierno.
En suma, de estas experiencias queda la observación de que los arreglos institucionales para coordinar políticas
de corte y alcance metropolitano se desarrollan de diferente manera al influjo de factores con rango legal
(normativas metro) y de factores contingentes (incidencia política de actores decisivos).
a. En la mayoría de los casos donde existe legislación se verifica un, empuje y habilitación de los
organismos ejecutivos a nivel municipal en el entendido de que estos actores aprovechan los marcos
legales para disminuir las asimetrías de recursos (legales y materiales) y entrar en la arena de política y
políticas. En el caso contrario (inexistencia normativa en los casos de Argentina y Uruguay) los empujes a
establecer arbitrajes de tipo metropolitano, las iniciativas corren más a cargo de los ejecutivos nacionales
preocupados en reducir los efectos negativos de la metropolización a partir de las agencias estatales
sectoriales y habilitando una la acción municipal con bajos niveles de relacionamiento
intergubernamental.
b. La construcción e implementación de la coordinación a cargo pleno del plano subnacional se mueve en la
convergencia de dos lógicas distintas: por un lado la lógica política de la competencia intermunicipal por
el acceso a la distribución de recursos limitados del gobierno central, donde la asimetría original de
recursos y potencialidades es una cuestión que distancia las posibilidades de coordinación. Por otro, la
lógica de la necesidad de cooperación que se manifiesta a través del discurso político y de las exigencias
de los gobiernos centrales para la provisión de recursos.
Cuadro nº 3: Arbitrajes metropolitanos en las AMs
Argentina
Chile
Colombia
España
Méjico
Uruguay
Venezuela
Autoridad Metro
No
Gobernad.
provincial
Alcalde metro y
gobernador
gerente
Presidente
No
Triunvirato
Intendentes
Alcalde
metropolitano
Controles legislativos
No
4 Senadores
No
No
No
No
relativo
No
No, solamente
tienen incidencia
los alcaldes de
Si a través del los municipios Depende de
Gob.
que la
la CCAA
conforman y el
gobernador
departamental
Control gobierno central
Coaliciones políticas para
gobernar
Si
Si
Sí, para la
aprobación de
acuerdos
metropolitanos
No
No
No
Control
Si, a través
realizado
del gerente de
mediante
la Agenda
funcionarios
nombrado por nombrados por
el Presidente el presidente de
la República
Si
Sí
Fuente: elaboración propia
3. A manera de conclusión sobre las perspectivas de gobernanza metropolitana: alcances y límites de una
propuesta que debe adecuarse a diferentes alternativas.
De la información analizada en la sección anterior se desprende que el grado de institucionalización del hecho
metropolitano, esto es, su reconocimiento como organismo con características de gobierno habilitado con
capacidades políticas y administrativas, tiene su correlato en el desarrollo de mecanismos de coordinación y
arbitraje con otras unidades de gobierno.
Si bien, el grado o nivel de descentralización entre unidades de gobierno en cada país, o caso, influya en quien
asume esa función en el entramado institucional. Por ejemplo, en el caso Español como modelo con amplia
descentralización en el nivel regional y en el que la coordinación con las áreas metropolitanas la asumen las
comunidades autónomas. O como el caso de Venezuela, en el que el grado de centralización hacia el gobierno
central se refleja en qué actores asumen la coordinación con las áreas metropolitanas.
De acuerdo al análisis precedente, se pueden realizar algunas apreciaciones generales respecto al estado futuro
de las AMs como emergentes de relacionamiento socio-político:
1.
Las AMs si bien llegaron para quedarse, no tienen buenas perspectivas de poder integrar a mediano plazo el
diseño político del Estado nación. A pesar de contar con aspectos legales para operar, estos tienden a
mantenerse en el campo de las relaciones intergubernamentales.
2.
La coordinación metropolitana tiende a mantenerse por la necesidad de acuerdos para políticas públicas entre
actores intermedios (municipios) y de estos con el Estado central.
3.
En los casos de existencia de gobiernos metropolitanos estos tienden a tener grados sustantivos de autonomía
de decisión política en manos de los ejecutivos subnacionales. En contrario, podría observarse baja actividad
política de control de las accione por parte de otros órganos de gobierno (legislativos nacionales y locales).
4.
Esta dicotomía de los contrapesos gubernamentales que se manifiestan en la capacidad de control, de dar
cuenta de los actos, estaría manifestando que la gobernanza metropolitana todavía adolece de un lugar en la
política nacional y subnacional, lo que sumado a la baja institucionalidad generada, socava la legitimidad de sus
acciones
5.
A los efectos de echar luz sobre un complejo objeto de análisis, donde la obtención de información es una tarea
difícil por las propias características informales del objeto, podemos concluir proponiendo indicadores generales
pueden tener mayor efecto interpretativo de los sucesos de caso, a los efectos de generar pautas de estudio
sobre la gobernanza metropolitana. Retrotrayéndonos a la inquietud inicial: ¿Cómo evaluar los procesos de
gobernanza?, podemos identificar que dentro de las dimensiones analizadas en este trabajo, indicadores como:
Grados de aceptación-conflicto de la propuesta de gobernanza con los órganos políticos representativos de los
sistemas políticos locales (Legislativos y partidos); participación social y civil (de intereses) y el equilibrio de la
participación entre actores de diferente peso buscando grados de equidad en la participación y adquisición de
recursos; que formas de participación se lograron acoplar: redes sociales, corporativas; que logros de efectividad,
en que forma el modelo superó al modelo jerárquico segmentado en la decisión e implementación de issues de
políticas
De estos apuntes finales, surgen interrogantes que bajo la forma de dilemas interpelan los sistemas de
gobernanza metropolitana, mereciendo un espacio mayor en el análisis politológico:
aUn primer dilema se nos presenta entre el ámbito territorial compartido y el ámbito políticoterritorial subnacional, reflejando grados consistentes de incertidumbre por saber si el contexto cuasi
institucional de la gobernanza reproduce y garantiza el ámbito de generación de las políticas
(agregación y articulación de intereses, elaboración de reglas y sistemas de control).
bUn segundo dilema aborda la relación entre el ámbito territorial de los problemas sociales y la
representación política, puede la gobernanza identificar ¿qué temas deben ser incorporados a la
agenda local y que temas pueden ser compartidos?
cEl tercer dilema, refiere a la capacidad de la gobernanza para operar sobre la asimetría entre
necesidades y recursos dentro del territorio metropolitano y al interior de cada jurisdicción política local.
Este fenómeno se sustenta en el concepto de regiones ganadoras y regiones perdedoras al interior de las
AMs y de las propias unidades territoriales (Veltz: 2000; Moncayo Jiménez: 2001; Mattos: 1999, 2001 y
2004), En las regiones ganadoras los bienes de infraestructura y servicios están compartidos entre la
acción pública y la privada. En contrario, en las "regiones perdedoras" los bienes dependen de la acción
de las unidades subnacionales y de los sectores del Estado central (Magri: 2003).
4. Bibliografía:
Aguilar Villanueva, L: (2006) Gobernanza y Gestión Pública, FCE, 2006, Méjico.
Ciccolella, P, (2002) “La metrópolis pos social: Buenos Aires ciudad rehén de la economía global”.
De Mattos, C (2007): Santiago de Chile: Movilidad espacial y Reconfiguración Metropolitana, De Mattos e Hidalgo
Editores. Santiago, 2007.
De Mattos, C: (1999): Transformación de las ciudades latinoamericanas. ¿Impactos de la Geisse: 1987 G. Geisse:
(1987) “Alternativas urbanas para enfrentar la crisis”Globalización?.
Lombardi, M: (1998) Los cambios en la estabilidad, paper, Montevideo, noviembre.
Magri A.(2008) La gobernanza en la Agenda Metropolitana del AM de Montevideo (2005-2007): resultados
primarios de su gestión en una propuesta de evaluación. Segundo Congreso de CP, AUCIP, Montevideo.
Magri A. (2004) Gobierno y Relaciones Intergubernamentales en las Áreas Metropolitanas: Apuntes teóricometodológicos y estado del arte de un tema irresuelto" DT nº43, ICP/FCS, Montevideo.
Magri A.(2002) “La influencia de las políticas de vivienda y ordenamiento territorial en la segmentación social y
territorial del Area Metropolitana de Montevideo” Tesis de Maestría, Instituto de Ciencia Política, Facultad de
Ciencias Sociales-UDELAR, Montevideo.
Centro de política de suelo y valoraciones. Universidad politécnica de Catalunya (2001): La caracterización
territorial y funcional de las áreas metropolitanas españolas. Estudio prospectivo del sistema urbano sudoeste
europeo (INTERREG-IIC). Resumen ejecutivo. Noviembre 2001. Ministerio de Medio Ambiente
Moncayo Jiménez: 2002; Nuevos enfoques teóricos, evolución de las políticas regionales e impacto
Peters, G: "Governance and Comparative Politics" en Pierre J: Debating Governance, Oxford University Press,
2000.
Peters, G: (1999): El nuevo institucionalismo, Ed. GEDISA, Barcelona.
Pierre, J: "Debating Governance" Oxford University Press, 2000.
Pírez, P: ( 2006) La privatización de la expansión metropolitana en Buenos Aires Economía y Sociedad, v. o
2l1. ,V 2I,0 n0ú6m, 3. 12-154, 2006, 31-54
Pírez, P: (1999) Buenos Aires metropolitana. Política y gestión de la ciudad. Centro Editor de América
Latina/Centro, Buenos Aires, 1994 EURE Santiago) v.24 n.71 Santiago mar. 1998
RIDEAL,Barcelona
Santos Preciado, J.M.: “El proceso de distribución espacial de la población en las periferias metropolitanas
españolas (1960-1996)”, en Anales de geografía de la Universidad Complutense.2001, 21: 139-181.
Tecco. C: (2002) ¿Fragmentación político-administrativa o gestión asociada? Aportes para la discusión sobre la
Región Metropolitana Córdoba. UNC, 2002.Territorial de la globalización, ILPES, Santiago Chile.
Veiga, D: Notas para una agenda de investigación sobre procesos emergentes en la sociedad urbana
Veltz, P: (2000) Firmes et territoires: je t´aime moi non plus" http://www.ecole.org
Docente e investigadora de la Universidad de la República Oriental del Uruguay, Instituto de Ciencia Política,
Facultad de Ciencias Sociales.
[1]
Docente e investigadora de la Universidad Pablo de Olavide, Sevilla, España. Centro de Sociología y Políticas
Locales. Integrante de la Red de Investigadores de o Locales en Iberoamérica, Programa AECI
[2]
[3]
G. Geisse: (1987) “Alternativas urbanas para enfrentar la crisis”
El concepto está abundantemente definido por lo que aquí lo presentaremos en el contexto de análisis y no en
sus definiciones y trayectoria.
[4]
Dos de ellas en Barcelona (Entidad metropolitana de servicios hidráulicos y de tratamiento de residuos y
Entidad metropolitana del transporte) y dos de ellas en Valencia (Entidad metropolitana de servicios hidráulicos y
entidad metropolitana de tratamiento de residuos).
[5]
[6] La Alcaldía Metropolitana ha sido elegida democráticamente desde su creación. En las últimas elecciones fue ganada por un candidato de
oposición y tomó posesión a inicios del año 2009. Unos meses después, la Asamblea Nacional (el parlamento), que responde en su mayoría al partido
del Presidente de la República aprobó una Ley del Distrito Capital, cuyo jefe ejecutivo es de libre nombramiento y remoción por el Presidente de la
República. Según esta ley se le quitan la mayoría de las competencias a la Alcaldía Metropolitana (y el 90% de sus recursos financieros), trasladándose
a la nueva figura del Distrito Capital, que comparte competencias y ámbito geográfico con el Municipio Libertador.
“la autoridad regional por una parte, Intendente mas Consejeros regionales, constituyen una plataforma de
decisión que si bien legítima, no tiene la representatividad y autonomía territorial para interpretar debidamente a
la población en sus aspiraciones” A. Orellana, La gobernabilidad metropolitana: nuevos escenarios para el
desarrollo urbano y territorial del AMS. Santiago, 2007
[7]
Descargar