LA MED hernia discal 65

Anuncio
LA MED hernia discal 65
l cual el óxido nítrico (NO) regula
s y plaquetas. El ácido acetilsalitodavía desconocidos, estimula la
rófilos. Este NO actúa sobre las
concentraciones de GMP cíclico
uesta antiagregante plaquetaria;
2/9/05
12:49
Página 1
LA MEDICINA HOY
Hernia discal lumbar
abetes gestacional
A. García de Frutos, P.L. Esteban Navarro, D. Poggio Cano y S. García Ramiro
Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología. Hospital Clínic Universitari. Barcelona. España.
ubinemia, hipocalcemia y
os hijos
E
etes gestacional
stacional.
s de la diabetes gestacional
glucosa administrada
sa
Aa,c
mmol/l
Carperter y Coustana
mg/dl
mmol/l
5,8
10,5
9,1
8,0
95
180
155
140
5,3
10,0
8,6
7,8
mmol/l
ADAa
mg/dl
mmol/l
6,9
–
7,8
95
180
155
5,3
10,0
8,6
ticas las SOG con 2 o más valores iguan positivas las SOG con al menos 1 de
c
Criterios utilizados en nuestro hospital
l dolor lumbar y la ciática son cuadros de presentación frecuente a lo largo de la vida de una persona y constituyen una
de las causas más frecuentes de consulta al médico general o cirujano ortopédico. Entre el 60 y el 80% de la población presenta algún episodio de dolor lumbar a lo largo de su vida, mientras que la
incidencia de ciática es mucho menor. Estos síntomas son frecuentemente expresión de diversas patologías de los discos intervertebrales, la más frecuente de las cuales es la hernia discal lumbar sintomática, con una incidencia aproximada del 2% entre la población
general1.
La hernia de disco intervertebral se presenta al producirse un
desplazamiento de la parte central del disco o núcleo pulposo, con
rotura parcial o completa del anillo fibroso y aparición de asimetría
focal en la circunferencia externa del disco. La protrusión discal, a
diferencia de la hernia, es una prominencia generalizada del borde
periférico del disco sin que haya desplazamiento focal del núcleo.
Los factores que se asocian a un mayor riesgo de presentar una
hernia del disco lumbar son el sexo masculino, la edad entre 30 y
50 años, los trabajos que requieren levantamiento de objetos pesados o posturas asimétricas, el tabaquismo y la exposición repetida a
vibraciones1.
En la valoración de la patología discal hay que tener en cuenta
que gran parte de la población presenta herniaciones asintomáticas
y que, con los métodos de diagnóstico de que se dispone actualmente, imágenes patológicas que no son sintomáticas pueden interpretarse erróneamente. A la hora de diagnosticar y tratar una
hernia discal es básica la correlación clínico-radiológica.
Es importante conocer que, en el 90% de los pacientes, la resolución del cuadro consiste en la evolución natural de una radiculopatía secundaria a una hernia. Los síntomas suelen remitir sin necesidad de cirugía en los primeros 3 meses desde el inicio de la clínica, por lo que en la mayoría de los casos el tratamiento de
elección es el conservador.
ANATOMÍA SEGMENTARIA
La unidad motora vertebral está constituida por 2 vértebras vecinas unidas entre sí por el disco intervertebral, reforzado por delante por el ligamento longitudinal común anterior y por detrás por el
posterior, las 2 articulaciones interapofisarias posteriores y las estructuras ligamentosas de sujeción: ligamentos articulares, amarillos, interespinosos y supraespinosos.
El disco intervertebral es una estructura elástica de unión que
absorbe y transmite las cargas que soporta la columna vertebral.
Está formado por una estructura fibrosa externa, el anillo fibroso, y
otra interna, denominada núcleo pulposo. El anillo fibroso está
constituido por capas sucesivas de fibras de colágeno tipo I, orientadas de manera inversa en aspa con relación a la capa vecina,
(607)
mientras que el núcleo pulposo está compuesto por fibras de colágeno tipo II, más fino, que forma una malla tridimensional muy laxa en la que se integran los proteoglucanos, así como condroitín
sulfato y queratín sulfato, mucopolisacáridos responsables de la
turgencia del disco. El componente esencial del disco es el agua,
que representa del 70 al 90% del volumen del núcleo pulposo; el
disco transmite las cargas como un elemento hidráulico (representado por el núcleo pulposo) y las reparte uniformemente provocando el abombamiento del anillo fibroso, ya que disipa las fuerzas
verticales y las transforma en horizontales. El disco tolera bien las
fuerzas de compresión axial, pero no las flexiones ventrales y menos las torsiones de la columna, que crean tensiones y fuerzas de
cizallamiento en la periferia del anillo, favoreciendo su rotura2. El
disco actúa de manera sincrónica con las articulaciones interapofisarias y forma un “trípode funcional”3. La degeneración del disco,
principalmente en la zona anular posterior, sobrecarga y acelera la
artrosis de estas articulaciones, proceso que también sucede a la
inversa. La presencia de estructuras neurales junto al disco y a sus
estructuras osteoligamentosas hace que se afecten, expresándose
como dolor radicular o signos deficitarios radiculares o medulares.
Se han establecido 3 fases evolutivas en este proceso4: disfunción,
que se establece entre los 15 y los 45 años y cuya expresión clínica
típica es la hernia discal; degeneración, cuya expresión clásica es la
inestabilidad y afecta a pacientes en la edad media de la vida, y estabilización, a expensas de los cambios degenerativos y cuya expresión clínica es la estenosis de canal, habitualmente por encima de
los 65 años de edad.
FISIOPATOLOGÍA DEL CONFLICTO
DISCORRADICULAR
Las ciáticas por hernia discal son el resultado de una acción mecánica y química en las raíces nerviosas dentro del conducto vertebral lumbar. Se considera que el proceso de degeneración discal
tiene un fundamento bioquímico, con inhibición de la síntesis de
proteoglucanos e incremento en la degradación de la matriz debido al efecto de mediadores químicos como la interleucina 1, la interleucina 6, el óxido nítrico, la prostaglandina E-2 y las metaloproteinasas de la matriz. Estos mismos mediadores también desempeñarían un papel directo en los cuadros dolorosos asociados a la
degeneración y hernia discales mediante la estimulación y sensibilización de los terminales aferentes existentes en la parte externa
del anillo fibroso, así como de otras estructuras inervadas que rodean al canal medular, y pueden ejercer un efecto directo sobre la
raíz nerviosa y sobre los ganglios de la raíz posterior, con aparición
de dolor radicular. En el tejido discal herniado y degenerado se
han observado concentraciones elevadas de fosfolipasa A-2, que
puede actuar como mediador inflamatorio y sensibilizar los recepJANO 9-15 SEPTIEMBRE 2005. VOL. LXIX N.º 1.575
25
LA MED hernia discal 65
2/9/05
LA MEDICINA HOY
12:49
Página 2
Hernia discal lumbar
A. García de Frutos, P.L. Esteban Navarro, D. Poggio Cano y S. García Ramiro
tores del dolor. Además, la fosfolipasa A-2 desmieliniza las raíces
medulares, lo que induce la aparición de regiones con hipersensibilidad frente a la estimulación mecánica causantes de dolor de tipo ciática. Se ha demostrado que el material discal herniado induce una respuesta inflamatoria de tipo cuerpo extraño, con macrófagos y neovascularización, lo que constituiría una parte tanto del
proceso de generación del dolor como de la eliminación del material discal desplazado. Este material discal también ejerce efectos
neurotóxicos (lesión de la vaina de mielina y lesión axonal) y vasculares (disminución del flujo sanguíneo, formación de trombos y aumento de los microvasos intraneurales) directos sobre las raíces
medulares, sin relación con sus efectos compresivos. El disco lumbar degenerado está más inervado que el disco normal, principalmente la parte interna del anillo fibroso, y la inmunorreactividad
de estas terminaciones nerviosas frente a la sustancia P sugiere que
desempeñan un papel en la sensibilidad nociceptiva.
DIAGNÓSTICO
Figura 1 Radiografía lateral de la columna lumbar normal.
La mayoría de los pacientes se sitúa en un intervalo de edad de 3050 años. Cuando la hernia discal acontece en un paciente de mayor
edad es frecuente que presente una clínica especialmente dolorosa,
lo que en ocasiones se explica por la asociación de un canal estrecho.
El inicio suele ser abrupto, lo que se ha relacionado con la rotura de las fibras del anillo fibroso intensamente inervado, pasando
posteriormente a delimitarse un cuadro de lumbalgia más o menos
intensa (a veces ausente) junto a un dolor radicular característico.
A menudo el dolor de espalda desaparece o se mantiene en un segundo plano respecto a la radiculalgia. La persistencia de una lumbalgia manifiesta es más frecuente en los casos de hernias centrales por irritación del ligamento longitudinal posterior (muy inervado). Generalmente el dolor se agrava con la tos, los estornudos y
las maniobras de Valsalva5.
La irradiación a la extremidad seguirá un trayecto dermatomérico que varía en función de la raíz afectada. Los dermatomas más
frecuentemente afectados son L5 y S1, ya que en muchos casos los
espacios intervertebrales implicados son L4-L5 y L5-S1.
EXPLORACIÓN
Figura 2 Resonancia magnética de la columna lumbar en la que se observa una hernia discal L4-L5.
26
JANO 9-15 SEPTIEMBRE 2005. VOL. LXIX N.º 1.575
El paciente suele adoptar una marcha antiálgica y tiende a inclinarse hacia el lado contrario a la hernia (inclinación ciática). La inclinación hacia el lado de la pierna dolorosa puede indicar la presencia de una hernia axilar.
En todos los casos debe realizarse una evaluación neurológica
detallada que incluya reflejos y pruebas sensitivas y motoras que
demuestren la existencia de disfunción radicular6. En los casos de
larga evolución puede objetivarse disminución del tono muscular
y/o atrofia muscular.
Son clásicos los signos de tensión de las raíces nerviosas. El más
extendido es el signo de Lasègue, que consiste en el levantamiento
de la pierna recta en decúbito supino: se debe considerar positivo
cuando el dolor radicular se reproduce entre 35 y 70 grados. El
dolor referido a la zona lumbar no debe considerarse positivo. El
Lasègue con la pierna contralateral positivo, aunque infrecuente,
es muy específico, y es más frecuente en los casos de hernia axilar.
No debe olvidarse que cuando la raíz afectada corresponde a niveles lumbares superiores (L2, L3, L4) el Lasègue no funcionará como un signo de tensión de la raíz, y en estos casos la prueba de estiramiento se hará efectuando una hiperextensión de la cadera con
el paciente en decúbito prono (Lasègue invertido).
(608)
LA MED hernia discal 65
2/9/05
LA MEDICINA HOY
12:49
Página 3
Hernia discal lumbar
A. García de Frutos, P.L. Esteban Navarro, D. Poggio Cano y S. García Ramiro
Especial atención debe prestarse cuando el paciente refiere incontinencia vesical o fecal junto con debilidad motora en ambas
extremidades y anestesia en silla de montar. Dicha tríada constituye el llamado síndrome de la cola de caballo, y en estos casos se
trata de una urgencia quirúrgica.
Hay que recordar que las radiografías simples (fig. 1) no son útiles para el diagnóstico de la hernia lumbar, aunque sí están indicadas para el diagnóstico diferencial en pacientes con lumbalgias de
más de 6 semanas de evolución o cuando en la anamnesis se identifican factores de riesgo7.
La resonancia magnética (RM) (fig. 2) es la prueba de imagen
de elección, fundamentalmente de cara a la planificación operatoria. Si bien sus indicaciones deberían restringirse a los casos de dificultad diagnóstica, déficit neurológico progresivo y cuando se
contempla la posibilidad de cirugía, la RM está ampliamente difundida y posiblemente sobreutilizada.
Este hecho obliga a ser cautos a la hora de interpretar los hallazgos obtenidos y relacionarlos con la clínica, ya que es bien conocido, y así lo reflejan distintos estudios, que hasta un 30% de individuos asintomáticos presentan protrusiones discales asintomáticas.
La RM permite una mejor definición de los tejidos blandos, y el
empleo de contrastes como el gadolinio es especialmente útil en
las lumbociatialgias con cirugías previas para diferenciar la fibrosis
posquirúrgica de la recidiva herniaria.
A la hora de interpretar una RM, lo realmente importante no es
si existe o no un disco abombado o una hernia, sino reconocer si el
disco atrapa la raíz nerviosa. Este hecho se aprecia mejor en los
cortes trasversales o en los cortes parasagitales a la altura de los
agujeros de conjunción.
Figura 3 Corte transversal de una vértebra lumbar con las diferentes
localizaciones de la hernia discal: 1: extraforaminal; 2: foraminal; 3: posterolateral; 4: central.
CLASIFICACIÓN
Existen diversas clasificaciones de la hernia discal lumbar. Hay una serie
de términos descriptivos que, a modo de clasificación, tratan de definir
el grado o la localización de la hernia (figs. 3 y 4). Así, según el grado y
sus características anatomopatológicas, se diferencian8,9 los siguientes:
– Protrusión discal: prominencia simétrica del borde periférico
del anillo fibroso.
– Hernia discal contenida: el anillo puede mostrar un desgarro
parcial o completo hacia donde se desplaza la zona central del disco, produciendo una prominencia asimétrica de la periferia del
anillo, mientras que el borde externo del anillo o el ligamento longitudinal común posterior permanecen íntegros (fig. 5).
– Hernia discal no contenida: el defecto del anillo fibroso es
completo, y permite que el núcleo pulposo salga del anillo. En este
caso se diferencian 2 subtipos:
a) Extrusión: la zona desplazada del disco mantiene continuidad
con la parte central del disco (fig. 6).
b) Secuestro: la parte desplazada del disco ya no muestra una
continuidad directa con la zona central (fig. 7). La zona herniada
puede migrar a distancia del disco defectuoso y el defecto del anillo permanecer abierto o cicatrizar.
Debe tenerse en cuenta que estos términos no marcan diferencias en la traducción clínica. Una protrusión puede ser mucho más
sintomática que una hernia verdadera, y viceversa.
Basándose en su localización anatómica, las hernias discales
también se clasifican según su posición en las distintas zonas de la
circunferencia del anillo fibroso:
– Hernia central, situada en la línea media y posterior del anillo
(fig. 8). Puede dar una afectación bilateral de las raíces o incluso
una afectación global de todas las raíces caudales a la hernia si su
tamaño es lo suficientemente grande.
(609)
Figura 4 Visión anteroposterior de las localizaciones más frecuentes de
la hernia discal lumbar y su afectación radicular: 1: foraminal,
que afecta a la raíz superior del nivel; 2: posterolateral, que
afecta a la raíz inferior del nivel; 3: axilar, que afecta a la raíz
superior del nivel.
JANO 9-15 SEPTIEMBRE 2005. VOL. LXIX N.º 1.575
27
LA MED hernia discal 65
2/9/05
LA MEDICINA HOY
12:49
Página 4
Hernia discal lumbar
A. García de Frutos, P.L. Esteban Navarro, D. Poggio Cano y S. García Ramiro
Figura 5 Resonancia magnética de una hernia discal L5-S1 contenida.
Figura 7 Resonancia magnética de una hernia discal L4-L5 secuestrada o
migrada.
Figura 8 Resonancia magnética de una hernia discal L5-S1 central.
Figura 6 Resonancia magnética de una hernia discal L4-L5 extruida.
– Hernia posterolateral, localizada hacia uno de los lados pero
medialmente al pedículo (fig. 9). Es la localización más frecuente.
Generalmente afecta a la raíz descendente, es decir, a la inferior
del nivel afectado. Así, en una hernia L4-L5 la raíz afectada sería la
L5.
28
JANO 9-15 SEPTIEMBRE 2005. VOL. LXIX N.º 1.575
– Hernia foraminal, localizada entre los bordes lateral y medial
del pedículo, en el interior del agujero intervertebral (fig. 10). En
estos casos la raíz lesionada será la del nivel superior, la raíz saliente. Así, una hernia L4-L5 afectaría a la raíz L4.
– Hernia extraforminal, situada lateralmente al pedículo. Se
comporta clínicamente de forma similar a la foraminal.
A veces se habla de hernias en posición axilar al referirse a hernias centrales o posterolaterales que se desplazan cranealmente y
afectan a la raíz saliente, de forma análoga a las hernias foramina(610)
LA MED hernia discal 65
2/9/05
LA MEDICINA HOY
12:49
Página 5
Hernia discal lumbar
A. García de Frutos, P.L. Esteban Navarro, D. Poggio Cano y S. García Ramiro
les, y comprimen la raíz por su parte inferior. Así, en estos casos,
en contra de lo habitual, una hernia L4-L5 afectaría a la raíz L4.
TRATAMIENTO
Dada la excelente evolución natural de la hernia discal lumbar sintomática, el tratamiento inicial se debe realizar con medidas no
quirúrgicas. Los antiinflamatorios no esteroideos combinados con
analgésicos y relajantes musculares son útiles como tratamiento
inicial del dolor. En ocasiones se administran tandas cortas de esteroides intramusculares u orales, o incluso opioides si el dolor es
muy intenso. Un período corto de reposo en cama (no más de 2 o
3 días) y la modificación de la actividad, evitando la carga de peso,
la flexión del tronco o las posturas asimétricas, colaborarán en el
control de la sintomatología.
La utilización de inyecciones de esteroides epidurales es un tratamiento que mejora significativamente la sintomatología, disminuye la necesidad de descompresión quirúrgica y presenta pocas
complicaciones asociadas10-12.
El déficit neurológico progresivo o la aparición de un síndrome
de la cola de caballo son indicaciones de urgencia para la descompresión quirúrgica de una hernia discal lumbar sin esperar a la respuesta al tratamiento conservador. El síndrome de cauda equina
se presenta con alteraciones sensitivas en forma de anestesia en silla de montar, alteraciones motoras bilaterales en extremidades inferiores y alteración de esfínteres con incontinencia intestinal y vesical. Se presenta en el 1 al 2,4% de las hernias lumbares sintomáticas1. Se recomienda la descompresión urgente antes de 48 h, ya
que el pronóstico empeora significativamente si la cirugía se retrasa13.
Las indicaciones relativas para la cirugía son la radiculopatía
persistente tras un tratamiento conservador adecuado, la ciática incapacitante recurrente, el dolor incontrolable con medidas no quirúrgicas y la presencia de un déficit motor significativo con signos
de tensión y dolor. La indicación más frecuente de intervención
quirúrgica es el fracaso del tratamiento no quirúrgico con persistencia de la ciática14. En este caso se recomienda realizar descompresión quirúrgica antes de los 6 meses del inicio de los síntomas,
ya que después de los 6 meses la cirugía no ofrece tan buenos resultados14. Generalmente se instaura el tratamiento conservador
durante 6-8 semanas y, si no responde satisfactoriamente, se procede a la discectomía.
La presencia de un déficit neurológico no progresivo en ausencia de otros síntomas no es indicación por sí sola de tratamiento
quirúrgico. El pronóstico en la recuperación del déficit no ha demostrado ser más favorable con o sin descompresión quirúrgica15,16.
El tratamiento quirúrgico estándar es la laminectomía y discectomía lumbar abierta. Puede usarse el microscopio para reducir el
abordaje quirúrgico y mejorar la visión del campo en las hernias de
un solo nivel. Las hernias foraminales o extraforaminales precisarán en ocasiones de la escisión parcial de la carilla articular, un
abordaje lateral intertransverso o la combinación de un abordaje
lateral y laminectomía convencional.
La mayor parte de las series clínicas obtienen buenos resultados
en más del 90% de los casos intervenidos. La clave para la obtención de buenos resultados es la selección adecuada de los pacientes. Éstos deben presentar sintomatología predominante en la extremidad inferior y estudios de imagen congruentes con los signos
neurológicos focales. El dolor de espalda aislado sin sintomatología
radicular es una contraindicación relativa para este procedimiento,
ya que el alivio de la lumbalgia con la cirugía es menos predecible.
(611)
Figura 9 Resonancia magnética de una hernia discal L5-S1 posterolateral.
Figura 10 Resonancia magnética de una hernia discal L5-S1 foraminal.
Se han descrito una serie de técnicas percutáneas alternativas a
la cirugía abierta. La quimonucleolisis consiste en la inyección intradiscal de quimopapaína para conseguir la reducción herniaria;
se aplica a pacientes con hernias pequeñas o de tamaño medio, en
los niveles L4-L5, contenidas y sin estenosis foraminal, y la técnica
tiene éxito en el 77% de los casos17-19. La nucleotomía percutánea
consiste en la aspiración percutánea del disco; es una técnica con
pocas complicaciones pero que se ha demostrado poco efectiva4.
La microdiscectomía endoscópica, la discectomía laparoscópica o
la discectomía artroscópica son técnicas que pueden tener bueJANO 9-15 SEPTIEMBRE 2005. VOL. LXIX N.º 1.575
29
LA MED hernia discal 65
2/9/05
LA MEDICINA HOY
12:49
Página 6
Hernia discal lumbar
A. García de Frutos, P.L. Esteban Navarro, D. Poggio Cano y S. García Ramiro
nos resultados, pero requieren una difícil y larga curva de aprendizaje20.
Las complicaciones inmediatas de la cirugía deben identificarse
para poder instaurar un tratamiento adecuado en cada caso. Las
infecciones agudas de la herida precisan tratamiento antibiótico intravenoso y, en ocasiones, desbridamiento quirúrgico. Las lesiones
intraoperatorias del saco dural deberán suturarse si se detectan durante la intervención, ya que si no se detectan o no se cierran correctamente pueden evolucionar a una fístula de líquido cefalorraquídeo. Las lesiones de la raíz nerviosa por tracción o manipulación provocan déficit neurológico, normalmente transitorio. El
error de nivel debe evitarse con la comprobación intraoperatoria
del mismo bajo control radiológico. La descompresión nerviosa insuficiente por persistencia de fragmentos herniarios o por estenosis asociada no diagnosticada obliga, en ocasiones, a reintervenir
por persistencia de la radiculopatía.
Las complicaciones tardías incluyen la discitis o infección discal,
la hernia recurrente y la inestabilidad local. La infección tardía se
presenta como un aumento del dolor lumbar, generalmente a las
3-6 semanas de la intervención, con alteraciones analíticas en la velocidad de sedimentación globular y la proteína C reactiva. El
diagnóstico se suele confirmar mediante RM. Se realiza tratamiento antibiótico intravenoso tras realizar punción y cultivo del material discal. En ocasiones se debe realizar desbridamiento quirúrgico asociado. La recidiva herniaria se da en un 5-8% de los casos y
precisa de revisión quirúrgica en caso de reiniciar la clínica radicular13. La fibrosis epidural puede asociarse a persistencia o reinicio
de la sintomatología, es de difícil manejo y generalmente precisa
tratamiento conservador. El diagnóstico diferencial entre recidiva
herniaria y fibrosis epidural se realiza mediante RM con contraste
de gadolinio. La inestabilidad posdiscectomía o la lumbalgia residual requieren tratamiento conservador, que incluye analgesia, rehabilitación y tonificación de la musculatura, pero en algunas ocasiones acabarán precisando artrodesis o sustitución discal
protésica12. 䊏
30
JANO 9-15 SEPTIEMBRE 2005. VOL. LXIX N.º 1.575
Bibliografía
1. Johnson MG, Errico TJ. Hernia de los discos lumbares. OKU Actualizaciones
en cirugía ortopédica y Traumatología. Columna 2. Barcelona: Ars Médica;
2003. p. 353-63.
2. McCulloch JA, Macnab I. Sciatica and chymopapain. Baltimore: Williams and
Wilkins; 1983.
3. Farfan HF. Mechanical disorders of the low back. Philadelphia: Lea and Febiger; 1973.
4. Kirkaldy-Willis WH. Lumbar spondylosis and stenosis. En: Cauthen JC, editor.
Lumbar spine surgery. Baltimore: Williams and Wilkins; 1983. p. 5-9.
5. Vucetic N, Astrand P, Güntner P, Svensson O. Diagnosis and prognosis in lumbar disc herniation. Clin Orthop. 1999;361:116-22.
6. Greene WB. Hernia de disco lumbar. En: Essencials. Bases del tratamiento de
las afecciones musculoesqueléticas. American Academy of Orthopaedics Surgeons. Rosemont, Illinois: Panamericana; 2002. p. 559-65.
7. Gilbert FJ, Grant AM, Gillan MG, Vale LD, Campbell MK, et al. Low back
pain: influence of early MR imaging or CT on treatment and outcome. Multicenter randomized trial. Radiology. 2004;231:343-51.
8. Autio RA, Karppinen J, Kurunlahti M. Gadolinium diethyletriaminepentaacetic acid enhancement in magnetic resonance imaging in relation to symptoms
and signs among sciatic patients. Spine. 2002;27:1433-7.
9. Takui Ito, MD, Yuichi Takano MD, Nobuhiro Yuasa, MD. Types of lumbar
herniated disc and clinical course. Spine. 2001;26:848-651.
10. Buttermann GR. Treatment of lumbar disc herniation: epidural steroid injection compared with discectomy. J Bone Joint Surg. 2004;86-A:670-9.
11. Buttermann GR. Lumbar disc herniation regression after successful epidural
steroid injection. J Spinal Disord Tech. 2002;15:469-76.
12. Ng LC, Sell P. Predictive value of the duration of sciatica for lumbar discectomy. A prospective cohort study. J Bone Joint Surg. 2004;86B:546-9.
13. Ahn UM, Ahn NU, Buchowski JM, Garret ES, Sieber AN, Kostuic JP. Cauda
equina syndrome secondary to lumbar disc herniation: a meta-analysis of surgical outcomes. Spine. 2000;25:1515-22.
14. Spivak JM, Bendo JA. Trastornos degenerativos de la columna lumbar. Orthopaedic Knowledge Update 7; 2004: p. 596-600.
15. Weber H. Lumbar disc herniation: a controlled prospective study with ten years of observation. Spine. 1983;8:131-40.
16. Dubourg G, Rozenberg S, Fautrel B, Valls-Bellec I, Bissery A, et al. A pilot
study on the recovery from paresis after lumbar disc herniation. Spine.
2002;27:1426-31.
17. Postacchini F. Management of the herniation of the lumbar disc. J Bone Joint
Surg. 1999;81-B:567-76.
18. Postacchini F. Lumbar disc herniation. A new equilibrium is needed between
nonoperative and operative treatment. Spine. 2001;26:601.
19. Revel M, Payan C, Vallee C, et al. Automated percutaneous lumbar discectomi
versus chemonucleolysis in the treatment of sciatica: a randomised multicenter
trial. Spine. 1993;18:1-7.
20. Gómez-Castresana Bachiller F, Rodríguez Merchán EC. Patología del disco
intervertebral. Manual SECOT de Cirugía Ortopédica y Traumatología. Madrid: Panamericana; 2003. p. 927-43.
(612)
Descargar