PARTICIPACIÓN DE LA SEÑORA MINISTRA OLGA SÁNCHEZ CORDERO DE GARCÍA VILLEGAS, EN EL AULA MAGNA MAGISTRADO GUSTAVO A. BARRERA GRAFT LA CONFERENCIA IMPARTIDA EN LA ESCUELA JUDICIAL DEL ESTADO DE MÉXICO, EL DÍA 7 DE FEBRERO DE 2013. “LA CONSTITUCIONALIZACIÓN DEL ORDENAMIENTO A PARTIR DEL ACTUAL PARADIGMA DE LOS DERECHOS HUMANOS.” “…Pero la realidad es que el lenguaje utilizado en la enunciación y aplicación de reglas, constituye un sector especial del discurso humano que lleva a confusión si no se le presta la atención debida. El derecho es un ejemplo muy complejo de discurso de este tipo.” H.L.A. Hart. 1 Agradezco la cordial invitación que me ha extendido el Presidente del Tribunal Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura del Estado de México, Magistrado Baruch F. Delgado Carbajal, para encontrarme esta tarde entre mis amigos y colegas juristas y juzgadores. Es un verdadero honor, estar hoy con ustedes, en esta sede de la Escuela Judicial del Estado de México, recinto de la más alta enseñanza destacados jurídica, de funcionarios donde egresan judiciales de implacable calidad profesional, académica y ética; y en la que se generan teorías, que en su estado embrionario conforman los criterios relevantes que caracterizan a las sentencias y 2 resoluciones de este Tribunal Superior de Justicia. Además, en el momento en que se encuentra el sistema jurídico mexicano, es motivador que me consideren para tratar un tema de la mayor actualidad y trascendencia jurídica, la constitucionalización del ordenamiento a partir del actual paradigma de los Derechos Humanos. Hace algunos meses, tuve la oportunidad de estar en esta bella entidad de la República, comentando los alcances de las Reformas Constitucionales del año 2011, atendiendo especialmente a los Derechos Humanos y al Control de Convencionalidad, mecanismo de tutela que ya hoy es 3 una realidad y paulatinamente se han ido consolidando en nuestra actividad jurisdiccional. Sin embargo, creo que ya no estamos en el tiempo de relatar, justificar o incluso cuestionar las bondades y virtudes de esa trascendental reforma constitucional. Hoy, a más de un año y medio de distancia de su publicación en el Diario Oficial de la Federación, ha tenido múltiples aplicaciones y es fuente de criterios que se dirigen a lograr la aspiración de nuestra profesión, el anhelo de la justicia. De una impartición que vuelve al origen de la función jurisdiccional, el realizar una actividad con el más puro ánimo y espíritu humanista, recordando que cada expediente, cada causa, cada toca que se presenta a nuestro conocimiento, encierra una historia de vida, de mujeres, hombres, niños, familias que 4 esperan de nosotros —los juzgadores— resolvamos y definamos sus situaciones en conflicto. Por ello, he querido hablar hoy de cómo todo el ordenamiento constitucionalizando a jurídico, partir de se la va más reciente concepción de los Derechos Humanos, que proyecta con toda su fuerza la Norma Fundamental, permeando en la universalidad de disposiciones, sean legales o reglamentarias, locales, federales o nacionales; así como la emisión de criterios de mayor humanismo, para quienes se encuentran en una situación en la que sus derechos han sido violados, desconocidos o se encuentran en una condición de vulnerabilidad por su especial posición frente a la norma y el contexto en el que se le aplica. 5 El derecho, hoy en día, ha dejado de ser esa actividad fría, distante o parca que en los últimos siglos había venido operando, que generó que la persona se sintiera ajena a él, que no provocó una idea y sentimiento de integración. Por el contrario, el individuo, cada vez veía al derecho como algo fuera de su vida cotidiana, algo complejo que podía acarrearle serios problemas. Esto que les comento, por muy extraño que pueda sonar, disminución en es constatable la confianza con la hacia las instituciones; en los cada vez más altos niveles de corrupción; y no me refiero a las altas esferas, aludo desde el individuo que pretende esquivar el cumplimiento de un reglamento de 6 tránsito, evadir el pago de impuesto o incumplir sus obligaciones familiares, hasta los más asombrosos y sorprendentes casos de desvío de recursos públicos. Vivencias que constatan la fragilidad de la condición humana, propia de personajes de novela, como Jean Valjean de los Miserables de Víctor Hugo, o Rodion Raskolnikov de Crimen y Castigo de Fiódor Dostoievski, no parecen alejadas de cualquier caso o causa que encierra un expediente de los que conocemos en la cotidianeidad de nuestra labor. La añeja idea, origen de la corte de casación, en la que se cazaba la sentencia, cuando se apartaba del texto de la ley y espíritu del legislador, ha quedado atrás, y si 7 bien, en nuestro sistema recursal tenemos mecanismos de impugnación similares o de casación —como lo es el amparo directo—, estos buscan su empatía, más que con el texto expreso de la ley, con el imperio de la justicia, como lo señala el profesor de la Universidad de Nueva York, Ronald Dworkin; complementando el ordenamiento bajo interpretaciones que considerando tanto a los valores, como a los principios y las reglas, den como resultado la resolución de los conflictos más apegados a la justicia. Es por todos los que estudiamos derecho, conocida la famosa y tan renombrada jerarquía normativa, que comúnmente le es atribuida al jurista austriaco Hans Kelsen, en la que configuró el ordenamiento jurídico al modo de una estructura, en la que la norma inferior 8 encontraba su razón de validez en la norma superior, hasta alcanzar en el vértice, la norma fundamental, que da validez y unidad a todo el ordenamiento jurídico. Por muy difundida que ha sido esta idea a nombre del jurista de Praga, lo cierto es que — y él mismo lo reconoció así—, el verdadero creador de tal teoría lo fue su discípulo Adolf Merkl, quien la sustentó en el hecho de que el ordenamiento jurídico es una suma de proposiciones jurídicas conexas. Sostuvo que, un análisis estructural del ordenamiento jurídico no sólo reconoce en las proposiciones jurídicas un número inagotable de contenidos jurídicos. 9 casi Pero la cuestión no sólo es que cada proposición o enunciado jurídico concreto tenga un contenido distinto al de otro, sino que también un grupo de proposiciones jurídicas tiene una forma que difiere de la de otro grupo; esta diferencia es precisamente el criterio de agrupación en un sentido formal. Así, la diferenciación de contenido de las proposiciones jurídicas tiene su origen en la esencia misma de un ordenamiento jurídico. Por ello, apenas es hipotéticamente imaginable, y ni mucho menos parece realizable, el caso extremo de un ordenamiento jurídico que se agote en una sola proposición o enunciado jurídico. 10 Entre éstas, que se encuentran invariablemente encadenadas, de modo que una sucede a la otra, no existe una mera prioridad temporal, sino principalmente una prioridad o posterioridad lógica. En cuanto que un enunciado jurídico no puede ser pensado sin el que le precede, pues a este debe su validez. Así, en nuestro sistema jurídico encontramos como tradicionalmente lo ha sido, la Norma Suprema que consta del texto constitucional, que despliega enérgicamente su fuerza permeando a todo el ordenamiento jurídico, así como a los actos tanto de los entes del estado, como encausando los de los particulares, bajo un marco de una corrección común acorde con la propia Constitución; y ese ha sido precisamente 11 el ánimo que proyecta el artículo 133 de nuestra Norma Fundamental, al prever que la misma, las leyes del Congreso de la Unión y todos los tratados que estén de acuerdo con ella, celebrados por el Presidente de la República, con aprobación del Congreso, serán ley suprema de toda la Unión. Precisamente, bajo esa idea es que el juicio de amparo alcanza su magnitud, como mecanismo de protección de la persona frente a actos y leyes contrarios a la Constitución. Sin embargo, esa prelación normativa enraizada en nuestra cultura jurídica, en la que la Constitución como norma hipotética fundamental prima sobre el resto de nuestro ordenamiento, a partir 12 de la Reforma Constitucional en materia de Derechos Humanos, que todos conocemos, de diez de junio de dos mil once, ha adquirido matices relevantes dando características peculiares y un rediseño de nuestra concepción de lo justo atendiendo a la dignidad de la persona humana. La primacía de la Constitución, podemos decir, que ahora más que en cualquier otro momento histórico, obtiene su razón y fundamento, en el más absoluto respeto, protección, garantía y tutela de los Derechos Humanos; y en este conjunto de finalidades, la Norma Fundamental, paralelamente reconoce a los Derechos Humanos contenidos en los tratados internacionales formalidades exigidas, suscritos en con las ocasiones compartiendo esa primacía al complementarse 13 tanto con las normas de fuente interna, con la Constitución y las convenciones internacionales, y en otras alternando en aras de lo más favorable a la persona. Como dijera el Jurista Argentino, Ius Naturalista, Rodolfo Luis Vigo: “El bloque de constitucionalidad posee una primacía normativa, pero su eficacia no subyace en el hecho de ser un ordenamiento jerárquicamente supremo, sino en la importancia de su contenido, es decir, los valores, principios y derechos humanos son la razón de ser y fin de todo Estado Constitucional.” De modo tal, que hoy en día, estimo que la supremacía cada vez más, se dirige a los Derechos Humanos, con independencia del 14 origen de su fuente, sea Nacional o proveniente del orden autores internacional. lo han Fundamentales O llamado, como los conforman un algunos Derechos orden de carácter global, que traspasa las barreras de lo nacional a lo internacional, de lo regional a lo universal. En palabras del Señor Ministro Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Don Juan Mexicana permitido Silva de los la Meza, esta Derechos emisión Revolución Humanos, de ha criterios jurisprudenciales con una decidida tendencia a inscribir al sistema jurídico mexicano en la internacionalización de la protección de los Derechos Humanos. 15 Muestra del carácter preminente que hoy en día adquieren los Derechos Humanos en el Sistema Jurídico Mexicano y su notable identificación con la tendencia internacional, lo fue precisamente Supremas, la Cumbre Constitucionales y de Cortes Regionales, celebrada en nuestro país los días 8 y 9 de noviembre del año pasado, en la que por primera vez en la historia, 29 Cortes Supremas, Constitucionales y Regionales de cuatro continentes, acordaron coordinar esfuerzos para lograr la consolidación de las instituciones judiciales en el mundo a fin de hacer realidad la protección de los derechos humanos y fortalecer, con ello, a los regímenes democráticos. Tal encuentro Constitucionales y entre de 16 Derechos Tribunales Humanos propició un exitoso y amplio diálogo sobre temas legales de gran importancia, alcanzando consenso en los siguientes puntos: Primero. nuestros En países competencias los y sistemas en el legales marco respectivas de de de las nuestros Tribunales, el desarrollo jurisprudencial de la incorporación del Derecho Internacional de los Derechos Humanos tiende a reforzar y potenciar su protección. Segundo. Existe una clara tendencia para favorecer, a través de los fallos de los órganos jurisdiccionales, la garantía de mecanismos de protección a grupos en situación de vulnerabilidad, respetuosa de su identidad cultural y del pluralismo jurídico que 17 las caracteriza, y por las autoridades adecuadas para tomar medidas razonables para asegurar la realización progresiva de los derechos económicos, sociales y culturales, de acuerdo a las posibilidades de cada nación, acatando así los convenios internacionales suscritos en la materia. Tercero. La interpretativos proliferación exige de de los criterios Tribunales constitucionales nacionales, intensificar un diálogo jurisdiccional en torno a sus distintas experiencias, que permita armonizar el derecho nacional con el internacional. Cuarto. Los Tribunales requerimos compartir criterios, prácticas, sentencias o resoluciones que, a juicio de cada uno de 18 nosotros, hayan tomado en cuenta estándares internacionales en materia de Derechos Humanos. Quinto. Cada tribunal podrá identificar aquellos criterios, prácticas, sentencias o resoluciones que se encuentren más apegados a la universalidad de los derechos humanos, con el fin de ilustrar y dejarse ilustrar por otros Tribunales. En el seno de nuestras Cortes, plantearemos internamente la pertinencia de participar en la generación de parámetros comunes básicos que faciliten ese intercambio de información. Cada Tribunal seleccionar, cualitativa cuantitativamente, aquellos podrá y estándares internacionales en la materia, que mejor le permita generar datos ejercicio de sus funciones. 19 útiles para el Sexto. La Oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas ofreció compartir las herramientas con que cuenta para elaborar parámetros comunes para, con las particularidades de cada Corte o Tribunal, acompañar este proceso de intercambio de acciones jurisdiccionales relevantes en materia de Derechos Humanos, a partir de normas y principios internacionales. Bajo esta perspectiva vanguardista que les comento, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha recorrido y trazado el camino propicio para una mejor y mayor protección de los Derechos Humanos, generando criterios tendentes a que las personas encuentren respuesta a sus reclamos de justicia, que 20 sientan en las instituciones jurisdiccionales un espacio en el que verdaderamente son escuchados y protegidos; diseñando vías, en las que la fría y pálida letra de la ley, adquiere un crisol de humanismo, conforme a una interpretación y aplicación que cubre en toda su extensión a la norma, con los parámetros propios de la tutela de los Derechos Humanos. Es precisamente que bajo este enfoque, el Pleno del más Alto Tribunal del País, al resolver en sesión de siete de febrero de dos mil doce, la acción de inconstitucionalidad 155/2007, relativa a la Ley de Prevención de Adicciones y el Consumo Abusivo de Bebidas Alcohólicas y Tabaco del Estado de Yucatán, que establecía una sanción administrativa por reincidencia, consistente en trabajos a favor de la comunidad, al padre o tutor responsable que 21 desatienda los programas terapéuticos de sus hijos; y, a quienes impidan u obstaculicen la realización de actos que tengan por objeto verificar el cumplimiento de las disposiciones de la ley, faculta a las autoridades administrativas para imponer una sanción como pena, consistente en obligar a los infractores a la realización de trabajos en instituciones públicas, educativas o de asistencia social, o en instituciones privadas asistenciales. Determinando, que conforme al moderno paradigma constitucional y lo previsto en los artículos 1 y 2 del convenio 29 de la Organización Internacional del Trabajo, 8 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, así como en numeral 6° de la Convención Americana 22 sobre Derechos Humanos, que se refieren a los trabajos forzados u obligatorios, se puede afirmar que el marco internacional es unánime, en primer lugar, en proscribir el trabajo forzado; y, en segundo lugar, en establecer como excepción a dicha prohibición que los Estados puedan imponer a los individuos la realización de tales trabajos, siempre y cuando ello constituya una pena que sea impuesta por una autoridad jurisdiccional. Expresamente, la sentencia que fue aprobada por mayoría de nueve votos, señala que si se compara el contenido de tales instrumentos con lo establecido en la Constitución federal, se aprecia, por una parte, que aquéllos y ésta coinciden en la prohibición del trabajo forzado u obligatorio, aun cuando 23 en su formulación, como es natural, existan variaciones. Sin embargo, también se advirtió que no existe coincidencia entre lo establecido en los tratados internacionales y en la Constitución respecto a las circunstancias en las que pudiera imponerse obligatorio. un Mientras internacionales trabajo que establecen forzado los como u tratados única excepción la posibilidad de que las autoridades jurisdiccionales los impongan en cumplimiento de una pena, la Constitución Federal establece, adicionalmente, que las autoridades administrativas también puedan sancionar a los particulares con la realización de un trabajo comunitario por la infracción a los reglamentos gubernativos y de policía. 24 Tanto las normas constitucionales como las internacionales protegen uno de los aspectos del derecho humano al trabajo, como lo es que los individuos lo ejerzan de manera libre. Ambas establecen ciertas excepciones en las que se permite que, en ciertas condiciones, el Estado pueda obligar a las personas a su realización. Así, a juicio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, los estándares internacionales son los que establecen la protección más amplia del derecho humano al trabajo, ya que restringen las posibilidades y las modalidades en las que el Estado puede interferir con tal libertad en mayor medida que el estándar constitucional. 25 Por ello, se determinó que el parámetro de validez de las normas que integran el ordenamiento jurídico mexicano en ese aspecto consisten en que sólo podrán imponerse como penas a los particulares la realización de trabajos forzados u obligatorios, mediante una condena que derive de una autoridad jurisdiccional. Así, conforme a ello se concluyó declarar la invalidez de los artículos impugnados de la citada Ley del Estado de Yucatán, por resultar contrarios a la interpretación más favorable que se desprende de los artículos 1°, párrafo segundo en relación con el artículo 5º, de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, interpretado 26 conforme a los numerales 8º, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, 2º, del Convenio 29 de la Organización Internacional del Trabajo y 6, de la Convención Americana. Este precedente que les relato, tiene una gran relevancia, no sólo por el tema que se trató en cuanto a la imposición de sanciones como los trabajos a favor de la comunidad, en instituciones públicas, educativas o de asistencia social o privada, que de suyo es importante; sino por que en el caso, como podrán apreciar, se realizó un control de convencionalidad, con efectos generales de invalidez de la norma, a partir de la vía de control constitucional como lo es Acción de Inconstitucionalidad, valorando y sopesando tanto la extensión de la protección de la Norma Fundamental, como la 27 que contienen los tratados internacionales a los que me he referido, y determinando la preminencia de éstos últimos por su mayor protección hacia la persona. Pero este ejercicio acorde con el nuevo paradigma que en materia de Derechos Humanos gozamos en nuestro país, no ha sido realizado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación en vías de control constitucional de su conocimiento exclusivo, como lo es la acción de inconstitucionalidad, como la que les comento; éste se ha dado en un gran número de casos, en diversos tipos de asuntos, dando origen a criterios que conllevan el efecto expansivo de la mayor protección a la persona, para ser aplicados por todos los tribunales, como lo prescribe el artículo 192 de la vigente Ley de Amparo. 28 Tal es el caso del juicio de amparo en revisión 133/2012, resuelto por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación el día veintiuno de agosto de dos mil doce, relativo a la jurisdicción militar y la inconstitucionalidad del artículo 57, fracción II, inciso a) del Código de Justicia Militar, por su contravención al artículo 13 de la Constitución General de la República. En dicho asunto se determinó que los familiares de la víctima de homicidio, cuentan con interés jurídico para impugnar la declaratoria de competencia emitida por el Juez Militar para conocer de la causa penal, pues en términos del artículo 20, apartado C, fracción II, de la Constitución Federal, dichos 29 peticionarios de garantías están legitimados para instar la acción de control constitucional en su carácter de ofendidos del delito de homicidio que se investiga ante la jurisdicción penal militar, porque cuando los Tribunales Militares conocen de delitos en contra de civiles ejercen jurisdicción no solamente respecto del imputado el cual necesariamente debe ser una persona con estatus de militar en situación de actividad, sino también sobre la víctima civil quien tiene derecho a participar en el proceso penal, no sólo para efectos de la respectiva reparación del daño, sino para hacer efectivos sus derechos a la verdad y a la justicia, a fin de hacer efectivo el principio de acceso a la justicia consagrado en el artículo 17 de la Constitución Federal. 30 Lo que además, es acorde con el artículo 20, apartado C, fracción II de la Constitución General de la República, que establece que las victimas u ofendidos de un delito tienen derecho a coadyuvar con el Ministerio Público; que se le reciban todos los datos o elementos de prueba tanto en la averiguación previa como en el proceso; intervenir en el juicio e interponer los recursos en los términos que prevea la ley, pues el citado numeral otorga a la víctima u ofendido una participación activa en el proceso penal. Tal pronunciamiento del Pleno del Alto Tribunal, independiente del tema de fondo que se planteó en ese amparo en revisión, constituyó un gran avance en lo que a la procedencia y legitimación del juicio de amparo promovido por víctimas y ofendidos se refiere, 31 pues se extendió ésta, más allá del criterio que prevalecía, en el que únicamente operaba para efectos de reparación del daño. A partir, de estimar procedente el juicio de amparo planteado por los familiares de la víctima, se estimó que el artículo 57, fracción II, inciso a) del Código de Justicia Militar contraviene el artículo 13 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, pues el mandato constitucional establece que la jurisdicción militar está acotada única y exclusivamente a los delitos y faltas cometidas contra la disciplina militar, ello debido a lo concreto del término “disciplina militar”. Conforme a una interpretación directa del artículo 13 de la Constitución General de la 32 República, se estableció que se desprenden dos restricciones: Primero. Está prohibida la jurisdicción militar sobre personas que no pertenezcan al ejército; Segundo. Cuando en un delito o falta del orden militar esté implicado un civil, conocerá del caso la autoridad civil que corresponda. Así, se determinó que cuando un miembro de las fuerzas armadas del país cometa un delito en perjuicio de un civil, invariablemente deberá conocer de la correspondiente, un juez civil. 33 causa penal Otro caso, que al igual que los que les he comentado, hace ordenamiento se patente permea de cómo los el valores, principios y reglas que en materia de derechos humanos prevé nuestra constitución, así como los tratados internacionales, es lo resuelto por la Primera Sala, el tres de octubre de dos mil doce en la contradicción de tesis 204/2012, relativa a los intereses usurarios, el cual fue presentado bajo mi ponencia. En dicha contradicción de criterios se determinó que es evidente que un interés elevado en un crédito por si mismo ya constituye una violación a un derecho humano, y cuando la autoridad condena a la parte deudora a cubrirlo, es claro que se consuma esa violación 34 Se consideró que la Convención Americana Sobre Derechos Humanos, en su artículo 21, intitulado Derecho de Propiedad Privada, apartado 3, consagra el derecho humano a preservar la propiedad privada, en este caso, el dinero de la parte deudora frente a un interés usurario. Y ello llevó a cuestionarnos ¿Cuál puede ser un límite razonable al interés convencional?, ¿Puede el juez constitucional responder esa pregunta y, en su caso reparar la violación al derecho humano cuando juzga un asunto sometido a su alta potestad, existe criterio jurisprudencial definido de que la litis en un juicio ejecutivo mercantil se fija con el 35 escrito de demanda y su respectiva contestación? Atendiendo al Código de Comercio, se estableció que es incontrovertible que el interés a tasa que corresponde al 57% anual, que se estableció en los documentos fundatorios de la acción de los casos que provocaron la contradicción de criterios, supera de manera significativa al interés usurario. El argumento central, consistió en que las convenciones ilícitas, no producen obligación ni acción, aunque recaigan sobre operaciones de comercio y la protección a los derechos humanos debe interpretarse en su dimensión más amplia, según lo dispone el invocado artículo 1º, párrafo 36 segundo, de la Constitución Política de los Estado Unidos Mexicanos, pues establece que las normas relativas a interpretarán los de derechos humanos conformidad con se esta Constitución y con los tratados internacionales de la materia favoreciendo en todo tiempo a las personas con la protección más amplia, en ese sentido, se estima que los órganos de control constitucional sí pueden examinar si se trata de un interés usurario y en su caso reparar la violación al derecho humano cuando juzgan un asunto sometido a su alta potestad, en razón de que no existe otra instancia que puede revisar y reparar la condena a un interés usurario. La protección de un derecho humano amerita que el tribunal constitucional supla la queja deficiente. 37 Este criterio no socava el derecho de audiencia de la tercera perjudicada, consagrado en el artículo 14, párrafo primero, constitucional y 8º, fracción 1, de la mencionada Convención, en el sentido de que toda persona tiene derecho a ser oída en juicio con las debidas garantías; pues aunque se alegara que no son usurarios los intereses cuyo pago reclamó en el juicio natural, ello no podría prosperar, si las pruebas que se aporten demuestran fehacientemente lo contrario, y sería inútil alegar contra lo que disponen las normas jurídicas tendentes a proteger a la persona. Y es que, el artículo 21 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, establece 38 que se trata de evitar la explotación de uno de los contratantes sobre el otro, aprovechándose de su debilidad al establecer una desproporción en las prestaciones a las que se obligan para combatir la usura. En ese sentido, para que en un acto jurídico, en el que se estipuló o convino el pago de intereses (ordinarios o moratorios), éstos sean considerados como un acto de usura, es menester la actualización de los siguientes requisitos a) Que se aprecie pactado a cargo del deudor una tasa de interés desproporcionada en comparación a la obligación que contrajo el acreedor. 39 b) Que tal pacto provenga del aprovechamiento de la necesidad del deudor, de su miseria, o de su notoria inexperiencia. La estipulación de una tasa de interés en un pagaré o en algún acto de comercio, mayor al promedio de los usuales en el mercado, no puede estimarse por sí solo un acto de usura y, por ende, tampoco puede considerarse como un pacto que infringe el artículo 21, de la Convención Americana Sobre Derechos Humanos, ya que su estipulación en esos términos, obedece en primer lugar, al ánimo de lucro que trae consigo cualquier acto de comercio y en segundo lugar, a la expresión de voluntad de las partes de obligarse en esos términos, lo cual no prohíbe la citada convención y por el contrario, sí está permitida en la legislación positiva que regula la materia. 40 Lo pactado entre las partes sobre intereses ordinarios o moratorios, no puede ser estimado como un acto de usura, independientemente del monto o porcentaje de los mismos, ya que para ello sería menester demostrar que se trata de una convención desproporcionada a la obligación correlativa que contrajo el acreedor, pero más aún que no es producto de la expresión libre de voluntad entre las partes, sino que constituye un acto de explotación de la miseria, necesidad o bien de la suma ignorancia o inexperiencia del deudor. Como podrán ver, los valores y principios que sustentan los derechos humanos, tanto de fuente nacional, como constantemente se internacional, trasminan redireccionando el ordenamiento jurídico, 41 dando un cauce o enfoque de mayor humanismo. Por eso estoy convencida, que bajo este paradigma que nos ha tocado vivir, la sentencia que emite un juzgador, se apega fielmente a la explicación que el gran procesalista florentino, Piero Calamandrei, daba a sus “Sentimiento recordarles magistral a alumnos, en la sus en cuanto Sentencia”. discípulos, elocuencia que al Solía con la caracterizó al llamado poeta del derecho, que la palaba sentencia viene de sentir, al igual que sentimiento, y que con independencia de la etimología de ésta, es un hecho innegable que en muchas ocasiones la que es la motivación verdaderamente real y efectiva, 42 de una sentencia no está expresada en la parte considerativa del pronunciamiento del juez, sino en los pliegues del ánimo del que juzga. En sus propias palabras, “la obra de arte es un pedazo de la realidad reflejado a través de la sensibilidad de un artista; se podría decir, que, igualmente, la sentencia es un artículo de la ley filtrado a través de la conciencia del juez.” Así el juzgador al aplicar la ley, debe hacerla revivir en el calor de su conciencia, pero en esta evocación de la justicia que no se hace de pura lógica, el juez debe sentirse 43 como hombre social, partícipe e intérprete de la sociedad en que vive. Por su atención, Gracias. 44