revista_2012 - Amigos de la Bici de Navalmoral

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Saluda del Presidente
El día 29 de Noviembre de 2011, este club, al que
todos los socios debemos cuidar día a día, cada uno en la
faceta que le corresponda, sale una vez más de ruta. Una
ruta donde la única novedad respecto a las anteriores es,
simplemente, que se han cambiado “los jefes de ruta”.
Habrá en esta nueva ruta-etapa, como en las pasadas
(normas de obligado cumplimiento en el club), muchas
risas, alguien que suelte algún disparate, tendremos
alguna caída (esperemos que sin importancia), pero
sobre todo, habrá un buen ambiente de manera continuada; porque en este club, que es sólo uno, estos nuevos
jefes de ruta, al igual que los anteriores, no tienen ni
quieren equipos diferentes. Todos formamos el mismo
equipo y todos nos alegramos de pertenecer a la única familia que hay y que formamos este
club.
Es obvio que, en esta nueva ruta-etapa, el trayecto no está confeccionado; habrá
que ir marcando el recorrido que hemos decidido emprender con mucho esfuerzo, sacrificando nuestro tiempo y nuestro trabajo para dedicárselo a este equipo-club (esperemos que
nuestras mujeres e hijos sean comprensibles). No sería justo por mi parte pasar por alto,
ahora que tengo la ocasión para hacerlo público, reconocer y elogiar la labor desempeñada
por la directiva saliente. Así, este nuevo presidente, junto con la directiva que me acompaña,
sabe que hemos tenido unos excelentes profesores donde nos hemos podido fijar para llevar a cabo el nuevo recorrido que se nos presenta. Pediremos, en algunas ocasiones, su parecer por la experiencia acumulada, mantendremos muchas veces las cosas que ya están
hechas, haremos cosas nuevas y modificaremos otras, pero siempre trabajaremos con un
solo objetivo y una sola razón: tomar decisiones pensando, sólo y exclusivamente, en este
nuestro club-equipo.
Soy consciente de que la situación económica actual va a ser una compañera más
de esta ruta-etapa durante mucho tiempo. Pedalearemos con ella, sin que nos demos cuenta que viene con nosotros en este nuevo recorrido.
Desde estas hojas, este presidente de nuestro club-equipo, pide a todos los socios e interesados en formar parte de esta familia, que se unan a nosotros en esta nueva ruta-etapa, sin
dudas y les aseguro que no les vamos a defraudar, sobretodo en compañerismo y ayuda al
que lo necesite en este apasionante y nuevo recorrido.
Un cordial saludo
Miguel Ángel Jiménez García
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DE NUEVO LA MÍTICA QUEBRANTAHUESOS
Hace cuatro años que decidí en solitario acometer una experiencia que había
leído en revistas y se anunciaba como algo único, la marcha de carretera,
Quebrantahuesos, que se realiza en el Pirineo aragonés, entre Francia y España de 205
Kms. En aquel momento mis amigos de la bicicleta de Cáceres no me acompañaron,
pero no me importó, ni tampoco prepararme en solitario muchos días, en los meses previos recorriendo más de ciento veinte kilómetros cada tarde, para poder tener el fondo
suficiente y no hundirme en los terribles puertos, que jalonaban la prueba, a veces cuando llegaba agotado, me castigaba subiendo al Santuario de la Virgen de la Montaña, que
es una pared de tres Kms. algunos del 15%, todo destinado para abordar “la más grande
ocasión que vieron los siglos”, que era lo que Cervantes decía cuando alguien le preguntaba en qué lugar perdió su brazo, refiriéndose a la Batalla de Lepanto. Bueno, pues ahora
vuelvo a recordar todo lo que me aconteció en la prueba reina del cicloturismo mundial. Había personas de todos los continentes, venidos desde los sitios más alejados del
planeta, formando ese día una concentración como jamás antes había visto nunca, entre
familiares y corredores unas veinte mil personas. La organización perfecta para atender
a todos, creo que mucha más parafernalia que en una etapa de La Vuelta o el Tour. Los
ocho mil ciclistas que la prueba entonces admitía, formaban un pelotón gigantesco,
entre los que nos habían asegurado y era verdad, había algunos profesionales. Fue una
experiencia inimaginable, cinco helicópteros, más de cincuenta motos de la Guardia Civil
y otras tantas de la Gendarmería Francesa, miles de voluntarios, en fin una macro organización impecable.
He revivido muchas veces en mi mente todo lo recorrido aquel día, el comienzo, que duró veinte minutos hasta cruzar la línea de salida, menos mal que el tiempo lo
marca un microchip al pasar la meta. Después el rodar trepidante a toda velocidad, ver
un pelotón enorme a cincuenta por hora impresiona, luego la subida al Somport por la
vertiente Sur, con veintiocho kms. de subida y la peligrosísima bajada con agua y
humedad por el deshielo y la umbría. Todo vuelve a pasar una y mil veces por mi memoria, los bosques verdes en tierras francesas, camino del terrible Marie Blanche, puerto
clásico del Tour, en el que se empieza bien pero que se inclina hasta reventar a todos los
ciclistas, recuerdo mi desarrollo 34 28 y no me sobró nada, se bajaron de la bici cientos
de ciclistas, recuerdo el silencio solo interrumpido por los sonidos del cambio y el jadeo
de la respiración, para ahorrar energías, pasé sed y fatiga hasta la extenuación, pero lo
coroné, baje recuperándome, bebí agua de todas partes incluidas las cascadas del borde
de la carretera, pero sin parar más de diez segundos. Contemplé un paisaje de cumbres
nevadas y valles agrestes fantástico, donde como dije una vez habita majestuoso el
Quebrantahuesos, ave del tamaño de un buitre de color rojizo y negro, señor de estas
alturas y cuya existencia da nombre a la prueba, esperemos que por muchos años ya que
está en peligro de extinción. Recuerdo después de pasar por varios pueblos franceses, la
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subida al Portalet de mil ochocientos metros, el puerto más largo y pestoso que haya
subido nunca, más de treinta kms. de subida sin fin, que dejan el organismo al borde del
desfallecimiento, pero como decía un compañero que subió a mi lado aunque no lo
parezca, se acaba subiendo. Recuerdo que en todo momento es imposible ir solo, miles
de ciclistas por delante y miles por detrás, en carrera nunca pude saber cuántos serían.
Los tiempos los van midiendo en varios puntos con el microchip y hasta que no llegues
a meta no se sabrá que puesto has hecho. Bueno después de coronar el Portalet, una
bajada larga y rápida donde se recupera uno comiendo algo, también algún que otro
sitio peligroso, ya que se baja a ochenta por hora. Cuando todo parece finalizado llega
la puntilla, para que nada sea fácil, queda el Col de Hoz que sería asumible aunque duro,
si no estuviera uno fundido, claro los cuatro kilómetros al 14% son matadores, después
de superarlo quemando los últimos ápices de fuerza que quedaban y al borde del desfallecimiento, solo hay que dejarse llevar en pelotones de cincuenta unidades y a
cuarenta por hora llegar hacia la meta, para disfrutar mientras la cabeza reflexiona todo
lo que ha pasado.
Después empieza la fiesta, comida, masajes, las cervezas, todo a cargo de la organización, hay multitud de tiendas de ciclismo, ropa, exposiciones de marcas, es el momento de disfrutar y comentar lo vivido con unos y otros.
Yo no pensaba volver a realizarla y no porque no quedara bien, que salí muy satisfecho, dejar detrás de mí a más de seis mil ciclistas y hacerla en ocho horas justas, está
fenomenal, pero cuando pienso en la preparación que tuve que hacer los meses antes,
me asusto. Después de mí, dos años después mis amigos de Cáceres Antonio , Luis,
Víctor y Francis Villegas la hicieron y les maravilló, este último lo reflejó en su página web
Diario de un ciclista.com.
Ahora la culpa de que este año 2012 , vuelva a los Pirineos la tienen mis amigos de
nuestro Club de Amigos de la Bici de Navalmoral, Dani, Nicolas, Juan Carlos y José
Alfonso “El Anchoa”, el primero porque la juventud es muy atrevida y quiere descubrir
nuevos eventos, el último tiene como yo el gusanillo de haberla hecho ya hace años y
los otros dos porque creen y es verdad, que es una oportunidad única, máxime cuando
ha habido que efectuar un sorteo para apuntarse y nos han elegido entre los quince mil
preinscritos. Bueno pues este es el panorama que se nos avecina para el día 23 de Junio,
allí estaremos, sufriendo y disfrutando de la más grande ocasión que vieron los siglos,
con los amigos de la bici, esta vez me acompañarán también los amigos de Cáceres y
juntos todos volveremos de nuevo a la Mítica Quebrantahuesos.
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Errores más habituales al hacer spinning
Todos conocemos los beneficios del ciclo indoor o spinning, y es que es una actividad
muy recomendada si lo que queremos es mejorar la salud de nuestro cuerpo, acelerar la circulación sanguínea y conseguir un buen estado general del organismo, ya que nos ayuda a mejorar
la salud cardiaca, además de ser una buena forma de realizar ejercicio aeróbico y quemar calorías.
Pero a la hora de practicar spinning solemos realizar muchos errores que debemos tener en cuenta y corregir.
Es fundamental que mantengamos una postura correcta, ya que no solamente sirve con subirnos
a una bicicleta y pedalear, sino que es necesario hacerlo de forma correcta para evitar lesiones y
molestias derivadas de una mala ejecución de la rutina. Por este motivo vamos a ver algunos de
los errores más habituales.
• A la hora de practicar ciclo indoor normalmente tendemos a mantener el abdomen
relajado, un claro error, ya que esta parte es un punto de fuerza del organismo que nos ayudará a
mantener mayor ritmo a la hora de pedalear, pues si lo usamos adecuadamente concentraremos
toda la fuerza en esta zona y nos servirá para aguantar más. En vez de mantener relajado todo el
abdomen lo que debemos hacer es contraer el transverso.
• Otro fallo habitual es botar demasiado cuando nos levantamos del asiento para pedalear de pie. En esta postura rendemos a botar demasiado, algo que nos hace no concentrar la
fuerza en la zona de las piernas, sino que entran en juego otras partes como las caderas y las rodillas que pueden verse afectadas por este movimiento reiterado. Es necesario que al elevarnos de
la bici estabilicemos la cadera y no botemos, sino que sean las piernas las que aguanten todo el
tirón y sean las que trabajen.
• Separar las rodillas a la hora de pedalear es un fallo que muchos cometemos habitualmente en el spinning, es por ello que debemos prestar especial atención a este fallo, ya que puede
resultar una postura muy cómoda para muchos, pero en el fondo no lo es, ya que podemos hacernos mucho daño en la zona de las caderas. Es importante que juntemos las piernas lo máximo
que podamos de manera que se queden alineadas con el eje del cuerpo.
• Una postura que solemos adoptar es la de mantener los brazos estirados y la cabeza
hundida. Esta pose es una de las más peligrosas, ya que hace que carguemos en exceso toda la
zona del trapecio y la espalda. Es necesario que aliviemos tensiones, y para ello debemos mantener la cabeza elevada y los hombros y brazos relajados para no concentrar las tensiones en esta
zona, sino en las piernas. Los hombros también deben estar estabilizados, ya que es la única manera de evitar el excesivo balanceo que se produce cuando nos ponemos de pie para realizar un
sprint.
• A la hora de practicar spinning no debemos olvidar ajustar a la perfección la bicicleta,
ya que normalmente cuando no lo hacemos y nos encontramos incómodos, solemos balancear
demasiado la cadera y hacernos daño. Es importante que pongamos remedio a esto cuanto antes
para evitar males mayores.
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La ley de Murphy
Este artículo es una adaptación de las conocidas Leyes de Murphy, compiladas en el libro
Murphy’s Laws, de Arthur Bloch y en el genial Why me! de John Kirby.
La adaptación al ciclismo es un laborioso trabajo personal basado en mi experiencia personal.
Existe una curiosa asociación estadística entre eventos aparentemente independientes y que
sin embargo tienden a repetirse odiosamente.
Estamos solos en casa, tomamos una revista, nos sentamos en el baño y suena el teléfono.
Podemos decidir no contestar, si es urgente llamarán de nuevo, nos justificamos, pero entonces suena
el timbre de la puerta. ¿Cuántas veces ha llovido o, a lo menos lloviznado, el día después de limpiar la
bicicleta?.
Pues a este principio universal se le ha dado el nombre de Ley de Murphy: Si algo puede salir
mal, saldrá mal.
Corolarios de esta ley aplicada al ciclismo:
1.- Ninguna subida es tan fácil como parece.
2.- Ningún sillín es suficientemente cómodo.
3.- Los perros te persiguen principalmente en zonas en que no puedes acelerar.
4.- Cuando hace frío nunca llevas la ropa adecuada.
5.- Cuando hace calor siempre vas más abrigado de lo necesario.
6.- Si una subida parece fácil es difícil. Si parece difícil es imposible.
7.- Una vez que pierdes el control de tu bicicleta, cualquier intento por recuperarlo solo empeorará la
situación.
8.- Si te has quedado rezagado, la única manera de recuperar tu posición es batir el record de velocidad.
9.- Cuando desmontes cualquier cosa para arreglar un pequeño problema, causarás un problema más
grande.
10.- Tragarse un mosquito es la única forma de demostrar que se es un verdadero ciclista.
11.- En el ciclismo siempre pedaleas con viento en contra.
12.- No importa lo bueno que seas, siempre habrá una pendiente con la que no puedas la primera vez.
13.- En cuanto empieces a hacer una reparación en tu bicicleta te darás cuenta de algo que deberías
haber hecho antes.
Finalmente, la real filosofía de Murphy es:
Sonríe, mañana puede ser peor.
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Historia de una caída tonta y la bici en “las venas”
-Relato dedicado a nuestro compañero Julio “Bielas” y a Pili, su esposa, con la sana intención de darles ánimosEsta es mi historia. La historia de una caída tonta, de esas que nunca nos van a pasar. Y menos en el mejor momento. No, decididamente nunca nos va a pasar algo así…. ¿O sí?
He quedado con un amigo que no acostumbra a montar en bici. De los que salen de pascuas a ramos y no tiene
“demasiado nivel”. La mañana se avecina sosa y algo ñoña, pero seguro que es mejor plan que no montar en bici.
- “Eso está bien” –pienso, mientras me queda un buen sabor de boca por el hecho de que esta vez no seré yo quien
vaya con la lengua fuera.
Como cualquier día, voy bien pertrechado. El casco por encima de todo, guantes, botas y lo que haga falta. Además
mentalizado de que debo ir siempre con los cinco sentidos alerta.
- “Gasta cuidado…”, -decía mi abuela mientras me ve salir de casa.
Al principio vamos bien, alegres, contentos, además de -por una vez-, yo soy el que va sobrado de facultades.
Pero hoy el destino me está esperando. Murphy, el de la jodida ley, me ha visto con malos ojos esta mañana. Llega
el momento en que me aburro de tanta “pista buena” y del ir al ritmo que te marca la compañía. La poca paciencia,
y ¡mira que me lo han dicho veces! El caso es que llega en el camino una bajada muy fácil, voy a unos 35 km/h y
aparece delante de mí un montículo. Se puede subir y bajar sin dificultad aparente, sin dar pedales, pero es un
pequeño aliciente. ¡A por él!
Pero algo he calculado mal, porque el “saltito”, o no es tan pequeño o no es tan grande, o yo que sé, pero la situación
se torna en no controlable. Resulta que caigo más allá de lo que pienso y con tan mala suerte que no puse el tren
de aterrizaje.
Me encuentro en el suelo, como tantas veces, pero en esta ocasión me siento mal. Algo no ha ido bien. Algo no ha
salido como siempre.
Me levanto y le digo a mi compañero de salida que me he hecho daño, mucho daño, de esos daños que las personas
que los han sufrido saben lo que son.
A partir de aquí hay momentos que no recuerdo con nitidez plena. Recuerdo sentarme en el suelo, decirle a mi compañero que llamara a una ambulancia, que me quitara el casco (probablemente me ha salvado de algo peor aún) y,
me imagino, que tuve un sin fin de pensamientos y sentimientos que pasaron por mi cabeza del todo contradictorios: de imprudencia, de culpabilidad, de inoportunidad, de arrepentimiento, de inseguridad, de miedo, de…
También tengo frío, bastante frío. Estamos en octubre y ya empieza a refrescar…
¿Hasta aquí bien? ¿Puedes seguir leyendo? Me refiero a que si te has puesto ya en mi piel...
Finalmente llega la ambulancia, me llevan al hospital, los médicos actúan sobre mi cuerpo dolorido. Hacen su trabajo lo mejor que pueden (o saben) –eso me lo guardo para mí, como penitencia-.
Después… Después, lo lógico: la habitación del hospital (llegan las visitas), mi casa (llegan más visitas), llamadas de
teléfono, los bombones y los botes de melocotón (lógicamente los traen las visitas), caras de consternación, lamentos, réplicas, etc
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Pasa el tiempo, mucho tiempo. Tiempo para pensar en lo
que pasó y en lo que pudo haber pasado. Tiempo para
analizar la caída tonta y por supuesto sus consecuencias.
Sigue habiendo visitas (por cierto, se agradecen las visitas, sí).
Dicen que el paso del tiempo lo cura todo. No sé si es
cierto del todo. Inicio la rehabilitación y los dolores no
me los ha curado el tiempo. Empiezo a salir a la calle, me
encuentro con los colegas, me animan, me dicen, me
hablan de nuevas rutas, nuevas emociones, nuevos compañeros, ¡nuevas caídas ¡ (por suerte son leves).
Alguno me pregunta por la bici, mi bici. No sé qué voy
hacer con ella, no se si volveré a montar más, quizás la
venda, o no. Todo son dudas.
Pasan las semanas. Afortunadamente todo parece ir bien, las lesiones curan, los dolores, aunque despacio, cada vez
son más leves.
Todo llega. El tiempo no se detiene y las dudas se disipan. Llega un día en que tengo la nueva bici y salgo a la calle
a probarla, aún habiéndome dicho el médico que, de momento, “cero bici”. Casi se me caen las lágrimas. Más de 4
meses. El dolor aún es casi insoportable.
Empiezo a montar en bici regularmente. Con algún dolor y con muchas precauciones. El hecho de vestirme de
romano es una liturgia que me hace sentir un poco ciclista por el solo hecho de ir ataviado de manera diferente a los
demás.
Me doy cuenta (con horror) de que la lycra estira lo suyo, pero que es poco agradecida con las curvas que han ido
adornando mi cuerpo durante los meses de inactividad, aunque esto carece de importancia, o tal vez no…
Casi sin darme cuenta, ya me estoy apuntando a la Ruta Cicloturista “Extremadura en Bici” y monto en bici con
asiduidad y cada vez con un poco menos de miedo.
Mientras pasa el tiempo, luzco unas protecciones, recomendadas por el fisio, que son y van a ser durante un tiempo
la risa del “Cobra´s Team”.
Hace ya muchos días de aquella caída, y sólo unas cicatrices me lo recuerda. La bici bien. Cada día mejor, rodando
ya con todos y con la impresión de que lo peor ya ha quedado atrás, aunque no siempre tuve esa impresión.
Todo vuelve a ser como antes, bueno, no todo. Esta caída tonta ha hecho que me dé cuenta de “cosas” que antes no
valoraba, o no valoraba tanto. El montar en bici y el estar rodeado de tantos amigos y “compinches” es un privilegio
que tenemos que intentar disfrutar mientras podamos, sin olvidarnos de lo importante y lo necesario que para
nosotros son nuestra familia a los que tenemos que agradecer su comprensión para que podamos seguir practicando nuestro deporte favorito. Un recuerdo especial para esa esposa que ha sufrido tanto o más que yo las heridas y
dolores como suyos propios y sé que gracias a ella vuelvo a disfrutar con mi bici.
Un saludo desde aquí a todos los que me han ayudado en este tiempo a superar este golpe.
Animo y saludos cordiales...
Esta historia podría haber sido real, o quizás sí lo ha sido, ¿quién sabe? Sólo pretende ayudarnos a darnos cuenta de
“esas cosas”, que, aparte de la bici, quizás no hemos sabido apreciar en su justo valor.
Rayuso
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