La calidad social, un reto para la Unión Europea

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La calidad social, un reto
para la Unión Europea
VICENTE PEREZ MENAYO *
INTRODUCCIÓN
J
ciales, podría acarrear consecuencias económicas considerables. Es el «coste de la ausencia de la política social», o si se prefiere
un término más habitual de los modelos de
gestión de calidad, sería el «coste de la nocalidad social».
* Ex Consejero de Trabajo y Asuntos Sociales en la
Embajada Representación Permanente de España ante
la Unión Europea.
En 1998 se produce un hecho singular que
se asemejó a lo que había ocurrido a finales
de los años ochenta con los promotores del
Modelo Europeo de Excelencia de la Fundación Europea para la Gestión de la Calidad
(EFQM). Un conjunto de investigadores,
inquietos ante los retos sociales del nuevo
siglo y el papel que le corresponde al modelo
social europeo en la construcción europea,
crean la European Foundation on Social
Quality (EFSQ). La calidad social emerge
como un concepto político que concede una
importancia relevante a las oportunidades
que brinda la UE a la participación de los
ciudadanos en el ámbito socio–económico y
que constituyen sus señas de identidad. A
esta tarea de identificación de los componentes de la calidad social se dedica este artículo que pretende, además, progresar en la
conceptualización de la calidad social, para
lo cual se abordan los nuevos escenarios, las
nuevas tendencias emergentes en la sociedad, en la política y en las organizaciones
públicas y privadas, con o sin ánimo de
lucro.
unto a un modelo político, basado en
la democracia y la libertad, un modelo
económico, centrado en el desarrollo y
la estabilidad, la UE aporta, como valor propio y principal, un modelo social que es un
referente en todo el mundo. Un modelo que
brinda a los ciudadanos la mejor y mayor urdimbre de protección social, si la comparamos con otros países desarrollados, y que garantiza la igualdad de oportunidades a lo
largo de toda la vida. Frente a quienes todavía se muestran detractores del modelo social europeo, por considerarlo oneroso desde
el punto de vista de la competitividad internacional, habría que situarles en la siguiente hipótesis: ¿qué sucedería si no contáramos con una política social europea?; o,
dicho de otro modo, ¿qué ocurriría si a los
ciudadanos comunitarios se les privara de
un modelo de vida basado en las redes solidarias que se han ido tejiendo a lo largo del
siglo XX y que forman parte del patrimonio
histórico de Europa?. La falta de una política social adecuada, además de perjuicios so-
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ESTUDIOS
SATISFACCIÓN CON CALIDAD
DE LAS NECESIDADES SOCIALES
Como vaticinaba el Club de Roma a finales
de los noventa el entorno del nuevo siglo XXI
nos permite imaginar la existencia de un
futuro Estado virtual, con sus propios ciudadanos, sus propias relaciones de poder, sus
propios objetivos y su propia y legítima soberanía (la naturaleza autoorganizativa de
Internet nos indica la dirección que sigue el
mundo). No cabe duda de que asistimos a un
cambio de funciones en el sector privado y en
el sector público. La introducción de nuevas
tecnologías siempre ha tenido como resultado
cambios sociales. La diferencia reside esta
vez, aseveraba Naisbitt (1998), en que mientras la tecnología ha avanzado vertiginosamente, los cambios sociales no han podido
seguir el mismo ritmo. De hecho, existe una
distancia cada vez mayor entre el cambio
social y el cambio tecnológico. Se preguntaba
Naisbitt ¿cómo solucionar la tensión creativa
entre la alta tecnología (high tech) y la necesidad, cada vez más sentida, de alto contacto
humano (high touch)?. La comprensión de
estos fenómenos sociales ayudará a las organizaciones a entender de forma más eficaz las
necesidades tanto de sus empleados como de
sus clientes.
Aunque el término calidad forma ya parte
de nuestro acervo cultural y se encuentra
cada vez más consolidado entre investigadores, gestores y políticos, también constituye
una importante fuente de confusión conceptual y cultural. Entre las diversas definiciones dadas por los más importantes especialistas retenemos, para el objetivo de este artículo, la ofrecida por Deming, ya que su estrategia de calidad, desde una perspectiva totalizadora de satisfacción social, aunque no es la
única, es con mucho la más influyente y
extendida (Figura 1).
La calidad se ha convertido en un término
fundamental de nuestra retórica contemporánea que, además, se ha introducido en los
procesos de modernización del modelo social
europeo preconizados por la Agenda Social
Europea 2000-2005 (Consejo Europeo de
Niza, 2000), que se ha convertido en la «hoja
de ruta» de la política social europea. Asimismo, a mediados de la década de los noventa,
el entorno académico europeo, propone un
nuevo paradigma mediante el cual se puedan
calibrar las políticas económicas y sociales, y
la necesidad de equilibrio entre ambas. Un
modelo que podría usarse a todos los niveles
en la UE para evaluar el nivel de calidad
social de los ciudadanos más vulnerables, así
como la dirección que parecen indicar los
posibles cambios sociales.
La satisfacción con calidad de las necesidades sociales abre una vía innovadora para
FIGURA 1
DEFINICIÓN DE CALIDAD
Calidad es el grado de
satisfacción plena
de la sociedad
W. Edwards Deming, 1989
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VICENTE PEREZ MENAYO
la aplicación de nuevos conceptos: este modelo se denomina calidad social. La calidad
social fue conceptualizada y desarrollada, por
primera vez, en la obra colectiva «La calidad
social en Europa» (Beck, Maesen y Walter,
1997. Una segunda obra de los mismos autores ha sido publicada posteriormente: «Calidad Social: una nueva visión para Europa»,
2001). Estas obras, desarrollan a fondo el
concepto y recogen un marco teórico acerca de
la calidad social, con la aportación de más de
cuarenta investigadores sociales de toda
Europa. Estos impulsaron el camino hacia la
creación de la Fundación Europea sobre la
Calidad Social, en junio de 1997, con sede en
Ámsterdam, coincidiendo con la Presidencia
de los Países Bajos de la UE. A esta, siguió la
Declaración de Ámsterdam sobre la Calidad
Social, de 10 de junio del mismo año, en la que
se basa el concepto. Los estándares mínimos
fijados por esta Declaración contemplan
diversos ámbitos: medio ambiente, necesidades cotidianas primarias, acceso a la asistencia sanitaria, servicios sociales, empleo, nodiscriminación, etc.. Para el profesor Maesen
(2002) conviene hacer cuatro observaciones
en torno al concepto de la calidad social:
• la primera, de carácter político: la esencia de la calidad social es el énfasis en
los valores y normas democráticas de
las sociedades modernas, tanto en el
ámbito nacional como en el europeo;
• la segunda observación es de carácter
ontológico: el principal enfoque de la
calidad social se refiere a una interpretación específica de los actores individuales, es decir, el efecto de las políticas
y si estas políticas apoyan a las personas de tal manera que hagan frente a
sus circunstancias y oportunidades
individuales, de la manera más apropiada;
• el tercer aspecto se refiere a una cuestión ética: reafirmar, audaz y explícitamente, el argumento ético como razón
de ser del Estado de Bienestar, junto a
otros valores de la sociedad como la
competitividad, el coste-beneficio, la
rentabilidad y otros mandamientos que
gobiernan el mercado;
• el cuarto punto es una cuestión metodológica: se trata de identificar cómo los
ciudadanos son apoyados por los servicios sociales proporcionados y cuál es su
percepción respecto a éstos. Aquí se
plantea qué instrumentos son los más
útiles para medir el nivel de satisfacción social, y la limitación de los indicadores, que son instrumentos técnicos,
que pueden no ser suficientes para
abordar cuestiones existenciales sutiles
e intangibles de las personas.
Por lo tanto, la calidad social, podría convertirse tanto en un patrón con el que los ciudadanos europeos puedan medir la eficacia
de las políticas nacionales y europeas, como
en un criterio en el que fundarse a la hora de
establecer políticas. Además, podría suponer
la base para una reordenación entre la política económica y la política social, una dialéctica cada vez mas ambicionada por los responsables políticos de ámbito social. Dicha dialéctica se basa en el hecho de que la calidad
social debería ser el objetivo de ambas políticas, la económica y la social. El crecimiento
económico no es un fin en sí mismo, mientras
que la calidad social debería ser el objetivo
final del crecimiento.
La UE no ha sido ajena al nacimiento del
proyecto de calidad social. Así, al extender la
noción de calidad, que ya es común en el mundo empresarial y en las administraciones
públicas mediante la calidad de los productos
y de los servicios, al ámbito social, se pretende mejorar la relación entre las políticas económicas y sociales (Figura 2).
La Agenda Social Europea enuncia los
conceptos de pleno empleo, calidad del
empleo, calidad de las relaciones laborales,
calidad de la formación y calidad de la política social. Sin embargo, sólo desarrolla los de
pleno empleo (más puestos de trabajo), y la
calidad del empleo (mejores puestos de traba-
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FIGURA 2
LA CULTURA DE LA CALIDAD
CALIDAD
CALIDAD DE PRODUCTOS
CALIDAD DE SERVICIOS
MODELO EUROPEO DE EXCELENCIA
Fundación Europea Gestión de Calidad
CALIDAD SOCIAL
MODELO FISCAL EUROPEO
Unión Europea
ESTRATEGIA DE DESARROLLO
SOSTENIBLE
jo).Todo lo anterior está en consonancia con el
mensaje básico de la Estrategia de Desarrollo
Sostenible para Europa (Consejo Europeo de
Gotemburgo, 2001): que, a largo plazo, el crecimiento económico, la cohesión social y la
protección medioambiental avancen en paralelo, identificando seis aspectos para lograr
un desarrollo sostenible dentro de la Unión
Europea:
– cambio climático y efectos directos (ver
Gráfico 1);
– amenazas para la salud pública;
– presión sobre algunos recursos naturales;
– pobreza y exclusión social;
– implicaciones del envejecimiento de la
población;
– movilidad de la contaminación.
Nadie duda que en el contexto de la competitividad global de los modelos de sociedad,
Europa ocupa un lugar relevante. La UE ha
asociado a la Estrategia de Lisboa 2000-2010,
la voluntad de garantizar el éxito económico y
social en Europa. Esta reivindicación está
basada en el modelo europeo de la economía
social de mercado, que no sólo tiene en cuenta las prioridades de libertad y de productividad sino también de solidaridad. Ha sido en
128
el marco de la «calidad social» en el que la
Comisión Europea ha concretado políticamente este modelo. La calidad social no termina en la calidad de vida individual: se trata de un enfoque político adaptado a nuestra
época, que da una importancia preeminente a
las oportunidades de participación del individuo en el campo social, económico y cultural y
que hacen de éstos sus elementos de referencia (Ciket y Kernthaler-Moser, 2002).
El concepto europeo de «calidad social«
pretende garantizar a todos los ciudadanos
de la UE todo aquello que hace que sea la vida
digna de ser vivida: justicia social y seguridad, así como la participación en la vida
social y económica de la Comunidad. La idea
que presupone este proyecto político es la de
una economía social de mercado que no vaya
en detrimento de la calidad social. La exclusión social debe dejar paso a la inclusión
social. Los grupos marginales formados por
los indigentes, los mendigos, los parados y los
pobres deberán pasar a ser una excepción en
el futuro, e incluso desaparecer completamente de la escena europea (Luef, 2002).
La fase más difícil es, sin duda, la de la
aplicación del concepto. ¿Quién decide de qué
se compone la calidad social y qué hay que
entender cuando se habla de un nivel acepta-
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ble?. Investigadores, encargados de crear
bancos de datos nacionales sobre indicadores
sociales, y responsables políticos se ocupan
actualmente de dar respuesta a este interrogante. Desde 2001 hasta 2004, el concepto de
calidad social ha sido presentado de manera
aplicable, a los políticos, a los medios institucionales y a los ciudadanos. A pesar de las
dificultades metodológicas, se han podido
obtener los primeros resultados en el sector
socio–económico y de integración social. A
continuación se va a profundizar en el concepto de calidad social a través de tres componentes: ético, organizativo y jurídico (Figura 3).
UN NUEVO ESCENARIO:
LA «NORMALIZACIÓN» DE LA ÉTICA
El año 2002 será recordado porque la responsabilidad social irrumpió bruscamente en
la corriente política y económica. Los escándalos empresariales que sacudieron a
EE.UU. y los mercados de capitales situaron
los asuntos de la ética, la responsabilidad y la
transparencia, en la agenda de los dirigentes
políticos y empresariales, así como de los
legisladores. En los últimos años una nueva
visión de la ética ha empezado a emerger en
la comunidad internacional. Conceptos como
«responsabilidad social», «inversión social y
medioambiental», «inversiones socialmente
responsables», «fondos éticos», «inversiones
éticas», «desarrollo sostenible», «natural
investing»… Todos ellos aluden a conceptos
similares, y ponen de manifiesto la existencia
de una nueva realidad financiera, cuya política de actuación está basada en criterios sociales y medioambientales (Balaguer y Muñoz,
2003).
Como señala la Agenda Social Europea, la
globalización de los intercambios comerciales
y financieros, al aumentar la competencia,
agudiza la exigencia de competitividad, lo
que tiene consecuencias sobre las políticas
sociales. Las negociaciones multilaterales de
tipo predominantemente económico tienen
cada vez más una dimensión social: téngase
en cuenta, por ejemplo, los debates en torno a
los derechos sociales fundamentales y los
imperativos de la seguridad en materia de
salud pública, a tenor de la crisis alimentaria
que sacudió en los últimos años a Europa
(dioxinas, encefalopatía espongiforme bovina, fiebre aftosa…). A menudo, estos aconte-
FIGURA 3
DEFINICIÓN DE LA CALIDAD SOCIAL:
COMPONENTES
ÉTICO:
un nuevo escenario
ORGANIZATIVO:
el trabajo en mutación
JURÍDICO:
normas de la UE
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Sources: European Enviromment Agency. European Topic Centre on Air Climate Change
Notes:
Countries are soland according to the distance to their targets. For Member States targets are establisment under the EU Burden Sharing Agrement
(Council Decision 2002/358/EC)
Total GHG emissions comprise the Kyoto baket of 6 greenhouse gases; CO2, CH4, N2O, HFCs, PFCs and SF6.
Data exclude emissions and due to land use change and foresty (LUCF).
GRÁFICO 1. TASA DE EMISIONES DE GAS EFECTO INVERNADERO
ESTUDIOS
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VICENTE PEREZ MENAYO
cimientos tienen su origen en un comportamiento poco ético de algunas empresas y de
las organizaciones relacionadas; a esto hay
que añadir el debate sobre los productos
transgénicos, que también siembran inquietud en la sociedad.
Si bien la gestión y el aseguramiento de la
calidad de los productos y servicios, mediante
la aplicación de modelos específicos (p.e. el
Modelo Europeo de Excelencia de la EFQM,
las normas ISO 9000,...), ha dado a las organizaciones que los han implantado un referente para las mismas y una coherencia de
sus sistemas internos, es posible que las guías
de actuación de las estrategias de calidad
vengan marcadas por criterios de calidad
social en el futuro. Estamos en presencia de
un nuevo escenario que considera especialmente las repercusiones sociales de la actividad empresarial, y muy particularmente en
el ámbito del Derecho del Trabajo, remarcando el concepto de responsabilidad social como
un nuevo valor a ser considerado dentro de
los mecanismos habituales de gestión. La
legitimación de la empresa ante la sociedad
requiere el desarrollo de un nuevo discurso
sobre la calidad social que incorpore decididamente los valores éticos que proporcionarán a
las organizaciones unos elementos de identidad, legitimación y diferenciación, indispensables también para alcanzar el éxito empresarial (Mirmi Clua, 2000).
Como señalaba Popcorn (1993), era inevitable: la generación rebelde llegó a la mayoría
de edad como la generación de los superconsumidores. Confrontados diariamente con la
calidad deficiente, la irresponsabilidad y las
afirmaciones fraudulentas, los consumidores
levantaron la bandera de la protesta contra la
falta de ética comercial. Esta injusticia social
ha dado lugar a una nueva generación de
rebeldes: la de los consumidores vigilantes.
Esta tendencia del consumidor a ejercer una
función de vigilancia ha alcanzado a todos los
ámbitos y se ha convertido en una verdadera
militancia. No habrá indulgencia con las
grandes organizaciones, públicas o privadas,
que se escuden en las enormes estructuras
organizativas.
Se vislumbran nuevas perspectivas que
vienen a complementar y enriquecer los conceptos que rigen la gestión integral de las
organizaciones. Así, la calidad social se puede situar entre los factores que favorecen la
fidelidad de los clientes mediante el aumento
de las exigencias de éstos hacia una cierta
corresponsabilización de las empresas respecto a la adquisición de productos involucrados en problemáticas sociales, ecológicas
u otras por las cuales el cliente se siente sensibilizado.
Hasta no hace mucho, las empresas sabían
que tener una buena gestión de sus activos
tangibles, es decir, de sus aspectos financieros, era suficiente para la sostenibilidad de la
compañía en el tiempo. Hoy, sin embargo, la
gestión de otros activos denominados intangibles como la ética, la transparencia, la buena
reputación, el «buen gobierno», o la capacidad
de innovación, han tomado la delantera a los
números. La importancia de estos intangibles se confirma con la evolución de los índices selectivos en sostenibilidad, como el del
Dow Jones Sustainability Index. Desde 1993,
y hasta mediados de 2004, éste ha tenido una
tasa de crecimiento del 146%, frente al Índice
General Dow Jones, cuya rentabilidad ha
subido un 105% ( Gráfico 2).
Una vez esbozados los distintos acontecimientos que conforman un nuevo escenario,
adelantamos una primera aproximación a la
definición de la calidad social desde una perspectiva ética ( Figura 4). Considerar el alcance de esta definición circunscrita exclusivamente al mundo empresarial sería un importante error de concepto: no sólo las empresas
tienen un impacto y una responsabilidad
social, sino también las acciones realizadas
por todas las demás organizaciones (lucrativas, no lucrativas, públicas o privadas).
En definitiva, la implantación de sistemas
de Gestión de la Calidad, de Gestión Medioam-
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GRÁFICO 2. INDICADORES DE SOSTENIBILIDAD
Fuente: Dow Jones Sustainability Indexes. SAM Group, 2004.
FIGURA 4
CALIDAD SOCIAL:
COMPONENTE ÉTICO
(Primera definición)
Un conjunto de principios y acciones planificadas y
sistemáticas llevadas a cabo por las organizaciones
(empresas, organizaciones no gubernamentales,
organizaciones no lucrativas, interlocutores sociales,
organizaciones públicas...), que tienen repercusión
en la mejora de la calidad de vida de la sociedad,
concediendo atención tanto a las consideraciones
económicas, como a las consideraciones sociales y
medioambientales.
Mirmi Clua, 2000
Pérez Menayo, 2004
biental o de Prevención de Riesgos Laborales,
ha creado una nueva cultura de las organizaciones que ha impulsado extraordinariamente nuevos modelos de gestión que persiguen,
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cada uno desde perspectivas diferentes, la
consecución de la excelencia en la gestión,
medible a partir de unos estándares mínimos. Por otra parte, el ámbito de la ética apli-
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cada, y en particular el de la ética empresarial y de las organizaciones en general, se
caracteriza por intentar establecer normas y
métodos que hagan factible la evaluación
pública y objetiva de actitudes y valores tradicionalmente reservados a la esfera de la
conciencia individual y de la virtud personal,
evolucionando hacia la Gestión Ética y
Socialmente Responsable.
EL TRABAJO EN MUTACIÓN:
LA «ECOLOGÍA» SOCIAL
Peter Drucker, uno de los pocos «gurus» de
la ciencia de la gestión (management) que
merece nuestro respeto, ya abogaba, a
comienzos de la década de los 80 por una nueva clase de trabajadores del conocimiento
(concepto ya acuñado por él en 1959). Asimismo, la principal finalidad de su otra The Concept of the Corporation (1983) era tratar las
empresas como un sistema social, además de
cómo una organización económica, es decir la
empresa como «esfuerzo humano», como «institución social». Otro de los temas de la obra
de Drucker era que el antiguo proletariado
iba a ser sustituido por trabajadores del conocimiento, apuntando que el mundo desarrollado estaba pasando de una «economía de
bienes» a una «economía del conocimiento».
Como resultado de todo ello, la gestión de las
organizaciones se estaba transformando
(Micklethwait y Wooldridge, 1998).
En el contexto económico actual se está
produciendo, además, la mutación del entorno de trabajo (nuevas profesiones, necesidad
de nuevas habilidades, destrezas y capacidades en el trabajo, nuevas organizaciones
emergentes, nueva economía…). El tránsito
de una Sociedad de la Información a una
Sociedad del Conocimiento constituye uno de
los retos fundamentales a los que se enfrenta
la UE. En el marco de una sociedad basada en
el conocimiento, está claro que los sistemas
educativos y de aprendizaje continuo de la
UE deben ser capaces de satisfacer las nece-
sidades de la sociedad en un entorno rápidamente cambiante, para asegurar que todos
los grupos sociales tengan acceso a la formación. A pesar del considerable progreso realizado en cuanto a los niveles de educación
durante las últimas décadas, algunos grupos
de la sociedad siguen corriendo el riesgo de
tener una formación deficiente (se estima que
la penuria en competencias ligadas a las tecnologías de la información era en la UE de
aproximadamente 1,4 millones de empleos en
el 2001, y alcanzó los 1,7 millones en el 2003;
Plan de Acción e-Learning, Comisión Europea, 2001).
Entre las actuaciones que pueden tener
más impacto en el incremento de la competitividad en Europa, la mayoría de los expertos
se inclinan por el Knowlege Management
(capacidad de la organización para gestionar
el conocimiento) y el Learning Organization
(capacidad de aprendizaje colectivo de una
organización). Ambos conceptos agregados
conformarían lo que, desde hace más de una
década, se viene denominando Gestión del
Conocimiento. Algunos autores hablan de
«aprendizaje organizacional», «aprendizaje
institucional», «sistemas aprendientes»,
«organizaciones cualificantes». Aunque el
concepto de Learning Organization no es
nuevo (Argyris, 1997), la última etapa de la
evolución del término se produce en los años
noventa.
Que Internet está cambiando el mundo en
que vivimos no admite muchas dudas. Que
Europa se enfrenta a la necesidad de adaptarse plenamente a la era digital y de convertirse en una auténtica economía basada en el
conocimiento, se ha convertido en un reto. La
importancia de este cambio es comparable al
de las revoluciones industriales de los siglos
XVIII y XIX. Del objetivo estratégico general
del Consejo Europeo de Lisboa 2000, se
extrae uno específico para la UE: convertirse
en la sociedad basada en el conocimiento más
competitiva del mundo, en 2010. El éxito de la
UE en la realización plena de este objetivo
contribuirá a determinar la calidad de vida
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Fuente: Eurostat
Notas:
EU15, Eurozona 12, ACC, Reino Unido: provisional para 1999 y 2003.
Bélgica, Alemania, Francia, Luxemburgo, Noruega, Austria, Finlandia, Polonia: provisional para 2003; Malta: Estimado para 2003
Dinamarca y Hungría: 2003 break in series
ACC y Polonia: Polonia para 1999 refer to quarte 1.
Chipre: students studying abroad are not convered.
GRÁFICO 3. INNOVACIÓN E INVESTIGACIÓN: NIVEL DE EDUCACIÓN JÓVENES
ESTUDIOS
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
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de los ciudadanos, las condiciones de trabajo
de los trabajadores y la competitividad global
de los servicios y la industria ( Gráfico 4).
El profesor Durán López (2004), representante español en el Grupo de Alto Nivel sobre
el Empleo, dirigido por Wim Kok (2003), se
preguntaba: ¿qué cambios se están produciendo en el mundo del trabajo, la nueva economía globalizada, basada cada vez más en el
conocimiento y en el uso de las tecnologías de
la información?. Su respuesta se centra en
tres aspectos:
• En primer lugar, la apertura y globalización de las economías permite una
gran movilidad y autonomía del capital,
muy superiores a las del trabajo, por lo
que en cualquier territorio el capital
puede considerarse un bien escaso y
móvil, mientras que el trabajo se convierte en un bien excedentario. Eso altera las relaciones de poder entre empresarios y trabajadores, en beneficio de los
primeros.
• En segundo lugar, el progreso técnico
limita el peso del factor trabajo en las
actividades productivas y «presiona» de
esta manera sobre las condiciones en
que el mismo puede prestarse. Además,
cambia el tipo de trabajo requerido, de
tal forma que las nuevas oportunidades
de empleo sólo pueden ser aprovechadas
por trabajadores con unos determinados
niveles de cualificación y de formación.
• En tercer lugar, el mercado de trabajo
se fragmenta, produciéndose una separación creciente entre el trabajo cualificado y el no cualificado. Para este último, dada la posibilidad que tienen las
empresas, gracias a los avances técnicos
y a su aplicación en el proceso productivo, de fragmentar sus actividades y deslocalizar parte de ellas, buscando las
ubicaciones más competitivas desde el
punto de vista de los costos de producción, existe hoy un mercado global; una
oferta mundial, prácticamente ilimitada, de trabajo no cualificado.
Por tanto, anticiparse a los cambios del
entorno de trabajo y sacar partido de los mismos, desarrollando un nuevo equilibrio entre
la flexibilidad para las empresas y la seguridad para los trabajadores, se ha convertido
en otra orientación relevante en la UE (Agenda Social Europea, 2000-2005). El modelo
social europeo se apoya hoy en día, por encima de la diversidad de los sistemas sociales
de los Estados miembros, en una base común
de valores (Figura 7).
La falta de calidad supone un deterioro de
la imagen de cualquier organización de cara a
su personal, sus clientes, los consumidores y
el público en general, cada vez más sensible a
las cuestiones de seguridad. Un entorno de
trabajo sano favorece la imagen de calidad de
los productos y servicios, y su mejora se inscribe en una estrategia general de «gestión de
la calidad» y de «responsabilidad social corporativa» que redunda en beneficio del rendimiento y de la competitividad. Por consiguiente, la política comunitaria en materia
de salud y seguridad en el trabajo debe atender a estos cambios y a estas nuevas necesidades, a fin de promover un verdadero «bienestar en el trabajo» definido por la OIT (físico,
moral y social) que no se mida únicamente
por la ausencia de accidentes o enfermedades
profesionales.
UN CONCEPTO INTEGRADO
DE LA CALIDAD SOCIAL:
EL COMPONENTE JURÍDICO
En la búsqueda de un concepto sistémico
de calidad social, la perspectiva jurídica debe
partir de los instrumentos legales existentes
en la UE, y en especial del Tratado de la
Comunidad Europea, con las trascendentales
reformas a que ha sido sometido en sus cincuenta años de vigencia (Ojeda Avilés, 1998).
Está claro que este concepto es mucho más
amplio que los modelos sociales existentes,
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Fuente: Eurostat.
GRÁFICO 4. INNOVACIÓN E INVESTIGACIÓN
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FIGURA 7
CALIDAD SOCIAL:
COMPONENTE ORGANIZATIVO
(Segunda definición)
v Anticiparse a los cambios del entorno de trabajo y sacar partido de los
mismos, desarrollando un nuevo equilibrio entre la flexibilidad para las
empresas y la seguridad para los trabajadores para:
ü reforzar la participación de los trabajadores en la gestión de los cambios,
ü alcanzar la seguridad en el empleo y la trayectoria profesional,
ü desarrollar las competencias (calidad de la formación),
ü conciliar la salud y la seguridad en el trabajo, y
ü fomentar la Responsabilidad Social Corporativa (RSC).
AGENDA SOCIAL EUROPEA (Consejo Europeo de Niza, 2000)
como la lucha contra la pobreza y la exclusión
social. Es, además, tentativo y no ha sido
demostrado empíricamente. Como señalan
Beck, Maesen y Walter (1997), está definición
del concepto de calidad social solamente es un
primer paso, y reconocen que se requieren
mayores ajustes (Figura 8). Al defender una
nueva visión de la calidad social basada en
una reconstitución de la relación entre la
política económica y la política social, el análisis de los introductores del concepto de la
calidad social puede no gustar demasiado a
aquellos que están satisfechos con la trayectoria actual del proyecto europeo en el ámbito
social:
• se necesitan mejores medidas y más
sofisticadas, relativas a la inclusion
social, y especialmente que se basen en
los aspectos que realmente importan a
los ciudadanos;
• los conceptos de política social y calidad
social requieren un mayor desarrollo
que reflejen sus propios e independientes contenidos;
• los investigadores sociales tienen que
demostrar que la "calidad social" de la
vida europea no es un concepto orientado hacia el pasado, para defender un
alto nivel de protección social y de gasto
social, sino que ha de constituirse, en el
futuro, en el objetivo general de la unificación europea, para conferirle un alto
valor y un sentido humano.
Desde un punto de vista conceptual y desde la política comunitaria, dos nociones forman actualmente parte del discurso científico
y socio-político: la «calidad de vida» y la «calidad social»; que cubre ambos conceptos. A
diferencia de la noción de calidad de vida que
interesa sobre todo a los científicos, la de calidad social está estrechamente ligada a la
política, casi exclusivamente a la de la UE. La
calidad social es un término clave en este contexto. Aún con todo, los investigadores constatan que aún no existe una definición generalmente válida del término calidad social.
La única definición que permite circunscribir
esta noción es la de Catherine Duffy que des-
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ESTUDIOS
FIGURA 8
CALIDAD SOCIAL:
COMPONENTE JURÍDICO
(Tercera definición)
Conjunto de normas de la Unión Europea que regulen la
participación de los ciudadanos en la vida social y
económica de sus comunidades, en condiciones
que realcen su bienestar y su potencial como individuos,
que eleven el nivel de calidad social experimentado
por los ciudadanos, que radica en:
• el grado de seguridad económica
• el nivel de integración social
• la amplitud de la cohesión social y la solidaridad
• el nivel de autonomía o poder de decisión
Beck, Maesen y Walker, 1997
FIGURA 9
CALIDAD SOCIAL:
DEFINICIÓN INTEGRADA
• Contar con más y mejores puestos de trabajo, así como aquellos
medios que permitan conciliar la vida profesional y la vida privada
de los hombres y de las mujeres.
• Lograr entornos de trabajo saludables que aseguren la motivación,
la satisfacción y la participación de las personas, y estimulen la
prolongación de la vida laboral por un tiempo más amplio que en la
actualidad.
• Asumir que el concepto de un empleo para toda la vida está dando
paso al de empleabilidad, que supone mantenerse en condiciones
de ser empleado a lo largo de toda la vida, ya que se cuentan con las
habilidades, las destrezas y las capacidades requeridas.
• Procurar un envejecimiento activo, remunerado y contributivo, que
ayuda a disminuir las tensiones financieras futuras de los sistemas
de protección social y asegure la solidaridad entre las generaciones.
Pérez Menayo, V.; 2004
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cribe la calidad social como la medida en la
que los ciudadanos pueden participar en la
vida social y económica de sus comunidades,
en condiciones que aumenten su bienestar y
su potencial individual (Gössweiner, Pfeiffer
y Richter, 2001).
Estrategia de Lisboa. Una tasa de
empleo general del 70% y del 60% para
las mujeres para el 2010, se enmarca en
el objetivo de pleno empleo. Sin embargo, aún subsisten grandes debilidades
estructurales.
Dicho lo anterior, hay que señalar que la
UE hace hincapié en la estrecha relación
existente entre calidad social y competitividad de las empresas, eficacia de la política
social y bienestar de los individuos. El primer
documento oficial sobre el asunto de la calidad social es la Declaración de Ámsterdam
sobre la calidad social de Europa al que
hemos hecho referencia más arriba. Este texto nos muestra que en Europa la calidad
social está en función de la medida en la que
todos los europeos gocen de una ciudadanía
económica, social y política.
• La política social es un factor productivo
y una economía dinámica y moderna
debe reposar sobre bases sociales sólidas y sobre la justicia social.
Sin perjuicio de las definiciones dadas
sobre la calidad social, a las que nos hemos
referido anteriormente, en un intento de reunir los distintos componentes analizados, se
aporta, una definición integrada (Figura 9).
CONCLUSIÓN: EL COSTE
DE LA NO-CALIDAD SOCIAL
Uno de los principios rectores de la Agenda
Social Europea 2000-2005 es el reforzamiento del papel de la política social como factor
productivo. La Agenda preconiza el fomento
de la calidad en tanto que motor de una economía dinámica orientada hacia el incremento de la cantidad y la calidad de los empleos y
el aumento de la cohesión social. Esta lógica
fue planteada por la Comisión en la Conferencia sobre la Revisión Intermedia de la
Agenda de Política Social (Bruselas, 19-20
marzo 2003), mediante el análisis del «coste
de la ausencia de política social». En un documento de base, se hacía hincapié en los
siguientes aspectos:
• La creación de empleos más numerosos
y de mejor calidad es un elemento de la
• En el seno de la UE, las economías más
dinámicas son las de los Estados miembros cuyas políticas económicas y sociales interactúan de una manera positiva.
• La reforma del mercado de trabajo y la
inversión en la calidad del trabajo y del
empleo son indispensables para hacer
acceder a más personas a un empleo y a
mejorar la productividad. En consecuencia, una relación dinámica entre
calidad y cantidad de los empleos
requiere mejoras cualitativas, y son,
además, un complemento necesario a
las mutaciones estructurales y al crecimiento de la flexibilidad del mercado de
trabajo, así como etapa obligada para la
mejora de los resultados del empleo y de
la cohesión social.
• Las personas que ocupan puestos de
trabajo de débil calidad relativa, que no
ofrecen posibilidades de formación o
perspectivas de carrera, sin seguridad
en el empleo, corren mayor riesgo de
encontrarse en situación de desempleo
o de salir de la población activa. Por tanto, existe un riesgo real de encadenamiento entre empleos de débil calidad y
poco productivos, paro y exclusión
social.
• Las comparaciones clásicas y simplistas
entre el modelo social de los EE.UU. y de
la UE (que consideran al primero poco
oneroso y al nuestro más costoso), son
erróneas. Los gastos en materia de
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ESTUDIOS
salud, educación, protección social y
otras necesidades sociales son relativamente análogos en el conjunto de los
países desarrollados de economía de
mercado, a saber en torno al 30% del
PIB. La gran diferencia entre EE.UU. y
la UE reside en la asunción colectiva de
la carga (a través de la fiscalidad y el
aseguramiento públicos en Europa) y no
individual (como ocurre en EE.UU. por
medio de gastos y seguros privados,
además de los impuestos). Por tanto, la
UE no está en desventaja desde el punto de vista de la competencia en el plano
económico, teniendo en cuenta que las
remuneraciones netas se adaptan,
generalmente, en función de la presencia o de la ausencia de prestaciones
sociales públicas, como lo atestigua el
hecho de que la parte de los salarios en
el PIB no es superior en la UE a la de los
EE.UU. Como señala el profesor norteamericano Bradford DeLong (2004), el
modelo europeo está vivo: EE.UU. no ha
ganado mucho –o ningún– terreno respecto a Europa en la pasada década, si
nos guiamos por el rasero del bienestar
social. El aprendizaje es una vía de dos
sentidos.
En definitiva, la mayor parte de los detractores del modelo comunitario omiten considerar otra hipótesis: ¿qué sucedería si no contáramos con una política social en la UE?. Es
mas, el modelo social europeo demuestra una
gran resistencia y se beneficia de un amplio
apoyo popular. En este caso, la falta de una
política social adecuada puede acarrear costes económicos considerables (no olvidemos el
carácter productivo y de generación de rentas
que tienen las políticas sociales). Es el coste
de la ausencia de política social (Fuarde,
2003), o si se prefiere un término más habitual en la gestión de calidad, el coste de la nocalidad social.
«Los dirigentes políticos de toda Europa se
enfrentan actualmente a una verdadera paradoja. Por una parte, los europeos esperan de
140
ellos que encuentren soluciones a los grandes
problemas que acucian a la sociedad. Pero, al
mismo tiempo, esos mismos ciudadanos tienen cada vez menos confianza en las instituciones y en los políticos, o simplemente no
están interesados en ellos». Con estas palabras comienza el Libro Blanco sobre la
«Gobernanza Europea», adoptado por la
Comisión Europea en el año 2001, cuyo objetivo es reducir la distancia entre los ciudadanos
y la Unión Europea, mediante tres ejes fundamentales: la apertura a la sociedad civil, la
participación de las regiones, y la mejora de
los procesos de decisión comunitaria.
Tanto los Parlamentos como los Gobiernos
nacionales son conscientes de este problema
que, sin embargo, resulta especialmente preocupante en lo que atañe a la Unión Europea,
sobre todo si tenemos en cuenta el bajo nivel
de participación en las primeras elecciones al
Parlamento Europeo, con una UE ampliada a
25 miembros, celebradas en junio de 2004,
que esperemos no siga la misma tónica en la
ratificación del nuevo Tratado por el que se
establece una Constitución Europea. Como
ha señalado el escritor checo Milan Kundera:
«La historia de Europa no se funda en la
razón. Europa es un continente sentimental
que ha erigido en valores ciertos gestos. El
número de esos gestos es escaso. No parece
sino que hayamos agotado el catálogo y repitamos incesantemente».
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RESUMEN
Junto a un modelo político, basado en la democracia y la libertad, un modelo económico,
centrado en el desarrollo y la estabilidad, la UE aporta, como valor propio y principal, un
modelo social que es un referente en todo el mundo.
La calidad se ha convertido en un término fundamental de nuestra retórica contemporánea
que, además, se ha introducido en los procesos de modernización del modelo social europeo
preconizados por la Agenda Social Europea, en el marco de la Estrategia de Lisboa. La
satisfacción con calidad de las necesidades sociales abre una vía innovadora para la aplicación de nuevos conceptos: surge la calidad social.
La calidad social emerge en el entorno académico europeo, a mediados de los años noventa, como un concepto político que concede una importancia relevante a las oportunidades
que brinda la UE a la participación de los ciudadanos en el ámbito socioeconómico. Un nuevo paradigma mediante el cual se puedan calibrar las políticas económicas y sociales, y la
necesidad de equilibrio entre ambas. Un modelo que podría usarse a todos los niveles en la
UE para evaluar el nivel de calidad social de los ciudadanos más vulnerables, así como la
dirección que parecen indicar los posibles cambios sociales.
A esta tarea de identificación de los componentes de la calidad social se dedica este artículo que pretende, además, progresar en la conceptualización de la misma, para lo cual se
abordan los nuevos escenarios, las nuevas tendencias emergentes en la sociedad y en el
desarrollo reciente de la Política Social Europea.
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