LA VIDA DON Y MISTERIO Domingo 21 de octubre El origen de la vida en la Tierra ha sido siempre algo misterioso que el ser humano ha tratado de descifrar desde hace muchos siglos. Para los creyentes, la Creación es obra de Dios, y el libro del Génesis relata cómo fue surgiendo todo de sus manos. Naturalmente, los “días”, serían espacios de millones de años… no se puede comprender a la persona si no es en el misterio de Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, y en la comunión con él, que asumió nuestra naturaleza para que nosotros en Él existimos, nos movamos y en Él permanezcamos. En mi 60 aniversario de mi vida me siente favorecido con tres signos que me indican a dónde lleva el camino y que me ayudan a encontrarlo: El haber llegado a mis 60 años de vida, Mi aniversario de vida en El Domingo, El año jubilar del patronato de Nuestra Señora de la Soledad sobre Irapuato. 1) EL HABER LLEGADO A MIS 60 AÑOS DE VIDA Muchos no gustan decir su edad, como que se avergüenzan… No debería ser así, sino más bien levantar las manos hacia el cielo para dar agracias a Dios por todo lo bueno que ha sido con nosotros: tantas cosas que nos ha dado, cuantas veces nos ha perdonado, cuantos cuidados para llegar al momento que vivimos en nuestro cumpleaños… Nuestro largo o corto caminar en este valle de lagrimas y de consuelo, gozos y alegrías, angustias y tristezas. Estoy convencido de que este camino de fe testimonia que es Dios quien guía a los que se ponen en sus manos. Gracias a Dios, que me ha permitido recorrer un rico itinerario de pensamiento, comunicando siempre con ardor y profunda convicción que el centro de toda la Revelación es un Dios Tripersonal y que, por consiguiente, el hombre creado a su imagen es esencialmente un misterio de libertad y de amor, que se realiza en la comunión: la manera de ser de Dios. Todo ello constituye una historia personal, historia personal que se inscribe en la gran historia de la salvación, porque así Jesús entra en nuestra vida como Salvador y Redentor. Por medio de su Palabra, los sacramentos, el estudio, la oración, en la predicación del Evangelio no sólo en el templo, sino también publicando libros y en el espacio cibernético…, en cada momento Jesús entra en nuestra vida para realizar dentro de esa vida de la persona su historia de salvación. Esta historia conduce hacia la vida eterna, hacia la salvación eterna. Después de sesenta años estoy más cercano a este ocaso... 2) MI ANIVERSARIO DE VIDA EN EL DOMINGO En la liturgia cantamos “Oh, día primero y último, día radiante y espléndido del triunfo de Cristo”. El domingo es el día en el que celebramos la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte; el día que lleva al cumplimiento la primera creación y, al mismo tiempo, inaugura la nueva creación (cf. 2 Cor. 5,17). En la sucesión semanal de los días, el domingo además de ser el primer día representa también el octavo: esto en la simbología tan estimada por los Padres de la Iglesia indica el último día, el escatológico, que no conoce ocaso (Pseudo Eusebio Sermone 16). De todo esto emerge que el domingo no es el día de la memoria, que recuerda nostálgicamente un evento pasado. Es más bien la celebración actual de la presencia viva de Cristo, muerto y resucitado en la Iglesia, su Esposa y su Cuerpo Místico. La celebración de la pascua semanal representa la columna fundamental de toda la vida de la Iglesia y la vida de cada discípulo del Señor (cf. CIC, 2177), porque en ésta se da la santificación del pueblo de Dios, hasta el domingo sin ocaso, hasta la Pascua eterna y definitiva de Dios con sus criaturas. Por consiguiente, en este día de mi aniversario número 60, en el domingo, me uno con la emoción vibrante que hacía decir a san Jerónimo: “El domingo es el día de la resurrección; es el día de los cristianos; es nuestro día”, es la “fiesta primordial”, instituida no sólo para medir la sucesión del tiempo, sino para poner de relieve su sentido más profundo. 3) EL AÑO JUBILAR DEL PATRONATO DE NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD SOBRE IRAPUATO Al echar una mirada hacia mi vida pasada, doy gracias a Dios porque puso a mi lado a la Santísima Virgen María y a san José, casi como una compañeros de viaje, que siempre me han conducido, protegido, me han indicado el camino a recorrer, en medio de los dado consuelos y alegrías. También doy las gracias a las personas que, desde los primeros años de mi infancia, me acercaron al que es la vida, el camino y la verdad, a Jesús, que quiso llamarme, para que fuera su lugarteniente en dónde Él me ha puesto... Muy íntimo mi caminar ha sido, aquí en Irapuato, con Nuestra Señora de la Soledad. Me ha sentido siempre su hijo predilecto. Todo lo que hemos caminado en estos 6 años ha sido Ella la gran y santa “Generala”, que ha conducido cada paso de la restauración, de la liberación y de evangelización en esta parroquia primada de la Diócesis. Precisamente, llegan mis 60 años en el AÑO JUBILAR como preparación al Bicentenario del patronato de Nuestra Señora de la Soledad sobre la Ciudad de Irapuato. La presencia de ustedes hoy aquí no es fortuita, es un hecho que tiene valor de predilección, porque es una invitación a involucrarse y unirnos todos en un mismo corazón para difundir las riquezas de nuestro fe y devoción a nuestra PATRONA, DEFENSORA y ABOGADA, porque hoy más que nunca todos necesitamos crecer más en la fe, la esperanza y el amor a Cristo por medio de María, necesitamos contemplar a María que es modelo de la vida cristiana, mediante una sólida devoción de Ella. En efecto, María es nuestra Madre y nuestra Maestra. En este contexto ¿Cómo puedes decirle a la Madre que la amas?, ¿Qué puedes darle en este Bicentenario, de qué forma podrías decirles a todos que Ella es PATRONA, DEFENSORA y ABOGADA de cada Irapuatense? Desde finales del XVII se ha venido escribiendo una historia de fe y esperanza, y de amor bello y eterno que con el pasar del tiempo no ha hecho sino acrecentarse como río caudaloso que arrastra consigo todo lo que encuentra en su camino. Hoy nosotros no podemos dejar que el caudal de la devoción a nuestra Patrona se pierda. Sabemos por esta historia, que ayer un raudal inmenso, oleadas incesantes de hombres y mujeres de todas las edades, de todas las condiciones, de todas las procedencias en estos días benditos desfilaban por la Casa madre de esta Ciudad, el templo de nuestro Patrona, para presentarle a sus criaturas recién nacidas, implorar su protección, cantar su hermosura, enaltecer su grandeza, maravillarse sencillamente de su amor incondicional. Como lo hiciera el patronato de nuestra patrona el abril de 1912: “Dulcísima señora, Gloriosa Virgen que en el misterio de tu soledad eres y, has sido siempre el encanto de este pueblo que ama, cuan felices somos ahora Señora por renovar con todo el corazón y con toda la lealtad de nuestra alma el juramento ya hecho en el pasado siglo ante tu imagen milagrosa. ¡Sí Madre muy amada! el Clero y el Pueblo, los grandes y los pequeños, los varones con el devoto sexo, los inocentes niños, todos arrodillados ante tu altar, renovamos esa Lea promesa de tenerte por nuestra PATRONA, DEFENSORA y ABOGADA; de acudir a Ti con confianza en todas nuestras necesidades, de buscar aquí refugio en todas las persecuciones, de implorar bajo las bóvedas de tu templo tu poderoso auxilio contra todos nuestros enemigos espirituales y temporales”. Nadie podemos darnos el lujo de cansarnos de profesar un amor bello y lozano a la espiritual grandeza de tan hermosa señora, de colmarla de flores, de visitas y de atenciones, de engalanarla con versos, oraciones y poesías. Nuestra Patrona nunca se ha querido quedar atrás: a través de su imagen, maravillosamente, ha querido manifestar su maternal predilección por los habitantes de esta tierra de gracia y su deseo de caminar fiel y amorosamente a su lado, gustosa de ser la imagen emblemática más determinantes de la identidad de esta Ciudad. Nuestra amada patrona alberga en su corazón un ardiente deseo: que la devoción que le profesamos con tanto ardor a su imagen de la Soledad, siga siendo uno de los caminos privilegiados puesto por Dios al alcance de los irapuatenses para que puedan encontrarse con su hijo Jesús “la raíz, la fuente y la cumbre de la vida de la Iglesia y el fundamento del discipulado y de la misión” (CELAM, Documento de Participación No. 39). ¿Cuál otra puede ser nuestra respuesta, sino con las palabras y la vida, seguir viviendo y cantando?: Viva la Virgen nuestra patrona, que en Irapuato tiene su altar, y reine siempre Cristo, en la Irapuato, noble y leal. ¡Oh Virgen de la Soledad profunda, Y del llanto sin consuelo, Mira, oh tierna Madre, a tu pueblo; Mira, ¡cómo te ama¡ Haz que te ame más y más, Y que tus hijos de Irapuato, Primero pierdan la vida; que te dejen de amar! BENDICIÓN DE LA MESA ORACIÓN DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI (27 de noviembre de 2010) Señor Jesús, que con fidelidad visitas y colmas con tu Presencia la Iglesia y la historia de los hombres; que en el admirable Sacramento de tu Cuerpo y tu Sangre nos haces partícipes de la vida divina y nos concedes saborear anticipadamente la alegría de la vida eterna; te adoramos y te bendecimos. Postrados delante de ti, fuente y amante de la vida, realmente presente y vivo en medio de nosotros, te suplicamos: Aviva en nosotros el respeto por toda vida humana naciente, haz que veamos en el fruto del seno materno la admirable obra del Creador; abre nuestro corazón a la generosa acogida de cada niño que se asoma a la vida. Bendice a las familias, santifica la unión de los esposos, haz que su amor sea fecundo. Acompaña con la luz de tu Espíritu las decisiones de las asambleas legislativas, a fin de que los pueblos y las naciones reconozcan y respeten el carácter sagrado de la vida, de toda vida humana. Guía la labor de los científicos y de los médicos, para que el progreso contribuya al bien integral de la persona y nadie sufra supresión e injusticia. Concede caridad creativa administradores y a los economistas, para que sepan intuir y promover a los condiciones suficientes a fin de que las familias jóvenes puedan abrirse serenamente al nacimiento de nuevos hijos. Consuela a las parejas de esposos que sufren a causa de la imposibilidad de tener hijos, y en tu bondad provee. Educa a todos a hacerse cargo de los niños huérfanos o abandonados, para que experimenten el calor de tu caridad, el consuelo de tu Corazón divino. Con María tu Madre, la gran creyente, en cuyo seno asumiste nuestra naturaleza humana, esperamos de ti, nuestro único verdadero Bien y Salvador, la fuerza de amar y servir a la vida, a la espera de vivir siempre en ti, en la comunión de la santísima Trinidad.