Conferencia 33-CI-B Desde la clínica: descriptor de rasgos psicopáticos. Autor: z Hugo Marietán Psiquiatra. Docente de la Universidad de Buenos Aires. Hospital José T. Borda. Asociación Argentina de Psiquiatras. Director de la Revista Alcmeón. URL: http://www.marietan.com.ar/ E-mail: [email protected] Introducción: Este artículo y los que los dos siguientes, del Dr. Mata y del Profesor Mazzuca, abordan distintos enfoques teóricos del tema Personalidades psicopáticas. Son resúmenes de lo expuesto en el Simposio Regional de la WPA, organizado por la Asociación Argentina de Psiquiatras (AAP), en octubre de 1999. El concepto personalidades psicopáticas es un tema abierto que aún no ha sido suficientemente trabajado, y, en consecuencia, decimos que si la incógnita persiste están abiertas todas las hipótesis. Por eso la amplitud teórica de esta mesa. Cada uno va a hablar desde el marco conceptual en que se maneja habitualmente. Por mi parte lo desarrollaré desde la clínica, haciendo mención al descriptor de rasgos psicopáticos en el que he reagrupado los rasgos en función de tres categorías: satisfacción de necesidades distintas, cosificación de las otras personas y acto psicopático grave. Estos temas los he presentado en un número anterior de la revista Alcmeon (número 27, noviembre de 1998) al que remito como complemento de lo expuesto aquí (puede ser consultado por Internet en http://www.alcmeon.com.ar/ o http://www.marietan.com.ar/). He agregado algunos conceptos sobre el complementario del psicópata, que no han sido expuesto en el Simposio. El concepto de normalidad Vamos a tomar directamente el concepto de Schneider de normalidad basado en el criterio estadístico. Según este autor, el parámetro más fidedigno para evaluar los patrones conductuales de una población está, no en un patrón ideal, que sería un criterio normativo, sino en un criterio estadístico, es decir, como es el patrón conductual que predomina en una comunidad. Existen individuos que responden al patrón general, que constituyen la parte masiva, y luego existen personalidades que tienen tipos de conductas distintas y son considerados, sólo en este sentido, anormales. Figura 2 Schneider rechaza, cuando conceptualiza las personalidades psicopáticas, el tema de la enfermedad. Según él, estas personas no son enfermas, sino que son anormales en el sentido estadístico del término. Son aquellas que se destacan, por su forma conductual, del resto de las personas. Nosotros vamos a enfocarlo desde ese punto de vista. En los extremos de la curva estadística de Gauss, decía Schneider, pueden ubicarse personas que conductualmente son distintas del grueso de la población. Están los que son socialmente aceptados y se destacan por algunas características (genios, artistas, etcétera) y no son desde el punto de vista social "negativos". Y otros que sí lo son, aquellos marginados o los llamados asociales. Para dar mayor precisión al concepto de psicopatía y no considerar a todos los anormales como psicópatas, él tiene aquella famosa frase que delimita: 'son aquellos anormales que sufren o hacen sufrir por su anomalía'. La psicopatía no es algo que se adquiere en el sentido de un trastorno que aparece en una etapa del desarrollo de la persona, sino que es algo que está desde siempre, es una manera distinta de ser en el mundo. Por ejemplo, el psicópata depresivo es aquella persona melancoloide, que tiene un rango de humor debajo del rango de humor normal y que comparte con los melancólicos algunos rasgos pero más suavizados (la falta del sentido del placer, el sentido de proyección pesimista del futuro, cierto rasgo de falta de alegría, etcétera). Figura 3 Poder diferenciar lo que es una psicopatía de tipo depresiva de una fase depresiva, o sea, de la enfermedad depresiva, es importante por el siguiente motivo: el psicópata es una manera de ser, es siempre así, en cambio una persona que tiene una fase depresiva, pasada la fase (seis u ocho meses después) vuelve al rango de humor normal. El psicópata también puede tener una fase depresiva. En la fase tiene todas las características semiológicas de un cuadro depresivo común. Es importante poder diferenciar un psicópata depresivo de una persona no psicópata con un episodio depresivo por lo siguiente: el terapeuta tiende a llevar al depresivo al rango de humor normal. Figura 4 En la psicopatía, nos llega el paciente en la fase depresiva, no conocemos la historia previa ni tenemos referencia de sus rasgos psicopáticos. Para nosotros es un depresivo más y nuestro intento va a ser siempre, como parámetro de curación, llevarlo al rango de humor normal, cosa que nunca va a ocurrir, porque para el psicópata depresivo su rango de normalidad sigue siendo melancoloide, es decir, al salir de la fase vuelve a su sistema anterior de rango de humor, o sea, sigue siendo melancoloide. Ese es uno de los elementos de utilidad en el concepto de psicopatía. Figura 5 Descriptor de psicopatía A los rasgos psicopáticos los reunimos en tres grupos, A) Los derivados de satisfacer necesidades distintas al común, B) Los derivados de la cosificación de las personas y C) los actos psicopáticos graves. Los rasgos del grupo A y B deben ser investigados a través de la biografía y evaluados. Hay presunción de psicopatía si presentan rasgos correspondientes a los subgrupo A1, A2, A3, A4 y al grupo B. Lógicamente, la presencia de un hecho del punto C señala al psicópata por sí solo. Concepto: La personalidad psicopática se da en individuos que deben satisfacer necesidades especiales y para ello hacen un uso particular de su libertad, valiéndose de códigos propios y utilizando a las otras personas como cosas. A. Satisfacción de necesidades distintas 1. Uso particular de la libertad Intolerancia a los impedimentos a) Sorteo de las normas b) Falta de remordimientos y culpa 2. Creación de códigos propios c) Intolerancia a las frustraciones reacciones de descompensación d) Defensa aloplástica a) Ritos A 3. Repetición de través patrones conductuales de b) Automatismos Ejemplos c) Impulsos d) Sello psicopático a) Asunción de conductas riesgosas b) Tendencia al aburrimiento 4. Necesidad de estímulos intensos c) Escasos proyectos a largo plazo d) Uso de drogas e) Búsqueda de emociones intensas f) Satisfacción sexual perversa B. Cosificación de otras personas 1. Egocentrismo Sobrevaloración 2. Falta dempatía 3. Manipulación a) Seducción (captación de las necesidades del otro b) Mentiras A través de 4. Coerción Ejemplos c) Actuación 5. Parasitismo 6. Relaciones utilitarias 7. Insensibilidad a) Crueldad b) Tolerancia a situaciones de tensión C. Acto psicopático grave a) Homicidio brutal 1. Tormenta psicopática b) Masacre Ej. c) Violaciones en serie d) Otros actos asociales graves 2. Perversiones sexuales Necesidades distintas Vamos a tipificar a los psicópatas como individuos que, por razones que desconocemos, tienen necesidades especiales, distintas, que lo motivan a conductas distintas para satisfacer esas necesidades. Tienen un uso particular de la libertad, tienen códigos propios y utilizan a las otras personas como cosas. Vemos que los psicópatas se manejan, en ciertas circunstancias, de una manera conductualmente distinta al grueso de la población y da la impresión de que los impedimentos normativos, que son comunes al resto y que son inhibitorios, para estas personas son simples obstáculos a sortear. La psiquiatría clásica dice que el psicópata conoce las reglas sociales y a pesar de ello las transgrede. Aquí lo que ocurre, desde mi punto de vista, es que el psicópata se maneja por sus propios códigos, su ley interior. Esto de manejarse por sus propias creencias y cierto desprecio por la normativa general va a hacer que el concepto de deber, en el sentido comunitario del término, sea distinto al de una persona común. Estos códigos propios van a hacer que él tenga una conducta hacia la comunidad y tenga un conducta hacia sí mismo. El psicópata se siente responsable y culpable en tanto y en cuanto respete o no sus propios códigos y no tiene en mayor cuenta los códigos de la comunidad. Muchas veces observamos que los psicópatas parecen buscar los riesgos o someterse a situaciones de riesgo muy importantes que la gente común no asumiría. Todo este grupo de rasgos tienen como patrón común la satisfacción de necesidades distintas a las ordinarias. Cosificación Hay otro rasgo que llama la atención y es muy clarificador para entender la conducta del psicópata, que es la cosificación de las personas. ¿Qué es cosificar a una persona? Es quitarle el rango de igual, es quitarle a la persona la valoración de persona en sí. Si se tiene frente a sí a otra persona, se practica lo que se llama la empatía, es decir, colocarse en el lugar del otro y ejercer lo que se llama comprensión, es decir, si se está en lugar de esa persona se puede obrar y sentir cosas semejantes. Ahora, si se le quita esa cualidad de persona a la otra, se la convierte en una cosa, una cosa es manejable, es manipulable, se puede hacer con ella lo que se quiera. No se puede matar a una persona, para matar uno debe cosificar al otro, es decir, hacer el paso psicológico de descalificarlo como persona y ubicarlo como cosa y ahí sí, se lo puede destruir. Y de esa forma también, como cosa, se lo puede manipular a satisfacción, es una herramienta que se puede utilizar para el propio beneficio. Seducción La seducción, que es inducir a través de la captación de las necesidades del otro, es muy particular y llamativo en el concepto de estas personalidades. Tienen facilidad o habilidad para captar las necesidades del otro, y ahí accionar. Este tipo de captación pertenece a patrones irracionales. Muchas veces, en el consultorio, los complementarios, es decir, aquellas personas que conviven con psicópatas, dicen "al final, no sé por qué, terminé haciendo una cosa que yo no quería hacer". La mentira La mentira es otro elemento. El psicópata es mentiroso, utiliza la mentira como una herramienta más. Y la podemos tipificar como mentira psicopática, porque es una forma de mentir especial, relajada, convincente, totalmente adaptada a la circunstancia y con la única finalidad de conseguir un objetivo. Él puede mentir a través de lo verbal y a través de lo corporal, es decir, puede actuar. Puede hacer toda una escenificación y mantenerla el tiempo que sea necesario hasta conseguir su objetivo. La manipulación se ejerce desde el punto de vista del psicópata sobre un objeto y desde el punto de vista del complementario desde otra persona. En la manipulación hay siempre un cierto acuerdo entre el manipulado y el manipulador. Hay en el manipulado algún tipo de ganancia en la acción que se va a realizar, aporta un pequeño sí a la acción, como es en los casos de estafa. Es completamente distinto de la coerción. En la coerción existe la presión y la falta de opción de la otra persona. Acto psicopático grave Cuando estamos frente a un acto psicopático grave el hecho es tan brutal y tan tremendo que ya no es necesario ningún tipo de sutileza para tipificar al psicópata. Los últimos hechos de violencia asociales que hemos vivido nos eximen de hablar de estos hechos. El complementario y su psicópata Este tema no fue desarrollado en la mesa del Simposio, y continúa algunos conceptos esbozados en el artículo anterior: "¿No será este uso particular de la libertad lo que hace seductor al psicópata cuando apela a las libertades reprimidas del otro? Tal vez el psicópata busque detrás de las máscaras, de la imagen, de la 'persona', al 'animalito' deseoso y encerrado que todos llevamos dentro y lo anime a participar en un juego ambivalente de satisfacciones y angustias" (Alcmeon 27). Estas reflexiones son fruto de la experiencia de las consultas de personas que conviven, generalmente parejas, con psicópatas no asociales, es decir, no el sociópata, sino lo que podríamos denominar 'el psicópata cotidiano', aquel que tienen sus 'particularidades' en sus relaciones laborales o sociales, pero sin demasiadas estridencias, y manifiesta sus rasgos más negativos en la relación íntima. Las parejas complementarias son golpeadas, estafadas, frustradas, violentadas física o psíquicamente, y sin embargo continúan con el vínculo. Ningún sistema persiste si no cubre una necesidad. La pregunta es: ¿qué obtienen los complementarios del psicópata? El complementario nos trae algo engañoso: la factura, el efecto secundario del goce. El goce que proporciona el psicópata es secreto, aún para la lógica del complementario. Así que mal nos puede transmitir a nosotros, terapeutas, lo que no puede decodificar lógicamente, es decir, al hablar, al armar el discurso. Así es que nos anoticiamos de una parte de la cosa. La otra, la inefable, se da en el circuito íntimo del psicópata-complementario (P-C) y pienso que se refiere a satisfacer necesidades. El psicópata cumple la función de dar algo al complementario, algo que el complementario necesita y que 'vale el precio que paga por obtenerlo', valen las humillaciones, las descalificaciones, los golpes, el sufrir. El complementario paga el precio y vuelve por más, pero no más sufrimiento (que es secundario), sino por más goce. ¿En qué consiste el goce que da el psicópata? Me es totalmente desconocido para transmitirlo aquí. Y el complementario lo siente, pero tampoco lo puede transmitir. Pertenece a lo irracional, a nuestra animalidad. Así que el animalito nos muestra el chichón, pero no el goce, el goce que hace que el complementario (C) vuelva a encontrarse con el psicópata (P) sabiendo que termina con un chichón. Los complementarios suelen decir: "Con él estoy mal, sin él, peor". Entre mal y peor está el goce, la parte que da P a C. Algunos sobredimensionan las palabras, lo que P les dice. Sin embargo, pienso que no es importante. Lo importante es el contacto, es la relación P-C. Lo que despierta P en C. Esto se puede lograr con cualquier medio, la palabra, la mirada, un gesto o un hecho que implique que P está en relación con C. Hay un click que se acciona de distintas maneras entre P y C. El psicópata impele a la acción. Y C hace. P no es, tampoco, un estratega, un diseñador de conductas de C, tampoco él es consciente de lo que da. Puede, con la experiencia, conocer algo de lo que debe hacer para que C haga. Decía un colega que la mejor definición que había escuchado sobre un psicópata era que el psicópata es el auténtico 'hijo de puta'. Esa conclusión sacan los que se quedaron con la parte negativa del circuito P-C, con los efectos secundarios. El psicópata (no tratamos aquí el caso del sociópata) no es un 'hijo de puta' en sí (pueden tener, como cualquiera, actos que lo hagan merecedor de ese calificativo), es un dador, un suplidor de necesidades muy profundas de C. C lo necesita a P, lo goza y después lo putea. Y C a los demás les comenta lo último. De ahí la errónea conclusión. En la pareja el psicópata da la seguridad de la inseguridad. Cuando uno busca algo y alcanza algo se satisface. Y pasa a buscar otra cosa. Como a P nunca se lo tiene, se gasta energía tratando de conseguirlo, de poseerlo. Por eso, aunque sufra, C va por más. Es casi imposible separarse de un psicópata. La esposa de un psicópata dice "preferiría que estuviera muerto, y así empezar con otra cosa; mientras esté vivo es un desafío poder conquistarlo". C espera tenerlo para después sacárselo de encima, pero como nunca lo tiene siempre queda insatisfecho. C quiere tener una relación con el psicópata en la que P considere a C una persona, pero éste la considera una cosa. C no es feliz, porque nunca alcanza la satisfacción que está buscando. C se quiere separar de P, pero no lo puede lograr. P la considera un objeto de su necesidad y a su disposición. Ser el objeto preferido de P tampoco alcanza, C quiere ser más que un objeto; la autoestima de C se va debilitando. Llega un momento en que C se siente una porquería descartable y se ubica en la categoría que tiene en la relación P-C objeto. El placer de C está en ese reto, en modificar esa rotación, el placer está en la búsqueda de P, en el camino, no en el fin. Es la lucha interminable por tener al otro, la imposibilidad como placer, la ilusión de revertir la imposibilidad, el desafío de conseguir el deseo. C busca del otro el poseer su ser, su esencia completa. C se siente completamente entregado al psicópata y quiere que P se entregue totalmente, lo que es imposible. Con el psicópata siempre está el imprevisto. Con una pareja normal, C sabe que sólo puede esperar años de lo mismo y las vicisitudes están en las circunstancias exteriores, pero no en la pareja. Una pareja normal es previsible. Con P están los goces intensos y las angustias intensas. Si P se va, le saca el sentido a la vida de C, que es conseguir a P. La lucha de C es mantenerlo siempre consigo, ya que está el peligro latente de que P se vaya. Estas personas complementarias se acostumbran a estas angustias - goce y no pueden relacionarse con "normales" que les resultan insulsos, aburridos, por eso cuando un C deja a P es porque posiblemente esté en manos de otro P. Me han preguntado en muchas oportunidades si los complementarios no son a su vez psicópatas. Tiendo a dar una respuesta negativa a esta pregunta. En las oportunidades que tuve de observar la formación de pareja entre psicópatas terminaron rápida y explosivamente. Dos narcisistas no son buena junta, necesitan ser mirados, atendidos, y para ello, uno de los dos tiene que sacar sus ojos de su precioso ombligo, y ninguno lo hace. Los psicópatas tienden a asociarse persiguiendo un fin común. Por eso creo que el neurótico tiene más chance de ser complementario del psicópata que otro psicópata. Otra pregunta frecuente es si el complementario está "enamorado" del psicópata. Creo que C tiene anclajes fuertes con P, incompresibles para nosotros, pero no creo que sea amor. En el amor está la ternura y la dulce angustia, emociones que no he visto en C. Después del Congreso le pregunté al profesor Mazzuca, quien sustenta desde el psicoanálisis que el psicópata es el instrumento del goce del Otro, en qué consistía el goce del psicópata. Contestó que "es justamente el goce de servir de instrumento, es decir, paradójicamente más bien un goce masoquista. Eso afirma Lacan la de los perversos. La extensión a los psicópatas es una propuesta mía. En el caso del perverso la cuestión se resuelve aplicando la distinción lacaniana entre el otro y el Otro. Es muy interesante, por ejemplo, el caso del sádico: busca angustiar a su pareja (otro con minúscula, semejante) para goce del Otro. Su propio goce es servir de instrumento del goce del Otro. Así se ve que aun en el sádico el goce de fondo es masoquista. De este modo en esa etapa de la enseñanza de Lacan el paradigma de la perversión pasa a ser el masoquismo". La pregunta, como todo este tema, queda abierta. Nota al pie: 1 Conferencia presentada en el Simposio Regional de la WPA organizada por la AAP el 22 de octubre de 1999. Mesa Redonda: "Personalidades psicopáticas: tres enfoques" Como citar este trabajo: Hugo Marietán. Desde la clínica: descriptor de rasgos psicopáticos. I Congreso Virtual de Psiquiatría 1 de Febrero 15 de Marzo 2000 [citado: *]; Conferencia 33-CI-B: [17 pantallas]. Disponible en: http://www.psiquiatria.com/congreso/mesas/mesa33/conferencias/33_ci_b.htm * La fecha de la cita [citado...] será la del día que se haya visualizado este artículo.