RESIDUOS.INFORMACIÓN GENERAL Generar residuos es algo inherente al ser humano. Independientemente del tipo de residuo que genere, toda actividad que realice produce desechos, los cuales una vez considerados sin valor, son destinados para su disposición final. Los residuos destinados a disposición final son un indicador muchas veces de un consumo irresponsable, donde persiste la idea de fuentes de recursos naturales inagotable, haciendo que el hombre utilice estos recursos sin reparo para fabricar bienes y productos, generando desechos sin tener en cuenta que aún cuando él los considere inútiles, estos pudieran ser valorizados como insumos para nuevos bienes o productos. La idea de fuentes de recursos inagotables amenaza permanentemente el agotamiento de dichos recursos, al mismo tiempo que no permite asociar el grado de responsabilidad que el individuo tiene con respecto a la actividad que desempeña, al no pensar siquiera en ningún momento en que pudieran escasear. Pero para bien de la humanidad y el universo en general, esta idea ha ido cambiando, se podría decir que se ha entrado en una especie de análisis “causa – efecto”, donde toda actividad humana está siendo puesta bajo la lupa social - ambiental, que aunque a veces con mayor o menor incidencia, hace escuchar su voz y conocer su posición frente a decisiones provenientes tanto del ámbito gubernamental como de la sociedad civil. La generación de residuos proviene de diversas fuentes y procesos: extracción de recursos, transformación y producción de bienes, servicios, transporte, importación y exportación, etc. La responsabilidad del manejo de los residuos domiciliarios, comerciales e industriales no peligroso había sido desde siempre responsabilidad de los gobiernos departamentales (GD), sin embargo en la actualidad se considera que esta responsabilidad debe ser compartida por todos los generadores de residuos. Esto implica que todos los generadores de residuos: productores, importadores, distribuidores deben responsabilizarse de sus productos a lo largo de su ciclo de vida integral, incluyendo cuando se convierten en residuos. Es en ese sentido, que en el año 2004, Uruguay aprueba la Ley 17.849, concebida como un instrumento para promover la reutilización, el reciclado y demás formas de revalorización de los residuos de envases, evitando su inclusión como parte de los residuos comunes o domiciliarios. Los envases y materiales de empaque de los productos que a diario se consumen, representan una proporción importante de los residuos que habitualmente son considerados como domiciliarios. Estos se utilizan para proteger los productos, asegurar la conservación e higiene de los mismos, facilitar su identificación, transporte y almacenamiento, además de contribuir en la promoción comercial y mejorar la calidad de vida de los seres humanos, razones por la cual se hace difícil prescindir de ellos. Los envases están pensados para ser químicamente resistentes, pero esta característica también hace que no sean fáciles de degradar, acumulándose en la naturaleza por muchos años. La fabricación de los diferentes tipos de envases requiere un alto consumo de materias primas y energía, que en gran medida se pierden cuando no se disponen de manera que permitan su reutilización o reciclado. Los enfoques a nivel mundial en el tema residuos hacen énfasis en los siguientes criterios fundamentales: Reducción de la cantidad de envases y material de embalaje Reutilización de los materiales Reciclaje de los materiales para producir nuevos La gestión ambientalmente adecuada de envases implica un proceso del que deben participar Gobierno, empresas, industria y el resto de la sociedad apuntando a un aprendizaje que permita lograr cambios en los patrones de consumo. Plan de gestión de envases (PGE) El PGE surge a partir de la aprobación del Decreto 260/2007, el cual reglamenta la Ley Nº 17.849/2004, cuyo principal objetivo es la implantación de circuitos limpios de recolección y clasificación de residuos de envases para su valorización, con inclusión social de clasificadores. A la fecha hay en total cinco departamentos con implementación del PGE. La primer experiencia se desarrolló en Canelones, y en el año 2010 se incorporaron los departamentos de Flores, Maldonado, Rivera y Rocha. Esta reglamentación se constituye en el primer paso para la promoción de circuitos limpios de recolección selectiva en origen de residuos domiciliarios para su posterior valorización. La implantación se realiza mediante acuerdos públicoprivados, incluyendo el financiamiento del sector propietario de marca e importador de productos envasados puestos en el mercado. La implantación de los planes a nivel del territorio se logra a través de un acuerdo entre el GD respectivo, el MVOTMA, el MIDES y la Cámara de Industria del Uruguay (CIU), esta última en carácter de administrador de las empresas adherentes al PGE. En el marco de este proceso se ha logrado la inclusión social de clasificadores de residuos, quienes debido al PGE cuentan con un trabajo formal, siendo sus ingresos la suma del aporte proveniente del salario fijo y de los ingresos por ventas de materiales con destino al reciclado. Los fondos para financiar los salarios fijos de los clasificadores provienen del sector propietario de marca e importador de envases, quién además financia parte de los gastos operativos, algunas inversiones necesarias para la implantación y operación de los circuitos de recolección selectiva y el clasificado de materiales. Los GD presentan las propuestas de planes de gestión de envases en función de sus propios sistemas de gestión de residuos. En general, realizan el apoyo logístico para la recolección selectiva y facilitan los locales para los centros de acopio y clasificación de los materiales. El MIDES apoya socialmente a los grupos, facilitando los procesos de capacitación y consolidación de los grupos. La CIU administra el PGE, realiza la compra de equipos, herramientas y equipos de trabajo, y, como ya fuera mencionado paga el salario fijo y aportes sociales correspondientes a cada uno de los clasificadores. La modalidad de recolección utilizada por el PGE es una modalidad mixta integrada por circuitos de recolección puerta a puerta a nivel de los hogares e islas de recepción (bolsones en puntos estratégicos o islas de recepción ubicadas en grandes superficies comerciales). Plan de Gestión de Envases en el Departamento de Canelones En el año 2007 comenzó a implementarse el PGE ― “Tu envase nos sirve” en Canelones. Actualmente el plan cubre todo el departamento (42 localidades), sirviendo una población de 480.000 habitantes. Con un total de cuatro grupos de clasificadores formados, el plan formaliza a 67 clasificadores. Según datos de DINAMA proporcionados por la Intendencia de Canelones (en adelante IdC), a enero de 2011 las ventas por clasificador se encuentran entre $3.700 – $4.700 y se recolectaron y valorizaron promedialmente unos 85.500 kg de envases al mes (dato a mayo de 2011), de los cuales 35.000 kg provienen de grandes generadores. En la siguiente Tabla se presentan algunos de los indicadores para tres de los grupos, presentados por la CIU en su página web. La infraestructura que se dispone a la fecha es: 6 centros de acopio 6 camiones Cinta transportadora, balanzas, enfardadoras, carros Indicadores del PGE en Canelones Indicadores Total de Kilos Ingresados incluyendo grandes generadores 24.982 Grupo Cooperativa Crelap 14.070 Total de Kilos ingresados sin incluir grandes generadores 24.982 4.159 9.890 Kilos recolectados por clasificador 1.823,5 970,34 2.044,29 Cálculos de las t vertidas en el mes en la zona atendida 145,42 85,90 91,10 Porcentaje de recuperación con grandes generadores 14% * 16% 22% * Porcentaje de recuperación sin grandes generadores 12% ** 5% 11% ND ND ND Kilos recuperados por clasificador * Incluye descartes ** No incluye descartes Datos de julio 2011 Fuente: CIU, julio 2011.- Grupo Ave Fénix Grupo Hipódromo 20.402 Conceptos claves a tener en cuenta: residuos , clasificadores, empresas, reciclaje, indicadores, políticas ambientales Toda actividad humana utiliza gran variedad de materiales que son transformados y consumidos en diferentes procesos, originando restos que son eliminados por sus generadores o consumidores por considerarlos carentes de utilidad. Sin embargo para muchas personas en circunstancias diferentes (e incluso en culturas diferentes), estos restos cobran valor de consumo (reuso) o valor como insumo (reciclaje). A lo largo de la historia contemporánea, los residuos han sido considerados por las sociedades humanas como un problema, y por lo general han buscado depositarlos lo más alejado posible de su presencia (Todd Anderson, 2010). La definición de basura denota esto, dando la idea de que todo lo que no sirve es “inmundo y repugnante” y hay que eliminarlo lejos de nosotros. La posibilidad de reuso o reciclaje, depende tanto de la naturaleza de los materiales descartados, así como de las condiciones técnicas, económicas, de mercado y sociales que faciliten su posterior aprovechamiento. Las sociedades modernas, por lo general, tienen una relación con los residuos que producen, donde los ubican como algo marginal y no deseado que buscan eliminar del campo visual (Todd Anderson, 2010). Otra característica de esta sociedad de consumo es que predomina la tendencia a “tirar todo a la basura” (Cabral Da Silva, 1994), quitando y/o reduciendo la posibilidad de recuperar materiales para su reciclaje. Giddens sugiere que las distintas percepciones acerca de la naturaleza precisa del problema de los residuos son casi tan diversas como el número de comunidades y grupos de interés existentes. Esta visión dominante de las sociedades modernas, donde los materiales que son descartados ocupan un ligar marginal, se refleja también en lo conceptual, existiendo desde su simple terminología, desencuentros y errores. Los términos residuos/desecho/basura/desperdicio, son términos subjetivos en el sentido que el concepto depende del momento y del individuo que lo considere (Gómez Delgado, 1995), y están relacionados a la forma en que los individuos se vinculan con los materiales que descartan. Según la Real Academia Española (2001), basura, es uno de los dos términos más utilizados, y significa: “Del latín.versüra, de verrere, barrer. Suciedad (cosa que ensucia)/ residuos desechados y otros desperdicios/ lugar donde se tiran esos residuos y desperdicios/ estiércol de las caballerizas/ cosa repugnante o despreciable/ aposición para indicar que lo designado por el sustantivo al que se pospone es de muy baja calidad”. Cabral Da Silva (1994), la define como “…cosa sin valor, desecho, inmundicia y suciedad. En sentido figurado, es usado como sinónimo de <ralea>, para calificar a una persona que no tiene linaje, que no sirve, ordinaria y sin valor” En Lombardi (2006), Casabona dice que la basura es “…aquello que desechamos por viejo, roto, en mal estado, inútil, contaminante quizás y que depositamos en la calle, en la puerta de nuestra casa, o que simplemente arrojamos lejos de nosotros”. El otro término más comúnmente usado es el de residuos, el que es definido por la Real Academia Española (2001), como: “ (Del lat. residuum). Parte o porción que queda de un todo/ aquello que resulta de la descomposición o destrucción de algo/ material que queda como inservible después de haber realizado un trabajo u operación”. En Gómez Delgado (1995), Campins Eritja, dice que el término residuo comprende todo bien u objeto que se obtiene a la vez que el producto principal, e incluye tanto las partes inaprovechables, como las que simplemente subsisten después de cualquier tipo de proceso. El PNUMA, define residuos como cualquier material descrito como tal en la legislación nacional, cualquier materia que figura como residuo en las listas o tablas apropiadas, y en general cualquier material excedente o de desecho que ya no es útil ni necesario y que se destina al abandono. Como podemos ver, el concepto residuo es subjetivo, ya que se convierte en tal si así lo decide su poseedor. Pero que al residuos se le pueda dar valor depende de que haya un interés en invertir en eso, más allá de quien genera el residuo. Y esa inversión va a depender en gran medida de la economía en función de la rentabilidad del mismo. Si su reutilización es rentable, se convertirá de nuevo en materia prima o energía, si no, pasará a ser un residuo más. Por lo tanto el concepto de residuo no es un concepto cerrado, definitivo, sino que depende del momento y de quien lo considere. Según Alfonso de Val “el residuo es ante todo una realidad social, diferente según sociedades y épocas, y representa un valor cultural y social para los individuos que forman o han formado dichas sociedades” (Gómez Delgado, 1995). Tic Nhat Hanh, monje budista, sostenía que una rosa y la basura son iguales. Existe una continuidad entre la belleza de la rosa y la podredumbre de la basura. La diferencia entre ambas se ve superficialmente, pero si uno mira más profundo, en 5 o 6 días, la rosa formará parte de la basura, por lo que son iguales (Todd Anderson, 2010). Por lo tanto los residuos se integran por materiales que pueden volver a utilizarse y por basura que no se reutiliza. En este proyecto se utilizará el término “residuo”, para dejar implícita la posibilidad de reaprovechar y revalorizar aquello “inútil”. Según PNUD e IMM (2000), el clasificador es quien recolecta de manera informal los residuos sólidos, los traslada y clasifica para vender lo de valor reciclable o reusable al mercado. Si bien el término se refiere sólo a la función de clasificar -y en este sentido es incorrecto- lo respetamos porque es el que este sector eligió para identificarse. Conforman un grupo social heterogéneo pero que comparten algunos elementos significativos. Los clasificadores recuperan diversos materiales para el reuso, alimento de animales de cría o para reincorporar al mercado del reciclaje, a través del trueque, autoconsumo o venta. Pertenecen al sector de la población más empobrecido, marginado de la economía formal, en general con las necesidades básicas insatisfechas y habitan en asentamiento irregulares (PNUD e IMM, 2000). Los residuos son recolectados tanto de vertederos como en las calles, trasladados al lugar donde habitan y clasificados por tipo. Ya sea durante la recolección o en la clasificación en el hogar o barrio, se genera un descarte que se suele eliminar en el propio terreno, en cursos de agua o basurales endémicos o por el contrario se quema a cielo abierto. Esto provoca un impacto ambiental y a la salud no solo del clasificador sino de su familia y vecinos. La última etapa que involucra al clasificador es la venta del material a depósitos intermediarios o en ferias vecinales. Respecto a los depósitos, se da una red de relaciones complejas con un “padrinazgo” del generador, pero que deriva en la explotación, engaño o dominación (Programa Uruguay Clasifica, 2006). Por lo general el generador paga al clasificador cuatro veces menos de lo que luego vende, a pesar que es el clasificador quien realiza el mayor esfuerzo y riesgo laboral y sanitario.