Venezuela: Tradiciones en disputa Curso: Teorías de la Democracia Profesor: Iván Lanegra Jefe de Prácticas: Micaela Reátegui Alumnos: Melissa Navarro 20051113 Danielle Álvarez 20053239 María Paula Brito 20056101 Omar Awapara F. 20009700 1 Venezuela: Tradiciones en disputa Introducción En el presente trabajo abordamos el estudio del régimen venezolano desde la óptica de las tres tradiciones que, históricamente, han dado forma a lo que Robert Dahl denomina poliarquía. Observar el recorrido y la presencia de elementos democráticos, liberales y republicanos en la política venezolana de las últimas décadas puede servir no sólo para explicar el derrumbe de uno de los sistemas de partido más estables y duraderos del continente, sino también el surgimiento y actual apoyo y legitimidad del que goza el régimen de Hugo Chávez. Con ello, no pretendemos hacer una apología o una defensa del actual gobierno chavista. El propósito es no limitar el examen a los hechos más visibles y controversiales, que también atendemos y que, sin duda, representan una amenaza a las mismas instituciones de la poliarquía, como la libertad de expresión o la calidad de las elecciones, pero ampliar la visión hacia elementos propios del republicanismo, que han llenado un vacío que anteriores gobiernos no supieron llenar. De allí, por ende, la necesidad de recurrir a la forma en que, en distintos momentos históricos, cada herencia ha predominado por sobre las otras en Venezuela. Cada período ha sido el resultado de la emergencia de una tradición, en desmedro de las otras, y esta disputa puede ayudar a explicar, esperamos, el devenir político venezolano. 2 La democracia mínima en cuestión Tras el fin de la dictadura de diez años de Marcos Pérez Jiménez, en 1958, y la promulgación de una nueva Constitución en 1961, se inaugura un período de casi cuarenta años en los que, a diferencia de muchos países latinoamericanos, la democracia venezolana gozó de gran estabilidad en base a un acuerdo político entre los dos principales partidos, la Acción Democrática (AD) y el Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI). Esta democracia pactada se conoció como el Pacto del Punto Fijo. En su origen, dicha conciliación tuvo como objetivo preservar la estabilidad democrática mediante reglas de juego aceptadas por los distintos actores políticos y sociales, disminuyendo así la posibilidad de conflicto1. En opinión de Ana María Sanjuán, la “excepcionalidad” venezolana estuvo marcada por la confluencia de tres factores: “democracia con participación regulada, estabilidad política consensuada en un pacto de élites y amplios recursos económicos”2. Si bien las sucesivas crisis del petróleo de la década de los 70 jugaron a favor del régimen venezolano, al ver elevarse sus ingresos cuantitativamente, factores externos terminarían también por establecer los límites del modelo. La crisis de la deuda externa, en 1983, y la posterior caída de los precios petroleros, en 1986, desencadenaron una crisis social cuyas principales víctimas fueron las instituciones políticas y estatales3. Revueltas fuertemente reprimidas, fallidos golpes de Estado (como el de Hugo Chávez en 1992), la elección de Rafael Caldera en 1993, sin el apoyo del COPEI, 1 Gamus, Raquel. “Los proyectos políticos de la V República frente al consenso democrático regional”, en Revista Venezolana de Análisis de Coyuntura, 2006, Vol. XII, No. 2 (jul.-dic.), p. 31. 2 Sanjuán, Ana María. “La esencia social de la Revolución Bolivariana en Venezuela: una mirada preliminar sobre sus fortalezas y debilidades”, en Cynthia Arnson et. al. (comps.) La “Nueva Izquierda” en América Latina: Derechos Humanos, Participación Política y Sociedad Civil. Washington: Woodrow Wilson International Center for Scholars, 2009, p. 133. 3 Ibíd. 3 fuerza que él mismo había fundado, fueron manifestaciones de la crisis de legitimidad de un modelo que había encontrado su punto final. El corolario fue la elección del propio Hugo Chávez en 1998. Las principales causas del colapso fueron la baja calidad de la democracia, ejemplificada en bajos niveles de participación; la crisis del Pacto del Punto Fijo, por su naturaleza excluyente; el desplome de AD y COPEI, convertidos en maquinarias electorales incapaces de ofrecer salidas a la creciente pobreza y desigualdad de la población, así como a sus demandas políticas y sociales4. Tanto AD como COPEI cometieron el error de no fortalecer la estructura estatal, mediante la creación de una burocracia eficaz y calificada; los cargos gubernamentales fueron a dar a cuadros partidarios no siempre preparados y elegidos sobre la base del clientelismo y el favor político5. Así, los objetivos centrales del Estado, como la educación, la salud, la seguridad o la infraestructura fueron los principales perjudicados. El 6 de diciembre de 1998, Hugo Chávez fue elegido presidente de Venezuela, y muy pronto concentró sus esfuerzos en desmantelar el antiguo régimen, partiendo de la convocatoria a un referéndum en 1999 que a su vez dio a luz a una Asamblea Nacional Constituyente, donde logró una amplia mayoría. La nueva Constitución introdujo la reelección presidencial. Desde entonces, y no sin sobresaltos (como el golpe que lo tuvo dos días fuera del poder en el 2002, o las huelgas petroleras), Chávez ha buscado legitimarse periódicamente mediante sucesivas convocatorias a elecciones de tipo plebiscitario, que incluyen referéndums constitucionales y comicios en todos los niveles políticos. 4 Sanjuán, op. cit., p. 134 5 Soriano de García Pelayo, Graciela. “Perspectivas históricas y actuales para entender la democracia venezolana”, en Sistema Representativo y Democracia Semidirecta. Memoria del VII Congreso Iberoamericano de Derecho Constitucional. México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2002, p. 831. 4 Más importante aún, busca legitimar su proyecto político de refundar la República Venezolana, plasmado en la Constitución de 1999 y basado en la idea de sustituir la democracia liberal por una democracia participativa y protagónica 6. O como también se le denomina, el “socialismo del siglo XXI”. 6 Gamus, Raquel, op. cit., p. 29. 5 Los mecanismos contramayoritarios El constitucionalismo es una forma de restringir el gobierno de la mayoría 7. Puede ser de modo directo o indirecto. Funciona bajo dos tipos de mecanismos: el primero, que hace que el proceso de la enmienda constitucional sea muy lento e insuma mucho tiempo, por lo que las pasiones y la razón se enfrían; el segundo mecanismo exige mayorías calificadas para cambiar la constitución o, en el extremo, declara inmodificables los artículos. El objetivo de esto es que las personas no realicen cambios en sus constituciones llevadas por las pasiones momentáneas de la mayoría, afectando el derecho de las minorías. Encontramos a la revisión judicial como parte clave del constitucionalismo. Esta consiste básicamente en ser la respuesta a la necesidad de un mecanismo de aplicación de las normas. A pesar de que la ley pueda ser inconstitucional, alguien debe de estar en condiciones de declararla como tal y poner en funcionamiento la maquinaria que la revocará. Por lo tanto, el constitucionalismo es una forma de restringir las pasiones de las sociedades, previniendo la toma de decisiones abruptas de los intereses de las mayorías. La constitución exige trámites largos que lograrán que con el tiempo los cambios se reconsideren y sean evaluados. Aquí es en donde la revisión judicial es útil, en tanto legitima a personas e instituciones para calificar de inconstitucional los cambios llevados por estas pasiones. Así se busca que los derechos de las minorías no se vean vulnerados. La división de poderes, por otro lado, es la división y organización de los poderes para reducir los peligros del gobierno de la mayoría 8. Para lograr esto se 7 Elster, Jon. Regla de la mayoría y derechos individuales. En: Ágora. Cuaderno de Estudios políticos. Año 4, N. 8. Verano de 1998, p 24. 8 Ibíd 6 pueden estructurar de dos formas distintas: la total independencia de las instituciones o la interdependencia de las mismas. La más importante de la división de poderes reside en la independencia del Poder Judicial, esto como garantía del imperio de la ley como protección de las minorías. Sin embargo, para Elster, esta independencia se relaciona con tres requisitos mínimos para asegurar la independencia de los jueces: 1. Nombramiento: el juez debe ser nombrado por sus capacidades personales y no por favoritismos políticos. 2. Inamovilidad del cargo: el juez debe de tener la capacidad de poder ejercer sus labores sin temor de ser removido de su cargo por venganza política 3. Remuneración de los jueces: para evitar corrupción o chantaje. Además de los poderes regulares del estado (ejecutivo, legislativo y judicial), encontramos un cuarto poder constituido por la prensa y los medios masivos de comunicación, que tienen la capacidad de llamar la atención de los abusos de la mayoría. En este caso, la prensa y medios de comunicación también deben de cumplir requisitos para asegurar su independencia; estos, son los mismos que los que se aplican para los jueces, a los cuales se aúna un último requisito: autonomía presupuestaria. Para que el sistema de división de poderes funcione, debe de existir una protección legal para las condiciones mencionadas antes, sobre todo la de prensa y medios de comunicación; el valor de la libertad de expresión, específicamente en este sistema más que en otros también de control, es muy importante. En el caso venezolano hemos encontrado que existe una aplicación de las dos formas de restricciones a las mayorías mencionadas. Por un lado encontramos el constitucionalismo plasmado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en la cual, en el Titulo I, Artículo 7 se especifica: 7 “La Constitución es la norma suprema y el fundamento del ordenamiento jurídico. Todas las personas y los órganos que ejercen el Poder Público están sujetos a esta Constitución.” Esto manifiesta el propósito de mantener el imperio de la ley por sobre todas las pasiones. Todos se encuentran sujetos a ella. Sin embargo, luego de las enmiendas constitucionales ejecutadas bajo el influjo de las pasiones de las mayorías, consideramos que las restricciones que el constitucionalismo buscaba lograr, no se han logrado concretar. Razón por la cual, pasamos a hacer análisis de la segunda forma de restricción: la división de poderes. Como ya se mencionó, en la división de poderes, lo que debe de primar es la independencia de Poder Judicial. Está basada en los tres requisitos mencionados de nombramiento, inamovilidad del cargo y adecuada remuneración. En Venezuela, si bien es cierto encontramos los organismos e instituciones respectivas que aseguran la independencia de Poder Judicial, encontramos un empoderamiento del grupo del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en los cargos principales de control. La repartición de poderes en Venezuela se da de la siguiente manera: El poder ejecutivo es encabezado por Hugo Chávez Frías, Presidente Constitucional. Venezuela carece de parlamento, sin embargo tiene una Asamblea Nacional Constituyente que nace reemplazando al Congreso de la República y ejercerá funciones hasta el 2011. Esta se encuentra presidida por Cilia Flores, miembro del PSUV; su vicepresidente, Saúl Ortega, es también miembro del PSUV. En el caso de este último es fundador del partido. 8 Los miembros del máximo órgano de justicia de Venezuela, el Tribunal Supremo de Justicia, que después de 1999 reemplazó a la Corte Suprema de Justicia, han sido escogidos por la Asamblea Nacional Constituyente. Su presidenta es Luisa Estella Morales, la cual ha sido muchas veces denunciada y ha sido pedida su renuncia porque, si bien es cierto, no ejerce militancia política, nunca ha presentado recursos de inconstitucionalidad para los cambios llevados a cabo por la Asamblea. Otra función del Tribunal es la de nombrar y destituir jueces. El nombramiento de jueces se lleva a cabo de acuerdo al cumplimiento de los requisitos que estos deben de tener para ser detentores del cargo. En el caso de la destitución esta se produce en caso de una transgresión del Código de Ética del Juez. El Artículo 267 especifica “…el régimen disciplinario de los magistrados o magistradas y jueces o juezas estará fundamentado en el Código de Ética del Juez Venezolano o Jueza Venezolana, que dictará la Asamblea Nacional…”. De esto podemos inferir: El Tribunal tiene capacidad de nombrar y destituir jueces; el proceso de destitución se encuentra regulado por el Código de Ética del Juez; este Código se encuentra regulado por la Asamblea Nacional, la misma que se encuentra dirigida por líderes del PSUV. Lo que nos lleva a afirmar que no existe un cumplimiento del segundo requisito para la independencia de Poder Judicial. Un juez en Venezuela puede ser removido de su cargo, en tanto, la Asamblea Constituyente no cambie las reglas de juego (en este caso el Código de Ética); pero como es sabido, este se encuentra siempre predispuesto a modificaciones. Luego encontramos las otras formas de poderes: el poder ciudadano y el electoral. El artículo 273 especifica “…los órganos del Poder Ciudadano son: la Defensoría del Pueblo, el Ministerio Público y la Contraloría General de la República…”. Estos se encuentran constituidos de la siguiente manera: Defensoría del Pueblo: dirigido por Germán Mundarain, el cual es un conocido amigo de Chávez; en el Ministerio Público encontramos a Luisa Ortega Díaz, quien ha apoyado a Chávez incondicionalmente; 9 finalmente en la Contraloría General de la República tenemos a Clodosvaldo Russian, declarado públicamente simpatizar con Chávez. Como podemos observar todos los poderes, tanto Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Poder Ciudadano se encuentran copados por líderes y simpatizantes del mismo partido: el PSUV. Sistema electoral Un principio de la democracia es la participación de todos como derecho antes que la búsqueda de representación política, es decir, se busca generar una predisposición de la mayoría que se refleja en un sistema electoral donde se genera la participación por medio de elecciones, dándose como mecanismo la regla de la mayoría y una votación sin restricciones. Para poder entender la situación en Venezuela referente a este tema, debemos explicar la teoría brevemente y luego tratar de sobreponerlo a la luz de la realidad de las leyes electorales y el sistema electoral venezolanos. La Regla de la Mayoría La regla de la mayoría es fundamental para reconocer y entender el funcionamiento democrático, ya que su fin principal es la búsqueda de la maximización de lo que las personas eligen como su bienestar, el cual se ve reflejado para ellos en la decisión de la mayoría. Para Jon Elster9, este es el único sistema que satisface 4 condiciones básicas para lograr esta maximización: 9 Elster, Jon. Regla de la mayoría y derechos individuales. En: Ágora. Cuaderno de Estudios políticos. Año 4, N. 8. Verano de 1998, p 24. 10 El primero es el anonimato, el cual implica que el resultado no depende del hombre y no implica una preferencia (contra la idea de que un voto tenga mayor peso que otro), ya que todos los votos son considerados iguales. El segundo es la neutralidad, la cual implica que un resultado no depende de alguna característica particular (nombre) de las alternativas. La tercera es la Capacidad positiva de respuesta, la cual implica lo más cercano al óptimo de Pareto, es decir, situación en la cual se cumple con que no es posible beneficiar a más elementos de un sistema sin perjudicar a otros (nadie gana si alguien no pierde) Y por último tenemos al Dominio universal, el cual se presenta como un mecanismo para agregar a la mayoría sin distinciones ni restricciones. Por lo tanto, se da una característica a este voto, el cual carecería de “calidad” para respaldarse en la “cantidad”, asumiendo que la búsqueda del máximo bienestar se vincularía con el utilitarismo, pero no en su sentido tradicional vinculado a doctrinas normativas donde la justificación moral de una acción depende exclusivamente de su utilidad10; sino con la concepción económica que maximiza los beneficios de todos, es decir, luego del balance del costo- beneficio se buscará el mayor beneficio al menor costo, maximizando las utilidades y vulnerando derechos individuales, siendo el gobierno de los muchos sobre los pocos, ya que los pocos no se verían representados. Defectos de la Regla de la Mayoría Si bien la regla de la mayoría busca la maximización de beneficios, también puede manipular algunos derechos políticos a través de la modificación de reglas que podrían afectar a la oposición, a grupos étnicos minoritarios o a grupos religiosos los cuales se ven dejados de lado por una pasión que consideran “general y común”. Del 10 Bobbio, Norberto, Mateucci, Nicola y Pasquino, Gianfranco (dir.): Diccionario de política, 2 vols, Madrid, Sigloo XXI, 2005 11 mismo modo, esta regla de la mayoría no se puede tener como único principio sin tener en cuenta premisas liberales que protejan el espacio privado y el Estado de Derecho. Por lo tanto, la regla de la mayoría es relevante mas no puede ser única condición, ya que puede ser manipulable aumentando la probabilidad de elección de gobiernos “mayoritarios” como el de Chávez. Es por ello que en este caso, el primer afectado por intereses políticos mayores sería el Estado de Derecho, al mantener la regla de la mayoría como premisa fundamental del sistema electoral. Esto se ve claramente en el caso de Venezuela, donde la cualidad de ser gobierno le permite fortalecer exclusivamente al Poder Ejecutivo de forma exagerada sobre los otros poderes, colocar en cargos relevantes dentro de estos otros poderes a allegados del gobierno (afectando el accountability horizontal), pero además permite que las reglas de juego dentro del proceso electoral mellen contra la libre e igual competencia electoral. Venezuela: Cambio en las reglas de juego electorales Actualmente en Venezuela se está discutiendo la Ley Orgánica de Procesos Electorales, la cual sigue como proyecto hasta hoy. Esta que fue aprobada por mayoría simple en una primera sesión, ha generado entre los opositores y los mismos simpatizantes chavistas un gran debate debido a su efecto contra las minorías no chavistas e inclusive aquellas simpatizantes chavistas que no son parte del chavismo en sí. Dentro de este debate de la Ley se han congelado las elecciones pendientes de tres regiones: Zulia, Caracas y Amazonas; donde se encuentran los mayores detractores del chavismo. Aparentemente, esta ley de ser aprobada podría apoyar a una mayor presencia chavista dentro de estas regiones. Sin embargo, la ley actual impide reformar las normas sin un mínimo de seis meses antes de los comicios, y el hecho que le den prioridad a la modificación de la ley sobre estas tres elecciones 12 refuerzan a la versión de la oposición que muestra muchas posibilidades de ganar las elecciones en estas regiones. Entrando al debate en el contenido de la Ley Orgánica de Procesos Electorales, el tema más debatido ha sido el de las “tarjetas morochas”, pero antes de explicarlo debemos hacer un poco de historia. En las últimas elecciones parlamentarias la oposición al no sentir que se respetaban sus derechos fundamentales de libre competencia electoral se retiraron de la competencia quedando como única opción para el legislativo simpatizantes y partidarios chavistas, quienes ocuparon la mayoría de los escaños. Esta composición parlamentaria le ha permitido a Chávez muchas facilidades en lo que respecta a Decretos, afectando la función de contrapeso del legislativo. Por este motivo, con esta nueva Ley se estaría buscando que en las elecciones parlamentarias de este año, a través de mecanismos para lograr la continuación de esta composición parlamentaria pro- chavista, se cambie el sistema electoral. El mecanismo más efectivo para lograr esta composición parlamentaria es a través de las “tarjetas morochas”, las cuales generan sobre-representación en cargos de elección popular (del Parlamento en particular), violando el principio constitucional de Representación Proporcional y atentando contra las minorías. Lo que hacen las tarjetas morochas es desvincular el voto nominal del voto de la lista, permitiendo que se acaparen puestos en el legislativo al generar mecanismos paralelos de elección, irregularizando el proceso. Lo interesante es que esta fórmula se ha llevado a cabo desde las elecciones pasadas a pesar de su ilegalidad, pero al dar resultados positivos para el chavismo se está buscando legalizarlas, a pesar de las críticas de la oposición El artículo 7 de ambas Leyes es el que abarca este mecanismo; en la ley Orgánica del Sufragio y la Participación Política (ley anterior) se sostiene: “El sistema 13 nominal, con representación proporcional, se aplicará en la elección de los cuerpos deliberantes”. Sin embargo, la nueva ley pro tarjetas morochas sostiene: “En los casos de los cuerpos colegiados la elección nominal no incidirá en la elección proporcional mediante lista”. Por lo tanto, inevitablemente esta ley implica una oportunidad para sobrecargar de poder al partido mayoritario, además de irregularizar el proceso al darle peso y desvincular al voto nominal del de lista. Esto evita que ingresen organizaciones distintas a la mayoritaria para acaparar cargos, ya que candidatos del partido mayoritario conseguirá ingresar por voto nominal y por el de la lista acaparando mayor número de cargos. Además, de aprobarse esta ley, aquellas facciones actuales de la asamblea que no apoyan en un 100% al chavismo, es decir, aquellas que se muestran “independientes” pero simpatizantes, deberán fortalecer necesariamente su alianza y fidelidad con el PSUV; de lo contrario se verán perjudicados con una ley que apoya directamente a las mayorías. El argumento para defender este nuevo artículo y la futura nueva Ley Orgánica de Procesos Electorales es que, a diferencia de la actual Ley Orgánica del Sufragio y la Participación Política, estaría conspirando contra la voluntad mayoritaria de los electores; cuando en realidad lo que busca es la legalización de la sobre representación, atentando contra un sistema proporcional que permitiría la presencia de la oposición en el Parlamento. Republicanismo El Republicanismo es una corriente de pensamiento que se constituye en una época anterior al liberalismo y posterior a la democracia. Su principal y más valorado principio es el de la deliberación pública. En este sentido, la esfera pública adquiere un 14 inmenso valor, de tal forma que lo público es considerado por encima de lo privado. Tal es el caso que la participación cívica, entendida como la participación de la discusión del interés común y de la cosa pública, es el parámetro principal que define la realización plena de la persona. El republicanismo tiene una característica clásica que consiste en la formación de una élite gobernante. Es decir, un grupo seleccionado de personas que instruidos en diversas áreas de conocimiento adquieren un alto nivel de discernimiento que les permite deliberar en nombre de un colectivo mayor. Esta élite gobernante es en sí una élite intelectual y política que adquiere las cualidades propias del „buen gobernante‟. Es decir, la élite no es tirana, de lo contario, la élite es desinteresada y entregada a su labor público. Ahora bien, estas ideas republicanas no existen a la perfección. De lo contrario, hay diversas formas en las cuales el diseño puede verse corrompido. Una desviación clásica es la creación de sistemas políticos paternalistas que surgen en la medida en que la élite gobernante se aleja excesivamente de la población. La deliberación se convierte en el diálogo interno de una persona, pues el paternalismo es la reducción máxima de la élite en una sola figura de liderazgo. Es así que se pierda la esencia deliberativa del diseño republicano, pues mas allá del la cabeza en turno, no se reconoce capacidad de raciocino o de debate. Hay diversos elementos que caracterizan la mirada republicana. Philip Pettit nos presenta tres factores claves a tomar en cuenta. Lo interesante del trabajo de Philip es que logra analizar conceptos transversales dentro de las tradiciones de la poliarquía, identificando diversos modos en que dichos conceptos son interpretados. A continuación haremos referencia a tres de ellos. El primer y principal punto de quiebre que el republicanismo marca con el liberalismo, es la interpretación que se le da al concepto de ley y libertad. En este sentido, la libertad es vista como una libertad positiva pues existe en tanto existe la ley. Es decir, la libertad es el resultado de la conformación de un Estado de Derecho. Por medio del marco legal se reconoce el concepto de libertad y ciudadanía. El liberalismo 15 en cambio, defiende la libertad negativa; aquella que existe al margen de la ley y a priori del marco normativo. Una segunda categoría a tomar en cuenta es la interpretación que el Republicanismo le da al voto. En este sentido, el voto se da en función al bien común. Se opta por la iniciativa que favorece el bien colectivo, lo que implica la previa creación de buenos mecanismos de deliberación y participación. Lo público nuevamente le gana a lo privado. Este orden de preferencias es un punto de disputa significativo entre la tradición liberal y la tradición republicana. Ahora bien, si le damos una mirada al modo de definir la labor política, (tercer concepto que buscamos contrastar), vemos que nuevamente viene a tallar la deliberación como mecanismo central dentro del proceso de toma de decisiones. Según la tradición republicana, los políticos tienen como objetivo deliberar, debatir y consensuar en una decisión final, resultado de la presentación previa de argumentos. Esta deliberación se escapa de la tradición liberal y es remplazada por la negociación. El liberalismo postula un proceso de tire y afloja, de suma cero, donde las decisiones se toman en base a un proceso de negociación de intereses individuales, mas no un proceso de deliberación en búsqueda de consensos basados en intereses colectivos. En general concluimos que la tradición republicana salvaguarda tres principios medulares: la deliberación como principal mecanismo de toma de decisión, la alta valoración del interés público sobre el interés privado, y la búsqueda del bien común por encima bien individual. Ahora bien, el republicanismo es una tradición que en el caso estudiado ha influenciado en menor medida el sistema político. A lo largo de los ochenta y entrando a mediados de la década de los noventa, los elementos liberales han predominado en la poliarquía venezolana. A continuación, daremos una primera explicación teórica de una nueva tradición que surge en respuesta a la „sobrevaloración‟ de principios liberales, el neo-republicanismo, para luego aterrizar estos conceptos en el estudio de caso elegido. 16 Neo-Republicanismo En el texto de Ángel Rivero, Republicanismo y Neo-Republicanismo, el autor describe una nueva corriente dentro del estudio de los sistemas políticos: el neorepublicanismo. Esta corriente se presenta como la reivindicación de principios republicanos que a fines del siglo XX habían perdido cabida en el diseño del quehacer político. El principal expositor de este nuevo paradigma teórico es Philip Pettit con su texto “Republicanism. A theory of Freedom and Government”, cuyos postulados defienden la libertad y la no dominación. Este libro se presenta como una crítica al liberalismo, y postula la reivindicación de la labor cívica y del bien común (por encima de la agregación de intereses individuales propia del liberalismo). Pettit cuestiona el principio de igualdad entre los hombre. Parte de la creencia de que la sociedad está conformada por hombres desiguales y es por ello que se debe establecer un marco normativo-una constitución- que logre minar las diferencias y eliminar la corrupción. Tal es el caso, que el neo-republicanismo propone una democracia participativa, desde el cual el ciudadano mismo se protege de la corrupción. Pettit busca crear mecanismos que permiten salvaguardar los derechos civiles que grupos de facto suelen violar. Estos mecanismos son principalmente mecanismos de transparencia, de rendición de cuentas (accountability) y de participación (con énfasis a nivel local). Si analizamos estos postulados a la luz de las ideas planteadas por otros autores, vemos que el neo-republicanismo descrito por Pettit incluye elementes de la democracia deliberativa de Cohen (en tanto se realza la deliberación a nivel local) y la democracia deliberativa dialógica de Bohman (en tanto se proponen mecanismos de control de decisiones-accountability). Ahora bien, Rivero señala que los postulados de Pettit corren ciertos riesgos a nivel político, como son: la monopolización del espacio público, el clientelismo, la fragmentación del interés, y la democracia de audiencia. Asimismo, se corren riesgos a 17 nivel de eficiencia como por ejemplo: lentitud, excesiva burocratización, defectos de informativos, y exceso de expectativas en relación a resultados. Venezuela, ¿una mirada desde el neo-republicanismo? Desde la llegada de Hugo Chávez al poder, el sistema político venezolano ha vivido una serie de transformaciones. Una primera gran transformación que a continuación pasaremos a detallar es el cambio de la Constitución política del país. Como bien es sabido, la Constitución es el marco normativo por excelencia y de mayor jerarquía en un sistema democrático. De tal forma, que acercarnos al modelo político de Venezuela implica tomar como primer referente lo estipulado en su Carta Magna. A continuación analizaremos la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, creada en 1999, a través de los parámetros establecido por el republicanismo y el neorepublicanismo. Una primera idea que vale la pena resaltar es la adopción de una definición de libertad positiva o negativa de libertad. La Constitución de Venezuela estipula lo siguiente: “Toda persona tiene derecho al libre desenvolvimiento de su personalidad, sin más limitaciones que las que derivan del derecho de las demás y del orden público y social.” Este enunciado defiende un concepto de libertad negativa en tanto que la libertad es limitada por los derechos pertenecientes a los demás, siendo una restricción la no interferencia en la libertad ajena, pero finalmente la consideramos positiva en tanto que se reconocen restricción relacionadas al orden público y orden social. El orden público y social representan los intereses a nivel colectivo. Si estas preferencias son consideradas restricciones a la libertad individual entonces hemos hallado una jerarquía de preferencias al estilo de un modelo republicano, donde lo público está por encima de los privado, y lo colectivo por encima de lo individual. Asimismo, la libertad no tiene una definición mínima. De lo contario, la Constitución de Venezuela detalla sobre diversos (y numerosos) tipos de libertades, cada cual con sus delimitaciones 18 pertinentes. Ahora bien, optar por definiciones amplias es peligroso pues corren el riesgo de ser interpretados equivocadamente. Ahora bien, el neo-republicanismo tiene como fundamento la reivindicación de la labor cívica. Esta labor se diseña con el propósito de influir en la elaboración de las políticas públicas como también, imponer mecanismos de fiscalización de las mismas. Este modelo se basa en una cultura cívica pro-activa. Para este fin, veamos el artículo 62 de la constitución: “La participación del pueblo en la formación, ejecución y control de la gestión pública es el medio necesario para lograr el protagonismo que garantice su completo desarrollo, tanto individual como colectivo. Es obligación del Estado y deber de la sociedad facilitar la generación de las condiciones más favorables para su práctica.” La Constitución considera la participación y la fiscalización del quehacer público mecanismos esenciales para el buen desarrollo de la sociedad. Asimismo, específica que estos mecanismo se dan sólo con esfuerzos concretos del Estado como con esfuerzos concretos de la sociedad civil. En este sentido, la labor es compartida. No hay desarrollo sin sociedad. El rol cívico de la comunidad, y la transformación de esta sociedad en una comunidad política, son requisitos básicos del sistema político que la misma constitución reconoce. Veamos más de cerca el tema de la participación. En un comunicado transmitido por el Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información, se estipula que, “el gobierno en turno es el primer gobierno democrático que impulsa la participación del pueblo para el desarrollo óptimo del Estado”. Para evaluar los límites de este enunciado veamos de cerca lo delimitado por la constitución. El artículo 84 de la constitución dice: “la comunidad organizada tiene el derecho y el deber de participar en la toma de decisiones sobre la planificación, ejecución y control de la política específica en las instituciones públicas de salud” Este artículo les concede a los ciudadanos un derecho amplio de participación en relación a los temas relacionados a la creación y ejecución de políticas públicas de 19 salud. Ahora bien, este artículo es tomado como ejemplo, pues en la constitución venezolana encontramos el derecho de participación inmerso en diversas áreas de interés como son: seguridad social, educación, asociación, comunidades indígenas, economía, labor legislativa, entre otras. Ahora bien, esta participación no se limita a la participación agregada de individuos. La constitución venezolana también estipula la participación „solidaria‟ de las familias. En este sentido, se les concede a las familias derechos de participación en temas como: la participación de jóvenes en el desarrollo, la garantía de derechos de los ancianos y el respeto a la dignidad humana de discapacitados. En la práctica, la participación familiar se concretiza en un nivel local a través de los Consejos Comunales. Es importante resaltar esto pues el reconocimiento de la familia como una unidad política, transgrede los límites del liberalismo cuyas premisas son esencialmente basadas en el individuo. Para continuar, veamos más de cerca cuales son algunos mecanismos de participación y de deliberación. La Constitución Venezolana estipula que existen diversos mecanismos de participación tanto a nivel político como a nivel social y económico. Los mecanismos de participación política son diversos, pero para nombrar algunos, existe el referéndum, la consulta popular, la revocación de mandato, el cabildo abierto y la asamblea de ciudadanos. Cabe mencionar que el concepto de ciudadano está concreta y detalladamente estipulado en el capítulo II de la Constitución. La ciudadanía es definida y existe en relación a un marco constitucional y legal establecido (derechos políticos de ciudadanos pueden ser suspendidos por determinaciones legales). Esto es sin duda una característica propia del republicanismo. Ahora bien, así como hemos hecho una evaluación reglamentaria de la participación, es necesario tomar en cuenta que no basta con saber cuáles son los procedimientos participativos al alcance de los ciudadanos, sino mas bien, se requiere de una evaluación de la calidad y del nivel de justicia que caracterizan a estos mismos. Asimismo un análisis de la ejecución de los procedimientos nos permitirá los riesgos políticos y de eficiencia (aquellos establecidos por Rivero). 20 A continuación veamos algunos mecanismos concretos de participación y deliberación. En el 2003, se inició un proyecto social a nivel nacional llamado Misiones. Estas misiones tienen como objetivo realizar proyectos sociales de desarrollo relacionado a temas como: salud, educación y alimentación. La lógica de estas misiones es esencialmente cooperativa. Se busca con la participación activa de la sociedad local, realizar proyectos que son en esencia, autogestionados. Estas misiones han tenido grande cabido en cientos de distritos a nivel nacional y representan una iniciativa concreta de participación del quehacer público, con objetivos colectivos y lineamientos basados en un bienestar común. Por otro lado, un ejemplo concreto de deliberación a nivel local son los Consejos Comunales. Estas plataformas deliberativas reciben financiamiento del Estado, trabajan paralelamente a las alcaldías, y tienen como objetivo planificar, formular y controlar las políticas públicas a nivel local. Los integrantes de estos Consejos se identifican por familias y son electos cada dos años. Los Consejos se han creado en zonas rurales, urbanas y dentro de comunidades. El promedio de integrantes (contando familias) por Consejo es a nivel urbano entre 200 y 400 familias, en zonas rurales 20 familias, y en comunidades indígenas 10 familias. Estos Consejos Comunales deliberan a nivel local por la ejecución de políticas sociales en relación a proyectos de salud, agua, educación, entre otros y apoyan la labor de las Misiones. El más alto nivel de deliberación y de toma de decisión se da en las Asambleas de Ciudadanos y Ciudadanas. Asimismo, lo interesante de esta iniciativa es que busca repercutir a nivel local como a nivel nacional. Los Consejos dialogan directamente con la Comisión Nacional Presidencial del Poder Popular, donde se intenta realizar una labor de coordinación entre los distintos niveles. Ahora bien, cabe mencionar que la labor del Consejos se basa en principios colectivos, similares a las misiones, en búsqueda de un bienestar común. Lo cierto es que estos Consejos tienen debilidades y corren ciertos riesgos políticos. Algunas críticas en relación a ello es que son mecanismos de control político 21 a nivel local, es decir, mecanismo de manipulación de intereses nacionales. Por otro lado, también se critica la elección de los integrantes de la Comisión Nacional Presidencial del Poder Popular, puesto que los Consejos Comunales tienen dificultades a nivel de comunicación y entendimiento. La Comisión es electa por el ejecutivo y conformada en su mayoría por intelectuales, políticos y representantes del Estado central que no necesariamente tienen experiencia en temas de coordinación con instancias locales. Asimismo la Comisión asume el desafío de coordinar con más de 20,000 Consejos que de por sí es un reto importante, sumado a trabas burocráticas pre-existentes. Ahora bien, estos Consejos Comunales son, por lo menos en su diseño, un claro ejemplo de espacios de deliberación a nivel local. Si es que son o no instrumentos de manipulación política, es un tema que puede discutirse pero que aun no puede afirmarse. Por lo pronto, los Consejos representan iniciativas novedosas que incentivan la creación de una cultura cívica, que intenta aterrizar la política pública a nivel local y que promueve en todo sentido la participación de los ciudadanos en el quehacer público. 22 Conclusiones Graciela Soriano caracteriza a la democracia venezolana anterior a Chávez como “una democracia representativa de partidos policlasistas nacionales de masas que, al hilo del acontecer, cayeron en su propia trampa: se convirtieron en maquinarias electorales y descuidaron su significado y su importancia para la vigencia y desarrollo de la idea del Estado, su razón de ser y sus potencialidades para el porvenir” 11 En defensa de la democracia liberal, una filósofa venezolana ha utilizado una interesante metáfora para hacer un deslinde entre las esferas política y económica del liberalismo: si lo que se busca es combatir el “neoliberalismo”, no por ello es necesario tirar “al bebe con el agua de la bañera”, o en otras palabras, no sacrificar los elementos liberales de la política, en sentido estricto, en nombre de los programas económicos12. En línea con el aspecto económico, conviene destacar también la innegable dependencia del proyecto bolivariano a los ingresos producto de la exportación del pétroleo. En ese sentido, aquello que desencadenó el colapso de la partidocracia en los ochenta puede también poner en riesgo la viabilidad del actual régimen. La historiadora Margarita López Maya lo resume así: “La revolución bolivariana revive una vez más al Estado mágico que a lo largo de buena parte del siglo XX ilusionó con una modernización que las elites solo supieron sostener con el excedente que la industria petrolera extrae del mercado internacional de hidrocarburos, sin ninguna contraparte nacional. Ahora financia un vago «socialismo». Cuando esa renta disminuye por algún motivo, o no crece lo suficiente, se vuelve a la situación real: un país con recursos pero sin capacidad de crear riqueza. Así se estrellan las fantasías13. 11 Soriano de García Pelayo, Graciela, óp. cit., p. 830. 12 Barreto, Luz Marina. “El socialismo del siglo XXI y los límites de las utopías en la racionalidad y la motivación humanas”, en Colombia Internacional 66, jul. – dic. 2007, Bogotá, p. 58. 13 López Maya, Margarita. “Venezuela post-referendo”, en Nueva Sociedad 215, mayo-junio de 2008, p. 22 23 El régimen actual es caracterizado en múltiples formas, desde aquellos intelectuales de izquierda como Luiz Carlos Bresser Pereira o Ernesto Laclau que lo ven como una auténtica democracia y separan la naturaleza del régimen de los atributos autoritarios de su líder, pasando por etiquetas como autocracia, neopopulismo, populismo militar, autoritarismo competitivo o democracia delegativa. Una definición que parece encajar con los puntos expuestos en el trabajo es la desarrollada por Corrales y Penfold: “Cuasi-tiranía de las mayorías”. Con ello, se busca destacar, primero, la nula participación y actividad de la oposición en las decisiones políticas, pero también el carácter competitivo de las elecciones en el régimen, que han sumado más de quince desde 199814. En ese sentido, se destaca la inefectividad de las medidas contramayoritarias, sorteadas de alguna forma u otra, en un marco de dudosa legalidad, por el régimen chavista. Por otro lado, es innegable que el proyecto de sustituir la democracia liberal por una democracia “participativa y protagónica” ha permitido incorporar al régimen elementos propios del republicanismo que buscan ampliar la participación de la mayoría. Así, como se ha podido observar en el caso de las Misiones, por ejemplo, o de los Consejos Comunales, se acerca el ejercicio del poder a la ciudadanía, y se hace más activo el papel del Estado en lugares donde por mucho tiempo estuvo ausente. En resumidas cuentas, y para finalizar, una evaluación del régimen venezolano no debe prescindir de la histórica tensión entre liberalismo y democracia, así como de la incorporación de elementos republicanos que buscan satisfacer la necesidad de la población de una mayor inclusión y participación. Si bien el proyecto bolivariano favorece la atención a los sectores populares, tradicionalmente postergados por la democracia mínima liberal, aquel también pone en riesgo y representa una amenaza a 14 Corrales, Javier y Michael Penfold. “Venezuela: crowding out the opposition”, en Journal of Democracy, Vol. 18, No. 2, abril 2007. 24 las instituciones liberales, como el Estado de Derecho, la libertad de expresión, o las reglas de juego electorales. Asimismo, la inminente polarización de la sociedad, favorecida por el personalismo del líder y la naturaleza utópica del “socialismo del siglo XXI”, así como la sustentación del proyecto en los erráticos precios del petróleo, pueden poner límites a este modelo, que por la forma en que se viene construyendo, no establece mecanismos claros para la resolución de conflictos y la participación activa de fuerzas opositoras. 25 Bibliografía Barreto, Luz Marina. “El socialismo del siglo XXI y los límites de las utopías en la racionalidad y la motivación humanas”, en Colombia Internacional 66, jul. – dic. 2007, Bogotá. Colino, César, UNED y Universidad Autónoma de Madrid Eloísa del Pino Universidad Rey Juan Carlos, Gobiernos Locales e Impulso Democrático: Las nuevas formas de la participación ciudadana en los gobiernos locales europeos-Resumen Ejecutivo y Recomendaciones, 2003, FUNDACIÓN ALTERNATIVAS Y POR EL ORGANISMO AUTÓNOMO FLOR DE MAIG. Disponible en: http://www.munimadrid.es/UnidadesDescentralizadas/UDGParticipacionCiudadana/2)Contenid os/16)PROMO_Publica/01)FondoDocum/0)Ficheros/Gobiernos_locales_e_impulso_democratico. pdf Corrales, Javier y Michael Penfold. “Venezuela: crowding out the opposition”, en Journal of Democracy, Vol. 18, No. 2, abril 2007. Elster, Jon. Regla de la mayoría y derechos individuales. En: Ágora. Cuaderno de Estudios políticos. Año 4, N. 8. Verano de 1998 Gamus, Raquel. “Los proyectos políticos de la V República frente al consenso democrático regional”, en Revista Venezolana de Análisis de Coyuntura, 2006, Vol. XII, No. 2 (jul.-dic.) López Maya, Margarita. “Venezuela post-referendo”, en Nueva Sociedad 215, mayojunio de 2008, Pettit, Philip. “Liberalismo y Republicanismo”, en Ovejero, Félix; Martí, José Luis; y Gargarella, Roberto (Comps.) Nuevas Ideas Republicanas. Autogobierno y libertad., Barcelona, Paidós, 2004. Rivero, Ángel. Republicanismo y Neo-republicanismo. 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México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2002. 26 Recursos electrónicos: • • • • • http://www.herramienta.com.ar/modules.php?op=modload&name=News&file=article&sid=537 http://www.veedores.org/index.php?option=com_content&task=view&id=147&Itemid=1 Constitución: http://www.constitucion.ve/documentos/ConstitucionRBV1999-ES.pdf http://www.aporrea.org/poderpopular/a19535.html http://www.consejoscomunales.gob.ve 27