PARÁLISIS FACIAL

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CAPÍTULO 3
PARÁLISIS FACIAL
1. ANATOMÍA
2. ETIOLOGÍA CLÍNICA
3. EXPLORACIÓN CLÍNICA
4. TRATAMIENTO MÉDICO Y MEDIDAS CONSERVADORAS
4.1. Implantes adhesivos de Tantalio
4.2. Toxina botulínica
5. TRATAMIENTO QUIRÚRGICO
5.1.
5.2.
5.3.
5.4.
5.5.
Tarsorrafías
Procedimientos de reinervación
Implantes de oro
Manejo del párpado inferior
Manejo de la ceja
Capítulo 3
PARÁLISIS FACIAL
Enrique España Gregori, Manuel Cervera Taulet
La consecuencia de la parálisis facial a nivel oftalmológico consiste en la pérdida de la secreción lagrimal (no en todos los casos) y de la función de los párpados, como elementos de protección ocular y especialmente corneal. Así pues la protección de la
córnea se convierte en factor fundamental, pero también existe una vertiente estética muy importante
que preocupa a los pacientes. No hay que olvidar
además la función de los párpados como elementos
fundamentales en la fisiología del drenaje lagrimal,
pues del buen funcionamiento de la bomba canalículo-palpebral, así como de la correcta posición de
ambos párpados depende este drenaje.
1. ANATOMÍA
El control de los movimientos voluntarios faciales
está situado en la corteza del lóbulo frontal. Las
fibras que controlan la parte superior de la cara se
dirigen a ambos núcleos faciales situados en el troncoencéfalo, mientras que las de la parte inferior de la
cara van al núcleo del facial contralateral. Esto tiene
como consecuencia que una lesión cortical respetará el cierre ocular y el movimiento de la frente.
El parpadeo periódico y el emocional tienen un
control extrapiramidal en conexión con los ganglios
de la base. La enfermedad de Parkinson reduce el
parpadeo periódico en gran medida.
Los núcleos motores faciales se encuentran,
como hemos anticipado, en el troncoencéfalo, en
concreto en la protuberancia. Las fibras motoras describen un bucle alrededor del núcleo del nervio
motor ocular externo (VI par craneal) y a ellas se les
une el nervio intermediario de Wrisberg, que lleva
fibras procedentes del parasimpático, lagrimales y
salivares, y fibras sensitivas gustativas de los dos tercios anteriores de la lengua.
El nervio así constituido entra junto al estatoacústico (VIII par) en el conducto auditivo interno, donde
se separan del VIII par. Al llegar al ganglio genicula-
do se separan las fibras lagrimales, que irán al ganglio esfenopalatino, y de ahí a la glándula lagrimal (a
través de la rama maxilar del trigémino y el nervio
lagrimal).
A partir de aquí se irán separando ramas, al
músculo del estribo y la cuerda del tímpano (donde
van las fibras parasimpáticas a las glándulas submandibular y submaxilar y las sensitivas gustativas).
A partir de aquí el facial sale del cráneo a través del
agujero estilomastoideo y atraviesa la parótida,
dando las ramas cervicofacial y temporofacial. Las
ramas terminales son bastante variables, pero en
general las ramas temporales y las cigomáticas se
encargan de la inervación de la porción superior e
inferior del orbicular de los párpados respectivamente. El orbicular de los párpados es el músculo que se
encargará del cierre de los párpados.
Por ello, lo que nos va a interesar desde el punto de
vista oftalmológico son las lesiones a partir de la protuberancia, que suelen ocasionar monoplejía facial.
2. ETIOLOGÍA DE LA PARÁLISIS FACIAL
Aunque son múltiples las causas que pueden
afectar al nervio facial a lo largo de su recorrido, destacan como más importantes la parálisis de Bell
(53%) y los traumatismos (21%). Otras causas son el
herpes zoster oftálmico (Sdr. de Ramsay-Hunt), infecciones (mononucleosis, enfermedad de Lyme, infecciones otomastoideas), las parálisis congénitas y los
tumores (meningioma, neurinoma del acústico), aunque en un porcentaje mucho menor.
La parálisis idiopática de Bell, si bien es con
mucho la más frecuente, en un porcentaje elevado
de casos tiene una resolución espontánea (84%), y
basta con el tratamiento médico paliativo hasta esperar a que mejore, lo que suele ocurrir a las 3 semanas y es completa a los 2-3 meses.
Sin embargo las parálisis traumáticas, especialmente las iatrogénicas, suelen tener un peor pronós-
58
tico, especialmente las secundarias a la cirugía en el
ángulo pontocerebeloso, concretamente para la
extirpación de neurinomas del acústico. Estas con
frecuencia son más severas y requieren un tratamiento de urgencia, que en un porcentaje elevado
de casos será quirúrgico.
3. EXPLORACIÓN CLÍNICA
Vista la anatomía es fácil suponer que en la
exploración de la parálisis facial será muy importante para su clasificación topográfica el conocimiento del estado de la audición (nervio estatoacústico), la sensibilidad gustativa, el estado de secreción lagrimal y el aspecto motor del facial, así como
de la integridad de los pares craneales que hay a su
alrededor (VI y trigémino o V) o cualquier otra
lesión del troncoencéfalo y cerebelo, causa de vértigo o nistagmus.
Nos centraremos en la exploración oftalmológica
y en los aspectos que van a influir tanto en la cirugía
como en el tratamiento médico, así como en el pronóstico visual.
Así dividiremos la exploración en:
1. Exploración de la función palpebral.
• Párpado superior.
• Párpado inferior.
• Cierre palpebral.
• Drenaje lagrimal.
2. Exploración de la secreción lagrimal.
3. Exploración del estado y sensibilidad corneal.
4. Posición de la ceja.
• Hipertonía post-reinervación o reinervación anómala.
3.1. Exploración de la función palpebral
3.1.1. Exploración del párpado superior
El párpado superior se encuentra habitualmente
retraído, por predominio del músculo elevador del
párpado superior sobre el orbicular hipofuncionante.
En ocasiones esto no es evidente si no lo comparamos con el lado sano. En otras ocasiones el peso de
la ceja, por hipofunción del músculo frontal, que
causa ptosis de la misma, contrarresta la retracción
palpebral.
Es conveniente además observar el grado de atrofia de la piel y del músculo orbicular, que en ocasiones están muy adelgazados.
3. Parálisis facial
3.1.2. Exploración del párpado inferior
En primer lugar debemos observar la posición
del borde libre palpebral, pues la parálisis facial
suele asociarse a un ectropión. Esta eversión del
borde libre palpebral se deberá tanto a la atonía del
orbicular como a la laxitud de los tendones cantales. Nos servirán para confirmar la laxitud del párpado inferior las pruebas del snap-back y el test de
tracción. En muchas ocasiones más que un verdadero ectropión, lo que aparece es un descenso del
borde libre del párpado inferior, por la atonía muscular y la laxitud de los tendones que origina el
peso de la musculatura facial por acción de la gravedad.
La laxitud del tendón cantal medial se demuestra
traccionando desde la porción lateral del párpado
hacia fuera o dando un pellizco en la porción lateral
del párpado inferior. Así apreciamos que el punto
lagrimal se desplaza, en estos casos, hasta casi el
limbo inferior corneal.
Observaremos también la posición espontánea
del punto lagrimal, que puede presentar una ligera
eversión, perdiendo la conexión con el lago lagrimal.
3.1.3. Exploración del cierre palpebral
La parálisis facial se caracteriza por el cierre
incompleto de la hendidura palpebral. Por ello, tras
observar la posición espontánea de los párpados con
los ojos abiertos, pediremos al paciente que los cierre suavemente, «como si estuviera durmiendo».
Observaremos así el cierre palpebral no forzado. En
las parálisis faciales apreciamos que no contactan los
párpados. Tras esto pediremos que realice un cierre
forzado y lo volveremos a observar. En ambos casos
debemos apreciar si el paciente tiene un buen fenómeno de Bell, que es un mecanismo de protección
corneal, que se observa sobre todo indicando un cierre forzado, con lo que se produce una supraducción
del globo ocular que deja protegida la córnea. Esta
maniobra en pacientes normales exige que el explorador abra los párpados mientras se le pide al paciente el cierre forzado. En el caso de la parálisis facial
no es necesario, pues la hipofunción del orbicular
nos muestra fácilmente la protección corneal incluso
con grados severos de parálisis facial. Este es un
signo de buen pronóstico, pues nos permite una actitud menos urgente que en los casos en que no aparece o es débil (figs. 1 y 2).
3. Parálisis facial
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Figs. 1 y 2. Paciente con parálisis facial y lagoftalmos. Cierre incompleto de la hendidura palpebral. Apreciamos un buen
fenómeno de Bell como mecanismo protector de la córnea en estos casos.
3.1.4. Drenaje lagrimal
La afectación facial, al influir sobre el músculo
orbicular de los párpados y el músculo de Horner
disminuye la función de la bomba canalículo-palpebral y con ello altera un mecanismo esencial en
la fisiología del drenaje lagrimal. Además, la malposición del borde libre palpebral dificulta la circulación de la lágrima hacia los puntos lagrimales. Se
puede apreciar esta malfunción del drenaje lagrimal al observar la epífora, un lago lagrimal lleno o
instilando fluoresceína y viendo que no aclara, y
permanece en la superficie del ojo durante largo
tiempo (fig. 3).
De todos modos, la aparición de epífora dependerá de la afectación o no del parasimpático lagrimal, que puede causar hiposecreción lagrimal.
Debemos advertir a los pacientes, tanto si son
sometidos a intervención quirúrgica como si no,
que la bomba canalículo-palpebral es lo último
que se recupera, y que en ocasiones, tras una evolución muy favorable, persiste algo la epífora. Es
por tanto, aunque sin implicaciones visuales, el
factor sobre el que podemos actuar en menor
medida.
Del mismo modo un déficit de lágrima puede
deberse a una hipoestesia corneal, más que a una
lesión destructiva sobre el parasimpático lagrimal.
Debemos observar el tiempo de ruptura de la película lagrima (BUT).
Las tiras del test de Schirmer, deben introducirse en el fondo de saco conjuntival inferior, comenzando sobre el ojo sano y esperando unos
momentos antes de introducirla en el ojo con la
parálisis, para evitar que el mecanismo reflejo
sobre el ojo sano influya sobre el resultado. Debemos tomar la precaución de secar el lago lagrimal
previamente a la prueba. Si humedece menos de
5 mm a los 5 minutos se considera que existe
hiposecreción lagrimal.
En un 10% de los pacientes con parálisis de Bell
hay un cierto grado de hipoestesia. En estos pacientes conviene hacer el test de Schirmer bajo anestésico, para evitar la influencia del ojo sano.
3.2. Exploración de la secreción lagrimal
La exploración por simple apreciación externa
puede llevarnos a engaños, pues una epífora se
puede deber a una función deficiente del sistema de
drenaje lagrimal o al simple mecanismo reflejo frente a la exposición corneal, y con menor frecuencia a
una lesión irritativa del parasimpático lagrimal (nervio petroso superficial mayor).
Fig. 3. Tras la resolución espontánea de la parálisis facial
observamos el mal funcionamiento de la bomba canalículo-palpebral que se manifiesta por una persistencia de la
fluoresceína en los fondos de saco conjuntivales durante
un tiempo prolongado.
60
3. Parálisis facial
Figs. 4 y 5. Contractura del orbicular tras parálisis facial. Se aprecia un buen cierre palpebral tras la recuperación de la función.
3.3. Exploración del estado y sensibilidad corneal
El nervio trigémino en algunos casos puede estar
afectado, especialmente en tumores del ángulo pontocerebeloso. Además, como hemos comentado, en
casos con ectropión y parálisis facial puede haber
una cierta hipoestesia como mecanismo de adaptación a la exposicón crónica.
La aparición de hipoestesia corneal, empobrece
el pronóstico de las parálisis faciales, pues altera el
trofismo de la superficie ocular. Por si sola puede
alterar la producción lagrimal. También disminuye el
parpadeo reflejo que pudiera haber.
Se puede explorar con una torunda de algodón
sobre la córnea, sabiendo que la mala función del
orbicular, además de la hipoestesia que conlleva la
exposición crónica pueden disminuir el reflejo.
que si bien conserva un funcionamiento apropiado
de la dinámica palpebral, muestra una hendidura
palpebral disminuida y un defecto estético que preocupan al paciente (figs. 4 y 5).
En otros casos la reinervación lleva a movimientos faciales aberrantes, sinquinéticos, con inervación
muscular por ramas que no corresponden al grupo
muscular afecto. Por ejemplo, si los nervios que se
encargan de la musculatura oral (orbicular de la
boca) inervan el orbicular de los párpados, cuando
se produzca un movimiento de estos, se acompañará del cierre de los párpados. Sólo afecta a la musculatura del nervio facial, por lo que no debe ser
considerada un fenómeno como el de Marcus-Gunn,
que afecta a nervios trigeminales.
4. TRATAMIENTO MÉDICO Y MEDIDAS
CONSERVADORAS
3.4. Posición de la ceja
En los casos en que se afecta el músculo frontal la
parálisis se acompaña de una ptosis de la ceja. Este
aspecto no tiene repercusión funcional, aunque sí
estética (causa gran asimetría facial).
Si planteamos su corrección quirúrgica debemos
considerar que en muchas ocasiones actúa como
mecanismo protector, pues el peso de la ceja contrarresta la retracción del párpado superior y facilita el
cierre de la hendidura palpebral.
3.5. Hipertonía post-reinervación o reinervación
anómala
Algunos casos con resolución espontánea muestran una contractura excesiva del músculo orbicular,
La utilización de lubricantes oculares es la medida utilizada con más frecuencia. Tanto si existe hiposecreción como si no, como siempre hay un cierto
grado de exposición ocular, por muy leve que sea la
parálisis, los lubricantes oculares, bien en forma de
pomadas o de colirios, van a ser útiles. El que utilicemos medios más o menos viscosos dependerá del
grado de exposición palpebral y de la hiposecreción
que le acompañe.
La oclusión ocular, especialmente nocturna, se
utiliza con frecuencia. Se puede realizar con gasas,
con los oclusores utlizados en oftalmología habitualmente o con tiras adhesivas (steri-strip). Debemos llevar especial cuidado al indicar una oclusión con
gasas, pues en parálisis severas se abre el ojo a pesar
de la oclusión, y las propias gasas pueden erosionar
la superficie ocular. Por ello es conveniente instruir
3. Parálisis facial
61
al paciente o familiar para que realice la oclusión
presionando levemente sobre el párpado superior,
con el fin de que este no se abra. Las tiras adhesivas
presentan el problema de que se humedecen por el
frecuente lagrimeo de los pacientes y pierden su eficacia. Por ello no debemos confiar en exceso en la
oclusión y cuando se realiza debemos insistir en utilizar abundante ungüento lubricante, tanto para prevenir la reapertura ocular como el roce del dispositivo de oclusión.
Las tiras adhesivas pueden tener otros usos. Se
pueden utilizar para disminuir el ectropión paralítico. Se coloca en mitad del párpado inferior un extremo, y tirando hacia arriba y lateralmente, plegando
la piel por debajo, se anclan en el reborde orbitario
externo, superando en altura el tendón cantal lateral.
También se pueden utilizar para disminuir la retracción del párpado superior colocando tiras adhesivas
en forma de media luna por encima del pliegue palpebral superior.
También se puede utilizar la toxina botulínica en
el tratamiento de la contractura secundaria a la reinervación espontánea.
4.1. Implantes adhesivos de tantalio
5. TRATAMIENTO QUIRÚRGICO
En los casos en que está prevista una mejoría
precoz de la parálisis o en los casos en que queremos evitar una tarsorrafia, se puede colocar una
prótesis palpebral externa que se ancla a la piel del
párpado con tiras adhesivas. Existen ya comercializadas unas pesas de tantalio sobre las que se coloca una tira adhesiva, de las que hay varias tonalidades, para parecerse a la piel del paciente y disimular su efecto antiestético (fig. 6). Estas presentan
el problema de que con el uso la tira se despega,
pero se puede volver a colocar una nueva en su
lugar.
5.1. Tarsorrafias
Fig. 6. Implantes de tantalio para utilizar en casos temporales mediante tiras adhesivas. Se aprecian en la tapa los
colores de las tiras adhesivas para asemejarse a la piel del
paciente (MedDev, FCI, Equipsa. Madrid).
En los casos en que no se puede mantener la integridad ocular, por la imposibilidad de conseguir un
cierre ocular suficiente, pueden indicarse las tarsorrafias, que en nuestra opinión no deben considerarse en principio como medidas definitivas, sino provisionales.
La tarsorrafia produce un defecto estético al alterar la morfología normal de la hendidura palpebral
(fig. 7). Además no es una solución fisiológica, por lo
que se debe tener como reserva en el tratamiento
quirúrgico del lagoftalmos.
4.2. Toxina botulínica
En casos severos, como medida temporal y para
evitar la lesión corneal, se puede inyectar toxina
botulínica, con el fin de provocar una ptosis del párpado superior, mientras esperamos a la resolución
espontánea de la parálisis. Se recomienda la inyección de 2,5 UI/mL.
Como inconveniente la ptosis puede ocluir el eje
visual, con el problema que conlleva la visión monocular. Además la toxina botulínica puede disminuir
la secreción lagrimal. Si difunde y afecta al recto
superior (o el oblicuo mayor), da lugar a un estrabismo vertical, que habitualmente es pasajero.
Fig. 7. Tarsorrafia lateral en paciente que presenta además
una exotropia.
62
Fig. 8. Tarsorrafia lateral provisional.
Sí serán de interés las tarsorrafias temporales que
se utilizarán como procedimiento de urgencia, a la
espera de realizar una corrección definitiva o de que
se resuelva espontáneamente la parálisis. Se puede
realizar en una sala de curas o a pie de cama con las
medidas de esterilidad que se emplean para cualquier cirugía menor. Nosotros habitualmente realizamos una tarsorrafia lateral con un punto en U
mediante una sutura no reabsorbible (prolene 5-0)
que se anuda sobre un fragmento de silicona sobre
cada párpado, con lo que se aumenta la efectividad
de la tarsorrafia y se evita las lesiones que el material
de sutura pueda ocasionar en el párpado si lo mantenemos durante un tiempo largo. En ocasiones se
puede utilizar un fragmento de protector de cánula
(o de una aguja para inyección) o la esponja en la
que va colocada la sutura (fig. 8).
Tarsorrafia definitiva. En algunas situaciones es
aconsejable realizar tarsorrafias definitivas. Cuando
el resto de medidas médicas y quirúrgicas han fraca-
3. Parálisis facial
sado. Pero debemos siempre mantener la posibilidad
de la temporalidad. Nuestra técnica consiste en realizar una división del borde libre palpebral en sus
láminas anterior y posterior por la línea gris. Después
realizaremos un pelado de la porción posterior (no
consiste en crear mediante raspado una superficie
cruenta), resecando la mucosa y una mínima parte
de la porción del tarso más próxima al borde libre
palpebral. Debemos quitar una porción del borde
libre tanto en el párpado superior como inferior,
aproximadamente de una longitud equivalente a la
tercera parte del borde libre, para suturarlos con
material reabsorbible (6-0 aguja espatulada). El
punto debe pasarse desde la cara anterior hacia el
borde libre en el primer tarso y desde borde libre
hacia cara anterior en el segundo tarso, con el fin de
que el nudo quede en la porción anterior del tarso,
por detrás de la lámina anterior. Con ello conseguimos que la lámina anterior mantenga la estética palpebral, así como, en caso de querer revertir el efecto, no quede antiestético al separar la tarsorrafia. La
piel se suturará con un material no reabsorbible de 60. La sutura de piel se retira entre 5-7 días de la intervención (fig. 9).
5.2. Procedimientos de reinervación
Algunos procedimientos quirúrgicos han sido utilizados para el tratamiento de la parálisis facial. Así
se ha preconizado la anastomosis facial-hipogloso,
pero parece que esta técnica, si bien puede tener
resultados favorables en la musculatura de la cara,
no consigue los mismos resultados a nivel del orbicular de los párpados.
También se han realizado transposiciones del
músculo temporal a la zona del facial, especialmente a la musculatura inferior.
5.3. Implante de oro
Fig. 9. Tarsorrafia lateral utilizando la lámina interna palpebral.
La colocación de un implante de oro en el párpado superior es la técnica más utilizada para la rehabilitación de la función del párpado superior. Se basa
en el efecto que ejerce por acción de la gravedad,
pues obliga a descender al párpado superior cuando
deja de actuar el músculo elevador. El implante de
oro es una de las técnicas más sencillas de realizar,
es reversible y tiene muy pocas complicaciones
serias. El oro es un material relativamente inerte y
tiene una buena relación volumen-peso.
3. Parálisis facial
Tiene una contraindicación relativa en pacientes
con una piel delgada y gran atrofia del orbicular, por
el defecto estético que ocasiona y por la mayor posibilidad de extrusión. Para algunos autores una córnea anestésica es una contraindicación absoluta para
su implantación.
Los implantes de oro están comercializados por
varias empresas (FCI-Equipsa, Labtician-Bloss, o AJLOphthalmics).
Tienen un espesor de 1 mm (los hay de 0,6 mm),
una anchura de 4,5 mm y una longitud que varía
según el peso utilizado. Este peso abarca desde
0,6 gr hasta 1,8 gr en pasos de 0,2 gr (algunas casas
comerciales llegan a 2 gr). Como hemos dicho
anteriormente son de oro, que es un material inerte
y no magnético. En la resonancia magnética aparece dando un silencio (se ve oscuro donde está),
artefacto que sólo altera la imagen localmente. Esto
es importante porque permite realizar RM en estos
pacientes, que en ocasiones las requieren con una
cierta periodicidad, como puede ser el caso de los
neurinomas. Los implantes tienen 3 agujeros para
su fijación al tarso, dos en la parte que quedará
abajo y uno que quedará en la parte superior. Si
bien los primeros diseños tenían bordes en ángulo
recto romos, los últimos diseños disponen de un
perfil en ángulo agudo para disminuir la deformidad estética (fig. 10).
63
Fig. 10 A y B. Esquema de la prótesis de oro con vista de su
porción lateral. Vista de la prótesis de frente con los orificios.
Elegiremos el implante que permita un cierre adecuado con la mínima ptosis posible. Es frecuente que
elijamos la medida siguiente a la que nos ha parecido la adecuada, pues ocurre que sobre la piel hace
algo más de efecto que en el interior del párpado. El
implante seleccionado con mayor frecuencia es el de
1,2 g, pues tiene un peso suficiente para las parálisis
leves a moderadas y el tamaño se adapta muy bien a
la morfología y dimensiones del párpado.
5.3.1. Técnica quirúrgica
Preparación de la prótesis a implantar. La selección de la prótesis a implantar se realiza en el antequirófano o el día previo en la consulta. La elección
del peso se hará colocando unas prótesis de plata
sujetas con tiras adhesivas (que van en pasos de
0,2 gr desde 0,6-1,6 g) o con las prótesis de tantalio
para implantes temporales externos que hemos
comentado anteriormente (figs. 11 y 12).
Hay cirujanos que prefieren hacer la prueba con
los mismos implantes que se van a colocar, esterilizándolos tras la medida. Esta preferencia se debe a
que los implantes de materiales diferentes, aunque
con el mismo peso, no tienen el mismo tamaño, y
por lo tanto no tendrán exactamente la misma dinámica. Una vez colocado el implante de prueba debemos esperar de 10-15 minutos, pues es frecuente que
pierda algo de eficacia. En primer lugar lo probaremos con el paciente sentado, y posteriormente en
decúbito supino, para comprobar que el paciente es
capaz de cerrar los párpados.
Fig. 11. Implantes de prueba, ordenados por pesos (FCI,
Equipsa, Madrid).
Fig. 12. Con una tira adhesiva se coloca la prótesis y se
comprueba la función del párpado superior y la posición
del mismo con los ojos abiertos.
64
3. Parálisis facial
Antes de comenzar la cirugía, especialmente en
cirujanos poco habituados a la cirugía del párpado,
es conveniente dibujar la zona de la incisión. Nosotros preferimos el pliegue supratarsal, porque así evitamos que la parte superior del implante coincida
con la incisión. Hay otros cirujanos que prefieren
hacer una incisión algo más baja para evitar la aponeurosis del elevador.
La cirugía comienza con la infiltración de anestésico en el párpado superior en la zona por debajo del
orbicular (bupivacaína al 0,5% con adrenalina al
1/100.000, lidocaína al 2% con vasoconstrictor, o
una mezcla de ambos). Mediante masaje redistribuimos el anestésico y recuperamos la anatomía normal
del párpado.
Realizamos la incisión, solo piel en el pliegue
supratarsal (fig. 13).
Una vez hecha la incisión realizamos un pequeño ojal en el orbicular hasta ver las estructuras subyacentes y ampliamos la incisión al orbicular en el
sentido de las fibras musculares. Con esto reducimos
mucho el sangrado. Esta apertura del orbicular será
algo menor que la longitud total de la pesa de oro.
Así creamos un bolsillo donde se alojará la pesa. Esta
maniobra dificulta algo la cirugía pero evitará que
los ángulos superiores del implante sobresalgan a
través de la incisión, disminuyendo la posibilidad de
extrusión.
La disección por debajo del orbicular tiene que
ser amplia, dejando desnudo el tarso.
Posteriormente se ancla con material no reabsorbible (mersilene 8-0, otros utilizan 6-7-0) al tarso.
Nosotros aconsejamos precolocar las dos suturas
inferiores antes de introducir la pesa, lo que hacemos
tras enhebrar la sutura por los agujeros de la prótesis
(fig. 14).
Una vez colocada la pesa, fijamos el último
punto al tarso a través de la perforación superior.
(fig. 15) Otros autores anclan el implante por debajo
del elevador, de su aponeurosis, pero siempre en el
tarso, y algunos lo hacen por encima del la aponeurosis del elevador, en una posición más alta, con lo
Fig. 13. Incisión en el pliegue supratarsal.
Fig. 14. Tras precolocar las suturas inferiores se enhebra
por los orificios de la prótesis y se introduce en el bolsillo
creado por debajo del orbicular.
3. Parálisis facial
65
que el implante a colocar deberá ser algo mayor a lo
medido en el preoperatorio, pues la acción que realiza es menor.
Cierre por planos. Orbicular con reabsorbible
6-0 y la piel con no reabsorbible, sutura contínua 6-0.
5.3.2. Cuidados postoperatorios
Si realizamos una cirugía cuidadosa, con cauterio
suficiente, podemos reducir el sangrado y la inflamación al mínimo. Nosotros recomendamos un tratamiento antibiótico por vía oral (amoxicilina-clavulánico 500 mg 3 veces al día durante una semana). El
primer día la utilización de compresas frías, así como
dormir con la cabeza algo elevada, puede ayudar a
disminuir el edema, que suele ser muy pequeño.
La retirada de puntos se realiza entre los 5-7 días
(figs. 16 y 17).
Los primeros días recomendamos el uso de lágrimas artificiales durante el día y pomada lubricante
por la noche.
Debemos advertir al paciente que el parpadeo
espontáneo no se recupera tras la intervención si no
lo tenía. Además, dado que el efecto de la prótesis es
gravitacional, la eficacia disminuye mucho en decúbito, por lo que muchos pacientes deberán utilizar
tratamiento lubricante ocular al menos en el descanso nocturno.
Fig. 15. Una vez introducida la prótesis bajo el orbicular se
anudan las suturas inferiores y se procede a anclar la prótesis al tarso por el orificio superior.
5.3.3. Complicaciones
La principal complicación de los implantes de oro
es su tendencia a la migración. Esto se evita en parte
con la fijación del implante a través de las perforacio-
nes que posee la prótesis. De todos modos, el proceso
de cicatrización puede en ocasiones con las suturas.
Consecuencia de lo anteriormente señalado es
la exposición o extrusión del implante. Con la téc-
Figs. 16 y 17. Tras 5 días de la cirugía apreciamos una abertura palpebral simétrica y un cierre adecuado de la hendidura palpebral tras implantar una prótesis de oro en el párpado superior izquierdo.
66
3. Parálisis facial
Fig. 20. Deformidad estética por protrusión, debido a la
atrofia del orbicular.
Fig. 18. Exposición del implante en su porción inferior, a
través de la piel y el músculo orbicular.
Fig. 19. Ptosis secundaria al implante se oro. Se puede
apreciar además un estrabismo paralítico en ese ojo.
nica descrita nunca nos ocurre a través de la incisión por donde se introdujo la prótesis, sino por el
extremo inferior, el más próximo al borde libre
(fig. 18). Esto se ve facilitado en los pacientes que
tienen un grado de atrofia severo y en los que se
coloca un implante más grande, lo que suele coincidir con frecuencia.
La extrusión, aunque teóricamente aumenta el
riesgo de infección y de otras complicaciones, suele
ser bien tolerada por el paciente. Debemos tranquilizarlo y saber de que disponemos de tiempo para
resolverlo, aunque esto no debe suponer una demora en la cirugía.
Ptosis. Es casi más un efecto secundario que una
complicación. La dificultad está en conseguir el
equilibrio entre un buen cierre ocular gracias al peso
del implante y una abertura suficiente. Con frecuen-
cia el tributo pagado para un buen cierre es una ligera ptosis, que en casos severos nos obliga a que sea
más marcada (fig. 19).
Deformidad estética. Aunque hemos hablado de
que los implantes tienen una buena relación volumen/peso, con frecuencia la prótesis es visible, aunque en planos profundos, por el relieve que ocasiona sobre la piel (fig. 20). Si se coloca bien en plano
suborbicular, o incluso por debajo de la aponeurosis
del elevador, el riesgo de que sea visible es menor.
Intolerancia. En raras ocasiones se ha apreciado
un edema intermitente o persistente tras el implante
de la prótesis. Se duda si se trata en estos casos de
una intolerancia al oro o al material de sutura. Aunque raro, existen casos de intolerancia al oro como
material extraño.
5.4. Manejo del párpado inferior
En el manejo del párpado inferior debemos
observar, como hemos indicado anteriormente, si
existe laxitud cantal lateral, medial, la situación del
punto lagrimal, y si existe eversión de la porción central del párpado inferior.
5.4.1. Laxitud cantal lateral
La laxitud cantal lateral la resolveremos mediante
la técnica de la tira tarsal. Es importante advertir que
con el tiempo puede perder eficacia, y que en decúbito no influye el peso de los músculos y piel de la
región geniana, por lo que es aconsejable hipercorregir, anclando en altura por encima de la porción
del reborde orbitario del canto lateral. También
debemos advertir que el punto en U debe darse por
3. Parálisis facial
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Figs. 21 y 22. Tira tarsal con anclaje al periostio del reborde orbitario.
la cara interna del reborde, para evitar que el borde
libre quede separado del globo ocular, lo que agravaría la mala función palpebral. Algunos autores utilizan material no reabsorbible, pero nosotros pensamos que con el reabsorbible también se consiguen
buenos resultados (figs. 21 y 22).
Si el ectropión paralítico no es muy marcado
puede ser suficiente con esta técnica para solucionar
el problema.
Si además existe eversión de la porción medial a
pesar de la tira tarsal, se puede actuar sobre los
retractores del párpado inferior, acortándolos un
poco.
5.4.2. Laxitud cantal medial
En casos en que se asocie una laxitud del canto
medio, se puede realizar una plicatura o plegamiento
del tendón cantal anclando el tarso al periostio
pasando la sutura por debajo del tendón del orbicu-
lar hasta una altura superior a la inserción de dicho
tendón. Esto se puede realizar con un prolene de 5-0.
Debemos advertir que esta técnica en ocasiones pierde función, pero es sencilla de realizar y se puede
repetir. Es conveniente tutorizar la vía con una sonda
lagrimal mientras realizamos el procedimiento, con
el fin de no lesionar la vía lagrimal (fig. 23).
Si además percibimos un ectropión del punto
lagrimal se puede resecar un diamante tarso-conjuntival por debajo del punto lagrimal o acortar los
retractores del párpado inferior anclándolos al tarso
por debajo del punto lagrimal.
Podemos también realizar la técnica de resección
cantal medial de Sullivan y Collin, que consiste en
realizar una cuña de todo el espesor del párpado en
su porción medial, y a través del espacio subconjuntival por detrás de la plica semilunar, tangencial al
globo ocular, realizar un anclaje de la porción posterior del tarso a la cresta lagrimal posterior. La vía
lagrimal seccionada se marsupializa a la superficie
conjuntival anclándola al tarso (fig. 24).
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Fig. 23. Anclaje desde la porción inferomedial del tarso al
periostio o planos profundos por encima del nivel del tendón cantal medial, con tutorización de la vía lagrimal para
prevenir su lesión.
Fig. 24. Resección cantal medial. Se aprecia la vista frontal de
la porción de tarso a resecar. Posteriormente desde una sección axial podemos apreciar como se marsupializa el canalículo restante y los anclajes, del tarso a la cresta lagrimal posterior, y de la piel a la correspondiente porción medial.
5.4.3. Casos severos
En los casos más severos, con gran descolgamiento se aconseja añadir el uso de espaciadores de párpado inferior (fig. 25). Se han utilizado diferentes
materiales, entre los que destacan los autólogos, como
el cartílago auricular, el paladar duro y en algunos
casos más leves el tarso proveniente del párpado superior. Estos materiales tienen el inconveniente de que
3. Parálisis facial
Fig. 26. Aspecto de un espaciador de polietileno poroso
para el párpado inferior izquierdo.
necesitan la colaboración de otro especialista o el
entrenamiento del cirujano en otros campos diferentes
del territorio ocular. Tienen a favor una muy buena
tolerancia y un bajo número de complicaciones.
Como material sintético tenemos los espaciadores de polietileno poroso (medpor AJL-Ophthalmics)
(fig. 26), que tienen como ventaja la facilidad de su
manejo y como inconveniente la posibilidad de
exposición del implante, lo que obliga a su extracción. Vienen preparados para cada párpado y pueden recortarse según las necesidades. Se pueden
introducir por vía conjuntival o por vía externa.
Siempre se debe colocar por encima de los retractores del párpado inferior. Se puede o no suturar al
tarso, dejando el borde inferior de la prótesis libre.
Si utilizamos la vía conjuntival la conjuntiva se
sutura con material reabsorbible.
Si utilizamos la vía anterior debemos abrir el septum y suturar al tarso el implante (sutura no reabsorbible 6-0) (figs. 27 y 28). Se puede añadir un punto
de Frost en los 2-3 primeros días tras la cirugía.
También existen comercializados espaciadores
de PTFE expandido, que también es un material
poroso (FCI, Equipsa).
Se ha sugerido, en casos severos, anclar la grasa
y la musculatura facial al periostio en la zona cercana al reborde orbitario inferior, como modo de evitar
la recurrencia del ectropión por el efecto mecánico
que ejerce el peso de la parte inferior de la cara
secundaria a la parálisis.
5.5. Manejo de la ceja
Fig. 25. Paciente con parálisis facial que afecta al párpado
inferior provocando ectropión paralítico.
Como ya hemos comentado anteriormente la ptosis de la ceja puede actuar como mecanismo protector, por lo que si actuamos sobre la ceja debemos
3. Parálisis facial
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Fig. 28. El mismo paciente de la figura 25 tras la intervención.
Fig. 27. Espaciador suturado al borde inferior del tarso tras
abrir el septum orbitario. En su parte inferior se deja sin
suturar.
prever que la pesa de oro puede quedar hipofuncionante si no la calculamos bien. Podríamos resumir
que las indicaciones para la elevación quirúrgica de
la ceja son el defecto estético por asimetría facial y
la amputación del campo visual que ocasiona.
Todos los métodos se basan en la elevación de
una de las láminas o capas que existen en la ceja y
región frontal: la piel, la grasa subceja y el periostio
y fascia temporal. La altura de la fijación se realizará
a tres posibles niveles: zona superciliar, línea de crecimiento del pelo o zona coronal (sutura coronal).
La técnica más sencilla consiste en la resección
de una semiluna de piel por encima de la ceja. El
punto de máxima elevación debe estar desplazado
lateralmente, y la cuña habitualmente sólo abarca
los dos tercios externos de la región superciliar. La
resección de la piel debe acompañarse de la del tejido celular subcutáneo. Se puede asociar un anclaje
con material no reabsorbible del borde inferior quirúrgico al periostio en una posición elevada para
corregir la posición de la ceja.
Existe una técnica sencilla, pero que puede perder
funcionalidad con el tiempo que consiste en realizar
un anclaje de los planos profundos musculares de la
ceja al periostio en una posición alta, con material no
reabsorbible (polipropileno 4-0 ó 5-0) (fig. 29).
Otra técnica consiste en crear un colgajo con la
fascia de la grasa subceja que se ancla entre las aponeurosis superficial y profunda del músculo temporal. Se realiza a través de una incisión por el pliegue
palpebral para preparar el colgajo y se recupera a través de una pequeña incisión en la zona temporal que
se tuneliza hasta la incisión palpebral. Puede perder
eficacia si los tejidos no son fuertes.
La técnica más reciente consiste en realizar una
suspensión por vía endoscópica de la ceja, a través
Fig. 29. Paciente a la que se le ha realizado una suspensión de la ceja con anclaje de planos profundos, además
de una corrección de la posición del párpado inferior.
de un abordaje por detrás de la línea de crecimiento
del pelo. Se utiliza fascia lata liofilizada y se ancla,
por debajo del frontal, al periostio.
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