prehistoria de la sociología

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UNIDAD DIDÁCTICA 1
PREHISTORIA DE
LA SOCIOLOGÍA
1. La filosofía social de
Platón y Aristóteles
2. La filosofía social en la
Edad Media
3. Siglos XVII y XVIII:
Hobbes y Hume
1. La filosofía social de Platón y Aristóteles
La prehistoria de la sociología
La sociología como ciencia autónoma no apareció en la historia hasta finales del
siglo XIX. Sin embargo, la reflexión acerca de la sociedad no comienza con la aparición
de la sociología, sino que tiene una larga y extensa tradición cuyo comienzo podemos
colocar en el nacimiento de la filosofía, a la que la reflexión social irá ligada hasta su
emancipación como ciencia autónoma.
La reflexión acerca de la sociedad, sus características, leyes, etc., fue, en primer
lugar, filosofía social. La filosofía es una reflexión radical y última que trata de
responder a las cuestiones fundamentales de la vida humana, y de dar explicación a
todo lo que existe. En su afán por descubrir aquello que propiamente es y por darle
una explicación razonable, los primeros filósofos se encontraron con la realidad de la
sociedad, realidad que ante ellos aparecía como hecho dado a la vez que como algo
que explicar. ¿Qué es la sociedad? ¿Por qué los seres humanos vivimos en sociedad?
¿Existen sociedades mejores y sociedades peores? Y si existen, ¿cuál o cuáles pueden
ser los criterios que hagan a unas mejores y a otras peores? ¿Existe una sociedad
ideal?
Estas y muchas otras cuestiones fueron respondidas por filósofos como Platón,
Aristóteles, Séneca, San Agustín, Santo Tomás, Hobbes, Locke, Rousseau, Kant y
muchos otros, pero ninguno de ellos llegó a ser sociólogo, si entendemos la sociología
tal y como a partir del siglo XIX quedó constituida como ciencia autónoma. A lo largo
de este curso estudiaremos el nacimiento de la sociología, su naturaleza, su objeto y su
método particular. Pero antes, en esta primera Unidad Didáctica,
daremos un breve repaso histórico a la prehistoria de la sociología,
atendiendo a los hitos fundamentales de la historia de la filosofía
social.
Platón: la sociedad ideal
Para Platón la sociedad existía para servir a las necesidades de
los hombres, que sin cooperar no pueden obtener todo lo necesario
para vivir humanamente. El fin de la sociedad es, por lo tanto, un fin
económico: nos servimos de la cooperación social para obtener
aquellos objetos y servicios que por nosotros solos no podemos
obtener. Cada persona debe poner sus capacidades y talentos al
servicio del colectivo para hacer así una buena sociedad. La
colaboración (que cada uno haga lo que debe hacer) es la clave para
que la sociedad sea próspera y sus miembros puedan ser felices.
Lo que cada cual debe aportar a la sociedad no es, sin embargo, desde la
perspectiva de Platón, algo que caiga bajo la elección de la persona, sino que a cada
ser humano le viene asignado por sus capacidades y talentos, que serán descubiertas y
estimuladas por la sociedad a través del proceso educativo. De acuerdo a estas
capacidades y a estos talentos, Platón estableces tres clases sociales: la de los
artesanos, la de los guardianes y la de los filósofos-gobernantes. La justicia en la
sociedad se da sólo cuando cada persona realiza las funciones que le competen de
acuerdo a la clase social a la que pertenezca, sin interferirse
en las de los demás.
Las sociedades reales distan mucho de parecerse a la
ciudad que Platón propone, pero precisamente esa es la
razón de su propuesta. Él pensaba que toda sociedad
estaba llamada a hacer posible la justicia.
Aristóteles: no existe una sociedad ideal
Aristóteles pensaba como Platón que toda sociedad
existe para un fin, que es el bien supremo del hombre. Pero
si en esto coincidía Aristóteles con Platón, no lo hacía en su
intención de implantar una ciudad ideal. Aristóteles no
creía que algo así como una ciudad ideal existiera. Él
pensaba que cada sociedad debía buscar siempre
evolucionar positivamente, haciendo posible cada vez en
mayor grado la felicidad de sus miembros.
«La
naturaleza
arrastra
pues
instintivamente a todos los hombres a
la asociación política. El primero que
la instituyó hizo un inmenso servicio,
porque el hombre, que cuando ha
alcanzado toda la perfección posible
es el primero de los animales, es el
último cuando vive sin leyes y sin
justicia. En efecto, nada hay más
monstruoso que la injusticia armada.
El hombre ha recibido de la naturaleza
las armas de la sabiduría y de la virtud,
que debe emplear sobre todo para
combatir las malas pasiones. Sin la
virtud es el ser más perverso y más
feroz, porque sólo tiene los arrebatos
brutales del amor y del hambre. La
justicia es una necesidad social,
porque el derecho es la regla de vida
para la asociación política, y la
decisión de lo justo es lo que
constituye el derecho».
El hombre es un animal social por naturaleza, y la
sociedad primitiva es la familia. De la unión de varias
familias surge la aldea, y de la unión de varias aldeas resulta
una comunidad autosuficiente, la Ciudad-Estado. En el
Aristóteles, Política
gobierno de la Ciudad-Estado deberían participar
alternativamente todos los ciudadanos. Pero para
Aristóteles no todos los miembros de la sociedad ostentan este rango de ciudadanía.
No entran dentro del grupo de ciudadanos los extranjeros, ni los esclavos, ni los niños,
ni las mujeres. Como muestra de esto, y a propósito de la esclavitud, dice Aristóteles:
«Lo mismo sucede con la propiedad; el señor es simplemente señor del esclavo, pero
no depende esencialmente de él; el esclavo, por lo contrario, no es sólo esclavo del
señor, sino que depende de éste absolutamente. Esto prueba claramente lo que el
esclavo es en sí y lo que puede ser. El que por una ley natural no se pertenece a sí
mismo, sino que, no obstante ser hombre, pertenece a otro, es naturalmente esclavo.
Es hombre de otro el que en tanto que hombre se convierte en una propiedad, y como
propiedad es un instrumento de uso y completamente individual».
2. La filosofía social en la Edad Media
Cambio de perspectiva
El periodo que va desde las reflexiones de Platón y Aristóteles allá por el siglo IV
a. C. hasta que San Agustín escribió su Ciudad de Dios (siglo V d. C.) fue testigo de uno
de los mayores cambios de paradigma que ha vivido la historia. El hombre griego se
entendía a sí mismo como parte de un todo, la polis o Ciudad-Estado, sin la cual la
persona carecía de valor. Con la irrupción y expansión del cristianismo el horizonte de
intelección se amplia y transforma por un descubrimiento central: toda persona es
digna en sí misma, y su valor no puede ser subordinado a ninguna realidad. Esto traía
como consecuencia que la persona ya no se definía con respecto a la sociedad en la
que vivía, sino con respecto a Dios, que lo convocaba a transformar el mundo haciendo
realidad su Reino de paz, fraternidad, justicia y amor. Este cambio radical en la forma
de entender al ser humano provocó un cambio en la comprensión de la sociedad, que
ahora pasamos a considerar presentado la reflexión de San Agustín.
San Agustín: las dos ciudades
La teoría social desarrollada por San Agustín tiene cierto paralelismo con la
teoría platónica. Platón afirmaba la existencia de una ciudad ideal, esencial, a la que
toda ciudad de este mundo se tenía que asemejar si quería ser una ciudad justa. Para
San Agustín, que creía que esas ideas esenciales se encontraban alojadas en la mente
de Dios, esa ciudad ideal (el Reino de Dios) también era lo que el hombre debía tratar
de realizar en la historia, sólo que para ello debía seguir el camino que Dios mismo
había marcado a través de Jesucristo.
Desde que Agustín de Hipona se convirtió al cristianismo mantuvo la convicción
de que “en el hombre interior habita la verdad”. El hombre interior es aquel que ha
renunciado a buscar la felicidad en las cosas y ha entregado su vida a Dios, dejando
que el amor infinito de este atraviese su vida y se desborde hacia el mundo para
transformarlo. Ambos tipos de vida son incompatibles: o vives para el mundo o vives
para Dios. Las personas que viven para el mundo forman la Ciudad temporal, y las que
viven para Dios forman la Ciudad eterna. Ni la primera coincide enteramente con el
Estado ni la segunda es idéntica a la Iglesia, aunque sí que tienen mucho de común.
Según San Agustín, consiguientemente, lo que aparentemente es una sola
sociedad, realmente son dos: la sociedad de los que aman a Dios, y la sociedad de los
que se aman a sí mismos. Y ambas ciudades están en conflicto perenne, hasta que los
hombres transformen sus corazones y la Ciudad de Dios absorba a la Ciudad temporal.
Santo Tomás: sociales por naturaleza
La reflexión de San Agustín estaba emparentada con
la de Platón al igual que la de Santo Tomás lo está con la
de Aristóteles. Aristóteles pensaba que el Estado era la
institución que hacía viable que el hombre alcanzara la
felicidad. Santo Tomás cree que el Estado colabora en esa
tarea, pero que por sí mismo no es capaz de dar al
hombre todo lo que necesita para que este alcance la
felicidad, ya que el fin del ser humano es un fin espiritual,
y solo una institución espiritual, la Iglesia, puede llevar al
hombre a alcanzar su fin específico de forma plena. La
sociedad debe, por tanto, colaborar con la Iglesia, que es
la que debe marcar las directrices, para que el ser humano
alcance la felicidad a la que Dios lo invita.
Si el ser humano necesita de estas dos sociedades
para alcanzar su fin, su vocación, es porque es un animal
social por naturaleza. El hombre no es un ser individual
que pueda alcanzar a cumplir su fin en la vida con el uso
de sus propias capacidades, sino un ser social nacido para
vivir en comunidad con otros hombres. El signo más
evidente de esta naturaleza social del hombre es el
lenguaje, que hace posible una riquísima comunicación
interpersonal.
También cree Santo Tomás que el gobierno es algo
natural, pues allí donde se encuentra una multitud de
criaturas debe haber algún poder común dirigente. Al ser
tanto la sociedad como el gobierno realidades naturales,
tienen que estar justificadas por Dios, que es quien las ha
creado. De ahí que según Santo Tomás la autoridad de un
gobernador esté apoyada en Dios. Ahora bien, esta
autoridad apoyada en y por Dios no puede ir contra las
leyes de Dios (la ley natural), y todo gobernante que obre
al margen de la voluntad de Dios pierde inmediatamente
la legitimidad. La función de un gobernante es establecer
leyes que hagan concreta la ley natural y hacer que estas
leyes se cumplan, para que el Estado colabore con la
Iglesia en la labor de hacer posible al ser humano cumplir
con su fin sobrenatural.
¿Cuáles son las razones lógicas o
políticas para querer gloriarse de la
duración o de la anchura de los dominios
del Estado? Porque la felicidad de estos
hombres no la encuentras por ninguna
parte, envueltos siempre en los
desastres de la guerra, manchados sin
cesar de sangre, conciudadana o
enemiga, pero humana; envueltos
constantemente en un temor tenebroso,
en medio de pasiones sanguinarias; con
una alegría brillante, sí, como el cristal,
pero como él, frágil, bajo el temor
horrible de quebrarse por momentos.
Para enjuiciar esta cuestión con más
objetividad, no nos hinchemos con
jactanciosas vaciedades, no dejemos
deslumbrarse nuestra agudeza mental
por altisonantes palabras, como
“pueblos”,
“reinos”,
“provincias”.
Imaginemos dos hombres (porque cada
hombre, a la manera de una letra en el
discurso, forma como el elemento de la
ciudad y del Estado, por mucha que sea
la extensión de su territorio). De estos
dos hombres, pongamos que uno es
pobre, o de clase media, y el otro
riquísimo. El rico en esta suposición vive
angustiado y lleno de temores,
consumido por los disgustos, abrasado
de ambición, en perpetua inseguridad,
nunca tranquilo, sin respiro posible por
el acoso incesante de sus enemigos;
aumenta, por supuesto, su fortuna hasta
lo indecible, a base de tantas desdichas,
pero, a su vez, creciendo en la misma
proporción el cúmulo de amargas
preocupaciones. El otro, en cambio, de
mediana posición, se basta con su
fortuna, aunque pequeña y ajustada; los
suyos le quieren mucho, disfruta de una
paz envidiable con sus parientes, vecinos
y amigos; es profundamente religioso,
de gran afabilidad, sano de cuerpo,
moderado y casto en sus costumbres;
vive con la conciencia tranquila. ¿Habrá
alguien tan fuera de sus cabales, que
dude a quién de los dos preferir? Pues
bien, lo que hemos dicho de dos
hombres lo podemos aplicar a dos
familias, dos pueblos, dos reinos.
Salvando las distancias, podremos
deducir con facilidad dónde se
encuentran las apariencias y dónde la
felicidad.
San Agustín, La Ciudad de Dios
3. Siglos XVII y XVIII: Hobbes y Hume
La filosofía social con el racionalismo de fondo
Desde que en la primera mitad del siglo XVI Descartes cuestionara todo el
conocimiento obtenido con anterioridad y fundara toda su filosofía en el pilar del
pienso, luego existo, la perspectiva en lo referente a la reflexión acerca de la sociedad
volvió a cambiar. El hombre entendido como razón pasaba al primer plano, y estudiar
su naturaleza se hacía fundamental para conocer la
naturaleza de la sociedad. Ya no era Dios el centro de los
planteamientos, como lo había sido durante la Edad Media;
ahora el centro era el hombre, comprendido como realidad
autónoma y racional.
Hobbes: estado de naturaleza y contrato social
Hobbes pensaba que todos los hombres somos iguales
por naturaleza, entendiendo esta igualdad como una
posibilidad igual de buscar y conseguir aquello que nos
proponemos en la vida, a pesar de que nuestras capacidades o habilidades puedan
variar. Todos buscamos, igualmente, alcanzar los fines que nuestra naturaleza nos
impone: la conservación, ante todo, y las cosas que nos producen deleite o placer. El
hecho de que busquemos la propia conservación y el propio placer nos hace estar en
competencia con respecto a los demás y desconfiar de ellos. Además, a nadie le
produce placer que no se le tenga en consideración, de ahí que busquemos eliminar
todo signo de desprecio hacia nuestra persona.
Así las cosas, piensa Hobbes que nos encontramos en un estado natural de
guerra hasta que no se establece un gobernador. Este estado natural de guerra es una
consecuencia de la naturaleza del hombre y de sus pasiones. Pero este estado natural
no es deseable, ya que la competencia y la desconfianza hacen al hombre sentirse
inseguro y frágil. Además, desde la base de la no cooperación no es posible disfrutar de
los beneficios de la civilización (Hobbes señala el cultivo de la tierra, la navegación, el
uso de bienes que pueden importarse por mar, la construcción de edificios, la
fabricación de instrumentos para transportar cosas que requieran gran esfuerzo, el
conocimiento de la superficie de la tierra, las artes, las letras, la sociedad). De ahí que
el miedo y la imposibilidad de llevar una vida cómoda hacen al hombre apetecible el
superar ese estado natural de guerra en el que, sin gobierno, sin ley y sin moral, se
encuentra.
La única forma para superar el estado de naturaleza es el contrato social, que es
el acto por el cual todos los hombres transfieren todos sus poderes y fuerzas a un solo
hombre o a una asamblea de hombres, reduciendo todas las voluntades a una sola
voluntad. Y es en este contrato donde nace la sociedad. El gobernador o la asamblea
gobernadora son los encargados de asegurar la paz frente al estado natural de guerra
en el que nos encontraríamos si no hubiera pacto social. La sociedad nace, por tanto,
según Hobbes, de un acuerdo entre los ciudadanos, un acuerdo que mantenemos para
vivir en paz y poder disfrutar de los beneficios de la
colaboración sin que nadie pueda hacer daño a nadie. Para
que esto sea así el gobernador o asamblea gobernadora
Es un acuerdo de cada hombre con
debe encargarse de promulgar leyes que estén de acuerdo
cada hombre, como si cada cual dijera
a cada uno de los demás, autorizo y
con la naturaleza humana y con la razón.
Hume: el utilitarismo
Hume cree, al igual que Hobbes, que la sociedad
organizada nace debido a la utilidad para el hombre,
aumentando nuestro poder, nuestra habilidad y nuestra
seguridad. Pero esta utilidad de la sociedad no la descubre
el hombre tras realizar un juicio reflexivo; es una utilidad
que se siente. Existe un acuerdo o pacto entre la gente
aunque nunca se halla hecho explícitamente una promesa.
El pacto, el contrato social, es implícito.
renuncio a mi derecho a gobernarme a
mí mismo en favor de este hombre, o
de esta asamblea de hombres, a
condición de que tú a tu vez le cedas
tu derecho y le autorices a actuar de la
misma manera. Una vez hecho esto, la
multitud, unida en una persona, se
llama sociedad, civitas en latín.
Hobbes, Leviatán
Además, es imposible que se diera en algún momento de la historia el estado de
naturaleza del que hablaba Hobbes, pues el hombre desde el principio es un ser
familiar, y esa familiaridad es una primera forma de sociabilidad. La familia es el origen
de la sociedad, y su ampliación se debió a que los miembros de las familias sintieron la
utilidad que tenía el asociarse.
Similar es la opinión de Hume acerca del gobierno: existe porque es útil para los
hombres proporcionándoles el establecimiento de un orden de paz y justicia, y
realizando proyectos encaminados a la consecución del bien común, como las obras
públicas o la creación de los ejércitos.
ACTIVIDADES
1) Lee el texto de la Política de Aristóteles de la página 7, elabora un esquema
de la argumentación y rodea la idea principal.
2) ¿Cuál es la idea principal del texto de La ciudad de Dios de San Agustín
(página 9)? Resume el texto en menos de 6 líneas.
3) ¿Qué está definiendo Hobbes en el texto de Leviatán de esta página?
¿Crees que es razonable pensar en la existencia de un estado de
naturaleza?
LA POLIS GRIEGA
8 PASOS…
PARA CONOCER LA POLIS GRIEGA
1)
La ciudad-Estado o polis griega cumple con dos aspiraciones
fundamentales del hombre griego: mantener los lazos de identidad,
creencia y solidaridad política y militar de las comunidades griegas y
afirmar su autonomía y diferencia. Estas dos aspiraciones se podían
satisfacer en la polis por su tamaño y características propias, que hacían
posible para el ciudadano una intensa identificación emocional y le
brindaban un ámbito que podía abarcar y discernir su entendimiento.
2)
Las Olimpiadas son un claro ejemplo del sentimiento de
pertenencia a una comunidad política más amplia. A través de las
Olimpiadas las diferentes polis griegas sublimaban su rivalidad bélica en
una celebración deportiva, poética y religiosa.
3) La polis es una unidad política, económica y religiosa, y el ciudadano griego la
vivía como un todo organizado en el que se desarrollaba la vida de la forma
más humana posible.
4) Las ciudades-Estado eran económicamente autárquicas, debido a la riqueza
de su suelo y a su usual buen clima, que garantizaban un mínimo material
que a su vez hacía posible un mínimo de tiempo disponible. Ganar en tiempo
disponible, es decir, obtener un tiempo para la persona teniendo ya cubiertas
sus necesidades básicas, es ganar un tiempo para el ocio.
5) Esas condiciones materiales que se dieron en la Grecia Antigua hicieron
posible el desarrollo de una concepción crítica de la vida y de todas sus
dimensiones. Además, el carácter tan marcadamente comunitario o político
de la ciudad-Estado hizo que esta concepción crítica de la vida humana
pudiera ser social tanto en su elaboración como en su difusión.
6) También fue posible, gracias a ese nuevo tiempo disponible, el desarrollo de
la técnica, que aplicada al trabajo redundaba de nuevo sobre una vida algo
más cómoda y placentera (no debemos entender con esto que la vida en la
Antigua Grecia se pareciera a la que hoy tenemos en los Países Ricos; la vida
era austera y dura, aunque en relación a otros pueblos contemporáneos al de
los antiguos griegos fuera considerablemente más avanzada).
7) La polis además fue un ámbito en el que se favoreció el pensamiento libre,
gracias, sobre todo, a la religión griega, que fomentaba los hábitos del
raciocinio que en ella se
desarrollaron.
8) Para el ciudadano griego
la polis es ante todo una
ética y un modo de vida,
pues sólo la polis está
hecha a medida humana.
Los grandes estados
deshumanizan, pues no
permiten el grado de
participación política que
hace posible la polis.
Además, el griego se entendió a sí mismo más que como individuo, como
ciudadano, es decir, como alguien perteneciente a un grupo que le da sentido
a la existencia, y al margen del cual no merece la pena vivir (el caso de
Sócrates, que prefiere ser condenado a muerte a ser desterrado, es un claro
ejemplo de esto).
COMENTARIO DE TEXTO
-¡Ea, pues! -continué-. Edifiquemos con palabras una ciudad desde sus cimientos. La
construirán, por lo visto, nuestras necesidades.
-¿Cómo no?
-Pues bien, la primera y mayor de ellas es la provisión de alimentos para mantener
existencia y vida.
-Naturalmente.
-La segunda, la habitación; y la tercera, el vestido y cosas similares.
-Así es.
-Bueno -dije yo-. ¿Y cómo atenderá la ciudad a la provisión de tantas cosas? ¿No habrá
uno que sea labrador, otro albañil y otro tejedor? ¿No será menester añadir a éstos un
zapatero y algún otro de los que atienden a las necesidades materiales?
-Efectivamente.
-Entonces una ciudad constará, como mínimo indispensable, de cuatro o cinco hombres.
-Tal parece.
-¿Y qué? ¿Es preciso que cada uno de ellos dedique su actividad a la comunidad entera,
por ejemplo, que el Labrador, siendo uno solo, suministre víveres a otros cuatro y
destine un tiempo y trabajo cuatro veces mayor a la elaboración de los alimentos de que
ha de hacer participes a los demás? ¿O bien que se desentienda de los otros y dedique
la cuarta parte del tiempo a disponer para él sólo la cuarta parte del alimento común y
pase Las tres cuartas partes restantes ocupándose respectivamente de su casa, sus
vestidos y su calzado sin molestarse en compartirlos con los demás, sino cuidándose él
solo y por sí solo de sus cosas?
Y Adimanto contestó:
-Tal vez, Sócrates, resultará más fácil el primer procedimiento que el segundo.
-No me extraña, por Zeus -dije yo-. Porque al hablar tú me doy cuenta de que, por de
pronto, no hay dos personas exactamente iguales por naturaleza, sino que en todas hay
diferencias innatas que hacen apta a cada una para una ocupación. ¿No lo crees así?
-Sí.
-¿Pues qué? ¿Trabajaría mejor una sola persona dedicada a muchos oficios o a uno
solamente?
-A uno solo -dijo.
-Además es evidente, creo yo, que, si se deja pasar el momento oportuno para realizar
un trabajo, éste no sale bien.
-Evidente.
-En efecto, la obra no suele, según creo, esperar el momento en que esté desocupado el
artesano; antes bien, hace falta que éste atienda a su trabajo sin considerarlo como algo
accesorio.
-Eso hace falta.
-Por consiguiente, cuando más, mejor y más fácilmente se produce es cuando cada
persona realiza un solo trabajo de acuerdo con sus aptitudes, en el momento oportuno
y sin ocuparse de nada más que de él.
-En efecto.
-Entonces, Adimanto, serán necesarios más de cuatro ciudadanos para la provisión de
los artículos de que hablábamos. Porque es de suponer que el labriego no se fabricará
por sí mismo el arado, si quiere que éste sea bueno, ni el bidente ni los demás aperos
que requiere la labranza. Ni tampoco el albañil, que también necesita muchas
herramientas. Y lo mismo sucederá con el tejedor y el zapatero, ¿no?
-Cierto.
-Por consiguiente, irán entrando a formar parte de nuestra pequeña ciudad y
acrecentando su población los carpinteros, herreros y otros muchos artesanos de
parecida índole.
Platón, La República
INTRODUCCIÓN
El texto que analizamos es un fragmento de la República de Platón. Platón nació
probablemente en Atenas en el año 428-427 a.C., y murió en 347 a. C. Platón es uno de los
más grandes filósofos de la historia, y junto con Aristóteles, el mejor filósofo de la Antigüedad.
Y la República es, sin duda, una de sus obras más importantes. En esta obra, escrita en diálogo,
Platón afronta el problema de la definición de la justicia, para lo cual desarrolla su teoría de las
ideas, la ciudad ideal y el alma.
ESQUEMA DE LA ARGUMENTACIÓN
IDEA PRINCIPAL
La ciudad se construye a
partir de nuestras
necesidades de mantener
la vida, tener un hogar y
vestir.
RESUMEN
1. Nuestras necesidades constituyen los pilares de la ciudad.
a. La primera es mantener existencia y vida consiguiendo alimentos.
b. La segunda es la habitación.
c. La tercera es el vestido.
2. Para cubrir estas necesidades la ciudad debe tener trabajadores capaces de
fabricar esos objetos. Al menos cuatro o cinco hombres.
3. Cada persona debe dedicarse al trabajo que por naturaleza esté capacitado
para realizar mejor.
4. Por lo tanto, en la ciudad serán necesarias, al menos, tantas personas como
oficios sean necesarios para proveer a las necesidades que constituyen los
pilares de la ciudad.
La ciudad se construye a partir de nuestras necesidades, que son primariamente tres: la conservación de la vida,
la habitación y el vestido. Para cubrirlas deben vivir en la ciudad personas capaces de realizar trabajos que
provean los objetos convenientes. Cada persona es por naturaleza capaz de realizar unas determinadas labores.
Así, en la ciudad serán necesarias tantas personas como oficios haya que desempeñar para cubrir las
necesidades humanas fundamentales.
DESARROLLO DE LAS IDEAS DEL AUTOR
Platón buscaba la definición racional de cada cosa porque creía
que, encontrándola, hallábamos la verdad de esa cosa, una
verdad ideal. Desde esta convicción Platón, en el texto que
ahora comentamos, trata de encontrar la verdad ideal de la
ciudad con la intención de llevar, tras alcanzar su
descubrimiento, esa idea a la práctica.
De esta forma, Platón se lanza a la busca de la verdad acerca
de la ciudad, afirmando que la primera verdad es que el origen
de la ciudad son las necesidades básicas humanas. Para cubrir
estas necesidades los hombres se asocian y conviven.
La organización de esta convivencia debe ser realizada, según
Platón, de acuerdo a las competencias naturales de cada
persona, porque desde el nacimiento cada persona está
destinada a realizar una serie de tareas. La justicia de la ciudad
consistirá en que cada cual haga aquello que tiene que hacer
por naturaleza. Esa diferencia natural instituye en la ciudad
una organización clasista, aunque estas clases no son
heredables, sino que a cada ciudadano se le coloca, después
del proceso educativo, en el lugar que naturalmente le
corresponde. Según Platón esas clases son tres: la de los
artesanos, la de los guardianes y la de los filósofosgobernantes.
VALORACIÓN CRÍTICA
En primer lugar tenemos que cuestionar el
punto de partida asumido por Platón: la ciudad
nace
de
nuestras
necesidades
de
conservación, hogar y vestido. Eso es asignar a
la ciudad y a la convivencia un papel natural,
mas señalándome únicamente un aspecto de
esa constitución natural de la ciudad. La
ciudad sirve para cubrir todas esas
necesidades, pero los seres humanos no
estamos unidos primariamente por la
necesidad, sino por el amor, que es el
verdadero pilar de toda comunidad, desde la
comunidad primigenia que es la familia.
En segundo lugar, podemos señalar que el
establecimiento de clases sociales para que la
ciudad sea justa supone una injusticia radical:
negar la libertad de la persona para tomar el
rumbo que desee en cualquier momento de su
vida. Sin esta libertad de elección y de
elaboración del propio proyecto de vida no
puede haber justicia en la ciudad.
4) Lee el siguiente texto de la República de Platón y elabora un comentario de
texto siguiendo el modelo de la página anterior. Puedes consultar las
orientaciones para la elaboración de un comentario de texto en la página
100.
-Así es, compañero –dije yo-. Si encuentras modo de proporcionar a los que
han de mandar una vida mejor que la del gobernante, es posible que llegues a
tener una ciudad bien gobernada, pues ésta será la única en que manden los
verdaderos ricos, que no lo son en oro, sino en lo que hay que poseer en
abundancia para ser feliz: una vida buena y juiciosa. Pero donde son mendigos y
hambrientos de bienes personales los que van a la política creyendo que es de ahí
de donde hay que sacar las riquezas, allí no ocurrirá así. Porque, cuando el
mando se convierte en objeto de luchas, esa misma guerra doméstica e intestina
los pierde tanto a ellos como al resto de la ciudad.
-Nada más cierto –dijo.
-Pero ¿conoces -dije- otra vida que desprecie los cargos políticos excepto
la del verdadero filósofo?
-No, ¡por Zeus! -dijo.
5) En la web de Sociobloggers (www.sociobloggers.blogspot.com) encontrarás
un apartado de enlaces sobre Grecia. Visita esos enlaces para obtener
información sobre la cultura y vida griega, y elabora una redacción de al
menos 30 líneas exponiendo los resultados de tu investigación.
ACTIVIDADES
6) Lee el texto de la República de Platón que aparece en Sociobloggers y
realiza los cuatro ejercicios que aparecen tras el texto. Envía tus ejercicios
como comentario a la entrada del Blog.
7) El siguiente fragmento es del Tratado de la naturaleza humana de Hume y
elabora un comentario de texto siguiendo el modelo de la página anterior.
Nada es tan cierto como que los hombres se guían en gran medida por el
interés y que aun cuando se preocupan por algo que trasciende de ellos mismos
no llegan muy lejos; no es usual para ellos en la vida corriente interesarse más
que por sus amigos más cercanos y próximos. No es menos cierto que es
imposible para los hombres asegurar su interés de una manera más efectiva que
mediante la observancia universal e inflexible de las reglas de la justicia, por las
cuales pueden mantener firme la sociedad y evitar la recaída en la condición
miserable y salvaje que corrientemente se nos presenta como el estado de
naturaleza.
8) Realiza una síntesis de las aportaciones de todos los pensadores estudiados
en esta Unidad Didáctica.
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