R° 29 F° 64 T° 15 - Poder Judicial de la Provincia de Santa Fe

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SALA CIVIL PRIMERA
Resolución N°: 29
Folio: 64
Tomo: 15
En la ciudad de Santa Fe, a los
31
días del mes de Marzo del año dos mil catorce, se
reunió en Acuerdo Ordinario la Sala Primera de la Cámara de Apelación en lo Civil y
Comercial de Santa Fe, integrada por los Dres. Abraham L. Vargas, Edgardo I. Saux y
Estela Aletti de Tarchini, para resolver los recursos de apelación y nulidad interpuestos por
la demandada-reconviniente a fs. 397, contra la sentencia de fecha 9 de Noviembre de 2011
(v. fs. 386/396), dictada por el Juzgado de Primera Instancia de Distrito en lo Civil y
Comercial de la 7ma. Nominación de esta ciudad, en los autos caratulados
“MERIGGIOLA,
WALTER
NICOLAS
C/
POLINI,
RUBEN
OMAR
S/
ORDINARIO” (Expte. Sala I N° 36 – Año 2012), y que fueran concedidos libremente y
con efecto suspensivo a fs. 402. Acto seguido el Tribunal estableció el orden de votación
conforme con el estudio de los autos -Vargas, Saux y Aletti de Tarchini- y se plantearon
para resolver las siguientes cuestiones:
1era.: ¿Es nula la sentencia recurrida?
2da.: ¿Es ella justa?
3era.: En su caso, ¿qué pronunciamiento corresponde dictarse?
Determinado el orden de votación en cuya virtud éstos pasan a estudio, a la primera
cuestión, el Dr. Vargas dijo:
Si bien el recurso de nulidad deducido ha sido sostenido autónomamente en esta
sede, los agravios sobre los que se sustenta pueden obtener suficiente respuesta en el
tratamiento del recurso de apelación –que se realizará a continuación- por cuanto no
refieren a vicios in procedendo, sino in iudicando (toda vez que se refieren a supuestas
omisiones o arbitrariedades ínsitas en la sentencia). Por lo tanto, no advirtiendo
irregularidades procesales ni vicios en el procedimiento que justifiquen un pronunciamiento
de oficio, corresponde rechazar el recurso de marras.
El Dr. Saux expresó, a su vez, iguales razones en parecidos términos y votó, por lo
tanto, en igual sentido.
A la primera cuestión, la Dra. Aletti de Tarchini dijo:
Habiendo tomado conocimiento de estos autos y existiendo votos totalmente
concordantes de dos jueces, de conformidad al art. 26 de la Ley 10.160 y a la jurisprudencia
de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia, me abstengo de emitir opinión.
A la segunda cuestión, el Dr. Vargas dijo:
I. Antecedentes
Por resolución de fecha 09.11.2011, la Jueza a quo hizo lugar a la demanda y en su
consecuencia, condenó a Rubén Omar Polini -hoy sus herederos- a otorgar a Walter Nicolás
Meriggiola dentro del plazo de quince días la escritura traslativa de dominio del inmueble
individualizado, bajo apercibimientos -en caso de renuencia- de ser otorgada judicialmente
a cargo de los obligados, salvo que resultare de cumplimiento imposible, así como al pago
en el mismo plazo de la cláusula penal establecida, y rechazó la reconvención deducida,
todo con costas a los demandados vencidos. Para así decidir, expresó que “liminarmente
corresponde analizar la impugnación efectuada a fs. 349/355 por la apoderada de los
demandados al contenido de la prueba pericial caligráfica llevada a cabo por la perito Dora
Ortega (fs. 166/184) y ofrecida por ambas partes, por la cual se analizaron las firmas
dubitadas del Sr. Rubén Polini y de la Sra. Silvia Elsa Moreyra. Cuestiona por un lado el
uso de fotocopias como material indúbito para el cotejo de las firmas de Polini, señalando
que la perito no ha actuado con la seriedad, responsabilidad, trabajo técnico y objetividad
que su función le impone, ya que lo fotocopiado presenta infinidad de posibilidades de
correcciones, borrados químicos o mecánicos, cambio de elemento escritor sin ser notado,
etc. Dice que la explicación que da la pericia de las características del Sr. Polini en su
mayoría son erróneas, y que el informe no tiene ningún soporte técnico científico y no
menciona los inconvenientes de usar material fotostático para sus estudios y determinación
de autorías como correspondería a un estudio científico serio, responsable y objetivo.
Agrega que las conclusiones de la pericia tomadas sobre la base de fotocopias no pueden
ser indúbitas como principio elemental, caso contrario se invierten las pruebas, se agregan
elementos imposibles de considerar y se arriba a una conclusión que estima que está fuera
de la técnica pericial y es altamente peligrosa. Por otra parte, en cuanto a las firmas de la
Sra. Silvia Moreyra, señala que si bien es cierto que obran en el expediente y en el juicio
sucesorio firmas indúbitas de la misma que le han sido prestadas a la perito para su cotejo,
ningún perito debe obviar realizar el cuerpo escritural, el cual Ortega ni siquiera insinuó.
Añade que esta falta de diligencia pone de resalto la negligente, insuficiente y seguramente
infundada y arbitraria labor de la perito. Dice que la elemental doctrina de las pericias
caligráficas entiende indispensable la realización del cuerpo de escritura. Además, señala
que la propia perito dice que las firmas indúbitas son ‘totalmente ilegibles’ y que las grafías
no definen carácter alfabético alguno limitándose a movimientos escriturales curvos y
rectos carentes de expresión literal. Añade que es notoria la diferencia entre las firmas
dúbitas e indúbitas, ya que en las dúbitas se advierten grandes errores que impiden su
comparación. Corrido traslado a la perito Dora Ortega respecto al incidente de nulidad de
pericia por cuestiones formales (el cual fue resuelto y rechazado mediante sentencia obrante
a fs. 376/378) la misma se expidió también en relación a los cuestionamientos respecto al
contenido técnico de la pericia, más específicamente sobre el uso de fotocopias. Señala que
se trató de dos paradigmas indúbitos, ya que los dúbitos fueron totalmente estudiados en
sus originales; que las fotocopias utilizadas corresponden al acta de nacimiento y al acta de
matrimonio del Sr. Polini, glosadas en el expediente sucesorio y cuya autenticidad puede
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ser certificada por el Registro Nacional de las Personas dado que provienen de un
expediente de trámite judicial; y que fueron empleadas solamente para explicar la evolución
gráfica de las firmas de Polini entre los años 1980 y 1994, siendo su inclusión meramente
explicativa y sin alusión a ninguna gestualidad identificatoria de importancia. Se adelanta
que la impugnación no habrá de prosperar. En cuanto al uso de fotocopias como material
indúbito para el cotejo de la firma de Rubén Polini debe tenerse en cuenta (además de lo
aclarado por la perito al contestar el traslado) que para efectuar dicho cotejo fueron
utilizados siete documentos, de los cuales sólo dos correspondían a fotocopias. Por otra
parte, en cuanto al cuestionamiento efectuado en relación a la falta de cuerpo de la escritura
para el cotejo de firma de la Sra. Moreyra, debe recordarse que su realización no es
obligatoria y que –por el contrario- el propio Código Procesal Civil y Comercial de la
Provincia en su artículo 180 dispone que “… A falta de documentos de cotejo o en su caso
de ser insuficientes para formar juicio podrá el juez ordenar que la persona a quien se
atribuya la letra forme en su presencia un cuerpo de escritura…”. Por otra parte, la propia
perito en su informe señaló expresamente que “en el presente caso no fue necesario tomar
un cuerpo de escritura a la accionada, dado que la suficiencia del material auténtico no se
centra en su cantidad sino en su calidad, y que las signaturas auténticas utilizadas muestran,
por la riqueza de sus detalles gráficos, la personalidad caligráfica de su autora, siendo
suficientes para cotejarlas con la firma dubitada” … Tampoco corresponde el
cuestionamiento efectuado en cuanto a la ilegibilidad de las firmas indúbitas de Moreyra,
ya que se saca de contexto lo señalado por la perito en su informe, quien luego de realizar
dicha referencia, explica minuciosamente el porqué de su afirmación y concluye en que
dichas formas cotejadas con las indúbitas concuerdan en sus gestos y morfología en
cantidad y calidad suficientes para asociarlas en forma indiscutida a un emisor común. Por
otra parte, es menester considerar que no se han producido otras probanzas que puedan
desvirtuar la prueba caligráfica y que los demandados impugnantes ni al ofrecer la prueba
pericial (fs. 195 vto.) ni al ser notificados de su proveído (fs. 119) o de la realización de la
pericia (v. cédula de fs. 162 y fs. 377 vto.), solicitaron se formara cuerpo de escritura y que,
además, ellos mismos acompañaron dos documentos (v. fs. 228/230) que fueron utilizados
por la perito como material indúbito para el cotejo en relación a la firma de Rubén Polini.
Sin perjuicio de ello, y si bien es cierto que no es obligatorio para el juez acogerse a lo
establecido en el dictamen pericial, no lo es menos que dicho informe técnico no puede ser
ignorado y la sana crítica aconseja no apartarse del mismo sino por razones muy fundadas,
dado que el conocimiento del perito es ajeno al hombre de derecho. Si la peritación está
fundada en principios técnicos inobjetables, ante la ausencia de prueba que lo desvirtúe e
imposibilidad de oponer argumentos científicos de mayor valor, la sana crítica conduce a
aceptar sus conclusiones. No resulta suficiente para convencer al juzgador que lo dicho por
el experto sea incorrecto, las meras objeciones ni la simple discrepancia de las partes, pues
aunque las normas procesales no acuerdan al dictamen carácter de prueba legal, el
magistrado puede formar su propia conclusión al respecto. … en el caso de autos, no se
observan circunstancias que puedan fundamentar una conclusión diferente a la arribada por
la experta. … Apartado ello, se analizará en primer lugar la demanda incoada por Walter
Nicolás Meriggiola. … Cabe aclarar … en relación a los … recibos, que del análisis de
todos ellos surge expresamente que los pagos realizados por el actor a Rubén Polini, Silvia
Moreyra, Ileana Sonzogni y Víctor Puchulú lo fueron en concepto de pago del saldo de
precio por la compra del inmueble rural así como por los demás rubros estipulados en el
boleto de compraventa como gastos a cargo del comprador. Por tanto, no asiste razón a los
demandados cuando al alegar sostienen que los recibos ‘aunque reconocidos carecen de
fuerza probatoria alguna a favor del actor’ o que el Dr. Puchulú reconoció recibos de pago
por honorarios de ‘cuestión ajena a este juicio’ (v. fs. 368 y vto.) y el cumplimiento de
dicha obligación surge expresamente del texto de dichos recibos que –reitero- han sido
reconocidos por quien los extendió. … De lo dicho hasta aquí se desprende que el actor,
pese a no haber estado obligado conforme con lo convenido en el contrato de fecha
02/10/98, abonó en concepto de precio $44.110 así como los demás gastos a los que se
había obligado contractualmente, motivo por el cual la demanda habrá de prosperar; sin
perjuicio de la deuda por Tasa General de Inmuebles Rurales por el período octubre /98 a
2009 que deberá cancelar antes de la escrituración. … Corresponde ahora analizar la
reconvención incoada por los demandados. Sin embargo, siendo que los mismos
manifestaron expresamente que dicha reconvención se interponía debido a que el actor se
encontraba en mora respecto a su obligación de pagar el saldo de u$s 40.000 (v. fs. 60),
habiendo quedado demostrado lo contrario con la prueba rendida en autos por el actor y
atento que, por otra parte, es el Sr. Rubén Polini –hoy sus herederos- quien incumplió con
la obligación de otorgar escritura pública a los 180 días de firmado el boleto de
compraventa –hecho que fue reconocido por los propios demandados al absolver posiciones
(v. cuarta posición de fs. 137 y 146) y al reconocer el contenido de dicho boleto (fs. 137,
146 y 147)- es inoficioso ingresar a su análisis. Ello, no obstante lo contradictorio de la
demanda de los demandados quienes, de un lado solicitan la rescisión del contrato y de otro
reclaman los intereses del saldo de u$s 40.000 pactado en el boleto de compraventa, así
como el pago de tasas posteriores a su celebración … . Así las cosas, en función de lo
expuesto, la reconvención deberá rechazarse, con costas. Párrafo aparte merece la
pretensión del actor de aplicación del interés del 3% mensual sobre el saldo del precio,
desde la mora y hasta el efectivo pago, destacando que esta cláusula penal (no es otra cosa
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el interés estipulado de acuerdo a lo dispuesto en el artículo 652 del Código Civil) no fue
prevista sólo para supuesto de incumplimiento del saldo del precio sino que en el punto d)
de la cláusula tercera del boleto de compraventa (v. f. 138 vto.) textualmente las partes
convinieron: ‘El incumplimiento de las obligaciones emergentes del presente boleto hará
incurrir en mora a cualquiera de las partes sin necesidad de ningún tipo de interpelación
previa y mientras subsista la misma la incumplidora abonará a la otra un interés del 3%
mensual sobre el monto a abonar…’. Siendo que la cláusula penal tiene por objeto el pago
de una suma de dinero y que el demandado (hoy sus herederos) no ha cumplido con la
obligación de escriturar en el tiempo fijado en el contrato …, corresponde acceder a su
aplicación ya que la cláusula penal entra en lugar de la indemnización de perjuicios e
intereses cuando el deudor se hubiese constituido en mora (art. 565 C. Civil). Sin embargo,
el artículo 656 del mismo Código, dispone de un lado, que el acreedor no está obligado a
probar que ha sufrido perjuicios ni el deudor podrá eximirse de satisfacerla probando que el
acreedor no ha sufrido perjuicio alguno, pero de otro lado establece que los jueces podrán
reducir las penas cuando su monto sea desproporcionado con la gravedad de la falta que
sancionan, habida cuenta del valor de las prestaciones y demás circunstancias del caso que
configuren un abusivo aprovechamiento de la situación del deudor. … Trasladados estos
conceptos al caso de autos, se advierte que las partes pactaron como cláusula penal un
interés mensual del 3% calculado sobre un capital en dólares estadounidenses (u$s 40.000)
y el resultado que ello arroja pone de manifiesto, a simple vista, que es excesivo si se tienen
en cuenta el precio total del inmueble objeto del contrato; el hecho de la muerte de quien
había vendido derechos y acciones hereditarios; la falta de acreditación (incluso de
invocación) de todo otro perjuicio que hubiere sufrido el acreedor que no sea el propio
incumplimiento del deudor … . Por ello, en uso de las facultades que a la suscripta otorga
el mencionado artículo 656 del Código Civil en su segundo párrafo introducido por la ley
17.711, y a que el actor dejó librada la aplicación y/o reducción de la cláusula penal a
criterio de la suscripta (v. fs. 39 vto.), estimo ajustado a derecho reducir en este caso la
pactada por las partes, a la propuesta subsidiariamente por el demandado en su contestación
de demanda (v. fs. 60 vto.), esto es, fijando un interés equivalente a la tasa que para
operaciones de descuento a treinta días cobra el Banco de la Nación Argentina, desde la
mora -02/10/04- y hasta el efectivo pago. Las costas serán soportadas por los demandados
conforme al principio objetivo del vencimiento (art. 251 CPCC).” (v. fs. 386/396).
II. Agravios
1. Que contra dicha resolución, se alza la demandada, deduciendo recursos de
apelación y nulidad (fs. 397), los que son concedidos libremente y con efecto suspensivo
(v. fs. 402).
2. Ello así y radicados los autos en esta sede, se le corre traslado a la apelante a fin
que exprese agravios (v. fs. 419), levantando dicha carga procesal a fs. 421/426,
manifestando que “agravia la sentencia porque se sostiene en dos ejes, la pericial realizada
en autos; y el silencio o rechazos liminarmente efectuados a los aspectos propuestos por la
demandada, entre ellos incluyo también la resistencia a tratarlos extensamente y la omisión
de recordar la pérdida del expediente dentro del Juzgado. El fallo dedica su extensión al
tratamiento de la pericial arribando a la conclusión de validez de la misma. A fs. 284/295
obra el trabajo pericial, por el que la perito solicita regulación de honorarios, pero omite
decir quién le pagó los gastos. A fs. 349 consta la impugnación a lo formal, que se resume
así: a) la perito no notificó el día y hora de realización de la pericial, y por tanto los
delegados técnicos no asistieron a los estudios y conclusiones; con el agravante de que el
día fijado por la perito, y no notificada insisto, sí asistió la delegada técnica de la actora,
cómo hizo para anoticiarse?; y además del contenido del acta de fs. 179 surge que tampoco
se concretó ese día. En definitiva la perito realizó la pericial sin asistencia de delegados
porque no los notificó, el 14 de septiembre de 2010, en lugar distinto al fijado, y por
supuesto a escondidas de la parte demandada. No consta si recibió el pago de $800, que
solicitó; quién los pagó, por qué se oculta el pago, por qué no exhibe el recibo; por qué se le
permite obrar fuera de la ley procesal y fiscal. Va de suyo que la Juez rechazó el recurso
formal expresando que la notificación de fecha 4/8/2010 hizo saber la fecha, cuando el
decreto no tiene ninguna referencia a la realización de un acto por tercero, lo que es el
perito, con seria dificultad en la extrema sintetización del proveído: no dice para la
realización de la pericial, o al pedido del perito, ni da cuenta de qué acto o dicho se inserta;
y la cédula al pie tampoco advierte un determinado acto, como lealmente se hace en el
libramiento de las cédulas. La conducta omisiva que refiere la resolución de fs. 377 vto. es
la del propio decreto que omite decir de qué se trata; y de la misma resolución que omite
tratar el pago oculto sin otorgarle interés a lo sinuoso y oscuro del juicio. En relación al
contenido de la pericial esta parte impugnó a fs. 349/355 vto., dándole suficiente
fundamento a la oposición del uso de fotocopias, como a la falsificación de los textos y
formas, exponiéndose con claridad y fundamentos en los que ha participado personal
técnico. A fin de no abundar innecesariamente, se da por transcripto aquí el reclamo por la
nulidad de la pericial. La perito al responder a fs. 359 sobre la impugnación … contesta
sobre este tema, adentrándose en revalorar su trabajo cuando no le correspondía (ver fs.
360), agregando un dato más al cúmulo de infracciones procesales y consecuentemente,
sustanciales. Allí le dio a la Sra. Juez datos para resolver el rechazo de la impugnación: que
sólo se tomaron en valor dos fotocopias; que provienen de un expediente judicial; que se
tomaron para una explicación sobre la evolución de las firmas, y niega que en la
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impugnación se hicieran consultas. Sí se hizo consulta y se ofrece como prueba. … De esta
forma se produjo un estudio sobre elementos que se encontraban en distintos expedientes, a
los que la perito da como elementos indúbitos, a fs. 286, cuando debe saberse que ningún
certificado del registro civil tiene validez luego del plazo legal; y por lo tanto tomar en
consideración fotocopias anteriores a 1993, indican un abuso de su designación y facultades
de realización del trabajo encomendado; que la parte demandada no aceptó ni debe resignar.
La Sra. Juez fue tibia en aceptar la inserción de la perito no solo cuando responde el escrito
incursionando en lo que no debía, sino en aceptar su respuesta sin considerar que no estaba
autorizada por insertar otros documentos en el estudio, sin intervención de las partes.
También sorprende la sentencia cuando descarta la realización de un cuerpo escritural por
parte de Moreira cuando se le atribuye ni más ni menos que un recibo por $15.000 con el
que se redondea casi el pago total, y fue denunciado de falso. No hay Juez en estos estrados
que de plano descarte un cuerpo escritural, y la cita de la sentencia si bien existe, en el tema
de la prueba rigen otros principios sustanciales que imponen al sentenciante darse el pleno
convencimiento de la sana crítica. … Y también debe operar la asunción de a prueba que
conste en la comunicación subjetiva del juez con ese medio mediante operaciones
sensoriales e intelectuales, necesarias para conocerlo y entenderlo, es decir para saber en
qué consiste y cuál es su contenido. La admisión de la prueba pericial y la asunción de la
misma son elementos básicos que llevan al juez a considerar que una prueba fundamental
en el proceso debe estar regida por la imparcialidad, claridad, seguridad y control. El
Juzgado lo obvió y con fundamentos genéricos, como que la ley no la obliga, dicta el fallo
en crisis. … La sentencia dice bien “ausencia de pruebas” con lo que da cuenta total de su
desconocimiento o descarte prima facie de las demás pruebas obrantes en el juicio … Que
todas estas pruebas demuestran absolutamente, porque no fueron contradichas en momento
alguno por la actora, que Meriggiola no tenía capacidad económica para comprar un
campo, ni dinero ni bienes, como tampoco actividad rentable importante, que en
consecuencia estaba probado con toda claridad la imposibilidad de que adquiriera un campo
de 580 hectáreas. Todo ello está probado, en consecuencia a la fecha de la sentencia de la
Sra. Juez conocía perfectamente que la pericial se contradice con las pruebas producidas
por la actora, dando fehaciente validez a la afirmación de la demandada: que todos los
recibos son falsos, y ello imponía a la sentenciante tomar precauciones, o al menos por
respeto a la contraria, no afirmar la inexistencia de pruebas. Y en lo referido a 'la oposición
de argumento científico de mayor valor' esta oportunidad le fue negada al delegado técnico
con la aviesa notificación, pero también contó la Sra. Juez con la impugnación que no fue
hecha solo con conocimientos de la firmante, sino con la importante valoración de un perito
oficial consultado y que más abajo se menciona. Es por lo que se sostiene este agravio, la
pericial se sostiene en fundamentos y documentales con un razonamiento falso, y con
procedimiento irregular, hasta ilegítimo, por lo que la jueza debió rechazarla. Agravia la
sentencia en cuanto afirma que el actor abonó la suma de $44.110 y gastos por lo que la
demanda debe prosperar. Advertimos que el contrato de compraventa estableció que el
comprador debía abonar u$s 40.000 el día 02/10/1998. Meriggiola no pagó esa suma al día
del vencimiento, ni tampoco después, nunca pagó dólares y tampoco intereses. Pero
dejamos en claro que nunca Meriggiola efectuó reclamo de escrituración hasta el año 2005,
cuando ya había licuado la deuda. … Si en dólares el comprador debe una suma de u$s
7370,70, con más los intereses por pagos fuera de tiempo, la sentencia no puede reconocer
que el actor pagó la deuda, por lo que la reconvención debe encontrar acogimiento para el
pago de las sumas que resulten pericialmente, con más todo lo que ha obtenido por el uso y
goce del campo en la misma proporción. No se modifica en nada el reclamo, sino que se
toman los resultados solo porque la sentencia da validez a la pericial caligráfica. … Los
plazos indicativos para escriturar se establecieron para ambas partes, y por tanto no puede
atribuirse incumplimiento a la demandada, con mayor razón cuando acepta el actor la
imposibilidad de otorgar el acto ante el fallecimiento de Polini, hasta cuando esperó para
efectuar reclamo, en el año 2005, siete años después del convenio. … Agravia la sentencia
cuando condena en costas a la verdadera damnificada, desde que debió aplicarla conforme
el resultado de la prueba y hechos y pagos, los que son explicitados en este escrito. ...”.
III. Contestación de agravios
Corrido traslado para contestar agravios, la actora lo hace a fs. 428/430 vto.,
quedando los presentes en estado de resolver.
IV. Análisis
1. Así las cosas, a poco que se examina la literalidad del discurso esgrimido por la
apoderada de la demandada en su memorial de expresión de agravios (reseñado casi en
su totalidad en este fallo a los fines del cotejo respectivo con los fundamentos del decisorio
en crisis), fácilmente se advierte que no ha levantado la carga técnica prevista en el
artículo 365 del C.P.C.C.
En efecto, no critica (y por lo tanto consiente, arg. art. 365 citado) los fundamentos
fácticos y jurídicos dados por la a quo para decidir como lo hizo y desestimar las defensas y
la reconvención intentadas por la accionada.
En esa tónica, es criterio reiterado de este Tribunal que “en materia de recursos, el
supuesto agravio que la decisión alzada ocasiona al recurrente, constituye el fundamento y
la medida del mismo, y que dicho agravio para poder ser dimensionado por el tribunal A
quem y obrar confirmando o reformando la decisión que le ocasiona, debe ser
oportunamente manifestado de una manera clara y concisa, ordenada y correctamente,
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señalando, en base a argumentos y probanzas, porqué la sentencia no es justa, cuáles son
los motivos de su disconformidad, cómo el juez ha merituado mal la prueba, ha omitido
alguna que puede ser decisiva, ha aplicado mal la ley, en qué consiste el error del
pronunciamiento o cuál es el defecto que contiene el proceso lógico mental que exteriorizó
el juez al dictarlo, ya que de no procederse así se coloca al tribunal de segundo grado en
la posibilidad riesgosa de proceder a una revisión indiscriminada de la sentencia cuya
alzada se originó al interponerse el recurso, apartándolo de su esencialidad funcional de
revisión y control y no de creatividad, careciendo, en otras palabras de medida y de materia
respecto del cual debe emitir su pronunciamiento” (Cattaneo s/ Ausencia con presunción de
fallecimiento”, Acuerdo del 19/6/87; “Muttaner s/ Desalojo”, Acuerdo del 11/8/87; Corti c/
Merediz s/ Ejecutivo” Res. N° 71 F° 54 T° 43; “Santi c/ Santi s/ Colación”, Res. N° 193, F°
59, T° 46-F, entre otros)” (esta Sala, 5/12/2000, “Mestre, Carmen Francisca c/ Mesa,
Anastacio y otro s/ Juicio Ejecutivo”, F° 373 T° 48).
Frente a la exigencia de marras, es jurisprudencia consolidada -a nivel nacional y
provincial- la que predica que, cuando se trata del contenido de la expresión de agravios,
pesa sobre el apelante el deber de resaltar, punto por punto, los errores, las omisiones y
demás deficiencias que atribuye al fallo. No basta con disentir, sino que la crítica debe ser
concreta, precisa, determinada, sin vaguedades. Además, tiene que ser razonada, lo que
implica que debe estar fundamentada.
Y, al hablar de "crítica" hay que hacer la siguiente precisión: al hacer una
coordinación de las acepciones académicas y del sentido lógico jurídico referente al caso,
"crítica" es el juicio impugnativo u opinión o conjunto de opiniones que se oponen a lo
decidido y a sus considerandos. Luego, se habla de que la crítica sea "concreta y razonada".
Lo concreto se dirige a lo preciso, indicado, específico, determinado (debe decirse cuál es
el agravio). Lo razonado incumbe a los fundamentos, las bases, las sustentaciones (debe
exponerse por qué se configura el agravio)” (conf. CNCivil, sala H, 04/12/2004, Lexis Nº
30011227).
Por eso se ha dicho que en la expresión de agravios se deben destacar los errores,
omisiones y demás deficiencias que se asignan al pronunciamiento apelado, especificando
con exactitud los fundamentos de las objeciones. La ley requiere, con la finalidad de
mantener el debate en un plano intelectual antes que verbal, que la crítica dirigida a lo
actuado en la instancia de grado sea concreta, lo cual significa que el recurrente debe
seleccionar de lo proveído por el magistrado aquel argumento que constituya estrictamente
la idea dirimente y que forme la base lógica de la decisión. Efectuada esa labor de
comprensión, incumbe al interesado la tarea de señalar cuál es el punto del desarrollo
argumental que resulta equivocado en sus referencias fácticas, o bien en su interpretación
jurídica (conf. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil, Sala G, 12/02/2009, La Ley
Online; AR/JUR/727/2009).
Es que no existe posibilidad de tener como expresión de agravios al escrito que
omite el análisis pormenorizado de la resolución apelada, no indica sus presuntos defectos,
ni impugna sus fundamentos legales, limitándose a reiterar en términos aproximados las
alegaciones ya formuladas y a la enunciación de meras apreciaciones subjetivas de orden
general y no jurídico, sin rebatirlas concretamente (conf. CNCiv., Sala G, 10/02/1987, LL,
1987-B, 288).
Este escrito debe bastarse a sí mismo, sin que quepa remitirse a presentaciones
anteriores. Si no se introduce en el análisis pormenorizado del fallo ni cuestiona sus
fundamentos legales, limitándose, en otros términos, a reproducir circunstancias
relatadas con anterioridad o introducir otras que nada tienen que ver con la cuestión
discutida, no reúne los requisitos suficientes como para ser tenido como tal (conf. CNCiv.,
Sala G, 09/12/1983, LL, 1985-C, 643).
En sintonía con lo expuesto, de la lectura del memorial aludido se desprende
simplemente una radical divergencia con lo sostenido por el magistrado de la inferior
instancia, pero, de una manera generalizada y confusa, y en lo que importa sin atacar el
núcleo central de su fundamentación.
En ese sentido, tiene dicho esta Sala que “la simple disconformidad con el
dispositivo del pronunciamiento alzado y la reiteración de argumentos, así como la simple
reseña de actuaciones ... no son en sí suficientes para rever lo decidido, porque la carga
procesal de expresar agravios exige del apelante una crítica razonada y concreta de las
afirmaciones del sentenciante de baja instancia que se estiman no resultan ajustadas a
derecho ... no siendo apta para sostener la apelación la simple disconformidad con lo
resuelto por el a quo (ídem, 17/11/80, “García c/ Trossero s/ Ejec.”) (fallo del 30/12/97 in re
“Nistal, Juan Carlos C/ Nistal, Miguel Ángel s/ Ejecutivo” espigado en el Libro del
Protocolo, T° 46, Fº 214).
1.1. Claro ejemplo de lo anterior son los agravios dirigidos a cuestiones
estrictamente procedimentales que, por tales, resultan ajenas a la esfera de conocimiento
inherente a este Tribunal, al no haber sido cuestionadas en la oportunidad correspondiente,
o haber recibido adecuada respuesta jurisdiccional en la anterior instancia, sin que en ésta
se introduzcan nuevos argumentos que justifiquen ingresar en su análisis.
Por ejemplo, lo que hace a la notificación de la fecha de realización de la pericia,
que la demandada estima insuficiente para producir sus efectos propios, fundándose en que
la cédula omite indicar el día, hora y lugar en que tendría lugar el acto. Sobre el particular,
y tal como lo señaló la a qua, nada impedía a la quejosa imponerse de los datos a los que
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remitía la providencia notificada concurriendo a los estrados del Tribunal. La cédula
cuestionada -tardíamente-, contiene la transcripción exacta del acto que anoticia, por lo que,
constando en la misma, además, la indicación del tribunal, asunto, nombre y domicilio del
notificado, la fecha y la firma del actuario, se dio cumplimiento a todas las exigencias del
artículo 63 del código de rito, lo que descarta cualquier deficiencia técnica.
Además, se aprecia que la agraviada no dedujo, en su oportunidad, el pertinente
incidente de nulidad de la notificación que hoy cuestiona, con lo que consintió el acto, por
lo que mal podría ahora forzar al tribunal a ingresar en su valoración.
1.2. En cuanto a la pretendida insuficiencia del análisis de la reconvención –desde
un plano cuantitativo, lo que pone en evidencia lo inatendible del argumento-, no se hace
cargo la apelante de las razones que justifican lo exiguo de su tratamiento. Nótese que la
pretensión de los demandados se fundó en la supuesta mora en el cumplimiento de las
obligaciones a cargo del comprador, lo que podría, en su caso y previo cumplimiento de los
pasos que impone la legislación en la materia, habilitar la resolución del contrato. Pero,
probado el cumplimento de tales obligaciones a través del pago, nada más tenía que
analizarse, luciendo lógico el rechazo de la reconvención por ese sólo fundamento.
1.3. En afín orden de ideas, se observa que en su expresión de agravios la apelante
intenta -sin éxito- rebatir los sólidos argumentos de la sentencia alzada introduciendo
novísimos planteos que nada tienen que ver con lo debatido y decidido en la anterior
instancia.
Al respecto, tiene dicho esta Sala que cuando en la apelación se “introducen”
argumentaciones que no fueron objeto de “debate” (con la contraria) y “decisión” (por el a
quo) en la primera instancia, “siendo ésta etapa de “revisión”, todo aquello que no fue
debidamente postulado en la anterior etapa procedimental no puede ser analizado “ex
novo” aquí so riesgo de pretermisión de un inicial e indispensable estadio con agravio al
derecho constitucional de defensa de la parte contraria” [vide fallo del 26.12.2012 in re
“STRATTA, JORGE EDUARDO S/ REGULACION DE HONORARIOS” (Expte. Sala I
N° 79 – Año 2012), Resolución Nº 332, Folio 214, Tomo 13].
Así, se puede enunciar que, al sostener el recurso de nulidad, pretende que la jueza
a qua omitió valorar que “más allá de los 180 días en que el actor Meriggiola debió haber
abonado la suma de 40.000 dólares -no pesos-, se tomó la excesiva libertad de abonar
saldos en moneda pesos, y con diferencias de 2, 24, 26, 29, 31, 34, 36 y 73 meses”. Agrega,
asimismo, que ello “fue parte del cuestionamiento efectuado por la demandada en la
reconvención”. Más adelante se agravia de que la sentencia afirme que el actor abonó la
suma de $ 44.110 y gastos, por lo que la demanda debe prosperar, aduciendo que el contrato
de compraventa estableció que el comparador debía abonar U$S 40.000 el día 01/10/1998,
y que Meriggiola no pagó esa suma al día del vencimiento, ni tampoco después. Que nunca
pagó dólares y tampoco intereses. Luego efectúa cálculos matemáticos introduciendo en la
ecuación la variación económica de la moneda y arriba a la conclusión de que el actor le
adeuda la suma de U$S 7.370,-. Entiende que, al no haber tratado esos tópicos, la
sentenciante incurrió en una omisión que configura un vicio que menoscaba la garantía del
debido proceso.
Nada más lejos de la realidad. La accionada-reconviniente no hizo ninguna
mención, al contestar la demanda, a la validez de los pagos efectuados en pesos por el
actor. Se limitó, luego de reconocer la existencia del contrato, su fecha y condiciones, el
pago parcial asentado en el instrumento, y la falta de suscripción de la escritura pertinente,
a negar lacónicamente los hechos relatados en la demanda, sin ofrecer -por cierto- su propia
visión de lo acaecido.
En cuanto a los pagos cancelatorios, que la sentencia a qua tuvo por válidos, se
limitó a negarlos, tildando a los recibos de falsos, mas no argumentó -siquiera en forma
subsidiaria y por vía de hipótesis- en orden a sostener la falta de entidad cancelatoria de
aquéllos, tal como los describió la actora.
Incluso se aprecia que, al reconvenir por rescisión (lo que aventa cualquier
posibilidad de pretender luego el cumplimiento del contrato -art. 1204 in fine del Código
Civil-), nada dijo sobre el particular, sino que basó su caso en la pretendida falsedad de los
recibos, y no en la insuficiencia de los pagos que representan. Es que, si pretendiera un
ajuste equitativo de las prestaciones emergentes del contrato, debió, en su caso, reconvenir
por cumplimiento, lo que no hizo, limitándose a cuantificar los rubros resarcitorios
pretendidos por la -luego desestimada- rescisión contractual.
Por ello no puede achacarse a la sentencia omisión alguna. Nada podía decir la jueza
de anterior grado sobre lo que aquí introduce –en forma tardía- la demandada, sin violentar
groseramente el principio de congruencia.
2. Ya ingresando en el núcleo central de la crítica esbozada por la recurrente, se
aprecia que ésta dirigió sus agravios a la equivocada –a su entender- valoración de la
pericia caligráfica producida.
Al respecto, liminarmente debe destacarse que la sentencia alzada dio debido
tratamiento a las cuestiones propuestas en torno a dicha prueba, fundamentando
correctamente la decisión de seguir sus conclusiones, lo que justificó, luego, tener por
ciertos los pagos plasmados en los recibos que acompañó el actor.
En cambio, la apelante abunda en razones absolutamente inconducentes para
intentar –sin éxito, por cierto- persuadir a este tribunal de la incorrección del criterio
plasmado en el resolutorio.
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2.1. Apunta, por ejemplo, que la perito no dijo, en su momento, quién abonó el
adelanto de gastos requerido para el trabajo pericial, lo que en nada puede servir para
fundar un agravio, cuando es por todos conocido que –generalmente- quien se debe hacer
cargo de ese pago es el oferente de la prueba (más allá que luego obtenga el reembolso de
lo pagado en concepto de “costas” si es que gana el juicio y la pericia fue determinante en
la decisión).
En el caso, revistiendo ese carácter (de oferentes del medio probatorio) tanto la
actora como la demandada, si esta última no abonó la suma solicitada por la especialista,
necesariamente habrá sido la primera, pues el acto se llevó a cabo, con lo que, en todo caso,
la situación que se describe podrá ser considerada en la liquidación de costas que se haga en
la oportunidad procesal correspondiente; pero, itero, en nada incide sobre el valor
probatorio de la pericia realizada, resultando éste, a todas luces, un argumento vacuo.
Además, al contestarse los agravios, expresamente se dijo: “el adelanto de $ 800
solicitados por la perito lo abonó el Sr. Meriggiola” (fs. 429).
2.2. Por otra parte, pretende fundar su crítica argumental en una supuesta
imposibilidad económica del actor a la fecha de la celebración del contrato, y en un frágil
estado de salud de Polini, concluyendo que la pericial se contradice con tales hechos, que
estima probados. Así dice que Meriggiola “no abonó nunca la tasa rural... no realiza
actividad agropecuaria... que está dado de baja por el impuesto a las ganancias justamente
en el año de compra (1998), comenzando desde allí a ser monotributista... que el ingreso
anual en 2011 por esa actividad y categoría era de $ 24.000... que tampoco... tiene bienes
raíces a su nombre; ni ningún otro conocido. Que los testigos mencionan que nunca pagó
nada; que la historia clínica de Polini menciona grave enfermedad a la fecha de los
presuntos pagos que lo hacían fácilmente pasivo de un embaucador...”
Ahora bien, más allá de que no son hechos controvertidos, y que, por tanto, no
forman parte de la litis, tampoco tienen relación alguna con la labor técnica desplegada
por la experta. La pericia, dirigida exclusivamente al análisis de los cuerpos escriturales
dubitados, nada debe valorar respecto de las cuestiones señaladas por la agraviada, que le
son extrañas. Por tanto, tampoco la jueza podría juzgar sobre la certeza de una firma con
fundamento en la situación económica de un sujeto, o el estado de salud de otro. Es que, si
Polini se hallaba enfermo, y pudo por ello ser víctima de una situación de abuso -todo lo
cual es ajeno a este pleito-, en su caso, ello podría haber dado lugar a una acción por lesión,
lo que también podría haberse introducido por vía de reconvención, pero nada de eso
ocurrió, lo que descarta su tratamiento en esta instancia, debiendo escindirse en análisis a la
existencia de los documentos cuestionados y la validez de las firmas en ellos insertas.
2.3. En cuanto a la imposibilidad del delegado técnico de parte de tomar
intervención en el acto pericial, debido a la “aviesa notificación”, ello ya recibió adecuada
respuesta supra.
2.4. Ahora bien, también le agravia que la jueza desestimara la impugnación, que
“no fue hecha sólo con conocimientos de la firmante, sino con la importante valoración de
un perito oficial consultado”. No obstante, salvo alguna reiteración de fundamentos
planteados en la sede de origen y que fueron valorados correctamente en la sentencia, nada
dice en el libelo de expresión de agravios respecto de las deficiencias técnicas que achaca a
la labor de la perita, y de por qué debió la jueza -a su criterio- apartarse de sus
conclusiones, con lo que tampoco en ello se advierte la existencia de un agravio merecedor
de tratamiento en esta sede.
Nótese, no obstante, que la compulsa de la documentación obrante en el expediente
sucesorio fue debidamente autorizada por decreto del 4.5.2010 (fs. 158), el que fue
notificado mediante cédula obrante a fs. 159, y se halla firme.
Por lo demás, la valoración de la calígrafo no se limitó a dichas copias, sino que
tuvo a la vista, a la hora del acto pericial, otros documentos con firmas indúbitas, con lo
que bien podría haber prescindido de aquéllas, y sus conclusiones serían las mismas. Por
ello, aún en el supuesto de que se considerara inadmisible la utilización de tales
documentos para la comprobación de la autenticidad de las firmas, tampoco cabría una
valoración diferente del examen pericial, lo que descarta la existencia de agravio.
Sobre el particular, no merece respuesta jurisdiccional el argumento de que “ningún
certificado del registro civil tiene validez luego del plazo legal” (vide fs. 423), pues dicho
plazo refiere a la posibilidad de acreditar la situación de filiación que se plasma en el
documento, pero de ninguna manera puede de ello derivarse que una firma indúbita puede
dejar de serlo por el mero paso del tiempo.
2.5. Por último, la desestimación del argumento relativo a la no formación de
cuerpo de escritura de la codemandada Silvia Elsa Moreyra fue debidamente fundada en el
artículo 180 del código ritual, en cuanto condiciona la utilización de esa herramienta a la
falta de documentación de cotejo o al caso de que ésta sea insuficiente para formar juicio,
con lo que el agravio, al no cuestionar la aplicación de la norma legal citada en la
sentencia, no pasa de ser una mera discrepancia con lo resuelto.
3. En cuanto a las costas, por aplicación del principio objetivo de vencimiento (art.
251, CPCC), corresponde cargarlas a la apelante perdidosa.
Así voto.
El Dr. Saux expresó, a su vez, iguales razones en parecidos términos y votó, por lo
tanto, en igual sentido.
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A la segunda cuestión, la Dra. Aletti de Tarchini dijo:
Conforme al criterio sustentado al tratar la cuestión anterior, me abstengo de emitir
opinión.
A la tercera cuestión, los Dres. Vargas y Saux manifestaron sucesivamente que, de
acuerdo a lo reseñado, cuanto corresponde es rechazar los recursos de nulidad y apelación
interpuestos, con costas a la recurrente (art. 251 del C.P.C.C.).
A la tercera cuestión, la Dra. Aletti de Tarchini dijo:
Conforme al criterio sustentado al tratar la cuestión anterior, me abstengo de emitir
opinión.
Por ello, la SALA PRIMERA DE LA CAMARA DE APELACION EN LO
CIVIL Y COMERCIAL DE SANTA FE, RESUELVE: 1) Rechazar los recursos de
nulidad y apelación interpuestos. 2) Costas a cargo de la recurrente (arg. art. 251 del
CPCyC). 3) Los honorarios de Alzada se liquidarán en la proporción establecida en el
artículo 19 de la ley 6.767, modificada por la Ley 12.851, oportunidad en que se correrá
vista a la Caja Forense.
Concluido el acuerdo, firmaron los Señores Jueces de Cámara por ante mí, que
certifico.
Insértese, hágase saber, bajen.
VARGAS
SAUX
ALETTI DE TARCHINI
(En abstención)
PENNA
(Secretaria)
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