Castro, Hortensia - Latin American Studies Association

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CAMBIOS EN LAS CONDICIONES DE RIESGO AMBIENTAL EN UN VALLE ANDINO DEL
NOROESTE ARGENTINO
Hortensia Castro
Instituto y Departamento de Geografía
Facultad de Filosofía y Letras
Universidad de Buenos Aires
Prepared for delivery at the 2001 meeting of the Latin American Studies Association
Washington DC, September 6-8, 2001
RESUMEN
Las zonas áridas y semiáridas andinas registran una serie de fenómenos naturales, como sequías,
aluviones e inundaciones, que suelen tener gran relevancia para la población por sus diversos efectos.
Este trabajo tiene por objetivo general indagar, a través de un análisis diacrónico y sincrónico, sobre las
diversas dimensiones que intervienen en la transformación de aquellos fenómenos en problemas
ambientales. Tal análisis se realiza a través de un estudio de caso: la quebrada de Humahuaca, situada
en el Noroeste argentino.
1
INTRODUCCIÓ N
Las condiciones de vida y de trabajo de muchas poblaciones de los valles andinos se ven afectadas, de
manera recurrente, por la presencia de diversos eventos ambientales, tales como sequías,
inundaciones y aluviones. Se trata, en gran medida, de eventos asociados al déficit y la
sobreabundancia de agua que suelen provocar, por ejemplo, la inutilización de las vías de
comunicación, la destrucción y/o el deterioro de viviendas e infraestructura urbana y la pérdida de los
principales medios de vida de esa población, como las cosechas y el ganado.
Existen diversas descripciones e interpretaciones en torno a la ocurrencia de estos eventos: en ocasiones
son visualizados como eventos extraordinarios, mientras que, en otras, son definidos como eventos
normales para esas áreas. También las variaciones de sus impactos son interpretadas de forma diversa:
asociadas únicamente a transformaciones en la dinámica natural, en algunos casos, o vinculadas a la
dinámica social, en otros.
Con la finalidad general de indagar sobre la conformación o configuración de estos eventos, este trabajo
tiene como objetivo específico analizar la ocurrencia de fenómenos asociados a variaciones hídricas a
lo largo de siglo XX en un valle andino del Noroeste de Argentina: la Quebrada de Humahuaca; se trata
de un valle fluvial situado en el sector oriental de la Cordillera de los Andes, en jurisdicción de la
provincia de Jujuy, donde tales fenómenos tienen una gran relevancia y antigüedad (ver mapa adjunto).
Para ello se ha elaborado información basada en fuentes de diverso tipo: oral, escrita e instrumental; en
particular, se ha analizado y contrastado información derivada de materiales hemerográficos1, entrevistas a
pobladores del área2 y registros instrumentales de precipitaciones3.
Se han revisado y analizado los periódicos de circulación provincial, disponibles con continuidad desde 1919.
Tales entrevistas han sido, en una primera instancia, de carácter exploratorio y han tenido por objeto a una serie
de informantes clave. En una segunda instancia, se realizaron entrevistas semi-estructuradas a productores
agrarios del área, en tanto éstos definen, en gran medida, las formas de uso de los recursos del área y registran,
con mayor frecuencia, los impactos de los fenómenos estudiados.
3 Se han utilizado las series de precipitaciones obtenidas en diferentes localidades de la Quebrada por parte de la
empresa Ferrocarriles Argentinos a lo largo del período 1934-1990 (Bianchi y Yáñez, 1991).
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LA "VISIBILIDAD" DE LOS EVENTOS: LOS IMPACTOS
Como una primera aproximación a nuestro tema de interés, se ha indagado en las fuentes
seleccionadas sobre la ocurrencia de estos eventos en la Quebrada; más precisamente, se ha indagado
sobre el impacto de los eventos. Las fuentes escritas y orales consultadas no registran cualquier tipo de
evento sino aquel que presentó algún grado o tipo de impacto; a su vez, las fuentes instrumentales nos
informan sobre los fenómenos (las precipitaciones) que "disparan" o "gatillan" los eventos pero no
directamente sobre éstos. Esta diferenciación tiene una utilidad metodológica: reconocer el tipo de
cobertura del tema en las fuentes; también permite precisar el alcance de nuestra investigación: no nos
interesarán todos los eventos sino sólo aquellos que son relevantes para la sociedad.
El siguiente cuadro ilustra, precisamente, sobre la ocurrencia de eventos de impacto medio y alto en la
Quebrada de Humahuaca a lo largo del siglo XX, es decir sobre aquellos de mayor "visibilidad"4.
Cuadro 1
EVENTOS DE IMPACTO MEDIO Y ALTO, 1919-2000
AÑO
EVENTO
GRADO DE
IMPACTO
1928
Aluvión en Volcán
M
1938
Sequía en la Quebrada
M
1941
Aluviones de lodo, agua y piedras en Volcán
M
1945
Aluvión e Inundación en Volcán
A
1964
Creciente e inundación en Purmamarca
M
1967
Lluvias tardías
M
El material hemerográfico, en particular los diarios de circulación provincial, ha sido la principal fuente utilizada,
dada su mayor continuidad (desde 1919 en adelante) y periodicidad (diaria) respecto de otras; su contenido,
además, ha sido contrastado con otras fuentes, como las orales y otras escritas. El criterio de clasificación para
definir el grado de impacto ha sido el tiempo de permanencia del evento como noticia en los diarios locales; así,
se han establecido tres categorías: a) impacto alto (A), cuando el evento permanece como noticia periodística
durante más de 5 días, b) impacto medio o moderado (M), cuando el evento persiste como noticia entre 2 y 5
días, y c) impacto bajo o leve (B), cuando el evento aparece como noticia periodística sólo 1 día.
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3
AÑO
EVENTO
GRADO DE
IMPACTO
1974
Inundaciones en diferentes localidades de la
A
Quebrada
1984
Aluviones, crecientes e inundaciones en
Purmamarca y Tilcara; también en Bárcena,
A
Volcán, Tumbaya, Maimará, y Humahuaca.
1985
Inundaciones en Humahuaca; deslizamientos,
A
aluviones, crecientes e inundaciones en Bárcena,
Volcán, Purmamarca y Maimará.
1990
Creciente e inundación en Chicapa y Huichaira
M
(Tilcara)
1997-1998 Sequía
A
Fuente: elaboración propia en base a material hemerográfico y de entrevistas (ver notas 1y 2).
El análisis de la información precedente permite establecer que los aluviones, las inundaciones y las
sequías constituyen los eventos de mayor impacto en el área; se destacan, en particular, los aluviones y
las inundaciones de los años 1945, 1974, 1984 y 1985 y las sequías de los años 1997- 1998.
La consideración de todos los eventos con algún grado de impacto, es decir con registro en las fuentes
consultadas, permite avanzar sobre las variaciones en la presencia, frecuencia y localización a lo largo del
período de referencia. Al respecto cabe señalar que los eventos de mayor recurrencia son las crecientes y
las inundaciones, seguidos por los aluviones y las sequías. Asimismo, la frecuencia de tales eventos
presenta algunas particularidades: las mayores inundaciones se registran, con intervalos variables, a lo
largo de todo el período, siendo de mayor impacto aquellas de los años 1920, 1940, 1945, 1964, 1974,
1984-1985 y 1990; las principales sequías y fenómenos de lluvias tardías también se registran a intervalos
variables: 1938, 1940, 1943, 1983, 1997-1998, para las primeras, y 1928, 1930, 1967 y 1970, para las
segundas; los aluviones presentan una frecuencia alta en la primera mitad del período: por ejemplo, el 70%
de los aluviones más importantes se registró entre los años 1925 y 1945. En cuanto a la localización de los
eventos cabe precisar que las crecientes e inundaciones más importantes se han registrado en Volcán,
Humahuaca, Purmamarca, Tilcara y Maimará, mientras que los aluviones presentan un mayor impacto en
4
un lugar en particular, Volcán: allí se ha registrado casi el 50% de todos los aluviones detectados; en el
caso de las sequías este aspecto es menos relevante dada su incidencia areal de mayor escala relativa
(Castro, en prensa).
LA VARIACIÓ N EN LOS EVENTOS: UNA APROXIMACIÓ N
La presentación anterior plantea un gran interrogante: ¿a qué se deben las variaciones en la magnitud,
frecuencia y localización de los eventos?.
Las fuentes utilizadas muestran, al respecto, una gran heterogeneidad. Por ejemplo, algunas
descripciones señalan el carácter recurrente (y, por tanto, normal) de estos eventos, mientras que otras
enfatizan, en cambio, su excepcionalidad; ambas perspectivas tienen, sin embargo, un elemento en
común: aluden a variabilidades o cambios de la naturaleza como marco explicativo de las variaciones
en los eventos5. Otras descripciones, sin embargo, destacan la dimensión social de los eventos; por
ejemplo, enfatizan que ciertas condiciones de vida de la población, como las características del sitio de
asentamiento o el tipo y forma de las actividades productivas, pueden generar o potenciar determinados
efectos de los fenómenos naturales. Estas diferentes caracterizaciones no pueden, al menos
inicialmente, adscribirse a ciertos contextos, es decir no se puede realizar una correlación entre ciertas
descripciones y épocas; por ejemplo, la idea de excepcionalidad se puede reconocer tanto a principios
como a fines del siglo XX.
A fin de avanzar en el análisis de las variaciones de los eventos se propone, a partir de aquí, considerar
los aportes realizados desde el campo de los estudios sobre vulnerabilidad y desastres (Maskrey, 1985;
Blaikie, et al., 1996; Lavell, 1996; García Acosta, 1996-1997, entre otros). Ello permite una aproximación
al tema desde la construcción social de los eventos, es decir, indagando sobre las condiciones que
hacen que una sociedad sea vulnerable a un fenómeno natural y lo transformen en un problema
ambiental. Para llevar adelante esta aproximación se han elegido dos estudios de caso: los aluviones
en la primer mitad del siglo XX y las sequías de fin de siglo; en ambos casos se trata de eventos de alto
En la actualidad esa excepcionalidad se explica, fundamentalmente, desde los procesos de cambio climático
global. En este sentido una noticia periodística señalaba: "Los ríos Grande y Xibi-Xibi o Chico disminuyen año a
año su caudal, por lo que se manifiesta entre los pobladores (...) cierta alarma. (...) Los cambios meteorológicos
que se observan en todo el mundo, han llegado también a Jujuy" (Clarín, 25 de setiembre de 1995, pág. 49).
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impacto y frecuencia, por lo que pueden ser reveladores de las características sociales de cada época y
lugar.
Los aluviones en la primer mitad del siglo XX
En la primer mitad del siglo XX la frecuencia de aluviones ha sido alta, principalmente entre los años
1925 y 1945; asimismo, su impacto ha sido mayor en el área de Volcán, en relación con la quebrada del
Arroyo del Medio6. Entre los principales impactos cabe señalar, según las fuentes, diversos
inconvenientes en la circulación de bienes y personas; dichos impactos tendrían tal magnitud que, con
frecuencia, se aludía a los aluviones como disparadores de situaciones de aislamiento para la
población, con su correlato de falta de alimentos y víveres en general.
El principal evento de la época fue el que se registró en el año 1945 en la localidad de Volcán. En esa
ocasión, un aluvión originado en la quebrada de Arroyo del Medio provocó un endicamiento del río
Grande y, a raíz de ello, una gran inundación aguas arriba de ese río; como consecuencia de ese
evento, se deslieron por completo las viviendas de la localidad (Castro, 1999 a). Los estudios en curso
señalan que este evento se podría explicar a partir de la alternancia de episodios secos y húmedos,
sobre todo por la incidencia de lluvias intensas, aunque no "extraordinarias", luego de un largo período
de estiaje o de pocas precipitaciones (Maas et al., 1999).
Sin embargo, ese evento en particular no explica la alta frecuencia de aluviones para la época. Al
respecto cabe avanzar sobre algunas cuestiones relativas a las condiciones de vida y de trabajo de la
población del área en esa época.
A lo largo de las primeras décadas del siglo XX se cristalizan en la Quebrada de Humahuaca una serie
de profundas transformaciones, gran parte de ellas vinculadas con cambios en la organización socioproductiva en diferentes escalas; en particular, tales transformaciones se vinculan con dos procesos:
por un lado, la gradual desintegración del comercio de mulares y vacunos que, transitando por la
Quebrada, tenía por destino los principales centros mineros del Alto Perú (luego, los del sur de Bolivia),
y, por otro lado, la integración de Jujuy al mercado nacional, fundamentalmente hacia el litoral
rioplatense (Conti, 1993; Seca, 1989). Para algunos autores, la puesta en servicio del ferrocarril Central
6
Norte Argentino7 marca la transición entre ambos procesos: "el nuevo medio de transporte borró para
siempre del ámbito quebradeño el trajinar de los arreos de ganado y de las tropas de mulas. Con ello
caducaron una multiplicidad de relaciones comerciales y productivas que habían activado la vida de la
zona durante varios siglos" (Seca, 1989: 55).
Tales transformaciones derivan en la reconfiguración de los patrones de distribución de la población de
la Quebrada, así como en el desarrollo de otras actividades y formas productivas.
En particular, hacia la década de 1930 vivían en la Quebrada de Humahuaca cerca de 11.000 personas,
un volumen superior al de la capital provincial (Sánchez de Bustamante, 1937). Se trataba de una
población asentada, en su mayoría, en las zonas altas y en las quebradas transversales a la del río
Grande; por ejemplo, uno de los asentamientos más importantes era Purmamarca, en la quebrada
homónima, con 1.380 habitantes. A lo largo de las décadas siguientes se inicia y consolida un cambio
en ese patrón de distribución de la población: las zonas altas y las quebradas transversales se van
despoblando y la población se va concentrando en el fondo del valle. Al mismo tiempo, la población de
la Quebrada aumenta en términos absolutos pero disminuye su peso relativo a nivel provincial; en
particular, en ese proceso influye el desarrollo de la industria azucarera en los valles húmedos
orientales, hacia donde comienza a migrar, en forma estacional, una parte importante de la población
quebradeña.
Entre las actividades productivas que registran importantes transformaciones en la época se destaca,
en primer lugar, la agricultura. Tal como señala Seca (1989: 56),
"[los] alfalfares, dominantes en el paisaje quebradeño desde los primeros siglos de la
colonización española, desaparecerán progresivamente, a medida que los agricultores deban
buscar otras alternativas de producción para adaptarse a la nueva situación generada por la
anulación del tránsito de animales".
Más precisamente, esos alfalfares serán reemplazados por cultivos "tradicionales", como los cereales y
las legumbres, y también por "nuevos" cultivos, como los frutales8 inicialmente y, más tarde, las
Para indagar sobre las características y dinámica naturales de la quebrada del Arroyo del Medio ver Maas et.al.,
1999.
7 Durante los primeros años del siglo XIX se construye en la Quebrada un ramal del ferrocarril Central-Norte
Argentino (luego FF.CC. General Belgrano); el mismo atraviesa el fondo de la Quebrada, uniendo las localidades
de San Salvador de Jujuy y La Quiaca (al norte, en el límite con la República de Bolivia). El mismo prestó
servicios entre los años 1905 y 1992.
8 En sentido estricto, los frutales no eran una novedad en el área: datan de mediados del siglo XIX, cuando un
productor introduce desde Bolivia una gran cantidad de plantaciones (Tournier, 1913).
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hortalizas, a medida que se encuentran condiciones adecuadas para su colocación en los mercados
urbanos del Noroeste argentino; por ejemplo, hasta el primer lustro del siglo XX la alfalfa era el cultivo
de mayor importancia, mientras que en la década de 1910 ya había sido reemplazada por los frutales
(Holmberg, 1905; Seca, 1989).
En segundo lugar se destaca el turismo, una actividad de gran dinamismo durante esas décadas; la
afluencia de turistas era tan importante que varias localidades, como Tilcara o Maimará, duplicaban su
población durante la temporada estival (Argentina - Ministerio de Obras Públicas, 1902; Solari, 1907).
Tal como describe Sánchez de Bustamante (1937: 42-43):
"entre las actividades características y propias de la Quebrada (...) destácanse las que se
producen en el verano, como consecuencia del clima saludable y de la impresionante belleza y
grandiosidad de los panoramas. Todos los años, contingentes cada vez más numerosos de
veraneantes llegan a Tilcara, Maimará, Tumbaya, Humahuaca, Volcán, Purmamarca y otras
localidades, procedentes, principalmente, de las llanuras cálidas y húmedas de Tucumán, Salta y
Jujuy".
Esa actividad era realizada por la elite regional de la época que acudía al área atraída por sus
características naturales, en particular, el clima; en ese sentido, la Quebrada era considerada como un
"refugio sano" en una época en que el paludismo afectaba a gran parte del Noroeste argentino (Solari,
1907; Seca, 1989).
Finalmente, una tercer actividad que adquiere un gran protagonismo en la región a lo largo de las
primeras décadas del siglo es la minería. La misma no se practicaba en la Quebrada sino en la Puna9 y,
en menor medida, en el sur de Bolivia; sin embargo, el impacto de esta actividad fue importante: por un
lado, porque la Quebrada era la vía de transporte de esos minerales hacia los mercados del sur del país
y, por otro lado, porque muchos quebradeños migraron hacia la Puna para trabajar en esa actividad.
Esas tres actividades productivas presentan un punto en común: el transporte por ferrocarril, una
infraestructura construida, precisamente, para articular mercados. En la época esa vía era importante
para la exportación de alimentos y materias primas hacia Bolivia y, fundamentalmente, para el
transporte de minerales desde la Puna y el sur de aquel país hacia las industrias del Noroeste y el litoral
Denominación que recibe el altiplano situado entre los cordones oriental y occidental de la Cordillera de los
Andes, al oeste de la Quebrada de Humahuaca. Entre los principales yacimientos de la época se destacan los de
plomo y zinc (mina El Aguilar), estaño (mina Pirquitas), los depósitos de sal (Salinas Grandes) y las borateras
(Sánchez de Bustamante, 1937).
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argentino; también era importante para el transporte de turistas y de algunos productos agrícolas de la
Quebrada, como las frutas y las hortalizas, que comienzan a ser comercializados en el sur de la región.
¿Cómo se vincula esta organización productiva con el alto impacto de los aluviones en la época? Una
interpretación posible es que los aluviones afectaban de manera directa a la infraestructura ferroviaria y,
con ella, al transporte de personas y mercaderías -altamente significativos para la época- realizado por
ese medio. Podría decirse, entonces, que el ferrocarril actuaba como “caja de resonancia” de esos
eventos al concentrar ese transporte; además, la red ferroviaria era una infraestructura compleja que,
una vez afectada por un aluvión, requería de ciertos tiempos y conocimientos para su reparación y
habilitación, amplificando aún más los efectos. La siguiente crónica evidencia esta situación:
“Durante más de cuatro décadas existe esta cuestión con características iguales a las que tienen
en la actualidad, con la enorme desventaja para el presente de la magnitud de los intereses que
ahora se afectan por la intensidad del intercambio con la república hermana del norte [Bolivia]”
(Diario Crónica, 28 de enero de 1944).
Una situación similar se registra en relación con las otras actividades productivas. En particular, son
muy frecuentes los relatos sobre las dificultades que padecían los turistas que acudían al área en
verano: retrasos de varios días en la fecha de llegada o partida de sus viajes, necesidad de transitar a
pie los lugares en que los aluviones cubrían las vías, etc. También son muy habituales las noticias
sobre la dificultad de transporte de los productos agrícolas de la Quebrada y, debido a ello, la pérdida
de cosechas.
Esta situación de vulnerabilidad se atenúa gradualmente, por varias razones, a lo largo de la segunda
mitad del siglo XX. Entre ellas cabe señalar la construcción de la ruta nacional Nº 9, paralela al trazado
del ferrocarril, y su pavimentación a partir de la década de 1970; también la disponibilidad cada vez
mayor de maquinaria vial para la limpieza de esa vía. Existen, además, otras razones de carácter
contextual, como la pérdida de dinamismo de algunas de aquellas actividades, como la minería.
Las sequías de fin de siglo
Las sequías son un evento recurrente en el área. Tal como se señala en el cuadro 1, en los años 19971998 se registró un evento de ese tipo con un alto impacto entre los productores agrarios, sobre todo
los de las zonas altas. Sin embargo, la información elaborada a partir de fuentes orales da cuenta de un
9
episodio seco de mayor alcance temporal, con gran incidencia entre los productores agrícolas de fondo
de valle; en particular, los productores del área afirman que las precipitaciones han decrecido
fuertemente en los últimos 10 a 15 años.
El análisis de la información originada en los registros instrumentales de precipitaciones del área no
muestra un episodio seco para este período10 (Castro, 2000). Aún más, algunos estudios sobre la
historia climática del norte argentino, que analizan información meteorológica y dendrocronológica sobre
San Salvador de Jujuy y La Quiaca, sostienen que desde las décadas de 1940, para la primer localidad,
y 1950, para la segunda, se registra un incremento gradual de las precipitaciones, así como un
acortamiento de la estación seca (Villalba et al., 1998); dada la dinámica climática de la región, estas
afirmaciones pueden hacerse extensivas a la Quebrada.
Cabe preguntarse, entonces, ¿por qué los productores agrarios del área perciben un decrecimiento de las
precipitaciones?. Al respecto, resulta sugerente el análisis de algunos procesos que involucran a las
actividades productivas desplegadas por esos productores.
Desde la década de 1960, y con mayor fuerza desde inicios de la década de 1990, las actividades
agrícolas han adquirido un nuevo protagonismo que se expresa en una serie de transformaciones. En
primer lugar, se registra un cambio en el tipo de cultivos predominante: aquella agricultura de forrajeras,
cereales, legumbres y frutales de principios de siglo, se ha transformado ahora en una de hortalizas,
casi exclusivamente (Karasik, 1994; Seca, 1989). En segundo lugar, y vinculado al proceso anterior, se
implementan nuevas prácticas productivas, como la utilización de agroquímicos, y se concreta una clara
orientación hacia los principales mercados urbanos regionales, como San Salvador de Jujuy y Tucumán
(Arzeno y Castro, 1998). Este proceso de cambio no se ha registrado en cualquier lugar de la
Quebrada: se trata de una agricultura que privilegia las zonas de fondo de valle, de no más de 2 o 3
Km de ancho, donde se encuentran los suelos más fértiles y la mayor disponibilidad de riego; tal el caso
de las zonas de Maimará, Tilcara y Huacalera.
Este proceso de cambio agrario se comprende, en parte, por ciertas oportunidades de mercado, como
la creciente demanda de hortalizas y flores en los mercados urbanos; también por el accionar de los
intermediarios, quienes no sólo compran la producción al "pie de la finca" sino que también promueven
e introducen las nuevas semillas e insumos químicos (Arzeno y Castro, 1998). Son relevantes, además,
ciertas características contextuales, como las transformaciones en el mercado de trabajo local y
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regional originadas en la mecanización de los ingenios azucareros, el cierre del ramal ferroviario y la
reestructuración de las minas puneñas. Tales transformaciones en el mercado de trabajo habrían
llevado, entonces, a que la agricultura del fondo de valle se convierta en una de las escasas alternativas
laborales para muchos pobladores de la región.
Interesa señalar aquí que este proceso de cambio agrario involucra, a su vez, un proceso de expansión:
por un lado, a través de una intensificación del uso de la tierra, tanto por mayores rendimientos por
cosecha como por un mayor número de cosechas por temporada, y , por otro, a través de la ampliación
de la superficie agrícola. Ambas dimensiones del proceso habrían potenciado -o derivado en- diversas
formas de vulnerabilidad para los productores involucrados. Entre ellas cabe señalar el incremento del
consumo de agua para riego: por un lado, porque cada vez es mayor la superficie a regar así como el
período de cultivo y, por ende, de riego; por otro, porque se producen cultivos que requieren riegos más
frecuentes, a diferencia de aquellos tradicionales, como los cereales11.
Puede plantearse, entonces, que las afirmaciones comentadas anteriormente sobre el decrecimiento de
las precipitaciones están expresando una situación de sequía agrícola, más que una de sequía
meteorológica12. Es decir, no se trata estrictamente de una situación de sequía natural, vinculada con
un decrecimiento significativo del monto de precipitaciones, sino de una menor disponibilidad de agua
para la agricultura frente a un consumo mayor y más frecuente. En ello tienen una participación
relevante, además, las condiciones tecnológicas en que se llevan a cabo las tareas de riego en la
actualidad: aún persiste un sistema de captación a nivel del río (cuyas tomas son frecuentemente
afectadas por las crecidas), la distribución continúa siendo, en la mayor parte de los casos, a través de
canales no impermeabilizados (con lo cual la pérdida por percolación es elevada) y el riego sigue siendo
de tipo laminar.
Se analiza este tipo de información debido a que las precipitaciones (o su ausencia) son el factor inicial o
disparador de esos eventos.
11 Según el Sr. M., Juez de Aguas de Maimará, “antes había menos riego. El trigo se regaba cada 15 días; ahora
si pueden riegan todos los días”.
12 La noción de sequía meteorológica alude "a un decrecimiento significativo de la precipitación
climatológicamente esperada" (Thurow and Taylor, 1999: 413; traducción nuestra); el umbral de esa
significatividad se establece, por ejemplo, en las tres cuartas partes del monto promedio anual. La noción de
sequía agrícola, en cambio, integra la frecuencia y el monto de precipitación con la demanda de agua de los
cultivos (ibid.).
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ALGUNOS COMENTARIOS FINALES
Tal como se señalaba en las páginas anteriores, este trabajo constituye una aproximación al análisis de
la transformación de fenómenos naturales, en particular aquellos vinculados a las variaciones hídricas,
en problemas ambientales. Esta aproximación no implica desconocer la relevancia e incidencia de la
dinámica natural en la constitución de esos fenómenos; precisamente, en trabajos anteriores (Castro,
2000; Castro, en prensa) se ha elaborado y analizado información originada en los registros
instrumentales de precipitaciones y se la ha contrastado con información sobre los eventos y sus
impactos. Esa consideración ha permitido constatar que no se observa en el área una estricta
correlación entre los registros de precipitaciones alejados de la media y la presencia de eventos
extremos o de mayor impacto; frente a ello, se propone aquí otra perspectiva de análisis de la cuestión
que involucra la consideración de las formas de vulnerabilidad social.
Los estudios de caso realizados nos permiten, asimismo, visualizar tres niveles de análisis frente a la
constitución de estos fenómenos en problemas:
4 Un primer nivel estaría representado por la relación entre variaciones climáticas y fenómenos
naturales; por ejemplo, muchos episodios de sobreabundancia hídrica no derivan en inundaciones o
aluviones, así como episodios de déficit no devienen en sequías. Aquí intervienen dimensiones del
orden de lo natural, como la relación clima - relieve - vegetación.
4 Un segundo nivel involucraría la relación entre fenómenos naturales y problemas ambientales; tal el
caso de las sequías de fin de siglo: ausencia del fenómeno natural (sequía meteorológica) y
presencia del problema ambiental (sequía agrícola). Aquí intervienen dimensiones del orden de lo
social, como las formas de organización productiva o las condiciones de vida, que definen los
eventos.
4 Un tercer nivel involucraría la diferenciación social del problema: ciertas situaciones serán
problemáticas para algunos sujetos sociales. Por ejemplo, los aluviones de barro y piedras en las
primeras décadas del siglo afectaban a ciertos sujetos: aquellos involucrados en el comercio con
Bolivia, los turistas, los productores frutícolas; asimismo, las sequías de fin de siglo constituyen un
problema para los productores hortícolas de fondo de valle y no para toda la población de la
Quebrada.
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