Documento Acuarela de Enrique Pastor El ayer y el hoy de la suerte de varas Por José Mª Moreno Bermejo Durante estos días, dentro de las actividades culturales que se desarrollan en los salones de Las Ventas, la Peña “El Puyazo” organizó una conferencia, a cargo de José María Moreno Bermejo, con el título “Suerte de varas. Divagaciones”. Resultaron mucho más que divagaciones. En realidad se trató de una inteligente y bien razonada defensa de una suerte capital en la lidia, como es la de varas. Desde sus antecedentes en la historia a la realidad de hoy, aportó datos y opiniones significadas traídos en apoyo de la dignificación de esta suerte. Al hilo de esta conferencia, abrimos nuestras páginas al trabajo de Moreno Bermejo, que sirvió de base a esta conferencia. “Es mejor regular con cortedad y que se cumplan las normas, que decretar con minuciosidad permitiendo generosas excepciones”. La Suerte de Varas (en plural, pues deberían ser más de una a cada toro, en todos los casos), es, sin duda, la más vituperada y lacerada de las tres fases de la Corrida. La deriva que dicha suerte ha cursado desde el año 1928, cuando se reguló como obligatorio el peto protector para la integridad de los caballos de picar, ha sido muy negativa para la Fiesta; tan negativa que muchos osan dudar de la necesidad de su existencia. Varios factores han influido en este declive, y nadie ha sido (o hemos sido) capaces de defenderla con el ahínco que merece la causa. Recuerdo a mi maestro en “varas”, D. José Asensio Maestro, peñista de “El Puyazo” desde su fundación en 1949 hasta su muerte en el 2009; presidente de la peña durante más de 20 años. Admiré sus esfuerzos por comunicar a los aficionados las virtudes de una Suerte de Varas bien ejecutada; los perjuicios de los puyazos “asesinos”, como así definía a los traseros, caídos, barrenados, etc. Recuerdo sus denodados esfuerzos por conseguir que en la Escuela de Tauromaquia de Madrid existiese una disciplina para picadores. El deseo de que este trabajo sobre la suerte de picar clarifique algo esa deriva destructora, es el que guía mi atrevimiento en estas divagaciones que espero resulten atractivas para todos, y beneficiosas para la Fiesta; que constituye una de mis aficiones más destacadas. Espero que los profesionales y amantes del mundo del toro juzguen positivamente este atrevimiento de una persona que jamás se subió a un caballo de picar, ni cogió una muleta; que sólo como aficionado desde su tendido lleva más de 50 años disfrutando, y padeciendo, una Fiesta que ama cuando es íntegra. El premio de pintura infantil que patrocina la peña taurina “Los Areneros” ha copilado este 2013 más de 350 dibujos; de todos ellos sólo uno contempla la Suerte de Varas. Los niños no consideran importante esta suerte fundamental del toreo. ¡Qué pena! Pretendo mostrar aquí mis experiencias como espectador; los conocimientos que he ido adquiriendo con el tiempo gracias a las conversaciones con picadores “viejos”; las derivadas de la lectura de tratados antañones y actuales. Quizás no esté equivocado en mis planteamientos; de cualquier modo pido indulgencia por mi voluntad constructiva, ingenua, quizás… Taurologia.com 1 ANTECEDENTES DE LA SUERTE DE VARAS El tránsito del toreo a caballo[1] se fue realizando de una manera natural en la que el ibero adapta su relación con el toro de acuerdo con la evolución de la sociedad en que vive. Primero fue la caza, génesis de la relación hombre –toro.; luego éste se sirve del caballo, desde el que es más fácil lograr el objetivo de abatimiento y captura. Sigue acosándolo en campo abierto, posiblemente con el objetivo de conducir la pieza a la cerca en que puede ser controlada; quizás para seleccionar su reproducción, amén de para consumo. De esa primera relación van fraguándose variados juegos populares en los que los toros más fieros son seleccionados para que el pueblo compita entre sí buscando los alardes más emotivos que prestigien a los hombres más valientes. Luego, los caballeros deciden tomar la iniciativa en estos juegos y usan de sus monturas para ejercitarse en la lid contra el bravo; primero alanceando, luego realizando toda suerte de rejoneo. Tras el abandono de la aristocracia del festejo caballeresco a la llegada al Reino de España del primer Borbón, Felipe V, el segundo tercio del siglo XVIII contempla en el festejo taurino la coincidencia de varas de largar: varas largas utilizadas por los varilargueros; rejoncillos de castigo; rejones de muerte; quiebra de garrochones[2]… Y también comienzan a aparecer los picadores que paran al toro, los que utilizan la pica en vara corta, ya dispuestos a ahormar al cornúpeto para que sea adecuada su fortaleza y embestida al lucimiento de los toreros de a pie, ya famosos: José Cándido, “Costillares” padre; luego el trío fundamental del último tercio del siglo de las luces, “Costillares”, Pedro Romero y Pepe Hillo. La función del “varilarguero” fue fundamental mediado el siglo XVIII. Primero por su importancia en el orden y transcurso seguro de la Corrida; el “varilarguero” mantiene la seguridad del espectáculo, obligando al toro a cursar hacia la posición de los toreros de a pie, y protegiendo a éstos de situaciones de peligro. Luego el picador, con técnica adecuada procura lograr el mejor aprovechamiento de las cualidades del bravo, ahormando su embestida y matizando su fiereza; siempre con habilidad para dejar a salvo su montura, desprotegida hasta casi dos siglos después, 1928. Esta preponderancia del picador empezó a verse superada por la calidad de los toreros de a pie citados; los que comenzaron a prestigiar el toreo, desvinculándolo poco apoco de la actividad propia de los ganapanes y atrevidos vividores que ofrecían su integridad física a cambio de unas míseras propinas. La Corrida fue regulándose como pretendía Pepe Hillo con su Tauromaquia o arte de torear, de 1793, editada en 1796; y acabó por ser adecuadamente reglada con la “Tauromaquia” de Francisco Montes “Paquiro”, de 1836. Los picadores, entonces, realizan su trabajo bajo las premisas que les señalan los matadores de a pie. La puya que se acopla al término de la vara de picar, fue evolucionando desde su aparición en el último tercio del XVIII. Al sustituir a Taurologia.com 2 puntas de lanzas y arpones, se diferencia de aquellas en que se le coloca un cordaje que limita la penetración del palo en el cuerpo del cornúpeto. Desde la de limoncillo que nos explica Daza en su “Arte del toreo” ya citado[3]: Las Garrochas deven ser de fresnos de Vizcaya; quatro varas de largo, sin nudos, repelos ni astillas, proporcionando el grueso a que lo ciña bien la mano del que pique. Las puyas de tres filos vaciados en canal, liadas con un fiscal de cáñamo poco torcido, descubierta la punta como dos pulgadas y media, el más o menos crecida debe proporcionarse con el rigor que se juzgue, a los toros del día, procurando que el tope del cordel no quede muy abultado ni mui afilados los cuchillos de la porción que queda descubierta; que estándolo y demasiado grueso el tope, cortan la piel, y entra en el Toro suelto, y hará a su libertad daños que discurrir se dejan”. Nos explica Daza los riesgos que una puya mal trabajada puede malograr la integridad del toro; nos dice que debe dejarse una pequeña parte de la puya libre, 2,5”, esto es, unos 6,35 cms. El resto de la vara no entrará en el cuerpo del toro ya que se protegerá de un cordaje que en forma de “limoncillo” hará de tope. Posteriormente fue evolucionando el tope de la forma en que se observa en el dibujo de las puyas que adjuntamos. Con las formas de los topes ha ido evolucionando también la punta de la puya que entra en el cuerpo del toro, y con la aparición del peto el Taurologia.com 3 picador no comedido castiga en exceso al bravo sin pudor ni riesgo; y cuando el toro no “colabora”, se le aplica el castigo de la carioca para que no se vaya de rositas. Con ello, los puyazos son cada vez más perjudiciales para la integridad del toro, y la merma que éste sufre en su agresividad, locomotividad y duración, es motivo de preocupación para el aficionado. Pero esto ha ido empeorando demasiado en los últimos lustros, tanto que la mayoría de los aficionados, y aún de los profesionales, desconocen cómo debe realizarse una buena suerte de varas; cómo citar; dónde colocar la vara; cuánto apretar; cómo largar;… Siendo la Suerte de Varas un tercio que muestra la parte más cruenta de nuestra Corrida, debería ser mimado por los intervinientes en la misma, y censurado debidamente por aficionados, ganaderos, comunicadores, e incluso por los toreros, que tendrían que ser los más interesados en que este tercio de la lidia cursase con limpieza, veracidad y efectividad. Es decir, que se realizase de acuerdo con sus objetivos; que se hiciese con ortodoxia y arte; y que se evitara la crudeza en lo que se pudiera. Antes que nada se debe clarificar la procedencia de esta suerte en la lidia; los objetivos que se pretenden con la colocación de la vara en el morrillo del cornúpeto. Luego profundizar en las consecuencias de las varas mal aplicadas; y también explicar la ortodoxia con que debe comportarse el picador en su labor torera. OBJETIVOS DE LA SUERTE DE VARAS Una de las labores más emocionantes de las que se realizan en el campo bravo es la relativa a la tienta. En ella se trata de determinar el grado de bravura de las reses con objeto de procurar la selección más perfecta posible que mejore la calidad de la ganadería. Aquí nos limitamos a la parte de la tienta que se refiere a la Suerte de Varas; esa suerte que, a decir de los ganaderos es la más determinante para la selección de las madres mejores. Esas que serán echadas a los sementales para perpetuar su sangre en la ganadería. Aunque algunos ganaderos actuales seleccionan sólo con miras a que el toro aguante 50 pases de muleta que hagan feliz al matador de turno, y no le importa que sus pupilos salgan de najas tras el picotazo en varas, nosotros queremos destacar al sincero criador de toros que desea que sus bravos ofrezcan carácter en los tres tercios, empezando por el de varas, el que mide la bravura por la forma de ir al caballo; en cómo empuja en él; en su fijeza y codicia; la alegría con la que repite los encuentros. Repudiamos el toro que con un picotazo queda listo para esos 50 pases; sin duda muchos espectadores abogan por ese tipo de toros, pero a nosotros nos repugna. Ese tipo de toros no produce emoción, concepto mayor de la existencia de la Tauromaquia. El toro “chochón” que se deja no debería ser ejecutado en plaza de toros bravos. Pérez de Ayala[4], confiesa Taurologia.com 4 en una entrevista a Miguel Fernández: “Los toros son un arte y un drama. Ahora son menos drama, menos peligrosos. Ni toreros ni caballos tiene tanto peligro. El menor riesgo ha restado calidad a la fiesta, indudablemente; no se puede admitir el toreo sin peligro”. Al mismo tema se refiere D. Ramón en su obra: “Política y toros”[5], en la que declara: “Si se aboliese la certidumbre de que el torero puede ser herido, la fiesta se convertiría en un simulacro, para ejecutarlo en un tablado de baile flamenco”. José Mª Cossío contesta a Norberto Carrasco en la revista “El Ruedo” [6]: “Es peligroso para la fiesta quitarle la peligrosidad y el riesgo. Si no hay nada que dominar, no hay tampoco, por lo tanto, corridas de toros. Por ello, todo lo que sea quitar defensas al toro es un fraude para el espectador”. D. José Ortega y Gasset, en su obra: “Velázquez”[7], nos dice: “Toda evolución humana muere en el estilismo… El arte taurino, irremisiblemente, está en la agonía por que desde hace un cuarto de siglo entró en la zona etérea, remilgada y aniquiladora del estilismo”. Si la Fiesta es la lid entre un bravo y un hombre, hay que dotar a ambos de las capacidades que logren que esa lid pueda terminar en digna muerte; no en una alevosa ejecución a un ser indefenso y claudicante. “Sin toro no hay corrida”. Por ello, nosotros pretendemos explicar la Suerte de Varas basados en la adecuación de un toro bravo para ser lidiado por un torero; de un toro con poder que necesita ser ahormado para atemperar sus embestidas, para que humille y facilite la belleza de su empuje y nobleza; para verlo ir desde lejos al caballo, crecerse en el castigo, empujar con brío, romaneando, no volviendo la cara; repetir el encuentro con “valentía”, con bravura, con fijeza… En el campo el ganadero repasa el comportamiento de sus vacas poniéndolas en suerte, cada vez más lejanas al caballo desde el que el picador cita. La fijeza, la prontitud, la forma e intensidad del empuje; cómo repite… El ganadero exigente rechaza el ganado de menor nota; unos fijan el límite en, por ejemplo, un 7; a otros les vale con un 5 sobre 10. De ahí, de esa decisión, de esa “generosidad” o escrúpulo en la exigencia se deriva la calidad de las futuras camadas. Otros son menos exigentes en su selección, y sucumben ante la res más dócil, la que durará más en la muleta, aunque huya del caballo. Así, cuando éstas acudan al peto en las plazas, poco importará que empuje o no; sólo se requiere que sea dócil y repetitiva en la muleta. Pero, ¿es esta la tauromaquia que deseamos? ¿Es posible defender la muerte de un ser casi domestico? La defensa de la Tauromaquia se fundamenta en la lidia y muerte de un animal fiero adaptado a un toreo moderno que crea belleza, sí, pero que no debe renunciar nunca al riesgo, pues moriría la verdad de la Fiesta; por que no es admisible el dar muerte a una res que no puede Taurologia.com 5 defenderse, que no crea peligro suficiente para justificarla. Y la Suerte de Varas es la prueba más exigente para conocer la bravura de los toros. Esa Suerte de Varas verdadera, la que va midiendo la bravura del toro y ahormando sus embestidas, fue explicada ya en 1793 por Pepe Hillo en su tauromaquia, publicada en Cádiz en 1796[8]; en ella se detalla perfectamente la forma de picar y todo lo inherente a la Suerte de Varas, conocimiento de los picadores de los diversos tipos de toros y de sus querencias, etc. En las páginas 34 y 35 de dicha Tauromaquia; Pág. 34 y 35 <El conocimiento que debe tener el Picador consiste; en saber las suertes; conocer los Toros, y las querencias naturales o casuales que toman, y el espíritu en verlos llegar, recibirlos en suerte, cargarse sobre el palo reunido con el Caballo, y hacer el mayor esfuerzo a el encontronazo: cualidades tan precisas, que si no las reúne todas ellas, por casualidad solamente escapará el Picador de en los cuernos del Toro. Si aquél torea de capa, lleva mucho adelantado para saber tomar las Suertes de a Caballo, pues conocerá mejor quando el Toro es franco, quando seco y pegajoso, quando está levantado, quando se para, y quando se aploma; pero si sólo ha toreado a Caballo será muy difícil que aprenda bien las suertes de plaza, y quando acaso alcance este triunfo será a costa de muchos días, y no pocas caídas y cogidas. La Suerte de picar de frente a Caballo se executa, situándose el Picador en la rectitud del terreno que ocupa el Toro; y luego que éste parte y llega a jurisdicción, le pone la garrocha en el cerviguillo y abre al mismo tiempo el Caballo por la izquierda, y cargándose sobre el Toro lo despide por la cara de dicho Caballo, o en línea paralela con él. De esta definición resulta que nunca es lícito a el Picador, ni salirse antes de tiempo, ni atravesarse en la Suerte, ni dexar de ver llegar el Toro, y faltando a cualquiera de estos preceptos, aunque tenga delante el más claro y sencillo, le ha de dar precisamente una cogida. Según sea la qualidad del Toro así ha de manejarse el Picador en la citada suerte. Si es claro y boyante le cerrará la salida, si gana terreno se la abrirá, y si remata sobre el bulto procurará safarse con tiempo con la mayor ligereza.> Aclara posteriormente que el “cerviguillo” es lo que llamamos “morrillo”, que es la región carnosa muscular que se encuentra entre la nuca y la cruz, y ocupa en toda su longitud el borde superior del cuello o cerviz, por lo que también se denomina “cerviguillo”. Es éste el sitio en que la puya logra los efectos más positivos para la lidia; por el contrario, cuando no se aplica el puyazo en el morrillo, las consecuencias para la lidia pueden ser determinantes negativamente. Taurologia.com 6 La finalidad múltiple de esta “Suerte” se puede fijar en los siguientes aspectos: 1º.- Observar la bravura de la res. 2º.- Conseguir ahormar la embestida. 3º.- Regular el poder del toro para hacerlo apto para la lidia. 4º.- Rectificar posibles tendencias del burel templando su estrés. 5º.Posibilitar quites artísticos de los matadores. Como consecuencia, al asistir el espectador a una Suerte de Varas bien ejecutada a un toro bravo, la belleza de su carrera, la fijeza en la lucha y el poder y la tenacidad en el empuje, logran un momento del máximo interés para el aficionado. Y regulando el encuentro con el caballo, el largar de la vara y la mesura en el castigo, se logra que lo que es la mayor parte de las veces un espectáculo repulsivo se convierta en una bella epopeya entre la fuerza y la inteligencia. Por el contrario, el castigo excesivo; la colocación inadecuada de la puya; el exceso de sangrado; la mala puesta en suerte de la res; el choque sin amortiguar del toro contra peto y caballo…; son errores que luego se plasmarán en su comportamiento en los otros dos tercios. Es pues imprescindible que el toro se selecciones mostrando su bravura en el caballo de tientas; es primordial que sea bien medido el castigo en los caballos de plaza. LOS PUYAZOS EN EL MORRILLO. JUSTIFICACIÓN La anatomía del toro no ha variado desde los tiempos de Pepe Hillo, quizás desde los de Noé. Es por ello que en la evolución lógica y continuada de nuestra Corrida, no debería haberse desechado las enseñanzas que el torero sevillano nos legó en su tratado taurómaco. Sin embargo, en los últimos tiempos, quizás en los 40 años anteriores, se ha ido asentando la teoría de que el puyazo bien puesto es el que se aplica en la cruz, zona inmediata a la cerviz tras el hoyo de las agujas, en la que convergen los músculos del dorso y de los miembros anteriores. Por esta definición anatómica se puede colegir que un puyazo en esa zona puede dañar músculos esenciales para la movilidad del cornúpeto, amén de no lograr el propósito fundamental de afectar el epiaxial, músculo responsable de los movimientos de la cabeza. Tres catedráticos de la Universidad de Córdoba (Sres. Barahona Hernández, Cuesta López y Montero Agüera), explican por qué la vara en el morrillo es la ideal[9]:“…, por que interesa el borde dorsal del cuello en su porción caudal, un poco anterior a su unión con la cruz, que corresponde al nivel de la 4ª a la 6ª vértebras cervicales, y que lesiona los músculos extensores (epiaxiales) responsables de los movimientos de la cabeza, consecuentemente de la cornamenta, logrando así ahormar la cabeza en sus movimientos para el toreo con la muleta”. Es recomendable leer minuciosamente este estudio, así como el realizado por los veterinarios de la Unión de Criadores de Toros de Lidia (Fernández Sanz y Villalón González-Camino)[10] sobre el mismo tema, coincidentes al 99%. Someramente ofrecemos unos datos de los citados trabajos con los que podremos enriquecernos en el conocimiento de la verdad, y la mentira, de la Suerte de Varas. Apenas unos datos: Los primeros determinan en su trabajo, que se desarrolló tras el estudio de los Taurologia.com 7 puyazos inferidos a 277 toros lidiados en las plazas de toros de Sevilla, Madrid y Córdoba durante los años 1996 y 1997, que los puyazos colocados en el morrillo fueron el 6,92%, infiriendo heridas de 25,03 cms, de profundidad; en la cruz cayeron un 39,27%, con heridas de 24,66 cms; el 33,39% cayó aún más traseros de la cruz; un 12,97%, fueron puyazos caídos, y 7,27% de ellos se infirieron en las paletillas. Los segundos, revelan que: “Sólo un 4,7% de los puyazos se han administrado en la parte trasera del morrillo (ninguno en la “pelota”, en la parte media). Los tiempos en lo que el toro estuvo debajo del caballo con la vara dentro de su cuerpo, fue de 30,84 segundos, esto es, 13,65 por vara. La “carioca” se realizó en el 29% de las varas; se barrenó en el 8% y se infirió “”mete y saca” en el 63 %. La profundidad media de cada vara fue de 31,5 cms, en la 1ª y de 26,6 cms, en la 2ª. (Obsérvese que la longitud de los primeros puyazos en Madrid son de 31,5 cms., un 27% mayor que los inferidos en otras plazas, como la de Sevilla). Es una pena que los citados estudios no profundizasen en la relación causa – efecto, para poder comprobar toro por toro el comportamiento posterior a las varas, dependiendo de la pulcritud con que ésta se realizó. De cualquier manera, viendo lo que hoy vemos en las plazas, no podemos tener dudas de que el deterioro que producen en el toro las varas mal aplicadas se traducen en: falta de fuerzas; sangrado excesivo del que se deriva la poca duración de las embestidas; pérdida de acometividad; calamocheo y derrotes al final del pase; molestias en la motricidad; gazapeo; no rectitud en la embestida… Por el contrario, la vara bien puesta logra que el toro ahorme su embestida al dificultarle el uso de los músculos epiaxiales con los que soporta y mueve la cabeza; una embestida más templada al adecuarse un correcto poder resultado de la sangre vertida en el puyazo y del esfuerzo empleado en el encuentro con el jaco. La Suerte de Varas mal ejecutada rebaja la dignidad del espectáculo, lo hace vejatorio para el toro, hiere la sensibilidad de los espectadores y rompe en demasía a la res que, como es lógico queda mermada en sus capacidades, tanto físicas como psíquicas. “Los puyazos traseros son los que se colocan en la región del dorso. Son criminales pues solamente lesionan músculos relacionados con el raquis y más profundamente las costillas pueden ser también dañadas. El puyazo trasero es inadecuado, no regulariza el acornear ni debilita su empuje, más bien dificulta la locomoción. Al mismo tiempo la fuerza del cuerno desarrollada en el empuje queda relegada contra el peto y el caballo, por lo que su efecto es irregular, casual e incierto”. Nos dice el estudio citado. Y continúa, sobre el puyazo en la cruz: “Este tipo de puyazo suele colocarse sobre la reunión entre la línea del dorso y la imaginaria que reúne las extremidades torácicas (lugar indicado para la estocada) A este nivel no están los músculos más importantes de la cabeza, sino los músculos del dorso y de los miembros anteriores. La puya en la cruz lesiona los siguientes músculos: el trapecio en su porción torácica; el romboideo Taurologia.com 8 torácico; espinal y semiespinal del tórax y cuello; el multífido del tórax y el ligamento de la nuca en su porción ancha, afectando a la irrigación sanguínea de las arterias intercostales”. Tras esta deprimente realidad, el aficionado puede colegir fácilmente que ésta es una de las causas del por qué se encuentra la Fiesta en la situación actual. Es bien cierto, y nunca nos cansaremos de denunciarlo, que no hay Fiesta si no hay toro íntegro, y que lo que se lidia ahora, tras la clarividencia que aportan los estudios referidos, no puede considerarse como una Corrida de Toros, sino como un sucedáneo licuado de un festejo que otrora nos deleitó. Podemos convenir con Álvaro Martínez-Novillo que: “La necesaria recuperación de la Corrida como espectáculo total pasa por la revalorización del papel de los picadores y banderilleros que para ello deben ser debidamente estimulados”. RAZONAR UNA SUERTE DE VARAS CORRECTA No sólo en la colocación de la puya se perjudica o beneficia la integridad de la Suerte de Varas; colocación del picador; puesta en suerte del toro; choque del morlaco contra el peto, o contra el estribo protector del pie derecho; manera de citar; largada de la vara; duración del puyazo; barrenado; pesos del caballo, picador y peto; y algunos más etcéteras que irán saliendo a lo largo de este trabajo; determinan el sí o el no de un adecuado y bello episodio de la Corrida, crucial para el desarrollo de la lidia y para la correcta definición de las cualidades de los toros bravos. Un eximio picador recientemente fallecido, Raimundo Rodríguez Sánchez, nos dejó unos apuntes escritos, y otros verbales, sobre su manera de ver la Suerte de Varas, que luego publicamos en un libro con el título: “La Suerte de Varas dicha y hecha por Raimundo Rodríguez Sánchez”[11]. En él, amén del amor que el gran picador sentía por su profesión, detalla el bueno de Raimundo sus constantes deseos de aprender, su seriedad en el comportamiento en la plaza, la vocación derivada por su amor al toro; su cariño por el caballo; también clama por no defraudar a su matador. Y nos da una serie de sugerencias que él se exigía para realizar una suerte perfecta. A continuación detallamos los planteamientos más interesantes. Trata Raimundo en sus confesiones, que luego trasladamos al libro citado, de explicarnos su vocación temprana por el toro, por el caballo y por ser picador. Nos explica sus deseos de superación para dar gusto a su padre: “Hagas lo que hagas en la vida, procura ser el mejor en eso”. Y desde pequeño se entregó a ello. Mucho ver a su picador ejemplo, “El Aldeano”; preguntar a los mayores que picaban en la finca de “Valmayor”, de los señores de Arriba; entrenarse de cutio, picando a las hojas de los árboles, acertando en el canto de los maderos, en los troncos de las encinas… Seguir los consejos de vida ordenada; sin alcohol; alimentos adecuados antes de la corrida; descanso suficiente… Fijarse mucho y Taurologia.com 9 siempre en aquellos que pueden enseñarle algo; buscar el conocimiento y las aptitudes formativas. Y sobre todo amor al toro. “Gracias, señor toro”, dice en varias ocasiones. Además de las actitudes personales de cuidado y entrenamiento, realiza con esmero las labores del cuidado de los materiales que utiliza; habla del conocimiento del caballo que le toca en cada corrida, de su entrenamiento previo a la misma; del cómo vestir debidamente a la montura; cincha bien apretada, ni mucho ni poco, y explica el por qué; recalca la colocación del estribo izquierdo, que esté más corto que el derecho para que el apoyo al ejecutar el puyazo sea correcto; la salida del pie derecho de la mona para picar con soltura; cómo coloca el caballo a metro y medio de las tablas, más o menos, para evitar tener que poner varas al relance; enfrontilar el caballo formando línea recta con el toro, manejando la mano izquierda con suavidad para sesgar el caballo en el momento del encuentro; llamar la atención del toro con la voz, moviendo la vara o sonando el estribo; lanzar la vara en su momento, poner la puya arriba, girarla un cuarto de vuelta colocándola en la axila para templar mejor la embestida y evitar el topetazo contra el peto; poner la vara arriba, empujando con justeza de acuerdo con el poder del toro; expulsar la res por delante forzando la puya con el brazo y dirigiendo al caballo con la mano izquierda. En el punto anterior está la síntesis del cómo picar con ortodoxia. Lo dice un picador que consiguió los máximos trofeos por sus éxitos en la plaza: Máximo triunfador de San Isidro en 3 ocasiones; años 70, 71 y 75; premios El Puyazo y Mayte Comodoro; ambos en tres ocasiones. De las enseñanzas de los viejos picadores nos planteamos cómo sería la suerte de varas ideal. Tras su enunciado, nos preguntaremos por qué no se pica bien siempre; a quién beneficia el sangrado excesivo, las varas trasera y caídas, las puesta en suerte inadecuadas… Por lo tanto, el picador, en las mañanas de las corridas, deberá instruirse sobre las características principales de la ganadería que va a picar. Debe conocer siempre el tipo de toro para adecuar el castigo a las condiciones más destacadas de su casta. Incluso conviene ver el sorteo por si alguna de las atribuciones de los toros a picar le aconseja una más minuciosa colocación de silla, apriete de cinchas, precauciones determinadas… Ha de ver el caballo con el que el que va a picar más tarde; probar la obediencia a las solicitudes del bocado; hacerlo andar hacia delante, hacia atrás, desplazarlo lateralmente; calmar su inseguridad; observar los vicios que puede haber adquirido con el tiempo; hablar con el experto de la Cuadra para saber lo máximo sobre sus peculiaridades. Vestirá al bruto con cuidado teniendo en cuenta las ya comentadas atenciones: cincha apretada lo justo para que no se gire la silla y para Taurologia.com 10 soportar el esfuerzo que al hinchar su cuerpo debe soportar. Probar el estribo derecho para comprobar que la “mona” sale con facilidad y no facilita el balanceo, que podría hacerlo topar con los pitones y deteriorarlos. Igualmente medirá con cuidado la longitud del estribo izquierdo de forma que al volcarse sobre la vara pueda apoyarse en él y así aplicar con su cuerpo la fuerza que requiere cada puyazo. Probará el picador la obediencia del jaco una vez bien enjaezado, para no ser sorprendido en la plaza por alguna molestia que pudiera sufrir por la silla, bocado o peto. Como todo buen profesional cuidará de que su estado físico y psíquico sea adecuado. Conviene comida ligera y descanso suficiente. No es recomendable la ingesta de alcohol que pueda alterar la tranquilidad necesaria para su labor. Observar los tiempos necesarios para llegar a la cita con la cuadrilla con puntualidad sin que los nervios aparezcan por causa alguna. Desde que el toro aparece en la plaza el picador debe estudiar sus características, sus querencias y su poder. De acuerdo con el matador debe prepararse para aplicar el castigo que necesite el cornúpeto. Una vez en el ruedo para cumplir su actuación, el picador debe situarse en la contraquerencia del toro, es decir, frente a chiqueros. Lo hará colocándose a metro y medio de la barrera, perpendicular a ella, con objeto de no obstaculizar la puesta en suerte del toro por el matador o banderilleros, y de posibilitar el tránsito de éstos junto a la barrera. Así se evitan puyazos al relance que suelen ser malos por imprevistos. Cuando el toro esté en suerte, esto es, frente al picador y fuera del tercio, algo escorado a la izquierda del picador, éste hará avanzar a su montura despacio blandiendo la vara y llamando la atención del toro. Si tras varios intentos el toro quedo no se abalanzara, tratará con su matador de ver si es necesario acercar el caballo a la querencia para que entre mejor en la suerte. Si el toro acude a la cita, el picador deberá mantener la vara corta y largarla cuando llegue a sus dominios. Dirigirá el puyazo al morrillo y al llegar a éste dará un cuarto de vuelta a su vara alojándola en su axila deteniendo al cornupeto y evitando que se estrelle contra el peto. Meterá las cuerdas en el morrillo a la vez que con la mano izquierda gire la cabeza del caballo para poder sacar al toro sin peligro para el caballo. Si el toro es parado, el puyazo debe evitar el choque de la res con el peto, largando pronto al toro para que no se refugie en el caballo. ¿POR QUÉ NO SE PICA MEJOR? Uno busca explicaciones al porqué las cosas no se hacen siempre bien, si ello no conlleva demasiadas complicaciones. Y sobre la Suerte de Varas hemos de aportar nuestras teorías; algunas confesiones de viejos picadores; desconcertantes contestaciones de los más jóvenes; incoherencia en el sentir de los ganaderos; desconocimiento de toreros… Veamos. Taurologia.com 11 Acuarela de Enrique Pastor ¿Saben los picadores dónde hay que picar al toro y por qué? No; rotundamente: NO. ¿Lo saben los toreros? Menos. Si vemos videos de hace 30 o 40 años, observaremos que la mayoría de los puyazos se colocaban muy cerca del sitio correcto, es decir, del morrillo. Es cierto que los picadores, atendiendo lo requerido por sus matadores, intentan sangrar lo antes posible aunque, en su profesionalidad busquen colocar puyazos lo más correctos que pueden. Las confesiones de estos picadores veteranos son suculentas. Así nos narran la diferencia de ir con uno u otro matador. Los matadores que estoqueaban corridas de las llamadas duras, solían dejar a cargo de la experiencia de sus picadores el tipo de castigo que necesitaba cada toro, además de permitirles realizar la suerte al albur de su arte y capacidad. Algunos picadores veteranos nos han indicado la diferencia entre este tipo de toreros y los llamados de arte, los que buscan el toro moldeado para conseguir su lucimiento exclusivo. Esto, como puede colegirse, trae consigo una minimización de nuestra rica tauromaquia. Se pierde un tercio que siempre proporcionó emoción al aficionado; una situación fundamental para conocer la bravura del toro; una ocasión ideal para realizar quites en los que se estudie el estado en que queda el toro para la posterior lidia; la medida en que el castigo pueda ser regulado. En los tiempos actuales, la Suerte de Varas ha pasado a ser un obligado tercio en el que se infringe al toro un castigo máximo en el primer puyazo. Parece que el matador desea que su toro quede listo para que pueda darle pases lucidos desde que comienza su actuación con la muleta. Así evitan la lidia; huyen del conocimiento del cómo preparar el toro para la muerte. Buscan el toreo de salón realizado en la plaza. Tétrico. Por ello, ni banderilleros ni picadores cumplen debidamente lo que debería ser su cometido, por que no hay LIDIA. La adecuación del toro para que el matador le dé 100 pases se realiza en el caballo. Llega el toro al caballo, la mayoría de las veces sin estar puesto en suerte debidamente, y el picador le pone un puyazo trasero y caído que le produce de inmediato un sangrado excesivo; la sangre caerá por el lomo izquierdo y del brazuelo para atrás. Taurologia.com 12 Esa sangre no será la del morrillo, esa que no afecta a la circulación principal de la res; esa sangre, roja brillante, deja sin fuerza al toro, le quita poder y acorta la duración de su embestida. Además, por la ineficacia y comodidad de la mayoría de los picadores, los encontronazos con el peto y el caballo le producen otro castigo añadido, innecesario y pernicioso. ¿Por qué no se hace mejor? Creo que la mayor parte de las veces es por que no se sabe picar. Otras, por que el matador no sabe que la Suerte de Varas es necesaria para templar la embestida; para ahormar “el acornear” de la res, como deja dicho “Pepe Hillo” en su tauromaquia citada; para estudiar las reacciones del cornúpeto; para evitar que el toro se rebrinque al final de los muletazos; para que la res no quede lesionada en su sistema locomotor… Estoy convencido de que si el torero supiese los beneficios que una Suerte de Varas bien realizada aportaría a sus faenas, exigiría a sus picadores actuaciones adecuadas. Por que el bien picar sólo trae buenas consecuencias para la lidia. El castigo que el torero desee aplicar a su oponente puede ser mejor medido si se aplica con pureza; si el valor del coletudo es corto, podrá mandar a su picador que pique 2/3 o 4 veces hasta que el poder de la res se acople a sus capacidades lidiadoras. Pero siempre evitando lesiones en el aparato locomotor o hemorragias perniciosas; ahormando el acornear lesionando los músculos que regulan la elevación de la cabeza del toro; evitando que se rebrinque por que el puyazo trasero afecte a vértebras lumbares, o a los cartílagos de las escápulas… En fin, evitando lesionar indebidamente al cornúpeto. EL NECESARIO MENSAJE POR LA DIGNIFICACIÓN DE LA SUERTE DE VARAS A nuestra manera de ver, la Suerte de Varas bien ejecutada no trae nada más que beneficios para la lidia. No comprendemos la necesidad de seguir realizándola en un monopuyazo alevoso con las deficiencias ya explicadas. Para conseguir la regeneración de esta bella suerte del toreo pedimos a todos los involucrados en la Corrida: matadores, picadores, aficionados, medios de comunicación y autoridades, que se preocupen de propalar la importancia de la misma y la necesidad de que sea bien ejecutada. En las escuelas de tauromaquia convendría que se impartieran clases de anatomía del toro de lidia; de la correcta aplicación de la Suerte de Varas; de las consecuencias negativas que traen consigo los malos puyazos; explicar el perjuicio que para la Fiesta suponen los sangrados excesivos; el castigo desmesurado; las lesiones por mala colocación de la puya… En fin, dar a conocer para qué sirve la Suerte de Varas bien ejecutada. Por desgracia vemos cutio en las retransmisiones de corridas cómo puyazos lejos del morrillo son ensalzados por algunos periodistas y sus asesores toreros sólo por que se pusieron arriba. También se felicitan por que algunos caen cerca de la cruz, y los llaman “delanteros”. No es normal Taurologia.com 13 que uno caiga en el morrillo, aunque sea en su parte final, pero si se produce alguno así lo denominarán “muy delantero”, como si en la perfección se encontrara el error. Cuando se habla con un joven picador sobre este tema, siempre desean convencernos de que la vara bien puesta es la que se aplica en la cruz. No saben que ahí es donde se encuentran los músculos que regulan el movimiento de las manos de la res; desconocen que al profundizar la puya en el toro por el empuje que éste realiza al encontrase con el caballo al menos 25 centímetros de vara entran en su cuerpo, y que de estar la puya caída o trasera llega a afectar a arterias, músculos o nervios necesarios para el correcto transcurrir de la integridad de la res. Otros explican que el picar en el morrillo es difícil por que la piel de este lugar del toro es muy dura al no estar fatigada como la del resto de su cuerpo, por que cubre una masa carnosa sin músculos que la soliciten. Además, señalar en el morrillo es más complicado, hay que tener mucha puntería, dicen. Pero no dicen que la vara bien puesta es la largada en el momento del encuentro justo antes de que la testuz de la res llegue al peto, parando con fuerza y maña la embestida evitando en lo posible que se estrelle contra en caballo; largando la embestida hacia fuera tras sutil movimiento de la mano izquierda librando al caballo de la salida de la res. Nos gustaría que todos los estamentos que actúan o rigen la Tauromaquia trasladasen al público en general las formas correctas del buen picar; que explicasen las ventajas y los inconvenientes de los puyazos que se dan al toro; que expusieran de forma fácilmente inteligibles cuándo una vara está bien colocada, cuándo un puyazo es excesivo; cuándo es aconsejable o no utilizar la “carioca”, y por qué. Que informen a los aficionados de los datos visuales que definen un puyazo bien puesto: el no borbotar de la sangre; su derrame paulatino por delante de los brazuelos, por ambos lados, y no por el lado izquierdo, lo que supone puyazo caído para sangrar antes y más. En fin, que cuando un espectador vea un puyazo pueda identificarlo como bueno o malo por esas señales inequívocas y que, al igual que chiflan al picador cuando traspasa la raya de protección lo hagan al detectar esas señales claras. Si esas sencillas enseñanzas le llega al público, ¡ya se privarán mucho los de a caballo de quedar mal! Y es que ahora se aplauden tercios de varas sólo por que el picador realiza la suerte con donosura: mueve el caballo con arte; cita con enjundia; o ¡no se cae del caballo ante un achuchón del cornúpeto!;…, y ya no se juzga dónde cae la puya. Recuerdo en la pasada feria de San Isidro cuando “Tito de Sandoval” realizó una suerte preciosa picando a Flamenco; un “carriquiri” negro de 633 Kgs., al que Javier Castaño puso en suerte 4 veces, con generosidad y torería. Sandoval toreó a caballo con donosura, con belleza estética y efectividad ya que el gran toro acudió a sus citas con prontitud y claridad, aún desde más allá del centro del ruedo. Pero, a excepción de la 1ª vara, que cayó en la cruz, las demás fueron más traseras o muy traseras, lo que sin duda motivó que el toro saliera de najas al ser Taurologia.com 14 afectado, posiblemente, su raquis; no es lógico que un toro que acude al castigo con la bravura que lo hizo “FLAMENCO”, saliera suelto del caballo al sentir la vara, si no fuera por que ésta afecto a zonas nerviosas. Exigir una capacitación adecuada a los aspirantes a picadores; posibilitar una formación suficiente en escuelas y tentaderos; dar a conocer a los toreros la anatomía del toro y la necesidad de evitar castigos excesivos o inadecuados durante la Suerte de Varas, que perjudican la imagen de la Fiesta y degradan la calidad del comportamiento del bravo; son realidades a las que hay que enfrentarse con determinación. De esta manera el ganadero podrá conocer mejor el comportamiento de sus reses para tomar decisiones que mejoren su ganadería; los toreros mejorarán la calidad de sus faenas; la Fiesta será más integra y lucida; la cruenta Suerte de Varas perderá sadismo, sí, ese abuso del castigo cuyo único fin es la supuesta comodidad del torero, al que le llega en muchos casos un toro diezmado en su poder, indeciso en sus lánguidas embestidas, incapaz de emocionar, y que sólo sirve para realizar el toreo de salón que podría conseguirse sin su presencia… CÓMO DETECTAR UNA SUERTE DE VARAS MAL EJECUTADA La mayoría de las veces, la única admonición que reciben los picadores es debida a que el jaco traspasa la raya de protección del tercio; algo que ve cualquier espectador claramente. Sin embargo, avisado el aficionado debidamente, otras anomalías debieran ser más criticadas si se supiera cómo debe transcurrir la suerte. Ejemplos: 1.- La colocación del caballo junto a la barrera, perpendicular a ella. En esa posición el caballo no distrae al toro y permite que el matador lo ponga en suerte adecuadamente. Desde esa posición, a un metro aproximadamente de la madera, el cite es más ortodoxo, puede ser más artístico y se prepara mejor el encuentro entre picador y toro, permitiendo mejor ejecución del puyazo. 2.- Si el picador no ha acertado en la querencia adecuada en la que ha colocado su montura, debe cambiar su posición con premura para evitar que la res se resabie. No debe aceptarse tiempos muertos que perjudican la lidia adecuada. 3.- El picador debe evitar el choque del toro con el peto. En esta fuerza que opone el brazo del piquero está la razón del temple que debe lograr la suerte. Recibir, calar, templar y largar, son las fases que logran el objetivo del puyazo. 4.- El punto de encuentro prolongación de las manos del toro nunca el puyazo. Tras ese punto, locomotor o afectar la irrigación que forma la línea imaginaria de la con la de su dorsal, no debe traspasarlo la posibilidad de dañar algún músculo sanguínea arterial de la res es muy Taurologia.com 15 probable. Esos puyazos traseros los denuncia la caída de la sangre desde el brazuelo hacia atrás. La sangre debe caer por ambos lados de la res entre los brazuelos y la cabeza. 5.- Si el puyazo está detrás del morrillo, el ahormado de la embestida, fundamento de la suerte de varas, no se logra ya que los músculos epiaxiales no son afectados por nacer, precisamente, desde la cruz a la testuz. Si además el puyazo afecta a alguna vértebra dorsal, la posibilidad de que la embestida sea rebrincada es muy alta. Esto se observa con claridad en los primeros muletazos que le da el matador. 6.- Las caídas de los picadores suelen ser debidas a dos circunstancias: A.- No monta debidamente posibilitando el apoyo del cuerpo en el estribo izquierdo, con lo que el empuje del toro puede desplazarlo de su posición ideal en la silla. B.- La palanca que forma la fuerza de la vara con el empuje del toro catapulta al caballero. El estribo izquierdo más corto evita el desequilibrio en el choque, y posibilita el largado del toro con prontitud. 7.- No es adecuado el mete y saca, el barrenado ni la carioca; todo esas malas artes se detectan con facilidad. Recibir, clavar en el morrillo templando y corrigiendo las deficiencias de las embestidas previas, y el largar al toro por delante del lado derecho de la cabeza del jaco, debe realizarse con prontitud huyendo de mantener al toro excesivo tiempo en la suerte. Titánica misión tenemos los defensores del toro y de la Suerte de Varas. Debemos recabar la ayuda de todos los estamentos del toreo: ganaderos: que se quejen con vehemencia por la vejación que el abuso en los puyazos infringen a sus toros; presidentes: que denuncien los puyazos asesinos de los que hablan los veterinarios autores de los informes citados; toreros: que al fin comprendan que una puya aplicada en el morrillo midiendo el castigo en 2, 3 o 4 entradas es más positiva que el monopuyazo alevoso y sangrante; público: que sepa que la dignidad de la Fiesta está en que el toro a lidiar no esté vejado para que el torero esté más cómodo; picadores: que disfruten con su labor bien realizada, medida y adecuada a las condiciones del toro… No me llamen ingenuo por perseguir esta ilusión. La belleza de la Suerte de Varas se ha olvidado tras la generalización del puyazo asesino. El dignificar este bello arte debe ser nuestro objetivo. © José Mª Moreno Bermejo [1]“La saga de los Merchante. El tránsito del toreo a caballo”. José Mª Moreno Bermejo, Madrid 1910. Págs. 5 a 10. Madrid, 1910 [2] “Arte del toreo”, José Daza, 1778. Pág.160. Edita Unión de Bibliófilos Taurinos, 1959 [3]“Arte del toreo”, José Daza, 1778. Pág. 171. Taurologia.com 16 [4]Entrevista de Miguel Fernández, Madrid, 1967; Juan Belmonte y los toros. [5]Política y toros. Ramón Pérez de Ayala, Madrid, 1925. Pág.xxx [6]Cossío y Norberto Carrasco, El Ruedo, nº 1390, 9/II/71 [7].Velázquez, Ortega y Gasset. Págs. 155/156 [8]“Tauromaquia o arte de torear”, Pepe Hillo. Pág. nº35. Cádiz, 1796. [9]f.- Estudio publicado en: “Revista de estudios taurinos”, nº 9, de 1999; páginas 94/103. Editada por la Fundación de estudios taurinos, de Sevilla. También se publica en: “Suerte de Vara”, páginas 181 y siguientes, Luis F. Barona Hernández y Antonio E. Cuesta López. Editado por la Diputación de Valencia, 1999. ISBN- 84-7795-224-8. [10]Publicado en: “Revista de estudios taurinos”, nº 9, de 1999; páginas 104/139. Editada por la Fundación de Estudios Taurinos, de Sevilla. [11]“La Suerte de Varas dicha y hecha por Raimundo Rodríguez Sánchez”. Editorial Temple. Madrid, 2012. Taurologia.com 17