La Ley de Riesgos de Trabajo y la jurisprudencia post

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La Ley de Riesgos de Trabajo y la jurisprudencia post-Gorosito (Nota1)
por Ricardo A. Foglia(Nota2)
En primer lugar, muchas gracias al Colegio por haberme invitado y a ustedes por haber venido. Mi
exposición de hoy la voy a dividir en cuatro partes: 1) los antecedentes de “Gorosito”; 2)
“Gorosito” en sí mismo; 3) la jurisprudencia posterior a “Gorosito”, en particular la de los
tribunales provinciales, superiores tribunales de provincia y Cámara Nacional de Apelaciones de la
Capital Federal; y, 4) los problemas y las cuestiones que quedan posteriores a “Gorosito”.
Como primer antecedente a “Gorosito” puede señalarse un caso de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación: “Jordan, Antonio c/ GCBA”. Se trataba de un paramédico del Hospital Muñiz que
muere a raíz de una intoxicación con monóxido de carbono como consecuencia de un escape de
gas en el calefón del baño de caballeros. A raíz de ese hecho, la viuda y sus hijos inician una
demanda contra el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, donde la primera cuestión que se
planteaba se refería a si era competente la Justicia Federal -por el artículo 46, inciso 1- o si era
competente la Justicia Civil. En el marco de ésta cuestión de competencia, la Corte, haciendo suyo
el dictamen del Procurador, vertió dos opiniones que después aparecen volcadas en “Gorosito”:
I) En primer lugar, dice que es lógico que la competencia aplicable a los supuestos de los artículos
1109 y 1113 del Código Civil no se contemple en el seno de la Ley de Riesgos del Trabajo (LRT)
porque son supuestos repugnados por la propia ley. Son supuestos que la ley no contempla.
II) En segundo lugar, dice que el sistema competencial organizado por la LRT luce razonable. De
todos modos, agrega la cuestión referente a la inconstitucionalidad de la LRT debe ser resuelta al
dictarse la sentencia definitiva. De manera que esta opinión del Procurador, que la Corte hace
suya, no resuelve ni sobre el fondo de la cuestión, ni sobre la normativa aplicable. en definitiva,
tampoco resuelve cual va a ser la competencia que va a establecer la Corte cuando dicte sentencia
definitiva.
Este fallo lo señalo porque ya se advertía una colisión con lo que posteriormente iba a resolver la
Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires en el sentido de que no podía conocerse
en una demanda en la que se planteaba la inconstitucionalidad de la LRT si no se declaraba la
inconstitucionalidad de los artículos 39-1 y 46 de la ley.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación señala que lo que resuelve es meramente transitorio,
nada prejuzga sobre la suerte final del pleito, y que la organización foral de la LRT resulta
apropiada con su marco. Este criterio es repetido en varios fallos más.
Posteriormente, la Corte Suprema de Justicia de la Nación también resuelve, en otro caso
caratulado “Torres c/ Carrascosa”, que cuando se reclamaba dentro del sistema de la LRT la
competencia era del Fuero Federal. De modo tal que la Corte Suprema de Justicia de la Nación lo
que había establecido para los reclamos dentro de la LRT, en principio competencia del trabajo, es
la competencia federal.
Quiero citar paralelamente una jurisprudencia, que me da la sensación que post-Gorosito va a
tener bastante importancia y que se inicia con la Cámara Federal de la Seguridad Social: es la que
hace referencia a la teoría de los actos propios. La Cámara Federal de la Seguridad Social en éste
fallo y después varios Tribunales más llegaron a esbozar una doctrina en cuanto a que el actor una
vez que entraba dentro de la estructura y sistema de la LRT ya no podía plantear la
inconstitucionalidad de las propias normas en las que se había amparado.
Esto fue repetido en varios fallos y se convirtió en una doctrina incipiente que –como ya vamos a
ver- algunos fallos de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo están empezando a recoger.
Es el punto de partida en el cual se considera que se aceptó sin reserva el régimen de la LRT, lo
cual obstaría el planteo de inconstitucionalidad. En este estado de la jurisprudencia de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación es como se llega a Gorosito.
¿Cuáles eran las objeciones constitucionales más importantes que Gorosito trata de resolver? En
primer lugar, que la LRT violaba el principio de igualdad ante la ley. Se sostenía que la LRT,
concretamente el artículo 39.1, vulneraba los principios de igualdad, integridad e irrenunciabilidad.
Además, que importaba una denegación de justicia, conculcaba el derecho de propiedad, implicaba
una dispensa de la culpa y violaba el principio de la reparación integral. Estas eran básicamente
todas las objeciones constitucionales que se habían hecho sobre el artículo 39 de la LRT.
¿Cómo era antes de Gorosito la jurisprudencia de los superiores tribunales de provincia? Por
ejemplo, la Suprema Corte de la Provincia de Mendoza, en febrero de 2001, se expide en el caso
“Acordino c/ Petrotech”. Se trataba de un trabajador que fallece como consecuencia de un
accidente de trabajo. La prestación del pago periódico era de $ 600 y el salario del trabajador de $
727,30. La Sala VI de la Cámara de la Primera Circunscripción de Mendoza declara la
inconstitucionalidad, hace lugar a la acción civil y manda a pagar $ 200.000. Apelado, el
Procurador General de la Corte mendocina aconseja confirmar la sentencia. La Sala I de la Corte,
en un fallo de una construcción lógica y jurídica impecable, dispone en marzo de 2001 rechazar la
demanda y declarar, en principio, la constitucionalidad de la norma.
Este fallo de la Corte mendocina se divide en dos grandes bloques:
I) En primer lugar, se encuentran los denominados “primeros principios”. Serían básicamente
tres:
i. La declaración de inconstitucionalidad es la última ratio del orden jurídico, siguiendo una vieja
jurisprudencia de la Corte;
ii. La declaración de inconstitucionalidad debe manifestarse en cada caso concreto;
iii. La declaración de inconstitucionalidad no debe interferir con las decisiones políticas, retornando
la idea de los actos políticos no judiciables y las cuestiones jurídicas no judiciables.
II) En segundo lugar, tenemos los llamados “principios concretos”, que en este caso también son
tres:
i. El sistema orgánico en la LRT;
ii. El hecho del que los sistemas resarcitorios deben compararse en su totalidad, trayendo el
principio del conglomeramiento propio de la LCT;
iii. Que de la corporación el bloque al sistema no es razonable;
Por su parte, la Corte Suprema de Justicia de la Nación dice que hay que incluir en la comparación
los mecanismos de prevención. Se refiere, por ejemplo, a las prestaciones médicas. Esto significa
rehabilitación, recapacitación y, además, las prestaciones generales. Señala, en este caso en
particular, que la prestación de la LRT no es irracional si el trabajador recibía un salario de $ 700 y
la viuda y los hijos iban a recibir una renta periódica de $ 600. No lucía razonable la comparación
de una con otra y, por otra parte, el principio de la renta del pago único no es un principio en
inconcurso en el sistema jurídico. Hay distintos sistemas de reparación, incluso el Código Civil en
su artículo 1084 lo admite. El sistema originario de la Ley de Accidentes de Trabajo, la ley 9688,
estipulaba el pago en forma de renta. Posteriormente, y a raíz de la crisis económica, se lo cambió
por el pago único.
La Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires, por su parte, sostenía que debía declararse la
inconstitucionalidad de esas normas, antes de la producción de pruebas y del dictado de la
sentencia definitiva.
En estos casos, de la Suprema Corte provincial, que fueron dejados sin efecto post-Gorosito, se
establecieron los siguientes principios básicos. En primer lugar, reitera el criterio opuesto al de
“Jordan, Antonio c/ GCBA”: al entender en la demanda basada en el sistema Código Civil, se debe
declarar la inconstitucionalidad de los artículos 21, referido a las comisiones médicas, 39 y 46,
sobre la competencia federal. En cuanto a las cuestiones de fondo, los argumentos de la Corte en
éste fallo era que el artículo 39 es irracional, que viola el derecho de propiedad, que impide el libre
acceso a la justicia. La diferencia de trato es arbitraria porque no hay un fundamento objetivo,
siguiendo la tradicional doctrina sobre la arbitrariedad y discriminación que tenía la Corte. El
derecho a la reparación tiene raigambre constitucional, siguiendo el fallo “Gunther” de la Corte
Suprema (Fallos: 308:1118).
En este estado es como llega Gorosito a la Corte. Como dijo el Dr. BARRERA NICHOLSON, Gorosito
denuncia un accidente de trabajo por un politraumatismo. La ART rechaza el siniestro y apela a la
comisión médica local. La comisión médica local dictamina que, fuera de los dolores, no tenía una
incapacidad vinculable con el hecho. Gorosito apela a la comisión médica central y esta confirma el
dictamen de la comisión médica local. No apela a la Cámara Nacional de la Seguridad Social, que
de acuerdo al artículo 46 de la ley era la opción que tenía Gorosito para apelar. La demanda se
inicia ante la Justicia Civil de Neuquen. Luego de producida la prueba se dicta la sentencia de
primera instancia. El Tribunal de Alzada, un Tribunal con competencia civil y laboral, confirma la
sentencia que hace lugar a la demanda. El caso llega al Tribunal Superior de Justicia de Neuquen
quien confirma las sentencias de primera instancia y de Cámara con tres argumentos: a) cualquier
límite a la reparación integral es discriminatoria; b) la hipótesis del dolo del artículo 1072 del
Código Civil es infrecuente; y c) el artículo 39 libera al empleador de la responsabilidad culposa.
Con esto renace una doctrina que empezó con un fallo “Montiel c/ Rescind”, del Tribunal N° 5 de
San Isidro, en el sentido que la LRT violaba el artículo 507 del Código Civil que prohíbe la dispensa
del dolo y que esto era extensible a los supuestos de la culpa. El Tribunal hace lugar al recurso
extraordinario y llega al Corte. El 28 de agosto el Procurador General emite un dictamen en el cual
aconseja no hacer lugar al recurso extraordinario por tres cuestiones:
i) porque no se trata de un pronunciamiento definitivo, Señala que la Corte puede llegar a volver a
conocer en la cuestión en ocasión de tratar la sentencia que admita o rechace la demanda,
siguiendo el criterio que había sostenido en “Jordan” unos años antes;
ii) de esta forma, no hay agravio de ulterior reparación y rechaza también el planteo que había
hecho la ART en cuanto a la gravedad institucional de la cuestión, viendo el famoso caso de
Aerolíneas Argentinas que se inicia en el año 1992;
iii) y, finalmente, la cuestión de los planteos de gravedad institucional que habilitó per saltum en
base a esta ley.
El fallo de la Corte tiene una mayoría y una minoría. La mayoría resuelve abrir la instancia
extraordinaria, mientras que la minoría, Fayt, Petracchi y Bossert, no acepta el criterio del
Procurador y dispone hacer lugar por tres cuestiones básicas:
i) En primer lugar, se cuestiona la validez de una ley del Congreso Nacional y se resuelve en
contra de la validez de la ley;
ii) En segundo lugar, se obliga a todo un proceso por una vía civil, con el mecanismo del Código
Civil, que está expresamente vedado por la LRT;
iii) Y, finalmente, esta resolución del Tribunal Superior veda cualquier ulterior revisión, porque ya
se declaró la inconstitucionalidad del artículo 39 y queda únicamente resolver la cuestión dentro
del marco en el cual se cerró el tema: la aplicación o no del artículo 1113 al caso concreto.
En cuanto a los argumentos de fondo, es muy importante el considerando 3 de Gorosito, porque
es el que permite iluminar sobre cuál es el alcance que la propia Corte le da a Gorosito y explica
en cierta medida el por qué de las sentencias masivas posteriores que, con remisión de Gorosito,
se resuelven. Recordemos que en un solo pronunciamiento se resuelven hasta sesenta y cuatro
pleitos haciendo mención a Gorosito. Además, explica parcialmente el por qué de estos
pronunciamientos. En realidad, el punto de partida está en el considerando 3.
El considerando 3 de la Corte dice que, en realidad, lo que tiene que resolver en Gorosito es
determinar el alcance de la garantía consagrada por el artículo 16 de la Constitución Nacional: la
garantía de igualdad. De modo tal -agrega- que el Tribunal, al resolver el alcance de la garantía de
igualdad -que es lo que tienen que resolver en Gorosito-, no se encuentra limitado ni a lo que las
partes hayan dicho, ni a lo que las sentencias anteriores hayan resuelto.
De este modo, lo que en realidad le incumbe a la Corte es realizar una declaratoria sobre el punto
controvertido: efectuar una declaratoria sobre si el artículo 39 viola o vulnera la garantía de
igualdad. Y esto es, en definitiva, sobre lo que termina resolviendo la Corte. Para ello recurre a
tres tipos de argumentos: a) argumentos generales de derecho; b) argumentos particulares sobre
la LRT; y c) argumentos específicos referidos a Gorosito.
En cuanto a los argumentos generales de derecho, se formulan dos preguntas: ¿pudo el legislador
crear verdaderamente un sistema resarcitorio especial, diferenciado del civil? Y, una vez
respondida la primer pregunta, pasa a la segunda: ¿el régimen de la Ley de Riesgo viola o vulnera
garantías constitucionales? Razona así, solucionada una cuestión, pasa automáticamente a la
segunda pregunta.
En respuesta a la primera pregunta, referida a si el legislador pudo crear un sistema específico que
regule la reparación del infortunio del trabajo, señala que el sistema de reparación del Código Civil
no es el único. Se admiten muchos sistemas de reparación distintos y todos ellos, en alguna
medida, reglamentan el principio constitucional de no dañar. En ese sentido, cita una serie de
normas como el Código Aeronáutico, la Convención de Viena sobre Armas Nucleares, el Tratado de
Varsovia, etc., pero señala dos límites. En primer lugar, que los jueces no pueden decidir
genéricamente y en forma abstracta sobre la conveniencia u oportunidad de un sistema jurídico si
lo no relacionan con el caso concreto. Y, en segundo lugar, y acá es donde hay esta relación que
habíamos visto entre la doctrina y los actos propios, el nuevo régimen no tiene que arrasar
derechos definitivamente incorporados al patrimonio. Para ello, recurre a una definición muy
interesante sobre lo que entiende por “derechos incorporados al patrimonio”, ya que recoge un
concepto moderno que la lo había esbozado León DUGUIT muchos años atrás: la Corte se define
claramente dejando de lado lo que es la doctrina de derechos adquiridos y se inclina por la teoría
de consumo jurídico.
Esta teoría de consumo jurídico había sido esbozada en el año 1957 por León DUGUIT en una
conferencia que dio en El Cairo, donde respondiendo una pregunta dijo: “mire, yo hace 50 años
que ejerzo la profesión, se algo de lo que es el derecho, pero no tengo ni idea de lo que es un
derecho adquirido. El derecho se lo tiene o no se lo tiene. No hay un derecho en tránsito.” Y
elabora esta “doctrina del derecho consumido”, que finalmente se consumió.
Esta teoría, que tiene otra trascendencia, la recoge la Corte para Gorosito y la define de la
siguiente manera: “... esta teoría de consumo jurídico se produce cuando bajo la vigencia de una
ley se han cumplido todos los actos, condiciones y requisitos formales previstos en la norma para
que el particular sea titular de ese derecho”. El derecho se consumió, se agotó jurídicamente,
cuando las cuestiones sustanciales y formales se cumplieron y yo paso a ser titular de ese
derecho. Recientemente, este argumento se vuelve a repetir parcialmente en el considerando 22
del fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en “Provincia de San Luis c/ Ministerio de
Economía”, fallo que resuelve cuestiones de la pesificación.
En cuanto a los argumentos que justifican un régimen especial, señala que se justifica porque esto
es muy viejo: el régimen especial existe desde 1915 y hasta se podría decir desde 1913, porque
hay una ley anterior a la 9688, la ley 9085 para los accidentes de los empleados públicos que se
dictó a raíz de una explosión que hubo en los talleres del Ministerio de Obras Públicas. Señala que
durante la vigencia del sistema anterior, una acción vedaba a la otra. La particularidad –dice- que
la diferencia es que en este caso la aplicación del artículo 1072 no veda la aplicación del sistema
anterior, sino que ambos sistemas se superponen cuando se da el poco frecuente caso del artículo
1072. De modo tal que, si tuviésemos que estructurar los argumentos de la Corte en “Gorosito”,
podemos decir que básicamente son cuatro:
1) un argumento conceptual: que el Código Civil no es el único sistema;
2) un argumento comparativo: existen otros sistemas de reparación;
3) un argumento institucional: es competencia del legislador regular los regímenes resarcitorios;
4) un argumento histórico: esto existió desde siempre, desde los orígenes del Derecho del Trabajo
en nuestro país.
A raíz de eso, la Corte llega a la conclusión de que aceptada la existencia de un régimen especial,
el régimen de la LRT no luce irrazonable. En forma general, no es un régimen irrazonable, ni su
irrazonabilidad puede establecerse over dicta para todos los casos. Esto será una cuestión que se
deberá analizar en cada caso en particular.
En cuanto a la dispensa de la culpa, no es hecha porque lo que sostiene en realidad no es que se
dispense la culpa, sino que la culpa se repara de acuerdo a otro sistema u otro mecanismo.
¿Qué pasa después de Gorosito? Después de Gorosito, la Corte falla en “Rivero c/ Techo Técnica”
de la Sala VIII, en donde se había establecido que la ART no era responsable de los
incumplimientos de las normas de seguridad de los empleadores. En una sentencia del 3 de
diciembre, la Corte confirma la sentencia de la Sala VIII.
Posteriores a Gorosito tenemos: “Gangi c/ Fiat Auto” del Tribunal Superior de la Provincia de
Córdoba, en el que señala que la previsibilidad de los costos es un aspecto crucial para garantizar
el correcto ejercicio de la actividad empresaria y asegurar el empleo. Para ello, el Estado puede
crear inmunidad civil y da una interpretación del dolo. Dice que no es el elemento volitivo, sino
que es el elemento cognoscitivo: el conocimiento de que incumpliendo con una norma
determinada, podría producir el daño subsecuente. Esa doctrina no es la del Código Civil, por lo
menos no es la que esbozan los artículos 896 y subsiguientes del Código Civil, donde se señala
que el Estado debería hacerse cargo de los riesgos no cubiertos. Esta es la estructura básica en
“Gangi”.
Posteriormente, la Suprema Corte de la Provincia de Mendoza continúa con este criterio en “Rojas
c/ Minerales Argentinos”. Y agrega en este caso que la responsabilidad de la ART es solamente por
lo que está previsto en el sistema y que, como el artículo 39 no es inconstitucional, fuera de ello
no hay nada.
Otro fallo que es importante mencionar es uno de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de
Buenos Aires en “Brites c/ Productos Lipo”. Como a este fallo también se refirió el Dr. BARRERA
NICHOLSON voy a hacer muy breve. Señalemos aquí una mayoría integrada por dos jueces
estables y tres designados ad-hoc y una minoría de jueces ad-hoc. Se señala que, de acuerdo a lo
resuelto en Gorosito, el artículo 39 no es inconstitucional: la autonomía científica del régimen de
trabajo justifica un régimen autónomo y los topes indemnizatorios son sólo una cuestión de
política jurídica. Este es el criterio básico que recoge en “Brites”.
¿Qué ha dicho la Cámara de Apelaciones del Trabajo? Voy a remitirme a los primeros o más
importantes fallos.
Sala I: Tuvo un primer fallo donde se remite directamente a Gorosito basándose implícitamente
en viejos antecedentes de la Corte, como el caso Balbuena del año 1981. En el caso “Acosta”, en
cambio, en un voto dividido plantea la inconstitucionalidad de la LRT aplicando Gorosito: la misma
doctrina de Gorosito y la resolución del caso concreto. La minoría sostiene que las resoluciones de
las comisiones médicas no cuestionadas hacen cosa juzgada, por lo que no procede que se
produzca un plus indemnizatorio. Con lo cual esa vieja doctrina de los actos propios, que habíamos
visto al principio, empieza a tener encarnadura en los fallos de la Cámara del Trabajo.
Sala II: Se remite nuevamente a Gorosito, en base al cual declara la inconstitucionalidad de la
ley.
Sala VI: En autos “Fernández c/ Transporte de Caudales Juncadela”, declara la
inconstitucionalidad de la ley. La minoría, en este caso el Dr. De la Fuente, resuelve que la LRT es
constitucional cuando exime de responsabilidad por un infortunio producido sin culpa o por culpa.
Sala VIII: En “Rivadeo c/ Omega”, en base a Gorosito, declara la inconstitucionalidad de la LRT.
Posteriormente, lo repite en “Fernández y Ciro”.
Sala X: Remite a Gorosito, dejando a salvo su opinión.
¿Cuáles serían las conclusiones de todo lo que hemos visto hasta ahora? Muy rápidamente, yo
diría que con relación al artículo 39 hoy podemos decir que hay tres generaciones de fallos.
I) Una primera generación de fallos, que comienza en el año 1996 y termina a fines del 2001,
hasta Gorosito. En ellos, la jurisprudencia indicaba la apertura pretoriana de la acción civil,
declarando la inconstitucionalidad del artículo 39 con 2 vertientes: a) una declaración genérica y
abstracta de inconstitucionalidad, el artículo 39, sobredicta; y b) una declaración en cada caso en
particular por insuficiencia de las prestaciones dinerarias o por la propia LRT.
II) Una segunda generación, que se abre con Gorosito, donde se sostiene que: a) el artículo 39 no
es inconstitucional; b) el régimen de prestaciones de la LRT no viola las garantías de igualdad y
propiedad, particularmente igualdad; c) la excepción es cuando se compruebe la existencia y
realidad de un menoscabo sustancial (considerando el 17); y d) no es necesario recurrir al sistema
del Código Civil (considerando 19), con lo cual abre lugar a la doctrina de la reconstrucción de la
norma (no recurrir a un sistema jurídico extraño, sino reconstruir desde dentro del sistema la
misma normativa);
III) Por último, una tercera generación de fallos, en el sentido de mantener el pronunciamiento de
la Corte respecto a Gorosito. Esta tercera generación de fallos se refiere a dos cuestiones: a)
definir las excepciones: cuáles serían las excepciones siguiendo y suponiendo que la Corte
Suprema de Justicia de la Nación persista en la doctrina de Gorosito y cuáles serían las
excepciones que permitirían esta reconstrucción de la norma; y b) la aplicación eventual de la
doctrina de los actos propios: ¿Puede el trabajador que circuló por el mecanismo de las
excepciones de la LRT reclamar después la inconstitucionalidad de las propias normas? En este
punto hay jurisprudencia actual de la Corte, porque si bien la doctrina de los actos propios es muy
vieja, ya era reconocida en el Derecho Romano donde la resumían con un aforismo que decía
“venire contra factum propio no valem” -no vale ir contra sus propios actos-, en nuestro país, es
recogida recién en el año 1983 durante el IX Congreso de Derecho Civil de Mar del Plata. En tanto
que el primer caso de la Corte sobre esta cuestión es del año 1987. Como vemos, es una cuestión
relativamente nueva.
En líneas generales, la doctrina de la Corte señala que el acatamiento voluntario a un régimen
legal sin reserva expresa veda la ulterior posibilidad de cuestionar la inconstitucionalidad de la
propia norma. Esto si quieren lo pueden ver en Fallos 311:1980, “Banco el Chaco c/ sucesión
Segundo Equina”. El mismo criterio también aparece en el considerando 22 del fallo “Provincia. de
San Luis c/ Gobierno Nacional s/ amparo” recientemente resuelto.
Lógicamente, esto plantea otra cuestión. Esta doctrina de los actos propios tiene supuestos en los
cuales no se aplica. Me da la sensación que estas son las dos cuestiones que se van a plantear en
el futuro. La pregunta sería por qué llegamos a este estado. ¿Por qué? Porque como dice
CAMELIUTTI “los abogados no somos arquitectos, porque el edificio es una cosa inmóvil y el
derecho es una cosa que se mueve”. Hemos llegado a esta situación, quizás por lo que dicen
Mariano ALONSO PÉREZ y Manuel CUADRADO IGLESIAS en su reciente Código Civil comentado. Lo
voy a leer textualmente: “la tendencia de nuestro tiempo es multiplicar las normas, hacerlas
interminables, preñar el ordenamiento jurídico hasta hacerlo reventar en infinidad de ordenaciones
incoherentes y a menudo contradictorias.”
Todas estas contradicciones y todos estos fallos seguramente tienen su origen en algunas
cuestiones como la poca claridad de ley y la propia claridad e incoherencia de alguna de sus
normas reglamentarias. Toda esta situación ha movido una gran confusión. Pero, como dijo muy
bien el Dr. BARRERA NICHOLSON, los trabajadores están en el medio.
Para terminar, quiero agregar algunas cuestiones más. Con relación a la doctrina de los actos
propios, simplemente, me limité a mencionar una posibilidad de una doctrina que puede ser
aplicada. No señalé en ningún momento que la compartiera, ni nada por el estilo. La
jurisprudencia de la Corte es bastante contradictoria en éste sentido. Hay fallos en los que se ha
dicho que el acogimiento voluntario a un régimen legal sin reserva expresa, cierra toda
posibilidad. Hay otros casos, uno del Banco Central de la República Argentina y otro posterior del
Consejo Profesional de Ciencias Económicas, donde se señala que, en realidad, cuando no se tuvo
voluntad para obrar, no hay doctrina de los actos propios, sino que hay un vicio de
consentimiento.
La doctrina de los actos propios, como condición para su aplicación, requiere la existencia de dos
voluntades contradictorias jurídicamente relevantes. Si una de las voluntades no es jurídicamente
relevante, entramos dentro de los que establecen los artículos 953 o 1128 del Código Civil y no
dentro de la doctrina de los actos propios, que estaría el artículo 919, cuando interpreta el silencio
como manifestación de voluntad. Es una doctrina muy vieja.
En cuanto a la existencia de un sistema junto o separado de daños, diría que la tendencia
universal hoy en día en el derecho del daño es a crear sistemas separados de responsabilidad civil.
Hay cuestiones que no pueden ser subsumidas bajo el mismo principio del artículo 1113 -en
nuestro caso- del Código Civil argentino.
La última reflexión es la siguiente: hasta ahora hemos hablado nosotros de reparación, pero me
parece, y el moderno derecho de daños así lo consagra, que hay una etapa previa. Para un
trabajador y su familia, para la sociedad, es mucho más importante que un accidente no se
produzca que la mejor indemnización que nosotros le podamos dar. Creo que tendríamos que
poner toda nuestra inteligencia y nuestra capacidad para establecer cuáles serían los mecanismos
jurídicos que pueden fomentar los mecanismos de prevención.
Hoy en día está considerado que el sistema de reparación de daños o el sistema indemnizatorio no
es el más eficaz elemento preventivo. No es el más eficaz como mecanismo de prevención. Hay
sistemas de inducción y hay sistemas de convicción que son mucho más útiles y mucho más
eficaces para prevenir los daños, que estar pensando en qué hacemos cuando el daño ya se
produjo.
Un autor que colaboró enormemente a esta última idea fue MESINEO, cuando en 1958 amplía la
noción de daño a toda lesión a un interés jurídico. Cuando MESINEO conceptualiza el daño como
una lesión a un interés jurídico, abre la posibilidad del derecho de prevención, porque permite
conceptualizar como daño jurídico todo incumplimiento del deber de prevención. Ahí nace el sujeto
o el interés difuso que permite la estructuración del derecho de medio ambiente: puede ser que a
mí no me afecte la contaminación que se produce a 30 km de distancia, pero sí afecta mi interés a
tener un medio ambiente razonable.
Seguramente el debate ausente es cuáles pueden ser los mecanismos jurídicos que podemos
utilizar nosotros. Qué mecanismos jurídicos podemos crear nosotros, así como los laboralistas de
principios de siglo crearon un sistema protectorio. ¿Qué sistema protectorio de prevención
podemos crear nosotros? De esta manera, pienso yo, vamos a preservar mucho más la dignidad
del trabajador, de la sociedad y de todas las familias.
NOTAS
Versión corregida por el autor de su exposición en la Mesa Debate “La Ley de Riesgos del
Trabajo y la jurisprudencia post-Gorosito”, que se desarrolló el 19 de marzo de 2003 en
Salón de Conferencias del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal.
Profesor de Derecho del Trabajo y del Postgrado de Derecho del Trabajo de la Universidad Austral.
Miembro del Departamento de Derecho del Trabajo de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias
Sociales.
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