INICIATIVA DE LEY CON PROYECTO DE DECRETO QUE

Anuncio
INICIATIVA DE LEY CON PROYECTO DE DECRETO QUE REFORMA LOS ARTÍCULOS 365, 373,
377, 386 y 390; Y ADICIONA EL ARTÍCULO 391 TRIS, DE LA LEY FEDERAL DEL TRABAJO,
REGLAMENTARIA DEL APARTADO A) DEL ARTÍCULO 123 CONSTITUCIONAL.
LA SUSCRITA, MA. DEL CARMEN MARTÍNEZ SANTILLÁN, DIPUTADA FEDERAL INTEGRANTE DEL GRUPO PARLAMENTARIO
DEL PARTIDO DEL TRABAJO EN LA LXII LEGISLATURA DEL HONORABLE CONGRESO DE LA UNIÓN, CON FUNDAMENTO EN LO
DISPUESTO POR EL ARTÍCULO 71, FRACCIÓN II DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, ASÍ
COMO POR LOS ARTÍCULOS 6 NUMERAL 1, FRACCIÓN I, 77 NUMERAL 1 Y 78 DEL REGLAMENTO DE LA CÁMARA DE
DIPUTADOS, SOMETO A LA CONSIDERACIÓN DE ESTA SOBERANÍA, LA SIGUIENTE INICIATIVA CON PROYECTO DE DECRETO
QUE REFORMA LOS ARTÍCULOS 365, 373, 377, 386 y 390; Y ADICIONA EL ARTÍCULO 391 TRIS, DE LA LEY FEDERAL DEL
TRABAJO, REGLAMENTARIA DEL APARTADO A) DEL ARTÍCULO 123 CONSTITUCIONAL, AL TENOR DE LA SIGUIENTE:
EXPOSICIÓN DE MOTIVOS
Se han definido a los sindicatos como “a las asociaciones regulares o permanentes para regular las relaciones entre
trabajadores y dadores de trabajo para imponer condiciones y ordenar cualquier profesión o trabajo”.
Pocos temas son como el del sindicalismo tan proclives a ser abordados con prejuicio. Nada tan difícil de superar,
pero no por eso menos obligatorio. Ningún estudio de problemas sociales exige la deshumanización, ni la represión
de creencias y convicciones; pero es incompatible con el prejuicio y con la estrechez mental que lleva a discriminar
por motivos extracientíficos.
La ciencia del Derecho del trabajo exige más que una sola dogmática más o menos extendida de historia viviente.
El relieve, del que esta ciencia tiene necesidad, es el de la sociología y también de la filosofía. Es necesario
constatar que el Derecho del trabajo tiene mucho que ganar en la integración de toda la ciencia jurídica en la
economía, la biología, la psicología y la medicina misma.
El término sindicalismo para significar "el movimiento desarrollado en los últimos cien años en el ámbito de la
producción industrial caracterizado por la tendencia de los trabajadores a agruparse en asociaciones estables,
distribuidas profesionalmente y dirigidas a defender los intereses, reivindicar los derechos y luchar por las
aspiraciones colectivas de los mismos".
Parece que esta definición es suficientemente clara y comprensiva del fenómeno que estudiamos y dice mucho más
que la que registra el Diccionario de la Real Academia: "sistema de organización obrera por medio del -sindicato";
también es más clara para los lectores de Argentina y Latinoamérica que la que propone Welty: "determinada
orientación sindical cuyas características son, la estructuración sobre las bases locales, no profesionales o de
asociaciones; el empleo de la fuerza de la «acción directa»; el dominio inmediato de los bienes productivos por
parte -del trabajador", o "todo orden social basado en las dos partes del mercado de trabajo, es decir, en la
colaboración armónica de las asociaciones obreras con las patronales".
La raíz latina del término del cual deriva sindicalismo. En efecto "síndico" proviene de syndicus y éste del griego
"con justicia".
Por ejemplo Mario De la Cueva, incluye en su concepto de sindicalismo una dinámica política al identificarla con
"una regla de acción encaminada a provocar la transformación de la sociedad y del Estado" , postulación apoyada
en base marxista que el autor se encarga de exponer.
Al tratar el sindicalismo a partir de aquella definición, excluimos el sindicalismo patronal, movimiento nacido a
manera de "desquite", como respuesta o reacción frente al sindicalismo -obrero, señalando, además, que como
hecho histórico y sociológico son dos realidades originales que no se mezclan y cuyos papeles no pueden ser
asimilados.
El fenómeno social del sindicalismo, se manifiesta dentro de un contexto mayor que es la profesión entendida
como el conjunto de trabajadores que participan en el ejercicio -de un mismo oficio o de una misma serie de
oficios. Se trata de una categoría social o de un cuerpo intermedio que puede dar lugar a fenómenos sociales desde
el momento en que se organiza en sindicatos, organismos que como es sabido organizan la solidaridad en sentido
horizontal, a la inversa de lo que en un régimen corporativo encontraríamos, o sea la organización de la solidaridad
vertical, reuniendo a todos los representantes de la profesión en un solo organismo común.
En ese contexto, La connotación libertad tiene sus orígenes en la raíz latina “libertatem”, acusativo para “libertas”
y ésta del adjetivo “liber” que significa libre; aunque existe otro origen de la raíz indoeuropea (e)leudh- como en
griego ἐλεύθερος (eléutheros), que significa libre, emparentada con el germánico leudi que deriva al alemán
moderno en Leute (gente) refiriéndose probablemente a la gente libre en contrapartida a “Volk” que
originariamente era la gente guerrera.
La libertad significa la posibilidad de acción, opciones reguladas por el orden jurídico con la finalidad de hacerlas
compatibles dentro de una sociedad.
La libertad en cuanto ejercicio, no es una facultad absoluta, omnímoda e ilimitada. El ser humano es libre pero su
libertad no puede ir en contra de los principios morales básicos ni en contra de las libertades ajenas. Por eso el
derecho interviene para hacer compatibles las cualidades y aptitudes del ser humano, para que todos los
componentes de la sociedad tengan la posibilidad de actuar dentro de los límites del equilibrio y la armonía social.
En esa guisa, la libertad sindical es pues una manifestación de la libertad humana, y su ejercicio lleva, a la
perfección y realización del trabajador.
"El origen de la libertad de asociación profesional parece encontrarse en la libertad de trabajo y de industria, ya que
la libertad de trabajo sin la de asociación sería incompleta, desprovista de sentido. El trabajador aislado queda a
merced del más fuerte; y su libertad] por más que se la proclame enfáticamente, resulta nula, incierta, falsa. El
individualismo obrero frente a la coalición natural de fuerzas, de medios, de relaciones de capital, no constituiría
otra cosa que la negación de toda libertad" .
En definitiva, como puede deducirse de esto, el fundamento último de la libertad sindical, considerada como el
derecho de los trabajadores a formar asociaciones con objeto profesional, reside en la esencia misma del derecho
subjetivo que es la igualdad. Tener derecho es ser, en el régimen de la convivencia, titular de una condición de
igualdad respecto a los semejantes constituida por una conducta de los semejantes, es decir, que lo iguale.
Como acertadamente lo señala la Oficina Internacional del Trabajo la base que consagra la libertad de asociación
está en los sistemas de igualdad jurídica en las relaciones sociales y en la libertad económica, ya que sin una y otra
es imposible desenvolver un derecho de asociación destinado a defender intereses de orden profesional.
La libertad sindical se apoya en el derecho a la personalidad del trabajador como medio de protegerla y lograr el
respeto de otros derechos que hacen al cumplimiento de realización como hombre. La misma afirmación que
acabamos de expresar nos lleva a una significativa cuestión, cual es la idea de los límites del derecho de asociación
(libertad sindical).
Considerado desde este punto de vista el tema se presta a señalar que la limitación del derecho de asociación
(libertad sindical), se manifiesta también cuando la asociación resulta impuesta, en la terminología corriente la
cuestión a que me refiero es la que se plantea bajo una alternativa: sindicato libre o sindicato obligatorio.
Lo primero resulta de un sistema legal que garantice la libertad de asociarse al sindicato que el trabajador prefiera,
o que simplemente prescinda de establecer normas relativas al ejercicio de aquel derecho.
Lo segundo puede derivarse también de un régimen legal obligatorio que no permita opción, sea porque ha
establecido el sindicato único, sea porque bajo la apariencia de un pluralismo sindical se esconde un régimen de
sindicato único.
También puede darse la sindicación obligatoria, impuesta por los mismos trabajadores bajo amenazas y violencias,
o utilizando otros medios que se vinculan con cláusulas convencionales (cláusulas sindicales).
Si bien lo relativo al sindicato obligatorio se vincula con el derecho "negativo" de asociación. La obligatoriedad de
afiliación a un sindicato exclusivo impuesto por la autoridad pública, se representa, sin duda, una total violación
del derecho subjetivo de asociación (considerado como la posibilidad de constituir asociaciones libremente) y que
se traduce eventualmente en la conversión del sindicato en un ente público. Lo mismo sucede en los casos de los
sindicatos únicos, lo cuales coaccionan la libertad de los trabajadores al no permitirles su integración a otros
sindicatos o la formación de nuevos.
Se puede afirmar que el convenio internacional de OIT, establece la facultad de los trabajadores de formar las
organizaciones sindicales que deseen, absteniéndose el Estado de intervenir en la vida interna de estas
organizaciones.
Sobre este tema y en relación con el convenio referido, la Constitución mexicana dispone en la fracción XVI del
apartado A del artículo 123 Constitucional:
Artículo 123. Toda persona tiene derecho al trabajo digno y socialmente útil; al efecto, se promoverán la creación
de empleos y la organización social para el trabajo, conforme a la ley.
El Congreso de la Unión, sin contravenir a las bases siguientes, deberá expedir leyes sobre el trabajo, las cuales
regirán:
A. Entre los obreros, jornaleros, empleados, domésticos, artesanos y, de una manera general, todo contrato de
trabajo:
…………………………………………………………………………………………
XVI. Tanto los obreros como los empresarios tendrán derecho para coaligarse en defensa de sus respectivos
intereses, formando sindicatos, asociaciones profesionales, etcétera.
…………………………………………………………………………………………
En ese sentido México, en el artículo 123 constitucional ha consagrado la libertad sindical con un sentido pleno de
universalidad, partiendo del derecho personal de cada trabajador a asociarse y reconociendo un derecho colectivo,
una vez que el sindicato adquiere existencia y personalidad propias.
Ahora bien, los sindicatos gozan de ciertos derechos y obligaciones, Mario de la Cueva, divide los derechos
sindicales en “directos y reflejos: los primeros derivan del derecho estatutuarios y de los beneficios logrados por la
actividad de los sindicatos, los segundos son las prerrogativas que la Ley otorga a los trabajadores sindicatos
respecto de quienes no los son”.
En ese sentido, dentro de los derechos que tiene los sindicatos, se encuentra el que, puedan firmar con la parte
patronal el contrato colectivo del trabajo, a propósito del "contrato colectivo" se ha señalado por la doctrina la
enorme fuerza sugestiva de la denominación, la que, a pesar de los renovados intentos de cambiarla por la que se
supone más adecuada a la realidad jurídico-social, se impuso innegablemente de una manera definitiva, como
expresión que resume la tendencia moderna a dejar que sean los sindicatos legalmente reconocidos, quienes
determinen las condiciones generales y mínimas del trabajo, a las que deben someterse los trabajadores y los
dadores de trabajo, al celebrar sus contratos singulares.
En un plano de rigurosa técnica jurídica, la verdad es que, las palabras, los términos y las definiciones, son recursos
que sólo valen para expresar o significar jurídicamente un hecho, un acto o una relación y, desde que la doctrina
está de acuerdo en que "pacto", "acuerdo", "convenio", "contrato" o "convención" colectiva de trabajo significa la
misma cosa, o sea, la contratación del trabajo para toda una categoría realizada por los sindicatos legalmente
reconocidos para representarlas, la denominación tiene poca importancia.
El contrato colectivo de trabajo es la mejor expresión de la nueva sociedad, así como el contrato individual lo fue
de la sociedad liberal. El jurista no podría comprender el sentido y el alcance de esta figura jurídica, si no aceptara
el "hecho social", como una consecuencia de la transformación del sustractum que da vida al Derecho. ¿Cómo
podría imaginar el contrato colectivo en la era del iluminismo, si la Revolución Francesa que asimiló su filosofía,
concibió la autonomía de la voluntad como el resultado de la creencia de que los hombres son por naturaleza
iguales ante la ley? La sociedad liberal destruyó las corporaciones por entender que se oponían al desarrollo de las
potencias creadoras del hombre y señaló al Estado solamente una función de vigilancia del orden, con abstención
absoluta de intervenir en las relaciones privadas, entre las que naturalmente se contó al trabajo.
Si los hombres eran iguales y libres, como decía la "Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano", el
trabajador podía disponer libremente de sus energías, de su trabajo como mejor le conviniera e indudablemente, el
dador de trabajo, contratarlo como mejor conviniera a sus intereses.
Librado así el obrero a sus propias fuerzas, pronto se vio arrastrado al juego de la oferta y de la demanda, y como
eran más los que pedían trabajo que los que lo daban, no tuvo más alternativa que aceptar las condiciones cada vez
más duras del patrón o morirse de hambre. Era el aguijón económico de la miseria, la desesperación del desempleo,
el que imponía, la férrea disciplina del trabajo.
El trabajo del hombre fue considerado como una "mercancía" y el salario el justo precio de su compraventa. La
realidad mostraba que la igualdad del trato entre trabajadores y patronos no era posible, porque aquéllos no tenían
libertad para decidir; debían aceptar sin discutir, no solamente el magro salario, sino también las miserables
condiciones de trabajo que se traducían en largas y agotadoras jornadas; tareas insalubres; útiles y máquinas
carentes de toda seguridad para la integridad física; inseguridad, falta de higiene, desempleo, etcétera; en fin, el
contrato individual no reflejaba más que la voluntad del más fuerte, que era siempre la del patrón. Ese era, por otra
parte, el orden por el que se preocupaba el Estado: mantener el orden de la explotación del poseedor del capital.
La concentración de grandes masas de obreros alrededor de la máquina, al tiempo que desarrolló el espíritu de
solidaridad, despertó el afán de ahogadas reivindicaciones sociales, y el sindicato fue el organismo hábil que
consiguió canalizar la incontenible rebelión de los oprimidos, convirtiéndose pronto en un poderoso instrumento de
lucha.
En Inglaterra, donde precisamente la explotación del obrero era más aguda que en ningún otro país civilizado, el
sindicato salió a la liza defendiendo los intereses de la clase trabajadora, y muchas veces consiguió del Estado
intervenciones efectivas, aunque aisladas, para corregir los excesos del capitalismo.
No era suficiente, sin embargo, pues a la inercia y letargo del Estado se unía ahora la organización de los sindicatos
patronales, conocidos por el nombre de "amarillos", que se encargaban de denunciar a los huelguistas y rebeldes a
las autoridades de represión y de romper las huelgas, con lo cual, prácticamente, dejaban sin posibilidades de éxito
a los sindicatos obreros.
A los principios del sindicalismo socialista (ley de resistencia o sindicato), concepto eminentemente clasista,
sostuvo el principio de la colaboración de las fuerzas productivas, no siendo insalvable la oposición de intereses
entre dador y prestador de trabajo. El contrato colectivo viene a ser una manifestación de solidaridad entre el
capital y el trabajo. De la colaboración de las fuerzas surgen deberes y derechos recíprocos, que dan vida al
principio corporativo.
El contrato colectivo de trabajo presenta ante los ojos del observador características desconocidas, que no
encuentran cabal expresión ni ubicación en los conocidos y tradicionales conceptos jurídicos.
Las divergencias acerca de lo que es en esencia el contrato colectivo de trabajo, ha llevado a los sociólogos,
políticos, economistas y a los juristas a las más hondas y lejanas especulaciones científicas, relacionando esta
figura con los fines del Estado y la posición del hombre frente a la sociedad.
Dijo Unsain que el mismo término "contrato" es, en realidad, fuente de confusiones. El contrato colectivo de
trabajo no es, en efecto, un contrato, decía el desaparecido jurista, y ésta es una de sus características.
Un contrato de trabajo supone por parte del obrero la obligación de trabajar y por parte del patrón, la de abonar el
salario. En el contrato colectivo de trabajo, tales obligaciones no existen. Las dificultades para precisar su concepto
aumentan, cuando se pretende indicar su naturaleza, que, como veremos, dividió la doctrina en grupos de los más
variados matices.
El contrato colectivo de trabajo no debe confundirse con el contrato de equipo, por el cual, el patrón, en vez de
estipular individualmente con varios obreros, estipula en bloc o en conjunto con un grupo de obreros.
Tampoco debe confundirse el contrato colectivo de trabajo con la reglamentación intersindical. Difieren
profundamente. La reglamentación se limita a predisponer las cláusulas que formarán parte de los futuros contratos
por medio de los cuales el empresario tomará personal para su establecimiento y, por eso, en cuanto se refiere a
futuros contratos individuales, si de contrato se quiere hablar, pertenece a la categoría de los "contratos
normativos". Este tipo de contrato no se limita a crear derechos y obligaciones con respecto a un caso concreto qué
concierna individualmente a los contrayentes o a los terceros, sino que se establece una regulación general y
abstracta. Se distingue por su contenido general y abstracto, que, naturalmente, se refleja en regulación jurídica.
Barassi apunta que se suele contraponer el contrato colectivo de trabajo al "contrato tipo", que no son dos
instituciones heterogéneas. Sin embargo, dice, hay alguna diferencia. El contrato colectivo de trabajo es un acuerdo
colectivo normativo estipulado entre asociaciones sindicales reconocidas y destinado a producir efectos jurídicos
en las categorías Representadas respecto de las relaciones de trabajo o de las relaciones económicas. En vez el
"contrato tipo" es precisamente un tipo, un esquema, un proyecto de contrato. El contenido del convenio colectivo
está formado de ordinario, aunque no necesariamente, por cláusulas expresadas en forma abstracta y normativa;
pero no excluye que su contenido sea un "contrato-tipo" que reproduzca, sin más, el esquema de futuros contratos
individuales. Se trata, en fin, de una diferencia sólo en cuanto al modo de presentar, en el contrato colectivo, las
normas que regularán la estipulación de los futuros contratos individuales.
Como se ha párrafos precedentes, el contrato colectivo de trabajo, surgió como la necesidad de los trabajadores de
organizarse en sindicatos, a efecto de defender sus derechos básicos, en contra de los abusos de los patrones.
No obstante que los contratos colectivos de trabajo surgieron con una finalidad específica (defensa del trabajador
sindicalizado), en la práctica se ha dado la indebida utilización de este tipo de trabajos para el efecto de proteger a
la parte patronal mediante la simulación de estos contratos, a los cuales se les ha conocido como “contratos
colectivos de trabajo de protección”.
En ese contexto la Federación Internacional de Trabajadores de las Industrias Metalúrgicas, miembro activo de la
Campaña Internacional contra los Contratos Colectivos de Protección Patronal en México, presentó, el 5 de febrero
del 2009, una queja ante el Comité de Libertad Sindical de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) por
violaciones al Convenio 87 de los derechos sindicales en México, acusación que el gobierno mexicano negó, en su
respuesta del 22 de marzo de 2010, la existencia de los Contratos Colectivos de Protección Patronal, así como los
argumentos y pruebas presentadas, pidiendo a esa instancia internacional desechara la queja.
La queja señala en lo fundamental la existencia de Contratos Colectivos de Protección Patronal, como una práctica
que nulifica el goce y ejercicio de los derechos laborales, así como también “las dificultades que operan para la
formación de sindicatos y su registro formal ante las autoridades de trabajo, incluyendo el sistema de toma de
nota, las reglas prácticas que operan para acceder a la contratación colectiva en sus distintas etapas, desde el
nacimiento, firma o celebración, hasta la revisión periódica y su terminación, así como el establecimiento de
mecanismos que impiden el cumplimiento satisfactorio de los derechos contenidos en el Convenio 87.
En este sentido, el gobierno mexicano niega la existencia de los Contratos Colectivos de Protección Patronal bajo
el argumento de que el sistema jurídico no los prevé y para ello se apoya en algunos artículos de la Ley Federal del
Trabajo.
Sin embargo, la justificación del gobierno mexicano, en el sentido de que la legislación laboral no reglamento los
contratado colectivos de protección patronal, por sólo ese hecho, no es indicativo de que la realidad jurídica del
país no existan, pues si atendemos a la Teoría Tridimensional del Derecho [véase Miguel Reale] o la teoría de los
tres círculos [véase Eduardo García Maynez], establecen que hay situaciones o circunstancias de “hecho” que no
han sido regulas por la norma jurídica, empero eso no significa, que no existan, por el contrario, el Derecho debe
de normar dichas circunstancias de hecho.
Ahora bien, en la Campaña Internacional contra los Contratos Colectivos de Protección Empresarial en México, la
exponente Hypatia Velasco Ramírez, dio los datos siguientes:
El 90 por ciento de las y los trabajadores en México ve afectada su situación laboral debido a la existencia de 14
mil 187 Contratos Colectivos de Protección Laboral (CCPP), firmados a sus espaldas, por lo cual diversas
organizaciones sindicales anunciaron hoy el inicio de una Campaña Internacional contra dichos contratos.
Tan sólo en el Distrito Federal, existen 6 mil 763 de estos contratos, considerados por organismos sindicales como
“actos de corrupción mediante los cuales los derechos de las y los trabajadores son robados por supuestos líderes
que luego los venden a los patrones, en una práctica de simulación de la relación laboral”.
Empresas como Wal-Mart, del Grupo Cifra, y Sanborns, del Grupo Carso, que preside Carlos Slim Helú, son
ejemplo de cómo operan los CCPP.
La campaña tiene como objetivo denunciar la existencia de los CCPP, erradicarlos e incidir en los medios
legislativos para eliminar las leyes que permiten su vigencia.
Wal-Mart es una transnacional que en 2006 abrió su establecimiento número mil, la tienda minorista más grande en
México y Latinoamérica, según el Frente Nacional contra Wal-Mart, organismo integrado en 2005 con motivo de
la apertura de una tienda de esta cadena de almacenes en la zona arqueológica de San Juan Teotihuacan.
Según el Frente, que ha hecho distintas denuncias acerca de violaciones de Wal-Mart al uso de leyes ecológicas,
laborales y normas de vialidad en los lugares donde se establece, la empresa cuenta actualmente en la República
Mexicana con 130 mil trabajadoras y trabajadores asalariados y 35 mil más empleados acomodadores de autos,
conocidos como “viene-viene”, y empacadores (cerillos) estos últimos menores de edad.
Sanborns es la cadena de tiendas propiedad de Carlos Slim Helú, quien es considerado por la revista Forbes como
el hombre más rico del mundo al alcanzar la cifra de 67 mil 800 millones de dólares, con lo que superó en 9 mil
millones la fortuna de Bill Gates.
No obstante las enormes utilidades que produce la empresa y que se manifiesta en las cifras de su fortuna, las y los
trabajadores empleados en las 78 tiendas de la zona metropolitana de la Ciudad de México se encuentran
contratados, según el doctor Alfonso Bouzas investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM), bajo los CCPP y cuya titularidad es del Sindicato Nacional de Trabajadores y Empleados de Sanborns
Hermanos, productora de alimentos, SA de CV.
En ese sentido, los contratos colectivos de trabajo de protección patronal son una realidad más que evidente, a la
que la Secretaria del Trabajo y Prevención Social, así como las Juntas Locales y Federales de Conciliación y
Arbitraje, han sido omisas en realizar una verdadera protección de los derechos de los trabajadores y no una
simulación.
La simulación jurídica en los contratos de protección patronal han sido producto de la actual redacción de la Ley
Federal del Trabajo, que ha otorgado a los patrones y autoridades gubernamentales el control del derecho sindical,
desde los registros sindicales (toma de nota) hasta la validez de la declaratoria de huelga, entre otros.
Ejemplo de lo anterior, lo fue el líder Ramón Gámez Martínez, quien en 2005 era dueño de más de 2 mil contratos
colectivos en el país que le generan ingresos mensuales por 10 millones de pesos y el control sobre el destino de
más de 50 mil empleados, adscritos a 11 ramas de la industria y los servicios: aviación, petroquímica, puertos,
telefonía celular, tiendas departamentales, servicios bancarios, laboratorios farmacéuticos, construcción, alimentos,
hoteles, restaurantes, maquiladoras, etcétera.
Mantenía el control en un centenar de empresas, entre las que destaca McDonald's, Cinemex, Xerox, Telcel,
Aviacsa, Aerocaribe, Acumuladores Mexicanos LTH, Sony Music Entertainment, Evenflo, Centros de Integración
Juvenil, Transportes Figuermex, Transter, Líneas Unidas del Sur; universidades como la Del Valle de México,
Latinoamericana, Femenina de México, Colegio La Salle; de las editoriales: Planeta, Bruguera, Gustavo Gili, "y
hasta agencias de noticias (sic) como El Universal"; además, la mayoría de líneas aéreas extranjeras que operan en
México, entre muchas otras.
Sólo en el Distrito Federal, según información de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje, cinco de los sindicatos
donde había sido registrado como secretario general tienen mil 400 contratos que involucraban a más de 30 mil
trabajadores. Uno de los más grandes es el Progresista Justo Sierra de Trabajadores de Servicios de la República
Mexicana. En 10 más aparecía como secretario general adjunto, alternando con algunos de sus empleados y socios
como titulares.
Derivado de lo anterior, el objetivo de la presente iniciativa radica en realizar modificaciones a la Ley Federal del
Trabajo, a efecto de dar una mayor certeza, en el sentido de que el sindicato de solicite la firma de un contrato
colectivo de trabajo, en verdad represente a los trabajadores de un centro de trabajo determinado y no se realice una
mera simulación.
Asimismo para imponer la obligación de las Juntas de Conciliación y Arbitraje, de realizar una investigación
cuando en sus registros conste que un Sindicato o sindicatos tienen firmados dos o más contratos colectivos de
trabajo, a efecto de que indague si efectivamente dicho sindicato representa a los trabajadores de la fuente laboral,
y así evitar contratos colectivos de trabajo de protección patronal, en el que los trabajadores desconocen quién es el
sindicato que los representa e inclusive ni siquiera forman parte del sindicato que tiene la titularidad del contrato
colectivo del trabajo con la patronal.
CON BASE A LO ANTERIORMENTE EXPUESTO, Y CON FUNDAMENTO EN EL ARTÍCULO 71,
FRACCIÓN II DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, ME
PERMITO SOMETER A LA CONSIDERACIÓN DE ESTE HONORABLE CONGRESO DE LA UNIÓN, LA
SIGUIENTE:
INICIATIVA DE DECRETO QUE LOS ARTÍCULOS 365 FRACCIÓN II, 373 PÁRRAFO TERCERO,
377 FRACCIÓN III, 386 y 390; Y ADICIONA EL ARTÍCULO 391 TRIS, DE LA LEY FEDERAL DEL
TRABAJO, REGLAMENTARIA DEL APARTADO A) DEL ARTÍCULO 123 CONSTITUCIONAL,
PARA QUEDAR COMO SIGUE:
Artículo Primero. Se reforman los artículos 365 fracción II, 373 párrafo tercero, 377 fracción III, 386 y 390 de la
Ley Federal del Trabajo, reglamentaria del apartado A) del artículo 123 Constitucional, para quedar como siguen:
Artículo 365. (…)
I. (…)
II. Una lista con el número, nombres, firmas y domicilios de sus miembros y con el nombre y domicilio de los
patrones, empresas o establecimientos en los que se prestan los servicios;
III. (…)
IV. (…)
Artículo 373. (…)
(…)
En todo momento cualquier trabajador tendrá el derecho de solicitar información a la directiva, sobre la
administración del patrimonio del sindicato, misma que deberá de ser entregada dentro del plazo de diez días.
(…)
Artículo 377.- (…)
I. (…)
II. (…)
III. Informar a la misma autoridad cada tres meses, por lo menos, de las altas y bajas de sus miembros, anexando
la documentación que así lo acredite.
(…)
Artículo 386.- Contrato colectivo de trabajo es el convenio celebrado entre uno o varios sindicatos de trabajadores,
previo el acuerdo de la asamblea o asambleas, y uno o varios patrones, o uno o varios sindicatos de patrones,
con objeto de establecer las condiciones según las cuales debe prestarse el trabajo en una o más empresas o
establecimientos.
Artículo 390. El contrato colectivo de trabajo deberá celebrarse por escrito, previo el acuerdo de la asamblea del
sindicato de que se trate, bajo pena de nulidad. Se hará por triplicado, entregándose un ejemplar a cada una de las
partes y se depositará el otro tanto en la Junta de Conciliación y Arbitraje o en la Junta Federal o Local de
Conciliación, la que después de anotar la fecha y hora de presentación del documento lo remitirá a la Junta Federal
o Local de Conciliación y Arbitraje.
Artículo Segundo. Se adiciona el artículo 391 TRIS de la Ley Federal del Trabajo, reglamentaria del apartado A)
del artículo 123 Constitucional, para quedar como siguen:
Artículo 391 TRIS. Las Juntas de Conciliación y Arbitraje, realizarán de oficio una investigación, cuando un solo
sindicato tenga la titularidad de dos o más contratos colectivos de trabajo, a efecto de determinar que el referido
sindicato efectivamente representa a los trabajadores de la fuente de trabajo con la que se firma el contrato.
Si de la investigación realizada se determina que el sindicato no representa a los trabajadores de la fuente de
trabajo con la que se firmó el contrato, el mismo será nulo de pleno derecho.
ARTÍCULO TRANSITORIO
Único. El presente Decreto entrará en vigor al día siguiente de su publicación en el Diario Oficial de la Federación.
En México, Distrito Federal, a los dieciocho (18) días del mes de junio de dos mil catorce (2014).
ATENTAMENTE
MA. DEL CARMEN MARTÍNEZ SANTILLÁN.
MAZZONI, Giulliano, La conquista della libertá sindicale, Edizione Ronaldo, Roma, 1947, p.189.
GALLART, Folch, Alejandro, Sindicalismo como fenómeno social y como problema jurídico, V. de Zavalía,
Buenos Aires, 1957, pág. 15.
WELTY, Eberhard, Catecismo social, Herder, Barcelona, 1963, t. III, pág. 252.
DE LA CUEVA, Mario, Derecho Mexicano del Trabajo, Porrúa, México, 1960, t. II, pág. 284.
CABANELLAS, Guillermo, Derecho Sindical y Corporativo, Atalaya, Buenos Aires, 1946, p. 144.
DE LA CUEVA, Mario, Op. Cit., t. II, p. 353.
Unsain, A., Legislación del trabajo, Buenos Aires, 1926, vol 1, p. 67.
Barassi, L.. Tratado de Derecho del trabajo, Buenos Aires, 1953, vol. 1, p. 126.
Descargar