clausuras - Comunidad de Madrid

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clausuras
TESOROS ARTÍSTICOS
EN LOS CONVENTOS
Y MONASTERIOS
MADRILEÑOS
MUSEO DIOCESANO DE BARCELONA
De abril a junio de 2007
Presidenta de la Comunidad de Madrid
ESPERANZA AGUIRRE GIL DE BIEDMA
Consejero de Cultura y Deportes
SANTIAGO FISAS AYXELÀ
Viceconsejera de Cultura y Deportes
ISABEL MARTÍNEZ-CUBELLS YRAOLA
Director General de Patrimonio Histórico
FRANCISCO JAVIER HERNÁNDEZ MARTÍNEZ
Subdirectora General de Difusión y Gestión
Mª ÁNGELES MONTULL CREMADES
CLAUSURAS
TESOROS ARTÍSTICOS EN LOS CONVENTOS Y MONASTERIOS MADRILEÑOS
Museo Diocesano de Barcelona
Del 24 de abril al 10 de junio
Organiza
Prestadores
Comunidad de Madrid
Consejería de Cultura y Deportes
Dirección General de Patrimonio Histórico
Subdirección General de Difusión y Gestión
Convento de Carmelitas descalzas de Madrid
Convento de San Bernardo de Alcalá de Henares
Convento de Santa Úrsula, Concepcionistas
Franciscanas de Alcalá de Henares
Iglesia parroquial de San Ginés
Monasterio cisterciense del Santísimo Sacramento
de Boadilla del Monte
Monasterio de Concepcionistas Franciscanas
de Madrid
Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid
Monasterio de la Inmaculada y San Pascual,
Hermanas Clarisas de Madrid
Monasterio de Ntra. Sra. de la Esperanza
de Alcalá de Henares
Monasterio de Santa Catalina de Siena
de Alcalá de Henares
Monasterio de Santa Isabel de Madrid
Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso de Madrid
Monasterio del Corpus Christi de Madrid
Primer Monasterio de la Visitación de Santa María
de Madrid (Salesas)
Real Monasterio de la Encarnación de Madrid
Tercer Monasterio de la Visitación de Santa María
de Madrid (Salesas)
Con la Colaboración de
Archidiócesis de Madrid
Archidiócesis de Barcelona
Obispado de Getafe
Obispado de Alcalá de Henares
Patrimonio Nacional
EXPOSICIÓN
Comisariado
Supervisión embalajes y montaje de obras
Áurea de la Morena Bartolomé
Santiago Mijangos Hidalgo-Saavedra
Dirección y diseño de montaje
Fotografías de religiosas Trinitarias y del Corpus Christi
Javier Aguilera Rojas
Gloria Rodríguez
Jefe del Área de Promoción y Difusión
del Patrimonio Histórico
Montaje
Coordinación
Carmen García Fresneda. APDPH
Producción
ÁREA DE PROMOCIÓN Y DIFUSIÓN
DEL PATRIMONIO HISTÓRICO
Natalia del Río, Bárbara Costales Ortiz,
Mª Ángeles Martín Alia, Doroteo Céspedes Urabano,
Alberto López Daza
Información y documentación
ÁREA DE INVENTARIOS Y DOCUMENTACIÓN
DEL PATRIMONIO HISTÓRICO
Pilar Merino Muñoz, Rosa Cardero Losada
Jefe del Área
Restauración de obras para la exposición
Sarga, Conservación y Restauración de Arte S.L.,
Ruth Remartínez Martínez, Ángela Flores Delgado
HORCHE
Seguros
STAI
Transporte
SIT
Con la colaboración de
Arzobispado de Madrid, Arzobispado de Barcelona,
Obispado de Alcalá de Henares, Obispado de Getafe,
Patrimonio Nacional, Biblioteca Regional de la
Comunidad de Madrid, Lluís Martínez Sistach,
José Antonio Bordallo Huidobro, Mª Rosa de la Cierva
y Hoces, Josep Maria Martí Bonet, Pere Jordi Figuerola
Rotger, Blanca Montobbio Martorell, Joana Alarcón
Hernández, Jorge Descalzo Fernández, José Ramón
Duralde Rodríguez, Guillermo Fernández García,
Mª Luisa Fuente Martínez, Emanuela Gambini,
Luis García Gutiérrez, Mercedes González de Amezúa
y del Pino, José Luis Montes Toyos, Víctor Nieto Alcalde,
Priora Reverenda Madre Sor María Amada de Jesús,
Priora Reverenda Madre Sor María del Espíritu Santo,
Rosa Mª Recio Aguado, José Javier Romera Martínez,
Florentino Rueda Recuero, Leticia Sánchez Hernández,
Trinidad Junquera Martín
L
a exposición “CLAUSURAS: Tesoros artísticos en los conventos y monasterios madrileños”, muestra una colección de
cuarenta y tres obras originales que provienen de dieciséis conventos y monasterios, todos ellos femeninos
de la Comunidad de Madrid. Los edificios que albergan estas congregaciones religiosas conventuales y
monacales constituyen, en muchas ocasiones, ejemplos de la mejor arquitectura barroca madrileña y en su
interior se custodian retablos, pinturas, tallas de madera policromadas y colecciones de objetos que, además
de su carácter religioso, forman parte de la historia y el arte de las diferentes etapas culturales que
caracterizaron a las sociedades de su tiempo.
Estos tesoros artísticos, que se encuentran en las dependencias más íntimas de los conventos y monasterios,
no pueden ser admirados por cualquiera dadas las condiciones de privacidad que caracterizan a las órdenes
religiosas de clausura. Por ello, la Consejería de Cultura y Deportes de la Comunidad de Madrid ha
considerado conveniente mostrar al público una selección de estas obras de arte, la mayor parte de las
cuales nunca antes han sido expuestas, con la intención de dar a conocer este importante y significativo
patrimonio histórico madrileño.
La selección de las obras y la estructuración del recorrido expositivo ha estado a cargo de la comisaria de la
exposición, Áurea de la Morena, catedrática de historia del arte de la Universidad Complutense de Madrid,
que ha contado con la información y documentación de la Dirección General de Patrimonio Histórico que,
además, ha restaurado, como parte de sus programas de protección del patrimonio, algunas de estas obras
que se encontraban en mal estado de conservación. El diseño, producción y dirección del montaje ha estado
a cargo del Área de Promoción y Difusión de la Dirección General.
Para una mejor comprensión de las características de los tesoros artísticos que se muestran, la exposición se
organiza alrededor de una serie de temas. El primero de ellos, la vida conventual, está destinado a mostrar
un conjunto de retratos de diferentes religiosas que decidieron tomar los hábitos y dedicar su vida, tal como
señalan las reglas de las órdenes religiosas, al “servicio de Dios y la búsqueda de la perfección cristiana”.
Entre ellos destacan el lienzo de Sor Ana Dorotea de Austria, hija natural del emperador Rodolfo II, pintado por
Pedro Pablo Rubens hacia 1628, Santa Humbelina, con su báculo de abadesa y sosteniendo la maqueta de un
edificio símbolo de las fundaciones que llevó a cabo, obra de Angelo Nardi, y un retrato anónimo del siglo
XVII de una joven monja trinitaria caracterizado por la delicadeza y finura de sus rasgos fisonómicos,
retrato lleno de sugerencias que se ha utilizado como imagen para la divulgación de la exposición.
El segundo gran tema de la exposición está dedicado a los fundadores, hombres y mujeres de su tiempo que
impulsaron la creación de órdenes religiosas que iban a marcar una parte crucial de la historia de la iglesia
Católica. Importantes artistas barrocos han dado forma y color a la imagen de algunos de estos grandes
personajes. Pedro de Mena dio forma, en dos tallas de mediano tamaño recubiertas del característico hábito
de color pardo, a dos grandes santos de la orden franciscana, Santa Clara de Asís y San Pedro de Alcántara. En
pintura, sobresale el expresivo lienzo representando la estigmatización de San Francisco de Asís, obra del
pintor napolitano Luca Giordano.
La exposición dedica otro apartado a la imagen del Dios de los cristianos en sus diversas acepciones. Por
una parte la figura patriarcal del Dios Padre está representada en el lienzo de Alonso del Arco, con un rostro
lleno de majestad y serenidad, sosteniendo en su mano la bola del mundo. La figura de Cristo es
protagonista de las escenas que narran diferentes momentos de su vida: con una Natividad del pintor Luis
Tristán en la que contrasta la imagen idealizada de la Virgen con el rostro realista de san José, se representa
su nacimiento; su Pasión, con un Ecce Homo sufriente de Juan Antonio Escalante; su muerte, con la
impactante imagen del Cristo yacente de Francisco Camilo; y su resurrección, con El Salvador de Antonio
Pereda, que muestra a Cristo, vistiendo un espectacular manto azul, lleno de fuerza y carisma.
La exposición se adentra después en el tema de la Virgen María, resaltando con ello la devoción que las
congregaciones religiosas profesan hacia la figura de la Madre de Dios, en diferentes momentos de su vida y
bajo diferentes advocaciones. Algunas piezas representan a la Virgen en distintos pasajes de su vida, como el
pequeño y delicado conjunto escultórico en el que aparece María niña con sus padres San Joaquín y Santa Ana, o
como las obras en las que se muestra la ternura de una madre con su hijo en la Virgen de la Leche o la Virgen
de Belén, dos piezas anónimas de los siglos XVII, una y XVIII otra.
Finalmente se ha querido dedicar el último bloque expositivo, bajo el título de Ora et Labora, a la liturgia, culto
y oración y vida doméstica en los conventos y monasterios, mostrando obras y objetos diversos que van
desde los relicarios, hasta los objetos de culto - cálices, navetas e incensarios -, delicadas piezas de orfebrería
cuya riqueza contrasta con la humildad de las vasijas y platos de cerámica de Talavera de uso diario.
No se ha querido olvidar que detrás de todas estas obras de arte que se exponen, muestras de la
religiosidad y de la cultura de su tiempo, se encuentran las comunidades conventuales y monacales que las
custodian y que dieron sentido a su existencia. Por ello, la exposición ha incorporado en sus salas un
espacio especialmente dedicado a estas religiosas exhibiendo una pequeña colección de fotografías,
realizadas por Gloria Rodríguez, que muestran algunos momentos de la vida, hoy mismo, de las monjas de
los monasterios de las Trinitarias de San Ildefonso y del Corpus Christi de Madrid.
VIDA CONVENTUAL
SERVICIO DE DIOS
BÚSQUEDA DE LA PERFECCIÓN CRISTIANA
Las órdenes religiosas de la Iglesia católica están
formadas por grupos de hombres o mujeres que
deciden destinar su vida al servicio de Dios viviendo
en común de acuerdo a unas reglas de convivencia
establecidas por su fundador o fundadora. Estas reglas
están esencialmente basadas en la pobreza, la castidad
y la obediencia.
Algunas de estas órdenes, las denominadas de clausura,
desarrollan su vida exclusivamente en el interior de los
conventos y monasterios, que organizan sus
dependencias para permitir los usos comunitarios y
personales, de trabajo, reflexión, oración y descanso.
Este retiro permanente de las clausuras monacales
permite desarrollar, a las personas que lo eligen, una
profunda e intensa forma de religiosidad como
expresión del mundo de silencio y recogimiento
interior en una búsqueda de la perfección cristiana.
Retrato de Sor Ana Dorotea
Retrato de cinco religiosas
concepcionistas franciscanas
Pedro Pablo Rubens
Hacia 1628
Óleo sobre lienzo
Patrimonio Nacional
Monasterio de las Descalzas Reales
Madrid
Sor Ana Dorotea, hija natural del
emperador Rodolfo II y de su amante
Catalina de Estrada, en 1628 profesó
en el Monasterio de las Descalzas Reales,
momento que Rubens eligió para
retratarla. Aunque no tuvo un cargo
relevante en la comunidad, financió la
última fase de la decoración de
la escalera principal y de la Capilla
de la Virgen de Guadalupe, y adquirió
cálices, custodias y valiosas obras que
donó al monasterio.
Santa Humbelina
Ángelo Nardi (1584 -1664)
Siglo XVII
Óleo sobre lienzo
Monasterio de San Bernardo
Alcalá de Henares
La santa nacida en 1092 y hermana San
Bernardo, aparece de cuerpo entero,
sobre un paisaje en el que se ve a lo
lejos un templo y unos campos cultivados
que hace alusión a sus fundaciones tras
el ingreso en la orden del Císter.
El báculo que apoya en su hombro alude
al hecho de que fue abadesa del
Convento de Jully-les-Nonnains.
Este cuadro forma parte del conjunto de
pinturas que encargaron las monjas
cistercienses del Convento de San
Bernardo de Alcalá de Henares al pintor
de origen italiano Angelo Nardi en 1619,
adscrito a la corriente artística del
tardomanierismo que Vicente Carducho
y su escuela impulsaban en la primera
mitad del siglo XVII.
Juan Carreño de Miranda (1614 -1685)
Firmado
Siglo XVII
Óleo sobre lienzo
Convento de Santa Úrsula
(Concepcionistas Franciscanas)
Alcalá de Henares
El lienzo, firmado por Juan Carreño
de Miranda, aunque se duda de la
autenticidad de esta firma, representa
a cinco monjas hermanas e hijas
de un platero madrileño.
Ingresaron juntas en el Convento
de las Concepcionistas, Franciscanas de
Santa Úrsula en Alcalá de Henares y
visten el hábito y manto de la Virgen
María. Portan ramilletes de azucenas,
como símbolos de su virginidad y pureza.
Sobre cada una aparece el nombre
de su consagración en el convento.
9
Cartas de profesión
Escuela madrileña
1740 y 1766
Pintura al agua sobre papel
Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso
Madrid
Documento que ratifica la promesa solemne de Sor Joaquina
de la Santísima Trinidad y de Sor Juana Guillerma de los Reyes,
de someterse voluntariamente a la regla de las trinitarias.
Retrato de religiosa Trinitaria
Anónimo español
Siglo XVII
Óleo sobre lienzo
Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso
Madrid
Este retrato de una religiosa trinitaria adolescente
recuerda los retratos velazqueños.
La figura de cuerpo entero aparece recortada sobre
un fondo neutro, ligeramente inclinada hacia su
derecha, con el rostro casi de tres cuartos.
Posa una mano sobre un libro abierto y la izquierda
delante del hábito con el dedo índice intercalado
entre las páginas de otro libro.
Entre la sencillez del aparato escénico, cobra fuerza
e intensidad la expresión de su mirada y de los
significativos gestos de sus manos, así como la
captación de la textura de sus atuendos, que nos
lleva a pensar en la técnica de Francisco Zurbarán.
10
En ella se comprometen a seguir de forma definitiva los votos
de pobreza, castidad y obediencia. Esta cédula se leía en
la ceremonia de profesión o toma de velo, que se iniciaba
con la lectura de la carta y presentación de la misma ante el altar
durante la ceremonia.
Después se realizaba la firma de diligencias por parte de la nueva
profesa, la priora, la superiora y el obispo o su representante en
presencia de testigos y familiares.
Las firmas se colocaban al dorso de la carta que, una vez
validada, se guardaba para siempre en el monasterio.
LOS FUNDADORES
CULTO A LOS SANTOS
BENEDICTINOS
CISTERCIENSES
El origen de las órdenes religiosas monacales se
atribuye a Benito de Nursia (480-553) que reúne a
un grupo de seguidores dedicados a la oración y al
trabajo, ora et labora, en un lugar común, el primer
monasterio, en Montecassino.
Bernardo de Fontaine (1090-1153), “mitad monje,
mitad caballero”, se incorpora en 1112 a la nueva
orden denominada del Cister en el monasterio de
Citeaux, en un lugar alejado y agreste, con la intención
de vivir con mayor pureza y autenticidad la soledad,
simplicidad y pobreza monacal. La orden alcanzó su
máximo esplendor en la segunda mitad del siglo XII.
Entre los siglos X y XII, gracias a la influencia de la
abadía de Cluny, los benedictinos se extienden por
toda Europa llegando a alcanzar más de mil
monasterios.
Los benedictinos alternan su vida contemplativa,
dedicada a Dios en soledad y silencio, con otras
actividades como la enseñanza y la hospedería,
siempre dentro del propio monasterio.
FRANCISCANOS Y DOMINICOS
A principios del siglo XIII la extensión de una
religiosidad más cercana a los hombres y mujeres
provoca la aparición de nuevas órdenes religiosas que
pretenden, con una vida basada en los principios
evangélicos de la pobreza y la humildad, imitar la
vida de los apóstoles mediante la predicación. Surgen
así, entre otras, las órdenes de los franciscanos y los
dominicos.
La primera fundada por Francisco Bernardone (11811226), más tarde conocido por San Francisco de Asís;
y la segunda, denominada orden de predicadores,
fundada por Domingo de Guzmán (1173-1221).
San Pedro de Alcántara
Pedro de Mena, (Taller)
1663
Madera policromada
Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso
Madrid
El santo nació en 1499 en Alcántara
(Cáceres) y murió en 1562 en Arenas
de San Pedro (Ávila).
Fraile franciscano, reformó la orden
creando la de los descalzos bajo la
austeridad y pobreza.
Fue el director espiritual de Santa Teresa
de Jesús, beatificado en 1622 y
canonizado en 1669.
Se le representa calvo y ascético, según
la descripción de Santa Teresa: era tan
extrema su flaqueza que no parecía sino
hecho de raíces de árboles.
La talla, aunque parece obra de taller, se
corresponde con un grupo de imágenes
semejantes ejecutadas por Pedro de
Mena para las capuchinas de Granada,
para San Francisco de Córdoba, para la
colección Güell y el Museo de Barcelona.
12
San Bernardo y San Benito
adorando el Santísimo
Sacramento
Gregorio Ferro (1742 -1812)
Siglo XVIII
Óleo sobre lienzo
Monasterio Cisterciense
del Santísimo Sacramento
Boadilla del Monte
Esta pequeña pintura es el boceto para el
lienzo que preside el altar mayor de la
Iglesia del Santísimo Sacramento, hoy
Iglesia de las Fuerzas Armadas.
San Benito y San Bernardo, asisten
admirados a la visión que surge del
rompimiento de gloria del Santísimo
Sacramento, representado como un
círculo radiante.
Al fondo, dentro de un espacio
arquitectónico, el pintor ha representado
la reja del coro desde el que las monjas
cistercienses contemplan el prodigio.
Santa Clara de Asís
Pedro de Mena y Medrano
Firmado y fechado: Pe de Mena Medran.
Ft. Malacae Anno 1675
Madera policromada
Patrimonio Nacional
Monasterio de las Descalzas Reales
Madrid
Santa Clara (1193-1243) se incorporó
a la orden franciscana instalándose en el
Convento de San Damián de Asís, donde
fue abadesa. En 1241 los musulmanes
quisieron saquear el convento, y Santa
Clara fue a su encuentro con el Santo
Sacramento y los puso en fuga.
Mena llega a Madrid en 1661, y para
el monasterio de las Descalzas Reales
realizó al menos cuatro esculturas.
Se localiza en el retablo del Salón
de Reyes, una de las estancias más
representativas del monasterio.
Santa Teresa de Jesús
Estigmatización de San Francisco de Asís
Anónimo español
Siglo XVII
Madera policromada
Luca Giordano (1632 - 1705)
Firmado: Jordanus FF
Óleo sobre lienzo
Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso
Madrid
Convento de Clarisas de Ntra. Sra. de la Esperanza
Alcalá de Henares
La santa de Ávila (1515-1582) beatificada en 1614 y
canonizada en 1622, repite el modelo iconográfico que,
introducido por Gregorio Fernández a comienzos de la
centuria de 1600, fue muy difundido por todo el
territorio castellano hasta el siglo XVIII inclusive.
Luca Giordano, pintor napolitano, se trasladó a Madrid a petición
de Carlos II en 1692. Su estilo colorista y la celeridad para
finalizar los encargos, le otorgaron la preeminencia en la Corte
madrileña en la última década del siglo XVII.
Viste el hábito de carmelita con escapulario de bordes
dorados y el manto por encima.
El cuerpo muestra un leve giro hacia el lado derecho, y
lleva entre los dedos una pluma, delicada pieza de plata
cincelada, que está decorada con el emblema
carmelitano.
Eleva la cabeza hacia lo alto en busca de la inspiración
divina, lo que viene subrayado por la ubicación de las
pupilas pintadas en los ojos, que le confieren una
mirada como perdida.
Esta obra, presenta una iconografía que mezcla dos motivos
inspirados en la vida del santo: la estigmatización y el
descubrimiento por parte del Papa Nicolás V de la momia del
santo en la cripta de la basílica de Asís.
El santo aparece con los brazos cruzados en el pecho y los ojos
clavados en el cielo, tal y como describe la tradición cuando fue
sacado de la tumba para ser contemplado por el Papa.
Un rayo desciende del cielo, alusión al milagro de la
estigmatización, cuando un serafín le marcó las llagas de Cristo
en manos, pies y costado.
13
LA IMAGEN DE DIOS
VIDA DE CRISTO
INFANCIA, PASIÓN Y MUERTE
E
l valor positivo de la imagen, que es un elemento
indispensable para mover a la devoción de los fieles,
hizo caminar a la plástica barroca hacia el realismo,
tanto en pintura como en escultura, con
representaciones que ofrecían una lectura clara y
directa y con un mensaje religioso que pretendía ser
perfectamente entendible.
Estas piezas eran un elemento indispensable para
mover a la oración. En clausura, la imagen religiosa
ayudaba en el ejercicio de oraciones y reflexiones,
tanto en la intimidad de la celda como en los rezos
comunitarios.
La imagen del Dios de los cristianos se representa,
entonces, en sus formas de Padre Creador, Niño
acompañado de su Madre, Cristo que sufre o Cristo
triunfante tras la Resurrección.
La fuerza expresiva de los gestos, las actitudes y el
talante de poder, de ternura, de sufrimiento, o de
esplendor de estas representaciones de Dios, a través
de las pinceladas de los lienzos y de las formas de
las tallas policromadas, representan también el
espíritu que el Barroco trasmitió de la mano de los
artistas de los siglos XVII y XVIII.
Cristo yacente
El Salvador
Francisco Camilo
Siglo XVII
Óleo sobre lienzo
Antonio de Pereda
Firmado y fechado: PEREDA, f. AN,/1655
Óleo sobre lienzo
Monasterio del Corpus Christi (Carboneras)
Madrid
Convento de las Capuchinas Descalzas
Alcobendas
Madrid
Realizado por Francisco Camilo en la década de 1660 o en los años
previos a su muerte en 1673.
Diego Angulo señalaba que al menos conocía dos versiones
distintas de este tema, ambas pertenecientes a los fondos del
Museo del Prado. El lienzo refleja la fuerte influencia que ejerció
en los últimos años de la vida artística de Francisco Camilo el estilo
de Rubens y Van Dyck.
Se observa un perfecto equilibrio entre un elaborado dibujo y una
exquisita factura colorista, rica y brillante, y un sutil contraste entre
los tonos grises y rosáceos de las carnaciones, el crepúsculo violáceo
del fondo y el detalle de color del paño de pureza de un vivo rojo
púrpura.
“Pintó también una efigie del Salvador del
mundo, que está en una capilla del cuerpo
de la iglesia de las Madres Capuchinas de
esta Corte, al lado del Evangelio, con tan
extremada belleza, que parece no pudo tener
otra fisonomía Cristo Señor nuestro, por ser
tanta su perfección, que arrebata los
corazones; de suerte, que por sólo esta
imagen merece su autor nombre inmortal”.
Antonio Palomino: El Parnaso Español, 1714.
15
Dios Padre
Expositor de la Santísima Trinidad
Alonso del Arco (1635-1704)
Firmado: Alonso delarco f.
Segunda mitad del siglo XVII
Óleo sobre lienzo
Anónimo romano
Siglo XVIII, 1740
Óleo sobre cobre, lapislázuli, bronce, plata, piedras de colores
Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso
Madrid
Este Dios Padre, parcialmente inédito y posiblemente pintado
para el ático un retablo, ofrece un ejemplo testimonio muy típico
del estilo de Alonso del Arco, máximo representante del barroco
madrileño en la segunda mitad del siglo XVII.
Nació sordomudo e ingresó en el taller de Antonio de Pereda
de ahí el apodo con el que fue conocido: “El sordillo de Pereda”.
Su prolífica producción se extiende prácticamente por toda la
península, razón de que sea uno de los artistas mejor conocidos
en aquel momento.
Capaz de brillantes composiciones de exquisito colorido,
pincelada suelta y dibujo correcto, es el mismo que después
firma burdas copias de torpe dibujo inspiradas en estampas
generalmente de procedencia flamenca.
16
Primer Monasterio de la Visitación. Salesas
Madrid
Aunque la parte original podría ser una aguabenditera, a su
llegada al convento se le añadió un pie de madera tallada y
dorada para convertirla en una pieza de mesa de altar.
Los inventarios designan a este tipo de piezas con el nombre
de “cuadri” y los describen como objetos realizados en bronce
dorado, guarnecidos de plata y piedras, no necesariamente
preciosas, donde se insertaban láminas con escenas de la vida
de Cristo o similares.
De estética rococó y decorado en su parte central con placas
recortadas de lapislázuli, engastadas en perfiles de plata, de
elegantes líneas mixtilíneas.
El uso de piedras preciosas y en concreto el lapislázuli se asocia
con los dioses y los poderes del cielo, ya que el azul es el color
divino y desde antiguo se considera símbolo de pureza.
Natividad
Ecce Homo
Cristo Varón de Dolores
Luis Tristán
Siglo XVII
Óleo sobre lienzo
Juan Antonio de Frías y Escalante
Firmado y fechado: IOANNES ANTº/
ESCALANTE/FAT,/ANNO,1663
Óleo sobre lienzo
Anónimo español
Siglo XVII
Madera policromada
Monasterio de la Inmaculada y San Pascual,
HH Clarisas
Madrid
Luis Tristán (1585-1624) pintor toledano
discípulo de El Greco, nos presenta en
esta obra una composición propia de
su maestro.
La Virgen, de perfil clásico y belleza
renacentista idealizada, se contrapone a un
San José, retrato real de algún modelo que
posó en varias ocasiones para Tristán, entre
ellos, el Niño Jesús, duerme plácidamente.
El modelo del Niño, muy del Greco,
presenta algunas deformaciones y
desproporciones en piernas y brazos con
el fin de aumentar la expresividad.
Tristán utiliza un claroscuro intenso y dirige
nuestra atención al asunto central del
cuadro: las relaciones a través de los gestos
y las miradas de los tres protagonistas.
Tercer Monasterio de la Visitación
de Sta. María. Salesas
Madrid
Obra inédita hasta ahora, realizada
por Juan Antonio de Frias y Escalante
en 1663 e inspirada en las versiones
que realizara Tiziano para Carlos V
y para Felipe II.
Cristo aparece con los atributos
característicos: la corona de espinas, el
cetro de caña y el manto púrpura, que
alude al momento de su presentación
por Pilatos.
La gama cromática se reduce a dos
colores: rojo intenso para la túnica y
blanco marfil para las carnaciones pálidas.
Éstas se repiten invariablemente en la
producción de Escalante, hasta el punto
de convertirse en uno de sus signos
de estilo más reconocibles.
Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso
Madrid
Modelo iconográfico de procedencia
italiana, muy utilizado en España desde
mediados del siglo XVI, y difundido por
Gregorio Fernández en Castilla y por Pedro
de Mena y sus seguidores en Andalucía.
Destinado como Varón de Dolores, con las
llagas en las manos y en el costado, para
acercar al fiel el sufrimiento físico de Cristo
y provocar el consiguiente dolor para excitar
su piedad y dar lugar a la meditación.
La imagen, de busto largo hasta más abajo
de la cintura, deja ver el inicio del paño de
pureza, muestra la soga –natural y no
tallada- al cuello, corona de espinas, llagas
en manos y costado –que se trabajaban
incluso con virutas o cueros para sugerir las
heridas como en relieve- con abundante
sangre, que también aparece salpicada por
todo el cuerpo.
17
EXALTACIÓN
DE LA VIRGEN
DEVOCIONES MARIANAS
E
l Concilio de Trento reafirmó los principios
de la Iglesia católica frente a los ataques doctrinales
del protestantismo. El tema del culto a la Virgen
María, no reconocida porlos protestantes,
adquiere a partir de entonces un enorme desarrollo.
La temática religiosa de las artes plásticas del
barroco español, deudora del Concilio de Trento,
recogió este tema y lo desarrolló ampliamente.
De esta manera aparecen numerosas
representaciones de la Virgen en diferentes
momentos de su vida y bajo numerosísimas
advocaciones, como intercesora entre Dios y los
hombres y como realizadora de infinidad de
milagros.
Así la Virgen María, es representada, entre otras
muchas maneras, como la VIRGEN MADRE que
acoge a su hijo y lo amamanta o como VIRGEN
madre de Dios que acompaña a los fieles en
múltiples acontecimientos de la vida.
San Joaquín y Santa Ana
con la Virgen Niña
Anónimo español
Siglo XVII-XVIII
Madera policromada
Convento de Santa Úrsula
(Concepcionistes Franciscanes)
Alcalá de Henares
La Virgen niña viste manto azul con
bordura de pasamanería y túnica clara
con motivos vegetales en oro dejando ver
las mangas azuladas de la camisa. Ofrece
las manos a sus padres, estableciendo la
hilazón compositiva del grupo, que
transmite la sensación de marcha.
Muestran expresiones muy acentuadas
y gestos de intenso dinamismo.
El esquema compositivo recuerda
mucho al del grupo que, representando
a la Sagrada Familia, realizara en 1775
el escultor Francisco Salzillo y que se
conserva en la iglesia de Santiago de
la localidad de Orihuela. Esta atribución
al escultor murciano, en virtud a las
similitudes estilísticas, queda matizada por
su factura, hecho que permite encaminar
su autoría hacia algún discípulo del
maestro.
Virgen de Belén
Virgen de la leche
Anónimo español
Siglo XVII
Óleo sobre lienzo
Anónimo español
Siglo XVIII
Terracota
Monasterio del Corpus Christi (Carboneras)
Madrid
Primer Monasterio de la Visitación. Saleses
Madrid
Imagen devocional muy difundida en
los monasterios femeninos del siglo XVII.
Ambas figuras muestran la tez sonrosada
y un aire canesco relacionado con la
escuela barroca granadina.
La representación de la Virgen y del Niño
Jesús coronados nace en el barroco,
aunque el gesto del niño acariciando
la mejilla de su Madre y aproximándose
a ella en un cálido abrazo responde a
modelos muy anteriores.
Su origen se remonta al arte bizantino
con la Panagia Eleousa o Glykophilousa
o “Virgen de las caricias”.
Lleva un extraordinario marco rococó,
de diseño asimétrico muy característico
en el siglo XVIII.
El conjunto sigue la iconografía tradicional
de María sentada y con su Hijo en el
regazo dándole el pecho izquierdo.
La Virgen con corona de plata con
diademas se cubre con un velo
amarillento y viste manto azul y túnica
violácea.
El Niño, también con cabellos rubios, viste
un traje de encaje –la talla está trabajada
por entero al desnudo–, y reposa sobre
un paño blanco en el regazo de su
Madre.
19
ORA ET LABORA
LITURGIA, CULTO Y ORACIÓN
VIDA DOMÉSTICA
La síntesis de la regla de San Benito, Ora et Labora, condensa
el ideal de la vida monástica, estableciendo que la unión
entre la oración y el trabajo es el principio para “la aspiración
a la eternidad”.
San Benito introduce el elemento religioso en la vida
cotidiana, dignificando el trabajo y considerándolo el
complemento ideal a la meditación y la oración.
El eje principal de la vida en el convento es “la liturgia de las
horas”, que es el conjunto de rezos que se celebran en las
distintas horas del día. La campana llama a la oración
en diferentes momentos, invitando a la comunidad al rezo
en maitines, laudes, tercia, sexta, nona, vísperas y completas,
además de la misa conventual, indispensables en la vida de
la comunidad religiosa.
El discurrir del tiempo en clausura compensa la oración
y meditación con el trabajo diario: atender el torno, lavar,
planchar, cocinar, atender el órgano y los cantos para los
oficios, cuidar del huerto, preparar bordados, elaborar
postres, que aún hoy se pueden degustar en los conventos
madrileños, y realizar otros trabajos que procuren
el sustento de la comunidad religiosa.
Relicario de la Epifanía
Relicario Ostensorio
Relicario de Santa Cecilia
Anónimo italiano
Primera mitad del siglo XVII
Óleo sobre cobre, madera ebanizada,
bronce dorado
Anónimo español
Finales del siglo XVII y principios
del XVIII
Madera policromada
Escuela castellana
Siglo XVII o XVIII
Madera policromada
Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso
Madrid
Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso
Madrid
Relicario con forma de retablo
arquitectónico, formado por una pequeña
predella con óvalos enmarcados por
molduras de bronce dorado con reliquias
de varios santos.
Responde a la tipología de relicario
ostensorio, caracterizado por tener un
soporte que sostiene un cuerpo ovalado o
cuadrangular.
El cuerpo central se decora con una
pintura en cobre de la Adoración de los
Reyes Magos, no original del mismo.
Lo más probable es que estuviera
enmarcado de manera independiente
e integrado en un oratorio privado.
Estamos ante un trabajo italiano, muy
característico de Florencia, y son muchos
los conventos que poseen esta clase de
obras.
Durante el siglo XVII fue práctica frecuente
de las comunidades religiosas la
reutilización de materiales. Este tipo de
pequeños retablos relicario eran regalos
de familias nobles al convento con motivo
de la profesión solemne de una hija, o
bien donaciones.
La figura de un ángel niño desnudo,
sujeta el escaparate con un
enmarcamiento de perfil convexo
decorado con temas vegetales, al que
rodea otro, recercado por una profusión
de hojas carnosas que remata en un
pequeño copete.
Se exponen nueve medallones relicario
que contienen restos óseos y fragmentos
textiles de varios santos: Santiago el
Mayor, Santo Domingo de Guzmán y San
Ignacio de Loyola, entre otros.
Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso
Madrid
El origen del culto cristiano a las reliquias
se remonta a los primeros siglos de la
Iglesia, con el fin de honrar la memoria
de los mártires.
Tras el Concilio de Trento, se constata
el gran auge en la devoción hacia ellas
y como afirmación de lo que los
protestantes negaban: el poder de
intercesión de los santos. Para las
comunidades religiosas, los restos
y objetos de los santos constituían un
gran tesoro, siendo venerados tanto
como recuerdo de la persona, como por
sus poderes espirituales y curativos.
A lo largo del antebrazo se abre un viril
alargado, que deja ver un largo hueso
al que se adosa una cédula con la
identificación de la santa.
21
Relicario de San Isidro
Labrador
Niño Jesús dormido
abrazado a la cruz
Anónimo español
Siglo XVII
Madera policromada
Anónimo español
Siglo XVII
Madera policromada
Monasterio Concepcionistas Franciscanas
Madrid
Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso
Madrid
San Isidro (1082-1172), natural de
Madrid, fue labrador al servicio de Iván
de Vargas,Patrono de Madrid. Por sus
virtudes y milagros se le consideraba
santo teniendo culto desde el siglo XIII.
Fue beatificado por Paulo V y canonizado
por Gregorio XV en 1622.
La talla con alguna aplicación de tela
encolada, es de estilo barroco y puede
datarse a finales del siglo XVII.
La figura, posiblemente de la segunda
mitad del XVII, parece repetir el modelo
creado en torno a 1628-1629 por
Gregorio Fernández para la iglesia de
Santa María, de Dueñas (Palencia).
El santo lleva en la mano diestra la
aguijada o hijada, apero de labranza que
remataba en una media luna de hierro o
acero, en tanto que en la izquierda sujeta
un rosario, lo que manifiesta su intensa
devoción a la Virgen. La pequeña talla
muestra un relicario en el pecho. En torno
a la cabeza luce un nimbo de platería
decorado con rayos.
22
El Niño Jesús, de anatomía un tanto
hercúlea, reposa sobre su lado derecho y
dormita abrazado a la cruz encima de un
suelo que imita rocas, velando la
desnudez de su cuerpo con unas telas.
En la época barroca, el Niño Jesús fue
representado de muy diversas formas,
algunas veces sentado en un sillón y con
una bola en una mano, meditando con la
cabeza apoyada en la otra, en una
variante iconográfica de uso bastante
escaso; en otras ocasiones, se le
mostraba recostado dormitando solo o,
como aquí, en compañía de algunos
símbolos de la Pasión.
Niño Jesús dormido
Anónimo español
Siglo XVIII
Madera policromada
Convento de Carmelitas Descalzas
Madrid
Datable en el siglo XVIII, la figura muestra
el cuerpo girado hacia el lado derecho,
pero no así la cabeza.
La anatomía está trabajada por entero al
desnudo, aunque con un tratamiento muy
sucinto, a pesar de lo cual está vestido
con traje de encaje y calzado con
sandalias blancas decoradas con
lentejuelas de colores.
Apoya el lado derecho de la cara en la
mano diestra y los ensortijados cabellos
manifiestan un acertado uso del trépano.
La pequeña figura reposa en una
colchoneta de raso con almohada
redonda, apareciendo sobre el mismo
lecho una cruz de madera decorada con
labores de taracea que parece moderna.
Niño Jesús dormido
Escuela española
Finales siglo XVI
Madera policromada
Patrimonio Nacional
Monasterio de las Descalzas Reales
Madrid
Responde al modelo de los Niños de Pasión que vincula
la imagen infantil de Cristo con su futura muerte en la
cruz, ya que lleva, a modo de collar, la corona de espinas.
A pesar de centrarse en el pasaje más dramático de su
vida, el semblante del Niño transmite serenidad. Está
sentado en un sillón frailero a modo de trono divino.
Sigue la moda de los infantes que vestían una prenda
ajustada que cubría todo el cuerpo, con mangas tubulares
y abrochada con alamares en su parte delantera.
Relicario del Lignum Crucis
Castilla
Hacia 1500 y 1550
Papel, madera, tela, pergamino, perlas, espejuelos
Patrimonio Nacional
Monasterio de las Descalzas Reales
Madrid
Del tipo cuadro o marco, con treinta y dos recuadros en
torno a otro central en el que se inscribe una circunferencia
en la que se inserta un Lignum Crucis.
Contiene también varias reliquias de santos y miniaturas
sobre pergamino decorado con perlas y espejuelos, datable
entre 1500 y 1550.
23
Cáliz
Naveta
Incensario
Escuela madrileña o alcalaína
Segundo cuarto del siglo XVII
Plata sobredorada
Sicilia
Entre 1645 y 1647
Bronce dorado y coral
Sicilia
Entre 1645 y 1647
Bronce dorado y coral
Convento de Dominicas
de Santa Catalina de Siena
Alcalá de Henares
Patrimonio Nacional
Monasterio de Santa Isabel
Madrid
Patrimonio Nacional
Monasterio de Santa Isabel
Madrid
Este cáliz puede incluirse entre los
diversos modelos que conforman el
“estilo cortesano”, que se desarrolla
durante la primera mitad del siglo XVII
(reinados de Felipe III y Felipe IV).
Es un estilo formado en la Corte a lo largo
del reinado de Felipe III y creado por
destacados plateros que desarrollaron
su actividad fundamentalmente en Madrid
pero también en Toledo y Valladolid,
dando lugar a uno de los periodos más
originales de la platería española.
A juego con el incensario, esta naveta o
caja pequeña, con forma de nave, para
administrar el incienso, presenta forma
ovalada con doble tapa simétrica y con
sobrepuestos de rosetas de coral.
Forma parte de un conjunto de piezas de
coral de Trápani, posiblemente donación
real, formado por cáliz, custodia, naveta y
en su día hubo vinajeras, de las que nos
ha llegado la campanilla.
Fue realizada en Palermo en los años
centrales del siglo XVII, lo más novedoso
de la pieza es el nudo periforme muy
común en piezas posteriores a 1650.
De todas estas piezas solo el cáliz está
marcado en Palermo entre los años 1645
y 1647, dentro del periodo barroco.
Sus características son las propias
del barroco clasicista, donde las piezas
resultan equilibradas, bien proporcionadas
y estructuradas mediante un juego
de cuerpos y molduras, en las que los
motivos decorativos, se someten a
la estructura de la pieza de manera que
no rompen su perfil.
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Jarro de beber
Jarro de Sor Ana Dorotea
Salero de Sor Ana Dorotea
Talavera de la Reina
Segunda mitad del siglo XVIII
Loza
Anónimo español
Segunda mitad del siglo XVII
Cerámica, vidriado policromado
Anónimo español
Segunda mitad del siglo XVII
Cerámica, vidriado policromado
Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso
Madrid
Patrimonio Nacional
Monasterio de las Descalzas Reales
Madrid
Patrimonio Nacional
Monasterio de las Descalzas Reales
Madrid
Este jarro frailero, elemento cotidiano en
las mesas de los refectorios, se utilizaba
para servir el agua. Realizado en Talavera
de la Reina a principios del siglo XVII,
pertenece al modelo de helechos chino y
de golondrinas, con motivos en azul sobre
fondo blanco.
De planta cuadrada y con un único
pocillo, pertenece como el jarro a la serie
de helechos de Talavera.
La loza conventual de los siglos XVI, XVII
y XVIII, aparece vinculada a las piezas
de vajilla.
El jarro conventual es de forma globular,
y su decoración se reduce a la palabra
“Refectorio” en el borde superior, y en
esta pieza la insignia trinitaria, tan simple
en las otras piezas, aparece rodeada de
un escudo barroco.
Tiene una sola asa de cordón o
salomónica que sale del mismo borde
y termina al principio de la panza.
Como seguidoras de la regla de Santa
Coleta que no permitía ningún lujo ni
mantel, sólo aparecían sobre la mesa una
sencilla servilleta, los platos, vasos,
cubiertos y varias jarras y saleros que eran
compartidos por al menos dos religiosas.
La decoración se realiza utilizando tan
sólo el color azul, un azul intenso
obtenido del óxido de cobalto, y que
será característico de diferentes series
de la loza talaverana.
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Jarra vinatera
Lebrillo conventual
Talavera de la Reina
Fines del siglo XVII
Loza azul
Talavera de la Reina
Fines del siglo XVII
Loza
Monasterio del Corpus Christi (Carboneras)
Madrid
Monasterio de San Bernardo
Alcalá de Henares
Jarra conventual globular, decorada en
azul, con dos asas de cordón o
salomónicas.
La parte exterior del lebrillo, o cuenco,
presenta una característica decoración
en azul cuyo tema principal se ha
denominado “árboles de tres pisos”.
Decorada con una cruz con adornos
barrocos que resguarda a una custodia
con el Santísimo expuesto y el escudo del
convento.
Realizada en Talavera de la Reina a finales
del siglo XVII.
En el interior de la pieza se observa
el escudo del Cardenal Sandoval y Rojas,
y debajo la inscripción “Soi de el
Religioso, Convento de Bernardas,
de Alcalá de Henares” con la grafía
de la época.
El cardenal don Bernardo de Sandoval y
Rojas, pariente cercano del valido del rey
Felipe III, fundó este monasterio en el año
1617 para 24 monjas cistercienses,
encargándose su construcción a Juan
Gómez de Mora.
26
Contador
Prensa
Taller conventual
Segunda mitad del siglo XIX
Madera, tinta
Taller conventual
Segunda mitad del siglo XIX
Madera
Patrimonio Nacional
Monasterio de la Encarnación
Madrid
Patrimonio Nacional
Monasterio de la Encarnación
Madrid
Diseñado por la propia comunidad y
realizado probablemente en la carpintería
de Palacio, se utilizaba para organizar el
sistema de lavado de las ropas de la
comunidad. Cada monja tenía un número
asignado y así la encargada de la ropería
sabía a quien correspondía cada prenda.
Pieza destinada al planchado de ropa
de gran tamaño tanto de uso personal
como de cama y aseo.
Este sistema de planchado, diseñado
por la propia comunidad, fue muy común
en los conventos femeninos. Realizado
por la carpintería de Palacio a mediados
del siglo XIX.
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Habitación de religiosa
Cristo crucificado
Atribuido a Toribio Álvarez
(h.1668-1730)
Óleo sobre lienzo
Anónimo español
Siglo XVII
Óleo sobre tabla
Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso
Madrid
Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso
Madrid
El interior resulta sencillo: una mesa en la que hay
unos papeles, tintero y pluma, un libro abierto y el crucifijo,
y delante un serijo o posón y una escoba.
Tiene un claro valor plástico y escultórico: se intenta imitar una
talla, suplirla y, por tanto, estamos ante un trampantojo. Estos
crucifijos, al igual que los de talla, presidían las celdas
conventuales o las habitaciones de clérigos y obispos y gente de
toda condición social.
A la derecha una librería repleta de volúmenes con las
encuadernaciones características de su tiempo.
Lo más sorprendente de la composición se sitúa en la esquina
superior izquierda. Allí se abre un rompimiento de gloria,
rodeado por cabezas de querubines.
Este elemento explica la utilidad del lienzo: la de
acompañamiento de una imagen de talla que ocuparía el
espacio entre la mesa y la mencionada gloria. Seguramente
una representación de Santa Teresa de Jesús, escribiendo
en su celda.
28
Lo más probable es que todos los pintores de nuestro Barroco
se dedicaran a ejecutar estas tablas de rápida y barata realización,
de modo que se convirtió, como otros asuntos religiosos, en una
de las fuentes de ingresos más fiables.
Se venderían en las tiendas abiertas de las principales calles de
nuestras ciudades, en Madrid, alrededor de la calle Mayor o en
las gradas de San Felipe, en la Puerta del Sol.
Pililla de agua bendita
Baúl
Talavera de la Reina o Puente del Arzobispo
Segunda mitad del siglo XVIII
Loza
Escuela castellana
Siglo XVII -XVIII
Madera, cuero, seda y latón
Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso
Madrid
Monasterio de Trinitarias de San Ildefonso
Madrid
Las pilillas de agua bendita se destinaban a las
celdas de las monjas y frailes que mojaban sus
dedos en ellas antes de sus oraciones o ante
cualquier mal pensamiento que tuvieran.
Esta pieza presenta un perfil muy simple con
agujero para ser colgada en la pared. En la parte
recta hay una cruz azul más adornada y barroca
que la de la Orden Trinitaria. La cruz reposa
sobre un montículo del que salen tres arbustos
inclinados a cada lado. El pie es circular,
adornado con un trazo azul, al igual que el
borde de la propia pililla.
En todas las clausuras conventuales se encuentran arcas, arcones, baúles
y cofres de diversos tamaños que, como muebles de guardar, están
destinados a contener objetos domésticos y diversas pertenencias de la
comunidad.
Cuando una profesa ingresaba, llevaba consigo un baúl para guardar sus
pertenencias personales, con su nombre indicado en el mueble, como en
este caso: “D. YSABEL DE ANDA”.
Se decora con filas de tachuelas de latón con cabeza lisa, dibujando formas
rectas, y las cantoneras del arca se refuerzan con placas de latón.
29
PINTURA BARROCA
MADRILEÑA
El barroco madrileño, ha sido uno de los periodos de mayor
esplendor dentro de la pintura española, no sólo por el ingente
número de pintores que se dieron cita y que crearon un estilo
común, todavía con reminiscencias italianas y flamencas, sino
también por la calidad de las obras que se conservan.
Con el traslado de la Corte a Madrid prácticamente todas las
órdenes religiosas, deseosas de estar cerca ella, encargan allí la
construcción de sus conventos y por consiguiente su decoración
interior.
Bajo los reinados de Felipe IV y Carlos II el arte pictórico entra en
un torbellino de color y luz, decididamente barroco, y numerosos
pintores aportan a la “escuela madrileña” un colorido suntuoso al
modo veneciano y actitudes apasionadas y dinámicas al modo
rubeniano.
La nueva centuria iniciada en el siglo XVIII, ya borbónica, supuso
una transformación del gusto, propiciada por la llegada de pintores
franceses e italianos, principalmente fresquistas, quienes llenan los
techos de pinturas muy coloristas para ser vistas desde abajo.
La fundación de la Academia en 1752 pone fin al barroco local,
preferido por los conventos, aunque hay artistas destacados, de
fuera de Madrid, que dejaron ejemplos de sus obras en la Corte.
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ESCULTURA BARROCA
MADRILEÑA
La escultura madrileña de los siglos XVII y XVIII se desarrolla paralelamente
a la pintura. Los años iniciales están marcados por un realismo o naturalismo
equilibrado en el que abundan representaciones de la Pasión, sobre todo en
crucificados y yacentes, siendo Gregorio Fernández la figura mas relevante de este
periodo. También se representa a la Virgen, como Inmaculada o Dolorosa, y a los
Santos, fundadores o los de mayor devoción popular.
Durante la segunda mitad del siglo Pedro de Mena, discípulo de Alonso Cano,
es el artífice que, con una asombrosa calidad técnica, sabe representar los mas
variados estados anímicos que van desde la resignación de los “Ecce Homo”, al dolor
contenido de las Dolorosas y al misticismo de los santos.
A comienzos del XVIII, Madrid alcanza la preponderancia que habían tenido las
escuela vallisoletana y andaluza de centurias anteriores, las imágenes se llenan
de movimiento tanto en los ropajes como en las actitudes y es el polifacético José
de Churriguera quien realizará muchos de los encargos de las órdenes religiosas.
A finales del siglo XVIII se inicia una transición marcada por figuras llenas de
serenidad, anticipadora del neoclasicismo y que trajeron la nueva dinastía con
los artistas extranjeros llegados a la Corte.
En cuanto a los encargos por un lado están los innumerables compromisos
de iglesias y cofradías, y por otro los clientes particulares, esto hizo que los
principales escultores españoles pasaron por la capital para complacer a tan
variada clientela.
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