el almirante don gabriel ciscar y ciscar

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EL ALMIRANTE DON GABRIEL
CISCAR Y CISCAR
URANTE el siglo XVIII y principios
del XIX, florecieron en nuestra
Patria una larga serie de marinos
de excepcional valía: los Jorge Juan, Ulloa,
Lángara, Gravina, Churruca, Alcalá Galia.no, Valdés y Ciscar, figuran con letras
de oro en la Historia de España. Del último de los citados vamos a ocuparnos,
dado que el 17 de marzo se cumplió el segundo centenario del nacimiento de "uno
de los hombres más grandes que ha tenido la Marina y la Nación española", pues
la figura de Ciscar se sais, con mucho, del
marco profesional para destacar como
hombre de ciencia eminente, político probo y patriota ejemplar.
Nació el ilustre marino en el aleare pi. blo valenciano de Oliva, siendo sus pad:
XX Pedro Ciscar Fernández de Mesa y d o n
Rosa Ciscar y Pascual, primos entre si *
descendientes de una noble familia q'
radicaba en dicha localidad desde fina •
del siglo XV. Desde muy niño demosi
Gabriel sus dotes para el estudio en ger
i al, y después de comenzar en la Univ<
sidad de Valencia la carrera de Leyes, tj '
abandonó por un incidente estudiantil,
preparó para el ingreso en el Real Cuerw
de Guardias Marinas, <jue tenía una i
sus Academias en Cartagena, logrando
22 de octubre de 1777 inscribir su nomí
en el escala ton de la Marina de Guerra
Al año siguiente, embarcado en el "S
Juan Bautista", participó en un combsi
contra los piratas argelinos, recibiendo • i
aquella ocasión su bautismo de fuego. *
regreso de la expedición, obtuvo el non
bramiento de alférez de fragata, sienfl
destinado, pese a no contar nada más q1
dieciocho años, como ayudante de profei
en ia Academia. Transcurridos dos afi
embarca en el paquebote "San Gil", de
Eseuadra que mandaba el almirante marqués del Socorro, para emprender en abril
d« 1780 el viaje a América del Norte, con
el fin de proteger y abastecer las plazas
de aquel Continente y las Antillas, Después de fondear en OLa, Habana, salió para
Nueva Orleans, sufriendo en la bahía de
Pensacola el cañoneo de las baterías del
Fuerte de las Barrancas, y cooperando con
su navio a la rendición de la Plaza.
En 1782 regresa Ciscar a España, y en
pocos años su fama de científico le acredita del tal modo entre sus superiores, que,
a pesar de su poca antigüedad en el escalafón, se le eligs, en 1798 y coincidiendo
con su asesnso a teniente de navio, director de la Academia de Guardias Marinas
de Cartagena. Por aquella época se ocuparía en editar "El Examen Marítimo", de
Jorge Juan, para lo cual sería llamado a
Madrid, de orden de Carlos IV, para que
"vigile y corrija", la impresión de la obra.
Cumplida su misión, regresa de nuevo a
Cartagena, ya declarada la guerra con
Francia, y embarca durante los años 93 y
94, asistiendo al sitio de Tolón. Firmada
la paz, su infatigable actividad científica
le llevó a tomar parte en la expedición
que salía para Constantinopla, durante la
cual realizó importantes trabajos consistentes en la medición de longitudes y corrección de puntos en las Cartas M'arítimas.
D
A finales de 1796, en guerra con la Gran
Bretaña, el capitán de navio Ciscar embarcó en el "San Antonio", para hacer una
demostración sobre Tolón y contribuir a
echar a los ingleses del Mediterráneo.
Poco tiempo después se le confiaba la
honrosísima misión de representar a España en el Congreso Internacional convocado por el Instituto de Francia, para unificar los sistemas de Pesos y Medidas, pues
el almirante ¡Lángara para proponer a
Ciscar había escrito al ministro de Marina: "La superioridad de conocimientos de
Ei almirante Ciscar, retrato hecho pop Ferrándiz, que se conserva en ta Diputación
Provincia.! de Valencia.
Ciscar es tan generalmente reconocida, que
aun sus mismos émulos no pueden negarle que es el primer hombre de la nación,
considerado por su saber matemático." La
actuación del talentudo marino en París
no pudo ser más lucida, pasando a formar
parte de la "Commision pour le quart de
méridien at la longeur du métre", junto a
sabios de la talla de Laplace, Legendre,
Van Swiuden y otros.
En 1805 publicaría su "Compendio de
Cosmografía", que iba a servir de texto,
por muchos años, en ¡as Academias de
Náutica. Esta obra junto con los Tratados
de Aritmética y Trigonometría esférica,
publicados unos años antes, serian lo más
sobresaliente de su extensa labor científica.
Al sobrevenir la Guerra de la Independencia, Ciscar, que se hallatoa en Cartagena, se apresuró a reunir la Junta de Jefes
para declararse ardiente partidario de la
resistencia al invasor. Nombrado vocal de
la Junta de Defensa, se le encomienda la
organización de las fuerzas militares de
todo el Reino de Murcia, y más tarde pasa
a ser vocal de la Junta Central Supiema,
que le nombra gobernador militar y político de Cartagena. En los diecinueve meses que dura su mando, pone a la ciudad
en tales condicionas de defensa que, cuando las tropas del general Sebastian! se
adentran por el Reino de Murcia, no se
atreven a llegar a Cartagena por considerarla inexpugnable.
Acrecentada la fama de Ciscai, no solo
como marino y hombre de ciencia, sino
también como político de elevadas y patrióticas miras, en los comienzos de 18 Mí
sería nombrado secretario de Estado y del
Despacho de Marina, cargo del que no llegaría a tomar posesión, ya que por decreto de 28 de octubre de aquel mismo mío
las Cortes de la Nación le designabaji paia
la Regencia del Reino juntamente con el
general Blake y don Pedro Agar. Pero su
carácter, que no se doblegaba ante nada
ni nadie, le creó dificultadas con las Cortes,
que decretaron su cese a los tres meses escasos de su elevación. Sin embargo, sus
cualidades eran tan descollantes, que en
marzo de 1813 volvería a ser nombrado
regente, esta vez en compañía del cardenal Borbón, primo de Fernando VII, y del
anterior corregente, Agar.
Arrojados los franceses de la Península,
y de regreso el Rey de su cautiverio en
Valencey, sufrió Ciscar, ya ascendido a
jefe de Escuadra, los rigores del despotismo de aquél, que, al firmar el tristemente
célebre Decreto de 4 de mayo de 1814 en
Valencia, condenaba a prisión a muchos
de los que tan denodadamente habían
•ombatido para mantenerle en el Trono.
*"ntre ellos figuraba el almirante Ciscar,
uien pagaba con veinte meses de encierro
•s lealtad y patriotismo.
Cerca de cinco años permaneció desterado el insigne marino en Oliva, hasta
iue los acontecimientos políticos de 1820
'•• reclamaron en la Corte para ocupar su
cargo de consejero de Estado, siendo recompensado por sus muchos méritos y dilatados servicios, con el smpleo de tenientp general.
Al producirse la intervención francesa
-•n 1823, y trasladarse el Rey con el Gobierno a Sevilla y luego a Cádiz, las Cortes acuerdan nombrar por tercera vez a
Ciscar para la Regencia, en unión de los
generales Valdés y Vigodet.
Tomada la ciudad gaditana por las tropas del duque de Angulema y repuesto
Fernando VH en la integridad de sus funciones, la reacción absolutista no se hizo
esperar, siendo condenados los tres «gentes a la pena infamante de ser ahorcados;
pero, afortunadamente, los generales franceses Bourmont y conde de Ambrugeac,
compadecidos de tanto infortunio, consiguieron ponerlos a salvo en Gibraltar,
Los últimos años de su vida los pasó
Ciscar en el destierro, donde gracias a la
generosidad de su amigo Lord Wellmgton,
que le pasaba una pensión de 12.000 reales
anuales, pudo subsistir. Y el 12 de agosto
de 1829 entregó su alma a Dios, siendo
sus últimas palabras: "Yo muero tan tranquilo como Sócrates, porque bajo al sepulcro sin que me remuerda la conciencia de
haber hecho mal a nadie en los sesenta y
nueve años que he vivido."
Enterrado en Gibraltar, hoy reposan sus
restos en el Panteón de Marinos Ilustres
de San Fernando, adonde fueron trasladados solemnemente al cumplirse el primer
centenario de su nacimiento, como debida
reparación a la memoria de un varón tan
esclarecido como ío fue el almirante
Ciscar.
Ricardo PIE3..TAIN
ABC (Madrid) - 24/04/1960, Página 59
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