UNHCR’s Nansen Refugee Award 2015 EMBARGOED UNTIL 15 SEPTEMBER 2015 CASE STUDY – Salma SALMA*, Antigua alumna de la Sra. Aqeela Asifi Haseena, de nueve años, a la izquierda, y Nadia, de doce años, siguen los pasos de su madre y asisten a la escuela de Asifi. Debido a las estrictas tradiciones culturales de la comunidad, su madre no pudo ser fotografiada. Su nombre se ha cambiado para proteger su identidad. Cuando Aqeela Asifi inició su primera escuela para niñas en la aldea de refugiados de Kot Chandana en Mianwali, Paquistán, una pequeña niña llamada Salma fue una de sus primeras estudiantes. A pesar de pertenecer a una familia profundamente conservadora, Asifi logró persuadir a los padres de Salma para que la dejaran asistir a clases y recibir una educación. Salma dice que eso cambió su vida. La familia de Salma era de pastores nómadas que huyeron de Kunduz, Afganistán, a fines de la década de 1980. Salma solo tenía dos meses de edad en ese momento y su madre aún la amamantaba. Fue un largo y difícil viaje hasta alcanzar la frontera Pakistaní. A medida que su caravana avanzaba lentamente cruzando el país, enfrentaron obstáculo tras obstáculo, terrenos traicioneros, condiciones climáticas extremas, robos y, en el momento más triste, un feroz ataque que dejó a 12 miembros de la familia muertos. Tuvieron que dejarlos ahí, enterrados en tumbas superficiales, antes de continuar. Salma y su familia llegaron a Paquistán exhaustos, sin dinero y traumatizados. Los pies de su madre estaban cubiertos de ampollas por cargarla largas distancias. Su piel severamente quemada por efecto del implacable sol. Finalmente la familia se adentró en el país, y encontró protección en la aldea de refugiados de Kot Chandana. Es aquí donde Salma creció y ha permanecido desde entonces. Nunca ha dejado el distrito de Mianwali. Mirando hacia atrás, Salma recuerda los primeros días de escuela. Recuerda con todo detalle la primera aula en la tienda de campaña. No tenían agua para beber, no tenían alfombras o almohadones para sentarse, no tenían ventiladores, no tenían libros, tenían que aprender de hojas de ejercicio individuales que su profesora había escrito a mano. UNHCR’s Nansen Refugee Award 2015 EMBARGOED UNTIL 15 SEPTEMBER 2015 CASE STUDY – Salma Salma recuerda además, como a veces Asifi lograba obtener lápices y borradores para los estudiantes. La primera vez, engañada por el dulce aroma artificial de los borradores, Salma mordió uno. Aún recuerda riendo el aroma y el sabor del borrador: “Me recordó a la goma de mascar. A la mitad [comiéndolo] me di cuenta que no sabía bien, pero lo terminé de todas maneras”. A pesar de ser una de las pocas afortunadas que pudo asistir a la escuela, como niña la vida siguió siendo muy restrictiva y reglada por las estrictas tradiciones. Los padres de Salma arreglaron un matrimonio para ella pero no le contaron temiendo que huyera. Para cuando Salma estaba terminando el último nivel escolar ya estaba casada y embarazada, pero ella estaba decidida a terminar y recibir su certificado. Inspirada por el ejemplo de Asifi, se las arregló para combinar los roles de estudiante, joven esposa y eventualmente madre. Salma explica que concluir su educación y graduarse cambió su vida. En la práctica su educación ha probado ser vital para toda su familia. Como la única persona alfabetizada, es Salma quien lleva a sus hijos al hospital cuando están enfermos y rellena los formularios. Ella es la que puede leer la fecha de expiración en sus medicinas. Ella puede además ayudar a sus hijos con sus tareas escolares. Pero dice que la paciente guía de Asifi se extendió más allá de enseñarle a leer y escribir, ella fue además una importante mentora y modelo a seguir. Ella le dio la confianza y las herramientas para administrar su hogar y su vida familiar y le inspiró un sentido de dignidad y respeto por los demás. Ahora ella es madre de siete niños, cinco niñas y dos niños. Tres de las niñas están inscritas en la escuela de Asifi. Salma desearía poder continuar sus estudios, pero ante sus obligaciones domésticas y sus responsabilidades como madre, se enfoca en la educación de sus hijas. “Yo tenía sueños” dice suavemente. “Siempre quise ser como Aqeela. Hablar con sabiduría” y desea lo mismo para sus hijas. Salma ansía que sus hijas, Nadia, de 12 años, Haseena, de 9 años y Sariya, de 6 años, se conviertan algún día en doctoras, profesoras, lo que sea que ellas deseen ser. Señala que hará cuanto esté a su alcance para resistir el matrimonio temprano de sus hijas. *Se han cambiado los nombres para proteger su identidad. UNHCR’s Nansen Refugee Award 2015 EMBARGOED UNTIL 15 SEPTEMBER 2015 CASE STUDY – Salma