documento - Universidad de Talca

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Educación: ¿es tan importante el conocimiento? Hacia el desarrollo social –
afectivo
Prof. Bartolomé Yankovic Nola, 2012
1. La educación pre escolar: el mundo de los afectos
Es
un
hecho
conocido, más allá de lo
anecdótico, que en la escuela
básica chilena, en niño que viene
del jardín infantil y el kínder y que
ingresa a 1º básico… suele tener
una aterrizaje incómodo en
primer
año;
ahora
“debe
disciplinarse, el conocimiento es
importante… y aparecen órdenes
rígidas que le resultan complejas”.
Ya no está al frente la educadora
de párvulos; la tía que lo acogía y
despedía con abrazos y que a
menudo lo condecoraba con
estrellas de papel de colores por
sus logros.
Ciertamente, no se trata de una situación general; hay excepciones que,
felizmente, van en aumento. La razón es simple: el profesor de hoy sigue reconociendo la
importancia del conocimiento, pero, también la del desarrollo social – afectivo de los
niños. El profesor de hoy comprende a cabalidad lo que significa “desarrollo integral”,
donde el mundo afectivo es fundamental.
2. Los objetivos educacionales
Los objetivos educacionales se han clasificado generalmente en tres
dominios: cognitivo, psicomotriz, y social – afectivo.
Los objetivos cognitivos se centran en el crecimiento intelectual, incluyendo
la adquisición de competencias y habilidades básicas como la lectura, la escritura y las
matemáticas, y, también, el aprendizaje de hechos, conceptos y generalizaciones.
El dominio psicomotriz está relacionado con el desarrollo físico, con el
desarrollo de habilidades musculares y la coordinación… desde aprender a coser un botón,
hasta desarrollar una buena técnica para lanzar el martillo.
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Las capacidades intelectuales forman parte de cada una de las tareas
psicomotrices, pero el eje está colocado en el desarrollo de habilidades de destreza
manual más que en el crecimiento de la capacidad intelectual.
En el dominio afectivo están los objetivos de desarrollo emocional y social.
Este dominio considera el concepto que el niño y el joven tenga de sí mismo, el
crecimiento personal y el desarrollo emocional. Los docentes que trabajan más
intensamente en esta área deben tener la capacidad para ayudar a los niños y jóvenes a
identificar y encontrar soluciones a los problemas de personales y sociales. Objetivos
como capacidad para trabajar en grupo de pares, considerar a las personas mayores,
escuchar las ideas de otras personas, corresponden a la esfera afectiva. La naturaleza de
los objetivos afectivos está relacionada con las actitudes y no tiene como centro principal
el crecimiento intelectual de los alumnos.
3. La tradición cognitiva
Tradicionalmente los sistemas educativos han centrado sus esfuerzos en el
área cognitiva, relegando a un plano secundario las acciones que favorecen el desarrollo
afectivo y emocional de niños y adolescentes. Las corrientes psicopedagógicas
contemporáneas se sustentan en una visión global del desarrollo, lo que supone privilegiar
el desarrollo integral, armónico, en todas las áreas del comportamiento y el quehacer
humano: intelectual, físico, ético, social, afectivo… con una acción tutorial adecuada que
tiene – entre otros rasgos – una característica fundamental: se da en un campo afectivo.
El conocimiento es importante; también lo es la forma en que se genera el
conocimiento, también lo son las personas que han producido conocimiento y cultura. Y
esto se vincula con las personas, porque la sociedad, la cultura, las costumbres, el arte, la
ciencia, la tecnología son resultado - desde los albores de la humanidad -, de la acción de
personas, de contribuciones personales.
Esto implica no perder de vista a la persona humana, que es una sola en
términos de intelecto, capacidad de abstracción, creatividad… y en términos de
sociabilidad y afectividad. Todo ello se da, integralmente, en un solo cuerpo físico y tiene
como sustrato a la organización corporal: el hombre es capaz de hablar, cantar, bailar…
porque su biología lo hace posible. Su biología no lo determina, pero sí, especifica aquello
que es capaz de hacer. Entonces, cuando se plantea una dicotomía entre razonamiento
lógico y ámbito emocional, como si estas dos esferas estuvieran separadas en la persona,
se parte de una premisa falsa.
4. El mundo afectivo y Humberto Maturana
La dimensión que tienen los planteamientos del Dr. Maturana para la educación
no se puede soslayar: cuando los profesores hablan de clima escolar, de enfoque
ecológico; cuando se refieren a la escuela como un espacio de convivencia, grato, amable,
acogedor, que favorece el aprendizaje, que, en suma es un espacio amoroso, deben
mantener coherencia entre lo que dicen y lo que practican: las descalificaciones a los
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alumnos, los gestos agrios, el autoritarismo con órdenes perentorias y amenazas de
castigos… están muy lejos de promover el aprendizaje en un espacio acogedor. La misma
observación, aún con mayor énfasis, rige para los padres, para la familia: en un contexto
donde abunda el trato abusivo, descalificador, violento, amenazante… no hay espacio
relacional amoroso, no hay vinculación propiamente humana.
4.1 ¿Qué espera Maturana de la educación?
“Yo espero que mis alumnos sean capaces de hacer cualquier cosa y
sean responsables de lo que hacen, y eso exige que sean capaces de
reflexionar sobre su quehacer. La reflexión es un acto que exige soltar lo
que se tiene para ponerlo en el espacio de las emociones, y mirarlo. Si no
soy capaz de asumir la actitud de dejar lo que tengo para observarlo, nunca
podré ser responsable de mis acciones, porque buscaré una justificación
fuera de mis emociones, en la pretensión de tener acceso a una realidad
trascendente. Si miro lo que tengo puedo darme cuenta si lo quiero o no lo
quiero, y ese acto pertenece al emocionar, no al razonar aun cuando
hablemos de lo razonable. Para hacer algo, en cambio, requiero de la razón,
pero no lo haré sin la emoción que sustenta la acción que quiero realizar. La
educación se da en la convivencia; la emoción que funda lo social, que esa
posible esa convivencia es el amor.
(…) Pienso que es posible educar solamente si uno se hace cargo de la
responsabilidad que uno tiene del mundo que va a traer a la mano en la
convivencia con el otro, ya sea uno como educador y el otro como
educando, y viceversa. Siempre es entre dos, sin hipocresía, sin fingir que se
está con el otro en la aceptación, cuando no se está. Se requiere reconocer
que el amor es el fundamento de lo social. (H. Maturana: El sentido de lo
humano. Ed. Hachette, Santiago, 1991).
5. La escuela y el desarrollo social y afectivo: proposiciones
a. Primer ciclo básico, 7 a 10 años
El aula escolar es escenario de relaciones interpersonales donde, de manera
conjunta con el desarrollo cognitivo, se produce el desarrollo social y afectivo de sus
miembros. Este desarrollo global y armónico de las personas se va facilitando a través del
proceso de enseñanza y aprendizaje, activando acciones e interacciones entre los
miembros del grupo. En este ámbito de relaciones se pueden identificar, como mínimo,
tres tipos de sistemas relacionales: las relaciones profesor – alumno, las relaciones
alumno – iguales, y las relaciones entre el profesor, los alumnos y los contenidos de
aprendizaje.
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Estas relaciones pueden construirse de muy diferente manera, ya que en función
de la tipología de actividades que se llevan a cabo en el aula, del tipo de organización
social que en ella se promueve, etc. Se matizan de una u otra forma. Pero, sean como
sean estos matices, en los intercambios interpersonales que se dan en el aula siempre se
movilizan aspectos afectivos, como
pueden ser el rechazo, la aceptación, la
indiferencia,
la
aceptación,
la
indiferencia, el cariño o la desconfianza.
El desarrollo afectivo y social en la
escuela, es, desde la perspectiva que se
plantea, consecuencia de la participación
de las personas en esta dinámica, que
tiene un gran poder de influencia tanto
en el auto concepto y la autoestima de
las personas que participan en la relación
como en el sentido que otorgan a las
actividades que en la escuela se realizan.
Los afectos, la manera de sentir, se pueden entender como una construcción
social, y como tal, se aprenden a través de la interacción con los demás, de manera
semejante a como aprendemos otros significados. Es decir, queramos o no, seamos o no
conscientes, los tengamos en cuenta o los ignoremos, los aspectos afectivos están siempre
presentes.
Además, los factores afectivos acaban redefiniendo el significado que del espacio
social del aula hacen sus miembros. De manera, que el espacio será definido como
positivo o negativo, agradable o agresivo en función de cómo se articulen estos aspectos.
¿Qué pueden hacer los profesores? Prestar atención completa hacia sus alumnos;
leer con ellos, aprender a escuchar; pedirles que expresen libremente sus emociones y
actuar como un modelador de ellas; aceptar sus sentimientos y emociones, ser paciente y
positivo.
Hoy se habla bastante en Chile, de relativismo moral, como que “todo vale”, nada
es verdad; todo es relativo, etc. Pero nadie puede quedar al margen de los valores que
delimitan la conducta. Frente a un subjetivismo o relativismo hay que defender una
educación emocional defensora de la reflexión, impulsora de la responsabilidad, libertad,
creatividad, solidaridad y convivencia. En este orden de ideas, tal vez convendría explicitar
en el currículum el rumbo que ha de tomar cualquier programa pedagógico que tenga en
cuenta el desarrollo de la afectividad y los valores.
La necesidad de atender el desarrollo emocional en la escuela, nace de la
necesidad de atender íntegramente a la persona. El progresivo reconocimiento y
afianzamiento psicopedagógico en el aula pueden ser de gran ayuda para animar y
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mostrar a los educadores que el desarrollo emocional constituye una forma reforzar el
desarrollo cognitivo – afectivo – conductual de los niños.
El primer aspecto a trabajar es el ejemplo de los educadores. Los niños aprenden a
expresar sus emociones observando como lo hacen los adultos más cercanos y
significativos; padres y educadores. La competencia cognitiva – afectiva del profesor
como modelador influye en el crecimiento intelectual y emocional de sus alumnos.
El segundo aspecto a considerar, es el ambiente que se vive en el aula, éste debe ser un
medio óptimo para el desarrollo de las emociones. El clima social más apropiado es el que
se fomenta en la cordialidad, la comprensión, el respeto, confianza, comunicación,
sinceridad y cooperación. Como puede observarse, en el clima de la sala de clase deben
expresarse valores. Entre desarrollo social, emocional, y valores, hay una estrecha
interrelación.
El tercer aspecto que debe considerar la escuela es el uso de estrategias y de material
que favorezca el desarrollo de la emotividad. En este contexto el profesor debiera:
aprovechar las situaciones de la vida ordinaria del aula para modelar los sentimientos;
procurar que los alumnos tomen conciencia que las áreas de trabajo de la educación
escolar son adecuadas para su expresión y desarrollo emocional; y procurar que los
alumnos – paulatinamente -, tomen conciencia de su propia personalidad y de sus
impulsos.
El cuarto aspecto considera potenciar el razonamiento. La confrontación de opiniones en
el aula en un ambiente de reflexión y libertad, contribuye a la mejora del juicio moral,
evitando caer en el relativismo; de ahí la necesidad de orientar o buscar un marco o
escala valórica bajo la tutela del educador, sin imponer escala alguna. Los profesores han
de buscar las vías para cultivar la esfera emocional de sus alumnos, estableciendo
objetivos claros y una acción sistemática.
La escuela debe tomar conciencia sobre la necesidad de promover el desarrollo
emocional de sus alumnos; así se favorece el aprendizaje, la maduración y el bienestar
personal, avanzando de hacia la autorrealización y la convivencia.
Frente a la situación de vulnerabilidad de muchos alumnos, expuestos a corrientes
de pensamiento, modas, adversidades ambientales, falta de creatividad, relaciones
interpersonales empobrecedoras, baja autoestima, fracaso escolar, la educación
emocional se presenta como un recurso para potenciar la percepción positiva que el
alumno debe tener de si mismo, con capacidad de obrar y confiar en su propio juicio; ser
capaz de reconocer sus inclinaciones tanto positivas como negativas; estar abierto a las
necesidades de los demás, en una palabra: conseguir el equilibrio cognitivo - afectivo –
conductual necesario para enfrentarse a las necesidades de un mundo siempre
cambiante.
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5.2 Segundo ciclo básico, 11 a 14 años
Desde la concepción de la educación que da protagonismo a los aspectos sociales y
emocionales se pueden trabajar aspectos de especial incidencia en el crecimiento
personal, que ayudan al autoconocimiento y a las relaciones interpersonales:
-
Autoconocimiento: se trata de aportar instrumentos de reflexión sobre la construcción de
la propia identidad y de favorecer el crecimiento del yo, en las áreas afectiva, cognitiva y
de habilidades específicas. También es importante el análisis de los elementos que
intervienen en el bienestar personal (autoestima, armonía interior…), y las claves para
mejorar la autoestima: aprender de los errores, controlar las distorsiones cognitivas, ser
tolerante, etc.
-
Los pares y los demás: desde la perspectiva de mejorar la convivencia y la aceptación de
los otros, se trabajan aspectos como la tolerancia y la comunicación. Un elemento
relevante de este ámbito es el análisis de las
relaciones entre jóvenes y adultos, y sus
áreas de conflicto: los horarios, el dinero, las
tareas o ayudas en la casa, las amistades, etc.
Control de la propia vida: el adolescente
debe desarrollar capacidades para asumir sus
responsabilidades, tomar decisiones, conocer
los factores que influyen en el control de la
propia vida, conocer y modular sus
emociones, etc. En este contexto adquiere
especial importancia la organización y
administración del tiempo libre: distribución
personal, reflexión sobre el tiempo libre, los
valores implícitos en el comportamiento personal, etc.
-
Relaciones interpersonales y comunicación: es importante la reflexión sobre la existencia
de diferentes tipos de relaciones interpersonales, analizar el proceso de comunicación y
adquirir habilidades sociales y de resolución de conflictos, en dos esferas o núcleos de
interés:
-
Las relaciones personales: los amigos íntimos, el afecto, el encuentro, la negociación, la
seducción, el deseo, el sexo;
La vida en grupo: la pertenencia, lo que da un grupo (afecto, poder, ideología,
aprendizaje, el barrio, diversión, valoración social); lo que se debe ceder (presión del
grupo, con los riesgos que entraña; identidad, normas o reglamentos del grupo), cómo
participar en las actividades de un grupo, etc.
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-
Cuidado personal: en un contexto de educación para la salud, que es un compromiso de
los padres y de la escuela, se trata de resaltar la importancia de hábitos saludables:
nutrición, higiene corporal, actividad física y descanso, sexualidad, prevención de riesgos,
accidentes de tránsito, consumo de sustancias psicoactivas. El objetivo básico es ayudar al
niño y al adolescente a asumir el control y la responsabilidad de su salud, como un
comportamiento importante para su vida.
-
Publicidad, medios de comunicación, moda: educar a niños y jóvenes que tengan una
actitud crítica, inteligente ante el fenómeno de la publicidad, los medios de comunicación
- fundamentalmente la televisión, de gran penetración hogareña- , constituye un
elemento formativo de gran importancia. Una gran variedad de temas puede ser objeto
de análisis y de reflexión: el consumismo, la ropa de marca, la fama y el éxito: el mundo de
las vanidades; la moda como un valor, los engaños consumistas y los vendedores de
ilusiones: adivinos, pulseras de muchos poderes, cremas para adelgazar, objetos
“milagrosos”, etc.
Estos temas constituyen un listado preliminar; son referentes formativos básicos y
recurrentes para articular programas de desarrollo social y emocional, que siempre deben
realizarse y graduarse en función de los intereses y necesidades de los alumnos.
La clave para el desarrollo social y emocional armónico radica en la activación de
diferentes mecanismos de aprendizaje: refuerzo (premios, limitaciones); imitación (los
modelos); identificación (los lazos afectivos); algo que sin lugar a dudas corresponde a los
padres y a los educadores, pero, también, a la sociedad como un todo, y donde es
insoslayable la importancia de los medios masivos de comunicación como fuentes de
educación no formal, entre ellos, la televisión.
Documentos base:
EL DESARROLLO SOCIAL Y AFECTIVO EN LOS NIÑOS DE PRIMER CICLO BÁSICO. Tesis, Universidad Mayor, Facultad de
Educación. Mónica Álvarez F., María M. Becerra V., Fabiola E. Meneses S. Profesor Guía: Bartolomé Yankovic N.,
Santiago, 2004.
EL DESARROLLO SOCIAL Y AFECTIVO EN LOS NIÑOS DE SEGUNDO CICLO BÁSICO. Tesis, Universidad Mayor, Facultad de
Educación. Paola A. Campos M., Claudia A. Cancino B., Paola A. González R. Profesor Guía: Bartolomé Yankovic N.,
Santiago, 2004.
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