clausuras TESOROS ARTÍSTICOS EN LOS CONVENTOS Y MONASTERIOS MADRILEÑOS MUSEO DIOCESANO DE BARCELONA De abril a junio de 2007 Presidenta de la Comunidad de Madrid ESPERANZA AGUIRRE GIL DE BIEDMA Consejero de Cultura y Deportes SANTIAGO FISAS AYXELÀ Viceconsejera de Cultura y Deportes ISABEL MARTÍNEZ-CUBELLS YRAOLA Director General de Patrimonio Histórico FRANCISCO JAVIER HERNÁNDEZ MARTÍNEZ Subdirectora General de Difusión y Gestión Mª ÁNGELES MONTULL CREMADES CLAUSURAS TESOROS ARTÍSTICOS EN LOS CONVENTOS Y MONASTERIOS MADRILEÑOS Museo Diocesano de Barcelona Del 24 de abril al 10 de junio Organiza Prestadores Comunidad de Madrid Consejería de Cultura y Deportes Dirección General de Patrimonio Histórico Subdirección General de Difusión y Gestión Convento de Carmelitas descalzas de Madrid Convento de San Bernardo de Alcalá de Henares Convento de Santa Úrsula, Concepcionistas Franciscanas de Alcalá de Henares Iglesia parroquial de San Ginés Monasterio cisterciense del Santísimo Sacramento de Boadilla del Monte Monasterio de Concepcionistas Franciscanas de Madrid Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid Monasterio de la Inmaculada y San Pascual, Hermanas Clarisas de Madrid Monasterio de Ntra. Sra. de la Esperanza de Alcalá de Henares Monasterio de Santa Catalina de Siena de Alcalá de Henares Monasterio de Santa Isabel de Madrid Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso de Madrid Monasterio del Corpus Christi de Madrid Primer Monasterio de la Visitación de Santa María de Madrid (Salesas) Real Monasterio de la Encarnación de Madrid Tercer Monasterio de la Visitación de Santa María de Madrid (Salesas) Con la Colaboración de Archidiócesis de Madrid Archidiócesis de Barcelona Obispado de Getafe Obispado de Alcalá de Henares Patrimonio Nacional EXPOSICIÓN Comisariado Supervisión embalajes y montaje de obras Áurea de la Morena Bartolomé Santiago Mijangos Hidalgo-Saavedra Dirección y diseño de montaje Fotografías de religiosas Trinitarias y del Corpus Christi Javier Aguilera Rojas Gloria Rodríguez Jefe del Área de Promoción y Difusión del Patrimonio Histórico Montaje Coordinación Carmen García Fresneda. APDPH Producción ÁREA DE PROMOCIÓN Y DIFUSIÓN DEL PATRIMONIO HISTÓRICO Natalia del Río, Bárbara Costales Ortiz, Mª Ángeles Martín Alia, Doroteo Céspedes Urabano, Alberto López Daza Información y documentación ÁREA DE INVENTARIOS Y DOCUMENTACIÓN DEL PATRIMONIO HISTÓRICO Pilar Merino Muñoz, Rosa Cardero Losada Jefe del Área Restauración de obras para la exposición Sarga, Conservación y Restauración de Arte S.L., Ruth Remartínez Martínez, Ángela Flores Delgado HORCHE Seguros STAI Transporte SIT Con la colaboración de Arzobispado de Madrid, Arzobispado de Barcelona, Obispado de Alcalá de Henares, Obispado de Getafe, Patrimonio Nacional, Biblioteca Regional de la Comunidad de Madrid, Lluís Martínez Sistach, José Antonio Bordallo Huidobro, Mª Rosa de la Cierva y Hoces, Josep Maria Martí Bonet, Pere Jordi Figuerola Rotger, Blanca Montobbio Martorell, Joana Alarcón Hernández, Jorge Descalzo Fernández, José Ramón Duralde Rodríguez, Guillermo Fernández García, Mª Luisa Fuente Martínez, Emanuela Gambini, Luis García Gutiérrez, Mercedes González de Amezúa y del Pino, José Luis Montes Toyos, Víctor Nieto Alcalde, Priora Reverenda Madre Sor María Amada de Jesús, Priora Reverenda Madre Sor María del Espíritu Santo, Rosa Mª Recio Aguado, José Javier Romera Martínez, Florentino Rueda Recuero, Leticia Sánchez Hernández, Trinidad Junquera Martín L a exposición “CLAUSURAS: Tesoros artísticos en los conventos y monasterios madrileños”, muestra una colección de cuarenta y tres obras originales que provienen de dieciséis conventos y monasterios, todos ellos femeninos de la Comunidad de Madrid. Los edificios que albergan estas congregaciones religiosas conventuales y monacales constituyen, en muchas ocasiones, ejemplos de la mejor arquitectura barroca madrileña y en su interior se custodian retablos, pinturas, tallas de madera policromadas y colecciones de objetos que, además de su carácter religioso, forman parte de la historia y el arte de las diferentes etapas culturales que caracterizaron a las sociedades de su tiempo. Estos tesoros artísticos, que se encuentran en las dependencias más íntimas de los conventos y monasterios, no pueden ser admirados por cualquiera dadas las condiciones de privacidad que caracterizan a las órdenes religiosas de clausura. Por ello, la Consejería de Cultura y Deportes de la Comunidad de Madrid ha considerado conveniente mostrar al público una selección de estas obras de arte, la mayor parte de las cuales nunca antes han sido expuestas, con la intención de dar a conocer este importante y significativo patrimonio histórico madrileño. La selección de las obras y la estructuración del recorrido expositivo ha estado a cargo de la comisaria de la exposición, Áurea de la Morena, catedrática de historia del arte de la Universidad Complutense de Madrid, que ha contado con la información y documentación de la Dirección General de Patrimonio Histórico que, además, ha restaurado, como parte de sus programas de protección del patrimonio, algunas de estas obras que se encontraban en mal estado de conservación. El diseño, producción y dirección del montaje ha estado a cargo del Área de Promoción y Difusión de la Dirección General. Para una mejor comprensión de las características de los tesoros artísticos que se muestran, la exposición se organiza alrededor de una serie de temas. El primero de ellos, la vida conventual, está destinado a mostrar un conjunto de retratos de diferentes religiosas que decidieron tomar los hábitos y dedicar su vida, tal como señalan las reglas de las órdenes religiosas, al “servicio de Dios y la búsqueda de la perfección cristiana”. Entre ellos destacan el lienzo de Sor Ana Dorotea de Austria, hija natural del emperador Rodolfo II, pintado por Pedro Pablo Rubens hacia 1628, Santa Humbelina, con su báculo de abadesa y sosteniendo la maqueta de un edificio símbolo de las fundaciones que llevó a cabo, obra de Angelo Nardi, y un retrato anónimo del siglo XVII de una joven monja trinitaria caracterizado por la delicadeza y finura de sus rasgos fisonómicos, retrato lleno de sugerencias que se ha utilizado como imagen para la divulgación de la exposición. El segundo gran tema de la exposición está dedicado a los fundadores, hombres y mujeres de su tiempo que impulsaron la creación de órdenes religiosas que iban a marcar una parte crucial de la historia de la iglesia Católica. Importantes artistas barrocos han dado forma y color a la imagen de algunos de estos grandes personajes. Pedro de Mena dio forma, en dos tallas de mediano tamaño recubiertas del característico hábito de color pardo, a dos grandes santos de la orden franciscana, Santa Clara de Asís y San Pedro de Alcántara. En pintura, sobresale el expresivo lienzo representando la estigmatización de San Francisco de Asís, obra del pintor napolitano Luca Giordano. La exposición dedica otro apartado a la imagen del Dios de los cristianos en sus diversas acepciones. Por una parte la figura patriarcal del Dios Padre está representada en el lienzo de Alonso del Arco, con un rostro lleno de majestad y serenidad, sosteniendo en su mano la bola del mundo. La figura de Cristo es protagonista de las escenas que narran diferentes momentos de su vida: con una Natividad del pintor Luis Tristán en la que contrasta la imagen idealizada de la Virgen con el rostro realista de san José, se representa su nacimiento; su Pasión, con un Ecce Homo sufriente de Juan Antonio Escalante; su muerte, con la impactante imagen del Cristo yacente de Francisco Camilo; y su resurrección, con El Salvador de Antonio Pereda, que muestra a Cristo, vistiendo un espectacular manto azul, lleno de fuerza y carisma. La exposición se adentra después en el tema de la Virgen María, resaltando con ello la devoción que las congregaciones religiosas profesan hacia la figura de la Madre de Dios, en diferentes momentos de su vida y bajo diferentes advocaciones. Algunas piezas representan a la Virgen en distintos pasajes de su vida, como el pequeño y delicado conjunto escultórico en el que aparece María niña con sus padres San Joaquín y Santa Ana, o como las obras en las que se muestra la ternura de una madre con su hijo en la Virgen de la Leche o la Virgen de Belén, dos piezas anónimas de los siglos XVII, una y XVIII otra. Finalmente se ha querido dedicar el último bloque expositivo, bajo el título de Ora et Labora, a la liturgia, culto y oración y vida doméstica en los conventos y monasterios, mostrando obras y objetos diversos que van desde los relicarios, hasta los objetos de culto - cálices, navetas e incensarios -, delicadas piezas de orfebrería cuya riqueza contrasta con la humildad de las vasijas y platos de cerámica de Talavera de uso diario. No se ha querido olvidar que detrás de todas estas obras de arte que se exponen, muestras de la religiosidad y de la cultura de su tiempo, se encuentran las comunidades conventuales y monacales que las custodian y que dieron sentido a su existencia. Por ello, la exposición ha incorporado en sus salas un espacio especialmente dedicado a estas religiosas exhibiendo una pequeña colección de fotografías, realizadas por Gloria Rodríguez, que muestran algunos momentos de la vida, hoy mismo, de las monjas de los monasterios de las Trinitarias de San Ildefonso y del Corpus Christi de Madrid. VIDA CONVENTUAL SERVICIO DE DIOS BÚSQUEDA DE LA PERFECCIÓN CRISTIANA Las órdenes religiosas de la Iglesia católica están formadas por grupos de hombres o mujeres que deciden destinar su vida al servicio de Dios viviendo en común de acuerdo a unas reglas de convivencia establecidas por su fundador o fundadora. Estas reglas están esencialmente basadas en la pobreza, la castidad y la obediencia. Algunas de estas órdenes, las denominadas de clausura, desarrollan su vida exclusivamente en el interior de los conventos y monasterios, que organizan sus dependencias para permitir los usos comunitarios y personales, de trabajo, reflexión, oración y descanso. Este retiro permanente de las clausuras monacales permite desarrollar, a las personas que lo eligen, una profunda e intensa forma de religiosidad como expresión del mundo de silencio y recogimiento interior en una búsqueda de la perfección cristiana. Retrato de Sor Ana Dorotea Retrato de cinco religiosas concepcionistas franciscanas Pedro Pablo Rubens Hacia 1628 Óleo sobre lienzo Patrimonio Nacional Monasterio de las Descalzas Reales Madrid Sor Ana Dorotea, hija natural del emperador Rodolfo II y de su amante Catalina de Estrada, en 1628 profesó en el Monasterio de las Descalzas Reales, momento que Rubens eligió para retratarla. Aunque no tuvo un cargo relevante en la comunidad, financió la última fase de la decoración de la escalera principal y de la Capilla de la Virgen de Guadalupe, y adquirió cálices, custodias y valiosas obras que donó al monasterio. Santa Humbelina Ángelo Nardi (1584 -1664) Siglo XVII Óleo sobre lienzo Monasterio de San Bernardo Alcalá de Henares La santa nacida en 1092 y hermana San Bernardo, aparece de cuerpo entero, sobre un paisaje en el que se ve a lo lejos un templo y unos campos cultivados que hace alusión a sus fundaciones tras el ingreso en la orden del Císter. El báculo que apoya en su hombro alude al hecho de que fue abadesa del Convento de Jully-les-Nonnains. Este cuadro forma parte del conjunto de pinturas que encargaron las monjas cistercienses del Convento de San Bernardo de Alcalá de Henares al pintor de origen italiano Angelo Nardi en 1619, adscrito a la corriente artística del tardomanierismo que Vicente Carducho y su escuela impulsaban en la primera mitad del siglo XVII. Juan Carreño de Miranda (1614 -1685) Firmado Siglo XVII Óleo sobre lienzo Convento de Santa Úrsula (Concepcionistas Franciscanas) Alcalá de Henares El lienzo, firmado por Juan Carreño de Miranda, aunque se duda de la autenticidad de esta firma, representa a cinco monjas hermanas e hijas de un platero madrileño. Ingresaron juntas en el Convento de las Concepcionistas, Franciscanas de Santa Úrsula en Alcalá de Henares y visten el hábito y manto de la Virgen María. Portan ramilletes de azucenas, como símbolos de su virginidad y pureza. Sobre cada una aparece el nombre de su consagración en el convento. 9 Cartas de profesión Escuela madrileña 1740 y 1766 Pintura al agua sobre papel Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso Madrid Documento que ratifica la promesa solemne de Sor Joaquina de la Santísima Trinidad y de Sor Juana Guillerma de los Reyes, de someterse voluntariamente a la regla de las trinitarias. Retrato de religiosa Trinitaria Anónimo español Siglo XVII Óleo sobre lienzo Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso Madrid Este retrato de una religiosa trinitaria adolescente recuerda los retratos velazqueños. La figura de cuerpo entero aparece recortada sobre un fondo neutro, ligeramente inclinada hacia su derecha, con el rostro casi de tres cuartos. Posa una mano sobre un libro abierto y la izquierda delante del hábito con el dedo índice intercalado entre las páginas de otro libro. Entre la sencillez del aparato escénico, cobra fuerza e intensidad la expresión de su mirada y de los significativos gestos de sus manos, así como la captación de la textura de sus atuendos, que nos lleva a pensar en la técnica de Francisco Zurbarán. 10 En ella se comprometen a seguir de forma definitiva los votos de pobreza, castidad y obediencia. Esta cédula se leía en la ceremonia de profesión o toma de velo, que se iniciaba con la lectura de la carta y presentación de la misma ante el altar durante la ceremonia. Después se realizaba la firma de diligencias por parte de la nueva profesa, la priora, la superiora y el obispo o su representante en presencia de testigos y familiares. Las firmas se colocaban al dorso de la carta que, una vez validada, se guardaba para siempre en el monasterio. LOS FUNDADORES CULTO A LOS SANTOS BENEDICTINOS CISTERCIENSES El origen de las órdenes religiosas monacales se atribuye a Benito de Nursia (480-553) que reúne a un grupo de seguidores dedicados a la oración y al trabajo, ora et labora, en un lugar común, el primer monasterio, en Montecassino. Bernardo de Fontaine (1090-1153), “mitad monje, mitad caballero”, se incorpora en 1112 a la nueva orden denominada del Cister en el monasterio de Citeaux, en un lugar alejado y agreste, con la intención de vivir con mayor pureza y autenticidad la soledad, simplicidad y pobreza monacal. La orden alcanzó su máximo esplendor en la segunda mitad del siglo XII. Entre los siglos X y XII, gracias a la influencia de la abadía de Cluny, los benedictinos se extienden por toda Europa llegando a alcanzar más de mil monasterios. Los benedictinos alternan su vida contemplativa, dedicada a Dios en soledad y silencio, con otras actividades como la enseñanza y la hospedería, siempre dentro del propio monasterio. FRANCISCANOS Y DOMINICOS A principios del siglo XIII la extensión de una religiosidad más cercana a los hombres y mujeres provoca la aparición de nuevas órdenes religiosas que pretenden, con una vida basada en los principios evangélicos de la pobreza y la humildad, imitar la vida de los apóstoles mediante la predicación. Surgen así, entre otras, las órdenes de los franciscanos y los dominicos. La primera fundada por Francisco Bernardone (11811226), más tarde conocido por San Francisco de Asís; y la segunda, denominada orden de predicadores, fundada por Domingo de Guzmán (1173-1221). San Pedro de Alcántara Pedro de Mena, (Taller) 1663 Madera policromada Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso Madrid El santo nació en 1499 en Alcántara (Cáceres) y murió en 1562 en Arenas de San Pedro (Ávila). Fraile franciscano, reformó la orden creando la de los descalzos bajo la austeridad y pobreza. Fue el director espiritual de Santa Teresa de Jesús, beatificado en 1622 y canonizado en 1669. Se le representa calvo y ascético, según la descripción de Santa Teresa: era tan extrema su flaqueza que no parecía sino hecho de raíces de árboles. La talla, aunque parece obra de taller, se corresponde con un grupo de imágenes semejantes ejecutadas por Pedro de Mena para las capuchinas de Granada, para San Francisco de Córdoba, para la colección Güell y el Museo de Barcelona. 12 San Bernardo y San Benito adorando el Santísimo Sacramento Gregorio Ferro (1742 -1812) Siglo XVIII Óleo sobre lienzo Monasterio Cisterciense del Santísimo Sacramento Boadilla del Monte Esta pequeña pintura es el boceto para el lienzo que preside el altar mayor de la Iglesia del Santísimo Sacramento, hoy Iglesia de las Fuerzas Armadas. San Benito y San Bernardo, asisten admirados a la visión que surge del rompimiento de gloria del Santísimo Sacramento, representado como un círculo radiante. Al fondo, dentro de un espacio arquitectónico, el pintor ha representado la reja del coro desde el que las monjas cistercienses contemplan el prodigio. Santa Clara de Asís Pedro de Mena y Medrano Firmado y fechado: Pe de Mena Medran. Ft. Malacae Anno 1675 Madera policromada Patrimonio Nacional Monasterio de las Descalzas Reales Madrid Santa Clara (1193-1243) se incorporó a la orden franciscana instalándose en el Convento de San Damián de Asís, donde fue abadesa. En 1241 los musulmanes quisieron saquear el convento, y Santa Clara fue a su encuentro con el Santo Sacramento y los puso en fuga. Mena llega a Madrid en 1661, y para el monasterio de las Descalzas Reales realizó al menos cuatro esculturas. Se localiza en el retablo del Salón de Reyes, una de las estancias más representativas del monasterio. Santa Teresa de Jesús Estigmatización de San Francisco de Asís Anónimo español Siglo XVII Madera policromada Luca Giordano (1632 - 1705) Firmado: Jordanus FF Óleo sobre lienzo Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso Madrid Convento de Clarisas de Ntra. Sra. de la Esperanza Alcalá de Henares La santa de Ávila (1515-1582) beatificada en 1614 y canonizada en 1622, repite el modelo iconográfico que, introducido por Gregorio Fernández a comienzos de la centuria de 1600, fue muy difundido por todo el territorio castellano hasta el siglo XVIII inclusive. Luca Giordano, pintor napolitano, se trasladó a Madrid a petición de Carlos II en 1692. Su estilo colorista y la celeridad para finalizar los encargos, le otorgaron la preeminencia en la Corte madrileña en la última década del siglo XVII. Viste el hábito de carmelita con escapulario de bordes dorados y el manto por encima. El cuerpo muestra un leve giro hacia el lado derecho, y lleva entre los dedos una pluma, delicada pieza de plata cincelada, que está decorada con el emblema carmelitano. Eleva la cabeza hacia lo alto en busca de la inspiración divina, lo que viene subrayado por la ubicación de las pupilas pintadas en los ojos, que le confieren una mirada como perdida. Esta obra, presenta una iconografía que mezcla dos motivos inspirados en la vida del santo: la estigmatización y el descubrimiento por parte del Papa Nicolás V de la momia del santo en la cripta de la basílica de Asís. El santo aparece con los brazos cruzados en el pecho y los ojos clavados en el cielo, tal y como describe la tradición cuando fue sacado de la tumba para ser contemplado por el Papa. Un rayo desciende del cielo, alusión al milagro de la estigmatización, cuando un serafín le marcó las llagas de Cristo en manos, pies y costado. 13 LA IMAGEN DE DIOS VIDA DE CRISTO INFANCIA, PASIÓN Y MUERTE E l valor positivo de la imagen, que es un elemento indispensable para mover a la devoción de los fieles, hizo caminar a la plástica barroca hacia el realismo, tanto en pintura como en escultura, con representaciones que ofrecían una lectura clara y directa y con un mensaje religioso que pretendía ser perfectamente entendible. Estas piezas eran un elemento indispensable para mover a la oración. En clausura, la imagen religiosa ayudaba en el ejercicio de oraciones y reflexiones, tanto en la intimidad de la celda como en los rezos comunitarios. La imagen del Dios de los cristianos se representa, entonces, en sus formas de Padre Creador, Niño acompañado de su Madre, Cristo que sufre o Cristo triunfante tras la Resurrección. La fuerza expresiva de los gestos, las actitudes y el talante de poder, de ternura, de sufrimiento, o de esplendor de estas representaciones de Dios, a través de las pinceladas de los lienzos y de las formas de las tallas policromadas, representan también el espíritu que el Barroco trasmitió de la mano de los artistas de los siglos XVII y XVIII. Cristo yacente El Salvador Francisco Camilo Siglo XVII Óleo sobre lienzo Antonio de Pereda Firmado y fechado: PEREDA, f. AN,/1655 Óleo sobre lienzo Monasterio del Corpus Christi (Carboneras) Madrid Convento de las Capuchinas Descalzas Alcobendas Madrid Realizado por Francisco Camilo en la década de 1660 o en los años previos a su muerte en 1673. Diego Angulo señalaba que al menos conocía dos versiones distintas de este tema, ambas pertenecientes a los fondos del Museo del Prado. El lienzo refleja la fuerte influencia que ejerció en los últimos años de la vida artística de Francisco Camilo el estilo de Rubens y Van Dyck. Se observa un perfecto equilibrio entre un elaborado dibujo y una exquisita factura colorista, rica y brillante, y un sutil contraste entre los tonos grises y rosáceos de las carnaciones, el crepúsculo violáceo del fondo y el detalle de color del paño de pureza de un vivo rojo púrpura. “Pintó también una efigie del Salvador del mundo, que está en una capilla del cuerpo de la iglesia de las Madres Capuchinas de esta Corte, al lado del Evangelio, con tan extremada belleza, que parece no pudo tener otra fisonomía Cristo Señor nuestro, por ser tanta su perfección, que arrebata los corazones; de suerte, que por sólo esta imagen merece su autor nombre inmortal”. Antonio Palomino: El Parnaso Español, 1714. 15 Dios Padre Expositor de la Santísima Trinidad Alonso del Arco (1635-1704) Firmado: Alonso delarco f. Segunda mitad del siglo XVII Óleo sobre lienzo Anónimo romano Siglo XVIII, 1740 Óleo sobre cobre, lapislázuli, bronce, plata, piedras de colores Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso Madrid Este Dios Padre, parcialmente inédito y posiblemente pintado para el ático un retablo, ofrece un ejemplo testimonio muy típico del estilo de Alonso del Arco, máximo representante del barroco madrileño en la segunda mitad del siglo XVII. Nació sordomudo e ingresó en el taller de Antonio de Pereda de ahí el apodo con el que fue conocido: “El sordillo de Pereda”. Su prolífica producción se extiende prácticamente por toda la península, razón de que sea uno de los artistas mejor conocidos en aquel momento. Capaz de brillantes composiciones de exquisito colorido, pincelada suelta y dibujo correcto, es el mismo que después firma burdas copias de torpe dibujo inspiradas en estampas generalmente de procedencia flamenca. 16 Primer Monasterio de la Visitación. Salesas Madrid Aunque la parte original podría ser una aguabenditera, a su llegada al convento se le añadió un pie de madera tallada y dorada para convertirla en una pieza de mesa de altar. Los inventarios designan a este tipo de piezas con el nombre de “cuadri” y los describen como objetos realizados en bronce dorado, guarnecidos de plata y piedras, no necesariamente preciosas, donde se insertaban láminas con escenas de la vida de Cristo o similares. De estética rococó y decorado en su parte central con placas recortadas de lapislázuli, engastadas en perfiles de plata, de elegantes líneas mixtilíneas. El uso de piedras preciosas y en concreto el lapislázuli se asocia con los dioses y los poderes del cielo, ya que el azul es el color divino y desde antiguo se considera símbolo de pureza. Natividad Ecce Homo Cristo Varón de Dolores Luis Tristán Siglo XVII Óleo sobre lienzo Juan Antonio de Frías y Escalante Firmado y fechado: IOANNES ANTº/ ESCALANTE/FAT,/ANNO,1663 Óleo sobre lienzo Anónimo español Siglo XVII Madera policromada Monasterio de la Inmaculada y San Pascual, HH Clarisas Madrid Luis Tristán (1585-1624) pintor toledano discípulo de El Greco, nos presenta en esta obra una composición propia de su maestro. La Virgen, de perfil clásico y belleza renacentista idealizada, se contrapone a un San José, retrato real de algún modelo que posó en varias ocasiones para Tristán, entre ellos, el Niño Jesús, duerme plácidamente. El modelo del Niño, muy del Greco, presenta algunas deformaciones y desproporciones en piernas y brazos con el fin de aumentar la expresividad. Tristán utiliza un claroscuro intenso y dirige nuestra atención al asunto central del cuadro: las relaciones a través de los gestos y las miradas de los tres protagonistas. Tercer Monasterio de la Visitación de Sta. María. Salesas Madrid Obra inédita hasta ahora, realizada por Juan Antonio de Frias y Escalante en 1663 e inspirada en las versiones que realizara Tiziano para Carlos V y para Felipe II. Cristo aparece con los atributos característicos: la corona de espinas, el cetro de caña y el manto púrpura, que alude al momento de su presentación por Pilatos. La gama cromática se reduce a dos colores: rojo intenso para la túnica y blanco marfil para las carnaciones pálidas. Éstas se repiten invariablemente en la producción de Escalante, hasta el punto de convertirse en uno de sus signos de estilo más reconocibles. Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso Madrid Modelo iconográfico de procedencia italiana, muy utilizado en España desde mediados del siglo XVI, y difundido por Gregorio Fernández en Castilla y por Pedro de Mena y sus seguidores en Andalucía. Destinado como Varón de Dolores, con las llagas en las manos y en el costado, para acercar al fiel el sufrimiento físico de Cristo y provocar el consiguiente dolor para excitar su piedad y dar lugar a la meditación. La imagen, de busto largo hasta más abajo de la cintura, deja ver el inicio del paño de pureza, muestra la soga –natural y no tallada- al cuello, corona de espinas, llagas en manos y costado –que se trabajaban incluso con virutas o cueros para sugerir las heridas como en relieve- con abundante sangre, que también aparece salpicada por todo el cuerpo. 17 EXALTACIÓN DE LA VIRGEN DEVOCIONES MARIANAS E l Concilio de Trento reafirmó los principios de la Iglesia católica frente a los ataques doctrinales del protestantismo. El tema del culto a la Virgen María, no reconocida porlos protestantes, adquiere a partir de entonces un enorme desarrollo. La temática religiosa de las artes plásticas del barroco español, deudora del Concilio de Trento, recogió este tema y lo desarrolló ampliamente. De esta manera aparecen numerosas representaciones de la Virgen en diferentes momentos de su vida y bajo numerosísimas advocaciones, como intercesora entre Dios y los hombres y como realizadora de infinidad de milagros. Así la Virgen María, es representada, entre otras muchas maneras, como la VIRGEN MADRE que acoge a su hijo y lo amamanta o como VIRGEN madre de Dios que acompaña a los fieles en múltiples acontecimientos de la vida. San Joaquín y Santa Ana con la Virgen Niña Anónimo español Siglo XVII-XVIII Madera policromada Convento de Santa Úrsula (Concepcionistes Franciscanes) Alcalá de Henares La Virgen niña viste manto azul con bordura de pasamanería y túnica clara con motivos vegetales en oro dejando ver las mangas azuladas de la camisa. Ofrece las manos a sus padres, estableciendo la hilazón compositiva del grupo, que transmite la sensación de marcha. Muestran expresiones muy acentuadas y gestos de intenso dinamismo. El esquema compositivo recuerda mucho al del grupo que, representando a la Sagrada Familia, realizara en 1775 el escultor Francisco Salzillo y que se conserva en la iglesia de Santiago de la localidad de Orihuela. Esta atribución al escultor murciano, en virtud a las similitudes estilísticas, queda matizada por su factura, hecho que permite encaminar su autoría hacia algún discípulo del maestro. Virgen de Belén Virgen de la leche Anónimo español Siglo XVII Óleo sobre lienzo Anónimo español Siglo XVIII Terracota Monasterio del Corpus Christi (Carboneras) Madrid Primer Monasterio de la Visitación. Saleses Madrid Imagen devocional muy difundida en los monasterios femeninos del siglo XVII. Ambas figuras muestran la tez sonrosada y un aire canesco relacionado con la escuela barroca granadina. La representación de la Virgen y del Niño Jesús coronados nace en el barroco, aunque el gesto del niño acariciando la mejilla de su Madre y aproximándose a ella en un cálido abrazo responde a modelos muy anteriores. Su origen se remonta al arte bizantino con la Panagia Eleousa o Glykophilousa o “Virgen de las caricias”. Lleva un extraordinario marco rococó, de diseño asimétrico muy característico en el siglo XVIII. El conjunto sigue la iconografía tradicional de María sentada y con su Hijo en el regazo dándole el pecho izquierdo. La Virgen con corona de plata con diademas se cubre con un velo amarillento y viste manto azul y túnica violácea. El Niño, también con cabellos rubios, viste un traje de encaje –la talla está trabajada por entero al desnudo–, y reposa sobre un paño blanco en el regazo de su Madre. 19 ORA ET LABORA LITURGIA, CULTO Y ORACIÓN VIDA DOMÉSTICA La síntesis de la regla de San Benito, Ora et Labora, condensa el ideal de la vida monástica, estableciendo que la unión entre la oración y el trabajo es el principio para “la aspiración a la eternidad”. San Benito introduce el elemento religioso en la vida cotidiana, dignificando el trabajo y considerándolo el complemento ideal a la meditación y la oración. El eje principal de la vida en el convento es “la liturgia de las horas”, que es el conjunto de rezos que se celebran en las distintas horas del día. La campana llama a la oración en diferentes momentos, invitando a la comunidad al rezo en maitines, laudes, tercia, sexta, nona, vísperas y completas, además de la misa conventual, indispensables en la vida de la comunidad religiosa. El discurrir del tiempo en clausura compensa la oración y meditación con el trabajo diario: atender el torno, lavar, planchar, cocinar, atender el órgano y los cantos para los oficios, cuidar del huerto, preparar bordados, elaborar postres, que aún hoy se pueden degustar en los conventos madrileños, y realizar otros trabajos que procuren el sustento de la comunidad religiosa. Relicario de la Epifanía Relicario Ostensorio Relicario de Santa Cecilia Anónimo italiano Primera mitad del siglo XVII Óleo sobre cobre, madera ebanizada, bronce dorado Anónimo español Finales del siglo XVII y principios del XVIII Madera policromada Escuela castellana Siglo XVII o XVIII Madera policromada Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso Madrid Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso Madrid Relicario con forma de retablo arquitectónico, formado por una pequeña predella con óvalos enmarcados por molduras de bronce dorado con reliquias de varios santos. Responde a la tipología de relicario ostensorio, caracterizado por tener un soporte que sostiene un cuerpo ovalado o cuadrangular. El cuerpo central se decora con una pintura en cobre de la Adoración de los Reyes Magos, no original del mismo. Lo más probable es que estuviera enmarcado de manera independiente e integrado en un oratorio privado. Estamos ante un trabajo italiano, muy característico de Florencia, y son muchos los conventos que poseen esta clase de obras. Durante el siglo XVII fue práctica frecuente de las comunidades religiosas la reutilización de materiales. Este tipo de pequeños retablos relicario eran regalos de familias nobles al convento con motivo de la profesión solemne de una hija, o bien donaciones. La figura de un ángel niño desnudo, sujeta el escaparate con un enmarcamiento de perfil convexo decorado con temas vegetales, al que rodea otro, recercado por una profusión de hojas carnosas que remata en un pequeño copete. Se exponen nueve medallones relicario que contienen restos óseos y fragmentos textiles de varios santos: Santiago el Mayor, Santo Domingo de Guzmán y San Ignacio de Loyola, entre otros. Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso Madrid El origen del culto cristiano a las reliquias se remonta a los primeros siglos de la Iglesia, con el fin de honrar la memoria de los mártires. Tras el Concilio de Trento, se constata el gran auge en la devoción hacia ellas y como afirmación de lo que los protestantes negaban: el poder de intercesión de los santos. Para las comunidades religiosas, los restos y objetos de los santos constituían un gran tesoro, siendo venerados tanto como recuerdo de la persona, como por sus poderes espirituales y curativos. A lo largo del antebrazo se abre un viril alargado, que deja ver un largo hueso al que se adosa una cédula con la identificación de la santa. 21 Relicario de San Isidro Labrador Niño Jesús dormido abrazado a la cruz Anónimo español Siglo XVII Madera policromada Anónimo español Siglo XVII Madera policromada Monasterio Concepcionistas Franciscanas Madrid Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso Madrid San Isidro (1082-1172), natural de Madrid, fue labrador al servicio de Iván de Vargas,Patrono de Madrid. Por sus virtudes y milagros se le consideraba santo teniendo culto desde el siglo XIII. Fue beatificado por Paulo V y canonizado por Gregorio XV en 1622. La talla con alguna aplicación de tela encolada, es de estilo barroco y puede datarse a finales del siglo XVII. La figura, posiblemente de la segunda mitad del XVII, parece repetir el modelo creado en torno a 1628-1629 por Gregorio Fernández para la iglesia de Santa María, de Dueñas (Palencia). El santo lleva en la mano diestra la aguijada o hijada, apero de labranza que remataba en una media luna de hierro o acero, en tanto que en la izquierda sujeta un rosario, lo que manifiesta su intensa devoción a la Virgen. La pequeña talla muestra un relicario en el pecho. En torno a la cabeza luce un nimbo de platería decorado con rayos. 22 El Niño Jesús, de anatomía un tanto hercúlea, reposa sobre su lado derecho y dormita abrazado a la cruz encima de un suelo que imita rocas, velando la desnudez de su cuerpo con unas telas. En la época barroca, el Niño Jesús fue representado de muy diversas formas, algunas veces sentado en un sillón y con una bola en una mano, meditando con la cabeza apoyada en la otra, en una variante iconográfica de uso bastante escaso; en otras ocasiones, se le mostraba recostado dormitando solo o, como aquí, en compañía de algunos símbolos de la Pasión. Niño Jesús dormido Anónimo español Siglo XVIII Madera policromada Convento de Carmelitas Descalzas Madrid Datable en el siglo XVIII, la figura muestra el cuerpo girado hacia el lado derecho, pero no así la cabeza. La anatomía está trabajada por entero al desnudo, aunque con un tratamiento muy sucinto, a pesar de lo cual está vestido con traje de encaje y calzado con sandalias blancas decoradas con lentejuelas de colores. Apoya el lado derecho de la cara en la mano diestra y los ensortijados cabellos manifiestan un acertado uso del trépano. La pequeña figura reposa en una colchoneta de raso con almohada redonda, apareciendo sobre el mismo lecho una cruz de madera decorada con labores de taracea que parece moderna. Niño Jesús dormido Escuela española Finales siglo XVI Madera policromada Patrimonio Nacional Monasterio de las Descalzas Reales Madrid Responde al modelo de los Niños de Pasión que vincula la imagen infantil de Cristo con su futura muerte en la cruz, ya que lleva, a modo de collar, la corona de espinas. A pesar de centrarse en el pasaje más dramático de su vida, el semblante del Niño transmite serenidad. Está sentado en un sillón frailero a modo de trono divino. Sigue la moda de los infantes que vestían una prenda ajustada que cubría todo el cuerpo, con mangas tubulares y abrochada con alamares en su parte delantera. Relicario del Lignum Crucis Castilla Hacia 1500 y 1550 Papel, madera, tela, pergamino, perlas, espejuelos Patrimonio Nacional Monasterio de las Descalzas Reales Madrid Del tipo cuadro o marco, con treinta y dos recuadros en torno a otro central en el que se inscribe una circunferencia en la que se inserta un Lignum Crucis. Contiene también varias reliquias de santos y miniaturas sobre pergamino decorado con perlas y espejuelos, datable entre 1500 y 1550. 23 Cáliz Naveta Incensario Escuela madrileña o alcalaína Segundo cuarto del siglo XVII Plata sobredorada Sicilia Entre 1645 y 1647 Bronce dorado y coral Sicilia Entre 1645 y 1647 Bronce dorado y coral Convento de Dominicas de Santa Catalina de Siena Alcalá de Henares Patrimonio Nacional Monasterio de Santa Isabel Madrid Patrimonio Nacional Monasterio de Santa Isabel Madrid Este cáliz puede incluirse entre los diversos modelos que conforman el “estilo cortesano”, que se desarrolla durante la primera mitad del siglo XVII (reinados de Felipe III y Felipe IV). Es un estilo formado en la Corte a lo largo del reinado de Felipe III y creado por destacados plateros que desarrollaron su actividad fundamentalmente en Madrid pero también en Toledo y Valladolid, dando lugar a uno de los periodos más originales de la platería española. A juego con el incensario, esta naveta o caja pequeña, con forma de nave, para administrar el incienso, presenta forma ovalada con doble tapa simétrica y con sobrepuestos de rosetas de coral. Forma parte de un conjunto de piezas de coral de Trápani, posiblemente donación real, formado por cáliz, custodia, naveta y en su día hubo vinajeras, de las que nos ha llegado la campanilla. Fue realizada en Palermo en los años centrales del siglo XVII, lo más novedoso de la pieza es el nudo periforme muy común en piezas posteriores a 1650. De todas estas piezas solo el cáliz está marcado en Palermo entre los años 1645 y 1647, dentro del periodo barroco. Sus características son las propias del barroco clasicista, donde las piezas resultan equilibradas, bien proporcionadas y estructuradas mediante un juego de cuerpos y molduras, en las que los motivos decorativos, se someten a la estructura de la pieza de manera que no rompen su perfil. 24 Jarro de beber Jarro de Sor Ana Dorotea Salero de Sor Ana Dorotea Talavera de la Reina Segunda mitad del siglo XVIII Loza Anónimo español Segunda mitad del siglo XVII Cerámica, vidriado policromado Anónimo español Segunda mitad del siglo XVII Cerámica, vidriado policromado Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso Madrid Patrimonio Nacional Monasterio de las Descalzas Reales Madrid Patrimonio Nacional Monasterio de las Descalzas Reales Madrid Este jarro frailero, elemento cotidiano en las mesas de los refectorios, se utilizaba para servir el agua. Realizado en Talavera de la Reina a principios del siglo XVII, pertenece al modelo de helechos chino y de golondrinas, con motivos en azul sobre fondo blanco. De planta cuadrada y con un único pocillo, pertenece como el jarro a la serie de helechos de Talavera. La loza conventual de los siglos XVI, XVII y XVIII, aparece vinculada a las piezas de vajilla. El jarro conventual es de forma globular, y su decoración se reduce a la palabra “Refectorio” en el borde superior, y en esta pieza la insignia trinitaria, tan simple en las otras piezas, aparece rodeada de un escudo barroco. Tiene una sola asa de cordón o salomónica que sale del mismo borde y termina al principio de la panza. Como seguidoras de la regla de Santa Coleta que no permitía ningún lujo ni mantel, sólo aparecían sobre la mesa una sencilla servilleta, los platos, vasos, cubiertos y varias jarras y saleros que eran compartidos por al menos dos religiosas. La decoración se realiza utilizando tan sólo el color azul, un azul intenso obtenido del óxido de cobalto, y que será característico de diferentes series de la loza talaverana. 25 Jarra vinatera Lebrillo conventual Talavera de la Reina Fines del siglo XVII Loza azul Talavera de la Reina Fines del siglo XVII Loza Monasterio del Corpus Christi (Carboneras) Madrid Monasterio de San Bernardo Alcalá de Henares Jarra conventual globular, decorada en azul, con dos asas de cordón o salomónicas. La parte exterior del lebrillo, o cuenco, presenta una característica decoración en azul cuyo tema principal se ha denominado “árboles de tres pisos”. Decorada con una cruz con adornos barrocos que resguarda a una custodia con el Santísimo expuesto y el escudo del convento. Realizada en Talavera de la Reina a finales del siglo XVII. En el interior de la pieza se observa el escudo del Cardenal Sandoval y Rojas, y debajo la inscripción “Soi de el Religioso, Convento de Bernardas, de Alcalá de Henares” con la grafía de la época. El cardenal don Bernardo de Sandoval y Rojas, pariente cercano del valido del rey Felipe III, fundó este monasterio en el año 1617 para 24 monjas cistercienses, encargándose su construcción a Juan Gómez de Mora. 26 Contador Prensa Taller conventual Segunda mitad del siglo XIX Madera, tinta Taller conventual Segunda mitad del siglo XIX Madera Patrimonio Nacional Monasterio de la Encarnación Madrid Patrimonio Nacional Monasterio de la Encarnación Madrid Diseñado por la propia comunidad y realizado probablemente en la carpintería de Palacio, se utilizaba para organizar el sistema de lavado de las ropas de la comunidad. Cada monja tenía un número asignado y así la encargada de la ropería sabía a quien correspondía cada prenda. Pieza destinada al planchado de ropa de gran tamaño tanto de uso personal como de cama y aseo. Este sistema de planchado, diseñado por la propia comunidad, fue muy común en los conventos femeninos. Realizado por la carpintería de Palacio a mediados del siglo XIX. 27 Habitación de religiosa Cristo crucificado Atribuido a Toribio Álvarez (h.1668-1730) Óleo sobre lienzo Anónimo español Siglo XVII Óleo sobre tabla Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso Madrid Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso Madrid El interior resulta sencillo: una mesa en la que hay unos papeles, tintero y pluma, un libro abierto y el crucifijo, y delante un serijo o posón y una escoba. Tiene un claro valor plástico y escultórico: se intenta imitar una talla, suplirla y, por tanto, estamos ante un trampantojo. Estos crucifijos, al igual que los de talla, presidían las celdas conventuales o las habitaciones de clérigos y obispos y gente de toda condición social. A la derecha una librería repleta de volúmenes con las encuadernaciones características de su tiempo. Lo más sorprendente de la composición se sitúa en la esquina superior izquierda. Allí se abre un rompimiento de gloria, rodeado por cabezas de querubines. Este elemento explica la utilidad del lienzo: la de acompañamiento de una imagen de talla que ocuparía el espacio entre la mesa y la mencionada gloria. Seguramente una representación de Santa Teresa de Jesús, escribiendo en su celda. 28 Lo más probable es que todos los pintores de nuestro Barroco se dedicaran a ejecutar estas tablas de rápida y barata realización, de modo que se convirtió, como otros asuntos religiosos, en una de las fuentes de ingresos más fiables. Se venderían en las tiendas abiertas de las principales calles de nuestras ciudades, en Madrid, alrededor de la calle Mayor o en las gradas de San Felipe, en la Puerta del Sol. Pililla de agua bendita Baúl Talavera de la Reina o Puente del Arzobispo Segunda mitad del siglo XVIII Loza Escuela castellana Siglo XVII -XVIII Madera, cuero, seda y latón Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso Madrid Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso Madrid Las pilillas de agua bendita se destinaban a las celdas de las monjas y frailes que mojaban sus dedos en ellas antes de sus oraciones o ante cualquier mal pensamiento que tuvieran. Esta pieza presenta un perfil muy simple con agujero para ser colgada en la pared. En la parte recta hay una cruz azul más adornada y barroca que la de la Orden Trinitaria. La cruz reposa sobre un montículo del que salen tres arbustos inclinados a cada lado. El pie es circular, adornado con un trazo azul, al igual que el borde de la propia pililla. En todas las clausuras conventuales se encuentran arcas, arcones, baúles y cofres de diversos tamaños que, como muebles de guardar, están destinados a contener objetos domésticos y diversas pertenencias de la comunidad. Cuando una profesa ingresaba, llevaba consigo un baúl para guardar sus pertenencias personales, con su nombre indicado en el mueble, como en este caso: “D. YSABEL DE ANDA”. Se decora con filas de tachuelas de latón con cabeza lisa, dibujando formas rectas, y las cantoneras del arca se refuerzan con placas de latón. 29 PINTURA BARROCA MADRILEÑA El barroco madrileño, ha sido uno de los periodos de mayor esplendor dentro de la pintura española, no sólo por el ingente número de pintores que se dieron cita y que crearon un estilo común, todavía con reminiscencias italianas y flamencas, sino también por la calidad de las obras que se conservan. Con el traslado de la Corte a Madrid prácticamente todas las órdenes religiosas, deseosas de estar cerca ella, encargan allí la construcción de sus conventos y por consiguiente su decoración interior. Bajo los reinados de Felipe IV y Carlos II el arte pictórico entra en un torbellino de color y luz, decididamente barroco, y numerosos pintores aportan a la “escuela madrileña” un colorido suntuoso al modo veneciano y actitudes apasionadas y dinámicas al modo rubeniano. La nueva centuria iniciada en el siglo XVIII, ya borbónica, supuso una transformación del gusto, propiciada por la llegada de pintores franceses e italianos, principalmente fresquistas, quienes llenan los techos de pinturas muy coloristas para ser vistas desde abajo. La fundación de la Academia en 1752 pone fin al barroco local, preferido por los conventos, aunque hay artistas destacados, de fuera de Madrid, que dejaron ejemplos de sus obras en la Corte. 30 ESCULTURA BARROCA MADRILEÑA La escultura madrileña de los siglos XVII y XVIII se desarrolla paralelamente a la pintura. Los años iniciales están marcados por un realismo o naturalismo equilibrado en el que abundan representaciones de la Pasión, sobre todo en crucificados y yacentes, siendo Gregorio Fernández la figura mas relevante de este periodo. También se representa a la Virgen, como Inmaculada o Dolorosa, y a los Santos, fundadores o los de mayor devoción popular. Durante la segunda mitad del siglo Pedro de Mena, discípulo de Alonso Cano, es el artífice que, con una asombrosa calidad técnica, sabe representar los mas variados estados anímicos que van desde la resignación de los “Ecce Homo”, al dolor contenido de las Dolorosas y al misticismo de los santos. A comienzos del XVIII, Madrid alcanza la preponderancia que habían tenido las escuela vallisoletana y andaluza de centurias anteriores, las imágenes se llenan de movimiento tanto en los ropajes como en las actitudes y es el polifacético José de Churriguera quien realizará muchos de los encargos de las órdenes religiosas. A finales del siglo XVIII se inicia una transición marcada por figuras llenas de serenidad, anticipadora del neoclasicismo y que trajeron la nueva dinastía con los artistas extranjeros llegados a la Corte. En cuanto a los encargos por un lado están los innumerables compromisos de iglesias y cofradías, y por otro los clientes particulares, esto hizo que los principales escultores españoles pasaron por la capital para complacer a tan variada clientela. 31