Átomos, núcleos y partículas elementales: una expedición al mundo subatómico Daniel de Florian 1 Prólogo 1. ¿Qué es elemental? ¿Qué es elemental? ¿Por qué buscarlo? ¿Cómo? 2. Filósofos, alquimistas, químicos Φιλοσοφοσ (Filósofos) Alquimistas Químicos ¿Cuánto mide un átomo? 3. α , β , γ , X Rayos (y centellas) El descubrimiento del electrón 4. La era atómica Thomson, el señor β Rutherford, el señor α Aparecen el protón y el neutrón Varios problemas a la vista 5. La nueva física Mecánica clásica La naturaleza de la luz y el electromagnetismo Primer problema: solución relativista Segundo problema: solución cuántica 6. El átomo cuántico Uno, tres, cuatro números cuánticos Spin y principio de exclusión Ahora sí, entendemos a Mendeleev ¿Ondas o partículas? La mecánica cuántica Determinismo e incerteza 7. Partículas y antipartículas Relatividad y cuántica Fuerzas y mediadores 8. La era nuclear Piones y muones Fuerza débil Era nuclear 2 9. Leptones, bariones, mesones: demasiadas partículas Los leptones en familia El extraño mundo de los hadrones Detectores y aceleradores Crear dos, tres, muchos hadrones Orden, ¡por favor! 10. La era de los quarks Three quarks for Munster Mark ¿Existen los quarks? Tres colores Seis quarks, seis leptones Interacción débil revisada Elige tu propia lectura Evidencia de quarks y de color 11. ¿De qué estamos hechos? Interacciones y simetrías Partículas de materia Partículas mediadoras Estamos hechos de… y por… ¿Son realmente elementales? El futuro de la física de partículas elementales Epílogo Y por casa, ¿cómo andamos? 3 Prólogo Escribir un libro no es una tarea sencilla, jamás pensé que lo fuera. Los científicos estamos acostumbrados a escribir sobre nuestro trabajo. Es fundamental hacerlo para permitir la diseminación del conocimiento. Sin embargo, para ello utilizamos un lenguaje muy diferente al que es conveniente para un libro de divulgación. En la física, además de utilizar una gran cantidad de jerga técnica (palabras que muchas veces son más complicadas que los conceptos que quieren comunicar), el lenguaje que nos permite expresar nuestras ideas de una manera bien definida y precisa es el de las matemáticas. Pero en un libro de divulgación, la situación es muy diferente. Queremos expresar las ideas fundamentales de una manera que puedan ser comprendidas por quien no es un experto. Y eso, necesariamente, involucra eliminar la posibilidad de utilizar conceptos matemáticos complejos. Entonces es necesario recurrir a analogías con situaciones a las que estamos familiarizados para lograr una simplificación de las ideas. Al escribir este libro he intentado por todos los medios cumplir con esta consigna, pero no puedo asegurar haberlo logrado. De todas formas, y esto debe quedar en claro para el lector, por más que se trate de un libro de divulgación y no de un manual escolar, para poder comprender algunos de los conceptos más profundos de la física es necesario realizar cierto esfuerzo. La idea de que se puede aprender sin esforzarse es completamente falsa. Se lo podrá hacer de manera más o menos atractiva, pero la base de esfuerzo de parte del lector será la misma, aunque algunas anécdotas divertidas sirvan para disimularlo. En este libro en particular, hará falta que el lector realice una abstracción un poco mayor. La ciencia no da respuestas absolutas y definitivas, sino que trata de acercarse a la verdad de la forma que le sea posible, pero intuyendo que tal vez nunca lleguemos a ella. Por esta razón, nuestra comprensión sobre los fenómenos de la naturaleza va cambiando continuamente, a veces de manera radical. En este libro encontrarán varios ejemplos de estos cambios, algún capítulo se dedicará a probar que lo expresado en el anterior no es totalmente correcto. La construcción del conocimiento se realiza por pasos, algunos pequeños, otros sobre abismos. El lector deberá aceptar este hecho, y lidiar con estos cambios; cuando piense que ya comprendió todo, probablemente se encontrará con algún nuevo giro. Este libro está escrito a propósito para provocar esa reacción, si algo debe quedar en claro de su lectura es que aún el último capítulo, que resumirá el conocimiento más moderno sobre la estructura de la materia, seguramente será superado por alguna otra teoría en un futuro no lejano. Comprendo claramente que esto representa un desafío para el que está acostumbrado a recibir información (sobre todo en el colegio) como la verdad absoluta, pero estoy seguro que el lector estará a la altura del mismo. 4 Quiero agradecer a Juan Pablo Paz y a EUDEBA, por ofrecerme la oportunidad de escribir este libro, y a muchos de mis colegas del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, entre ellos Rodolfo Sassot, Diego Mazzitelli y Gabriela Navarro por suministrarme buena parte del material utilizado para escribirlo y por escucharme hablar de él infinita cantidad de veces. A Carlos García Canal y Rodolfo Sassot, junto a quienes di mis primeros pasos en la investigación, el reconocimiento por la gran cantidad de valiosos comentarios que sirvieron para mejorar considerablemente el contenido de este ejemplar. Y, sobre todo, el agradecimiento a mi familia, por aguantarme mientras lo escribía. A mi esposa Mariel por corregir la primera versión del texto y a mis hijas Aylen y Emilia por ayudarme con algunas de las ilustraciones. Quienes estén interesados en encontrar más material sobre la física de las partículas elementales, podrán visitar la página Web dedicada a este libro www.df.uba.ar/users/deflo/libro.html donde hallarán links a numerosas publicaciones online, material para profesores y alumnos de colegios secundarios, y novedades en el tema. Buenos Aires, Febrero 2005 Daniel de Florian 5 1. ¿Qué es elemental? La materia que observamos está formada por conjuntos más o menos complejos de moléculas, compuestas por átomos, que están formados por electrones y un núcleo. El núcleo atómico contiene a los protones y neutrones que a su vez están compuestos por quarks. El electrón y los quarks poseen el tamaño más pequeño que podemos llegar a estudiar hoy, por lo que en principio podemos considerarlos como partículas puntuales sin dimensiones. La materia, entonces finalmente, está formada de casi nada... Y cuando decimos la materia en este caso, no importa demasiado a que tipo de materia nos referimos. Involucramos desde objetos gigantescos, como planetas, hasta diminutos seres vivos, incluyéndonos. Si imaginariamente comenzamos a descomponer su estructura hasta llegar al grado en que no podemos (hoy) dividirla más, invariablemente culminaremos con quarks y electrones. La rama de la ciencia que se dedica al estudio de estas diminutas partículas y las fuerzas involucradas entre ellas se conoce como la física de las partículas elementales. Las diversas estructuras observables, desde la escala planetaria a la subatómica, persisten bajo la influencia de cuatro tipos de fuerzas distintas que afectan a sus componentes de distinta forma: las interacciones electromagnética, débil, fuerte y gravitatoria. Fig. 1.1 Composición elemental de la materia y las fuerzas dominantes a cada escala Cualquier libro sobre partículas elementales puede comenzar así, al fin y al cabo su objetivo principal es resumir las propiedades de las componentes más pequeñas de la materia. No hay, a priori, necesidad de pasar por la descripción de sistemas más complejos que comprendimos hace ya muchos años. Sin embargo, la historia del descubrimiento de las partículas elementales durante el último siglo es tan rica que vale la pena revisarla. Por un lado nos permite observar cómo nuestro conocimiento ha cambiado a medida que pudimos estudiar estructuras cada vez más pequeñas. Además de ser un ejemplo de una de las formas en que la ciencia progresa, nos alertará sobre la necesidad de comprender que el conocimiento al que hemos llegado 6 hoy de ninguna manera tiene que ser tomado como la respuesta final a nuestra búsqueda. Hay una gran lección de humildad en la historia, veremos que en diversas ocasiones grandes científicos elaboraron teorías que fueron consideradas como definitivamente correctas, para ser luego completamente modificadas. ¿Por qué no puede sucedernos lo mismo? Por otro lado observaremos que la historia del descubrimiento de nuevas partículas sigue patrones que se repetirán varias veces, en cada paso con mayor precisión, complejidad y energía que en el anterior. Entender los casos más simples desde el principio nos hará, sin lugar a dudas, mucho más sencilla la tarea para seguir adelante. Pero, claro, éste es un libro de divulgación científica y no una novela donde el misterio se devela en las últimas páginas. Por ello la página inicial de este libro se encuentra donde corresponde. A partir de conocer, de manera aún muy resumida, hacia dónde queremos llegar, realizaremos un viaje tanto temporal como espacial en el conocimiento: desde el comienzo de la civilización hasta nuestros días y desde las estructuras más grandes hacia las más pequeñas. En este viaje encontraremos todo tipo de revoluciones científicas que han cambiado nuestra comprensión de la naturaleza de manera fabulosa, pero que por su alto grado de complejidad ha impedido que este conocimiento pudiera llegar de manera más clara a aquellos que no son expertos en el tema. Sin embargo, así como para disfrutar de un buen recital de rock no hace falta ser un músico profesional, tampoco es necesario ser un científico para apreciar los hallazgos de la ciencia. La idea de este libro es, justamente, intentar expresar esos conocimientos de manera que puedan ser comprensibles para todos aquellos que quieran satisfacer el deseo de conocer. ¿Qué es elemental? ¿Por qué buscarlo? ¿Cómo? Para comenzar nuestro viaje, tenemos que definir qué comprendemos por elemental, o fundamental, respecto de la composición de la materia. Nos referimos básicamente a la búsqueda de unos pocos bloques básicos a partir de los cuales se pueda entender la construcción de todo lo demás, simplemente como distintas combinaciones de ellos. Trataremos de definir más adelante qué entendemos por unos pocos con algunos ejemplos históricos. La elementalidad implica la idea de indivisibilidad. Estos bloques fundamentales, para serlo, no deben poder ser divididos en otros componentes más elementales. Y, aunque parezca una pregunta un poco filosófica, es necesario plantearse la duda sobre si estas unidades mínimas tienen existencia real. Como veremos más adelante, las teorías modernas de la Física, en particular la mecánica cuántica, nos indican que al menos existen cuantos, unidades mínimas de energía que podemos asociar a la existencia de ciertas partículas elementales. Pero no siempre fue así. La idea de elementalidad, debemos tenerlo bien presente a lo largo de 7 este libro, es un concepto en permanente evolución. Un objeto que pensamos es elemental deja de serlo sencillamente cuando descubrimos que posee una estructura más pequeña. El lector podrá preguntarse cómo es que ha sido posible para la física explicar de manera satisfactoria diversos fenómenos a partir de conceptos que luego sufrieron cambios drásticos. La respuesta es bastante sencilla, las leyes de la física son aplicables a ciertas escalas, ya sea de tamaños o energías, donde tienen su rango de validez. Para colocar un clavo en la pared es irrelevante conocer la estructura atómica de ambos, y por irrelevante queremos significar completamente innecesario, cuando no, incluso inconveniente. Sería imposible, además de inútil, tratar de describir el ingreso del clavo en la pared átomo por átomo. En situaciones que involucran escalas macroscópicas no es necesaria una descripción microscópica. Esto es, podemos no sólo colocar el clavo sino estudiar cuales son las características más convenientes para el objeto en cuestión, como su forma, sin saber el detalle de su estructura interna. La evolución en la física se produce ante la aparición de nuevas ideas, a veces drásticamente revolucionarias, que permiten expandir el número de fenómenos que pueden ser explicados. Como veremos en varias ocasiones, eso no significa que exista la necesidad imperiosa de abandonar todo lo aprendido hasta ese momento, en general será cuestión de delimitar su rango de aplicabilidad. Si no fuera así, no podría existir la ciencia hasta encontrar la teoría que explique todo en términos de algunos hipotéticos componentes elementales definitivos, ¡si es que algo como eso realmente existe! Definida la idea de elementalidad, vale la pena cuestionarse por qué estamos tan interesados en descubrirla. Esa pregunta tiene varias respuestas posibles que se potencian. En primer lugar, se podría decir que queremos saber cuáles son los componentes fundamentales de la materia simplemente porque queremos saberlo. Por supuesto que hay algo más detrás de ese interés: conocer la composición de la materia, además de satisfacer nuestra necesidad intelectual, nos permite usarla de manera más eficaz. La relevancia de la electrónica en la tecnología moderna es un claro ejemplo de cómo el desarrollo del conocimiento de la Física ha dado lugar a un sinfín de aplicaciones. Además hay, como decíamos, otras razones de importancia. Conocer de qué está hecha la materia nos permite establecer, por ejemplo, las diferencias y similitudes entre los distintos objetos, vivos e inertes, que forman nuestro universo. Hoy llaman enormemente la atención los recientes descubrimientos sobre la estructura genética de los seres humanos y su gran similitud con la de otros animales. De los, aproximadamente, 25000 genes que forman el ADN humano, sólo unos pocos, cientos, nos distinguen de los animales que siempre entendimos como más cercanos, como los monos, y de algunos otros que en principio parecen mucho más diferentes como las ratas. Como veremos, las diferencias son mucho más sutiles, ya que desde el punto de vista de las partículas elementales el ADN no es más que una complicada 8 molécula, y que solo el ordenamiento de los átomos que lo forman nos distingue de cualquier objeto que podemos observar. Y si como decíamos al comienzo, y trataremos de mostrar a lo largo de este libro, toda la materia está compuesta básicamente por partículas puntuales y vacío, las diferencias se vuelven casi una anécdota. Nuestra posición privilegiada de seres humanos se reduce a una fortuita combinación de átomos que nos pone en ventaja sobre otros seres y objetos. El conocimiento sobre la composición de la materia tiene otras implicancias filosóficas fundamentales, fuera del alcance de esta publicación, incluyendo la influencia que ha tenido la Física sobre las religiones, desplazándolas del escenario principal que ocuparon durante siglos. Una vez aceptado nuestro interés en el tema, la pregunta a responder es cómo se puede develar la elementalidad. Como se podrán imaginar, cuando uno se acerca al mundo subatómico, donde nada puede observarse directamente ni siquiera utilizando la tecnología más avanzada, hay que pensar muy seriamente cómo poder identificar estructuras que no son visibles. Deberemos ser extremadamente ingeniosos para lograrlo, y habrá que buscar señales indirectas de la elementalidad en la materia. Tomemos un ejemplo más sencillo para orientarnos, algo que podamos ver con nuestros propios ojos. Si uno recorre la ciudad de Buenos Aires notará que hay cientos de miles de edificios y casas, y aunque algunos sean muy parecidos, no encontrará dos que sean absolutamente idénticos. Supongamos, por un momento, que somos extraterrestres recién llegados a la ciudad (y que en nuestro planeta de origen se vive al aire libre, así que no conocemos los edificios) y no tenemos idea sobre cómo se han producido esas construcciones. En principio podríamos pensar que cada una de ellas es una formación geológica única, fundamental e irrepetible. Sin embargo todas tienen características comunes: sus paredes son planas, tienen aberturas para el ingreso de las personas, para el recambio de aire y la iluminación natural. Algunas tienen techos a dos aguas, otras tienen terrazas, pero hay un patrón de regularidad, o llamémoslo de repetición o periodicidad, en todas ellas que nos da la idea de que están formadas por un número menor de elementos un poco más primarios, como ladrillos, tejas, puertas y ventanas, entre otras cosas. Y podemos pensar eso aún antes de destruir algunas para comprobarlo, la observación de la periodicidad nos permite intuirlo. Y en realidad, si bien la destrucción de unas pocas construcciones nos permitirá corroborar nuestra idea, ni siquiera es necesario romper las paredes para ver los ladrillos con nuestros propios ojos. Una toma de rayos X de algunas de las paredes, -y en nuestro planeta confiamos plenamente en lo que se observa en las radiografías ya que estamos acostumbrados a usarlas-, serán suficientes. Observar objetos en radiografías se ha vuelto tan creíble como observarlos a ojo desnudo. En el mundo subatómico deberemos incluso redefinir que entendemos por ver. A partir de ese paso tenemos un conocimiento científico sobre elementalidad que nos permite simplificar considerablemente la información sobre las construcciones 9 edilicias: en lugar de cientos de miles de formaciones geológicas fundamentales sabemos que todas ellas están constituidas por unos pocos componentes básicos. La increíble diversidad de construcciones se explica simplemente en la gran cantidad, casi inimaginable, de formas en que uno puede combinar unos cuantos miles de ladrillos. A partir de la observación de un patrón, formulamos una teoría que pudimos verificar experimentalmente. A veces la ciencia avanza así, con conjeturas elaboradas a partir de alguna observación básica y con una verificación posterior más rigurosa. Otras veces lo hace de una manera completamente diferente, a partir de observaciones extremadamente precisas o, en algunos casos fascinantes, a través de ideas increíbles, a veces originadas en caprichos y sin ningún contraste previo con la realidad, como veremos. La búsqueda de patrones de regularidad o periodicidad será fundamental para estudiar la estructura elemental de la materia. A lo largo de este libro encontraremos que hay otras señales de elementalidad que nos serán particularmente útiles para lograr nuestro fin. Para finalizar este capítulo, es importante aclarar que no es suficiente encontrar cuáles son las partículas elementales de la materia. Además, debemos comprender cuáles son sus interacciones, esto es, de qué manera se ejercen las partículas fuerzas entre sí. En el caso del átomo, queremos entender qué mantiene al electrón y al núcleo unidos; en el del núcleo, qué ata a los protones y neutrones dentro de él. En el del protón debemos descubrir qué interacción es responsable de mantener ligados a los quarks que lo forman, con una fuerza tan grande que hace muy difícil separarlos e imposible observarlos libres. Esto es, la teoría de las partículas elementales debe incluir una descripción tanto de los objetos fundamentales que forman la materia como de sus interacciones, que como veremos, involucran la aparición de nuevas partículas. No sólo hace falta encontrar a los ladrillos de la construcción sino descubrir a los diferentes cementos que los mantienen pegados. A nivel subatómico existen cuatro fuerzas fundamentales, sin embargo, una de ellas, la gravitatoria, es tan extremadamente pequeña cuando se trata de partículas tan diminutas como las que estudiaremos, que por unos cuantos capítulos nos podemos olvidar de esta interacción por completo. Nuestra teoría, además, debe ser simple y por ello atractiva, pues es difícil imaginar que la naturaleza haya podido permitir la evolución del universo partiendo de leyes muy complicadas e intrincadas. Y, si es posible, debe ser correcta, aunque en vista de los cambios producidos durante el siglo XX, nos conformamos con que describa la naturaleza de la manera más precisa que nos sea posible a las escalas que podemos observar. 10