UNIVERSIDAD DE SAN BUENAVENTURA SECCIONAL CARTAGENA

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UNIVERSIDAD DE SAN BUENAVENTURA
SECCIONAL CARTAGENA
FACULTAD DE DERECHO – III SEMESTRE ANTROPOLOGÍA JURÍDICA
DOCENTE: SAULO ENRIQUE OSPINO PEREIRA
TALLER SOBRE LOS PIGMEOS
FECHA: 25 de Mayo de 2015
LOS PIGMEOS:
La estatura humana es variable. Sin tener en cuenta los trastornos patológicos que
conducen al enanismo o al gigantismo, un hombre sano puede medir menos de 1,50
metros, como es el caso de los pigmeos, hasta los 2,15 de algunos jugadores de
baloncesto. Para los científicos, la pequeña estatura de los pigmeos del África Occidental,
en Camerún, ha sido siempre un misterio, pero una nueva investigación de la Universidad
de Pennsylvania (EE.UU.) ha conseguido encontrar los genes por los que un varón adulto
de este grupo humano no alcanza ni siquiera el metro y medio. El estudio, que aparece
publicado en PLoS Genetics, señala que estos genes están relacionados con la temprana
madurez reproductiva, una ventaja importante para los pigmeos, ya que su esperanza de
vida es muy corta y oscila entre los 15 y 24 años.
África es considerada la cuna del ser humano moderno hace 200.000 años, y la fuente de
nuestra dispersión por el mundo en los últimos 100.000 años. Las poblaciones humanas
que viven allí muestran los más altos niveles de diversidad genética del mundo. Los
investigadores estudiaron grupos de pigmeos cazadores-recolectores que viven en los
ambientes tropicales de Camerún y que muestran diferencias extremas en estatura.
Son 17 centímetros más pequeños que sus vecinos Bantu y una de las poblaciones más
bajitas del planeta.
Con el fin de buscar los genes responsables de la estatura de los pigmeos, los
investigadores realizaron un estudio de asociación del genoma completo, y encontraron
varios candidatos prometedores en una región del cromosoma 3. Se trata de los genes
DOCK3 y CISH, ambos vinculados a la variación del tamaño.
El gen CISH también está implicado en la susceptibilidad a sufrir enfermedades
infecciosas, un hallazgo potencialmente significativo, ya que los pigmeos viven en un clima
tropical, y están expuestos a una gran cantidad de parásitos y otros agentes causantes de
enfermedades.
Madurez sexual
Por último, los investigadores identificaron mutaciones genéticas en los pigmeos que
parecen estar sujetas a la selección natural. En muchos casos, encontraron que las
mutaciones se asociaban con procesos biológicos que gobiernan la activación hormonal
reproductiva, tales como la función del sistema inmune y la regulación hormonal del
crecimiento. «Estos genes son importantes en la reproducción y el metabolismo, lo cual es
interesante a la luz de la hipótesis de que la razón de la baja estatura de los pigmeos es
que puedan alcanzar la madurez reproductiva de forma temprana», explica Sarah Tishkoff,
autora principal del estudio.
Tishkoff añade que la reproducción temprana puede ser una ventaja significativa en los
pigmeos, cuya vida se extiende entre los 15 y 24 años frente a los 80 que alcanzan algunas
sociedad occidentales. Incluso es una esperanza de vida muy baja para África, donde la
menor ronda los 46 años.
Al ofrecer pistas sobre los factores que llevaron a los pigmeos a adaptarse a su medio
ambiente local, los investigadores también han proporcionado un método que podría ser
replicado en el estudio de otros rasgos genéticos complejos, desde las características
físicas hasta la susceptibilidad a las enfermedades.
¡OJO!
Colin Turnbull Macmillan (1924 – 1994), famoso antropólogo Anglo Americano, que
despertó la atención sobre los pigmeos con su libro The Forest People, 1962 (La gente del
bosque). Comentamos el contenido de este estudio de las etnias de la zona Congo
del Mbuti y la selva de Ituri, con la participación de los pigmeos en la vida de los bosques
tropicales, una de las escasas culturas en el mundo actual que conservan las formas de
vida basada en la caza y la recolección como en antiguas épocas y que existen hoy con
características especiales:
• Son pequeños grupos cuyo tamaño óptimo depende de su estrategia de caza,
son poseedores de conocimiento detallado del medio ambiente, lo que les permite
anticipar la disponibilidad de sus fuentes de alimentos y evitar el peligro
• Flexibilidad de los roles (mujeres y hombres también cazan y también recolectan) y la
jerarquía, actúan sometidos al simple ritual de la vida, con alta cooperación con grupos de
liderazgo basado en su mayor parte sobre capacidad individual.
Turnbull relata su experiencia como investigador con una tribu de pigmeos que
comprende una serie de interrelaciones conociendo sus nombres y el carácter de cada
miembro de la familia, gran parte de los estudios se llevo en los campamentos de
Pigmeos, con su participación. Revela cómo se aprecia el bosque a través de los ojos de la
Bambuti (“Ba” significa “tribu”), con su profundo conocimiento de dónde, como y cuándo
buscar variedad de alimentos y cómo comportarse para evitar ataques de depredadores,
convierten la “hostil” selva tropical en un entorno amigable.
En el Mbuti los pigmeos son seminómadas, viven en una serie de campamentos que las
mujeres construyen con rapidez, como albergues eficaces para un plazo que depende de
un ciclo anual de la nutrición, necesidades sociales y acontecimientos.
Los pigmeos hablan un dialecto del idioma bantú, después de haber perdido su propio
idioma a través de un proceso de interculturación con los bantúes. La pérdida del idioma
de las gentes del bosque está influenciada por la posición dominante de la cultura negra
bantú, aunque los dos grupos son genéticamente distintos.
Los nativos pigmeos se reconocen como maestros y guías en su relación con el bosque
que habitan, por eso rechazan los esfuerzos de integración en otras culturas, como intenta
la población bantú, que ha ensayado en alentarlos a cultivar sus propias plantaciones, los
pigmeos “parecen atender hacer lo que se les dice” sin embargo cuando se retiran los
asesores, olvidan realizar esfuerzos en los cultivos y toman “roban” las cosechas de los
agricultores bantúes. Los pigmeos, “la Bambuti” consideran inferiores a los agricultores,
porque no son del bosque, y los denominan “salvajes”, termino que les es atribuido a ellos
por los agricultores. Los Bambuti llegan a los poblados para necesidades, ya sea ritual,
física y de comercio. Sin embargo, se vuelve siempre al bosque y a su intensa relación con
la naturaleza.
El ritual del enterramiento, es un ejemplo de la forma en que un ritual compartido y se
conecta y divide a los dos culturas negras y pigmea, los negros al final del periodo de
duelo organizan una gran fiesta con gran provisión de alimentos, los pigmeos llevan a la
aldea bantú a sus fallecidos para enterrarlo y disfrutar del privilegio de una fiesta de
enterramiento. Incluso les permiten los habitantes del pueblo dirigir la ceremonia. Los
dos grupos tienen una opinión de la muerte muy diferente, los negros creen que la
muerte no es natural y buscan un responsable del fallecimiento que puede ser causa de
una maldición, para los pigmeos, la muerte es un hecho natural de la vida.
Después del entierro, los Bambuti comentan que “el/ella murió muy bien” y muerte fue
“una gran cosa” y “un asunto del bosque”. Deciden hacer una ceremonia especial donde
solo los pigmeos participan, para que el espíritu del fallecido permanezca en el bosque, el
lugar “que le pertenece.” La ceremonia llamadamolimo que se celebra también en otras
crisis, puede durar desde unos días a meses, tiene lugar desde la tarde hasta bien entrada
la noche y se lleva a cabo por los hombres adultos que se sientan alrededor de un fuego y
entonan la Canción del Bosque, de alabanza a la selva. Otros “cantan”, con sonidos de
diferentes animales.
Los pigmeos tienen pocos hijos y les prestan escasa atención, cuando cumplen los cuatro
años, las niñas y niños abandonan a sus padres para compartir la misma tienda. La
pubertad marca el momento de la circuncisión y el comienzo de una iniciación que dura
varios meses. Durante este proceso, los iniciados están recluidos aprendiendo los rituales,
así como las plantas que curan o que les hacen invisibles. Las chicas púberes se reúnen
con una mujer anciana que las inicia en el canto y en los misterios de su cuerpo.
La iniciación para los niños, la nkumbi, es un ejemplo que muestra claramente las
diferencias culturales. Para los negros, esta ceremonia no sólo marca el paso de niñez a la
madurez, también mantiene su conexión con creencias, ya que sólo los iniciados se unirán
a sus antepasados cuando mueren, por ello prestan atención a que los niños se inicien.
Para los pigmeos la actitud hacia el nkumbi es muy diferente, es la única manera de que
puedan recibir el estatuto de adulto ante los ojos de la tribu. Convertirse en un hombre
para el Bambuti, se refiere a que el niño demuestra que es capaz de apoyar y fundar una
familia.
Elima, es la palabra que indica la primera aparición de la sangre menstrual en la mujer. Los
pigmeos, relacionan la sangre con terribles acontecimientos, más la sangre menstrual
significa la vida, ya que la niña es ahora una madre potencial, y todo el poblado conoce la
buena noticia, diciendo que ha sido “bendecida con la sangre”.
Hay un período de reclusión, feliz de una preparación, y la niña toma a sus amigos,
incluidos los que no han alcanzado la madurez. En la “Casa Elima”, una mujer, de
respetado ascendiente da lecciones mediante canciones, incluyendo el aprendizaje con
adultos, los jóvenes pigmeos quedan fuera de la casa esperando tomar parte en
la Elima una de las ocasiones más felices de una tribu de pigmeos.
Los hombres célibes habitan pequeñas tiendas, cuya entrada da a la selva y no al centro
del poblado. La chica llama discretamente a la puerta del muchacho elegido por su
corazón, que no debe pertenecer a su familia y con el acuerdo de los padres. El
matrimonio se celebra sin fastos, la madre regalara a su hija un tizón encendido y
comienza a construir el mongulu para la nueva pareja. La poligamia no es frecuente
porque da origen a disputas fatales para tener suerte en la caza.
Turnbull, decidió en participar en la caminata de los chicos jóvenes que penetran en la
profundidad del bosque, para comenzar el aprendizaje sobre la vida del bosque. El paseo
es relajado y sin preocupaciones, ya que están rodeados de su elemento que
dominan. Caminan atentos y alerta, para descubrir y recoger todo tipo de frutos, raíces o
de hongos comestibles y plantas que llevan al campamento alimentos que serán
suficientes para varios dias.
La principal contribución de Turnbull al conocimiento de la cultura pigmea fue descubrir la
importancia de cantar como parte de su vida diaria en el bosque y como parte de los
rituales. La más importante de estas es la molimo, el canto de los Bambuti que expresa su
intenso amor al bosque que es su proveedor y protector en un sentido real de deidad. Los
sonidos son creados por el mejor cantante entre los hombres jóvenes de la tribu mediante
un “trompeta”, que pueden ser de madera o de metal. Este es uno de los pocos ámbitos
pigmeos, donde existe la división de roles sexuales, las mujeres tienen prohibido ver la
trompeta molimo o tomar parte en el canto alrededor del fuego.
Los pigmeos africanos son particularmente conocidos por su música vocal, habitualmente
caracterizada por una improvisación comunal de denso contrapunto. Se dice que el nivel
de complejidad polifónica de la música de los pigmeos viene del siglo XIV. La música
penetra la vida diaria y hay canciones para el entretenimiento así como para eventos y
actividades específicos.
La música de hecho, está basada en repetición de periodos de igual longitud, que cada
cantor divide usando diferentes figuras rítmicas específicas de diferentes repertorios y
canciones. Este interesante caso de etnomusicología crea unas detalladas variaciones sin
fin de no sólo el mismo periodo repetido, sino de la misma pieza de música, estos
patrones están basados en un superpatrón. Los pigmeos no estudian su música o piensan
en ella en ningún marco teórico, sino que la aprenden al cantar.
Otro elemento esencial de la molimo es el fuego que se coloca en el centro del
campamento. El fuego es considerado por las Bambuti como un don precioso que reciben
de los bosques, y por lo tanto, el fuego en la molimo es un fuego sagrado. La civilización y
quizás la propia Humanidad nació del fuego. Los pigmeos mantienen una bella historia de
amor con el fuego, al que dominan desde la aurora de los tiempos y es que éste surgió del
roce de dos trozos de madera, Uno es duro y representa al hombre. El otro es más suave y
representa a la mujer. Encender el fuego simboliza el acto sexual, la creación por
excelencia. El anciano le da gracias a Kmvum, su dios: “Ya no tendremos miedo, o tú, el
más poderoso; ni tendremos más frío, o tú el poderoso, ni tendremos más hambre, o tú el
poderoso. Por eso, te damos las gracias”.
Los pigmeos se encuentran a través de toda África central y en menor número en el
sureste de Asia. Los grupos más estudiados son los Mbuti de la selva de Ituri en la
República Democrática del Congo, que fueron el tema de un estudio de Colin Turnbull
(The Forest People, 1962). Entre los demás grupos africanos están los aka, baka, binga,
efé, gok y twa.
UBICACIÓN DE LOS PIGMEOS EN ÁFRICA.
Cazan con redes y flechas antílopes, monos, cerdos, aves y otros animales, recolectan
frutas, tubérculos y miel y además practican intercambios con los pueblos vecinos y
algunos trabajan para esos vecinos, de quienes en la mayoría de los casos han adoptado el
idioma. Existen algunas palabras comunes para las tribus pigmeas africana, aun las más
separadas, lo que indica que en el pasado podrían haber tenido una lengua común. Una
de esas palabras es el nombre del espíritu de la selva, Jengi.
Mujer pigmea y sus hijos, República Democrática del Congo
Los pigmeos africanos son particularmente conocidos por su música vocal, habitualmente
caracterizada por una improvisación comunal de denso contrapunto. Simha Aron dice que
el nivel de complejidad polifónica de la música de los pigmeos fue alcanzada en Europa en
el siglo XIV, aunque la cultura pigmea es no escrita y antigua, siendo algunos grupos
pigmeos las primeras culturas conocidas en algunas zonas de África. La música penetra la
vida diaria y hay canciones para el entretenimiento así como para eventos y actividades
específicos.
Formalmente, la música consiste en, como mucho, sólo cuatro partes y puede ser descrita
como un «ostinato» con variaciones o similar a una passacaglia, en que es cíclica. De
hecho, está basada en repetición de periodos de igual longitud, que cada cantor divide
usando diferentes figuras rítmicas específicas de diferentes repertorios y canciones. Este
interesante caso de etnomusicología y etnomatemáticas crea una superficie detallada de
variaciones sin fin de no sólo el mismo periodo repetido, sino de la misma pieza de
música. Como en algunos gamelan balineses, estos patrones están basados en un
superpatrón que nunca es oído. Los pigmeos mismos no aprenden su música o piensan en
ella en este marco teórico, sino que la aprenden al crecer.
Entre los grupos asiáticos están los aeta (en las Filipinas), los semang (en la Península
Malaya), los jarawa y otros nativos de las islas Andamán, que hablan su propio idioma
aislado.
Los mbuti son una de las varias etnias de cazadores recolectores que habitan el territorio
de la moderna República Democrática del Congo.
Se trata de uno de los pueblos con más antigüedad en el área.
Los bambuti (donde ba significa "gente") se organizan en bandasrelativamente pequeñas,
compuestas por entre 15 y 60 personas, que siguen un patrón, según Turnbull, de fusión y
fisión para evitar que alguien tome el poder. El total de la población de la etnia no pasa de
30.000 o 40.000 individuos, que pertenecen a tres culturas diferentes, cada una con su
propio dialecto del idioma bambuti: los efe, que hablan balese, los sua, que se comunican
en bira, y los aka, que se expresan en mangbetu.
Los egipcios antiguos, en torno al año 2500 a. C., hicieron referencia a la que llamaron
"gente de los árboles", una posible referencia a los mbuti.
Los mbuti viven en la región forestal del Congo, en el corazón de África. Se mantienen
cazando y recolectando vegetales en el bosque de Ituri, en el noreste de la actual
República Democrática. Estos indígenas han logrado escapar en buena medida a las
influencias y presiones gubernamentales, viviendo un estilo de vida tradicional en la
jungla. Frente a la infracción de las reglas, los mbuti usualmente se comportan
autónomamente, aplicando castigos como el destierro, golpizas o, en casos menores, el
ridículo.1 La guerra civil y las violaciones a los derechos humanos afectaron las vidas de
muchos mbuti. Algunos de ellos se trasladaron a pueblos modernos debido a aquellas
presiones.
El primer antropólogo en realizar trabajo de campo en el Ituri haciendo observación
participante con los mbuti fue Turnbull, un funcionalista. Explicó que las diferencias en el
rol que cada individuo ocupa en la banda se basa en la edad y no en el parentesco o en el
género. Por ejemplo, los niños, que son los más puros por no haber cazado ninguna vez,
prenden la fogata en que los adultos se "purifican" al salir a cazar. Ellos son el símbolo del
"ekimi", el silencio, la pureza, la cohesión. Todos son "apua'i" o hermanos entre sí. Los
adolescentes ayudan en la caza y recolección a los adultos, y su rol principal es el de hacer
justicia, juzgar a los adultos, que causan "akami" o ruido, conflicto, pecado. Los adultos
cazan animales y recolectan frutos. Todas las mujeres son "ema" o madres y todos los
hombres son "eba" o padres de todos los "miki" o niños (por lo tanto, no hay niños
huérfanos). Este caso es el único en que se hace diferencia de género para la
denominación de relaciones de parentesco. Los ancianos enseñan a los infantes en el
"bopi" (o "patio" de los chicos) valores de cooperación, cómo cazar, dar preferencia a los
intereses del otro antes que los suyos y, principalmente, los del bosque, madre de todo.
Ellos se llaman a sí mismos los "hijos del bosque".
Nosotros, los aka, somos pequeños, muy pequeños, los más pequeños de los pequeños,
pero también somos los hombres, los señores del tiempo, los señores de la tierra, los
señores de todo".
Ellas construyen. Las mujeres son las encargadas de hacer los "mongulu". Con sus
machetes cortan árboles de tres metros para hacer la estructura de la choza, que luego
recubren con una capa de hojas de amarantáceas.
Sentado cerca del fuego, en el corazón de la selva ecuatorial del norte de El Congo, el
anciano canta un largo poema que comienza así. Es un aka, término utilizado por los
propios pigmeos para designarse a sí mismos. En el borde del claro del bosque, los troncos
de los árboles que se elevan más de 40 metros le hacen parecer todavía más pequeño
(miden entre 1,25 y 1,40 metros). Hace mucho calor y el ambiente está empapado de
humedad. Los insectos, mantenidos a raya por las llamas, bailan emitiendo un silbido de
mal augurio. El grupo (compuesto por unos 30 miembros) está acostumbrado a ellos y
apenas nota su presencia.
Los pigmeos viven en una amplia zona que rodea el oeste de África, desde Camerún a
Burundi, pasando por los dos Congos, Gabón y la República Centroafricana. Si en Camerún
se han vuelto sedentarios, en el norte de El Congo, en cambio, viven como sus ancestros. Y
sólo de vez en cuando aceptan compartir su tiempo con los visitantes. La búsqueda
constante de animales y vegetales de los que se alimentan guía sus incesantes
migraciones, porque desconocen el comercio. La suya es una existencia libre, siempre en
movimiento, guiada por la naturaleza y sus ofrendas.
El periodista francés Guy Philippart de Foy, en su libro consagrado a los pigmeos, se
sorprende de que no se sepa nada de sus orígenes. ¿De dónde proceden estos pequeños
seres humanos de piel clara, cuyos bebés son casi blancos? Los arqueólogos no saben
dónde buscar sus antepasados, nómadas como ellos. Sólo se sabe que los egipcios los
descubrieron 4.500 años antes de Cristo. En una tumba de la VI dinastía faraónica se
puede ver la representación de un enano negroide. A su lado, figura el nombre de aka,
término que todavía hoy sirve para denominar a uno de los más importantes grupos de
pigmeos de África ecuatorial. Más adelante, según cuenta de Foy, "se encuentra su silueta
en la proa de los barcos fenicios, en las ánforas griegas y en los mosaicos de Pompeya.
Estos enanos, designados con la palabra griega pygmaios (de un codo de alto), son
mencionados por Homero, Herodoto, el propio Aristóteles, Plinio y Estragón". En el siglo
XIX, los grandes exploradores Savoronan de Brazza y Stanley los dan a conocer al mundo
moderno. En 1923, el Papa Pío XI financia una expedición con el objetivo, naturalmente,
de evangelizarlos. De hecho, los misioneros tenían ya cierta ventaja de partida, porque los
pigmeos eran, y son, monoteístas.
En busca de alimento. Mientras los hombres salen a cazar, ellas se dedican a pescar,
recoger frutos y ñame, y atrapar pequeños roedores o tortugas. Al realizar estas tareas
no tienen problema en cargar con sus hijos.
El anciano, al lado del fuego, canta: "Al principio era Kmvum (el creador), Kmvum solo…".
Gracias a Michel Courtois, un europeo casado con una mujer babinga, fue posible
conectar con esta tribu. Para llegar hasta ellos desde Brazzaville, la capital de la República
de El Congo, hay que coger un avión en dirección norte, hasta Ouesso. Desde aquí, el viaje
prosigue durante tres horas en piragua por el río Sanga. Luego, una marcha de ocho horas
permite alcanzar su campamento en el corazón de la selva más profunda. El espectáculo
es extraordinario.
En medio de un ruido de hojas que se pisan, pequeños hombres que vuelven de caza salen
de entre los árboles. Uno de ellos lleva un antílope a la espalda. Ya no usan las lanzas
tradicionales, a pesar de que las siguen manejando con gran habilidad. Las han sustituido
por los fusiles que los madereros les regalan a cambio de carne de la selva. Instalados no
lejos del campo forestal de Pokola, algunos trabajan incluso como guías para ellos, es
decir, son los encargados de trazar los senderos que permitirán la circulación de la
maquinaria y la explotación de la madera de la selva.
El grupo eligió un sitio adecuado para una larga estancia. Su primer deber es, en efecto,
asegurarse un lugar lo suficientemente confortable donde acampar para que las lluvias, a
menudo torrenciales, no lo inunden. Las chozas semiesféricas tradicionales se llaman
mongulu. Su fabricación es tarea de las mujeres, que son capaces de montar una en dos
horas con una técnica que varía ligeramente según esté habitada por una pareja o por
toda una familia. Tras haber limpiado cuidadosamente el suelo de raíces y detritus vegetal
se marchan, armadas con sus machetes, a cortar árboles jóvenes y altos, de unos tres
metros, cuyos troncos flexibles limpian de ramas y hojas. Los colocan alrededor del
perímetro circular, de unos tres metros de diámetro, para después curvarlos y formar
arcos. A continuación, ponen entre esa estructura una cobertura de ramas finas. Un
espeso colchón de hojas de amarantáceas tropicales asegura al tejado y a las paredes una
perfecta impermeabilidad. Y si la familia crece, no cuesta nada abrir una puerta en una de
las paredes y construir otra choza comunicada.
Cada mongulu tiene en el centro continuamente encendida una lumbre para calentar y
secar la tienda. El humo, que se concentra en el techo, es esencial para la conservación de
la cabaña, además de matar los insectos y ahumar los alimentos perecederos. A ambos
lados del fuego, las camas están delimitadas por grandes ramas entre las que se
amontonan hojas secas, todo ello recubierto con una simple estera.
La seducción. Las chicas púberes reciben las enseñanzas de una mujer anciana sobre el
canto y los misterios de su cuerpo, que adornan con numerosos tatuajes destinados a
atraer al sexo opuesto.
La única puerta de la tienda mira hacia el centro del campamento. Las familias no tienen
nada que ocultar porque lo comparten todo. Los pigmeos tienen pocos hijos. Cuando
cumplen los cinco años, niñas y niños abandonan a sus padres para compartir la misma
tienda. La pubertad marca el momento de la circuncisión y el comienzo de una iniciación
que dura varios meses. Durante este proceso, los iniciados están recluidos aprendiendo
los rituales, así como las plantas que curan o que les hacen invisibles. Las chicas púberes
se reúnen con una mujer anciana que las inicia en el canto y en los misterios de su cuerpo.
La práctica de los tatuajes y el tallado de los dientes en punta son adornos destinados a
atraer al sexo opuesto. Son gestos muy dolorosos, pero que todos enseñan con orgullo.
Los hombres célibes habitan pequeñas tiendas, cuya entrada da a la selva y no al centro
del poblado. La chica llama discretamente a la puerta del muchacho elegido por su
corazón, siempre que no pertenezca a la misma familia directa. El matrimonio se celebra
sin fastos. Los padres de los contrayentes se ponen de acuerdo, mientras la madre regala
a su hija un tizón encendido y comienza a construir el mongulu de la nueva pareja. La
poligamia es poco frecuente porque es origen de discordias y las disputas suelen ser
fatales para tener buena suerte en la caza.
SACIAR EL HAMBRE. El anciano canta las palabras de Kmvum: "Te doy todos los frutos de
la selva, todos los frutos de la cosecha, todos los animales que caminan, que corren y que
vuelan. Te los doy todos y jamás el hambre entrará en tu vientre… Y los árboles serán tu
abrigo". La caza de los pigmeos nunca es una matanza indiscriminada. Sólo matan lo
necesario para satisfacer sus necesidades diarias. Antes de entrar en la selva, realizan toda
una serie de ritos acompañados de cantos, para poner de su parte a los espíritus, a los que
llaman mimbo. Sin benevolencia, la caza sería estéril y peligrosa.
Los utensilios más utilizados son la lanza, el arco, la red, el lazo y la ballesta. Por la
mañana, hacia las nueve, los hombres parten por un lado y las mujeres por el otro. Ellos
avanzan en silencio y el primero que descubre una presa se lo indica a los otros haciendo
signos con la mano, minuciosamente codificados, para que sepan de cuál se trata. Cuando
lo han rodeado, uno de ellos se levanta de pronto y corre tras el animal que huye hacia los
cazadores. Facoceros (primos del jabalí), gorilas y elefantes caen acribillados por sus
lanzas y sus flechas envenenadas, gracias a la savia de una liana o a los granos de una
planta, el strophantus, de la que en Occidente se extrae una medicina para el corazón.
Mientras tanto, las mujeres pescan, recogen ñame, hojas de liana de coco, frutos secos y
setas, atrapan pequeños roedores, tortugas, caracoles, orugas o termitas. Los niños
intentan atrapar a los pájaros disparándoles con sus pequeños arcos. Pero sólo los
hombres recolectan la miel de las abejas salvajes, su alimento preferido. Con la ayuda de
una liana, suben a los árboles más altos, llevando en su peligrosa ascensión brasas
envueltas en hojas verdes para calmar al enjambre.
Los pigmeos mantienen una bella historia de amor con el fuego, al que dominan desde la
aurora de los tiempos. Por eso, el anciano le da gracias a Kmvum: "Ya no tendremos
miedo, o tú, el más poderoso; ni tendremos más frío, o tú el poderoso, ni tendremos más
hambre, o tú el poderoso. Por eso, te damos las gracias". La civilización y quizás la propia
Humanidad nació del fuego y éste del roce de dos trozos de madera. Uno es duro y
representa al hombre. El otro es más suave y representa a la mujer. Encender el fuego
simboliza el acto sexual, la creación por excelencia.
Los pigmeos no tienen miedo de los rayos y ven en el arco iris una manifestación divina a
la que saludan con cantos. Dios les ha creado libres y dueños de la selva. Pero ese mismo
dios parece haberles dado la espalda después de hacerles dueños de todo. Porque ya sólo
quedan unos 150.000 o 200.000 pigmeos. A menudo sedentarizados y convertidos en
esclavos tanto por los europeos como por sus grandes hermanos los bantús. Una gran
parte de los que vivían en Ruanda fueron masacrados durante la guerra de 1994.
Acosados por las enfermedades, minados por el alcohol, la masiva deforestación les está
privando poco a poco de su reino.
Paradójicamente, tal vez deban su salvación a la actual desorganización politicoeconómica
de El Congo. Los dos ríos que permitían bajar los troncos del norte hacia el sur están llenos
de arena y la vía férrea permanece inservible. Y mientras las compañías forestales se
asfixian, la naturaleza vuelve por sus fueros y recupera el terreno perdido. Y el anciano
canta: "Los pigmeos son los dueños del tiempo, desde el principio al final". Dueños del
mundo o, mejor dicho, dueños de su mundo. ¿Por cuánto tiempo?
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