FORO DE EXPERTOS El deber de vigilancia de la salud laboral (II y final) Reconocimientos médicos y aptitud para el desempeño de la actividad laboral del conductor Por Adrián Borrego Valverde Asesor Laboral Como continuación del artículo que publicamos en el número anterior de la revista (154), que puede leerse aquí “El contenido del contrato de trabajo y el deber genérico de vigilancia de la salud laboral”, seguimos abordando en esta colaboración algunas cuestiones interesantes en el orden práctico en el funcionamiento ordinario de la actividad de la Empresa de Transporte de Viajeros, y que en ocasiones suscitan dudas, con el ánimo de aportar sugerencias en el tratamiento de dichas materias, tanto a nivel de empresa como a nivel sectorial. La incapacidad sobrevenida para el desempeño de la función de conductor. Perdida de los permisos y licencias necesarios para el desarrollo de la actividad Una materia que suscita constantemente dudas en el funcionamiento ordinario de las empresas es el tratamiento que cabe dar a las situaciones en las que el trabajador pierde, por la razón que sea, o no le es renovado, el permiso de conducir o el certificado de capacitación profesional, de forma que resulta imposibilitado para cumplir con las prestaciones básicas de su contrato de trabajo. En ambos supuestos nos encontramos con autorizaciones administrativas que habilitan para el ejercicio de una profesión. El artículo 50 del Estatuto de los Trabajadores señala que el contrato de trabajo se extinguirá (sin derecho a indemnización alguna) por las causas válidamente consignadas en el mismo, salvo que constituyan un abuso de derecho. A priori, parece que existiría obstáculo alguno a 70 incluir en los contratos de trabajo una clausula en virtud de la cual el contrato se extingue por la pérdida del trabajador de los permisos y licencias administrativas que le habilitan para el ejercicio de su profesión (fundamentalmente el permiso de conducir y el certificado de capacitación profesional). No parece que la inclusión de esta cláusula resolutoria del contrato de trabajo pueda considerarse “abuso de derecho del empresario”. Pero no es así y, por ejemplo, el Tribunal Superior de Justicia de Asturias, en sentencia de 26 de mayo de 2000 (EDJ 19791) ha establecido que la pérdida o no renovación del permiso de conducir no puede incluir en el contrato de trabajo como clausula resolutoria porque supone una renuncia del trabajador a su derecho a ser despido (e indemnizado) por ineptitud sobrevenida para el desempeño de su trabajo. Lo que nos conduce a la regulación del despido por causas objetivas regulado en el Articulo 52-a) del Estatuto de los Trabajadores, que contempla como causa de despido objetivo la “ineptitud sobrevenida del trabajador, posterior a su ingreso en la empresa”, para desarrollar sus labores, considerando que la no obtención de los permisos reglamentarios constituye un hecho imprevisible y posterior al ingreso en la Empresa, de forma que se permite la extinción del contrato de trabajo, pero con las indemnizaciones fijadas en el propio precepto (20 días de salario por año de servicio). De forma que se admite como clausula valida de resolución del contrato cuando se establece que el mismo quedara sin efecto si el trabajador no obtiene en determinado plazo la autorización o permiso administrativo (permiso de residencia, carne de FORO DE EXPERTOS conducir, por ejemplo), pero no se admite como causa de resolución cuando la relación laboral se inició ostentado el trabajador dichas autorizaciones o permisos, pero no consigue mantenerlas o renovarlas a lo largo de la relación laboral, debiendo en tal caso reconducirse la extinción 72 del contrato por la modalidad –indemnizada- de despido por razones objetivas. Esta diferencia en el tratamiento de la misma situación –perdida de la autorización administrativa habilitante para el ejercicio de una FORO DE EXPERTOS actividad- no parece que tenga mucho sentido, máxime si partimos del hecho de que la no obtención, o la no renovación, es por causas exclusivamente atinentes al trabajador, y nunca a la Empresa. Corresponde al trabajador la obligación contractual de mantener vigentes sus autorizaciones habilitantes para desarrollar su labor, y su no renovación (que puede obedecer a múltiples razones) no puede suponer una carga económica para la Empresa. Pensemos en el supuesto más simple: el trabajador no quiere renovar su permiso de conducir porque desea dedicarse a otra actividad. Simplemente, no se presentaría a la renovación del permiso o el certificado de capacitación profesional, y con ello obtendría una indemnización por despido por razones objetivas, absolutamente injustificada. De esta forma, es necesaria una reforma de la legislación laboral, que evite la discrecionalidad y buenismo de los Tribunales, y establezca con claridad que la perdida por el trabajador, o no renovación de una licencia administrativa, constituye causa valida –sin indemnización- de la resolución del contrato de trabajo. Máxime si tenemos en cuenta que la pérdida del permiso de conducir puede obedecer a la pérdida de puntos, lo que supone necesariamente, la previa comisión por parte del trabajador de ilícitos legales (infracciones administrativas), de forma que se estaría primando el incumplimiento de la Ley, al establecer unas indemnizaciones por la pérdida de tal permiso administrativo. Nuestro legislador no está muy preocupado por este efecto pernicioso de la Ley en la medida que es el Empresario el que sufre las consecuencias económicas, y ya sabemos que cuando esto es así, no parece preocupar a nadie. Pero el poder legislador debería estar también preocupado porque la extinción del contrato de trabajo por razones objetivas, supone la percepción de prestaciones por desempleo, a cargo del Tesoro Público. Es cierto, también he olvidado que al legislador tampoco le preocupa el destino de los recursos públicos. Y no puede en modo alguno reputarse que los Empresarios no tengan una sensibilidad social ante situaciones como las descritas. Cuando la pérdida del permiso de conducir obedece al hecho de que el trabajador ha perdido sus condiciones físicas o psíquicas para su renovación, ya tenemos un sistema de protección social que le cubre por la contingencia de incapacidad permanente para el desarrollo de su profesión habitual. Incluso cuando pierde el permiso de conducir por causas imputables al trabajador (comisión de infracciones administrativas por razón de su trabajo), los Convenios Colectivos Sectoriales establecen previsiones por las que la Empresa: • Facilita los medios económicos y de tiempo necesarios, retribuyéndolo, para que el trabajador obtenga estos permisos administrativos y su renovación. Véase al respecto el Articulo 28 del Convenio Colectivo de Transportes Regulares de la Comunidad de Madrid. También la Sentencia de la Sala 4ª de lo Social del Tribunal Supremo de 11 de febrero de 2013, recaída en el Recurso de Casación núm. 278/2011 y la Sentencia dictada por la Sala de lo Social de la Audiencia Nacional el día 17 de octubre de 2011. Consideran que la formación continua que regula el Real Decreto 1302/2007 es una materia de alcance claramente laboral por cuanto la consecución del CAP es requisito indispensable para el mantenimiento del contrato de trabajo. En segundo lugar, la obligación que establece este Real Decreto lo es dentro de una relación de trabajo entre conductor y empresa. No se trata por tanto de una regulación entre Administración Pública y Administrado, que sería ajena al orden laboral, sino “de una relación triangular, Administración, Empresario y Trabajador”. De ahí –añade- que no pueda considerarse ajena al contrato de trabajo, del que es requisito imprescindible para continuar la prestación. Sentado lo anterior, la Sala se ocupa de examinar si esta obligación debe considerarse incluida dentro del derecho a la formación del trabajador y si se trata de una formación relacionada con la prevención de riesgos laborales. Si la respuesta es afirmativa el empresario debe correr con el coste del curso y considerar el tiempo invertido en su realización como tiempo de trabajo. Tras los correspondientes análisis y argumentaciones jurídicas, la Audiencia Nacional considera que el deber impuesto al conductor de mantenimiento del CAP es un deber impuesto dentro de la vida del contrato de trabajo con el fin de mantener actualizados los 73 FORO DE EXPERTOS conocimientos inicialmente exigidos para el desarrollo de su actividad profesional. Continua diciendo que si se analiza el contenido del curso queda patente – afirmación muy discutible a nuestro juicio- la preponderancia que se da a las materias relativas a la Seguridad Vial y Prevención de Accidentes de Trabajo, manifestaciones del deber de protección el empresario regulado en el artículo 19 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales. • Se garantiza al trabajador durante un tiempo determinado, habitualmente 1 año, la precepción de su salario aunque realice funciones de menor utilidad económica para la Empresa, para facilitarle la recuperación del permiso de conducir. Véase al respecto, por ejemplo y entre otros muchos casos, el artículo 22 bis del Convenio Colectivo de Transportes Regulares de la Comunidad de Madrid. No resulta ocioso en esta ocasión volver a resaltar lo indicado por el Tribunal Supremo, en su Sentencia de 11 de febrero de 2013. En esta ocasión si entra en los diferentes aspectos concernientes al fondo del asunto, y de sus Fundamentos de Derecho se extraen algunas consideraciones interesantes que han de servir de pauta en la negociación colectiva sectorial que se produzca en los próximos meses sobre esta cuestión. Destacar, en primer lugar, que aunque considera que es obligación de las empresas sufragar el coste del CAP y el coste de las horas de formación destinadas al mismo, por considerarse tiempo de trabajo computable como jornada, también resalta que la negociación colectiva (en sentido amplio) está legitimada para regular esta materia por lo que no se trata de derecho necesario o imperativo y, como afirma en su Fundamento de Derecho Quinto “es indudable que la negociación colectiva pueda abordar –y realmente así ha sucedido- la regulación pactada al amparo de los Arts. 82 y siguientes del Estatuto de los Trabajadores, de la forma en la que ha de remunerarse el tiempo de la discutida formación obligatoria y si ha de ser tiempo de trabajo o no el invertido en ello”. La primera conclusión, y más importante, es que los Convenios Colectivos Provinciales y las Empresas 74 que tuvieran acuerdos formalizados sobre esta materia (en este último caso por la propia delimitación personal de la demanda inicial de conflicto colectivo planteada por los Sindicatos) no han de modificar la regulación existente hasta la fecha por el mero hecho de que el Tribunal Supremo haya dictado la Sentencia que comentamos, por cuanto la propia Sala reconoce que se trata de materia dispositiva y objetivo propio de negociación a nivel colectivo. La segunda conclusión es que si la formación continua para la obtención del CAP queda integrada en los planes de formación desarrollados por la Empresa o comprometidos en la negociación colectiva, el permiso de las 20 horas anuales para formación del artículo 23-3 del E.T. podrían destinarse parcialmente al desarrollo de estos cursos de formación continua porque no parece que pueda pensarse en una formación más vinculada al empleo y la actividad de la empresa que el mantenimiento de la cualificación profesional del conductor. Y si, como dice la Sala, la materia propia de los cursos de formación continua está íntimamente relacionada con la seguridad vial y la prevención de riesgos laborales, bien puede incluirse la misma dentro de la programación de cursos que la Empresa imparta, precisamente, en materia de Seguridad, Salud Laboral y Prevención de Riesgos Laborales. Y por último, si unimos estas sentencias de la Sala de lo Social del Tribunal Supremo con las dictadas en otras actividades (Seguridad Privada, por ejemplo), nos encontramos con el hecho de que, en lo sucesivo, cualquier disposición administrativa –sea o no trasposición de una norma comunitaria- que regule la actualización de capacidades, reciclaje u renovación de licencias administrativas para el desarrollo de una actividad, serán consideradas como obligación de la Empresa, y no del trabajador, y deberán ser financiadas por las mismas, tanto por lo que hace a los centros en los que se impartan como por lo que concierne al tiempo destinado para ello. Pensemos en los oficios que necesitan de una autorización administrativa que ha de ser renovada periódicamente (instaladores de gas, taxistas, conductores de mercancías peligrosas, controladores aéreos, etc.). La única salida razonable a esta situación es que los permisos retribuidos para la formación del artículo 23-3 del Estatuto de los Trabajadores (recordemos 20 horas anuales para los trabajadores de más de 1 año de FORO DE EXPERTOS antigüedad), se destinaran precisamente para estas actividades formativas, las relacionadas con el mantenimiento de la empleabilidad del trabajador y su aptitud para el desarrollo de las funciones que tiene encomendadas por razón de su contrato de trabajo. Además, y a pesar de la laxitud de la norma en orden a los resultados que se exigen al trabajador tras esa formación continua, ¿Qué sucede si el conductor no supera el curso y por ello no renueva el CAP? ¿Nos encontramos ante un supuesto de extinción del contrato de trabajo por razones objetivas, por ineptitud sobrevenida, de los previstos en el Art. 52-a) del Estatuto de los Trabajadores? Este precepto señala que si con posterioridad a la colocación (contratación) el trabajador deviene “inepto” para el desarrollo de sus cometidos, el contrato puede extinguirse. “Ineptitud” puede entenderse como falta de capacidad física, intelectual o de destreza como también, perdida de los requisitos personales y profesionales que justificaron la contratación, en otros términos, la no obtención de la renovación del CAP, en la medida que se configura como un requisito imprescindible para continuar con la ejecución del contrato de trabajo. Si la mera asistencia a los cursos de formación continua da derecho a la renovación del certificado, -abonando su coste la empresa y considerando las horas destinadas al mismo como tiempo de trabajo- la inasistencia a los mismos o su no aprovechamiento conlleva la perdida y del CAP y con ello la perdida de las aptitudes legales para el desarrollo de la profesión y la imposibilidad de prestar la actividad comprometida en el contrato de trabajo. No estamos ante una falta de adaptación del trabajador a las modificaciones técnicas operadas en su puesto de trabajo (artículo 52-b) que le daría derecho a un permiso retribuido para adaptarse a las novedades técnicas. Estaríamos ante la pérdida de las condiciones mínimas que permiten el desarrollo de una actividad profesional, que impiden la ejecución del contrato de trabajo. Y en otro orden de cosas, si el trabajador no acude a los cursos organizados y financiados por la Empresa, considerados además como tiempo de trabajo, nos encontraríamos ante una causa de despido disciplinario del artículo 54-2-b del Estatuto de los trabajadores, por desobediencia e indisciplina en el trabajo. Las sentencias dictadas por el Tribunal Supremo, en definitiva, al considerar que los cursos de formación continua han de ser impartidos por la Empresa, a su costa, y con la consideración de tiempo de trabajo, han transformado, sin quererlo probablemente, la asistencia a estos cursos en una obligación y deber del trabajador, esencial a su contrato de trabajo, de los establecidos en el artículo 5 del Estatuto de los Trabajadores (deber de cumplir con las obligaciones concretas de su puesto de trabajo, observar las medidas de seguridad e higiene, cumplir las órdenes e instrucciones del empresario y contribuir a la mejora de la productividad). Lo que en un primer momento no era más que una exigencia administrativa que pesaba sobre el trabajador, y que era libremente disponible por él, en el sentido de realizar cuantos cursos deseara, en los lugares que decidiera y en las fechas que determinara, se ha convertido en una obligación laboral –además esencial- sujeta al poder de dirección del Empresario. Por esta razón algunos Convenios Colectivos y Acuerdos de Empresa han regulado esta materia, sometiéndola a unos requisitos y condiciones determinados. Así, en el Convenio de Transportes de la Comunidad de Madrid, se señala que en el caso de que el trabajador no obtuviera el certificado, en el primer curso organizado por la Empresa a su coste, “La Empresa no estará obligada a costear nuevamente la formación ni a retribuir las horas necesarias para su realización, si bien dará al trabajador un permiso no retribuido siendo a cargo del trabajador, en este caso, la formación correspondiente para la obtención del CAP”. █ 75