SIR RAYMOND WILLIAM FIRTH (1901-2002). Leif Korsbaek1. Sir Raymond William Firth, el famoso antropólogo británico, murió en Londres en febrero del 2002 a la edad de 100 años. Había nacido en 1901 en Auckland, la capital de Nueva Zelandia, y estudió primero economía allá, después antropología social en Londres, donde se convirtió en una de las figuras centrales en el panteón antropológica británica, con influencia y actividades en todas las instituciones relevantes y haciéndose sentir en todos los campos de la antropología, pero antes que nada en la antropología económica. A lo mejor es cierta la opinión de Gluckman, que "durante muchos años los más importanters antropólogos en Inglaterra habían venido del continente o de las colonias, de regiones donde el cambio o la renovación de la sociedad enfoca la atención hacia los elementos que crean una sociedad. Aún la mayor parte de los antropólogos nacidos en Inglaterra tenían, hasta hace poco tiempo, alguna relación con el extranjero, o eran escoceses, galeses, irlandeses o judíos. Tal vez la sociedad inglesa ha sido demasiado homogénea y estable - me atrevería tal vez a decir demasiado acomodada y autocomplacente - para que sus miembros pudieran convertirse en pensadores empíricos de la vida social" (Gluckman, 1959 248). La llamada Escuela Británica está repleta de inmigrantes: aparte de Raymond Firth, S. F. Nadel, nacido en Viena, Isaac Schapera, Meyer Fortes y Max Gluckman, nacidos en Africa del Sur, Bronislaw Malinowski, nacido en Polonia, Mary Douglas, nacida en Italia, Gunther Wagner, nacido en Alemania, Lloyd Fallers, de los Estados Unidos, y Kalervo Oberg, de familia finlandesa en Canadá, entre otros. Igual que la antropología cultural norteamericana fue fundada por el judío alemán Franz Boas y continuada por Robert Lowie, nacido en Viena, y Alfred Kroeber y Ruth Benedict, ambos criados en un ambiente cultural alemán. En la 1 Profesor-Investigador de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH-INAH). Aparte de varios cursos de “Antropología británica” que a tavés de los años impartí en la Escuela Nacional de Antropología e Historia y en la Facultad de Antropología de la UAEM en Toluca, el presente artículo es producto de dos cursos de Antropología Británica que impartí en la Maestría de Antropología Social de la ENAH, Semestre 2002-2 y en la Licenciatura de Antropología Social, Semestre 2005-1. antropología mexicana vienen a caso el papel jugado por antropólogos como Angel Palerm, Pedro Carrasco, Paul Kirchhof y Roberto Weitlaner, a título de ejemplo. Podemos decir que Raymond Firth se hizo antropólogo por casualidad. Ya en sus estudios económicos se había desviado de la vía rutinaria en esta disciplina: "cuando preparaba su tesis de maestría The Maori Gum Industry hizo algo inusitado entre los economistas: Firth fue a conversar con los mineros y a preguntarles qué pensaban sobre sus condiciones de trabajo y acerca de sus salarios; esta experiencia sin saberlo lo encaminó hacia la antropología" (Melville, 2002: 64). Con esta disposición tal vez no es una casualidad que cuando llegó a la London School of Economics cayó pronto bajo la influencia de Bronislaw Malinowski y se movió hacia una visión cada vez más antropológica de los fenómenos económicos. Recuerda Raymond Firth que "hace casi exactamente veinticinco años que decidí hacerme antropólogo profesional. Con Ashley Montague, Evans-Pritchard y unos pocos más ayudé en octubre de 1924 a formar los primeros seminarios de Malinowski en la London School of Economics; pronto se nos unieron Hortense Powdermaker, Schapera, Talcott Parsons, y el desfile de investigadores en formación seguía" (Firth, 1975: 2). Toda su vida académica quedó relacionado institucionalmente a la London School of Economics, donde en 1932 es nombrado lecturer, y en 1935 es nombrado reader en la misma institución. Cuando la cátedra de Malinowski en la London School of Economics quedó vacía en 1944, Raymond Firth la heredó, y se quedó como jefe del departamento de Antropología Social hasta su jubilación en 1968. En su formación profesional, Raymond Firth era alumno de Bronislaw Malinowski, un hecho que nunca olvidó: "El libro de Firth Elementos of Social Organization constituye un intento, todavía más directo, de reincorporar algo de la teoría de Malinowski en el principal desarrollo de la antropología social británica, pero su énfasis difería del de Nadel. Prefirió concentrarse sobre el hombre calculador, la figura que Bateson distinguió como el componente más prometedor del equipo conceptual de Malinowski", así que "en resumen, todos sus esfuerzos se orientaron a reintroducir los temas de Malinowski que los seguidores de Radcliff-Brown habían apartado a un lado" (Kuper, 1977: 163- 164). Con sobrada razón fue él quien compiló un libro en el cual los más importantes alumnos de Malinowski – Edmund Leach, Talcott Parsons, Meyer Fortes, S. F. Nadel, entre otros - discutieron los principales aspectos de su quehacer antropológico, desde la antropología económica hasta la jurídica, desde su método de trabajo de campo hasta sus vicios epistemológicos. Firth inicia su introducción al libro declarando que “hemos escrito este libro porque algunos de nosotros llevamos largo tiempo pensando que Bronislaw Malinowski no ha recibido toda la atención que merece. La suya ha sido una de las influencias más sobresalientes en la conformación de la antropología social británica hoy” (Firth, 1974A: 1). Pero Malimowski no fue la única influencia que lo alejó de la economía; en la London School of Economics conoció también a R. H. Tawney, el historiador del capitalismo. Mientras que Malinowski dirigió su atención hacia los factores culturales y sociales en un mundo exótico que se encuentra a considerable distancia del mundo moderno, podemos suponer que Tawney lo motivó para introducir el factor tiempo y el pasado en sus investigaciones. El título de su primera monografía importante, "We, the Tikopia" de 1936, es atinado (él mismo dice que el título no es fortuito, 1936: XV), pues no es una exageración llamar a Raymond Firth "el antropólogo de Tikopia": en aquella isla con un poco más de 1,000 habitantes inició su trabajo de campo alrededor de 1928, publicando como el primer resultado la mencionada monografía acerca de su sistema de parentesco (era una monografía bastante ortodoxa y, antes que nada, brillaba por su meticulosidad y riqueza de detalle, y también en otros aspectos era tradicional, pues en este primer trabajo de campo se instaló cerca de los maestros bilingües-biculturales y los misioneros). Pero se aferró, seguía trabajando en la misma isla, y seguía publicando otras monografías acerca de otros aspectos de ella: unos años más tarde publicó una monografía acerca de la religión de Tikopia con el título poético de "The Work of the Gods in Tikopia" (Firth, 1940), después siguió el ejemplo de Alexandre Dumas, el autor de "Los tres musqueteros", y escribió un estudio del cambio social en Tikopia, "veinte años después" (Firth, 1959), para luego ir contra la corriente británica antihistórica y publicar una monografía acerca de la "History and Traditions of Tikopia" (Firth, 1961) y luego otra monografía acerca de los fundamentos de la religión en Tikopia, de los rituales y las creencias en la isla (Firth, 1967). Pero allí no para la avalancha de estudios antropológicos de Tikopia, unos años después publicó un estudio de la religión pagana de Tikopia y la conversión al cristianismo en la isla (Firth, 1970), posteriormente un diccionario inglés-tikopia (Firth, 1985) y finalmente, en 1990, una monografía sobre las canciones de Tikopia. La obra de Raymond Firth es auténticamente un monumento a Tikopia y sus isleños, pero aún más es un monumento a la ambición holista de la antropología (Beattie, 1972). Acerca de los 1,200 habitantes de la isla Tikopia publicó Raymond Firth un total de aproximadamente 7,000 páginas, más todas sus referencias sueltas a Tikopia. Durante su vida Raymond Firth fue hecho miembro de casi todas las asociaciones antropológicas de relevancia, y ocupó puestos ejecutivos en las organizaciones de antropólogos: desde 1944 ayudó a organizar el Social Sciences Research Council (una especie de CONACYT británico de auqellos años), y cuando la Asociación de Antropólogos Sociales (ASA, por sus siglas en inglés), la organización gremial británica, fue fundada en 1946, "el presidente era Radcliffe-Brown, cargo honorario que reflejaba su continuado predominio en la teoría; Evans-Pritchard era el presidente y secretario, y el comité constaba de Firth, Forde y Fortes" (Kuper, 1977: 154). En auqellos años, "los puntos claves del mapa eran los departamentos de Londres, Oxford, Cambridge y Manchester; Firth fue el más influyente en la London School of Economics, donde se le unieron Richards, Nadel, Schapera, Mair, Leach y Freedman, en uno u otro momento. El departamento no tenía una línea de partido firme, pero se inclinaba a la recensión firthiana del funcionalismo de Malinowski" (Kuper, 1977: 155). Como un corolario a esta posición se tuvo también que convertir en defensor de la antropología británica, y cuando en 1950 se celebró un simposio sobre las teorías de parentescología y su aplicación en Africa, del cual resultó la publicación "African Systems of Kinship and Marriage" (Radcliffe-Brown & Forde, eds., 1950), según algunos el producto que marca la máxima altura del estructural-funcionalismo radcliffe-browniano. La publicación que resultó del simposio fue duramente reseñada por uno de los líderes de la antropología cultural norteamericano, el fundador del Human Relations Area Files con su guia, George Peter Murdock, quien primero señaló que "los escritos descriptivos y analíticos de los antropólogos sociales ingleses logran un nivel medio de capacidad etnográfica y sugerencia teórica probablemente igualado por ningún grupo comparable de cualquier otra parte del mundo. Esto explica y justifica el respeto que con tanta unanimidad se les dispensa. No obstante, dejando fuera estos méritos, hay cierta cantidad de concretas limitaciones que muchos colegas de profesión extranjeros encuentran difíciles de comprender e imposibles de defender", para depués centrar las limitaciones de la antropología social británica en tres puntos: la casi exclusiva concentración sobre el parentesco y temas directamente relacionados con éste, v. gr. el matrimonio, la propiedad y el gobierno, su concentración geográfica en las dependencias coloniales británicas y su consecuente falta de un campo etnográfico más amplio, y "son indiferentes a los escritos teóricos, así como descriptivos, de sus colegas de otros países" e ignoraban sus intereses por la historia, el cambio cultural y la psicología, limitaciones que juzgó por mayoreo en su conclusión, que al ignorar la noción de cultura, se habían convertido en sociólogos de un tipo además bastante anticuado, desastre que, según Murdock, se debía a "la sorprendente influencia de Radcliffe-Brown" (Murdock, 1951: 466-467). A Raymond Firth le tocó responder a la crítica de Murdock en un artículo publicado en American Anthropologist, en el cual señaló que la antropología británica después de largos años dedicados a la creación de tipologías, en el marco de una antropología social estática y sincrónica, estaba pasando “lenta y desigualmente a un estudio más sistemático de la variación, incluida la variación en el tiempo” (Firth, 1951B: 488). Raymond Firth siempre fue un antropólogo crítico, pero nunca se destacó como un antropólogo particularmente radical o revolucionario. Cuando algunos de los antropólogos en los años alrededor de 1968 empezaron a formular una crítica a la tradición antropológica británica, y la relación de esta tradición con el colonialismo y el imperialismo británico, Firth se mantuvo al margen de todo este discurso. Con esta posición y carrera es consonante que en 1973 haya sido hecho noble y recibido el título de Sir, convirtiéndose en Sir Raymond William Firth, siendo así oficial y reconocidamente un pilar de la sociedad británica y recibiendo el reconocimiento ofcicial los servicios rendidos a la sociedad en tiempos de paz y de guerra (vale la pena recordar la importancia de la guerra para el desarrollo de las teorías antropológicas y, en lo referente al status de pilar de la sociedad británica y su burguesía, los gritos proferidos por oficiales jubilados y en servicio del ejército británico, cuando los Beatles hace algunos años recibieron el mismo título de nobleza). Raymond Firth y la antropología económica. En términos cronológicos, Raymond Firth se hizo primero economista y después antropólogo: como joven estudió economía en la Universidad de Auckland en su ciudad natal, y en 1924 llegó a Londres con el objetivo de estudiar economía en London School of Economics y escribir una tesis doctoral acerca de la economía en Nueva Zelandia. En efecto, en 1927 defendió su tesis acerca de "Primitive Economics of the New Zealand Maori" (Firth, 1929), "basado en el conocimiento personal de los nativos, pero siendo principalmente un resumen de anteriores informaciones etnográficos" (Malinowski, 1936: VII). Si comparamos la obra de Raymond Firth de 1929 y su obra antropológica de 1939, encontramos la transición de economista a antropólogo manifestada en tres dimensiones: en la dimensión del material observado, en la dimensión temporal y en la dimensión espacial. El material observado cambia de ser hechos etnográficos de importancia marginal y de segunda mano a ser hechos etnográficos de importancia principal y de observación directa, y la dimensión temporal se manifiesta aparte de la distancia de díez años que separa las dos obras - en el deseo de comparar la economía de Tikopia en la actualidad con la economía histórica de los maori de la Nueva Zelandia, y también en su ambición de comparar ambas economías con la economía capitalista de Inglaterra de su día. Al respecto es interesante leer el prefacio a la edición original de su libro acerca de la "Primitive Polynesian Economy": "Este libro es en cierto sentido un suplemento a mi "Primitive Economics of the New Zealand Maori". Juntos presentan un análisis comparativo de las instituciones de dos comunidades polinesias que son muy diferentes en lo que se refiere al ambiente natural, población, y organización política. Para los maori tuve que utilizar fuentes primarias, frecuentemente incompletas mis propios breves viajes al campo entre ellos llenaron solamente pocos huecos. Y, ya que los maori llevan un siglo participando en una versión antipódica de civilización europea, mis generalizaciones tuvieron que ser principalmente reconstrucciones, aunque algunos de los principios tradicionales de organización han mostrado una terca vitalidad hasta hoy. Tikopia, al contrario, es una cultura polinesia viva, prácticamente autónoma, lo que me ha permitido hacer un análisis de conducta contemporánea basada en mi propia observación de primera mano. En consecuencia, el presente libro transmite una imagen más dinámica de los procesos económicos" (Firth, 1938: IX). La dimensión espacial se manifiesta en la distancia de "una versión antipódica de civilización europea" a "una cultura polinesia viva, prácticamente autónoma"; Una de las preguntas más importantes que Raymond Firth plantea en su "Primitive Economics of the New Zealand Maori", hablando de Tikopia, es: ¿hasta qué grado lo podemos considerar como constituyendo una economía?", definiendo una economía como "aquella esfera de la actividad humana que se ocupa de recursos, sus limitaciones y su uso, y la organización por medio de la cual son llevados de un modo racional en contacto con las necesidades humanas en un sistema social dado" (Firth, 19..: 24-25, Primitive Polynesian Economy). Y contesta su propia pregunta en lo afirmativo: "yo diría que Tikopia en 1929 tenía una economía en el sentido estricto del término, y que es posible estudiarla por medio del enfoque básico analítico de un economista, complementado con la teoría antropológica de la sociedad" (ibidem: 26). En 1951 publicó Raymond Firth su tratado con el título amplio e indicativo de "Elements of Social Organization", en el cual dedica un largo capítulo a discutir "el marco social de la organización económica" (p. 122-154), donde inicia declarando que "el antropólogo se interesa por la estructura y la organización de la actividad económica por dos razones: la mayoría de las realciones sociales tienen un cociente económico, y muchas relaciones sociales giran principalmente alrededor de valores económicos" (p. 122). En el mismo capítulo sigue luego una declaración netamente formalista, unos díez años antes del gran debate entre formalistas y sustantivistas: "El concepto básico de la economía es la asignación de recursos escasos disponibles entre necesidades humanas realizables, reconociendo que hay alternativas en cada esfera; no importa de qué manera la definimos, la economía trata de las implicaciones de decisiones humanas; decisiones, necesidades, y sus implicaciones en acción involucran relaciones personales, relaciones sociales; si la antropología social estudia las formas de relaciones sociales en las sociedades más primitivas, la economía estudia ciertos tipos de relaciones sociales - por ejemplo relaciones de producción e intercambio - en todas las sociedades, un estudiuo que se lleva a cabo con un rigor que raras veces, si algunas veces, se alcanza en los planteamientos antropológicos; en cuanto podamos decir que la economía propone principios que son auténticamente universales, sería más justificado llamar la economía la ciencia del hombre que la antropología, que podría bien merecer el título de la ciencia de los tipos de hombres " (p. 125). Viendo la vida de Raymond Firth en telescopio, no hay duda de que antes que nada fue antropólogo, pero la economía seguía ocupando un lugar privilegiado, tanto en su pensamiento como en sus investigaciones, nunca se perdió de su vista. Sin embargo, me parece una exageración cuando se dice que "en 1939 inició junto con su distinguida esposa Rosemary, con quien se había casado en 1936, una investigación sobre una pequeña isla de pescadores; el fruto de tal investigación Malayan Fishermen: Their Peasant Economy (1946) es considerado como el punto de partida de la antropología económica" (Melville, 2002: 64), pues sería hacer por completo a un lado la obra de Malinowski y su magnum opus en la antropología económica: "Los argonautas del Pacífico occidental" de 1922. Aunque Raymond Firth escribió acerca de Malinowski que "sus conocimientos de economía sistemática fueron siempre muy limitados y su acercamiento al análisis económico se produjo al principio a un nivel descriptivo, de sentido común, y a lo largo de casi toda su obra siguió siendo sencillo, nada sofisticado" (Firth, 1974B: 227), nunca dejó de manifestar que en su opinión Malinowski era el fundador de la moderna antropología económica. En una ocasión lo citó, en una temprana evaluación de la situación de la antropología económica: "no hay ningún aspecto de la vida primitiva en el que nuestro conocimiento sea tan precario y nuestra comprensión tan superficial como en la economía" (Malinowski, 1922: 84), para luego señalar que "suyo es el mérito de haber abierto el camino para una estimación más justa del tema", reconociendo del mérito de Malinowski "que se debe a tres cosas: a la novedad de sus investigaciones directas sobre el terreno, hechas siempre con la atención despierta a todas las implicaciones económicas, a la fuerza y a la sinceridad de su exposición concreta, y a su clarevidencia al interesarse por las relaciones entre la economía y otros aspectos del sistema social tanto al menos como por los fenómenos en sí mismos" (Firth, 1974B: 227). Pero es cierto que se manifestó fuertemente con la publicación de su análisis de la economía de una comunidad de pescadores, y el título es en sí una provocación: "Malay Fishermen. Their Peasant Economy" ("Pescadores malayos, su economía campesina", Firth, 1946, ¿cómo pueden ser campesinos los pescadores?), en el que declaradamente se dirige hacia la solución de cuatro problemas: la necesidad de más atención a la industria pesquera nativa en las regiones tropicales, la necesidad de estudios económicos de esos sistemas campesinos, y ya no estudios de su tecnología, la necesidad de basar las generalizaciones que se formulan acerca de la economía campesina en estudios planeados e intensivos y, finalmente, procurar que sean investigadores con una formación adecuada que recojan los datos necesarios para la formulación de una política del desarrollo de las economías campesinas (Firth, 1944: XI). Dos de los aspectos de la economía que en todo momento le interesaba a Raymond Firth son el paso del tiempo o sea, el cambio social en general y, más específicamente, la modernización de los sistemas económicos y los sistemas sociales, y la articulación de la ciencia antropológica con la ciencia económica. El es uno de los antropólogos que más énfasis ha puesto en la necesidad de volver a estudiar la misma situación en un momento posterior, con el fin de poder constatar y medir el cambio y, en efecto, toda su producción antropológica se inscribe en este marco, con reestudios repetidos de la sociedad isleña en Tikopia. Raymond Firth deseaba una ciencia antropológica práctica, a diferencia de Radcliffe-Brown, profesor de Raymond Firth, quien deseaba una "ciencia puramente teórica de la sociedad humana" (1948: 147-148). Sin embargo, la pureza que pide y practica Radcliffe-Brown parece ser un tanto asimétrica, pues en su introducción a "African Systems of Kinship and Marriage" espera que la ciencia pura allí presentada sea puesta a la disposición de la administración colonial (Radcliffe-Brown, 1950: 1). Muy alejado de esta posición teóricamente purista, Raymond Firth mantenía toda su vida un sano respeto por lo práctico, y su antropología era en cada momento, aparte de ser teóricamente consistente, un ejercicio sumamente práctico. Ambos aspectos se desprenden de una serie de publicaciones de antropología económica de Raymond Firth de los años 1960. En 1960 se celebró un simposio acerca de "capital, ahorro y crédito en sociedades campesinas", en el que se intentó hacer un doble acercamiento: se buscó acercar lo más posible los aspectos teóricos de las dos disciplinas, la antropología y la economía, al posible uso práctico en el análisis y la planeación social, y se buscó acercar lo más posible el mundo que Raymond Firth llamaba primitivo al mundo moderno y actual. Es significativo que el simposio se dirigió explícitamente hacia la problemática del campesinado, que conforma una especie de puente entre el mundo tradicional y el mundo moderno. Unos años después, salió a la luz una serie de declaraciones explícitas acerca de la economía y la antropología económica en la memoria de un congreso de antropología económica convocada por la Asociación de Antropólogos Sociales, en Oxford, en junio de 1965 (Firth, 1974C: 7), y de nuevo fue Firth el organizador. Raymond Firth y la parentescología. Raymond Firth era un "firme seguidor del funcionalismo de Malinowski" (Barfield, 2000: 237), y se destacó primero en el estudio del "álgebra parentescológico" en 1936 en su monografía original de Tikopia "We, the Tikopia", que tiene como subtítulo: "un estudio sociológico del parentesco en la Polynesia primitiva". El objetivo manifiesto del libro fue producir "un análisis sociológico de la vida en familia y del parentesco; el tratamiento es detallado, parcialmente porque en estos días de cambios rápidos de costumbres y la disolución de culturas antiguas es esencial preservar lo más que se pueda de la memoria de instituciones nativas, y parcialmente porque un estudio antropológico del parentesco en una sociedad primitiva requiere mucho más que una descripción sumaria de los principios de organización que por lo regular recibe", de manera que “al escribir el presente libro he sido consciente de la necesidad en la antropología de un estudio analítico del parentesco fundamentado en datos presentados de la manera más objetiva posible” (p. XVI). Raymond Firth ya había publicado un adelanto al material parentescológico de Tikopia en un breve artículo acerca del sistema clasificatorio de parentesco, donde la principal observación es que "en una comunidad nativa, donde el sistema clasificatorio del parentesco esté vigente y el parentesco esté calculado con aproximadamente igual fuerza a través de la línea masculina y la femenina, es evidente que entre más limitada sea la cantidad de habitantes, más probable será la existencia de anteriores lazos de parentesco entre los novios", prosiguiendo que "en el problema de esos lazos de parentesco anteriores no importa si la organización social se basa en grupos clánicos exógamos o no, por lo que el matrimonio implica un cambio de status, no solamente de los novios sino también de sus parientes que reajustar sus lazos de parentesco para dar solución a la situación cambiada" (1930: 134). En el mismo artículo se acerca Raymond Firth a dos líneas que todo el tiempo estarán presentes en sus análisis de sistemas de parentesco. En primer lugar, revela ya su interés por los sistemas de parentesco que no son africanamente unilineales: "me parece probable que un estudio cuidadoso de la organización social de otros pueblos polinesios, y posiblemente de otros tipos culturales también, nos darían resultados similares a los que tuvimos en el caso de Tikopia" (Firth, 1930: 134). Y en segundo lugar, confirma ya se convicción de que los estudios de los sistemas de parentesco tienen que ser “redondos”, en el sentido de que no les concede a esos sistemas ni autonomía ni primacía, sino que “para presentar una relación adecuada de este tema en el parentesco en Tikopia hubiera sido necesario incluir una enorme masa de datos que muestren de qué manera el sistema opera sobre un trasfondo de asuntos económicos y religiosos; lamentablemente, un tratamiento así de amplio es imposible aquí, y su omisión es deplorable” (Firth, 1930: 135). Otro antropólogo británico pregunta si ¿existen "modelos africanos en los altos de Nueva Guinea"? (Barnes, 1962), y en esta discusión se coloca una buena parte de las contribuciones de Firth a la parentescología, alejando la atención de los sistemas de filiación unilineal, que rigen en las sociedades africanas, hacia los sistemas de parentesco bilateral que más tarde serán estudiados por Ward Goodenough, George Peter Murdock y sus estudiantes norteamericanos, primero en las Islas Filipinas (notablemente Murdock, 1960). Firth se ve forzado a tomar en cuenta el carácter cognático de los sistema de parentesco en Polinesia, pues una vez que los antropólogos se hubieran librado de la camisa de fuerza africana podían abrir los ojos y descubrir la diferencia fundamental entre el material africano ya bien elaborado y el material todavía por descubrirse en el Pacífico: “Un linaje es esencialmente un grupo de afiliación unilineal con algunas funciones corporativas, normalmente relacionado a otros grupos de filiación del mismo tipo por medio de un proceso de segmentación, y con ellos por lo regular cubriendo la sociedad entera; empíricamente, los linajes en el campo africano han sido tratados como exogámicos. Los grupos de filiación en Polinesia normalmente ofrecen un contraste a prácticamente cada uno de estos criterios” (Firth, 1957A: 195). En copmparación con la situación africana, la situación es muy diferente en Polinesia, pues “el principio de filiación tiene una relevancia particular en Polinesia debido a la relativa falta de relevancia concedida en la mayoría de las sociedades al pariente a través de quién se define”, y tiene implicaciones muy fuertes también, ya que teóricamente hay tres posibilidades en lo referente al campo de decisión: (a) Unilateralidad, definiendo la filiación consistentemente a través de solamente un tipo de pariente, excluyendo al otro; (b) Bilateralidad, definiendo la filiación a través de ambos tipos de parientes, igual y consistentemente; (c) Ambilateralidad, en cuyo caso ambos tipos de parientes son elegibles para filiación en cualquier generación pero, con diferencia de énfasis, algún grado de selectividad es posible” (Firth, 1957A: 197). Pero antes, Firth ya había señalado que el hapu entre los maori carecía de las características unilineales del linaje africano y que también carecía de su carácter exogámico, llamándolo ambilateral (Firth, 1929), una observación similar a la de Gifford acerca de los grupos de filiación en Tonga (Gifford, 1929). Firth critica a Meyer Fortes por carecer de claridad en su uso del concepto de "jurídico" en el análisis que hace de la red de parentesco entre los tale, protestando que la palabra parece referir a algo más grande y más importante que lo puramente jurídico, a derechos morales y tal vez aún a más (Firth, 1951: 157). Un aspecto de la parentescología que posteriormente se haría sentir es la forma, la estructura y la función del parentesco en el contexto de la sociedad moderna, pues el punto de partida de una publicación dedicada a este problema encontramos en preguntas como: "¿hay diferencias significativas entre por lo menos algunos de los sectores y algunas sociedades primitivas?, ¿si el parentesco occidental es, como podría parecer probable, menos formal y menos conspicuo en el campo social, tiene el parentesco extrafamilial importancia alguna en absoluto?, ¿si las relaciones de parentesco, y particularmente relaciones de parentesco extrafamiliales, tienen importancia social, existen suficientes regularidades en el comportamiento como para hablar de un sistema de parentesco?, y, si eso es el caso, ¿cuál es la naturaleza de este sistema?" (Firth, 1956C: 385). Según Firth, el sistema de parentesco británico tiene tres tipos de grupos claramente distinguibles: “una es la familia elemental que podemos llamar, por conveniencia, patrinominal; el segundo es una extensión de aquella, usualmente sobre tres generaciones, con la incorporación de afines en calidad de esposas de hijos ... finalmente, está el tipo de grupo que se reune en bodas o funerales y en el cual se puede encontrar la mayor parte de los grupos de parentesco patrinominales que poseen una relación genealógica rastreable con ego. Este tipo de grupo se reune sobre una base bilateral, en lo que es similar a los grupos de parentesco por todo el mundo” (Firth, 1956C: 387). El desarrollo de las teorías del parentesco de Firth se lleva a cabo en un constante diálogo con los africanistas, y también en sus estudios del parentesco en la Inglaterra moderna parece partir de los análisis de Meyer Fortes de los grupos corporativos que se constituyen dentro de los sistemas de filiación unilineal que le son tan característicos a la situación en Africa. Raymond Firth y la antropología de la religión. Como una entrada al estudio de la religión acepta Raymond Firth la importancia del fenómeno y de su estudio: "la religión es una de las grandes fuerzas motoras en la actividad humana, tanto en lo individual como en lo social" (Firth, 1951A: 215), acorde con el hecho de que prácticamente todos sus trabajos incluyen una discusión de la religión, de una manera u otra. La antropología de la religión tiene muchas caras, y una de las preocupaciones de Raymond Firth al respecto es la definición de la religión, una problemática donde se manifiesta como un empirista suave. En un trabajo dedicado a la definición de la religión inicia presentando a Thomas Henry Huxley I, un naturalista que en el transcurso de su viaje en el barco H. M. S. Rattlesnake hizo observaciones y esbozos "asistemáticos y aún cándidos" de pueblos australianos y de Nueva Guinea, y cuyo "Essay on the Methods and Results of Ethnology (1863) no trataba adecuadamente con problemas sugeridos por el título" (Firth, 1959B: 225), sin embargo Huxley forjó el concepto de "agnóstico, que inventó como etiqueta para sí mismo en una sociedad metafísica recientemente fundada, en la cual participaba pensadores religiosos declarados de todo tipo" (Firth, 1959B: 226). Plantea Firth que "la búsqueda de una sóla característica definitoria de la religión ha mostrado a través de la historia ser poco satisfactoria. El criterio de Tylor, una creencia en entes espirituales, de Durkheim, la existencia de una calidad particular, lo sagrado, de Otto, una experiencia especial, de lo sacro, de Tillich, una función general, las últimas preocupaciones del hombre, no cubren todas las situaciones", pues, "hay símbolos políticos que son tratados como objetos sagrados y producen experiencias pareccidas de exaltación, y sin embargo carecen de la atribución de una calidad extra-humana, de manera que lo que se les ha aplicado el término de religión secular, que a algunas gentes les parece contradictorio"; "yo prefiero la demarcación de un campo en términos más empíricos, de modo configuracional o multi-factorial, lo que tiene que permitir la posibilidad de que no todos los elementos estarán presentes en cada caso dado, y que cada elemento presente no lo estará en el mismo grado"; "en este sentido, la religión puede ser definida como la preocupación del hombre en el contexto de la sociedad, con fines humanos fundamentales y normas de valor, vistos en relación a entes y poderes no humanos" (Firth, 1959B: 229). Esta definición, que es motivada por el hecho de que "el clima de opinión ha cambiado mucho desde los días de Huxley; el cambio más marcado es tal vez el cambio de una interpretación literal a una simbólica y funcional de los fenómenos religiosos, y la aceptación explícita de componentes no racionales e irracionales al lado de componentes racionales en los datos de la personalidad humana" (Firth, 1959B: 227-228) es realmente una elaboración de la definición original de la religión que forjó Edward Burnett Tylor hace alrededor de 150 años. Este empirismo se manifiesta en el estudio de los símbolos, donde plantea la pregunta: "¿está la antropología moderna involucrada en una retirada de la realidad empírica?" (1975: ). En la discusión de la ofrenda y el sacrificio, un tema clásico en la antropología social británica, establece Raymond Firth que "" () Raymond Firth y la antropología política. En el ambiente británico, los antropólogos que destacan en el estudio de la política hacen escasas incursiones en el terreno de la economía, y vise versa2. Un ejemplo de lo primero es Radcliffe-Brown: aparte de las pocas páginas dedicadas al estudio de la cultura material en su tesis doctoral acerca de los nativos en las Islas Andamanesas (Radcliffe-Brown, 1922) sería difícil encontrar muchas páginas acerca de la economía; y un ejemplo de lo segundo sería Malinowski: mientras que sus trabajos acerca de la economía del kula son clásicos antropológicos, no dedicó mucha atención a los problemas de la política, a menos que nos dirijamos a sus trabajos en el campo del derecho consuetudinario, que en la tradición anglo-sajona colindan de manera directa con lo político (Malinowski, 19783). Raymond Firth pertenece a los antropólogos económicos, y sus incursiones en el campo político son escasas; en una obra tan general como es “Elements of Social Organization” (Firth, 1951A) hay capítulos acerca de todos los aspectos de la vida social, menos el político, mientras que “Essays on Social organization and Values” (Firth, 1969) sí contiene dos capítulos acerca de la política: el capítulo V “Autoridad y opinión pública en Tikopia” y el capítulo VI “Sucesión al oficio de jefe en Tikopia”. Es curioso que el artículo de “Autoridad y opinión pública en Tikopia” es formalmente dedicado a Radcliffe2 No obstante que todos se colocaban, hasta hace poco, en el campo de la antropología política, fuera del de la antropología simbólica (de acuerdo a Abner Cohen, 1979). 3 Tengo que admitir que en un curso de antropología política anuncié una clase dedicada a “la antropología política de Malinowski”, pero pronto me di cuenta de que en la obra de Malinowski la única antropología política plenamente desarrollada que encontramos es su acercamiento a una antropología del derecho. Espero que mis estudiantes me hayan perdonado. Brown, porque casi no trata la política, sino el derecho indígena, de la misma manera que el librito de Malinowski “Crimen y costumbre en la sociedad salvaje” de 19254. El único trabajo por completo dedicado a la política es una corta colección de artículos acerca de la política en las sociedades indias, que pertenece a los años de la descolonización durante los cuales las anteriores colonias se convirtieron en repúblicas. El trabajo – de escasas cincuenta páginas, con cuatro artículos breves, y solamente la introducción es de Firth – es por completo dedicado al estudio de las facciones políticas; la razón de esta orientación puede decepcionar un poco al lector: “por conveniencia se decidió dirigir la atención hacia los problemas de las facciones” (Firth, 1957: 292). El uso del concepto de facción política es problemático, pues “el término facción en el momento no es claramente definido” (1957: 292). Del análisis político fuera del ambiente antropológico, Firth reproduce un tono generalmente negativo al hablar de las facciones: Y ve las facciones como un fenómeno que pertenece claramente a un periodo de transición: “viendo hacia delante en el desarrollo de la vida política en las sociedades coloniales, es una cuestión abierta hasta qué grado será necesario analizar la organización faccional para explicar el comportamiento de los partidos políticos” (1957: 293). Sin embargo, aunque “los aspectos negativos de las facciones, su turbulencia, la desaprensión de sus métodos, su indiferencia por la responsabilidad comunal, su expresión de fuerzas desgarradoras en la comunidad, por lo regular han recibido plena atención, lo que se puede olvidar son los elementos de un carácter más positivo” (1957: 293). Firth define las facciones así: “grupos o secciones de una sociedad en relaciones de oposición mutua, interesados en promover sus propios objetivos más que los de la sociedad entera y frecuentemente turbulentes en sus operaciones”, y como elementos que sirven para definir a las facciones menciona “sus bases de reclutamiento son por lo regular estructuralmente 4 Es un tributo a la calidad de la etnografía de Malinowski que otro antropólogo haya podido utilizar sus datos etnográficos para un análisis de facciones políticas en las Islas Trobriandesas, para refutar sus propios planteamientos escuetos, para así decirlo (Powell, 1960). diversas – se fundamentan en lazos de parentesco, relaciones de patronocliente, lazos religiosos o político-económicos, o cualquier combinación de esos; son movilizados y puestos en funcionamiento a través de una estructura de líderes y seguidores, cuyos roles por lo regular son definidos solamente en términos generales y cuyos .... en muchos casos depende de la discreción del líder; si se miran como unidades estructurales, las facciones son débilmente estructuradas en comparación con grupos hereditarios, tales como grupos de filiación, u organizaciones formales de un club o de otro tipo de asociación” (1957: 292). Es notable que Firth ya en este trabajo que en el estudio de las facciones políticas logró forjar una definición que aún hoy sigue vigente, como se ve de uno de los trabajos clásicos de análisis faccional: "grupos de conflicto, que no son corporativos, cuyos miembros son reclutados por los líderes de facción sobre la base de principios muy diversos" (Nicholas, 1965: 27-29), caracteristicas que encontramos repetidos en la definición de Boissevain: "con facciones quiero decir una coalición de personas (seguidores) reclutadas de manera personal de acuerdo a principios estructurales muy diversos por o en nombre de una persona en conflicto con otra personas u otras persdonas, con las cuales anteriormente estaban unidas, sobre honor y/o control de recursos. El foco central de la facción es la persona que la ha formado y que podemos también describir como su líder. Los lazos por medio de los cuales el líder recluta a los seguidores son diversos. Pueden variar desde el parentesco hasta la contigüedad; desde la sociedad económica hasta la educación compartida. Por lo regular son lazos personales, aunque a veces algunos de los seguidores en su turno movilizarán el apoyo de miembros de su propias redes. Los lazos con el líder pueden variar desde single-stranded transactional relations, to many-stranded moral relations" (Boissevain, 1974: 192). La facción debe su entrada en la antropología a una sentida deficiencia en los análisis estructurales: no logran captar el aspecto dinámico del proceso; captan solamente la estructura política, relativamente fija y bien estructurada, pero se le pierde el proceso político, con sus rápidos cambios y sus inseguridades así como sus decisiones personales, y todo este viaje ha sido un alejamiento del análisis estructural-funcionalista, hecho que se subraya en la génesis de las obras de Evans-Pritchard y Max Gluckman dentro del campo de la misma magnum opus de esta tendencia en la antropología política - Sistemas Políticos Africanas - y al mismo tiempo sembrando crítica, modificaciones y alternativas a esta tendencia. En vista de que el análisis faccional tuvo su origen en el seno del análisis estructural-funcionalista me parece justo hacer uso del ya mencionado magnum opus Sistemas políticos africanos como trasfondo para destacar los avances que representa el análisis faccional. Así que, de la "dialéctica de la lucha política" llegó la facción a la retórica de la antropología política en respuesta a la invitación de R. Firth: de "dejar el terreno trillado del análisis político convencional en beneficio de un tipo de investigación que desde el inicio estudia los fenómenos dinámicos" (1957: 294), ya que los estudios tradicionales "por lo regular dedican solamente tanta atención al proceso político como es consonante con un interés en la estructura política" (R. Nicholas, 1965: 21). Raymond Firth y la teoría marxista. Maurice Bloch ha incluido un artículo de Raymond Firth en una antología dedicada a "Análisis marxistas y antropología social" (Bloch, comp., 1972). Marc Bloch es de la London School of Economics, y la expresión antropología social limita el universo de manera explícita a la antropología británica, y con la inclusión del artículo de Raymond Firth en una antología del perfil mencionado, ya se crean expectativas y tentativamente ya se le puede colocar a Raymond Firth entre los posibles candidatos a ser etiuqetados como antropólogos marxistas. En el artículo declara Raymond Firth que "sería conveniente mencionar la relación de Radcliffe-Brown con el pensamiento de Carlos Marx en el contexto de la antropología económica. "¿dónde se situaría hoy Karl Marx para el antropólogo escéptico, educado en la disciplina que tanto hiciera Radcliffe-Brown por fundar?" (Firth, 1972A: 44), lo que en cierto grado confirma y reafirma nuestras expectativas. Los objetivos más precisos del artículo formula Raymond Firth así: "En este artículo considero en primer lugar por qué las ideas de Marx, especialmente las que se refieren a la sociedad primitiva, han sido evitadas por los antropólogos sociales; después, el uso que se ha hecho de estas teorías en antropología social; y, finalmente, mi idea acerca de lo que puede significar la obra de Marx para un antropólogo escéptico" (Firth, 1972A: 44). Raymond Firth había escrito en su obituario de Max Gluckman: "hay otra paradoja en las contribuciones académicas de Gluckman - la casi total ausencia de referencias a la teoría marxiana; en su juventud, ... " (Firth, 1976: 493), lo que dirige nuestra atención hacia el uso de determinado lenguaje, posiblemente a diferencia del contenido de los trabajos formulados en tal lenguaje. Otro antropólogo marxista opina acerca de Raymond Firth que "se acerca a Marx, al que conocía mal, concluyendo demasiado apresuradamente que la teoría del valor y de la explotación del trabajo era una abstracción" (Godelier, 1996: 296). Aparte de la observación de que "es aparentemente difícil ser profeta en su propio gremio", entonces sería posible concluir, de acuerdo con la opinión vertida por Godelier, y posiblemente hasta un tanto más fuerte, que la relación de Raymond Firth con la teoría marxista no llega mucho más allá de un leve coqueteo y, en efecto, sería difícil esperar que un antropólogo con antecedentes como economista fuertemente compremetido con la teoría formalista fuera fuertemente atraido por la teoría marxista. Raymond Firth y la teoría antropológica. En una larga serie de artículos publicados en diversas revistas profesionales y memorias de congresos formuló y afinó Raymond Firth su idea general del carácter de la antropología social y de sus fundamentos teóricos y metodológicos, al mismo tiempo siguiendo la orientación de Bronislaw Malinowski y criticando a éste, al mismo tiempo que cometió grosso modo el mismo crimen que Malinowski. Mientras que para Malinowski sus isleños trobriandeses proporcionaron la materia empírico y etnográfico para ilustrar cualquier planteamiento teórico o metodológico de carácter más general en la discusión antropológica, los isleños de Raymond Firth, los polinesios de Tikopia, cumplieron la misma función de proporcionarle carne etnográfica a su esqueleto antropológico. El año de 1936, cuando Raymond Firth publicó su primer libro antropológico importante, "We, the Tikopia", era todavía tiempos de guerra: aún después de 1922, estaban todavía claramente claramente visibles las trincheras entre las fuerzas evolucionistas de los seguidores de Frazer y Tylor y las del difusionismo de Rivers, por un lado y, por otro lado, la heterogénea huesta antievolucionista y funcionalista dirigida por los dos generales de las fuerzas progresistas: Malinowski y Radcliffe-Brown, y de la posición de Raymond Firth no cabe duda, él asesta una larga y no muy discreta patada al enemigo: "" (1936: XVIII) afirmando lealtades: "primero, le debo gracias al Profesor A. R. Radcliffe-Brown, quien arregló mi expediciónn a Tikopia" (1936: XVII) y "Al Profesor Bronislaw Malinowski, mi deuda es de un carácter único; a él le debo mi formación sistemática en la antropología social y mi preparación para el trabajo de campo, y para aquellos que conozcan sus métodos será evidente hasta qué grado me he apoyado en ellos; gran parte de sus materiales de álgebra parentescológico queda todavía sin publicar, pero su discusión del tema hace unos díez años me dio un estímulo muy fuerte hacia el estudio de esta problemática" (1936: XIX). La esencia de su orientación y posición encontramos en tres libros: en su tratado teórico de la antropología, con el título de "Elementos de organización social" de 1951, en su introducción general a la antropología social de 1958 con el título de "Tipos humanos" y presentación más madura de sus puntos de vista en "Ensayos sobre la organización social y valores" de 1964, salpicado con una que otra declaración relevante en otros artículos y conferencias del mismo periodo. Lo que nos deja evidentemente con la pregunta: ¿hasta qué grado es la antropología presentada en estas tres obras, que cubren unos quince años de 1950 a 1965, la versión final de la antropología social de Raymond Firth, y qué tanto modificó su posición en los casi cuarenta años entre 1964 y 2002, el año de su muerte? En una ocasión Raymond Firth definió "la esencia del enfoque de campo del antropólogo social" como "su combinación de encuesta verbal con observación de campo directo; al anterior investigador de campo un problema metodológico de primer orden era la confiabilidad de sus informantes, mientras que para el investigador de campo moderno cada individuo no es tanto un costal del cual extraer hechos como una pantalla a través de la cual uno consigue una visión particular de la realidad social. La entrevista formal y el cuestionario ambos tienen su lugar, pero adaptados a las condiciones de una residencia prolongada; la observación directa no es solamente una herramienta que sirve para corregir los datos adquiridos por vía verbal, sino un complemento indispensable. Pero eso, en su turno, descansa sobre el cuerpo de una teoría general, un conjunto de conceptos referidos a la naturaleza de la sociedad y su funcionamiento, y las mútuas relaciones de los elementos culturales. El énfasis en la observación directa no es fortuita, es relacionado con una teoría de los controles sociales - una clasificación de reglas y sus sanciones; una concepción del respeto diferencial de ellas, con distinciones entre el ideal de conducta, la conducta inferida y la conducta real. En cualquier sociedad dada, el antroólogo se ocupa tanto de la práctica como del principio, y con las relaciones entre ellosEs tal vez su permanente acercamiento a situaciones sociales no familiares, y su constante necesidad de comparar datos de varias sociedades que le ha permitido comprender la necesidad de algún cuerpo teórico central como un medio para recoger y ordenar sus resultados "5 De la deuda de Raymond Firth con Radcliffe-Brown no hay duda, y Firth es estructuralista a la británica. Pero logra también elaborar su propia versión de este estructuralismo británico pues, la London School of Economics nunca fue tan sólo una epígona, cuenta con productos de primera clase, como Bronislaw Malinowski y Karl Popper, y Raymond Firth pertenece a la misma categoría. "en el estudio de un campo de relaciones sociales, que utilicemos las nociones de sociedad, de cultura o de comunidad, podemos distinguir entre su estructura, su función y su organización; esos son aspectos separables pero relacionados; todos son necesarios para la consideración completa del proceso social. En pocas palabras, por el aspecto estructural de las relaciones sociales entendemos los principios sobre los cuales descanzan su forma; por el aspecto funcional entendemos la manera en la cual sirven a determinados fines; por el aspecto organizacional entendemos la actividad direccional que mantiene sus formas y sirve sus fines; cada una de estas palabras clave tienen implicaciones pesadas para nuestro estudio" (Firth, 1951A: 28). 5 Firth, 1946, citado en Firth, 1975: 16, con el siguiente comentario: "mi propia posición se puede expresar por medio de una cita de mi conferencia inaugural presentada hace unos treinta años (nunca ha sido publicado, solamente en copias de galera", agregando en la nota 2 al pie de la misma página: "Entitulé esta conferencia (presentada el 14 de marzo de 1946) El estudio del hombre en las orillas del mundo industrializado, e incluí en ella una declaración acerca del significado de la historia en el estudoio antropológico del cambio cultural; debido a una serie de errores, el texto fue aprobado para publicación pero dividio entre dos números de la revista Man, lo que me parecía inaceptable, así que lo retiré, circulando la conferencia en la forma de copias de las galeras solamente entre unos pocos amigos". "Normalmente se ha tomado la organización social como sinónima de la estructura social. En mi opinión, es hora de distinguirlas. Cuando más se piensa en la estructura de una sociedad en términos abstractos, como relaciones de grupo o de pautas ideales, más necesario se hace pensar separadamente en la organización social en términos de actividad concreta. Por regla general, la idea de organizaciónes que la gente obtiene cosas hechas mediante la cción planeada. Este es un proceso social, el arreglo de la acción en secuencias de acuerdo con los finessociales seleccionados. Estos fines deben tener algunos elementos de significación común para el conjunto de personas que participa en la acción. La organización social implica algún grafo de unificación, un poner juntos diversos elementos dentro de una relación común. Para hacerlo, puede sacarse provecho de los principios estructurales, o bien pueden adoptarse procedimientos distintos. Esto implica el ejercicio de la elección, la adopción de decisiones" (Firth, 1951A: 36). Conclusión. Como una primera conclusión a esta presentación de la vida y de los milagros de Raymund Firth, y de su antropología social, podemos señalar que de su importancia en la antropología social británica no cabe duda. Pero podemos ir un poco más lejos y preguntarnos, ¿cuál ha sido su importancia? y ?qué exactamente es lo de su contribución a la antropología social británica que vale la pena? Un primer punto, raras veces notado en la discusión de la obra antropológica pero recientemente trasladado al foco de esta discusión, es el valor literario de la obra antropológica de un científico cualquier, en el caso presente de Raymond Firth. A muchos antropólogos es un sufrimiento leer sus artículos, tratados y monografías pero, siguiendo en las huellas de Malinowski, a Raymond Firth es un placer leer sus libros y artículos. Me parece que la introducción en la primera página de "We, the Tikopia" son de una belleza que hace que pertenece tanto a la literatura británica como a la antropología social, y mi traducción no le hace justicia: "" (1970: ..). Otro valor de la obra antropológica de Raymond Firth es que en el contexto de la dominación africana en la antropología social británica en su época de oro, Raymond Firth viene a constituir, junto con el padre fundador Bronislaw Malinowski el Joseph Conrad de la antropología social británica y Edmund Leach, el enfent terrible de la antropología social británica, un trío dinámico que lleva la atención hacia el extremo oriente y el Pacífico. En la obra de Raymond Firth, prácticamente toda la antropología británica africanista tiene su réplica en Oceania: los planteamientos parentescológicos de African Systems of Kinship and Marriage (Radcliffe-Brown & Forde, 1950) son generosamente replicados, si no superados por adelantado, en las amplias discusiones parentescológicas de Raymond Firth (Firth, 19.., .., ..), mientras que la obra pionera African Political Systems (Fortes & Evans-Pritchard, eds., 1940) tienen su contrapartida en Firth, 19.. y, todavía con mayor peso, en sus planteamientos de facciones políticas (Firth, 1956..). Los estudios de la religión y el pensamiento en African Worlds (...) y African Systems of Thought (), encuentran su paralelo oceánico en Firth ... el tiempo estudio dinámico y del cambio social organization & social structure combinar los logros de Malinowski y de Radcliffe-Brown, el método de trabajo de campo con la teoría antropológica La antropología de Raymond Firth representa una ponderada mezcolanza de sofisticación y sentido común, muy al estilo de la declaración de Felipe Pardiñas, de que el método científico es realmente el sentido común sistematizado. La sofisticación se ve en su enfoque teórico El sentido común encuentra su expresión en las recomendaciones de Malinowski, que con acidez administra patadas a Gregory Bateson, Ruth Benedict y Margaret Mead: "por un lado, tenemos la aplicación de la matemática, de hecho cálculos con ecuaciones integrales y diferenciales, a hechos tan escurridizos y esencialmente amatemáticos como son los hechos de la creencia, el sentimiento o la organización social; por otro lado, se intenta analizar la cultura en términos de schismogénesis, o definir el genio singular a cada sociedad específica como apolónico, dionisíaco o paranóico o algo similar; bajo el astuto toque de otra autora, las mujeres de una tribu parecen masculinas, mientras que en otra tribu los hombres desarrollan cualidades femeninas casi hasta el punto de parir. Al contrario, el presente libro es una pieza de auténtico trabajo científico, basada en la experiencia real de una cultura y no en una pocas impresiones hipostasiadas, por lo que el antropólogo que sigue teniendo confianza en que su trabajo pueda ser científico hará un suspiro de alivio y gratitud" (1936: VII-VIII). Resumiendo este último rasgo de la antropología de Raymond Firth, la mezcolanza de lo sofisticado y del sentido común, creo que nos lleva a apreciar una virtud de la antropología social británica en su contexto más amplio: la antropología social británica en general y la de Raymond Firth en especial formaba parte de un proceso de formación de una sociedad civil pues, como señala en otra ocasión: "" (Firth, 1975: Referencias: Barfield, Thomas (2000). "Firth, Raymond (1901- )", en Thomas Barfield, ed.: "Diccionario de antropología", México, Siglo XXI, 2000: 236. Barnes, J. A. (1971). "Three Styles in the Study of Kinship", Berkeley, University of California Press. 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Pero la obra de Radcliffe-Brown de las Islas Andamanesas y el estudio de Malinowski del kula eran todavía tan nuevos que aún no habían tenido efecto. La brillantez de Rivers, que antes de su muerte en 1922 había asumido un giro algo perverso, había dejado un legado fuerte y Elliot Smith y Perry eran figuras significantes. Bueno, durante estos treinta años la antropología social se ha establecido firmemente como una disciplina científica, como un ramo de formación e investigación bajo control intelectual. En 1924, el único lugar en la Gran Bretaña donde se enseñaba la antropología social bajo formas serias fue en el seminario de Malinowski, y había solamente un puñado de estudiantes. Ahora hay por lo menos siete centros donde se enseña la antropología en Inglaterra (sin contar a los condominios), los estudiantes se han multiplicado y la Asociación de Antropólogos Sociales (ASA), aunque tiene solamente ocho años de edad, abarca a más de ochenta personas profesionalmente ocupadas en docencia e investigación en la disciplina (en 1962, ocho años más tarde, el número de miembros se había más que duplicado). 6 Traducido de Raymond Firth: “Essays on Social Organization and Values”, London, London School of Economics, 1964: 30-58. El texto fue presentado originalmente como Alocución Presidencial ante el Instituto Real de Antropología (The Royal Anthropological Institute) en 1954. La traducción es de Leif Korsbaek. A muchos de Ustedes eso es familiar, así como también los problemas relacionados con este crecimiento meteórico, de los cuales el mismo instituto está muy conciente. Un problema consiste en encontrar trabajo para toda la gente altamente capacitada que salen de esta situación. Otro problema es encontrar fondos de investigación y mantenimiento que nos permitan mantener el nivel de operación, tanto en el análisis teórica como en la investigación empírica, que le ha asegurado a la antropología británica una reputación que nadie iguala. Esos problemas no eran menos apremiantes hace treinta años – escogiendo entonces decidiéndose por una carrera en antropología significaba meterse en una oscuridad todavía más densa que la de nuestros sucesores. Pero eran menos las gentes afectadas. Además, hoy hay algo de luz a final del túnel. El flujo normal de ofertas de empleo académico va en aumento gracias al mayor rango de puestos académicos. La creación de institutos de investigación (y departamentos universitarios) en los dominios, más cercanos a los campos ordinarios del antropólogo, el interés por la antropología mostrado por las grandes fundaciones generales, y el apoyo particular ofrecido por la singularmente dedicada Fundación Wenner-Gren, todo eso ha abierto nuevos caminos al trabajo teórico. Aparte de todo eso, pero en parte como consecuencia de los resultados producidos, ya podemos empezar a vislumbrar en la opinión pública la idea de que un antropólogo calificado le puede ofrecer algo a la sociedad en la que vive. Hace treinta años, la antropología aplicada significaba llevar a cabo trabajo etnográfico para el gobierno o ser misionero. Hoy está abierto un abanico mucho más amplio de actividades. En las colonias hay invitaciones a estudiar las implicaciones sociales de la comunidad rural, proyectos de desarrollo, la asimilación de inmigrantes, las relaciones laborales en las nuevas industrias, los efectos de la urbanización, la operación de nuevas medidas legales, el crecimiento de nuevos sistemas religiosos. El reto y las oportunidades en este tipo de trabajo ya está atrayendo a antropólogos de los países involucrados, lo que es un desarrollo muy bienvenido, pues ayuda mucho incrementando la cantidad de datos reunidos y ampliando la base personal de nuestra ciencia. Puede ser que también ayudará estimulando el interés local y realizar la auténtica naturaleza de la antropología mucho más que lo puedan hacer científicos extranjeros. Además, nos presenta problemas metodológicos interesantes aumentando nuestra sensibilidad con las condiciones locales y ofreciéndonos modos de confirmar la interpretación de nuestros datos del campo - aunque, por supuesto, también plantea el problema de la objetividad en otro disfraz. En la sociedad occidental, también, el antropólogo aumenta su interés y su capacidad en el estudio del parentesco y otros sistemas asociados, la posición de minorías étnicas, las estructuras informales del empleo en la industria, las consecuencias complejas y sutiles del trabajo médico y social y de la rehabilitación psicológica. Tales estudios (que recientemente han llamado cada vez más la atención de este instituto) empiezan a darnos la impresión de que los antropólogos seamos capaces de tratarlos razonablemente, tanto en lo teórico como en lo práctico, y es evidente que tienen implicaciones prácticas importantes. Es muy posible que veremos en el transcurso de la siguiente década un acercamiento mucho más apretado entre la ciencia antropológica y el interés público que antes, intentando definir los campos donde ambas partes puedan contribuir mejor; aclarando los papeles y las necesidades del análisis teórica y práctica; y promoviendo los experimentos que son necesarios para lograr respuestas razonables a tales preguntas. El antropólogo cuenta con ciertas ventajas en este tipo de estudios dinámicos contemporáneos. Su enfoque comparativo le ayuda a mantener la perspectiva, y no lo confunde lo aparentemente familiar. Su marco teórico, beneficiando de la referencia constante a la pequeña comunidad como una empresa en marcha, le ayuda a ver las acciones de la gente en su contexto, como pares de un sistema de acciones en el cual participan también otra gente. Sus métodos intensivos de estudio de campo, utilizando la observación tanto como la interrogación, ayuda a mantenerlo pegado a la realidad social, y intensificar sus estudios donde aparentemente se desvía de ella. Pero este papel de contribuyente en la interpretación de la civilización moderna le impone al antropólogo nuevos fardos. El primero es su mayor conciencia de la teoría y los métodos de sus colegas en las demás ciencias sociales. Por lo regular el sociólogo, el economista, el psicólogo, el administrador social, son separados del antropólogo social más por las preocupaciones prácticas de su disciplina que por alguna diferencia radical entre sus enfoques teóricos. Si inician su trabajo desde puntos de vista diferentes, es también probable que su análisis de problemas similares los lleva a conclusiones paralelas. Y aún donde sus perspectivas son muy disimilares, puede ser que posee una sofisticación en su acercamiento a los datos y un conocimiento de las condiciones locales y las estructuras complejas nacionales del sistema social, de los cuales el antropólogo social carece por completo al inicio y de los cuales debería estar ansioso de aprender y sacar ventaja. El segundo fardo es de una responsabilidad social más grande. Con una creciente absorción en lo que la mayor parte de gente considera como los campos importantes de la vida – fábrica, hospital o cínica de bienestar, vivienda – los antropólogos sociales tienen que prestar mayor atención a cómo procede a estudiar su problema. Ya no existen los días felices de la ósmosis etnográfica cuando se podía sencillamente sentar y dejar los flujos materiales de la vida primitiva alrededor de el permear sus fibras intelectuales (y emocionales). El material mismo ya no será material sin interés, tratando las costumbres de un grupo lejano y recóndito del cual solamente unos pocos expertos conocen el nombre. En particular tiene que esmerarse más en el problema de la cuantificación de sus datos, y algunas de sus generalizaciones necesitarán ser más sustanciosas. Otro fardo pude bien ser el sacrificio de algún grado de movilidad a través de la sociedad. En las comunidades extranjeras y primitivas que han sido el campo clásico de los antropólogos, por lo regular ha gozado de una notable libertad social. En estudios de su propia sociedad podría bien encontrar que tiene una tendencia a ser limitado por su estatus. Esta tendencia variará con su propia personalidad y su origen, tomemos un ejemplo extremo. A un antropólogo le podría parecer relativamente sencillo hacer un estudio de primera mano del funcionamiento de un sistema de derecho en cualquier sociedad asiática o africana; pero podría ser difícil llevar a cabo observación participante en Buckingham Palace. Con un cambio en el énfasis en los campos o en los temas de la antropología social moderna podría ir acercándose un mejor reconocimiento de nuestras limitaciones. Con todo eso, puede ser que la antropología social se esta volviendo menos romántica. Yo lamentaría la pérdida de algunas de las experiencias estéticas que pueden proporcionar la danza y el drama primitivos, el conocimiento de la tecnología y aún la participación en funerales. Puede ser que tengan poco valor científico en el desarrollo de una percepción más aguda para la observación del comportamiento. Pero seguramente nos proporciona incentivos para hacer trabajo de campo en condiciones que son a veces difíciles y peligrosas. Pero el estudio de problemas contemporáneos de nuestra propia cultura puede ofrecer una emoción parecida, dándonos una sensación de contacto con – y aún compromiso con – problemas dinámicos de una importancia básica en asuntos de gran escala en la sociedad en la cual vivimos. Hay también otra cosa que un cambio en el clima de la opinión pública puede permitir con el tiempo. Eso es el reconocimiento de la antropología social como una disciplina cultural. En la formación académica podría legar a encontrarse al mismo nivel que la historia, por ejemplo. En mi opinión, la antropología social no es una materia que debería de enseñarse a jóvenes en las escuelas. A diferencia de la geografía, por ejemplo, casi inevitablemente implica la consideración de la cuestión de valores humanos comparados que requiere cierta madurez para su propia comprensión. Pero a nivel universitario podría ser una materia de carácter general podría claramente formar parte de una carrera cuya especialización se encuentra en otra disciplina. Además, debería ser aceptada en su propio derecho como una de las bases generales propias para una carrera no antropológica. Si una formación en estudios clásicos, historia o filosofía es aceptable como una calificación necesaria para iniciar un estudio de comercio o servicio público, entonces una formación otro estudio comparativo de la conducta humana se debería de encontrar al mismo nivel. Para hacer todo eso de una manera justa la antropología social tiene que mostrar que posee generalizaciones relevantes acerca de la conducta humana y no solamente acerca del comportamiento de los salvajes, tiene que desarrollar sus propias pretensiones comparativas con datos sólidos de las sociedades más desarrolladas y más sofisticadas. Para hacer eso tiene que tener una alianza más estrecha con la sociología, no solamente tomando prestada amplitud y precisión de esta disciplina, sino también ofreciéndole lo mismo. La antropología social tendrá también que seguir refinando su marco teórico, que ya ha sido responsable de muchos resultados importantes. Hoy hablo principalmente acerca de la antropología social británica, pero tengo que darles crédito al estímulo de parte de nuestros colegas norteamericanos, con quienes felizmente hemos entrado en un contacto más estrecho durante la última década. Y, violando las leyes de la modestia, nombrando a nuestros propios colegas, una vez más, no podemos evitar hacer referencias a la importancia fundamental de la obra complementaria de Malinowski y Radcliffe-Brown. Este instituto nunca reconoció plenamente y de manera formal a gran contribución de Malinowski – nunca fue su presidente ni fue invitado a impartir la Conferencia Huxley – aunque sí se le fue otorgada la medalla Rivers por su investigación de campo. Pero su espíritu de amplia investigación humanística, de honestidad intelectual en la exploración de un problema, todavía recibe una expresión amplia, y sus teorías siguen apareciendo en varias formas. Radcliffe-Brown, quien afortunadamente sigue escribiendo y enseñando, se yha convertido en un auténtico Solón de su ciencia. Como Solón, ha formulado leyes, sabiamente. Y como Solón ha promulgado constituciones, no de estados políticos sino de departamentos académicos. Y antes de continuar, no puedo omitir mencionar la obra de Evans-Pritchard, con quien a veces difiero en temperamento y en opiniones, pero con quien la antropología social británica tiene una gran deuda por haber participado protagónicamente en el desarrollo durante los últimos veinte años del uso de formulaciones abstractas claras y promoviendo un alto nivel académico. Quisiera ahora presentar un pequeño número de ideas clave que han sufrido una considerable sofisticación durante los últimos treinta años. El cambio no siempre ha significado una clarificación en el sentido de definiciones en consenso. Pero sí ha significado una exploración de significados – de proposiciones alternativas – que ha estimulado la investigación y la formulación de generalizaciones. Estas ideas tienen que ver con el marco de la acción social. La acción social se puede considerar de diferentes maneras. Una de estas maneras es buscar su estructura – es decir, buscar aquellas configuraciones mayores de relaciones que conforman un arreglo sistemático y en cuanto tal contribuyen a regular acciones futuras siguiendo las mismas líneas. Deseo considerar las implicaciones de estas ideas, pues se encuentran en el centro de muchas discusiones en la antropología social y las opiniones acerca de ellas difieren mucho. Primero quiero señalar que en la discusión de la acción social las nociones de estructura y de organización son principalmente cuestiones de énfasis. Representan diferentes maneras de ver el mismo cuerpo de material; son conceptos complementarios, no opuestos. En pocas palabras, podemos decir que representan respectivamente la forma y el proceso en la vida social. Pero no es preciso, ni como un concepto teórico ni como la definición de un aspecto de la realidad social. Déjenme ilustrar eso a partir de una consideración preliminar del concepto de estructura social. Inicialmente, eso parece muy claro. Pensamos en las sociedades africanas y oceánicas, de su estructura en términos de grupos de parentesco tales como clanes y linajes, relaciones de parentesco de primera importancia, como entre el hermano de la madre y el hijo de la hermana, relaciones de estatus como la de un jefe con su pueblo, relaciones rituales tales como de un sacerdote con su congregación de seguidores alrededor de un templo. En su clásica alocución con el título “Acerca de la estructura social”, impartida ante este instituto, Radcliffe-Brown (1940) definió su objeto de estudio en términos de una red compleja de relaciones sociales – “relaciones realmente existentes”. Nadie pensaba que tenía en mente un tejido enredado cohesionado por nudos , o bien un arreglo de líneas e intersticios cruzados parecidos a tal tejido. Podemos suponer que, como un pintor moderno, cuando escribió red expresaba lo que sentía describiendo metafóricamente lo que veía. La imagen es vívida y útil. Podemos hablar figurativamente acerca de las relaciones entre personas en un contexto social como engarces visualizarlas como líneas y es probable que a muchos de nosotros nos haya ayudado grandemente en el análisis social pensar en las relaciones sociales de esta manera. Barnes (1954) recientemente ha utilizado esta metáfora en su descripción de los conjuntos personales de relaciones que caracterizan a la particular estructura de una comunidad noruega de pescadores. Pero tenemos que estar concientes del carácter nebuloso del concepto de “relaciones sociales”. Jeremy Bentham (Ogden, ed., 1931: 68-69) protestó contra “esta oscura noción de relaciones”, diciendo que este y otros términos abstractos no suscitaron ninguna idea en su cabeza en absoluto. Pero difícilmente podemos dispensar de este término ahora (especialmente después de que Max Weber lo haya aclarado), pero no hace daño acordarnos de su contenido empírico en las acciones de la gente, y de los problemas de sentido que suscita. Pero Bentham tiene otro comentario pertinente – acerca del peligro de utiliza a metáforas primero como adorno y luego como la base de un argumento. Una red, una reticulación, es un tipo muy específico de estructura, y es un tipo estático. Aun si nos imaginamos los nudos o los nódulos de la red como algo por el estilo de las gánglias nerviosas de las cuales radian fibras, recibiendo y distribuyendo impulsos nerviosos, el concepto entero tiende a darle a la estructura social una forma fija y una extención finita que no se verifica en el análisis. Surge una confusión entre los sentidos metafórica y concreta del término – o, más bien, entre los variados grados de generalidad y abstracción que se le puede otorgar. Eso se revela en otras visiones: el concepto de estructura social de EvansPritchard como los grupos consistentes constantes en una sociedad; el concepto de Talcott Parsons como un sistema de expectativas; el concepto de estructura social de Leach como un conjunto de reglas ideales; de LéviStrauss de estructuras sociales como modelos. Y hay más todavía. ¿Qué contestamos si nuestros críticos nos dicen que nuestro concepto de estructura social, el término clave de nuestro análisis, es amorfo, carece de forma? Pienso que la primera cosa que decimos es que existe una estructura a todos los niveles sociales. Y la siguiente es que cada una de estas vistas ofrece una faceta importante del problema de definición. Pero no tenemos que escondernos el hecho de que este problema sigue existiendo, que permanecen varias áreas de incertidumbre en su aplicación. La primera tiene que ver con su alcance. Una “estructura social” en el sentido de Radcliffe-Brown puede ser percibida pero nunca plenamente descrita. Como una parte de la estructura social incluye no solamente grupos sociales permanentes, sino también todas las relaciones entre personas, y diferenciación de “individuos” y clases sociales según su rol social. Esta definición ovni-incluyente fusiona lo permanente con lo pasajero y efímero (si tropiezo con alguien en la calle y le pido disculpas, tenemos una elación social, pero ¿formará parte de la estructura social?). Además, el estudio de los valores sociales es parte del estudio de la estructura social; la difusión, la unificación y la división de las lenguas son “fenómenos de la estructura social”; y el estudio de cómo formas nuevas de estructura nacen y los procesos a través de los cuales las estructuras cambian es un “aspecto relacionado”. No puede sorprendernos, entonces, que “muchos autores de descripciones etnográficas no intentan transmitirnos un relato sistemático de la estructura social” (Radcliffe-Brown, 1940: 5, mi subrayado). En realidad, no existe tal entidad aislable. Como dijo Kroeber (1948: 325): “cualquier cosa que no sea completamente amorfa tiene una estructura”. Formular un relato sistemático de ella en su totalidad es imposible. “La estructura social”, vista como algo que se puede integrar en el relato del etnógrafo es un mito. La estructura social es una herramienta conceptual, no operacional o descriptiva. Como dice Radcliffe-Brown en uno de sus comentarios: “el punto de vista estructural es lo importante. Si queremos comparar sistemas estructurales entonces es solamente de una manera selectiva, seccional que lo podemos hacer. Eso muestra Eggan (1949: 121) quien observa cautelosamente que el método de análisis estructural o sociológico de Radcliffe-Brown ha aislado “un número limitado de principios estructurales” Otra área de incertidumbre en la comprensión de la estructura social es la diferencia de tensión entre el ideal social y la práctica social. Radcliffe-Brown estaba seguro de lo que quería. Hizo una distinción entre la forma estructural – la abstracción de la conducta general a partir de la particular que hizo el trabajador de campo en su descripción – y la estructura como realidad concreta observada como la base de la descripción – lo que existe en la realidad, la realidad concreta, como la llamaba para ponerle un doble énfasis. Pero lo que subraya como los datos básicos es lo que la gente hace realmente al formar y mantener relaciones sociales. Lo ideal entra a la imagen en la consideración de las reglas de conducta, las formulaciones de patrones y, supuestamente, también en el estudio de los valores o intereses sociales en cuanto determinantes de la conducta social. Contra eso podemos poner la noción de estructura social como un conjunto de patrones ideales, de reglas que posiblemente nunca recibirán su expresión más que en acción verbal. Esta concepción de la estructura social como un conjunto de relaciones que le son propias para el mantenimiento de la sociedad, con su analogía de la estructura como un juego de expectativas es importante. Aclara el uso que hace Radcliffe-Brown del concepto y señala los problemas metodológicos que entran en el momento de relacionar lo ideal a la realidad empírica. Pero si el conjunto de reglas ideales es considerado solo, o como la pista principal para llegar a la estructura social, puede ser engañoso. Puede ser que lo ideal no nos lleva a lo real7. Se puede tratar solamente como un sustituto de lo real – exactamente como, en algunos sistemas éticos, la posesión de un ideal es considerado como absolviendo a uno de cualquier orientación práctica hacia el. Además, la concentración en el puede resultar en la falta de perspectiva. A los autores de A Survey of the Social Structure of England and Wales (Carr-Saunders & Caradog Jones, 1927) les habría sorprendido si se les hubiera dicho que su objeto de estudio debería haber sido las reglas ideales del matrimonio en vez de las unidades reales de asociación marital, el tipo de casas que la ente pensara que deberían tener en vez de las condiciones de vivienda, lo que la gente pensaría que sus ingresos deberían ser en vez de la distribución real. Las relaciones ideales son importantes en cualquier conceptualización de la estructura social, pero no se puede pensar que ellas en sí constituyan la estructura social (véase Firth, 1951: 29-31, 3ª. Edición pp. 29, 251). Una tercera área de incertidumbre es el grado de abstracción que implica el uso del concepto de estructura social. La abstracción es un proceso 7 Leach (1954: 9, 15), quien ha utilizado la definición “ideal”, ha tratado este punto en su contexto estructural. necesario en el análisis estructural, o en el reconocimiento de una estructura. Radcliffe-Brown intentó distinguir entre la estructura real, que es observada directa y empíricamente, la “forma de la estructura”, que el etnógrafo describe abstrayendo lo general de lo particular. Esta distinción carece, como lo han señalado Meyer Fortes y otros, de validez si se basa en a entrada de la abstracción en la segundo etapa. Pero Radcliffe-Brown tenía en mente dos cosas, en mi opinión, por un lado deseaba preservar la integridad del análisis para asegurar que el antropólogo trate con entidades reales y no ficciones. Por otro lado, quería asegurar la comparablidad. Es cierto que, mientras que es posible observar la conducta, las relaciones sociales se producen por inferencia y en este sentido las estructuras sociales no se pueden observar directamente. Pero, más que negar que usemos abstracciones al nivel primario del estudio estructural, RadcliffeBrown insistía en la necesidad de un nivel diferente de abstracción para conseguir material para la comparación. Dos otras cuestiones van en conjunto con ese argumento acerca de la abstracción en el análisis estructural. Una es la cuestión de la noción de estructuras sociales como modelos. Esta es una línea de investigación muy prometedora, y ya empezaron a desarrollarla con mucha efectividad Gregory Bateson (1936, 1949), Leach (1945, 1954) y Lévi-Strauss (1949, 1953). Pero parece que hay entre los antropólogos muy poca idea acerca de qué es un modelo o qué debería ser. En la economía el análisis por medio de modelos es un procedimiento bien establecido, y podría bien ser aprovechado en la antropología. Para los economistas, el modelo no es sencillamente una manera personal de contemplar un fenómeno. Es un constructo deliberado, que se desvía de manera simplificada de la vida real, por fines heurísticos. Ha sido descrito como “una representación simbólica cerrada de la interacción de ciertos fenómenos económicos” (Stone & Jackson, 1946: 555). Su uso sigue siendo impreciso, en el sentido de que hay diferentes tipos de modelos económicos de diversos grados de rigor, y en su uso de símbolos matemáticos y otros. Las fórmulas, los diagramas y los modelos se sobreponen. Pero, esencialmente, los modelos económicos siguen las mismas líneas de construcción. Se selecciona un problema, se les asigna diferentes ponderaciones a las entidades reconocidas en el, y se formulan proposiciones incluyendo hipótesis acerca de las relaciones entre las entidades bajo condiciones especificadas. Entonces, mientras que ciertos elementos en el modelos se mantienen constantes, se les permite a otras variar, y los resultados de tales variaciones son integrados en nuevas hipótesis. Existen muchos modelos económicos de este tipo general, tratando problemas como la relación entre ingresos y ahorros a nivel nacional, entre ingresos, ratios de cambio y equilibrio comercial, política de empleo, costos marginales, el efecto generador de ingresos conocido como el multiplicador, etc. Para que valga la pena, un modelo de este tipo debe ser lógicamente consistente; debe poder aguantar un test empírico; y debe ser útil (tener poder, como se dice) aclarando los datos y proporcionando alguna base para predicciones8. Existen ciertos problemas en la construcción de estos modelos económicos – de lógica, de tiempo, de realidad – que podemos mencionar debido a su relevancia para nuestro problema. Para asegurar que el conjunto de relaciones que postulamos esté lógicamente blindado, o para mostrar que la lógica es de alguna manera incompleta o extraviada, es una parte del proceso ordinario de la argumentación económica. Es una etapa que realmente todavía no alcanzamos en la construcción de modelos antropológicos. El problema de la correspondencia del modelo con la realidad ya ha sido resuelto satisfactoriamente por los economistas ahora. Entienden que los conceptos y las relaciones que escogen para la construcción de su modelo no son dados por la naturaleza, son en gran medida la invención del investigador. Dependen principalmente de cómo piensa que sea “ventajoso representar la experiencia”. Entienden que las observaciones se pueden representar de muchas maneras, y que el problema es encontrar las maneras que son más nítidas, más eficientes y más sencillas para representar los elementos más importantes de los sistemas variables y 8 La literatura acerca de los modelos es muy amplio. Tal vez los siguientes títulos sean de particular interés metodológico para un antropólogo: Stone & Jackson (1946), Bauml (1948), Phillips (1950), Joan Robinson (1952), Un ejemplo muy claro del uso de un modelo económico se ve en Turvey (1948) y, en un campo vecino una revisión muy útil de la obra de Von Neumann & Morgenstern se encuentra en Stone (1948). altamente complejos de la conducta del ser humano (que tales maneras son también las estéticamente satisfactorias es la ganancia del científico). Sin embargo, hay que notar que el objetivo es a fin de cuenta representar la experiencia, “rescatar el fenómeno”, no solamente la construcción de un juguete personal intelectual. En este problema de la relación entre le modelo y la realidad los antropólogos tienen que mantener la vista firmemente clavada. Por dos razones. Primero, porque la reputación del antropólogo estriba en su manejo del material empírico, de sus conocimientos de primera mano, y de su interpretación de la conducta de la gente en determinadas sociedades en un momento dado; en su capacidad para hacer generalizaciones comparativas significativas que tienen sentido en la acción no solamente en la teoría. Si no intenta a cada paso relacionar su modelo a la realidad social, entonces habrá perdido uno de los principales títulos al estatus del cual goza en las ciencias sociales. La segunda razón es que el concepto de modelo ha sido confundido con la idea de un elemento personal en la observación – el efecto del observador, con lo que se quiere decir que la experiencia del observador es siempre vista a través de su lente personal. Si queremos hacer uso de los términos de Cassirer (1953: 57, 69-114), no existe contenido alguno que no haya sido construido de acuerdo a alguna forma proporcionada por la comprensión humana al principio de la aprensión. La experiencia primaria es ella misma constituida por la forma. El científico no puede captar o comunicar la realidad inmediatamente, solamente la puede mediar. En el conocimiento, las verdad misma es cualquier cosa que esté en concordancia con nuestra forma de comprensión. Pero aceptemos que las funciones que dan la forma y las actividades simbolizantes de la conciencia significan que nunca podemos llegar a los “hechos crudos” de la vida social en las Islas Andamanesas o en las Trobriandesas, - la “realidad concreta y auténticamente existente” en las palabras de Radcliffe-Brown (1940: 4). Y sin embargo, eso no justifica el retiro intelectual o la intoxicación al descubrir nuestra libertad intelectual. Aquí hay una tendencia a confundir los marcos de referencia. Cuando uno construye un modelo de un aspecto de una estructura social, deliberadamente simplifica, o ignora, e material de observación. Pero uno lo hace por razones específicas, y la único utilidad antropológica de un modelo de este tipo es que en la última instancia se asemeje lo más posible a lo que se entienda del comportamiento de la gente en una determinada sociedad. Eso no significa que toda representación de estructuras sociales sea modelos. Y menos todavía significa que uno tenga el derecho a utilizar cualquier abstracción o distorsión o construcción personal y postular que sea tan defendible como cualquier otra. Exactamente como el modelo debe satisfacer ciertas exigencias de relación a la realidad si tiene que ser útil, así también la percepción de la sistematicidad en la conducta social, y la descripción de los hechos etnográficos se tienen que someter a un test. Básicamente, este test es el de la comunicación. Cuando describo un ritual kava en Tikopía y explico el significado de las fórmulas pronunciadas y las libaciones vertidas, lo hago en términos de un sistema que yo mismo he percibido en el comportamiento religioso en Tikopía. Pero la validez de este sistema puede ser probada por el grado de su inteligibilidad, hasta qué grado sirve para describir y explicar a otros, tanto a los habitantes de Tikopía como a los que están en contacto con ellos, otros elementos de comportamiento dentro del campo. Al nivel etnográfico pienso que mi experiencia ha comprobado que eso es el caso, por predicción a un colega y nuestra capacidad a compartir las experiencias con la gente de Tikopía de na manera mutuamente inteligible. En el marco de referencia filosófico eso puede ser asuntos de debate y dificultad. En el marco antropológico de referencia no hay porque suponer una regresión infinita de a realidad. No hay que confundir lo que describe el trabajador de campo con lo que inventa el pensador de gabinete. Un problema que ha causado más dificultades en la economía es el problema relacionado con el cambio a través de tiempo. En la mayoría de los casos se supone que un modelo opere sobre una dimensión de tiempo dada, que es idéntica y coincidente para cada elemento en el modelo. Esa es una dimensión ahistórica. El carácter específico del periodo de tiempo es irrelevante a los cambios que se supone ocurran. En la construcción de un modelo dinámico, que está muy lejos de haber sido logrado todavía en la economía, se han utilizado variios dispositivos, como suposiciones acerca de a aceleración en los ratios de output, o retrazo en el desarrollo de diversos factores. Por lo regular, implican la idea de un cambio sostenido. Como ha señalado Joan Robinson (1952: 53), una teoría construida en términos de oscilaciones alrededor de una tendencia de un crecimiento sostenido puede ser inadecuada para explicar la estructura de una economía que carezca de esta estabilidad. Una parte del trabajo relacionado con la construcción de una teoría dinámica podría encontrarse en a laboriosa tarea de construir, a partir de la realidad económica, una serie de tipos y variantes de tal carácter que cambian a través del tiempo – incluyendo cambios erráticos – pueden ser estudiados con un acercamiento a la realidad. Una dificultad que encontramos aquí es, por supuesto, el viejo problema de la comparabilidad – de abstraer las regularidades subyacentes del cambio social de los eventos históricos únicos. En este punto un antropólogo no les puede aconsejar a los economistas, pero para nosotros la relevancia del trabajo de los economistas es doble. Por un lado nos dirige hacia la importancia de la construcción de modelos antropológicos que, por su simplicidad, la posibilidad de sofisticación lógica que contienen, y su capacidad para estudiar variación, nos proporcionan respuestas tentativas a nuestros problemas, provocan estudios de relaciones empíricas, y estimulan la comprensión de modos hasta ahora no sospechadas. Por otro lado, nos indica que una comprensión de la dinámica de un sistema social requiere al mismo tiempo un estudio constante de comportamiento social observado. Entre ás se desarrolle la abstracción como una herramienta del análisis lógico, más necesidad hay de correctivos de datos de la situación empírica. Además, la experiencia de los economistas sugiere que los antropólogos podrían pronto tropezar con limitaciones en su uso de modelos en la dificultad relacionada con la asignación de magnitudes a las entidades que desea incorporar en su análisis. Todo eso tiene implicaciones para las nociones de organización social y cambio social. Si las estructuras sociales son modelos, entonces podemos llamar la organización “la realidad”. Pero, aún si no sean solamente modelos, entonces en su calidad de un conjunto de formas primarias de la sociedad necesitan ser complementados con estudios de proceso. Por supuesto, la noción de organización social no es nuevo. Podemos distinguir por lo menos tres diferentes significados del término. El primero es general, hasta vago. En descripciones convencionales o esbozos de los primeros años de este siglo, el término fue utilizado como equivalente de grupos sociales e instituciones – “el lado social”, como solía llamarlo C. G. Seligman. Eso es el significado mal definido que encontramos en Notes and Queries on Anthropology (Royal Anthropological Institute, 1951), haciendo referencia a Kinship and Social Organization de W. H. R. Rivers, publicado en 1914, a su libro pósthumo de 1924 y al libro de Lowie de 1948. Aún en el estudio fundamental de Radcliffe-Brown de 1930, The Social Organization of Australian Tribes no se hace una distinción entre el término de “organización” y “estructura”, ambos términos son utilizados indiscriminadamente. El segundo uso hace referencia a coordinación u orientación de actividades. Hace muchos años, Herbert Spencer (1885, pp. 473, 507) le dio al término “organización” el significado de “una tal construcción de a totalidad que sus partes puedan llevar a cabo actividades mutuamente dependientes”9. Max Weber (1947, pp. 138, 204) consideraba la organización como un sistema de una actividad intencional continua, y lo relacionó estrechamente con la noción de grupos corporativos, y con la administración en un sentido más técnico. En el campo económico, el término significaba para él los modos en los cuales los diferentes tipos de servicio son continuamente combinados entre ellos y con los medios de producción no humanos. Malinowski (1944, pp. 39, 44, 52) utilizaba el término en un sentido similar, aunque menos técnico, para señalar la manera en que un grupo de gente se equipan materialmente y adoptan reglas de estatus y reglas de performance para llevar a cabo sus actividades y satisfacer ciertas necesidades. El tercer uso va hacia una definición más precisa y ofrece un análisis más sistemático siguiendo líneas más específicas. Eso es el concepto que ha sido propuesto por G. G. Brown y J. H. Barnett (1942), quienes – con razón, pienso – opinan que es relevante hacer una distinción entre la organización 9 Hablando del sacerdocio del Viejo Mundo (1885, p. 48), Spencer hizo una distinción entre la estructura, con jerarquización de rango, de la “organización sustentadora”. social y la estructura social. Verían la organización social como la relación que existe entre individuos y grupos en una sociedad en términos de obligaciones, y la estructura social como la colocación y posición de individuos y grupos en aquel sistema de relaciones de obligaciones. En estas relaciones de obligaciones entran elementos de comportamiento ideal, comportamiento anticipado y comportamiento real. En particular se pone mucho peso en aquellas relaciones de obligación implicadas en el comportamiento público en la ejecución de algún rol. Hasta cierto grado en línea con este argumento se encuentra la posición reciente de RadcliffeBrown (1952) quien hace ahora una distinción. Llama estructura social un arreglo de personas en relaciones institucionalmente controladas, y organización social un arreglo de actividades. Alternativamente, un sistema estructural tiene que ver con un sistema de posiciones sociales, una organización con un sistema de roles. Mi propia visión se acerca a las de Max Weber y Malinowski. Es difícil estar de acuerdo con Brown & Barnett cuando señalan que el criterio de la organización debería ser la obligación y, en particular, pensando como lo hacen ellos que el índice más accesible de la organización social es la anticipación. No hay duda de que esa constituye un elemento importante en la organización social. Pero cuando Brown y Barnett se fian en la anticipación porque representa “uniformidades de relaciones que existen en suspensión dentro del marco cultural – en las mentes de los miembros de la sociedad”, eso es demasiado amorfo. Y la concepción de Radcliffe-Brown de la organización como un sistema de roles parece implicar una articulación invariable entre la posición y lo que uno haga dentro de ella, lo que reduciría la noción de organización a otro aspecto de la estructura. La noción de rol, por útil que sea en definir los límites de las actividades de una persona, puede implicar que una persona haga solamente lo que le asigne su posición social, y puede implicar una visión demasiado mecánica de la acción social. No le permite a la acción acomodarse para contrarrestar la contingencia, adopción a las altamente variables circunstancias y problemas de la vida social. La organización tiene que ver con roles, pero no solamente eso, implica también aquella actividad más espontánea y más decisiva que no se deriva solamente de la actuación de roles. No creo que sea posible forjar una definición nítida en una frase del concepto de organización social, tan poco como ha sido posible formular exitosamente tal definición del concepto de estructura social. Para empezar, uno puede pensar la organización social en términos de acción ordenada. Refiere a una actividad social concreta. Esa actividad no es aleatoria, es ordenada, organizada en secuencias interrelacionadas. Un ordenamiento de este tipo no implica patrones simples aleatorios, sino una referencia a fines socialmente definidos. Una sociedad sigue existiendo gracias a tal actividad coordinada y orientada – y sus miembros mantienen sus relaciones mutuas. Así que podemos describir la organización social como el arreglo funcional de una sociedad. Son los procesos de ordenamiento de acción y de relaciones de referencia a unos fines sociales dados, en términos de ajustes que resultan de la toma de decisiones por los miembros de una sociedad. Eso no es lo mismo que describir la organización social como las reglas de funcionamiento de la sociedad, lo que implica una conformidad, una imperativa, en el ordenamiento de las actividades de los miembros de una sociedad, que puede ser solamente en parte verdad. Frecuentemente la gente hace lo que ordenan las reglas, pero las reglas solas son una relación incompleta de sus actividades organizadas. Este ordenamiento de la acción social puede coincidir con y apoyar a los rasgos estructurales de la sociedad, los principios mayores de los cuales depende su forma. Pero puede variar de los principios estructurales, y aún en algunos aspectos particulares ir contra ellos. En la última instancia, la estructura social puede tener que ceder a través de una concatenación de actos organizacionales. Será evidente que estos conceptos de estructura social y organización social no son paralelos, no obstante que son complementarios. Hablando de esta manera de la organización social, no tanto describimos una entidad, más bien hablamos de un punto de vista. No puede existir un departamento de la vida social llamado organización social. Tampoco es posible subsumirlo, aún distorcionándolo, bajo la etiqueta de unos tantos principios de alineación de grupo y estatus, como sucede a menudo con la estructura social. Los dos conceptos se entrecruzan, de manera que resultados organizacionales se pueden hacer parte del esquema estructural, y los principios estructurales se tienen que realizar en modos y decisiones organizacionales. Puede ser difícil elucidar la relación entre forma y proceso, puede sernos más fácil hacer generalizaciones acerca de la forma que acerca del proceso. Pero eso no nos absuelve de la necesidad de estudiar el proceso. En varios momentos de la historia de la antropología social se ha llamado la atención a esta necesidad. En 1937, Sol Tax discutió lo que él llamó “acomodos de parentesco” como una ayuda a comprender la “ciencia de la organización social”. A él le importaba revertir lo que a él le parecía un desequilibrio en la teoría del parentesco de Radcliffe-Brown subrayando la manera en que los elementos de la organización social sean el resultado de un complejo de fuerzas o principios sociales (o psicológicas), que actúan en situaciones sociales particulares. Ya que la cultura es un contínuum, es posible resolver algunos problemas de una vez para siempre. Pero en varios tipos de situaciones las tensiones siguen existiendo y se tienen que resolver una vez tras otra, no importa cuánto los precedentes ayuden a la solución. Así que en su opinión, el problema del parentesco se reduce a ser un problema de toma de decisiones que los individuos tienen que tomar si quieren vivir juntos. La teoría moderna de grupos de filiación están llegando a considerar eso cada vez más (véase Fortes, 1953: 34; y Firth, 1929: 100; 1936: 582-3; 1951; 56-7). Donde la filiación es en primer lugar una cuestión política – de definición de la membresía de uno de una unidad de parentesco, haciendo referencia a la residencia de uno, entonces ya no es tan automático. Las unidades estructurales son creadas y mantenidas por medio de una organización en la cual el ejercicio de decisiones individuales son de la primera importancia. Eso nos lleva a otra cuestión – la del lugar que ocupan los individuos en la organización social. Los arreglos de funcionamiento por los cuales una sociedad se mantiene en existencia, las maneras por las cuales las relaciones entre los grupos se hacen operativas y se hacen efectivas, se basan en decisiones individuales. Aquí está nuestro gran problema en cuanto antropólogos - la traducción de los actos individuales en las regularidades del proceso social. ¿Cómo lo hacemos? A título de ejemplo distingamos – como lo han hecho algunos sociólogos – entre la estructura social manifiesta y latente. La estructura manifiesta refiere a los patrones inmediatamente reconocibles – de grupos de filiación, de unidades de residencia, de relaciones de parentesco básicas, de asociaciones religiosas, de jerarquía formal. La estructura latente refiere a aquellos patrones que puedan ser igualmente fundamentales para el carácter de una sociedad, pero que no se dejan observar directamente hasta después de una profunda sistematización. La distribución ocupacional, la relación entre grupos de filiación y unidades de residencia, el control relativa de la tierra por diversas unidades sociales, la incidencia de matrimonio entre diferentes categorías sociales, todas estas pueden requerir un estudio especial. En la última instancia son las acciones individuales que mantienen en existencia tanto la organización social manifiesta como la latente. Aún la pertenencia a una unidad de filiación implica el continua reconocimiento por los individuos de su categorización y el correspondiente reconocimiento por parte de otra gente en los mismos términos, y un reconocimiento activo de las obligaciones y deberes implicados. La interrelación de estas respuestas, cómo uno afecta al otro, es un aspecto de la organización social. Pues el conjunto de grupos de filiación qe se tiene que tratar como elementos de standard en una descripción de la estructura social, el antropólogo tienen que asegurarse de que tales actos de reconocimiento y respuesta realmente sucedan; y también tiene que darse cuenta de cualquier situación en la cual no ocurran, y el efecto de esta falta. En otras palabras, su análisis tiene que abarcar tanto la conformidad como la inconformidad, lo que significa datos organizacionales en términos de acción individual. Y tiene que tomar en cuenta lo que podemos llamar decisiones críticas. En sociedades donde la segmentación es un proceso reconocido de formación de grupos y un medio hacia la adquisición de status, la decisión de individuos de constituirse como un nuevo linaje con un nombre y un territorio separados, de un jefe de emigrar a un lugar nuevo, son importantes organizacionalmente, pues crean unidades nuevas para la interacción de relaciones sociales y cambian las escalas de operaciones para cada unidad residencial. La decisión de un líder ritual de levantar el tabú sobre recursos, reservados para respecto funeral, tiene implicaciones organizacionales al afectar cantidades y relaciones de trabajo, y el ratio y la escala de intercambio. Tales decisiones no son solamente asuntos de líderes, pues implican el acto de aceptación, la posibilidad de discusiones prolongadas entre los seguidores. Un requisito para entenderlos y entender sus efectos es el estudio del consenso por parte de los antropólogos (véase el capítulo V). En la formulación de reglas acerca de le estructura latente, por medio de la investigación de los detalles organizacionales, el único camino puede ser por medios cuantitativos. En Tikopia, en 1929 y en 1952, levanté censos sociológicos que revelaron, entre otras cosas, los detalles de matrimonio respecto al clan y residencia. No existen en Tikopia reglas preferenciales de matrimonio y, hasta donde se le permite a uno a partir de una observación superficial en un área tan pequeña, los resultados tienden a ser aleatorios. Y, sin embargo, las cifras muestran una cierta preferencia por matrimonio entre miembros específicos de clan - por ejemplo, más de la mitad de matrimonios de Taumako son con Kafika, y más del 40% de los de Kafika son con Taumako, mientras que solamente la cuarta parte de los matrimonios de Taumako son con Tafua, y viceversa. En lo que se refiere a Tafua, la tercera parte de los matrimonios de sus mujeres y una proporción más alta de los de sus hombres son intra-clánicos, en comparación una quinta parte y una sexta parte de los matrimonios de los kafika y los taumako respectivamente son matrimonios intra-clánicos. Cuando aceptamos estos datos los podemos explicar por medio de lealtades y antagonismos tradicionales, y varios otros lazos, pero no sería posible inferir esos hechos a partir de algún sistema de reglas formulado por los habitantes de Tikopia. Además, si nos dedicamos a estudiar el cambio social, no obstante la exposición de Tikopia a influencias desde fuera durante la última cuarta parte de un siglo, los patrones de matrimonio prácticamente no han cambiado. De igual manera, en lo referente a aspecto residencial, casi la mitad de los matrimonios son con muchachas de la misma aldea o de una aldea vecina. Solamente una séptima parte de los matrimonios son con una muchacha del otro lado de la isla. Y de nuevo, durante la última generación prácticamente no ha habido cambios en el promedio, no obstante que se observan algunas interesantes modificaciones locales. Estudios análogos hechos por otros investigadores, como por ejemplo Barnes (1949) y Schapera (1950), ilustran el uso de este tipo de métodos. Hay, por supuesto, un área de incertidumbre en la metodología del estudio de la organización social, la cuestión de hasta qué grado este implica el estudio de la motivación en particular y de la psicología en general. ¿Qué hacemos con eso? Podemos seguir la pista de los economistas y decir que el hecho de la decisión es lo importante, y que solamente nos interesan las implicaciones sociales de este hecho. Con frecuencia eso es lo que hacemos, y eso es a menudo suficiente. Pero a veces se piensa que una comprensión de las razones detrás de la acción sean una parte necesaria o deseable del análisis, y estas razones se prestan a la formulación de generalizaciones. Por ejemplo, tales formas como la relación d eun hombre a la hermana de su padre pueden ser correctamente descritas diciendo que la considera como algún tipo de padre femenino; o “intereses económicos a menudo motivan a un hombre a fincar su residencia con los parientes de su madre” es una formulación muy común. Pero, para tener alguna validez empírica tienen que ser derivados de la observación de conducta individual en algún momento. Recientemente la palabra psicología se ha vuelto tabú para muchos antropólogos sociales en este país, y tendemos a practicar una evitación ritual de ella. Pero creo que nos hemos creado una dificultad innecesaria. Parece ser la opinión de que la psicología sea el estudio de individuos, más que de pensamientos, sensaciones y emociones. Así que, al mismo tiempo que vetamos la psicología, muchos de nosotros hemos permitido que pasen sin ser cuestionados postulados acerca de pensamientos, sensaciones y emociones en lo colectivo, o en una forma generalizada. En la introducción a African Political Systems (Fortes & EvansPritchard, eds., 1940) – un libro que con toda justicia ha tenido una fuerte influencia sobre la antropología social británica - se subraya que los africanos no podrían llevar a cabo su vida colectiva si no pudieron pensar y sentir acerca de los intereses que los motivan a ellos, a sus instituciones y a su estructura grupal; como sienten su unidad y ven sus intereses comunes en símbolos, en la forma de mitos, rituales, lugares y personas sagrados; como es su apego a estos símbolos que, más que cualquier otra cosa, le otorga cohesión y persistencia a su sociedad; cómo los valores que encuentran expresión en estos símbolos son compartidos por la sociedad entera. Toda la discusión está permeada por enunciados de tipo psicológico. Además, postulados acerca de la solidaridad social, la integración social y cosas similares, con frecuencia parecen envolver presupuestos implícitos acerca de los fines de la actuación humana, que son en la última instancia psicológicos. No es mi opinión que deberíamos evitar este tipo de enunciados, pero pienso que requieren ser validados por evidencia en habla y acción10. Pero mientras que registramos como materia prima lo que haga y diga un individuo, su disposición interna no es nuestra principal ocupación. Lo que nos interesa en primer lugar, son los efectos de su conducta sobre la colectividad. No existen fronteras rígidas entre las ciencias sociales, solamente existen esferas de interés relativo. Y nuestro interés en cuanto antropólogos nos lleva hacia la esfera de la organización de la conducta colectiva, más que hacia la de la organización de la conducta individual, aunque no podemos excluirla por completa de nuestra consideración. Es por estas razones que las cuestiones acerca de si el ejercicio de elección y decisión son voluntarios o involuntarios, concientes o inconscientes, nos importan relativamente poco. Buscamos nuestro material principalmente en el acto de toma de decisión y sus consecuencias sociales. Los estudios de estructura social exigen atención a tres criterios: la magnitud de la situación (en términos de hombres y recursos); las alternativas abiertas a decisión y selección; y la dimensión temporal. La relevancia de la magnitud se desprende de un ejemplo muy sencillo. Radcliffe-Brown (1940) subrayó que en un sistema de parentesco del tipo aranda (matrimonio de un hombre con su MMBDD o su MFSisDD) con frecuencia le es difícil a un hombre encontrar a una mujer de una relación apropiada para casarse con ella. El resultado es un matrimonio alternativo y los consecuentes ajustes de lazos de parentesco. Es evidente que el grado de ajuste que es necesario dependerá del tamaño del grupo total, y del tamaño relativo de sus unidades 10 Véase mi concepción de sentimientos en los estudios de parentesco (Firth, 1936, p. 170, 576). constituyentes. En un grupo con una distribución normal aleatoria de sexo y edad, se exigiría por lo menos cuarenta personas en total para que una persona dada pudiera razonablemente encontrar a una esposa de una categoría adecuada. Gracias a Radcliffe-Brown y sus sucesores sabemos cómo funcionan las variedades de sistemas de parentesco australianas en la teoría, y cuáles son los ajustes necesarios para acomodarlos. Pero para la mayoría de las tribus todavía nos hace falta información cuantitativa para ver exactamente de qué manera el sistema se ha acomodado a los diferentes tamaños de los grupos. La importancia de disponer de líneas alternativas de acción es ilustrada pr el ejemplo de la relación entre el hermano de la madre y el hijo de la hermana. En el análisis estructural esta relación es frecuentemente discutida en términos de el hermano de la madre y el hijo de la hermana, como si cada uno de ellos existiera solamente en forma generalizada. Pero ¿qué pasa, si hay más de uno de cada uno, o si la madre no tiene ningún hermano? La respuesta convencional es que lo que importa es a relación típica. Es fácil hacer arreglos en casos de pluralidad; si no hay ningún auténtico hermano de la madre, algún pariente clasificatorio puede ocupar su lugar. .. etc. Pero queda un problema real de organización. La falta de una equivalencia numérica entre los hermanos de la madre y los hijos de la hermana puede hacer necesarios considerables ajustes. Un pariente clasificatorio que sustituye a un ausente hermano de la madre puede tener hermanas e hijos de hermanas auténticos que tienen el primer derecho sobre él. Tal vez hay que encarar un conflicto de obligaciones y un problema de recursos. Aún si los hermanos de la madre auténticos y clasificatorios sean unidos en una sola categoría, todavía queda la necesidad de especificar prioridades. En algas casos, el resultado puede ser abandono en vez de cumplimiento de las obligaciones. Examinemos más detenidamente las posibilidades. La situación tipo es la de la existencia de un hermano de la madre y un hijo de la hermana. Las situaciones alternativas son: un hermano de la madre y varios hijos de la hermana (o de las hermanas); varios hermanos de la madre con un hijo de la hermana compartido, o varios hijos de la hermana (o de las hermanas); ningún hermano de la madre (ó porque nunca tuvo uno, ó porque está muerto – con la posibilidad de que haya dejado herederos a sus obligaciones). Aquí existen, además de la situación estructural tipo, cuatro posibilidades mayores desde el punto de vista de un hijo de la hermana: teniendo que compartir recursos avunculares unitarios con sus iguales; teniendo derecho pleno sobre múltiples recursos avunculares, teniendo una parte de tales recursos; teniendo que depender de un sustituto. Esto deje fuera la posibilidad de otras complicaciones, como por ejemplo la existencia de derechos también de hijas de la hermana. Considerando la importancia de la relación del hermano de la madre en muchas sociedades, en lo referente al so de recursos y tiempo, el ejercicio de autoridad y apoyo, la transmisión de magia y conocimientos, es probable que algunas de estas alternativas sean relevantes. Entre las posibles soluciones tenemos: una colectividad sin diferenciar; un esfuerzo por crea una relación uno-a-uno; una regla definitiva que diga, por ejemplo, que la persona mayor represente a los demás de su categoría; una relación permisiva que deja a la preferencia personal como guía. El tipo de base de resolución que adopte una sociedad dada puede bien tener relación con el contenido de las relaciones – variando según se trate solamente de apoyo social o que involucre transferencias económicas o políticas de ganado, tierra o títulos. Podemos suponer con razonable seguridad que las prácticas seleccionadas, cualquier que sean, tendrán relación con los intereses de y luchas por status de individuos, y que afecten la estabilidad de la relación globalmente. ¿Cómo se presenta el problema en la literatura antropológica? No de una manera muy exhaustiva. En el ensayo autoritativo de Radcliffe-Brown (1924) el problema no es tratado en absoluto; el hermano de la madre domina el campo. Pero eso es razonable, ya que lo que le interesaba era establecer la relación tipo. Solamente se menciona en una nota a pie de la letra que si el hermano de la madre está muerto, entonces sus hijos ocupan el mismo rol. En un ensayo posterior (Radcliffe-Brown, 1950), sigue la misma línea de argumentación, aunque se reconoce la posible pluralidad en la concepción de un hermano de la madre. Revisando el material de alrededor de veinticinco sociedades africanas y oceánicas, seleccionadas aleatóreamente de fuentes bien conocidas, he encontrado varias apreciaciones del problema. En el caso de muchas sociedades, como los ashanti, ifaluk, majuro, tallensi, trobriandesas, las reglas de la relación entre el hermano de la madre y el hijo de la hermana son presentadas en forma tipo: el hermano de la madre se distingue por medio de un término particular, es tratado con respeto, el hijo de la hermana hereda sus bienes, etc. Para otras sociedades se indica alguna orientación más específica de la relación, o algún uso condicional de la regla. Entre los mesakin (nuba), una madre recibe regales anuales de granos de parte de uno de sus hermanos, como alimentos para su prole. En Dobu, un hombre nunca divide sus poderes mágicos entre los hijos de sus hermanas, los entrega a uno solo, por lo regular al mayor. Entre los nuer, los nyakyusa y los lóvedu, un lazo particular entre una hermana y un hermano, creado por medio de ganado, produce una relación particular entre aquel hombre y un hijo de su hermana (por lo regular, el hijo mayor). Pero en estos casos no han sido expuestas las implicaciones del ratio del hermano de la madre, incluyendo la posible inexistencia de un auténtico hermano de la madre. Acerca de los busama, Tikopia, tswana, yakö y yao, contamos con mayor información. Entre los tswana, el fuerte desarrollo de relaciones entre hermanos le asegura al tío materno un papel muy especial en todos los asuntos que afectan a los hijos de su hermana. Se toman medidas tanto para el caso de su ausencia como para el caso de su deceso. En el caso de los yakö, son bien definidos los principios que rigen la asunción de obligaciones. El hermano mayor del conjunto de hermanos asume el papel del hermano de la madre cuando se trata de la boda de la hija de una hermana. Cuando no existe un auténtico hermano, entra en juego algún pariente mayor del clan maternal en la línea colateral mayor. Y mientras que las obligaciones avunculares son respetadas con relativa estrictitud en el contexto ritual, en situaciones que requieren iniciativa y responsabilidad personales, un hermano menor o algún pariente matrilinieal de mayor prestigio puede asumir los derechos y las responsabilidades. Hoy en día, las prestaciones nupciales con frecuencia son entregadas por el hermano mayor de un hermano menor más rico, que está dispuesto a aceptar la posible responsabilidad de ....... Los yao nos presentan un caso que contrasta de manera interesante. Ya que el estatus de un hombre en la comunidad yao depende del número de personas que presumiblemente controla, hay una fuerte competencia entre los hermanos por el derecho a ocuparse del bienestar de sus hermanas. Normalmente el mayor tiene precedencia. Existen disposiciones para llenar el vacío o remediar el incumplimiento de las obligaciones, hasta tal grado que un medio hermano paterno ocupe el lugar de un hermano uterino. Así que entre los busama una persona puede quedarse con su padre si el hermano de su madre haya muerto a edad joven o haya hecho a un lado sus obligaciones – despreciando la costumbre que estipula que debería vivir con el hermano de su madre. Aparte de esta opción, una persona puede preferir vivir con un hermano de la madre clasificatorio de quien puede esperar tener algún estatus como heredero, más que con un auténtico hermano de la madre, quien puede haber nombrado a alguna otra persona como su heredero. De este tipo de datos, que he presentado aquí solamente en forma somera, sin embargo podemos deducir algunos principios de organización. Podemos dividir los lazos y obligaciones entre el hermano de la madre y el hijo de la hermana en tres categorías – de implicaciones genéricas, específicas e intermedias u opcionales. De implicaciones genéricas son, por ejemplo: el uso de términos de parentesco, libertad y obligaciones en la conducta; consejos en tiempos de problemas; contactos sociales en el caso de visitas y participación en rituales. Aquí no hay necesidad de diferenciación individual. Todos los hermanos de la madre – o bien los hijos de la hermana – pueden comportarse de la misma manera, no hay necesidad de elegir. De implicaciones específicas son, por ejemplo: la herencia del nombre personal de un difunto; la sucesión a la posición de liderazgo en un grupo de parentesco; el derecho a casarse con una viuda. Por convención social, normalmente es posible solamente que una persona herede el nombre, herede un solo cargo, casarse con una viuda de un hermano de la madre, así que hay que hacer una selección entre los varios hijos de la hermana, y por lo general la primogenitura ofrece el principio a seguir. Pero puede haber algún espacio para maniobrar, como muestra el caso de los busama. De un tipo intermedio son, por ejemplo: la herencia de propiedad de tierra; la herencia de poderes mágicos por enseñanza; la transferencia o el intercambio de propiedades, como sucede con el ganado en el caso de un casamiento; En estos casos no se implica necesariamente que el dónor o el destinatario sea un individuo determinado, pero este tipo de recursos no son ilimitados, de manera que el dar a una persona reduce las partes de las demás personas. Aquí surge la posibilidad de favoritismo, de tensión, de conflicto – sin mencionar la posibilidad de tensión estructural debido a que los hijos de una persona exijan los mismos recursos que los hijos de su hermana. Aquí entran en juego varios mecanismo organizativos para reducir las dificultades y mantener la especificidad. De varias maneras, la primogenitura es el más sencillo – el invocar el principio estructural ofrece una base con su propio peso moral y social. Una asignación de uno a uno también ofrece ciertas ventajas, pero existe la posibilidad de que no encajen los números, como muestra Schapera (1950, p. 152) en el caso de los tswana. La selección individual sobre la base de riqueza, prestigio, capacidad, o aún preferencia personal, ofrece mayor flexibilidad. No es posible determinar la situación a priori, se tiene que estudiar en el particular contexto de cada sociedad. La relevancia del factor tiempo en la antropología social ha sido enfatizada por Fortes (1949b). Sin embargo, no podemos decir que manejemos satisfactoriamente la dimensión temporal de nuestro material. Eso se debe parcialmente a la falta de oportunidad, y parcialmente a obscuridades en nuestra metodología. Como algunos de los resultados de este estado de las cosas, se han notado algunas dificultades más que obvias en nuestra presentación de datos. En los relatos etnográficos rige con frecuencia un aire de atemporalidad – tendemos todavía a describir al kaffir esencial (para usar las palabras de Dudley Kidd) o su equivalente. Hay siempre una tentación a postular una escala de tiempo que emana de la consideración exclusivamente de procesos contemporáneos. Mientras que esta noción discutible le otorga al tiempo estructural una dimensión social, no hemos seguido su lógica hasta las últimas consecuencias, y los procesos de segmentación de linaje y adaptación genealógica tienden a ser tratados como si ocurrieran empíricamente, aún cuando en realidad no han sido observados. Y mientras que hoy se evitan las más groseras reconstrucciones etnológicas, todavía reconstituimos en cierto grado la sociedad original de antes de la llegada de los europeos, sobre una base que es solamente en parte la documentación histórica. Además, muchos postulados acerca de la interdependencia de los elementos de un sistema social se basa en un estudio de corta duración de lo que podría bien ser una asociación pasajera y casual; no han sido estudiado en términos de su covariación observada a través del tiempo. Pero, si en algunos respectos admitimos este tratamiento arrogante del factor tiempo, sí los antropólogos sociales hemos hecho sólidos avances en el estudio del cambio social, para lo cual es fundamental. Algunos, como por ejemplo Robert Redfield o Monica Hunter, han cándidamente traducido el espacio en tiempo, contrastando ambientes rurales y urbanos, o el kraal y la granja. Otros, como Keesing o Barbeau (y aquí yo me agregaría a mí mismo) han mostrado de qué manera es posible utilizar documentos históricos en un contexto antropológico. Y otros, como Robert Redfield en Chan Kom, Kluckhohn y sus colaboradores entre los navaho, Eggan y otros entre los puebla, Schapera entre los kgatla, Margaret Mead en Manus, yo mismo en Tikopia, hemos podido utilizar una secuencia de visitas esparcidas a algún campo para el estudio del cambio social. Y otros, como Oscar Lewis en Tepoztlán, o H. Powell en las Islas Trobriandesas, han sido capaces de hacer una revisión posterior a un estudio clásico hecho por otros con el mismo objetivo de un análisis temporal. La mayor parte de estos trabajos tienen obvios defectos metodológicos. Tienden a ser análisis sincrónicos duales en vez de auténticos análisis diacrónicos, que comparan la situación en dos distintos momentos e ignoran los eventos que intervienen y que podrían modificar la interpretación de las tendencias. Tenemos el problema de hasta qué punto los cambios que han ocurrido nos permiten decir que estemos comparando las mismas entidades o entidades similares. Y, como ha comprobado Li An-Che (1937) en un caso, el factor personal puede tener más peso de lo que normalmente se supone. Sin embargo, a pesar de todo eso, tales análisis parecen tener una razonable validez. Reanálisis posteriores, hechos por otros investigadores, de ninguna manera confirman todas las conclusiones anteriores, pero por lo regular los principales resultados son confirmados. Además, los patrones generales de cambio que han sido revelados en estas sociedades primitivas y campesinas que los antropólogos han estudiado coinciden. Demuestran muchos rasgos compartidos que se dejan explicar no solamente por un universo compartido de discurso científico, sino de reacciones a un conjunto común de fuerzas sociales de una relevancia humana muy general. Los estudios del cambio social hechos por antropólogos sociales británicos carecen de la frescura tal como Fortes ha señalado y mejorado en su estudio de grupos de filiación unilineal (1953). Pero sí se han hecho avances significativos, aquí puedo citar tan solo de unos tantos campos. Una contribución temprana que contribuyó grandemente a cristalizar el pensamiento acerca de esta problemática fe el simposio que coordinó Malinowski (Mair, ed., 1938). Sería valioso contar con un evento análogo veinte años más tarde, ya que ahora somos muy concientes de diferencias de enfoque – ejemplificado por la sustitución del término “contacto cultural” por el de “cambio social”. Entre las diversas declaraciones teóricas que nos han movido hacia una clarificación de estos problemas se pueden mencionar las de M. Gluckman (1940), G. & M. Wilson (1945), Nadel (1951) y Leach (1954). Acerca de la estructura de la familia e instituciones de matrimonio las obras formativas de Richards (1940ª) y Schapera (1940) han sido seguidas por muchos análisis, de los cuales se pueden mencionar los de Phillips, Mair y Harries (1953), como ejemplos recientes que muestran a través de obras colectivas qué tanto el pensamiento en estos problemas ha sido penetrado por el pensamiento antropológico. Los diversos estudios del cambio de patrón a gran escala en unidades corporativos de parentesco, de los cuales nos proporciona Gough (1954) un ejemplo interesante, hasta cierto grado se articulan con este tipo de estudios de la estructura de la familia. Muchos de estos estudios nos indican la incompatibilidad de este tipo de unidades con muchos aspectos de la vida industrial, profesional, urbana en el mundo moderno, y su tendencia a desintegrar o asumir funciones sociales y políticas en lugar de funciones económicas. En el campo económico tenemos estudios de la aplicación cambiante del trabajo y las implicaciones de este cambio por Godfrey Wilson (1941-42), Margaret Read (1942), Schapera (1947), Hogbin (1951), Audrey Richards (1954) y miembros del Instituto Rhodes-Livingstone y el East African Social Research Institute. En el campo del cambio de la ley y del control social, Schapera (1938), Freedman (1950), Nadel (1953), Epstein (1953, 1957) y Gluckman (1955ª) han hecho contribuciones significativas. En el campo del estudio de la religión, los estudios de Hogbin (1947) y Sundkler (1948) del cristianismo melanesio y africano y los estudios del culto de cargo y movimientos similares de F. E. Williams (1928) y, más recientemente, de autores como Ronald M. Berndt (1952) y Peter Lawrence (1954), nos han ofrecido materiales novedosos. Con todo eso, apenas nos encontramos todavía en el umbral de una teoría dinámica general que nos permita tratar de una manera comprensiva el rango de material dentro de la esfera normal de la antropología. No podemos ignorar que el cambio social que estudia el antropólogo es solamente una faceta del gran proceso de la historia humana, es una dimensión de nuestro objeto de estudio más que una división de él. No tenemos que compartir la visión de Evans-Pritchard (1950B) de que la antropología se tendría que percibir como historiografía y no como una actividad científica, porque no puede producir leyes naturales de la conducta social – si no es una cuestión de convicción personal es en gran medida un problema de terminología. Pero la antropología social está cerca de la historia en otro sentido. Las coordinadas de tiempo y espacio del material etnográfico significan que el antropólogo utiliza generalmente el mismo tipo de datos que el historiador para sus generalizaciones empíricas. El hecho de que los del historiador aparecen principalmente como datos documentales o en otra forma sólida implica el uso de diferentes técnicas en su tratamiento. Pero entre los científicos sociales el antropólogo no está solo en su producción de generalizaciones acerca del cambio social. Eso es al mismo tiempo una advertencia y un apoyo, y no podemos permitirnos ignorar el largo record de análisis de cambio social que otros han hecho. Mucho antes de que Gluckman se diera cuenta de la importancia de esta distinción (1954), Aristóteles distinguía entre revueltas contra la persona y contra el oficio. Por otro lado, nuestra responsabilidad sociológica es limitada, y podemos dejar solos a Sorokin y Toynbee las interpretaciones generales que tanto nos fascinan y al mismo tiempo parecen tan curiosamente irreales. Puede ser que encontramos la brillante “Configurations of Cultura Growth” de Kroeber (1944) estimulante, pero demasiado rico como para absorberlo completamente. El “Análisis of Social Change” de Godfrey y Mónica Wilson nos parece un esfuerzo valiente, y nos gusta más, pero al mismo tiempo demasiado comprimido y elíptico como para servirnos en términos prácticos, y demasiado africano como para permitirnos hacer comparaciones directas en todas las áreas. El antropólogo social necesita conceptos generales, pero primero los necesita en la forma de hipótesis. Todavía está lejos de tener un conjunto de grandes generalizaciones concretas con el cual podría llenar el marco general de su estudio del cambio social de una manera sólida y comprensiva. En la búsqueda de sus hipótesis, se les recomienda a los antropólogos más sistemáticamente seguir prestando atención a sus vecinos en las ciencias sociales, en especial a los sociólogos. Desde Durkheim y Max Weber hasta Talcott Parsons, Robert Merton y Kingsley Davis – sin menospreciar los aspectos menos polémicos de Carlos Marx y Federico Engels – todavía nos queda mucho por aprender acerca de los aspectos más dinámicos de nuestro material. Como ha mostrado por ejemplo Nadel (1951, 1953) se puede ganar mucho en amplitud y en sofisticación de tratamiento de un tal enfoque católico. De vez en cuando el antropólogo ha sido criticado por considerar el cambio social solamente bajo la óptica del desmoronamiento y desintegración, o por ignorar ciertos determinantes en la situación, como por ejemplo la dependencia económica o política (véase, por ejemplo, Balandier, 1952; Hield, 1954). Hay algo de cierto en esta acusación y con este análisis ha sido afiliada la afiliación a la teoría del equilibrio, que ha sido criticada por Leach y otros. Pero existe mucho trabajo antropológico que busca oposiciones y “contradicción” en la estructura social, busca explicaciones de cambio en los cambios y las presiones de poder y, por otro lado, elementos sociales emergentes en términos de la manera en la cual contribuyan a la construcción de nuevas entidades sociales más diferenciadas. En todo trabajo de este tipo existe una distinción, de manera explícita o implícita, entre cambio estructural, en el cual se modifican los elementos básicos de la sociedad, y cambio en detalle, en el cual la acción social, aunque no es sencillamente repetitiva, no cambia las formas sociales básicas11. Cada día salta a la vista con mayor claridad que para entender tanto el cambio en la estructura como el cambio en el detalle tenemos que estudiar más detenidamente del ambiente y los resultados de la elección individual y la decisión, pues afectan la actividad y las relaciones sociales. En otras palabras, tenemos que analizar la organización social para ayudarnos en la comprensión del cambio social. En eso también tenemos que estar preparados para cuantificar los datos en un grado mucho mayor. 11 Firth, 1954: 57. Referencias bibliográficas: Balandier, Georges (1952). “Contribution a une sociologie de la dépendance”, Cahiers Int. Sociol., Vol. XII, pp. 47-69. Barnes, J. A. (1949). “Measures of Divorce Frequency in Simple Societies”, J. Roy. Anthrop. Inst., vol. 58: 37-62. Barnes, J. A. (1954). “Class and Committees in a Norwegian Island Parish”, Human Relations, vol. 7: 39-58. Bateson, Gregory (1936). Naven, Cambridge. Bateson, Gregory (1949). “Bali: The Value System of a Steady State”, in Social Structure: Studies Presented to A. R. Radcliffe-Brown (M. Fortes, ed.), pp. 35-53. Oxford. Baumol, W. J. (1948). “Notes on Some Economic Models”, Econ. J., vol. 58: 506-521. Berndt, Ronald M. 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