Ruby Bridges Story

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3o grado
Estudios Sociales
Unidad: 08 Lección: 02
La historia de Ruby Bridges
Extractos tomados de la biografía escrita por Ruby Bridges en rubybridges.com
(Abreviado para facilitar su lectura para tercer grado)
En esta fotografía tomada en noviembre de 1960, Ruby Bridges baja
valientemente los escalones de la escuela pública William Frantz en Nueva
Orleáns, escoltada por alguaciles federales. Ruby fue la primera estudiante negra
en lo que anteriormente fuera una escuela primaria solo para blancos.
Antes, su mundo no se extendía más allá de su cuadra, excepto por la larga
caminata que debía hacer para llegar a la escuela solo para negros a donde
asistía a kindergarten. Pero todo eso pronto cambiaría.
Debido a la nueva ley, Brown v. Board, y una nueva orden judicial federal, las
escuelas públicas de Nueva Orleáns, tenían forzosamente que eliminar la
segregación. En la primavera de 1960, Ruby quien era muy inteligente, aprobó un
examen especial y fue seleccionada para empezar el primer grado en la escuela
pública William Frantz.
Ruby recuerda: “Mi madre estaba totalmente de acuerdo, pero mi padre no. Solo
estamos buscando problemas, dijo. Él pensaba que las cosas no cambiarían y
que las personas negras y las blancas nunca serían consideradas iguales. Mi
mamá pensó que yo tendría la oportunidad de recibir una mejor educación si
asistía a la nueva escuela y podría conseguir un mejor trabajo cuando creciera.
Mis padres lo discutieron y oraron por eso. Finalmente, mi madre convenció a mi
padre de que a pesar de los riesgos, tenían que dar un paso adelante, no
solamente por sus propios hijos, sino por todos los niños negros.
©2012, TESCCC
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Un juez federal decretó que a partir del lunes 14 de noviembre de 1960, los niños
negros de Nueva Orleáns, asistirían a la escuela junto con los niños blancos.
La mañana del 14 de noviembre, los alguaciles federales nos llevaron a mi madre
y a mí en su auto a la escuela William Frantz que estaba a cinco cuadras de
nuestra casa. En el auto, uno de los hombres nos explicó que cuando llegáramos
a la escuela, dos alguaciles caminarían frente a nosotras y dos detrás, para
protegernos por todos lados.
Eso me recordó lo que mi mamá nos había enseñado acerca de Dios: que Él
siempre está ahí para protegernos. ‘Ruby Nell, me dijo al llegar a la nueva
escuela, no tengas miedo. Tal vez haya algunas personas afuera muy enojadas,
pero yo estaré contigo’.
Efectivamente, la gente gritaba y sacudía sus puños cuando salimos del auto,
pero para mí, no eran más ruidosos que durante el Carnaval; mi madre me tomó
de la mano y seguimos a los alguaciles por entre el gentío, por los escalones,
hasta la entrada de la escuela.
Los alguaciles nos llevaron a mi mamá y a mí a la escuela y después a la casa
todos los días. Una joven blanca nos esperaba dentro de la escuela. Me sonrió y
me dijo: ‘Buenos días, Ruby Nell’, como me decía mi mamá, solo que con un
acento que después supe era de Boston. ‘Bienvenida, yo soy la Sra. Henry, tu
nueva maestra’. Me pareció buena, aunque yo no estaba segura. Nunca había
tenido una maestra blanca.
La Sra. Henry nos llevó a mi mamá y a mí a su salón de clases en el segundo
piso. Todos los escritorios estaban vacíos y me dijo que escogiera mi lugar.
Escogí uno al frente y la Sra. Henry empezó a enseñarme las letras del
abecedario.
La mañana siguiente mi mamá me dijo que no podía ir a la escuela conmigo.
Tenía que trabajar y atender a mis hermanos y a mi hermana. ‘Los alguaciles te
cuidarán, Ruby Nell’ me aseguró mamá. ‘Recuerda, si sientes miedo, di tus
oraciones. Puedes orar a Dios en cualquier lugar y a cualquier hora. Él siempre te
escucha’.
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Así fue como empecé a orar de camino a la escuela. Las cosas que la gente me
gritaba no me llegaban. La oración fue mi protección. Después de subir los
escalones pasando entre la furiosa multitud, me alegré de ver a la Sra. Henry. Me
dio un abrazo y se sentó junto a mí en lugar de sentarse ante su enorme escritorio
al frente del salón. Día tras día éramos solo la maestra y yo trabajando en mis
lecciones.
Al mismo tiempo, había unas cuantas familias blancas valientes que habían
dejado a sus hijos en la escuela, pero esos niños no estaban en mi clase, así que
yo no los veía. Gente de todo el país que me había visto en la noticias me
enviaron cartas y donativos. Un vecino le dio trabajo a mi papá pintando casas.
Otras personas se ofrecieron a cuidarnos, vigilaban nuestra casa para ahuyentar
a los alborotadores, hasta caminaban tras el auto de los alguaciles cuando me
llevaban a la escuela. Mi familia no lo habría logrado sin el apoyo de nuestros
amigos y vecinos.
Y yo, nunca lo habría logrado sin la ayuda de la Sra. Henry. Sentada junto a mí en
el salón de clases, solo ella y yo, podía olvidarme de lo que sucedía afuera. Ella
hizo que la escuela fuera divertida. Hacíamos todo juntas. Yo no podía salir al
patio a jugar durante el recreo, así que jugábamos en el salón y para hacer
ejercicio, saltábamos al ritmo de la música.
La gente que se juntaba cada mañana frente a la escuela, estaba llena de odio.
Eran blancos, pero también lo era mi maestra, y era totalmente diferente a los
otros. Ella era la persona más amorosa que yo había conocido. La mejor lección
que aprendí ese año en la clase de la Sra. Henry, fue la lección que el doctor
Martin Luther King Jr. nos trató de enseñar a todos: ‘Nunca juzgues a las
personas por el color de su piel, Dios nos creó a cada uno como seres únicos en
maneras que van mucho más profundas’.
Desde su ventana, la Sra. Henry siempre me observaba cuando caminaba para
entrar a la escuela. Una mañana, cuando llegué al salón, me dijo que le había
sorprendido verme hablar con la muchedumbre. ‘Vi cuando tus labios se movían,
me dijo, pero no entendí lo que les decías’. No estaba hablando con ellos, le dije,
estaba orando por ellos. Generalmente digo mis oraciones en el auto de camino a
la escuela, pero ese día lo olvidé hasta que estaba entre la gente. Por favor,
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acompáñame, le pedí a Dios, y acompaña a esa gente también. Perdónalos
porque no saben lo que hacen.
‘Ruby Nell, verdaderamente eres alguien muy especial’, me dijo la Sra. Henry al
oído mientras me daba un abrazo más fuerte de lo normal. Ella tenía una mirada
como la que mi madre tenía cuando yo había hecho algo que la hacía sentirse
orgullosa”.
Actualmente, Ruby Bridges continúa siendo voluntaria en la Escuela Pública
William Frantz de Nueva Orleáns. El huracán Katrina causó muchos daños,
incluyendo la destrucción de los libros de la biblioteca escolar. Ruby ayudó a
limpiar el desastre y ahora está ayudando a restaurar la biblioteca.
Photo credit (left to right):
Library of Congress, Prints & Photographs Division, NYWT&S Collection, [LC-USZ62-126460]
United Press International (Photographer). (1960). Six-year-old ruby bridges. [Print Photo]. Retrieved from http://hdl.loc.gov/loc.pnp/cph.3c26460
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