Sentencia íntegra

Anuncio
AUD.PROVINCIAL SECCION N. 6
CEUTA
SENTENCIA: 00060/2014
UNIDAD PROCESAL DE APOYO DIRECTO
C/PADILLA S/N. EDIFICIO CEUTA CENTER 2ª PLANTA
Teléfono: 956510905
787530
N.I.G.: 51001 41 2 2009 0118947
PROCEDIMIENTO ABREVIADO 0000041 /2013
Delito/falta: ABUSOS SEXUALES
Denunciante/querellante: SINEB AHMED MOHAMED MINISTERIO FISCAL MINISTERIO FISCAL
Procurador/a: D/Dª VICTORIA PECINO MORA
Abogado/a: D/Dª RAMÓN FERNÁNDEZ DE MERA
Contra: PEDRO GORDILLO DURAN,
Procurador/a: D/Dª ESTHER MARIA GONZALEZ MELGAR
Abogado/a: D/Dª MANUEL MARTINEZ SELVA
SENTENCIA 60
Ilmo. Sr. Magistrado Presidente D. Fernando Tesón Martín.
Ilmo. Sr. Magistrado D. Emilio Martín Salinas.
Ilma. Sra. Magistrada Dña. Nuria Girón Román.
En Ceuta, a nueve de Abril de dos mil catorce.
Vista en Juicio Oral y Público por la Sección Sexta de esta Audiencia la causa
procedente del Juzgado de Instrucción nº Uno de Ceuta, seguida por delito de abusos
sexuales, contra DON PEDRO GORDILLO DURÁN, hallándose representado por
la Procuradora Doña Esther González Melgar y defendido por el letrado Don
Manuel Martínez Selva.
Ha sido parte el Ministerio Fiscal y Ponente el Ilmo. Sr. Don Fernando Tesón
Martín.
ANTECEDENTES
I.- El Juicio Oral tuvo lugar el día 4 de marzo de 2014.
II.- La acusación particular de Doña Sineb Ahmed Mohamed, representada por la
procuradora Doña Victoria Pecino Mora y defendida por el letrado Don Ramón
Fernández de Mera, calificó definitivamente los hechos como constitutivos de un
delito continuado de solicitud sexual, tipificado en el apartado primero del artículo
443 en relación con el art. 74.1º, en concurso con delito de abusos sexuales del art.
181.1º y 3º, (ex art. 444) todos del Código Penal, y, alternativamente, el mismo delito
continuado del art. 443, en relación con el art. 184 1º, 2º y 3º (ex art. 444) del
Código Penal, en base a los siguientes hechos: “ A comienzos del mes de septiembre de
2009, hundida bajo la presión de la situación por la que en aquellos momentos estaba
pasando toda vez que, habiendo sido víctima de malos tratos por parte de su ex marido,
se encontraba en paro, en trance de verse desalojada de la vivienda familiar ya cargo de
dos hijos menores, buscó consuelo en la persona de Mohamed Chaib, también miembro
del PP, un día que se encontró con este en el Centro Oficial Palacio Autonómico de
Ceuta, ofreciéndose el mismo como intermediario a fin de hacerle partícipe de sus
problemas a Pedro Gordillo.
Que al día siguiente el citado Mohamed Chaib la llamó por teléfono comunicándole que
se hallaba en compañía del Sr. Gordillo y de un tal Tafi, que también ocupa un cargo
político en el Ayuntamiento, y que podrían encontrarse en el Hotel Trip, lo que
efectivamente ocurrió, intercambiándose los teléfonos y emplazándose para hablar mas
adelante. Fue al día siguiente cuando, nuevamente recibió una llamada del Sr. Chaib,
dándole una cita a las 18 horas de esa misma tarde en el propio despacho del Sr.
Gordillo. En la misma mi cliente mostró su necesidad de que, en la medida que fuese
posible, se le adjudicara una vivienda y se le ayudara a conseguir trabajo, exponiéndole
la dicente sus problemas personales y a lo que éste se comprometió en ayudarla.
Igualmente entregó su currículo y expuso su experiencia laboral, ofreciéndole éste
varias alternativas de trabajo, así como de viviendas que se adjudicarían en breve,
comprometiéndose a ayudarla. Al despedirse, mi mandante recibió un afectuoso y
efusivo abrazo, al que no dio mayor trascendencia.
En abril de 2009 y previa llamada del Sr. Gordillo, Dña. Sineb volvió a acudir al
despacho de éste porque, según le dijo, habían encontrado un posible trabajo como
auxiliar administrativo para ella en un despacho de la conocida como “Brigada Verde”,
el cual depende del Ayuntamiento. Sin embargo mi mandante no superó, según le
dijeron, la prueba a la que se sometió
Pocos días recibió nueva llamada del citado Sr. Gordillo diciéndole que no se
preocupase y acudiera de nuevo a verle. En esta entrevista mi mandante puso de relieve
la preparación que tenía para trabajar en una naviera, sugiriéndole llamar a una tal Sr.
Torrado de cara a poder integrarse en la plantilla de la J.O.P. Al despedirse en esta
ocasión y sin que mi mandante pudiera evitarlo, el Sr. Gordillo la besó en la boca, al
tiempo que le prometía que trataría de conseguirle un trabajo a la dicente en la naviera.
Pasados unos días y habiendo sido la dicente seleccionada para trabajar en la naviera
Acciona, Dña. Sineb acudió al despacho de Pedro Gordillo para agradecerle su
intermediación, citándola éste para que se reunieran en su casa, haciéndole creer que iba
a estar presente su mujer.
Sin embargo al acudir a la cita en el domicilio de Pedro Gordillo comprobó que se
encontraba solo, sentándose junto a ella, diciéndole que había conseguido una trabajo
para ella en el Polifuncional del Príncipe, abrazándole libidinosamente, al tiempo que le
decía frases tales como “…a ti no te va a faltar de nada”, para continuar dándole varios
besos en la boca a la dicente, logrando Dña. Sineb zafarse y arguyendo una excusa para
marcharse del lugar.
Lejos de cesar en su empeño, el citado Sr. Gordillo la volvió a citar nuevamente a solas
en su casa, bajo el pretexto de concretar la adquisición de una vivienda en el Sarchal,
recibiéndola el referido Pedro Gordillo vestido con una bata de color burdeos de raso y
obrando del mismo modo que el anteriormente descrito, abrazándole y dándole besos, a
lo que Dña. Sineb se volvió a resistir argumentando que la dejar que le daba vergüenza,
a lo que él espetó que la deseaba y cogiéndola del brazo la condujo al dormitorio donde
le dijo “Si quieres que te ayude, chúpamela, si quieres que sea bueno contigo tu has de
ser bueno conmigo”, llegando ante tal compulsión y pese a la resistencia íntima que ello
le suponía a realizarle la felación.
Tras el desagradable incidente las llamadas telefónicas de Pedro Gordillo a mi
poderdante fueron haciéndose más frecuentes, viéndose ésta forzada a dar excusas cada
vez más inverosímiles para evitar así encontrarse nuevamente con él, dado que ella
intuía en ellas inequívocas intenciones de índole sexual, llegando incluso a invitarla a
marcharse unos días a Madrid con él, excusándose la Sra. Sineb en el último momento
afirmando que no podía dado que tenía un niño enfermo.
En la semana del 2 de noviembre de 2009 al no serle renovado el contrato de Acciona y
angustiada por su futuro laboral, Dña. Sineb se presentó de nuevo en el despacho de
Pedro Gordillo, recibiéndola éste con un beso en la boca que ésta a duras penas pudo
sortear, tras lo que se sentó y comenzó a exponerle sus preocupaciones
Sin embargo esta vez y temiendo que volviera a suceder algo similar, se previno y puso
a grabar su teléfono móvil, ofreciéndose Pedro Gordillo a la dicente para darle las
preguntas de unas oposiciones de Amgevicesa que estaban próximas.
Más, inopinadamente y casi sin transición, el Sr. Gordillo pidió a Dña. Sineb que se
sacara los pechos diciéndole “Estoy muy cachondo, vamos al baño”, percatándose mi
mandante que se había sacado el pene, cogiéndola entonces violentamente de la mano y
arrastrándola hasta la habitación de al lado donde se sentó en una silla y le dijo
“Chúpamela, ahora si te tienes que portar bien, dime que te gusta, dime como tienes el
coño que ya te la tengo que meter, me estás volviendo loco, te voy a dar todo lo que me
pidas”, al tiempo que, pese a al reiterada negativa de mi mandante conducía
frenéticamente su cabeza a la entrepierna, obligándola a introducirse el pene en la boca
tras lo cual eyaculó dentro.
Que antes de irse del despacho, Pedro Gordillo le aseguró que le tenía que dar algo más
si quería que le ayudase, por lo que la emplazó a citarse próximamente en la casa de
éste, dado que su esposa se iba a marchar una semana a Londres, añadiendo además que
se apuntara a una lista para viajar a un acto del PP que se celebraría en Barcelona pero
que ella no tenía que pagar nada a cuenta
Cuando mi mandante salió de dicho encuentro se cercioró de que había grabado con su
teléfono móvil el episodio sexual antes descrito, tras lo cual llamó a su primo Guardia
Civil (conocido como “Chaib” y que estuvo destinado en el consulado de Rabat) y éste
a su vez entabló conversación telefónica con otras personas, instándole éste a que mi
mandante le acompañara a ver a un tal Pérez Hita que parece ser que trabajaba en
Televisión de Ceuta y según el cual era del círculo más íntimo de Vivas, el cual a su vez
afirmó delante de la dicente “Esto le interesa a Vivas para quitarse de en medio a
Gordillo.
Que el referido Pérez Hita se encargó de descargar el vídeo grabado en el teléfono
móvil de Dña. Sineb, haciendo una única copia a petición de la misma y brindándose
éste a reunirse con Vivas en la casa de su hermano y mostrar allí el contenido del vídeo
al Presidente de la Ciudad y a cuatro consejeros más, pidiéndole que le prestara el
teléfono móvil, el cual le fue devuelto a la dicente con el contenido borrado.
A raíz de dichos sucesos han tenido lugar en Ceuta diferentes sucesos de corte político,
que no son motivo de reproche penal alguno y que no empecen, influyen o alteran las
conductas que han de ser objeto de este enjuiciamiento”.
III.- El Ministerio Fiscal presentó escrito de calificación absolutoria, en base a los
hechos siguientes: “ Desde comienzos de febrero hasta noviembre de 2009 Sineb
Ahmed Mohamed, acuciada por una delicada situación personal derivada de la falta de
empleo y medios económicos, acudió en repetidas ocasiones al despacho del
ayuntamiento de Pedro Gordillo Durán, mayor de edad por cuanto nacido el 19-3-41,
con DNI 31360482-M y sin antecedentes penales, a la sazón presidente regional del
Partido Popular de Ceuta y consejero de presidencia solicitando de aquél ayuda para
conseguir un empleo y una vivienda, entablándose entre ellos una relación de amistad y
de confianza que fue haciéndose cada vez más íntima, llegando a mantener relaciones
sexuales Sineb Ahmed Mohamed con Pedro Gordillo Durán, relaciones que fueron
mutuamente consentidas por ambos, sin que se haya acreditado que como consecuencia
de ello Sineb Ahmed Mohamed hubiera obtenido empleo o vivienda alguna como
consecuencia de las gestiones realizadas por Pedro Gordillo Durán”.
IV.- La defensa del acusado en sus conclusiones definitivas solicitó la libre
absolución de su defendido, proponiendo los hechos que a continuación se transcriben:
“Dña. Sineb Ahmed Mohamed, persona de amplios recursos y sobrada experiencia
(estuvo dos años en Arabia Saudita, apareciendo luego en la Mezquita de la M-30 de
Madrid, donde fue captada por el agente de la Guardia Civil afecto a los Servicios
Especiales del Cuerpo Sr. Hassan, quien a su vez la puso en contacto con otro de Ceuta
llamado Chaif). Paso a formar parte de un grupo de políticos que en Ceuta, se había
propuesto defenestrar a D. Pedro Gordillo Durán, al efecto Vicepresidente de la Ciudad,
por contrario a sus intereses, lo que resulta ajeno a este juicio.
El papel que se encomendó a la Sra. Sineb Ahmed Mohamed, era el de acercarse a él,
propiciando una serie de encuentros, bajo el pretexto de estar muy necesitada,
solicitando ayuda para obtener un empleo y una vivienda, echando mano, una vez más a
su condición de mujer separada y miembro del PP. De tales encuentros, debería recoger
pruebas, y entre ellas la de grabar las entrevistas, buscando siempre hacerle decir y
hacer lo que conviniese para ello, prometiéndole dicho grupo que le darían vivienda,
trabajo y dinero si toda salía bien. De esta forma, y a través de Chaid, obtiene una
primera entrevista, en su despacho oficial, en la que le expone sus pretendidas
necesidades (gastos escolares de sus hijos, trabajo y vivienda), mostrándose en todo
momento sugerente. Otras veces visitó a Don Pedro en su vivienda y en casi todos estos
encuentros éste la besó en la boca y en una de las ocasiones en el despacho oficial, a
horas fuera de atención al público y a puerta cerrada, ella le practicó una felación.
Dicho encuentro fue grabado, siquiera de forma muy imperfecta y sin que ningún en
ningún caso le prometiese ni trabajo ni vivienda, lo que además no entra dentro de sus
facultades. Consta no obstante que en una ocasión le pagó una prenda de ropa a su hija,
y en otra, a petición de ella, y en el ánimo de buscarle algún empleo en la empresa
privada ACCIONA, la puso en contacto con el encargado Sr. Grimaldi, logrando
trabajar como azafata dos o tres meses. Consta igualmente que Don Pedro Gordillo, le
avisó de la existencia de una plaza de Auxiliar Administrativo en la Patrulla Verde,
indicándole lo que contenía el temario, (es decir, los temas, sin indicación de preguntas
ni respuestas) sin que lograse superar la prueba. Formuló reclamación, contestada por el
propio Don Pedro Gordillo, quien le indicó en su escrito, que el proceder de la
administración había sido en todo momento correcto.
En cuanto al DVD en el que se contiene la grabación, aparte de que no hace al caso que
se juzga, no puede merecer sino nuestra impugnación, por cuanto ni ha mantenido la
cadena de custodia, ha sido ampliamente manipulado (véase la declaración del Sr. Pérez
Hita), y ha merecido pareceres distintos de la Policía, Guardia Civil y de la firma
VALVONTA. Se adjunta el último contrainforme de esta firma. Para esta parte este
DVD no forma parte de la defensa y su interés en el mismo, lo ha sido a la única
finalidad de acreditar la existencia de ese grupo que ha pretendido perjudicar a Don
Pedro Gordillo, habiendo logrado su dimisión, la que se llevó en forma totalmente
voluntaria, reconociendo que si su relación con Dña. Sineb, ha sido la propia de dos
adultos, sin promesas, violencia ni coacciones, no es correcto valerse de una despacho
oficial para ellas”.
V.- La Sra. Abogado del Estado solicitó la absolución respecto a la petición
de condena como responsable civil subsidiario del Estado español.
HECHOS PROBADOS
Primero.- Entre los hechos alegados por la acusación particular, se declaran
probados lo siguientes: En los primeros días del mes de septiembre de 2009, Doña
Sineb Ahmed Mohamed, como consecuencia de encontrarse en una difícil situación
económica, en paro, en trance de ser desalojada de la vivienda que habitaba, por
problemas matrimoniales, y a cargo de dos hijos menores, en su calidad de miembro del
Partido Popular de esta ciudad de Ceuta, consiguió a través de otros militantes que le
concertaran una entrevista con Don Pedro Gordillo Durán, mayor de edad y sin
antecedentes penales, al que expuso sus problemas, fundamentalmente, la necesidad de
un trabajo y de una vivienda, contestando aquél que la ayudaría.
A lo anterior siguieron varios encuentros que se prolongaron hasta la primera
semana de noviembre, tanto en el despacho del Sr. Gordillo como en el domicilio
particular de éste, ambos en la ciudad de Ceuta, que dieron lugar a determinadas
gestiones que el mismo hizo a favor de Doña Sineb, informándola de la celebración de
unas oposiciones que se iban a celebrar para una plaza en la denominada “Brigada
Verde”, dependiente del Ayuntamiento de Ceuta, a cuyo examen se presentó y no
superó, llamando al delegado de la empresa Acciona en esta Ciudad para comunicarle
que Doña Sineb le entregaría un currículo, lo que efectivamente hizo y una vez que éste
lo remitió a los responsables de personal de dicha empresa en Madrid, aquélla obtuvo
un trabajo en la misma durante el periodo estival. Asimismo, el acusado llegó a pagar la
factura de un uniforme escolar de su hija.
Durante las citadas entrevistas, algunas de ellas propiciadas por llamadas
telefónicas del Sr. Gordillo con la excusa de comentar el resultado de las gestiones que
estaba realizando y de tomar otras iniciativas, fue poniéndole de manifiesto su
atracción sexual hacia ella a base de abrazos y besos que se salían de la tónica normal
de saludos y despedidas, al mismo tiempo que seguía ofreciéndose para ayudarla,
dándole a entender claramente que ello sería a cambio de sus favores sexuales, a lo que
Doña Sineb no se opuso, con el objetivo de conseguir sus pretensiones, llegando a
realizarle al menos en dos ocasiones una felación, la última de las cuales fue grabada
por ella con su teléfono móvil.
Segundo.- Respecto de los hechos alegados tanto por el Ministerio Fiscal (que
solicitaba la absolución del acusado) como por la defensa, y aun cuando no pueden
integrar el relato fáctico incriminatorio de esta sentencia en tanto en cuanto son
elementos fácticos que apoyan la tesis de la acusación, por respeto al principio
acusatorio, se declaran probados los siguientes:
Don Pedro Gordillo Durán era presidente regional del Partido Popular de Ceuta y
Consejero de Presidencia de la Ciudad Autónoma de Ceuta, y desestimó una queja que
había formulado la Sra. Sineb al no haber superado las oposiciones para obtener un
puesto de trabajo en un organismo dependientes de dicha Administración,
concretamente en la denominada “Brigada Verde”.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.- La primera cuestión que hemos de abordar se refiere a la petición de
la defensa sobre la declaración de nulidad de la grabación aportada a la causa como
documental, en el turno de intervenciones previas abierto al inicio de las sesiones del
juicio oral en virtud de lo dispuesto en el art. 786.2 de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal.
Esta Sala acordó la desestimación de la pretensión, por las razones que se
señalaron sucinta y verbalmente en dicho acto, por considerar que no constituye
contravención alguna del secreto de las comunicaciones la conducta del interlocutor en
la conversación que graba ésta y que lo hace también respecto de su propia intervención
en los hechos, y sin que, desde luego exista duda sobre la fiabilidad de una grabación
que ha sido objeto de pericia al respecto por parte de la Comisaría General de Policía
Científica, a cuya conclusión (folio 466) damos mayor credibilidad, por su rigor técnico
e imparcialidad que a la pericia aportada por la parte (folios 547 y ss) elaborada por una
empresa de seguridad y auditoría de sistemas de videovigilancias (Valvonta), máxime
cuando no hubo oposición o protesta de dicha parte por que se llevara a efecto su
reproducción en el acto de la vista, y respecto de la cual el propio acusado manifestó, en
el uso del derecho a la última palabra, que se alegraba de haber visto la grabación que se
reprodujo en el acto del juicio, porque no había habido violencia.
Por otro lado, la validez como prueba de grabaciones realizadas en parecidas
circunstancias por uno de los interlocutores o intervinientes ha sido avalada por
reiterada jurisprudencia del Tribunal Supremo (Cfr., por todas, STS de 7 de febrero de
2014).
SEGUNDO.En segundo lugar, nos corresponde realizar una precisión que a la
postre resultará esencial para nuestras conclusiones, acerca del contenido de los hechos
probados, a los que hemos llegado de acuerdo con el principio de libre valoración de la
prueba y con suma facilidad, dada la falta de controversia que en sus aspectos esenciales
manifestaron las partes y los distintos intervinientes, acusado y testigos, sin perjuicio de
las discrepancias que cada uno mantiene en sus repectivas calificaciones jurídicas.
Pero la cuestión que es necesario aclarar se refiere fundamentalmente al principio
acusatorio en lo que respecta a la elaboración de los hechos probados y sus
correspondencia con los alegados por las partes.
Señala, entre otras cosas, la STS de 11 de abril de 2007 que “la acusación ha de ser
precisa y clara respecto del hecho y del delito por el que se formula y la sentencia ha
de ser congruente con tal acusación sin introducir ningún elemento nuevo del que no
hubiera existido antes posibilidad de defenderse" (s. T.S. 7/12/96 ); y que "el
establecimiento de los hechos constituye la clave de la bóveda de todo el sistema
acusatorio del que el derecho a estar informado de la acusación es simple
consecuencia (s. T.S. 15/7/91),"los hechos básicos de la acusación constituyen
elementos substanciales e inalterables y la sentencia tiene que ser congruente respecto
de los mismos, sin la introducción de ningún nuevo elemento del que no existiera
posibilidad de defensa "(SS. T.S. 8/2/93, 5/2/94 Y 14/2/95 ). En suma, como se precisa
en s. 26/2/94 es evidente: "a) Que sin haberlo solicitado la acusación no puede
introducir un elemento "contra reo" de cualquier clase que sea; b) Que el derecho a ser
informado de la acusación exige su conocimiento completo; c) Que el inculpado tiene
derecho a conocer temporánea y oportunamente el alcance y contenido de la acusación
a fin de no quedar sumido en una completa indefensión; y d) Que el objeto del proceso
no puede ser alterado por el Tribunal de forma que se configure un delito distinto o una
circunstancia penológica diferente a las que fueron objeto del debate procesal y sobre
la que no haya oportunidad de informarse y manifestarse el acusado".
Constituye asimismo, según el citado T.C., el primer elemento del derecho
de defensa, que condiciona todos los demás, pues mal puede defenderse de algo que no
sabe en concreto -s. 44/83 de 24 de mayo- Consiste substancialmente este derecho en
asegurar el conocimiento del acusado acerca de los hechos que se le imputan y de los
cargos que contra él se formulan -SS 14/86 de 12 noviembre, 17/88 de 16 febrero y
30/89 de 7 de febrero - y se satisface, pues, siempre que haya conocimiento de los
hechos imputados para poder defenderse de los mismos- s. 170/90 de 5 noviembre.También el Tribunal Supremo ha reconocido que el derecho a la tutela efectiva
comporta, entre otros, el derecho a ser informado de la acusación, como primer
elemento del derecho de defensa, que condiciona a todos los demás, SS 4/11/86,
21/4/87 Y 3/3/89, teniendo derecho el acusado a conocer temporáneamente el alcance y
contenido de la acusación a fin de no quedar sumido en una completa indefensión, cual
sucede si de modo sorpresivo es blanco de novedosas imputaciones exteriorizadas y
hechas saber cuando han precluido sus posibilidades de alegación y de proposición de
pruebas exculpatorias S.S.9/9/87,8/5/89,25/5/90, 18/5/92, 1824/93 de 14 julio, 1808/94
de 17 octubre, 229/96 de 14 marzo, 610/97 de 5 mayo, 273/98 de 28 febrero, 489/98 de
2 abril, 830/98 de 12 junio, 1029/98 de 22 septiembre y1325/2001 de 5 julio, entre
otras.
La reciente s. 669/2001 de 18 abril es suficientemente esclarecedora al precisar:
"Una reiterada jurisprudencia de esta Sala, SS. 15/3/97 y 12/4/99, entre otras, han
declarado que lo verdaderamente importante, para no vulnerar el principio acusatorio,
es el relato fáctico de la acusación sea respetado en las líneas esenciales, no en todos
sus detalles, muchos de ellos irrelevantes en la mayor parte de los casos, pero también
se ha mantenido para ser respetuoso con el derecho constitucional a ser informado de
la acusación y con el derecho de defensa el relato fáctico de la calificación acusatoria
debe ser completo (debe incluir todos los elementos fácticos que integran el tipo
delictivo objeto de la acusación y las circunstancias que influyen sobre la
responsabilidad del acusado) y específico (debe permitir conocer con precisión cuales
son las acciones o expresiones que se consideran delictivas) pero no exhaustivo, es
decir que no se requiere un relato minucioso y detallado, por así decido
pormenorizado, ni la incorporación ineludible al texto del escrito de elementos fácticos
que obren en las diligencias sumariales y a los que la calificación acusatoria se refiere
con suficiente claridad (s. T.S. 4/3/99 ).
La cuestión, por tanto, es si tal cambio en el relato histórico implica una mutación
sustancial a los efectos del principio acusatorio y del correlativo derecho de defensa.
Es sabido que las modificaciones de detalles o de aspectos meramente secundarios no
conculcan tales principios y pueden ser introducidos por el Tribunal sentenciador en su
resolución, con objeto de ser más respetuosos con la descripción de la verdad material
de lo acontecido. Sobre este particular hemos de señalar: 1) Que lo que es objeto de
contradicción en el debate del juicio oral es lo que se refleja en los respectivos escritos
de acusación y de defensa, esto es, los elementos fácticos y jurídicos que enmarcan el
objeto del proceso penal; 2) Que tal marco no es inflexible, sino que, por un lado,
puede traspasarse con la introducción de elementos episódicos, periféricos o de mero
detalle, no afectantes al derecho de defensa, y por otro, se ensancha o se acorta en el
momento en que las partes elevan a definitivas sus conclusiones provisionales, dándose
oportunidad de nuevos elementos probatorios posteriores que desvirtúen los
introducidos en dicha fase procesal, para salvaguardar el derecho de defensa; 3) Que
las modificaciones que se introduzcan no pueden modificar esencial o sustancialmente
los elementos fácticos del relato histórico que las acusaciones sometan a la
consideración del Tribunal, si no se ha producido una petición condenatoria al menos
alternativa por parte de las mismas; 4) Por último, tal modificación sustancial debe
obviamente valorarse de acuerdo con las particulares del caso enjuiciado.
Asimismo, tiene declarado el mismo Alto Tribunal (Cfr. SSTS de 2 de julio de
1999 y 18 de marzo de 2009) que existen dos elementos que tienen eficacia
delimitadora del objeto del proceso, y, en consecuencia, capacidad para vincular al
juzgador en aras de la necesaria congruencia. Por un lado, y es el elemento
fundamental, el hecho por el que se acusa, es decir, el conjunto de elementos fácticos
en los que se apoya la realidad o clase de delito, el grado de perfección del mismo, la
participación concreta del inculpado, las circunstancias agravantes sean genéricas o
constitutivas del tipo y, en definitiva, todos aquellos datos de hecho de los que ha de
depender la específica responsabilidad penal que se imputa. Esta base fáctica de la
acusación vincula al Tribunal, de modo que éste no puede introducir en la sentencia
ningún hecho nuevo en perjuicio del reo que antes no figurase en la acusación. Claro
es que puede ampliar las circunstancias o detalles de lo ocurrido conforme a la prueba
practicada en el juicio oral en aras de una mayor claridad expositiva o una mejor
comprensión de lo ocurrido; pero no puede traer a su relación de hechos probados
nada extraño a la calificación de alguna de las partes acusadoras, que pudiera tener
trascendencia en cuanto punto de apoyo fáctico para la existencia o agravación de la
responsabilidad penal, porque si así lo hiciera causaría indefensión al acusado que no
tuvo oportunidad de defenderse alegando y probando lo que hubiera tenido a su
alcance para contrarrestar aquello que se le imputa. El otro elemento vinculante para
el Tribunal es la calificación jurídica hecha por la acusación. La clase de delito, si éste
fue o no consumado, el grado de participación del acusado y las circunstancias
agravantes han de estar recogidas en la acusación, de modo que en la sentencia no
puede condenarse más gravemente que lo por ley corresponda conforme a todos esos
elementos concretados por los acusadores.
En el presente caso el relato de hechos que contiene el escrito de la
acusación particular sólo nos aporta, con referencia al acusado, que se llama Pedro
Gordillo y que realizaba las entrevistas con la denunciante en su despacho y en su
domicilio particular, así como las peticiones sexuales, y su realización a cambio de las
gestiones de éste para que la denunciante consiguiera un puesto de trabajo y una
vivienda, pero omite cualquier referencia al cargo que desempeñaba, a su carácter de
autoridad o funcionario público, y a las competencias que de ello pudieran derivarse, así
como a cualquier intervención oficial en tal calidad en cualquier asunto en el que la
misma estuviera interesada y pendiente de su resolución, consulta o informe, que
hubiera de evacuar el acusado como consecuencia de un ejercicio de autoridad preterido
en las alegaciones de parte.
Resulta en consecuencia inviable, de acuerdo con tan clara doctrina
jurisprudencial, que en esta sentencia se puedan integrar los hechos probados con
elementos incriminatorios no mencionados por la acusación particular y que son
esenciales para la configuración de los tipos delictivos para los que se pide la condena,
por mucho que los mismos hayan sido objeto de prueba y debate en el plenario, e
incluso, aun cuando los hubieran alegado en sus respectivos escritos de calificación
definitiva las partes no acusadoras, es decir, el Ministerio Fiscal y la defensa, de los que
se puede extraer que el acusado desempeñaba en dicha época los cargos de presidente
regional del Partido Popular y Consejero de la Presidencia de la Ciudad Autónoma de
Ceuta, y que incluso, según se señala en el escrito de defensa, llegó a resolver
(desestimándola) una queja que la Sra. Sineb había formulado contra el resultado de
unas oposiciones en el Ayuntamiento de Ceuta para un puesto de trabajo que no había
superado.
Es por ello por lo que hemos dividido en dos partes nuestro relato de hecho
probados, pero descartamos la segunda, por no haber sido propuesta por la acusación,
para nuestra labor de subsunción de la premisa fáctica en la norma penal.
Lo anterior supone que, no habiéndose alegado nada de ello en el escrito de
acusación, en apoyo de los elementos fácticos que servirían para defender la existencia
de los tipos penales que en el mismo se proponen, como las competencias o, al menos,
las posibilidades que el Sr. Gordillo pudiera tener para dar un puesto de trabajo a la Sra.
Sineb, al aparecer en la prueba practicada como vicepresidente de la Ciudad con
potestades en materia de personal, que se ha afirmado tanto por el propio acusado como
por alguno de los testigos, estaban delegadas en un viceconsejero, pero sin que en
ningún caso aparezca en la causa el decreto de delegación, o las posibilidades que, en
cualquier caso, habría tenido para nombrar discrecionalmente en su ámbito
competencial como personal de confianza a la propia Sineb, habiendo llegado a resolver
una queja de ésta frente al resultado de una oposición que la misma no había
superado, episodio reconocido por el acusado y su defensa, con la trascendencia que
ello habría tenido en la configuración del delito del art. 443 del Código Penal, pero sin
que se haya propuesto por la acusación alguna constatación a través de prueba
documental, o algunas otra posibilidad derivada precisamente de los distintos
documentos presentados por la defensa y emitidos por diferentes responsables de la
Ciudad Autónoma o sus distintas empresas o servicios, en los que si bien en su mayoría
se informa sobre la ausencia de competencia del Sr. Gordillo en materia de personal, así
como de su intervención en cualquier proceso de selección en la que estuviera
interesada la denunciante, sin embargo existen documentos tan trascendentes pero
igualmente obviados en el escrito de acusación, como el oficio (folio 371) dirigido por
el acusado a la Sociedad Municipal “Aparcamientos Municipales y Gestión Vial de
Ceuta S.A.., Amgevicesa, entidad que fue objeto de la conversación que aparece en la
grabación reproducida en el plenario, y mencionada expresamente por la propia Sineb y
en la que el Sr. Gordillo, como presidente de su consejo de administración, propuso que
se le delegara “la realización y aprobación de cuantas convocatorias y bases sean
necesarias para consolidar las plazas de los trabajadores de esta empresa, así como la
cobertura de aquellas plazas que estén vacantes o se produzcan por efecto de la acción
empresarial”, lo que se tradujo en la contratación de algunos trabajadores por parte del
acusado, según informe del gerente de dicha entidad, Don Antonio Díaz Sanz (folio
367).
Insistimos en que nada de ello es invocado ni argüido por la acusación
particular, ya que con independencia de lo que se haya podido acreditar en el plenario,
si pese a tal prueba, ello no ha tenido el pertinente traslado a las alegaciones de la parte
acusadora particular, en la correspondiente modificación fáctica de sus conclusiones,
queda vedada cualquier posibilidad de su incorporación a los hechos probados, aun
cuando nos encontremos ante un supuesto en el que es la defensa la que aporta hechos
incriminatorios que además han resultado probados (circunstancia de la que
difícilmente pueden encontrarse precedentes, no sólo en la jurisprudencia sino en la
simple casuística de los tribunales), y que podrían haber completado el tipo penal
truncado en las conclusiones fácticas acusatorias. Lo insólito de la cuestión sólo podría
tener una explicación en la errónea creencia de la defensa en el sentido de que la no
estimación de la queja de Sineb beneficiaba su posición, olvidando que el delito
previsto en el art. 443 del Código Penal, como se ha visto, se consuma con la simple
solicitud de índole sexual y con la pendencia de un asunto, con las condiciones descritas
en el precepto, sin necesidad de que el funcionario o autoridad beneficien a la víctima
en la resolución que, en su caso, recaiga en el expediente en cuestión, o que incluso la
misma sea dictada.
En cualquier caso, insistimos en que no nos resulta admisible recrear los hechos
probados, a base de incorporarles parches extraídos de los distintos escritos de las partes
(acusadoras o no), escogiendo extractos fácticos que perjudiquen al acusado y
confeccionando así un relato único, dispar respecto al de la acusación particular y
fundamentador de la condena.
TERCERO.- Corolario de lo anterior ha de ser un fallo absolutorio al que nos
llevan unos hechos que no tienen cabida en ningún tipo penal vigente, no por falta de
prueba, sino de alegación.
En el escrito de calificación definitiva de la acusación particular se califican los
hechos como constitutivos de un delito continuado de solicitud sexual, tipificado en el
apartado primero del artículo 443 en relación con el art. 74.1º, en concurso con delito de
abusos sexuales del art. 181.1º y 3º, (ex art. 444) todos del Código Penal, y,
alternativamente, el mismo delito continuado del art. 443, en relación con el art. 184 1º,
2º y 3º (ex art. 444) del Código Penal.
Establece el citado art. 181 lo siguiente:
1. El que, sin violencia o intimidación y sin que medie consentimiento, realizare
actos que atenten contra la libertad o indemnidad sexual de otra persona, será
castigado, como responsable de abuso sexual, con la pena de prisión de uno a tres años
o multa de dieciocho a veinticuatro meses.
2. A los efectos del apartado anterior, se consideran abusos sexuales no
consentidos los que se ejecuten sobre personas que se hallen privadas de sentido o de
cuyo trastorno mental se abusare, así como los que se cometan anulando la voluntad de
la víctima mediante el uso de fármacos, drogas o cualquier otra sustancia natural o
química idónea a tal efecto.
3. La misma pena se impondrá cuando el consentimiento se obtenga prevaliéndose
el responsable de una situación de superioridad manifiesta que coarte la libertad de la
víctima.
4. En todos los casos anteriores, cuando el abuso sexual consista en acceso carnal
por vía vaginal, anal o bucal, o introducción de miembros corporales u objetos por
alguna de las dos primeras vías, el responsable será castigado con la pena de prisión
de cuatro a diez años.
En el caso, la acusación particular se ha decantado por los números uno y tres del
indicado artículo, obviando extrañamente el cuatro (acceso carnal por vía vaginal, anal
o bucal), a pesar de que en la descripción fáctica que contiene en su escrito de
conclusiones se refiere a dos felaciones.
En cualquier caso, en la línea argumentativa que sigue dicha parte, y que se deduce
de su escrito de conclusiones, así como de los interrogatorios y del propio informe, se
puede observar que mezcla elementos de esta infracción penal, con los que configuran
el delito de agresión sexual de carácter violento o intimidatorio, puesto que se alega la
existencia de una especie de forzamiento físico para vencer la voluntad de la
denunciante, que refiere que durante los actos descritos llegó el acusado a agarrarla con
fuerza apretándole la cabeza, citando la parte doctrina jurisprudencial sobre la
intensidad que requiere dicho forzamiento o intimidación sobre la víctima, con la
entidad suficiente y la permanencia necesaria para enervar o debilitar la fuerza del
sujeto pasivo, sin que ello tenga reflejo en la calificación jurídica, que se refiere al
abuso y no a la agresión sexual. Por tanto, la ausencia de la más mínima referencia de
parte a los artículos 178 y 179 del Código Penal, nos hace descartar cualquier tipo de
agresión sexual (a pesar de las continuas alusiones a forzamientos y negativas que
contiene el testimonio de la denunciante) y nos quedamos sólo con la calificación por
abusos sexuales a los que sí se refiere dicho escrito de acusación, a pesar de los
argumentos referidos a esa supuesta violencia en la ejecución de los actos sexuales
narrados, y que, a mayor abundamiento, puede señalarse que ni por asomo existió en el
presente caso, tal como pudo comprobarse, no sólo en la reproducción en el plenario de
la grabación del último de los episodios narrados, donde, a pesar de los defectos (sobre
todo de audición), se apreciaba sin ninguna duda una relación absolutamente
consentida, sin que sea necesario entrar en más detalles soeces e innecesarios para
razonar tal conclusión, por los mismos motivos que nos llevaron a declarar a puerta
cerrada la vista durante dicha reproducción, sino en el resto de las pruebas practicadas,
de cuya valoración conjunta puede extraerse claramente la existencia de una situación
de necesidad apremiante de la denunciante, que la llevó a consentir, posiblemente muy a
su pesar y desde un profundo e íntimo rechazo, una relación que ella pensaba que podría
servirle de medio para solucionar su grave problema económico y familiar, pero que no
dejaba de ser una decisión libre y voluntaria de una persona adulta que no sufría ningún
tipo de deficiencia o afectación relevantes en sus capacidades intelectivas o
volitivas. Así, resulta significativa la naturalidad con que se prestó a dichos actos
sexuales, que, no olvidemos, ella misma estaba grabando a través de su teléfono móvil,
y que realizó de una forma mecánica y con absoluta indiferencia y frialdad mientras
proseguía sin cesar hablando de su problema, tomando ella en alguna ocasión la
iniciativa, y en otras dirigiéndole frases distendidas o en tono jocoso, como “¡qué malo
eres¡”, para terminar dirigiéndose, según su propia manifestación, a una cafetería
cercana en donde tomo un café y un trozo de tarta.
Es decir, no es que no se aprecie violencia o intimidación, que en cualquier caso,
repetimos, no han tenido reflejo en la calificación jurídica de la acusación, ni siquiera
en los momentos en que la denunciante manifestaba su negativa a ir a más en el acto
sexual, ya que no existe prueba alguna de que el acusado venciera de manera violenta o
intimidatoria dicha oposición verbal, sino que tampoco existe el prevalimiento apto para
coartar la voluntad de la misma.
Efectivamente, dicho prevalimiento se diferencia de la intimidación que determina
el delito de agresión sexual, en que en éste la víctima no puede decidir, pues la
intimidación es una forma de coerción ejercida sobre su voluntad, anulando o
disminuyendo de forma radical su capacidad de decisión para actuar en defensa del bien
jurídico protegido, que no es otro que la libertad o indemnidad sexuales, de manera que
tal intimidación posee una naturaleza psíquica y requiere el empleo de cualquier tipo de
coacción, amenaza o amedrentamiento con un mal racional y fundado, y que en el caso,
como se ha dicho, es descartable de forma palmaria. Sin embargo en el prevalimiento,
la situación que restringe la libertad de decisión es una especie de intimidación pero de
grado inferior, que no impide absolutamente tal libertad, pero que la contrae
considerablemente, o en otras palabras, que la situación de superioridad manifiesta a la
que se refiere el citado art. 181.3 del Código Penal, es aquella de la que se vale el
agente, como consecuencia de una posición de privilegio, y que produce una especie de
abuso de superioridad sobre la víctima, que la presiona, impidiéndole tomar una
decisión libre en materia sexual.
Insistimos en que, con independencia de que dicha posición privilegiada no
aparece en el escrito de acusación, de manera que si la parte acusadora no nos alega no
sólo el cargo que ostentaba el Sr. Gordillo, de donde pudiera emanar su autoridad, sino
ni siquiera el carácter de despacho oficial de la Ciudad Autónoma de Ceuta del lugar
donde se llevan a efecto algunas de las conductas objeto de acusación, nosotros, como
ya hemos dicho, no podemos añadir tales elementos fácticos fundamentales e
incriminatorios al relato del hecho probado, lo cierto es que en ningún caso se ha
acreditado con la certeza que requeriría una condena penal, que la decisión de la
denunciante de aceptar realizar tales actos, estuviera afectada por el nivel de coerción
que requiere el tipo penal propuesto. Se trata de una decisión libre y voluntaria, si bien
profundamente afectada por la necesidad, que la lleva incluso a aceptar en una ocasión
una contraprestación económica, a través del pago de una factura por la compra de un
uniforme de su hija, así como a intentar propiciar el escenario para la obtención de la
adjudicación de una vivienda y de un puesto de trabajo, que incluso llega a conseguir
temporalmente en una entidad privada como es la naviera Acciona, a través de una
gestión del propio acusado, con independencia de los posibles engaños o falsas
promesas de las que el mismo pudo valerse para conseguir los favores sexuales
recibidos, los cuales, si hubieran podido ser evaluados económicamente, nos podrían
haber acercado a figuras delictivas muy diferentes a las que nos ocupan, y que protegen
bienes jurídicos tan distantes a aquéllas como puede ser incluso el patrimonio; nos
referimos a la figura delictiva en la que puede incurrir quien obtiene sin
contraprestación determinados servicios mediante engaño y sin ninguna intención de
pagarlos lo que podría habernos conducido incluso a un hipotético delito de estafa.
En definitiva, no procede enmarcar los hechos en el pretendido abuso sexual con
prevalimiento, no sólo por las indicadas razones que derivan del principio acusatorio,
sino porque la citada infracción penal, que el Código Penal de 1995 ha construido
sustituyendo la frase del de 1973 (al que también hizo referencia la acusación,
aludiendo a la antigua figura del estupro), “prevaliéndose de su superioridad originada
por cualquier relación o situación” por la del texto actualmente vigente de
“prevaliéndose el culpable de una situación de superioridad manifiesta que coarte la
libertad de la víctima”, exigiendo con ello el doble requisito de que la situación de
superioridad sea a la vez notoria y evidente (“manifiesta”), es decir, objetivamente
perceptible y no sólo apreciada subjetivamente por una de las partes, y también sea
“eficaz”, es decir, que tenga relevancia bastante para coartar o condicionar la libertad de
elección de la persona sobre quien se ejerce, y ello, como se ha dicho, no ha quedado
probado en el presente caso, ya que, sin perjuicio de los condicionantes ya aludidos,
derivados de una situación de necesidad que desgraciadamente padecen muchas
personas y familias, y de la que algunos ciudadanos optan por salir a través de
comportamientos más o menos reprochables desde el punto de vista social o ético, en
ningún caso nos encontramos ante un caso de desnivel notorio entre las posiciones de
ambas partes, en el que una de ellas se encuentra en una manifiesta situación de
inferioridad que restringe de modo relevante su capacidad de decidir libremente, y la
otra se aprovecha deliberadamente de su posición de superioridad, consciente de que la
víctima tiene coartada su libertad de decidir sobre la actividad sexual impuesta, máxime
cuando la acusación particular no nos proporciona los elementos fácticos necesarios.
Así, la STS de 11 de julio 2003 señala que los delitos de abusos sexuales definidos
y castigados en los arts. 181 y 182 atentan contra la libertad sexual, no porque el sujeto
pasivo sea violentado o intimidado, sino porque, o bien no tiene capacidad o madurez
para prestar consentimiento a que otro disponga sexualmente de su cuerpo, o bien el
consentimiento que presta ha sido viciado intencionalmente por el sujeto activo que se
prevale de una situación de superioridad manifiesta. En este segundo tipo del delito, de
menor gravedad que el primero, no existe ausencia sino déficit de consentimiento en el
sujeto pasivo, determinado por una situación de clara superioridad de la que el sujeto
activo se aprovecha. La definición legal de este tipo de abusos sexuales no exige, para
su integración, que la víctima vea su libertad sexual anulada sino que la tenga
simplemente limitada o restringida. Y si bien es cierto que el abuso sexual con
prevalimiento ya no limita su aplicación a los abusos sobre personas menores de
edad, es claro que la edad de la víctima puede determinar la desproporción o asimetría
que define el abuso de superioridad ínsito en el prevalimiento, pues cuanto menor sea
dicha edad, es decir, más joven sea la víctima, menos capacidad de libre discernimiento
tiene la persona afectada, pero que en el supuesto que analizamos tampoco se da, sin
que en ningún caso podamos concluir que aquí se consiguiera evitar que la denunciante
actuara según las pautas derivadas del ejercicio de su derecho de autodeterminación,
como consecuencia de una situación que la presionara de forma suficiente para debilitar
su voluntad, con la relevancia penal requerida, y si bien no es necesario que fuera
irresistible, ya que no se trata de de una agresión sexual, sí habría de ser idónea y lo
suficientemente importante para coartar la libertad del sujeto pasivo, lo cual no sucede
cuando, ante una situación como la descrita, la Sr. Sineb eligió libremente dicha vía y
no otra u otras por las que podría haber optado para intentar la solución de su problema.
CUARTO.- Las mismas consideraciones en relación con la aplicación del
principio acusatorio han de predicarse del delito objeto de acusación que se define en el
art. 443.1 del Código Penal.
Señala textualmente el indicado precepto que será castigado con la pena de
prisión de uno a dos años e inhabilitación absoluta por tiempo de seis a 12 años, la
autoridad o funcionario público que solicitare sexualmente a una persona que, para sí
misma o para su cónyuge u otra persona con la que se halle ligado de forma estable
por análoga relación de afectividad, ascendiente, descendiente, hermano, por
naturaleza, por adopción, o afín en los mismos grados, tenga pretensiones pendientes
de la resolución de aquel o acerca de las cuales deba evacuar informe o elevar consulta
a su superior.
Son, por tanto, requisitos configuradores del indicado tipo penal, los siguientes:
1º) Que el agente del delito sea autoridad funcionario público;
2º) Que solicite sexualmente a alguien, bastando cualquier conducta con dicho
contenido, pero sin que sea necesaria su efectiva realización.
3º) Que la persona solicitada tenga pretensiones pendientes de resolución del
acusado acerca de las cuales éste deba evacuar informe o elevar consulta.
Esta Sala estima que en el presente caso se habrían dado los tres requisitos, si el
principio acusatorio no nos impusiera descartar la segunda parte de nuestro relato
fáctico, máxime cuando el tercero de tales presupuestos ha sido matizado por la doctrina
del Tribunal Supremo, aun en la interpretación de la figura equivalente en redacciones
anteriores a la vigente (Cfr. SSTS de 13 de junio de 1979 y de 14 de diciembre de
1992), al considerar que la relación de carácter administrativo o judicial, para ser tenida
en cuenta a efectos penales, no tiene que poseer una estricta naturaleza formal, sino que
será suficiente la existencia de cualquier pretensión o expectativa ligada al ámbito de
actuación de la autoridad o funcionario, en cuyo resultado pudiera ejercer apreciable
influjo la favorable o adversa disposición del agente. Y que la expresión "pendientes de
resolución" no puede entenderse simplemente como pendiente de dictar resolución en el
sentido técnico-jurídico de la palabra... sino que dicha expresión quiere decir pendiente
de una toma de decisión que, de hecho esté al alcance del funcionario".
Pero la preterición en el escrito de acusación y, por tanto, la falta de
integración en nuestro relato fáctico de la cualidad de autoridad o funcionario público
del acusado, del carácter oficial del despacho donde se llevaron a efecto algunas de las
entrevistas y actos objeto de acusación, así como de las pretensiones pendientes de la
resolución de aquél o acerca de las cuales debiera evacuar informe o elevar consulta a
su superior, nos abocan sin más al fallo absolutorio, a pesar de que la Sala, si hubiera
podido disponer de tales elementos fácticos incriminadores para su inclusión en la
narración de hechos probados, al contrario de lo que ha ocurrido con el primero de los
delitos analizados, podría haber alcanzado una conclusión condenatoria, ante la clara
concurrencia del primero de sus requisitos configuradores, como es la solicitud de
favores sexuales (alegada por la acusación y, entendemos que suficientemente
acreditada) de por sí suficiente para la consumación del delito sin necesidad de que la
víctima accediera a tal solicitud, pero el tipo del injusto ha de verse completado por el
resto de los requisitos de los que no hemos podido disponer por el tan comentado déficit
en la acusación, a pesar de que consideramos probada su concurrencia, tal como se
desprende de la segunda parte de nuestra narración fáctica, propuesta por las partes no
acusadoras.
Lo anterior igualmente nos impide plantearnos la posibilidad, tratada en nuestras
deliberaciones, de una condena por delito de cohecho, figura claramente emparentada
con la de abuso en el ejercicio de su función tipificado en el artículo 443 del Código
Penal objeto de acusación, que siempre habría podido quedar como residual para el
supuesto de que no se entendieran concurrentes todos los requisitos del delito analizado,
y que se ubica en el Título que lleva como rúbrica delitos contra la Administración
pública, aun cuando en el mismo trata de proteger un doble bien jurídico, por un lado,
la correcta actuación de la Administración a través de sus funcionarios y, por otro, la
indemnidad sexual de la persona solicitada, y que nos podría haber conducido a un
cambio, de oficio, en la calificación de parte, sin merma del principio acusatorio, en la
línea marcada por la jurisprudencia (Cfr. STS de 13 de junio de 2008) conforme a la
cual, una moderna corriente doctrinal pone el acento en la necesidad de perseguir, con
instrumentos penales, todas las actividades que revelan la corrupción de los
funcionarios públicos y ponen en peligro la credibilidad democrática del sistema
administrativo del Estado. Desde esta perspectiva se tiende a una política unitaria que
trata de homologar todas las conductas que suponen la expresión de un
comportamiento corrupto. En esta línea tanto el cohecho activo como el cohecho
pasivo, el propio como el impropio, son manifestaciones de esta lacra de la corrupción
que afecta a la buena marcha de la Administración pública y a la fe de los ciudadanos
en las instituciones del Estado democrático y de derecho.
En nuestro caso, por las razones expuestas, no hemos podido tratar la posible
homogeneidad del cohecho con un delito, que, como hemos dicho, se consuma por la
mera solicitud, toda vez que castiga un ejercicio abominable de la sexualidad o una soez
falta de escrúpulo, protegiendo como bienes jurídicos, tanto la libertad sexual como el
correcto funcionamiento de la Administración, provocando no sólo consecuencias en el
ámbito privado y familiar, tal como ha pretendido hacer valer en todo momento el
acusado, sino un palmario descrédito de la función pública, y de quienes han de
ejercerla muchas veces para soslayar situaciones de peligro de exclusión social, de las
que el funcionario o autoridad se sirve y abusa hasta límites que han de merecer el
máximo reproche, no sólo ético, social o político, sino también jurídico-penal con su
efecto natural que no es otro que la imposición de una pena.
QUINTO.- Mayores obstáculos, aunque de la misma índole, nos encontramos al
abordar la figura delictiva del acoso sexual propuesta subsidiariamente en el escrito de
acusación.
Establece literalmente el art. 184 del Código Penal lo siguiente:
1. El que solicitare favores de naturaleza sexual, para sí o para un tercero, en el ámbito
de una relación laboral, docente o de prestación de servicios, continuada o habitual, y
con tal comportamiento provocare a la víctima una situación objetiva y gravemente
intimidatoria, hostil o humillante, será castigado, como autor de acoso sexual, con la
pena de prisión de tres a cinco meses o multa de seis a 10 meses.
2. Si el culpable de acoso sexual hubiera cometido el hecho prevaliéndose de una
situación de superioridad laboral, docente o jerárquica, o con el anuncio expreso o
tácito de causar a la víctima un mal relacionado con las legítimas expectativas que
aquélla pueda tener en el ámbito de la indicada relación, la pena será de prisión de
cinco a siete meses o multa de 10 a 14 meses.
3. Cuando la víctima sea especialmente vulnerable, por razón de su edad, enfermedad o
situación, la pena será de prisión de cinco a siete meses o multa de 10 a 14 meses en
los supuestos previstos en el apartado 1, y de prisión de seis meses a un año en los
supuestos previstos en el apartado 2 de este artículo.
Ninguno de los elementos del tipo trascrito, entre los que destacamos la
supuesta relación laboral, docente o de prestación de servicios, continuada o habitual,
así como la provocación a la víctima con tal comportamiento de una situación objetiva y
gravemente intimidatoria, hostil o humillante, han sido objeto de alegación ni de prueba
por parte de la acusación, por lo que no cabe otra alternativa que rechazar igualmente
esta subsidiaria pretensión penal.
SEXTO.- Como consecuencia de todo lo anteriormente expuesto, no procede
entrar en el estudio de cuestiones como la autoría, participación, circunstancias
modificativas de la responsabilidad criminal, o responsabilidad civil, respecto de la que
resultaba absolutamente improcedente, por motivos obvios y elementales que no
requieren la más mínima motivación, la pretensión civil contra la Administración del
Estado, en una palmaria confusión de los términos que contiene el art. 121 del Código
Penal.
SÉPTIMO.- De conformidad con lo dispuesto en el art. 240 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, procede declarar las costas de oficio, no apreciándose
temeridad o mala fe en la acusación particular, salvo en la insistencia en el ejercicio de
la acción civil contra el Estado Español, pero, en cualquier caso no ha sido solicitada la
condena en costas y dado el principio de rogación que rige en esta materia (Cfr. STS de
11 de febrero de 2014).
Vistos los preceptos legales citados y demás de general y pertinente aplicación.
FALLAMOS
Que debemos absolver y absolvemos a Don Pedro Gordillo Durán, de los ya
definidos delitos de abusos sexuales, abuso en el ejercicio de la función con
solicitud sexual, por los que se le acusa, con carácter continuado, así como del delito
de acoso sexual subsidiariamente imputado.
Absolvemos igualmente al Estado español de la pretensión que contra el mismo se
ejerce como responsable civil subsidiario.
Declaramos de oficio las costas procesales.
Contra esta sentencia podrá prepararse recurso de casación en el plazo de cinco días
desde la última notificación.
Así por esta nuestra sentencia, de la que se unirá certificación al rollo de Sala, lo
pronunciamos, mandamos y firmamos.
Descargar