49-2009-50-2009-111-2009 Ac

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49-2009/50-2009/111-2009 Ac.
Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia: San Salvador, a las doce
horas y cuarenta y un minutos del día veintiséis de noviembre de dos mil diez.
Los presentes procesos constitucionales acumulados de hábeas corpus fueron
iniciados, el primero por el licenciado José Ángel Gómez Guillén y el tercero por el
licenciado José Antonio Prado, ambos a favor de la señora Karla Lisbeth Torres Guidos; y
el segundo por el señor Héctor Manuel Argueta Saravia a favor del señor Ever Omar Mejía
Argueta, quienes han sido condenados por el Tribunal de Sentencia de Cojutepeque por el
delito de extorsión agravada imperfecta, contra actuaciones de la Sala de lo Penal de la
Corte Suprema de Justicia.
Leído el proceso y considerando:
I.- Los impetrantes señalan en sus solicitudes – en idénticos términos – que los
favorecidos se encuentran privados ilegalmente de su derecho de libertad personal y se les
vulneran además sus derechos a la seguridad jurídica y presunción de inocencia, por los
motivos que a continuación se señalan:
Afirman que los beneficiados fueron detenidos en flagrancia el día tres de
noviembre de dos mil seis; y en audiencia inicial celebrada en el Juzgado Primero de Paz de
Cojutepeque, el día nueve del referido mes y año, se les impuso la medida cautelar de
detención provisional.
También indicaron que el Tribunal de Sentencia de Cojutepeque dictó sentencia
condenatoria contra Karla Lisbeth Torres Guidos y Ever Omar Mejía Argueta, el día diez
de octubre de dos mil siete, en el proceso penal registrado con la referencia 143-C3-2007,
pronunciamiento contra el cual se interpuso recurso de casación por parte de sus
respectivos defensores, encontrándose el expediente penal en la Sala de lo Penal de la Corte
Suprema de Justicia desde el mes de diciembre del año dos mil siete sin que a la fecha – de
la presentación de las mencionadas solicitudes de hábeas corpus, el día dos de marzo de dos
mil nueve, la primera y la segunda, y el veintinueve de mayo de ese mismo año, la última –
se haya resuelto el mencionado recurso.
Asimismo, los solicitantes consignaron en sus correspondientes escritos – con las
mismas argumentaciones – consideraciones doctrinales respecto de la duración máxima de
la detención provisional, su naturaleza jurídica, finalidad y características.
Así manifestaron – entre otros argumentos – que, “[l]a necesidad de que la prisión
tenga una duración limitada constituye la última exigencia a la que se sujeta la aplicación
de esta medida coercitiva. De acuerdo con ello, el precepto comentado [el artículo 6 del
Código Procesal Penal] establece que la detención provisional debe guardar la debida
proporción a la pena que se espera, sin que pueda sobrepasar la pena máxima prevista en la
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ley, ni exceder del plazo (…) de veinticuatro meses si se trata de un delito grave. Superados
estos límites temporales, el sacrificio de los derechos individuales no puede ceder ante el
interés estatal representado por la eficaz represión de los delitos. En conclusión (…) en el
presente caso se está violentando uno de los principios generales de las medidas cautelares,
siendo este el que prohíbe que estas se prolonguen más allá del tiempo absolutamente
imprescindible para cubrir la necesidad de su aplicación, es decir que en el aspecto
temporal debe durar solamente lo imprescindible, pues cuando se excede dejara de ser
cautelar para convertirse en punitiva (…). Consecuentemente (…) al haber transcurrido
más de dos años, desde que se impuso la medida cautelar de Detención Provisional (…)
esta se vuelve arbitraria e ilegal, ello en virtud que hasta este momento la Sala de lo Penal
de la Corte Suprema de Justicia, no ha resuelto el Recurso de Casación, de la Sentencia
impugnada, y por ende la Medida Cautelar de la Detención Provisional aún esta
vigente…”(itálicas agregadas).
II.- De conformidad con la Ley de Procedimientos Constitucionales se nombró
Jueza Ejecutora, en el primer proceso de hábeas corpus a la licenciada Sandra Esperanza
Morán González y en el segundo, a la licenciada Josefa Elizabeth Carrillos Oliva, quienes
manifestaron en sus respectivos informes lo siguiente:
1. Que no ha existido restricción ilegal al derecho de libertad personal de la
favorecida Karla Lisbeth Torres Guidos por cuanto el Tribunal de Sentencia de
Cojutepeque resolvió conforme a las leyes y por tanto considera pertinente que se
desestime la pretensión del solicitante.
2. Respecto del proceso iniciado a favor de Ever Omar Mejía Argueta se señaló que
no existe violación respecto de la detención y las causas que la motivaron, por ello
considera que no se han vulnerado los derechos constitucionales del favorecido. Además se
acotó que a consecuencia de encontrarse el proceso penal en casación la sentencia emitida
por el Tribunal de Sentencia de Cojutepeque aún no es firme, lo que a su parecer garantiza
el derecho a recurrir que le asiste al acusado.
III.- 1) Se hace constar que la Sala de lo Penal de esta Corte remitió, a solicitud de
este tribunal, la certificación del expediente penal instruido en contra de los beneficiados,
por medio del escrito de fecha once de mayo de dos mil nueve; en la que se tiene – en lo
pertinente – lo siguiente:
A. Acta policial realizada a las diecisiete horas con treinta minutos del día tres de
noviembre de dos mil seis, en la que se deja constancia de la detención de los favorecidos y
otros imputados.
B. Acta de audiencia inicial celebrada en el Juzgado Primero de Paz de
Cojutepeque, a las trece horas y cuarenta minutos del día nueve de noviembre de dos mil
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seis, en la cual se decreta instrucción formal con medida cautelar de detención provisional
en contra de los procesados Mejía Argueta y Torres Guidos.
C. Auto de instrucción dictado por el Juzgado Primero de Instrucción de
Cojutepeque a las quince horas del día quince noviembre de dos mil seis, en el que se
resuelve – entre otros aspectos – ratificar la medida cautelar impuesta en sede de paz.
D. Acta de audiencia preliminar realizada en el Juzgado Primero de Instrucción de
Cojutepeque a las diez horas con cuarenta minutos del once de julio de dos mil siete, en el
cual se ordena la apertura a juicio en contra de los procesados y se confirma la medida
cautelar de detención provisional.
E. Sentencia condenatoria emitida por el Tribunal de Sentencia de Cojutepeque, a
las dieciocho horas con quince minutos del día diez de octubre de dos mil siete, en cuya
resolución se condena a los favorecidos a cumplir la pena de diez años de prisión por la
comisión del delito de extorsión agravada imperfecta y se establece que “…Continúen con
las medidas cautelares de detención provisional EVER OMAR MEJÍA ARGUETA Y
KARLA LISBETH TORRES GUIDOS mientras no se encuentre firme el presente fallo…”.
F. Escritos firmados por los abogados defensores de los señores Ever Omar Mejía
Argueta y Karla Lisbeth Torres Guidos, respectivamente, mediante los cuales interpusieron
recurso de casación contra la sentencia condenatoria dictada en contra de los referidos
procesados, los cuales fueron presentados el día veintisiete y veintiocho de noviembre de
dos mil siete.
G. Escrito suscrito por la representante fiscal, de fecha veintiocho de noviembre de
dos mil siete, en el que interpone recurso de casación contra la sentencia en cuestión por
haber sido declarados absueltos de responsabilidad penal otros imputados.
H. Resolución emitida por el mencionado tribunal de sentencia, a las diez horas del
día diecisiete de diciembre de dos mil siete, en el cual ordenan la remisión de las
actuaciones a la Sala de lo Penal de la Corte Suprema de Justicia.
2) Por otra parte, se hace constar que la autoridad demandada remitió, mediante
escrito de fecha catorce de octubre de dos mil nueve – agregado al folio 20 de las presentes
diligencias –, certificación de la resolución emitida por dicha sede judicial a las once horas
con treinta y nueve minutos del diecinueve de mayo de dos mil nueve, en la cual declaró
–en lo pertinente– inadmisible el reproche inicial de los recursos en referencia interpuestos
a favor de los imputados Ever Omar Mejía Argueta y Karla Lisbeth Torres Guidos, a la vez
se previno a los recurrentes para que dentro del plazo de tres días hábiles subsanaran las
deficiencias que se advirtieron en dicho proveído.
3) De igual forma, se deja constancia que este tribunal solicitó informe de defensa a
la autoridad demandada –por resolución del veinte de octubre del corriente año –; sin
embargo, la Sala de lo Penal de esta Corte, por medio de su Secretario, se limitó a informar,
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en el escrito de fecha cuatro de noviembre de dos mil diez, que “… esta Sala pronunció
sentencia a las once horas con cuarenta y cinco minutos del día quince de febrero de dos
mil diez, habiendo declarado no ha lugar a casar la sentencia impugnada, por lo que el
expediente ya fue devuelto al tribunal de origen…”. Asimismo, remitió certificación del
proveído en cuestión.
IV.- Antes de analizar las pretensiones de los solicitantes, esta Sala estima necesario
realizar consideraciones doctrinarias y jurisprudenciales respecto a: 1) la medida cautelar
de detención provisional y sus características; 2) “el plazo de caducidad”; y 3) la situación
jurídica de la persona condenada cuando la sentencia aún no está firme.
1. La detención provisional es la medida cautelar con mayor grado de incidencia en
el derecho de libertad personal reconocida por nuestro ordenamiento jurídico, pues lo
restringe de forma severa mediante la reclusión de una persona en un establecimiento
penitenciario.
Esta intromisión rigurosa en el referido derecho de una persona está dispuesta en la
Constitución, específicamente en el artículo 13, sobre la base del cual, y atendiendo además
a lo dispuesto en los tratados internacionales y en la propia ley, podemos decir se requiere
para su imposición y mantenimiento que presente las siguientes características:
A. Jurisdiccional. Esta debe ser decretada exclusivamente por una autoridad
judicial, que además debe estar predeterminada por la ley y ser competente para ello.
B. Excepcional. Ello alude a la necesidad de su aplicación solamente en aquellos
casos donde no existe otro mecanismo menos gravoso para lograr los mismos fines que se
persiguen con la detención provisional. En otras palabras, la detención provisional no debe
constituir la regla general en la determinación de la forma en que el imputado deberá
enfrentar el proceso, pues, de conformidad con el principio de presunción de inocencia, la
regla general debe ser el juzgamiento de las personas en libertad y sólo excepcionalmente
detenidas.
C. Provisional. La detención provisional, como cualquier medida cautelar, no tiene
vocación de perdurar indefinidamente en el tiempo, sino que es provisional en su naturaleza
y no aspira jamás a convertirse en definitiva.
Esta característica puede ser abordada desde dos aspectos: (i) mutabilidad
(variabilidad y revocabilidad) de la detención provisional, derivada de la aplicación de la
regla “rebus sic stantibus”, que consiste en el mantenimiento de la medida cautelar en tanto
subsistan los presupuestos que justificaron su imposición; y (ii) temporalidad, referida a
que su duración tiene un límite en el tiempo, de ahí, que sin necesidad de que exista un
suceso posterior tiene un término que no puede sobrepasarse.
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D. Instrumental. Es decir que ella no es un fin en sí misma sino un mecanismo del
que se sirve el proceso penal para garantizar la vinculación del imputado al mismo y
asegurar la eficacia de la decisión definitiva que ponga fin a este.
2. El artículo 13 inciso 1º de la Constitución señala que “[n]ingún órgano
gubernamental, autoridad o funcionario podrá dictar órdenes de detención o de prisión si
no es de conformidad con la ley, y estas órdenes deberán ser siempre escritas…”, de
manera que dicha disposición establece reserva legal para la configuración de las
condiciones en que podrá decretarse una orden de detención. Es al legislador a quien,
dentro de los límites de la Constitución, se le atribuye la facultad para fijar tales aspectos.
En atención a la citada disposición, el Código Procesal Penal vigente establece en
los primeros dos apartados del artículo 6 que:
“En materia penal no podrá restringirse la libertad personal sino en los casos y
con los requisitos establecidos en este Código.
La detención provisional debe guardar la debida proporción a la pena que se
espera. En ningún caso puede sobrepasar la pena máxima prevista en la ley, ni exceder el
plazo de doce meses para los delitos menos graves o veinticuatro meses para los graves. So
pena de incurrir en responsabilidad penal”.
Referente a ello, el legislador no señala plazos específicos de duración de la
detención provisional, pues en cada caso la autoridad jurisdiccional a cargo del proceso
estimará su procedencia y, por tanto, su continuidad o cesación. Tal señalamiento, además,
no sería viable a partir de la naturaleza de la medida cautelar, pues la temporalidad y
revocabilidad que la caracterizan suponen la constante evaluación de las condiciones en que
aquella fue decretada, de manera que si estas varían sustancialmente disminuyendo o
desvaneciendo la apariencia de buen derecho o el peligro en la demora, podría sufrir
modificaciones en cualquier estado del proceso penal e independientemente del
cumplimiento de algún plazo procesal.
Sin embargo, el legislador sí establece límites máximos que no pueden excederse en
cumplimiento de tal medida cautelar. Este tribunal se ha referido a esta restricción temporal
como “plazo de caducidad” y ha indicado que una vez llegado a su término debe ponerse en
libertad a la persona procesada.
Tal “plazo de caducidad” ha sido establecido por el legislador considerando las
características y finalidades de la medida cautelar de detención provisional, tomando en
cuenta además la posible duración del proceso penal hasta su finalización mediante la
emisión de una sentencia firme.
El término referido vincula a todos los jueces y magistrados encargados de dirimir
el proceso penal, quienes son los principales responsables de procurar la tramitación ágil de
este y controlar el estricto cumplimiento de los plazos procesales, para no exceder el
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término señalado en el artículo 6 del Código Procesal Penal, al que ya se ha hecho alusión,
en garantía del derecho de libertad personal.
Su fundamento también se encuentra en el principio de presunción de inocencia
pues al señalar un límite máximo que no puede superarse impide que la libertad personal
sea restringida más allá de lo estrictamente necesario para lograr los fines ya mencionados,
y evita desnaturalizar la medida, que es cautelar y no punitiva.
3. Respecto a la situación jurídica de la persona condenada cuya sentencia no ha
adquirido firmeza, esta Sala debe reiterar que el proceso penal no finaliza al dictar
sentencia condenatoria en contra del imputado, pues a partir de tal resolución este puede
hacer uso de los mecanismos de impugnación establecidos en la ley y únicamente cuando
aquella deviene firme – por haber transcurrido el tiempo señalado para la utilización de los
mecanismos referidos sin que se haya hecho uso de ellos, por no haber sido admitidos o por
haberse dictado resolución denegándolos – da comienzo la ejecución de la pena impuesta.
Mientras el pronunciamiento no tiene firmeza, la privación de libertad decretada en contra
de un imputado tendrá naturaleza cautelar y por lo tanto su imposición deberá cumplir con
todos los requisitos constitucionales y legales de la detención provisional.
Al dictar una sentencia condenatoria, entonces, el tribunal sentenciador tiene la
obligación de determinar cómo el acusado deberá enfrentar el proceso, en tanto la
ejecución de la pena únicamente comenzará en el momento en que la resolución adquiera
firmeza, de manera que hasta que no suceda esa circunstancia, si el acusado permanece
detenido, lo hará en virtud de la medida cautelar de detención provisional, ya que no
puede sostenerse que el proceso penal haya finalizado y tampoco que se esté cumpliendo
una pena (v. gr., sentencias HC 259-2009 del 17/09/2010 y HC 100-2007 del 15/10/2010).
Lo anterior tiene fundamento en el artículo 12 de nuestra Constitución, que reconoce el
principio de presunción de inocencia.
Por ello, para determinar el plazo en que una persona ha permanecido detenida
provisionalmente deberá partirse del momento en que la misma ha sido impuesta y ello
coincida con su cumplimiento material, hasta que se defina su conclusión o modificación
previo a la finalización del proceso penal o cuando tal restricción cesa por la terminación de
este y deja de surtir efectos para dar paso – según sea el caso – a la ejecución de la
correspondiente pena.
Lo anterior parte de lo dispuesto en el artículo 12 de la Constitución y de la propia
naturaleza de la presunción de inocencia, los cuales permiten aseverar que el tratamiento
otorgado al imputado, en cuanto a la duración de medidas privativas de libertad, no puede
ser disímil en razón de las etapas del proceso penal que se van superando.
Es así, que el mismo legislador establece una disposición legal – el artículo 6
Código Procesal Penal – que no hace diferenciación alguna y determina de forma general
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que la detención provisional no podrá exceder de doce meses en delitos menos graves y de
veinticuatro meses en el caso de ilícitos graves.
Y es que, la inocencia, que se presume hasta que no se establezca lo contrario por
medio de sentencia condenatoria firme, no admite graduaciones, pues no se puede ser en
parte inocente y en parte culpable, ya que de lo contrario se desnaturalizaría tal garantía
constitucional.
En otras palabras, el estado de presunción de inocencia, solamente puede
desvirtuarse con una sentencia condenatoria firme, de tal manera que no se debilita o
disminuye al momento de dictar la sentencia definitiva − v. gr., sentencia HC 1842008/132-2009 del 27/10/2010 −.
En razón de ello, los límites máximos de la detención provisional deben de
calcularse dentro de todo el proceso penal, que finaliza con la emisión de una sentencia
definitiva firme, según los limites establecidos en el artículo 6 del Código Procesal Penal
– ya relacionado – y con fundamento en el artículo 13 de la Constitución.
Lo anterior sin perjuicio que, de conformidad con la posible pena a imponer y
tomando en cuenta las reglas relativas a la suspensión de la pena o a la libertad condicional,
la duración de la detención provisional no tenga la aptitud para llegar a los límites máximos
establecidos en el artículo 6 del Código Procesal Penal, pues en los delitos cuyas penas
poco elevadas no lo permitan, se deberá respetar la regla de cesación de la detención
provisional contenida en el artículo 297 número 2 del Código mencionado, la cual reduce
los límites referidos para los delitos de baja penalidad.
V. Ahora bien, aplicando las consideraciones doctrinarias y jurisprudenciales al caso
planteado se tiene lo siguiente:
1. Los reclamos de los solicitantes consisten en que los señores Karla Lisbeth Torres
Guidos y Ever Omar Mejía Argueta han permanecido detenidos provisionalmente por más
de dos años sin que su situación jurídica se haya determinado por parte de la Sala de lo
Penal de esta Corte, por no haber resuelto – a la fecha de inicio de los procesos de hábeas
corpus ahora acumulados – el recurso de casación interpuesto contra la sentencia dictada
por el Tribunal de Sentencia de Cojutepeque el día diez de octubre de dos mil siete, en la
cual se condenó a los favorecidos a cumplir la pena de diez años de prisión por la comisión
del delito de extorsión agravada imperfecta, y se ordenó además que continuaran en la
detención en que se encontraban hasta la firmeza de dicha decisión.
Es preciso señalar que el delito antes mencionado está previsto en el artículo 214 del
Código Penal en relación con el artículo 68 del mismo cuerpo legal, el cual tiene una pena
en abstracto que oscila entre cinco a diez años de prisión. Ello significa que, de
conformidad con lo establecido en el artículo 18 del Código Penal, es un delito calificado
como grave, pues el límite máximo de la pena en abstracto supera los tres años de prisión y
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por tanto el límite máximo de detención provisional –según el artículo 6 del Código
Procesal Penal – es de veinticuatro meses.
En el caso particular, se ha verificado con la certificación del expediente penal que
los favorecidos estuvieron privados de su libertad personal en las etapas previas del proceso
penal, desde la imposición de la detención provisional en audiencia inicial celebrada el día
nueve de noviembre de dos mil seis, por lo que, a la fecha de presentación de los primeros
procesos de hábeas corpus − el dos de marzo de dos mil nueve −, los imputados estuvieron
detenidos de manera provisional aproximadamente veintisiete meses.
También, esta Sala ha corroborado que dentro del plazo para impugnar la referida
sentencia condenatoria, los defensores de los favorecidos presentaron – tal como ya se
indicó– recursos de casación los días veintisiete y veintiocho de noviembre de dos mil
siete, del cual se ordenó su remisión a la Sala de lo Penal por el tribunal sentenciador
mediante resolución de las diez horas del día diecisiete de diciembre de ese año.
A ese respecto, debe decirse que si bien no consta en la certificación del respectivo
proceso penal la fecha exacta en que se hizo efectiva dicha orden, así como tampoco fue
comunicado por la autoridad demandada en el informe de defensa requerido por este
tribunal, existen datos periféricos que permiten determinar que la Sala de lo Penal de esta
Corte recibió el proceso en el año dos mil siete. En primer lugar, el número de expediente
asignado al recurso de casación que registra su pertenencia al año dos mil siete (727-CAS2007); y por otra parte, el Tribunal de Sentencia de Cojutepeque ordenó la remisión de las
actuaciones a la autoridad demandada el día diecisiete de diciembre de ese mismo año. Por
tanto, es dable afirmar que la Sala de lo Penal tuvo a su cargo el respectivo proceso y a los
imputados desde los últimos días hábiles del mes de diciembre del año dos mil siete.
Es así que a partir del momento en que la Sala de lo Penal de esta Corte recibió el
proceso penal hasta la presentación de los primeros dos hábeas corpus que nos ocupan
habían transcurrido aproximadamente quince meses, lapso en el cual los favorecidos
estuvieron cumpliendo la medida cautelar de detención provisional durante el trámite del
recurso de casación interpuesto contra la sentencia dictada por el Tribunal de Sentencia de
Cojutepeque.
Por tanto, según se señaló, de acuerdo con el artículo 6 del Código Procesal Penal se
tiene que el límite máximo de detención provisional para el caso en concreto es de
veinticuatro meses. De forma que, cuando se promovieron los procesos constitucionales a
favor de ambos beneficiados, estos permanecían detenidos provisionalmente aún superado
el límite máximo al que se ha hecho alusión mientras la Sala de lo Penal de esta Corte
resolvía el recurso de casación antes referido.
Así, al haberse establecido el cumplimiento en exceso de la medida cautelar sujeta a
control constitucional más allá del límite temporal máximo, a partir de los criterios fijados
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por esta Sala en atención a la norma que los regula, se colige que esta se desnaturalizó y
devino irrazonable, habiendo transgredido en consecuencia el derecho fundamental de
libertad personal de los señores Karla Lisbeth Torres Guidos y Ever Omar Mejía Argueta.
De igual forma, esta Sala advierte que la medida cautelar de detención provisional
que cumplían los favorecidos se prolongó hasta el quince de febrero de dos mil diez, fecha
en la cual la Sala de lo Penal de esta Corte resolvió no ha lugar el recurso de casación
interpuesto por los defensores de los beneficiados. Lo anterior significa que los favorecidos,
en total, estuvieron privados de su libertad física aproximadamente treinta y nueve meses.
Vale decir que son irrelevantes, para efectos de determinar la existencia de una
violación constitucional como la alegada, las razones del exceso referido. Y es que si, como
arriba se dijo, el legislador tiene reserva para configurar las condiciones en que podrá
decretarse una orden de detención y este ha señalado como límites perentorios
improrrogables los contenidos en el artículo 6 – reforzado con lo establecido en el artículo
297, ambos del Código Procesal Penal –, tales límites son coherentes con la propia
configuración y alcances del principio de presunción de inocencia e impiden que la medida
cautelar de detención provisional se convierta en una pena anticipada. Aceptar la
posibilidad para el juzgador de transgredir el término señalado por el legislador, significaría
desnaturalizar la medida cautelar, pues implicaría reconocer la inexistencia de límites
objetivamente determinables que permitirían la prolongación de una medida de coerción
personal, que se caracteriza por su excepcionalidad y necesidad.
Lo anterior, significa que no se puede trasladar al imputado las consecuencias del
incumplimiento de los términos perentorios que señala el legislador en cuanto a la
detención provisional, cuando es la propia actividad – o inactividad – de las instituciones
del Estado la que provoca el exceso.
VI.- Con relación a los efectos de la presente decisión, es preciso reiterar que la Sala
de lo Penal de esta Corte informó que había pronunciado sentencia a las once horas con
cuarenta y cinco minutos del día quince de febrero de dos mil diez – tal como consta al
folio 70 de las presentes diligencias –, en la cual declaró no ha lugar a casar la sentencia
condenatoria dictada en contra de Karla Lisbeth Torres Guidos y Ever Omar Mejía
Argueta.
De modo que la condición jurídica de los ahora favorecidos ha variado en relación
con el momento en que se promovieron los tres procesos de hábeas corpus ahora
acumulados, pues actualmente ya no se encuentran en cumplimiento de la medida cautelar
de detención provisional – acto de restricción sometido a control por medio de este hábeas
corpus – sino de la pena impuesta en su contra, por haber adquirido firmeza la sentencia
condenatoria emitida por el Tribunal de Sentencia de Cojutepeque.
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Por lo anterior, el efecto de la presente resolución no puede constituir la orden de
libertad de los señores Karla Lisbeth Torres Guidos y Ever Omar Mejía Argueta, pues su
restricción ahora depende de un acto posterior al reclamado en este proceso, cuya
constitucionalidad no ha sido cuestionada ante esta Sala.
En virtud de las razones expuestas y de conformidad con los artículos 2, 12 y 13 de
la Constitución, esta Sala RESUELVE:
1) Ha lugar a los hábeas corpus acumulados y solicitados a favor de los señores
Karla Lisbeth Torres Guidos y Ever Omar Mejía Argueta, por haberse vulnerado sus
derechos a la presunción de inocencia y seguridad jurídica con incidencia en su libertad
personal por parte de la Sala de lo Penal de la Corte Suprema de Justicia, continúen los
favorecidos en la situación jurídica en que se encuentren por los motivos expuestos en el
considerando VI de esta resolución.
2) Remítase a la Sala de lo Penal de esta Corte la certificación del proceso penal con
referencia 143-C3-07, la cual consta de cuatro piezas.
3) Notifíquese el presente pronunciamiento y oportunamente archívense las
correspondientes diligencias.
---J. B. JAIME---F. MELÉNDEZ--- E. S. BLANCO R.---R. E. GONZÁLEZ B.--PRONUNCIADO POR LOS SEÑORES MAGISTRADOS QUE LO SUSCRIBEN---E.
SOCORRO C.---RUBRICADAS.
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