Chile/OCDE Diciembre 2004 Análisis comparativo Comercio y

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Chile/OCDE
Diciembre 2004
Análisis comparativo
Comercio y competencia en Argentina, Brasil y Chile:
Algo más complejo que la a-b-c:
El desarrollo del sector transable ha sido, y continúa siendo, una
preocupación constante para los políticos de Argentina, Brasil y Chile
(A B C). El incremento de la competitividad internacional es clave
para el permanente reto de la zona de generar un superávit de
exportación neto que financie las obligaciones de pago de la deuda
sin restringir el crecimiento de la demanda interior.
El debate político sobre el sector transable se centra
normalmente en los riesgos de la especialización en productos
primarios, debido a su porcentaje cada vez menor en el comercio
internacional y a la volatilidad de precios.
Hasta principios de la década de los ochenta, las barreras
comerciales y la baja elasticidad renta de los productos primarios se
utilizaron como argumento para justificar las políticas de sustitución
de las importaciones y los controles sobre las importaciones de
bienes de capital.
Tras la liberalización del comercio registrada a finales de la
década de los ochenta y durante los noventa, se adoptó un enfoque
más horizontal. Los principales temas políticos evolucionaron hacia el
modo de diversificar las exportaciones y generar productos de mayor
valor añadido.
En dicho contexto, las barreras comerciales existentes en los
países de la OCDE se consideran como un obstáculo que impide que
dichas economías materialicen su potencial competitivo. Al restringir
las exportaciones, esas barreras comerciales ponen en peligro el
crecimiento sostenible, puesto que reducen la capacidad de
importación y concretamente, los productos de inversión que
respaldan la transformación y el crecimiento a largo plazo.
Las políticas nacionales no siempre han sido coherentes con el
objetivo de desarrollo del sector transable.
En Argentina, a pesar del impulso económico conseguido con las
reformas orientadas al mercado de la década de los noventa, la
economía fue incapaz de superar las restricciones impuestas por un
tipo de cambio fijo mantenido de forma sagrada en una “currency
board” (una caja de cambio que aseguraba el cambio fijo de un peso
un dólar). A pesar de la aprobación de la Ley sobre competitividad en
2001, esta norma no fue suficiente para infundir un nuevo vigor a la
economía. A principios de 2002, Argentina tuvo que abandonar el
régimen cambiario de la “currency board” y entró en una grave crisis
económica y de endeudamiento. Tras el impago de la deuda pública y
una amplia corrección del tipo de cambio, en 2003 la economía
argentina comenzó a recuperarse.
En Chile, a pesar de las prontas y amplias reformas liberales, la
disminución de la inversión y del crecimiento tras la crisis de los
mercados emergentes de los años 1997-98 hizo que la perspectiva de
que la tradicional estructura exportadora del país constituye un
obstáculo, porque disminuye su resistencia a las crisis externas,
cobrase relevancia.
Brasil, donde a principios de la década de los noventa se llevaron
a cabo reformas estructurales en una débil coyuntura
macroeconómica, tuvo que abandonar su régimen de paridad
gestionada en 1999. Desde entonces, la depreciación de su tipo de
cambio y el satisfactorio control de la inflación han respaldado una
reorientación progresiva de las empresas nacionales hacia los
mercados extranjeros. Más recientemente, el país ha aumentado
considerablemente su superávit comercial y ha diversificado las
exportaciones, tanto en lo que a mercados como a productos se
refiere.
El escaso rendimiento del crecimiento de América del Sur
durante la década de los noventa se ha achacado, entre otras causas,
al heterogéneo rendimiento del sector transable. Dicha opinión está
respaldada por el hecho de que la mayoría de los episodios de crisis
de América del Sur hayan estado asociados a un pronunciado
desequilibrio de las contribuciones al crecimiento por parte de los
sectores transable y no transable. En épocas de rápido crecimiento y
aumento de las importaciones, el sector transable nacional fue
incapaz de mantener dicho ritmo. En última instancia, los amplios
déficits comerciales conllevaron un endurecimiento de las políticas
macroeconómicas, un descenso de la demanda interior y una
desaceleración del crecimiento económico.
Dada esta coyuntura, el presente estudio tiene por objeto
contribuir al conocimiento de los mecanismos y las interacciones del
mercado que apoyan el fortalecimiento y la diversificación del sector
transable. Se sigue un enfoque “de arriba abajo”, que comienza
tratando el impacto de las políticas cambiarias en el precio relativo de
los bienes transables y no transables, puesto que ese ha sido uno de
los principales canales de influencia en la asignación de factores a
uno u otro de estos dos amplios sectores. En estas líneas, el primer
capítulo se basa en un modelo econométrico para descifrar el papel
de los regímenes de tipo de cambio fijo frente a otros factores, al
explicar las tendencias de los precios relativos, tales como el
tradicional efecto Balassa-Samuelson, las entradas de capital, los
gastos estatales y las condiciones comerciales.
Dentro del sector transable, existen diversos tipos de mercados.
En aquellos formados por productos relativamente homogéneos y
pequeñas empresas, los costes laborales son el principal factor
determinante del rendimiento del mercado, aunque las barreras
comerciales exógenas pueden constituir un obstáculo para la
aparición de productores más competitivos en los mercados
internacionales. Por contra, en los mercados con productos
enormemente diferenciados y con pocas pero grandes empresas, la
competitividad de las mismas no sólo depende de los costes
laborales, sino que exige además grandes inversiones en
investigación y desarrollo (I+D) y en marketing. A su vez, estas
inversiones crean barreras de entrada endógenas (a través de altos
costes hundidos) que pueden restringir la habilidad de los nuevos
partícipes de mercados emergentes para avanzar hacia productos
diferenciados. El Capítulo 2 del presente texto elabora una taxonomía
de las estructuras de mercado. Posteriormente, trata el modo en que
influyen las imperfecciones del mercado, junto con las políticas, en la
especialización y el rendimiento de las exportaciones. En ese sentido,
se comparan las tendencias registradas en A-B-C con las de tres
países de la OCDE (Corea, Irlanda y México).
En mercados caracterizados por una competencia imperfecta, el
comercio y los flujos de capital internacional más que sustituirse, en
realidad se complementan. La inversión extranjera directa también
tiene consecuencias inmediatas positivas para la difusión del
conocimiento, la adopción de las mejores prácticas y los avances en
el entorno empresarial. Concretamente, para entrar en mercados con
productos diferenciados, las empresas nacionales pueden beneficiarse
de las redes de producción mundiales de las multinacionales y
superar las barreras inducidas por el mercado. No obstante, las
pruebas obtenidas de A-B-C en la década de los noventa, tal como se
expone en el Capítulo 3, no constituyen un ejemplo completo de
dichas proposiciones, sobre todo porque la inversión extranjera
directa en esos países se ha dirigido principalmente a las industrias
preliminares, en el contexto de programas de privatización masivos.
Entre las ventajas comparativas más importantes que se han
descubierto de A-B-C se encuentran la agricultura y los productos
alimentarios. En el Capítulo 4, se presenta un debate sobre su
potencial y restricciones para un mayor desarrollo. Dicho capítulo
muestra que debe contraponerse el gran potencial de expansión de
este sector a las numerosas barreras arancelarias y no arancelarias
que limitan el acceso al mercado, sobre todo en relación con los
productos agroalimentarios de mayor valor añadido. Las estrategias
de diferenciación de los productos que han tenido éxito han
contribuido a contrarrestar parcialmente dichas barreras, pero su
ámbito de aplicación podría ampliarse aún más.
Por último, el desarrollo del sector transable depende también de
la existencia y el rendimiento de las políticas e instituciones del
mercado. Concretamente, el rendimiento del sector transable
depende del grado de competencia de los servicios no transables, que
no están expuestos a la disciplina del mercado externo. En A-B-C, la
política sobre competencia es especialmente importante puesto que
hasta hace poco, estos países estaban dominados por características
de concentración de mercado y empresas estatales. En el último
capítulo, se hace una revisión de la bibliografía pertinente y de casos
de estudio de Argentina que ofrece argumentos de referencia,
además de conocimientos empíricos.
Los hallazgos más importantes del estudio se pueden resumir
como sigue:
En Argentina y Brasil, los regímenes de tipo de cambio fijo o casi
fijo contribuyeron en el pasado a la distorsión del precio relativo entre
los sectores transable y no transable y alejaron el centro de gravedad
de la economía del primer sector. La experiencia chilena, con un
régimen cambiario más flexible, constituye un ejemplo opuesto de
tales efectos.
El sector transable de A-B-C se enfrenta a barreras de mercado
generalizadas. Por lo que respecta a los productos homogéneos, en
los que América del Sur posee sus principales ventajas comparativas,
las exportaciones se ven sometidas a cotas arancelarias máximas y
barreras no arancelarias existentes en los países de la OCDE. En
cuanto a los productos diferenciados, América del Sur se enfrenta a
barreras de mercado naturales creadas por la necesidad de incurrir
en elevados gastos de I+D o publicidad. A pesar de que las barreras
políticas al comercio se podrían reducir mediante acuerdos
comerciales, las barreras endógenas de mercado sólo podrían
superarse mediante la entrada en las redes de producción
internacionales a través de joint ventures, de la subcontratación y, tal
vez lo más importante, de la inversión extranjera directa.
Los tres países han logrado atraer cantidades importantes de
inversiones extranjeras directas, aunque hasta el momento éstas se
hayan destinado principalmente a los sectores primarios en los que
dichos países ya poseen ventajas competitivas, y a segmentos
específicos del sector no transable (principalmente infraestructuras y
banca). A la vista de dichas observaciones, la inversión extranjera
directa no parece haber contribuido directamente a la diversificación
del sector comercial de A-B-C. Salvo por algunos avances positivos
en determinados nichos de mercado como la industria del automóvil,
se podrían realizar más esfuerzos para atraer inversiones en sectores
que generan productos diferenciados. En oposición a A-B-C, la
inversión extranjera directa contribuyó a que se produjera un cambio
radical en la estructura de especialización de México. Este caso es
único en la zona, pero podría presentar también una gran debilidad
dada la enorme dependencia del mercado estadounidense y los
niveles considerablemente bajos de I+D nacional. Por tanto, México
podría mantener una gran sensibilidad a la competencia de precios
pura.
Los productos alimentarios y agrícolas son el factor que más
contribuye a las exportaciones en A-B-C y siguen teniendo enormes
posibilidades de expansión. En primer lugar, en Argentina y Brasil
sigue existiendo una gran cantidad de pastos permanentes que
pueden convertirse en terrenos de cultivo. A B C tienen también
posibilidades de aumentar la productividad de los terrenos y la mano
de obra y las exportaciones de productos alimentarios procesados. En
este sentido, Chile ha logrado crear, en cierto modo, productos
diferenciados procedentes de grupos de empresas primarias, entre
los que destaca el sector del vino, aunque no es el único ejemplo.
Para aumentar la producción y las exportaciones de productos
alimentarios, A B C deben reducir los costes de la logística, mejorar el
acceso a créditos, y contar con una mayor coordinación de los
distintos agentes de la cadena alimentaria. La estructura cada vez
más concentrada del sector alimentario en todo el mundo sugiere que
la inversión extranjera directa puede desempeñar un papel
fundamental para fomentar el desarrollo de este importante
segmento del sector transable.
La promoción de la competencia no sólo es importante para el
sector transable, sino también, e incluso en mayor medida, para el no
transable, que se encuentra protegido frente a la competencia
internacional. Un sector no transable que se acomoda sobre rentas
elevadas distorsiona la asignación de recursos a expensas del sector
comercial. La política sobre competencia de A-B-C ha pasado de
aplicarse siguiendo las reclamaciones privadas, a la defensa de la
competencia y su contribución al diseño de reformas reglamentarias.
Sin embargo, A-B-C siguen necesitando fortalecer las políticas con las
que cuentan en este ámbito, así como los marcos reglamentarios,
sobre todo en infraestructuras. Hay que destacar que es necesaria
una mayor inversión privada en los tres países, aunque ésta sólo se
podrá materializar si los inversores consideran el entorno
reglamentario lo suficientemente atractivo y legalmente estable.
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