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42 LA VANGUARDIA
Tendencias
DOMINGO, 14 DICIEMBRE 2014
Nuevos desafíos de la era digital
EL CEREBRO
se adapta a internet
La atención se dispersa ante el alud
de estímulos informativos y pantallas
S
FRANCESC BRACERO
Barcelona
i un día necesita despejar una simple
ecuación y no recuerda cómo se hace, bastará con que descargue en su móvil una
aplicación como PhotoMath. Sólo tendrá que apuntar con la cámara a la página donde esté impresa la ecuación y el software resolverá la incógnita. Aún más: le
mostrará los pasos de la resolución del problema. Fantástico,
¿no? Quizás no tanto. Más allá de
la fascinación y la rapidez que
nos ofrece la tecnología, cuestiones como esta nos hacen plantearnos cómo nos han cambiado
internet y los dispositivos móviles. “Lo que hemos perdido es la
habilidad de resolver los problemas en profundidad”, sostiene la
columnista y escritora norteamericana Maggie Jackson.
Autora del libro Distracted.
The erosion of attention and the
coming dark age (Distraídos. La
E L V A L O R D E C O M P A R T IR
Hemos pasado del
“pienso, luego existo”
al nuevo “comparto,
luego existo”
UN RETO PARA LA ENSEÑANZA
En la universidad, la
clase se transforma
para tratar de
adaptarse al cambio
erosión de la atención y la era oscura que viene), Jackson asegura
que “la forma en la que vivimos
corroe nuestra capacidad de atención perceptiva, sostenida y profunda”. “Mientras cultivamos
una vida de distracción –observa– estamos perdiendo nuestra
habilidad para crear y preservar
sabiduría y nos deslizamos hacia
una era de ignorancia que, paradójicamente, nace en medio de la
abundancia de conocimiento y
conectividad”. Si el lector ha llegado hasta aquí, nuestro reto será que llegue hasta el final.
Uno de los autores que observaron de una forma crítica cómo
internet y la tecnología han cambiado nuestros hábitos de consumo mediático y cultural de una
forma crítica fue Nicholas Carr,
que en el 2010 publicó en The Atlantic un celebrado artículo titulado “¿Nos está volviendo Google
estúpidos?” que fue ampliado
más tarde en el libro Superficiales.
¿Qué está haciendo internet con
nuestras mentes? (Ed. Taurus). En
estos textos, Carr exponía que él
mismo y algunos de sus colegas,
todos intelectuales, habían alterado sus “hábitos mentales”.
En una de sus descripciones,
Carr señala que empezó a detectar cambios en su propio comportamiento en el 2007. “El modo en
que mi cerebro funcionaba parecía estar cambiando. Fue entonces cuando empecé a preocuparme sobre mi incapacidad para
prestar atención a una sola cosa
durante más de dos minutos”, explica. En su opinión, la mente
que nos caracterizaba hasta hace
unos años era “calmada y concentrada, sin distracciones”.
Ahora, en cambio, “la mente lineal está siendo desplazada por
una nueva clase de mente que
quiere y necesita recibir y diseminar información en estallidos cortos, descoordinados, frecuentemente solapados –cuanto más rápido, mejor–”, sentencia. En definitiva, ni Carr ni sus colegas se
ven hoy con ánimos de enfrentarse a leer una densa joya de la literatura universal como Guerra y
paz, una actividad que sí hicieron
muchos años atrás.
La historia de la psicóloga Sherry Turkle es muy diferente. En
1995 era una de las grandes defensoras de la forma en la que internet y la tecnología transformarían nuestras mentes. Por aquel
entonces, creía que la “experiencia digital” sólo serviría para “enriquecer nuestra vida real”. Su
percepción ha cambiado. Esta experta se convirtió en una de las
grandes referentes entre los defensores del mundo hiperconectado que nos ofrecen internet y
las redes sociales. El paso el tiempo ha transformado su opinión.
“Estos pequeños dispositivos
que llevamos en nuestros bolsillos –asegura Turkle en su última
conferencia Ted– son tan poderosos psicológicamente que no sólo
cambian lo que hacemos, sino
que cambian lo que somos”. En
su opinión, con el móvil “somos
lo que queremos ser”. Por eso,
“sacrificamos
conversaciones
por conexiones”.
Para Turkle, esto pone “en riesgo nuestra capacidad de autorreflexión”. La nueva forma de ser
ya no es el “pienso, luego existo”
de René Descartes, sino el “comparto, luego existo” de Mark Zuckerberg, fundador de Facebook,
la red social que agrupa más posibles conexiones humanas: unos
1.400 millones de usuarios registrados de los 7.200 millones de
personas existentes en el mundo.
Amber Case, que se define como “antropóloga cyborg”, es más
optimista respecto al panorama
futuro, porque en todo el magma
de internet “existe comunicación
humana, sólo que se realiza de
forma diferente” a como se hacía
hasta hace unos años. “Estamos
aumentando nuestra humanidad
–explica en una conferencia
Ted– y nuestra capacidad de conectarnos más a otros a pesar de
la geografía”.
Para Case, los adultos actuales
CO N EXIO N ES UN IVERSA L ES
La visión optimista del
nuevo modelo destaca
beneficios de la
comunicación global
M UT A CIÓ N M EN T A L
Expertos alertan
sobre la desaparición
del pensamiento
profundo
han tenido que pasar por “dos
adolescencias”. La propia de todos los seres humanos y otra del
conocimiento y adaptación a internet, la tecnología y las redes sociales. En esas está una parte de
la humanidad. “Todos somos arqueólogos buscando cosas perdidas con esos cerebros externos
que llevamos en nuestros bolsillos”, considera esta especialista.
También tiene una perspectiva positiva de esos cambios en el
consumo mediático y cultural
Mònica Figueras Maz, doctora
en Comunicación en la Universitat Pompeu Fabra y socióloga.
“Cambian los formatos y los me-
dios. Los procesos y las necesidades que hay son los mismos. Sí es
cierto que hay mucha preocupación –observa–, pero para mí es
indiferente. Es una forma diferente de aprendizaje. Ni mejor ni
peor”. Desde su experiencia, “no
está demostrado que lecturas
más profundas consigan mejor
su objetivo”.
Figueras admite con cierto conformismo que, hoy en día, “más
de 10 minutos, un joven no te
aguanta en el aula”. “Yo sé que
mientras imparto una clase algunos están en Facebook, pero esa
es una nueva realidad. Otros toman apuntes o buscan informa-
GETTY
UNA RED Q UE
CO NE CTA A
LA H UMAN I D AD
LA VANGUARDIA 43
T E N D E N C I A S
DOMINGO, 14 DICIEMBRE 2014
En crecimiento
Aunque se han creado
unos 4.100 millones de
páginas web, sólo 1.100
millones están activas
El inicio
La primera web fue creada por
el británico Tim Berners-Lee en
agosto de 1991 en el CERN
Imperios jóvenes
Yahoo fue creado en 1994;
Google, en 1998; la Wikipedia, en
el 2001; Facebook, en el 2004, y
YouTube, en el 2005
Conectados
Unos 3.000 millones de
personas tienen acceso
hoy en día a la red
Cómo utilizar la tecnología para que no
perjudique a nuestras aptitudes cognitivas
Desorientados
con GPS
JOSEP CORBELLA
Barcelona
C
on la aparición del
lenguaje en la prehistoria,
algunas
áreas del cerebro se
especializaron en hablar y
otras en escuchar. Con la escritura, y sobre todo con la imprenta, se perdió la memorización de relatos ricos en detalles que se transmitían oralmente. Con las tecnologías de
la información, igualmente, el
cerebro se está adaptando. La
Vanguardia ha consultado a
los neurocientíficos Albert
Costa, investigador Icrea en la
Universitat Pompeu Fabra, y
Mara Dierssen, del Centre de
Regulació Genòmica, para
aclarar cómo las nuevas tecnologías están modificando el
funcionamiento de nuestro cerebro. Coinciden en el veredicto: el progreso tecnológico es
beneficioso, pero corremos el
riesgo de perder algunas habilidades que apreciábamos.
ción sobre el tema del que hablamos. Si lo que explico no es interesante, es mi problema. La clase
magistral ha muerto”. Para esta
experta, hay que tener en cuenta
que en nuestra era “el saber ya no
es unidireccional”. “El saber es
mosaico”, afirma.
No obstante, Figueras sí que
considera esencial que los alumnos de secundaria reciban formación en alfabetización mediática,
que aprendan a consumir dentro
de la amplia oferta que tienen a
su alcance. Desde su punto de vista, los dispositivos móviles se
han convertido en cotidianos y es
mejor que nos acostumbremos a
usarlos en nuestro provecho. “Vivimos permanentemente enganchados a ellos. Lo que recomiendas en Twitter es un elemento
más de nuestra identidad. Los
móviles y las tabletas han venido
para quedarse”. Esta especialista
incide en el hecho de que ahora
nuestra identidad no es algo aislado y sólo a nuestro alcance, sino
que “se construye en un continuo
dentro y fuera de nosotros”.
La profesora Amalia Creus,
que dirige el grado de Comunicación de la Universitat Oberta de
Catalunya (UOC), advierte que
“el mundo y la sociedad en general son mucho más multitarea.
Así funciona. Pensamos de una
forma fragmentada, conectando
informaciones que están muy dispersas”. Pero no por ello cree
que debamos renunciar al pensa-
miento más reflexivo y profundo
de otras épocas. “Debemos ser capaces –propone– de crear espacios con un pensamiento más lento, más crítico”.
El panorama, desde ese punto
de vista, es el de inicio de una era
en la que “tenemos mucho por
hacer”. “Hay un acceso ilimitado
a la información, pero también es
un momento en el que la vida útil
de la información es extremadamente corto”, plantea Creus.
En el ámbito de la formación
de los jóvenes para la comunicación, “debemos formar gente para que sea capaz de buscar información en una estructura saturada de información”. Asegura que
“lo que es definitivo es el constante movimiento. Estamos formando alumnos para un mundo que
no sabemos cómo será”.
Algunos expertos alertan de
que los móviles nos han creado la
ilusión de que nunca estamos solos aunque la comunicación entre personas sin ellos es menor.
El tiempo dirá si ganamos algo.c
GPS y capacidad de orientación. “Cuando nos orientábamos con mapas, nos formábamos un mapa interno en nuestro cerebro para saber dónde
estábamos y hacia dónde teníamos que ir”, señala Mara Dierssen. “Con el GPS, nos dejamos llevar y ya no nos hace falta formarnos este mapa interno, de modo que nos orientamos peor”. Un estudio de la
Universidad de Tokio (Japón)
comprobó en el 2007 que los
usuarios de GPS tardaban más
que los usuarios de mapas en
llegar a los sitios y se equivocaban más a lo largo de la ruta.
“Personalmente, prefiero los
mapas, me gusta saber por
dónde voy”, explica Dierssen.
“Suelo mirar el recorrido en
Google antes de ir a un sitio y
me formo mi mapa interno”.
Aun así, advierte Costa, los
usuarios de GPS también tienen sus mapas internos y se
orientan perfectamente en los
recorridos que hacen de manera habitual. Que recurran al
GPS por comodidad no significa que pierdan su capacidad
de orientarse el día que tengan
que volver a utilizar un mapa.
Calculadoras y cálculo mental.
Calcular es como tocar el piano. “Cuanto más se practica,
mejor sale”, observa Costa. Y
cuanto más se recurre a la calculadora, peor se calcula mentalmente. Un efecto colateral
es que se puede perder habilidad en la orientación espacial
porque, “cuando calculamos
mentalmente, nos formamos
un mapa espacial de los números”, añade Dierssen. Este mapa espacial indica, por ejemplo, si un número es alto o bajo. Otro efecto colateral se debe a que el cálculo mental ejercita la memoria de trabajo –es
decir, la capacidad de recordar datos a corto plazo y hacer
malabarismos con ellos–. La
memoria de trabajo es imprescindible para un sinfín de actividades, desde coger apuntes
en clase hasta tomar una decisión teniendo en cuenta toda
la información relevante. Si se
deja de hacer cálculo mental y
no se ejercita la memoria de
trabajo por otras vías, hay el
riesgo de perder competencia
en estas otras actividades.
¿A más Google, menos memoria? ¿Por qué tomarse la molestia de recordar nada si toda la
información está al alcance de
unos pocos clics? “Siempre hemos tenido tendencia a subcontratar memoria a dispositivos externos como agendas y
enciclopedias”, observa Dierssen. Además, “seguimos memorizando muchas cosas sin
darnos cuenta”, añade Costa.
Por ejemplo, una palabra nueva, una melodía que nos ha
gustado o el gol que marcó
Neymar el miércoles. Pero tanto Costa como Dierssen advierten que no entrenar la memoria puede tener efectos perjudiciales. “En niños, memorizar obliga a un esfuerzo mental que es beneficioso”, observa Costa. En personas mayores, “las actividades cognitivas
exigentes retrasan el declive
del alzheimer; renunciar al esfuerzo de memorizar podría
tener repercusiones a largo
plazo”, añade Dierssen.
¿Soluciones? No se trata de renunciar a las tecnologías de la
información y a los muchos beneficios que aportan. “Estamos totalmente a favor de la
tecnología”, señala Dierssen.
Pero conviene conocer sus
riesgos para evitar que nos perjudique. Lo cual no siempre es
fácil y requiere renunciar a veces a las comodidades y las distracciones que la tecnología
aporta. Al igual que Dierssen,
que prefiere no ir con GPS,
Costa aconseja “dejar el móvil
en la entrada cuando vamos a
cenar con amigos; la conversación es mucho más fluida y al
acabar tienes la sensación de
‘¡qué bien nos lo hemos pasado hoy hablando!’”.c
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