RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL DEL ESTADO / SOCIEDAD DE ECONOMIA MIXTA / JURISDICCION ORDINARIA / COMPETENCIA Las acciones de reparación directa contra los entes territoriales y los establecimientos públicos, son del conocimiento de esta jurisdicción. Esas mismas acciones contra las empresas estatales o las sociedades de economía mixta competen a la justicia ordinaria, porque frente a éstas existe normatividad especial que no fue derogada por el código administrativo vigente. En el presente caso la sala asumirá la competencia, aunque formalmente esté contrariando la jurisprudencia de la sala. Y toma esta posición porque, sin formalizarse ningún conflicto, en el caso sub judice ya hubo definición al respecto, definición que de ser contrariada en esta oportunidad no sólo atentaría contra el derecho de los demandantes sino contra la seriedad que debe guardar siempre la administración de justicia RESPONSABILIDAD POR RIESGO / ACTIVIDAD PELIGROSA / FALLA DEL SERVICIO DE ENERGIA ELECTRICA Frente a la responsabilidad de la entidad pública por el servicio de energía eléctrica y en especial a su fuente, la sala estima que cabe aplicar al caso jurisprudencia reiterada que parte del riesgo especial a que la entidad explotadora del servicio somete a los usuarios de él o a terceros por desarrollar una actividad peligrosa. Si se debe indemnizar sin culpa, por el rompimiento del principio de igualdad frente a las cargas públicas, con mayor razón se producirá esa consecuencia cuando dentro del proceso se detecte que también se puso de presente la falla por el inadecuado funcionamiento del servicio o por falta en el sostenimiento de las redes y demás equipos. La realidad probatoria muestra una clara falla del servicio que, en cierta forma, hace innecesaria la aplicación de la tesis del riesgo especial o excepcional. Consejo se Estado. - Sala de lo Contencioso Administrativo. - Sección Tercera. Bogotá, D. E., Mayo diez y siete (17) de mil novecientos noventa y uno (1991). P. 217 Consejero Ponente: Doctor Carlos Betancur Jaramillo. Referencia: Expediente No. 6175. Indemnizaciones. Actor: Ana Milena Escobar de Alvarez. Procede la sala a decidir el recurso de apelación interpuesto por la sociedad Compañía de electricidad de Tulua S. A. contra la sentencia de 8 de marzo de 1990, dictada por el tribunal administrativo del Valle, mediante la cual dispuso: "PRIMERO. - Declárase que la sociedad de economía mixta "COMPAÑIA DE ELECTRICIDAD DE TULUA S.A.", es administrativamente responsable, por riesgo excepcional, de los perjuicios morales y materiales causados con la muerte del señor MARIO ALVAREZ JARAMILLO, ocurrida el día 11 de mayo de 1982. "SEGUNDO. - Condénase en consecuencia a la sociedad de economía mixta COMPAÑIA DE ELECTRICIDAD DE TULUA S.A., a pagar por concepto de perjuicios morales a la señora ANA MILENA ESCOBAR VDA. DE ALVAREZ, identificada con la c‚dula de ciudadanía Número 38.434.446 expedida en Cali; LUIS ENRIQUE ALVAREZ ESCOBAR, con c‚dula de ciudadanía No. 16.683.961 de Cali, y a MARGARITA ROSA ALVAREZ ESCOBAR, o a quien represente sus intereses, el equivalente en pesos colombianos de UN MIL (1.000) GRAMOS DE ORO PURO a cada uno de ellos, que se tomar como base en el certificado que expida el Banco de la República a la fecha de ejecutoria del presente fallo. TERCERO. - Condénase a la sociedad de economía mixta COMPAÑIA DE ELECTRICIDAD DE TULUA S.A. a pagar a ANA MILENA ESCOBAR VDA. DE ALVAREZ Y MARGARITA ROSA ALVAREZ ESCOBAR, o a su apoderado, por concepto de perjuicios materiales, la suma que se determine por el procedimiento previsto en el artículo 308 del Código de Procedimiento Civil, y de acuerdo con las pautas señaladas en la parte motiva de este fallo. CUARTO. - Esta condena deber cumplirse en los términos de los artículos 176 y 177 del Código Contencioso Administrativo. QUINTO. - Decláranse no probadas las excepciones propuestas por la parte demandada. SEXTO. - Deniéganse las demás súplicas de la demanda". Los presupuestos fácticos de la demanda, según la síntesis de la fiscalía de la Corporación, fueron los siguientes: "Los hechos relatados en el libelo dan cuenta que el 11 de mayo de 1982 el doctor MARIO ALVAREZ JARAMILLO murió electrocutado al hacer contacto una cuerda de alta tensión con el vehículo que él conducía. "Al haberse caído el cable de alta tensión, el fluido eléctrico debió suspenderse inmediatamente, pero esto no ocurrió por cuanto los fusibles eran de muy alto amperaje y la sub estación no estaba provista de un relay diferencial que interrumpiera el paso de corriente; todo lo cual constituyó una falla en servicio por descuido de la Compañía de electricidad de Tulua S.A. propietaria de las redes, sociedad de economía mixta en razón a que el 90.68% de sus acciones pertenecen a la CVC y al municipio de Tulua, por tanto, se somete al régimen previsto para las empresas industriales y comerciales del Estado en el Decreto 3130 de 1968. "Perjuicios morales y materiales ocasionó a los actores el fallecimiento del doctor Alvarez Jaramillo, médico veterinario y zootecnista de la Universidad Nacional y ampliamente reconocido en estas áreas". "El tribunal decidió en la forma anotada atrás. En torno a la falla de la administración concluyó que ésta se había puesto de presente, no solo por el mal mantenimiento de las redes, sino por la inoperancia de los mecanismos de seguridad, ya que de haber funcionado éstos, la tragedia no se habría producido. Descontenta la entidad pública, formuló apelación. Tramitada la segunda instancia es oportuno decidir. Para ello, se considera: Para la señora fiscal segunda la sentencia merece ser confirmada, porque se establecieron dentro del proceso los presupuestos de la responsabilidad. Insiste el ministerio público en que no debe anularse la actuación cumplida por el tribunal y para ello arguye en su vista de 27 de noviembre de 1990 (a folio 529 y siguientes): "El Tribunal Superior de Buga en auto de 5 de septiembre confirmó la nulidad declarada por el juzgado 1o. civil del circuito por cuanto era la jurisdicción contencioso administrativa la competente para conocer de la relación litigiosa trabada entre la señora Ana Milena Escobar y la compañía de Electricidad de Tulua S. A. El juzgado se basó en que en ese momento, 12 de marzo de 1984, el art. 268 del Decreto 01 de 1984 había derogado el numeral 1o. del art. 16 del C.P.C. y la inexequibilidad de tal derogatoria se produjo sólo hasta el 25 de julio del mismo año. Para el Tribunal Superior fue a partir del Decreto 528 de 1964, que la competencia se atribuyó a los Tribunales Administrativos. "Para el Tribunal Administrativo del Valle del Cauca, no hubo ninguna duda sobre la calidad de economía mixta de la sociedad demandada y sobre el carácter administrativo del hecho causante del perjuicio, por lo tanto, la contienda jurídica competía a la jurisdicción contencioso administrativa. Tal decisión quedó ejecutoriada y en consecuencia, el proceso se tramitó y se decidió ante el Tribunal Contencioso Administrativo. "Si la ley sustancial, civil o administrativa otorga para quien sufre un daño o perjuicio el derecho a ser indemnizado, es deber de quienes administran la justicia hacer efectivo tal derecho. "No se ajusta a la equidad ni a la justicia, que estableciendo la ley sustancial un derecho para el administrado y la ley procesal la manera de hacerlo cierto y concreto, no exista juez competente para ello, situación esta a la cual se llegaría en el presente caso, si se acogiera la reciente jurisprudencia de la Sección Tercera en donde se ha dicho que las demandas contra las Empresas Industriales y Comerciales del Estado, por hechos o actividad propia de su objeto comercial, corresponde conocerlas a la justicia ordinaria. (Expediente No. 5603. Actor Martha In‚s Vda. de Salcedo y Expediente No. 6094 Actor Wilfrido Manuel Rosario Díaz)." Por su lado la entidad demandada solicita la revocatoria de la sentencia. Estima que dada la situación económica de la familia del occiso no cabe hablar de perjuicios materiales causados por la muerte de éste; los que tampoco se probaron. En cuanto a los perjuicios morales considera que tal como ocurrieron los hechos no debió imponerse el máximo de la condena. Asimismo el distinguido apoderado insiste en sostener que la acción estaba caducada cuando se presentó la demanda, a tenor del artículo 136 del C.C.A. y que la jurisdicción administrativa no es la competente para dirimir la presente controversia. El alegato de instancia obra a folios 508 y siguientes. También la parte actora presentó su alegación y reforzó los argumentos que expuso en los distintos escritos (a folios 526 y siguientes). Para la sala, la sentencia será confirmada porque ella conforma un serio y ponderado estudio de la situación controvertida. Con todo, deberá en primer término hacer algunas precisiones en torno a la jurisdicción competente para dirimir esta clase de proceso, en el que una de las partes es una sociedad de economía mixta sometida al régimen de las empresas estatales. A este respecto, se anota: El decreto 528 de 1964, adscribió a la jurisdicción contencioso administrativa el conocimiento de las controversias tanto contractuales como extracontractuales por hechos u omisiones de la administración; entendiendo por esta los entes territoriales y los establecimientos públicos. Los decretos 1050 y 3130 de 1968 precisaron luego el concepto de las entidades descentralizadas funcionalmente o por servicios e indicaron en que casos los litigios eran del conocimiento de la justicia ordinaria y en que de la administrativa. Así, se precisó que los establecimientos públicos estaban sometidos, por regla general, al derecho público y a la jurisdicción administrativa, tanto en materia contractual como extracontractual; y de las empresas industriales y comerciales del Estado y las sociedades de economía mixta estaban regidas, en principio, por el derecho privado y sometidas a la jurisdicción ordinaria. De esos mismos decretos se desprende que las sociedades de economía mixta de capital público superior al 90% estarán sometidas a las reglas propias de las empresas estatales (artículo 3 del decreto 3130). El Código Administrativo, adoptado por el decreto 01 de 1984, insistió en la competencia de la jurisdicción administrativa para conocer de los asuntos de reparación directa de las entidades territoriales o "descentralizadas de los diferentes órdenes, sin distinguir, luego el decreto 2304 de 1989, que le introdujo modificaciones a dicho código, no tocó el punto. La jurisprudencia de la Corporación, entonces, se ha venido moviendo dentro de este marco legal y en forma reiterada sostiene: a) Las acciones de reparación directa contra los entes territoriales y los establecimientos públicos, son del conocimiento de esta jurisdicción. b) Esas mismas acciones contra las empresas estatales (industriales o comerciales) o las sociedades de economía mixta competen a la justicia ordinaria, porque frente a éstas existe normatividad especial (arts. 30 y siguientes del decreto 3130 de 21968) que no fue derogada por el código administrativo vigente (arts.131 y 132 numerales 10). Esta orientación jurisprudencial tiene el respaldo de múltiples y reiteradas decisiones, de las cuales pueden citarse, entre las más recientes las sentencias de marzo 1o. de 1991 (proceso 6061) y 27 de septiembre de 1990 de la Sección III, En esta última, con ponencia del señor Consejero Uribe Acosta, se hizo un serio reestudio del asunto para ratificar la tesis (Proceso 5683). Cabe recordar aquí que el Tribunal Disciplinario al resolver algunos conflictos de jurisdicción en asuntos similares, ha decidido que la competencia en tales casos es de esta jurisdicción. Pero también debe afirmarse que esas decisiones son de efectos relativos y no erga omnes. Y que asimismo la Corte Suprema ha reafirmado en varios y recientes fallos lo contrario. En el presente caso la sala asumirá la competencia, aunque formalmente esté contrariando la jurisprudencia de la sala. Y toma esta posición porque, sin formalizarse ningún conflicto, en el caso sub judice ya hubo definición al respecto; definición que de ser contrariada en esta oportunidad no sólo atentaría contra el derecho de los demandantes sino contra la seriedad que debe guardar siempre la administración de justicia, la que, entre sus principios rectores consagra en materia procesal el siguiente: Al interpretar la ley procesal, el juez deberá tener en cuenta que el objeto de los procedimientos es la efectividad de los derechos reconocidos por la ley sustancial.....(artículo 4o. del C. de P.C.) Aunque lo expuesto no encaja exactamente en lo dispuesto en el inciso 4o. del artículo 155 del C. de P.C., que le permite al juez no estudiar la nulidad cuando dentro del proceso esa misma causal haya sido resuelta incidentalmente, si permite su aplicación analógica, porque el presente proceso muestra que la causal de falta de jurisdicción alegada por la parte demandada ante la justicia ordinaria no sólo fue decidida por esta cuando estimó que era la administrativa la competente (ver auto de 5 de septiembre de 1984 dictado por el Tribunal Superior de Buga) sino que la volvió a estudiar el tribunal administrativo del Valle, a petición de la misma demandada, durante el trámite de la primera instancia. (ver auto de febrero 21/86, fol. 234); auto que no fue apelado por la parte que ahora, en esta instancia, la alega como excepción en el alegato de bien probado. Además como los conflictos de jurisdicción no puede proponerse de oficio (artículo 216 del C.C.A.,), la sala estima que deberá fallar el asunto de fondo, máxime cuando la misma fiscalía comparte también esta idea. A este respecto, se anota: Estuvo acertado el tribunal en el estudio de las excepciones y lo estuvo cuando criticó la actitud de la parte demandada, la que a su amaño, para eludir las resultas del juicio, ha venido alegando la falta de jurisdicción en relación tanto con la justicia ordinaria como con la administrativa, según sus conveniencias. No existe duda de que la Compañía de Electricidad de Tulua S.A. es una sociedad de economía mixta sometida al régimen de las empresas estatales, ya que su capital público es superior al 90%, concretamente al 90.68%. Aunque en teoría la sala ha venido sosteniendo tesis diferentes a la expuesta por el a - quo en materia de jurisdicción, en esta oportunidad y por lo escrito atrás, el asunto se decidirá de fondo. La posición de la sala aparece bien explicada en los fallos mencionados atrás. Frente a la caducidad tampoco cabe hacer reparo alguno, ya que la demanda fue presentada oportunamente el 11 de marzo de 1985, cuando aún no había vencido el término de 3 años que el artículo 28 del Decreto 528 de 1.964 tenía establecido para tal efecto. Esto aceptando que antes del decreto 01 de 1.984 la acción correspondiera también a la jurisdicción administrativa. Porque aún aceptando que en ese entonces la competencia radicaba en la justicia ordinaria la oportunidad se vería aún más clara, porque su régimen aplicable sería el de la prescripción extintiva; prescripción que se cambió para la reparación directa por caducidad de dos años y que para las acciones por hechos ocurridos con anterioridad a dicho código y que aún no se habían formulado cuando empezó a regir éste, empezó a correr el 1o. de marzo de 1.984. En torno al análisis de los hechos y su prueba dentro del proceso, la Sala no tiene reparos porque el acervo probatorio puso de presente no sólo un mantenimiento inadecuado de las líneas eléctricas y sus soportes, sino también el hecho de la no operancia de los mecanismos de seguridad que fallaron tan pronto se produjo la caída de los cables al suelo. La Sala hace suya la siguiente argumentación del a - quo por considerarla acertada y ajustada a la realidad procesal y probatoria. Dijo el tribunal: "Es un hecho cierto que el mantenimiento no era adecuado ya que como dijimos antes está probada la rotura de la cruceta y que fue entregada a las autoridades respectivas, que está carcomida y quebrada; y al suceder este hecho y romperse el cable de alta tensión, no funcionaron las sistemas de seguridad tanto en los automáticos como en el relay como debe acontecer de manera normal y tanto es así que la línea permaneció con corrientes después del accidente. Pero es más, con la rotura de la cruceta el contacto de la línea con la maleza y posteriormente la rotura de la línea, no hubo interrupción del fluido eléctrico, lo que demuestra que los sistemas de seguridad que debe tener cualquier red de energía no funcionaron. "La razón técnica que se observa para que un fusible no se salte cuando se presenta la rotura de una línea de alta tensión que está dotada de fusibles o automáticos, es cuando el emperaje del fusible es más alto que la capacidad de carga de la línea. "Finalmente digamos con relación a lo anterior, que la afirmación de la no existencia del relay diferencial, se apoya, en que no se cortó e fluido eléctrico de la zona donde ocurrió el accidente en el momento de la reventada de la línea o cuando ésta hizo contacto con la maleza alrededor del quiebrapatas; o en caso contrario estaba funcionando en malas condiciones. "De las anteriores piezas se observa que la objeción hecha al dictamen pericial inicial, no prospera, ya que como se ha analizado de manera pormenorizada existe la responsabilidad administrativa, pues el mantenimiento era deficiente e igualmente sus componente como la madera en las crucetas y la fatiga de las cuerdas por el uso. "A pesar de que en el caso que nos ocupa el presente caso no encaja dentro de los elementos denominados falla del servicio, ni como "onus probandi" a cargo del actor, ni como presunción de falla inversora de la carga de la prueba. Se trata de los regímenes que la generalidad de la doctrina denomina objetivos, que también reúnen como elementos constitutivos un hecho y un perjuicio causados por aquél. En los campos de la actividad administrativa a los cuales se aplican, la administración solamente se exonera si demuestra la fuerza mayor o el hecho de la víctima. No ocurre otro tanto con el caso fortuito. "Para el caso que nos interesa tenemos que no encaja la teoría del daño especial sino el de responsabilidad por el riesgo excepcional, como vamos a verlo a más espacio y más adelante. "Como se puede ver de todo lo analizado, a través de este proveído, tenemos que se produjo un daño consistente en el paso de unas redes eléctricas por predios de una persona, con lo cual se causó daño a pesar de que con ello de estaba prestando un servicio; lo cual conlleva inexorablemente a la indemnización de perjuicios ya que el administrado no solo no puede soportar las cargas que conlleva el riesgo excepcional." También, como lo dice el Tribunal, se probó el deceso del Doctor Mario Alvarez Jaramillo ( ver acta de levantamiento y de la necropsia, como el registro notarial de defunción). Frente a la responsabilidad de la entidad pública por el servicio de energía eléctrica y en especial a su fuente, la sala estima que cabe aplicar al caso jurisprudencia reiterada de la sala a ese respecto; jurisprudencia que parte del riesgo especial a que la entidad explotadora del servicio somete a los usuarios de él o a terceros por desarrollar una actividad peligrosa. Riesgo especial o excepcional que, por sí solo, al producir un daño sin que tenga que mediar falla en el servicio, amerita la indemnización del perjudicado. Y si se debe indemnizar sin culpa, por el rompimiento del principio de igualdad frente a las cargas públicas, con mayor razón se producirá esa consecuencia cuando dentro del proceso se detecte que también se puso de presente la falla por el inadecuado funcionamiento del servicio o por falta en el sostenimiento de las redes y demás equipos. Las ideas que se dejan expuestas han sido desarrolladas en los fallos de esta misma sala dictados el 20 de febrero de 1989 (proceso 4655), diciembre 11 (Proceso 6090) y diciembre 18 de 1990 (proceso 5925). En el caso sub judice la sala acepta el análisis del tribunal y sus conclusiones, los que no se apartan fundamentalmente de la jurisprudencia antecitada. Y los acepta porque la evaluación del acervo probatorio se estima acertada y ajustada a la realidad procesal, como se expresó atrás; realidad que muestra una clara falla del servicio y que, en cierta forma, hace innecesaria la aplicación de la tesis de riesgo especial o excepcional. También comparte la sala el estudio del perjuicio causado a los damnificados y la relación de casualidad existente entre la falla y el daño. El estimativo de los morales se ajustó a la jurisprudencia de la sala. En cuanto a los materiales, la sala asimismo acepta la posición del tribunal y las pautas señaladas, con estas precisiones: en el considerando 5o. (a folios 466 del cuaderno principal) se crea el equívoco de la mayor edad del hijo de la víctima a los 19 años, cuando la ley habla de 18; y en los puntos 2 y 3 (a folios 467) las fórmulas utilizadas por la jurisprudencia son: a) para actualizar la renta o encontrar a Ra; Ra= r ind. f (ord. 1o.) ind, i b) indemnización vencida con la fórmula n Ra (1+i) 1; i n e indemnización futura: Ra (1+i) - 1 i (1+i)n Además, deber precisarse el ordinal 3o. de la sentencia en el sentido de que el procedimiento para la concreción del perjuicio material será el incidental que contempla el artículo 137 del C. de P.C., el que deberá presentarse dentro de los dos meses siguientes a la ejecutoria de este fallo. Lo anterior, por cuanto el artículo 308 del decreto 1400 de 1970 fue derogado por el decreto 2282 de 1989. Por lo expuesto y de acuerdo con la fiscalía 2a. el Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, administrando justicia en nombre de la República de Colombia y por autoridad de la ley, FALLA: Confírmase en todas sus partes la sentencia de marzo 8 de 1990, dictada por el tribunal administrativo del Valle del Cauca, con las precisiones hechas en la motivación. Cópiese, notifíquese y devuélvase. Esta providencia fue aprobada por la sala en su sesión celebrada el día 16 de mayo de 1991. Carlos Betancur Jaramillo, Presidente de la Sala, Julio César Uribe Acosta, Carlos Ramírez Arcila, Juan de Dios Montes Hernández Ruth Stella Correa Palacio, Secretaria.