ética y buen gobierno cooperativo, de lo personal a lo

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ÉTICA Y BUEN GOBIERNO COOPERATIVO,
DE LO PERSONAL A LO COLECTIVO
Gobernar bien una organización solidaria es
un arte difícil y arriesgado. Difícil porque no
cualquiera lo hace de manera exitosa, y
arriesgado porque de no hacerlo bien, se
generan consecuencias impredecibles para la
misma organización y la comunidad que le
rodea.
En este arte, que es también un estilo propio de quienes gobiernan la entidad, se fusionan
emociones, experiencias, conocimientos, roles de poder, razones y sin razones, donde cada quien
aporta en mayor o menor grado su manera de ser, su propia visión de las cosas, su enfoque
personal o su percepción de la realidad. Con su estilo propio y la forma de tomar las decisiones, la
alta dirección aparece ante los ojos de los demás con una “moral colegiada” que define lo que es
bueno y malo para la organización, así no haya racionalidad en los argumentos expresados.
Poder y cultura solidaria
En el gobierno de una entidad solidaria, líderes, directivos y empleados con poder de mando,
inciden factores como su formación humana, su nivel de conocimiento e información, sus
prejuicios y actitudes, sus intereses personales y la dinámica del juego político o social que suele
caracterizar la cultura organizacional de cada entidad como empresa y conjunto de personas. En el
nivel directivo, la carencia de una alta formación cooperativa da lugar a la subjetividad en los
criterios administrativos.
Las buenas o malas prácticas de la gobernanza en las organizaciones solidarias, aquí está el objeto
de la ética, son el resultado de los actos, decisiones, actitudes y criterios de quienes conforman los
órganos de dirección y control:
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Asamblea de Asociados o Delegados
Consejo de Administración
Junta Directiva
Junta de Vigilancia
Comité de Control Social
Revisoría Fiscal
Auditoría Interna
Tomado de GESTIÓN SOLIDARIA. Edición 68.
 Gerencia y Líderes de Proceso
 Miembros de los Comités
Son entonces muchas las personas con poder que pueden influir para bien o para mal en el
gobierno de la entidad solidaria. Esto requiere de formación específica y competencias adecuadas,
por cuanto no es fácil dirigir bien una empresa asociativa.
El ejercicio del poder, que tiene también naturaleza ética, se fundamenta en criterios de moralidad
que pueden ser adecuados o no, y éstos a su vez se basan en un determinado grado de conciencia
correcta o incorrecta según sea el nivel de conocimiento sobre la realidad objeto del poder. Así
que gobernar con ética una organización solidaria es gobernar con recta y elevada conciencia de lo
que significa la cooperación asociativa, con sentido del bien común, el que corresponde a la
naturaleza cooperativa, con pulcra diligencia en todos los actos solidarios, tal como debe actuar un
buen líder cooperativista y con plena responsabilidad social, que es el impacto en la comunidad, a
medida que la entidad se desarrolla.
Buenos y malos líderes
Como en toda empresa humana, hay buenos
y malos líderes, directivos competentes e
incompetentes, personas honestas y
deshonestas. Pero en las organizaciones
solidarias son pocos los que saben gobernar
con propiedad y abundan los que carecen de
aptitudes
para
hacerlo.
Por esta razón a nombre de la democracia participativa se corre el riesgo permanente de abusar
del poder, de caer en liderazgos personalistas, de actuar con espíritu disociador o de buscar el
interés personal sobre el interés colectivo.
Gobernar bien implica un elevado compromiso ético y moral con la organización. Por esta razón,
los directivos de las organizaciones solidarias tienen una alta responsabilidad moral, no sólo frente
al conjunto de asociados sino también frente a los grupos de interés con los cuales la entidad se
relaciona: empleados, ahorradores, proveedores, acreedores, deudores, familias, comunidad,
gobierno y frente a ellos mismos como directivos. Los riesgos acechan por doquier, y entre ellos
está el reputacional ocasionado en buena parte por la ineptitud de los malos directivos.
Tomado de GESTIÓN SOLIDARIA. Edición 68.
Las decisiones siempre serán éticas
Las decisiones de los directivos y de los órganos de control social y técnico, implican una alta
responsabilidad moral porque generan consecuencias de todo orden en el conjunto de la
organización y de ésta frente a la sociedad. Es que las decisiones, que siempre tendrán un motivo,
un contexto y unas consecuencias, podrán tomarse correcta o incorrectamente, con mayor o
menos conciencia, con profundo o superficial conocimiento, en un “espacio de libertad o
coacción”, y por tanto sea como fuere, siempre tendrán efectos sobre la organización y sobre la
comunidad en general. En ellas las decisiones siempre estarán en juego el uso del poder y la
posición dominante de quienes las toman, y eso los hace responsables frente al conjunto de
asociados y la sociedad civil. El poder es un ejercicio ético y debe tomarse con altura para que sea
justo equitativo y eficaz.
El poder es un ejercicio ético
y debe tomarse con altura
para
que
sea
justo,
equitativo y eficaz.
Moral insolidaria en la cooperación asociativa
Es un hecho que el individualismo, tan propio de la condición humana, influye en la acción
cooperativa solidaria. El egoísmo y la vanidad del poder afectan sin lugar a dudas la cooperación
solidaria entre los miembros de la organización.
A diario surge el riesgo de la “doble moral” y de la “conducta inmoral”, la que desconoce el
cumplimiento de las normas la que busca obtener provecho personal de lo colectivo, la que es
contraria al objeto social de la organización, la que inclusive atropella el respeto que debemos
tener por las personas y sus derechos humanos. ¡Cuántos directivos hay que no piensan jamás en
sus funciones estratégicas, por meterse de lleno en el detalle operativo de los asuntos
administrativos!
Tomado de GESTIÓN SOLIDARIA. Edición 68.
Prácticas de buen gobierno
Para fortalecer el buen gobierno de una organización solidaria, es necesario desarrollar una
verdadera cultura social y empresarial que favorezca las buenas prácticas como las siguientes:
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Espíritu de servicio, solidaridad y ayuda mutua.
Favorecer siempre el interés general sobre el particular.
Actuar de manera leal y transparente con el colectivo.
Tomar decisiones con responsabilidad y conocimiento.
Asumir plenamente el compromiso de ser directivo.
Prácticas de mal gobierno
Es necesario evitar a toda costa las malas prácticas que afectan el gobierno de la organización
solidaria; éstas corroen a la entidad y se constituye en un grave riesgo para su sostenibilidad y
desarrollo. He aquí algunas:
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El personalismo centrado en el egoísmo o en el interés particular.
La ignorancia y la falta de preparación para dirigir bien a la entidad.
La creación de pequeños grupos de poder, aliados para disociar.
La ‘chismografía’, el rumor y el descontento como norma cultural.
La actitud de recibir sin hacer el mayor esfuerzo para dar.
No son suficientes los códigos éticos de buen gobierno para gobernar bien en las organizaciones
solidarias. Hay que formar una robusta cultura solidaria, donde el poder de los que dirigen y
controlan sea un poder moral, basado en el servicio y la solidaridad asociativa. Sólo así tendremos
entidades asociativas centradas en el bienestar económico, social, cultural y ambiental del
asociado y su familia.
Tomado de GESTIÓN SOLIDARIA. Edición 68.
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