Tribunal Superior de Justicia de Navarra (Sala de lo Social).Sentencia núm. 399/2002 de 24 diciembreAS\2003\681 Tribunal Superior de Justicia de Navarra (Sala de lo Social). Sentencia núm. 399/2002 de 24 diciembre AS\2003\681 ACCIDENTES DE TRABAJO: concepto y elementos; enfermedades comunes contraídas con motivo de la realización del trabajo: daños ocasionados por acoso moral o «mobbing»: requisitos; desestimación: trastornos mentales-estrés: conflictividad laboral: falta de acreditación de acoso moral o «mobbing». DERECHOS LABORALES DEL TRABAJADOR: derechos en la relación de trabajo: a la intimidad y a la consideración debida a su dignidad: acoso moral o «mobbing»: requisitos. Jurisdicción: Social Recurso de Suplicación núm. 421/2002 Ponente: Ilmo. Sr. D. víctor cubero romeo El TSJ desestima el recurso de suplicación interpuesto por la demandante contra la Sentencia del Juzgado de lo Social núm. 1 de los de Navarra, dictada en autos promovidos en reclamación de prestaciones por incapacidad temporal derivada de accidente de trabajo. En la Ciudad de Pamplona, a veinticuatro de diciembre de dos mil dos. La Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Navarra, compuesta por los Ilmos. Sres. citados al margen y EN NOMBRE DEL REY ha dictado la siguiente SENTENCIA En el Recurso de Suplicación interpuesto por doña Maika M. V., en nombre y representación de doña Petri M. D., frente a la Sentencia del Juzgado de lo Social núm. UNO de los de Navarra, sobre incapacidad temporal (Accidente de Trabajo); ha sido Ponente el Ilmo. Sr. Magistrado D. Víctor Cubero Romeo, quien expresa el parecer de la Sala. ANTECEDENTES DE HECHO PRIMERO Ante el Juzgado de lo Social núm. Uno de los de Navarra, se presentó demanda por doña Petri M. D., en la que tras exponer los hechos y fundamentos de derecho que estimó de aplicación, terminaba suplicando se dictara sentencia por la que se anule el parte de baja de 1 de octubre de 2001 y declare el derecho de la demandante a la prestación de incapacidad temporal por accidente laboral con efectos económicos desde el día 1 de octubre de 2001 con arreglo a la base reguladora de 504,85 euros/mes, condenando a las codemandadas a estar y pasar por la declaración que se dicte y al abono de la prestación con carácter principal frente a la Mutua y subsidiario del Instituto Nacional de la Seguridad Social, la Tesorería General de la Seguridad Social y la empresa demandada. SEGUNDO Admitida a trámite la demanda, se celebró el acto del juicio oral en el que la parte actora se ratificó en la misma, oponiéndose la demandada según consta en el acta extendida a tal efecto por el señor Secretario. Recibido el juicio a prueba se practicaron las propuestas y declaradas pertinentes. TERCERO Por el Juzgado de instancia se dictó sentencia, cuya parte dispositiva dice: «Que debo desestimar y desestimo la demanda interpuesta por doña Petri M. D. contra el INSS, TGSS, Mutua Navarra y Jangarria, SL considerando que la situación de incapacidad temporal de la actora se deriva de contingencia común, absolviendo a las codemandadas de los pedimentos contra ellas deducidos». CUARTO En la anterior sentencia se declararon probados: «I.–Doña Petri M. D. cuyas circunstancias personales obran en el escrito iniciador de las presentes actuaciones, viene prestando sus servicios por cuenta de la empresa codemandada Jangarria, SL, con una antigüedad del 10 de octubre de 1995 siendo su categoría profesional de camarera y percibiendo un salario mensual incluido el prorrateo de pagas extraordinarias de 504,85 euros brutos. Con fecha 14 de diciembre de 2000, la actora pone en conocimiento de la empresa, un hecho acaecido en ese mismo día, y cuyo tenor es el siguiente: “Iruña 14-12-2000. A la Dirección de empresa Jangarria: Encontrándome en mi puesto de trabajo realizando las tareas que me corresponden, la encargada Isabel A. se dirige a mí llamándome la atención por la colocación de los platos; argumento mi opinión con todo respeto por no estar de acuerdo con ella y, sin mediar nada más, dicha persona manifiesta delante de las demás compañeras y a voz en grito, la serie de improperios que quiero dejar escrito: Víbora, mala persona, puta enana, chula, vives amargada y amargas todo lo que tocas. Tengo muchas quejas de tus compañeras por lo mal que trabajas; cara de vinagre, quien ríe el último ríe mejor y voy ser la última en reír, chula te queda poco tiempo, esto no te va a durar mucho, de eso me encargo yo, etc. Saliendo Itxaso y Laura (compañeras en el office esta semana) a pedir por favor que no siguiera, que se estaba pasando, hizo caso omiso siguiendo con los insultos hasta que se marchó al centro. Denuncio los hechos como muy graves considerando como abuso de poder, por parte de dicha encargada todo lo acaecido hacia mi persona, por ser un ataque personal que nada tiene que ver con el ámbito laboral. Espero que la empresa tome las medidas necesarias, yo por mi parte, me reservo el derecho legal que corresponda en un caso como éste. Firma ilegible”. II.–Asimismo se dirige con fecha 21 de diciembre de 2000 un escrito por parte de representante sindical y la actora a la Dirección de la empresa Jangarria, y cuyo contenido es el siguiente: “Por medio del presente escrito queremos manifestarles nuestra preocupación por los graves hechos que recientemente tuvieron lugar en el colegio Ezcaba de Ansoain. No sólo resulta impropio de una encargada recriminar a voz en grito a una empleada, sino que resulta una total falta de respeto a la debida dignidad del resto de compañeras (no queremos pensar en amenazas de otro tipo que resultarían aún de peor estilo). El daño moral causado es grande, pero además, de la actitud de doña Isabel A. se desprende un abuso de autoridad evidente, así como una clara coacción para el resto de empleadas presentes en el momento de los hechos, lo que supone una actitud claramente sancionable. Por todo lo anteriormente expuesto exigimos de la empresa: 1º Una disculpa delante del resto de compañeras de doña Isabel A. hacia doña Petri M. 2º Que la empresa tome las medidas que disciplinariamente corresponden (de la que solicitamos nos pongan en conocimiento). Esperamos una rápida solución, dado que si no nos consta ninguna actuación por parte de la empresa, emprenderemos las acciones legales contra Isabel A. que lleven a resarcirnos del daño causado. Firmado: Iñaki S. Firmando: Petri M.”. III.–Consta en las actuaciones un escrito firmado por varias trabajadoras de la empresa, entre ellas la actora, en las que se relata lo que a su juicio ha ocurrido en los acontecimientos que han desembocado el presente procedimiento. Dicho escrito aparece en el folio 114 de los autos y dice así: “Ante los hechos acaecidos el día 14 de diciembre de 2000, en el centro Ezcaba de los que ya se aportó documentación en el que una trabajadora fue agredida, insultada y amenazada moral psíquicamente por parte de la encargada Isabel A., y solicitando dicha trabajadora junto con su representante sindical reunión con la empresa al fin de que ésta se disculpara públicamente o en su defecto la empresa. Dicha reunión se acordó celebrar hacia la semana del 22 de enero del 2001, llegándose a celebrar el 9 de febrero de 2001, sin previo aviso del retraso. Sin dar comienzo la reunión el gerente de Jangarria Jordi B., expulsa del Centro al representante sindical de la trabajadora, alegando que si él permanecía en dicho Centro la reunión sería cancelada, dejando por tanto sin representación alguna a la trabajadora Petri M. Reunidos gerente, supervisora general, encargada del Centro y las trabajadoras, el gerente se dirige a nosotras diciendo que no entendía tanto revuelo por lo sucedido el citado día 14, ya que para él era un tema personal y que para 4 horas que trabajamos juntas, procurásemos llevarnos bien; todo ello en plan paternalista. La trabajadora Petry M., vuelve a pedir nuevamente lo único que venía exigiendo ‘una 24 de marzo de 2011 © Thomson Aranzadi 2 Tribunal Superior de Justicia de Navarra (Sala de lo Social).Sentencia núm. 399/2002 de 24 diciembreAS\2003\681 disculpa pública por parte de la encargada’ puesto que a su juicio fue un abuso de poder por parte de una superiora en el puesto de trabajo y públicamente, a lo que dicha persona respondió textualmente: ‘Si estás esperando a que me disculpe puedes esperar sentada, a lo que la empresa no respondió, otorgando’. Algunas de nosotras entendiendo que no era mucho lo que dicha persona estaba pidiendo, para lo que ella había tenido que soportar, solicitamos que así lo hiciese a lo que se nos respondió que ella no tenía nada de que disculparse. La trabajadora agredida, pidió entonces a la empresa que contemplase el caso como Abuso laboral porque así es como la mayoría lo entendíamos, pero la empresa reitera que es un tema personal, a lo que dicha trabajadora responde que si toma como personal las ‘amenazas de que le queda poco tiempo y de eso se encarga ella (la encargada) puede entender que igual la atropella con el coche, a lo que Isabel A. contesta alta y claro: pues a lo mejor ’. De todo esto somos testigos todas las trabajadoras que allí estábamos. Viendo cómo se desarrollaba la reunión, se le pregunta al gerente Jordi B.: entonces si nosotras vemos blanco y la encargada dice que es negro, sea lo que sea, ¿qué hacemos? La respuesta del señor B. fue que dicha encargada gozaba de su total confianza y valía únicamente su criterio . La conclusión de la reunión para nosotras fue que la empresa no sólo la protegió, sino que incluso le dio más alas en su comportamiento. El gerente para dar por terminada la reunión se dirigió con mucha ‘sorna’ a la trabajadora afectada aconsejándole que si ella creía necesario llevar este tema a los periódicos, que lo hiciese que estaba en su derecho, y que los periodistas están deseando publicar noticias. Rubricadas cinco trabajadoras”. IV.–Consta asimismo en las actuaciones, que la actora solicitó a la inspección de trabajo un informe sobre los hechos acaecidos en el día 14 de diciembre de 2000, en las que se entiende por parte de la actora, que la encargada de la empresa codemandada, doña Isabel A., vulneró en la citada fecha la dignidad debida al trabajador. Con fecha 15 de mayo de 2001 la Inspectora de Trabajo y Seguridad Social emite informe en el que en cumplimiento de la orden de servicios número 459/2001 relativo a la denuncia interpuesta por doña Petri M. D. en la cual se pone de manifiesto (texto literal le insultó vulnerando el derecho a la dignidad), la Inspectora que suscribe informe que se ha procedido a requerir a la empresa mediante diligencia formulada en el folio 4 del libro de visitas de la Inspección a respetar la dignidad debida al trabajador [art. 4 2 e) del Estatuto de los Trabajadores ( RCL 1995, 997) ]. Asimismo en la rama de prueba demandante consta tanto en el documento 6, 7.1, 7.3, 7.4, escritos en los que se expone a juicio de las trabajadoras el ambiente de trabajo que se vive en el comedor donde se desarrollan las actividades profesionales para las cuales han sido contratadas como monitoras cuidadoras para la empresa codemandada Jangarria, SL. V.–Queda acreditado que el día 14 de diciembre de 2000, la encargada doña Isabel A., cuya vinculación personal a la actora, por todos conocido, había sufrido un deterioro progresivo que culminó en la rotura de sus lazos de amistad, transcendiendo así al ámbito laboral sus diferencias personales, recriminó a la actora, insultándole y enzarzándose así en una discusión verbal que terminó con una amenaza con medidas disciplinarias delante del resto de las compañeras a la actora, y consta asimismo, que la encargada con posterioridad, en una reunión mantenida con la dirección de la empresa, con la asistencia entre otras de la actora, reconoció los hechos que tuvieron lugar el citado día, pidiendo disculpas, al menos desde un punto de vista generalista. VI.–Con fecha 1 de octubre de 2001, la actora, causa baja por incapacidad temporal con el diagnóstico de estado de ansiedad, constando asimismo un informe médico de la Mutua Navarra que asegura las contingencias profesionales de la empresa codemandada Jangarria, SL, y que textualmente dice así: “De acuerdo con la información existente en Mutua Navarra, doña Petri M. D. no ha sido atendida en esta Mutua por accidente laboral alguno ni constan antecedentes médicos laborales. De hecho, la empresa en la que la trabajadora presta sus servicios, Jangarria, SL, no ha presentado parte de accidente laboral o enfermedad profesional alguno correspondiente a esta trabajadora. Adicionalmente, tras la revisión de la documentación aportada por la trabajadora relativa al proceso de Incapacidad Temporal iniciado el pasado 01-10-2001 queremos manifestar que el diagnóstico del cuadro clínico actual es ‘Trastorno adaptativo con ansiedad (CIE-10: F43.28) con características de trastorno por estrés postraumático’ que consideramos se ajusta a los criterios que determinan un proceso como contingencia común y que no debe considerarse como laboral. Pamplona a ocho de mayo de 2002. Fdo. Doctor Armando R. I. Coordinador médico de Mutua Navarra”. VII.–La Delegación Provincial del Instituto Nacional de la Seguridad Social, en dictamen propuesto sobre el expediente valoración de contingencia, constata que los hechos son los siguientes (folio 166 de las actuaciones): Paciente en IT desde 1-10-2001 con diagnóstico de estado de ansiedad. La paciente solicita que su proceso sea considerado derivado de contingencia profesional. Según informe de Urgencias: Paciente de 44 años con llanto fácil, muy desanimada que mejora ligeramente con Trankimazin. Informe médico de familia: paciente que acudió por primera vez en fecha 4-4-2001 por problema de salud psíquica en relación con situación de estrés laboral. Fue remitida a CSM en septiembre 2001 y facilitado la baja laboral. El juicio diagnóstico es: Trastorno de estrés postraumático (SEPT) y trastorno adaptativo. No se puede comprobar la relación causa-efecto. El proceso de incapacidad temporal iniciado fue considerado como derivado de enfermedad común. A la vista de la solicitud presentada y analizando los hechos descritos y la nueva normativa aplicable al caso, este equipo de valoración de incapacidades acuerda que la contingencia deberá ser de enfermedad común. Dicho subsidio por incapacidad temporal, corresponde a la Mutua Navarra tal y como se determina en el oficio de la Dirección Provincial del Instituto Nacional de la Seguridad Social con registro de salida de 23 de mayo 2002. VIII.–Consta asimismo en las actuaciones, un informe del Centro de Salud Mental que atiende a la actora, en el que se especifica lo siguiente: El pasado día dos de octubre de 2001 fue derivada esta paciente al Centro de Salud Mental por su médico de atención primaria. El motivo de la consulta fue el siguiente: La paciente venía sufriendo una hiperactivación psicofisiológica persistente con insomnio, dificultades de atención y concentración. Todo ello había sido desencadenado en relación importante problema en el medio laboral. Parece ser que el problema se inicia en septiembre del año 2000, cuando cambió la relación con su encargada al criticar algunas de sus decisiones. Desde aquel momento la paciente refiere haber sido objeto de un trato negativo continuado, que afectaba su reputación, sus posibilidades de comunicación y a la ejecución de su trabajo. La paciente relaciona en todo momento el inicio, el curso y la observación de su trastorno con el problema del medio laboral. El diagnóstico de dicho Centro de Salud Mental dice así: Trastorno por estrés postraumático y trastorno adaptativo con síntomas de ansiedad. Evolución: Ha sido tórpida consiguiendo muy escasos niveles de alivio ha sido preciso el cambio y sobre todo la dosis del tratamiento ansiolico. Debido a la duración del trastorno ansioso y a la intensidad del mismo, ha ido apareciendo una sintomatología de tipo depresivo: la vida emocional aislamiento y sentimientos de inseguridad. Ha sido necesario añadir tratamiento antidepresivo. Dicho informe fue emitido con fecha 14 de mayo de 2002. IX.–Solicita la actora que el parte de baja laboral emitido el 1 de octubre de 2001 por la Mutua Navarra por la contingencia de enfermedad común sea anulado y que la contingencia a que ha dado lugar dicha situación de incapacidad temporal sea de accidente de trabajo. X.–La base reguladora de dichas prestaciones según informe de la Inspección de Trabajo que consta en Autos a los folios 35 y 36, emitido en fecha 17 de julio de 2002, dice así: examinados los recibos de salarios del mes anterior a la incapacidad temporal de septiembre de 2001 se constata que la operario percibió por el período comprendido entre el 7 de septiembre 2001 al 30 del 9 de 2001 unos emolumentos de 324,93 euros, siendo su base de cotización tanto en contingencias generales como profesionales de 339,61 euros, no discutido por ninguna de las partes. XI.–Agotada vía administrativa previa». QUINTO Anunciado recurso de Suplicación por la representación letrada de la demandante, se formalizó mediante escrito en el que se consignan tres motivos, el primero y segundo al amparo del artículo 191.b) de Ley de Procedimiento Laboral ( RCL 1995, 1144 y 1563) , para revisar los hechos declarados probados, y el segundo, amparado en el artículo 191.c) del mismo Texto legal, para examinar las infracciones de normas sustantivas o de la jurisprudencia, denunciando infracción del artículo 115.1 de la Ley General de la Seguridad Social ( RCL 1994, 1825) por su inaplicación, en conexión con la reciente y amplia Doctrina que se cita. SEXTO Evacuado traslado del recurso fue impugnado por la Empresa y Mutua demandadas. FUNDAMENTOS DE DERECHO PRIMERO Frente a la sentencia de instancia que desestimó la demanda sobre calificación de accidente laboral de la situación de Incapacidad Temporal iniciada por la demandante el día 1 de octubre de 2001, se alza en Suplicación la representación Letrada de la trabajadora mediante la alegación de tres motivos; los dos primeros, de carácter fáctico, con amparo procesal en el artículo 191.b) de la Ley de Procedimiento Laboral ( RCL 1995, 1144 y 1563) , dirigidos, el primero de ellos, a modificar el Hecho Declarado Probado Quinto en el sentido de suprimir la afirmación de que la encargada pidiera disculpas a la actora, de manera que ese hecho debería quedar redactado como sigue: «la encargada con posterioridad, en una reunión mantenida con la dirección de la empresa y una vez se ausentó la actora, reconoció los hechos que tuvieron lugar el citado día pidiendo disculpas, al menos desde el punto de vista generalista». Tribunal Superior de Justicia de Navarra (Sala de lo Social).Sentencia núm. 399/2002 de 24 diciembreAS\2003\681 El segundo motivo, con idéntico amparo procesal que el anterior, solicita la adición de un nuevo hecho del siguiente contenido literal: «El cuadro que presenta la actora es típico de causa prolongada en el tiempo y se ha originado en el medio laboral habiendo sido atendida a raíz de los hechos más graves, en varias ocasiones por su médico de cabecera sin coger baja laboral, y posteriormente por el Centro de Salud Mental con el diagnóstico de Trastorno por estrés postraumático y trastorno adaptativo con síntomas de ansiedad». Estas adiciones no pueden prosperar por las siguientes consideraciones: La doctrina constitucional ( STC 44/1989, de 20 febrero [ RTC 1989, 44] ) tiene señalado que, por ser facultad que pertenece a la potestad jurisdiccional, corresponde en exclusiva a los Jueces y Tribunales ponderar los distintos elementos de prueba y valorar su significado y trascendencia en orden a la fundamentación del fallo contenido en la sentencia. Y esta libertad del Organo Judicial para la libre valoración de la prueba, implica, como también señala la misma doctrina ( STC 175/1985, de 15 febrero [ RTC 1985, 175] ) que pueda realizar inferencias lógicas de la actividad probatoria llevada a cabo, siempre que no sean arbitrarias, irracionales o absurdas. Ahora bien, el Juez o Tribunal de instancia es soberano para la apreciación de la prueba, con tal de que su libre apreciación sea razonada, exigencia que ha puesto de manifiesto la propia doctrina constitucional ( STC 24/1990, de 15 de febrero [ RTC 1990, 24] ), lo que quiere decir que la resolución judicial ha de contener el razonamiento sobre las conclusiones de hecho, a fin de que las partes puedan conocer el proceso de deducción lógica del juicio fáctico seguido por el Organo Judicial. La vigente Ley de Procedimiento Laboral ha recogido expresamente esta doctrina en su artículo 97.2, al disponer que la sentencia, apreciando los elementos de convicción, habrá de declarar expresamente los hechos que estime probados, haciendo referencia a los fundamentos de derecho «a los razonamientos que le han llevado a esta conclusión». En el caso ahora enjuiciado, el Magistrado de instancia valorando los distintos medios de prueba aportados a los autos, conforme le autoriza la Ley Procesal Laboral, ha estampado en su relato cuantos extremos entiende que han quedado acreditados, sin que en su apreciación se observe error alguno en la valoración de cuantos elementos probatorios se han practicado en el acto del juicio oral, pues no debe olvidarse que se está en presencia de un Recurso de Suplicación que tiene naturaleza procesal de extraordinario, idéntica a la del Recurso de Casación y, por tanto, sólo cabe modificar la declaraciones de hechos probados efectuados por el Juzgador de instancia cuando el error de hecho que se denuncie en el motivo aparezca claramente demostrado en pruebas documentales y periciales que tengan una evidencia inequívoca hasta el punto de que no resulte necesario recurrir a hipótesis, razonamientos o interpretaciones sobre el sentido del documento, sino que el error de hecho cometido por el Juzgador se acredite de una forma evidente y patente. Asimismo, y abundando en esta naturaleza excepcional distinta de la del Recurso de Apelación regulado en la Ley de Enjuiciamiento Civil ( RCL 2000, 34, 962 y RCL 2001, 1892) , se ha constituido la doctrina uniforme de que a través del Recurso de Suplicación no puede pretenderse que el Tribunal Superior entre a efectuar una nueva valoración de la globalidad y conjunto de la prueba practicada, sino que la revisión de hechos probados debe efectuarse mediante uno o varios documentos idóneos que patenticen fehacientemente el error de hecho cometido y que, por tanto, no sea necesario acudir a operaciones deductivas o razonamientos lógicos para descalificar los hechos probados sentados por el Juzgador; señalando, igualmente, que el juicio valorativo sobre la globalidad y conjunto de la prueba practicada corresponde en exclusiva al Tribunal «a quo», puesto que así le viene atribuido por Ley. Existen en esta materia dos reglas procesales básicas: 1º.–En caso de duda acerca de las conclusiones fácticas que han de extraerse en el examen y valoración de un documento en la medida en que de su lectura puedan sacarse conclusiones contradictorias e incompatibles entre sí debe prevalecer la conclusión fáctica sentada por el Juzgador en virtud de la naturaleza excepcional del propio recurso que impide la valoración «ex novo» por el Tribunal Superior de la globalidad y conjunto de la prueba practicada. 2º.–El documento en que se sustente la revisión de hecho postulada en el recurso ha de ser hábil e idóneo y con una fuerza probatoria inmediata y evidente, sin necesidad de acudir a razonamientos o nuevos análisis u operaciones jurídicas, salvo que se acuda a algún precepto legal valorativo de la prueba practicada. No respetar estas reglas básicas implica que la discrecionalidad judicial que siempre ha de existir en alguna medida puede desbordarse y extralimitarse hasta el punto de transformar y alterar las propias reglas imperativas de orden público que rifen el proceso y los recursos y convertir en la práctica un Recurso excepcional como es el de Suplicación en un Recurso de Apelación. 24 de marzo de 2011 © Thomson Aranzadi 5 Consecuentemente los motivos deben decaer. SEGUNDO El motivo de derecho, con adecuada cobertura procesal del artículo 191.c) de la Laboral ( RCL 1995, 1144 y 1563) , denuncia infracción del artículo 115.1 de la Seguridad Social ( RCL 1994, 1825) . Ley de Procedimiento Ley General de la Esta Sala ha tenido ocasión de pronunciarse reiteradamente sobre el concepto legal del accidente de trabajo en Sentencias, entre otras, de 25 de noviembre de 1997 ( AS 1997, 5014) , 2 de octubre y 30 de octubre de 1998, 27 de enero ( AS 1999, 5124) y 8 de marzo de 1999, 21 de febrero ( AS 2000, 271) , 10 de marzo y 20 de junio de 2000, 18 de mayo ( AS 2001, 1821) , 15 de junio ( AS 2001, 1824) , 28 de septiembre ( PROV 2001, 292519) y 25 de octubre de 2001, en aplicación del artículo 115 del actual Texto Refundido de la Ley General de la Seguridad Social, aprobado por Real Decreto Legislativo 1/1994, de 20 de junio. El concepto legal del accidente de trabajo se expresa como «toda lesión corporal que el trabajador sufra con ocasión o por consecuencia del trabajo que ejecute por cuenta ajena» (artículo 84.1 de la Ley General de la Seguridad Social de 1974 [ RCL 1974, 1482] y artículo 115.1 de la vigente Ley General de la Seguridad Social de 1994). Se configura así el accidente laboral a través de tres elementos: lesión, trabajo por cuenta ajena y relación entre lesión y trabajo, elementos generosamente interpretados desde antiguo por la Jurisprudencia del Tribunal Supremo y la doctrina del extinto Tribunal Central de Trabajo, en aras a la máxima protección del trabajador. Así, el concepto de lesión, que sugiere la idea de acción o irrupción súbita o violenta de agente exterior –o, en la definición de accidente del artículo 100 de la Ley de 8 de octubre de 1980 ( RCL 1980, 2295) , sobre Contrato de Seguros, «lesión corporal que procede de una causa fortuita, espontánea, exterior y violenta, independiente de la voluntad del asegurado»–, fue ampliado, desde la importante sentencia del Tribunal Supremo de 17 de junio de 1903, iniciadora de línea doctrinal consolidada, a las lesiones de evolución insidiosa o lenta, y tanto a la herida manifestada externamente como a la dolencia sin manifestación externa notoria y el trastorno fisiológico y funcional. Igualmente, el elemento objetivo del trabajo vio ampliado su ámbito de aplicación, por lo que concierne a la calificación laboral del accidente, mediante las figuras del accidente de trabajo «in itinere» y el accidente de trabajo «en misión». Por su parte, el nexo causal entre los otros dos elementos, expresado en la frase «con ocasión o por consecuencia», continúa siendo una exigencia ineludible para la calificación como laboral del accidente, marcando con claridad que la responsabilidad por éste deriva del riesgo profesional. Sin embargo, tradicionalmente la exigencia resulta debilitada en un doble aspecto, el primero porque la «ocasionalidad» proporciona al concepto del accidente de trabajo una gran fuerza expansiva, y el segundo por la presunción legal «iuris tantum» de la existencia de tal nexo cuando las lesiones las sufra el trabajador durante el tiempo y en el lugar de trabajo. En definitiva, el artículo 84 de la Ley General de la Seguridad Social define en su número 1 el accidente de trabajo, entendiendo por tal «toda lesión corporal que el trabajador sufra con ocasión o por consecuencia del trabajo que ejecute por cuenta ajena», de manera que si la lesión o aparece vinculada a la «ocasión» o la «consecuencia» laboral no existe accidente de trabajo, salvo que concurran determinadas circunstancias que el propio artículo (en su número 2) declara por vía ampliatoria como generadoras del accidente de trabajo, o que éste se presume, salvo prueba en contrario, pro el hecho de haberse producido la lesión «durante el tiempo y en el lugar del trabajo» (artículo 84.3), excluyendo, en todo caso, de tal calificación, a los debidos a fuerza mayor extraña al trabajo, o a dolo o imprudencia temeraria del trabajador (artículo 84.4), pero sin que impida esa calificación de accidente de trabajo la mera imprudencia profesional de trabajador o la concurrencia de determinados supuestos de culpabilidad civil o criminal del empresario, compañero de trabajo o un tercero, salvo que no guarde relación alguna con el trabajo (artículo 84.5). Ha de recordarse que ya el Tribunal Supremo en Sentencias de 13 de febrero de 1962 ( RJ 1962, 847) y 5 de marzo de 1965 ( RJ 1965, 1604) , anteriores por lo tanto al Texto articulado de la Ley de Bases de la Seguridad Social de 1966 ( RCL 1966, 734 y 997) –que introdujo distintos supuestos que habían de calificarse como accidente de trabajo, referido y ampliado en cuanto a enfermedades sufridas con anterioridad agravadas por el accidente en el vigente artículo 84.2.f) del Texto Refundido de 1974–, sostuvo el criterio de que había de ser calificado como accidente laboral con todas las consecuencias a ello inherentes, la dolencia preexistente al hecho dañoso que se agrava o manifieste por éste, porque tal circunstancia –agravación o aparición– en consecuencia del riesgo que se corre al prestar el trabajo por Tribunal Superior de Justicia de Navarra (Sala de lo Social).Sentencia núm. 399/2002 de 24 diciembreAS\2003\681 cuenta ajena, doctrina mantenida también después por el Tribunal Supremo, entre otras, en Sentencias de 11 de febrero ( RJ 1974, 458) y 14 de diciembre de 1974 ( RJ 1974, 4757) ; 17 de diciembre de 1976 ( RJ 1976, 5544) ; 24 de abril de 1985 y 7 de marzo de 1989, y por el Tribunal Central de Trabajo en las de 22 de junio y 20 de julio de 1982 ( RTCT 1982, 4468) ; 28 de junio, 20 de octubre ( RTCT 1983, 8700) y 13 de diciembre de 1983; 30 de enero, 18 y 21 de febrero y 23 de abril de 1985; 8 de mayo de 1986; 23 de febrero de 1987; 16 ( RTCT 1988, 1715) y 17 de febrero ( RTCT 1988, 1725) y 13 de abril de 1988 ( RTCT 1988, 3118) , entre otras muchas. Asimismo, la Sentencia de la Sala Cuarta del Tribunal Supremo de 27 de diciembre de 1995 ( RJ 1995, 9846) , decía en su fundamento jurídico tercero lo siguiente: «Son numerosas las sentencias que han afirmado la aplicación de la presunción de laboralidad del artículo 84.3 de la Ley General de la Seguridad Social de 1974 ( RCL 1974, 1482) no sólo a los accidentes en sentido estricto o lesiones producidas por la acción súbita y violenta de un agente exterior, sino también a las enfermedades o alteraciones de los procesos vitales que puedan surgir en el trabajo causadas por agentes patológicos internos o externos. En este sentido se han pronunciado, entre otras, las Sentencias de 22 de marzo de 1985 ( RJ 1985, 1374) , 25 de septiembre de 1986 ( RJ 1986, 5175) y 4 de noviembre de 1988 ( RJ 1988, 8529) y más recientemente la Sentencia de unificación de Doctrina de 27 de octubre de 1992 ( RJ 1992, 7844) ». Para la destrucción de la presunción de laboralidad de la enfermedad de trabajo surgida en el tiempo y lugar de la prestación de servicios la Jurisprudencia exige que la falta de relación entre la lesión padecida y el trabajo realizado se acredite de manera suficiente, bien porque se trata de enfermedad que por su propia naturaleza excluya la etiología laboral, bien porque se aduzca hechos que desvirtúan dicho nexo causal. Así la Sentencia del Tribunal Supremo de 18 de junio de 1997 ( RJ 1997, 4762) expresada en su fundamento jurídico tercero lo siguiente: «En primer lugar hay que partir del presupuesto de que el concepto de “lesión” constitutivas del accidente de trabajo al que se refiere el artículo 84.1 y 3 de la Ley General de la Seguridad Social de 1974 ( RCL 1974, 1482) –precepto reproducido en el artículo 115 del vigente Texto Refundido de 1994 ( RCL 1994, 1825) –, comprende no sólo la acción súbita y violenta de un agente exterior sobre el cuerpo humano, sino también las enfermedades en determinadas circunstancias como se infiere de lo prevenido en los apartados e), f) y g) del número 2 del citado precepto. En segundo lugar, reiterada Jurisprudencia de esta Sala dictada en unificación de doctrina ( Sentencias de 27 de octubre de 1992 [ RJ 1992, 7844] , 27 de diciembre de 1995 [ RJ 1995, 9846] , 15 de febrero de 1996 [ RJ 1996, 1022] y 27 de febrero de 1997 [ RJ 1997, 1605] , y las dictadas en casación ordinaria que en ellas se citan) ha declarado que la presunción contenida en el artículo 84.3 de la Ley General de la Seguridad Social, por virtud de lo que se estimará, salvo prueba en contrario, que son accidente laboral las lesiones que sufra el trabajador durante el tiempo y en lugar del trabajo, alcanza no sólo a los accidentes en sentido estricto, sino también a las enfermedades que se manifiesten durante el trabajo en las circunstancias antes descritas; y que tal presunción sólo queda desvirtuada cuando hayan ocurrido hechos de tal relieve que sea evidente a todas luces la absoluta carencia de relación entre el trabajo que el operario realizaba, con todos los matices psíquicos y físicos que lo rodean, y el siniestro; lo que tratándose de enfermedades requiere que éstas por su propia naturaleza no sean susceptibles de una etiología laboral o que dicha etiología pueda ser excluida mediante prueba en contrario». TERCERO Hoy día existen ciertas enfermedades psicosomáticas que irrumpen en la relación laboral y que son producidas precisamente por el propio clima o ambiente del trabajo, con connotaciones en la propia esfera de la dignidad de la persona. Como ha tenido ocasión de declarar esta Sala en sus Sentencias, entre otras, de 30 de abril ( AS 2001, 1878) y 18 de mayo de 2001 ( AS 2001, 1821) , y recientemente la de 23 de diciembre de 2002, con excepción del Código Penal ( RCL 1995, 3170 y RCL 1996, 777) que tipifica el delito de acoso sexual en el artículo 184, comprendido dentro del Título VII del Libro II, De los Delitos contra la Libertad e Indemnidad Sexual, no se contempla en el ordenamiento jurídico español ni en el Derecho Comunitario una regulación específica de estas conductas en el ámbito laboral y únicamente existe una Recomendación de la Comisión de 27 de diciembre de 1991 relativa a la protección de la dignidad de la mujer y del hombre en el trabajo y un denominado Código de conducta sobre las medidas para combatir el acoso sexual y una Declaración del Consejo de 19 de diciembre de 1991 ( LCEur 1992, 276) relativa a la aplicación de la Recomendación citada, que en su artículo 1 señala que «se recomienda a los Estados miembros que adopten las medidas necesarias para fomentar la conciencia de que la conducta de naturaleza sexual u otros comportamientos basados en el sexo que afectan a la dignidad de la mujer y del hombre en el trabajo, incluido la conducta de superiores y compañeros resulta inaceptable si: A) dicha conducta es indeseada, irrazonable y ofensiva para la persona que es objeto de la misma; B) la negativa o el sometimiento de una persona a dicha conducta por parte de empresarios o trabajadores (incluidos los superiores y compañeros) se utilizan de forma explícita o implícita como base para una decisión que tenga efectos sobre el acceso de dicha persona a la formación profesional y al empleo, sobre la continuación del mismo, las ascensos, el salario o cualesquiera otras decisiones relativas al empleo, y/o; C) dicha conducta crea un entorno laboral intimidatorio, hostil o humillante para la persona que es objeto de la misma; y de que dicha conducta puede ser, en determinadas circunstancias, contraria al principio de igualdad de trato, tal como se define en los artículos 3, 4 y 5 de la Directiva 76/207, de 9 de febrero ( LCEur 1976, 44) ». Pues bien, además de esta parca regulación de una de las variantes de la violencia en el trabajo, hoy día estudios recientes sobre esa violencia en el trabajo emplean diferentes términos designados con los nombres de «Bullying», como sinónimo de violencia física, y «Mobbing», que literalmente significa atacar o atropellar, término traducido como psicoterror laboral u hostigamiento psicológico en el trabajo, para referirse a una situación en la que una persona se ve sometida por otra u otras en su lugar de trabajo a una serie de comportamientos hostiles. La doctrina especializada en esta materia –López y Camps– incluye en esta categoría de «Mobbing» las siguientes conductas: 1) Ataques mediante medidas adoptadas contra la víctima: el superior le limita las posibilidades de comunicarse, le cambia la ubicación separándole de sus compañeros, se juzga de manera ofensiva su trabajo, se cuestionan sus decisiones. 2) Ataque mediante aislamiento social. 3) Ataques a la vida privada. 4) Agresiones verbales, como gritar o insultar, criticar permanentemente el trabajo de esa persona. 5) Rumores: criticar y difundir rumores contra esa persona. Como síntomas de las personas sometidas a «Mobbing» se señalan: ansiedad, pérdida de la autoestima, úlcera gastrointestinal, y depresión. CUARTO El artículo 10 de la Constitución Española ( RCL 1978, 2836) expresa que la dignidad es un derecho inviolable y como tiene declarado el Tribunal Constitucional, «los derechos y libertades fundamentales son elementos del ordenamiento contenidos en normas jurídicas objetivas que forman parte del sistema axiológico positivizado por la Constitución y que constituyen los fundamentos jurídicos materiales del ordenamiento jurídico entero» ( STC 5/1981 [ RTC 1981, 5] ). La Ley Estatutaria ( RCL 1995, 997) , también contempla una serie de derechos laborales, entre los que se encuentran la integridad física y el respeto a la intimidad, y a la consideración debida a su dignidad –artículo 4.2.d) y e)–; y obligaciones del empresario, como las reguladas en el artículo 20.3 en el que se indica que el empresario puede controlar el cumplimiento de las obligaciones del trabajador «guardando con su adopción y aplicación la consideración debida a su dignidad humana». Desde esta perspectiva, cuando se vulnere este respeto estaríamos ante un incumplimiento empresarial que pudiera derivar en la decisión del trabajador de dar por terminada su relación [artículo 50.c) del Estatuto de los Trabajadores]. Bien es cierto que la actuación del empresario puede derivar en daños materiales (accidente) o daños morales. Estos últimos también están protegidos por las normas y por los Tribunales, y con más intensidad en los supuestos de trasgresión de los deberes de respeto a la dignidad. A este respecto, la Sala 4ª del Tribunal Supremo, en sentencia de 20 de febrero de 1986 ( RJ 1986, 962) , vino a decir que para la declaración de daños y perjuicios derivados de daños morales, es necesario: a) un cabal acreditamiento, b) un probado incumplimiento de la contraparte; y c) la relación causal clara y directa entre este incumplimiento y aquel daño. Estos daños morales, para que puedan perseguirse a través de incumplimiento empresarial o acoso psicológico, es necesario que se rija por el concepto de daño moral que define el Tribunal Supremo (1º, S. 30-7-2001 [ RJ 2001, 5183] ), «que son los infringidos a las creencias, los sentimientos, la dignidad, la estima social o la salud física o psíquica, esto es, a los que se suelen denominar derechos de la personalidad o extrapatrimoniales». Y es desde esta perspectiva desde la que hay que observar objetivamente si el empresario ha realizado alguna acción que vulnere el principio de la dignidad o una conducta atentatoria a la personalidad del trabajador. Y para que pueda aludir al denominado «mobbing», es necesario que el empresario: a) no cumpla los principios de la buena fe; b) que su conducta sea degradante; c) que la misma contenga una violencia psicológica, entendiendo ésta como una actuación prepotente, continuada y reiterativa. En definitiva que el empresario abandone por completo sus obligaciones contractuales en perjuicio del trabajador y que, abusando del principio de jerarquía o dirección, convierta el «ius variandi» en una especie de «iter criminis» para decidir sobre los derechos de la personalidad. Ninguna de estas situaciones se han demostrado que existieran alrededor o entre los días anteriores a 24 de marzo de 2011 © Thomson Aranzadi 8 Tribunal Superior de Justicia de Navarra (Sala de lo Social).Sentencia núm. 399/2002 de 24 diciembreAS\2003\681 la baja laboral de la actora que, como dice la Magistrada de instancia, la prueba practicada en el acto del juicio lo único que acredita es la existencia de un conflicto laboral entre la actora y la supervisora, que desencadenó el 14 de diciembre de 2000 en un enfrentamiento y ataques verbales, que tuvo su origen en las desavenencias personales, derivadas de los lazos de amistad que ambas mantenían; y sin embargo, la situación de baja laboral se produce diez meses después de haberse producido aquella disputa por lo que difícilmente puede calificarse esa baja laboral de etiología de accidente laboral, dado el tiempo transcurrido entre el desagradable e indeseable suceso y dicha situación de incapacidad temporal. Todo lo anteriormente expuesto conduce a la desestimación del recurso interpuesto contra la sentencia dictada por el Juzgado de lo Social núm. Uno de los de Navarra que debe confirmarse en su integridad. FALLAMOS Que debemos desestimar y desestimamos el recurso de Suplicación formulado por la representación letrada de doña Petri M. D., frente a la Sentencia dictada por el Juzgado de lo Social núm. Uno de los de Navarra, en el Procedimiento núm. 295/2002, seguido a instancia de dicho recurrente, contra el Mutua Navarra, Jangarria, SL, Instituto Nacional de la Seguridad Social y Tesorería General de la Seguridad Social, sobre incapacidad temporal (Accidente de Trabajo), confirmando la sentencia recurrida. Notifíquese a las partes y al Ministerio Fiscal la Sentencia dictada, con la advertencia que contra la misma, puede interponerse Recurso de Casación para la unificación de doctrina ante la Sala de lo Social del Tribunal Supremo, anunciándolo a través de esta Sala por escrito, dentro de los diez días hábiles siguientes a su notificación. Firme que sea esta resolución, devuélvanse los autos al Juzgado de lo social de procedencia con certificación de la misma, dejándose otra certificación en el rollo a archivar por esta Sala. Así, por nuestra Sentencia, definitivamente juzgando, lo pronunciamos, mandamos y firmamos. El presente texto se corresponde exactamente con el distribuido de forma oficial por el Centro de Documentación Judicial (CENDOJ), en cumplimiento de lo establecido en el artículo 3.6 b) del Reglamento 3/2010 (BOE de 22 de noviembre de 2010). La manipulación de dicho texto por parte de Editorial Aranzadi se puede limitar a la introducción de citas y referencias legales y jurisprudenciales.