Número de registro: 20994 Novena Época Instancia: Tribunales

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AMPARO DIRECTO 287/2007.
Número de registro: 20994
Novena Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: Tomo XXVII, Junio de 2008
Página: 1128
AMPARO DIRECTO 287/2007. JOSÉ LUIS PÉREZ SÁNCHEZ.
CONSIDERANDO:
QUINTO. Son esencialmente fundados los conceptos de violación.
El argumento toral de la resolución reclamada, para confirmar la condena en contra del
quejoso, se traduce en la circunstancia de que éste no demostró la objeción hecha a la factura
exhibida por la actora aunque tenía la carga de hacerlo, concretamente, por no demostrar la
inexistencia de la relación comercial alegada, ni su desvinculación con las personas que
firmaron haber recibido la mercancía mencionada en dicho documento, por no ser sus
representantes, factores o dependientes. En consecuencia, aduce la responsable, debe
presumirse que el demandado recibió la mercancía respectiva y debe cubrir su precio.
A ese respecto, el quejoso alega la imposibilidad de su parte para demostrar hechos
negativos.
Tiene razón el quejoso.
De conformidad con los artículos 1194, 1195 y 1196 del Código de Comercio, quien afirma
tiene la carga de probar y no así quien niega, salvo que su negación envuelva la afirmación
expresa de un hecho o al hacerlo desconozca una presunción legal a su favor el colitigante.
En dichas disposiciones se recogen principios generales sobre la carga de la prueba, que
responden a exigencias de lógica y facilidad para probar. Por eso, quien asevera la existencia
de cierto estado de cosas, debe demostrarlo. En cambio, quien lo niega tendrá dificultades
para acreditar dicha inexistencia, salvo los casos previstos en la ley (una afirmación tácita o
desconocer una presunción legal), donde dicha dificultad desaparece.
En el caso, la negación hecha por el quejoso al objetar el documento básico de la acción es
lisa y llana, y no configura ninguna de las salvedades por las cuales le corresponda la carga
de probar.
En efecto, el actor reclamó del quejoso el pago del precio de cierta mercancía que dijo
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haberle entregado. Para demostrarlo exhibió una factura donde se indica la mercancía y su
precio, así como dos firmas atribuidas a Susana Velásquez e Iván Sánchez.
El quejoso objetó dicho documento por no haber celebrado la operación comercial ahí
reflejada al señalar: "jamás la actora me vendió el producto ... jamás solicité ... ni siquiera
solicité algún presupuesto". Por lo mismo, negó haber autorizado su recepción y dijo
desconocer la entrega y el domicilio donde se hizo.
Dichas negaciones son simples y llanas, pues se opone rotundamente a la existencia del acto
comercial por el cual se le reclama cierta suma de dinero. Así, no hay posibilidad de alguna
afirmación implícita en ella, contrariamente a lo sostenido por la responsable, precisamente
porque rechaza el acto afirmado por el actor. Asimismo, no hay disposición alguna en la ley
donde se prevea alguna presunción a favor de quien expide facturas, sobre la entrega de la
mercancía amparada en ellas.
De imponerle la carga de probar su negación, se impondría al demandado una tarea difícil o,
incluso, imposible, pues aunque fuera prolijo en demostrar todas las operaciones comerciales
que ha llevado a cabo para que, por exclusión, se advirtiera que ninguna de ellas es la
reclamada en juicio, de cualquier modo permanecería la duda sobre la existencia de ésta. En
cambio, para el actor la tarea de acreditar la existencia del acto es más fácil, porque para ello
podría agregar a la factura algún documento donde conste el pedido del demandado, el
testimonio de alguna persona que conoció del acto, etcétera.
Por tanto, el quejoso no está obligado a probar su negación.
No contradicen lo anterior las tesis de jurisprudencia invocadas por la responsable. Las que
tienen como rubro: "DOCUMENTOS PRIVADOS. TIENEN VALOR PROBATORIO SI
LA PARTE A QUIEN SE ATRIBUYEN LOS OBJETA EN SU AUTENTICIDAD Y NO
DEMUESTRA LA OBJECIÓN.", así como "FACTURAS. ES INSUFICIENTE PARA
MOTIVAR SU INVALIDEZ LA OBJECIÓN QUE SE HACE DEPENDER DE
REQUISITOS O CONDICIONES QUE NINGUNA DISPOSICIÓN PRESCRIBE COMO
NECESARIAS, TAL COMO LA FIRMA DE QUIEN LAS EXPIDE.". No son aplicables al
caso concreto pues, en relación con la primera, la objeción del demandado se refiere sólo a la
autenticidad del acto comercial documentado en la factura, y ésta no se le atribuye a él, de
suerte que su objeción no implicó negar que la factura procediera de la empresa actora, o
alegar falsedad en las firmas contenidas en ella, atribuidas a terceros. En relación con la
segunda, la objeción no se hizo depender de la falta de firma pues, al contrario, la factura
exhibida contiene dos firmas cuya autenticidad no fue cuestionada por el demandado.
Asimismo, no podría apoyar el criterio de la responsable la tesis titulada: "DOCUMENTOS,
OBJECIONES A LOS. DEBEN TENERSE POR NO HECHAS SI SÓLO SE REFIEREN
AL ALCANCE PROBATORIO.", en virtud de que esta tesis tiene en cuenta las reglas
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básicas sobre carga de la prueba establecidas en la ley, pues al objetarse el valor probatorio
de una factura, de cualquier modo, ésta debe calificarse o valorarse según las circunstancias
del caso, es decir, los hechos reconocidos por las partes, las pruebas aportadas al juicio, el
propio contenido de la factura, etcétera, sin que por esto se desconozca la carga para quien
afirma, de probar, y no así de quien niega, como sucedió en el caso con el demandado. Por
último, la tesis con el rubro: "PRUEBA, CARGA DE LA.", parte de la base de que el actor
ha probado su derecho y que el demandado debe probar las causas generadoras de la
extinción de su obligación, lo cual no se aplicaría en el caso, pues el demandado ni siquiera
admite la existencia de la obligación, por tanto, no está en el supuesto de alegar causas
generadoras de su extinción, como el pago u otra, que deba demostrar.
El demandado, se insiste, negó el acto de comercio alegado por el actor, por lo cual no tiene
la carga de demostrar su negación.
Determinado lo anterior, corresponde analizar si la factura exhibida como base de la acción
es suficiente, por sí misma, para acreditar la acción, por ser la que, fundamentalmente,
consideró la responsable para emitir su resolución.
Al efecto, enseguida se hacen algunas reflexiones que ofrece la doctrina sobre el origen,
función y naturaleza de las facturas para tener elementos de valoración de su fuerza
probatoria, ya que en el Código de Comercio u otro ordenamiento legal no existe disposición
expresa acerca de la naturaleza jurídica de la factura o de sus efectos demostrativos.
En la Enciclopedia Jurídica Básica, primera edición, Editorial Civitas, páginas 3061 y 3062,
aparece la siguiente información:
"Factura (D.° Financiero y Tributario).
"La factura es el documento emitido por un empresario o profesional con ocasión de las
operaciones que realiza en el ejercicio de su actividad, con los requisitos establecidos por el
ordenamiento jurídico, y donde se hacen constar ciertos datos relativos a la identidad del
sujeto pasivo y del cliente, naturaleza, calidad y cantidad del objeto de la operación, el precio
de los bienes y servicios y el tipo impositivo correspondiente a cada uno de ellos, la cuota y
la fecha.
"I. Necesidad de la factura en el ámbito tributario. La regulación de los deberes de
facturación constituye un exponente de los nuevos derroteros del discurrir actual de los
mecanismos de gestión de los impuestos donde se obliga a los contribuyentes al desempeño
de funciones cuasiadministrativas. En el ámbito de esas nuevas funciones, donde desempeñan
un papel relevante la autoliquidación y la repercusión, y en la necesidad de que la
administración de la Hacienda Pública disponga de la adecuada información, surge el deber
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de expedición y entrega de facturas por parte de los empresarios y profesionales. ...
"II. Funciones. La factura, como documento con significado mercantil y fiscal, cumple tres
funciones fundamentales. En primer lugar desempeña una importante labor de información,
facilitando a la administración su labor de control, al suministrar una relevante información
sobre las transacciones económicas derivadas del desarrollo de actividades empresariales y
profesionales. Ello es importante tanto desde el punto de vista del derecho interno como
desde el plano internacional. En segundo lugar, la factura constituye requisito para el
ejercicio de la repercusión en el ámbito de la imposición indirecta (art. 88.2 LIVA, y art. 4 de
la Ley 38/1992, de 28 de diciembre, de impuestos especiales). En último lugar, e íntimamente
relacionado con el aspecto que acabamos de señalar, la factura se erige como elemento
importante para justificar los gastos minorados en la base imponible o las deducciones
practicadas para determinar la cuota líquida. ..."
En la Enciclopedia Jurídica Omeba, Editorial Driskill, S.A., páginas 782 a 785, se indica lo
siguiente:
"... La factura comercial suele ser expedida en ocasión de determinadas operaciones o
contratos: de comisión, de remate, de depósito, etc. Pero lo común y usual es expedirla en
ocasión de las compraventas mercantiles, al punto que los problemas que el documento subexamine plantea provienen, casi exclusivamente, del expedido en ocasión de las
compraventas.
"...
"Finalidades o funciones de la factura. ... 1. La finalidad natural del documento sub-examine
es acreditar, en las condiciones establecidas por la ley, la existencia de un contrato ya
concluido entre el comerciante remitente de la factura y el que la recibe. Prueba no solamente
el contrato sino también las condiciones y términos consignados en el texto.
"...
"Mas la factura puede preceder al contrato, en forma que comporte en realidad su oferta o
proposición.
"...
"Fuerza probatoria. Dentro de nuestro régimen legal positivo, la factura comercial es un
instrumento privado ...
"...
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"a) Prueba en contra del vendedor. Por el sólo hecho de su emisión la factura comercial
constituye prueba en contra del vendedor, pues equivale a una confesión extrajudicial.
"De esta suerte, reconocida la factura por el vendedor contra quien se invoca, ella hace plena
fe. Naturalmente que el vendedor (y ello no es sino aplicación de los principios comunes)
podría, mediante la prueba contraria, destruir la eficacia de esa confesión.
"Es natural, también, que quien invoca a su favor la factura expedida por el vendedor en las
circunstancias anotadas, no puede prevalerse de lo que le conviene rechazando lo que le
perjudica ...
"b) Prueba en contra del comprador. Desde el momento que la factura emana directamente
del vendedor, su fuerza probatoria se halla totalmente condicionada a su aceptación por el
comprador ...
"La sola emisión de la factura no podría, pues crear prueba a favor del vendedor en virtud de
aquel principio tan conocido: nemo sibi adscribit.
"La aceptación puede ser expresada o tácita. La primera resultará de haber firmado el
comprador el duplicado de la factura si lo hubiere, o de haber acusado recibo por carta,
telegrama o aún verbalmente.
"La tácita resultará de actos inequívocos del comprador que así lo hagan presumir.
"...
"Aceptada y reconocida la factura, ella prueba no sólo la conclusión del negocio, sino las
cláusulas, condiciones y modos en ella impresos."
De igual forma, en la obra de Derecho Comercial, de Bolaffio, Rocco y Vivante, Tomo IV,
relativo a De la venta y del reporto, de Luis Tartufari, Editorial Ediar, Buenos Aires, 1948,
luego de destacarse su mayor uso en los contratos de compraventa mercantil, se denomina a
la factura como:
"... la nota o detalle de las mercaderías vendidas que el vendedor remite al comprador con la
precisa y detallada indicación de su especie, calidad, cantidad y de su precio, y con todas
aquellas otras que puedan servir o ser necesarias tanto para individualizar las mercaderías
mismas, como para determinar el contenido y modalidades de ejecución del contrato."
(página 114).
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Asimismo, considerando que su mayor uso se da entre comerciantes residentes en plazas
distintas, se indica como su principal objeto "... advertir al comprador que las mercancías
fueron expedidas o que están en vías de expedirse, significándole el medio elegido para ello y
ofreciéndole así el modo, ya de proveer a su recepción y a la tutela de sus propios intereses
respecto del porteador, ya de verificar en el momento de llegada si las mercaderías que
efectivamente le llegan corresponden a las descritas en la factura." (página 115).
También se indica que suele contener los elementos del contrato del cual deriva, así como
modalidades de su ejecución.
En cuanto a la eficacia probatoria, en la obra señalada se considera a la factura como
documento privado que, al provenir del vendedor hace plena fe en su contra salvo prueba en
contrario; y, en cuanto al comprador, partiendo del principio de que a nadie le es lícito
constituirse por sí el título o documento del propio derecho, así como por la circunstancia de
que proviene unilateralmente del vendedor, se establece la necesidad de la aceptación por el
comprador para que haga fe en su contra.
Por su parte, José María Martínez Val, en su obra Derecho Mercantil, define a la factura
como una lista de mercancías con especificación de sus características (cantidad, calidad,
naturaleza, precio), y en cuanto a su función precisa:
"Puede ser documento para la preparación de un contrato (fase preparatoria) o para la
ejecución del mismo. Suele representar a la vez la aceptación del contrato por parte del
vendedor y el principio de ejecución, que se acredita con el envío de la factura. Se entiende
que la factura firmada por el vendedor vincula a éste y tiene el valor de una confesión
extrajudicial ... También vincula al comprador si firma la factura (o un duplicado de ella de
conformidad)" (1a. edición, Editorial Bosch, Barcelona, 1979, página 446).
De las definiciones que anteceden, se pueden extraer las siguientes puntualizaciones:
a) La naturaleza de la factura, primordialmente, y por su origen, obedece a la necesidad de
documentar detalladamente los sujetos y el objeto del acto de comercio respectivo, para
efectos de control fiscal por la venta de bienes o servicios.
b) Tiene lugar, principalmente, en ocasión de la celebración de un contrato de compraventa
de bienes o servicios, sea como su preparación, o como su ejecución. No constituye el
contrato por sí mismo, sino sólo el documento donde se precisa la cosa que se da o el servicio
que se presta.
c) En ella se detallan la cantidad, calidad y precio de los bienes o servicios ofrecidos,
entregados o prestados por el vendedor.
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d) Debido a lo anterior, se le ha usado para demostrar la existencia de la compraventa, así
como sus términos y condiciones.
e) La expedición de la factura corre a cargo del vendedor, por lo cual prueba plenamente en
su contra, salvo prueba en contrario.
f) En contra del comprador, en cambio, requiere su aceptación para hacer fe en su contra, sea
expresa o tácita.
Lo anterior tiene correspondencia en algunas normas del derecho positivo mexicano,
incluidos los usos mercantiles en relación con las facturas.
En cuanto a su expedición por el vendedor, el Código Fiscal de la Federación en sus artículos
29 y 29-A prevé el cumplimiento de ciertos requisitos: a) La impresión debe llevarse a cabo
en establecimientos autorizados por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público; b) debe
contener nombre, denominación o razón social, domicilio fiscal y clave de registro federal de
contribuyentes de quien los expida; c) el número de folio impreso; d) el lugar y fecha de
expedición; e) clave del registro federal de contribuyentes de la persona a favor de quien se
expida; f) cantidad y clase de mercancías o descripción del servicio que amparen; g) valor
unitario consignado en número e importe total consignado en número y letra, y el monto de
los impuestos que deban trasladarse; h) fecha de impresión y datos de identificación del
impresor autorizado. Los documentos respectivos deben usarse en un plazo máximo de dos
años a partir de su impresión, que puede extenderse cuando se cumplan ciertas reglas de la
autoridad fiscal; i) la vigencia de la factura. El uso fuera de esa vigencia deja al comprobante
sin efectos para deducciones o acreditamientos fiscales; y j) quien expide debe cerciorarse de
que los datos contenidos en la factura sean correctos.
De igual forma, en las facturas suele anotarse el domicilio o lugar donde habrá de hacerse la
entrega de la mercancía, señalado por el cliente.
De esto se advierte que, efectivamente, en las facturas se hace el detalle de los bienes o
servicios dados u ofrecidos al cliente, y debido a los requisitos impuestos para fines de
control fiscal, se obtiene mayor grado de convicción sobre la verdad del origen o
proveniencia de la factura y, por ende, de su contenido, pues el documento deriva de cierto
bloque impreso con sujeción a formalidades previstas en la ley y controladas por la autoridad
fiscal y, además, de que su expedición genera cargas fiscales.
Conforme al artículo 1391, fracción VII, del Código de Comercio, entre los documentos que
traen aparejada ejecución están las facturas, cuentas corrientes y cualesquiera otros contratos
de comercio, siempre y cuando se encuentren firmados y reconocidos judicialmente por el
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deudor. Lo anterior, es una muestra de la necesidad de la aceptación de la factura, por parte
del comprador o cliente y, en el supuesto previsto, debe ser precisamente ante un Juez para
lograr la fuerza ejecutiva.
Asimismo, en los usos mercantiles se advierte que, si bien es cierto que la factura nació de la
necesidad de la autoridad fiscalizadora de tener un control en materia tributaria, también lo es
que con el paso del tiempo ha tenido otros usos, como por ejemplo, comprobante o fuerte
indicio de la propiedad de bienes muebles, ante la falta de una regulación expresa sobre esa
cuestión, aunque en estricto sentido no constituya un título de propiedad. Esto se ha
evidenciado en mayor medida con los vehículos automotores, para los cuales el uso de la
factura como título de propiedad se ha generalizado, ya sea para probar su adquisición de la
agencia de automóviles, como sus endosos a sucesivos adquirentes; incluso, en la ley se le
considera como base para calcular el impuesto de tenencia o uso de vehículos, conforme al
artículo noveno transitorio, fracción III, inciso a), de la reforma del veintinueve de diciembre
de mil novecientos noventa y siete de la Ley sobre el Impuesto de Tenencia o Uso de
Vehículos, según el precio consignado en ella.
En el embargo de bienes muebles, se suele presentar la factura expedida por la casa comercial
donde fueron adquiridos, para tratar de acreditar, mediante la compraventa mercantil, la
propiedad a favor de quien figura en ella como cliente y, con eso demostrar si efectivamente
pertenecen al deudor, o bien, a un tercero, para formular una tercería excluyente de dominio
(artículo 659 del Código de Procedimientos Civiles para el Distrito Federal). La propia ley en
algunos casos ha otorgado ese reconocimiento como título de propiedad a la factura, por
ejemplo, cuando en el artículo 598, fracción III, del Código de Procedimientos Civiles para el
Distrito Federal, relativo a los remates, se prevé la entrega de la factura de los bienes
rematados, a favor del comprador, la cual debe estar firmada por el ejecutado o el tribunal en
su rebeldía, una vez que el comprador reciba los bienes del corredor o casa comercial que
haya hecho la venta.
También resulta útil la factura para demostrar la propiedad de algún bien mueble que ha sido
objeto de algún delito como el robo, para probar la calidad de agraviado o víctima.
De igual forma, en el medio mercantil mexicano, la expedición de facturas generalmente da
cuenta de un acto comercial celebrado entre comerciantes y, ordinariamente, se entrega por el
vendedor cuando el cliente recibe la mercancía, para verificar que corresponde con la
cantidad, calidad o características de lo pedido y, una vez conforme con lo anterior, realizar
el pago correspondiente en la forma convenida. La entrega suele hacerse en el domicilio
señalado por el cliente, y se asienta la firma de quien recibe, sea el propio cliente o alguna
otra persona autorizada al efecto. Esta situación se pone de manifiesto, por ejemplo, en lo
dispuesto por el artículo 51 de la Ley de Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios del
Sector Público, según la cual, la fecha de pago al proveedor de los bienes o servicios
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prestados a la administración pública federal, no deberá exceder de cuarenta y cinco días
posteriores a la presentación de la factura, previa entrega de los bienes, o prestación del
servicio respectivo.
Lo hasta aquí expuesto pone en evidencia que factura es un concepto multívoco, es decir, que
admite distintos significados de acuerdo con la naturaleza del acto que da origen al
documento o de la finalidad perseguida con su expedición. Por lo cual, no tiene un uso
uniforme.
Asimismo, es posible establecer que las facturas son documentos sui géneris, que participan
tanto de algunas cualidades de los documentos públicos, como de los privados. Lo primero,
porque debido a los requisitos impuestos por la ley y la autoridad fiscal para su expedición,
les imprime cierta formalidad que asegura su proveniencia de cierto vendedor quien, por el
hecho de la expedición, se presume de acuerdo con los términos y condiciones que él mismo
fijó en el documento. Lo segundo, cuando se presenta en relación con el comprador y los
terceros porque, en tales supuestos, se precisa perfeccionar el documento mediante la
aceptación o reconocimiento, en forma expresa o tácita, para hacer fe en su contra y, de lo
contrario, sólo pueden generar un indicio de cierta importancia.
Por lo tanto, para su valoración es necesario distinguir cada uno de esos usos y las personas
contra quienes se presente.
a) Como comprobante fiscal. En este uso, la factura prueba plenamente contra quien la
expide (el vendedor), acerca de la realización de los actos comerciales que las generaron, con
el objeto de enterar y pagar los impuestos respectivos, así como obtener las deducciones
correspondientes, salvo prueba en contrario, o para cualquier otro fin.
b) Como documento demostrativo de la propiedad de bienes muebles. Ordinariamente,
cuando se presentan en juicio las facturas con esa función, se presentan frente a terceros, es
decir, quienes no intervinieron en la relación comercial. En este caso, la factura genera un
fuerte indicio, que requeriría la concurrencia de otros elementos en el mismo sentido, como el
silencio del demandado. En algunos casos donde la factura se ha generalizado en este uso,
como en los automóviles, puede tener plena fuerza probatoria, salvo prueba en contrario.
c) Como documento preparatorio o ejecutivo de una compraventa comercial. Cuando la
factura se presenta contra el vendedor, es susceptible de generar prueba plena de su
proveniencia y del acto comercial que ahí se documenta, en atención a los requerimientos
para ese fin impuestos por la ley y la autoridad fiscal, con los cuales es posible tener un
control sobre los movimientos comerciales de los contribuyentes, para fines fiscales. Esto
supone que la expedición de las facturas por los comerciantes no es arbitraria, pues les genera
consecuencias de orden fiscal. Por tanto, la presentación de una factura contra quien la expida
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puede hacer prueba plena, con la verificación de que cumple con los requisitos fiscales
señalados, es decir, si se demuestra que la factura proviene del talonario con los folios
respectivos del proveedor, porque de ese modo se puede demostrar su autenticidad, no
obstante que no contengan la firma de quien expide.
Si la factura se presenta contra el cliente, en cambio, el valor probatorio de la factura no es
tan contundente, pues se necesitaría acreditar su vinculación con el acto comercial atribuido,
mediante la aceptación, sea expresa o tácita.
Al respecto, es ilustrativa la contradicción de tesis 75/99-PS, donde la Primera Sala de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación sustentó la tesis de jurisprudencia de rubro:
"FACTURAS. NO REQUIEREN ESTAR FIRMADAS PARA TENER EFICACIA
PROBATORIA EN EL JUICIO DE AMPARO, POR NO EXIGIRLO LEY O
DISPOSICIÓN APLICABLE ALGUNA." (Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,
Tomo XIV, julio de 2001, página 163), en cuya ejecutoria se dijo que:
"... La factura es el título representativo de las mercancías vendidas que se expide al
comprador o a quien adquiere los servicios, por lo que sirve para amparar la propiedad de las
mercancías o servicios a favor del adquirente, además de que es un instrumento probatorio
contra su expedidor y, cuando haya sido aceptada, contra el adquirente de las mercancías o
servicios; independientemente de que es obligatoria su emisión desde el punto de vista fiscal,
cuando no se expiden otro tipo de comprobantes, pues sirven como un instrumento de control
fiscal."
Ahora bien, la manera más franca para demostrar la aceptación expresa o tácita del cliente,
sería porque contiene su firma de recepción de las mercancías, porque no controvierte ese
hecho, o porque lo admite expresamente.
En cambio, si la firma de recibido proviene de otra persona, sería preciso demostrar la
conexión entre ésta con el cliente, por ser su dependiente o factor, su apoderado,
representante o autorizado para recibir la mercancía.
Una forma de demostrarlo sería cuando la entrega se hace en el domicilio del cliente, lo cual
supone la prueba de que el lugar de la entrega es precisamente el domicilio del destinatario,
porque en ese caso, como el domicilio es el lugar donde se reside habitualmente o, en su
defecto, el principal asiento de sus negocios, conforme al artículo 29 del Código Civil para el
Distrito y Territorios Federales, es de presumirse que en el señalado por el cliente para la
entrega de la mercancía se encuentran personas de su confianza, como familiares,
apoderados, empleados, etcétera y, como tales, les otorga autorización para recibir en su
nombre las cosas o servicios pedidos.
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Otra forma es ofrecer prueba de que el domicilio en cuestión puede tratarse de la habitación,
el asiento de los negocios, alguna bodega o local donde realiza operaciones el cliente,
etcétera.
Si no hay alguna prueba o indicio de que el lugar donde se hace la entrega sea del cliente, o
esté bajo su control, no hay bases para establecer la relación señalada.
Otras formas para probar la conexión de quienes recibieron a nombre del cliente, podría ser a
través de elementos externos a la factura, como documentos donde conste la relación de
mandato, poder, de trabajo, de parentesco; testimoniales, confesionales con el mismo fin,
etcétera.
De esa manera, la factura presentada contra el cliente, en principio, puede llegar a generar un
indicio fuerte sobre la existencia de una relación comercial con quien la expidió, así como la
entrega de las mercancías, si contiene alguna firma de recibido. Sin embargo, tal indicio
puede fortalecerse o desvanecerse, según los elementos que tiendan a demostrar su conexión
con el cliente (su aceptación expresa o tácita, la entrega al propio cliente o en algún
mandatario, apoderado, factor o dependiente suyo, etcétera), o bien, si tales elementos no
existen (no se probó que el domicilio donde se hizo la entrega sea del cliente o, que quienes
recibieron fueran sus mandatarios, apoderados, dependientes, factores, o alguna relación que
permita establecer la recepción en su nombre).
En cuanto a los terceros ajenos a la relación comercial mencionada en la factura, ésta tiene la
aptitud de demostrar la existencia de la compraventa o la recepción de mercancía o servicios,
como indicio de tal situación y, por ende, requiere de otros elementos para robustecerse.
En el caso, la factura exhibida en autos por la actora para demostrar la venta de cuyo precio
reclama al demandado, es la siguiente:
Ver factura
En primer término, se hace énfasis en que el documento se presenta contra el cliente por el
proveedor, lo cual supone la admisión por parte de quien la expidió y la función atribuida es
la de probar una compraventa comercial entre las partes.
En el documento constan elementos para inclinarse a favor de su autenticidad, es decir, la
proveniencia del talonario de folios autorizados para la actora, según las leyes fiscales, pues
el número de folio (390637) en la parte superior derecha, está comprendido dentro de los
señalados en letra pequeña al final del documento (folios del 385001 al 415000) con vigencia
de diciembre de dos mil cinco a noviembre de dos mil siete; asimismo, se indica, en líneas
verticales en el margen derecho, que el impresor R.R. Donnelley de México, S. de R.L. de
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C.V., está autorizado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público en la página del
servicio de administración tributaria del seis de marzo de dos mil dos.
De igual forma, la factura contiene la razón social de la actora (Du Papier Distribuidora
Papelera, S.A. de C.V.), su registro federal de contribuyentes, domicilio, números
telefónicos, así como una dirección de correo electrónico, todo en la parte superior central, y
en la parte inferior, una reproducción de su cédula de identificación fiscal.
La factura fue expedida en esta ciudad el seis de marzo de dos mil seis, a favor del
demandado José Luis Pérez Sánchez, de quien se asentó su registro federal de contribuyentes
y como su domicilio, la avenida Javier Rojo Gómez número ciento setenta, interior dos,
colonia Agrícola Oriental, Delegación Iztacalco, de México, Distrito Federal, la cual
corresponde con el lugar donde fue emplazado a juicio.
La mercancía que se describe consiste en trescientos paquetes de papel bond blanco, con
quinientas hojas, cuyo precio unitario es de $30.00 treinta pesos, y el total corresponde a
$9,000.00 nueve mil pesos, a los cuales se sumó el importe del impuesto al valor agregado
por $1,350.00 mil trescientos cincuenta pesos, de los cual resultó un total de $10,350.00 diez
mil trescientos cincuenta pesos.
Se indica que la mercancía se embarcó a la dirección ubicada en Manzanillo número ochenta
y tres, interior novecientos dos, colonia Roma Sur, Delegación Cuauhtémoc, a la atención de
Susana Velazco. En la parte inferior del espacio destinado a precisar la cantidad y describir
las mercancías, así como su precio, se hizo constar que la factura sería pagada en una sola
exhibición, y sobre dicha frase se encuentran dos firmas autógrafas: de la primera se asienta
como nombre Iván Sánchez y contiene la fecha 16/marzo/06, es decir, la misma de su
expedición; de la segunda firma se asentó como nombre C.P. Susana Velázquez y la fecha
30-marzo-06, que puede tratarse de la persona receptora, y su nombre es igual a aquella a
cuya atención se embarcó la mercancía, con la diferencia del apellido, de Velazco a
Velázquez.
En la parte inferior de las firmas, hay un espacio donde está impreso el formato de un pagaré,
con los espacios correspondientes a firma, nombre, fecha y sello, en blanco.
Finalmente, se indicó como pedido de la empresa actora el número 382235, con el agente
Jacobed García Urrutia, y en las condiciones que el pago se efectuaría a ocho días de la
expedición de la factura, y el horario para hacer el embarque, de las nueve horas treinta
minutos, a las dieciocho horas.
Como se ve, la factura efectivamente proviene de Du Papier Distribuidora Papelera, S.A. de
C.V., pues todo indica que forma parte del talonario correspondiente a los folios de la
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impresión hecha por el impresor autorizado para dicha proveedora; y hace referencia a una
venta comercial de papel, que, al parecer, fue pedida por el quejoso, en los términos y
condiciones ahí precisadas, ya que se señalaron sus datos como cliente, relativos a su nombre,
domicilio y registro federal de causantes. Por tanto, en principio genera un indicio de ese
hecho.
Sin embargo, de su propio contenido y de autos se advierten elementos que no permiten
establecer la relación con el demandado, es decir, que efectivamente la venta documentada
con comprobante fiscal por la empresa actora, se haya efectuado al demandado; y, por tanto,
impide aumentar la eficacia probatoria del documento. Dichos elementos son los siguientes:
a) La negación rotunda del demandado sobre la existencia del acto comercial, por lo cual no
hay aceptación de su parte.
b) El demandado, que figura como cliente, no firmó la factura en señal de recibo de las
mercancías, sino tercera persona, por lo cual se hacía necesario acreditar la vinculación de
ésta con el demandado, sin que de las pruebas consideradas en la resolución reclamada se
advierta algún indicio en ese sentido, lo cual tiene relación con el siguiente elemento.
c) La entrega de la mercancía se realizó en un domicilio diferente a aquel que consta en el
documento como del quejoso, y en el cual éste fue emplazado, y esa situación hacía necesario
demostrar alguna relación del quejoso con el lugar donde se hizo la entrega, ya sea por ser el
asiento de sus negocios, la ubicación de una bodega o depósito a su cargo, etcétera. Sin
embargo, de los elementos considerados por la responsable en su sentencia no hay prueba de
esa situación.
Al efecto, cabe señalar que, contrariamente a lo afirmado por la responsable, el hecho de que
el quejoso, al formular una posición a su contraria, haya afirmado la entrega de la mercancía
a favor de Susana Velazco, eso no le hace reconocer alguna relación con esta persona, pues
simplemente se refirió a un hecho que consta en el propio documento, lo cual no permite
formular alguna presunción de nexo con el quejoso.
De esa manera, el contenido mismo de la factura en cuestión resulta insuficiente para
acreditar que la venta documentada en ella se realizó efectivamente con el demandado. La
sola indicación de su nombre, domicilio y registro federal de causantes, como se dijo, sólo
generó un indicio que no llegó a fortalecerse, según los elementos analizados.
En tales condiciones, el indicio derivado de la factura resulta insuficiente por sí mismo para
acreditar que efectivamente el quejoso obtuvo la mercancía y no ha cubierto su importe.
Por consiguiente, como en la sentencia reclamada se consideró incorrectamente probada la
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AMPARO DIRECTO 287/2007.
acción únicamente con la factura, por el mero hecho de que el quejoso no demostró su
negación, lo conducente es, en términos del artículo 80 de la Ley de Amparo, otorgar la
protección constitucional solicitada para que la responsable deje insubsistente la sentencia
reclamada, dicte otra en la cual tome como base los lineamientos expresados en esta
ejecutoria, especialmente que la factura exhibida no es prueba suficiente por sí misma, para
acreditar las prestaciones del actor, valore en su caso las demás constancias del juicio y
resuelva la controversia conforme a sus atribuciones.
Por lo expuesto y fundado, y con apoyo, además, en los artículos 77, 78, 79, 184, 188 y 190
de la Ley de Amparo, se resuelve:
ÚNICO.-La Justicia de la Unión ampara y protege a José Luis Pérez Sánchez contra la
sentencia definitiva dictada el veinte de marzo de dos mil siete, por la Séptima Sala Civil del
Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, en el toca 461/2007, relativo al juicio
ordinario mercantil 509/2006, seguido por Du Papier Distribuidora Papelera, Sociedad
Anónima de Capital Variable, contra el quejoso. El amparo se concede para los efectos
precisados en el último considerando de la presente ejecutoria.
Notifíquese. Con testimonio de esta ejecutoria, devuélvanse los autos y anexos a la autoridad
remitente y, en su oportunidad, archívese el expediente como asunto concluido.
Así lo resolvió el Cuarto Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito, por
unanimidad de votos de los Magistrados Mauro Miguel Reyes Zapata, Francisco Javier
Sandoval López y Leonel Castillo González. Firman la sentencia el primero como presidente
y el tercero como ponente.
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