19/1934 - Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente

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MI^TISTERIO DE AGRiCULTURA
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DIRECCION GENERAL DE AGRICULTURA
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NU^f. i9
OCTUBRE i934
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^ Uhp fORflAJERR PARA LOS SUELOS pICALInOS `i'
Por JOSE MARIA MARCHESI,
Ingeniero agrónomo.
Profesor de la Escuela especial del Cuerpo.
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Prímer
año.
Segundo
año.
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Tercer
año.
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Cuarto
año.
Desarrollo del trigo en un suelo alcalino de California en tratamicnto sucesivo.
(t) V^+an^se^ ]as EIo7ns Dtvor_c:woa.^s 2z septie^inbre i933,
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Estas .hojas> se remiterr gratis a quicn ias pide al Servieio de Publicaciones Agrisolas de lo Dirección General de A^ricultura.
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!COntinllan{l0 la OrlentaClón traza^Cla {je eStll{l:ar COmparatlVFl-
mente los sue^los alcalinos e^pañoles, ^,por desgracia tan extensos ; los
cultivos ap^rapiados y los m^étodos •de tratamiento Iposibles en los
lnismos para sa uti^lizacion ^^ aproveclhami^ento, ^describiremos a contimuación tma planta forrajera, cuyo nombre botán:co es Cltloris
áayana, y que los ingQeses del Africa de] Sur, de donde es origina^ria, conocen con el nombre vulgar de Rhoáes grass, en recuerdo
del gran político Cecil Rhodes, que en t^oz ordenó, dado el interés
que;presenta la forrajera citada, proceder,a un estudio de utilización
agronómica de ^la misma. A1 siguiente año, y debido a la iniciativa
del ministro cle Agricultura de los Estados LTnidos Mr. Hutchins,
fué introducido su cultivo de ensayo, em^,pleando ^para ello 30 libras
de semilla, remitidas por el e^plorador A^r. Fairchild, enviado a9
Africa del Su^r con dicho objeto por aquel de^partamento oficial. i,^
Iprimera distribución de semilla a los agricultores americanos fué realizada en t9o4, comenzando ;por Ilos de,partam:entos de Texas y Florida, ^para imlplanta^rse más tarde en la Calif^rnia meri^dional v en
Nuevo ^%Iéjic^, ^regiones áridas, de climatol^gía francamente similar
a la tle muchas ^le las nuestras. (E] l^orte ^de la planta adillta, con
su formac,ión radicular, Ipue^de verse en la figura de la página si;;uiente).
Tanto por su origen e^cológico en el Africa ^dPl Sttr, como en sus
actualles regiones de cultivo en los Estados jTnidos (Californla, Nuevo Méjico y Texas) recomendam^os el ensav_ o de esta forrajera, resistente a las sales alcalinas d^el suelo ; en ]os «salobrallesn mu^rcianos v alicantinos, en donde Qas heladas no existan o sean ^poco intensas y que tengan en el su^lo la suficiente humedad o ^puedan regarse durante el primer Iperíodo vegetativo de la ^planta. Acaso también en los «saladaresn de la zona manchega, aunque en ésta las
heladas sean más intensas, pudiera ser interesante reaQizar tan^bién algunos ensayos.
Desde luego hay que preparar convenientemente el suelo con ]ahores no muy Iprofundas, dado el desarrollo radicular que exige esta
forrajera, necesitando, en cambio, un buen mullida superficial, un
rodillo o varios gradeos oruzados. La semilla, que es muy ^pequeña,
debe emlpllearse en cantidad de ocho y medio a nueve kilogramos Ipor
hectárea, convenientemente mezclada con arena, tal como se efectúa
con la alfalfa, debiendo esparcirse, bien en octubre en aquellas regiones donde no sean de temar las heladas, bien en marzo o abril
donde existan estas últimas. Si Ilos suelos están bien Ipre^parados,
y después de la siembra se da un pase de rodillo, ^pudiera reducirse
la cantida^d de sem^illa a dos v m^edio kilogramos por hectárea.
Se concede en Z'exas una gran im^portancia al pase de ^rodillo sobre la siembra, y aun cuando la planta esté nacida, para com^primir
Rhodes-grass (Chloris gayana ).-Forrajera apropiada para los suelos alcalinos.
l^z c.apa superficial co^nservan^lo la ihum^e^la^d ^d^e a^quél, sien^io conv^niente si es posible, ^lar ^dos r^^e^os ^lespués de ]a si^embra, con
intarvalo de dos a tres semanas. En condiciones favorables ^puede
^larse el primer corte al mes de efe^ctuacla la siembra, pero general-
-4mente, y esto es ^lo que ^pensamos ocurrirá en Es^paña, sólo al segundo mes podrá efectuarse aquél. No hay que deci^r que las escarchas, cuidados culturales corrientes y los abonos ejercen una influencia señalada, y que trna regeneración a los dos o tres años con
la grada de discos beneficia y mantiene favorablem^ente eil cultivo.
La cuantía y calidad de la cosecha depende, como siem^pre ocuirre en la agronomía, del clima y del suelo, actuando e^l primero mor
su ^pluviometría y la duración del período vegetativo, y el segundo,
por su com^posición y ca^lidad. Con lluvias escasas o riego insuficiente ^puede alcanzar la cosecha la cuantía de a.^oo a 5.00o kilogramos de heno ipor hectárea, cifra que se elevará hasta zo.ooo l^ilogramos en suelcs más ricos y con suficiente humedad.
E1 núme^ro de cortes anuales varía entre tres y seis, calcu^lá^dose en .cinco semanas las que son necesarias guardar de intervalo
entre uno y otro, durando este iperíodo en Nortearnérica destle abri?
a octubre, ambos inclusive. En ]os climas áridos, como eQ de Texas,
se acostumbra a dar el corte ^por la mañana, aventando ^por la tarde, dejando ei forraje en el terreno durante dos o tres días antes
de hacer las ^,pacas. En general, conviene henificar lo antes posible,
^para evita^r la acción del sol sobre el forraje corta^do.
La callidad ^del heno obtenido de esta forrajera es superior al de
muchas otras cultivadas, siendo ávidamente consumido ^por el ganado caballar y mular con ver^dadcro deleite. Como análisis de orientación citaremos el siguiente, obtenido de esta forrajera, cultivada.
en Virginia y Mississipí :
PRCICF,DIiNCIA
.1rli^ngtom
Farm. Va.
Humc^larl ................................
('c^nizas ..................................
Materia ^rasa .......... ................
Proteína ..,........._ ....................
Celulosa .................................
I:xtractos ^no nitro^c^nades.........
4,85
7,83
i,zo
Io,so
34,?5
41,18
i^
--
Biloxi
M i s s i.
4,87 °^
3.8z I,zq 4>75 ,9,5^ a;.77 -
La relación nutritiva ( sin celu!losa) tiene, por consiguiente, un
I
valor de
, es decir, casi similar al heno de trébol rojo de ^pri4.4
mera calidad.
^, Pueden y deben mejorarse los suelos aQcalinos es^pañoles que
ocupan una suiperficie, t,onsidPrable del territorio nacional ? Eviden-
-5temente, y est« ^abor corres;ponde al Estado, ipues ya hemos ,reseñado en estos trabajos que no solamente existen cultivos forrajcros que se desarroll^u^ ;perfectamente en estos sue'los, sino que el
iheno pro^duciclo con las sal^es que contienen lo toma pcsfectamente
el ganado, al que mejora notablemente el gusto. Existen también,
como ya hemos indica^do, es,pecies arbóreas que se desenvuelven
^perfectamente e-^ r•,tos suelos, y que pudieran constituir ilas lindes
de los ipastizales qun se formasen.
^Ex^isten por ú!tiniu, tratam^ientos d^e m^ejora d^e estos suelos qu^e,
al cabo de cuat^ro ,^iios, permiten obtener cosechas de trigo de la importancia que se indica en la fotografía que acom^paña este trabajo ;
^pero estimamos que en España, sobradamente rica en zonas trigueras, no amortizaría este cultivo más que en casos esp^^cia^les de
ex^plotr^ción, los gastos de tratamiento y mejora, y qu^^, en cambio, estamos muy ,pobres en ganadería consumidora de forrajes buenos y salinos, y que a ella ^debieran tender los agricultores en la
utilización y ipuesta en cultivo de sus <<sailobralesn y<<saladares», que
dejan im^productivas ettensas regiones de nuestra Yenínsula.
Recolección y conseryacíón de fru^as
^O,r JOSL DG )^ICA'1.A,
Arqvítecto
Con esta o,perac:ón cuhninan los afanes del fruticultor, ^pues
aunque falten otras ulteriores, como son su consumo, transformación y venta, esta última de importancia creciente y erizada de dificuiltades, hoy día, en la exportación, lo cie^rto es que con el fruto
en la mano el agricultor res,pira satisfecho, ya que no puede temer
la serie de calamidades ^procedentes de ]as inclemencias del tiempo.
Dc^l cuidado que se ^ponga en la recogida de la cosecha de fnitas
de^penderá su buena presentación y su máxima conse^rvación, factores, ambos, que tienen mucha importancia, tanto para el fruticultor ;profesional, como ^para el aficionado, ^pttes cogido el fruto a
tiem^po y con esmero, ipodrá venderlo, el ;primero, en mejores condiciones si se ha ^preocupado de recogerlo en madurez a^propiada a
la e^portación, o en la que conviene a tma venta local y rá;pida, y
con aspecto ir^re;prochable ^que haga que ^e^ntre el fruto por los ojos
antes de cc^mprarlo. E^l <<amateur>>, no hay que decirlo, debe ^procurar afinar más atín en la escruipulosa recolección del fruto que tanto
lo ha mimado y no sentir im;paciencia ipor cogerlo, defecto muy exiendido en los neófitos, ni querer que sus frutos adquieran un com^pileto color de maduración, signo, m^uchas veces, de hallarse ^pasada
la fruta e inútil para la degustación, ^por su pastosidad y falta de
jugo y perfume.
Dos agrupaciones ;pueden hace^rse de las frutas en cuanto a su
recolección. Una, de las que conviene maduren en el árbdl antes de
ser recogidas, cumo los albérchigos, las ce^ezas, las frambuesas,
los higos, ilas grosellas y los melocotones. Otro grupo se puede formar con las frutas que deben recogerse antes de su completa maduración, ;para que lo hagan en el frutero, tales como ]as peras y
las manzanas.
Toda £ruta destinada a ^la confitura debe ser recogida, en términos generales, un ipoco tiesa, o sea antes de su perfecta maduración. 'I'ambién se cosecha algo verde la fruta a exportar, aunque
a veces se exagera este estado prematuro y se mandan al mercado
verdaderos iproyectiles en lugar de frutas comestibles. Los ^productores se excusan diciendo que los trans;postes son poco rápidos y
ldecuadus, en lo que algo ]levan de razón.
Por el contrario, la fruta destinada al secado o pasificación, ^puede recoge^rse con m^adurez excesiva, a exceipción de las peras y manzanas, que se secan mejor las imiperfectamente maduras, pudiéndose, en este caso, aprovechar también las frutas caídas.
Las cerezas se retiran del árbol cuando adquieren su comp^leto
desarrollo v su máximo colorido de cada variedad. Los cerezos se
cultivan, ,principalmente, en tallo alto, constituyéndose árboles excesivatnente desarrollados, lo que no deja de tener un gran inconveniente para Ila recogida del fruto, y como no se hace casi nunca
con el em^pleo de escalas aipro,piadas, sino subiéndose al árbol los
encargados de ^recogerlas, todos los años se ^producen desgracias,
como en e^l actual, que se han matado dos, en la ^provincia de C'xuiptízcoa, ;por c.^tídas ^producidas por la rotura de ramas u otras causas.
Es lamentable el estado en que quedan éstos y otros árboles después de la recolección de sus firutos, ipor la gran cantidad de ramas
y ramillas que se rom^pen con ;perjuicio de su forma, vigor y producciones venideras, resu9tando que envejecen prematuramente.
l.as frutas de pul;pa blanda, crn»o albérchigos y m^elocotones,
no deben tantearse, ^para^ reconocer su estado de madurez, a,,pretán-
dolas con las yemas de los dedos, ipues se producen en su delicada
pie^l manchas oscuras que les hacen ^perder de" aspecto y el que entren fácilmente en ^putrefacción. Si se desea avivar los colores de los
nrelocotones y ^pavías, basta cepillarlos suavemente para quitarles
la polusilla que los envuelve, pero ^pierden algo de las condiciones
de conservación.
EI momento de la maduración de las frutas se denuncia ^por haber llegado a su tamaiio y compQeto ^desarrollo, colorido y transparencia, brillantez de co^lar y el especial y grato aroma que muchas
des^piden. Los frutos secos se consideran maduros cuando sus envolventes, druipas o erizos, se ab^ren y dejan caer o ver el fruto.
Para su caída, ^pueden varearse ^prudentemente o moverse sus ramas. En esta operación, cuando se trata del castaño, se ^protegen
los labradares con gafas, más o ulenos rústicas, ^pues el erizo es
ca^paz de producir Qesiones graves en los ojos.
Las peras y las manzanas, más las ^primeras, ofrecen dificultades
ipara conocer su verdadero pi.into de madu^ración, por ser innumerables sus variedades, y hemos conocido casos d^^ des^preciarse una
variedad de ^pera que, recogida otro año en su verdadera sazón,
inereció, por el contrario, las mayores alabanzas. Si nos apresuramos en la recogida deQ firuto, será insí^pido y en el frutero se arrugará. En cambio, si lo dejamos madurar com^pletamente en el árbol, resultará ^pastoso y sin ^perfume y en el frutero se ^pasará inmediatamente.
Los melocotones deben cogerse a plena mano y haciendo una
h^^queña torsión ; colocándose después suav^:^nente en cestos o bancíejas iplanos, asentándolos sobre musgo seco, ^paja, viruta, etc., sin
ponerlos unos sobre otros.
Las peras y las manzanas se recolectan en tiempo más bien fresco, des^pués que ha desa^parecido el rocío, de once de la mañana a
cuatro de Qa tarde. Cuando han llegado a su tamaño y toman un
tinte claa'o, trans;parente, se las puede recoger con la palma de la
m,ano, y levant<índolas un ipoco se quedan en ella, lo que indica
cl verdadero rnomento. Las de verano, se recogen seis a ocho días
antes de su c^m^p'leta madurez, se consumen, como quien dice, en
el árbol. Las variedades de ;peras de otoño : Buena Luis^r dc Avranches, 1VTanteca superf^nn, Fundente de bosques, Manteca Cla^irgeau,
Duqucsa de Angule^^l^u, Carlos F,r^tiesto, D7antec^i Bachiller, Munteca Hardy, etc., se recogen de diez a quince días antes de su maduraeión, coloeándolas cuidadosamente, sin tirarlas, en cajas o ces-
-8tos ^planos, con ^lecho de pa;a o virutas, en dos tongadas a lo sumo.
Se llevarán en seguida ^i un de^partamento b:en ventilado, ipara que
resuden, y si se recogie^ran forzosamente durantc la lluvia, no deben
secarse o enjugarse con tra^po alguno, sina dejarlas que natura]mente se vayan secando en el lugar indicado.
En las variedades de invierno de iprimera madu^ración, como
Nfanteca Diel, Pasa Colmar, Co^7.desa de París, San Gerrnán, La
F'rancia, M^anteca Sterch^rraans, etc., la cosecha ^d^ebe hacerse del
i al i5 de octubre, y en cuanto a las de invierno, de madu^ración
tardía, o de guardar, tales que ILlanteca de Arenberg, Decana de
Alencon, Decana de invierno, Olivier de Serres, Pasa Crasana, La
Lectier, Josefina de Malinas, Triunfo de Trelaae, Bclla Angevina,
Buen CrisCiano de invierno, Bella de ^lbrés, hnperinl, etc., se hará
la recogida después de unos diez días de su completo desarrollo,
del i5 al 3t de octubre o ^primeros de noviembre, si no hay temar
de heladas, ^pucs a la menor aparición de ellas, deben quitarse del
árbol.
A1 recogerse ilos frutos de peipita, debe cuidarse también de no
arrancarse las ramillas y las bolsas de las que ^penden, ^pues debemos saber que esos elementos de fructificación son los que nos darán nuevos botones de f lor en años sucesivos ; limitándose, pues, a
arrancar ^la fruta con su ^pedúnculo y nada más.
Para la recogida de fruta en árboles a todo viento, pueden emiplearse los cogejrictcrs, que son unas bolsas con cerco de hierro 0
alambre ondulado, que se colocan en tma ^pértiga o caña larga, con
^la que se alcanzarán, desde el suelo, las frutas de las ramas más
altas.
Un consejo que ipodrá ^parecer ,pueril, pero que no lo es : para
cogar las frutas a mano, tener cuidado de cortar las uñas al ras. Un
rasguño en la piel de una fruta es lo suficiente ^para que se pudra
en eJl frutero.
corrscR^^.^ct6^ rn, t,as rRU1ns
La conservación ^por medios de transformacicín de las mismas en
dulces, mermeladas, ipasificación, alcoholización, ete., constituyen
importantes sistemas de a^provechamiento de los frutos, como industrias derivadas ; ^pero nosotros nos vamos a ocu,par de su conservación en verde, aunque no con la extensión due fuera de desear,
^por falta de espacio. Las frutas que mejc^r se conservan en esta
:torma son las ;peras, manzanas y racimos de uva. Los medios ,para
ello pueden ser e!l frutero, el silo y el frigorífico.
Volvemos a repeti^r, ipor su im^portancia, que las frutas recogidas en su verdadera sazón se conservarán bien ; en cambio, las cosechadas muy verdes, se arrugarán en el frutero, y las demasiado
maduras, se ipud^rirán rápidam^ente.
Cuando la cantidad de fruta es ^pequeña, nos contentaremos con
ponerlas en un armario o en un estante cualquiera en departamento
sin caletacción y;protegidas deil aire exterior, envueltas en ^papel de
seda o en trna caja ent^re salvado, arena fina y seca o serrín de cor-
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Fiq.^i- s¢cc,ron
cho, de manera que queden ^perfectam^;nte rodeadas de estas sustancias y sin tocarse unas con otras.
EI frutero hay que em^plearlo cuando la cantidad de fruta es algo
respetable y del sistema Glásico o antiguo, ^pues hablar de frigaríhcos y recomendarlos es fácil ; ipero nosotros no escribimos para los
grandes productores, a los que nada ^podríamos enseñar, que ipudieran permitirse ese dispendio, dada la am^plitud de su negocio,
sino ^para los ^pequeños praductores y particuilares o aficionados a la
fruticultu^ra.
E1 frutero modelo debe construirsc aislado, o dcntro de la casa,
en un sótano, ;por ejem;plo, que reírna condiciones de sequedad y
aireación suficientes ; con sus ^paredes dobles, formadas bien con
tabiques de ladrillo o madera, en eJl suelo, techo ^^ muros verticales ;
dobles ^puertas ^- ventanas.
Un frutero modelo aislado ipudiera estar construída bajo las líneas esquemáticas que aparecen en las figuras t y a. Enterrado en
parte y con ell granero encima, tiene abajo y arriba su ^protección contra los cambios de tem^peratura. Por ^las costados se halla aislado ^por
- IO -
un corredor o pasillo y los muros dobles, que, al existir el ^asillo
aislante, no tienen que ser muy gruesos. EI cemento armado se
prestaría bien a ello. La entrada la constituyen dos puertas y la
aireación se produce por medio de una dobile ventana. También a
Pasillo
0.50
^
F,•utaro
Pucrt'a
Puarha
Ma,Sa
1
V¢t,fiana dobl¢
0. 0
Fic^.2 - Pl,ar^i^
este objeto ^pueden construirse chimeneas de ventilación subterránea. Se comprende que la temp.eratura en una construcción como la
que indicamos, tendrá ^pocas oscilaciones y será baja, condiciones
ambas las mejores ^,para ]a canservación. La tem^peratura m^ejor es
^
/
^ stantarías adosadas,
fijas y movibl¢S
EsfanEaria aisiada
la que oscila entre tres y seis grados centigrados, algo difícil de sr.r
alcanzada y mantenida sin frío artificial.
Las frutas se colocan en estanterías, cuya construcción es variadísima, a gusto del consumidor y de los medios y materiales dc
que disponga. Damos varios esquemas de ilas mismas. Para aislar
la frtita de la madera, que es el material más empleado, ipuede co-
- II -
loaarse ^pa;pel, o hacerlas descansar sobre lechos de ^paja, hierba
seca, viruta fina, etc. Se iprescribe, d^esde iluego, la oscuridad.
Esta oscuridad, la baja temperatura y el ácido carbónico que deshiden las frutas, contribuirán a la buena conservación de ellas. El
ambiente no debe ser húm^e^do, 56 a 6o grados higrométricos para
las peras y manzanas, y hasta 8o grados para las frutas de hueso.
Yara evitar el exceso de humedad, sc coloca^r^tn cristales de ciloruro de calcio en reciipientes de boca ancha, de grés o vidrio. También ;puede emiplea^rsc el ácido sulfúrico, ^poniendo un ipoco en escudillas o ^platillos de ^porcelana, que se re^partirán en el frutero, pero
ri'lgo alejados del alcance de los niños, ipues el vitriolo es, como sabemos, muy ^peligroso. La cal viva es asimismo un gran absorbente de la humedad, aunque hace falta bastante cantidad y ^puede estorba^r en un pequeño frutero.
Conviene inspeccionar el frutero frecuent{^mente, para retirar la
fruta que esté en sazón de consumo o venta y la que se halle en malas condiciones de conservación. Si observam^os humedad, ^ondremos
cloruro ; si las frutas se enmohecen, colgaremos del techo una mecha
^de azufre encendida, tomando alguna ^precaución ^pa^ra ;proteger e'^I
sttelo, si es de madera, ipor las gotas incandescentes que puedan caer.
Silos.-Cuando la abundancia de frutas es extraordinaria, y hen^os llenado el frutero con la
n^^ís escogida, podemos poner
las restantes _y más tarrlías en toneles o cajas, aislándolas con paj^i, heno, salvado, corclho, etc., y,
a me.di^da que se ^^a^-a vaciantlo
cl friitero^, traslada^rlas ^allí ; pe^ro
si ^es mucha la fruta tle manzana
clue hayamos cosechado, pociemos ^preparar sobre un suelo muy
^^^^^^^^^' /
^^
s^uio y seco silos, encima cle tierra o subterr^íneos, en ^la forma
^
clue se inclica en las fiigtrras que
Silo ,ubE¢rran¢o
tic aco^mpañan. Se emplear<ín,
descíe lttego, manzanas de cuc^hillo bi^en resudadas }' sanas, de modo ^que no se toqu^en unas ^a otras,
y por lechus separ^iclos con haja, iheno, cascarilla de trigo, etcé^cra; ^después se ^ recubre el todo con un teclho d^e paja, limpia y
bicn seca, en unos Io a^5 centímetros ^de espesor, v encima, una
- I2 -
buena ca^pa de tierra, sin olvidar ]a chimenea de ventilación, que ^podrá consistir en un haz de sa^rmientos colocadu en el ;punto alto. Es
preferib^le di^poner varios silos pequeños que no uno grande. Hacia
marzo se pueden sacar las f.rutas y meterlas, si se quiere, en el frutero, que para entonces estará casi vacío.
La uva de mesa ^puede conservarse en racimos secos o verdes.
Para lo primero basta colgar los racimos con cuerdas stijetas al pe^dúnculo o cortarlos con trozos de sarmiento acriba y abajo y meter
éstos en anillos que ^puedan correr a Qo largo de varillas de made^ra o
de alam^bre galvanizado grueso.
Para conservar en verde o fresco el ^racimo, cortarlo con el sarmiento, lo que no tiene inconveniente alguno, ;pues ya sabemos que
silo sobr¢ el su¢lo
el sarmiento que ha dado fruto h<iy que ^podarlo all ras para que quetle solamente, ;podado a su vez, a dos ojos, el sarmiento de reemplazo, que no debe lleva,r fruto. La extremidad inferior del sarmiento
se introduce en un f^rasco ad hoc o simplemente en una botella con
agua, sin llenar, que se coloca entre li^stones o un armazón a^propiado, ipara que tome cierta incilinacibn. A1 agua puede echarse un
^poco de carbón vegetal o unos cristales de sulfato de hienro, para
evitar su putrefacción.
No ^poner juntos racimos a conservar con otras frutas. Necesitan
aquéllos más baja tem^peratura, aire más seco y com^pleta oscuridad. Hay otros;procedimientos de conservarlos: en toneiles, con serrín de corcho, como se hace con la uva llamada Ohanes, de los ^pa^rrales de Almería, para la buena conservacibn en la e^yportación, y
en recipientes secos y sin aire ;;pero no ^podemos extendernos a hablar más de ello.
"I'amipoco podemos alargarnos a considerar con detalle la conser-
- 13 vación ipor e] frío. Es eil f^rigorífico, bajo una ^primera impresión, el
mejor tnedio de conservación de ^las frutas, pues se obtiene una
temperatura baja e igual ; pero no está al alcance del mediano productor ni de la mayoría de los aficionados a la fruticuiltura, que van
formando ^legión, y tadavía la ^eaperi^encia no ^ha di^c^ho la úl^tima palabra en este sistema, considerando no sólo la conservación del fruto fresco, en evitación de que entre en ;putrefacciór,, de lo que no
cabe duda^r ; sino sobre la conservación del mismo, en cuanto a su
verdadero sabor y iperfume e5pecia] de cada variedad.
EL TOMATE. - Su cultivo en la huerta de Gandía
Por R.^r:^rr_ RAn7flzrz nr ARrr_LAwo v OROVAI_,
Perito agrícola del Colegio de la Regíón•de Levante.
^
F,l tomate pertenece a la familia de ]as solanác°á^ y nombre
1)u(^niCO ^ OlCZ7L1b7YL LyGOp21'S2C2b719,.
Es planta anual, herbácea, tallos terididos, h^jas alternas, pínado partidas con los segmentos desiguales, flores amarillas en
corinto axilares, sépalos largos, frutos en bwa suculenta, carnosa,
que pasa gradualmente del verde al rojo intenso en plena madt;rez, piel lisa y hrillante, forma y tamaño variable, según la va.riedad, despidiendo un olor fuerte y desagradable.
La preparación de los semilleros se efectúa en la última quincena del mes de octubre y la primera del mes de noviembre, eligiencío un campo en que podamos orientarlo bien, y una vez elegido, en un estremo del predio se hace el semillero de forma rectangular, cuyo ancho es, aprosimadamente, un metro treinta centfinetros y el largo, orientado de Este a Oeste, que será proporcionado
a las plantas que se quieran obtener.
E1 terreno se cava a una ^profundidad de veinte centím^etros,
dejando bien lisa la superficie ; inmediatamente después se echa
encima una capa de doce a catorce centímetros de estiércol bien
hecho y muy fino mezclado con tierra, se marcan con una caña pequeños surcos de unos tres centímetros de profundidad, en los cuales se siembra a c^horrillo, cubriendo tlespués con los d^edos ias
- 14 semillas. Los surcos han de estar separados unos quince centímetros, e inmediatamente después de haber sembrado se riega con
una regadera. Se continúa regando cada dos o tres días hasta que
nace la ^plantita, que tarda de diez a doce días, y cuando ]a matita
alcanza una altura de cuatro o cinco centímetros se aclaran, dejándolas a una distancia de tres centímetros, volviéndolas a regar y
escardando cui^dadosamente, con los dedos, tantas veces sea necesario.
Se vuelve a regar a los ocho o diez días, del último riego, y se
echa estiércol bien hecho, fino y mezclado con arena o tierra en una
capa de dos a tres centímetros, aporcando o recalzando las plantitas con los dedos, y cuando alcanzan una altura de doce a catorce
centímetros se aclaran otra vez, se riega y se echa nuevamente una
capa de tres centímetros de estiércol bien hecho, fino y mezclado
con arena o tierra, volviendo a recalzar o aporcar las plantitas.
7^ranscurri^das un par de semanas después del último recalce, se
riega el plantel, y al día siguiente se repite para que el estiércol
haga su asiento, estando las plantitas en disposición de hacer el
trasplante a la tierra de asiento, y se efectúa cortando el terreno
perpendicularmente y extrayendo la plantita con su cepellón, y
así se traslada al terreno que ha de producir.
Alrededor de sesenta días son necesarios para' tener en condiciones de trasplante un semillero de tomates, y necesit5ndase una
onza de semillas para criar mil plantitas, teniendo necesidad de
eonst^ruir cobertizos o abrigos ^para proteger a]as ^p^lantas de los
fríos.
Se construyen los cobertizos o abrigos plantando en el semillero, en el lado Sur, unos palos separados i,^o m. unos de otros,
en el extremo superior en forma de horquilla, teniendo desde e]
suelo una altura de r,6o m., inclinándolos un poco hacia el Norte,
apoyados sobre la horquilla se colo^can unos largueros de unos q.
metros de largo y el otro eYtremo al lado Norte. Colocando transversalmente a estos largueros y a distancias de un metro grupos de
cinco cañas y encima de éstas y ^paralelamente a]os largueros se colocan cañas a^distancias cortas, solidifi^cándose atándolas con cuerdas de esparto o bramante, colocando sobre este armazón paja de
arroz o maíz.
Para ^pre^parar el terreno de asiento se da una cava de unos q.o
centímet^ros de ^profundidad, un mes antes de ^p,lantar, dejando solear bien la tierra, y entances se da una labor de reja romana se-
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guida de un pase de tabla, dejando así hien dPSmenuzada la tierra,
señal^ndose los caballones a I,23 m. de distancia unos de otros
y a una altura de tmos 45 centímetros, teniendo la orientaciC^n de
F,ste a Oeste. Alis^ndose la cara del cahallón, que mira al Sur, con
la azada, procediéndose a la plantacicín, que se efecttía colocando
en la base del caballón, en la parte orientada al Mediodía, la plantita, a una distancia de 45 centímetros, y como esta operación se
efc^ctúa a mediados de febrero, para proteger a las plantitas se coloca en el cahallí^n v•en ]a parte que mira al Norte tma pequeña
c^mpalizada inclinada hacia el Sur y construída con cañas y paja
dc• arroz, para así concentrar toda la mayor cantidad de calor.
LJna vez efectuada la plantación se riega para que las plantitas arrai ;uen bien, y cuando la tierra esté en sazón, transcurridos
unos seis o siete días, se recalzan las plantitas con tierra del surco,
en el fondo del cual se echa estiércol hecho a razón de 3.30o kilogramos por hanegada (831 m2), y sobre el estiércol se echa abono
químico a razón de Ioo a aoo kilogramos por hanegada (831 m2),
recubrién^dolo después con tierra tomada con la azada de al lado.
I,a fórmttla de ahono químico es la si^guiente :
Sulfato de cal .................................
Sulfato amónico ..............................
Nitrato de sosa ..............................
Cloruro o sulfato de potasa............
Total ...........................
3^ Por ^oo.
30
Io
z^
Ioo kilogramos.
Cuando la planta alcanza una altura de 30 ó.Io centímetms,
que es a los quince días del trasplante, se le colocan unos tutores
para guiar su crecimiento, d^índose ]as escardas necesarias y teniendo en cuenta no regar cuando cuaje la flor, porque provocaría
tm crecimiento hrusco _v caerían muchas flores, con la pérdida de
fnito consiguiente.
Se da un segtmtio niego cuando el fruto t^ene el tamaño de
una nuez, y después de este riego se vuelve ^i tirar nuevamente
abono en la misma proporción que anteri^ormente.
Hay qtie quitar los brotes a medicla que aparezcan para evitar que distraigan la savia, mantener limpio el predio de malas
hierbas, dar riegos_cada diez días, y cuando la ipaanta alcance unos
- i6 i2o centímetros se despuntará para er-itar alcance más altura, facilitando el desarrollo de los tomates.
Siendo un año bueno empieza a recolectarse a mediados de
abril hasta fines de junio, recogiéndose maduro y diariamente si
se vende en mercados próximo^ , y verdes y semanalmente si se
]leva a mercados del interior de España o se exporta al extranjero.
La producción media es de 3.30o kilogramos por hanegada.
Las enfermedades que atacan a las plantas del tomate son varias y aquí expondremos las más importantes conocidas.
lt'Tildiu del tomate (Phytophthora infertans).-Se observan sobre
las hojas manchas, de color amarillo ^primeramente y negruzcas
des^pués, recubiertas ipar el envés de un bello l^lanquecino. Sobre el
tomate verde aparecen zonas decoloradas primero y oscuras después, qtie pudren el fruto.
Para ^preveni^r, ya que curativo no existe, se pulve,rizan dos o
tres veces con caldo bordolés.
Ch,ancro del tomate (Didymella lycopersia).-Se observan estrangulaciones en la base del tallo c,on los tej:dos nearos y descompuestos ;]o mejor, es destruir las plantas atacadas.
Gangrena del tomate (Phytobacter lycopersicum).-Se reconoce
esta enfermedad porque en los tallos a^parecen manchas oscuras que
em^piezan ipor la ;parte inferior y que se extienden ;por tcda la p!lanta,
desecándola. En los frutos, la mancha oscura se IPresenta en su extremidad, que se extiende concéntricamente, descomponiéndose la
pulpa y pudriendo el fruto.
Se recomienda destru^ir las plantas atacadas aconsejando no
Pmiplear abonos orgánicos, y con ^prudencia los nitrogenados.
Las obras y revistas reunidas para ^su trabajo por ol Servtcio de Publioaofones Agrfoolas pueden ser oonsultada^s en eF local del mismo
(Ministerio de Agricultura, paiseo de Atacha, 1 y 3) todos los dfas
laborables, de d^iez a una.
Papelería Sevilla.-Sevilla, 4, Madrid.
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