La contaminación acústica y la violación de los derechos

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La contaminación acústica y la violación de los derechos fundamentales del hombre
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La contaminación acústica y la violación de los derechos
fundamentales del hombre
Antonio Marín López
Catedrático de Derecho internacional, Profesor emérito de la Universidad
de Granada.
I. Introducción. II. La importancia de la contaminación acústica. A. La
regulación internacional: el derecho comunitario europeo. B. La
jurisprudencia internacional: el Tribunal Europeo de los Derechos
Humanos. 1. La jurisprudencia. 2. Los resultados. III. El derecho español.
IV. Conclusiones.
I. Introducción
El ruido constituye un grave atentado al medio ambiente, bien sea continuo
o transitorio(1) y en muchos supuestos una violación de los derechos
fundamentales del hombre. Es el resultado de la actividad humana; en unas
ocasiones es un ruido evitable, en otras, en cambio, con los medios
económicos de que se dispone es difícilmente erradicable y sólo permiten
una reparación a medio o largo plazo o determinadas medidas colaterales(2).
El ruido ha empezado a preocupar a la sociedad en tiempos recientes; en la
Unión europea no aparece regulado hasta el Tercer Programa de acción en
cuestión de medio ambiente (1983-1987); el Quinto Programa de acción
(1993-2000) toma ya en consideración la creación de una política de
calidad del ruido ambiental. La causa en los tiempos actuales está en el
aumento del tráfico rodado, aéreo y ferroviario y en la actividad industrial,
que afectan cada vez más a la población y en particular a la residente en
lugares cercanos al origen de aquél. Pero la contaminación provocada por
el tráfico no ha despertado el interés o el temor de la contaminación de las
aguas o de la atmósfera. Aquí hay que incluir el transporte de personas, en
particular los escapes libres de las motocicletas. También el transporte
aéreo ha aumentando grandemente a partir de 1985, lo que entraña mayor
contaminación acústica, de los aviones militares, civiles o helicópteros(3).
No puede dejar de mencionarse, además, el ruido producidos por las
concentraciones humanas de las zonas de ocio(4). Hay una tolerancia
especial hacia estas zonas o una gran voluntad de no interferir los ruidos
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provocados por estos locales.
No obstante, la mayoría de los ruidos proviene también de la actividad
habitual de las industrias (máquinas fresadoras, sierras, tornos, etc.), que
perjudican seriamente la salud de los trabajadores, aunque hasta tiempos
recientes no haya sido objeto de una regulación laboral(5); por ello
necesitan permiso o licencia administrativa para su funcionamiento, con lo
que al final es la Administración la implicada en estos problemas(6).
Pero si el hecho de tener licencia hace la actividad legal, ello no significa
que todas sus acciones lo sean, por lo que no se puede excluir una futura
responsabilidad(7). Pero todo esto exige que se cumplan determinadas
condiciones(8).
En este marco la Comisión europea reconoció que la calidad de vida del
25% de los europeos está afectada por el ruido ambiental, que provocan
graves desórdenes de salud, como el aumento de la tensión arterial,
enfermedades mentales, cardiovasculares y auditivas y a veces grandes
daños económicos. La consecuencia de todo ello es que la insoportabilidad
del ruido es la reacción del derecho, mediante la adopción de medidas que
disminuyen el ruido o mediante el reconocimiento de una indemnización(9).
De aquí que el ruido haya sido reconocido, cuando es excesivo y entraña
una inmisión en el domicilio de la persona, como una violación de los
derechos humanos.
II. La importancia de la contaminación acústica
En el Libro verde sobre el medio ambiente urbano de la Unión europea, se
considera el ruido como la forma de contaminación urbana que afecta tanto
a la salud como a la calidad de vida de los ciudadanos(10). Ello origina en el
orden internacional la responsabilidad internacional, que puede llegar a
constituir un crimen internacional contra el medio ambiente. El proyecto de
artículos sobre la responsabilidad internacional de los Estados, elaborado
por la Comisión de Derecho internacional el 12 de julio de 1996(11),
contenía en su art. 19.3.d) los crímenes y delitos internacionales, entre los
que pueden incluirse los atentados al medio ambiente, como confirmó la
Comisión de Derecho internacional de las Naciones Unidas(12).
La cuestión que se plantea es que es difícil determinar cuando existe o no
culpa, el grado de culpa de un acto o la presunción de culpa de las personas
declaradas culpables. En otros términos no es la víctima de los daños que se
enumeran quien debe probar que hubo culpa (in eligendo, in vigilando) sino
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que son los actores los que deben probar que no incurrieron en ella(13). La
idea que fundamenta este tipo de responsabilidad, es que la peligrosidad
inherente a ciertas actividades que se sitúan en el límite de lo que el hombre
conoce y es capaz de controlar, debe llevar aparejada el establecimiento de
una garantía extraordinaria que asegure la reparación de los daños
eventuales que tales actividades puedan producir(14).
Una última consecuencia de la existencia de la contaminación acústica es el
nacimiento de perjuicios morales y psíquicos. ¿Que ocurre con aquellas
alteraciones de la tranquilidad, el sosiego y necesario descanso personal y
familiar, las perturbaciones del ánimo, el estrés o la disminución de la
capacidad de concentración y trabajo o del esparcimiento, que el ruido
ocasiona?; ¿acaso no son estos valores tan dignos de protección como los
considerados estrictamente patrimoniales?(15).
A.- La regulación internacional: el derecho comunitario europeo
Se ha afirmado que en la Unión europea no existe una política de lucha
contra la contaminación sonora como tal con fijación de objetivo de calidad
ambiental(16). El ruido no se recoge como política comunitaria hasta el III
programa de acción (1983-1987); en el quinto programa (1993) se define
por primera vez una política contra el ruido, no centrada en la supresión de
barreras para la comercialización de los productos sino en el aseguramiento
de la tranquilidad, la calidad de vida y la salud de los ciudadanos(17) sino
que constituye un programa efectivo de reducción de la contaminación
acústica. En el documento se reconoce que esta empresa no constituye una
preocupación tan esencial por parte de los Estados comunitarios, como ha
ocurrido con la contaminación de la atmósfera y del agua. El documento
contiene la legislación comunitaria sobre los niveles sonoros máximos de
las distintas actividades y propone finalmente que la Unión apoye las
investigaciones sobre la reducción del ruido(18).
La Unión europea ha adoptado una serie de disposiciones, que establecen
los niveles sonoros admisibles en determinados productos como criterios de
homologación comercial de los mismos. Las dificultades encontradas han
hecho que estos criterios de homologación sean a menudo "opcionales", lo
que implica que los Estados pueden establecer en su territorio niveles
sonoros más relajados, pero no pueden denegar la admisión de un producto
que cumpla los requisitos europeos(19).
Así hay una serie de sectores que han sido objeto de regulación mediante
directivas, pero no existe una directiva o un reglamento que trate de forma
general los principios de la contaminación acústica. Estos son: 1. vehículos
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de motor (coches, autobuses, remolques, motocicletas y tractores); 2.
instalaciones y equipos de construcción (motocompresores, grúas de torre,
palas hidráulicas, máquinas y materiales de construcción, martillos
eléctricos y grupos electrógenos de soldadura); 3. aviones y helicópteros; 4.
otros sectores (cortadoras de césped y electrodomésticos).
1. Vehículos de motor: homologación de vehículos(20), remolques(21),
tractores(22) y motocicletas(23). Son una de las fuentes mayores de
contaminación atmosférica y acústica(24).
2. Equipos de construcción(25): motocompresores(26), grúas de torre(27),
palas hidráulicas, palas de cable, topadoras frontales, cargadoras, palas
cargadoras(28) y máquinas de uso al aire libre(29) y potencia acústica
admisible de determinado material y maquinaria de obra(30).
3. Aviones y helicópteros(31).
4. Otros sectores: cortadoras de césped(32) y aparatos electrodomésticos(33),
grupos electrogénos(34) y trituradoras de hormigón(35).
B. La jurisprudencia internacional: el Tribunal Europeo de los
Derechos Humanos
Algunas sentencias del Tribunal europeo de los derechos humanos se han
ocupado de los efectos perjudiciales del ruido sobre la persona y han
considerado que esto puede en ciertos grados afectar al respeto de los
derechos humanos contenidos en el convenio de Roma de 1950(36) y en los
protocolos adicionales. Esta vulneración de derechos se amplía a aquellas
actividades que aunque no constituyen estrictamente ruido, violan el
derecho de la persona humana a un ambiente soportable.
1. La jurisprudencia del Tribunal.
En el caso Zimmermann y Steiner(37) se reconoció como compensación
general por los posibles daños sufridos a consecuencia del proceso, la
reparación moral, que para aquél ya es suficiente que se acuerde la condena
y que se publique(38). Más delante el Tribunal europeo en el caso Powell y
Rayner(39) reconoció que el ruido de un aeropuerto atentaba al derecho al
respeto de la vida privada y del domicilio (art. 8 del convenio europeo), al
derecho a un recurso jurisdiccional efectivo (art. 13) y al derecho al respeto
de sus bienes: «El ruido de los aviones del aeropuerto de Heathrow ha
disminuido la calidad de la vida privada y el disfrute del hogar de los
demandantes aunque en grados muy distintos. Por consiguiente, el art. 8 ha
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de tenerse en cuenta con relación al señor Powell y al señor
Rayner» (apartado 40).
2. Los perjuicios no acústicos.
En estos casos hay que destacar la sentencia más importante en defensa de
los derechos de la persona humana contra los perjuicios sufridos, en el caso
López Ostra c. España(40), de 9 de diciembre de 1994, consecuencia de un
proceso seguido en España. Gregoria López Ostra vive en Lorca, Murcia.
En julio de 1988 comienza a funcionar, sin licencia, una planta de
tratamiento de residuos sólidos y líquidos construida con una subvención
pública(41).
Debido a un defectuoso funcionamiento, empezó a despedir gases, humos y
malos olores, ocasionando problemas de salud a muchas personas. El 8 de
septiembre de 1988 el Ayuntamiento ordena el cese de una de las
actividades de la planta, pero permite que continúe con otra: el tratamiento
de aguas residuales. A pesar de ello continuaron los problemas de salud de
la familia de la recurrente. Los gases y malos olores hacen imposible tener
una convivencia familiar normal.
Gregoria acude al proceso de protección de derechos fundamentales, el cual
resulta contrario a sus pretensiones en virtud de la sentencia de la
Audiencia Territorial de Murcia de 31 de enero de 1989, sobre la base del
art. 1 de la ley 62/1978 por las molestias causadas por una estación
depuradora próxima a su vivienda. El TS desestima el recurso de apelación
en sentencia de 27 de julio de 1989. En ambas instancias el Ministerio
fiscal informó favorablemente las pretensiones de Gregoria. El Tribunal
Constitucional declara inadmisible el recurso de amparo que interpone, por
ser, a su juicio, manifiestamente infundado. Al mismo tiempo las cuñadas
de la recurrente entablan procesos administrativos ordinarios y penales. En
virtud de la instrucción de una denuncia por delito ecológico, el 27 de
octubre de 1933 la planta es clausurada por la Audiencia.
Amparándose en el convenio de Roma de 1950, la Comisión europea de
derechos humanos del Consejo de Europa se pronuncia unánimemente a
favor de la existencia de una violación del art. 8 del convenio, pero no del
art. 3(42). Finalmente el Tribunal europeo de derechos humanos en su
sentencia de 9 de diciembre de 1994, declaró que ha habido una violación
del art. 8 del convenio(43). A pesar del cierre parcial de 9 de septiembre de
1988, la señora López Ostra sostuvo que la planta continuó despidiendo
humos, ruido persistente y fuertes olores, que hizo insufribles las
condiciones de vida de su familia y causó serios problemas de salud tanto a
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ella como a su familia. Con relación a esto alegó que el derecho al respeto a
su domicilio había sido conculcado. El Tribunal afirma ante ello que
naturalmente, una grave contaminación del ambiente puede afectar el
bienestar del individuo e impedirle disfrutar de su hogar de tal modo que se
ataca su vida privada y familiar sin poner, sin embargo, su salud en peligro.
El Tribunal considera, sin embargo, que la familia tuvo que afrontar las
molestias ocasionadas por la planta durante tres años antes de cambiar de
domicilio, con todos los correspondientes inconvenientes. En consecuencia,
ha habido una violación del artículo 8. La señora López Ostra afirmó que
los hechos reprochados al Estado demandado (España) son de tal seriedad y
le han causado tales perjuicios que pueden ser razonablemente
considerados como constituyentes de un tratamiento degradante prohibido
por el art. 3 del convenio que establece que «Nadie puede ser sometido a
tortura ni a ningún tratamiento o castigo inhumano o degradante». Pero el
Gobierno español y la Comisión consideran que este artículo no ha sido
incumplido. El Tribunal es de este parecer. Las condiciones en las que la
recurrente y su familia vivieron durante un número de años fueron
ciertamente muy difíciles, pero no constituyen un tratamiento degradante
en el sentido del art. 3. En suma, el Tribunal en su resolución, estima que
ha habido una violación del art. 8 del convenio, pero no del art. 3; declara
que el Estado demandado debe pagar a la recurrente en el plazo de tres
meses cuatro millones de pesetas por daños y un millón quinientas mil
pesetas por costas y gastos, menos nueve mil setecientos francos;
finalmente desestima las demás peticiones de indemnización.
2. Los resultados.
Aunque las resoluciones definitivas del Tribunal europeo tengan naturaleza
declarativa, no puede negarse la importancia que lentamente va adquiriendo
esta construcción ante los tribunales españoles(44). Esta sentencia es,
respecto al derecho español, innovadora. La doctrina y la jurisprudencia
habían negado la constitucionalización de derechos (subjetivos)
fundamentales de contenido ambiental. Sólo algunas opiniones minoritarias
habían propuesto la subjetivación, con rango de Derecho constitucional, del
Derecho ambiental. La sentencia del Tribunal europeo lo confirma(45).
Declaró que el Estado español había impedido el ejercicio de los derechos
de la demandante en relación con su domicilio y su vida privada y familiar
(pár. 58). A esto se ha objetado con el convenio europeo de 1950 protege
libertades concretas, no la libertad en general. En la Constitución española
el art. 18, 2 adopta este punto de vista(46). Lo que protege es la vida privada
del individuo. Así la protección del domicilio es más que la protección de
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la intimidad personal y familiar. Es protección del libre desarrollo de la
personalidad (libertad general de acción) en un espacio físico concreto: el
domicilio. De esto resulta, se ha escrito, que el derecho a la inviolabilidad
del domicilio se ha convertido, tanto en la sentencia como en la
Constitución española, en un derecho general a la libertad en el domicilio.
El exceso interpretativo se justifica por la necesidad de suplir con
"libertades concretas" la falta de un derecho general de libertades, tanto en
el convenio europeo como en la Constitución(47).
La sentencia del Tribunal europeo confirma que «los atentados graves al
medio ambiente pueden afectar al bienestar de una persona y privarla del
disfrute de su domicilio, hasta el punto de perjudicarla en su vida privada y
familiar, sin que al mismo tiempo se ponga en grave peligro la salud de la
interesada» (pár. 51). De aquí se ha deducido que las inmisiones pueden
hacer desagradable o incluso dañina la vida en un determinado espacio,
más no por ello se está vulnerando la privacidad de cada uno; la emisión de
ruidos y malos olores no son conductas adecuadas para la perturbación de
la intimidad y libertad personales(48).
En cuanto a la ejecución de la sentencia habrá que acudir a las vías
nacionales, como dijo expresamente el Tribunal europeo en el caso
Ringeisen(49).
La sentencia supone una valoración, que para algunos autores es negativa.
Carece de justificación, se ha escrito, desplazar (a la hora de la protección
del medio ambiente) el derecho a la vida y a la integridad, en favor del
derecho a la inviolabilidad del domicilio. Y resulta excesivo, además,
incluir dentro del ámbito de protección del derecho a la inviolabilidad
domiciliar la "calidad de vida" en el domicilio(50). Una consideración
sosegada obliga, sin embargo, a estimar justa la decisión del Tribunal
europeo y a señalar como oportuna su decisión, en aras a la defensa de la
privacidad, por una parte, y del derecho a la vida (derecho a respirar en
suma) por otra.
III. El Derecho Español
España es uno de los países más ruidosos del mundo, después del Japón,
especialmente en las grandes ciudades (tráfico, aeropuertos, ruidos
vecinales, locales de ocio). En un informe del defensor del pueblo andaluz
al Parlamento se decía que «en relación con el medio ambiente urbano,
podemos afirmar que es la acústica o sonora una forma de contaminación
menos conocida, pero más presente en nuestro quehacer diario. Sus
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características específicas, quizás porque expliquen el grado de tolerancia
hasta ahora soportado por la sociedad: no es constante en el tiempo y
espacio, no mata, no degrada el medio de modo tan evidente como lo hacen
otros tipos de contaminación, como los vertidos de aguas residuales o las
residuos sólidos»(51). El ruido es causa del nacimiento de la responsabilidad
extracontractual(52). Así se ha creado una auténtica responsabilidad civil,
especialmente cuando el ruido proviene de relaciones de vecindad(53).
El nivel de ruido en muchos países, especialmente en las horas nocturnas
que son las más delicadas, ha puesto de relieve que la administración local
es la destinataria principal de las quejas de los ciudadanos. Hay una
especial tolerancia hacia esas manifestaciones o una gran voluntad de no
interferir los ruidos provocados por los locales de ocio. Frente a ello las
demandas de particulares frente a los Ayuntamientos están originando gran
número de pronunciamientos judiciales positivos, aunque en gran parte
ineficaces. De ahí que las quejas se presenten jurídicamente en dos vías: en
la contencioso-administrativa contra los entes locales, o en la vía civil
contra los autores de los ruidos.
El defensor del pueblo andaluz puso de relieve una cierta tolerancia y falta
de rigor de los Ayuntamientos y, en su defecto, de las delegaciones de
Gobernación en aplicación de la normativa existente. Asimismo se constata
la carencia de suficientes medios técnicos y personales en los
Ayuntamientos más grandes y ausencia de ellos en los pequeños. El
reglamento de servicios de las corporaciones locales faculta a los
Ayuntamientos para intervenir en la actividad de los ciudadanos(54), puesto
que son las entidades más cercanas a los focos de emisión de ruidos; el
reglamento de servicios de las corporaciones locales de 17 de mayo de
1955, aprobado por Decreto de 17 de junio de 1955(55), el Decreto
2107/1968, de 16 de agosto, de régimen de poblaciones con altos niveles de
contaminación atmosférica o de perturbaciones por ruido o vibraciones (art.
4)(56) y la Ley 7/1985, reguladora de bases del régimen local, de 2 de abril,
les atribuye competencia en cuestión de protección del medio ambiente(57);
la Ley General de Sanidad 14/1986, de 25 de abril(58), les otorga el control
sanitario de industrias, actividades y servicios, transportes, ruidos y
vibraciones (art. 42,3 b), lo que exige una más eficaz asistencia y mejor
coordinación de los servicios asistenciales de las Diputaciones provinciales
y Agencias de medio ambiente en su caso(59).
El defensor del pueblo central ha señalado también que las quejas de los
ciudadanos se basan en su mayor parte en el ruido producido por
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establecimientos industriales, comerciales y de negocio como panaderías y
talleres o bares, discotecas, pubs y clubes, aunque también por la
circulación terrestre, por carretera o por ferrocarril, la aérea y la ocasionada
por las obras(60).
En el plano legislativo en derecho español no existe aún una ley sobre
contaminación acústica, por lo que la base de una decisión se halla en la
escasa legislación que indirectamente afecte al ruido(61)
Tres cuestiones principales habría que abordar en este estudio: los principio
básicos, la reglamentación autonómica y la sentencia del Tribunal
Constitucional de 24 de mayo de 2001(62). Como estas ya han sido
estudiadas en otro lugar, deben quedar fuera de toda consideración.
IV. Conclusiones
Los temas abordados desde el punto de vista legislativo en la Unión
europea son de un enorme alcance y de extraordinaria importancia. Aunque
el fin de la Unión europea es la institución de una unión política, ello no le
impide regular una serie de cuestiones que pueden dificultar su
consecución. Una simple lectura del repertorio de legislación de la Unión
pone de relieve lo hecho y lo que queda por hacer(63). Los derechos
nacionales, y entre ellos el español, están comprometidos a aplicar estas
disposiciones y así han sido transpuestas, especialmente las directivas, a
estos ordenamientos. Esta legislación ha sido interpretada y aplicada por el
Tribunal de justicia de las Comunidades europeas, de efecto inmediato en
los reglamentos comunitarios.
Cuando la violación de una determinadas normas afectan a los derechos de
la persona humana, la solución es entonces diferente: entra en juego el
convenio de Roma de 4 de noviembre de 1950 y sus doce protocolos
adicionales; su interpretación y aplicación corresponde no al Tribunal
comunitario sino a un Tribunal especializado, como es el Tribunal europeo
de los derechos del hombre. Su jurisprudencia es de un gran valor, pero no
es ni tan abundante ni tan diversificada como la del Tribunal de justicia
comunitario. Se trata de dos ámbitos distintos de actuación. Ello no obsta a
que aquellos asuntos que se resuelvan por la vía nacional obtengan aquí
respuesta, sin necesidad de llegar a la Comisión o al Tribunal europeo.
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NOTAS
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(1) Martín Mateo, R.: Tratado de derecho ambiental, Vol. II, Madrid, Trivium, 1992, pág. 605.
Puede verse: Juste Ruiz, J.: «La evolución del Derecho internacional del medio ambiente», en Hacia
un nuevo orden internacional y europeo. Estudios en homenaje al profesor don Manuel Diez de
Velasco, Madrid, M. Pons, 1973, págs. 397-413, especialmente págs. 409-412.
(2) Martín Retortillo Baquer, L: Los ruidos evitables son opciones que están fácilmente al alcance de
nuestra mano sin mayores perturbaciones para el sistema social en que vivimos; mientras que hay
otras en que hoy por hoy son difícilmente alcanzables desde las coordenadas sociales y económicas
en que estamos insertos: «El ruido de los grandes aeropuertos en la jurisprudencia del Tribunal
europeo de derechos humanos», Revista vasca de administración pública, núm. 40, 1994, pág. 104.
(3) Puede verse: Commission des Communautés européennes. Livre vert relatif à l'impact des
transports sur l'environnement: Une strategie communautaire pour un dévelopement des transports
respectueux de l'environnement. 9 abril 1992.
(4) Cortes generales, Defensor del pueblo: Informe anual y debate en las Cortes generales. I.
Informe. 1997, págs. 429-430. Puede verse: Bremond Y Triana, L. M.: «Ruidos de locales de ocio:
su tipificación y sanción en las ordenanzas municipales (La sentencia del Tribunal Supremo de 6 de
febrero de 1996)», Revista de Derecho ambiental, núm. 18, 1997, págs. 31-43.
(5) En la Unión europea ha sido regulado el problema por la Directiva 86/188, de 12 de mayo de
1986. DO L 137, de 24 de mayo de 1986, transpuesta al derecho español por el Real Decreto
1316/1989, de 27 de octubre, sobre protección de los trabajadores frente a los riesgos derivados de la
exposición al ruido. BOE núm. 263, de 2 de noviembre de 1989 y corrección de errores en BOE
núm. 295, de 9 de diciembre de 1989. Su origen está en la ordenanza de seguridad e higiene en el
trabajo, de 9 de marzo de 1971. BOE núm. 60, de 11 de marzo de 1971 y BOE núm. 64, de 16 de
marzo de 1971 y corr. de err. en BOE núm. 82, de 6 de abril de 1971.
(6) Puede verse: Jordano Fraga, J.: «La responsabilidad de la Administración con ocasión de los
daños al medio ambiente», Revista de Derecho urbanístico, núm. 119, 1990, págs. 79-114.
(7) Pueden verse: Navarro Mendizábal, S.: Las inmisiones y molestias medioambientales. Tutela
preventiva civil, Madrid, Dykinson, 1997, págs. 304-305; Martín Rebollo, L.: «Medio ambiente y
responsabilidad de la Administración», Revista española de Derecho administrativo, núm. 11, 1976,
págs. 639-652.
(8) Propuesta de la comisaria Wallström a la Comisión europea, Información de medio ambiente,
núm. 90, diciembre de 2000, pág. 18.
(9) S. González-Varas Ibañez: «Tratamiento jurídico acerca del ruido de los transportes», Revista de
Derecho ambiental, núm. 11, 1993, pág. 14.
(10) Libro verde de la Comisión europea sobre política futura de la lucha contra el ruido. COM(96)
final. Bruselas, 4 de noviembre de 1996, pág. 57. El texto español se halla en la Revista de Derecho
ambiental, núm. 18, 1997, págs. 53-105.
(11) Informe de la Comisión de Derecho internacional sobre la labor realizada en su 481 período de
sesiones, 6 de mayo a 26 de julio de 1996. Asamblea General. Documentos oficiales. Quincuagésimo
primer período de sesiones. Suplemento núm. 10 (A/51/10), págs. 130-182.
(12) Anuario de la Comisión de Derecho internacional, 1976, II, 20 parte, pág. 94. Pueden verse:
Pedaye A.: «Los crímenes de los Estados», Revista Española de Derecho internacional, vol. XXXI,
1978-1979, págs. 25-38; Morillas Cueva, L.: «La contaminación del medio ambiente como delito. Su
regulación en el Derecho penal español», Revista de la Facultad de Derecho de la Universidad de
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Granada, núms. 17-20, 1989-1992, págs. 145-161.
(13) Véase De Angel Yagüez R.:.Tratado de responsabilidad civil,.3.ª ed., Universidad de Deusto.
Madrid, 1993, pág. 326.
(14) Juste Ruiz, J.: «Derecho internacional público y medio ambiente», Asociación de profesores de
Derecho internacional y relaciones internacionales, VIII Jornada, Barcelona, 1985, pág. 37.
(15) Llamas Pombo, E. y Macías Castillo, A.: Art. cit., págs. 1075-1076. Puede verse más
ampliamente: Lamarque J.: Le droit contre le bruit. París, LGDJ, 1975.
(16) Alonso García, E. : El Derecho ambiental de la Comunidad europea, vol. II, Madrid, Civitas,
1993, pág. 119.
(17) Además en noviembre de 1996 se elaboró por la Comisión un libro verde sobre política futura
de la lucha contra el ruido: Libro verde de la Comisión europea sobre política futura de la lucha
contra el ruido, COM(96) 540 final, Bruselas, 4 de noviembre de 1996. El texto español se halla en
la Revista de Derecho ambiental, núm. 18, 1997, págs. 53-105.
(18) Cortes generales. Defensor del pueblo: Informe anual 1998 y debate de las Cortes generales,
págs. 59-610.
(19) Juste Ruiz, J.: Derecho internacional del medio ambiente, 1.ª ed., Madrid, McGraw-Hill, 1999,
pág. 468.
(20) La Directiva 70/156/CEE, de 6 de febrero de 1970, se refiere a la homologación de los
vehículos de motor (DO L 42 de 23.2.1970); fue reformada por la Directiva 80/1267/CEE. (DO L
375, de 31.12.1980). El Decreto 1439/1972, de 25 de mayo de 1972, homologa los vehículos
automóviles en lo que respecta al ruido. BOE núm. 138, de 9 de junio de 1972. La Directiva
2001/1/CE del Parlamento y del Consejo, de 2 de enero de 2001, modifica la Directiva 70/220/CEE
del Consejo sobre medidas contra la contaminación atmosférica causada por las emisiones de los
vehículos de motor. (DO L 035, de 06/02/2001).
(21) Real Decreto 2928/1986, de 6 de junio, BOE núm. 236, de 2 de octubre, que incorpora al
contenido de las Directivas 78/547/CEE del Consejo, de 12 de junio de 1978, que modifica la
70/156/CEE, relativa a la aproximación de legislaciones de los Estados miembros sobre la
homologación de vehículos de motor y de sus remolques.,DO L 168, de 26 de junio de 1978,
79/694/CEE del Consejo, de 24 de julio, por la que se modifica la Directiva 74/150/CEE relativa a la
aproximación de las legislaciones de los Estados miembros sobre la homologación de los tractores
agrícolas o forestales de rueda, DO L 205, de 13 de agosto de 1979 y 82/890/CEE del Consejo, de 17
de diciembre de 1982, por la que se modifican las Directivas relativas a la aproximación de las
legislaciones de los Estados miembros sobre los tractores agrícolas o forestales de ruedas, DO L 378,
de 31 de diciembre de 1982. Véase la Orden Ministerial de 29 de diciembre de 1992 sobre la
aplicación de las Directivas comunitarias de homologación de tipos de vehículos, aprobados por el
Real Decreto 2928/1986, de 6 de junio, BOE núm. 9, de 11 de enero de 1993, DO L 131, de 18 de
mayo de 1981; 84/372/CEE, DO L 196, de 26 de julio de 1984; 84/424/CEE,, DO 238, de 6 de
septiembre de 1984; y 92/97/CEE, DO L 371, de 19 de diciembre de 1992. La primera Directiva se
adapta al progreso técnico por la Directiva 84/372 sobre homologación de tipos de vehículos,
aprobados por el Real Decreto 2928/1986, de 6 de junio, BOE núm. 9, de 11 de enero de 1993.
En este apartado pueden incluirse las Directivas 70/157/CEE del Consejo, de 6 de febrero de 1979,
relativa a la aproximación de las legislaciones de los Estados miembros sobre el nivel sonoro
admisible y el dispositivo de escape. La Directiva entiende que son «vehículos destinados a circular
por carretera, con o sin carrocería, con cuatro ruedas como mínimo y una velocidad máxima por
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construcción superior a 25 km/h», DO L 042/16, de 23 de febrero de 1970 (modificada en catorce
ocasiones), en particular por las Directivas 73/350/CEE de la Comisión, de 7 de noviembre de 1973,
DO L 321, de 22 de noviembre de 1973; 77/212/CEE. DO L 66, de 12 de marzo de 1977;
81/334. /CEE de la Comisión, de 3 de julio de 1984. DO L 196, de 6 de julio de 1984. Además hay
que citar a este respecto la Directiva 84/424/CEE del Consejo, de 3 de septiembre de 1984, DO L
238, de 6 de septiembre de 1984, que modifica la 70/157/CEE del Consejo, DO L 238, de 6 de
septiembre de 1984. Estas Directivas fueron transpuestas al derecho español por el Real Decreto
2028/1986, de 6 de junio de 1986. BOE núm. 236, de 2 de octubre de 1986, las órdenes ministeriales
de 4 de febrero de 1988, que actualiza los anexos I y II del Real Decreto, BOE núm. 40, de 16 de
febrero de 1988; 10 de abril de 1989, que actualiza los anexos citados del Real Decreto, BOE núm.
96, de 22 de abril de 1989 y 24 de noviembre de 1989, BOE núm. 301, de 16 de diciembre de 1989;
16 de julio de 1991, que actualiza los anexos referidos, BOE núm. 179, de 27 de julio de 1991 y 24
de enero de 1992, que actualiza los anexos citados, BOE núm. 36, de 11 de febrero de 1992.
(22) Directiva 74/151/CEE, DO L 84, de 28 de marzo de 1974; Directiva 82/890/CEE, DO L 378, de
31 de diciembre de 1982; Directiva 77/311/CEE, DO L 105, de 28 de abril de 1977 y Directiva
2000/25/CE, DO L 173, de 12 de julio de 2000. Transpuestas al ordenamiento español por el citado
Real Decreto2028/1986, las órdenes mencionadas de 4 de febrero de 1988, 24 de noviembre de
1989, 16 de julio de 1991, 24 de enero de 1992 y decreto 1439/72, de 25 de mayo, sobre
homologación de vehículos en lo que se refiere al ruido, BOE núm. 138, de 9 de junio de 1972.
Directiva 2001/3/CE de la Comisión, de 8 de enero de 2001, por la que se adapta al progreso técnico
la Directiva 75/322/CEE del Consejo relativa a la supresión de parásitos radioeléctricos producidos
por los tractores agrícolas o forestales, DO L 028, de 30/01/2001.
(23) Directiva 78/1015 del Consejo de 25 de noviembre de 1978, relativa a la aproximación de las
legislaciones de los Estados miembros sobre el nivel sonoro admisible y el dispositivo de escape de
las motocicletas. Las define como «vehículos de dos ruedas, con un sin sidecar, provistas de un
motor destinado a circular por carretera y con una velocidad máxima superior a 50 km/h», DO L
349, de 13 de diciembre de 1978, modificada por la Directiva 87/56 del Consejo, de 18 de diciembre
de 1986, DO L 24, de 27 de enero de 1987 y la Directiva 89/235/CEE, DO L 98, de 11 de abril de
1989. La transposición al derecho español se hizo por el citado Real Decreto2028/1986.
(24) Esto exige medidas eficaces en la superación del ruido en la construcción del vehículo, que
puede provenir del bloque del motor, del sistema de combustión, del sistema de refrigeración y del
grupo moto-propulsor. Fuera del vehículo el ruido se origina por roce de los neumáticos sobre el
pavimento, del estado de éste (asfalto o cemento) y de la velocidad que lleve. Otras medidas se
orientan a mejorar la red viaria, como la infraestructura, suprimiendo cruces, semáforos,
sincronizando aquellos, estableciendo calles de dirección única o prohibiciones de circulación de
vehículos pesados, etc.; otras medidas tienden a evitar la fuente de los ruidos, que son los vehículos,
tanto en su fabricación como en su utilización: pantallas anti-ruido, colinas de tierra laterales o
profundización de la calzada. El reglamento de actividades molestas, insalubres, nocivas y peligrosas
(BOE núm. 292, de 7 de diciembre de 1961; corrección de errores en BOE núm. 57, de 7 de marzo
de 1962. Fue modificado por el Decreto de 5 de noviembre de 1964, BOE núm. 267, de 6 de
noviembre de 1964 y completado mediante una instrucción contenida en la Orden Ministerial de 15
de marzo de 1963, BOE núm. 79, de 2 de abril de 1963), impone la obligación de que los vehículos y
demás actividades no puedan producir humos, polvo o ruidos, instalando los elementos técnicos
necesarios para ello (art. 11). Puede verse: Sosa Wagner, F.: Las actividades molestas, en especial el
ruido. Madrid, Tecnos, 1991.
La Ley de tráfico, circulación de vehículos de motor y seguridad vial, aprobada por Real Decreto
Legislativo 339/1990, de 2 de marzo que contiene el texto articulado de la ley sobre tráfico,
circulación de vehículos de motor y seguridad vial (BOE núm. 63, de 14 de marzo de 1990 y
corrección de errores en BOE núm. 185, de 3 de agosto de 1990) dice en su art. 9 que «Los usuarios
de la vía están obligados a comportarse de forma que no entorpezcan indebidamente la circulación,
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ni causen peligro, perjuicios o molestias a las personas o daños a los bienes»; igualmente prohíbe el
abuso de las señales acústicas, salvo en determinadas ocasiones (vehículos de urgencia públicos o
privados (art. 44, 2 y 3). El reglamento para su aplicación está contenido en el Real Decreto13/1992,
de 17 de enero (BOE núm. 27, de 31 de enero de 1992 y corrección de errores en BOE núm. 61, de
11 de marzo de 1992), que excepciona de los ruidos a los producidos por los vehículos de policía,
bomberos, protección civil y salvamento, asistencia sanitaria pública o privada (art. 70). El art. 7, 2
prohibe también la circulación de vehículos de motor y ciclomotores sin silenciador de las
explosiones.
(25) Véase la Directiva 84/532/CEE, de 17 de septiembre de 1984, referente a la aproximación de
legislaciones comunes sobre material y maquinaria para la construcción, DO L 300, de 19.11.84.
(26) Directiva 84/533/CEE del Consejo, de 17 de septiembre de 1984 sobre el nivel de potencia
acústica admisible de los motocompresores. DO L 300, de 19 de noviembre de 1984, reformada por
la Directiva 85/406/CEE, DO L 233, de 30 de agosto de 1985.
(27) Directiva 84/534/CEE del Consejo, de 17 de septiembre de 1984, DO L 300, de 19 de
noviembre de 1984, modificada por la 87/405/CEE, DO L 220, de 8 de agosto de 1987.
(28) Directiva 86/662/CEE del Consejo, de 22 de diciembre de 1986, modificada en dos ocasiones,
DO L 384, de 31 de diciembre de 1986.
(29) Directiva 2000/14/CEE del Parlamento europeo y del Consejo, de 8 de mayo de 2000, relativa a
la aproximación de legislaciones de los Estados miembros sobre emisiones sonoras en el entorno
debidas a las máquinas de uso al aire libre, DO L 162, de 3 de julio de 2000.
(30) Real Decreto 245/1989, de 27 de febrero, BOE núm. 60, de 11 de marzo (modificado por la
Orden de 17 de noviembre de 1989, BOE núm. 288, de 1 de diciembre de 1989), que traspone la
Directiva 79/113/CEE del Consejo, de 19 de diciembre de 1978, modificada en cinco ocasiones
(Directivas 81/1051/CEE, DO L 376, de 30 de diciembre de 1981, referente a la aproximación de
legislaciones de los Estados miembros relativas a la determinación de la emisión son de las máquinas
y materiales utilizados en las obras de construcción, DO L 33, de 8 de febrero de 1979, modificada
por la 84/532, de 17 de septiembre de 1984 relativa a la aproximación de las legislaciones comunes
sobre material y máquinas para la construcción, DO L 300, de 19 de noviembre de 1984 y por la
85/405/CEE, DO L 233, de 30 de agosto de 1981 y por la 85/405/CEE, DO L 233, de 30 de agosto
de 1985). La Directiva 79/113/CEE había armonizado el método de medición del ruido aéreo
emitido por máquinas que se utilizan al aire libre en las obras de construcción que, de acuerdo con su
tipo con su tipo de fabricación, sirvan para efectuar trabajos de ingeniería civil y construcción. El
Real Decreto fue modificado por el Real Decreto 71/92, de 31 de enero, BOE núm . 14, de 6 de
febrero de 1992.
(31) El control del ruido había sido establecido ya por la Organización de la aviación civil
internacional, anexo XVI. Real Decreto 873/1987, de 29 de mayo, sobre limitación de emisiones
sonoras de las aeronaves subsónicas, BOE núm. 158, de 3 de julio, que traspone la Directiva
80/51/CEE, del Consejo, de 20 de diciembre de 1979, DO L 18, de 24 de enero de 1980, modificada
por la Directiva 83/206, de 21 de abril de 1983 (DO L 117, de 4 de mayo de 1983) sobre limitación
de las emisiones sonoras de naves subsónicas. Real Decreto 1256/1990, de 11 de octubre, sobre
limitación de emisiones sonoras de los aviones de reacción subsónicos civiles, (BOE núm. 250, de
18 de octubre), que transpone la Directiva 89/629/CEE del Consejo, de 4 de diciembre de 1989, DO
L 363, de 13 de diciembre. Real Decreto 1422/1992, de 27 de noviembre, sobre limitación del uso de
aviones de reacción subsónicos civiles, DO L 363, de 13 de diciembre de 1989 y BOE núm. 302, de
17 de diciembre. El Real Decreto transpone las seis Directivas 92/14/CEE del Consejo, de 2 de
marzo de 1992, DO L 76, de 23 de marzo de 1992, modificada en tres ocasiones, DO L 168 de 23 de
junio de 1992, DO L 92, de 16 de abril de 1993, DO L 111, de 5 de mayo de 1993, DO L 7, de 11 de
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enero de 1994, DO L 59, de 8 de marzo de 1996, sobre limitación de operación de las aeronaves
citadas en el convenio internacional de aviación civil. No hay regulación europea para los aviones
militares ni para los supersónicos, a pesar de que provocan el bang sónico que afecta a la estructura
de los inmuebles (rotura de cristales, chimeneas, paredes, etc.) y constituye por ello un exceso de
contaminación.
(32) Directiva 84/538/CEE del Consejo, de 17 de septiembre de 1984, DO L 300, de 19 de
noviembre de 1984, reformada por la 88/181/CEE, DO L 81, de 26 de marzo de 1988. Transpuesta al
ordenamiento español por el Real Decreto 245/1989, de 27 de febrero, BOE núm. 60, de 11 de
marzo de 1989 y Orden de 18 de julio de 1991, BOE núm. 178, de 26 de julio de 1991; Directiva
87/252/CEE, DO L 117, de 5 de mayo de 1987; Directiva 88/180/CEE, DO L 81, de 26 de marzo de
1988.
(33) Directiva 86/594/CEE del Consejo, de 1 de diciembre de 1986, DO L 344, de 6 de diciembre de
1986. Su contenido es diferente del usual en las Directivas sobre ruido, pues no impone valores
límites ni los niveles de anunciar los niveles de protección de los consumidores. Transpuesta al
ordenamiento español por el Real Decreto 213/1992, de 6 de marzo, BOE núm. 64, de 14 de marzo
de 1992.
(34) Directivas 84/535/CEE del Consejo, de 17 de septiembre de 1984, DO L 300, de 19 de
noviembre de 19984 (modificada por la 85/407/CEE, DO L 233, de 30 de agosto de 1985),
84/536/CEE del Consejo, de 17 de septiembre de 1984, DO L 300, de 19 de noviembre de 1984
(modificada por la 85/408/CEE, DO L 233, de 30 de agosto de 1985); 84/537/CEE, DO L 300, de 19
de noviembre de 1984, reformada por la 85/409/CEE, DO L 233, de 30 de agosto de 1985);
Directiva 86/662/CE, DO L 384, de 31 de diciembre de 1986 (reformada por la 89/514/CEE, DO L
253, de 30 de agosto de 1989 y por la 95/27/CE, DO L 168, de 18 de julio de 1995); Directiva
89/392/CEE, DO L 183, de 26 de junio de 1989 (reformada por la 91/368/CEE, DO L 198, de 20 de
junio de 1991) y 2000/14/CE, DO L 162, de 3 de julio de .2000.
(35) Directiva 84/537/CEE, de 17 de septiembre de 1984, DO L 300, de 19 de noviembre de 1984.
(36) Ratificado por España el 4 de octubre de 1979 (BOE núm. 243, de 10 de octubre), con varias
reservas a los arts. 5, 6 y 11 y varias declaraciones de interpretación a los arts. 10, 15 y 17. El
convenio ha sido reformado por el protocolo núm. 11 (BOE núm. 152, de 26 de junio de 1998 y
corrección de errores en BOE núm. 223, de 17 de septiembre de 1998). Pueden verse: Morenilla
Rodríguez, J. M.: El convenio europeo de derechos humanos: Ambito, órganos y procedimiento,
Madrid, 1985; Cohen Jonathan, G.: La convention européenne des droits de l'homme, París, 1989;
Sudre, F.: La convention européenne des droits de l'homme, 20 ed., París, 1993.
(37) Sentencia de 13 de julio de 1983, BJC. Boletín de jurisprudencia constitucional, núm. 43,
Madrid, 1984, págs. 1362-1369.
(38) Martín Retortillo Baquer, L.: Art. cit., pág. 106-108.
(39) Conseil de l'Europe: Annuaire de la convention européenne des droits de l'homme, vol. 33,
1990, págs. 134-136.
(40) Puede verse resumidamente en Boletín de actualidad jurídica Aranzadi, núm. 178, de 22 de
diciembre de 1994 y en Conseil de L'Europe : Annuaire de la convention européenne des droits de
l'homme, vol. 37, 1994, págs. 290-293.
(41) Puede verse: Parejo Alfonso, L., Krämer, L. y otros: Derecho medioambiental de la Unión
europea, Madrid, McGraw-Hill, 1996.
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(42) «1. Todos tienen el derecho al respeto a su vida privada y familiar, su domicilio y su
correspondencia». El antecedente se halla en el caso X e Y v. Países Bajos, de 26 de marzo de 1985.
Conseil de L'Europe: Annuaire de la convention européenne des droits de l'homme, vol. 28, 1985,
págs. 176-177.
(43) Un comentario de la sentencia puede verse en Velasco Caballero, F. «La protección del medio
ambiente ante el Tribunal europeo de los derechos humanos. (Comentario a la sentencia del Tribunal
europeo de derechos humanos en el caso López Ostra contra España)». Revista española de Derecho
constitucional, núm. 45, 1995, págs. 305-324.
(44) Llamas Pombo, E. y Macías Castillo, A: Art. cit., pág. 1074.
(45) Velasco Caballero, F.: Art. cit., pág. 308.
(46) «El domicilio es inviolable. Ninguna entrada o registro podrá hacerse en él sin consentimiento
del titular o resolución judicial, salvo en caso de flagrante delito».
(47) Velasco Caballero, F.: Art. cit., pág. 311. Puede verse: Alonso de Antonio, S.: El derecho a la
inviolabilidad domiciliaria en la Constitución española de 1978, Madrid, 1993.
(48) Velasco Caballero, F.: Art. cit., pág. 312.
(49) Sentencia de 22 de junio de 1972, Annuaire de la convention européenne des droits de l'homme,
vol. 15, 1972, págs. 679-693.
(50) Velasco Caballero, F.: Art. cit., pág. 324.
(51) Defensor del pueblo andaluz: Informe especial al Parlamento. Contaminación acústica en
Andalucía derivada de actividades recreativas y consumo de bebidas en las vías públicas, Andalucía,
mayo 1996, pág. 14.
(52) Puede verse: De Miguel Perales, R.: La responsabilidad civil por daños al medio ambiente, 2.ª
ed., Madrid, 1997.
(53) En un caso reciente la Audiencia Provincial de Murcia, declara haber lugar a los recursos de
casación interpuestos por ambas partes litigantes; revoca la sentencia y condena a los demandados a
indemnizar solidariamente a los actores: sentencia de 24 de mayo de 1997. Aranzadi civil, 1997,
núm. 1040. La ley de propiedad horizontal determina que las actividades a desarrollar en los
inmuebles no sean dañosas para la finca, inmorales, peligrosas, incómodas o insalubres: art. 7 de la
Ley 8/1999, de 6 de abril (BOE núm. 84, de 8 de abril de 1999), de reforma de la Ley 49/1969, de 21
de julio, sobre propiedad horizontal (BOE núm. 176, de 23 de julio de 1960). Véanse las sentencias
del Tribunal Supremo de 12 de diciembre de 1980, que admite la responsabilidad extracontractual en
la emisión de humos, polvos o gases sobre la base del art. 1902 del Código civil (RAJ, 1980, núm.
4747) y la de 3 de diciembre de 1987 (RAJ, 1987, núm. 9176).
La Ley 29/1994, de 24 de noviembre, de arrendamientos urbanos (BOE núm. 282, de 25 de
noviembre de 1994), permite la resolución del contrato de arrendamiento cuando en la vivienda
tengan lugar actividades molestas, insalubres, nocivas y peligrosas (art. 27, 2 e). Pueden verse:
Algarra Prats, J.: La defensa jurídico-civil frente a humos, olores, ruidos y agresiones a la propiedad
y a la persona. Madrid, Mac Graw/Hill, 1995; Fernández Rodríguez, T. R.: El medio ambiente
urbano y las vecindades industriales, Madrid, 1973.
(54) Decreto de 17 de mayo de 1955, BOE núm. 196, de 15 de julio de 1955, (art. 1,1).
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(55) BOE núm. 196, de 15 de julio de 1955. El Ayuntamiento podrá intervenir en la actividad de los
administrados cuando existiere perturbación o peligro de la tranquilidad. Véase la Sentencia del
Tribunal Supremo de 5 de julio de 1976. RAJ, 1976, núm. 4519, con un comentario de Sáinz
Moreno, F.: «Sobre el ruido y la policía de la tranquilidad», Revista Española de Derecho
Administrativo, núm. 15, 1977, págs. 664-668.
(56) BOE núm. 196, de 15 de julio de 1995.
(57) BOE núm. 80, de 3 de abril de 1985 y corrección de errores en BOE núm. 139, de 11 de junio
(art. 25). La Ley otorga la competencia en cuestión de protección de medio ambiente (art. 25,2,f) a
los entes municipales. Es frecuente que los Ayuntamientos tomen medidas transformando calles en
peatonales o prohibiendo la circulación en ciertas zonas o a determinadas horas.
(58) BOE núm. 102, de 29 de abril de 1986. La Ley otorga a los Ayuntamientos «el control sanitario
de ruidos y vibraciones» (art. 42,3,b).
(59) Defensor del pueblo andaluz: Informe citado, pág. 18.
(60) Cortes generales: Informe citado... pág. 61. En España la Ley de navegación aérea 48/60, de 21
de julio de 1960 (BOE núm. 176, de 23 de julio de 1960) en su art. 119 declara que son
indemnizables los daños que se causen a las personas en la superficie en vuelo o en tierra o por los
objetos que se arrojen desde ella, pero no alude al ruido.
(62) BOE núm. 137, suplemento, de 8 de junio de 2001. Puede verse: Martín-Retortillo Baquer, L.:
«La recepción por el Tribunal Constitucional de la jurisprudencia del Tribunal europeo de derechos
humanos», Revista de Administración pública, núm. 137, 1995, págs. 7-29.
(63) El repertorio legislativo de la Unión europea consta de 20 apartados y cada uno contiene
numerosos párrafos. Su estructura analítica comprende los siguientes: 1. Asuntos generales,
financieros e institucionales; 2. Unión aduanera y libre circulación de mercancías; 3. agricultura; 4.
pesca; 5. libre circulación de trabajadores y política social; 6. derecho de establecimiento y libre
prestación de servicios; 7. política de transportes; 8. política de la competencia; 9.fiscalidad; 10.
política económica y monetaria y libre circulación de capitales; 11. relaciones exteriores; 12.
energía; 13. política industrial y mercado interior; 14. política regional y coordinación de los
elementos estructurales; 15. protección del medio ambiente, del consumidor y de la salud; 16.
ciencia, información, educación y cultura; 17. derecho de empresas; 18. política exterior y de
seguridad común; 19. espacio de libertad, seguridad y justicia; 20. Europa de los ciudadanos: Diario
oficial de las Comunidades europeas: Repertorio de la legislación comunitaria vigente y de otros
actos de las instituciones comunitarias. 360 ed., tomo I, Luxemburgo, 2001. Puede consultarse en
Internet en <http://europa.eu.int/eur-lex>.
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