AUD.PROVINCIAL SECCION N. 6 CEUTA SENTENCIA: 00060/2014 UNIDAD PROCESAL DE APOYO DIRECTO C/PADILLA S/N. EDIFICIO CEUTA CENTER 2ª PLANTA Teléfono: 956510905 787530 N.I.G.: 51001 41 2 2009 0118947 PROCEDIMIENTO ABREVIADO 0000041 /2013 Delito/falta: ABUSOS SEXUALES Denunciante/querellante: SINEB AHMED MOHAMED MINISTERIO FISCAL MINISTERIO FISCAL Procurador/a: D/Dª VICTORIA PECINO MORA Abogado/a: D/Dª RAMÓN FERNÁNDEZ DE MERA Contra: PEDRO GORDILLO DURAN, Procurador/a: D/Dª ESTHER MARIA GONZALEZ MELGAR Abogado/a: D/Dª MANUEL MARTINEZ SELVA SENTENCIA 60 Ilmo. Sr. Magistrado Presidente D. Fernando Tesón Martín. Ilmo. Sr. Magistrado D. Emilio Martín Salinas. Ilma. Sra. Magistrada Dña. Nuria Girón Román. En Ceuta, a nueve de Abril de dos mil catorce. Vista en Juicio Oral y Público por la Sección Sexta de esta Audiencia la causa procedente del Juzgado de Instrucción nº Uno de Ceuta, seguida por delito de abusos sexuales, contra DON PEDRO GORDILLO DURÁN, hallándose representado por la Procuradora Doña Esther González Melgar y defendido por el letrado Don Manuel Martínez Selva. Ha sido parte el Ministerio Fiscal y Ponente el Ilmo. Sr. Don Fernando Tesón Martín. ANTECEDENTES I.- El Juicio Oral tuvo lugar el día 4 de marzo de 2014. II.- La acusación particular de Doña Sineb Ahmed Mohamed, representada por la procuradora Doña Victoria Pecino Mora y defendida por el letrado Don Ramón Fernández de Mera, calificó definitivamente los hechos como constitutivos de un delito continuado de solicitud sexual, tipificado en el apartado primero del artículo 443 en relación con el art. 74.1º, en concurso con delito de abusos sexuales del art. 181.1º y 3º, (ex art. 444) todos del Código Penal, y, alternativamente, el mismo delito continuado del art. 443, en relación con el art. 184 1º, 2º y 3º (ex art. 444) del Código Penal, en base a los siguientes hechos: “ A comienzos del mes de septiembre de 2009, hundida bajo la presión de la situación por la que en aquellos momentos estaba pasando toda vez que, habiendo sido víctima de malos tratos por parte de su ex marido, se encontraba en paro, en trance de verse desalojada de la vivienda familiar ya cargo de dos hijos menores, buscó consuelo en la persona de Mohamed Chaib, también miembro del PP, un día que se encontró con este en el Centro Oficial Palacio Autonómico de Ceuta, ofreciéndose el mismo como intermediario a fin de hacerle partícipe de sus problemas a Pedro Gordillo. Que al día siguiente el citado Mohamed Chaib la llamó por teléfono comunicándole que se hallaba en compañía del Sr. Gordillo y de un tal Tafi, que también ocupa un cargo político en el Ayuntamiento, y que podrían encontrarse en el Hotel Trip, lo que efectivamente ocurrió, intercambiándose los teléfonos y emplazándose para hablar mas adelante. Fue al día siguiente cuando, nuevamente recibió una llamada del Sr. Chaib, dándole una cita a las 18 horas de esa misma tarde en el propio despacho del Sr. Gordillo. En la misma mi cliente mostró su necesidad de que, en la medida que fuese posible, se le adjudicara una vivienda y se le ayudara a conseguir trabajo, exponiéndole la dicente sus problemas personales y a lo que éste se comprometió en ayudarla. Igualmente entregó su currículo y expuso su experiencia laboral, ofreciéndole éste varias alternativas de trabajo, así como de viviendas que se adjudicarían en breve, comprometiéndose a ayudarla. Al despedirse, mi mandante recibió un afectuoso y efusivo abrazo, al que no dio mayor trascendencia. En abril de 2009 y previa llamada del Sr. Gordillo, Dña. Sineb volvió a acudir al despacho de éste porque, según le dijo, habían encontrado un posible trabajo como auxiliar administrativo para ella en un despacho de la conocida como “Brigada Verde”, el cual depende del Ayuntamiento. Sin embargo mi mandante no superó, según le dijeron, la prueba a la que se sometió Pocos días recibió nueva llamada del citado Sr. Gordillo diciéndole que no se preocupase y acudiera de nuevo a verle. En esta entrevista mi mandante puso de relieve la preparación que tenía para trabajar en una naviera, sugiriéndole llamar a una tal Sr. Torrado de cara a poder integrarse en la plantilla de la J.O.P. Al despedirse en esta ocasión y sin que mi mandante pudiera evitarlo, el Sr. Gordillo la besó en la boca, al tiempo que le prometía que trataría de conseguirle un trabajo a la dicente en la naviera. Pasados unos días y habiendo sido la dicente seleccionada para trabajar en la naviera Acciona, Dña. Sineb acudió al despacho de Pedro Gordillo para agradecerle su intermediación, citándola éste para que se reunieran en su casa, haciéndole creer que iba a estar presente su mujer. Sin embargo al acudir a la cita en el domicilio de Pedro Gordillo comprobó que se encontraba solo, sentándose junto a ella, diciéndole que había conseguido una trabajo para ella en el Polifuncional del Príncipe, abrazándole libidinosamente, al tiempo que le decía frases tales como “…a ti no te va a faltar de nada”, para continuar dándole varios besos en la boca a la dicente, logrando Dña. Sineb zafarse y arguyendo una excusa para marcharse del lugar. Lejos de cesar en su empeño, el citado Sr. Gordillo la volvió a citar nuevamente a solas en su casa, bajo el pretexto de concretar la adquisición de una vivienda en el Sarchal, recibiéndola el referido Pedro Gordillo vestido con una bata de color burdeos de raso y obrando del mismo modo que el anteriormente descrito, abrazándole y dándole besos, a lo que Dña. Sineb se volvió a resistir argumentando que la dejar que le daba vergüenza, a lo que él espetó que la deseaba y cogiéndola del brazo la condujo al dormitorio donde le dijo “Si quieres que te ayude, chúpamela, si quieres que sea bueno contigo tu has de ser bueno conmigo”, llegando ante tal compulsión y pese a la resistencia íntima que ello le suponía a realizarle la felación. Tras el desagradable incidente las llamadas telefónicas de Pedro Gordillo a mi poderdante fueron haciéndose más frecuentes, viéndose ésta forzada a dar excusas cada vez más inverosímiles para evitar así encontrarse nuevamente con él, dado que ella intuía en ellas inequívocas intenciones de índole sexual, llegando incluso a invitarla a marcharse unos días a Madrid con él, excusándose la Sra. Sineb en el último momento afirmando que no podía dado que tenía un niño enfermo. En la semana del 2 de noviembre de 2009 al no serle renovado el contrato de Acciona y angustiada por su futuro laboral, Dña. Sineb se presentó de nuevo en el despacho de Pedro Gordillo, recibiéndola éste con un beso en la boca que ésta a duras penas pudo sortear, tras lo que se sentó y comenzó a exponerle sus preocupaciones Sin embargo esta vez y temiendo que volviera a suceder algo similar, se previno y puso a grabar su teléfono móvil, ofreciéndose Pedro Gordillo a la dicente para darle las preguntas de unas oposiciones de Amgevicesa que estaban próximas. Más, inopinadamente y casi sin transición, el Sr. Gordillo pidió a Dña. Sineb que se sacara los pechos diciéndole “Estoy muy cachondo, vamos al baño”, percatándose mi mandante que se había sacado el pene, cogiéndola entonces violentamente de la mano y arrastrándola hasta la habitación de al lado donde se sentó en una silla y le dijo “Chúpamela, ahora si te tienes que portar bien, dime que te gusta, dime como tienes el coño que ya te la tengo que meter, me estás volviendo loco, te voy a dar todo lo que me pidas”, al tiempo que, pese a al reiterada negativa de mi mandante conducía frenéticamente su cabeza a la entrepierna, obligándola a introducirse el pene en la boca tras lo cual eyaculó dentro. Que antes de irse del despacho, Pedro Gordillo le aseguró que le tenía que dar algo más si quería que le ayudase, por lo que la emplazó a citarse próximamente en la casa de éste, dado que su esposa se iba a marchar una semana a Londres, añadiendo además que se apuntara a una lista para viajar a un acto del PP que se celebraría en Barcelona pero que ella no tenía que pagar nada a cuenta Cuando mi mandante salió de dicho encuentro se cercioró de que había grabado con su teléfono móvil el episodio sexual antes descrito, tras lo cual llamó a su primo Guardia Civil (conocido como “Chaib” y que estuvo destinado en el consulado de Rabat) y éste a su vez entabló conversación telefónica con otras personas, instándole éste a que mi mandante le acompañara a ver a un tal Pérez Hita que parece ser que trabajaba en Televisión de Ceuta y según el cual era del círculo más íntimo de Vivas, el cual a su vez afirmó delante de la dicente “Esto le interesa a Vivas para quitarse de en medio a Gordillo. Que el referido Pérez Hita se encargó de descargar el vídeo grabado en el teléfono móvil de Dña. Sineb, haciendo una única copia a petición de la misma y brindándose éste a reunirse con Vivas en la casa de su hermano y mostrar allí el contenido del vídeo al Presidente de la Ciudad y a cuatro consejeros más, pidiéndole que le prestara el teléfono móvil, el cual le fue devuelto a la dicente con el contenido borrado. A raíz de dichos sucesos han tenido lugar en Ceuta diferentes sucesos de corte político, que no son motivo de reproche penal alguno y que no empecen, influyen o alteran las conductas que han de ser objeto de este enjuiciamiento”. III.- El Ministerio Fiscal presentó escrito de calificación absolutoria, en base a los hechos siguientes: “ Desde comienzos de febrero hasta noviembre de 2009 Sineb Ahmed Mohamed, acuciada por una delicada situación personal derivada de la falta de empleo y medios económicos, acudió en repetidas ocasiones al despacho del ayuntamiento de Pedro Gordillo Durán, mayor de edad por cuanto nacido el 19-3-41, con DNI 31360482-M y sin antecedentes penales, a la sazón presidente regional del Partido Popular de Ceuta y consejero de presidencia solicitando de aquél ayuda para conseguir un empleo y una vivienda, entablándose entre ellos una relación de amistad y de confianza que fue haciéndose cada vez más íntima, llegando a mantener relaciones sexuales Sineb Ahmed Mohamed con Pedro Gordillo Durán, relaciones que fueron mutuamente consentidas por ambos, sin que se haya acreditado que como consecuencia de ello Sineb Ahmed Mohamed hubiera obtenido empleo o vivienda alguna como consecuencia de las gestiones realizadas por Pedro Gordillo Durán”. IV.- La defensa del acusado en sus conclusiones definitivas solicitó la libre absolución de su defendido, proponiendo los hechos que a continuación se transcriben: “Dña. Sineb Ahmed Mohamed, persona de amplios recursos y sobrada experiencia (estuvo dos años en Arabia Saudita, apareciendo luego en la Mezquita de la M-30 de Madrid, donde fue captada por el agente de la Guardia Civil afecto a los Servicios Especiales del Cuerpo Sr. Hassan, quien a su vez la puso en contacto con otro de Ceuta llamado Chaif). Paso a formar parte de un grupo de políticos que en Ceuta, se había propuesto defenestrar a D. Pedro Gordillo Durán, al efecto Vicepresidente de la Ciudad, por contrario a sus intereses, lo que resulta ajeno a este juicio. El papel que se encomendó a la Sra. Sineb Ahmed Mohamed, era el de acercarse a él, propiciando una serie de encuentros, bajo el pretexto de estar muy necesitada, solicitando ayuda para obtener un empleo y una vivienda, echando mano, una vez más a su condición de mujer separada y miembro del PP. De tales encuentros, debería recoger pruebas, y entre ellas la de grabar las entrevistas, buscando siempre hacerle decir y hacer lo que conviniese para ello, prometiéndole dicho grupo que le darían vivienda, trabajo y dinero si toda salía bien. De esta forma, y a través de Chaid, obtiene una primera entrevista, en su despacho oficial, en la que le expone sus pretendidas necesidades (gastos escolares de sus hijos, trabajo y vivienda), mostrándose en todo momento sugerente. Otras veces visitó a Don Pedro en su vivienda y en casi todos estos encuentros éste la besó en la boca y en una de las ocasiones en el despacho oficial, a horas fuera de atención al público y a puerta cerrada, ella le practicó una felación. Dicho encuentro fue grabado, siquiera de forma muy imperfecta y sin que ningún en ningún caso le prometiese ni trabajo ni vivienda, lo que además no entra dentro de sus facultades. Consta no obstante que en una ocasión le pagó una prenda de ropa a su hija, y en otra, a petición de ella, y en el ánimo de buscarle algún empleo en la empresa privada ACCIONA, la puso en contacto con el encargado Sr. Grimaldi, logrando trabajar como azafata dos o tres meses. Consta igualmente que Don Pedro Gordillo, le avisó de la existencia de una plaza de Auxiliar Administrativo en la Patrulla Verde, indicándole lo que contenía el temario, (es decir, los temas, sin indicación de preguntas ni respuestas) sin que lograse superar la prueba. Formuló reclamación, contestada por el propio Don Pedro Gordillo, quien le indicó en su escrito, que el proceder de la administración había sido en todo momento correcto. En cuanto al DVD en el que se contiene la grabación, aparte de que no hace al caso que se juzga, no puede merecer sino nuestra impugnación, por cuanto ni ha mantenido la cadena de custodia, ha sido ampliamente manipulado (véase la declaración del Sr. Pérez Hita), y ha merecido pareceres distintos de la Policía, Guardia Civil y de la firma VALVONTA. Se adjunta el último contrainforme de esta firma. Para esta parte este DVD no forma parte de la defensa y su interés en el mismo, lo ha sido a la única finalidad de acreditar la existencia de ese grupo que ha pretendido perjudicar a Don Pedro Gordillo, habiendo logrado su dimisión, la que se llevó en forma totalmente voluntaria, reconociendo que si su relación con Dña. Sineb, ha sido la propia de dos adultos, sin promesas, violencia ni coacciones, no es correcto valerse de una despacho oficial para ellas”. V.- La Sra. Abogado del Estado solicitó la absolución respecto a la petición de condena como responsable civil subsidiario del Estado español. HECHOS PROBADOS Primero.- Entre los hechos alegados por la acusación particular, se declaran probados lo siguientes: En los primeros días del mes de septiembre de 2009, Doña Sineb Ahmed Mohamed, como consecuencia de encontrarse en una difícil situación económica, en paro, en trance de ser desalojada de la vivienda que habitaba, por problemas matrimoniales, y a cargo de dos hijos menores, en su calidad de miembro del Partido Popular de esta ciudad de Ceuta, consiguió a través de otros militantes que le concertaran una entrevista con Don Pedro Gordillo Durán, mayor de edad y sin antecedentes penales, al que expuso sus problemas, fundamentalmente, la necesidad de un trabajo y de una vivienda, contestando aquél que la ayudaría. A lo anterior siguieron varios encuentros que se prolongaron hasta la primera semana de noviembre, tanto en el despacho del Sr. Gordillo como en el domicilio particular de éste, ambos en la ciudad de Ceuta, que dieron lugar a determinadas gestiones que el mismo hizo a favor de Doña Sineb, informándola de la celebración de unas oposiciones que se iban a celebrar para una plaza en la denominada “Brigada Verde”, dependiente del Ayuntamiento de Ceuta, a cuyo examen se presentó y no superó, llamando al delegado de la empresa Acciona en esta Ciudad para comunicarle que Doña Sineb le entregaría un currículo, lo que efectivamente hizo y una vez que éste lo remitió a los responsables de personal de dicha empresa en Madrid, aquélla obtuvo un trabajo en la misma durante el periodo estival. Asimismo, el acusado llegó a pagar la factura de un uniforme escolar de su hija. Durante las citadas entrevistas, algunas de ellas propiciadas por llamadas telefónicas del Sr. Gordillo con la excusa de comentar el resultado de las gestiones que estaba realizando y de tomar otras iniciativas, fue poniéndole de manifiesto su atracción sexual hacia ella a base de abrazos y besos que se salían de la tónica normal de saludos y despedidas, al mismo tiempo que seguía ofreciéndose para ayudarla, dándole a entender claramente que ello sería a cambio de sus favores sexuales, a lo que Doña Sineb no se opuso, con el objetivo de conseguir sus pretensiones, llegando a realizarle al menos en dos ocasiones una felación, la última de las cuales fue grabada por ella con su teléfono móvil. Segundo.- Respecto de los hechos alegados tanto por el Ministerio Fiscal (que solicitaba la absolución del acusado) como por la defensa, y aun cuando no pueden integrar el relato fáctico incriminatorio de esta sentencia en tanto en cuanto son elementos fácticos que apoyan la tesis de la acusación, por respeto al principio acusatorio, se declaran probados los siguientes: Don Pedro Gordillo Durán era presidente regional del Partido Popular de Ceuta y Consejero de Presidencia de la Ciudad Autónoma de Ceuta, y desestimó una queja que había formulado la Sra. Sineb al no haber superado las oposiciones para obtener un puesto de trabajo en un organismo dependientes de dicha Administración, concretamente en la denominada “Brigada Verde”. FUNDAMENTOS DE DERECHO PRIMERO.- La primera cuestión que hemos de abordar se refiere a la petición de la defensa sobre la declaración de nulidad de la grabación aportada a la causa como documental, en el turno de intervenciones previas abierto al inicio de las sesiones del juicio oral en virtud de lo dispuesto en el art. 786.2 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Esta Sala acordó la desestimación de la pretensión, por las razones que se señalaron sucinta y verbalmente en dicho acto, por considerar que no constituye contravención alguna del secreto de las comunicaciones la conducta del interlocutor en la conversación que graba ésta y que lo hace también respecto de su propia intervención en los hechos, y sin que, desde luego exista duda sobre la fiabilidad de una grabación que ha sido objeto de pericia al respecto por parte de la Comisaría General de Policía Científica, a cuya conclusión (folio 466) damos mayor credibilidad, por su rigor técnico e imparcialidad que a la pericia aportada por la parte (folios 547 y ss) elaborada por una empresa de seguridad y auditoría de sistemas de videovigilancias (Valvonta), máxime cuando no hubo oposición o protesta de dicha parte por que se llevara a efecto su reproducción en el acto de la vista, y respecto de la cual el propio acusado manifestó, en el uso del derecho a la última palabra, que se alegraba de haber visto la grabación que se reprodujo en el acto del juicio, porque no había habido violencia. Por otro lado, la validez como prueba de grabaciones realizadas en parecidas circunstancias por uno de los interlocutores o intervinientes ha sido avalada por reiterada jurisprudencia del Tribunal Supremo (Cfr., por todas, STS de 7 de febrero de 2014). SEGUNDO.En segundo lugar, nos corresponde realizar una precisión que a la postre resultará esencial para nuestras conclusiones, acerca del contenido de los hechos probados, a los que hemos llegado de acuerdo con el principio de libre valoración de la prueba y con suma facilidad, dada la falta de controversia que en sus aspectos esenciales manifestaron las partes y los distintos intervinientes, acusado y testigos, sin perjuicio de las discrepancias que cada uno mantiene en sus repectivas calificaciones jurídicas. Pero la cuestión que es necesario aclarar se refiere fundamentalmente al principio acusatorio en lo que respecta a la elaboración de los hechos probados y sus correspondencia con los alegados por las partes. Señala, entre otras cosas, la STS de 11 de abril de 2007 que “la acusación ha de ser precisa y clara respecto del hecho y del delito por el que se formula y la sentencia ha de ser congruente con tal acusación sin introducir ningún elemento nuevo del que no hubiera existido antes posibilidad de defenderse" (s. T.S. 7/12/96 ); y que "el establecimiento de los hechos constituye la clave de la bóveda de todo el sistema acusatorio del que el derecho a estar informado de la acusación es simple consecuencia (s. T.S. 15/7/91),"los hechos básicos de la acusación constituyen elementos substanciales e inalterables y la sentencia tiene que ser congruente respecto de los mismos, sin la introducción de ningún nuevo elemento del que no existiera posibilidad de defensa "(SS. T.S. 8/2/93, 5/2/94 Y 14/2/95 ). En suma, como se precisa en s. 26/2/94 es evidente: "a) Que sin haberlo solicitado la acusación no puede introducir un elemento "contra reo" de cualquier clase que sea; b) Que el derecho a ser informado de la acusación exige su conocimiento completo; c) Que el inculpado tiene derecho a conocer temporánea y oportunamente el alcance y contenido de la acusación a fin de no quedar sumido en una completa indefensión; y d) Que el objeto del proceso no puede ser alterado por el Tribunal de forma que se configure un delito distinto o una circunstancia penológica diferente a las que fueron objeto del debate procesal y sobre la que no haya oportunidad de informarse y manifestarse el acusado". Constituye asimismo, según el citado T.C., el primer elemento del derecho de defensa, que condiciona todos los demás, pues mal puede defenderse de algo que no sabe en concreto -s. 44/83 de 24 de mayo- Consiste substancialmente este derecho en asegurar el conocimiento del acusado acerca de los hechos que se le imputan y de los cargos que contra él se formulan -SS 14/86 de 12 noviembre, 17/88 de 16 febrero y 30/89 de 7 de febrero - y se satisface, pues, siempre que haya conocimiento de los hechos imputados para poder defenderse de los mismos- s. 170/90 de 5 noviembre.También el Tribunal Supremo ha reconocido que el derecho a la tutela efectiva comporta, entre otros, el derecho a ser informado de la acusación, como primer elemento del derecho de defensa, que condiciona a todos los demás, SS 4/11/86, 21/4/87 Y 3/3/89, teniendo derecho el acusado a conocer temporáneamente el alcance y contenido de la acusación a fin de no quedar sumido en una completa indefensión, cual sucede si de modo sorpresivo es blanco de novedosas imputaciones exteriorizadas y hechas saber cuando han precluido sus posibilidades de alegación y de proposición de pruebas exculpatorias S.S.9/9/87,8/5/89,25/5/90, 18/5/92, 1824/93 de 14 julio, 1808/94 de 17 octubre, 229/96 de 14 marzo, 610/97 de 5 mayo, 273/98 de 28 febrero, 489/98 de 2 abril, 830/98 de 12 junio, 1029/98 de 22 septiembre y1325/2001 de 5 julio, entre otras. La reciente s. 669/2001 de 18 abril es suficientemente esclarecedora al precisar: "Una reiterada jurisprudencia de esta Sala, SS. 15/3/97 y 12/4/99, entre otras, han declarado que lo verdaderamente importante, para no vulnerar el principio acusatorio, es el relato fáctico de la acusación sea respetado en las líneas esenciales, no en todos sus detalles, muchos de ellos irrelevantes en la mayor parte de los casos, pero también se ha mantenido para ser respetuoso con el derecho constitucional a ser informado de la acusación y con el derecho de defensa el relato fáctico de la calificación acusatoria debe ser completo (debe incluir todos los elementos fácticos que integran el tipo delictivo objeto de la acusación y las circunstancias que influyen sobre la responsabilidad del acusado) y específico (debe permitir conocer con precisión cuales son las acciones o expresiones que se consideran delictivas) pero no exhaustivo, es decir que no se requiere un relato minucioso y detallado, por así decido pormenorizado, ni la incorporación ineludible al texto del escrito de elementos fácticos que obren en las diligencias sumariales y a los que la calificación acusatoria se refiere con suficiente claridad (s. T.S. 4/3/99 ). La cuestión, por tanto, es si tal cambio en el relato histórico implica una mutación sustancial a los efectos del principio acusatorio y del correlativo derecho de defensa. Es sabido que las modificaciones de detalles o de aspectos meramente secundarios no conculcan tales principios y pueden ser introducidos por el Tribunal sentenciador en su resolución, con objeto de ser más respetuosos con la descripción de la verdad material de lo acontecido. Sobre este particular hemos de señalar: 1) Que lo que es objeto de contradicción en el debate del juicio oral es lo que se refleja en los respectivos escritos de acusación y de defensa, esto es, los elementos fácticos y jurídicos que enmarcan el objeto del proceso penal; 2) Que tal marco no es inflexible, sino que, por un lado, puede traspasarse con la introducción de elementos episódicos, periféricos o de mero detalle, no afectantes al derecho de defensa, y por otro, se ensancha o se acorta en el momento en que las partes elevan a definitivas sus conclusiones provisionales, dándose oportunidad de nuevos elementos probatorios posteriores que desvirtúen los introducidos en dicha fase procesal, para salvaguardar el derecho de defensa; 3) Que las modificaciones que se introduzcan no pueden modificar esencial o sustancialmente los elementos fácticos del relato histórico que las acusaciones sometan a la consideración del Tribunal, si no se ha producido una petición condenatoria al menos alternativa por parte de las mismas; 4) Por último, tal modificación sustancial debe obviamente valorarse de acuerdo con las particulares del caso enjuiciado. Asimismo, tiene declarado el mismo Alto Tribunal (Cfr. SSTS de 2 de julio de 1999 y 18 de marzo de 2009) que existen dos elementos que tienen eficacia delimitadora del objeto del proceso, y, en consecuencia, capacidad para vincular al juzgador en aras de la necesaria congruencia. Por un lado, y es el elemento fundamental, el hecho por el que se acusa, es decir, el conjunto de elementos fácticos en los que se apoya la realidad o clase de delito, el grado de perfección del mismo, la participación concreta del inculpado, las circunstancias agravantes sean genéricas o constitutivas del tipo y, en definitiva, todos aquellos datos de hecho de los que ha de depender la específica responsabilidad penal que se imputa. Esta base fáctica de la acusación vincula al Tribunal, de modo que éste no puede introducir en la sentencia ningún hecho nuevo en perjuicio del reo que antes no figurase en la acusación. Claro es que puede ampliar las circunstancias o detalles de lo ocurrido conforme a la prueba practicada en el juicio oral en aras de una mayor claridad expositiva o una mejor comprensión de lo ocurrido; pero no puede traer a su relación de hechos probados nada extraño a la calificación de alguna de las partes acusadoras, que pudiera tener trascendencia en cuanto punto de apoyo fáctico para la existencia o agravación de la responsabilidad penal, porque si así lo hiciera causaría indefensión al acusado que no tuvo oportunidad de defenderse alegando y probando lo que hubiera tenido a su alcance para contrarrestar aquello que se le imputa. El otro elemento vinculante para el Tribunal es la calificación jurídica hecha por la acusación. La clase de delito, si éste fue o no consumado, el grado de participación del acusado y las circunstancias agravantes han de estar recogidas en la acusación, de modo que en la sentencia no puede condenarse más gravemente que lo por ley corresponda conforme a todos esos elementos concretados por los acusadores. En el presente caso el relato de hechos que contiene el escrito de la acusación particular sólo nos aporta, con referencia al acusado, que se llama Pedro Gordillo y que realizaba las entrevistas con la denunciante en su despacho y en su domicilio particular, así como las peticiones sexuales, y su realización a cambio de las gestiones de éste para que la denunciante consiguiera un puesto de trabajo y una vivienda, pero omite cualquier referencia al cargo que desempeñaba, a su carácter de autoridad o funcionario público, y a las competencias que de ello pudieran derivarse, así como a cualquier intervención oficial en tal calidad en cualquier asunto en el que la misma estuviera interesada y pendiente de su resolución, consulta o informe, que hubiera de evacuar el acusado como consecuencia de un ejercicio de autoridad preterido en las alegaciones de parte. Resulta en consecuencia inviable, de acuerdo con tan clara doctrina jurisprudencial, que en esta sentencia se puedan integrar los hechos probados con elementos incriminatorios no mencionados por la acusación particular y que son esenciales para la configuración de los tipos delictivos para los que se pide la condena, por mucho que los mismos hayan sido objeto de prueba y debate en el plenario, e incluso, aun cuando los hubieran alegado en sus respectivos escritos de calificación definitiva las partes no acusadoras, es decir, el Ministerio Fiscal y la defensa, de los que se puede extraer que el acusado desempeñaba en dicha época los cargos de presidente regional del Partido Popular y Consejero de la Presidencia de la Ciudad Autónoma de Ceuta, y que incluso, según se señala en el escrito de defensa, llegó a resolver (desestimándola) una queja que la Sra. Sineb había formulado contra el resultado de unas oposiciones en el Ayuntamiento de Ceuta para un puesto de trabajo que no había superado. Es por ello por lo que hemos dividido en dos partes nuestro relato de hecho probados, pero descartamos la segunda, por no haber sido propuesta por la acusación, para nuestra labor de subsunción de la premisa fáctica en la norma penal. Lo anterior supone que, no habiéndose alegado nada de ello en el escrito de acusación, en apoyo de los elementos fácticos que servirían para defender la existencia de los tipos penales que en el mismo se proponen, como las competencias o, al menos, las posibilidades que el Sr. Gordillo pudiera tener para dar un puesto de trabajo a la Sra. Sineb, al aparecer en la prueba practicada como vicepresidente de la Ciudad con potestades en materia de personal, que se ha afirmado tanto por el propio acusado como por alguno de los testigos, estaban delegadas en un viceconsejero, pero sin que en ningún caso aparezca en la causa el decreto de delegación, o las posibilidades que, en cualquier caso, habría tenido para nombrar discrecionalmente en su ámbito competencial como personal de confianza a la propia Sineb, habiendo llegado a resolver una queja de ésta frente al resultado de una oposición que la misma no había superado, episodio reconocido por el acusado y su defensa, con la trascendencia que ello habría tenido en la configuración del delito del art. 443 del Código Penal, pero sin que se haya propuesto por la acusación alguna constatación a través de prueba documental, o algunas otra posibilidad derivada precisamente de los distintos documentos presentados por la defensa y emitidos por diferentes responsables de la Ciudad Autónoma o sus distintas empresas o servicios, en los que si bien en su mayoría se informa sobre la ausencia de competencia del Sr. Gordillo en materia de personal, así como de su intervención en cualquier proceso de selección en la que estuviera interesada la denunciante, sin embargo existen documentos tan trascendentes pero igualmente obviados en el escrito de acusación, como el oficio (folio 371) dirigido por el acusado a la Sociedad Municipal “Aparcamientos Municipales y Gestión Vial de Ceuta S.A.., Amgevicesa, entidad que fue objeto de la conversación que aparece en la grabación reproducida en el plenario, y mencionada expresamente por la propia Sineb y en la que el Sr. Gordillo, como presidente de su consejo de administración, propuso que se le delegara “la realización y aprobación de cuantas convocatorias y bases sean necesarias para consolidar las plazas de los trabajadores de esta empresa, así como la cobertura de aquellas plazas que estén vacantes o se produzcan por efecto de la acción empresarial”, lo que se tradujo en la contratación de algunos trabajadores por parte del acusado, según informe del gerente de dicha entidad, Don Antonio Díaz Sanz (folio 367). Insistimos en que nada de ello es invocado ni argüido por la acusación particular, ya que con independencia de lo que se haya podido acreditar en el plenario, si pese a tal prueba, ello no ha tenido el pertinente traslado a las alegaciones de la parte acusadora particular, en la correspondiente modificación fáctica de sus conclusiones, queda vedada cualquier posibilidad de su incorporación a los hechos probados, aun cuando nos encontremos ante un supuesto en el que es la defensa la que aporta hechos incriminatorios que además han resultado probados (circunstancia de la que difícilmente pueden encontrarse precedentes, no sólo en la jurisprudencia sino en la simple casuística de los tribunales), y que podrían haber completado el tipo penal truncado en las conclusiones fácticas acusatorias. Lo insólito de la cuestión sólo podría tener una explicación en la errónea creencia de la defensa en el sentido de que la no estimación de la queja de Sineb beneficiaba su posición, olvidando que el delito previsto en el art. 443 del Código Penal, como se ha visto, se consuma con la simple solicitud de índole sexual y con la pendencia de un asunto, con las condiciones descritas en el precepto, sin necesidad de que el funcionario o autoridad beneficien a la víctima en la resolución que, en su caso, recaiga en el expediente en cuestión, o que incluso la misma sea dictada. En cualquier caso, insistimos en que no nos resulta admisible recrear los hechos probados, a base de incorporarles parches extraídos de los distintos escritos de las partes (acusadoras o no), escogiendo extractos fácticos que perjudiquen al acusado y confeccionando así un relato único, dispar respecto al de la acusación particular y fundamentador de la condena. TERCERO.- Corolario de lo anterior ha de ser un fallo absolutorio al que nos llevan unos hechos que no tienen cabida en ningún tipo penal vigente, no por falta de prueba, sino de alegación. En el escrito de calificación definitiva de la acusación particular se califican los hechos como constitutivos de un delito continuado de solicitud sexual, tipificado en el apartado primero del artículo 443 en relación con el art. 74.1º, en concurso con delito de abusos sexuales del art. 181.1º y 3º, (ex art. 444) todos del Código Penal, y, alternativamente, el mismo delito continuado del art. 443, en relación con el art. 184 1º, 2º y 3º (ex art. 444) del Código Penal. Establece el citado art. 181 lo siguiente: 1. El que, sin violencia o intimidación y sin que medie consentimiento, realizare actos que atenten contra la libertad o indemnidad sexual de otra persona, será castigado, como responsable de abuso sexual, con la pena de prisión de uno a tres años o multa de dieciocho a veinticuatro meses. 2. A los efectos del apartado anterior, se consideran abusos sexuales no consentidos los que se ejecuten sobre personas que se hallen privadas de sentido o de cuyo trastorno mental se abusare, así como los que se cometan anulando la voluntad de la víctima mediante el uso de fármacos, drogas o cualquier otra sustancia natural o química idónea a tal efecto. 3. La misma pena se impondrá cuando el consentimiento se obtenga prevaliéndose el responsable de una situación de superioridad manifiesta que coarte la libertad de la víctima. 4. En todos los casos anteriores, cuando el abuso sexual consista en acceso carnal por vía vaginal, anal o bucal, o introducción de miembros corporales u objetos por alguna de las dos primeras vías, el responsable será castigado con la pena de prisión de cuatro a diez años. En el caso, la acusación particular se ha decantado por los números uno y tres del indicado artículo, obviando extrañamente el cuatro (acceso carnal por vía vaginal, anal o bucal), a pesar de que en la descripción fáctica que contiene en su escrito de conclusiones se refiere a dos felaciones. En cualquier caso, en la línea argumentativa que sigue dicha parte, y que se deduce de su escrito de conclusiones, así como de los interrogatorios y del propio informe, se puede observar que mezcla elementos de esta infracción penal, con los que configuran el delito de agresión sexual de carácter violento o intimidatorio, puesto que se alega la existencia de una especie de forzamiento físico para vencer la voluntad de la denunciante, que refiere que durante los actos descritos llegó el acusado a agarrarla con fuerza apretándole la cabeza, citando la parte doctrina jurisprudencial sobre la intensidad que requiere dicho forzamiento o intimidación sobre la víctima, con la entidad suficiente y la permanencia necesaria para enervar o debilitar la fuerza del sujeto pasivo, sin que ello tenga reflejo en la calificación jurídica, que se refiere al abuso y no a la agresión sexual. Por tanto, la ausencia de la más mínima referencia de parte a los artículos 178 y 179 del Código Penal, nos hace descartar cualquier tipo de agresión sexual (a pesar de las continuas alusiones a forzamientos y negativas que contiene el testimonio de la denunciante) y nos quedamos sólo con la calificación por abusos sexuales a los que sí se refiere dicho escrito de acusación, a pesar de los argumentos referidos a esa supuesta violencia en la ejecución de los actos sexuales narrados, y que, a mayor abundamiento, puede señalarse que ni por asomo existió en el presente caso, tal como pudo comprobarse, no sólo en la reproducción en el plenario de la grabación del último de los episodios narrados, donde, a pesar de los defectos (sobre todo de audición), se apreciaba sin ninguna duda una relación absolutamente consentida, sin que sea necesario entrar en más detalles soeces e innecesarios para razonar tal conclusión, por los mismos motivos que nos llevaron a declarar a puerta cerrada la vista durante dicha reproducción, sino en el resto de las pruebas practicadas, de cuya valoración conjunta puede extraerse claramente la existencia de una situación de necesidad apremiante de la denunciante, que la llevó a consentir, posiblemente muy a su pesar y desde un profundo e íntimo rechazo, una relación que ella pensaba que podría servirle de medio para solucionar su grave problema económico y familiar, pero que no dejaba de ser una decisión libre y voluntaria de una persona adulta que no sufría ningún tipo de deficiencia o afectación relevantes en sus capacidades intelectivas o volitivas. Así, resulta significativa la naturalidad con que se prestó a dichos actos sexuales, que, no olvidemos, ella misma estaba grabando a través de su teléfono móvil, y que realizó de una forma mecánica y con absoluta indiferencia y frialdad mientras proseguía sin cesar hablando de su problema, tomando ella en alguna ocasión la iniciativa, y en otras dirigiéndole frases distendidas o en tono jocoso, como “¡qué malo eres¡”, para terminar dirigiéndose, según su propia manifestación, a una cafetería cercana en donde tomo un café y un trozo de tarta. Es decir, no es que no se aprecie violencia o intimidación, que en cualquier caso, repetimos, no han tenido reflejo en la calificación jurídica de la acusación, ni siquiera en los momentos en que la denunciante manifestaba su negativa a ir a más en el acto sexual, ya que no existe prueba alguna de que el acusado venciera de manera violenta o intimidatoria dicha oposición verbal, sino que tampoco existe el prevalimiento apto para coartar la voluntad de la misma. Efectivamente, dicho prevalimiento se diferencia de la intimidación que determina el delito de agresión sexual, en que en éste la víctima no puede decidir, pues la intimidación es una forma de coerción ejercida sobre su voluntad, anulando o disminuyendo de forma radical su capacidad de decisión para actuar en defensa del bien jurídico protegido, que no es otro que la libertad o indemnidad sexuales, de manera que tal intimidación posee una naturaleza psíquica y requiere el empleo de cualquier tipo de coacción, amenaza o amedrentamiento con un mal racional y fundado, y que en el caso, como se ha dicho, es descartable de forma palmaria. Sin embargo en el prevalimiento, la situación que restringe la libertad de decisión es una especie de intimidación pero de grado inferior, que no impide absolutamente tal libertad, pero que la contrae considerablemente, o en otras palabras, que la situación de superioridad manifiesta a la que se refiere el citado art. 181.3 del Código Penal, es aquella de la que se vale el agente, como consecuencia de una posición de privilegio, y que produce una especie de abuso de superioridad sobre la víctima, que la presiona, impidiéndole tomar una decisión libre en materia sexual. Insistimos en que, con independencia de que dicha posición privilegiada no aparece en el escrito de acusación, de manera que si la parte acusadora no nos alega no sólo el cargo que ostentaba el Sr. Gordillo, de donde pudiera emanar su autoridad, sino ni siquiera el carácter de despacho oficial de la Ciudad Autónoma de Ceuta del lugar donde se llevan a efecto algunas de las conductas objeto de acusación, nosotros, como ya hemos dicho, no podemos añadir tales elementos fácticos fundamentales e incriminatorios al relato del hecho probado, lo cierto es que en ningún caso se ha acreditado con la certeza que requeriría una condena penal, que la decisión de la denunciante de aceptar realizar tales actos, estuviera afectada por el nivel de coerción que requiere el tipo penal propuesto. Se trata de una decisión libre y voluntaria, si bien profundamente afectada por la necesidad, que la lleva incluso a aceptar en una ocasión una contraprestación económica, a través del pago de una factura por la compra de un uniforme de su hija, así como a intentar propiciar el escenario para la obtención de la adjudicación de una vivienda y de un puesto de trabajo, que incluso llega a conseguir temporalmente en una entidad privada como es la naviera Acciona, a través de una gestión del propio acusado, con independencia de los posibles engaños o falsas promesas de las que el mismo pudo valerse para conseguir los favores sexuales recibidos, los cuales, si hubieran podido ser evaluados económicamente, nos podrían haber acercado a figuras delictivas muy diferentes a las que nos ocupan, y que protegen bienes jurídicos tan distantes a aquéllas como puede ser incluso el patrimonio; nos referimos a la figura delictiva en la que puede incurrir quien obtiene sin contraprestación determinados servicios mediante engaño y sin ninguna intención de pagarlos lo que podría habernos conducido incluso a un hipotético delito de estafa. En definitiva, no procede enmarcar los hechos en el pretendido abuso sexual con prevalimiento, no sólo por las indicadas razones que derivan del principio acusatorio, sino porque la citada infracción penal, que el Código Penal de 1995 ha construido sustituyendo la frase del de 1973 (al que también hizo referencia la acusación, aludiendo a la antigua figura del estupro), “prevaliéndose de su superioridad originada por cualquier relación o situación” por la del texto actualmente vigente de “prevaliéndose el culpable de una situación de superioridad manifiesta que coarte la libertad de la víctima”, exigiendo con ello el doble requisito de que la situación de superioridad sea a la vez notoria y evidente (“manifiesta”), es decir, objetivamente perceptible y no sólo apreciada subjetivamente por una de las partes, y también sea “eficaz”, es decir, que tenga relevancia bastante para coartar o condicionar la libertad de elección de la persona sobre quien se ejerce, y ello, como se ha dicho, no ha quedado probado en el presente caso, ya que, sin perjuicio de los condicionantes ya aludidos, derivados de una situación de necesidad que desgraciadamente padecen muchas personas y familias, y de la que algunos ciudadanos optan por salir a través de comportamientos más o menos reprochables desde el punto de vista social o ético, en ningún caso nos encontramos ante un caso de desnivel notorio entre las posiciones de ambas partes, en el que una de ellas se encuentra en una manifiesta situación de inferioridad que restringe de modo relevante su capacidad de decidir libremente, y la otra se aprovecha deliberadamente de su posición de superioridad, consciente de que la víctima tiene coartada su libertad de decidir sobre la actividad sexual impuesta, máxime cuando la acusación particular no nos proporciona los elementos fácticos necesarios. Así, la STS de 11 de julio 2003 señala que los delitos de abusos sexuales definidos y castigados en los arts. 181 y 182 atentan contra la libertad sexual, no porque el sujeto pasivo sea violentado o intimidado, sino porque, o bien no tiene capacidad o madurez para prestar consentimiento a que otro disponga sexualmente de su cuerpo, o bien el consentimiento que presta ha sido viciado intencionalmente por el sujeto activo que se prevale de una situación de superioridad manifiesta. En este segundo tipo del delito, de menor gravedad que el primero, no existe ausencia sino déficit de consentimiento en el sujeto pasivo, determinado por una situación de clara superioridad de la que el sujeto activo se aprovecha. La definición legal de este tipo de abusos sexuales no exige, para su integración, que la víctima vea su libertad sexual anulada sino que la tenga simplemente limitada o restringida. Y si bien es cierto que el abuso sexual con prevalimiento ya no limita su aplicación a los abusos sobre personas menores de edad, es claro que la edad de la víctima puede determinar la desproporción o asimetría que define el abuso de superioridad ínsito en el prevalimiento, pues cuanto menor sea dicha edad, es decir, más joven sea la víctima, menos capacidad de libre discernimiento tiene la persona afectada, pero que en el supuesto que analizamos tampoco se da, sin que en ningún caso podamos concluir que aquí se consiguiera evitar que la denunciante actuara según las pautas derivadas del ejercicio de su derecho de autodeterminación, como consecuencia de una situación que la presionara de forma suficiente para debilitar su voluntad, con la relevancia penal requerida, y si bien no es necesario que fuera irresistible, ya que no se trata de de una agresión sexual, sí habría de ser idónea y lo suficientemente importante para coartar la libertad del sujeto pasivo, lo cual no sucede cuando, ante una situación como la descrita, la Sr. Sineb eligió libremente dicha vía y no otra u otras por las que podría haber optado para intentar la solución de su problema. CUARTO.- Las mismas consideraciones en relación con la aplicación del principio acusatorio han de predicarse del delito objeto de acusación que se define en el art. 443.1 del Código Penal. Señala textualmente el indicado precepto que será castigado con la pena de prisión de uno a dos años e inhabilitación absoluta por tiempo de seis a 12 años, la autoridad o funcionario público que solicitare sexualmente a una persona que, para sí misma o para su cónyuge u otra persona con la que se halle ligado de forma estable por análoga relación de afectividad, ascendiente, descendiente, hermano, por naturaleza, por adopción, o afín en los mismos grados, tenga pretensiones pendientes de la resolución de aquel o acerca de las cuales deba evacuar informe o elevar consulta a su superior. Son, por tanto, requisitos configuradores del indicado tipo penal, los siguientes: 1º) Que el agente del delito sea autoridad funcionario público; 2º) Que solicite sexualmente a alguien, bastando cualquier conducta con dicho contenido, pero sin que sea necesaria su efectiva realización. 3º) Que la persona solicitada tenga pretensiones pendientes de resolución del acusado acerca de las cuales éste deba evacuar informe o elevar consulta. Esta Sala estima que en el presente caso se habrían dado los tres requisitos, si el principio acusatorio no nos impusiera descartar la segunda parte de nuestro relato fáctico, máxime cuando el tercero de tales presupuestos ha sido matizado por la doctrina del Tribunal Supremo, aun en la interpretación de la figura equivalente en redacciones anteriores a la vigente (Cfr. SSTS de 13 de junio de 1979 y de 14 de diciembre de 1992), al considerar que la relación de carácter administrativo o judicial, para ser tenida en cuenta a efectos penales, no tiene que poseer una estricta naturaleza formal, sino que será suficiente la existencia de cualquier pretensión o expectativa ligada al ámbito de actuación de la autoridad o funcionario, en cuyo resultado pudiera ejercer apreciable influjo la favorable o adversa disposición del agente. Y que la expresión "pendientes de resolución" no puede entenderse simplemente como pendiente de dictar resolución en el sentido técnico-jurídico de la palabra... sino que dicha expresión quiere decir pendiente de una toma de decisión que, de hecho esté al alcance del funcionario". Pero la preterición en el escrito de acusación y, por tanto, la falta de integración en nuestro relato fáctico de la cualidad de autoridad o funcionario público del acusado, del carácter oficial del despacho donde se llevaron a efecto algunas de las entrevistas y actos objeto de acusación, así como de las pretensiones pendientes de la resolución de aquél o acerca de las cuales debiera evacuar informe o elevar consulta a su superior, nos abocan sin más al fallo absolutorio, a pesar de que la Sala, si hubiera podido disponer de tales elementos fácticos incriminadores para su inclusión en la narración de hechos probados, al contrario de lo que ha ocurrido con el primero de los delitos analizados, podría haber alcanzado una conclusión condenatoria, ante la clara concurrencia del primero de sus requisitos configuradores, como es la solicitud de favores sexuales (alegada por la acusación y, entendemos que suficientemente acreditada) de por sí suficiente para la consumación del delito sin necesidad de que la víctima accediera a tal solicitud, pero el tipo del injusto ha de verse completado por el resto de los requisitos de los que no hemos podido disponer por el tan comentado déficit en la acusación, a pesar de que consideramos probada su concurrencia, tal como se desprende de la segunda parte de nuestra narración fáctica, propuesta por las partes no acusadoras. Lo anterior igualmente nos impide plantearnos la posibilidad, tratada en nuestras deliberaciones, de una condena por delito de cohecho, figura claramente emparentada con la de abuso en el ejercicio de su función tipificado en el artículo 443 del Código Penal objeto de acusación, que siempre habría podido quedar como residual para el supuesto de que no se entendieran concurrentes todos los requisitos del delito analizado, y que se ubica en el Título que lleva como rúbrica delitos contra la Administración pública, aun cuando en el mismo trata de proteger un doble bien jurídico, por un lado, la correcta actuación de la Administración a través de sus funcionarios y, por otro, la indemnidad sexual de la persona solicitada, y que nos podría haber conducido a un cambio, de oficio, en la calificación de parte, sin merma del principio acusatorio, en la línea marcada por la jurisprudencia (Cfr. STS de 13 de junio de 2008) conforme a la cual, una moderna corriente doctrinal pone el acento en la necesidad de perseguir, con instrumentos penales, todas las actividades que revelan la corrupción de los funcionarios públicos y ponen en peligro la credibilidad democrática del sistema administrativo del Estado. Desde esta perspectiva se tiende a una política unitaria que trata de homologar todas las conductas que suponen la expresión de un comportamiento corrupto. En esta línea tanto el cohecho activo como el cohecho pasivo, el propio como el impropio, son manifestaciones de esta lacra de la corrupción que afecta a la buena marcha de la Administración pública y a la fe de los ciudadanos en las instituciones del Estado democrático y de derecho. En nuestro caso, por las razones expuestas, no hemos podido tratar la posible homogeneidad del cohecho con un delito, que, como hemos dicho, se consuma por la mera solicitud, toda vez que castiga un ejercicio abominable de la sexualidad o una soez falta de escrúpulo, protegiendo como bienes jurídicos, tanto la libertad sexual como el correcto funcionamiento de la Administración, provocando no sólo consecuencias en el ámbito privado y familiar, tal como ha pretendido hacer valer en todo momento el acusado, sino un palmario descrédito de la función pública, y de quienes han de ejercerla muchas veces para soslayar situaciones de peligro de exclusión social, de las que el funcionario o autoridad se sirve y abusa hasta límites que han de merecer el máximo reproche, no sólo ético, social o político, sino también jurídico-penal con su efecto natural que no es otro que la imposición de una pena. QUINTO.- Mayores obstáculos, aunque de la misma índole, nos encontramos al abordar la figura delictiva del acoso sexual propuesta subsidiariamente en el escrito de acusación. Establece literalmente el art. 184 del Código Penal lo siguiente: 1. El que solicitare favores de naturaleza sexual, para sí o para un tercero, en el ámbito de una relación laboral, docente o de prestación de servicios, continuada o habitual, y con tal comportamiento provocare a la víctima una situación objetiva y gravemente intimidatoria, hostil o humillante, será castigado, como autor de acoso sexual, con la pena de prisión de tres a cinco meses o multa de seis a 10 meses. 2. Si el culpable de acoso sexual hubiera cometido el hecho prevaliéndose de una situación de superioridad laboral, docente o jerárquica, o con el anuncio expreso o tácito de causar a la víctima un mal relacionado con las legítimas expectativas que aquélla pueda tener en el ámbito de la indicada relación, la pena será de prisión de cinco a siete meses o multa de 10 a 14 meses. 3. Cuando la víctima sea especialmente vulnerable, por razón de su edad, enfermedad o situación, la pena será de prisión de cinco a siete meses o multa de 10 a 14 meses en los supuestos previstos en el apartado 1, y de prisión de seis meses a un año en los supuestos previstos en el apartado 2 de este artículo. Ninguno de los elementos del tipo trascrito, entre los que destacamos la supuesta relación laboral, docente o de prestación de servicios, continuada o habitual, así como la provocación a la víctima con tal comportamiento de una situación objetiva y gravemente intimidatoria, hostil o humillante, han sido objeto de alegación ni de prueba por parte de la acusación, por lo que no cabe otra alternativa que rechazar igualmente esta subsidiaria pretensión penal. SEXTO.- Como consecuencia de todo lo anteriormente expuesto, no procede entrar en el estudio de cuestiones como la autoría, participación, circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal, o responsabilidad civil, respecto de la que resultaba absolutamente improcedente, por motivos obvios y elementales que no requieren la más mínima motivación, la pretensión civil contra la Administración del Estado, en una palmaria confusión de los términos que contiene el art. 121 del Código Penal. SÉPTIMO.- De conformidad con lo dispuesto en el art. 240 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, procede declarar las costas de oficio, no apreciándose temeridad o mala fe en la acusación particular, salvo en la insistencia en el ejercicio de la acción civil contra el Estado Español, pero, en cualquier caso no ha sido solicitada la condena en costas y dado el principio de rogación que rige en esta materia (Cfr. STS de 11 de febrero de 2014). Vistos los preceptos legales citados y demás de general y pertinente aplicación. FALLAMOS Que debemos absolver y absolvemos a Don Pedro Gordillo Durán, de los ya definidos delitos de abusos sexuales, abuso en el ejercicio de la función con solicitud sexual, por los que se le acusa, con carácter continuado, así como del delito de acoso sexual subsidiariamente imputado. Absolvemos igualmente al Estado español de la pretensión que contra el mismo se ejerce como responsable civil subsidiario. Declaramos de oficio las costas procesales. Contra esta sentencia podrá prepararse recurso de casación en el plazo de cinco días desde la última notificación. Así por esta nuestra sentencia, de la que se unirá certificación al rollo de Sala, lo pronunciamos, mandamos y firmamos.