IDENTIFICACIÓN TERRITORIAL Y ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS

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IDENTIFICACIÓN TERRITORIAL Y ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS
Dinámica y Perspectivas del Estado de las Autonomías. El Pacto Local
Llopis Goig, Ramón
Universidad de Valencia
Resumen:
En España, tras la promulgación plebiscitaria de la Constitución de 1978, se inició un
proceso de descentralización del estado, mediante la progresiva aprobación de los estatutos de
las diecisiete Comunidades Autónomas y sus subsiguientes reformas competenciales. Este
modelo de organización territorial, habida cuenta de su naturaleza cuasi-federal, ha sido y es el
vehículo adecuado para el ajuste etnoterritorial. En esta comunicación examinaremos la realidad
sociológica que ha resultado de vital importancia en la estructuración y legitimación del proceso
de descentralización: la doble identificación territorial, es decir con el nivel estatal (España) y
con el nivel autonómico (Comunidad Autónoma), que permite una lealtad compartida a las
instituciones estatales y autonómicas: según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas
(CIS) y del Centro de Investigaciones sobre la Realidad Social (CIRES), más de las dos terceras
partes de los españoles se identifica tanto con la esfera estatal como con la autonómica. En la
comunicación pondremos especial énfasis en el análisis de los datos de los indicadores
sociológicos y políticos de la Comunidad Valenciana durante los últimos diez años, comentando
sus convergencias y divergencias con el conjunto español, así como sus peculiaridades.
IDENTIFICACIÓN TERRITORIAL Y ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS
1.- INTRODUCCIÓN
La diversidad étnica, cultural y regional del territorio español ha producido numerosos
movimientos políticos nacionalistas y regionalistas en la reciente historia española. No en vano,
la organización territorial del Estado ha sido una de los motivos de conflicto más característicos
de la historia política contemporánea de España (García Ferrando, M. y López-Aranguren, E.
1994: 115). En esta comunicación pretendemos examinar el sustrato socio-político que, desde
nuestro punto de vista, impulsa y legitima el proceso de descentralización y distribución
territorial del poder, encarnado en el denominado "Estado de las Autonomías". O dicho de otro
modo, analizamos los datos de opinión pública que muestran el encaje entre la multiplicidad
identitaria o etnoterritorial de las Comunidades Autónomas españolas y su ordenamiento
político-institucional (1).
2.- CONTEXTO HISTÓRICO
En el siglo XIX, el liberalismo español dejó pasar la oportunidad de integración territorial de las
diversidades regionales. En ese sentido se suele citar el fallido Sexenio revolucionario (18681874), la explosión cantonalista de la I República, la Restauración (1876) y la Dictadura de
Primo de Rivera (1923-1930). Estos dos últimos desarrollaron un programa de asimilación
nacional frente a reivindicaciones nacionalistas como la catalana y la vasca. Frente a esto, la II
República trató de encauzar el denominado“problema regional”, si bien el dilema centralismo/
descentralización acabó dividiendo a los propios republicanos en el escenario previo a la guerra
civil (1936-1939) (Moreno, 1996: XIII).
Pese a pretender precisamente lo contrario, uno de los más claros legados de la época franquista
fue el desprestigio de la unidad identitaria española: los intentos de regimentación provocaron
numerosas reivindicaciones territoriales. En noviembre de 1975, con la muerte del general
Franco, el príncipe Juan Carlos de Borbón, que había asumido interinamente los poderes, se
convirtió en monarca del estado español. La fórmula de juramento para la sucesión, impuesta
por el general Franco antes de morir, del principe sentenciaba al Estado Español a continuar
bajo el signo del autoritarismo (2). Pese a ello, dio un giro completo de rumbo e inició lo que
se ha dado en llamar "transición democrática" o "segunda restauración". Se iniciaba así una
nueva época de la historia española con el restablecimiento de la monarquía con un gobierno
presidido por Arias Navarro que daba paso, dentro de la continuidad del régimen anterior, a una
política de prudentes reformas.
En julio de 1976 se formó un nuevo gobierno presidido por Adolfo Suárez, que realizó la
transición del régimen anterior al nuevo sistema democrático por medio de una serie de
efectivas e importantes medidas encaminadas al establecimiento de la democracia (3).
En junio de 1977 se celebraron las primeras elecciones generales para elegir las nuevas Cortes
democráticas españolas, formadas por dos cámaras: el Congreso y el Senado. En estas
elecciones venció la Unión de Centro Democrático (UCD), seguida del PSOE, el PCE y AP.
Las Cortes resultantes se encargaron de elaborar la nueva Constitución española, que sería
aprobada por referéndum en diciembre de 1978 con la consiguiente institucionalización del
sistema democrático. Tras la promulgación de la Constitución, en 1979, se continuó en la tarea
de consolidación del sistema democrático, y en marzo se celebraron nuevas elecciones
generales, en las que se repitió la victoria de UCD, y en abril elecciones municipales,
estableciendo Ayuntamientos democráticos en todo el país.
3.- LA CONSTITUCIÓN DE 1978
La Constitución española ratificada en referéndum del 6 de diciembre de 1978 fue un punto
fundamental en la articulación del nuevo sistema político. A ella se llegó a través de un
conjunto de pactos y acuerdos donde intervinieron elementos inimaginables años antes (4).
Uno de los aspectos cruciales es que la Constitución emergía dentro de un marco jurídico en el
que, entre otros, se trataba de dar solución al conflicto histórico entre el centralismo y los
regionalismos y nacionalismos periféricos. La solución que aportaba la Constitución de 1978 al
histórico conflicto entre el centro y la periferia, se articulaba estableciendo una distinción entre
los conceptos de "nación", "nacionalidades" y "regiones"; lo que se denominó "Estado de las
Autonomías". Una vez hecha la distinción entre "nacionalidades" y "regiones" se les reconocía
el derecho a la autonomía. El reconocimiento y no la creación implicaba que las nacionalidades
y regiones eran preexistentes al texto constitucional, y que lo que se buscaba era cobertura
jurídica a un hecho incuestionable. Se acogía el principio de redistribución territorial del poder
y se generalizaba el sistema autonómico en todo el territorio español, a través de un modelo
semifederal (5).
A la hora de analizar la fórmula utilizada por el constituyente para la distribución territorial del
poder hay que tener en cuenta el punto de partida: un estado unitario, rígidamente centralizado,
dotado de unas administraciones político-administrativas y de un ordenamiento jurídico
uniforme; forma de estado, por otro lado, tradicional en el constitucionalismo español que tiene
sus raíces en el movimiento centralizador y uniformizador iniciado con Felipe V (Murrillo de la
Cueva, P. L., 1986:488 y passim).
El periodo franquista había recrudecido el tradicional centralismo llevándolo a sus niveles más
elevados, hasta el punto de que la lucha contra el llamado "separatismo" había sido uno de los
motivos que habían desencadenado la guerra. Así las cosas, los principales problemas que el
constituyente tuvo que abordar en relación con la reforma territorial del estado, fueron, según
Raúl Morodo (1984: 199 y passim), los siguientes: (i) Satisfacer las reivindicaciones de autogobierno de los nacionalismos periféricos. (ii) La descentralización del poder político, ya que la
mayoría de fuerzas políticas que habían luchado contra el franquismo habían identificado
democracia y descentralización. (iii) En tercer lugar, se manejaban razones de eficacia y
racionalización de la estructura del Estado para dotarlo de una mayor agilidad.
4.- EL ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS
En las Cortes Constituyentes predominaba la opción por la descentralización, pero, del mismo
modo, era general la voluntad de asegurar la unidad estatal asumida por propia convicción por la
mayoría de las fuerzas políticas presentes en las Cortes. De este modo se configuraba un modelo
de organización territorial, denominado "Estado de las Autonomías" (6), que se aproximaba a la
técnica de la descentralización del poder que es característica del federalismo que se ha llamado
funcional (7).
La ponencia constitucional abrió un camino rápido para la autonomía de Cataluña, País Vasco y
Galicia y creó un camino más lento para el resto de las regiones españolas. El ministro de las
Regiones, Clavero Arévalo, negoció el artículo 151 de la Constitución que permitía que
autonomías consideradas como no históricas se igualaran con las otras mediante un sistema de
doble referéndum, primero para acceder a la autonomía y luego para aprobar el estatuto
(Clavero, M., 1983). Con la elaboración y discusión de los estatutos de Cataluña y del País
Vasco, refrendados en ambas comunidades el 25 de octubre de 1979 culminaba la primera fase
del proceso. Tras celebrarse las correspondientes elecciones autonómicas, se constituyeron los
respectivos Parlamentos y Gobiernos autónomos en abril de 1980. El Estatuto andaluz llegaría
en 1981 y el cántabro, el asturiano y el valenciano en 1982 (8). Ahora bien, en los años
siguientes, la cuestión regional siguió cobrando protagonismo, tanto en la década de los ochenta
como en la de los noventa. Este es precisamente la circunstancia que concita el interés de los
próximos epígrafes de esta comunicación.
5.- AMBITOS DE IDENTIFICACIÓN TERRITORIAL
El título VIII de la Constitución de 1978 es la plasmación jurídica del derecho a la autonomía,
anteriormente denegado. Con él, la transición democrática (1976-1979) logró el encaje entre la
unidad y la diversidad, entre las culturas políticas regionales y su articulación institucional.
Lo cierto es que España, tras una temprana fase de construcción estatal asistió a un incipiente
proceso de formación nacional en el que fueron determinantes de su malintegración política su
decadencia como potencia internacional y las disparidades entre el centro y la periferia.
Este proceso de malintegración estatal ha dado y sigue dando lugar a desiguales lealtades de sus
ciudadanos con respecto a las instituciones centrales, al tiempo que ha permitido la pervivencia
de profundos ligámenes afectivos respecto a sus nacionalidades históricas (Moreno, L., 1997:
XVI). Esta circunstancia es la que produce las diferencias de identificación territorial entre las
diversas Comunidades Autónomas, si bien entre dos tercios y tres cuartas partes de los
españoles se autoadscriben en modo variable al ámbito español y autonómico sin contradicición
ni conflicto. La identificación territorial compartida permite, pues, la existencia de parlamentos
y gobiernos dobles y es la condición sociológica de la viabilidad y pervivencia del modelo
autónomico vigente. Sin perjuicio de lo dicho y únicamente con el ánimo de profundizar en la
naturaleza de esos ámbitos de identificación, cabe añadir que con ellos conviven otros ámbitos
tanto menores (pueblo o provincia) como superiores (Europa) como veremos seguidamente.
Los individuos en su necesidad de identificación social tienden a hacerlo con grupos sociales y
espacios geográficos concretos en los que el individuo ha desarrollado parte de su socialización
(Hernández, T., 1997: 367). Así las cosas la identificación territorial se gradúa de menor a
mayor dimensión: del pueblo al Estado, pasando por la Comunidad Autónoma.
En la tabla 1 apreciamos los altos niveles de identificación local de los españoles debidos, según
algunas investigaciones, a la poca movilidad geográfica de los españoles (9) y a la persistencia
de la mentalidad agraria. Así también se ha señalado (Garcia Ferrando et. al., 1994: 109) el
arraigo histórico del municipio y su importancia como unidad de población y administración
(Hernández, T., 1997: 369).
TABLA NUMERO 1
Espacio geográfico de identificación territorial para el total estatal
1991
1992
1993
1994
1995
45
41
43
43
45
47
8
9
8
9
10
9
COMUNIDAD AUTONOMA
15
18
15
16
13
15
ESPAÑA
23
24
24
23
23
21
EUROPA
2
2
2
2
2
2
EL MUNDO
5
5
6
6
6
6
NINGUNO
1
1
1
1
1
1
PUEBLO
PROVINCIA
1996
Fuente: CIRES: La realidad social en España: 1991 a 1996. BBV-BBK-Caja Madrid
Sería necesario realizar el mismo análisis de la tabla anterior eliminando las respuestas pueblo y
provincia, es decir, tratando de contraponer realidades políticas, jurídicas y sociales que
despierten un sentimiento de ciudadanía con derechos y deberes. Así pues, interesa, sobre todo,
comparar la polaridad entre el Estado y las Comunidades Autónomas. En la tabla 2 vemos que
la dualidad que supone identificarse con las Comunidades Autónomas y España, ha
evolucionado a favor de las primeras, en detrimento de España. Se ha producido una pérdida de
16 puntos por parte de España, un aumento de 4 puntos de las Comunidades y un importante
crecimiento de la identidad supranacional. Por otro lado, en una proyección realizada para los
próximos 10 años (Tezanos, J.F., 1996), se aprecia el aumento de la identificación supranacional
con Europa y el descenso del resto de identificaciones (10).
TABLA NUMERO 2
Identificación ciudadana territorial para el total estatal
1975
1995
2005
Comunidad Autónoma
37
41
35
España
55
39
29
Europa
3
3
12
El Mundo
8
15
11
Del Campo, S,: La cuestión regional española, Edicusa, 1975
Tezanos, J.F.: Encuesta de Tendencias Sociales, Sistema, 1996
A continuación analizaremos estos datos por Comunidades. Destaca el
indicador de
identificación con el pueblo como el más alto en 1996 en la Comunidad Valenciana, lo que
demuestra el elevado hiperlocalismo de los valencianos. Por otro lado, la identificación de los
valencianos con la propia comunidad es de la más bajas de España (sólo los castellanos-leoneses
se identifican menos con su comunidad autónoma).
TABLA NUMERO 3
Espacio geográfico de identificación territorial por Comunidades Autónomas
Com. Autónoma
Pueblo/ciudad
1991
1996
Andalucía
39
56
Canarias
51
Castilla León
51
Castilla La Mancha
Provincia
1991
1996
Comunidad
España
1991
1996
1991
1996
14
9
25
14
17
15
32
9
13
15
26
17
15
54
12
7
7
2
23
28
60
63
7
6
4
4
21
20
Cataluña
30
30
5
4
30
32
22
22
Galicia
44
44
5
6
25
24
16
18
Madrid
19
26
4
10
8
11
55
40
Pais Vasco
38
49
7
5
26
25
22
11
C. Valenciana
51
64
11
15
11
3
21
13
Total
41
47
9
9
18
15
24
21
CIRES: La realidad social en España: 1991 y 1996. BBV-BBK-Caja Madrid
6.- IDENTIDAD COLECTIVA
La identidad colectiva constituye una excelente herramienta para la medición de la expresión de
las actitudes de identificación colectiva. Evalúa un nacionalismo periférico que muestra fuertes
aspiraciones de autonomía y que no siempre es excluyente del nacionalismo estatal. Es un
sentimiento, que varía con el tiempo y según Comunidades Autónomas, y representa la
distribución del sentimiento de identificación estatal y autonómica.
Los resultados de la tabla 4, muestran los datos del total español para un reciente periodo de
tiempo. Podemos ver que para el total español en el periodo 1990-1996, el porcentaje de
ciudadanos españoles que se identifica tanto con su identidad regional como con la identidad
española es superior a los dos tercios, siendo únicamente un tercio el porcentaje de los que
mantienen una identidad única. De estos últimos aún podemos inferir que sólo una quinta parte
de todos los españoles se identifica sólo como español, mientras que cerca de una décima parte
lo hace exclusivamente con su comunidad autónoma.
TABLA NUMERO 4
Evolución de identidad colectiva de los españoles
Total España
1990
1991
1992
1993
1994
Sólo *
8,7
11,0
9,3
7,7
8,0
Más * que español
16,3
15,0
14,9
15,5
14,2
Tan * como español
39,3
42,6
47,6
49,3
47,3
Más español que *
12,2
8,2
7,2
8,1
8,3
Sólo español
21,0
21,7
20,0
18,3
21,2
No sabe
2,5
1,4
1,0
0,9
1,0
* Andaluz, catalán, gallego, valenciano, vasco, etcétera.
1995
7,6
13,7
47,6
8,7
21,3
1,1
1996
8
14
47
8
21
2
CIRES: La realidad social en España: De 1990 hasta 1996. BBV-BBK-Caja Madrid
Dichos porcentajes hablan por sí mismos de la importancia que posee esta dimensión en la
estructuración socio-política de la sociedad española, mucho mayor que en otros países de
nuestro entorno europeo. En este sentido, en el Estado español los elementos de identidad
colectiva son responsables en mayor medida de la cohesión y dispersión social en contraste con
otros países de la Comunidad Europea. Las diferencias entre Comunidades Autónomas son
importantes y significativas. Sólo en el País Vasco predomina el nacionalismo sobre los otros
dos sentimientos, mientras que en Castilla León, Castilla-La Mancha y Madrid predomina el
españolismo. En el resto de comunidades predomina la proporción de quienes se consideran tan
nacionalistas como españoles, con cierto predominio del nacionalismo sobre el españolismo en
Andalucia, Galicia y Canarias
La tabla número 5 que exponemos a continuación, muestra estos datos de identidad nacional
subjetiva desagregados para cada una de las Comunidades Autónomas que hemos comentado
TABLA NUMERO 5
Identidad colectiva en las Comunidades Autónomas
Comunidad
Autónoma
Sólo *
Andalucía
Canarias
Castilla León
Castilla La Mancha
Cataluña
Galicia
Madrid
País Vasco
C. Valenciana
Total
4
16
1
2
11
12
1
41
2
8
Más *
que español
23
22
5
5
20
25
5
17
3
14
Tan * como Más español
español
que *
61
48
39
45
40
46
35
22
55
47
6
5
12
9
15
10
6
6
8
8
* Andaluz, catalán, gallego, valenciano, vasco, etcétera.
CIRES: La realidad social en España: 1996. BBV-BBK-Caja Madrid
Sólo
español
5
7
39
37
12
6
48
8
30
21
Los resultados de la tabla 5 muestran valores que no se corresponde con lo que cabría esperar
por la mayor intensidad del nacionalismo en las nacionalidades históricas. Sin duda, estos
resultados guardan relación con el propio carácter multidimensional de la identidad colectiva,
que en su sentido más amplio alberga otro tipo de percepciones, como la insatisfacción con el
gobierno autonómico y la percepción de agravio socioeconómico entre otras.
La tabla número 6, recoge la evolución de la identidad colectiva de 4 comunidades autónomas,
las denominadas "históricas y afines" (Sole Tura, J. 1985). El caso del País Vasco es el de la
Comunidad con mayores niveles de identidad autonómica, pasando, en el transcurso de los diez
años examinados del 48% al 58%, por encima siempre de la identidad española que permanece
en el 14%. En Cataluña la identidad autónomica se sitúa en torno a un tercio de la población de
modo estable, mientras que la española aumenta, y pasa del 19% al 27%. En Andalucia algo
más del 60% mantiene a lo largo del tiempo una doble identificación, mientras que en Galicia se
sitúa en torno al 50% aunque con una tendencia a la baja.
TABLA NUMERO 6
Evolución de la identidad colectiva en las Comunidades Autónomas
C. Autónoma
Andalucía
1986
Sólo *
1996
Cataluña
1986
1996
Galicia
País Vasco
1986
1996
1986
1996
2
4
11
11
6
12
28
41
Más * que español
18
23
19
20
27
25
20
17
Tan * como español
63
61
48
40
52
46
36
22
Más español que *
7
6
8
15
7
10
4
6
Sólo español
7
5
11
12
5
6
10
8
CIRES: La realidad social en España: 1986, 1991, 1994 y 1996. BBV-BBK-Caja Madrid
Seguidamente nos ocupamos del caso de la Comunidad Valenciana. Del análisis detallado de una amplia serie de datos recogidos para el indicador
de identidad colectiva en la década de los ochenta y noventa, destacan varias circunstancias.
En primer lugar, en torno al 50% de la población (este porcentaje fluctúa dentro de los límites del error muestral) mantiene una identidad dual
perfecta, es decir, se identifica del mismo modo como español que como valenciano. Ahora bien, si nos referimos al concepto más amplio de
identidad dual (los que se identifican en mayor o menor medida con cada ámbito, pero, en cualquier caso, con los dos) los porcentajes se sitúan
entre los dos tercios y los tres cuartos de población en que también se mueve el conjunto de la población española. La única excepción a la
tendencia señalada se produciría de 1990 a 1992, periodo en el que se produce un importantísimo incremento de la identificación española por
circunstancias ya analizadas en otras investigaciones (Llopis, R., 1996)
TABLA NUMERO 7
Evolución de la identidad colectiva en Comunidad Valenciana
1984-a 1984-b 1985-a 1985-b 1988 1990-a 1990-b 1990/1 1991-a 1991-b 1991/2 1992-a 1992-b 1992/3 1993-a 1993-b 1994
Sólo Valenciano
Más Valenciano
que español
Tan Valenciano
como español
Más español
que Valenciano
Sólo español
Ns/nc
1995
1996
1
1
1
1
2
2,7
2,6
2
2
1,5
3
1,9
2,6
2
2,3
2,1
3,4
2,9
2
10
10
9
9
9
14
11
8
7,6
5,4
10
10
11
11
9,3
9,5
5,9
4,1
3
53
51
53
54
43
38
39
34
31
28
35
40
40
46
54
50
52
56
55
15
15
18
18
12
14
15
13
12
12
11
11
12
12
8,7
9,7
9,8
11
8
21
20
17
18
29
30
30
41
47
52
39
36
34
26
25
28
28
26
30
3
2
5
2,3
2,3
1,1
1,2
0,5
0,3
1,2
0,6
0,6
1,4
2
1984-a y 1985-b Torcuato Pérez de Guzmán: "Cultura Política" En García Ferrando, M. (coord.): La sociedad valenciana de los 90. IVEI, 1992. 1984-b, 1985-a y
1988: CIS. 1990-a, 1991-b, 1992-b y 1993-a: Luis Moreno: La federalización de España. Siglo XXI, 1997. 1990-b, 1990/1, 1991-a, 1991/2, 1992-b, 1992/3,
1993-b, 1994, 1995 y 1996: CIRES
7.- SENTIDO DE LA CIUDADANÍA
Finalmente presentamos el último indicador sociológico, obtenido a partir de los datos proporcionados
por la pregunta ¿Qué ciudadanía le gustaría declarar en su pasaporte?
La tabla 8 muestra los datos desagregados por Comunidades. Resulta ilustrativo el hecho de que la
Comunidad Valenciana sea la que obtiene el mayor porcentaje de individuos que declaran preferir la
ciudadanía española en su pasaporte (83%).
Por otra parte y en relación con lo anterior, los
valencianos son, con la excepción de los madrileños, los que en menor porcentaje preferirían llevar en
su pasaporte la ciudadanía de su comunidad autónoma (8%).
TABLA NUMERO 8
Evolución del sentido de ciudadanía por Comunidades Autónomas
C. Autónomas
Comunidad
España
Europa
Otro
Ns/nc
Andalucía
32
61
4
2
1
Canarias
33
48
6
9
3
Castilla León
10
78
7
1
3
Castilla La Mancha
16
74
6
2
3
Cataluña
41
45
7
5
1
Galicia
47
41
7
5
Madrid
6
80
8
4
2
País Vasco
56
29
6
4
6
C. Valenciana
8
83
4
4
2
Total
27
61
6
4
2
CIRES: La realidad social en España: 1996. BBV-BBK-Caja Madrid
La tendencia detectada se muestra estable durante los noventa, confirmándose pues, la escasa
orientación autonomista de los valencianos, así como su mayor orientación españolista.
institucional. Hemos profundizado en el caso valenciano, mostrando su menor orientación autonómica
en detrimento de las identificaciones española y local.
BIBLIOGRAFIA
Clavero, M. (1983): España, desde el centralismo a las autonomías, Barcelona, Planeta.
García Ferrando, M., López-Aranguren, E. y Beltrán, M.(1994): La conciencia regional y nacional en
la España de las Autonomías, Madrid, CIS.
Hernández, T, (1997): "Identificaciones ciudadanas territoriales", en Tezanos, J. F., Montero, J. M. y
Diaz, J. A. (eds.): Tendencias de futuro en la sociedad española. Madrid. Sistema
Llopis, R. (1996): Cultura política e identidad en la sociedad valenciana. Tesis doctoral inédita,
Universidad de Valencia.
Moreno, L. (1997): La federalización de España, Madrid, Siglo XXI.
Morodo, R. (1984): La transición política española. Madrid, Tecnos.
Murillo de la Cueva, P.L. (1986) "El Estado de las Autonomías", en Hernández, F. y Mercadé, F.:
Estructuras y cuestión nacional en España, Barcelona. Ariel.
Sole Tura, J. (1985): Nacionalidades y nacionalismos en España. Autonomías, federalismo,
autodeterminación. Madrid, Alianza Editorial.
Tezanos, J. F., Montero, J. M. y Diaz, J. A. (eds.) (1996): Tendencias de futuro en la sociedad
española. Madrid. Sistema
NOTAS
(1) Esta temática la hemos desarrollando en: Ariño, A. y Llopis, R. (1993): "La C. Valenciana. Un problema de identidad".
Simposium Internacional: Identidades Colectivas en el Mundo Contemporáneo. Bilbao; Llopis, R.(1995): El valencianismo a
la luz de su sistema de grupos de referencia. Universidad de Valencia; Ariño, A. y Llopis, R. (1995): "La identidad colectiva
en la C. Valenciana". V Congreso Español de Sociología. Granada; Llopis, R. (1996): Cultura política e identidad en la
sociedad valenciana. Tesis doctoral inédita. Universidad de Valencia; Pérez de Guzmán, T., y Llopis, R. (1997): "Dialecto e
identidad colectiva: los casos valenciano y andaluz". Revista de Antropología Social, nº 6. 1997.
(2) La fórmula de juramento fue "Juro por Dios, y sobre los Santos Evangelios, cumplir y hacer cumplir las Leyes
Fundamentales del Reino, y guardar lealtad a los principios que informan el Movimiento Nacional".
(3) En concreto, la Ley de Reforma Política en diciembre de 1976, amnistía para los presos políticos, regreso de exiliados y
legalización de los partidos políticos y sindicatos obreros.
(4) Como ha indicado Sole Tura (1985) la transición a la democracia sólo era posible si se daban conjuntamente tres
elementos: un factor de estabilidad personal e institucional, una capacidad de negociación entre las distintas fuerzas en
presencia y la capacidad de integrar a todas las significativas en un mismo proceso de discusión y consenso, y en tercer lugar,
una movilización activa de grandes sectores sociales en favor de los mismos objetivos.
(5) Autores como Luis Moreno (1997: 141 y passim) consideran el modelo autonómico como cuasi-federal o federalizante. La
naturaleza de contrato abierto del título VIII constitucional, relativo a la organización territorial del Estado, permite varias
construcciones teóricas en torno a la descentralización; sin embargo todas ellas asumen el derecho a la autonomía de
nacionalidades y regiones, así como la composición plural del Estado de las Autonomías.
(6) La Jurisprudencia del Tribunal Constitucional adoptó esa expresión a partir de la sentencia 64/1982 de 4 de noviembre.
(7) Antonio La Pergola (1984: 191 y passim) considera el federalismo funcional, como una descentralización de funciones. A
diferencia del federalismo clásico, sólo trasfiere el ejercicio de la función legislativa y administrativa (no la judicial).
(8)En julio de 1982 se publicaba en el Boletín Oficial del Estado la ley orgánica 5/1982 que incluía el texto completo del
Estatuto de Autonomía valenciana, aprobado en Benicassim. El Decreto de Nueva Planta quedaba anulado, habida cuenta de
que las leyes del estatuto de Autonomía derogaban a aquellas que se le opusieran.
(9) Según datos ofrecidos por CIRES (1992), este hecho se relaciona con la escasa movilidad geográfica de los españoles.
(10) Los ciudadanos piensan en la Europa de la moneda única, la apertura de fronteras y la libre movilidad de ciudadanos.
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