la constitucionalización del ordenamiento a partir del actual

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PARTICIPACIÓN DE LA SEÑORA MINISTRA OLGA SÁNCHEZ
CORDERO DE GARCÍA VILLEGAS, EN EL AULA MAGNA
MAGISTRADO
GUSTAVO
A.
BARRERA
GRAFT
LA
CONFERENCIA IMPARTIDA EN LA ESCUELA JUDICIAL DEL
ESTADO DE MÉXICO, EL DÍA 7 DE FEBRERO DE 2013.
“LA CONSTITUCIONALIZACIÓN DEL
ORDENAMIENTO A PARTIR DEL ACTUAL
PARADIGMA DE LOS DERECHOS
HUMANOS.”

“…Pero la realidad es que el
lenguaje
utilizado
en
la
enunciación y aplicación de
reglas, constituye un sector
especial del discurso humano
que lleva a confusión si no se le
presta la atención debida. El
derecho es un ejemplo muy
complejo de discurso de este
tipo.”
H.L.A. Hart.
1
Agradezco la cordial invitación que me ha
extendido el Presidente del Tribunal Superior
de Justicia y del Consejo de la Judicatura del
Estado
de
México,
Magistrado
Baruch
F.
Delgado Carbajal, para encontrarme esta tarde
entre
mis
amigos
y
colegas
juristas
y
juzgadores.
Es un verdadero honor, estar hoy con
ustedes, en esta sede de la Escuela Judicial del
Estado de México, recinto de la más alta
enseñanza
destacados
jurídica,
de
funcionarios
donde
egresan
judiciales
de
implacable calidad profesional, académica y
ética; y en la que se generan teorías, que en su
estado embrionario conforman los criterios
relevantes que caracterizan a las sentencias y
2
resoluciones de este Tribunal Superior de
Justicia.
Además,
en
el
momento
en
que
se
encuentra el sistema jurídico mexicano, es
motivador que me consideren para tratar un
tema de la mayor actualidad y trascendencia
jurídica,
la
constitucionalización
del
ordenamiento a partir del actual paradigma de
los Derechos Humanos.
Hace algunos meses, tuve la oportunidad
de estar en esta bella entidad de la República,
comentando los alcances de las Reformas
Constitucionales del año 2011, atendiendo
especialmente a los Derechos Humanos y al
Control de Convencionalidad, mecanismo de
tutela
que
ya
hoy
es
3
una
realidad
y
paulatinamente se han ido consolidando en
nuestra actividad jurisdiccional.
Sin embargo, creo que ya no estamos en el
tiempo
de
relatar,
justificar
o
incluso
cuestionar las bondades y virtudes de esa
trascendental reforma constitucional. Hoy, a
más de un año y medio de distancia de su
publicación
en
el
Diario
Oficial
de
la
Federación, ha tenido múltiples aplicaciones y
es fuente de criterios que se dirigen a lograr la
aspiración de nuestra profesión, el anhelo de la
justicia. De una impartición que vuelve al
origen de la función jurisdiccional, el realizar
una actividad con el más puro ánimo y espíritu
humanista, recordando que cada expediente,
cada causa, cada toca que se presenta a
nuestro conocimiento, encierra una historia de
vida, de mujeres, hombres, niños, familias que
4
esperan
de
nosotros
—los
juzgadores—
resolvamos y definamos sus situaciones en
conflicto.
Por ello, he querido hablar hoy de cómo
todo
el
ordenamiento
constitucionalizando
a
jurídico,
partir
de
se
la
va
más
reciente concepción de los Derechos Humanos,
que proyecta con toda su fuerza la Norma
Fundamental, permeando en la universalidad
de
disposiciones,
sean
legales
o
reglamentarias, locales, federales o nacionales;
así como la emisión de criterios de mayor
humanismo, para quienes se encuentran en
una situación en la que sus derechos han sido
violados, desconocidos o se encuentran en una
condición de vulnerabilidad por su especial
posición frente a la norma y el contexto en el
que se le aplica.
5
El derecho, hoy en día, ha dejado de ser
esa actividad fría, distante o parca que en los
últimos siglos había venido operando, que
generó que la persona se sintiera ajena a él,
que no provocó una idea y sentimiento de
integración. Por el contrario, el individuo, cada
vez veía al derecho como algo fuera de su vida
cotidiana, algo complejo que podía acarrearle
serios problemas.
Esto que les comento, por muy extraño que
pueda
sonar,
disminución
en
es
constatable
la
confianza
con
la
hacia
las
instituciones; en los cada vez más altos niveles
de corrupción; y no me refiero a las altas
esferas, aludo desde el individuo que pretende
esquivar el cumplimiento de un reglamento de
6
tránsito,
evadir
el
pago
de
impuesto
o
incumplir sus obligaciones familiares, hasta
los más asombrosos y sorprendentes casos de
desvío de recursos públicos.
Vivencias que constatan la fragilidad de la
condición humana, propia de personajes de
novela, como Jean Valjean de los Miserables de
Víctor Hugo, o Rodion Raskolnikov de Crimen
y Castigo de Fiódor Dostoievski, no parecen
alejadas
de
cualquier
caso
o
causa
que
encierra un expediente de los que conocemos
en la cotidianeidad de nuestra labor.
La añeja idea, origen de la corte de
casación, en la que se cazaba la sentencia,
cuando se apartaba del texto de la ley y
espíritu del legislador, ha quedado atrás, y si
7
bien, en nuestro sistema recursal tenemos
mecanismos de impugnación similares o de
casación —como lo es el amparo directo—,
estos buscan su empatía, más que con el texto
expreso de la ley, con el imperio de la justicia,
como lo señala el profesor de la Universidad de
Nueva York, Ronald Dworkin; complementando
el ordenamiento bajo interpretaciones que
considerando tanto a los valores, como a los
principios y las reglas, den como resultado la
resolución de los conflictos más apegados a la
justicia.
Es por todos los que estudiamos derecho,
conocida la famosa y tan renombrada jerarquía
normativa, que comúnmente le es atribuida al
jurista austriaco Hans Kelsen, en la que
configuró el ordenamiento jurídico al modo de
una estructura, en la que la norma inferior
8
encontraba su razón de validez en la norma
superior, hasta alcanzar en el vértice, la norma
fundamental, que da validez y unidad a todo el
ordenamiento jurídico.
Por muy difundida que ha sido esta idea a
nombre del jurista de Praga, lo cierto es que —
y él mismo lo reconoció así—, el verdadero
creador de tal teoría lo fue su discípulo Adolf
Merkl, quien la sustentó en el hecho de que el
ordenamiento
jurídico
es
una
suma
de
proposiciones jurídicas conexas.
Sostuvo que, un análisis estructural del
ordenamiento jurídico no sólo reconoce en las
proposiciones
jurídicas
un
número
inagotable de contenidos jurídicos.
9
casi
Pero la cuestión no sólo es que cada
proposición
o
enunciado
jurídico
concreto
tenga un contenido distinto al de otro, sino que
también un grupo de proposiciones jurídicas
tiene una forma que difiere de la de otro grupo;
esta diferencia es precisamente el criterio de
agrupación en un sentido formal.
Así, la diferenciación de contenido de las
proposiciones jurídicas tiene su origen en la
esencia misma de un ordenamiento jurídico.
Por ello, apenas es hipotéticamente imaginable,
y ni mucho menos parece realizable, el caso
extremo de un ordenamiento jurídico que se
agote en una sola proposición o enunciado
jurídico.
10
Entre
éstas,
que
se
encuentran
invariablemente encadenadas, de modo que
una sucede a la otra, no existe una mera
prioridad temporal, sino principalmente una
prioridad o posterioridad lógica. En cuanto
que un enunciado jurídico no puede ser
pensado sin el que le precede, pues a este debe
su validez.
Así,
en
nuestro
sistema
jurídico
encontramos como tradicionalmente lo ha sido,
la Norma Suprema que consta del texto
constitucional, que despliega enérgicamente su
fuerza permeando a todo el ordenamiento
jurídico, así como a los actos tanto de los entes
del estado,
como encausando los de los
particulares, bajo un marco de una corrección
común acorde con la propia Constitución; y
ese
ha
sido
precisamente
11
el
ánimo
que
proyecta el artículo 133 de nuestra Norma
Fundamental, al prever que la misma, las leyes
del Congreso de la Unión y todos los tratados
que estén de acuerdo con ella, celebrados por
el Presidente de la República, con aprobación
del Congreso, serán ley suprema de toda la
Unión.
Precisamente, bajo esa idea es que el juicio
de
amparo
alcanza
su
magnitud,
como
mecanismo de protección de la persona frente
a actos y leyes contrarios a la Constitución.
Sin
embargo,
esa
prelación
normativa
enraizada en nuestra cultura jurídica, en la
que la Constitución como norma hipotética
fundamental prima sobre el resto de nuestro
ordenamiento,
a
partir
12
de
la
Reforma
Constitucional
en
materia
de
Derechos
Humanos, que todos conocemos, de diez de
junio de dos mil once, ha adquirido matices
relevantes dando características peculiares y
un rediseño de nuestra concepción de lo justo
atendiendo
a
la
dignidad
de
la
persona
humana.
La primacía de la Constitución, podemos
decir, que ahora más que en cualquier otro
momento
histórico,
obtiene
su
razón
y
fundamento, en el más absoluto respeto,
protección, garantía y tutela de los Derechos
Humanos; y en este conjunto de finalidades, la
Norma Fundamental, paralelamente reconoce a
los Derechos Humanos contenidos en los
tratados
internacionales
formalidades
exigidas,
suscritos
en
con
las
ocasiones
compartiendo esa primacía al complementarse
13
tanto con las normas de fuente interna, con la
Constitución
y
las
convenciones
internacionales, y en otras alternando en aras
de lo más favorable a la persona.
Como dijera el Jurista Argentino, Ius
Naturalista, Rodolfo Luis Vigo: “El bloque de
constitucionalidad
posee
una
primacía
normativa, pero su eficacia no subyace en el
hecho de ser un ordenamiento jerárquicamente
supremo,
sino
en
la
importancia
de
su
contenido, es decir, los valores, principios y
derechos humanos son la razón de ser y fin de
todo Estado Constitucional.”
De modo tal, que hoy en día, estimo que la
supremacía cada vez más, se dirige a los
Derechos Humanos, con independencia del
14
origen de su fuente, sea Nacional o proveniente
del
orden
autores
internacional.
lo
han
Fundamentales
O
llamado,
como
los
conforman
un
algunos
Derechos
orden
de
carácter global, que traspasa las barreras de lo
nacional a lo internacional, de lo regional a lo
universal.
En palabras del Señor Ministro Presidente
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
Don
Juan
Mexicana
permitido
Silva
de
los
la
Meza,
esta
Derechos
emisión
Revolución
Humanos,
de
ha
criterios
jurisprudenciales con una decidida tendencia a
inscribir al sistema jurídico mexicano en la
internacionalización de la protección de los
Derechos Humanos.
15
Muestra del carácter preminente que hoy
en día adquieren los Derechos Humanos en el
Sistema
Jurídico
Mexicano
y
su
notable
identificación con la tendencia internacional, lo
fue
precisamente
Supremas,
la
Cumbre
Constitucionales
y
de
Cortes
Regionales,
celebrada en nuestro país los días 8 y 9 de
noviembre del año pasado, en la que por
primera
vez
en
la
historia,
29
Cortes
Supremas, Constitucionales y Regionales de
cuatro
continentes,
acordaron
coordinar
esfuerzos para lograr la consolidación de las
instituciones judiciales en el mundo a fin de
hacer realidad la protección de los derechos
humanos y fortalecer, con ello, a los regímenes
democráticos.
Tal
encuentro
Constitucionales
y
entre
de
16
Derechos
Tribunales
Humanos
propició un exitoso y amplio diálogo sobre
temas legales de gran importancia, alcanzando
consenso en los siguientes puntos:
Primero.
nuestros
En
países
competencias
los
y
sistemas
en
el
legales
marco
respectivas
de
de
de
las
nuestros
Tribunales, el desarrollo jurisprudencial de la
incorporación del Derecho Internacional de los
Derechos
Humanos
tiende
a
reforzar
y
potenciar su protección.
Segundo. Existe una clara tendencia para
favorecer, a través de los fallos de los
órganos
jurisdiccionales,
la
garantía
de
mecanismos de protección a grupos en
situación de vulnerabilidad, respetuosa de su
identidad cultural y del pluralismo jurídico que
17
las
caracteriza,
y
por
las
autoridades
adecuadas para tomar medidas razonables
para asegurar la realización progresiva de
los
derechos
económicos,
sociales
y
culturales, de acuerdo a las posibilidades de
cada
nación, acatando así los convenios
internacionales suscritos en la materia.
Tercero.
La
interpretativos
proliferación
exige
de
de
los
criterios
Tribunales
constitucionales nacionales, intensificar un
diálogo jurisdiccional en torno a sus distintas
experiencias,
que
permita
armonizar
el
derecho nacional con el internacional.
Cuarto.
Los
Tribunales
requerimos
compartir criterios, prácticas, sentencias o
resoluciones que, a juicio de cada uno de
18
nosotros,
hayan
tomado
en
cuenta
estándares internacionales en materia de
Derechos Humanos.
Quinto. Cada tribunal podrá identificar
aquellos
criterios,
prácticas,
sentencias
o
resoluciones que se encuentren más apegados
a la universalidad de los derechos humanos,
con el fin de ilustrar y dejarse ilustrar por otros
Tribunales.
En el seno de nuestras Cortes,
plantearemos internamente la pertinencia de
participar en la generación de parámetros
comunes básicos que faciliten ese intercambio
de
información.
Cada
Tribunal
seleccionar,
cualitativa
cuantitativamente,
aquellos
podrá
y
estándares
internacionales en la materia, que mejor le
permita
generar
datos
ejercicio de sus funciones.
19
útiles
para
el
Sexto. La Oficina de la Alta Comisionada de
las Naciones Unidas ofreció compartir las
herramientas con que cuenta para elaborar
parámetros
comunes
para,
con
las
particularidades de cada Corte o Tribunal,
acompañar este proceso de intercambio de
acciones
jurisdiccionales
relevantes
en
materia de Derechos Humanos, a partir de
normas y principios internacionales.
Bajo esta perspectiva vanguardista que les
comento, la Suprema Corte de Justicia de la
Nación ha recorrido y trazado el camino
propicio para una mejor y mayor protección de
los Derechos Humanos, generando criterios
tendentes a que las personas encuentren
respuesta a sus reclamos de justicia, que
20
sientan en las instituciones jurisdiccionales un
espacio
en
el
que
verdaderamente
son
escuchados y protegidos; diseñando vías, en
las que la fría y pálida letra de la ley, adquiere
un crisol de humanismo, conforme a una
interpretación y aplicación que cubre en toda
su extensión a la norma, con los parámetros
propios de la tutela de los Derechos Humanos.
Es precisamente que bajo este enfoque, el
Pleno del más Alto Tribunal del País, al
resolver en sesión de siete de febrero de dos
mil doce, la acción de inconstitucionalidad
155/2007, relativa a la Ley de Prevención de
Adicciones y el Consumo Abusivo de Bebidas
Alcohólicas y Tabaco del Estado de Yucatán,
que establecía una sanción administrativa por
reincidencia, consistente en trabajos a favor de
la comunidad, al padre o tutor responsable que
21
desatienda los programas terapéuticos de sus
hijos; y, a quienes impidan u obstaculicen la
realización de actos que tengan por objeto
verificar el cumplimiento de las disposiciones
de
la
ley,
faculta
a
las
autoridades
administrativas para imponer una sanción
como pena, consistente en obligar a los
infractores a la realización de trabajos en
instituciones
públicas,
educativas
o
de
asistencia social, o en instituciones privadas
asistenciales.
Determinando, que conforme al moderno
paradigma constitucional y lo previsto en los
artículos
1
y
2
del
convenio
29
de
la
Organización Internacional del Trabajo, 8 del
Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, así como en numeral 6° de la
Convención
Americana
22
sobre
Derechos
Humanos, que se refieren a los trabajos
forzados u obligatorios, se puede afirmar que el
marco internacional es unánime, en primer
lugar, en proscribir el trabajo forzado; y, en
segundo lugar, en establecer como excepción a
dicha prohibición que los Estados puedan
imponer a los individuos la realización de tales
trabajos, siempre y cuando ello constituya una
pena que sea impuesta por una autoridad
jurisdiccional.
Expresamente,
la
sentencia
que
fue
aprobada por mayoría de nueve votos, señala
que si se compara el contenido de tales
instrumentos
con
lo
establecido
en
la
Constitución federal, se aprecia, por una parte,
que aquéllos y ésta coinciden en la prohibición
del trabajo forzado u obligatorio, aun cuando
23
en su formulación, como es natural, existan
variaciones.
Sin embargo, también se advirtió que no
existe coincidencia entre lo establecido en los
tratados internacionales y en la Constitución
respecto a las circunstancias en las que
pudiera
imponerse
obligatorio.
un
Mientras
internacionales
trabajo
que
establecen
forzado
los
como
u
tratados
única
excepción la posibilidad de que las autoridades
jurisdiccionales los impongan en cumplimiento
de una pena, la Constitución Federal establece,
adicionalmente,
que
las
autoridades
administrativas también puedan sancionar a
los particulares con la realización de un
trabajo comunitario por la infracción a los
reglamentos gubernativos y de policía.
24
Tanto las normas constitucionales como
las
internacionales
protegen
uno
de
los
aspectos del derecho humano al trabajo, como
lo es que los individuos lo ejerzan de manera
libre. Ambas establecen ciertas excepciones en
las que se permite que, en ciertas condiciones,
el Estado pueda obligar a las personas a su
realización.
Así, a juicio de la Suprema Corte de
Justicia
de
la
Nación,
los
estándares
internacionales son los que establecen la
protección más amplia del derecho humano al
trabajo, ya que restringen las posibilidades y
las modalidades en las que el Estado puede
interferir con tal libertad en mayor medida que
el estándar constitucional.
25
Por ello, se determinó que el parámetro de
validez
de
las
normas
que
integran
el
ordenamiento jurídico mexicano en ese aspecto
consisten en que sólo podrán imponerse como
penas a los particulares la realización de
trabajos forzados u obligatorios, mediante una
condena
que
derive
de
una
autoridad
jurisdiccional.
Así, conforme a ello se concluyó declarar la
invalidez de los artículos impugnados de la
citada Ley del Estado de Yucatán, por resultar
contrarios a la interpretación más favorable
que se desprende de los artículos 1°, párrafo
segundo en relación con el artículo 5º, de la
Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos,
interpretado
26
conforme
a
los
numerales
8º,
del Pacto Internacional
de
Derechos Civiles y Políticos, 2º, del Convenio
29 de la Organización Internacional del Trabajo
y 6, de la Convención Americana.
Este precedente que les relato, tiene una
gran relevancia, no sólo por el tema que se
trató en cuanto a la imposición de sanciones
como los trabajos a favor de la comunidad, en
instituciones
públicas,
educativas
o
de
asistencia social o privada, que de suyo es
importante; sino por que en el caso, como
podrán apreciar, se realizó un control de
convencionalidad, con efectos generales de
invalidez de la norma, a partir de la vía de
control constitucional como lo es Acción de
Inconstitucionalidad, valorando y sopesando
tanto la extensión de la protección de la Norma
Fundamental,
como la
27
que contienen
los
tratados internacionales a los que me he
referido, y determinando la preminencia de
éstos últimos por su mayor protección hacia la
persona.
Pero este ejercicio acorde con el nuevo
paradigma
que
en
materia
de
Derechos
Humanos gozamos en nuestro país, no ha sido
realizado por la Suprema Corte de Justicia de
la Nación en vías de control constitucional de
su conocimiento exclusivo, como lo es la acción
de
inconstitucionalidad,
como
la
que
les
comento; éste se ha dado en un gran número
de casos, en diversos tipos de asuntos, dando
origen a criterios que conllevan el efecto
expansivo de la mayor protección a la persona,
para ser aplicados por todos los tribunales,
como lo prescribe el artículo 192 de la vigente
Ley de Amparo.
28
Tal es el caso del juicio de amparo en
revisión 133/2012, resuelto por el Pleno de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación el día
veintiuno de agosto de dos mil doce, relativo a
la jurisdicción militar y la inconstitucionalidad
del artículo 57, fracción II, inciso a) del Código
de Justicia Militar, por su contravención al
artículo 13 de la Constitución General de la
República.
En dicho asunto se determinó que los
familiares de la víctima de homicidio, cuentan
con
interés
jurídico
para
impugnar
la
declaratoria de competencia emitida por el
Juez Militar para conocer de la causa penal,
pues en términos del artículo 20, apartado C,
fracción II, de la Constitución Federal, dichos
29
peticionarios de garantías están legitimados
para instar la acción de control constitucional
en su carácter de ofendidos del delito de
homicidio que se investiga ante la jurisdicción
penal militar, porque cuando los Tribunales
Militares conocen de delitos en contra de
civiles
ejercen
jurisdicción
no
solamente
respecto del imputado el cual necesariamente
debe ser una persona con estatus de militar en
situación de actividad, sino también sobre la
víctima civil quien tiene derecho a participar en
el proceso penal, no sólo para efectos de la
respectiva reparación del daño, sino para hacer
efectivos sus derechos a la verdad y a la
justicia, a fin de hacer efectivo el principio de
acceso a la justicia consagrado en el artículo
17 de la Constitución Federal.
30
Lo que además, es acorde con el artículo
20, apartado C, fracción II de la Constitución
General de la República, que establece que las
victimas u ofendidos de un delito tienen
derecho a coadyuvar con el Ministerio Público;
que se le reciban todos los datos o elementos
de prueba tanto en la averiguación previa como
en
el
proceso;
intervenir
en
el
juicio
e
interponer los recursos en los términos que
prevea la ley, pues el citado numeral otorga a
la víctima u ofendido una participación activa
en el proceso penal.
Tal pronunciamiento del Pleno del Alto
Tribunal, independiente del tema de fondo que
se
planteó
en
ese
amparo
en
revisión,
constituyó un gran avance en lo que a la
procedencia y legitimación del juicio de amparo
promovido por víctimas y ofendidos se refiere,
31
pues se extendió ésta, más allá del criterio que
prevalecía, en el que únicamente operaba para
efectos de reparación del daño.
A partir, de estimar procedente el juicio de
amparo planteado por los familiares de la
víctima, se estimó que el artículo 57, fracción
II, inciso a) del Código de Justicia Militar
contraviene el artículo 13 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, pues
el mandato constitucional establece que la
jurisdicción
militar
está
acotada
única
y
exclusivamente a los delitos y faltas cometidas
contra la disciplina militar, ello debido a lo
concreto del término “disciplina militar”.
Conforme a una interpretación directa del
artículo 13 de la Constitución General de la
32
República, se estableció que se desprenden dos
restricciones:
Primero. Está prohibida la jurisdicción
militar sobre personas que no pertenezcan al
ejército;
Segundo. Cuando en un delito o falta del
orden militar esté implicado un civil, conocerá
del caso la autoridad civil que corresponda.
Así, se determinó que cuando un miembro
de las fuerzas armadas del país cometa un
delito en perjuicio de un civil, invariablemente
deberá
conocer
de
la
correspondiente, un juez civil.
33
causa
penal
Otro caso, que al igual que los que les he
comentado,
hace
ordenamiento
se
patente
permea
de
cómo
los
el
valores,
principios y reglas que en materia de derechos
humanos prevé nuestra constitución, así como
los tratados internacionales, es lo resuelto por
la Primera Sala, el tres de octubre de dos mil
doce en la contradicción de tesis 204/2012,
relativa a los intereses usurarios, el cual fue
presentado bajo mi ponencia.
En dicha contradicción de criterios se
determinó que es evidente que un interés
elevado en un crédito por si mismo ya
constituye
una
violación
a
un
derecho
humano, y cuando la autoridad condena a la
parte deudora a cubrirlo, es claro que se
consuma esa violación
34
Se consideró que la Convención Americana
Sobre Derechos Humanos, en su artículo 21,
intitulado
Derecho
de
Propiedad
Privada,
apartado 3, consagra el derecho humano a
preservar la propiedad privada, en este caso,
el dinero de la parte deudora frente a un
interés usurario.
Y ello llevó a cuestionarnos ¿Cuál puede
ser
un
límite
razonable
al
interés
convencional?, ¿Puede el juez constitucional
responder esa pregunta y, en su caso reparar
la violación al derecho humano cuando juzga
un asunto sometido a su alta potestad, existe
criterio jurisprudencial definido de que la litis
en un juicio ejecutivo mercantil se fija con el
35
escrito
de
demanda
y
su
respectiva
contestación?
Atendiendo al Código de Comercio, se
estableció que es incontrovertible que el interés
a tasa que corresponde al 57% anual, que se
estableció en los documentos fundatorios de la
acción
de
los
casos
que
provocaron
la
contradicción de criterios, supera de manera
significativa al interés usurario.
El argumento central, consistió en que las
convenciones ilícitas, no producen obligación
ni acción, aunque recaigan sobre operaciones
de comercio y la protección a los derechos
humanos debe interpretarse en su dimensión
más amplia, según lo dispone el invocado
artículo
1º,
párrafo
36
segundo,
de
la
Constitución Política de los Estado Unidos
Mexicanos, pues establece que las normas
relativas
a
interpretarán
los
de
derechos
humanos
conformidad
con
se
esta
Constitución y con los tratados internacionales
de la materia favoreciendo en todo tiempo a las
personas con la protección más amplia, en ese
sentido, se estima que los órganos de control
constitucional sí pueden examinar si se trata
de un interés usurario y en su caso reparar la
violación al derecho humano cuando juzgan un
asunto sometido a su alta potestad, en razón
de que no existe otra instancia que puede
revisar y reparar la condena a un interés
usurario.
La protección de un derecho humano
amerita que el tribunal constitucional supla la
queja deficiente.
37
Este criterio no socava el derecho de
audiencia
de
la
tercera
perjudicada,
consagrado en el artículo 14, párrafo primero,
constitucional
y
8º,
fracción
1,
de
la
mencionada Convención, en el sentido de que
toda persona tiene derecho a ser oída en juicio
con las debidas garantías; pues aunque se
alegara que no son usurarios los intereses
cuyo pago reclamó en el juicio natural, ello no
podría prosperar, si las pruebas que se aporten
demuestran fehacientemente lo contrario, y
sería inútil alegar contra lo que disponen las
normas jurídicas tendentes a proteger a la
persona.
Y es que, el artículo 21 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, establece
38
que se trata de evitar la explotación de uno de
los contratantes sobre el otro, aprovechándose
de
su
debilidad
al
establecer
una
desproporción en las prestaciones a las que se
obligan para combatir la usura.
En ese sentido, para que en un acto
jurídico, en el que se estipuló o convino el pago
de intereses (ordinarios o moratorios), éstos
sean considerados como un acto de usura, es
menester la actualización de los siguientes
requisitos
a)
Que se aprecie pactado a cargo del
deudor una tasa de interés desproporcionada
en comparación a la obligación que contrajo el
acreedor.
39
b) Que
tal
pacto
provenga
del
aprovechamiento de la necesidad del deudor,
de su miseria, o de su notoria inexperiencia.
La estipulación de una tasa de interés en
un pagaré o en algún acto de comercio, mayor
al promedio de los usuales en el mercado, no
puede estimarse por sí solo un acto de usura y,
por ende, tampoco puede considerarse como
un pacto que infringe el artículo 21, de la
Convención
Americana
Sobre
Derechos
Humanos, ya que su estipulación en esos
términos, obedece en primer lugar, al ánimo de
lucro que trae consigo cualquier acto de
comercio y en segundo lugar, a la expresión de
voluntad de las partes de obligarse en esos
términos,
lo
cual
no
prohíbe
la
citada
convención y por el contrario, sí está permitida
en la legislación positiva que regula la materia.
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Lo pactado entre las partes sobre intereses
ordinarios o moratorios, no puede ser estimado
como un acto de usura, independientemente
del monto o porcentaje de los mismos, ya que
para ello sería menester demostrar que se trata
de una convención desproporcionada a la
obligación correlativa que contrajo el acreedor,
pero más aún que no es producto de la
expresión libre de voluntad entre las partes,
sino que constituye un acto de explotación de
la miseria, necesidad o bien de la suma
ignorancia o inexperiencia del deudor.
Como podrán ver, los valores y principios
que sustentan los derechos humanos, tanto
de
fuente
nacional, como
constantemente
se
internacional,
trasminan
redireccionando el ordenamiento jurídico,
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dando
un
cauce
o
enfoque
de
mayor
humanismo.
Por eso estoy convencida, que bajo este
paradigma que nos ha tocado vivir, la
sentencia que emite un juzgador, se apega
fielmente a la explicación que el gran
procesalista florentino, Piero Calamandrei,
daba
a
sus
“Sentimiento
recordarles
magistral
a
alumnos,
en
la
sus
en
cuanto
Sentencia”.
discípulos,
elocuencia
que
al
Solía
con
la
caracterizó
al
llamado poeta del derecho, que la palaba
sentencia viene de sentir, al igual que
sentimiento, y que con independencia de la
etimología de ésta, es un hecho innegable
que en muchas ocasiones la que es la
motivación verdaderamente real y efectiva,
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de una sentencia no está expresada en la
parte considerativa del pronunciamiento del
juez, sino en los pliegues del ánimo del que
juzga.
En sus propias palabras, “la obra de
arte
es
un
pedazo
de
la
realidad
reflejado a través de la sensibilidad de
un
artista;
se
podría
decir,
que,
igualmente, la sentencia es un artículo
de
la
ley
filtrado
a
través
de
la
conciencia del juez.”
Así el juzgador al aplicar la ley, debe
hacerla revivir en el calor de su conciencia,
pero en esta evocación de la justicia que no
se hace de pura lógica, el juez debe sentirse
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como hombre social, partícipe e intérprete de
la sociedad en que vive.
Por su atención, Gracias.
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