Poder Judicial de la Nación Neuquén, 29 de septiembre de 2009. Y VISTOS: Para dictar sentencia en los presentes caratulados: “OVANDO, RODOLFO SEBASTIÁN C/ ENCOTESA UEN S/ LABORAL”, Expte. Nº 831, Folio 236, Año 1998, de los que RESULTA: 1) Que a fs. 2/3 y 5 comparece el Sr. Rodolfo Sebastián iniciar demanda Ovando, contra por la medio empresa de su apoderado, ENCOTESA U.E.N. a SUR NEUQUÉN, con domicilio en esta ciudad, reclamando el pago de la indemnización correspondiente a la incapacidad laboral que dice padecer como consecuencia de la enfermedad profesional que lo aqueja (“del telegrafista”), la indemnización derivada del despido incausado y los salarios caídos devengados desde la fecha del despido hasta que la empresa fue privatizada. Relata a tales fines que ingresó a trabajar en la USO OFICIAL empresa Correos y Telecomunicaciones del Estado -en una época que no precisa- en los cargos de menor categoría, pasando luego a revistar -en otra fecha que tampoco indica- como telegrafista, tarea que realizó, sostiene, hasta 1996 en que fue despedido. Explica que la labor del telégrafo manual consiste en la transmisión de mensajes con aplicación del alfabeto MORSE, para lo cual, afirma, es menester presionar rítmicamente los dedos de la mano produciendo el golpe cuyo ruido se transmite a través de un sistema de cables, lo cual provoca un cansancio muscular que puede producir hasta la invalidez del miembro. Sostiene el presentante que ello es lo que sucedió a su mandante, quien se encuentra absolutamente incapacitado para cumplir su función, reclamando por ello la indemnización correspondiente -que no calcula-, afirmando que el último salario percibido ascendió a $ 1.536,57. Expone que pese a la enfermedad padecida, la empleadora dispuso su despido incausado el 23/10/96, alegando una supuesta pérdida de confianza a raíz de un faltante de caja por el cual no se le formuló reproche penal alguno. Pide por ello que se ordene a la demandada reincorporarlo a su puesto de trabajo “hasta el día en (que) la empresa dejó de ser pública y pasó a ser privada”, fecha que no precisa, el pago de los salarios caídos hasta la efectiva reincorporación con sus intereses, y “la indemnización por despido...al momento de la privatización”, destacando que tenía 25 años de antigüedad en la empresa. Ofreció prueba y pidió que oportunamente se haga lugar a la demanda, con costas. A fs. 5, a pedido del Tribunal, amplió la demanda señalando que al tiempo del despido, la accionada era una empresa del Estado Nacional, por lo que su relación de empleo se regía por el Estatuto del Empleado Público y gozaba de estabilidad funcional, “salvo Sumario que de por resultado la comisión de un hecho delictuoso”. En cuanto al reclamo derivado de la enfermedad profesional que dice padecer, lo fundó en la ley 9688. 2) Habiéndose impreso a las actuaciones el trámite previsto por el art. 137 de la ley 18.345, y corrido traslado de la acción, a fs. 86/97 se hace parte ENCOTESA (e.l.) a contestar la demanda por medio de su apoderado. Negó que el actor se hubiese desempeñado como telegrafista hasta su despido, que la labor del telegrafista consista en enviar mensajes en código Morse, que el actor padezca la enfermedad del telegrafista, que padezca incapacidad alguna, que haya percibido como último sueldo el denunciado, que el despido haya sido injustificado, que su antigüedad en la empresa hubiese sido de 25 años así como que no se hubiese instruido sumario administrativo con motivo de los hechos que fundaron el despido. Advierte -de manera preliminar- que la demanda adolece de serios vicios formales, destacando en tal sentido que no ha ni siquiera estimado la incapacidad que dice sufrir, como tampoco ha calculado el salario promedio diario. En lo atinente al despido, pone de resalto que el reclamo se ha limitado a la indemnización prevista por el art. 245 de la LCT, sin que se haya incorporado a la pretensión la indemnización sustitutiva del preaviso, ni la integración del mes de despido, proporcional al ni tiempo las vacaciones trabajado, ni rubros el todos aguinaldo que han quedado por ello ajenos al debate. Observa que tampoco ha el actor estimado el importe reclamado en concepto de salarios caídos. Brinda su versión de los hechos según la cual el actor se desempeñaba -a la época del despido- como Jefe de la Sucursal Centenario, lo que hacía desde mayo de 1994. Añade Poder Judicial de la Nación además que las tareas de telegrafista no se hacen más del modo descripto por el actor, por lo que mal pudo éste contraer la enfermedad del telegrafista. Refiere que si se entiende aplicable la ley 24.028, por su art. 2 la responsabilidad del empleador por las enfermedades profesionales que sufra el dependiente no se presume. En el marco de la ley 24.557, en cambio, explica, el actor no puede reclamar por otra enfermedad que las expresamente admitidas taxativamente por la ley, sin que el Decreto 658/96 incluya al Calambre del telegrafista. De todos modos, afirma que denunciada por el actor la existencia de la patología, se le realizaron los estudios pertinentes que descartaron su presencia. Opone excepción de prescripción respecto de este aspecto de la pretensión. USO OFICIAL Además, opina que de entenderse aplicable la ley 24.557, el actor debió iniciar el trámite ante la Comisión Médica, lo que no hizo, por lo que este tribunal carecería de competencia para conocer en el reclamo. En cuanto a la indemnización por despido reclamada, sostiene que el despido fue dispuesto con justa causa ante los reiterados antecedentes del actor, cuya conducta durante la relación laboral califica como desastrosa, alegando que fue objeto de numerosas sanciones. Enumera las mismas, manifestando que la Sucursal Centenario estaba pésimamente atendida por aquél, con ausencias, inexplicados déficit de caja y con faltantes de entrega de correspondencia, que desgastaron la relación hasta hacer inevitable la rescisión del contrato. Agrega que los antecedentes aludidos fueron invocados en el telegrama de despido, aunque la causa final fue el déficit en efectivo detectado en una planilla contable. En este sentido relata que sin observar las advertencias que significaron las anteriores sanciones, el actor incurrió en la falta de control de los fondos de la sucursal a su cargo permitiendo con ello que se produjera un faltante de $ 523 detectado en la planilla contable del 8 de octubre de 1996. Añade que el 18 de octubre de 1996 se le ofreció la posibilidad de presentar descargo, el cual formuló reconociendo y haciéndose responsable por el déficit de caja apuntado. Por lograr la último, en reincorporación cuanto y a pago la de demanda dirigida a salarios caídos, la demandada explica que el Sr. Ovando no tenía un régimen de estabilidad ya que el Decreto 214/92 dispuso que se aplicara a los empleados de la Empresa Nacional de Correos y Telégrafos S.A. (ENCOTESA) la Ley Contrato de Trabajo. Ello es suficiente, estima, para rechazar este aspecto de la pretensión. Hace reserva del caso federal, ofrece prueba y pide que oportunamente se rechace la demanda, con costas. 3) Corrido traslado a la actora de las excepciones de prescripción y de incompetencia articuladas, lo contesta a fs. 100, difiriéndose a fs. 101 el tratamiento de la primera defensa mencionada para esta oportunidad. A fs. 103/104 se declara la incompetencia de este Juzgado para conocer en el asunto, ordenándose la remisión de las actuaciones a la justicia local, decisión que fue resistida por la demandada quien -al igual que el Ministerio Público Fiscal- la apeló, logrando que la Alzada revocara la resolución y declarara la competencia de esta juzgado para conocer en el asunto. 4) Devueltas las actuaciones a esta instancia, a fs. 164/165 se decretó la apertura del período probatorio, produciéndose expediente las siguientes administrativo medidas: nº agregación 2205-2-2420/96 del caratulado “Ovando, Rodolfo Sebastián s/ Enf. Prof. c/ ENCOTESA”, del Ministerio de Seguridad y Trabajo, Subsecretaría de Trabajo de la Provincia de Neuquén (fs. 171/172); testimonial de los Sres. Julio Antonio Flecha (fs. 182) y Ernesto Sambueza (fs. 183/184) y la pericial médica (fs. 219/220), clausurándose el período respectivo a fs. 234. No habiendo ninguna de las partes ejercido su facultad de alegar, a fs. 238 se llamó AUTOS para dictar sentencia; y CONSIDERANDO: I. Que el actor demanda a la empresa ENCOTESA reclamando el pago de la indemnización correspondiente a la incapacidad laboral que dice padecer como consecuencia de la enfermedad profesional que lo aqueja (“del telegrafista”), así como de la indemnización derivada Poder Judicial de la Nación del despido incausado y los salarios caídos devengados desde la fecha del despido hasta que la empresa fue privatizada. La demandada a su turno negó la existencia de la incapacidad y eventualmente, su relación causal con el trabajo, oponiendo excepción de prescripción. Alegó que el despido había sido justificado, y destacó que no correspondía el pago de salarios caídos por cuanto el actor no gozaba del régimen de estabilidad del empleado público. II. Analizando primeramente la pretensión dirigida a lograr la indemnización por la enfermedad profesional que el actor manifiesta padecer, tenemos que en principio, un correcto orden metodológico indicaría la necesidad de determinar en forma previa cuál es la norma aplicable al siniestro laboral víctima -frente del que el Sr. Ovando manifiesta a las sucesivas modificaciones ser de la ley USO OFICIAL especial que regula la materia-, de modo de dilucidar si el caso queda sometido a las previsiones de la ley 9688 invocada por el accionante, o bien, al de la posterior ley 24.028, o por el contrario, quedó capturado por la actualmente vigente ley 24.557. Una vez aclarado el punto, sería menester luego dar tratamiento después a la ingresar excepción a de verificar prescripción, la procedencia para recién del reclamo resarcitorio planteado. Sin embargo, la lectura de las conclusiones del perito permite médico interviniente revertir aquél en orden, esta puesto instancia que el judicial experto ha contundentemente afirmado a fs. 220 que “La radiculopatía crónica que presenta el actor, no tiene ninguna correlación con la actividad que presentó -de telegrafista-. La etiopatogenia sería degenerativo de la columna cervical, el mismo queda demostrado en el estudio de conducción nerviosa realizado”, que además, adjuntó al expediente a fs. 211/218. Si a ello sumamos que ninguna de las partes objetó el dictamen pericial, ni formuló observación alguna de ninguna naturaleza, no cabe sino concluir que la eventual incapacidad laborativa que sufre el demandante es ajena a toda relación causal con el trabajo y en consecuencia, de carácter inculpable y no resarcible. Máxime cuando a idéntica conclusión se arribó en la Junta Médica celebrada en sede administrativa, a fs. 29 del Expte. Administrativo nº 2205-2-2420/96 caratulado “Ovando, Rodolfo Sebastián s/ Enf. Prof. c/ ENCOTESA”, del Ministerio de Seguridad Provincia y de Trabajo, Neuquén descartándose en el Subsecretaría reservado en de Trabajo Caja de de la Seguridad, nuevo examen que se le realizara a fs. 43 de dicha pieza que pueda establecerse nexo causal entre la dolencia que lo aqueja (Cervicobraquialgia) y la actividad laboral. Lo expuesto es suficiente para rechazar esta porción del reclamo. III. Ingresando a decidir sobre la suerte de la pretensión encaminada a lograr la reincorporación en el puesto de trabajo y el pago de salarios caídos, así como el reclamo referido a la indemnización por despido incausado, tenemos que por el art. 6º del Decreto 214/92 se creó la empresa denominada Empresa Nacional de Correos y Telégrafos Sociedad Anónima (ENCOTESA), disponiéndose allí que ella se regiría por las disposiciones de los arts. 163 al 314 de la ley 19.550. En el art. 18 se dispuso la transferencia de todo el personal que se desempeñaba en la Empresa Nacional de Correos y Telégrafos (ENCOTEL) hacia reconociéndole beneficios las categorías, sociales estableciéndose que que “La la sociedad creada, antigüedad, tenían Empresa en remuneración aquella Nacional de y empresa, Correos y Telégrafos Sociedad Anónima (ENCOTESA) regirá las relaciones con su personal por la ley de contrato de trabajo, las convenciones colectivas que hubieren sido celebradas con las asociaciones gremiales representativas de su personal, y la legislación laboral que con carácter general estuviere en vigor o se adopte en el futuro...”. La Convención Colectiva de Trabajo, que lleva el número 80/93 “E” fue homologada el 19/7/03 y no consagra derecho a la estabilidad alguno más allá del impropio vigente con carácter general para todo el sector comprendido en la ley 20.744. Así surge de sus arts. 12 y 13. El primero, alude al “Régimen disciplinario”, señalando que “Las partes signatarias del presente convenio deberán observar y hacer observar todos aquellos derechos y obligaciones que se desprenden de la legislación vigente. La Empresa se reserva el derecho de confeccionar un Manual de Poder Judicial de la Nación Desempeño régimen Laboral que disciplinario, contendrá que entre pondrá en otras materias, conocimiento de un la C.P.P.I.A. Hasta tanto se confeccione el Manual de Desempeño Laboral mencionado con su respectivo régimen disciplinario, la Empresa aplicará las sanciones que corresponda de acuerdo a lo previsto en la legislación vigente.” El art. 13, a su turno, prevé específicamente lo relativo a la Indemnización por despido. Y así, de manera armónica con el art. 245 de la L.C.T., indica que “En los casos de despido dispuesto por el empleador sin justa causa, se le deberá abonar al trabajador una indemnización equivalente a un mes de sueldo por cada año de servicios o fracción mayor a tres meses, tomando como base la mejor remuneración mensual, normal y habitual, percibida durante el último año o durante el tiempo de prestación de servicios si USO OFICIAL éste fuera menor. Dicha base no podrá exceder el equivalente a tres veces el importe mensual de la suma que resulta del promedio de todas las remuneraciones previstas en el Convenio Colectivo de Trabajo aplicable al trabajador al momento del despido por la jornada legal o convencional, excluida la antigüedad, conforme al promedio que fijare el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social u organismo competente. El importe de esta indemnización en ningún caso podrá ser inferior a lo establecido en la ley vigente.” En este marco, legal alguna que diera no existiría norma de jerarquía fundamento al reclamo tendiente a lograr la reinstalación en el puesto de trabajo, sin que tampoco la parte hubiese indicado en qué disposición basaba un reclamo de tal naturaleza. Sin embargo, no puede obviarse tener en cuenta que el art. 14 de la Constitución Nacional garantiza la estabilidad propia al empleado público, habiendo la Corte Suprema Justicia de de la Nación considerado “nulo e inconstitucional el art. 7 del convenio colectivo 56/92 "E", establecido por el laudo 16/92, en cuanto sólo prevé como consecuencia de la ruptura injustificada del vínculo por la empleadora el derecho del trabajador a una indemnización en los términos de la Ley de Contrato de Trabajo, por cuanto la norma impugnada resulta incompatible con la estabilidad del empleado público consagrada en el art. 14 bis de la Constitución Nacional.” -en un caso en que se trataba también de un agente de una dependencia estatal, situación que resultaría similar a la juzgada- (03/05/2007, Madorrán, Marta C. c. Administración Nac. de Aduanas, Fallos Corte: 330:1989). Cierto es que en el caso, el planteo no fue anticipado el introducido por la actora en la demanda. Pero profundizando el criterio 27/09/2001 en “Mill de Pereyra, Rita A. y otros c. Provincia de Corrientes” (Fallos Corte: 324:3219), la Justicia de la Nación ha ratificado el Comercial Finanzas (en liquidación Corte Suprema de 19/08/2004 en “Banco Banco Central de la República Argentina) s/quiebra” (Fallos Corte: 327:3117) que “si bien es exacto que los tribunales judiciales no pueden efectuar declaraciones de inconstitucionalidad de las leyes en abstracto, ..., no se sigue de ello la necesidad de petición expresa de la parte interesada, pues como el control de constitucionalidad versa sobre una cuestión de derecho y no de hecho, la potestad de los jueces de suplir el derecho que las partes no invocan o invocan erradamente -trasuntado en el antiguo adagio "iura novit curia"- incluye el deber de mantener la supremacía de la Constitución (art. 31 de la Carta Magna) aplicando, en caso de colisión de normas, la de mayor rango, vale decir, la constitucional, desechando la de rango inferior (Fallos: 306:303, considerando 4° del voto de los jueces Fayt y Belluscio).” Agregó el Alto Tribunal que no puede “verse en ello la creación judicial y atribución de en en un desequilibrio mengua sí no de es los de poderes otros dos, negada, carece en ya de favor que si del la consistencia sostener que el avance sobre los otros poderes no se produce cuando media petición de parte y sí cuando no la hay. Tampoco se opone a la declaración de inconstitucionalidad de oficio la presunción de validez de los actos administrativos o de los actos estatales en general, ya que dicha presunción cede cuando se contraría una norma de jerarquía superior, lo que ocurre cuando las leyes se oponen a la Constitución. Ni, por último, puede verse en ella menoscabo del derecho de defensa de las partes, pues si así fuese debería, también, descalificarse toda aplicación de oficio de cualquier norma legal no invocada por ellas so pretexto de no haber podido los interesados expedirse sobre su aplicación al caso (confr. Poder Judicial de la Nación fallo precedentemente citado, considerando 5°, Fallos: 324:3219 voto del juez Boggiano, considerandos 11, 13 y 14 y del juez Vázquez, considerandos 15, 16 17 y 19).”. De modo que estimando aplicable al caso la citada doctrina, pese a la ausencia de planteos previos -y de debate al respecto- de las partes, entiendo necesario declarar inconstitucional el art. 13 de la C.C.T. 80/93 “E” -sin que en cambio resulte a mi juicio imprescindible proceder de igual modo respecto del art. 18 del Decreto 214/92, pues de contemplar en el caso la Convención Colectiva de Trabajo la protección de la estabilidad del dependiente, ninguna incompatibilidad habría entre aquélla disposición y el art. 14 de la Constitución Nacional-. En el punto, cabe detenerse para explicar que al momento de la ruptura del vínculo laboral, la empresa USO OFICIAL demandada era estatal: así lo afirma la actora en la demanda, lo reconoce la accionada, y fue materia de análisis por el Sr. Fiscal de Cámara (fs. 156/157) y de decisión por la Alzada a fs. 158/159. Así, cabe calificar a sus empleados como agentes estatales, según la definición que de los mismos brinda desde antiguo Bartolomé Fiorini en su “Manual de Derecho Administrativo”, Tomo I, Editorial La Ley, 1968, pág. 545: “Bajo esta denominación se amparan todos los sujetos que trabajan en la administración del Poder Ejecutivo, centralizada y descentralizada, en los entes autárquicos y municipalidades, en las empresas estatales, en el poder legislador, en el Poder Judicial, etc.”. Por lo demás, la condición de empleados públicos de los dependientes de las empresas del Estado se ratifica por su inclusión en las distintas leyes de prescindibilidad dictadas en el pasado. Así por ejemplo sucedió con la ley 21.274, cuyo art. 1º autorizó hasta el 31 de diciembre de 1976 a dar de baja por razones de servicio, al personal de planta permanente, transitorio o contratado, que prestase servicios “en la Administración pública nacional, en el Poder Judicial, en el Congreso Nacional y en la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, entes autárquicos, organismos descentralizados de cualquier carácter, empresas del Estado y de propiedad del Estado, servicios de cuentas especiales, obras sociales y cualquier otra dependencia del mismo.”. A su respecto, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ratificó el 06/10/1981 en “Lugo, Carlos E. y otros c. Imesa” que el personal dependiente de la empresa estatal I.M.E. se hallaba comprendido en el ámbito delimitado por el art. 1° de la ley 21.274. Por lo demás, conforme lo sostuviera el Alto Tribunal en “Madorrán...”, la estabilidad “tendía a eliminar, a juicio del constituyente, una práctica que merecía su reprobación: "Siempre el empleado público ha estado sujeto a las cesantías en masa en ocasión de los cambios de gobierno. Ahora ya no podrá ningún partido político que conquiste el gobierno disponer de los puestos administrativos como botín de guerra. entrará a Entendemos regir que este principio simultáneamente reformas y en adelante ningún con la constitucional vigencia empleado público de las podrá ser dejado cesante sin causa justificada y sin previo sumario administrativo" (convencional Peña, Diario de sesiones..., cit., t. II, p. 1254; v. asimismo: convencionales Martella y Mercado, J.A., ídem, respectivamente). observó esta Se Corte, t. trataba "de un II, ps. de la claro 1243 y existencia, interés 1337/1338, según público en lo la proscripción de la arbitrariedad jerárquica o de la política partidaria en la organización burocrática estatal" (Fallos: 261:361, 366, considerando 11).”. Tales prácticas también son susceptibles de ser instaladas en las empresas del Estado, de modo que el fin de la norma constitucional de evitarlas no quedaría cumplido si se excluyera a los trabajadores de las empresas estatales -aún cuando ellas giren bajo el régimen de la ley 19.550- de su ámbito de aplicación. Entendiendo en definitiva que el actor gozaba del derecho a la estabilidad “propia”, si su despido fue avalado por corresponderá verificar la causa suficiente para permitir su desvinculación aún en tal marco jurídico. IV. Puesta en la tarea de analizar la prueba reunida sobre el particular, observo que la única acompañada por la demandada para acreditar la causal de despido -o cesantía- fue la documental agregada a fs. 24/85, pues fue tenida por desistida de la demás ofrecida ante su inacción y su silencio frente a la intimación que en concreto se le cursara para que manifestase su interés en hacerlo (fs. 230, 232 y 234). Poder Judicial de la Nación Por otro lado, la autenticidad de la documentación ofrecida como prueba por la accionada fue desconocida parcialmente por la actora a fs. 100. En especial, negó haber recibido el telegrama de despido obrante a fs. 25/26, y el acta -que además, fue solamente acompañada en fotocopia simple a fs. 29, sin que se adjuntase su original- en la que el actor habría admitido su responsabilidad por el faltante de caja. En este contexto, no habiendo la empleadora demostrado la autenticidad de dicha documentación, sin que la misma ostente carácter de instrumento público -pues el acta de fs. 29, respecto de la cual hubiese podido sostenerse tal posición, no ha sido adjuntada como se mencionara en original-, sencillo es concluir que no ha quedado demostrada la existencia de la justa causa invocada para finalizar el USO OFICIAL vínculo laboral. Cabe aclarar que la notificación en sí de la medida ha quedado demostrada con el Acta Notarial de fs. 77/78 que además de no haber sido desconocida, ostenta -ella sí- la condición de instrumento público. Y la causal allí invocada para proceder al despido, fue la referida al hecho sucedido el 8/10/96. De modo que los antecedentes sobre faltas cometidas por el actor en años anteriores, probadas con la documental obrante a fs. 39/76, no impugnada, no resultan relevantes para decidir la cuestión, en tanto el hecho central en la ocasión atribuido no ha quedado demostrado. V. Verificado de tal manera que la causal de ruptura del vínculo laboral invocada no quedó demostrada -por lo que se tendrá por inexistente-, será menester examinar cuáles son las consecuencias que de ello se deriva. En condiciones normales, lo lógico sería proceder a la reinstalación del actor en su puesto de trabajo, tal como fue pedido en el escrito inicial. Pero en el caso, la Empresa Nacional de Correos y Telégrafos S.A. (ENCOTESA) que despidió al actor, creada por el Decreto 214/92, Es que mutó con posterioridad su naturaleza. por Decreto Nº 265/97 se convocó a licitación pública nacional e internacional para otorgar en concesión la totalidad de los servicios postales, monetarios y de telegrafía que prestaba aquélla, adjudicándose dicha concesión, por el art. 2 del Decreto Nº 840/97 a la empresa Correo Argentino S.A. El art. 5 de esta norma declaró en proceso de liquidación a la EMPRESA NACIONAL DE CORREOS Y TELEGRAFOS SOCIEDAD ANONIMA (ENCOTESA), por haber cesado el objeto social, a partir de la entrega de posesión al concesionario, conforme lo dispuesto artículo 101 y en el Capítulo concordantes de la I, Ley Sección de XIII, Sociedades Comerciales N° 19.550, siendo que a tales efectos la sociedad conservará su personalidad jurídica. Pero el personal fue transferido a la nueva empresa creada, perdiendo (cláusula 18.1 así del su condición Contrato de de agentes Concesión, públicos según modelo aprobado por Decreto 265/97). Luego, Ejecutivo mediante Nacional Concesionario, el Decreto dispuso Contrato Nº 1075/03 el por culpa rescindir, de Concesión aludido Poder del por las causales previstas en el numeral 30.1. a) y b) de dicho Convenio, y reasumir transitoriamente la operación del Servicio Oficial de Correo. El art. 3 de este Decreto Nº 1075/03 expresamente aclaró que la totalidad del personal de CORREO ARGENTINO S.A. pasaría a depender del Estado concedente, de conformidad con el numeral 26.3 del Contrato de Concesión. Y si bien por su art. 4 se instruyó al Ministro de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios para que procediera a Internacional llamar a fin a de Licitación volver a Pública privatizar Nacional el e servicio público postal, el plazo de 180 días a tales fines concedido fue sucesivamente prorrogado sin que a la fecha se haya cumplido con aquélla indicación (cfr. Decreto Nº 2346/2008, Decreto Nº 1477/2007, Decreto N° 1087/2006, Decreto N° 1758/2005, Decreto N° 635/2005, Decreto N° 721/2004). Por el contrario, por Decreto Nº 721/2004 se dispuso la constitución de la sociedad CORREO OFICIAL DE LA REPUBLICA ARGENTINA SOCIEDAD ANONIMA, en la órbita de la Secretaria de Comunicaciones del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, bajo el régimen de la Ley N° 19.550, la que tendría por objeto la prestación del Servicio Oficial de Correo. Poder Judicial de la Nación Tras aclarar su art. 2º que el 100% del capital pertenecería al ESTADO NACIONAL, en su art. 9 se estableció que la totalidad del personal afectado a la ex concesionaria CORREO ARGENTINO S.A., de conformidad con el numeral 26.3 del Contrato de Concesión oportunamente suscripto entre el ESTADO NACIONAL y dicha empresa, continuaría prestando sus servicios en CORREO OFICIAL DE LA REPUBLICA ARGENTINA SOCIEDAD ANONIMA. Se agregó en el art. 10 que la nueva sociedad regiría las relaciones con su personal por la Ley N° 20.744 de Contrato de Trabajo —t.o. 1976— y sus modificatorias, y los Convenios Colectivos de Trabajo que hubieren sido celebrados con las asociaciones gremiales representativas de su personal. En su art. 13 se agregó que la nueva sociedad se regiría por las normas y principios del derecho privado, por USO OFICIAL lo que no le serían aplicables las disposiciones de la Ley N° 19.549, del Decreto N° 1023 de fecha 13 de agosto de 2001 y sus modificatorios —Régimen de Contrataciones del Estado—, de la Ley Nº 13.064 de Obras Públicas y sus modificatorias, ni en general, normas o principios de derecho administrativo, sin perjuicio de los controles que resulten aplicables por imperio de la Ley N° 24.156 de Administración Financiera y los Sistemas de Control del Sector Público Nacional y sus modificatorias. Pese a lo dispuesto en los arts. 10 y 13 de este último Decreto, se recuerda, el actor goza igualmente de la estabilidad propia en atención al criterio sentado por el Alto Tribunal en “Madorrán...”, según ya se mencionara. Tras la reseña efectuada, entonces, cabe advertir que si bien la empresa empleadora dejó durante cinco años de ser de propiedad estatal, con posterioridad su personal volvió a ser transferido a una sociedad de capital estatal al crearse el Correo Oficial de la República Argentina S.A. por Decreto 721/2004. En este contexto, puede concluirse que si el actor no hubiese sido ENCOTESA S.A., indebidamente despido sin justa causa de hubiese sido transferido con el resto del personal a la adjudicataria Correo Argentino S.A. y luego de rescindida la concesión, a la nueva sociedad estatal Correo Oficial de la República Argentina S.A. Pero no puedo pasar por alto que aunque esta última sociedad sea de propiedad estatal, goza de una personalidad jurídica diferente que la del Estado Nacional y por supuesto, distinta también de ENCOTESA S.A.. Se trata de dos sujetos de derecho distintos, sin que Correo Oficial de la República Argentina S.A. haya participado de este proceso ni ejercido su derecho de defensa. En este marco, no estimo procedente ordenar la reincorporación del actor a esta última empresa, aún cuando acepto y admito transferido que todo finalmente a el personal ésta, y de tal ENCOTESA fue hubiese sido probablemente la suerte que hubiese corrido el Sr. Ovando de mantenerse vigente el contrato. Pero un -a mi juicio- elemental respeto del derecho de defensa de Correo Oficial de la República Argentina S.A. impide obligarla a incorporar a sus filas a un agente que no estuvo incluido en la nómina de personal transferido por el Decreto Nº 721/2004 (art. 9), sin antes darle la oportunidad de ser oída. La reinstalación del actor en su puesto de trabajo ha devenido así, desde mi punto de vista, materialmente imposible. VI. Por aplicación del art. 889 del C.C., “Si la prestación se hace imposible por culpa del deudor, o si éste se hubiese hecho responsable de los casos fortuitos o de fuerza mayor...por haberse constituido en moral, la obligación primitiva, sea de dar o de hacer, se convierte en la de pagar daños e intereses.” En este mismo entendimiento, el actor demandó en el escrito inicial -en concepto de daños e intereses, cabe presumir- los salarios caídos devengados desde la fecha del despido hasta aquélla en que la empresa dejó de ser pública y pasó a ser privada (entre el 23/10/96 y el 18/11/97 en que se adjudicó la concesión a Correo Argentino S.A. por Decreto 840/97, publicado en B.O. del 11/9/97), a lo que suma la indemnización por despido “conforme pautas utilizadas para casos semejantes”, que no precisa, para resarcir la circunstancia de no poder mantener el puesto de trabajo. En cuanto a los salarios caídos, señala Miguel S. Marienhoff en su "Tratado de Derecho Administrativo", Tomo III-B, pág. 267, que "...para que el funcionario o el empleado tengan derecho a percibir el sueldo, se requiere de Poder Judicial de la Nación parte de ellos el ejercicio efectivo de la función; de no ser así, el pago carecería de causa jurídica. Tal es el principio." El principio, según el mismo autor recuerda, "... reconoce excepciones: a) cuando la falta de prestación de los servicios obedezca a supuestos contemplados en las normas; verbigracia, ciertos casos de `suspensión' del agente. ...b) cuando la no prestación del servicio no sea imputable al agente, sino a la Administración Pública." En idéntico sentido, la Corte Suprema de Justicia de la Nación ha señalado, que "No procede el pago de sueldos, por funciones no desempeñadas entre la separación del agente y su reincorporación, salvo disposición expresa al respecto." (Fallos 302:1544). Por existir disposición expresa, en cambio, el Alto USO OFICIAL Tribunal ha aceptado la procedencia del reclamo por salarios caídos formulado en el marco del decreto ley 6666/57 (Fallos 302:786). Por idéntica razón, el principio general enunciado cede frente a los trabajadores del sector privado, pues el art. 224 ("Cuando de la LCT expresamente la suspensión se les origine habilita en el denuncia reclamo criminal efectuada por el empleador y ..fuera..el trabajador imputado sobreseído provisoria o definitivamente, aquél deberá...satisfacer el pago de los salarios perdidos durante el tiempo de la suspensión preventiva..."). En el caso que nos ocupa, no existe una disposición legal expresa que autorice el pago de los salarios caídos. Y teniendo en cuenta además que la reinstalación en el puesto de trabajo no se ha hecho ni se hará efectiva, por imposibilidad material de hacerlo, no juzgo adecuado acudir a tal parámetro para calcular la indemnización, considerando además que no habiendo sido la demanda incoada dentro de un plazo razonable en relación a la fecha del distracto, la procedencia de una pretensión de la naturaleza de examinada debe ser analizada cuidadosamente para evitar el abuso al que se puede dar lugar si el empleado demora el juicio para percibir remuneraciones sin trabajar (Cfr. Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, sala VI, 14/08/2000, “Madorrán, Marta C. c. Administración Nac. de Aduanas”, LA LEY 2001-D, 350, con nota de redacción; DT 2000-B, 2386, con nota de Carlos Pose, voto del Dr. De la Fuente). En cambio, entiendo atinado, dada las particularidades del caso, adoptar el parámetro utilizado por la Sala VIII Trabajo, el Nacional de la Cámara Nacional de Apelaciones del 05/02/2009 en “Gimeno, Marcela Adriana c. Estado Ministerio de Economía de la Nación Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria s/despido” (LA LEY 28/05/2009, 5, con nota de David Duarte). Allí, el tribunal especializado en la materia decidió que en el caso de empleados correspondía públicos contratados en forma irregular aplicar por analogía el art. 11 de la ley 25.164 en cuanto prevé una indemnización por cese de un mes de remuneración por año de servicios o fracción menor de tres meses. Ello, teniendo en cuenta que por aplicación de la doctrina fijada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el precedente "Leroux de Emede", resultan inaplicables -ya sea de manera directa o indirecta por vía analógica- la normas de la L.C.T. a los agentes públicos. En efecto, en “Leroux de Emede, Patricia S. c. Municipalidad de Buenos Aires” (DT 1991-B, 1847 - DJ 1992-1, 3) la Corte Suprema de Justicia de la Nación sostuvo el 30/04/1991 que “No es admisible sostener que la relación de empleo se hallaba regida por la ley laboral común frente a la existencia de un régimen jurídico específico que reglamenta los derechos de los dependientes del organismo estatal y a la disposición del art. 2° inc. a), de la ley de contrato de trabajo, según el cual el régimen no es aplicable a los dependientes de la Administración pública salvo que por acto expreso se los incluya en éste o en el de las convenciones colectivas de trabajo.” Por tal motivo, la Sala VIII “Gimeno...” la improcedencia de acudir recordó, en por vía analógica a la L.C.T. (artículo 16 del Código Civil) para atribuir al empleado una indemnización equivalente a las que esa ley otorga en casos análogos a los trabajadores privados, considerando que la Corte Suprema de Justicia, en "Leroux de Emede, Patricia v. Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires" (Fallos:314:376), excluyó tanto la aplicación directa como la analógica de la incomunicabilidad entre los L.C.T., ya que consagró la ordenamientos administrativo y privado, en tanto no se diera la hipótesis del artículo 2° L.C.T.: dictado de un acto expreso de inclusión, o Poder Judicial de la Nación celebración de convenciones colectivas de trabajo con determinadas categorías de agentes públicos. Por ello, en ese precedente se sostuvo, frente a un nuevo examen de jurídicamente experimentan la cuestión, adecuada los previsiones de para empleados que existía reparar los contratados a “una vía perjuicios que soslayo de las la regulación de las relaciones de empleo público, frente a su exclusión de la carrera administrativa presupuesto de la estabilidad y fuera de las excepciones previstas por el artículo 9° de la Ley 25.164 y los decretos 1481/01 y 1421/02, como ocurre en el caso, es lícito el recurso a la analogía, ya no -por vedarlo la doctrina de "Leroux"- con las normas de la L.C.T., sino con otras de derecho administrativo; en el caso, tal como lo postuló la doctora Vázquez en el dictamen evocado (número 42200, del USO OFICIAL 09.05.06.; causa "Olguín, Alberto E. v. Estado Nacional"; expediente 7232/04, de la Sala I), la del artículo 11 de la Ley 25.164, que prevé una indemnización por cese de un mes de remuneración por año de servicios o fracción mayor de tres meses. No son aplicables, ni directamente ni por remisión otras normas de naturaleza laboral que fueron así consideradas por el a quo en el contexto de su enfoque de la cuestión.” Compartiendo la solución adoptada, la aplicaré al supuesto en examen, y así, la indemnización de los daños y perjuicios que provocó al actor el hecho de haberse tornado materialmente imposible la prestación original -reinstalación en su puesto de trabajo- consistirá, tal lo requerido en la demanda, en una suma dineraria equivalente a un (1) mes de sueldo por cada año de servicio o fracción mayor de tres meses, tomando como base la mejor remuneración mensual, normal y habitual percibida durante el último año trabajado, sin aplicación de tope alguno por no preverlo la norma a cuya aplicación analógica se acude. Careciendo en el expediente con los datos necesarios para liquidar dicho crédito -pues no ha quedado establecida ni la fecha de ingreso del trabajador, lo que impide calcular su antigüedad (23/10/96, fs. 77/78), a la fecha del distracto ni su mejor remuneración mensual, normal y habitual percibida durante el último año trabajado-, su cálculo se diferirá para la etapa de ejecución de la sentencia, en que se designará -de quedar firme esta decisión- un perito contador para que informe al tribunal ambos extremos y liquide, en el modo indicado precedentemente, la indemnización devengada a favor del Sr. Ovando. La suma a la que se arribe devengará desde la mora, acaecida el 23/10/96, y hasta la fecha de corte establecida en la ley 25.344 (1/1/00), un interés a la tasa activa que utiliza el Banco de la Nación Argentina en sus operaciones de descuento, y a partir de allí, a la tasa prevista por el art. 6 de la ley 23.982 (“A partir de la consolidación de pleno derecho operada de conformidad a lo dispuesto en la presente ley, las obligaciones consolidadas devengarán solamente un interés equivalente, a la tasa promedio de la caja de ahorro común que publique el Banco Central de la República Argentina, capitalizable mensualmente.) a la que remite el art. 13 de la ley 25.344 citada. Las costas serán soportadas en un 50% por la actora y en un 50% por la demandada, teniendo en cuenta el éxito obtenido por cada una. Por todo lo expuesto, RESUELVO: 1) RECHAZAR la demanda dirigida por el Sr. RODOLFO SEBASTIÁN OVANDO contra la EMPRESA NACIONAL DE CORREOS Y TELÉGRAFOS S.A. (ENCOTESA) -en liquidación- enderezada a perseguir el pago de una indemnización por la enfermedad declarando profesional innecesario que el el actor tratamiento alegara de la padecer, defensa de prescripción intentado. 2) DECLARAR LA INCONSTITUCIONALIDAD la C.C.T. 80/93 “E”, materialmente imposible la y declarando ha devenido reinstalación del actor en su puesto de trabajo, HACER LUGAR articulado por que del art. 13 de el Sr. RODOLFO al reclamo indemnizatorio SEBASTIÁN OVANDO contra la EMPRESA NACIONAL DE CORREOS Y TELÉGRAFOS S.A. (ENCOTESA) -en liquidación- , condenando a ésta última a abonar al actor, en el marco de la ley 25.344, una indemnización consistente en una suma dineraria equivalente a un (1) mes de sueldo por cada año de servicio o fracción mayor de tres meses, tomando como base la mejor remuneración mensual, normal y habitual percibida durante el último año trabajado, sin aplicación de tope alguno, según la planilla de liquidación que a tales Poder Judicial de la Nación fines practicará el perito contador que se designará una vez firme la presente para que informe al Tribunal la fecha de ingreso del trabajado y su mejor remuneración mensual, normal y habitual percibida durante el último año trabajado, debiendo con tales datos calcular su antigüedad a la fecha del distracto -considerando que el mismo tuvo lugar el 23/10/96-y liquidar, en el modo indicado precedentemente, la indemnización devengada a favor del Sr. Ovando. La suma a la que se arribe devengará desde la mora, acaecida el 23/10/96, y hasta la fecha de corte establecida en la ley 25.344 (1/1/00), un interés a la tasa activa que utiliza el Banco de la Nación Argentina en sus operaciones de descuento, y a partir de allí, a la tasa prevista por el art. 6 de la ley 23.982 (“A partir de la consolidación de pleno derecho operada de conformidad a lo dispuesto en la presente ley, las USO OFICIAL obligaciones consolidadas devengarán solamente un interés equivalente, a la tasa promedio de la caja de ahorro común que publique el Banco Central de la República Argentina, capitalizable mensualmente.) a la que remite el art. 13 de la ley 25.344 citada. Rechazar la demanda en cuanto se pretendía el pago de salarios caídos. 3) Con costas en un 50% a la actora y en un 50% a la demandada. Diferir la regulación de los honorarios de los profesionales intervinientes hasta para hacerlo. Regístrese y notifíquese. contar con base cierta