Autorregulación social

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Barrios del Mundo: Historias urbanas
Sistematización del segundo año
Autorregulación social
Jean Bourrieau
Introducción
Al término del primer año del proyecto, en junio 2005, había notado que mediante los textos
y los testimonios que cada uno de los nueve equipos del proyecto “Barrios del Mundo,
Historias urbanas” producido, se podían distinguir dos formas de autorregulación social. En
cada barrio había elementos que hacían que se le atribuyera a cada uno un lugar que no
debía cambiar: se trata de lo que yo había llamado la “autorregulación social coercitiva”;
pero también habían elementos que contribuían a que cada quien construyera su propio
camino, solidariamente, con los demás: se trata de lo que había llamado la “autorregulación
social facilitadora”. Como conclusión, había pedido que nos interrogáramos, para el
segundo año del proyecto, sobre la manera de reforzar lo facilitador y descartar lo coercitivo.
De hecho, cada equipo empezó a aportar su respuesta y, como ya lo había escrito el año
pasado, tanto los trabajos escritos como las intervenciones orales a lo largo del encuentro
de Bogotá que dio relieve a este segundo año, fueron muy intensos y enriquecedores.
Hay que notar que en los textos, la autorregulación no siempre se trata en el capítulo de
“autorregulación social”. A veces son igualmente enriquecedoras los aportes de los textos
sobre “identidad juvenil” y “poder y participación”.
En los debates, frecuentemente intensos, que marcaron el encuentro de Bogotá,
aparecieron elementos constitutivos de una autorregulación social, tanto en los mecanismos
de discriminación que cada equipo puso en relieve como en el enfoque de las políticas
públicas que se practican en cada país.
Ahora voy a subrayar algunos elementos de discriminación señalados por los equipos en los
informes sobre autorregulación social, insistiendo sobre los nuevos elementos que surgieron
respecto al primer año a la vez que prolongo un poco su reflexión.
1. Autorregulación social y discriminaciones
La definición que escogió el equipo de Bamako muestra bien la relación existente entre
estos dos conceptos: “La discriminación es un comportamiento de una persona o un grupo
de personas en detrimento de otra; dicho de otra manera, se trata de una exclusión. Es un
comportamiento que aísla”.
1.1 Discriminaciones todavía no percibidas
El trabajo realizado por los equipos durante todo el año y el encuentro de Bogotá,
permitieron poner en evidencia formas de discriminación que no habían sido cuestionadas
aún.
“Primero hay que tomar conciencia que las discriminaciones” son (“pueden ser” escribe el
equipo de Río) “instrumentos de segregación y de la voluntad de mantener las cosas tal y
1
como están, precisamente porque las discriminaciones permiten ‘regular’ la vida en el barrio
y en la ciudad”.
La relación que se estableció entre las discriminaciones señaladas por los distintos equipos
y una discriminación que parece tener una referencia común, y que está estrechamente
relacionada con las demás, la discriminación económica, es un elemento importante que
retomaremos más adelante.
a. Religión
Río cita a las iglesias evangélicas, en sus distintas formas, como factor importante de
autorregulación social coercitiva, por sus doctrinas más o menos rígidas como por ejemplo
prohibir bailar el funk o festejar. Son en general “identificadas por el hecho de que plantean
límites y ejercen un control sobre sus fieles – pero igualmente sobre los otros, sobre los que
no son ‘del mundo’”.
El equipo de Barcelona señala, por su parte, la manera en que “las mezquitas y los imames
tienen una gran influencia sobre la comunidad musulmana conservadora del barrio, que
respeta las tradiciones musulmanas de manera muy radical”.
Un ejemplo que el equipo de Bamako aportó muestra claramente un aspecto discriminatorio
de dicha autorregulación. “En el barrio hay gente que no quiere rezar con los demás y el
nombre de las mezquitas lleva ya indicaciones de pertenencia, lo que no es normal en la
religión musulmana”. Jóvenes de Bamako, al ser discriminados por los adultos responsables
de la mezquita, decidieron crear cien metros más adelante una mezquita propia, donde se
les reconozca.
b. Consumo
“La fuerte presión que se ejerce sobre los jóvenes y sobre la población en general
‘juvenilizada’ (en el sentido en que la publicidad tiende a producir modelos ideales en los
que el joven es un elemento fundamental, como ser bella/bello, rico, tener éxito, ser
elegante, etc.) para incitarlos a consumir también es una discriminación cultural en términos
de consumo y de apropiación cultural.”
Aquí hay un enfoque interesante del consumo, pues lo plantea no como un poder que se
tiene que conquistar (“poder” adquisitivo) sino como una discriminación que se tiene que
denunciar y combatir.
c. Auto discriminación
Los equipos describieron y cuestionaron la auto discriminación de distintas maneras. Para el
equipo de Brasil, es un joven quien explica cómo, al darse cuenta que donde quería
trabajar, no había ningún negro ni jóvenes y que los empleados parecían tener un nivel de
estudios más elevado, tenían un aspecto más bello, ni siquiera se atrevió a depositar su CV
y presentar su candidatura. Ya, en el documento de sistematización, el equipo notaba que la
frase “Quiero ser alguien en la vida” había permitido empezar una reflexión en torno a
“¿Quién nos dice que no somos alguien?”
Lo que coincide con lo que el equipo de Bogotá había descrito como un caso que apareció
en los talleres y que finalmente designaron con el término de “baja autoestima” después de
haber hablado de auto discriminación.
1.2. Nuestra relación con las discriminaciones
Resulta patente que nuestra relación con las discriminaciones es compleja. Como se
destaca en el informe de Río, resulta doloroso hablar de las discriminaciones que se viven, y
2
los mismos jóvenes ocultaron situaciones muy dolorosas. “Se notó, por ejemplo, que una
gran parte de las discriminaciones ejercidas coincidían con las discriminaciones sufridas por
las personas entrevistadas – se trataba del mismo tipo de discriminación.”
a. Los aliados de los discriminadores en el seno de los discriminados:
Pudimos percibir, particularmente a través del teatro foro, la manera en que los
discriminadores se apoyaban en los aliados dentro del grupo de los discriminados. Dichos
aliados pueden ser activos o pasivos. Por ejemplo, en una escena que la que un joven está
trabajando en un restaurante, el patrón les pide a las camareras que le vigilen para ver si
roba algo, lo aceptan. En este caso son aliadas activas. Para seguir con esta escena, el
personal del restaurante y los clientes observan cómo despiden al joven, sin reaccionar. En
este caso son aliados pasivos de los discriminadores.
No se trata, con esto, de señalar con el dedo a los “buenos” o a los “malos” sino
simplemente mostrar la manera en que funciona la autorregulación coercitiva: a través del
miedo, con el temor a ser despedido si se interviene, por el sentimiento de que “es algo
privado, no me incumbe”, y/o a través de la interiorización de que “si lo despiden es porque
hizo algo malo”.
El equipo de Barcelona, en el informe de sistematización, tras haber aportado numerosos
ejemplos, escribe claramente: “El control social que se ejerce sobre las mujeres del barrio
ha limitado las salidas en el sector”. Y más adelante: “Con las muchachas, hemos logrado
identificar las calles del barrio que les da miedo. Dicho miedo se debe en gran parte a los
temores transmitidos por los padres, que tratan de hacerlas pasar tan desapercibidas como
sea posible, y sobre todo, que se queden el mayor tiempo posible en casa. Se trata
claramente de la utilización del miedo como estrategia de control”. Más adelante, al
continuar con la reflexión sobre los poderes locales, y, en este caso, la religión, escribe: “Sin
embargo la propia comunidad es la que ejerce el control más estricto sobre sus miembros,
hasta tal punto que éstos se tienen que esconder durante el ayuno del Ramadán, para
poder continuar una vida normal sin provocar una situación de conflicto”.
Tampoco en este caso se trata de estigmatizar tal o cual comunidad, sino que se perciban
los mecanismos de autorregulación coercitiva que entran en juego respecto a las
discriminaciones sociales. Los discriminadores tienen a sus aliados pero también está el
papel que desempeñamos
b. El papel que desempeñamos en las discriminaciones
En Pikine, “los jóvenes aceptan ciertas formas de discriminación sociocultural que provienen
de las tradiciones y las costumbres”, dice el informe de sistematización.
El equipo de Palma constató que, para los jóvenes, era mucho más fácil señalar las
situaciones y trabajar sobre las discriminaciones que afectan a los demás, que cuando se
trata de su propio caso.
Yendo más lejos, el equipo de Bogotá, al analizar su propio funcionamiento, saca a la luz
“el flujo de discriminaciones y de relaciones de poder que pasan por el grupo”. Hay ahí
elementos que volveremos a ver a través del conjunto de los textos de todos los equipos: “lo
que parecía ser simples preferencias o decisiones resultan ser valores, calificativos,
relaciones de poder donde la antigüedad en el grupo, la edad, el sexo, el barrio y la relación
con los facilitadores eran elementos que permitían tomar un lugar en un grupo y discriminar
los recién llegados; por ejemplo, de manera sutil por medio de comentarios sobre el
aspecto, o más directamente mediante bromas o burlas”.
En Río, “el grupo constató que el joven discrimina por la manera de vestirse, la orientación
sexual, las discapacidades, lo que llamaron ‘estilo’ (preferencias musicales en particular), la
3
raza, la etnia, por los mismos motivos por los que se les discrimina. Ejercen algo así como
un ‘control’ o incluso una regulación social en cuanto a la pertinencia de sus pares en ciertos
grupos”.
c. Reproducción de las discriminaciones
El equipo de El Alto pone en evidencia la manera en que “el circuito de autoritarismo o de
participación en el ámbito privado se alimenta continuamente, no sólo a través de la
aceptación (siempre ha sido así), la confrontación (así es) o la convergencia, sino también a
través de la reproducción de este tipo de relaciones en las distintas generaciones. La
‘naturalización’ del autoritarismo o de la participación en el seno de una familia pasa por la
reproducción de reglas que, al asumirse de generación en generación, se vuelven
costumbre”.
Si las discriminaciones son el reflejo de las desigualdades estructurales sobre el territorio,
también son el instrumento de reproducción cultural de dichas desigualdades. Se entiende
la importancia de no ser cómplices, de interrogarse sobre lo vivido para no reproducirlo,
para no someter por haber sido sometido.
2. Cuando se naturalizan las discriminaciones
2.1 Discriminación y cultura
La introducción del capítulo “autorregulación social” del documento de sistematización del
equipo de Pikine es importante: “Ciertas prácticas socioculturales y reglas de vida
comunitarias se perciben como discriminaciones respecto a los principios del proyecto
(ciudadanía, democracia participativa, equidad, etc.) mientras que se consideran como
normales, obvias y ancladas fuertemente en la sociedad.
De esta manera, lo que se considera discriminatorio en otro lugar puede asimilarse con una
estrategia de autorregulación y por ello participa en la cohesión social de la comunidad
desde otro punto de vista”.
Sin embargo, para el equipo de Río, “no se puede pensar en la discriminación sin incluirla
en el ‘espacio cultural’ – las discriminaciones siempre serán construcciones de las distintas
culturas – pero ciertas discriminaciones están más generalizadas que otras (se reproducen
en el seno de distintas culturas como la que está relacionada con el género)”.
Sobre el tema, el equipo de Pikine aportó una problemática junto con ciertos elementos de
respuesta. Una problemática, cuando un joven afirmó que “no habría que considerar
discriminación lo que no es más que cultural, consuetudinario o tradicional” señaló
justamente el centro sobre el que tenemos que trabajar colectivamente. Tenemos que
investigar en nuestras tradiciones, nuestra cultura, nuestra religión, lo que es discriminante
para cambiarlo y no conservar más que lo facilitador. Y elementos de respuesta, cuando se
retomaron los puntos fuertes del martes, que estaba a cargo del equipo de Pikine. Me
parece que planteó muy bien el marco de este proceso de cuestionamiento y de
investigación a iniciar, incluso en la postura necesaria que tienen que adoptar los
facilitadores. He aquí lo que recalcó el equipo de Pikine:
- “El proyecto QDM es en sí subversivo porque cuestiona e interroga situaciones
establecidas que son difíciles de cambiar rápidamente”.
- “El facilitador tendrá que plantear preguntas, incitar al diálogo e impulsar el análisis de
las situaciones de poder”.
- “Habrá que evitar la naturalización de las discriminaciones, es decir, considerar
inmutable una situación”.
4
Ya, en 1869, en su libro El sometimiento de las mujeres, John Stuart-Mill, filósofo y escritor
inglés, cuestionaba el concepto de “naturaleza femenina” que permitía introducir
características “llamadas” específicas de las mujeres. El demostraba que al contrario, estas
características eran el producto de un contexto histórico, cultural y social determinado.
2.2 Discriminación, autorregulación social y género
A través de la perspectiva de género, tanto en el encuentro internacional como en los
documentos de sistematización, tuvimos ejemplos interesantes de la utilización de las
discriminaciones a través de los mecanismos de autorregulación social coercitiva.
“La tradición frecuentemente le da la ventaja a los chicos en detrimento de las chicas” dice
en el documento de Pikine que desarrolla la diferencia de tratamiento que los padres les dan
a sus hijos y a sus hijas, para las salidas nocturnas, las relaciones amorosas, los estudios,
el lugar en las esferas pública y privada, el trabajo y el dinero...
Estas cuestiones sacudieron fuertemente la sociedad francesa y europea en los años 19701980. En un ensayo titulado Del lado de las niñas,1 Elena Gianini Belotti demuestra a través
de ejemplos de la vida cotidiana italiana, como, durante el embarazo, la infancia, en la casa
como en la escuela se construyen los roles respectivos de las chicas y los chicos en una
relación de dominante y dominado. Retomaré el tema después.
a. La cuestión de la homosexualidad
Al haber jugado un papel importante en los debates durante el encuentro internacional, es
necesario detenerse un momento en la cuestión de la homosexualidad.
Se nos habló del riesgo, si se dejaba que la homosexualidad se desarrollara, de la extinción
de la especie humana y que era necesario prohibirla. En Francia, hasta los años 70, en el
discurso de los políticos y de los representantes del catolicismo, también existía el temor de
una sociedad que ya no se reprodujera. Esta es una concepción moral que solo aborda la
sexualidad bajo el ángulo exclusivo de la reproducción. Esta misma concepción niega el
placer, los juegos amorosos, autorizando únicamente lo que es útil à la procreación.
Desde aquel entonces, diversos trabajos de investigación y el simple análisis de las
realidades demostró que, por ejemplo, los niños criados por parejas homosexuales, ya
fueran hombres o mujeres, se afirmaban, en la inmensa mayoría de los casos,
heterosexuales. Sin embargo, en Francia, como en muchos otros países, persisten el odio o
el temor a la homosexualidad. (Recordemos que no fue hasta el 17 de mayo de 1990 que la
homosexualidad se retiró de la lista de enfermedades mentales de la OMS, la Organización
Mundial de la Salud). Este temor, este odio, se basa en otras instancias, como la angustia
personal, interiorizada, de ser uno mismo homosexual o sentir atracción por su propio sexo.
¡Los mecanismos de autorregulación social son terribles! Usan a la familia, los padres,
hermanos y hermanas: le dicen a un chico que se sale del papel que se le atribuye: “¿No
serías un poco maricón acaso?”; a una chica: “¡eres un verdadero marimacho!” Usan a sus
amigos, pares: “¡Corres como niña! Recurren a la tradición y a la cultura, y como no basta,
usan la religión: “Está prohibido” y a las autoridades públicas: “La ley lo castiga”
¿Cómo, en dicho contexto, no tener miedo, cuando se siente uno diferente de los demás,
que no se tiene derecho a llorar, ser tierno o cariñoso simplemente por que se es hombre?
Entonces, dependiendo de las épocas y de las sociedades, se imita, se disfraza, se toma
1
Elena Gianini Belotti, Du côté des petites filles, Editions des Femmes, Paris, 1974. Título original : Dalla parte
delle babine, Feltrinelli Editore, Milano, 1973
5
voz de una mujer; la gente se burla, insulta; se discrimina, excluye; incluso se elimina,
oficialmente o clandestinamente.
Es lo que menciona uno de los testimonios relatados en el documento de Río: “El hombre
nace con un papel ya establecido: tiene que crecer, ser macho, ocuparse de su esposa.
Tiene que jugar con la pelota y no con las muñecas, no tiene que estar con las chicas sino
con los chicos. Todo eso es lo sirve de molde para ser un hombre, algo tabú. Si un hombre
huye de las reglas que la sociedad le impone, lo consideran gay, se le dice que no es un
hombre, sólo porque no quiere ser macho, no quiere ser ignorante y no quiere jugar fútbol”.
b. Hombres y mujeres: ¡cada uno en su lugar!
La función coercitiva de la autorregulación social, en lo que concierne a los hombres y a las
mujeres, no es muy distinta porque fundamentalmente está relacionada con los mismos
esquemas.
“La cultura a la cual pertenecemos, escribe Elena Gianini Belotti, como cualquier otra cultura
utiliza los medios que están a su disposición para obtener de los individuos de ambos sexos
el comportamiento más apropiado a los valores que le interesa conservar y transmitir”
Vimos cómo la familia nos enseña (nos obliga) cuál es “nuestro” lugar como hombre y como
mujer, que nos está prohibido abandonar. “Parece como si la sociedad, por medio de la
familia y sus instituciones, presionara para que esos jóvenes héroes tomen el lugar que les
tienen reservado en el engranaje “, escribe el equipo de Río.
La cultura nos presenta a las mujeres como si “no tuvieran sexo”, puesto que no tienen
pene, y no como si tuvieran la riqueza de un sexo físico distinto. (Se habla de ello nada más
para la reproducción). Hasta hace poco (¿o acaso todavía?) se empleaba, en la educación
de los niños, la amenaza de cortarles el pene; o, cuando se sorprende a un niño
masturbándose, se le dice que su sexo se le va a caer. Describiendo cómo, cuando
extranjeros asisten el aseo de un bebe, las madres suelen esconder la desnudez de las
niñas, pero si se trata de un niño, la valoran con frases positivas y poniendo en evidencia su
sexo masculino. Elena Gianini Belotti escribe: “Estas frases (…) tienen un echo que no se
puede aplicar a una niña de ninguna manera, no sólo por la conformación diferente de los
órganos sexuales, sino porque se quiere que ella olvide que tiene sexo y esto durante
mucho tiempo, quizás hasta siempre. Cuanto menos exista nombrándolo, notándolo,
tocándolo, mejor será.”
La tradición, cuando habla de las mujeres, habla del “sexo débil” y dice, por ejemplo, que
una mujer que tiene sus reglas no puede hacer una salsa o una mayonesa porque podría
cortarse. En cierta manera es “impura”.
La mujer es considerada por lo que da, incluso, escribe Elena Gianini Belotti, por “renunciar
a sus aspiraciones personales e interiorizar sus propias energías para dejar a los demás
(los hombres) todas las posibilidades”. Al volver a leer estas líneas, me acordé de dos libros
de educación dirigidos al gran público, escritos por un cura, Michel Quenoist en los años 60.
Ya en los títulos, los roles están bien distribuidos: Amar o el diario de Dany y Dar o el diario
de Anne-Marie.2
Hasta hace poco la religión nos decía que las mujeres no tenían alma, y todavía nos dice
que las mujeres son peligrosas porque son la tentación personificada: Eva fue la que le dio
la manzana (símbolo del “pecado de la carne”) a Adán y por eso perdieron el Paraíso.
2
Claro está, Dany (diminutivo de Daniel) es chico, y Anne-Marie es chica. (Les Editions ouvrières, 1956 y 1962)
6
En Francia, el Estado otorgó el derecho de voto a la mujer muy tardíamente (ordenanza del
21 de abril de 1944) y las autoridades políticas aún no las reconocen completamente como
seres políticos.
Los medios de comunicación, por medio de la “tele-realidad”, los anuncios y el tratamiento
de la información, siguen presentándonos imágenes estereotipadas de la mujer.
2.3. La perspectiva de género en el centro de las construcciones sociales y culturales
Los elementos de género realmente constituyen el nudo de las construcciones sociales y
culturales por dos razones. Por una parte, analizarlos y comprenderlos permite entender
el conjunto de las otras discriminaciones.
Familia, cultura, tradición, religión, autoridades políticas, medios de comunicación, ¿acaso
no son los elementos que siempre hay que interrogar? Dicha visión de las mujeres, sin
alma, sin pene, sin capacidad, pero igual de peligrosas; esta descripción negativa, por la
“ausencia de”, acompañada por el peligro que causan o en el que se encuentran, ¿no es
también la visión de los jóvenes que se nos quiere imponer? Desempleados, sin calificación,
sin flexibilidad, sin movilidad, pero igualmente frágiles, en peligro, o peligrosos para los
demás por delincuentes... Elena Gianini Belotti nota también que “las ganas del pene” es,
para el psicoanálisis, un elemento de psicología femenina enraizada en la diferencia
anatómica de los sexos. Pero si las niñas sienten envidia de los niños, ¿no será más bien
“porque, teniendo el pene, gozan de innumerables privilegios que ellas no tienen?”
Por otra parte, si hay tantas presiones y prohibiciones respecto a las mujeres, es
porque son esenciales para la reproducción de las discriminaciones, por el papel que se les
hace desempeñar en la educación de los hijos, en la transmisión de los valores, la tradición
y la cultura. Y, si no basta, para la atribución de lugares en los que se nos quiere encerrar,
se hace intervenir al “hombre”, presentado a la vez como autoridad y sabiduría: el hombre
padre de familia, el hombre autoridad pública, el hombre sacerdote o imam... El desarrollo
que realizó el equipo de Salé a partir del proverbio popular “Lamra Idar wa rajel Lzanka” (la
mujer está hecha para la casa y el hombre para el exterior) es muy elocuente desde este
punto de vista.
Elena Gianini Belotti muestra cómo los padres que tienen aparentemente un rol segundario,
mantienen la función de control del comportamiento materno hacia l@s hij@s, y se
proponen como objeto de imitación y de identificación para el niño, y como imagen
masculina para la niña. Sin embargo es la madre quien “hace” tanto al niño como a la niña.
“Ella hará a la niña a su imagen y semejanza, según el modelo aprobado por el hombre. Ella
hará al niño según el modelo al cual ha tenido tiempo suficiente para adaptarse durante su
infancia, su adolescencia y su juventud.”
3. Deconstruir las discriminaciones para construir un territorio solidario
3.1. Deconstruir las discriminaciones
a. Percibir otras posibilidades
El equipo de Bogotá también nos aporta elementos para una autorregulación social
facilitadora: como nuestra actitud cotidiana contribuye, si no nos damos cuenta de ello, a la
construcción de las discriminaciones, interroguemos colectivamente dichas actitudes,
trabajémoslas, para que se conviertan, al contrario, en un aliciente para la puesta en común
de las diferencias, para la incitación a la autonomía y a la toma de riesgos controlada, una
invitación a proyectos solidarios.
7
No es algo obvio y se trata, me parece, de un campo en el que se puede trabajar mediante
la riqueza de las metodologías de Barrios del Mundo para descubrir y valorizar las actitudes
alternativas. Desde este punto de vista, el uso de lo intercultural sin duda podría emplearse
más intensamente. Al mostrarnos “la dimensión oculta” de las relaciones humanas, el
antropólogo Edward T. Hall señala los significados profundos de gestos en apariencia
anodinos. En las discriminaciones, a veces nosotros mismos llamamos dichos gestos de
anodinos cuando sabemos, en el fondo de nosotros mismos, que son algo grave para
quienes los reciben.
Siguiendo en una perspectiva de género, Elena Gianini Belotti escribe: “Nadie tiene el poder
de modificar eventuales causas biológicas innatas (admitiendo que existieran), pero es
posible modificar las causas sociales y culturales que estuvieran al origen de las diferencias
entre los sexos; pero antes de intentar cambiarlas, es necesario conocerlas. Descubriremos
su génesis a través de pequeños gestos cotidianos que pasan normalmente desapercibidos,
esas reacciones automáticas cuyas razones y metas nos escapan y que repetimos sin tener
conciencia de su significado, ya que las hemos interiorizado en el proceso educativo, a
través de prejuicios que no se explican por medio del razonamiento, ni por los cambios de
época, pero que sin embargo seguimos considerando como verdades intangibles, y también
a través de las costumbres que tienen un código y reglas muy rígidos.”
El peso de la autorregulación social coercitiva es tan grande que, sin duda, se necesita
ayuda para percibir en nosotros, en los demás, otras “posibilidades”. De esta manera,
después de haber notado (o al mismo tiempo que se nota) la manera en que construyen las
discriminaciones de género, es útil trabajar sobre la emergencia de otras actitudes y
construir solidariamente posturas en las que se vive coherentemente. Sin duda se debería
reflexionar sobre ello para cada discriminación.
b. El jarro de barro contra el jarro de hierro
Cada quien siente el desequilibrio que hay entre las acciones que se llevan a cabo cada día
contra los prejuicios y las discriminaciones – incluso en la propia actitud – y el enorme peso
del poder en nuestro entorno.
Señalando el hecho de que el trabajo de participación que están tratando de poner en pie se
sitúa entre lo formal y lo informal, el equipo de Barcelona explica que “no se debe a un
capricho sino al hecho de que, en Barcelona, la presencia del Estado en la vida de las
personas es cada vez más importante, y que es difícil llevar a cabo iniciativas que vengan
solamente de los habitantes”.
El desequilibrio es demasiado grande entre la cotidianidad y el espacio público, constata el
equipo de Bogotá:
“La incidencia de las discriminaciones ejercidas por las políticas públicas y los programas
institucionales en la vida cotidiana del barrio y la localidad es mucho más fuerte que la que
pueden tener, en sentido contrario, las acciones diarias, individuales pero sobre todo
colectivas, en dichas políticas y programas, y en la construcción de una postura y acciones
frente a estas discriminaciones.”
¿Eso quiere decir que “no sirve de nada”? El equipo de Río señala la manera en que,
gracias al teatro foro y las discusiones de los días siguientes, la percepción de ciertos
jóvenes cambió al respecto.
Si no es suficiente, sin duda es indispensable y necesario trabajar al mismo tiempo sobre el
contexto, el poder y la autorregulación social coercitiva para poder aflojar la presión y
permitir que se multipliquen espacios liberadores, espacios de autonomía y de construcción.
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El equipo de Río escribe que se dieron cuenta que “el cambio de actitud cambiaría la
situación, incluso reivindicar sus derechos y respetar los de los demás, para romper con el
círculo de discriminaciones y de prejuicios establecidos en nuestra sociedad”.
Hay que trabajar sobre dos frentes al mismo tiempo: la cotidianidad y el espacio público, o
“poder”.
c. Dos frentes
En Pikine, “en el marco de la autorregulación, el hecho de que un grupo se haya constituido
favoreció el reconocimiento de una nueva identidad juvenil (diferencia de edad, de sexo) a la
que se reconoce como contraparte en el diálogo social”.Lo que Bogotá llama “un tercer año
más político, con la investigación, el encuentro y el trabajo con pares, no solamente otros
jóvenes sino también vecinos que vivan en las colinas y en la ciudad, que compartan una
identidad de discriminados, desvalorizados, así como la voluntad de cambiar el orden de las
lógicas dominantes”.Dicho proceder pasa efectivamente, “por estrategias de comunicación
que publiquen sus reflexiones y debates por medio de la serigrafía – impresión de
camisetas, carteles, calcomanías, pósteres – así como la utilización del vídeo y la
realización de documentales”.
Lo que pone en evidencia el equipo de El Alto puede constituir también la base de una
autorregulación social facilitadora: los ámbitos de negociación no son solamente formales.
“También son espacios de reagrupamiento silencioso, de presencias visibles u ocultas. De
esta manera, su participación social no se limita al marco temporal del proyecto”.
El equipo de Barcelona indica la manera en que el proceso entablado “abre nuevas
perspectivas, sobre la posibilidad de empezar, al fin, un trabajo en red más dinámico y
participativo con las distintas entidades del ‘Plan integral del Casc Antic’.” Y el cuadro que
acompaña esta observación – cuadro dividido en tres columnas “grupos de jóvenes,
entidades, barrio” – es una prueba de que efectivamente existe una voluntad de controlar lo
cotidiano y empezar a modificar la realidad del espacio público.
El análisis político a cargo de los jóvenes
El análisis que hacen los jóvenes de los contextos y las situaciones a los que están
confrontados es un primer elemento de deconstrucción. Se trata de interrogar cada
elemento, familia, cultura, tradición, religión, poderes políticos y medios de comunicación
considerando que nada es “natural” e investigando la manera en que las discriminaciones
contribuyen en la autorregulación social, de manera coercitiva. Lo anterior ya lo trataron
ampliamente ciertos equipos, otros lo trataron menos. Sin duda alguna, en vista de las otras
experiencias que se vieron en Bogotá y del trabajo colectivo que de ello resultó, hay que
desarrollarlo y sistematizarlo.
“Entender que los diferentes tipos de discriminación y de iniquidades de género son el
resultado de una historia de opresiones y de reivindicaciones nos ayuda a comprender
dichos temas como un proceso de reproducción cultural y política”, escribió el equipo de
Bogotá.
d. Las enseñanzas de Evry
¿Acaso no tenemos, en la presentación a cargo de Bogotá sobre el desequilibrio
cotidianidad / espacio público, (ver más arriba “el jarrón de barro contra el jarrón de hierro”),
un condensado de las dificultades que encontramos en Evry? El municipio selecciona la
asociación contraparte, rechaza a dejar surgir un movimiento ascendente, o sea un
movimiento popular con proposiciones que vengan de los barrios, la participación de los
9
jóvenes es pensada exclusivamente en el marco de actividades deportivas y culturales, los
jóvenes son tachados de las listas de candidatos al consejo de barrio, el responsable del
consejo de barrio se comporta como si fuera el jefe del barrio...
Aquí se plantean problemáticas y preguntas más generales sobre el poder. ¿Son éstas
exclusivamente francesas o se ven premisas de ellas en otros contextos? Entre los
elementos del informe de Evry que interpelan está el considerar que el sistema francés
paraliza las iniciativas y las innovaciones ciudadanas. Mientras más se desarrollan políticas
de asistencia y de gestión de la miseria, más se aniquilan las iniciativas. El informe señala
igualmente que “existen iniciativas sociales muy fuertes en los barrios sobre política de la
ciudad, pero no cuentan con el respaldo de las clases medias. Estas no apoyan al cambio
social. Hay que tomar en cuenta este elemento en nuestras prácticas. Hay que estar a la
escucha y dejar surgir nuevas clases populares portadoras de este cambio”.
Pero el cuestionamiento de Evry a partir de una problemática planteada por Bogotá se llevó
a cabo sin dificultad... Lo que se debe sin duda alguna a que las problemáticas no son tan
distintas.
En el momento en que un nuevo proyecto está tomando forma en Montreuil, dichas
problemáticas deben plantearse con los electos para no volver a vivir, y menos hacer que
los jóvenes vuelvan a vivir, los mismos cambios y demoras que en Evry.
3.2 Construir un territorio solidario
a. Elaboración de proposiciones a cargo de los jóvenes
Después de que los jóvenes hayan realizado el análisis de su territorio y entablado, de esta
manera, un proceso de deconstrucción, les será posible elaborar una proposición a nivel del
barrio. Es tan importante como elaborar una proposición para un parlamento nacional. En
efecto, lo que hay que medir, tanto para los jóvenes que se implican como para el territorio
concernido, es el impacto. Una experiencia realizada en algunos barrios y luego llevada a
cabo sobre la totalidad del territorio puede ser más provechosa que un texto legislativo que
no se aplica. Se trata, en realidad, de dos enfoques totalmente complementarios y no
contradictorios.
Ante la aceptación por parte de los jóvenes de formas de discriminaciones que se
“naturalizaron”, el grupo Barrios del Mundo de Pikine, “en colaboración con otros jóvenes del
barrio y de las asociaciones de mujeres, empezó a organizar sesiones de discusión,
animación y concientización entre los jóvenes, mujeres y adultos. Dichas actividades se
inscriben en una dinámica de continuidad y se llevan a cabo en forma de alegatos”.
b. Una verdadera toma en cuenta de los jóvenes
Más ampliamente, uno de los objetivos es la participación de los jóvenes en las gestiones
que les permitan asociarse al análisis o al diagnóstico de un territorio, a la construcción de
proyectos y a la elaboración de políticas públicas.
El capítulo que redactó el equipo de Salé sobre “la implicación de los jóvenes en el proceso
de desarrollo local: un primer paso hacia la autorregulación social” (me permito añadir
“facilitadora”) aporta elementos propicios para esta implicación. Así fue como una operación
de realojamiento iniciada en la chabola de Salé constituyó una oportunidad para iniciar un
proceso de investigación acción participativa con los jóvenes y llevar a cabo con ellos una
reflexión prospectiva. Para mi punto de vista es un elemento fundamental que traté de
promover en Francia en las operaciones de recalificación urbana y los planes de
desplazamiento urbano. “Enda Maghreb aprovechó la oportunidad de cambio social y de
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transformación del marco de vida inducida por la operación de realojamiento para contribuir
a una mejor integración y a la valorización de las mujeres y los jóvenes en la vida del
barrio”.
Dichas acciones se sitúan en lo que se llamó, durante los debates en Bogotá, el “espacio
ciudadano”. Me parece que conciernen el corto plazo por dos razones: primero porque son
acciones que pueden ejecutarse más o menos rápidamente, dependiendo de los contextos.
Y segundo porque están sujetas a altibajos, a esperanzas y desilusiones. En un contexto
dominante de autorregulación social coercitiva, los poderes siempre tenderán a comprar,
marginalizar, instrumentalizar o acabar con los que la combaten.
Hay que saberlo y trabajar, empezando un proyecto, para convertir una derrota en una
enseñanza y una fuerza, y para hacer de una victoria un rincón en una puerta entreabierta,
para que no se vuelva a cerrar.
Otras acciones se sitúan en el largo plazo. Se pueden situar, me parece, en lo que llamaron
el “espacio mental”. Si podemos (debemos) trabajar sobre él a partir de hoy, sus efectos no
se sentirán más que con el paso del tiempo.
c. El trabajo sobre sí mismo fue lo que se describió de diversas maneras
“En el momento de recrear situaciones de discriminación”, escribe Palma refiriéndose a un
taller de teatro foro, “resultó particularmente difícil imaginar otras situaciones posibles que
pasan, sobre todo, por el empoderamiento del que o de la que es víctima de discriminación”.
Durante el encuentro, se pusieron en relieve varias actitudes. Algunas, como la de “tomar
conciencia de sus propias discriminaciones” se volvieron a trabajar y valdría la pena
ocuparse de otras como:
- Hacerse más fuerte frente a las discriminaciones. “A partir del momento que te
respetas a ti mismo estás acabando con la discriminación” (Helga, Río).
- Estar orgullosos de sus propias diferencias. “Respecto al hecho de ser negra, me
siento orgullosa de serlo. La gente dice que soy morena y yo les contesto: ‘no soy
morena, soy negra y estoy orgullosa de mi color’” (Vanessa, Río).
- Mantenerse digno frente a actitudes de discriminación. Este punto se tocó en la
escena del teatro foro sobre la búsqueda de trabajo, después de que un
desempleado suplicara que lo contrataran.
d. Conciencia individual y conciencia colectiva
Durante el encuentro internacional en Bogotá se dijo durante un debate que, a través de una
toma de conciencia individual, y luego otra, se llegaba a una toma de conciencia colectiva.
Me parece que se trata de una manera de ver muy mecánica. Una toma de conciencia
colectiva no es simplemente una acumulación de tomas de conciencia individuales. Otros
equipos mostraron la manera en que las construcciones y los análisis colectivos que unos
individuos llevan a cabo a veces contribuyen a transformarlos, y dan nacimiento a una
conciencia colectiva y a una dinámica. ¡1+1 siempre es mucho más que 2!
En varias ocasiones algunos jóvenes mostraron también cómo, cuando se es discriminado,
no se ve más que puertas cerradas a su alrededor. En un contexto dominante, en el que
cada persona, cada institución, en el lugar que se le designó, contribuye a una
autorregulación social coercitiva, cada individuo que toma conciencia es una puerta que se
abre, una oportunidad que se ofrece y aparecen “posibilidades”. En un entorno coercitivo se
manifiestan otros modelos de familia, de relaciones entre los hombres y las mujeres, otras
actitudes respecto a las diferencias, otras posturas frente a las discriminaciones.
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Frente a verdaderas oportunidades puedo construirme de manera diferente. En Europa
dicen los sociólogos que se ha pasado de una “socialización por herencia” (si soy mujer
seré lo que era mi madre, si hombre, seré lo que era mi padre), a una socialización en la
que cada quien tiene que construir su propia estrategia. Es mucho más apasionante pero
mucho más difícil, y además, hay que tener los elementos de esas oportunidades, haber
reflexionado sobre ellas y trabajarlas colectivamente.
La autorregulación social coercitiva nos priva de dichas oportunidades para que cada quien
se quede en el lugar que le fue atribuido, y de esta manera, la sociedad, que contribuye a
mantener, se reproduzca sin cuestionar poderes, discriminaciones y discriminadores...
3.3. La búsqueda de la autogestión
“Con este tipo de experiencias”, escribe el equipo de Bogotá, “también aprendimos a
reconocer que no estamos solos y que la unión, el reconocimiento mutuo, la autogestión y la
organización son formas de resistencia, pero también de acción, para no ser dependientes y
poder realizar una parte de nuestros anhelos”.
El tema de la autogestión se plantea claramente como condición necesaria para proseguir la
acción. Una dimensión que estuvo muy presente en los últimos días del encuentro en
Bogotá y a la que, sin duda alguna, trajo un enfoque vívido el encuentro concreto con los
jóvenes actores del barrio San Luís alrededor del huerto, así como conocer la casa de los
jóvenes, el taller de los niños y la venta de joyas artesanales. Pero esta preocupación
parece haber coincidido con las que subyacían en varios equipos.
Lo anterior interroga evidentemente un enfoque de la autorregulación social en los barrios y
necesita que se afine la orientación de la autogestión respecto al proyecto y a las políticas
públicas. ¿Se trata de una operación de movilización-acción en torno a un ideal afirmado?
¿Se trata de una voluntad de independencia financiera, de darse los medios para realizar
todo o una parte de su proyecto sin esperar hipotéticos financiamientos de colectividades
públicas? ¿Se trata antes que nada de una alternativa en la construcción social de un
territorio? ¿Puede llevarse a cabo “al lado” del poder dominante o se plantea
necesariamente en contra de él?
A la luz de tales preguntas, volver a leer el informe de Evry aporta un esclarecimiento
suplementario. La autogestión, incluso balbuceante, puede constituir un medio para que los
jóvenes retomen la iniciativa en un territorio, al mismo tiempo que se garantiza una
perennidad mínima para su proyecto, independientemente de las voluntades políticas
locales. Además, se permite la emergencia y la valorización de aptitudes, que sean
reconocidos por los habitantes del barrio y que, por consiguiente, se modifique la mirada de
estos últimos.
Sería interesante trabajar también a partir de percepciones como la de El Alto, que
intuitivamente siento como algo importante, por su manera muy abierta, enfática, de percibir
el territorio. Me parece que se trata de terreno fértil para la autogestión:
“La vida cotidiana de los jóvenes de El Alto es sencillamente la reinvención de los medios de
supervivencia en los espacios o territorios que los cautivan, pues les ofrecen lugares para
encontrarse y separarse, lugares en los que pueden ser personas que no se encuentran,
que se rozan, se tocan, que se miran con suspicacia, que no confían y se tienen miedo.
Pero también son lugares de cohesión, miradas cómplices, halagos comunicativos, odio
colectivo, expresión de sueños compartidos, cantos llenos de conflictos y de esperanza,
creencia en las identidades que los unen y los distinguen, reconocimiento en los ojos de los
demás, espacios para construir un 'nosotros' colectivo y fraternal, en ese pequeño rincón del
mundo, El Alto.”
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Conclusión
“No es fácil, escribe Elena Gianini Belotti, romper la cadena de condicionamientos que se
establece de manera casi inmutable de una generación a otra, pero hay momentos
históricos en los que semejantes rupturas pueden producirse más fácilmente que en otros.
Hoy en día, por ejemplo, cuando todos los valores de la sociedad están en crisis, el mito de
la superioridad masculina ‘natural’, contrapartida de la inferioridad femenina ‘natural’, está
sacudido”.
“Barrios del Mundo, Historias Urbanas” es una puerta que se abre en un barrio. Cuando los
jóvenes cuestionan su contexto social, cultural y político, muestran que nada es inmutable y
hacen que las cosas y las personas empiecen a moverse. Cuando a su vez se vuelven
facilitadores para otros jóvenes, otras muchas puertas se abren sobre un territorio porque
los jóvenes se están construyendo en él.
“Un condicionamiento sexual, sigue Elena Gianini Belotti, sólo se mantiene si se provoca un
condicionamiento opuesto en el otro sexo. La superioridad y la fuerza de un sexo se basan
exclusivamente sobre la inferioridad y la debilidad del otro. Si el niño sólo se considera un
hombrecito a la condición de dominar, alguien tiene inevitablemente que aceptar ser
dominado. Pero si dejamos de formar al niño para dominar y a la niña para aceptar y que le
guste ser dominada, expresiones individuales, inesperadas y insospechables, mucho más
ricas, más diversas y más creativas, pueden desarrollarse sobre estereotipos estrechos y
mortíferos”.
Así, a la autorregulación social coercitiva se le dificulta desempeñar su papel de formateado
cultural, social y político de las personas y los contextos; y así puede surgir una
autorregulación social facilitadora, que permite que cada quien se construya solidariamente
su propio lugar.
Ello no quiere decir, como lo recuerda el equipo de Barcelona, que todos los jóvenes del
barrio deben “dedicarse a la política y sentarse en los consejos o en los espacios
tradicionalmente considerados como de participación ciudadana, pero que pueden
implicarse en la política, en la economía, en lo local, suscitando debates, foros y encuentros,
a través de medios y espacios alternativos”. En la última parte de su documento de
sistematización, el equipo de Barcelona estima que es efectivamente importante establecer
negociaciones con las autoridades locales, pero la comunidad es la que tiene que definir los
términos de dicha negociación, y para eso tiene que haber trabajado anteriormente sobre lo
que se va a negociar y de qué manera. “En el ámbito político, palabras como ‘participación’
o ‘comunidad’ se emplean claramente para legitimar proyectos o intereses políticos, y no es
por ello que vamos a arriesgar nuestras vidas y la calidad de vida de la gente. Por eso para
nosotros es primordial hablar de comunidad, autogestión y conciencia de clase antes de
empezar a negociar, o no, con las autoridades locales.”
En el momento de interrogarse sobre los procesos de autogestión, de cuestionar la
construcción social de un territorio, la discriminación económica, que se evocó rápidamente
al principio de este informe pero que se mantuvo muy presente en las preocupaciones de
los jóvenes en el encuentro de Bogotá, no tiene que dejar de ser cuestionada, trabajada de
nuevo, y tal vez también deconstruída, para enfocarla de otra manera.
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