¿Para qué sirven las presas? - CICCP

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COLEGIO DE INGENIEROS DE CAMINOS, CANALES Y PUERTOS Gabinete de Comunicación ­­­­­­­­­­­­­­­­­­ NOTA INFORMATIVA ¿Para qué sirven las presas? Lecciones de una ‘gota fría’
La regulación de los ríos ha sido históricamente un proceso civilizador que ha
permitido, de un lado, aprovechar los caudales discontinuos de los ríos de forma
continua para el riego, la producción hidroeléctrica o el abastecimiento de agua a los
núcleos de población, y, de otro lado, mitigar los efectos destructivos de las riadas y
avenidas.
Con respecto a esto último, acabamos de asistir la prueba más palmaria de la utilidad
de las presas. La ‘gota fría’ del pasado 28 de septiembre en el Sureste español, que
produjo una decena de muertes en la zona de influencia de la perturbación
meteorológica –Andalucía Oriental, Comunidad Valenciana y Comunidad de Murcia-,
fue, como ha dicho el presidente de la Confederación Hidrográfica del Segura, Miguel
Ángel Ródenas, “el mayor episodio de lluvias conocido en la historia de la región de
Murcia, por encima de la histórica riada de Santa Teresa” de 1879.
La avenida consiguiente hubiera tenido un efecto devastador sobre la ciudad de Lorca
y buena parte de la comunidad autónoma si no se hubiera dispuesto de la red de
presas que contuvo la gran riada. En efecto, la presa de Puentes sobre el río
Guadalentín, en las inmediaciones de Lorca, recibió a partir de las 14 horas del día 28
más de 2.000 metros cúbicos de agua por segundo –en la riada de Santa Teresa se
registraron apenas unos 1.600-, pasando el embalse de contener 5,1 hectómetros
cúbicos de agua a cerca de 20 en cuestión de horas. Si se piensa que el
encauzamiento del río Guadalentín en Lorca admite sólo unos 200 metros cúbicos por
segundo, se entenderá que se evitó una inundación de terribles proporciones en esa
ciudad.
Aguas abajo de Lorca, camino de Murcia, y con la presa de Puentes cerrada, la presa
de Paretón, en Totana, recibió unos 500 metros cúbicos por segundo en aquellas
horas clave, lo que acabó de minimizar el efecto de la gota fría sobre la capital de la
comunidad, con sus más de 440.000 habitantes.
La presa de Puentes tiene larga historia en este capítulo vital de la regulación:
comenzada en diciembre de 1647, fue destruida por una gran avenida el 5 de agosto
de 1648 y sólo se acometió de nuevo la construcción de otra presa en el mismo lugar
en marzo de 1785. El 30 de abril de 1802, aquella segunda presa, deficientemente
construida, reventó a causa de una nueva avenida, produciéndose 608 muertos.
Durante la construcción, diversos técnicos habían emitido informes que ponían en
duda la estabilidad de la presa, cimentada sobre arena, pero no fueron tomados en
cuenta; tras la tragedia, el ingeniero
Agustín de Betancourt emitió un informe definitivo en el que atribuyó el desastre a
aquella causa ya denunciada. Y la repercusión de aquella catástrofe facilitó a
Betancourt los apoyos políticos necesarios para desgajar la ingeniería civil de la militar,
con lo que acabó creando en 1802 la primera “Escuela de Caminos y Canales” que
pronto adquirió gran notoriedad y que vivió una vida azarosa en el siglo XIX a
Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Calle Almagro, 42. 28010­Madrid impulsos de las vicisitudes políticas (los gobiernos reaccionarios la cerraban y los
liberales la abrían a continuación).
Una nueva presa de Puentes comenzó a construirse en septiembre de 1881
doscientos metros aguas debajo de las anteriores; los restos de esta presa están hoy
visibles. Y recientemente, en 1993 se acometió la construcción de la presa actual, que
fue inaugurada en enero del 2000 y que acaba de justificar con creces su razón de
ser: ha salvado muchas vidas y hoy dispone de una gran cantidad de agua embalsada,
una magnífica reserva para los tiempos de escasez, “un tesoro” según Ródenas.
Las presas modifican la espontaneidad de la naturaleza pero si se conciben y se
ejecutan con racionalidad y respeto a los equilibrios medioambientales constituyen
elementos incuestionables de progreso, y así han sido entendidas por las culturas que
nos preceden (los romanos dejaron un legado magnífico en infraestructuras de
regulación de ríos). El propio paisaje no se deteriora sino que se enriquece cuando
está afectado armónicamente por la obra pública bien adaptada a su entorno. Y el
equilibrio ecológico se restaura tras los cambios si éstos se han efectuado con
sensatez.
En definitiva, la ingeniería civil –en España, la de los ingenieros de Caminos, Canales
y Puertos- contribuye a perfeccionar la simbiosis pacífica del hombre con la tierra, a
facilitar el asentamiento humano frente a las inclemencias naturales y a distribuir más
racionalmente los recursos, el agua en primer lugar.
Para más información:
Gabinete de Comunicación
Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos
Rafael Serrano
914310839
619750002
[email protected]
Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Calle Almagro, 42. 28010­Madrid 
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