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SECUNDA ¿POCA.
NÍMEao 14.
Jueves 4 *^^ abril, 1839.
EL PAINORAMA,
PERIÓDICO DE M O R A L , L I T E R A T U R A , ARTES, TEATROS \
MODAS.
ÍNDICE DK ESTE NUMERO. — La Loca de So\anto : Cuento lastimoso. — Grecia : AntipSroj. —
Los Crinados en Veneci» ; (Continuación) — Teatros ; Junta de Lectura. —Cosas de Madrid! —
naruiílete.
posos restos. Ay del infeliz cuyo corazón
marchito desconoce la d u l z u r a dv estas m e ditaciones !
Mis plantas han hollado muchas ruinas,
C U E N T O LASTIMOSO.
y puedo decir que he vivido en medio de
ellas. P e r o algunas se han grabado en mi
pensamiento con caracteres mas indelebles
p o r la memoria de ciertas circunstancias
ropio de la naturaleza del hombre es notables. E n t r e estas cuento las de la a n -I, r
«I complacerse en las imájenes de la d e s - tigua ciudad de Solanto.
trucción. E l hombre gusta de pasar p o r
En la cosía septentrional de Sicilia , á
' " s ojos las escenas d i m u e r t e que le r e - cinco millas al Este de Palerino, y precisa*tterdíii la universalidad de esta c r u d a ley, mente en la orilla del m a r , se eleva una
T al mismo tiempo le ol'iecen el m a s v u l - m o n t a ñ a conocida en i l p:i¡s con el n o m S'lr, el mas seguro consuelo.
bre de monte A l l a n o , y t i m e un p r o m o n Dulce es pensar que la Providencia, que torio llamado cabo Zafferaiio. Parece un
substituye á su placer la obscuridad y las g r a n pilón de azúcar cubierto de maletas
*"»ieblas á la l u z , h a r á b r o t a r la vida del y algunas p l a n t a s indijínas, entre las c u a '*'no mismo de la m u e r t e . E l h o m b r e , r o - les figuran principalmente el aloes, la h i ncado de todos los elementos de alegría y guera c h u m b a y la odorífera t r i b u de las
elicidad, c o r r e desde las extremidades del labiadas. Allí se ven prol'usameiite esparinundo p a r a sentarse algunos instantes en cidos capiteles casi todos corinlii.s : nWi
^as ruinas de S i r a c u s a , ' de P a l m i r a , de están tendidas cañas de colunaias , gr.niiMemfií ó de Babilonia , y se considera d i - tos y mármoles cincelados, nobles escom'ho»o cuando halla aon en sus ojos una bros que atestiguan la opulencia de una
' « í r i m a que d e r r a m a r sobre aquello» pom- antigua ciudad. El monte Allano estaba
97
3.V
P
LOC.V D E
SOLANTO.
210 —
en lo antiguo enteramente cubierto p o r
una ciudad rica y belicosa, la gran S o lante. Hoy los pastores llevan á él sus cab r a s y los pescadores enjugan allí sus r e des ; unos y otros habitan una aldea situada al pié del m o n t e , cuyas cabanas se
reilejan en las azules ajanas de un pequeño golfo. La industria de los habitantes de
la moderna Solanto consiste p r i n c i p a l mente en la pesca y expoliación de a l g u nos peces que también salan, como el atún, i
la sardina y la anchoa.
En esta aldea vivía hace pocos aííos una
joven llamada Michelina M o n t a l b o , que
t r a b a j a b a tenazmente, aun en las horas
mas calurosas del d i a , p a r a alimentar los
restos de una familia de quien era el ú n i co apoyo. Esta familia se componía de la
m a d r e , sniciana y enferma y de una h e r mana itiiiy n i ñ a , ciega de nacimiento.
Michelina era üita y robusta y sus facciones tenían mas nobleza que r e g u l a r i dad. Al verla en u n dia de fiesta, con .sus
hermosos cabellos de é b a n o , cuyas t r e n zas estaban prendidas con arte á la cabeza
por medio de una larga aguja de p l a t a ,
con su saya de paño escarlata y su jubón
de terciopelo negro ; al ver la tez morena
de aquel r o s t r o , su perfil griego y sus
gruesos labios de coral , un poeta la h u biera c o m p a r a d o , no á Y é u u s , sino á
Diana cazadora.
Michelina ganaba la vida á jornal , ya
ayud.mdo á los pescadores á sacar sus r e des , ya salando y di.sponiendo la pesca;
pero lograba mayores ventajas en la época del año destinada á la pesca del a t ú n .
Acompaii.ada entonces de algunos m a r i n e ros de Solanto se dirijí i á Termini ; la antigua Himera , ciudad situada á corla distancia y donde la pesca del atún es uno de
los ramo-, mas importantes de comercio.
En una de estas escursiones vio Michelina
á un joven pescador ll;imado Damiano,
conocido en el paig p o r el sobrenombre de
el Amcricnnn , porque había hecho vin
viaje á A m é r i c a , cosa poco común p a r a
los marineros de Sicilia. Damiano siempre
p r o c u r a b a hallarse junto á jNlichelina en
las horas de t r a b a j o , y ¡Michelina inslintivanienle y sin intención tenía cuidado de
guardarle un sitio á su lado. Estas atenciones escitaban las chanzas de los pescadores y
los sarcasmos de las mucliachas; ya no se les
llamaba de <itro modo que /o.s dos
amantes , y todavía ellos no se habían hecho la
m u t u a declaración de sus senliniienlos. Era
una cosa convenida tácitamente, pero aun
faltaba á su felicidad el contrato que debía
asegurarla.
El año de 1 8 2 4 f'"" " " " '^'' '"•'' "'"* ^'^~
lices p a r a la pesca del a t ú n ; Michelina
volvió á su c a b a n a , satisfecha de sus g a nancias, pero t u r b a d a por el recuerdo de
Damiano; acusaba al pobre joven de friald i d , poripie si la hubiese a m a d o , hubiera
debido apresurarst; á revelarla sn amor, y
sin embargo había guai-dado u n silencio tenaz, difícil dé conciliar con su asiduidad en
hallarse á su lado. Estos pensamientos t e nían á la pobre muchacha pensativa y melancólica; respondía srcaraenle á su madre
y hermana, y aun d<jaba algunas p r i ' g u n tas sin respuesta. Si salía , sus ausencias
eran mas prolongadas, y no dejaba noche
alguna de ir á sentarse en la orilla del m a r
donde pasaba las horas enteras, sola y enteramente abismada en sus tristes rcttexiones
Dichoso el que haya podido como la
amante pescadora gozar del imponente e s pectáculo que presenta el m a r bajo el cielo de Italia ! En una hermosa noche de
verano, después del fuego abrasador de u n
largo d i a , el mar, inmóvil hasta entonces
empieza a rizarse lijeramente á impulso de
la brisa bienhechora. La l u n a en todo su
j esplendor desplega sus rayos sobre el v a s to gollo como un espejo de plata. E n t ó n - CCS aparece entre las hendeduras de una
— 211
roca u n fuego móvil que se acerca y
•^i'ece : se le creería un dios marino l a n zándose con una antorcha en la m a '10 desde las profundas ¡gruías donde tiene
*" morada. Poco después un luego semejante partiendo de o t r o p u n t e de la costa
Se encamina hacia el p r i m e r o : y siguen
otros apareciendo y deslizándose sobre la
tprsa superficie de las a^uas. Majestuoso
''spectáculo en qut' el azul de los mares r e "'•ja á un tiempo las luces del cielo y de la
tierra ! — Estas a n t o r c h a s pertenecen á
"""is b a r r a s de pescadores que van de este
Wlodo en las noches de verano en busca
de ciertos crustáceos.
Una noche que Michelina sentada como
"p costumbre sobre la playa desierta se
'nandonaba á sus .sombríos peiisaniiento.s,
" a m a r o n su atención los movimientos que
^ ' o hacer á uno de aquellos fuegos a m b u lantes. E r a evidente p a r a un ojo ejeicitado que el que dirijía la barca no se o c u paba entonces en la pesca. La luz iba acercándose a la ribera , con gran sorpresa de
'^lichelina, pero de repente desapareció sin
'l'ie tornase o t r a vez á verla. La doncella
Solvió á su casa mas t u r b a d a , mas pensativa que de ordinario. U n suceso en
•apariencia tan poco interesante la había
'"KrUlo una multitud de ideas y de e o "lentarios. Así que, á la noche siguiente no
'''^ diseuidóeu ir á su puesto acostumbrado.
^Pi^nas se había pasado un c u a r t o de hora
^l'ando vio aparecer una luz que por la
""cccion que tomaba conoció ser la m i s •> de la noche anterior. Aproximóse
'S"almente hacia las rocas que defienden
^ í>olanto, pero con gran sentimiento de
•^''chelina se apagó de repente y despa••ecii) o t r a vez.
La joven no pudo contener una excla«lacion que la a r r a n c ó el .lespecho . pero,
«»> dicha ! oh sorpresa ! una voz la conles0 , «4ua voz h a r t o conocida que cantaba
""-•> barcarola favorita de Damiano. El
viento de la noche condujo á sus oídos las
palabras que Damiano modulaba dulcemente.
Hiende, b a r q u i l l a .
Las ondas bellas ,
Rauda por ellas
Deslízate,
Que allá en la oriÜa
Mi amante espera.
Boga 1 i jera
Que ella le vé.
Era é l , era el hombre á quien su alma
hubiera preferido si la hubiese sido p e r mitido escojer un esposo! Pei-o p o r quf
casualidad se hallaba en aquellos sitios?
fácil le fuera saberlo preguntándoselo al
joven que ya estaba muy cerca de la r i b e r a ; sin embargo no se a t r e v í a , contenida por el pudor.
El caso era embarazoso ; cierto es que
ella p r o c u r a b a dejarse v e r , ajilándose continuamente ; pero todo fue inútil , porque
Damiano empuñando el r e m o , hizo j i r a r
su barca y empezó á alejarse. Michelina
no pudo contenerse ya ; creyó haber hallado u n excelente preleslo p a r a acallar su
conciencia , absteniéndose de l l a m a r p o r
su nombre al objeto de su amor , pero repitiendo eu alta voz .su canción :
Hiende , barquilla,
Las ondas bellas.
Rauda por ellas
Deslízate,
Que allá en la orilla
Mi amante espera,
Boga lijera
Que ella te vé.
Y huyó en seguida, asustada de su p r o pia audacia, ocultándo.se detras de un m o n tón de rocas. Vana precaución ! el v e n t u roso Damiano había lanzado su barca con
extremado ardor ; pocos minutos le habían
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bastado p a r a llegar á tierra , y apenas la
asustada doncella había tenido tiempo p a r a esconderse t r a s de la roca cuando ya
«Vitalia su amante junto á ella.
I<03 amores son mas rápidos en la aldea
que en las ciudades, porque hay alli mas
sencillez y mas sinceridad.
—MicUelina, decía el pe.scador, desde que
p a r t i s t e i s , no tengo el mismo ardor p a r a
el trabajo. Olvido las redes y paso les dias
tuiteros con los brazos cruzados y tendido en el u m b r a l de mi cabana ; y lodo p o r
vo.s, p e r q u é en vos sola pieu.so. De noche
no d u e r m o , ó si duermo es pava soñar
con vos. Así que me he resuello á venir á
buscaros y confesaros mi amor. Ayer n o che , no sé que temor se apoderó de mí,
no me atreví á a b o r d a r , y tal vez h u b i e r a sucedido lo mismo esta noche si no hubiera oido vuestra voz! Michelina, ya sabéis que no soy r i c o , pero si me q u e réis por esposo , t r a b a j a r é con lanío a r dor que nada os h a r á falla.
Michelina , enajenada de gozo , resistió
algunos instantes , y después ronfesó á su
dichoso amante que desde el dia que le conoció , su roray.ou le había preferido.
Nuestros dvs jóvenes , después de mil
protestas de una fidelidad eterna , quedar o n acordes en lo que habían de hacer
p a r a consej;oir sus fines. Convinieron en
que al dia siguiente Michelina revelaría á
s-u madre lo que había pasado , y no era
dudo.so el conseiilimienlo de la pobre mujer
jKjrque siendo su hij» la que proveía á sus
necesidades, no tenía otra voluntad que la
de atiuel modelo de piedad filial- Al o t r o
dia n a m i a n o sería presentado á la madre
de su querida y se celebraría el m a t r i m o nio en el termino de tres semanas.
Con igual alegría fué recibida la noticia
en las dos familias, esperando ambas con
impaciencia el momento de celebrar aquel
ínlace. Daraiano escribió ademas á un hermano suyo llamado A n t o n i o , á quien ama
ba tiernamente y que residía en Nápoleí,
instándole p a r a que viniese á presenciar su
boda.
Mientras que todo se disponía p a r a
c o l m a r la v e n t u r a de los a m a n t e s , l)amiano no dejaba de ir todas las noches á
Solanto , á visitar á su f u t u r a , ni esta de
esperarle en la roca que había sido testigo de su declaración. Allí entretenía su
impaciencia haciendo cálculos que mas de
una vez fueron exactos. Ya baja á la p l a ya , decía entre si '.... ya entra en .su b a r ca !.,. ya dispone los remos!... ya parte!...
se aleja del puerto !... ya atraviesa los e s collos !... ya dobla el cabo !... ya va á aparecer !...
De este modo se pasaron dos semana?,
y solo faltaban ocho dias p a r a celebrarse
el himeneo, cuando llegó de Ñapóles el herm a n o de Damiano. A n t o n i o , que llevaba
á su h e r m a n o c u a t r o a ñ o s , se asemejaba á él b a s t a n t e , sin embargo de que .su
Irenle era mas ancha y los ojos mas h u n didos Su conjuiilo, ademas, preseiilab»
u n aspecto de dureza que n o tenía D a miano. Este , después de la llegada de .su
hermano , había hizado la vela en su barca y todas las noches los dos se dirijiau
juntos hacia el cabo Zafferano; Allí, niiént r a s que los amantes conversaban en vor.
baja formando p a r a el porvenir mil r i sueños proyectos , y disputándose á vece*
u n beso , siempre rehusado y siempre c o n seguido, Antonio , tendido en la b a r c a , fumaba tranquilamente su p i p a , sin o c u parse a l p a r e c e r de cosa alguna. Al méno»
esto era lo que creían Damiano y su q u e rida ; y aun á veces a v e n t u r a r o n algún»
lijera chanza sobre la complacencia de aquel
buen hermano... pero cuan distahtes estaban de sospechar la verdad !...
Mientras que ellos se entregaban á !«•'
inocentes efusiones de su a m o r , Antoni»
arrastrándose como una serpiente , ib» *
íituacse t r a s de la» rocat y de las r ü i l ' " ^ '
(LO
21-4 —
de manera que podía verlo y oírlo todo.
Su alma ardiente y zelosa iba á beber el
veneno en el manantial. Temiendo ser s o r prendido en t a n equívoca posición p r o c u r a b a ahogar hasta los latidos de su pecho;
pero exasperado este , eran mas violentos
sus golpes.
El desgraciado no había podido ver á
^lichelina sin concebir una pasión furiosa.
Habíase esforzado por alguu tiempo en
ahogar en su seno aquel jérmen de u n
amor v i l , pero sus esfuerzos habían sido
inútiles; la m a ñ a n a , despuas de muchas
horas de u n sueño bienhechor, le hallaba
con mas fuerza p a r a rechazar aquel buiti-c
implacable que le desgarraba el corazón;
pero la noche v la presencia de Mlrhelina
desvanecían sus mas resueltas determinaciones.
Algunas veces, al oir á su hermano dirijirle una chanza inocente, ó al verle esforzarse en a r r e b a t a r un beso á su f u t u r a ,
iiabía llevado ¡a mano maquinalmente á
su cuchillo y una idea atroz había agolpado á su frente u n sudor helado. Los
Sicilianos son en jeneral valientes y jonerosos, pero sus pasiones tienen t a l c a r á c ter de violencia y tan repentinos ímpetus
que casi les es imposible prevenir muchas
desgracias que aparecen como maldades y
que jeneralmente no son mas que el r e sultado instantane» de un acceso de c ó lera.
Pastaban una larde los dos hermanos
di.^paniéndose para su e.scursion ordinaria,
cuando D.iüiiíao, (pie había estado i n m ó vtl contemidan<lo el horizonte , cuy» linea
üotante iba lomando un color azul oscuro,
íii.señó á su hermano una bandada de g a viotas y otras aves acuáticas que sacudiendo sus blancas alas se relujiaban en ti
puerto.
- - \ u t o n i o , le d i j o , me parece que hoy
11(1 debemos ir á S o h n t o . Michelina no
pticdi- íifVnderse porque ya conocerá que la
incertldumbre del tiempo nos ha detenido.
Mira , si quieres pasaremos la noche en
componer la red que me has traido de
Ñapóles y te contaré algunos sucesos de
mi viaje á Boston.
— Vaya un e n a m o r a d o ! replicó A n t o nio con aire indolente. Tenéis miedo de
c o n s t i p a r o s , señor Americano? Ali ! no
era yo como tú cuando hacía el a m o r á
Mariuzza I El tiempo no me arredraba, y
si no hubiera tenido barca, por la sangre
de Jesucristo que me hubiera echado á nado antes que faltar á una sola cita.
— Querido A n t o n i o , voy á confesarte
mi debilidad: desde que amo á Michelina y
soy a m a d o , la vida me es mas preciosa
y temo arriesgarla. Es t a n dulce el a m o r
de aquel ánjel ! Sería tan horrible perderlo !
De este modo hundía inocentemente el
puñal en el corazón de su hermano : es
probable que este no había formado t o d a vía el criminal proyecto de atentar á la
vida de Damiano, pero alimentaba una vaga esperanza de l i b e r t a r s e , por medio de
cualquier catástrofe , de aquella insoportable perplejidad. Si era él quien perecía,
acababan sus pesares; si su hermano l l e gaba á sucumbir , entonces el brazo de la
Providencia destruía espontáneamente la
mas fuerte b a r r e r a elevada entre él y el
objeto de su pasión! así q u e , no dejí) d e s cansar á Damiano hasta que le d e t e r m i nó á emprender aquella tarde el viaje c o tidiano.
Na\egaban los dos hermanos, una h o r a
hacía, y el viento que soplaba hacia la eosta los había obligado á internarse en alfa
m a r , para evitar los peligrosos escollos que
rodeaiían aquella ribera. El tiempo, t e m peslao.io y oscuro se iba encapotando r á pidamente, mas bien por la m u l t i t u d de
nubes que se a g r u p a b a n que por la llegada
de la noche; las olas engrosaban mas y mas,
y ya cjíaba el m a r sembrado de aquellos
215
niontoiics de espuma que los marineros designan con el nombre de corderos porque
aparecen blancos y diseminados como c o r dsros paciendo en urja pradera. U n b e r Santin atravesó junto á la fVájil barca y
tal era ya la oscuridad que estuvo á p i 'l^e dtt sumerjirla; surfcaba esta r á p i d a "ttente las crespas olas y de cuando en
' u a n d o asomaba la quilla sobre la superí'cie de las aguas. Poco después rompió la
'cnipeslad, y los truenos y los rayos a u '^entáron mas todavía el a p a r a t o de aquella escena. Olas inmensas, a r r e b a t a d a s por
'"í viento impetuoso avanzaban majcstuo^''s hacia la miserable navecilla donde dos
audaces c r i a t u r a s luchaban con todas sus
'Uerzas c o n t r a la furia de los elementos. La
"arca levantada de p r o n t o á una a l t u r a
Pi'odijiosa caía precipitada en el fondo
"^•^1 abismo y se elevaba una y o t r a vez
p a r a t o r n a r á caer. Daniiano dirijía el t i •non , mientras que su h e r m a n o cuidabn
de los remos. Ambos g u a r d a b a n uu p r o fundo silencio: el primero pensaba en A!i^heliiia é invocaba mentalmente á la Víri*"» y todos los sanios del cieJo, suplicándoles le concediesen algunos años de exis'Wcia p a r a pasarlos en paa cOn su a d o '•'da esposa, y prometía [xeregrinaciones y
•jumerosas ofi-endasá l a M a d o n a . El segnnJ' se ballajia a t o r m e n t a d o p o r todas las
" a s del infierno, y cada vez que la b a r se hallaba en peligro de ser devorada
P >• las üj^iia.s , una . esperanza feroz hacía
olas le llevó al mismo borde de la barca;
•—Antonio podía salvarle : conmovido p o r
u n sentimiento de piedad iba ya á tender
el brazo, el menor esfuerzo hubiera b a s tado p a r a conservar la existencia del homb r e que se ahogaba... pero r e t i r ó la mauo;
—Providencia , exclamó, cúmplase tu \<ilunlad!
Y, viendo que Damiano se sostenía d e masiado cerca de la b a r c a , el m o n s t r u o
le descargó en la cabeza u n ^olpe violento
con el remo.
—Ah ! Maldición sobre ti, gritó la víctima, hsi tempestad acojió este grito y la voz
del t r u e n o lo repitió en los ecos de la r i bera.
Había t r a n s c u r r i d o u n mes después de
esta horrible catástrofe; los amigos de Damiano habían dirijldo á su hermano p a l a b r a s de consuelo que él liabía acojido al
parecer con reconocimiento. Sin embargo,
como se había notado que el cadáver de'la
víí'timá , descubierto por unos pescadoiT.«,
tenía el cráneo m a g u l l a d o , empezaron á
c i r c u l a r r u m o r e s vagos. Se decía confidencialmente que Antonio sabía roas sobre este asunto (le lo que manifestaba. La incoherencia de sus discursos al referir la desgracia confirmaba las horribles conjeturas
que empezaban á formarse. Sus c o m p a t r i o t a s le huían y él p o r su p a r l e t a m p o co los buscaba. F i u a J m e n l e , fatigado ó
a t e r r a d o de aquellos sordos r u m o r e s , A n tonio desapareció. Después de su partida,
lat con violencia su perverso corazón. Hu- se dijo q u e se había r e t i r a d o á L i p a r i ' , Ik
- . ívfujin^ia .-)u jjri vt-iau c o r a t u u . i i u - mas considerable de las islas de Eoloj c u un mstante de inminente riesgo p a r a los yo grupo se eleva á c o r l a dislanciai
s h e r m a n o s ; una oleada al c r u z a r sobre
Este suceso se iba poco á poco olvidan• " ""^¡'l esquife había a r r e b a t a d o el m a n do-en Termini, pero no así á algunas m i go de un remo.—Mientras .•\nlonio se b a llas de distancia. Todas las t a r d e s , si
ja p a r a r e p a r a r este accidente, oye á su
anochecer, una joven , con el cabella t e n «ermano l a n z a r u „ grito agudo , vuelve
dido y los pies desnudos, trepaba en silen. ^^-'l'e^.i y ya no ve á Damiano ; una ola
cio al monte Altano para ver si descuJ i a b í a a r r a s t r a d o . El infeliz reuniendo
bría á lo lejos la barca; que e.speirali»;
"Oas sus fuerzas se mantenía cerca de la
después bajaba p r e c i p i t a d a n n n t e híci»' lii
^rca y pedía socorro ; el. impulso de las
2t6
costa, y corriendo sobre las rocas de la
desierta p l a y a , se la oía g r i t a r ;
Hoe! D a m i a n o , hoe!
Ai act'rcarsf, los muchachos huían p r e cipitadamente, porque temían que la loca
los arrojase al m a r . Incapaz de poderse
buscar la subsistencia, desde el dia en
que perdió á su n o v i o , Michelina había
visto á SU madre espirar de dolor; su h e r mana había sido conducida á un hospicio
de P a l e r m o , y ella se mantenía d« l i mosnas.
El a u t o r de tantos males, el criminal
Antonio había creidonecesario dejar pasar
cierto tiempo antes de continuar su horrible
empresa. Iba de cuando en cuando á S o l a n t o , donde no era conocido y se i n l o r m a b a de Michelina. Ademas u n dia la s i guió á lo lejos á la r i b e r a y fué testigo de
la tierna escena que hemos descrito.
Este descubrimiento le sujirió una idea
p a r a conseguir su execrable proyecto. Con
este objeto p a r t i ó un dia de L i p a r i , p a r a
llegar al anochecer á la playa de Solanlo.
Había cuidado de llevar los vestidos de su
hermano p a r a a u m e n t a r en c u a n t o fuese
posible la g r a n semejanza que tenía con
aquel infeliz: y p a r a asegurar el éxito de
su expedición, había llevado consigo u n
muchacho de Lipari, con cuya fidelidad p o día contar. Su proyecto era r o b a r á M i aheliaa y coaducirla á u n islote desierto
del g r u p o de las islas de Eolo.
Empezaba 4 oscurecer y la noche e s t a ba hermosa aunque n e g r a , circunstancia
favorable á su pian.
—Hoe , h o e , Damiano , exclamó en este
iitstante la loca , hoe !
— Michelina, respondió el falaz A n t o n i o , lanzando su barca hacia la orilla,
Michelina , ya estoy aquí, qué me quiere."!?
U n profundo silencio siguió á e^tas p a labras. La desgraciada, inmóvil de estupor,
había caído de rodillas , estrechando en sus
|«bios couvulsivameule el escapulario que
Damiano la había dado. Después se l e v a n t a y exclama con acento de reconvención;
— D a m i a n o , p o r qué has t a r d a d o t a n t o ? Ya no me a m a s ; no soy t u n o v i a ?
— S í , querida Michelina , eres mi esposa y vengo á buscarte p a r a conducirte á
la cabana de mi padre. Quieres seguirme?
— Si quiero s e g u i r t e , D a m i a n o ! has o l vidado mis j u r a m e n t o s ?
Y diciendo estas palabras , saltó lijcramente á la barca. A n t o n i o , ebrio de gozo,
empezó á ajitar el remo y se alejó de la
ribera con su presa. Su intención de r e fujiarse á las islas de Lipari le obligaba á
a p a r t a r s e de las costas, y así juzgó necesario p a r a abreviar el camino desplegar la
vela de la b a r c a ! E n t a n t o que se o c u p a ba en esta m a n i o b r a , ayudado de su joven
c o m p a ñ e r o , Michelina se arrojó en sus
brazos.
— Damiano , donde me conduces ?
— A cas^ de mi padre.
— N o , tú no habitas a l l í , yo quiero ir
á t u casa. T u y a no perteneces á este m u n d o , t u casa está allá b a j o , en el fondo del
m a r , h a r t o lo s é ! En vano intentas engallarme. O h ! c u a n t o he llorado ! pero a h o ra todo se a c a b ó , y a n o me a p a r t a r é de
tí.— Y diciendo estas p a l a b r a s oprimía á
Antonio con sus robustos b r a z o s , haciendo fuerza p a r a precipitarse con éi eu el
fondo de las aguas. El t e a t r o no era p r o picio p a r a u n a lucha encarnizada: cada
movimiento hacía vacilar el frájil esquifft
entregado entonces á sí mismo.
_ Michelina , tú estás loca , siéntate !
— N o , ya no te a b a n d o n o , v e n ! t a r d a mos demasiado! ven, D a m i a n o , esposo mió»
partamos,
—Ni lío, socorro que me ahoga I
Pero el niño a t e r r a d o se refujiaba en *'
fondo de la barca.
En el nombre del cielo , loca , no s o /
D a m i a n o , reconóceme, soy Antonio, s o y - '
— 217 —
En este momento la barca zozohró y la
pareja estrechamente enlazada flotó algún
tiei^po sobre las olas. Antonio se esforzaba
*" vano en desasirse de los dos brazos de
"ierro que encadenaban sus movimientos.
i'a loca se había unido á su cuerpo como
** yedra al tronco de la encina. El m u pdo de las olas resonaba dolorosamente en
'Os oídos del nuevo Caiu , como la voz de
*" hermano y que parecía gritarle: Maldición sobre i i!
sino algunos rostros pálidos vueltos al
océano, comahuscando en la vista de algún
bajel una diversión á la monotonía de
aquellos lugares ; pero si, á pesar de estas
apariencias, se penetra en una t i e r r a que
tan m a l t r a t a d a parece, entonces se mudará el espectáculo, pues Anlipáros tiene
también su maravilla , y esta maravilla
merece una pausa del viajeio que recorre
la G r e c i a , tanto p a r a admirar la naturaleza como p a r a buscar los restos de
A la m a ñ a n a siguiente u n navio rccojió las grandezas pasadas. Desde Tournefort y
^" alta m a r al niño agarrado á la quilla Choi.scul-Gourfier, ha adquirido la g r u t a
^•^ la barca y medio m u e r t o de frío y de de Autipáros gran celebridad.
•^íiedo. P o r su relación se pudieron hallar
La entrada de la caverna nada tiene de
'os dos cadáveres. Todavía estaban e s t r e - imponente , pues consiste en una sencilla
chamente abrazados y fué preciso romper bóveda de rocas, en medio de la cual se a l Sus miembros arrecidos p a r a separarlos za u n a columnata n a t u r a l . Después de
*"iQ de o t r o .
haber andado algunos minutos se halla una
r a m p a bastante suave que da á una cavidad en donde se e n t r a p a r a llegar á una
pequeña plataforma de seis ó siete pies de
(aiB.!2>2'lü«
profundidad. Desde este primer piso se comienza á bajar por una escarpa bastante
a g r i a , de setenta pies de profundidad p e r ANTIPAROS.
pendicular: este es el único p u n t o peligroso y que requiere cierto hábito a d q u i rido en excursiones semejantes. La rápida
En frente de la antigua P a r o s , tan c é - bajada t e r m i n a en una roca cuya p a r l e
' t b r e por sus m á r m o l e s , se alza en medio superior está redondeada, y es en extremo
"e las aguas la isleta de A u t i p á r o s , que resbaladiza p o r la mucha agua que des"11 brazo de m a r de una milla de latitud prendida de varios parajes de la caverna,
separa de la p r i m e r a . En o t r o tiempo se se precipita formando mil graciosos jiros,
'Wan en ella hermosos pies de o l i v o , ú n i - mil elegantes cascadas. Sin embargo, desde
*a riqueza del pais ; los Venecianos, en la cima de esta roca tan lisa es necesario
Sus frecuentes excursiones á las Cicladas, á dejarse caer de espaldas p a r a penetrar en
^onde t a n t a s veces les llamaban el c o m c r - una galería muy baja y menos rápida que
'^'O y la g u e r r a , los destruyeron comple- conduce á la gran s a l a , que constituye
tamente, y solo quedan ya á los habitantes verdaderamente la g r u t a ; pero de la cual
de la miserable aldea que hay en la isla eslá aun sejiarada por otro enorme peñasalgunos campos de cebada , cuya cosecha co que hay que rodear primeramente. Allí
«xportan.
ha desplegado »1 reino mineral toda su vaP a r a el viajero q„e „« hace, mas que riedad y riqueza. La bóveda de este s u b «•Ostear aquellas tristes y despobladas v\- terráneo descansa en magníficas columnas
l«-ras nada hay que cautive la curiosidad formadas por la reunión de estalactitas y
28
— 218
estalagmitas: las pan-des de la r a v e r a a e s - tradición popular dice que es la Vista de
t á n entapizadas de los mas ^ t r a u o s v al los nombres de los {;rie(;as que c o n s p i r a mismo tiempo eli'saiitis dibujos y bajo-rc- ron c n n l r a la vida de, Alejíiiidro yM^nr.
liovt^s naturales; lormamio JIMÍ mil graciosos habíait el'jido aquel subterráneo p a r a cefesloups reunidos por £i;raiides tqasas redon- lebrar SUS reuniones. P e r o rsla crrencia no
deadas , aquí una especie de racimos que ]>uede tener o t r o apoyo que el nombre de
guarnecen como rjuiriKililas toda l.i IxWeda. ANTIPATER que se lee á la ealkez;» de la inaDistinguciisc en uno de los pilares los res- r r i p c i o n , nombre del ^oberu-idor puesto
tos de una ¡nsrriprion qiw Toiirnefort leyó en Maeedonia por Alej^indro cuando estt
y publicó en la relación de su vi;i¡e. La I proseguía sus conquistas en el Asia.
P e r o , de todo c a a n l o puede ser a d m i - la ¡igantesca estalagmita se pasa por d e rado en la g r u t a , la petrificación conoci- bajo de un macizo que forma u n a como
da baio el nombre det -ilLir es lo que bay galería iulerror, pero admirablemente e n l a mas asombroso y m.ign¡fico. Es una m a - plaada por aniljos lados; las paredes son
ifkluosa estalagmita de veinte y c u a t r o de respLinderiente blancura , comparable
pies d«e a l t u r a , cuya base tiene mas de á la del alabastro, y de ellas cuelgan festoveinte dp diámetro y constituye el mas ber- nes que reuniéndose sobre el a l t a r , forman
moso pedaio de mármol que puede h a l l a r - lo que se llama el ático. Este a l t a r debe
te. Los adornos que la coronan presentan su nombre á M. de Nointe] , embajador
la figura de coliBDrvs. P a r a d a r vuelta á de Luis XIV en C o n s t a n t i n o p l a , quien
— 219 —
con cerca de quinientas personas pasó en
«sta sala las fiestas de Navidad de 1673 y
Wandó celebrar la misa sobre la mole c o 'osal. U n a inscripción que se vé en la gruta conserva la memoria de este hecho c u rioso.
T a l es la caverna de Anlipáros ; pero
¿como se ha formado? ¿ Sería al principio
*"na cantera de m á r m o l , ó bien ha sido
siempre una de aquellas concavidades que
'6 encuentran en muchas m o n t a ñ a s c a l •^areas ? Esto está en el dia sin decidir, y
'íil vez se pasará mucho tiempo antes de
l ú e la ciencia dé una solución exacta sobre
'» materia.
Eilí V E N E C I A ,
ó la fhijtíiit €mpn-atrif
(Continuación.)
EL
ROMANCE.
Pablo templó el laúd. No reina silencio
J"4s profundo en los senos lóbregos de
** «catacumbas r o m a n a s , que el que d o •»maba en la vasta extensión del canal en
"qucllos momentos de ansiedad é i m p a '«•Ucia p a r a el enamorado Marques. A'^ibra•^n . penetrando hasta el corazón , las ar.
"^"niosas cuerdíis del afinado instrumento.
polo mismo vino á inspirar en acordes
preludios las románticas Inflexiones de una
encantadora improvisación ; y los ecos del
aud de P a b l o , resonando y m u l t i p l i c a n ose por los anchos ámbitos de la t r a n q u i a atinóslera , t r a n s m i t í a n á las obscuras
''"uosidades del Adriático la tierna e x presion de una melancólica , dulce y a p a -
sionada melodía. Posaba el alma del t r o vador sobre sus labios fervienles , h i r i e n do también con sus lijeras alas el sonoroso
l a ú d ; y la triste cuanlo bien entonada
cantilena llevaba , con el sello de la t e l r i cidad mas suave , el colorido de u n a g r a dable t o r m e n t o que r u a n d o devora el c o razón le halaj^a todavía. Enlrevíase en t o das sus Irases el entusiasmo de la pasión
mas p u r a , y tan sentidamente tierna que
se buhiera podido creer que el a m o r , no
juz¡;ándose con ricursos suficientes, había
pedido su expresión á los z< los p a r a inspirarla.
Enl reabrióse el cortinaje del b a l c ó n , y
apoyándose una joven sobre el balaustre
quedó tan inmóvil como pudiera estarlo
una estatua. Enviaba la luna sus pálidfs
rayos como con cierto respeto temeroso
sobre la brillante gasa de plata con que
a()uella ajiaricion velaba sus hermosas formas. Su nacarado seno, conmo\ ido por la
a r m o n í a , palpitaba con no acostumbrada
precipitación. U n llanto abundoso i n u n daba sus sonrosadas mejillas ; y a l t e r n a t i vamente mortificada ó complacida con las
mas violentas sensaciones de dolor y a l e gría , sus delicadas m a n o s , mas blancas
que los nevados copqs que vuelan sobre
las cumbres del escarpado Apenino, temblaban siguiendo el movimiento de v i b r a ción del encantador laúd. Cada modulación,
cada y)alabra desgarraba aquel corazón
ajilado, leyéndose dislinlanunle en unas y
o t r a s las quejas prolundameifte sentidas de
u n amante á quien se ha hecho traición.
I
I
i
¡
El t r o v a d o r , cuyos ajiasionados suspiros
se combinaban con las deliciosas cadencias,
hizo de repente una transición intspi rada
y t e r r i b l e ; y abandonando el romance a m o roso por las fulminantes sentencias del
profeta Isaías , sus labios u n instante b a l bucientes a r r o j a r o n en el ámbito del canal como perlas ensangrentadas las siguíenles estrofas:
— 220
: Pnr(|tic 'as hijas de Sion pecaron
Castigadas serán , que del Eterno
La venganza terrible provocaron [
Desnudo el seno, itnpúdicas obstcntan,
Lascivos ojos... Con infame planta
Sendas de iniquidad solo frecuentan,
', A-y 1 Cuando al cielo ofenden
Pérfido laxo á las virtudes tlenilen í
¡ Porque las bijas de Sion pecaron
Castigadas serán , que del Eterno
L a venganra terrible provocaron!
Flor que perece al tramontar del dia,
Con breve soplo agostará el Eterno
La efímera beldad y lozanía.
¡ fíj ! Con diestra severa
Segará la dorada cabellera '.
|Pt)rque las hijas de .Sion pecaron
Castigadas serán , que del Eterno
La venganza terrible provocaron !
De vuestras m.anos , por jamas impuras,
Arraneará las joyas rcfuljentes...
Y rasgará las ricas vestiduras,
j Ay! Desnudas y yertas
Seréis de espartos ásperos cubiertas.
¡ Porque las bijas de Sion pecaron
Castigadas serán, que del Eterno
La venganza terrible provocaron!
Los acentos del laud y la voz del poeta
habían llegado á adquirir tal expresión de
t e r r o r que ocuUándose n p e n l i n a m e n t e la
joven se corrió delante de olla el c o r t i naje del balcón , y m n y poco después r e sonó hasta la concavidad de la góndola
un g r i t o agudísimo, semejanle al qtte a r rojaría una mujer espirando al golpe furibundo de enemigo puñal.
El Marques de Montferrat salta con no
vista lijereza sobre Las gradas del palacio,
en cuyo sitio había principiado y c o n t i uuaba Pablo su fatal coacierto : se lanza
sobre el desgraciado t r o v a d o r , lo sujeta
bruscamente con u n a m a n o , y desenvainando la espada con la otra , hiere f u r i o so á su víctitna. Pablo bañado en su p r o pia sangre vacila y cae, estrechando e m pero sobre el pecho el querido laud , que
crujiendo entre sus brazos pareció lanzar
el ¡ay! de la desesperación. Todos los a m i gos del Marques le rodeaban y a , p r o c u rando tranquilizarle , y consiguiendo p o r
fin «o sin g r a n trabajo a r r a s t r a r l e á la
góndola que desapareció en seguida El t r o vador y e r t o , herido, abandonado bajo el
balcón de la bella M a r g a r i t a , no vio u n
momento después en derredor de sí m a s
que s a n g r e , y el instrumento malhadado
que causara su infortunio.
( Se tnnlinuard.
)
T E A T R O S P R I N C I P A L E S D E MADRID.
JUNTA DE LüCTURA.
Celebró su liltima sesión en la noche del
domingo 2 4 del próximo pasado marzo.
El Sr. D. Luis M a r í a P a s t o r , empresario de dichos t e a t r o s , dló gracias á la J u n ta por su asidua cooperación en favor de
los intereses de la L i t e r a t u r a y del Arte,
íntimamente relacionados con los de una
especulación de este jénero, y presentó urx
estado comparativo de las obras d r a m á t i cas puestas en escena desde el año de IS.'JI
inclusive, de cuyo documento resulta que
en los ocho anos t r a n s c u r r i d o s se han ejecutado cincuenta y nueve d r a m a s orijinales y doscientos traducidos; correspondiendo
á los seis años anteriores al establecimiento de la J u n t a veinte ¥ ocho de los p r i m e ros y ciento treinta y siete de los segundos;
ooy á los dos años que cuenta la inslitucion
treinta y uno de aquellos y sesenta y tres
COSAS DE
MADIIID!
d e l e s ú l t i m o s ; viniendo á deducirse que
en el sexenio de 1 8 3 1 á 1 8 3 6 estaban las
obras orijinales en proporción de veinte
p o r ciento respecto de las traducciones; en
En este venturoso siglo todos tenemos
1837 en la de c u a r e n t a y uno ; y en 1 8 38 nuestra rnision ; es decir, todos hemos v e t n la de setenta.
nido al m u n d o p a r a alguna cosa. Lo m i s E l Sr. Presidente D. Antonio Gil de Za- mo ha sucedido siempre , aunque no haya
r a t e contestó á n o m b r e de la reunión al sido de moda la culta frase á que aludo:
S r . P a s t o r , manifestando que la J u n t a se puede que á nuestros ascendientes les s u había ocupado con el m a y o r interés de los cediese lo que á aquel o t r o que escribía en
asuntos p a r a que i'uc instituida : que en el prosa , sin haber n u n c a r e p a r a d o en ello.
A s í , p u e s , el empleado tiene la misión
desempeño de sus espinosas atribuciones
había mirado siempre por el honor y p o r de c o n t r i b u i r al buen gobierno de los que
los intereses de la L i t e r a t u r a , p r o c u r a n d o no gobiernan , pero pagan : el periodista
que estos se concillasen con los de la E m - de oposición tiene la de p r o b a r que es mapresa en cuanto fuese posible : que en t o - lo aquello que p o r la misión de otros se
dos sus fallos había reinado la mas absolu- prueba ser bueno; mi criado (antes de hat a rectitud de intención ; y que si el p ú - ber yo suprimido este artículo como de
blico ha reprobado alguna vez obras ad- I p u r o lujo) tenía la de limpiarme las botas:
mitidas c e n i a favorable censura de la J u n - ciertas mujeres que abundan en jALidrid
ta , la única recriminación que puede h a - tienen la de cooperar á la inversión de las
cérsele es la de haber usado de una lenidad rentas y a r b i t r i o s de los hospitales: el t r a m plausible, p o r no desanimar á los injenios. poso la de vivir á costa áí- primos y a u n Dio también gracias á la Empresa por que no tonga parientes : mi cajista la de
Sus jenerosos esfuerzos en favor de los que echar reniegos porque le entrego t a r d e el
se dedican á esta difícil c a r r e r a , ya e m a n - orijijial; y yo la de desesperarme con las
f^ipáudoles con la conservación de la J u n t a muchas m e n t i r a s que en despique me hace
de un estado hasta cierto p u n t o depresivo, decir algunas veces.
y s aumentando las recompensas que eran
Mas como con esto de las misiones s u *iarto mezquinas é indecorosas. P o r último cede lo mismo que con lo de l a s e x t r a v a 'jo que en el resultado del movimiento gancias , que cada cual puede tenor y d e liter irio en los años de 1837 y 1 8 3 8 , r e - cir que tiene las que quiera, h a b r á n de salat ivamente al r a m o de t e a t r o s , podía fuñ- ber mis amados lectores que o t r a de las
daarse m u y bien una p a r t e de la d e m o s - misiones mías es la de criticarlo t o d o , á
' ación de los servicios que á esle jénero
« L i t e r a t u r a ha conseguido hacer la J u n " . pues aparecía t a n mejorada la p r o porción entre orijinales y traducciones'
p a r a lo cual era m ^ y j„slo suponer u n
••^limulo especial, ademas del d e t e r m i n a 'lo en jeneral por el desarrollo del talento
2 todos sentidos, en la época de p r o g r e so que alcanzamos. '
diestro y siniestro, sin andarme en d e n gues ni repulgos; bien que pueda p r o b á r seme que desde el tobillo á la coronilla
p o r de f u e r a , y desde la glándula pineal
hasta el mas inadivinable rincón de mi c e rebro , por d e n t r o , tengo yo mas faltas
que una pelot;. de á dos cuartos. No sé, sin
e m b a r g o , si esta misión es recibida,, ó si
me la he t o m a d o , suponiendo que alguiíM.
E m p e r o , donde mejor presa podía hacer
mi mordacidad era en la llamada Semana
Santa. En ella resaltan mucho mas el d e s ónlen y la profanación, presentando al
observador u n cuadro animado de chocantes anomalías , aunque en honor de la v e r dad no son ya tantas como eran en los
tiempos en que jugaba yo á
Ptnío-Piíitn.
E n t o n c e s , después de sacar las vacas <i
veinte y cinco , pedía á mi abuelita u n
t r o m p e t e r o , con cláusula precisa d e q u e
había de tener muy grande la caperuza.
Ya se v e : los trompeteros e r a n comparsa
obligada de la Semana Santa; ahora lo son
de todas las del año civil , no obstante haberse abandonado las caperuzas y los s a cos rozagantes p o r los paletots y por los
rapotones. En la tarde del domingo de Ramos salía la p r i m e r a procesión , y c o n t i n u a b a n saliendo todas las demás, dia p o r
E n t r e las muchas cosas, p u e s , que yo dia , y en algunos dos, hasta el viernes inno puedo dijerir, ocupa distinguido lugar clusive, haciéndose gran consumo en todas
la manera con que en esla culta capital ellas, ó con motivo de ellas, de cuantos code u n a culta y católica Monarquía cele- mestibles presentaban al público especulabramos las festividades relijiosas. En esto, dores ambulantes, poniéndole en tentación
como en otros muchos a s u n t o s , me p a r e - continua de q u e b r a n t a r el ayuno. Pai-ocí que estamos jugando siempre á los des- diábanse en algunos establecimientos los
santos misterios de nuestra redención c e propósitos. En este Madrid inferirá cual
me la d a b a , en cuyo caso es falsa, mas
falsa que costura de pantalón hecho en
r o p e r í a , y perdóneseme lo disparatado dil
modo de c o m p a r a r ; p e r o aun así ¿ q u é ?
Un apóstol mas entre tantos apóstoles que
lo son poT oficiosidad p u r a . A otros se les
ha metido en la «abeta que porque ellos
lo digan, y porque algunos lo c r e a n , a u n qa* muchos lo duden , tienen la facultad
de d a r el tono en política y en administración : nada hay de p a r t i c u l a r en que
yo me crea revestido de igual poder r e s pecto de o t r a s materias. Mi carácter o b servador, mis tendencias individuales me
llevan p o r este o t r o camino. Acaso mi
propia convicción sobre mis innumerables
faltas me induce á descargar el látigo en
la espalda del p r ó j i m o , por aquel p r i n c i pio de reñir para que no riñan,
en lo
cual tengo compaiinros á centenares.
quiera la importancia relaliva de las fiestas
por el mayor ó menor número de desórdenes,
No hay Noche-buena
que merezca este
n o m b r e sin miles de irreverencias en lo*
t e m p l o s , sin torpes b o r r a c h e r a s , sin e s candalosa jarana. Cualquier función de cofradía se ha de i n a u g u r a r y ha de concluir
bajo la influencia de los vinos andaluces,
l.as procesiones establecidas p a r a llevar á
las impedidos el Santo Viático figuran c o rno ganancia segura en el presupuesto de
productos de muchas tabernas. El Corpus
hace perder á multitud de artesanos los
dos días que median entre esta fiesta y el próxlraii domingo. San Isidro tiene á su cargo
innumerables navajazos, y un archivo e n lerü d^^ procesos criminales.
lebrados en esta época ; y los predicadores
qtie distribuían al pueblo en las plazas el
pan de la divina palabra, se veían trecucntemenle interrumpidos ron frases obscenas p o r muchos de los que pasaban de largo, y hacían befa y burla del o r a d o r y del
auditorio, y se divertían en distraer á unos,
en tropezar á o t r o s , y en reir.se de todos.
Forzoso e s , p u e s , confesar que en estí
sentido hemos adelantado mucho ; y que
la suma de sacrilejios de toda clase ha disminuido de un modo sensible. Sin e m b a r g o , aun queda mucho que r e m e d i a r : aun
hay que hacer largo camino hasta conseguir que se borre de estas prácticas r e l i jiosas todo matiz profano ; pero haré alto
en la cuestión d« actualidad que aquí p " '
o 23
o
Bajóme a h o r a , y al volverme á celeear
"lera suscitarse, porque la considero fuefa del círculo en que debo contenerme. en medio de la c a l l e , me asombra la eleÍJOy, pues, un sallo mas prodijioso <jue el de vación de muchos edificios. P o b r e del que
Alvarado , y desde el pavimento de la p o - tenga que subir al c u a r t o quinto ¿ « / f n o r !
blación me encajo sobre el tejado de c u a l - digo entre mí. Pobre del que m o r r p«r
l u i e r edificio , y á caballo sobre el vértice aquellos paises en ocasión de un incendio!
del ángulo superior de una boardilla princi- Pero todas estas lamentaciones son infruc»
pio á examinar el sistema de esas canales á tuosas : los arquitectos no han recibido la
Wanera de flautas de órgano que en vez de rnision de ensanchar la planta sino la de
'""nioniosos sonidos nos regalan por í r a c - prolongar la a l t u r a . Aquí tiene Usted
<^iones torrentes de lluvia cuando bien le c u a t r o v a r a s cuadradas de s o l a r , dice un
casero : hágame usted dos tiendas con e n place al de a r r i b a ponernos en remojo.
A quien estará reservada, exclamo des- tresuelo, dos p r i n c i p a l e s , dos segundos,
'^^ mi atalaya c u l m i n a n t e , la rnision ver- dos t e r c e r o s , dos cuartos y c u a t r o b o a r daderamente útil de modificar en este r a - dlllitas: el arquitecto no puede t o m a r n a "^o la u r b a n a policía ! Quien será el P o n - da á derecha ni á izquierda, pero toma d»
'••jos de los tejados , ya que tan ^adelanla- abajo á a r r i b a , porque el aire es elemen"33 tenemos las aceras ! Qué razón hay to común y g r a t i s - d a l o , y á dos p o r tres
P'Ta que , convertidas en lagunas lodazo- encaja un andamio en las nubes. Y digan
*is ofrezcan á nuestros pies casi continuo lo que quieran los extranjeros sobre, la
'"esbaladero, sometidas á la maléfica i n - ultralimitacion indeterminada de sus mas
"uencia del perverso sistema adoptado en famosas ciudades : aquí padecemos de c o n esta p a r t e p a r a la construcción de los tracción hasta en los entendimientos, y no
edificios ? No es en extremo incómodo, le- debemos estirar la pierna ui auu hasta
" e r uno que caminar sorteando el sin nú- donde alcanza la sábana.
">ero de chorros perpendicu la r e n q u e de
•cuatro en c u a t r o pasos amenazan paraguas y sombreros ? Esta bien que se p e r •Bita al propietario de una finca a r r o j a r
* la vía pública el agua que cae sobre su
Pi'opiedad, pero debiera exijirse que la
"•'"ojara sin tan evidente perjuicio del que
r r gusto ó p o r necesidad se encuentra en
calle y llene que asistir á una escena
•í*^ diluvio.
Antes de bajar de la a l t u r a á que rae
encaramado voy á hacer o t r a o b s e r v a '^'1 ; y digo dnles de bajar , porque el
°t*Íeto á que me refiero es mejor p a r a fig u r a r en lontananza que en proximidad.
Aquí de la salud pública comprometida!
I^uando se cuidará lo bastante el r a m o de
"npieza , y se evitará 1, iViidez hedionda
«lUe exhalan las comunes sentinas, empon^uaando k atmósfera que respiramos ?
AZCONA.
5iAsaiíiiíiLia^íSc>
TEATRO DE LA C R U Z . - L A
STRAMERA.
Acallamos de ver reproducida esta sublime
concepción de Beliini. La Compai^ía española
que se ha form.iflo para tratiajar en oste Teatro
durante el actual año cómico , hace los esfuerzos mas laudables á fin de captarse la benevoleucia pública, y lo ha conseguido ya basta el
piinio de haberse aplaudido esta vez la Stranicra mas que nunca , comprendidas las p r i meras representaciones de aquella época en que
la admirable exiiresion de la Tosí, y la robustez y rotundidad de su canto spianato hacían
las delicias del público madrideño. La comparación era, pues, tanto mas peligrosa cuanto que
recorriendo diferentes téiminos se debía elevar por último á tamaña altura.
— 224 —
La Señora VlUó ha descmpeuaclo su iliftcllísima parte de una manera sorprendente , sin
dejar tal vez naila que desüap al lUas exljente y deícontcntadiio , y puede tener la gloria
(Je babcr sido el objeto de los mas estrepitosos
aplausos que se han oído en el teatro de la
Cruz de muchos anos á esta parte.
La Señora Lombia brilló en el papel de
Lsolctta haciéndose aplaudir con justicia y con
entusiasmo.
El Sr. ünanue ha lucido mucho en el papel
de Arturo , y recojido también satlstactorlos
laureles.
El Sr. Calvet es un Valdeburgo digno de
todo elojio.El público le aplaudió como le aplaude siempre, estimulando su conocida aplicación.
Nada podemos decir del Sr. Rodrigue?, C.ilonje porque su papel es insignificante relatiramente á los otros , y no puede utilizar en
¿I sus bien cultivadas facultades que le colo-
can en mucho mas ventajosa categoría; pero no
está lejos el momento en que, con mejor parte,
se le adjudique la que le corresponde en ios
primeros triunFos de la escena lírica puramente espaíiola.
—Hasta ahora era ignorado el modo de ¡enerar de las anguilas. Nunca había podido encontrarse en ii¡n»una de ellas ni hueves ni fetos;
y por consiguiente no podía decirse si eran ovíparas ó vivíparas. M. de Josnnis ha descubierto que son vivíparas. Puso sin intención entre
dos platos hondos una anguila recien pescada;
y por la noche la halló rodeada tle otras doscientas, de pulgada y media á dos pulgadas de
lonjitud , del grueso de un hilo y casi blancas. Con este motivo se ha probado que las anguilas crecen con mucha rapidez.
— El teatro de Mons ha sido devorado por
las llamas.
E S T E PEBIÓDICO S E PUBLICA T O D O S LOS J U E V E S ,
Precio de suscrlcioii,— 4 ''*• 'nensuales, en Madrid , llevado á las tasas. En las provincias , i 8 por uu trimestre , 3 í por seis meses y 6o por un año, franco de porte.
Los ntimeros sueltos se venden á a rs. en los puntos de suscriclou en Madrid que son
los siguientes : librería de Cuesta, frente á las Covacliuelas : estain])ería de fraile, calle de
Carretas: almacén de papel de Fernandez, calle de la CouCíe[icion Gerónima.
Provincial. Alcoy , Cnhrera. Aljeoiras, (irimaldi. Alii^nte, Carralalá. Almería, Santamaría.
Badajoz, Viuda de Canillo, barhastro , Jafita. Barcelona, Piferrer. Bilbao, Delmas. Biírgo.s,
Arnaiz. Cádiz, Hortal. Cartajena , Benedicto. Castellón de la Plana, Gutiérrez Otero. Coruña,
Pérez. Ferrol, Tajonera. Granada, Bada. Giiadalaiara, Ruiz. Jaén, Orozco. Jerez, O. José Bueno.
León, Parando Y ¡Miñón. LogroTto, Ruiz. Lugo, Pujol. Málaga, Carreras. Mahon, D. Juan Sajes
y Farner. Orense, Comez Áovoa. Oviedo, Longoría. Palma, Guasp. Pontevedra, Sr. Administrador de Loterías. Ronda, Fernandez. Salamanca, Blanco. Santander, Riesgo. Segovia,/). Domingo Alejandro. Santiago, Rey Romero. Sevilla, Hidalgo y D. Luis de la Pila. Tarragona y Reus
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