3.1. Diligencia del organizador del festejo

Anuncio
Antonio José Quesada Sánchez
3. Reflexiones jurídico-civiles sobre las
cuestiones de interés
Una vez repasadas las más interesantes Sentencias de nuestros tribunales
es el momento de hacer balance de aquellas cuestiones más relevantes que
hayan podido tratarse para establecer unos criterios generales, criticando
cuando resulte necesario la doctrina seguida por nuestros tribunales.
Así, parece oportuno detenerse especialmente en las siguientes cuestiones: en primer lugar, en la diligencia que debe mantener en todo
momento el organizador de la fiesta en cuestión; en segundo lugar, en
el riesgo que asumen los intervinientes en el festejo; en tercer lugar,
en la posible concurrencia de culpas y sus efectos y, por último, en la
posible aplicación o no del artículo 1905 CC a estos casos.
3.1. Diligencia del organizador del festejo
La primera de las cuestiones que es oportuno destacar es la necesidad de
diligencia que debe mantener en todo momento el organizador del festejo.
Diligencia que debe pasar fundamentalmente por establecer las protecciones oportunas para el adecuado desarrollo del festejo (tanto en el animal,
en su caso, como en el escenario donde se desarrolla), así como la vigilancia necesaria para el correcto desarrollo del mismo, la intervención de los
197
197-220.indd 1
14/04/2009 13:07:09
Responsabilidad civil y festejos taurinos
profesionales necesarios, la impartición de las instrucciones oportunas de
cara a que los intervinientes actúen prudentemente durante el evento89. y la
garantía de los servicios sanitarios que atiendan a los posibles dañados que
puedan ocasionarse durante el desarrollo del mismo90.. No sólo es necesario, por tanto, cumplir con los requisitos administrativos, como veremos.
La negligencia del organizador generará responsabilidad por su parte, y
si dicho organizador es una Administración Pública, la responsabilidad se
exigirá conforme al sistema previsto en la Ley 30/1992, con todo lo que
ello implica desde el punto de vista procedimental y de fondo.
De entrada debe destacarse algo ya apuntado: el cumplimiento de los requisitos administrativos exigidos por la legislación oportuna no prejuzga
necesariamente la falta de negligencia por parte del organizador. Dicho
seguimiento de la normativa administrativa simplemente evita el incumplimiento administrativo. Es lo que, acertadamente, apuntaba la STS 304-1984 cuando indicaba que “…no es justo que la comunidad, o los individuos
que la integran, soporten los riesgos específicos no controlables, siendo indiferente
que el causante del daño, por acto propio o de aquellas personas de quienes
debe responder, esté o no autorizado por acto de la Administración, en
este caso por el Gobernador civil de la provincia”. Es acertado que ambos
planos no se solapen: el cumplimiento de los requisitos administrativos sólo
implica la falta de responsabilidad administrativa que se derivaría de su in-
89. Por ejemplo, los profesionales que participan en un encierro para velar por el correcto desarrollo
del mismo deben dirigirse a las personas que no estén actuando adecuadamente para lograr que
actúen con corrección y eviten así posibles daños. Por ejemplo, durante un encierro es peligroso
correr junto a un toro e irle golpeando lateralmente; también lo es encarar a un toro que se queda
descolgado de la manada, por el peligro de cornada existente, así como existe un modo correcto
de encarar la entrada en los chiqueros de la plaza, desde la calle. Los profesionales conocen todo
esto y no pueden desatender estas cuestiones durante el desarrollo de la fiesta. Así, si por ejemplo
piden a un corredor que deje de provocar al toro y éste, tras ser instado a abandonar la fiesta
sin éxito, insistentemente continúa con su labor y finalmente es corneado, parece que no deben
ser responsables del daño sufrido por el participante contumaz. Como sucede en todo caso, es
necesario valorar todos los datos de interés para apreciar la diligencia o negligencia.
90. Sobre la importancia de esta asistencia, vid. VERA FERNÁNDEZ-SANZ, A.: “Festejos taurinos, asistencia médico-quirúrgica y prácticas restrictivas de la competencia (Resolución del Tribunal de Defensa de la Competencia de 11 de julio de 1994)”, REDA, núm. 85, enero/marzo 1995, pp. 133-136.
198
197-220.indd 2
14/04/2009 13:07:09
Antonio José Quesada Sánchez
cumplimiento, sin perjuicio de que pueda existir negligencia pese a cubrir
dichos requisitos91.. Luego habrá que estar al estudio de cada caso concreto
para determinar la posible responsabilidad, evidentemente92.. Como establece la STS 14-9-2001, recordando las más importantes Sentencias del TS
sobre la cuestión, “en estas sentencias se entra en el fondo y se estima total
o parcialmente la demanda o se desestima, según el caso concreto y las
circunstancias que concurren, ya que si bien hay supuestos en que la víctima
asumía voluntariamente el riesgo y el nexo causal recae en sí mismo, otros
casos hacen ver que la entidad pública, por acción o por omisión, se hallaba
en nexo causal con el resultado dañoso y era condenada a indemnizar”.
Sobre la diligencia que debe mantener en todo momento el organizador
del evento podemos encontrar bastantes referencias jurisprudenciales
sugerentes, como hemos tenido ocasión de comprobar al repasar las
Sentencias en el anterior apartado93.: así, por ejemplo, la STS 17-5-1994
establece la negligencia del organizador al indicar que “el Ayuntamiento codemandado (que actuaba, repetimos, como empresario) ni en el
montaje de la plaza de toros circunstancial (no permanente), que instaló
en una plaza pública del pueblo, ni durante el desarrollo de la lidia
adoptó todas las precauciones exigibles para evitar que los espectadores
pudieran invadir el ruedo antes de la finalización de la misma”.
91. Si ni siquiera se cumplen los mismos, evidentemente, existe clara responsabilidad, como sucedía en la
STS 29-9-2005: “…Se acredita fehacientemente un pleno incumplimiento de lo previsto en la orden
citada, puesto que en la propia declaración el Sr. Carlos Manuel, que figura como experto taurino, reconoce no sólo que no seguía las evoluciones del toro, sino que no pudo haberlo hecho por cuanto ni
siquiera se encontraba presente en el festejo. Asimismo, únicamente aparecen nueve colaboradores,
cuando la orden de la Conselleria requiere un número no inferior a diez; no habiéndose acreditado
tampoco que los nueve existentes hubieran acompañado las distintas evoluciones del animal en su
recorrido. Siendo así, no puede entenderse en modo alguno que fuera una conducta irresponsable
o negligente del fallecido la causante de su fallecimiento, sino que tal responsabilidad debe recaer
sobre quienes tenían el deber de cuidado (exigido además legalmente) y no lo ofrecieron”.
92. En parecido sentido se expresó GALLEGO DOMÍNGUEZ, I.: “Responsabilidad civil extracontractual… ”, cit., p. 122: “En todo caso, el incumplimiento de disposiciones administrativas sobre
seguridad no supone por sí responsabilidad de la Administración por los daños, sino cuando ese
incumplimiento haya influido realmente en la producción de los mismos”.
93. Sobre la cuestión, vid. GUILLÉN GALINDO, M. A.: “Ordenación jurídica de los festejos taurinos tradicionales”, cit., pp. 349-357 y MEDINA ALCOZ, M.: “La asunción del riesgo…”, cit., pp. 180-193.
199
197-220.indd 3
14/04/2009 13:07:09
Responsabilidad civil y festejos taurinos
La STS 3-2-1995 indica que “fueron insuficientes las medidas de seguridad adoptadas para prevenir y evitar accidentes, por la falta de
control de entrada de personas y su libre trámite por el callejón y por
la insuficiente iluminación de la plaza; todo lo que supuso la creación de unos riesgos que se plasmaron en el accidente, perfectamente
previsible, sufrido por el demandante”. Esta Sentencia introducirá el
concepto de hecho o riesgo previsible, que retomará la STS 5-12-2000:
“La Corporación recurrente resulta por tanto la titular de la esfera de
los riesgos causantes del daño y que derivaron de circunstancias objetivas en que se realizó un hecho previsible (Sentencia 3-2-1995). Aunque
las fiestas tradicionales de los pueblos deben ser respetadas e incluso
potenciadas, por estar enraizadas en el sentir de las gentes, formar
parte de la historia y tradiciones locales e incluso actuar como señales
de identidad de los lugares, nunca pueden poner en peligro las vidas
de las personas, cuando presentan riesgo de tal dimensión, y esto es lo
que sucede con el presente supuesto por tratarse de riesgo previsible que
exigía ser controlado y atajado, adoptando las precauciones necesarias
y cuantas fueran posibles, sin que sea posible establecer por decisión
judicial coto a las mismas. Dichas medidas aquí resultaban más necesarias, pues el peligro se presentaba plenamente intenso al tratarse de
festejo celebrado a altas horas de la noche y en días de fiesta, cuando
ya los mecanismos humanos de reacción se encuentran aminorados”.
En la STS 3-4-1997 se destaca la diligencia del organizador señalando que
“el accidente enjuiciado en el proceso a que este recurso se refiere no fue
debido a ningún defecto estructural o técnico de la plaza de toros portátil,
sino simplemente, como así lo declara probado la sentencia recurrida y
aquí ha de mantenerse invariable, a que el demandante, que, por su libre
y exclusiva decisión (tenía cuarenta y cinco años de edad en la fecha de
autos), tomaba parte activa (en el ruedo) en la “suelta de la vaquilla”, con
los innegables, y por él voluntariamente asumidos, riesgos que ello comporta, en su huida de la res, no tuvo la suficiente diligencia y presteza para
introducirse en el burladero, siendo cogido y corneado en una pierna por
el animal, antes de conseguir ponerse a salvo de su embestida”.
200
197-220.indd 4
14/04/2009 13:07:09
Antonio José Quesada Sánchez
La STS 17-10-1997 es rotunda a este respecto: “… del hecho acreditado de
haber sido el promotor y empresario del festejo taurino en el que se originó
el atropello del recurrente por una vaquilla que le produjo, al golpearle,
las lesiones sufridas, no se desprende, aisladamente considerado, culpa o
negligencia alguna, especialmente, cuando también está acreditado que la
celebración del festejo se desarrolló con toda normalidad y que las medidas de seguridad corresponderían al Ayuntamiento de la localidad, según
se desprende del Reglamento de Espectáculos Taurinos y de la Ley de Régimen Local, siendo de insistir, a los fines del recurso, que la pura y simple
noción de riesgo -inherente, por otro lado, a la celebración de cualquier
festejo que suponga una suelta de vaquillas- es insuficiente, de por sí, para
generar una responsabilidad por culpa extracontractual (…). La existencia
de un riesgo no puede generar mentada responsabilidad, cuya conclusión
conduce, sin necesidad de mayores razonamientos, a la claudicación de los
motivos examinados por la imposibilidad de imputar al Tribunal “a quo”
infracción alguna en torno al artículo 1902 del Código Civil y a la doctrina
jurisprudencial en materia de responsabilidad por riesgo”.
La STS 8-11-2000 resume perfectamente la cuestión: “La doctrina de
esta Sala ha acogido la relevancia de la aceptación del riesgo por el perjudicado y, en concreto y con referencia a los espectáculos taurinos, como
acaece en el supuesto del recurso, ha señalado que en los supuestos en
que el dañado o fallecido como consecuencia de las lesiones participa
activamente en el evento, tal conducta exime la responsabilidad del organizador, salvo que se demostrara alguna culpa o negligencia en éste”.
Por último, sugerente es la STS 21-5-2008, cuando indica que “se deduce
con facilidad la culpa exclusiva de la víctima que fue apreciada por el Juez,
pues, acreditado el cumplimiento de las exigencias reglamentariamente
impuestas para la organización y desarrollo del festejo, y probado también que los organizadores del evento dieron, al comienzo del mismo, las
pertinentes explicaciones acerca de qué consistía éste, así como que avisaron oportunamente de la entrada en el ruedo del toro manso que debía
de conducir a las becerras a los corrales, ordenando a los participantes
201
197-220.indd 5
14/04/2009 13:07:09
Responsabilidad civil y festejos taurinos
que en él se encontraban que abandonasen la arena, se impone el hecho,
igualmente adverado, de que el actor, que voluntariamente participó en
el espectáculo, permaneció en el ruedo sin atender a los avisos de los
responsables del desarrollo del festejo taurino, ignorando la intimación
para que los participantes lo desalojaran, ante la inminente presencia
del astado manso que había de conducir a las becerras nuevamente a los
corrales, y, además, se situó en la trayectoria de éste, lo que provocó que
fuera arrollado por él, causándole las lesiones por las que se reclama”.
Por su parte, también las Audiencias Provinciales han incidido en
estas cuestiones de modo sugerente: entre otras, son especialmente
interesantes las SAP Valladolid 11-10-1996, SAP Vizcaya 5-5-199794.,
SAP Valencia 8-6-199995., SAP Álava 26-7-199996., SAP Castellón 5-594. “Tal relación de hechos evidencia una patente falta de medidas de seguridad en el festejo, pues fue la
precariedad e insuficiencia de las mismas la que permitió que una vaquilla, que iba sujeta con una
soga y por un trayecto vallado, pudiera lesionar a una persona del público emplazada detrás de las
vallas. La imprudencia resulta además patente al haberse quebrantado la normativa reglamentaria
(Orden 11 junio 1991, del Departamento de Interior del Gobierno Vasco) que exige en los espectáculos taurinos tradicionales (entre ellos las sokamuturras) la certificación de un técnico de que las
instalaciones o recinto preparado para el festejo reúnen las condiciones suficientes de seguridad y
solidez, así como la presencia de personal suficiente para evitar accidentes. Nada de esto se hizo en este
caso y tal omisión de las correspondientes cautelas ocasionó un daño a tercero, que conforme a la responsabilidad
extracontractual del artículo 1902 deberá ser indemnizado por los organizadores del festejo, don Luis G. (Presidente de la Comisión de Fiestas) y don Juan Manuel Q. (este último por haber ejercitado de facto las
facultades organizativas, a cambio de precio -según factura obrante al folio número 107 de los autos y
prueba de confesión judicial de éste-, y no haber velado en su condición de profesional retribuido en
la organización de festejos populares porque se adoptasen las preceptivas medidas de seguridad)”.
95. “Por lo tanto, apreciándose negligencia en la colocación y fijación de dicha barrera, ya que por ello la vaquilla
pudo desplazarla, aunque fuera mínimamente, sortearla y salirse del recinto del festejo en cuestión, creando un
evidente riesgo en las personas, que en el presente caso se tradujo en un daño efectivo a la demandante, se está
en el caso de acoger la demanda, en la extensión cuantitativa que se dirá, respecto de la “Asociación Peña Bouera El Piló de Montroi”, en cuanto que como organizadora del acto debía velar por
la seguridad en el mismo y, por tanto, debió asegurarse de que la valla delimitadora del recinto
en que se desarrollaba ese concreto festejo taurino estuviera bien sujeta y no presentara resquicio
alguno por el que la vaquilla pudiera escapar, debiendo haber previsto que la misma podía ser
topetada por el animal y desplazada si no se tomaban las oportunas medidas de sujeción”.
96. “La responsabilidad en que incurrió la corporación demandada estriba precisamente en el hecho
de que desarrollándose el expresado festejo en una determinada plaza o espacio concreto, afirmación que es posible realizar a través de la resultancia de los antecedentes testimonios y que tampoco
requiere de una expresa determinación normativa o reglamentaria como en efecto expresa el certificado expedido a instancias de la actora por la Junta Administrativa de Santa Cruz de Campezo
202
197-220.indd 6
14/04/2009 13:07:09
Antonio José Quesada Sánchez
200097., SAP Castellón 20-10-2000, SAP Toledo 20-12-200098., SAP
Valladolid 24-1-200199., SAP Castellón 6-4-2001100., SAP Castellón
(ver folio 104), no sólo tal espacio físico no se hallaba adecuadamente acotado o señalado sino que resultaba
perfectamente posible, y así la propia experiencia se encargó de demostrarlo, que el espectáculo se
extendiera por las vías adyacentes, envolviendo en él a personas no participantes en el mismo y que
involuntariamente se vieron envueltas en la avalancha que corría delante de la atracción”.
97. “En el presente caso, cuando no sólo no ha habido infracción reglamentaria alguna, sino al contrario se han
cumplido con toda pulcritud las medidas de seguridad exigidas, por lo que, lógicamente, no se puede
hablar en el presente caso de infracción del artículo 1902 CC, como ha pretendido, sin éxito,
la parte recurrente, ya que al arriesgarse a participar en el festejo asumió voluntariamente una
situación de riesgo evidente”.
98. “El Ayuntamiento organizó el festejo y contrató a uno o varios burladores o dobladores precisamente para disminuir el riesgo de quienes lo asumieran en el acto voluntario y libre de “correr
los toros”. No hay en las actuaciones ni una sola prueba de defecto organizativo o de vulneración de reglamentos. Una cosa es que la capea, suelta de vaquillas o encierros originen un riesgo natural e
intrínseco al festejo en sí, y otra que el resultado lesivo se produzca en concurso con una falta de
previsión o diligencia que aumentara el citado riesgo intrínseco (STS citada), lo cual no acaeció
en el presente caso”.
99. “No ofrece duda por tanto que la empresa Torosca era la principal beneficiaria de la organización
del festejo, al menos desde una perspectiva puramente económica, y por ello ha de considerársela
“prima facie” responsable. El accidente sobrevino por el fallo de una medida de seguridad, cual fue la
deficiente colocación del vallado que protegía al público. De deficiente ha de calificarse en cuanto no
fue capaz de soportar la embestida del animal. Se trata en definitiva de la inobservancia de una
medida de seguridad imprescindible en la celebración de un festejo taurino, pese a que se hayan
cumplido las disposiciones reglamentarias exigidas por la autoridad, porque cuando la medida
no ha ofrecido resultado positivo, revela su insuficiencia y que faltaba algo por prevenir, apareciendo incompleta la diligencia debida para evitar el resultado dañoso (sentencias entre otras de
25-4-1988 y de 31-10-1998). La obligación de que el vallado se encontrase en las debidas condiciones para resultar eficaz ante la acometida de un astado, no competía sólo al Ayuntamiento
pese a que su colocación la asumiese el ente municipal, porque no se trataba sólo de colocar, sino
de hacerlo en debida forma para su adecuación a una suelta de reses bravas, y era la empresa
Torosca la experta en temas taurinos, y a la que competía la revisión de que la colocación era la
oportuna para ser eficaz. Ello se deduce con carácter genérico de sus obligaciones contractuales,
y concretamente de la de “aportar los medios y materiales necesarios para que los festejos y actos
que se celebren adopten una organización calificable como normal y satisfactoria” (folio 143). La
primera normalidad es que la res brava no se saliese del circuito de seguridad. Los términos tan
amplios de dicha obligación incluyen a juicio de esta Sala la comprobación de las condiciones de
seguridad del vallado instalado por el Ayuntamiento. Pero además lo reconoce expresamente uno
de los empleados de Torosca, cuando al describir cuál era su tarea en los festejos declara en las
diligencias penales (folio 648) que debía antes de comenzar el festejo revisar que todas las vallas
estuviesen bien puestas y sujetas. Tan contundente declaración revela a las claras que el correcto
estado del vallado no era competencia y obligación exclusiva del Ayuntamiento, sino que correspondía también a Torosca”.
100.“Ahora bien al no poder determinarse con precisión este extremo, y teniendo en cuenta lo antes
dicho, deberemos llegar a la conclusión que sí hubo cierto grado de culpa en los hechos por parte de los
203
197-220.indd 7
14/04/2009 13:07:10
Responsabilidad civil y festejos taurinos
18-6-2001101., SAP Castellón 12-11-2001102., SAP Castellón 6-3-2002,
SAP Cuenca 13-7-2002103. o SAP Valladolid 24-4-2007.
No resulta correcto el comentario incluido en la STS 18-6-1997,
cuando establecía que “El organizarse un encierro de reses bravas
organizadores al no poner en practica las medidas de seguridad que también se esperaban en el espectáculo,
como era la preparación adecuada del experto y de los colaboradores, y su presencia inmediata,
previsión que sin duda los participantes voluntarios en el festejo conocen y en que en cierta medida avala su actuación, o de algún modo interviene en la decisión voluntaria de saltar al ruedo”.
101.“Pues bien, la Sala después de examinar las pruebas y realizar una valoración conjunta conforme
a reglas de lógica y sana crítica considera que no dispone de ningún dato o elemento objetivo del que
partir para apreciar algún grado de culpa o negligencia en el actuar del Presidente de la Comisión de Fiestas
del Grao de Castellón pues en modo alguno ha quedado acreditado que no adoptase las medidas precautorias
necesarias para que el festejo taurino se celebrase con todas las garantías tanto para participantes activos como para espectadores, y si respecto del demandado principal no se puede establecer una
relación de causalidad entre el acto o festejo y la lesión sufrida por el actor apelante, tampoco
podrá derivarse responsabilidad ninguna, ni siquiera subsidiaria, para los otros demandados, en
el caso del Ayuntamiento porque no se ha demostrado que tuviera que ver con la organización y
desarrollo del festejo y en el de la aseguradora, porque no se ha acreditado el tipo de póliza de
seguros suscrita y las condiciones de ésta,…”
102.“Esta participación activa en el festejo taurino constituye una asunción del riesgo que dicho espectáculo conlleva, y por tanto, excluyente de la responsabilidad del Ayuntamiento organizador del festejo,
máxime cuando no consta ni se ha probado un comportamiento negligente del mismo, autorizado por
la Conselleria de Presidencia de la Generalidad Valenciana para la celebración del espectáculo taurino
(folio 85), y con las condiciones de seguridad de los materiales a utilizar en la formación de barreras
para cerramiento y delimitación de las calles de la población donde se pretendía realizar el espectáculo
taurino en buen estado de conservación y uso (Certificación del Arquitecto Sr. S. -folio 84-), con los medios sanitarios y humanos de auxilio exigidos presentes en el lugar del festejo para afrontar cualquier
evento, como así sucedió al acudir inmediatamente a socorrer al actor-apelante tras el accidente tanto
el experto taurino con varios de sus colaboradores (Posición 11ª confesión actor -folio 210-) como los
servicios médicos contratados que se hallaban en las proximidades del lugar (Posición 12ª)”.
103.“… esta Sala entiende, de acuerdo con la doctrina anteriormente expuesta, que la Juzgadora
“a quo” ha actuado en consecuencia al entender que había quedado suficientemente acreditada
la responsabilidad del Ayuntamiento, a través de su Comisión de Festejos, en la producción del
resultado lesivo, al haber cedido el uso de la plaza de la que era propietaria sin haberse asegurado previamente de que todas las dependencias de la misma reunían las condiciones idóneas
para la celebración del festejo taurino, máxime cuando por aquellas fechas se estaban realizando
obras de ampliación de la plaza, no habiéndose adoptado por consiguiente todas las medidas
y precauciones necesarias para evitar posibles y previsibles eventos dañosos de los que asumía
una posición de garante como organizador de los festejos, ya que si se hubieran revisado en la
debida forma las instalaciones y, concretamente, las puertas de chiqueros, las mismas debían de
haber indudablemente resistido las posibles embestidas de las reses, sin que por tanto se hubiera
producido el accidente, procediendo en su consecuencia desestimar en este extremo el recurso de
apelación interpuesto por la representación del Ayuntamiento de Motilla del Palancar”.
204
197-220.indd 8
14/04/2009 13:07:10
Antonio José Quesada Sánchez
por el Ayuntamiento demandado no es ningún servicio público cuyo
funcionamiento obligue a responder de los daños causados” (y posteriormente detalla esta idea). No es cierto: estamos ante una actividad
de la Administración por la que debe, en su caso, responder. Por ello,
entendemos más acertado el comentario de la SAP Zamora 8-111999, cuando señalaba que “La organización de un festejo taurino
encaja perfectamente dentro de la responsabilidad patrimonial de la
administración pues la responsabilidad administrativa “puede derivar
de cualquier hecho o acto enmarcado dentro de la gestión pública”,
según el artículo 54 de la Ley de Bases de Régimen Local. Y a nadie
escapa que nos encontramos ante un supuesto de funcionamiento
normal o anormal de un servicio público, puesto que por tal ha de
entenderse el ejercicio de una competencia funcional cual es el ejercicio de actividades encaminadas al fomento turístico de la localidad,
por ser ésta la finalidad del festejo organizado por el ayuntamiento,
según los artículos 25.2 y 85 de la Ley de Bases de Régimen Local,
que prevén como competencia de los municipios la correspondiente
a turismo, actividades culturales y tiempo libre. Así pues, la organización de un festejo taurino es una de las competencias municipales y
los daños y perjuicios que se ocasionen con motivo directo de dicha
organización implica un funcionamiento anormal o normal de los
servicios públicos, que debe reparar el ayuntamiento. / Aunque el
ayuntamiento hubiera pactado con una empresa privada un contrato
privado de arrendamiento de servicios mediante el cual encomendaba a la empresa privada la organización de los festejos taurinos,
ello no significaba que la Administración quedara completamente
desvinculada de su organización, desarrollo, control, vigilancia”104..
Por tanto, en caso de negligencia del organizador, debe responder del
daño causado, como responsable único o bien como corresponsable,
en su caso. No es correcto en este sentido el comentario de la STS
104.También acertada, a este respecto, la argumentación de la SAP Segovia 3-5-1995.
205
197-220.indd 9
14/04/2009 13:07:10
Responsabilidad civil y festejos taurinos
17-9-1998 por el que apreciaba la responsabilidad del organizador con
independencia del comportamiento de la víctima, pero es fruto de una
tendencia que, como detalló ORTÍ VALLEJO105., también ha seguido
en algunos momentos nuestro TS a la hora de afrontar estos casos y
argumentar que el organizador responde en todo caso como creador
de un riesgo106..
Por otra parte, según la STS 21-7-1998, si se demuestra que el Ayuntamiento no organiza el evento, no se le puede hacer responsable
último de los daños sufridos. Entendemos que sí lo será cuando sea él
el organizador, aunque encargue a otra persona dicha labor de organización. La Administración o el convocante de que se trate debe asumir
su responsabilidad, pero es clave que se determine la negligencia para
deslindar la responsabilidad oportuna (ya que puede ser la Administración la que responda frente al dañado, pero deberse a la negligencia
de alguno de los profesionales encargados del control del festejo, sobre
el que se podrá repetir, conforme a la legislación).
Por último, modificando algo el enfoque, en aquel caso en el que
la responsabilidad sea exclusivamente del dañado, pues el organizador actuó diligentemente, no responderá por el perjuicio
sufrido por dicho dañado (esto se puede comprobar con bastante
claridad en la anteriormente citada STS 3-4-1997, en la STS 15-112001, que resulta especialmente clara a este respecto107., o en la STS
105.ORTÍ VALLEJO, A.: “La responsabilidad civil…”, cit., pp.1657-1660.
106.Vid. también, en este sentido, las SSTS 31-12-1996, 5-12-2000 y 24-6-2002.
107.“Por mucha objetivación que se pretenda en la responsabilidad aquiliana, cuando la Sala “a quo”
declare que la causa del resultado dañoso se debió a la culpa del perjudicado, no puede ahora la
parte recurrente pretender convertir en una tercera instancia tal motivo. Incluso prescindiendo
del tema culpabilístico y atendiendo a la sola causalidad, no ofrece duda que las lesiones padecidas por el recurrente encuentran su causa directa y eficiente en su actitud de acudir con su vehículo al lugar en que se encontraba un animal peligroso para verle y se baja del coche y se sitúa en
una proximidad y se descuida –“en un descuido”– la res le cornea. No se puede buscar la causa en
sucesos remotos y hacer responsables a ganaderos por criar tales animales, hay que atender a la causa próxima, a la conducta del demandante que, sin razón, ni necesidad alguna, acude al lugar donde se encuentra
206
197-220.indd 10
14/04/2009 13:07:10
Antonio José Quesada Sánchez
14-4-2003108., así como en algunas otras Sentencias anteriores109. y
posteriores110.).
el toro escapado, muy lejano con él, al punto que tiene que utilizar su vehículo e incluso acceder a una zona
de árboles o alameda en que su furgoneta no tiene acceso y se acerca sí, se acerca para verlo y se descuida... /
Parte la sentencia recurrida de que el empresario codemandado empleó la diligencia debida para
controlar el animal, una vez que la res se detuvo en la alameda, al punto que allí fue sacrificada
–lo que reconoce el propio recurrente en su documento del folio 356–. Pero lo que ya escapa a
todo el control de la diligencia del empresario es que la gente acuda en vehículos a la zona y allí
persiga al toro. Entre ellos el actor se bajó de su vehículo y se acercó y resultó lesionado. / Por ello
hay que concluir que tal conducta de la recurrente supuso la causa eficiente y determinante del
resultado dañoso sufrido al crear una situación de riesgo y asumirlo, en claro enlace causal de su
imprudente conducta y del lesivo resultado, que con su actuación rompió el nexo causal derivado
del hecho de escaparse el toro. / Nada se expresa como probado en la sentencia recurrida relativo
a que el encierro no se hubiera efectuado por un terreno vallado adecuadamente, el toro se escapó y ello genera un riesgo, pero ello queda desvirtuado porque el resultado dañino se genera por
la conducta imprudente posterior / Ya la regla 203, Tít. 17, Libro 50 del Digesto señalaba: “Quod
quis ex sua damnum sentit, non intelligitur sentire” y la Ley 22, Tít. 34 de la Partida séptima
expresaba “que el daño que ome rescibe por su culpa, que a si mismo debe culpar por ello”. El
motivo tiene que ser desestimado inexcusablemente en atención a lo señalado”.
108.“El accidente ocurrió por culpa exclusiva de la víctima, don Domingo, quien, por su participación
voluntaria en otros festejos taurinos similares celebrados en Barbastro, era experto en los de este
tipo, e intervino en el que nos ocupa tras los avisos por la megafonía de la plaza de que iba a
comenzar el espectáculo, y se colocó delante de la puerta de toriles, de rodillas y con los brazos en
cruz, sin que esté acreditado de que se encontrara embriagado en dicho momento, y fue alcanzado por una vaquilla”.
109.Como sucede en las SSTS 13-2-1997, 18-6-1997, 17-10-1997, 25-9-1998 y 8-11-2000.
110.Caso de las SSTS 10-2-2006 y 7-6-2006, así como Sentencias de Audiencias Provinciales, tales como
las SAP La Rioja 30-5-1994, SAP Valencia 20-12-1994, SAP Navarra 31-3-1995, SAP Valladolid 286-1996 (“En suma, debió el Ayuntamiento, como Organizador del Festejo, prever y arbitrar otras
medidas más eficaces y seguras (p.ej. colocar anuncios o carteles visibles para todos que advirtieran
de la celebración del festejo y su horario, o prohibieran estacionar vehículos en el recinto, instalar
barreras o elementos que imposibilitaran el acceso al mismo, o, en fin, disponer de una grúa u
otro medio que permitiera trasladar fuera del recinto los vehículos), pero en ningún caso iniciar el
“encierro” sin antes haber retirado todos los vehículos que se hallaran en el recurrido o haber advertido a sus propietarios de esta circunstancia y sus consecuencias. Al no haber actuado así, es claro
que incurrió en una responsabilidad civil por culpa extracontractual ex artículo 1902 del Código
Civil, pues atendidas las características y la forma en que habitualmente se desarrollan tales festejos
populares, era totalmente previsible que los vehículos que durante su desarrollo permanecieran
estacionados dentro del recinto, iban a sufrir algún daño, como así fue, tanto por la acción de los
toros como del público participante”), SAP Valladolid 11-10-1996, SAP Guadalajara 24-2-1996, SAP
Valladolid 28-1-1997 (“necesidad de concretar y determinar cuál fue la conducta del Ayuntamiento
demandado y si adoptó las medidas racionalmente exigibles para prevenir el daño, resaltando incluso que no todo incumplimiento de la normativa administrativa en la materia tiene trascendencia
a los efectos de valoración de la conducta del agente creador del riesgo, siendo únicamente los
injustificados incrementos del riesgo los que pueden resultar trascendentes”), SAP Cádiz 22-1-1998,
SAP Valencia 14-12-1998 (“Y lo incontrovertible es que ninguna negligencia ni culpa se ha demos-
207
197-220.indd 11
14/04/2009 13:07:10
Responsabilidad civil y festejos taurinos
3.2. El riesgo que asume el interviniente en el
festejo
Una vez que ya se ha determinado que el organizador del evento debe
actuar de modo diligente en todo momento, y una vez que hemos
detallado cómo sucede esto, es el momento de adentrarnos en otra
cuestión relevante que también será fundamental a la hora de deslindar responsabilidades: todo interviniente en el festejo debe asumir el
riesgo que implica el mismo, pues es parte inevitable del evento. Debe
considerarse como interviniente en un festejo a toda aquella persona
que toma parte activa en el mismo, no conformándose con ser mero
espectador y asistir al espectáculo desde fuera del mismo, sino que
interviene directamente asumiendo la realización de las actividades
propias del mismo (encierro de reses, etc.). Además, esa persona no es
profesional del ramo del toreo.
Parece evidente que los intervinientes en estos eventos taurinos asumen el
riesgo que implica la actividad taurina, es parte de la atracción, pero no el
daño que se pueda derivar de la misma111.. En este sentido es claro el TS
en Sentencias como las de 13-2-1997 ó 10-2-2006, así como también se
expone claramente en la doctrina de nuestras Audiencias Provinciales.
trado en la “Comisión de Fiestas”; fruto, la caída del señor M. S., desde lo alto de la plataforma
piramidal y ante la subida precipitada del toro embolado, y, el volteo subsiguiente, ya en el suelo y
al descender éste, haciéndolo caer de cabeza, y consecuencia; todo ello, de una voluntaria asunción
por aquél de los riesgos graves de su permanencia en tan específico y peligroso lugar, a su vez origen
de las gravísimas lesiones, y al caer de bruces, explicitadas en el informe de “La Fe” a folio 4 de
los autos, rendido un mes largo después de los hechos”), SAP Castellón 16-12-1998, SAP Castellón
27-3-1999 (“En el presente caso, en la caída del participante intervino un factor sobrevenido pero
íntimamente ligado al espectáculo, cual es el tropiezo con una cuerda atada al toro por los mozos
a fin de procurar su devolución al corral, pero tal incidencia nada resta a la responsabilidad adjudicada al Ayuntamiento quien como organizador de la suelta del toro tendría que tener previsto el
problema de su vuelta al final al corral, sin tener que encomendarse al buen tiento y hacer de los
participantes cuando en una situación como aquélla pueden surgir discrepancias entre los mismos
que pudieren desembocar en una situación descontrolada”), SAP Alicante 21-7-1999, SAP Castellón
27-1-2001, SAP Guadalajara 30-11-2007 y SAP Valladolid 24-4-2007.
111.Sobre el tema, vid. BLANQUER CRIADO, D.: “Libertad, responsabilidad y fiestas populares”,
cit., pp. 94-101 y 111-117, y MEDINA ALCOZ, M.: “La asunción del riesgo…”, cit., pp. 23-30.
208
197-220.indd 12
14/04/2009 13:07:10
Antonio José Quesada Sánchez
Ese riesgo que se asume en estos casos que estudiamos está provocado
por la participación en el evento de toros o vaquillas, con el peligro
que entrañan: esto ya lo puso de manifiesto el TS desde la STS 304-1984 (que se ocupa tanto de la res principal como de otras que la
acompañan en el festejo), así como en otras como la 17-9-1998 ó 25-91998, que llega a indicar que “Y sobre todo, hay que añadir el especial
cuidado que hay que tener, cuando se va a participar en un espectáculo,
en el que, aun cumpliéndose todos los requisitos reglamentarios, lleva
consigo un grave grado de peligrosidad”.
Si no existe negligencia alguna por parte de los organizadores o actividad dañosa por parte de algún tercero, teniendo en cuenta esa
aceptación del riesgo por parte del interviniente, sólo cabe indicar que
es él el que debe asumir dicho perjuicio sufrido. El interviniente debe
seguir en todo momento las instrucciones que se impartan por parte
del organizador, de cara al correcto desarrollo del evento, y en caso
contrario, asumir los perjuicios.
Esto ha sido repetido por nuestros tribunales, tanto por el TS112. como
por parte de las Audiencias Provinciales113.. Especialmente gráfica re112.Vid., por ejemplo, las SSTS 10-2-2006, 7-6-2006 y 20-3-2007. Esta última es expresiva al indicar
que “la causa de los daños sufridos por el recurrente se debió a su propia acción, de manera que
“no aparece acreditado la relación de causalidad imprescindible para montar la exacción de responsabilidad basada en el suceso ocurrido”, de manera que D. Daniel asumió el riesgo inherente
a la participación en el festejo, consecuencia del cual sufrió las lesiones por las que reclama”.
113.Vid. la expresiva SAP Navarra 15-6-1995, cuando indica que “No especifica el apelante cuál de las
distintas prescripciones contenidas en los artículos citados (relativas al número de cabestros, pastores, al cite indebido de las reses, a la presencia de corredores en malas condiciones físicas o psíquicas, etc.) vulneró el Ayuntamiento, mas en todo caso, a la vista de las declaraciones efectuadas
por la víctima sobre la forma de producción del accidente: “cuando me fui a retirar no me di cuenta de
que la vaca se acercaba peligrosamente y terminó por embestirme”, puede concluirse que las pretendidas
y no demostradas infracciones en nada incidieron en la producción del evento dañoso”. También
la SAP Navarra 28-5-1993, SAP Segovia 3-5-1995, SAP Valladolid 11-10-1996, SAP Guadalajara
24-2-1996, SAP Cádiz 22-1-1998, SAP Cáceres 16-10-1998 (“ello quiere decir, que Ignacio, al que
coge su hermano por los brazos y lo mete detrás de los barrotes, estaba delante de ellos, o sea, en
la plaza, en el terreno de la lidia; y si estaba en ese coso era porque había salido allí por su pie y
voluntad; y si así lo hizo sabía y asumía el riesgo que corría, porque en la arena, es una metáfora, había una
res, un toro, una vaquilla, un animal correteando, que era toreado por unos y otros, y esos animales entrañan
209
197-220.indd 13
14/04/2009 13:07:10
Responsabilidad civil y festejos taurinos
sulta, en este sentido, la SAP Alicante 28-12-1993, cuando indicaba que
“tanto la Comisión de Fiestas, como el propio Ayuntamiento adoptaron
todas las medidas necesarias para que no existiera riesgo alguno en los
lugares por donde discurría la suelta de vaquillas, concretamente en el
peligro; y si estando en el lugar de la lidia es cogido por el toro, a nadie puede reclamar Ignacio responsabilidad más que a sí mismo, entendiéndose ahora con total certeza la situación de sus heridas, dónde
las tiene en su anatomía, correspondiendo su ubicación a la forma de la cogida, de espaldas, y
a que, acabamos, Ignacio se encontraba en el ruedo, mientras transcurría el festejo con regocijo
y algazara”), SAP Valencia 29-5-1999 (“ello permite calificar su comportamiento de negligente
al colocarse en un grave peligro dada la existencia de un animal fiero suelto, y a nadie se puede
atribuir el resultado dañoso para su salud física, por lo que no hay relación de causa a efecto
entre la instalación fija colocada por la Asociación y el daño, del cual la lesionada fue la única
causa determinante, pues debió de vigilar, con atención, la posible aparición o cercanía del toro,
y no cabe apreciar responsabilidad del artículo 1905 del Código Civil, porque el daños provino
de la culpa del que lo sufrió”), SAP Valencia 8-6-1999, SAP Alicante 21-7-1999 (“La Sentencia de
la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Valencia de 27 de febrero de 1995, aplicada y
mencionada por la de esta Sala de fecha 22 de mayo de 1998, decía que los participantes en la
misma no son meros sujetos pasivos de la fiesta en sí misma; dicha actividad lúdica entraña un riesgo
cierto, pero no es un riesgo que se imponga al participante sino riesgo que voluntariamente asume, como
componente indispensable de aquella acción en la que participa con carácter activo. El participante acude
al festejo taurino por el gusto de sentirse inquietado por la proximidad del animal, cosa que
solamente puede lograr mediante el procedimiento de encerrarse voluntariamente en el mismo
recinto en que aquél es dejado en libertad para ese fin, de manera que si lo que los concurrentes
persiguieran fuese tan sólo la contemplación del toro, a salvo de todo riesgo, es claro estarían
de más los montajes propios de la fiesta, y aun la presencia en el lugar del participante. (…).
Carece de sentido el aplicar la responsabilidad objetiva por riesgo cuando los mismos podrían ser
evitados por la víctima, para lo cuál le bastaba con no participar en el festejo, y por el contrario
son asumidos voluntariamente, pues quien conoce el riesgo y lo asume, gozando del festejo no
puede exigir responsabilidades por el riesgo creado, lo cual no impide que si se demuestra la
culpa de los organizadores de la celebración del encierro pueda exigirse responsabilidad por
culpa. En el caso presente la parte actora no ha conseguido probar dicha culpabilidad en el Ayuntamiento demandado, sino que el accidente ocurrió por su propia imprudencia, o a lo sumo por
un supuesto de caso fortuito, haciéndose por ello preciso, como así lo fue, la desestimación de la
demanda, y ahora del presente recurso de apelación, siendo procedente la íntegra confirmación
de la Sentencia al estar ajustada a derecho”), SAP Toledo 20-2-2002, SAP Castellón 6-3-2002 o
SAP Madrid 29-9-2003 (“En definitiva, es de resaltar que es el propio perjudicado quien de forma
libre y voluntaria participó en una capea, cuyas consecuencias posibles no le eran en absoluto
desconocidas, pues se trata de una persona mayor, capaz por tanto de asumir y comprender los
peligros que entraña la diversión en la que participó; y siendo ello así, poco o nada hubiera cambiado el resultado el hecho de que en el desarrollo de la capea, que la empresa propietaria del
restaurante con plaza anexa, hubieran contado o no con la oportuna licencia administrativa, pues
no ha sido desde luego la falta de la misma, ni tampoco la omisión de ninguno de los requisitos
reglamentarios, la causa de la cogida del perjudicado por la vaquilla, sino única y exclusivamente
su conducta, libre y voluntaria, no mediatizada ni influida por la creencia de que allí se contaba
con permiso o autorización administrativa, la causante del daño”).
210
197-220.indd 14
14/04/2009 13:07:11
Antonio José Quesada Sánchez
lugar donde ocurrieron los hechos existían unas vallas que impedían
a los moradores, que voluntariamente no se incorporaban al festejo,
una total seguridad, por lo que, quien salvara dichas barreras, tenía
que tener plena seguridad de que en ese momento había finalizado el
festejo, y, en el supuesto que se enjuicia tal prevención no se tomó por
el actor, puesto que si bien es cierto que era norma el que al retirar el
toro embolado, ya no existía el peligro de otras vaquillas, no es menos
cierto que el último día de fiestas era costumbre ampliar la suelta y por
ello la señal de que terminaba dicha suelta era, y todo el pueblo lo sabía, el disparo del cohete que así lo anunciaba, y como el demandante
hizo caso omiso de esta prevención, tampoco preguntó a nadie si había
acabado la suelta, con lo cual se hubiera enterado de la situación en
ese instante, y se encontraba un tanto influenciado por la ingestión de
bebidas, que según los testigos iba atontado y con un vaso en la mano,
notándosele un fuerte olor a bebida, por lo que al traspasar la barrera
produjo un riesgo que, hasta entonces, no existía, por consiguiente, fue
el propio actor el que originó la situación de riesgo, a consecuencia de
la cual la vaquilla le cogió y le produjo las lesiones, por lo que no cabe
incluir dentro del riesgo general del festejo, el provocado, únicamente,
por el actor, y por ello no procede declarar indemnización alguna en
su favor, ya que fue su imprudente conducta la causa eficiente de las
lesiones que sufrió, lo que conlleva la desestimación de la demanda”.
También gráfica la STS 21-5-2008, cuando indicaba que “se deduce con
facilidad la culpa exclusiva de la víctima (…) El perjudicado, pues, participó voluntariamente en una actividad claramente de riesgo, asumió
éste y, por ende, sus consecuencias, e incluso lo incrementó, permaneciendo en el ruedo con inobservancia de las instrucciones de los organizadores, a quienes no puede atribuírseles la creación de un mayor
riesgo que el aceptado por aquél, ni tampoco reprochárseles omisión
de deber de diligencia alguno causalmente relevante en la producción
del resultado lesivo, ante lo que se revela como un comportamiento
voluntario del perjudicado que contribuye eficaz y decisivamente a la
producción del daño, en la medida en que se ha colocado a sí mismo en
211
197-220.indd 15
14/04/2009 13:07:11
Responsabilidad civil y festejos taurinos
posición de sufrir el riesgo propio de la actividad en la que participaba,
y, en particular, el que representaba la presencia del toro manso en el
ruedo, con las consecuencias lesivas derivadas de dicha situación”.
En cualquier caso, debe recordarse que esa asunción del riesgo no
conlleva total impunidad para el convocante organizador, que en todo
momento debe actuar con la diligencia descrita en el anterior apartado. En este sentido es muy sugerente la SAP Navarra 15-6-1995, en
las partes siguientes: “Planteados así los términos del recurso, no cabe
duda de que éste parte de un nuevo planteamiento de los hechos en
cuanto que el actor reconoce su participación en el encierrillo, no como espectador, sino como corredor. No obstante, esta alteración del relato fáctico
no supone propiamente la introducción de una cuestión nueva, ya que
el actor ejercitó una acción de responsabilidad extracontractual, con
invocación de la Ley 488 Fuero Nuevo y el art. 1902 CC, alegando
no sólo la doctrina jurisprudencial sobre la responsabilidad por riesgo,
sino también la culpa del Ayuntamiento por la defectuosa organización
del festejo, por lo que cabría haber apreciado una concurrencia de culpas que no precisa ser invocado expresamente por las partes (SSTS 18
octubre 1982, 22 abril 1987 y 7 junio 1991). / La participación activa
de la víctima en el encierrillo, que quedó plenamente probada en la
instancia y ahora se reconoce implícitamente, no tiene otro efecto que
el de excluir la aplicación de la teoría de la responsabilidad objetiva
por riesgo, pues carece de sentido invocar tal riesgo por quien, conocedor
del peligro que puede generar la bravura de las reses soltadas en un recinto
acotado, lo asume libremente, interviniendo voluntariamente en el espectáculo.
/ No obstante, tal asunción voluntaria del riesgo no excluye la posibilidad de
exigir responsabilidad al organizador del festejo cuando el mismo no adopte
las medidas o cuidados precisos que impidan efectivamente la producción de
resultados dañosos o lesivos de naturaleza extravagante o anormal o que afecten
a terceros no partícipes activos. El recurrente afirma la responsabilidad por
culpa del Ayuntamiento de Estella en cuanto éste infringió los arts. 88 y
91 del Reglamento Taurino de Navarra y permitió la colocación de obstáculos en el itinerario del encierrillo, lo que provocó el retorno de las
212
197-220.indd 16
14/04/2009 13:07:11
Antonio José Quesada Sánchez
reses incrementando ostensiblemente el peligro de los corredores. / No
especifica el apelante cuál de las distintas prescripciones contenidas en
los artículos citados (relativas al número de cabestros, pastores, al cite
indebido de las reses, a la presencia de corredores en malas condiciones
físicas o psíquicas, etc.) vulneró el Ayuntamiento, mas en todo caso, a
la vista de las declaraciones efectuadas por la víctima sobre la forma
de producción del accidente: “cuando me fui a retirar no me di cuenta
de que la vaca se acercaba peligrosamente y terminó por embestirme”,
puede concluirse que las pretendidas y no demostradas infracciones
en nada incidieron en la producción del evento dañoso. / En lo que
concierne a la presencia de obstáculos en el trayecto del encierro, que
ciertamente aparece recogida en las publicaciones que dieron cuenta
del suceso, es evidente que tampoco contribuyeron en modo alguno a la
causación del mismo, ya que de las propias declaraciones de la víctima
recogidas en el rotativo, y de las del testigo que le asistió resulta que la
vaquilla le alcanzó tan sólo uno o dos minutos después de comenzar el
encierrillo, la primera vez que las reses pasaban por allí y antes de que
éstas hubiesen llegado al lugar en que se hallaban los obstáculos. / No
se aprecia ninguna incidencia o defecto de organización que, incrementando
el riesgo ordinario que la participación en tal clase de espectáculos taurinos
conlleva, provocase o contribuyera a provocar el accidente. Por contra, el Ayuntamiento ha acreditado una cuidada y diligente organización del festejo. Este
fue previamente autorizado (folio 189), se anunció correctamente en el
correspondiente programa de fiestas, habiéndose difundido un Bando
Municipal en el que se contenían ciertas advertencias y precauciones
para los participantes en tales espectáculos (folios 75 a 86). La asistencia
y evacuación del herido fue rápida (en el parte de urgencias consta como
hora de llegada las 8.10 de la mañana) debido sin duda a la existencia
de numerosos puestos sanitarios a lo largo del recorrido (folios 18 y 87).
Por último, junto al equipo de ganaderos y pastores encargados de la
conducción de las reses, el Ayuntamiento asigna numeroso personal a
las tareas de limpieza y comprobación del recorrido, vigilancia del vallado, etc. (folios 89 y 90). No se observa por tanto, negligencia alguna
en el Ayuntamiento que justificase su responsabilidad”.
213
197-220.indd 17
14/04/2009 13:07:11
Responsabilidad civil y festejos taurinos
En resumen, es fundamental en el análisis de la posible responsabilidad
por daños valorar que el participante asume el riesgo de la actividad
en la que participa, y si el organizador actúa diligentemente en su
labor, no podrá cargar sobre él la responsabilidad de los perjuicios
sufridos durante el evento.
Totalmente diferente será el caso en el que no estemos ante un participante en el evento, sino ante un espectador, esto es, un asistente
pasivo, no interviniente en el festejo, pues en este caso no tiene por
qué asumir el riesgo derivado de dicho evento114.. En este caso, si existe
algún tipo de daño, habrá que atender a la posible responsabilidad
del Ayuntamiento organizador115., y así lo han venido reconociendo las
Sentencias de nuestros tribunales116..
El espectador, a diferencia del interviniente, no asume el riesgo que implica la actividad. En este sentido, la SAP Valencia 20-12-1994 indicaba
que “Es evidente que todo asistente como espectador a un festejo de la
índole del que aquí se trata u otros análogos, participa de alguna forma
en el mismo y contribuye también, en cierta medida a su éxito y vistosidad con manifestaciones de aliento, entusiasmo o crítica a lo que se
está ofreciendo como espectáculo; pero no crea, ni asume el riesgo derivado
del desarrollo del mismo; riesgo que ha de ser previsto -y evitado en la medida de lo posible- por los organizadores del festejo, adoptando todas
las medidas de seguridad y vigilancia a ello conducentes. Es claro que
una persona que acude el recinto donde se celebraba la “corrida” de
vaquillas, y se sitúa tras una barrera de protección -que siempre han de
114.Sobre la diferenciación entre participante y espectador, vid. BLANQUER CRIADO, D.: “Libertad, responsabilidad y fiestas populares”, cit., pp. 118-124, GUILLÉN GALINDO, M. A.: “Ordenación jurídica de los festejos taurinos tradicionales”, cit., pp. 338-342 y MEDINA ALCOZ, M.:
“La asunción del riesgo…”, cit., pp. 213-225. Vid., a este respecto, la temprana STS 30-4-1984.
115.MOURE GONZÁLEZ, E.: “La responsabilidad de los Ayuntamientos…”, cit., p. 549.
116.Vid. por ejemplo, SAP Segovia 3-5-1995, SAP Navarra 15-6-1995, SAP Valladolid 11-10-1996 (en
la que el que en principio era espectador pasa a ser interviniente), SAP Valencia 14-12-1998, SAP
Castellón 16-12-1998, SAP Castellón 12-11-2001 o SAP Alicante 22-7-2002.
214
197-220.indd 18
14/04/2009 13:07:11
Antonio José Quesada Sánchez
ofrecer seguridad- no es un participante activo sino un espectador que
puede “vibrar” con el espectáculo, lo que es normal, pero que no quiere
arriesgarse; y si la medida de protección o barrera, falla, no cabe imputarle culpa alguna de esa deficiencia, en la que se encuentra la causa del
accidente. No debe admitirse, pues la concurrencia de culpas”.
También la SAP Valladolid 28-1-1997 resulta de bastante interés en este
sentido: “Por último, cabe añadir a lo hasta ahora manifestado y como
apoyo al argumento desestimatorio de la demanda formulada, que de los
escasos datos que obran en autos sobre el desarrollo de los acontecimientos que dan lugar al presente litigio cabe inferir que, contrariamente a lo
que por el actor se indica, no se trata en su caso de un simple espectador
pasivo que contempla el encierro y como consecuencia de un desgraciado
accidente resulta cogido por un novillo, sino que de su confesión judicial,
antes reseñada, se desprende que si bien en el momento inmediatamente
anterior a la cogida puede ser que se encontrase el demandado encaramado a una valla o talanquera, su manifestación expresa de que se
encontraba sentado en la valla y que al ser tocado por alguien en el brazo
se cayó deslizándose por un tubo de sujeción, permite suponer sin excesivo
esfuerzo que el demandante se encontraba participando activamente en el encierro
y por dentro de su recorrido, alternando como es lógico, los momentos
en que se encontrase a ras de suelo con aquellos otros más o menos comprometidos en que por razón de las circunstancias los participantes tratan
de asirse o protegerse subiéndose a las talanqueras y vallas establecidas al
efecto. En consecuencia, tal y como esta misma Sala ha manifestado en
diferentes resoluciones, de las que constituye ejemplo la S. 29 mayo 1993,
se produce en esta situación una incidencia notable de la conducta de la
propia víctima, que asume voluntaria e irreflexiblemente el riesgo de participación en un evento de por sí extremadamente peligroso, originando
inexorablemente la ruptura del nexo causal entre la actuación presuntamente negligente de la Corporación demandada y el evento dañoso”.
La SAP Valencia 8-6-1999 es interesante también a estos efectos, cuando
indica que “de todo lo cual se desprende que la cogida a la actora, entre
215
197-220.indd 19
14/04/2009 13:07:11
Responsabilidad civil y festejos taurinos
esa barrera provisional y la plaza portátil, fue en un tramo de recorrido
en el que en ese momento no se celebraba ningún espectáculo taurino
y en el que no era previsible la presencia de animal alguno. Siendo ello
así, claro es que no puede apreciarse culpa exclusiva de la víctima, ya
que ésta no era partícipe del festejo, sino mera espectadora, y, al igual
que otros viandantes, transitaba por una zona en la que no tenía que
haber riesgo alguno de embestida, de haberse colocado correctamente
la provisional valla delimitadora del recinto a la altura de la C/ Arrabal,
barrera esta que en absoluto puede entenderse que tuviera la consideración de móvil en el sentido que le da la asociación demandada, de
mero instrumento de protección y de diversión de los participantes en
el festejo que podían moverla a su antojo, ya que ello no era así, como
se infiere del conjunto probatorio”.
Gráfica resulta, a sensu contrario, la SAP Álava 26-7-1999, cuando
afirma que “en este concreto caso la víctima no participaba voluntariamente en el espectáculo asumiendo en consecuencia dicho riesgo,
sino que ajena al mismo se vio involucrada en su dinámica por una
causa no imputable a aquélla cual fue la variación de la normal trayectoria por la que la atracción discurría y la ausencia de medidas de
seguridad en la forma explicitada, encontrándonos ante una responsabilidad que aun en su concepción más objetiva habría requerido que
los codemandados hubieran logrado demostrar que agotaron hasta
el máximo las medidas de precaución y prudencia necesarias para
precaver y evitar la causación de daños, lo que es evidente que no ha
sido así”.
En conclusión, es evidente que al mero espectador al evento no puede exigírsele asunción alguna de riesgo por el desarrollo del mismo,
y sólo debe asumir aquellos daños sufridos que se hayan producido
como consecuencia de su propia actuación o por su propia culpa. En
todo caso, nuevamente es fundamental la actuación diligente del organizador de cara a determinar si existe alguna responsabilidad por su
parte en la producción del daño.
216
197-220.indd 20
14/04/2009 13:07:11
Antonio José Quesada Sánchez
3.3 Concurrencia de culpas
El tercer paso lógico que parece oportuno dar, una vez determinado
que el convocante del festejo debe ser diligente y que los participantes
aceptan el riesgo del que puede derivarse un posible daño, es el tratamiento del caso en el que pueda existir una concurrencia de culpas,
y de ahí se derive que deba compensarse la responsabilidad a la hora
de tasar la oportuna reparación. El convocante es responsable, por
negligente, pero el interviniente tampoco fue diligente y, como consecuencia de todo, se produjo finalmente el daño. En estos casos es
perfectamente válida la concurrencia de culpas entre el organizador
y el dañado117., conforme a la teoría general de la misma aplicable a
cualquier otro tipo de casos. Así lo admiten claramente, por ejemplo,
las SSTS 17-5-1994, 3-2-1995 ó 31-12-1996, la SAP Cuenca 13-7-2002
o la SAP Badajoz 2-4-2003118..
La SAP Guadalajara 24-2-1996, por ejemplo, indica que “De ahí que
sea aplicable al supuesto que nos ocupa, al menos en parte, la doctrina
jurisprudencial recogida ya por la Sentencia del Tribunal Supremo de
27 mayo 1987, según la cual “si bien es cierto que el Ayuntamiento crea
un riesgo, no es justo que la comunidad o los individuos que lo integran soporten los riesgos específicos no controlables, pero no es menos
exacto que tal responsabilidad objetiva por riesgo tiene como límite la
culpa exclusiva de la víctima (...) actuando la asunción voluntaria del
riesgo como límite de aquélla”. Se producirá pues la exoneración de
la Administración cuando se acredite otra con causa proviniente de
un particular que interfiere significativamente la relación causa-efecto,
lo que es aplicable al presente supuesto, si bien, no excluyendo en su
totalidad la negligencia del Ayuntamiento, apreciándose una compen-
117.Puede también existir la responsabilidad de un tercero, si así se produce, y si se daña a un interviniente, ambos (convocante y tercero), deben reparar el daño causado.
118. Sobre el tema, vid. BLANQUER CRIADO, D.: “Libertad, responsabilidad y fiestas populares”,
cit., pp. 147-166 y MEDINA ALCOZ, M.: “La asunción del riesgo…”, cit., pp. 193-195.
217
197-220.indd 21
14/04/2009 13:07:11
Responsabilidad civil y festejos taurinos
sación de culpas, al no haber extremado el celo esta entidad en cuanto
a la custodia de estos elementos de transporte, máxime cuando no era
la primera vez que se utilizaba para presenciar el encierro”. La SAP
Castellón 16-12-1998, por su parte, señalaba que “hay que reconocer
que la decisión del propio lesionado de sentarse en tan inapropiado
lugar, coadyuvó al resultado fatal, pues de haber sopesado las cosas con
la prudencia necesaria, se hubiera percatado del riesgo existente,
luego como corresponsable del evento dañoso que es, su derecho al
resarcimiento debe sufrir una moderación en un porcentaje que la Sala
estima del 50%”.
También la SAP Castellón 27-3-1999 aprecia una concurrencia de culpas, expresándolo de este modo: “Pues bien, partiendo de lo anterior
y en el estricto plano de las responsabilidades derivadas de la forma de
acontecer la lesión, bien puede indicarse que existió, por un lado, una
falta de previsión por parte del Ayuntamiento de Oropesa para proceder al encierro final del toro, y permitiendo a su vez un espontáneo
método improvisado por los participantes o asistentes, así como, por
otro lado, una arriesgada presencia del hoy actor en el recinto por el
que transcurría la res brava con la cuerda que le había sido colocada
que constituía un factor adicional de riesgo, que se añadía al ordinario
de las embestidas que pudiera causar el animal. / La anterior conclusión que viene a significar la percepción de una concurrencia de culpas, por
parte del Ayuntamiento organizador y por el propio participante, que
ha de tener diferente valoración en función de las diferentes pólizas de
seguro concertadas, como a continuación se verá”.
Por lo tanto, como en cualquier otro caso en que se aprecie la existencia de responsabilidad, también aquí puede existir una concurrencia
de culpas y, en tal caso, ello debe reflejarse a la hora de fijar la oportuna reparación, pues la responsabilidad debe ser asumida de modo
compartido.
218
197-220.indd 22
14/04/2009 13:07:11
Antonio José Quesada Sánchez
3.4 Posible aplicación del artículo 1905 CC a
nuestro supuesto de hecho
Una última cuestión que parece oportuno tratar es la posible aplicación o no a nuestro caso del artículo 1905 CC. Generalmente nuestros tribunales remiten al genérico artículo 1902 CC o al régimen de
responsabilidad patrimonial de la Administración, sin incidir en la
posible aplicación de este artículo. En concreto, el artículo 1905 CC
establece que “El poseedor de un animal, o el que se sirve de él, es responsable de los perjuicios que causare, aunque se le escape o extravíe.
Sólo cesará esta responsabilidad en el caso de que el daño proviniera
de fuerza mayor o de culpa del que lo hubiese sufrido”. ¿Resultaría
aplicable a nuestro caso? El TS parece tener claro que no: “por mucha
buena voluntad que ponga esta Sala en buscar en qué ha podido ser
infringido el artículo 1905 CC, no lo ha podido encontrar”, establece
literalmente la STS 15-11-2001. En idéntico sentido se expresaron las
SSAP Castellón (Sección 1) 6-3-2002119., en su Fundamento de Derecho
Tercero y AP Navarra 21-9-1994120., en su Fundamento de Derecho
Segundo.
“No es el animal quien aisladamente causa el daño, sino su actuación
predeterminada por una serie organizada de actos que son controlados por una persona o institución”, según ha apuntado MOURE
GONZÁLEZ121., y también otros autores se han detenido a estudiar
la cuestión122.. Nuestros tribunales, por su parte, tienen claro que el
artículo 1905 CC no es aplicable a este supuesto que estudiamos
119.AC/2003/1766.
120.AC/1994/1394.
121.MOURE GONZÁLEZ, E.: “La responsabilidad de los Ayuntamientos…”, cit., p. 547.
122.Vid. MEDINA ALCOZ, M.: “La asunción del riesgo…”, cit., pp. 163-170. Profunda reflexión
sobre el artículo 1905 CC en GALLEGO DOMÍNGUEZ, I.: “Responsabilidad civil extracontractual… ”, cit., pp. 25-152.
219
197-220.indd 23
14/04/2009 13:07:11
Responsabilidad civil y festejos taurinos
Da la sensación de que es acertado el citado comentario de MOURE,
y de que la organización de estos festejos queda fuera del ámbito de
operatividad del artículo 1905 CC. Por tanto, parece más correcto
mantener esta responsabilidad dentro de los márgenes más amplios
del artículo 1902 CC, como vienen haciendo nuestros tribunales123..
123.En este sentido, MOURE GONZÁLEZ, E.: “La responsabilidad de los Ayuntamientos…”, cit., p.
547 y MEDINA ALCOZ, M.: “La asunción del riesgo…”, cit., p. 163.
220
197-220.indd 24
14/04/2009 13:07:12
Descargar