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Domingo XXV del Tiempo Ordinario, Año A - 18 de Septiembre de 2011
TEMA: «¡VAYAN TAMBIEN UDS. A MI VIÑA!»
Los seres humanos juzgan el premio por sus trabajos de manera diferente de como los juzga Dios. Todos
estamos llamados a trabajar en la viña del Señor. El simple hecho de ser llamados a trabajar por Dios es
ya un privilegio que no tiene medida. Unos pueden iniciar su trabajo en la viña del Señor a temprana
hora; otros empiezan en las últimas horas; pero todos reciben la misma paga, que es la vida eterna. Dios
no mide el salario según el tiempo, sino según el mérito. Es verdad que cada quien gozará de la vida
eterna según haya trabajado con esmero en esta vida, pero hay algunos que pueden convertirse y ganar el
cielo en los últimos momentos de su vida, como el ladrón arrepentido que le dijo a Jesús: “Señor,
acuérdate de mí cuando estés en tu Reino”. Y Jesús le contestó: “Hoy mismo estarás conmigo en el
Paraíso”. Este buen ladrón no era bueno porque era ladrón, sino porque supo reconocer a Jesús como a
su Salvador. Él supo ganarse la vida eterna en los últimos momentos de su vida. Aunque nosotros
debemos trabajar todos los días por el Señor, no debemos olvidar que nuestra suerte final depende del
último instante de nuestra vida. Debemos pedirle a Dios nos dé la perseverancia final.
1. Busquen al Señor mientras lo pueden encontrar. (Is. 55,6-9).
El fin de nuestra vida es siempre “buscar al Señor”. Él nos trajo a este mundo para fuéramos sus
viñadores. Cualquier trabajo que hagamos por el Señor es bueno, pero debemos siempre buscar lo que el
Señor quiere de nosotros. El profeta Isaías nos dice que “El malvado (pecador) debe abandonar su
camino, y el criminal sus planes. Debe regresar a Dios que es misericordioso y rico en perdón”. Los
pensamientos del Señor son siempre rectos, a diferencia de nuestros pensamientos que van casi siempre
en dirección opuesta. Debemos siempre dejarnos guiar por el Espíritu Santo que es nuestra guía.
Trabajar por el Señor es hacer su voluntad y seguir sus mandamientos. Si vivimos sólo para nosotros,
nos alejamos de la voluntad de Dios.
2. Para mí la vida es Cristo y la muerte una ganancia. (Fil. 1. 20-24.27).
San Pablo había caído en un dilema: seguir trabajando por Cristo en la difusión del Evangelio o morir
para ir a encontrarse con Cristo. Lo mejor para San Pablo era “encontrarse con Cristo” (Cupio dissolvi et
esse cum Christo), pero al mismo tiempo deseaba seguir trabajando por sus hermanos, que todavía no
había oído su Evangelio. Trabajar en la viña del Señor quiere decir ponernos al servicio del Evangelio.
Si somos cristianos debemos siempre seguir a Cristo, ya sea en nuestra vida que con nuestra muerte.
Estamos siempre unidos a Cristo, ya sea que vivamos o que muramos. Jesús nos invita a “trabajar en su
viña”, es decir, en llevar su Evangelio hasta los últimos rincones del mundo. Para morir por Cristo hay
siempre tiempo, pero para trabajar por la evangelización del mundo el tiempo no es suficiente. Nos
perdemos casi siempre en vagas consideraciones y deseos de trabajar en la “Viña del Señor”, pero
generalmente trabajamos nada más para nosotros mismos y no para los demás. San Pablo consideraba la
muerte como una cosa más importante para él, personalmente, pero quería también seguir trabajando en
la difusión del Evangelio. También nosotros debemos considerar la gloria del cielo como nuestro último
fin; pero no la vamos a obtener, si no trabajamos también por el bien de nuestros hermanos que no
conocen aún el Evangelio. Todo cristiano debe ser también misionero, es decir, debe estar unido a Cristo
y trabajar por la salvación de sus hermanos. Debemos, en otras palabras, colaborar con la Iglesia a la
difusión de la fe cristiana en todo el mundo.
3. Vayan a mi Viña y les pagaré lo que sea justo. (Mt. 20, 1-16).
La parábola que nos presenta Jesús en el Evangelio de hoy se refiere al premio o salario que Dios nos
dará algún día si trabajamos por su Reino. No importa la hora en que comencemos a trabajar, nuestro
salario va a ser el mismo de aquellos que han comenzado a trabajar al fin de la jornada. El mismo hecho
de que Dios nos llame a su “viña” es ya un regalo que Dios nos da. No un regalo material sino más bien
espiritual. Se trata de la vida eterna, el regalo más grande que podemos recibir de Dios. Realmente el fin
de nuestra vida es “servir a Dios en esta vida” para ir a gozar de su gloria en el cielo. Hay muchos
cristianos y no cristianos que se olvidan del fin por el cuales Dios nos ha creado. Dios no es injusto con
nosotros, pues nos paga con dones que no merecemos. La vida eterna es un premio más grande que
todos los que hemos recibido de Él en nuestra vida. Es un don que dura para siempre.
ACTUALIZACIÓN DEL EVANGELIO:
 Nosotros contamos las horas de trabajo. No podemos hacer otra cosa que contar las horas que
trabajamos. Dios nos paga un salario más grande que si trabajáramos 20 horas al día, aunque hay
algunos que reciben enormes salarios sin trabajar mucho, y otros que no reciben más que el salario
mínimo que es demasiado pequeño e injusto. En Estados Unidos ganan hasta 10 veces más trabajando
ocho horas que en México trabajando 10 o 12 horas. Normalmente en Estados Unidos ganan hasta
150.00 Dólares al día, mientras que en México ganan apenas 100.00 pesos al día haciendo trabajos más
pesados, aunque muchos no quieren trabajar por menos de 250.00 pesos al día. Por eso muchos
latinoamericanos se van a Estados Unidos para ganar más dinero que en México, y muchos arriesgan su
vida pasando la frontera ilegalmente. Es una verdadera injusticia que los políticos ganen hasta un millón
de pesos al mes sin hacer un verdadero esfuerzo. Y los futbolistas ganan más que los ministros o
secretarios del gobierno. El Chicharito, gana 27,000 Dólares a la semana, que corresponden a unos 900
Dólares al día, y a 1.296,000 Dólares al año, aunque no juegue siempre. Y hay otros deportistas que
ganan mucho más. Pero somos nosotros los que les pagamos esos salarios porque pagamos nuestra
entrada a los estadios.
 Dios nos llama a trabajar en su viña. La viña del Señor es nuestra vocación cristiana. Trabajar
por Dios significa cumplir con su voluntad y hacer lo que Él nos pide en nuestra vida. Dios quiere salvar
al mundo por medio de nosotros. Jesús nos llama a extender su reino en el mundo. ¿Cuántos de nosotros
piensa en ese deber misionero que Dios nos ha dado? El mundo se está descristianizando, especialmente
en el continente europeo, que fue la cuna del cristianismo. El Papa sigue llamando al mundo católico a
reconocer sus raíces cristianas, pero ¿quién lo escucha? Los gobiernos siguen haciendo leyes contra la
doctrina de la Iglesia aprobando leyes contrarias al Evangelio. Hoy más que nunca estamos todos
llamados a dar un testimonio creíble del Evangelio. Ese es nuestro trabajo hoy en la “viña del Señor”.
San Pedro Claver, cuya fiesta celebramos el pasado 9 de Septiembre, es
uno de los santos patronos de las misiones de África. Él dedicó toda su
vida a rescatar a los negros que llevaban como esclavos al Nuevo
Mundo. Luchó por los derechos de los Negros y se dedicó a curarlos y a
enseñarles la religión cristiana. Por eso él se llamaba a sí mismo “el
esclavo de los esclavos”. Fue considerado un Santo aún en vida, porque
cumplió fielmente con su trabajo en la Viña del Señor.
P. José Oscar Flores, MCCJ - [email protected]
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