FISCALIDAD EMPRESARIAL ANÁLISIS DE JURISPRUDENCIA Y CONSULTAS TRIBUTARIAS pág 88 José Antonio Rodríguez Ondarza Javier Galán Ruiz Catedrático de Hacienda Pública Universidad Complutense de Madrid Profesor Sistema Fiscal Universidad Complutense y CUNEF. Abogado IMPUESTO SOBRE LA RENTA DE LAS PERSONAS FÍSICAS Hecho imponible Adquisición por una sociedad de acciones propias y reducción de capital: La fiscalidad de la operación de amortización de acciones derivadas de autocartera adquirida por la sociedad difiere en su tributación de la amortización de acciones para restituir aportaciones a los socios: la finalidad de la operación es la restitución a los socios de sus aportaciones, abonando dividendos no repartidos por lo que se produce una renta sujeta al IRPF (Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León (Valladolid) 266/2011 de 28 de enero de 2011; Rec. núm. 2092/2005). Retenciones Regularización de retenciones: En los supuestos en los que el retenedor presenta declaraciones complementarias por haber regularizando la retención inicialmente practicada y que era inferior a la procedente y posteriormente repercute esa nueva retención en el retenido, éste último tiene derecho a rectificar su autoliquidación del ejercicio correspondiente aunque lo haya sido de forma tardía, y sin que a ello obste que el pagador sea una Administración para evitar que se produzca un enriquecimiento injusto de la Administración (Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (Granada) 885/2010 de 27 de diciembre de 2011; Rec. núm. 1389/2003). IMPUESTO SOBRE EL VALOR AÑADIDO Regularización de liquidaciones Regularización del IVA por la Administración con liquidación por año completo: Las actas o acuerdos de liquidación producidos en regularizaciones por parte de la Administración deben individualizar el resultado de cada uno de los periodos, trimestrales o mensuales, objeto de comprobación, siendo el resultado de la misma la suma algebraica de todas las deudas resultantes. En los supuestos de liquidaciones que comprendan todo el año natural será nulo el acuerdo de liquidación y este defecto impide al órgano de revisión entrar a conocer el fondo de las cuestiones planteadas, si bien es procedente la práctica de nueva liquidación (Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid 95/2011 de 10 de febrero de 2011; Rec. núm. 1141/2008). IMPUESTO SOBRE TRANSMISIONES PATRIMONIALES Y ACTOS JURIDICOS DOCUMENTADOS Base imponible Extinción del condominio: En la escritura por la que se extingue el condominio sobre un bien con adjudicación a cada comunero de su parte, la base imponible del Impuesto sobre Actos Jurídicos Documentados para cada uno de los comuneros será la correspondiente al bien o porción del bien adquirido por el mismo, y no sobre la totalidad del valor del bien dividido (Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid 60/2011 de 3 de febrero de 2011; Rec. núm. 356/2008). INFRACCIONES Y SANCIONES Culpabilidad Actuaciones llevadas a cabo por asesor fiscal como causa eximente de la concurrencia de culpabilidad en la conducta del contribuyente: En el supuesto analizado existía una condena penal al asesor fiscal de la entidad por un delito continuado de apropiación indebida. Las declaraciones y autoliquidaciones tributarias constitutivas de infracción habían sido confeccionadas por el asesor como medio para la comisión del delito por el que ha sido condenado, sin que el contribuyente conociera tal proceder o hubiera podido conocerlo mediante una normal diligencia. Esta circunstancia supone que se considere que no existe culpa en el contribuyente ni siquiera a título de culpa in eligendo o in vigilando por lo que se declara improcedente la sanción (Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid 1092/2010 de 25 de noviembre de 2010; Rec. núm. 630/2007). análisis de jurisprudencia y consultas tributarias Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León (Valladolid) 266/2011 de 28 de enero de 2011 (Rec. núm. 2092/2005). IMPUESTO SOBRE LA RENTA DE LAS PERSONAS FÍSICAS. HECHO IMPONIBLE:Adquisición por una sociedad de acciones propias y reducción de capital: la fiscalidad de la operación de amortización de acciones derivadas de autocartera adquirida por la sociedad difiere en su tributación de la amortización de acciones para restituir aportaciones a los socios: la finalidad de la operación es la restitución a los socios de sus aportaciones, abonando dividendos no repartidos por lo que se produce una renta sujeta al IRPF. Reproducción parcial: SEGUNDO Son hechos acreditados en autos que constan documentalmente en el expediente administrativo o son reconocidos por las partes, sin perjuicio de lo que se exponga en ulteriores fundamentos jurídicos, que: 1º.- En fecha 17 de septiembre de 2.001 se inician actuaciones de comprobación respecto del obligado tributario, por IRPF, ejercicio 1998. 2º.- En fecha 26 de febrero de 2.002 se incoa acta de disconformidad, nº …, en la que se indica que, el obligado tributario, junto con sus hermanos, eran titulares pro indiviso de 1470 acciones de la sociedad E S.A, 980 adquiridas el 28 de agosto de 1985 por 9.835.480 ptas, y 490 adquiridas el 11 de enero de 1996 por 4.917.840 ptas, como consecuencia de los acuerdos adoptados por E SA, de adquisición de acciones propias y simultánea reducción de capital social, reflejados en el acta de la Junta General Extraordinaria Accionistas de 2-09-1998, y en virtud de los cuales se amortizan, entre otras, 1.327 acciones de las que eran titulares los hermanos Alejandro Angelica (las 980 adquiridas el 28-8-1985 y 347 de las adquiridas el 11- 1-96), fijando un precio por acción de 178.952 pesetas; por lo que los hermanos Alejandro Angelica perciben un total de 237.469.304 ptas, correspondiendo a D. Alejandro 37.358.532 pesetas, y la misma cantidad a su esposa, Dña. Angelica, dado que el régimen económico del matrimonio es el de sociedad de gananciales. 1) Desde el punto de vista fiscal, la operación que se llevó a cabo es la de una compraventa de acciones en la que el recurrente transmitió a E S.A. un número de acciones por un precio, por lo que la operación supone una variación patrimonial que, como tal, da lugar al correspondiente incremento o disminución patrimonial. Afirma que la reducción de capital tuvo por finalidad la amortización de acciones propias y no la devolución de aportaciones a los socios, por lo que es de aplicación, como ya se ha dicho, el régimen fiscal de las variaciones patrimoniales como ha hecho el sujeto pasivo, operando los coeficientes de abatimiento. En apoyo de sus tesis cita Stss. del Tribunal Supremo de 3 de noviembre de 1997, Resolución del TEAC de 8-10-1998 y diversas consultas de la Dirección General de Tributos, como la de 15-03-02. 2) En las actuaciones de inspección sobre E, S.A., el actuario dio su conformidad al conjunto de operaciones que llevó a cabo la sociedad, entre las que se encontraba la compraventa de acciones, por lo que no se explica que desde el punto de vista de la persona física transmitente de las acciones la operación recibiera otra calificación distinta de la de compraventa. 3) Al calificar la Inspección la operación como de reducción de capital con devolución de aportaciones, se produce una sobreimposición al impedirse la aplicación del derecho de deducción por doble imposición, citando como Sentencia orientadora la del Tribunal Supremo de 1 de diciembre de 2001, por lo que procede la anulación del acto impugnado. CUARTO En aplicación del art.44.4A) de la Ley 18/1991, de 6 de junio, del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, se procede a minorar esa cantidad en el importe de adquisición de las acciones y a integrar el exceso en la base imponible como rendimiento de capital mobiliario. Del Acuerdo de liquidación resulta una deuda tributaria de 139.501,98 euros, siendo 119.754,04 euros de cuota y 19.747,94 euros de intereses de demora. 3º.- Contra la liquidación se interpuso reclamación económicoadministrativa en fecha 29 de abril de 2.002 que fue desestimada por resolución del TEAR de 30 de septiembre de 2.005. TERCERO La parte actora alega en su demanda, en síntesis diversos motivos, que expondremos siguiendo un orden lógico: pd Para resolver el primero de los motivos formulados debemos tener en cuenta el contenido de la operación desarrollada por el recurrente. Así, debe distinguirse entre los procedimientos societarios de adquisición de acciones propias en ejecución del acuerdo de reducción de capital y subsiguiente amortización de acciones, de los que tienen por objeto la mera reducción de capital con devolución de aportaciones a los socios. En el primer caso, se ha de seguir el procedimiento previsto en el art.170 de la LSA (RDL 1564/1989, de 22 de diciembre). En este procedimiento existe un proceso de suscripción pública de acciones, con publicación oficial, en el que hay un período de reflexión entre los socios, al objeto de que puedan participar o no en ese proceso, sin que se determine previamente el número de acciones que se terminan por amortizar (STS de 9 de junio de 2003=. Cuando la autocartera preexista a la reducción de capital, por el contrario, pág www.partidadoble.es 89 fiscalidad empresarial nº 239 enero 2012 no ha de seguirse dicho procedimiento (RDGRN de 9 de enero de 1998). hasta su anulación. El exceso que pudiera resultar tributará como rendimiento de capital inmobiliario...” La doctrina mercantilista ha puesto de relieve las diferencias y relaciones existentes entre la amortización de acciones para restituir aportaciones a los socios de las amortizaciones derivadas de la autocartera adquirida por la sociedad. Por ello es preciso distinguir entre los conceptos de amortización de acciones, adquisición de las propias acciones (autocartera) y reducción de capital. Por amortizar acciones ha de entenderse un proceso equivalente al de cancelación o extinción de acciones. Con la vigente LSA termina el debate doctrinal que amparaba la LSA de 1951 sobre si era posible la amortización sin reducción de capital, al ser éste ya obligatorio (art.163 LSA y RDGRN de 29.7.1986).Pero se puede reducir capital sin amortizar, v.g, reduciendo el valor nominal. En los casos de separación o exclusión del socio (como el de la consulta de la DGT 58/2002, de 21 de enero), no implica siempre reducción de capital, ni desaparición de la condición de socio, en el que se puede llegar a producir una novación subjetiva. Por otro lado, las operaciones de amortización con reducción de capital y restitución de aportaciones se hallan dentro de lo que la Segunda Directiva en materia de sociedades 77/91, de 13 de diciembre de 1976 (art.15), refiere como “distribuciones”, y no transmisiones, lo que explica su distinta naturaleza. En ellas la reducción deriva de la existencia de un capital excedente o también denominado “exuberante”.Y en los supuestos de adquisición de acciones propias previa a la reducción de capital ésta constituye una posibilidad entre otras, de modo que la amortización no es automática en el régimen de la LSA, siendo provisional la retirada de las acciones del mercado. En el caso concreto, no puede decirse que se respete la finalidad de la adquisición de las acciones propias a la que se refiere el art.75 de la LSA (RDL 1564/1989, de 22 de diciembre). Y es así que la finalidad perseguida con las operaciones jurídicas realizadas de restituir las aportaciones y abonar dividendos no repartidos deriva precisamente de los hechos expuestos por la Inspección de Tributos y por el TEAC, con arreglo a una prueba indiciaria prevista en el art.118 de la LGT : En el caso presente, no se deduce intención societaria alguna de adquirir una autocartera, tal como se expresa en el acta levantada. De esta forma, cuando se habla de adquisición de acciones propias puede hablarse de verdadera transmisión (del socio a la sociedad), y a ello responden algunas de las consultas aportadas por la recurrente, en las que se diferencia los supuestos de autocartera de los de reducción con restitución de apor taciones (consultas de 24.11.2004 nº 2006, y de 6 de mayo de 2.002, nº 663). Pero en el segundo de los casos -el hoy examinado- no puede hablarse de verdadera transmisión: en esencia, existe un verdadero acuerdo societario de reducción de capital con devolución de las aportaciones que se amortizan. No hay subrogación real ni formalización alguna de dicha transmisión previa a la reducción, como ocurre en los casos de autocartera. En consecuencia, no es irrelevante la finalidad del procedimiento societario sustanciado. Lo expuesto no supone por otro lado, vulneración de los principios de capacidad económica (art.31.1 CE), pues la liquidación practicada lo que hace es gravar una renta obtenida conforme al art.44.4.a) de la citada ley 18/1991 de aplicación al caso, el cual indica: “3. Se estimará que no existe ganancia o pérdida patrimonial en los siguientes supuestos: a) En reducciones del capital. No obstante, cuando la reducción de capital tenga por finalidad la devolución de aportaciones, el importe de ésta minorará el valor de adquisición de los valores afectados pág 90 -Simultaneidad en el tiempo de las operaciones societarias realizadas, aunque su ejecución se halla separada en dos escrituras públicas distintas. -Vinculación familiar entre los socios. - Falta de acreditación de las finalidades propias de la reducción de capital previstas en el art.163.1 de la LSA (“ La reducción del capital puede tener por finalidad la devolución de aportaciones, la condonación de dividendos pasivos, la constitución o el incremento de la reserva legal o de reservas voluntarias o el restablecimiento del equilibrio entre el capital y el patrimonio de la sociedad disminuido por consecuencia de pérdidas...”), cuando no se ha alterado la participación de los socios en el capital social tras la citada reducción. -Existencia de dividendos no repartidos de varios ejercicios con los que se han constituido reservas. -El hecho de que haya operado un incumplimiento del art.75.2 de la LSA invocado como fundamento de dicha operación al haberse superado el límite del 10% del capital objeto de la auto cartera. - La propia mecánica de las operaciones efectuadas, en las que no ha habido un verdadero período de reflexión como se inferiría de la naturaleza propia de la oferta pública de acciones a la que se refiere el procedimiento previsto en el art.170 de la LSA, y así lo ha exigido la STS 9.6.03 y el art. 9 del RD 1197/91, de 26 de julio para adquirir acciones propias. Por otro lado, las consultas de la Dirección General de Tributos que se citan (185/2000, 834/2001, 663/2002, 1993/2002, 2006/2004 no guardan relación con el precepto indicado de la ley 18/91, y se refieren propiamente al art.31.3.d de la ley 40/1998, que presenta un contenido claramente diferente al ahora examinado, al otorgar a dichos rendimientos el carácter de ganancias patrimoniales. Las sentencias que se invocan del Tribunal Supremo (STS de 3 de noviembre de 1997) y de otros Tribunales, como de la actuación desarrollada por parte de la Junta de Castilla-León no responden exactamente a los mismos parámetros que los ahora examinados, pues versan dichos recursos sobre supuestos de operaciones societarias o de imposición sobre transmisiones patrimoniales, lo que no constituye el objeto del presente recurso. Lo mismo cabe pd análisis de jurisprudencia y consultas tributarias decir respecto de la invocación del Plan General de Contabilidad o de las resoluciones del ICAC. Lo expuesto es independiente de que la alegación del actor en el sentido de que pudo obtener el mismo efecto acudiendo a otras técnicas o métodos más sencillos, pues ello constituye una alegación que no desvirtúa los fundamentos de la resolución impugnada, ni constituye motivo alguno de invalidez. QUINTO El siguiente motivo ha de correr igual suerte que el anterior. El resultado del acta de conformidad levantada respecto de E SA no determina la imposibilidad de regularizar la situación tributaria del actor, toda vez que la renta obtenida por el actor, conforme a lo indicado, revela la existencia del hecho imponible, al margen de la procedencia de la regularización respecto de aquella sociedad en cuanto a la falta de práctica de las retenciones procedentes, al tratarse de rendimientos de capital mobiliario, conforme al art.98 de la ley 18/91 y 43.uno.b del RD 1841/1991. Por otro lado, en relación con la calificación hecha por el Registro mercantil no puede invocarse la legalidad mercantil de las operaciones societarias efectuadas. Lo cierto es que ha de considerarse que la cuestión debatida en autos es una verdadera cuestión de calificación del conjunto de operaciones societarias realizadas (f.1 del escrito de conclusiones, f.8 y 10 del escrito de demanda), a la que se refería el art.28.2 de la LGT 230/1963, de 28 de diciembre (redacción dada por ley 25/1995, de 20 de julio), y no como un supuesto de simulación o fraude de ley contemplado en el art.24, que requiera un procedimiento especial, cuando aquel precepto prevé que debemos atenernos a la “naturaleza jurídica del presupuesto de hecho definido por la ley, cualquiera que sea la denominación que los interesados le hayan dado”. SEXTO Por último, en cuanto a la improcedencia de la aplicación de la doble imposición de dividendos que ha tenido en cuenta ha de reiterarse lo indicado por el TEAC respecto de lo dispuesto en el art.78.7.a de la ley 18/91 de aplicación al caso en la redacción correspondiente, en el sentido de que: a) Los porcentajes que a continuación se indican, cuando se trate de los rendimientos a que se refiere el párrafo cuarto del apartado 1 del artículo 37 y de la parte de base imponible imputada de una sociedad transparente que corresponda a dichos rendimientos: 40 por 100 con carácter general. 25 por 100 cuando procedan de las entidades a que se refiere el artículo 26.2 de la Ley del Impuesto sobre Sociedades. 0 por 100 cuando procedan de las entidades a que se refiere el artículo 26.5 y 6 de la Ley del Impuesto sobre Sociedades y de cooperativas protegidas y especialmente protegidas, reguladas por la Ley 20/1990, de 20 de diciembre, de la reducción de capital con devolución de aportaciones y de la distribución de la prima de emisión. Se aplicará en todo caso este porcentaje a los rendimientos que correspondan a acciones o participaciones adquiridas dentro de los dos meses anteriores a la fecha en que aquéllos se hubieran satisfecho cuando, con posterioridad a esta fecha, dentro del mismo plazo, se produzca una transmisión de valores homogéneos. En caso de entidades en transparencia fiscal, se aplicará este mismo porcentaje por los socios cuando las operaciones anteriormente descritas se realicen por la entidad transparente. Y es así que la actora no desvirtúa la aplicación del mencionado precepto al caso concreto, y se limita a invocar el contenido de la STS de 1 de diciembre de 2001, que por el contrario, no resulta aplicable al caso, por tratarse de un supuesto concreto de separación de socios, distinto al contemplado en el presente. Pero el hecho de que dichas operaciones hayan sido calificadas por el Registrador mercantil y se ajusten a dicha legalidad mercantil, no implica que la Inspección haya considerado a las mismas como inexistentes. No obstante, tampoco cabe extralimitar el límite objetivo que tienen dichas calificaciones registrales, conforme se indica en el art.18.2 del Código de Comercio, de modo que pueda pretenderse que se le otorgue una trascendencia tributaria, sobre todo, si como se indica en la Resolución del Dirección General del Registro y Notariado de 30.10.1998, la realización simultánea de una operación de adquisición de acciones propias y de reducción de capital conlleva una restitución de capital a los socios, en la que la reducción de capital con dicha finalidad restitutoria de las aportaciones y no la adquisición de las acciones propias es la finalidad primordial perseguida. Todo lo expuesto además, serviría para rechazar el argumento sobre la existencia de una posible economía de opción. Y todo ello en línea, además con las SAN de fecha 23.12.2009, recurso 339/2008, 4.6.2008, recurso 359/2007 y 8.2.2006 recurso 840/2004, de la Sección 2ª pd pág www.partidadoble.es 91 fiscalidad empresarial nº 239 enero 2012 Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (Granada) 885/2010 de 27 de diciembre de 2011 (Rec. núm. 1389/2003). IMPUESTO SOBRE LA RENTA DE LAS PERSONAS FÍSICAS. RETENCIONES: En los supuestos en los que el retenedor presenta declaraciones complementarias por haber regularizando la retención inicialmente practicada y que era inferior a la procedente y posteriormente repercute esa nueva retención en el retenido, éste último tiene derecho a rectificar su autoliquidación del ejercicio correspondiente aunque lo haya sido de forma tardía, y sin que a ello obste que el pagador sea una Administración para evitar que se produzca un enriquecimiento injusto de la Administración. Reproducción parcial: SEGUNDO El 23 de marzo de 2000 el Ayuntamiento de Pegalajar expide certificado de retenciones e ingresos a cuenta del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas correspondiente al ejercicio de 1999, y que en lo referente al hoy demandante consigna como importe íntegro satisfecho la cantidad de 2.044.225 pesetas y como retenciones la cantidad de 40.884 pesetas. Sin embargo el 11 de mayo de 2001 el Ayuntamiento de Pegalajar presenta declaración complementaria modelo 110-4T y modelo 190, resumen anual, referida al impuesto, ejercicio y trabajador reseñado, en el que indicaba que las retenciones practicadas habían sido 160.267 pesetas, lo que determinó que el recurrente solicitara ante la Delegación de la Agencia Estatal de la Administración Tributaria de Jaén, la devolución de la cantidad de 160.267 pesetas, petición a la que no accedió la Administración, y cuya confirmación por el TEARA, se erige en el objeto del presente procedimiento. TERCERO Esa petición se produjo como consecuencia de que el Ayuntamiento de Pegalajar, para quien el recurrente había prestado servicios durante el citado ejercicio, y por el que sólo retuvo e ingresó la cantidad citada, presentó una declaración complementaria de retenciones a cuenta del IRPF del ejercicio 1999 e ingresó el referido importe que debió ser retenido en su momento y no lo fue. El TEARA, desestimó la reclamación argumentando, en síntesis, que tratándose de empleados que presten sus servicios para organismos públicos, como es el caso, las prestaciones derivadas del trabajo personal tienen la consideración de retribuciones legalmente establecidas y en consecuencia no resulta admisible efectuar deducción de retenciones por cuantía superior a las efectivamente practicadas, conforme al articulo 82.5 de la Ley 40/1998, de 9 de diciembre, reguladora del IRPF; añadiendo que no existe en la normativa fiscal precepto alguno que autorice a deducir o reclamar cantidades a los trabajadores en periodos posteriores por causa de retenciones no practicadas en su momento. El recurrente, aduciendo que la cantidad complementaria ingresada posteriormente por el Ayuntamiento en concepto de retención a cuenta del IRPF del ejercicio de 1999, le fue exigida previamente y abonada al mismo, insiste en la procedencia de la pág 92 rectificación de su autoliquidación y de la devolución instada, argumentando al efecto que el TEARA ha efectuado una errónea interpretación de la normativa aplicable al caso, y que, además, supone un enriquecimiento injusto o sin causa, al producirse un doble gravamen de la renta, contrario al artículo 31 de la Constitución. CUARTO Sobre la naturaleza del deber de retener, como obligación independiente de la de ingresar la deuda tributaria por el obligado, debe recordarse que las normas reguladoras del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas imponen al retenedor la obligación de ingresar el importe de la retención practicada y, asimismo la que hubiera debido practicar en los plazos previstos en la normativa vigente. Esta obligación se impone directamente al retenedor y es independiente de la obligación del contribuyente, por lo que la conducta del primero no puede depender del comportamiento del segundo. La obligación de retener constituye una obligación autónoma y claramente diferenciada de la obligación de computar en la base imponible los ingresos sobre los que la retención se practique, que cumple la función de ser un pago a cuenta del ingreso personal del contribuyente, quien tiene derecho a deducir lo ingresado por el retenedor. La obligación de retener no está en función de si el contribuyente deduce o no en su autoliquidación lo que se le retuvo o lo que se le debió retener, sin perjuicio de que, si la Administración tributaria se dirige contra el retenedor por no haber retenido la cantidad correspondiente, éste tiene acción de regreso contra el retenido. En esta línea nos resulta obligado citar las sentencias del Tribunal Supremo de 17.5.86, 29.9.86, 16.11.87, 27.5.88, 22.2.1985, 16.12.1992, 25.1.1999 o de la Audiencia Nacional 4.2.1997, 7.11.1997, 7.11.2202, 16.10.2003, 27.7. 2005 y 3.5.2006. Esa acción de regreso del retenedor frente al retenido encuentra si cabe mayor justificación en el caso de que sea el propio retenedor quien, al advertir el error en la practica de la retención, regularice la situación mediante el ingreso, sin requerimiento de la Administración Tributaria, de la cantidad que debió ser retenida e ingresada en su momento, todo ello sin perjuicio de la responsabilidad en la que aquél hubiera incurrido (posible comisión de una infracción tributaria sancionable incluso a titulo de mera ne- pd análisis de jurisprudencia y consultas tributarias gligencia) y del deber de abonar, a su cargo, los intereses de demora generados por la cantidad que no se ingresó en plazo. QUINTO En el presente caso, consta, por cer tificación expedida por el Secretario del Ayuntamiento de Pegalajar, que el recurrente entregó la cantidad de 160.267 pesetas, a requerimiento del citado Ayuntamiento, como cantidad complementaria en concepto de retenciones a cuenta del IRPF 1999, que fueron ingresadas a Hacienda en modelo 190 en fecha 10 de mayo de 2001.Ello supone que, en ejercicio del derecho de repetición reconocido al retenedor por la Jurisprudencia reseñada antes, el Ayuntamiento obtuvo del retenido la cantidad que debió retenerle en su momento, completando así, tras su ingreso en la Hacienda Pública, la entrega a cuenta del IRPF del ejercicio de 1999, que debió materializarse en su momento. Partiendo de tales premisas, es evidente que si el retenido ha soportado, por la vía descrita, una retención a cuenta del IRPF, por el total importe ahora certificado por el Ayuntamiento, la consecuencia inmediata que de ello se desprende, no puede ser otra que la de reconocerle el derecho a que su declaración-liquidación del IRPF del año 1999, sea rectificada en los términos correspondientes, a los efectos de permitir la deducción como ingreso a cuenta del mismo de la cantidad total efectivamente retenida, aunque lo haya sido de forma tardía, pues, en caso contrario, se produciría un enriquecimiento injusto o sin causa, en la medida en que habría soportado una retención muy superior a la que se pudo deducir en su declaración, con base en la certificación expedida por el Ayuntamiento, en la que se recogió erróneamente una cantidad inferior a la que debió retenerse. SEXTO La expuesta conclusión aparece avalada por el Tribunal Supremo en su sentencia de 24 de septiembre de 2009 que en su Fundamento Jurídico Décimo declara “ Como séptimo motivo de casación, al amparo del art. 88.1.d) de la LJCA, la representación de FREMAP denuncia la infracción de los arts. 1140 y 1145 del Código Civil, así como de la Jurisprudencia dictada en materia de enriquecimiento injusto (cita la Sentencia de la Audiencia Nacional de 22 de octubre de 1996 y la Sentencia de 6 de febrero de 1996 del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha), porque la Administración pretende obtener un ingreso a cuenta del IRPF, correspondiente a los ejercicios inspeccionados, cuando ya ha obtenido la cuota correspondiente a ese mismo concepto tributario, por parte de los empleados de FREMAP al hacer sus declaraciones anuales del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas. A juicio de la actora, habiéndose satisfecho la cuota por éstos en sus declaraciones anuales, no es posible que la Administración pretenda duplicar dicho cobro, ya que de lo contrario nos encontraríamos ante un enriquecimiento injusto por parte de la Administración......Y, por último, tampoco ha sido negado por la Sentencia de instancia, que funda el fallo en este punto en que la obligación de retener constituye una obligación autónoma y claramente diferenciada de la obligación de computar en la base imponible los ingresos sobre los que la retención se practique; su pd aplicación no supone doble imposición, pues la retención cumple la función de ser un pago a cuenta del ingreso personal del contribuyente, quien tiene derecho a deducir lo ingresado por el retenedor.....La obligación de retener -subraya-no está en función de si el contribuyente deduce o no en su autoliquidación lo que se le retuvo o lo que se le debió retener, sin perjuicio de que, si la Administración tributaria se dirige contra el retenedor por no haber retenido la cantidad correspondiente, éste tiene acción de regreso contra el retenido (FD Sexto). ......No obstante lo anterior, el motivo debe ser acogido a la luz de la doctrina sentada por esta Sala en varias Sentencias, entre las que cabe citar la de 5 de marzo de 2008, que señala, sobre este particular, literalmente lo siguiente: NOVENO.-Sostiene la entidad recurrente que la sentencia recurrida ha infringido el principio de prohibición del enriquecimiento sin causa y prohibición de la doble imposición al exigir retenciones que no habían sido deducidas por los trabajadores, sin citar a éstos. En efecto, el cobro por parte de la Administración Tributaria de la retención que debió practicarse implica un enriquecimiento injusto de la Administración, pues -como ha dicho esta Sala en su sentencia de 27 de febrero de 2007 (rec. casación 2400/2002)- en la cuota de los sujetos pasivos correspondiente a su deuda tributaria ya ha sido cobrada la retención no practicada y que ahora se exige. Por ello, si además de la cuota en su día exigida a los sujetos pasivos (que habrá sido mayor indudablemente al no haber sido objeto de retención) ahora se exige la retención al retenedor, resultará que la Administración habrá recibido una doble retención: Una, la devengada de los sujetos pasivo, aunque formalmente haya figurado como cuota del sujeto pasivo y no como retención; y otra, la cantidad que ahora se exige en concepto de retención a la entidad retenedora. La justificación de la exigencia de la retención a la entidad retenedora consiste en afirmar la naturaleza autónoma de la obligación de retener, que no puede confundirse con la que pesa sobre el contribuyente, razón por la que si el retenedor no retuvo, o retuvo de modo cuantitativamente insuficiente, está obligado a hacer el ingreso pertinente con independencia de lo que haya sucedido con el sujeto pasivo receptor de las rentas. Se está, en este caso, en una hipótesis de desajuste entre lo que hizo el retenedor y lo que se debió hacer....”. Acto seguido y tras descartar que el caso resuelto del Tribunal Supremo se pueda equiparar al que se dilucida en la sentencia que estamos comentando, continúa “La discrepancia se produce más tarde, cuando la obligación principal ya esta liquidada por el sujeto pasivo. No es el sujeto pasivo quien discrepa de la retención que se ha practicado, que es la hipótesis que contempla el art. 36.1 de la Ley 44/78. Es la Administración Tributaria quien toma esa iniciativa, pero olvidando una circunstancia trascendental: que la deuda principal ha sido pagada.....Bien puede verse que la actuación de la Administración exigiendo la retención al retenedor cuando ya ha sido pagada por los sujetos pasivos la cuota correspondiente a su deuda tributaria implica una clara, rotunda y abusiva doble imposición, como decía nuestra sentencia de 13 de noviembre de 1999 (rec. casación 166/1995).En aplicación de la doctrina contenida en esta última sentencia, si la entidad retenedora declaró correctamente el pág www.partidadoble.es 93 fiscalidad empresarial nº 239 enero 2012 importe total de las retribuciones de trabajo personal, aplicando a éstas los tipos porcentuales de la tabla de retenciones y si todos los empleados de la entidad hubieran declarado verazmente, por su parte, a efectos de su IRPF, sus retribuciones de carácter personal, puede afirmarse apodícticamente que respecto de todas estas retribuciones habrían pagado el impuesto correspondiente y, por tanto, la exigencia posterior a la entidad retenedora de cuotas adicionales por retenciones supondría una doble imposición que sólo se podría corregir exigiendo la empresa retenedora a sus empleados el reembolso de las cuotas adicionales por el concepto de retenciones y, a su vez, los empleados deberían revisar sus declaraciones, deduciéndose estas cuotas adicionales por retención, lo cual daría lugar a las correspondientes devoluciones, ......Lo que parece lógico es que, cualquiera que sea la naturaleza de la retención (obligación accesoria de otra principal, obligación dependiente de otra, obligación en garantía del cumplimiento de otra), es imposible su permanencia cuando ha sido cumplido la obligación principal, la obligación de la que depende o la obligación que garantiza. Así pues, el cumplimiento de la obligación principal determina la imposibilidad de exigir la cuota correspondiente a la retención. Si el contribuyente ha pagado la cuota tributaria, no tiene sentido que la Administración despliegue la pretensión de cobro sobre el retenedor, pues ello determinaría un doble cobro de la cuota correspondiente a la retención del contribuyente en su declaración, en primer lugar, y del retenedor después. Dos pretensiones de cobro, pues, dirigidas hacia dos sujetos distintos para exigir la misma cuota. Si los sujetos pasivos han cumplido con la obligación tributaria principal, no tiene sentido exigir el ingreso de la retención de una cuota debidamente ingresada. Todo ello, naturalmente, no impide que la Administración Tributaria pueda exigir al retenedor los efectos perjudiciales (los intereses y las sanciones que el retenedor pueda merecer) que para ella se hayan producido por el hecho de no haberse practicado la retención o haberse practicado de modo cuantitativamente insuficiente.....”. SÉPTIMO Tras lo razonado, prosigue el Tribunal Supremo “ por todo ello, está más que justificado que en aplicación del principio de unidad de doctrina respecto de la sentencia de esta Sala de 5 de marzo de 2008, antes indicada, que se ha decantado por la subordinación de la obligación del retenedor al cumplimiento de la obligación principal, se proceda a la estimación del recurso de casación interpuesto. No se desconoce la tradicional y fundada tesis de la obligación de retener como de carácter autónomo, haciendo posible con ello la exigencia de su cumplimiento, sin perjuicio de las posibles devoluciones de oficio a que haya lugar. En este sentido, esta Sala, en la Sentencia de 27 de mayo de 2002, estudió un caso semejante al que hoy se nos plantea, en el que la empresa, que no había retenido, había solicitado de la Administración, al amparo del ar tículo 153 de la Ley General Tributaria de 28 de diciembre de 1963, la revisión de oficio de las liquidaciones que le habían sido giradas, afirmando la falta de perjuicio para sus empleados, que no habían elevado al íntegro en sus liquidaciones, así como la existencia de duplicidad de pág 94 tributación. La Administración sostuvo la validez de las liquidaciones por retenciones, sin perjuicio de “posibles devoluciones de oficio” y está fue la posición aceptada en la Sentencia, al señalar que “el caso de autos corresponde al grupo de ‘devoluciones de oficio’, si bien se distingue de los más frecuentes, en que las retenciones se exigen por la Administración Tributaria, ‘ex post’ al mecanismo normal de gestión tributaria del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, porque tal exigencia frente al pagador-retenedor de las retenciones, en este caso, de trabajo personal, se produce después de que los perceptores hayan presentado sus declaraciones-autoliquidaciones, de modo que no se han podido restar dichas retenciones, ingresando las cuotas diferenciales, sin la deducción o resta de aquéllas, incurriendo ‘prima facie’ en una clara duplicidad respecto del procedente Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas, porque en este caso se produce que la suma de las retenciones soportadas y deducidas, más la cuota diferencial ingresada, más las retenciones ingresadas posteriormente por el pagador, supera la cuota líquida del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas...... Ahora bien, sin perjuicio de que ahora se siga el criterio que se ha marcado últimamente en la Sentencia de 5 de marzo de 2008, la defensa de la obligación de retener como autónoma no puede justificar que una Administración que ha de servir con objetividad los intereses generales (artículo 103. CE), ante una regulación del sistema de retenciones, que resulta imperfecta, se limite a la exigencia del cumplimiento del deber del retenedor y siendo la única poseedora de todos los datos, permanezca inactiva ante situaciones de duplicidad que le son o pueden resultar conocidas, dando lugar por vía de los hechos a la legitimación de las mismas y con ello a un manifiesto enriquecimiento injusto..... OCTAVO El criterio jurisprudencial así plasmado ha quedado reforzado, si cabe aún más, por la sentencia del Tribunal Supremo de 21 de enero de 2010 cuando declara “.....Bien puede verse que la actuación de la Administración exigiendo la retención al retenedor cuando ya ha sido pagada por los sujetos pasivos la cuota correspondiente a su deuda tributaria implica una clara, rotunda y abusiva doble imposición, como decía nuestra sentencia de 13 de noviembre de 1999.... En aplicación de la doctrina contenida en esta última sentencia, si la entidad retenedora declaró correctamente el importe total de las retribuciones de trabajo personal, aplicando a éstas los tipos porcentuales de la tabla de retenciones y si todos los empleados de la entidad hubieran declarado verazmente, por su parte, a efectos de su IRPF, sus retribuciones de carácter personal, puede afirmarse apodícticamente que respecto de todas estas retribuciones habrían pagado el impuesto correspondiente y, por tanto, la exigencia posterior a la entidad retenedora de cuotas adicionales por retenciones supondría una doble imposición que sólo se podría corregir exigiendo la empresa retenedora a sus empleados el reembolso de las cuotas adicionales por el concepto de retenciones y, a su vez, los empleados deberían revisar sus declaraciones, deduciéndose estas cuotas adicionales por retención, lo cual daría lugar a las correspondientes devoluciones,......” pd análisis de jurisprudencia y consultas tributarias Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid 95/2011 de 10 de febrero de 2011 (Rec. núm. 1141/2008). IMPUESTO SOBRE EL VALOR AÑADIDO: LIQUIDACIÓN: Las actas o acuerdos de liquidación producidos en regularizaciones por parte de la Administración deben individualizar el resultado de cada uno de los periodos, trimestrales o mensuales, objeto de comprobación, siendo el resultado de la misma la suma algebraica de todas las deudas resultantes. En los supuestos de liquidaciones que comprendan todo el año natural será nulo el acuerdo de liquidación y este defecto impide al órgano de revisión entrar a conocer el fondo de las cuestiones planteadas, si bien es procedente la práctica de nueva liquidación. Reproducción parcial: CUARTO Comprobado por la Sala que el impuesto no había sido liquidado por periodos impositivos sino de modo conjunto por todo el año natural lo que podría determinar según ya había sido estimado por el TEAC en la resolución de 29 de junio de 2010 la nulidad de la liquidación se acordó someter a las partes esta cuestión a los efectos del artículo 33.2 de la LJCA. Dentro del plazo concedido, la parte actora adujo que la liquidación anual del impuesto sin identificar las deudas correspondientes a cada periodo de liquidación contravenía lo dispuesto en el artículo 71.3 del RIVA y así se había apreciado en las sentencias que citaba y debía determinar la nulidad de la liquidación y por su parte la defensa de la Administración en el mismo trámite alega que la declaración resumen anual es una liquidación tributaria verdadera que puede ser objeto de revisión independiente pero de aplicarse la doctrina del TEAC invocada no se rechaza la posibilidad de una retroacción de actuaciones sino que se dicte de plano una nueva liquidación en sustitución de la que había anulada y permite que se aplique los principios generales de conservación y convalidación de los actos administrativos recogidos en las normas generales del Derecho Administrativo QUINTO Analizaremos la cuestión de la liquidación practicada por la Inspección del ejercicio 2001 por el año completo sin distinguir entre los periodos impositivos en este caso trimestrales como posible causa de anulación de la misma y si cabe retrotraer las actuaciones, dada la doctrina que los propios órganos revisores de la Administración ya han establecido. La Sala ya se ha pronunciado sobre esta cuestión en la sentencia número 1278 de 22 de noviembre de 2010 recaída en el recurso 964/08 por lo que pasamos a reproducir los fundamentos de derecho tercero y cuarto. Como reconoció la citada resolución del TEAC a la vista del régimen jurídico del IVA, el ar tículo 22.4 de la Sexta Directiva 77/388/CEE del Consejo, de 17 de mayo, y el actual artículo 252 de la Directiva 2006/112/CEE del Consejo, de 28 de noviembre de 2006 “1.La declaración del IVA deberá presentarse dentro de un plazo que fijarán los Estados miembros. Este plazo no podrá pd exceder de más de dos meses al vencimiento de cada periodo impositivo. 2.El periodo impositivo se fijará por los Estados miembros en uno, dos o tres meses. No obstante los Estados miembros pueden establecer periodos diferentes que en ningún caso podrán exceder de un año.” Teniendo en cuanta la limitación establecida por la normativa comunitaria nuestro legislador recoge en los artículos 164.1 y 167.1 de la LIVA desarrollados por el artículo 71.3 de la RIVA que el periodo de liquidación coincidirá con el trimestre natural, salvo los supuestos que recoge a continuación en los que el periodo es mensual. En definitiva, el periodo de liquidación a efectos del IVA es trimestral o mensual en función de las circunstancias o cumplimiento de las condiciones que se recogen en dichos preceptos. El artículo 164.5 del RGGIT dispone que “en relación con cada obligación tributaria objeto del procedimiento, podrá dictarse una única resolución respecto de todo el ámbito temporal objeto de la comprobación a fin de que la deuda resultante se determine mediante la suma algebraica de las liquidaciones referidas a los distintos periodos impositivos o de liquidación comprobados.” También el ar tículo 49 del anterior RGIT, si bien ha quedado derogado por la entrada en vigor del RGGIT, en su apar tado cuarto dispone que “en relación con cada tributo o concepto impositivo, podrá extenderse un acta única respecto todo el periodo objeto de comprobación al objeto de que la deuda resultante del conjunto de los ejercicios integrantes de dicho periodo pueda determinarse mediante al suma algebraica de las liquidaciones referidas a los distintos ejercicios.” Esto es, si bien el acta o el acuerdo de liquidación pueden referirse a varios ejercicios, periodos como señala el actual RGGIT, deberíamos señalar respecto del IVA debe individualizarse el resultado de cada uno de los periodos objeto de comprobación de cada liquidación referida a un periodo concreto que puede coincidir en determinados tributos con el ejercicio anual, no así en el IVA, de forma que la deuda final resultante puede determinarse por la suma algebraica de las todas las liquidaciones. En el presente caso desconocemos como se ha llevado a cabo la liquidación toda vez que del expediente administrativo no puede precisarse se ha llevado a cabo la suma de los distintos periodos pág www.partidadoble.es 95 fiscalidad empresarial nº 239 enero 2012 o por el contrario el órgano de la Inspección no ha efectuado la liquidación de manera correcta respetando el resultado de cada uno de los periodos trimestrales del impuesto. Por todo ello, la liquidación impugnada debe ser anulada. En el escrito de alegaciones la parte recurrente solicita que se anulen los acuerdos originariamente recurridos, liquidación y sanción, por no respetar los periodos impositivos, y transcribe la totalidad de la resolución del TEAC para que se aplique la doctrina que contiene. La sentencia que venimos transcribiendo en este sentido razona que pese a las afirmaciones de la resolución del TEAC de 29 de junio de 2010 la Sala considera que el vicio por el que se está anulando el acuerdo liquidatorio debe ser encuadrado entre los defectos que impiden al órgano de revisión entrar a conocer el fondo de las cuestiones planteadas, en este caso la determinación de si se trataba de verdaderos gastos suplidos y en su caso a que periodos impositivos correspondían y el ingreso por dos veces de las cuotas. Por tanto, debe integrarse en los recogidos en el artículo 66.4 del Real Decreto 520/2005. Por otro lado debe tenerse presente que ni durante el periodo de investigación y comprobación ni durante su posterior revisión ante el TEAR ni en la demanda se cuestiono este defecto; solo una vez concluido el trámite de conclusiones y previo sometimiento a las partes de esta cuestión incorpora la pretensión anulatoria basada en él al remitirse a la resolución del TEAC en su integridad. Por todo ello pese a que procede la anulación de la liquidación en ningún caso se limita o impide a la Administración Tributaria la práctica de la que corresponda con arreglo a derecho. Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid 60/2011 de 3 de febrero de 2011 (Rec. núm. 356/2008). IMPUESTO SOBRE TRANSMISIONES PATRIMONIALES Y ACTOS JURIDICOS DOCUMENTADOS. BASE IMPONIBLE: En la escritura por la que se extingue el condominio sobre un bien con adjudicación a cada comunero de su parte, la base imponible del Impuesto sobre Actos Jurídicos Documentados para cada uno de los comuneros será la correspondiente al bien o porción del bien adquirido por el mismo, y no sobre la totalidad del valor del bien dividido. Reproducción parcial: PRIMERO La cuestión que se discute en el pleito consiste en dilucidar si, para uno de los comuneros, la base imponible del impuesto sobre actos jurídicos documentados (IAJD) en caso de extinción del condominio ha de calcularse sobre la totalidad del bien. El supuesto de hecho que desemboca en el pleito par te del otorgamiento de escritura pública en que se efectuaron dos negocios jurídicos: la aceptación y adjudicación de herencia y la extinción del condominio de un edificio. Dicho bien, único que componía el haber hereditario, pertenecía en copropiedad al causante y a uno de sus hijos en proporción del 51,4801 y 48,5199 %. Inventariados los diferentes pisos y locales se practicó la adjudicación, correspondiendo al heredero que fuera condueño del inmueble la cuota en el condominio, la cuota hereditaria y un legado, distribuyéndose el resto entre los demás causahabientes. En el mismo acto se declaró extinguido el condominio entre la herencia y aquel heredero. La autoliquidación del IAJD por el antiguo condueño tomó como base el valor de su participación en la comunidad, esto es, el valor de los bienes recibidos por causa de la extinción del condominio. La Administración tributaria consideró, por el contrario, que la base imponible estaba constituida por la totalidad del valor del pág 96 bien dividido configurado por el inmueble objeto de división y partición. El Tribunal Económico-Administrativo Regional (TEAR), en la resolución recurrida, considera que, conforme al art. 31.2 del texto refundido del impuesto, debe practicarse liquidación a cada anterior comunero por el valor de lo que cada uno adquiere por la extinción del condominio, y ello en aplicación del art. 10.1, 29 y 23 b) del mismo texto legal, por lo que estimó correcta la autoliquidación. La Letrada de la Comunidad de Madrid impugna este criterio con fundamento en que la base imponible del IAJD consiste en el valor de la totalidad del bien objeto de división, lo que sostiene sobre los arts. 30.1 y 10.1 ya citados. Alega que, como en la disolución del condominio no hay transmisión sino adjudicación material de cuotas ideales, el valor real, base imponible del tributo, no puede ser otro que el del bien que se divide. Sostiene que en este caso concurre un único copropietario a la división, el cual recibirá la totalidad del bien, por lo que debe tributar por el valor total. SEGUNDO No es objeto de controversia en este pleito si la base imponible del IAJD ha de alcanzar la totalidad del valor del bien en caso de pd análisis de jurisprudencia y consultas tributarias división, sino la cuota que corresponde al comunero que recibe una parte de ese bien tras la disolución de la comunidad. Nótese que la resolución del TEAR no se refiere a los problemas que ahora intenta suscitar la Administración demandante; se refiere exclusivamente a la obligación tributaria del reclamante, copropietario de un porcentaje del 48,5199, que mediante la división del edificio recibió pisos y locales en proporción a su cuota de participación en la cosa común. Pues bien, de la interpretación conjunta de los arts. 29 y 30.1 del Real Decreto Legislativo 1/1993, de 24 de septiembre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley del Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos Jurídicos Documentados, es suje- to pasivo del impuesto el adjudicatario de los bienes por el valor real de los que hubiera recibido. Con toda claridad dispone el primer precepto que «Será sujeto pasivo el adquirente del bien o derecho», lo que implica que solo puede considerarse a estos efectos el bien o bienes, o porción de ellos, efectivamente adquirido, y no otro u otros aunque hayan sido incluidos en el mismo documento notarial y que hayan terminando siendo adjudicados, como en este caso, a terceros. La postura opuesta llevaría a consecuencias no razonables cuando el adjudicatario lo fuera de una porción mínima del bien, pero, de todos modos, infringiría el principio de capacidad económica (art. 31 CE y 3.1 LGT) por no suponer la adjudicación de una parte del bien una manifestación de riqueza equiparable a la totalidad del valor del bien dividido. Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid 1092/2010 de 25 de noviembre de 2010 (Rec. núm. 630/2007). INFRACCIONES Y SANCIONES: Actuaciones llevadas a cabo por asesor fiscal como causa eximente de la concurrencia de culpabilidad en la conducta del contribuyente. En el supuesto analizado existía una condena penal al asesor fiscal de la entidad por un delito continuado de apropiación indebida. Las declaraciones y autoliquidaciones tributarias constitutivas de infracción habían sido confeccionadas por el asesor como medio para la comisión del delito por el que ha sido condenado, sin que el contribuyente conociera tal proceder o hubiera podido conocerlo mediante una normal diligencia. Esta circunstancia supone que se considere que no existe culpa en el contribuyente ni siquiera a título de culpa in eligendo o in vigilando por lo que se declara improcedente la sanción. Reproducción parcial: SEGUNDO La controversia litigiosa se ciñe a un concreto extremo, relativo a la intervención y actuación del asesor fiscal cuyos servicios habían sido contratados por la entidad mercantil recurrente. En trámite probatorio, se ha aportado copia de la Sentencia de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo de 12 de diciembre de 2007, que desestima el recurso de casación interpuesto por dicho asesor contra la sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona de 9 de marzo de 2007, que lo condenó por un delito continuado de apropiación indebida a la pena de veintiséis meses de prisión. En dicha sentencia se declara probado que el acusado durante los años 1996 a 2002 tenía a su cargo la gestión de la mercantil E, SL, [la aquí recurrente], actuando unas veces en su condición de empleado de una Gestoría y otras por razones de amistad posterior con los titulares de tal sociedad [Srs. Alvaro y Jose Augusto ]. Y se añade como probado: « La gestión que realizaba el acusado consistía en tramitar las obligaciones fiscales y contables, en concreto las declaraciones tributarias correspondientes a la citada sociedad, algunas de las cuales eran firmadas por Don. Alvaro y devueltas al acusado a fin de ser presentadas ante la Agencia Tributaria entregándole a tal pd efecto un cheque por la cantidad resultante de la declaración correspondiente. Y otras declaraciones se presentaban también, directamente, ante la Hacienda Pública sin la firma de don Alvaro pero en todo caso en la condición específica que tenía el acusado de ser persona autorizada por la citada mercantil para presentarlas y tramitarlas directamente ante la citada Administración. Sin embargo, una vez que el propio acusado recibía los distintos formularios y el pertinente cheque para cada una de las declaraciones cuyo destino era la Administración Tributaria, ingresaba en la misma cantidades muy inferiores a las realmente entregadas por E SL., sin que se conozca el destino que dio a ese dinero no ingresado». TERCERO Sobre esta cuestión, la recurrente alegó ante el TEARC que si bien la empresa, como consecuencia de las actuaciones inspectoras llevadas a cabo, tuvo conocimiento de la realización del elemento objetivo de la infracción tributaria (no ingresar la deuda tributaria), no se cumple el elemento subjetivo, es decir, en ningún momento el sujeto pasivo ha actuado de forma dolosa o culposa, pues desconocía su situación de no estar al corriente de sus obligaciones tributarias, dado que la persona que se encargaba de su gestión y cumplimiento le ocultó este hecho en todo momento, de pág www.partidadoble.es 97 fiscalidad empresarial nº 239 enero 2012 forma que la infracción tributaria presuntamente cometida no sería imputable a la recurrente, sino a su verdadero causante, de acuerdo con el principio de responsabilidad subjetiva. Responderán solidariamente de las obligaciones tributarias todas las personas que sean causantes o colaboren en la realización de una infracción tributaria. Por su parte, la resolución impugnada del TEARC resalta que en el expediente se ha puesto de manifiesto algo más que una simple negligencia del sujeto pasivo, al revelarse una intencionalidad alejada de una interpretación razonable de la norma, añadiendo que: La eventual aplicación de lo dispuesto en dicho precepto es competencia, en su caso, de los órganos de recaudación. Además, cabe señalar que es necesario que exista una conducta culpable o dolosa en quien par ticipa o coopera en la realización de la infracción tributaria para que pueda ser declarado responsable solidario, ya que la responsabilidad del artículo 38.1 trascrito no consagra una responsabilidad objetiva, sino que la responsabilidad allí prevista se mueve en el marco establecido con carácter general para los ilícitos tributarios por el artículo 77.1 LGT, que gira en torno al principio de culpabilidad. Por tanto, sería necesaria la previa determinación de la responsabilidad del asesor fiscal a título de causante o colaborador en la realización de la infracción». « Ciertamente, el modo de proceder del sujeto pasivo, (deduciendo gastos que o bien no estaban en absoluto documentados (una parte de los sueldos y salarios, o gastos de publicidad propaganda y relaciones públicas...), o que en realidad constituían activos amortizables (como la compra de mobiliario, llevada a resultados del ejercicio), o bien que se trataba de gastos cuya deducción está expresamente excluida (como la de las sanciones)], revela una clara intencionalidad, y a criterio de este Tribunal, integra los presupuestos de hecho tipificados como infracción». CUARTO Y desestima las alegaciones de la recurrente en vir tud de los fundamentos de derecho 8 y 9 de la misma resolución impugnada, del siguiente tenor: «8.- Afirma la reclamante que las infracciones cometidas se debieron no propiamente al sujeto pasivo, sino a su representante voluntario, que actuó de manera dolosa. Su proceder fue advertido por los administradores de la sociedad una vez en curso el procedimiento de inspección, cuando al cambiar de asesor se descubrió que el anterior había actuado en beneficio propio, dolosamente y de manera sistemática, motivo por el cual se formalizó querella por un presunto delito de estafa continuada. Respecto de tal alegación, es de ver que, como se expresa en la sentencia del Tribunal Supremo de 5.11.98, aunque la responsabilidad penal de las personas jurídicas ha sido tradicionalmente cuestionada, se ha venido admitiendo, sin embargo, su responsabilidad en el ámbito del derecho administrativo sancionador (y así se ha plasmado en el artículo 77.3 LGT), cuando exista, como mínimo, algún título o motivo de imputación, basado, al menos, en las teorías de la culpa in eligendo o in vigilando ). En la presente ocasión, el motivo existe, puesto que con independencia de la responsabilidad en la que haya podido incurrir esa tercera persona, la sociedad, como obligada a la declaración e ingreso del Impuesto sobre Sociedades, resulta responsable de la infracción cometida. Según el artículo 77 LGT las infracciones tributarias son sancionables incluso a título de simple negligencia, negligencia que esta vez concurre en la conducta de la actora, dado que, en última instancia, no se ha preocupado de cumplir sus obligaciones fiscales en relación con el impuesto, toda vez que, de revelarse como ciertas sus afirmaciones, habría hecho dejación de sus funciones de dirección, permitiendo, en última instancia, que la persona designada para encargarse de la gestión de las obligaciones tributarias le hubiera conducido a la situación que dio origen a las actuaciones inspectoras aquí cuestionadas. 9.- Invoca también la reclamante la aplicación del artículo 38.1 LGT, que establece lo siguiente: pág 98 Recogiendo reiterada doctrina constitucional, el art. 137.2 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, establece que « Los hechos declarados probados por resoluciones judiciales penales firmes vincularán a las Administraciones Públicas respecto de los procedimientos sancionadores que sustancien». Tal vinculación no pudo apreciarse en el presente caso por la Administración al ser la sentencia penal condenatoria (y firme por la desestimación del recurso de casación) posterior a las actuaciones inspectoras y sancionadoras e incluso a la resolución del TEARC impugnada. Ello no de ha impedir, sin embargo, la apreciación en el momento actual por la Sala, al revisar la actuación administrativa. A partir de las anteriores circunstancias, la controversia queda delimitada a la consideración de existencia de responsabilidad de la empresa recurrente («in eligendo o in vigilando»), como se invoca en la contestación del abogado del Estado, o en la ausencia de la misma. En línea con la jurisprudencia que se cita en la resolución impugnada y en la contestación, resulta indudable que la impericia o negligencia del asesor no exonera de responsabilidad por la infracción al obligado tributario que suscribe la declaración o autoliquidación. Tampoco existe exoneración en los casos como el contemplado en la nuestra sentencia 791/2006, de 19 de julio de 2006, en que se incorporaron sentencias dictadas por la jurisdicción penal en las que se presentan como hechos probados que la letrada asesora dejó de presentar ciertas declaraciones tributarias y que incluso esta circunstancia no era conocida por la ahora recurrente, pese a lo cual se concluyó que « ello no obsta para apreciar la culpabilidad en la comisión de las infracciones tributarias», en virtud de los siguientes fundamentos: pd análisis de jurisprudencia y consultas tributarias « Y ello por el sencillo motivo de que el origen de las infracciones no se encontraba tanto en la falta de presentación de las declaraciones como en el hecho de que en las escrituras de venta por la recurrente de ciertos inmuebles se consignaron precios inferiores a los reales, estos últimos constatados por la Inspección mediante requerimiento a los clientes; de manera que respecto a los ejercicios en que sí se presentó declaración ésta se ajustaba - como no podía ser menos - a los precios escriturados, y respecto a los ejercicios en que no se presentó declaración, en todo caso habría de ajustarse a los mismos, como datos congruente a la base del hecho imponible. Y toda vez que no se ha alegado ni resulta presumible que al hecho fuera provocada por la asesora con desconocimiento de su principal, y por el contrario se contabilizaron los precios de escritura, no pudiendo ignorarse por tanto los mismos, cuyo conocimiento por el contrario se infiere de la intervención de la recurrente en los correspondientes otorgamientos y además del interés en la fijación del precio de las operaciones que determinaban sus beneficios, hay que concluir que fue la recurrente la autora de las infracciones apreciadas con independencia de la actuación de su asesora, y que tales infracciones se cometieron de forma deliberada. Debiendo añadirse que de la documentación que indica en la demanda no resulta que se entregaran a la asesora las cantidades para el pago de los impuestos, que se trata además que, por lo dicho, en ningún caso tales cantidades podrían alcanzar las notas de opor tunidad y correspondencia a la cuantía de sus obligaciones». QUINTO Sin embargo, tales conclusiones no son aplicables al presente caso, en el cual consta declarado probado en la causa penal que las cantidades entregadas al asesor (y que este se apropió, incurriendo en un ilícito penal) eran para el pago de los tributos, apareciendo de las actuaciones que las infracciones tributarias se cometieron en la elaboración de las declaraciones y autoliquidaciones presentadas, confeccionadas de tal forma por el asesor precisamente como medio para la comisión del delito por el que ha sido condenado, sin dato de ninguna clase que permita entender que la recurrente conocía tal proceder o que, mediante una normal diligencia, la pudo haber conocido. En tales circunstancias, no cabe apreciar en la recurrente la indispensable negligencia, ni siquiera a título de culpa in eligendo o in vigilando, al mediar una conducta delictiva, condenada penalmente, del asesor. No hay responsabilidad objetiva alguna en esta materia que permita atribuir sin más al obligado tributario la responsabilidad derivada de las actuaciones tipificadas penalmente de su asesor o representante, ideadas y ejecutadas en perjuicio del propio obligado tributario. El poder de dirección del empresario justifica el surgimiento de la obligación de satisfacer la deuda tributaria defraudada por el asesor, así como sus obligaciones accesorias (intereses y recargos), pero no se extiende al ámbito sancionador (que no tiene la consideración de accesorio: art. 25.2 LGT 58/2003), que requiere certeza en el juicio de culpabilidad del infractor, según destacó el Fundamento 8.B) de la STC 76/1990, de 26 de abril: «Toda resolución sancionadora, sea penal o administrativa, requiere a la par certeza de los hechos imputados, obtenida mediante pruebas de cargo, y cer teza del juicio de culpabilidad sobre esos mismos hechos, de manera que el art. 24.2 de la Constitución rechaza tanto la responsabilidad presunta y objetiva como la inversión de la carga de prueba en relación con el presupuesto fáctico de la sanción». Aquí la certeza de culpabilidad no se produce en sentido afirmativo respecto de la recurrente, sino, por el contrario, en sentido negativo: no puede efectuarse un reproche a la recurrente merecedor de las sanciones, no existiendo, en suma, merecimiento de la sanción o pena administrativa. El delito cometido por el asesor, y la elaboración defraudatoria de las declaraciones y autoliquidaciones, precisamente como medio para hacer posible tal delito de apropiación indebida, excluye la apreciación de cualquier tipo de culpa en la recurrente.. El delito cometido por el asesor, y la elaboración defraudatoria de las declaraciones y autoliquidaciones, precisamente como medio para hacer posible tal delito de apropiación indebida, excluye la apreciación de cualquier tipo de culpa en la recurrente. pd pág www.partidadoble.es 99