Aristóteles en 90 Minutos

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La colección Filósofos en 90 minutos incluye interpretaciones breves, pero
autorizadas, de los más grandes pensadores de la humanidad y descifra sus
filosofías en una forma amena y accesible que las hace interesantes y
comprensibles a casi cualquiera.
Aristóteles fue preceptor de Alejandro Magno. La Historia no registra
detalles de esta relación, pero sabemos que, con el tiempo, Alejandro
estuvo a punto de firmar la sentencia de muerte de Aristóteles, si bien se
olvidó y se dispuso, en su lugar, a invadir la India. De no ser por este golpe
de suerte, habríamos perdido al hombre cuya filosofía había de dominar el
pensamiento europeo durante los 1.500 años siguientes.
Gracias a Aristóteles, el mundo medieval persistió en sus creencias de que
el sol giraba alrededor de la tierra y que todo estaba compuesto de tierra,
aire, fuego y agua. Una introducción y un epílogo sitúan la obra de
Aristóteles dentro del panorama de la filosofía; también se ofrece una lista
cronológica de fechas filosóficas importantes. Finalmente, una selección de
citas de sus obras más importantes, incluyendo la Ética Nicomáquea, da
indicación de sus intenciones, conceptos más importantes y de su estilo.
Paul Strathern
Aristóteles en 90 minutos
Filósofos en 90 minutos - 01
Introducción
Aristóteles ha sido, quizás, el primero y el más grande de todos los polígrafos.
Escribió sobre todo, desde la forma de las conchas marinas hasta la esterilidad,
desde especulaciones sobre la naturaleza del alma hasta la meteorología, pasando
por el arte, la poesía y hasta la interpretación de los sueños. Se dice que
transformó todos los campos del conocimiento que tocó (aparte de las
matemáticas, donde Platón y el pensamiento platónico conservaron su
preeminencia). Pero, sobre todo, a Aristóteles se le atribuy e el mérito de haber
fundado la lógica.
Aristóteles hizo posible que nuestra comprensión del mundo se desarrollara de
manera sistemática, al dividir el conocimiento humano en categorías separadas.
Sin embargo, durante los siglos más recientes, el conocimiento se ha expandido
de tal manera que esta categorización se convirtió en un serio obstáculo. Tales
sistemas de ordenar el pensamiento sólo permitían que el conocimiento siguiera
caminos predeterminados, muchos de los cuales corrían el riesgo de agotarse. Se
necesitaba un punto de vista radicalmente diferente y el resultado fue el moderno
mundo de la ciencia.
El hecho de que tomara veinte siglos descubrir estas limitaciones en el
pensamiento original de Aristóteles, demuestra su originalidad sin paralelo, pero
además, incluso el abandono del pensamiento aristotélico ha originado muchas
preguntas filosóficas fascinantes: ¿Cuántas limitaciones de este tipo nos quedan
por descubrir?, ¿qué peligros suponen estas imperfecciones para nuestra manera
de pensar? Y, ¿qué es, exactamente, lo que ellas impiden que conozcamos?
Vida y obras de Aristóteles
Hay una estatua moderna de Aristóteles, pobremente inspirada, en un
promontorio que domina la ciudad de Estagira, al norte de Grecia; su rostro
inexpresivo dirige una fija mirada sobre las encrespadas colinas boscosas, hacia
el Egeo azul. La forma prístina de Aristóteles en mármol blanco, casi
luminiscente a la brillante luz solar, lleva sandalias y una toga, y soporta un
pergamino ligeramente astillado en su mano izquierda. (Se dice que esta lesión
fue producida por un profesor de filosofía argentino a la caza de souvenirs).
Grabadas en el plinto, en griego, están las palabras « Aristóteles el Estagirita» .
Aristóteles nació en Estagira en el 384 antes de Cristo pero, a pesar de la
estatua, no vino al mundo en el moderno pueblo de Estagira; según la guía, el
acontecimiento tuvo lugar en la antigua Estagira cercana, cuy as ruinas, todavía
visibles, me propuse visitar después de mi decepcionante encuentro con la
estatua. Las ruinas estaban un poco más abajo siguiendo el camino, según me
dijo un bedel en ruta de la escuela a su casa, a la vez que me indicaba, con un
movimiento de su capa negra de plástico, la carretera hacia la costa.
Después de una sofocante caminata de una hora por la larga y sinuosa
carretera, con truenos retumbando, entre las colinas rocosas, ominosamente
sobre mi cabeza, alguien me llevó finalmente en su coche hasta Estratoni, una
misteriosa combinación de lugar marítimo de veraneo y poblado minero. La
antigua Estagira quedaba algo apartada de la vieja carretera, un poco más al
norte, me dijo un carpintero que estaba reparando un café cerrado, frente a la
play a vacía.
Pocos coches pasan por esta carretera en octubre, como pronto descubrí, y
las tormentas de otoño, cuando finalmente se desatan, puede ser muy fuertes en
esta región. Me refugié durante una hora debajo de un retallo en la roca,
mientras una lluvia torrencial corría por las pendientes desnudas, sin señales de
ruinas o vehículos visibles en la oscuridad centelleante que me rodeaba;
empapado hasta los huesos, maldecía la estatua que me había dirigido hacia la
Estagira equivocada. No era sino un fraude. El moderno pueblo de Estagira no
merecía de ninguna manera ser conocido como la cuna de Aristóteles. Por la
misma regla de tres, podrían haber erigido la estatua de Juana de Arco en Nueva
Orleans.
Aristóteles nació en la antigua Estagira, en la Macedonia griega, en el 384
antes de Cristo. En el siglo IV antes de Cristo, los antiguos griegos consideraban
Macedonia de manera muy similar a como los franceses de hoy tienden a
estimar Gran Bretaña y América, aunque Estagira no quedaba fuera de los
confines de la civilización, puesto que era una pequeña colonia griega fundada
por la isla de Andros en el Egeo.
El padre de Aristóteles, Nicómaco, había sido médico personal de Amintas,
rey de Macedonia y abuelo de Alejandro Magno. De resultas de esta relación,
que se había convertido en amistad, parece que el padre de Aristóteles llegó a
hacerse rico adquiriendo propiedades alrededor de Estagira y en otros puntos de
Grecia. El joven Aristóteles fue criado en una atmósfera de saberes médicos,
pero su padre murió cuando él era todavía muchacho y Aristóteles fue entonces
llevado a Atarneo, una ciudad griega en la costa de Asia Menor, donde su primo
Proxeno se hizo cargo de su educación.
Al igual que muchos herederos, Aristóteles se puso enseguida a gastar todo el
dinero recibido. Una ley enda dice que lo fundió todo en vino, mujeres y fiestas y
que se arruinó de tal modo que tuvo que alistarse por un tiempo en el ejército,
después de lo cual regreso a Estagira para dedicarse a la medicina; más tarde, a
la edad de 30 años, lo dejó todo y se fue a Atenas para estudiar en la Academia
de Platón, donde permaneció ocho años. Hagiógrafos medievales posteriores,
decididos a santificar a Aristóteles, ignoraron o vilipendiaron estas impensables
calumnias. Pero no podía faltar otra ley enda, más aburrida, pero también más
verosímil, sobre la juventud de Aristóteles, según la cual ingresó directamente en
la Academia a los 17 años, aunque algunas de las fuentes de esta historia aluden
también a un breve interludio de vino y mujeres, como buen señorito calavera.
En todo caso, Aristóteles se asentó de temprano en la Academia para un
periodo de intenso estudio, y se hizo notar rápidamente como la mente más
brillante de su generación; empezó como estudiante, pero fue pronto invitado al
círculo de colegas de Platón. Parece ser que al comienzo Aristóteles veneraba a
Platón; ciertamente absorbía toda la doctrina platónica enseñada en la Academia
y su propia filosofía había de estar firmemente afincada en sus principios.
Pero Aristóteles era demasiado brillante para ser un simple seguidor de nadie,
ni siquiera de Platón; siempre que Aristóteles discernía lo que parecía ser una
contradicción (o un fallo) en las obras de su maestro, creía que era su deber
intelectual hacerse notar. Esta costumbre irritó pronto a Platón, y aunque no
parece que se hay an enemistado, hay datos que sugieren que las dos más
grandes cabezas de su época encontraron conveniente guardar cierta distancia.
Se sabe que Platón se refirió alguna vez a Aristóteles como « esa cabeza con
patas» y que llamó a su casa « el taller de lectura» ; este último comentario se
debe a la famosa colección de pergaminos antiguos que poseía Aristóteles, que
tenía el hábito de comprar todos los pergaminos raros de obras antiguas que caían
en sus manos y fue así uno de los primeros ciudadanos en disfrutar de una
biblioteca privada.
Se sabe que el joven académico recibía considerables rentas de sus
propiedades heredadas y que pronto se dio a conocer en Atenas por sus maneras
cultivadas y por su estilo de vida refinado, si bien un tanto profesoral. La tradición
dice que era un sujeto flaco, zanquilargo, que hablaba ceceando y que, quizá
como compensación, se convirtió en un elegante a la última moda en sandalias y
togas, y que ornaba sus dedos con anillos del mejor gusto. Hasta Platón, que no
era precisamente un indigente, le envidiaba su biblioteca. Pero, no obstante su
confortable y refinado modo de vida, las primeras obras de Aristóteles —
perdidas— eran, principalmente diálogos que versaban sobre la innoble futilidad
de la existencia y sobre los gozos del más allá.
Aristóteles tenía una inclinación natural por lo práctico y lo científico, lo que
le indujo a mirar las ideas de Platón desde un punto de vista cada vez más
realista.
Platón pensaba que el mundo particular que percibimos alrededor de nosotros
consiste en meras apariencias, y que la realidad última está en un mundo
trascendente de ideas semejantes a « formas» o « ideales» . Los objetos
singulares del mundo obtienen su realidad sólo por su participación en el esencial
mundo de las ideas. Así, este gato negro que veo echado en una silla es un gato
solamente porque participa de la idea fundamental (o forma) de lo gatuno, y es
negro sólo en tanto que participa de la idea (o ideal) de lo negro. La única
realidad verdadera reside más allá del mundo que percibimos, en el esencial
mundo de las ideas.
Mientras que la manera de ver el mundo propia de Platón era esencialmente
religiosa, la de Aristóteles tendía hacia lo científico, lo cual no le hacía proclive a
desechar, por irreal, el mundo que nos rodea. Sin embargo, sí persistió en la
división de las cosas en substancias primarias y secundarias, sólo que para
Aristóteles las substancias primarias eran los objetos singulares del mundo y las
secundarias las ideas o formas; al principio vaciló sobre cuál de estas sustancias
era de hecho la realidad última, en parte por respeto a Platón (aunque sólo fuera
por el hecho de que era su viejo profesor quien había, después de todo, dado
origen a esta concepción). Pero Aristóteles se fue convenciendo cada vez más de
que vivía en un mundo real y se fue apartando de la visión de Platón.
Con los años, Aristóteles volvió virtualmente del revés la filosofía de Platón,
aunque, a pesar de ello, sus teorías metafísicas son ostensiblemente una
adaptación de las de Platón. Donde Platón veía las formas como ideas con una
existencia separada, Aristóteles consideraba las formas (o « universales» , como
las llamó) más bien como esencias incorporadas a la substancia del mundo, sin
existencia independiente. Aristóteles propuso varios argumentos devastadores
contra la Teoría de las Ideas de Platón, pero no parece haberse dado cuenta de
que esas críticas eran igualmente devastadoras para su propia Teoría de los
universales. Pero tampoco nadie más parece haberse apercibido de esto, con el
resultado de que las teorías de Platón, en gran medida como la doctrina
modificada por Aristóteles, llegaron a ser la filosofía dominante en el mundo
medieval. Había, por suerte, muchos puntos oscuros y contradicciones aparentes
en las obras de Aristóteles, de modo que los eruditos medievales pudieron
encontrar alimento para interminables controversias sobre diferentes
interpretaciones. Estas disquisiciones sobre errores, herejías, impiedades
cismáticas y malas interpretaciones inspiradas por el diablo mantuvieron viva la
noción de filosofía, cuando, para todos los efectos e intenciones esta tarea había
muerto (o quizás, más precisamente, entrado en un periodo de hibernación). Se
ha sugerido, por otra parte, que muchas de estas controversias se originaban
simplemente por los errores de los clérigos, y que eran el resultado de la
inserción por los copistas medievales de sus propias conjeturas en el lugar de las
palabras, y a ilegibles de los textos carcomidos por los gusanos.
Platón murió en el año 347 antes de Cristo, dejando así vacante el puesto de
rector de la Academia. Una media docena de los más capaces colegas de Platón
eran de la opinión de que no había sino un hombre adecuado para posición tan
prestigiosa, aunque, por desgracia, cada uno pensaba en un hombre distinto (en él
mismo, por lo general) y Aristóteles no era una excepción. Para disgusto suy o, el
cargo recay ó finalmente en Espeusipo, primo de Platón. Espeusipo era famoso
por tener tan mal genio que en una ocasión arrojó a su perro a un pozo porque
ladraba cuando él daba sus clases. Se dice también que inventó un arnés para el
transporte de teas y que finalmente se administró eutanasia a sí mismo después
de haber sido objeto de ridículo público en una discusión en el ágora con
Diógenes el Cínico. Espeusipo no era, ni por asomo, un igual del intelectual cuy as
doctrinas habían de ser el fundamento de todo el pensamiento serio durante los
siguientes dos milenios, de modo que Aristóteles abandonó muy enojado Atenas
en compañía de su amigo Xenócrates (otro candidato frustrado).
Aristóteles navegó a través del Egeo hasta Atarneo, donde había pasado su
juventud y que era gobernado a la sazón por el eunuco Hermias, un mercenario
griego que había conseguido tomar el poder en este pequeño rincón del Asia
Menor. En una visita a Atenas, Hermias había quedado muy impresionado por lo
que había visto en la Academia y recibió a Aristóteles con los brazos abiertos.
Hermias estaba decidido a hacer de Atarneo un centro de la cultura griega y
Aristóteles se dispuso a aconsejarle sobre los mejores medios para conseguirlo.
La filosofía política de Aristóteles consistía, en su may or parte, en un examen
de los diferentes tipos de Estado y de los mejores métodos de gobierno. Su
comprensión de la política era profunda, lo que le inducía a adoptar una actitud
pragmática, en abierto contraste con la concepción idealista de Platón. En La
República, Platón había descrito cómo debería regir su utopía (como cualquier
otra utopía, en realidad, poco más que una tiranía) un filósofo-rey. Aristóteles,
por su parte, describió cómo gobernar un estado real, trazando líneas efectivas de
acción que, a menudo, son casi maquiavélicas. Aristóteles conocía cómo
funcionaba la política y sabía que debía ser eficaz si había de servir de algo. Esto
no quiere decir que estuviera desprovisto de ideales. En general, Aristóteles creía
que el objetivo del Estado era producir y sostener una clase de caballeros
cultivados similares a él mismo, aunque entendía que esto no es siempre posible.
Por ejemplo, para que una tiranía funcione con éxito, su gobernante debe
comportarse como un tirano y, en tal estado policial, no habría lugar para la élite
culta de Aristóteles. Con todo, en algún punto sugiere que hay otro método de
regir una tiranía, con el tirano asumiendo una postura religiosa y adoptando una
política de moderación.
Algunos dicen que este último es el camino que probablemente adoptó
Aristóteles cuando asesoraba al tirano Hermias. Esto no es verosímil, en mi
opinión, aunque no estoy sugiriendo que Aristóteles habría aprobado los métodos
necesarios para mantener una verdadera tiranía, con toda actividad cultural libre
prohibida, la población mantenida en el temor y la pobreza y puesta a trabajar en
la construcción de grandes monumentos públicos, con entreactos de guerra que
mantuvieran alerta a los súbditos y les demostrara la necesidad que tenían de un
gran líder.
Aristóteles desarrolló su filosofía política durante sus últimos años, de manera
que es probable que en su tiempo de consejero de Hermias se adhiriera a las
ideas expresadas en La República de Platón. Si esto es así, puede que modificara
discretamente en este caso la doctrina de Platón del filósofo-rey. No era
necesario que el eunuco-tirano se convirtiera en filósofo, bastaba con que
siguiera rigurosamente los consejos de uno.
Aristóteles se aproximaba y a a la mediana edad y, a pesar de su dandismo
(que no ha podido tener mucho campo de acción con solo togas y sandalias
donde ejercitarse) era visto como el tipo profesoral seco como un palo; pero
entonces, para sorpresa de todos los que le conocían, Aristóteles se enamoró. El
objeto de su amor era una joven llamada Pitia, de quien se sabe que era de la
casa de Hermias; algunos dicen que la hermana de Hermias, otros que una hija
adoptiva y, aún otras fuentes, por lo general confiables, pretenden que era
originariamente una concubina de Hermias (lo cual, teniendo en cuenta la
condición sexual de este, debió ser una sinecura). Estas contradicciones sugieren
que pudo muy bien haber sido una cortesana de palacio. ¿Fue este un caso
temprano de infatuado profesor enamorándose de su Ángel Azul?
En todo caso, Pitia no era virgen cuando Aristóteles se casó con ella, a juzgar
por su afirmación: « Una vez que se han casado y se llaman marido y esposa, es
del todo incorrecto que el hombre o la mujer sean infieles» , lo que implica que
antes no está mal. Se encuentra esta declaración entre las observaciones de
Aristóteles sobre el adulterio y parece que, en asuntos de índole personal, tenía el
hábito de generalizar a partir de su limitada experiencia; en sus notas sobre el
matrimonio, afirma que la mejor edad para casarse es la de 37 para el hombre y
18 para la mujer, precisamente las edades a las que Pitia y él se casaron. Por
muy brillante que hay a podido ser Aristóteles, la imaginación no fue siempre su
punto fuerte.
No deja de ser irónico que, en su Poética, el prosaico Aristóteles exponga la
interpretación de la literatura de may or influencia que jamás se hay a escrito,
mientras que Platón, con mucho el mejor dotado en lo poético de todos los
filósofos, decretara el destierro de los poetas (uno se pregunta qué trata de
esconder).
Aristóteles tenía en alta estima a la poesía y le concedía más valor que a la
historia, porque era más filosófica. La historia sólo trata de acontecimientos
particulares, mientras que la poesía está más cerca de lo universal; aquí parece
contradecirse a sí mismo y repetir la visión del mundo de Platón; sin embargo, la
célebre declaración de Aristóteles de que la tragedia « despierta piedad y temor
para que esas emociones resulten purificadas en la representación» permanece
como una penetrante comprensión de la experiencia, a la vez conmovedora y
problemática, del drama trágico.
Como era de carácter profundo y esencialmente serio, Aristóteles se
encontraba fuera de su ámbito al analizar la comedia. En su opinión, la comedia
es la imitación de gente inferior y la burla una forma indolora de la fealdad. La
estética sólo puede intentar ordenar el enredo creado por el arte y los teorizantes
sobre la comedia suelen terminar en terreno resbaladizo. Aristóteles no es una
excepción cuando observa « al comienzo la comedia no era tomada en serio» .
Poco después de su matrimonio, Aristóteles fundó una escuela en Assos y,
tres años más tarde, se trasladó a Mitilene, en la isla de Lesbos, donde fundó otra
escuela. Por entonces estaba Aristóteles muy interesado en la clasificación de
animales y plantas. Sus sitios favoritos para la caza de especímenes eran los
lugares frecuentados por animales en las play as del golfo de Yera, casi cerrado
al mar, cuy as aguas azules y tranquilas bajo el monte Olimpos son hoy tan
idílicas como han debido de ser en aquel tiempo. Las laderas se cubren en
primavera de una alfombra multicolor y en época de Aristóteles había
seguramente en las montañas jabalíes, linces y hasta osos. El primer paraíso
naturalista para el primer naturalista.
En sus obras sobre la naturaleza intentó descubrir una jerarquía de clases y
especies pero, por el enorme volumen de sus investigaciones, estaba convencido
de que la naturaleza tenía un propósito y de que cada característica particular de
un animal estaba en él para una función. « La naturaleza no hace nada en vano» ,
aseveró. Habrían de transcurrir más de dos milenios antes de que la biología
avanzara más allá de su concepción, con la noción de evolución de Darwin.
Ya entonces había alcanzado Aristóteles la reputación de ser el principal
intelectual de toda Grecia. Filipo de Macedonia había invadido recientemente
Grecia, uniendo en un solo país las ciudades estado en continua riña, y propuso a
Aristóteles que hiciera de preceptor de su díscolo hijo Alejandro. Como el padre
de Aristóteles había sido médico personal y amigo del padre de Filipo, Aristóteles
era considerado como uno más de la familia; así que se sintió obligado a aceptar
la oferta real y emprendió de mala gana el viaje a Pella, la capital de
Macedonia.
Hoy en día, Pella es poco más que un y acimiento de piedras, algunos
mosaicos y media docena de columnas, al lado de la muy transitada carretera
principal de Salónica y es un lugar sorprendentemente anodino, si se considera
que fue la primera capital de la antigua Grecia y que, después de que Alejandro
Magno se lanzara a su megalómana campaña para conquistar el mundo, pudo
incluso haber sido la primera (y última) capital del mundo conocido.
Allí, en el 343 antes de Cristo, una de las mentes más brillantes de la
humanidad se dispuso a tratar de educar a uno de los más grandes megalómanos
de la humanidad. Aristóteles tenía 42 años y Alejandro 13, pero no es de extrañar
que fuera Alejandro el que se saliera con la suy a. El voluntarioso joven no
aprendió absolutamente nada de su preceptor durante los tres años que duró su
relación. Así dice la tradición. Aristóteles estaba convencido de la superioridad de
los griegos sobre toda las otras razas. A sus ojos, el mejor caudillo sería un héroe
homérico, como Aquiles, cuy a mente hubiera asumido los últimos avances de la
civilización griega. Pensaba, además, que en la mente del hombre hay la
capacidad suficiente para dominar el mundo entero. No se puede negar que
Alejandro ofrecía un extraordinario parecido con este diseño, aun cuando no
resultó del todo como Aristóteles hubiera deseado. Pero sólo podemos especular
sobre este encuentro de dos mentalidades acerca del cual poco se conoce.
Lo que sí se conoce es que, en pago de sus servicios, Aristóteles pidió a Filipo
que reconstruy era su lugar de nacimiento, Estagira, que había sido reducida a
escombros durante una de las campañas recientes de Filipo en la península
Calcídica. Hay también evidencia de que Alejandro, durante su gran expedición,
envió una selección de plantas desconocidas y un zoo de animales exóticos para
que su antiguo preceptor los clasificara. El saber popular sobre horticultura tiene
por cierto que así llegaron los primeros rododendros a Europa. Si esto es verdad
Aristóteles debe haber clasificado mal la especie, rododendro significa « rosal»
en griego antiguo.
Filipo de Macedonia fue asesinado el 336 antes de Cristo y ascendió al trono
su hijo Alejandro, a la edad de 16 años. Después de ejecutar a todos los otros
posibles pretendientes, y de emprender unas cuantas campañas preliminares de
blitzkrieg en Macedonia, Albania, hacia Bulgaria y más allá del Danubio, por el
norte, y por el sur a través de Grecia (reduciendo Tebas a ruinas), Alejandro se
lanzó a su campaña hacia la conquista del mundo conocido. Esto incluía, en la
práctica, el norte de África, Asia hasta Tashkent y el norte de la India; por suerte
las lecciones de geografía de Aristóteles no habían mencionado China, cuy a
existencia era desconocida en Occidente en ese tiempo.
Ahora que Alejandro tenía otras cosas en qué ocupar su mente, no era y a
requerida la presencia de Aristóteles. De modo que se le permitió regresar a su
casa de Estagira pero, antes de marcharse, Aristóteles recomendó a Alejandro a
su primo Calístenes para el empleo de intelectual de la corte. Este acto de
generosidad pudo resultarle fatal. Calístenes era algo bocazas y Aristóteles y a le
aconsejó que no hablara demasiado. Calístenes acompañó, como historiador
oficial, a Alejandro en su campaña de vencedor del mundo. Cuando se abrían
camino batallando a través de Persia, parece que las habladurías de Calístenes le
hicieron caer en la acusación de traición, con lo que Alejandro le encerró en una
jaula portátil. Según Calístenes se arrastraba en su jaula al lado del ejército y su
cuerpo se iba llenando de llagas e insectos hasta que, finalmente, Alejandro
sentía tanto asco al verlo que lo lanzó a un león. Como todos los megalómanos,
Alejandro tenía su lado paranoide: culpó a Aristóteles de la traición de Calístenes
y se dice que Alejandro estuvo a punto de firmar la sentencia de muerte de
Aristóteles pero, al final, se olvidó de todo y, en su lugar, se dispuso a conquistar
la India.
Después de pasar cinco años en Estagira, Aristóteles regresó a Atenas. En el
año 339 antes de Cristo murió Espeusipo y quedó de nuevo vacante el puesto de
director de la Academia. Esta vez el cargo le fue asignado a Xenócrates, un
individuo austero y digno, a pesar de que en una oportunidad se le había
concedido la corona de oro « por su proeza en la bebida en la Fiesta de los
Jarros» (Xenócrates moriría veinte años más tarde al tropezar una noche y caer
dentro de un tonel de agua).
Aristóteles se irritó tanto por haber sido de nuevo postergado que decidió
fundar una escuela rival propia, la cual estableció en un gran gimnasio fuera de
las murallas de la ciudad, al lado del monte Licabeto. El gimnasio estaba adscrito
al vecino templo de Apolo Liceo (Apolo en forma de lobo) y, por esta razón, la
escuela fue llamada Liceo. El nombre vive hasta el día de hoy, muy
apropiadamente en la palabra francesa lycée, pero no se sabe muy bien porqué
la gran escuela de Aristóteles tenga que ser conmemorada en nombres de salas
de baile o teatros. En el Liceo original de Aristóteles se enseñaba una gran
variedad de materias, mientras que el baile de salón y la actuación teatral no
alcanzaron completo rango académico hasta el siglo XX en el Medio Oeste
americano.
El Liceo se asemejaba a una moderna universidad mucho más que la
Academia. Cada diez días se elegía un nuevo principal del consejo de estudiantes,
facultades distintas competían en la captación de estudiantes, y hasta se hicieron
intentos por fijar un horario. El Liceo investigaba en las diferentes ciencias y
trasmitía sus descubrimientos a los discípulos, mientras que la Academia estaba
más interesada en proporcionar una base política y ley es para que pudieran
llegar a ser los futuros gobernantes de la ciudad. El Liceo era como el MIT (o
incluso el Instituto de Estudios Avanzados) de entonces, mientras que la
Academia se parecía más a Oxford o la Sorbona del siglo XIX.
Las diferencias entre el Liceo y la Academia ilustran con justeza las que hay
entre las filosofías de Aristóteles y Platón. Mientras que Platón escribió La
República, Aristóteles prefería recoger copias de las constituciones de todas las
ciudades-estado griegas y seleccionar los mejores puntos de entre ellas. El Liceo
era la escuela donde acudían las ciudades-estado cuando deseaban escribir una
nueva constitución, ninguna trató de instaurar la república.
Por desgracia, el exhaustivo estudio de la política por parte de Aristóteles se
había vuelto y a prácticamente sin objeto, nada menos que por obra de su peor
discípulo. La faz del mundo estaba cambiando de manera irreversible. El nuevo
Imperio de Alejandro acabó con la época de las ciudades-estado, de forma
similar a como hoy en día, la confederación continental de Europa puede bien
estar a punto de ser el fin del Estado nación independiente europeo. Ni
Aristóteles, ni ninguno entre la galaxia de intelectuales reunidos en las escuelas de
Atenas parecen haber notado este gran cambio histórico, con una falta de visión
igual a los de los intelectuales del siglo XIX, desde Marx a Nietzsche, incapaces
de prever la supremacía de América.
Aristóteles daba sus clases mientras caminaba con sus discípulos, de ahí el
que sus seguidores se llamarán peripatéticos (los que caminan de arriba abajo).
Aunque hay quien sostiene que ese nombre es porque el maestro enseñaba en la
arcada cubierta del gimnasio (conocida como Peripatos).
A Aristóteles se debe la fundación de la lógica (dos mil años antes de que
apareciera un lógico de nivel similar). Era un metafísico casi a la par con Platón.
Aristóteles sobrepasó a su maestro en ética y epistemología. A pesar de ello,
Platón le aventajaba como pensador originario. Puede que Aristóteles hay a dado
las respuestas, pero era Platón quien veía las primeras preguntas básicas que
deberíamos cuestionarnos. Como los logros más eficaces y significativos de
Aristóteles fueron en el campo de la lógica, llegó a ver en ella el fundamento
sobre el cual basar todo el saber. Platón había entendido que el conocimiento
avanzaba por medio de la dialéctica (argumentación conversacional de preguntas
y respuestas) y Aristóteles formalizó y adelantó este método con el
descubrimiento del silogismo. Según Aristóteles, el silogismo mostraba que
« establecidas ciertas cosas, se puede demostrar que otra sigue necesariamente» .
Por ejemplo, al hacer los dos enunciados siguientes: « Todos los hombres son
mortales» y « Todo los griegos son hombres» , se puede inferir que « Todos los
griegos son mortales» . Esto es lógicamente necesario e innegable.
Aristóteles llamó a su lógica « analy tika» , que quiere decir « desatar» . Toda
ciencia o campo de conocimiento debía comenzar por una serie de principios o
axiomas de modo que las verdades podrían deducirse (o ser desatadas) a partir
de estos por la lógica. Los axiomas definían el campo de actividad del objeto,
separándolo de elementos irrelevantes o incompatibles. La biología y la poesía,
por ejemplo, partían de premisas mutuamente excluy entes. Así, las bestias
mitológicas no formaban parte de la biología y ésta no tenía que escribirse en
forma de poema. Tal visión lógica liberó campos enteros de conocimiento,
proporcionándoles el potencial para descubrir nuevas verdades. Habrían de pasar
dos mil años antes de que estas definiciones se convirtieran en una camisa de
fuerza que restringía el desarrollo de conocimiento humano.
El pensamiento de Aristóteles fue la filosofía durante muchos siglos. Se la
consideró en la Edad Media como el Evangelio, impidiendo así posteriores
desarrollos. El pensamiento de Aristóteles construy ó el edificio intelectual del
mundo medieval, aunque no fue culpa suy a que finalmente se convirtiera en una
prisión.
El propio Aristóteles no habría permitido esto. Sus obras están sembradas de
las inconsistencias propias de la mente en desarrollo, continuamente en cuestión.
Prefería investigar cómo funciona el mundo realmente antes que especular sobre
su naturaleza. Hasta sus errores ofrecen a menudo una visión poética: « la rabia
es el hervor de la sangre alrededor del corazón» , « el sol hace los ojos azules» …
A la manera verdaderamente griega, la educación era para él el camino hacia
delante de la humanidad. En la creencia de que un hombre educado se distinguía
del que no lo era « tanto como un vivo de un muerto» . Pero su comprensión de la
importancia de la educación no era la de un activista superficial: « Es un adorno
en la prosperidad y un refugio en la adversidad» . Es posible que terminara
pareciendo un poco pedante, pero da muestras de haber conocido su lote de
sufrimiento. Fue profesor toda su vida y nunca buscó un empleo oficial y, sin
embargo, ningún hombre en toda la historia de la humanidad, ha producido un
aspecto tan duradero sobre el mundo y probablemente seguirá siendo esto así
hasta la llegada del maligno personaje que presione el botón nuclear.
Aristóteles parece haber sido un hombre bueno. Crey ó que la finalidad de la
humanidad era la búsqueda de la felicidad, que definió como la realización de lo
mejor de lo que somos capaces. Pero, ¿qué es eso mejor? Según Aristóteles, la
razón es la más alta facultad del hombre, por lo tanto, « el mejor (y el más feliz)
de los hombres emplea el may or tiempo posible en la actividad más pura de la
razón, que es el pensar teorético» . Es ésta una visión profesoral bastante inocente
de la felicidad: el hedonismo como una búsqueda puramente teorética. Pocos en
el mundo real suscribirían esta opinión. Se le podría replicar que el discípulo de
Aristóteles, Alejandro, buscó la realización de lo mejor de que era capaz,
infringiendo en el proceso sufrimientos y muerte a innumerables miles de
hombres, pero también se podría argumentar que Aristóteles intentó poner un
límite a tales excesos con su famosa doctrina de la Media Áurea.
Según esta doctrina, toda virtud es la media entre dos extremos; por
desgracia, esto sólo conduce a la mediocridad o al juego de palabras. Aseverar
que decir la verdad está a medio camino entre decir la mentira y corregir una
falsedad es ingenioso, pero éticamente vacío (Aristóteles no sostuvo esto, pero
habría necesitado algo parecido para llenar el vacío de su argumento sobre la
media).
Durante los años últimos de Aristóteles murió su hija y su mujer, Pitia.
Evidentemente le iba el matrimonio puesto que se casó entonces con su criada
Herpilis, que habría de ser la madre de su primer hijo Nicómaco. En el 323 antes
de Cristo llegaron noticias a Atenas de que Alejandro había muerto en Babilonia,
al final de un prolongado asalto a la bebida con sus generales. Los atenienses
habían siempre resentido la dominación de los primitivos macedonios y dieron
rienda suelta a sus sentimientos a la muerte de Alejandro. Aristóteles, que había
nacido en Macedonia y que era famoso por haber sido preceptor de su hijo más
capaz, fue víctima de una ola de pasiones anti-macedonias. Fue procesado con
cargos falsos de impiedad; su acusador, Eurimedonte el Hierofante citó el elogio
que había escrito veinte años atrás a la muerte de su benefactor, el eunuco
Hermias de Atarneo. El populacho reclamaba víctimas y Aristóteles habría sido
con seguridad condenado a muerte; pero no estaba hecho de la misma pasta que
Sócrates y no sentía inclinación por el martirio, así que, prudentemente se escapó
de la ciudad para evitar que Atenas « pecara dos veces contra la filosofía» .
No fue esta, sin embargo, una decisión fácil. Implicaba abandonar su amado
Liceo para siempre. Privado de su biblioteca y del acceso a sus archivos
personales, el profesor se retiró a una propiedad en Calcis, que había heredado de
su padre. Esta ciudad está situada a unos 45 kilómetros al norte de Atenas, en la
larga isla de Eubea, en el punto en el que un estrecho canal la separa de tierra
firme. Las aguas de este canal presentan un fenómeno inexplicado; a pesar de
que el Egeo es un mar prácticamente sin mareas, una corriente rápida corre a lo
largo del canal y cambia de dirección, por ninguna razón conocida, hasta una
docena de veces al día. Un persistente mito local dice que Aristóteles pasó
muchos días torturando su mente en busca de una explicación del fenómeno y
que, al verse por primera vez en su vida, derrotado, saltó al agua y se ahogó.
Otras fuentes más confiables registran que Aristóteles murió el 322 antes de
Cristo a la edad de 63 años, un año después de su llegada a Calcis; se dice que
murió de una enfermedad del estómago, aunque hay quien pretende que se
suicidó con un extracto venenoso sacado del acónito; el acónito se usaba a veces
como medicina, lo cual me sugiere, más que suicidio, una sobredosis accidental o
bien eutanasia autoadministrada; aunque es muy posible que su amarga
frustración por la pérdida del Liceo le perturbara hasta el punto de considerar que
la vida no merecía la pena.
El testamento de Aristóteles comienza con las inmortales palabras: « Todo irá
bien, pero en caso de que algo sucediera…» . Prosigue dando instrucciones para
el cuidado de sus hijos y concediendo la libertad a sus esclavos; informa entonces
a su albacea de que si Herpilis desea casarse otra vez « debería ser dada a
alguien no indigno» . El autor de este documento se revela como un hombre
prosaico, decente, en ningún modo pervertido por ser el vehículo de un genio
supremo; termina su testamento con la petición de que se destine parte del dinero
que lega para erigir estatuas de Zeus y Atenea de tamaño natural en Estagira.
No descubrí ningún rastro de estas estatuas cuando, por fin, llegué durante la
cola de una tormenta, aquella tarde de mi visita a Grecia hace algunos años, a las
piedras dispersas, lavadas por la lluvia, de la antigua Estagira. Cuando vagaba sin
rumbo por aquellas colinas dejadas de la mano de Dios, me sorprendí
recordando las ideas de Aristóteles acerca de la naturaleza de la comedia, según
las cuales, lo ridículo no es más que una forma indolora de fealdad. Entumecido
de frío, no era y o una bella visión; me di cuenta de cuánto hay todavía
aprovechable en el pensamiento de Aristóteles, al menos en lo que a lo ridículo se
refiere.
Epílogo
Al verse obligado a huir de Atenas en el 323 a. C., Aristóteles dejó el Liceo a
cargo de Teofrasto. Según algún escrito de la época, Teofrasto se había
enamorado del hijo de Aristóteles, que había sido discípulo suy o, pero Aristóteles
no pensó, al parecer, que este antiguo riesgo ocupacional descalificara a su
sucesor. Teofrasto preservó la continuidad del Liceo después de la partida de su
fundador y la Escuela Peripatética hizo pronto honor a su nombre,
desperdigándose por todo el mundo clásico y expandiendo la filosofía de
Aristóteles por doquier.
Sin embargo, hubieron de transcurrir tres siglos antes de que sus obras fueran
recopiladas en la forma en que hoy las conocemos. El opus de Aristóteles puede
dividirse en dos grupos: lo que escribió para su publicación y las notas de clase en
el Liceo (cuy a publicación no estaba prevista). El primer grupo se ha perdido sin
remedio, de modo que las únicas obras de Aristóteles que han llegado hasta
nosotros son las del segundo grupo, que originalmente estaba en forma
fragmentada en cientos de rollos. Fueron organizadas en libros distintos por
Andrónico de Rodas, el último director del Liceo. A Andrónico debemos que la
palabra « metafísica» sirviera de título a un grupo de las obras de Aristóteles;
estas no tenían título originalmente y simplemente estaban situadas después de los
trabajos sobre física, así que Andrónico las llamó simplemente « después de la
física» , que en griego antiguo se dice « metafísica» . Las obras de esta sección
consistían en los tratados de Aristóteles sobre ontología y la naturaleza última de
las cosas, y estos temas fueron pronto identificados con la etiqueta que había
puesto al conjunto (metafísica); de manera que esta palabra, que a lo largo de los
siglos ha llegado a ser sinónimo de la propia filosofía, no tenía originalmente nada
que ver con la filosofía de que se ocupaba. Al igual que la propia filosofía,
comenzó con un error y así ha continuado floreciendo siempre desde entonces.
Durante la época clásica, Aristóteles no ha sido tenido por uno de los grandes
filósofos griegos (a la par de Sócrates o Platón); en tiempo de Roma, se le
consideraba un gran lógico, pero el resto de su filosofía resultó eclipsado (o
absorbido) en el neoplatonismo en evolución, que, a su vez, fue absorbido en su
may or parte, con el transcurso de los siglos, por el cristianismo.
Los pensadores cristianos se apercibieron de la utilidad de la lógica
aristotélica y así fue como Aristóteles pasó a ser la autoridad suprema para el
método filosófico.
La lógica aristotélica fue la base de todo debate teológico coherente a lo largo
de la Edad Media. Jóvenes y prometedores intelectuales monásticos se dedicaban
a hacer filigranas con razonamientos lógicos y las mentes más brillantes usaban
esta pericia en la caza de herejías. La intachable teológicamente lógica de
Aristóteles se hizo parte del canon cristiano.
En paralelo con el desarrollo, en la Europa cristiana, del pensamiento de
Aristóteles, ocurrió otro, igualmente importante, en Oriente, que había de ejercer
honda influencia en la Europa medieval.
El corpus de la obra de Aristóteles permaneció perdido para el mundo
occidental durante los tempranos siglos del primer milenio después de Cristo; sólo
los sabios del Oriente Medio continuaban estudiando toda su filosofía. El siglo VII
vio el surgimiento del Islam y la consiguiente expansión árabe con la conquista
del Medio Oriente. Los intelectuales musulmanes reconocieron rápidamente los
méritos de las obras de Aristóteles, no viendo en ellas conflicto con su fe
religiosa, y se pusieron a interpretarlas para sus propios fines. Las enseñanzas de
Aristóteles fueron absorbidas hasta el punto de que casi toda la filosofía
musulmana se derivaba de interpretaciones de su pensamiento. Los árabes
fueron los primeros en entender que Aristóteles era uno de los grandes filósofos.
Mientras que el mundo occidental se hundía en la Alta Edad Media, el mundo
islámico continuaba desarrollándose intelectualmente. Un índice de esta rica
herencia son las palabras que hemos tomado de los árabes tales como álgebra,
alcohol y alquimia, así como todo nuestro sistema de numeración.
Dos grandes sabios musulmanes se dedicaron a desarrollar la filosofía de
Aristóteles. Abu Aki Al-Husay n Ibn Abd Allah Ibn Sana (más conocido, por
suerte, como Avicena) nació en Persia a finales del siglo X. Avicena fue uno de
los más grandes filósofos y científicos del mundo musulmán; sus voluminosas
obras de medicina se cuentan entre las mejores jamás escritas y representaron
nobles intentos de librar a la medicina de la charlatanería de la que no había
podido del todo sacudirse. Intentó una tarea similar con las obras de Aristóteles;
observó varios problemas que Aristóteles había pasado por alto e incluso les dio la
soluciones que el mismo Aristóteles habría dado de haberlos notado. Sus intentos
por hacer más sistemático el pensamiento de Aristóteles son magistrales y atan
muchos cabos sueltos, si bien, por desgracia, cerraba opciones que Aristóteles
había deseado dejar abiertas. Aristóteles sabía que no podía saberlo todo; Avicena
pensaba de otro modo.
El otro gran comentarista musulmán de Aristóteles fue Averroes, que vivió en
la España mora en el siglo XII y que fue el médico y filósofo personal del califa
de Córdoba. Averroes estaba convencido de que la filosofía y, en particular la de
Aristóteles, era el camino real hacia la verdad; las revelaciones de la fe eran una
forma inferior de llegar a Dios; la razón era muy superior a la fe.
Un día, el califa preguntó a Averroes cómo habían comenzado a existir los
cielos; el filósofo se vio obligado a confesar que no tenía una respuesta a esa
pregunta (conducta no siempre aconsejable con un califa que paga para tener
respuestas). Por suerte, el califa respetó la honestidad de Averroes y lo envió a
que encontrara la respuesta en Aristóteles.
Durante los treinta años siguientes, Averroes escribió una corriente incesante
de comentarios e interpretaciones a la obra de Aristóteles (aunque,
prudentemente, nunca volvió con una respuesta a la pregunta original del califa:
el califa mismo se había pronunciado y a sobre la materia). No obstante,
Averroes sí dio algunas respuestas a Aristóteles, aduciendo incluso argumentos de
Aristóteles en apoy o de su punto de vista (a menudo en contradicción con el de
Aristóteles).
Este fue justamente el tipo de aproximación que sedujo a los sabios cristianos
medievales, que enseguida se apercibieron de su utilidad para la persecución de
herejes. Traducciones de los comentarios de Averroes sobre Aristóteles
circularon por París, el gran centro de saber de la época; pero no pasó mucho
tiempo sin que los « averroístas» , como se les llamaba, se encontraran con
problemas. Si bien Aristóteles había sido aceptado por la Iglesia cristiana, estas
nuevas enseñanzas basadas en él parecían sospechosamente heterodoxas. En el
conflicto entre razón y fe no se podía dudar de la supremacía de la fe. Los
averroístas se enfrentaron a la perspectiva de acusación de herejía y la única
manera cómo pudieron defenderse fue usando razonamientos de la misma
fuente que la de la herejía, esto es, los escritos de Averroes.
Por suerte, la situación pudo ser remediada por Tomás de Aquino, el sabio
medieval más grande de todos, que supo agenciar una componenda. La razón
debe en verdad ser libre de seguir sus propias ley es inexorables, pero sólo dentro
de los límites de la fe. La razón sin la fe no es nada.
Tomás de Aquino sentía una honda atracción por Aristóteles y supo reconocer
su inmenso valor; dedicó gran parte de su vida a reconciliar la filosofía de
Aristóteles con la de la Iglesia y, al final, tuvo éxito en establecer el aristotelismo
como la base de la teología cristiana. Este fue el comienzo y, a la vez, el final del
aristotelismo. La Iglesia Católica declaró que las enseñanzas de Aristóteles —tal
como eran interpretadas por Tomás de Aquino— eran la Verdad, y sólo podían
ser negadas bajo acusación de herejía (situación que permanece vigente hasta el
día de hoy ). Gran parte de la filosofía de Aristóteles se refería al mundo natural
y era, por tanto, científica. La ciencia, como la filosofía, hacen afirmaciones que
parecen ser verdaderas, pero que con el tiempo resultan erróneas; tienen que ser
modificadas a medida que aumenta nuestra comprensión del mundo. Al declarar
que las obras de Aristóteles eran libros sagrados, la Iglesia se metió a sí misma en
un rincón (un rincón de la tierra plana, por cierto). El conflicto que se avecinaba
entre la Iglesia y los descubrimientos científicos era, por tanto, inevitable.
Aristóteles no era responsable del conflicto entre razón y fe, conflicto que no
fue resuelto satisfactoriamente en el pensamiento occidental sino en este siglo.
No obstante, aunque el pensamiento aristotélico hay a fenecido, el propio
Aristóteles ha seguido desempeñando un cierto papel en la filosofía moderna.
Thomas Kuhn, filósofo de la ciencia contemporáneo y profundo admirador de
Aristóteles, se asombró de que un genio tan inmenso pudiera cometer errores tan
de bulto. Por ejemplo, a pesar de que algunos filósofos anteriores a él se habían
apercibido que la tierra orbitaba alrededor del sol, Aristóteles estuvo siempre
seguro de que la tierra era el centro del universo (un error que obstaculizó
gravemente el conocimiento astronómico durante más de un milenio y medio).
El pensamiento científico sufrió igualmente por la creencia de Aristóteles en que
el mundo consta de cuatro elementos primarios: tierra, aire, fuego y agua. El
estudio que hizo Kuhn de los errores de Aristóteles le llevaron a formular su
noción de paradigmas, que revolucionó la filosofía de la ciencia (y que ha tenido
aplicación también en campos muy distantes).
Según Kuhn, Aristóteles fue conducido a error por la manera como él y sus
contemporáneos veían el mundo: el paradigma de su pensamiento. Los antiguos
griegos veían el mundo como consistiendo esencialmente en cualidades: forma,
fin, etc. Al ver el mundo de esta manera, los antiguos griegos tenían que llegar a
muchas conclusiones erróneas, como las que menoscaban incluso el pensamiento
de Aristóteles.
La consecuencia que inevitablemente hay que sacar de la noción de
paradigma de Kuhn es que no hay una manera « verdadera» de ver el mundo
(ni científica ni filosóficamente). Las conclusiones a las que llegamos dependen
simplemente del paradigma que adoptamos: la manera como decidimos pensar
sobre el mundo. En otras palabras, no existe una verdad última.
Citas claves
Hacemos la guerra para poder vivir en paz.
Ética Nicomáquea, 10, 1177b, 5-6
El bien humano resulta ser el ejercicio activo del alma en conformidad con la
excelencia o la virtud, y si hay más de una excelencia o virtud, en conformidad
con la mejor y más completa. Pero esta actividad debe tener lugar durante el
curso completo de la vida, pues una golondrina no hace verano, como tampoco
un hermoso día. De igual manera, un día o un breve lapso de felicidad no hacen a
un hombre bienaventurado o feliz.
Ética Nicomáquea, 10, 1098a, 5-6
La tragedia es la manifestación de una acción merecedora de una atención
grave, implica grandeza y tiene lugar durante largo tiempo, aunque es completa
en sí misma… describe incidentes que despiertan piedad y temor, de tal manera
que estas emociones son purificadas por la representación.
Poética, 1449b, 24-8
El que estudia cómo se originaron y llegaron a ser las cosas, sea el estado o
cualquier otra cosa, alcanzará la visión más clara de ellas.
Poética, 1252a, 24-5
Es, por tanto, evidente que el Estado es una creación de la naturaleza. Y es
una de las características del hombre que sólo él posee el sentido del bien y el
mal, de la justicia y la injusticia, y el juntarse seres vivos que tienen este sentido
es lo que da origen a la familia y al Estado.
Política, 1253a, 2-18
La noción de Estado precede naturalmente a la de familia, o la de individuo,
pues el todo debe necesariamente ser previo a las partes. Si se prescinde del
hombre entero, no se puede decir que permanezca un pie, una mano, a no ser
que ésta se vea igual que una mano de piedra. Las cosas se definen en general
por los actos que realizan y pueden realizar, y tan pronto como cesan esta
actividad o poder no es y a lo mismo, sólo tienen el mismo nombre. Es, por tanto,
obvio que la ciudad precede al individuo, pues dado que un individuo es
insuficiente para formar un estado perfecto, es él respecto de la ciudad lo que la
parte es respecto del todo; y aquel que no pueda vivir en sociedad, o no necesite
porque es autosuficiente, es una bestia o un dios. Todo hombre tiene, pues, un
impulso natural de asociarse con otros, y el primero que instituy ó la primera
sociedad civil hizo un servicio inmenso a la humanidad, porque el hombre, que es
el primero de los animales, sería el último sin ley es y sin justicia. Nada es tan
difícil de erradicar como la injusticia perpetrada por la fuerza, pero el hombre
nace con esta fuerza, que es a la vez prudencia y valor, y que puede ser usada
tanto para fines justos como injustos. Quienes abusan de esta fuerza son los seres
más inicuos, lascivos e insaciables que se pueda imaginar. De otro lado, la justicia
es lo que liga los hombres al Estado, pues la administración de la justicia, que
consiste en determinar qué es justo, es el principio ordenador de la sociedad
política.
Política, 1253a, 25-40
Los demócratas sostienen que la democracia se basa en lo que decide la
may oría, mientras que los que prefieren la oligarquía piensan que deben decidir
los que poseen may ores riquezas. Pero ambos son injustos. Si seguimos lo que
proponen unos pocos, encontramos enseguida la tiranía, pues si una persona
posee más que ninguna otra, de acuerdo con la justicia oligárquica este único
hombre tiene derecho a detentar el poder supremo. De otro lado, si la
superioridad en número es el criterio que prevalece, se perpetrará la injusticia
con la confiscación de las propiedades de los ricos, que estarán en minoría y no
podrán oponerse. El concepto de igualdad, que subscribirán ambas partes,
deberá, por tanto, partir de la definición de derecho común a ambos.
Política, 1318a, 19-28
Los objetos de las matemáticas no son sustancias de may or rango que las
cosas; preceden a las cosas sensibles sólo lógicamente, no en el ser. Los entes
matemáticos no son por sí mismo en ningún modo, pero como tampoco son en
los objetos perceptibles, no pueden ser en absoluto, o bien ser de un modo
especial que no implique el ser independiente, pues « ser» puede significar
muchas cosas diferentes.
Metafísica, 1077b, 12-17
En lo que se refiere a los cuerpos naturales, unos tienen vida y otros no, es
decir, algunos son capaces de nutrirse, crecer y decaer. Así, todo cuerpo natural
viviente, que debe ser substancia, debe ser además substancia compleja; pero,
puesto que es cuerpo de una clase particular —esto es, tiene vida— el cuerpo no
puede ser alma. Un cuerpo es sujeto, no algo predicado de un sujeto, y es, así,
materia. El alma es, por tanto, substancia en el sentido de que es la forma de un
cuerpo natural que tiene vida en potencia. La substancia en este sentido es acto,
de modo que el alma es el acto del cuerpo viviente. Pero el acto tiene dos
sentidos, similares a posesión del conocimiento y uso del conocimiento. El acto
del que estamos hablando es similar a la posesión de conocimiento, pues tanto
dormido como despierto es necesaria la presencia de un alma; estar despierto es
como usar el conocimiento, mientras que estar dormido es similar a la posesión
del conocimiento, sin hacer uso de él.
De Anima, 412a, 17-26
Es obvio que hay causas, y muchas, en verdad. Se descubren cuando se
pregunta: « ¿Por qué sucedió esto?» . Esto nos retrotrae a ciertas cuestiones
básicas. Al enfrentarnos con cosas inmutables, nos preguntamos: « ¿Qué es
esto?» . Por ejemplo, en matemáticas se comienza por la definición de línea
recta, o número, o algo así. En otros casos podemos preguntar: « ¿Qué produjo
este cambio?» . Como, por ejemplo, en: « ¿Por qué este pueblo emprende una
guerra?» . La respuesta podría ser: « Por ataques en sus fronteras» . O podría ser
por la finalidad que se persigue: en otras palabras, luchaban para sojuzgar. En aun
otra categoría, cuando las cosas se producen, su causa es la materia. Estas son
evidentemente las causas. Hay varios tipos diferentes de causa, y todo el que
pretenda comprender la naturaleza debería saber cómo descubrirlas. En realidad,
hay cuatro tipos diferentes: materia, forma, lo que produce el cambio y la
finalidad.
Física, 198a, 14-24
Así, al ser el movimiento eterno, si hay un primer motor, él también debe ser
eterno… y aquí es suficiente suponer que hay un solo motor, el primero en poner
en movimiento las cosas estáticas, y este ser eterno es el principio del
movimiento de todas las demás cosas.
Física, 259a, 7-14
Las gentes que tienen gruesos los bordes de las ventanillas de la nariz son
perezosas, como el ganado. Los de nariz ancha en su extremo son insensibles,
como los jabalíes. Por otro lado, los que tienen la nariz aguda en su extremo se
enfurecen fácilmente, como los perros. Mientras que si su extremo es plano y
redondo, son magnánimos, como los leones. Las gentes de nariz fina son como
los pájaros, pero si la nariz es ganchuda y sobresale desde la frente, tienden a ser
desvergonzados como los cuervos.
Fisionomía, VI, 28-36.
Cronología de fechas filosóficas
importantes
Siglo VI a. C.
Comienzos de la filosofía occidental con Tales de Mileto.
Final del siglo VI a. C.
Muerte de Pitágoras.
399 a. C.
Sócrates es condenado a muerte en Atenas.
387 a. C.
Platón funda en Atenas la Academia, la primera Universidad.
335 a. C.
Aristóteles funda en Atenas el Liceo, escuela rival de la Academia.
324 d. C.
El emperador Constantino traslada a Bizancio la capital del Imperio Romano.
400 d. C.
San Agustín escribe sus Confesiones. La teología cristiana incorpora la filosofía.
410 d. C.
Los visigodos saquean Roma.
529 d. C.
El cierre de la Academia de Atenas por el emperador Justiniano marca el final
de la era Greco-Romana y el comienzo de la Edad Media.
Mitad del siglo XIII
Tomás de Aquino escribe sus comentarios a Aristóteles.
Época de la Escolástica.
1453
Caída de Bizancio ante los turcos.
Fin del Imperio Bizantino.
1492
Colón descubre América. Renacimiento en Florencia. Revive el interés por la
sabiduría griega.
1543
Copérnico publica De revolutionibus orbium coelestium (Sobre las Revoluciones
de los Cuerpos Celestes) donde prueba matemáticamente que la tierra gira
alrededor del sol.
1633
Galileo es obligado por la Iglesia a retractarse de la teoría heliocéntrica del
universo.
1641
Descartes publica sus Meditaciones, inicio de la filosofía moderna.
1677
La muerte de Spinoza hace posible la publicación de su Ética.
1687
Newton publica Principia e introduce el concepto de gravedad.
1689
Locke publica su Ensayo sobre el Entendimiento Humano. Comienzo del
empirismo.
1710
Berkeley publica Tratado sobre los Principios del Conocimiento Humano,
conquistando nuevos campos para el empirismo.
1716
Muerte de Leibniz.
1739-40
Hume publica el Tratado de la Naturaleza Humana, y lleva el empirismo a sus
límites lógicos.
1781
Kant, despertado de su « sueño dogmático» por Hume, publica la Critica de la
Razón Pura. Empieza la gran época de la metafísica alemana.
1807
Hegel publica la Fenomenología del Espíritu: punto culminante de la metafísica
alemana.
1818
Schopenhauer publica El Mundo como Voluntad y Representación, introduciendo
la filosofía hindú en la metafísica alemana.
1889
Nietzsche, que había declarado « Dios ha muerto» , sucumbe a la locura en
Turín.
1921
Wittgenstein publica el Tractatus Logico-Philosophicus, proclamando la « solución
final» a los problemas de la filosofía.
1920s
El Círculo de Viena propugna el positivismo lógico.
1927
Heidegger publica Sein und Zeit (Ser y Tiempo), anunciando la brecha entre las
filosofías analítica y continental.
1943
Sartre publica L’être et le néant (El Ser y la Nada), adelantando el pensamiento
de Heidegger e impulsando el existencialismo.
1953
Publicación póstuma de las Investigaciones Filosóficas de Wittgenstein. Esplendor
del análisis lingüístico.
PAUL STRATHERN, (nacido en 1940) es un escritor británico y académico.
Nació en Londres y estudió en el Trinity College de Dublín, tras lo cual sirvió en
la Marina Mercante durante un período de dos años. Después vivió en una isla
griega. En 1966 viajó por tierra a la India y los Himalay as. Su novela Una
temporada en Abisinia ganó un premio Somerset Maugham en 1972.
Además de cinco novelas, también ha escrito numerosos libros sobre la ciencia,
la filosofía, la historia, la literatura, la medicina y la economía. Es el autor de dos
exitosas series de libros introductorios breves: Filósofos en 90 Minutos y Los
científicos y sus descubrimientos. Su libro sobre la historia de la química, titulado
El sueño de Mendeléiev (2001) fue preseleccionado para el Premio Aventis, y
sus obras han sido traducidas a más de dos docenas de idiomas. Es el autor de los
bestsellers “Los Medici: Padrinos del Renacimiento”; “Napoleón en Egipto”; y
“El artista, el filósofo y el guerrero: Leonardo, Maquiavelo y Borgia - Una
colusión fatídica”. Su más reciente trabajo “El espíritu de Venecia: de Marco
Polo a Casanova” salió en may o de 2012.
Strathern fue profesor en la Universidad de Kingston, donde fue profesor de
filosofía y de ciencia. Vive en Londres, y tiene tres nietos que viven en Viena:
Tristán, Julián y Opajoke.
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