Número de registro: 150 Octava Época Instancia: Tercera Sala

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CONTRADICCION DE TESIS 23/93.
Número de registro: 150
Octava Época
Instancia: Tercera Sala
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: Tomo XIII, Febrero de 1994
Página: 29
CONTRADICCION DE TESIS 23/93. ENTRE LAS SUSTENTADAS POR EL PRIMER
TRIBUNAL COLEGIADO Y SEGUNDO TRIBUNAL COLEGIADO, AMBOS DEL
SEGUNDO CIRCUITO.
CONSIDERANDO:
SEGUNDO.-De las constancias que integran el juicio de amparo directo civil 1365/90,
remitido a esta Tercera Sala del más Alto Tribunal, por el Primer Tribunal Colegiado del
Segundo Circuito, se desprende que Lucía Mendoza Peña y Mariano Vargas Alvarez, por su
propio derecho, solicitaron la protección de la justicia de la unión, contra el acto de la Sala
Civil y Familiar del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Hidalgo, que hizo consistir en
lo siguiente:
"IV. SENTENCIA RECLAMADA. La definitiva, dictada en el toca civil y familiar 114/90,
con fecha 22 de agosto del año en curso."
El presidente del Primer Tribunal Colegiado del Segundo Circuito, residente en la ciudad de
Toluca, Estado de México, a quien correspondió conocer del asunto por razón de turno, por
auto de nueve de noviembre de mil novecientos noventa, admitió la demanda de referencia, y
una vez agotados los trámites respectivos, mediante proveído de quince de noviembre del
propio año, ordenó turnar los autos al magistrado relator, a efecto de que elaborara el
proyecto de sentencia correspondiente, la que se pronunció el veintiuno de noviembre de mil
novecientos noventa, asentándose en la parte que aquí interesa, lo siguiente:
"QUINTO.-Los peticionarios, Lucía Mendoza Peña y Mariano Vargas Alvarez, aducen como
primer concepto de violación, que resultaba improcedente la acción plenaria de posesión,
pues tiende a proteger la posesión con justa causa y deben ejercitarla quienes carecen del
documento que acredite la propiedad, por lo que la Sala no debió sostener que la escritura
pública exhibida demostraba el primero de los elementos de la acción. Son sustancialmente
fundadas las anteriores alegaciones: En efecto, el artículo 9o. del Código Procesal Civil para
el Estado de Hidalgo, establece: '9. Al adquirente con justo título y de buena fe le compete la
acción para que, aun cuando no haya prescrito, se le restituya la cosa con sus frutos y
accesiones en los términos del artículo 4, el poseedor de mala fe o el que teniendo título de
igual calidad ha poseído por menos tiempo que el actor. No procede esta acción en los casos
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en que ambas posesiones fuesen dudosas o el demandado tuviere su título registrado y el
actor no, así como contra el legítimo dueño'. Por otra parte, nuestro más Alto Tribunal ha
sostenido, que la acción plenaria de posesión o publiciana, compete al adquirente de buena fe
que no está detentando la cosa que tiene derecho a poseer con justo título, aunque no lo
acredite como propietario, y se da contra quien posee con menor derecho, a fin de obtener la
restitución del bien, por lo que el actor debe acreditar los siguientes elementos: a) Que tiene
justo título para poseer; b) Que es de buena fe; c) Que el demandado posee el bien a que se
refiere el título y, d) Que es mejor el derecho del actor para poseer, que el alegado por el
demandado. Por tanto, el juzgador sólo debe examinar cuál de los títulos exhibidos por las
partes, es mejor para acreditar el derecho a la posesión originaria, pues conforme a lo
apuntado, no puede ejercitarse la acción por cualquier clase de poseedor, sino sólo el de
buena fe, que tiene a su favor un título que le otorga el derecho correspondiente, y en
consecuencia, el ejercicio de la acción plenaria, no implica análisis de ninguna cuestión de
propiedad, pues la acción pauliana se funda en una ficción, que consiste en considerar al
poseedor que no ha prescrito, como si hubiere ya ocurrido la prescripción, y su objeto se
reduce a condenar al demandado a devolver la cosa y sus frutos y accesiones, pero sin hacer
declaración, respecto a que el actor sea dueño de la cosa. Además, no sería factible estimar
que el propietario de un bien pudiese ejercitar la acción plenaria de posesión para recuperar
su tenencia, pues por justo título debe entenderse el documento con el cual se acredita la
causa de posesión de una cosa y de entender aquél como instrumento que acredita la
propiedad, para obtener la restitución del bien podía hacerse uso de dos acciones diversas: La
reivindicatoria y la publiciana; lo cual no puede permitirse, atento a la naturaleza específica
del sujeto activo en cada uno de ellas, pues la plenaria de posesión debe ejercitarla el
poseedor, mientras que la reivindicatoria sólo puede intentarla quien tiene previamente
carácter de propietario. Asimismo, debe entenderse que la acción publiciana, sólo puede
ejercitarla el poseedor con justo título que está en vías de adquirir la cosa por medio de la
prescripción, pues el término utilizado por el legislador: 'aun cuando no haya prescrito', es
necesario considerarlo en el sentido de estar por consumarse la usucapión, lo cual sólo puede
ocurrir si el accionante detenta el bien; además, conforme al artículo 765 del Código Civil
vigente en el Estado, la posesión se traduce en un estado o poder de hecho que se ejerce sobre
una cosa y aun cuando determinados actos jurídicos confieren el derecho a poseer no sería
dable entender que para la procedencia de la acción, el actor sólo debe ser titular de aquél, o
ejercitar la posesión en sí, porque en esta acción se discute la calidad de la posesión y tiene
por objeto que el poseedor de categoría inferior al de la actora 'le restituya la cosa y sus frutos
y accesiones', lo cual implica necesariamente que el demandante debió tener la posesión con
anterioridad, pues el fin de la acción consiste en recuperar un bien, ello sólo puede ocurrir si
se deja de ejercitar un poder de hecho. En consecuencia, en forma incorrecta la responsable
estimó que la procedencia de la acción había sido determinada porque la actora había
demostrado ser propietaria del inmueble materia de la controversia, pues en la especie no
deben discutirse cuestiones de propiedad sino, en su caso, si el título de la actora le otorgaba
el derecho para asumir la posesión originaria sobre el predio materia de la litis. En las
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condiciones apuntadas, siendo el acto reclamado violatorio de garantías, resulta innecesario
examinar los restantes conceptos de violación, por lo que debe concederse al quejoso el
amparo y protección de la Justicia Federal solicitados, para el efecto de que la Sala Civil y
Familiar del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Hidalgo, deje insubsistente la
sentencia combatida y en otra que dicte, examine los agravios aducidos en apelación,
partiendo de la base de que el ejercicio de la acción intentada no corresponde al propietario,
sino sólo al adquirente con justo título que tiene derecho a poseer y resuelva como proceda
legalmente."
Con base en estas consideraciones, el Primer Tribunal Colegiado del Segundo Circuito
elaboró la siguiente tesis:
"ACCIONES PUBLICIANA O PLENARIA DE POSESION Y REIVINDICATORIA.
DIFERENCIACION.-La acción plenaria de posesión o publiciana, compete al adquirente de
buena fe que tiene derecho a poseer con justo título, aun cuando no lo acredite como
propietario y se da contra quien posee con menor derecho, a fin de obtener la restitución del
bien; en consecuencia, no sería factible estimar, que el propietario pudiese ejercitar la acción
plenaria de posesión para recuperar su tenencia, pues por justo título debe entenderse el
documento en el cual se demuestra la causa de posesión de una cosa y no el instrumento que
acredita el dominio, porque en esta última hipótesis, el propietario podría hacer uso de dos
diversas acciones para lograr la restitución, como son la reivindicatoria y la publiciana, lo
cual no puede permitirse, conforme a la naturaleza específica del sujeto activo en cada una de
ellas, pues la primera debe ejercitarla el poseedor con justo título, que esté en vías de adquirir
la cosa por medio de la prescripción, mientras que la reivindicatoria sólo puede intentarla,
quien previamente tiene carácter de dueño: incluso, el término utilizado por el legislador: 'aun
cuando no ha prescrito', es necesario entenderlo en el sentido de estar por consumirse la
usucapión, supuesto que únicamente puede presentarse, si el accionante no es propietario del
bien. Además, el juzgador sólo debe examinar cuál de los títulos por las partes, es el mejor
para acreditar el derecho a la posesión originaria, pues el ejercicio de la acción plenaria, no
implica análisis de ninguna cuestión de propiedad, ya que la acción publiciana se funda en
una ficción, que consiste en considerar al poseedor que no ha prescrito, como si hubiere ya
ocurrido la prescripción."
TERCERO.-Por su parte, el Segundo Tribunal Colegiado del Segundo Circuito con sede en la
ciudad de Toluca, Estado de México, al fallar el amparo directo civil 753/88, el veintisiete de
enero de mil novecientos ochenta y nueve, sostuvo la tesis que es del tenor literal siguiente:
"ACCIONES PUBLICIANA O PLENARIA DE POSESION Y REIVINDICATORIA,
DIFERENCIACION ENTRE LAS.-Las acciones publiciana o plenaria de posesión y
reivindicatoria, son acciones reales. La primera protege la posesión y la segunda protege la
propiedad; en ambas la sentencia tiene efectos de condena, pues el demandado debe restituir
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la cosa con sus frutos y accesiones; ambas competen a quien no está en posesión de la cosa a
la cual tiene derecho a poseer, por justo título, aun cuando no lo acredite como propietario en
la publiciana, y en la reivindicatoria por tener la propiedad de la cosa; así, en aquélla el actor
debe acreditar ser adquirente con justo título y buena fe y en ésta tener el dominio. En tales
condiciones, el propietario puede intentar la acción publiciana cuando no quiera que se
cuestione la propiedad y esté en condiciones de probar que es adquirente con justo título, lo
cual se requiere para la procedencia de dicha acción y logrará la restitución de la cosa con sus
frutos y accesiones, aun cuando no se declare que tiene el dominio de la misma, pues esto es
efecto exclusivo de la reivindicatoria, lo que la diferencia de la publiciana o plenaria de
posesión."
Las razones en que se apoya la anterior tesis, son las siguientes:
"La Suprema Corte de Justicia de la Nación, ha sustentado el criterio jurisprudencial que con
el número 6 obra publicado a fojas 18, Tercera Sala, Cuarta Parte, del último Apéndice al
Semanario Judicial de la Federación 1917-1985, el cual textualmente expresa: 'ACCION
PLENARIA DE POSESION.-La acción plenaria de posesión o publiciana compete al
adquirente de buena fe que no está en posesión de la cosa que tiene derecho a poseer con
justo título, aunque no lo acredite como propietario, se da contra quien posee con menor
derecho y tiene la finalidad de obtener la restitución de la cosa con sus frutos y accesiones.Consecuentemente el actor deberá probar los siguientes elementos: 1. Que tiene justo título
para poseer. 2. Que es de buena fe. 3. Que el demandado posee el bien a que se refiere el
título. 4. Que es mejor el derecho del actor para poseer que el que alega el demandado. Para
este efecto, el juzgador debe examinar cuál de los títulos exhibidos es mejor para acreditar el
derecho a la posesión civil'. Ahora bien, como se aprecia del criterio jurisprudencial antes
transcrito, la plenaria de posesión o publiciana es una acción que tiene por objeto obtener la
restitución de la cosa con sus frutos y accesiones, y se intenta para que se resuelva sobre la
mejor posesión, compete al adquirente de buena fe que no está en posesión de la cosa que
tiene derecho a poseer con justo título, aun cuando éste no lo acredite como propietario y se
endereza contra quien posee la cosa con menor derecho. Esta es una acción petitoria y de
condena, mas no declarativa. Para que la acción plenaria de posesión o publiciana proceda, el
actor debe probar: 1. Que tiene justo título para poseer. 2. Que es poseedor de buena fe. 3.
Que el demandado está en posesión del bien a que alude el título; y, 4. Que es mejor el
derecho del actor para poseer, que el del demandado. De ahí que el actor debe acreditar
primero, que tiene justo título para poseer, después que es poseedor de buena fe, luego, que el
demandado está en posesión del bien a que alude el título base de la acción, y, por último,
que su derecho para poseer es mejor que el que tiene el demandado (para lo cual se deberá
examinar cuál de los títulos exhibidos es mejor para acreditar el derecho a la posesión civil).
Por justo título debe entenderse el acto o documento que se cree bastante para adquirir el
dominio o que se considere fundadamente suficiente para adquirirlo; los actos jurídicos que
engendran la posesión son los contratos traslativos de dominio entre los que se encuentra la
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compraventa. La acción reivindicatoria en cambio, compete a quien no está en posesión de la
cosa de la cual tiene la propiedad y su efecto es declarativo y de condena, ya que tiene por
objeto primero que la sentencia reconozca que el actor ha justificado el dominio sobre la cosa
que se pretende reivindicar; y, segundo (y en vía de consecuencia), que el demandado
restituya la cosa con sus frutos y accesiones, para la procedencia de esta acción, el actor debe
probar: 1. La propiedad de la cosa que se reclama. 2. La posesión por el demandado de la
cosa perseguida; y, 3. La identidad de la misma. Como se aprecia de lo antes expuesto, tanto
la plenaria de posesión o publiciana, como la reivindicatoria, son dos acciones reales; la
primera protege la posesión y la segunda la propiedad, aquélla es una acción petitoria y ésta
declarativa, y en ambas la sentencia tiene efectos de condena, ya que el demandado debe
restituir la cosa con sus frutos y accesiones, además ambos competen a quien no está en
posesión de la cosa que tiene derecho a poseer, por justo título aun cuando no lo acredite
como propietario, en la publiciana; y por tener la propiedad de la cosa, en la reivindicatoria,
por ende, en aquélla el actor debe acreditar ser adquirente con justo título y buena fe; y en
ésta que justifique tener el dominio. De ahí que el propietario puede intentar la acción
publiciana o plenaria de posesión cuando no quiera que se cuestione la propiedad y esté en
condiciones de probar que es adquirente con justo título, que es lo que se requiere para la
procedencia de dicha acción, con la cual logrará que se le restituya la cosa con sus frutos y
accesiones, aun cuando no se declare que tiene el dominio de la misma, que es el primer
efecto de la reivindicatoria, y que diferencia a ésta de la publiciana o plenaria de posesión.
Ahora bien, en la especie, el hoy quejoso ejercitó en la vía verbal la acción real publiciana o
plenaria de posesión en contra del Ayuntamiento Constitucional de San Mateo Atenco,
Estado de México, respecto de una fracción de terreno de su propiedad ubicado en el Barrio
de San Juan, denominado "Rancho de San Juan", del Municipio de San Mateo Atenco,
Estado de México, aportando como documento base de su acción el testimonio de la escritura
pública número 3057, Volumen LXXXVII, año 1985 de 16 de mayo de 1985, que contiene el
contrato de compraventa otorgado por el señor Teófilo González Montiel, respecto del lote de
terreno a que se ha hecho alusión anteriormente, en favor del hoy quejoso. Luego, si bien es
cierto que con dicho testimonio público es factible acreditar la propiedad, también lo es que
con él se justifica la posesión, ya que el mismo es fundamentalmente suficiente para
transmitir el dominio, sin que con ello se desvirtúe la naturaleza jurídica de la acción
ejercitada, porque el efecto de la sentencia únicamente será restituir al actor de la fracción de
terreno, del cual es adquirente con justo título y buena fe; pero en forma alguna la sentencia
hará declaración respecto de derechos de propiedad. Luego, si la Sala señalada como
responsable no lo estimó así, infringió en perjuicio del quejoso lo dispuesto por el artículo
482 del Código de Procedimientos Civiles para el Estado de México, lo que deviene en
violatorio de las garantías contenidas en los artículos 14 y 16 de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos. Habiendo resultado fundados los conceptos de violación
expresados por el quejoso, procede otorgar el amparo y protección de la Justicia de la Unión
para el efecto de que la Sala señalada como responsable deje insubsistente la sentencia que
constituye el acto reclamado y dicte otra en la que estime infundado el agravio que consideró
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suficiente para modificar la sentencia de primera instancia y que se hizo consistir en que era
improcedente la acción plenaria de posesión porque el título aportado por la actora acredita el
derecho de propiedad y por ende, la acción que debía ejercitarse era la reivindicatoria; y,
proceda al estudio de los restantes agravios invocados en la apelación."
CUARTO.-Por razón de método debe dilucidarse en primer término si en el caso existe
materia para resolver la presente denuncia de contradicción de tesis entre los Tribunales de
Circuito mencionados.
Con ese propósito, debe decirse que de la transcripción de las tesis que anteceden, así como
del análisis de las ejecutorias en que se sustentan, se hace patente la contradicción de tesis
denunciada por el presidente del Primer Tribunal Colegiado del Segundo Circuito, que se
produce porque mientras este Tribunal Federal sostiene que el propietario de un bien no
puede ejercitar la acción publiciana o plenaria de posesión, el Segundo Tribunal Colegiado
del Segundo Circuito sostiene lo contrario, esto es, que el propietario de un bien puede
deducir la acción plenaria de posesión cuando no quiera que se discutan en la contienda legal
sus derechos de propiedad, en base a las razones que han quedado transcritas con antelación y
que más adelante se ponderarán.
En tales condiciones, con apoyo en lo dispuesto por el artículo 197-A, en relación al 192,
ambos de la Ley de Amparo, esta Tercera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
procede a determinar cuál de ellas debe prevalecer con carácter de jurisprudencia.
En la especie se estima que debe prevalecer la tesis sustentada por el Segundo Tribunal
Colegiado del Segundo Circuito, al resolver el amparo directo 753/88, promovido por Daniel
González García, en atención a las razones que a continuación se expresan:
La génesis de la acción plenaria de posesión, revela que este derecho subjetivo encuentra su
origen en la tradición romanista. Fue instituida por el pretor "Publicius", quien para proteger
al poseedor (civil) de buena fe, concedió acción en reivindicatoria a todo aquel que hubiese
recibido una cosa con justo título, cuando perdiera la posesión antes de haber adquirido la
propiedad por prescripción. A través de esta acción, el pretor fingía creer que el poseedor
había cumplido el plazo de la usucapión y demandaba la cosa en calidad de dueño. La
sentencia que se pronunciaba en estos juicios se limitaba a resolver acerca del mejor derecho
de posesión, sin prejuzgar sobre los derechos de propiedad ni hacer declaración de dominio.
El rígido sistema de prueba de la propiedad conocido como "prueba por el título" o "prueba
diabólica", que prevaleció a la luz del axioma que dice "nadie puede transmitir a otro más
derechos de los que él mismo tiene", obligaba a quienes demandaban la reivindicatoria a
demostrar la propiedad de todos sus causantes. Las dificultades que entrañaba la
demostración de este aspecto, provocó que la mayoría de los propietarios optaran por el
ejercicio de la acción publiciana, en donde obtenían la restitución de la finca, aun cuando no
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se hiciera declaración de dominio. Durante la Edad Media, frecuentemente se confundió esta
acción con la reivindicatoria, ello trajo como consecuencia que desapareciera de numerosas
legislaciones europeas, entre las que se encuentran el Código Civil Español, el Francés y el
Italiano. La fuerte influencia de estas legislaciones sobre el derecho patrio, propició que la
acción publiciana no fuera contemplada en los Códigos Civiles del Distrito y Territorios
Federales de 1870, 1884 y aun en el de Procedimientos Civiles de 1883. Posteriormente, el
Código Federal de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal de 1931, incorporó de
manera expresa la acción plenaria de posesión en los términos de su artículo 9o., el cual fue
recogido más adelante por la mayoría de las legislaturas adjetivas locales, entre las que se
encuentra la del Estado de México (artículo 482) y la del Estado de Hidalgo (artículo 9o.).
Dichos preceptos, por su orden, dicen:
"ARTICULO 9o. Al adquirente con justo título y de buena fe le compete la acción para que,
aun cuando no haya prescrito, le restituya la cosa con sus frutos y accesiones en los términos
del artículo 4o., el poseedor de mala fe, o el que teniendo título de igual calidad ha poseído
por menos tiempo que el actor. No procede esta acción en los casos en que ambas posesiones
fueren dudosas o el demando tuviere su título registrado y el actor no, así como contra el
legítimo dueño." (Código de Procedimientos para el Distrito Federal de mil novecientos
treinta y uno).
"482. Al adquirente con justo título y de buena fe le compete la acción para que, aun cuando
no haya prescrito, le restituya la cosa con sus frutos y accesiones en los términos del artículo
477 el poseedor de mala fe; o el que teniendo título de igual calidad ha poseído por menos
tiempo que el actor. No procede esta acción en los casos en que ambas posesiones fueren
dudosas o el demandado tuviere su título registrado y el actor no, así como contra el legítimo
dueño." (Código de Procedimientos Civiles del Estado de México, en vigor).
"9o. Al adquirente con justo título y de buena fe le compete la acción para que, aun cuando
no haya prescrito, se le restituya la cosa con sus frutos y accesiones en los términos del
artículo 4o., el poseedor de mala fe o el que teniendo título de igual calidad ha poseído por
menos tiempo que el actor. No procede esta acción en los casos en que ambas posesiones
fueren dudosas o el demandado tuviere su título registrado y el actor no, así como contra el
legítimo dueño." (Código Procesal Civil para el Estado de Hidalgo, en vigor).
Ahora bien, la noción de "justo título" contenida en los preceptos transcritos, que fue
empleada en el citado Código Civil de 1870, así como en el referido código de 1884, para
establecer el primer requisito de la prescripción positiva, desapareció como tal en el Código
Civil de 1928 y fue sustituida por la noción de "poseedor en concepto de propietario". Sin
embargo, como una reminiscencia de la acepción y fiel a la tradición romanista, el artículo
9o. del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal de 1931, acogió el
concepto de "justo título". De ahí que la connotación de dicho término debe entenderse a la
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luz de la definición que de él se proporciona en los Códigos Civiles de 1870 y 1884. En
efecto, el artículo 1188 del Código Civil de 1870, establecía: "se llama justo título el que es
bastante para transferir el dominio.".Por su parte, el artículo 1080 del Código Civil de 1884,
aclaró el concepto al establecer: "Se llama justo título el que es o fundadamente se cree
bastante para transferir el dominio.".
De lo anterior se concluye, que el justo título comprende dos supuestos, a saber: a) Aquel que
transmite el dominio y que por tanto, constituye un título de propiedad; y, b) Aquel que en
principio sería apto para transmitir el dominio, pero que debido a un vicio ignorado por el
adquirente, sólo le transmite la posesión. Cabe apuntar que, la práctica hizo caer en desuso la
primera de las hipótesis mencionadas, pues quien prescribía, evidentemente lo hacía porque
carecía de un título que le transmitiera el dominio.
Adicionalmente, es pertinente advertir que la noción de "justo título" no pugna con la
definición que se contiene en el artículo 806 del Código Civil del Distrito y Territorios
Federales de 1928, el cual estableció: "Entiéndese por título la causa generadora de la
posesión." pues es claro que la acepción de "justo título", en sus dos aspectos, da origen a la
posesión, y por ello encuadra dentro de lo previsto por el artículo 806 del citado
ordenamiento. No obstante, cabe señalar que el concepto de "causa generadora de la
posesión" es más amplio que el de justo título, pues si bien la posesión puede originarse en
éste, también lo es que no es la única forma en que se puede generar la posesión, ya que ésta
aun cuando no sea, originaria puede producirse por un título que no sea ni se crea bastante
para transmitir el dominio, como en el caso del usufructo, del comodato o del arrendamiento.
Es decir, el "justo título", no es más que uno de los géneros que conforman la clase "causa
generadora de la posesión".
En este orden de ideas, se arriba a la conclusión de que el justo título, si bien como lo señala
el Primer Tribunal del Segundo Circuito, en principio puede constituir la causa generadora de
la posesión; también es cierto que su concepto no se restringe a los títulos viciados, sino que
además comprende a los que transmiten el dominio, tal como lo consignaron expresamente
los mencionados de 1870 y 1884.
Pero además, fundamentalmente, no debe perderse de vista que uno de los principios que
rigen la acción plenaria de posesión, es el referente a que no se trata de una acción declarativa
sino de condena, pues como en forma coincidente lo señalan los órganos colegiados que
sustentan la contradicción, en la acción publiciana no puede discutirse los derechos de
propiedad que pudieran tener las partes, sino el mejor derecho de posesión que les pueda
asistir. De ahí que, la tesis relativa a que el dueño de la cosa no puede deducir la acción
publiciana encierra una antinomia, pues no puede rechazarse la acción plenaria de posesión
ejercitada por el propietario, sin antes establecer que verdaderamente se trata del propietario,
y ello, evidentemente pugna con el principio apuntado.
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Sobre el particular, es pertinente citar la tesis sustentada por esta Tercera Sala de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, publicada en el Semanario Judicial de la Federación, Sexta
Epoca, Cuarta Parte, Tomo XXXIV, página 2788, que a la letra dice: "ACCION
PUBLICIANA. CONCEPTO.-La acción publiciana es una acción real, que compete al
poseedor civil de una cosa, contra el que posee sin título o con otro, pero de menor derecho,
para que sea restituida con sus frutos, accesiones y abono de menoscabos, estando sujeta
dicha acción, entre otras reglas a las siguientes: Que quien la ejercite, sea poseedor en
derecho de la cosa que reclama; que aquel contra quien se dirija, carezca de derecho para
retenerla, o sea inferior al de su denunciante, y que se acompañe el justo título en que la
acción se funda. Como se ve, la acción publiciana es semejante a la acción reivindicatoria,
pero las separan diferencias muy importantes, entre ellas, la de que la sentencia que se dicte
con motivo del ejercicio de la primera, no produce excepción de cosa juzgada, en el pleito
sobre la propiedad. El juzgador debe examinar, cuál de los títulos presentados por las partes,
es mejor para acreditar la posesión civil, y no la posesión de hecho, que es materia de los
interdictos.".
La circunstancia de que en tal situación, el actor contaría con dos diversas acciones para
lograr la restitución de la cosa, no justifica la desestimación de la procedencia de la acción
publiciana cuando la deduzca el propietario, pues ningún imperativo impide al legislador
instituir sendos medios de recuperación de la cosa, y por el contrario, sobre el particular
cobra aplicación el aforismo que dice "el que puede lo más, puede lo menos".
Tampoco existen elementos para suponer que al emplear la frase "aun cuando no haya
prescrito", el legislador limitó la procedencia de la acción plenaria de posesión a los casos en
que la usucapión estaba por consumarse, pues la conjunción concesiva "aun cuando", puede
ser utilizada como sinónimo de "también", "inclusive" o "hasta", en tanto que como
conjunción adversativa, se utiliza en el sentido de "aunque" o "a pesar de lo cual", pero en
ningún caso se emplea como adverbio de restricción, esto es, como sinónimo de sólo,
solamente o únicamente.
Así pues, cabe concluir que no hay razón de índole legal ni gramatical, para estimar
improcedente la acción publiciana cuando es deducida por el dueño de la cosa, pues excluida
toda posibilidad de discutir la propiedad en el juicio plenario de posesión, no existe forma de
que el juzgador pueda establecer si el actor tiene o no el carácter de propietario.
En las condiciones apuntadas, a juicio de esta Tercera Sala de la Suprema Corte de Justicia de
la Nación, debe prevalecer con el carácter de jurisprudencia obligatoria en los términos
precisados en el último párrafo del artículo 192 de la Ley de Amparo, la tesis que a
continuación se precisa, debiendo ordenarse su publicación, así como la parte considerativa
de este fallo, en el Semanario Judicial de la Federación, para los efectos del artículo 195 de la
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propia Ley Reglamentaria de los Artículos 103 y 107 de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos.
La tesis indicada es la siguiente:
"ACCION PUBLICIANA O PLENARIA DE POSESION. PUEDE SER INTENTADA
TANTO POR EL PROPIETARIO COMO POR EL POSEEDOR DE LA COSA.-Las
acciones publiciana o plenaria de posesión y reivindicatoria, son acciones reales; la primera
protege la posesión y la segunda protege la propiedad; en ambas la sentencia tiene efectos de
condena, pues el demandado debe restituir la cosa con sus frutos y accesiones; ambas
competen a quien no está en posesión de la cosa a la cual tiene derecho a poseer, por justo
título, aun cuando no lo acredite como propietario en la publiciana; y en la reivindicatoria por
tener la propiedad de la cosa; así, en aquélla el actor debe acreditar ser adquirente con justo
título y buena fe y en ésta tener el dominio. En tales condiciones, el propietario puede
intentar la acción publiciana cuando no quiera que se cuestione la propiedad y esté en
condiciones de probar que es adquirente con justo título, lo cual se requiere para la
procedencia de dicha acción y logrará la restitución de la cosa con sus frutos y accesiones,
aun cuando no se declare que tiene el dominio de la misma, pues esto es efecto exclusivo de
la reivindicatoria, lo que la diferencia de la publiciana o plenaria de posesión.".
Por lo expuesto y con fundamento en los artículos 197-A de la Ley de Amparo y 26, fracción
XI, de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, se resuelve:
PRIMERO.-Sí existe contradicción entre la tesis sustentada por el Primer Tribunal Colegiado
del Segundo Circuito, al resolver el amparo directo 1365/90, promovido por Lucía Mendoza
Peña y Mariano Vargas Alvarez, con la sostenida por el Segundo Tribunal Colegiado del
mismo Circuito, al resolver el amparo directo 753/88, promovido por Daniel González
García.
SEGUNDO.-Se declara que debe prevalecer la tesis sustentada por el Segundo Tribunal
Colegiado del Segundo Circuito, en los términos precisados en el considerando cuarto de esta
resolución.
TERCERO.-Remítase de inmediato la tesis jurisprudencial y la parte considerativa que la
sustenta en la presente resolución, al Semanario Judicial de la Federación y a la Gaceta del
mismo para su publicación, así como al Pleno y demás Salas de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación, a los Tribunales Colegiados de Circuito y a los Jueces de Distrito.
Notifíquese y cúmplase.
Así lo resolvió la Tercera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por unanimidad
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CONTRADICCION DE TESIS 23/93.
de cinco votos de los señores Ministros: presidente Miguel Montes García, Mariano Azuela
Güitrón, Sergio Hugo Chapital Gutiérrez, José Trinidad Lanz Cárdenas y Carlos Sempé
Minvielle. Fue ponente el tercero de los señores Ministros antes mencionados.
Firman el presidente de la Sala y Ministro ponente con el secretario de Acuerdos de la
misma, que autoriza y da fe.
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