AMPARO DIRECTO 395/2004. Número de registro: 18624 Novena Época Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta Tomo: Tomo XXI, Febrero de 2005 Página: 1501 AMPARO DIRECTO 395/2004. FERNANDO CASTILLO RODRÍGUEZ Y OTRA. CONSIDERANDO: QUINTO. Son esencialmente fundados los conceptos de violación antes transcritos. Para así estimarlo, conviene realizar las siguientes precisiones: Como quedó reseñado en el considerando que antecede, la litis de primera instancia quedó integrada con la pretensión de cobro en la vía ejecutiva mercantil deducida por el actor ante el impago del documento de crédito que acompañó como fundatorio de su acción; en tanto que los demandados sustentaron sus excepciones en la falsedad de las firmas que se les atribuyen contenidas en el citado título mercantil, y para acreditar ese extremo ofrecieron la prueba pericial en grafoscopía, designaron perito de su parte, acompañaron el cuestionario de puntos concretos al tenor del cual debía desahogarse el citado medio de convicción y señalaron qué firmas debían servir como indubitables a efecto de realizar el cotejo respectivo; en tanto que el actor por su parte propuso perito y se abstuvo de adicionar el cuestionario al tenor del cual se desahogaría la prueba sin que hubiere hecho algún señalamiento en cuanto a las firmas propuestas como indubitables. Una vez rendido el dictamen de los peritos de las partes, se hizo la designación de uno tercero en discordia y se recibió su dictamen. La Juez a quo estimó procedente la acción deducida en juicio por José Ángel Romero Díaz al haber exhibido un pagaré como documento fundatorio de su pretensión y al examinar la excepción de falsedad consideró que la pericial careció de valor en atención a la fecha en que se estamparon las firmas propuestas como indubitables para el efecto del desahogo de dicha probanza; dicha Juez sostuvo que tales firmas no podían servir de base a los dictámenes rendidos por los peritos designados, en virtud de que los oferentes pudieron haber realizado una firma distinta de aquella que ordinariamente utilizan con la única finalidad de obtener un dictamen pericial favorable a sus intereses; que para que la firma fuera indubitable era preciso que fuera de fecha anterior a la de la suscripción del pagaré exhibido en juicio. Al caso invocó la aplicación de la tesis aislada que aparece publicada en el Semanario Judicial de la Federación, con el rubro: "PRUEBA PERICIAL CALIGRÁFICA O GRAFOSCÓPICA EN EL JUICIO DE AMPARO. NO DEBE CONSIDERARSE COMO FIRMA INDUBITABLE BASE DEL COTEJO, LA CONTENIDA EN UN DOCUMENTO -1- AMPARO DIRECTO 395/2004. POSTERIOR AL CUESTIONADO, PUES ELLO RESTA CONFIABILIDAD A LOS DICTÁMENES DE LOS PERITOS Y EL JUZGADOR, SEGÚN EL CASO, PUEDE DESESTIMARLOS.", indicando sus datos de publicación y texto. Contra esa determinación, los ahora quejosos expresaron como agravios en apelación, en síntesis, que la tesis invocada por la a quo, además de ser aislada, se refiere a una materia distinta a la mercantil, esto es, a la de amparo que de suyo tiene y le son aplicables reglas procesales distintas; en cuanto a la tasación de la prueba pericial, sostuvieron que si bien el Juez cuenta con amplias facultades estimatorias, el arbitrio judicial conferido debe utilizarlo sin infringir las reglas de la lógica, con igualdad y de manera relacionada con todas las pruebas aportadas al juicio; que la razón o sustento de su agravio radica en que fue incorrecto el examen de la prueba pericial, por ser insuficiente la consideración vertida por la a quo responsable a efecto de negarle eficacia demostrativa; aludieron al contenido y explicación metodológica del dictamen del perito tercero en discordia y en atención a ello señalaron que las firmas estampadas ante la presencia judicial sí resultan aptas y confiables para realizar el cotejo, durante el desahogo de la prueba de mérito, además de que así lo prevé el artículo 1247, fracción V, del Código de Comercio; finalmente, señalaron de manera separada el valor que en su concepto merece cada uno de los dictámenes rendidos durante la prosecución del juicio, así como las razones que a su juicio deben tomarse en consideración para tal efecto. La autoridad responsable al emitir su fallo, estimó infundados los agravios ante ella expresados, para tal efecto, después de transcribir el artículo 1247 del Código de Comercio consideró acertado que la a quo, a su vez, estimara que no todas las firmas que se estampan ante la presencia judicial merecen el carácter de indubitables; que en atención a la experiencia se puede establecer que quien plasma una rúbrica puede variarla de manera deliberada para hacerla distinta de aquella que ordinariamente utiliza con la única intención de obtener un dictamen favorable; en sustento de su postura refirió haber acudido de manera directa al examen de las constancias de autos; adicionó dicha consideración con el hecho de que no deben tenerse como referencia para el desahogo de esta prueba las firmas de los demandados realizadas ante la presencia judicial ya que a simple vista esas firmas difieren de las estampadas en su escrito de contestación de demanda, de las impresas en diversos escritos que presentaron durante la prosecución del juicio en su primera instancia, de la que aparece en la propia identificación del codemandado Fernando Castillo Rodríguez, así como de las que se aprecian al final de su escrito de apelación; invocó al caso la aplicación de la tesis sustentada por el Tercer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Sexto Circuito de rubro: "FIRMA INDUBITABLE, NO SIEMPRE TIENE ESA CALIDAD LA ASENTADA ANTE EL JUEZ.", con la referencia de que sirve de sustento al criterio sostenido por la a quo, por tanto, el agravio en el que se cuestionó la aplicabilidad de la invocada en el fallo apelado, devino infundado; estimó acertada la desestimación de la prueba pericial ofrecida por los demandados en tanto carece de eficacia por estar sustentada en firmas que no tienen el -2- AMPARO DIRECTO 395/2004. carácter de indubitables; en concordancia con lo anterior desestimó el agravio en que se propusieron las bases para efectuar el análisis del citado medio de convicción, por ser innecesario su análisis. Ahora bien, en los conceptos de violación formulados por los quejosos, en esencia, se aduce que la Sala erró al atribuir al artículo 1247 del Código de Comercio estricta aplicación para el caso de objeción de documentos privados ante su falsedad; que la excepción de falsedad de las firmas contenidas en el pagaré cuyo pago se les exigió se refiere sólo a la formulada para cuestionar documentos públicos o privados autentificados, pues así se desprende de la tesis cuyo rubro refiere: "DOCUMENTOS. OBJECIONES. EN MATERIA MERCANTIL LA APERTURA DEL INCIDENTE A QUE SE REFIEREN LOS ARTÍCULOS 1247 Y 1250 DEL CÓDIGO DE COMERCIO, SÓLO PROCEDE CUANDO SE TRATA DE DOCUMENTOS PÚBLICOS O PRIVADOS AUTENTIFICADOS."; que la autenticidad o falsedad de las firmas contenidas en el documento base de la acción incoada en su contra no puede resolverse con un simple cotejo o confrontación, esto es, por el análisis comparativo efectuado visualmente entre las firmas que aparecen en determinadas actuaciones judiciales frente a las cuestionadas, ya que para ello se debe desahogar la prueba apta para brindar ilustración al Juez en torno a la referida cuestión, pues el cotejo requiere de elementos científicos y técnicos que no pueden sustituirse por una confrontación efectuada a simple vista, practicada por el juzgador, en apoyo de su postura invocaron la aplicación de las jurisprudencias emitidas por el Segundo y Primer Tribunales Colegiados especializados en Materia Civil, ambos del Tercer Circuito y la tesis aislada sostenida por el Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Sexto Circuito, de rubros: "FIRMA, PARA DETERMINAR SU AUTENTICIDAD SE REQUIERE PRUEBA PERICIAL GRAFOSCÓPICA."; "DOCUMENTOS PRIVADOS, PRUEBA DE LA FALSEDAD DE LA FIRMA DE LOS (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE JALISCO)." y "PERITOS. SU FUNCIÓN COMO AUXILIARES EN LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE PUEBLA)."; que en mérito a lo así razonado sí se puede atribuir el carácter de firmas indubitables a las estampadas ante la autoridad judicial, por ser aptas e idóneas de tomarse en consideración como base del estudio correspondiente, en virtud de que la prueba pericial de mérito tiene por objeto analizar el conjunto de rasgos que caracterizan la escritura y ello permite afirmar que el perito al realizar el análisis encomendado puede establecer que aunque se firme de manera diferente, los rasgos siempre serán los mismos y ello le permite constatar a quién pertenecen, por lo que mediante esa prueba se puede saber si una firma fue puesta o no por una persona, para el caso de que las firmas indubitables sean impresas ante la presencia judicial; en atención a lo dicho deviene ilegal que la Sala haya sostenido que de diversas constancias se obtenga que no pueden tomarse como base para un dictamen pericial las firmas ejecutadas ante la presencia judicial; que es una conjetura aquella consideración en que se alude a la experiencia jurídica para establecer que quienes estampan firmas como las aquí señaladas como indubitables de manera deliberada pudieron variarlas con la intención de obtener la emisión de un dictamen favorable a sus intereses; que al existir el señalamiento de -3- AMPARO DIRECTO 395/2004. aquellas firmas que debieron considerarse como indubitables, la valoración de los dictámenes respectivos debió emprenderse, sin embargo se omitió su tasación; que de sostener el criterio de la Sala se llegaría al extremo de desconocer el principio de legalidad, pues la ley mercantil resulta clara al establecer como indubitable para efectos del cotejo la firma estampada en presencia del secretario del juzgado, de conformidad con lo establecido en los artículos 1247 y 1250 del Código de Comercio; y que la Sala estaba obligada a emprender la valoración de la tantas veces citada prueba pericial, de acuerdo con las circunstancias del caso y al tenor de los agravios expresados para tal efecto en esa instancia. Lo fundado de los asertos de los quejosos estriba en que, el actuar de la responsable, al desestimar por infundados los agravios expresados ante ella y compartir el criterio de la a quo, sobre la base de que válidamente debe omitirse el análisis de los dictámenes emitidos en el desahogo de la prueba pericial ofrecida por los demandados en el juicio de origen, infringe lo establecido en el artículo 1247, tercer párrafo y fracción V, del Código de Comercio, además de que también les asiste la razón al expresar que para establecer la falsedad o la autenticidad de una firma no debe estarse a un simple cotejo que el juzgador pueda efectuar del elemento gráfico cuestionado, ya que para ello se requiere necesariamente de la apreciación de la prueba pericial. Lo anterior es así en virtud de que por un lado, esta potestad federal ha estimado que si bien es cierto, el juzgador goza de amplias facultades para apreciar el valor probatorio de los juicios periciales que ante él se rinden, ello no lo faculta para dejar de hacer el análisis de los mismos y de expresar las razones por las cuales les otorga o les priva de eficacia probatoria, pues la finalidad de la prueba pericial es precisamente la de auxiliarlo en cuestiones o aspectos técnicos que requieren conocimientos especializados para su apreciación; por tanto, para proceder al análisis sobre la falsedad o autenticidad de una firma y establecer si puede o no atribuirse a determinada persona, o bien, si los elementos considerados para tal efecto son o no suficientes para obtener tal conocimiento o certeza, se requiere necesariamente la opinión técnica o profesional de los peritos en la materia; en tal virtud, si en el caso particular se cuenta en autos con la opinión vertida por los expertos propuestos por las partes y la del tercero en discordia, resulta ilegal lo considerado por la ad quem, al ocuparse del agravio ante ella expresado, en el que se cuestionó el proceder de la a quo y haber robustecido tal postura sobre la base de que, una vez efectuado el análisis directo de las firmas impresas en diversas promociones suscritas por los ahí apelantes y en atención a la experiencia a la que aludieron, arribaran a la conclusión de que las firmas propuestas como indubitables para efectuar el análisis pericial, por su fecha de elaboración, no debieron ser consideradas como tales y, por ello, los dictámenes carecieron de eficacia probatoria. En otras palabras, lo incorrecto del proceder de la Sala responsable radica en que el conocimiento de ciertos hechos y circunstancias, que por su propia naturaleza requieren de elementos técnicos y científicos, que sólo aportan los expertos en la materia de que se trata, no puede ser reemplazado, sustituido o adquirido a través de una confrontación a simple vista que efectúe el juzgador -4- AMPARO DIRECTO 395/2004. sobre los elementos sujetos a análisis sin antes haber estimado los dictámenes rendidos en el juicio de origen; por tanto, las consideraciones analizadas, en lo que se refiere a la desestimación de la prueba pericial en función de la apreciación directa de diversas firmas estampadas por los demandados, implica una renuncia injustificada para emprender la justipreciación de ese medio de convicción, que resulta contraria a lo establecido en el artículo 1301 de la legislación mercantil. Sobre este particular cobra aplicación la tesis sostenida por este Tribunal Colegiado, anterior a su especialización en materia civil, al resolver los juicios de amparo directo 481/98, 538/99, 507/2000 y 186/2003, consultable en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo VIII, diciembre de mil novecientos noventa y ocho, página mil cuarenta y nueve, de rubro y texto siguientes: "FIRMAS, FALSEDAD DE LAS, EN MATERIA MERCANTIL. PRUEBA PERICIAL NECESARIA. En materia mercantil, la falsedad o autenticidad de firmas es una cuestión que no debe resolverse por el simple cotejo que el juzgador personalmente puede hacer, sino a través de la apreciación de una prueba pericial desahogada con ese objeto, según se infiere de lo dispuesto por el artículo 1301 del Código de Comercio." Al margen de lo anterior, cabe decir que la consideración realizada por la ad quem, en cuanto a la divergencia que advirtió al consultar de manera directa las firmas impresas en las promociones que indicó, la de la copia de la identificación del demandado Fernando Castillo Rodríguez, y su confrontación con las contenidas en el propio pagaré base de la acción, para posteriormente desestimar las propuestas como indubitables por los oferentes de la prueba, deviene en sí misma inconsistente pues, por un lado, no puede servir de base para motivar el cotejo visual efectuado por la responsable, las propias firmas objeto de impugnación de falsedad, ya que es incorrecto utilizar el elemento gráfico tachado de falso, para establecer que en atención a las diferencias que guarda con las firmas propuestas como indubitables, estas últimas no deban considerarse con tal carácter, ya que precisamente ése es el sustento de la objeción formulada por los reos. Por otra parte, pero en el mismo sentido, la firma contenida en la copia de la credencial de elector del demandado no puede sustentar una postura como la adoptada por la ad quem, en la medida de que no se trata de un documento apreciado por esa instancia en original, sino de su reproducción o fotocopia, por tanto, deviene en un elemento documental inidóneo para efectos del cotejo. Sobre este último aspecto, cobra aplicación, en lo conducente, la tesis de la que fuera la Tercera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, consultable en el Semanario Judicial de la Federación, Séptima Época, Volúmenes 205-216, Cuarta Parte, página ciento cuarenta y siete, de rubro y texto siguientes: "PRUEBA PERICIAL GRAFOSCÓPICA, VALORACIÓN DE LA (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE JALISCO). No obstante que según el artículo 410 del Código de Procedimientos Civiles del Estado de Jalisco el Juez está facultado para valorar la prueba pericial, según su prudente arbitrio; tratándose de la pericial -5- AMPARO DIRECTO 395/2004. grafoscópica, debe desestimar los dictámenes que no se ajusten al interrogatorio formulado a los peritos y éstos, al contestar las preguntas respectivas, tendrán que examinar y confrontar el original de la firma dubitada y expresarlo así en sus dictámenes, porque no basta el examen y confrontación con una copia fotostática de esa firma, dado que es obvio que se aprecian con mejor pericia las características de la firma en el original que en la copia fotostática de la misma; además, los dictámenes, para ser tomados en cuenta, se referirán precisamente al juicio en que se ofreció esa prueba y no a otro. Por otra parte, si la firma dubitada consiste en el nombre de una persona, debe tenerse como indubitable no sólo la rúbrica que según dicha persona use normalmente en todos sus asuntos que requieran de ella, sino que también es necesario tener como indubitable aquella consistente en la escritura de su nombre, con su puño y letras, para la confrontación respectiva, y así poder establecer técnicamente las características y diferencias de dicha escritura." También asiste razón a los quejosos en cuanto aducen que la Sala infringió lo establecido en el artículo 1247 del Código de Comercio al estimar que la firma estampada ante la presencia judicial no merece ser conceptuada como indubitable "pues por experiencia jurídica se puede establecer que la parte que la estampó pudo haber variado su rúbrica de forma liberada de la que ordinariamente usa en sus negocios, con la única finalidad de obtener un dictamen pericial favorable a sus intereses". Para así advertirlo, conviene transcribir el texto de la citada disposición legal, vigente a partir de la reforma efectuada al Código de Comercio en mayo de mil novecientos noventa y seis. "Artículo 1247. Las partes sólo podrán objetar los documentos dentro de los tres días siguientes a la apertura del término de prueba, tratándose de los presentados hasta entonces. Los exhibidos con posterioridad podrán ser objetados en igual término, contado desde el día siguiente a aquel en que surta efectos la notificación del auto que ordene su recepción. En ambos casos se hará en forma incidental. Podrá pedirse el cotejo de firmas y letras, siempre que se niegue o que se pongan en duda la autenticidad de un documento privado o de un documento público que carezca de matriz. La persona que pida el cotejo designará el documento o documentos indubitables con que deba hacerse, o pedirá al tribunal que cite al interesado para que en su presencia ponga la firma o letras que servirán para el cotejo. Se considerarán indubitables para el cotejo: I. Los documentos que las partes reconozcan como tales, de común acuerdo; II. Los documentos privados cuya letra o firma haya sido reconocida en juicio por aquel a quien se atribuya la dudosa; III. Los documentos cuya letra o firma haya sido judicialmente declarada propia de aquel a quien se atribuye la dudosa; IV. El escrito impugnado en la parte en que reconozca la letra como suya aquel a quien perjudique, y V. Las firmas puestas en actuaciones judiciales en presencia del secretario del tribunal por la parte cuya firma o letra se trata de comprobar. El Juez podrá hacer por sí mismo la comprobación después de oír a los peritos revisores y apreciará el resultado de esta prueba conforme a las reglas de la sana crítica, sin tener que sujetarse al dictamen de aquéllos, y aún -6- AMPARO DIRECTO 395/2004. puede ordenar que se repita el cotejo por otros peritos." Tal como puede advertirse de la transcripción hecha con anterioridad, el legislador mercantil, no plasmó en la ley que la firma estampada ante la presencia judicial, para ser considerada como indubitable, necesariamente requiera ser de alguna fecha en particular, o bien, que su realización sea coetánea o, incluso, anterior a la de la cuestionada, para entonces merecer dicha consideración -como lo sostuvo la Sala-. Antes bien, el carácter de indubitable de una firma para efectos del cotejo pericial, en términos de la citada disposición, se obtiene del hecho de haberse estampado ante el funcionario investido de fe pública, esto es, por la certeza alcanzada en cuanto a la identidad de la persona que comparece ante el funcionario judicial y que ésta es quien desarrolla el ejercicio caligráfico propuesto, pero de manera alguna en función de la fecha en que se practique esa actuación. Por su exacta aplicación, hace cita la tesis sostenida por la extinta Tercera Sala del Máximo Tribunal del país, de la Sexta Época, publicada en el Semanario Judicial de la Federación, Cuarta Parte, Volumen CXXI, página cincuenta y ocho, que a la letra dice: "FIRMA, COTEJO DE, CON LAS PUESTAS ANTE AUTORIDAD JUDICIAL.-El cotejo que se realiza con firmas puestas en actuaciones judiciales ante la presencia del juzgador, por la persona cuya firma o letra se pretende comprobar, es idóneo, porque legalmente se consideran esas firmas indubitadas." Es cierto que una persona puede intentar disimular su firma al momento de imprimirla en alguna actuación judicial, sin embargo, esa intención no priva de autenticidad a la grafía estampada, pues aun ante la presencia del aludido dolo, no hay duda de que emana de su puño y letra, esto es, que se trata de un signo autógrafo y, en tal caso, precisamente a través del juicio que emitan los expertos en la materia podrá el juzgador allegarse de aquellos elementos de juicio que le permitan arribar a alguna conclusión sobre si la firma cuestionada tiene o no el mismo origen gráfico que la propuesta como indubitada, precisamente en atención al estudio de los rasgos y caracteres que les son comunes, o bien, de aquellos que los hacen diferentes. Por tanto, deviene incorrecto que la Sala hubiere privado del carácter de indubitables a las firmas que los enjuiciados en el procedimiento de origen estamparon ante la presencia judicial, con motivo de la fecha de su realización y la posible intención que existió en su ejecución a efecto de disimular sus gestos gráficos, pues como se ha visto, tal conjetura infringe lo establecido en el artículo 1247 del Código de Comercio y de modo alguno faculta al juzgador ordinario para omitir la valoración de la prueba pericial, como ocurrió en la especie. Al caso, por identidad jurídica sustancial se invoca la tesis sustentada por el Cuarto Tribunal Colegiado del Vigésimo Primer Circuito, consultable en el Semanario Judicial de la -7- AMPARO DIRECTO 395/2004. Federación y su Gaceta, Novena Época, Tomo XVI, octubre de dos mil dos, página mil cuatrocientos treinta y dos, cuya sinopsis indica: "PRUEBA PERICIAL CALIGRÁFICA O GRAFOSCÓPICA EN EL PROCEDIMIENTO LABORAL. LA CIRCUNSTANCIA DE QUE SE CONSIDERE COMO FIRMA INDUBITABLE BASE DEL COTEJO, LA ESTAMPADA ANTE LA PRESENCIA JUDICIAL, AUN CUANDO SEA POSTERIOR AL DOCUMENTO CUESTIONADO, POR SÍ SOLA NO HACE INEFICAZ EL DICTAMEN RELATIVO.-El artículo 811 de la Ley Federal del Trabajo establece que si se objeta la autenticidad de algún documento en cuanto a contenido, firma o huella digital, las partes podrán ofrecer pruebas en relación con las objeciones; por tanto, si el actor en un juicio laboral ofrece la prueba pericial caligráfica o grafoscópica para acreditar la falsedad de la firma contenida en un documento (renuncia o contrato de trabajo), los peritos, al emitir sus dictámenes pueden válidamente considerar como firma indubitable base del cotejo la que el oferente estampe ante la presencia judicial, aunque sea de fecha posterior a la del documento cuestionado, ya que por ese hecho adquiere relevancia jurídica, porque a través de dicha diligencia se tiene la certeza no sólo de su autenticidad, sino también de la anuencia de quien la puso, además de que el experto en la materia, al efectuar el análisis de las firmas, puede establecer si pertenecen o no a una determinada persona, aunque haya firmado de manera diferente, en virtud de que ciertos elementos característicos de la escritura siempre serán los mismos; máxime que a través de la mencionada prueba es posible determinar si la firma cuestionada proviene o no del puño y letra de la persona que plasmó la que fue base del cotejo, aunque sea de fecha posterior y el suscriptor haya pretendido disimular su grafismo habitual." Al resultar fundados los conceptos de violación analizados, lo procedente es conceder el amparo y protección de la Justicia Federal para el efecto de que la autoridad responsable, en reparación de la violación cometida deje insubsistente la resolución reclamada y, en su lugar, emita otra en la que, al atender los agravios de los apelantes y siguiendo los lineamientos contenidos a lo largo de este considerando, se abstenga de negar el carácter de indubitables a las firmas estampadas ante la presencia judicial por los enjuiciados en el procedimiento mercantil de origen; declare fundado aquel en que se planteó la ilegalidad cometida por la a quo en cuanto a la renuncia de valorar los dictámenes periciales; y, con libertad de jurisdicción, de conformidad con las reglas que sobre valoración de pruebas rigen su actuación, de ser el caso, conceda o niegue eficacia probatoria a los citados medios de convicción, en atención a que de tal pronunciamiento sólo puede ocuparse la autoridad responsable. La concesión otorgada debe hacerse extensiva a los actos de ejecución reclamados, al no haberlos impugnado por vicios propios, de conformidad con lo establecido en la jurisprudencia 338 emitida por este tribunal, consultable en la página sesenta y nueve, de la Gaceta Número 83 del Semanario Judicial de la Federación, correspondiente al mes de noviembre de mil novecientos noventa y cuatro, que dispone: "AUTORIDADES -8- AMPARO DIRECTO 395/2004. EJECUTORAS, ACTOS DE. NO RECLAMADOS POR VICIOS PROPIOS.-Si la sentencia de amparo, considera violatoria de garantías una resolución, igual declaración debe hacerse respecto de los actos de autoridad que pretenda ejecutarla, si no se reclaman, especialmente, vicios de tal ejecución." Por lo expuesto, y con fundamento en los artículos 107, fracciones III y IX, de la Constitución General de la República, 46 y 158 de la Ley de Amparo y, 35 y 37, fracción I, inciso c), de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, es de resolverse y se resuelve: ÚNICO.-Para los efectos precisados en la parte final del último considerando de este fallo, la Justicia de la Unión ampara y protege a Fernando Castillo Rodríguez y a Teresa Hernández Martínez, en contra de los actos que reclaman de la Segunda Sala en Materia Civil del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Puebla y Juez Noveno de lo Civil de esta capital, consistentes en la sentencia dictada por dicha Sala el veinte de septiembre de dos mil cuatro, en el toca de apelación número 971/2004, que confirmó el fallo de quince de abril del mismo año, pronunciado por la referida Juez, en el expediente 476/2002, relativo al juicio ejecutivo mercantil promovido por José Ángel Romero Díaz, en contra de los hoy quejosos; concesión que se hace extensiva a los actos de ejecución reclamados de la mencionada Juez. Notifíquese; remítase testimonio de esta resolución a la Sala responsable, devuélvanse los autos y, en su oportunidad, archívese el expediente. Así, por unanimidad de votos, lo resolvió el Segundo Tribunal Colegiado en Materia Civil del Sexto Circuito, integrado por los Magistrados Raúl Armando Pallares Valdez, Gustavo Calvillo Rangel y Ma. Elisa Tejada Hernández. Fue ponente el segundo de los nombrados. -9-