446-2005 Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia

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446-2005
Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. San Salvador, a las ocho
horas y treinta minutos del día seis de febrero de dos mil ocho.
El presente proceso de amparo ha sido promovido por el señor Santos Carlos Vásquez
mediante demanda presentada el día diecisiete de agosto de dos mil cinco, contra
actuaciones del Director General del Instituto Salvadoreño del Seguro Social que considera
violatorias de sus derechos de audiencia, estabilidad laboral, defensa y libertad sindical.
Han intervenido en el proceso el actor, la autoridad demandada y el Fiscal de la Corte.
LEIDOS LOS AUTOS Y CONSIDERANDO:
I. La parte actora manifestó, esencialmente, en su demanda y escrito de evacuación de
prevención que desde el día treinta y uno de mayo de mil novecientos noventa y siete
laboraba para el Instituto Salvadoreño del Seguro Social, desempeñándose en el cargo de
vigilante de fin de semana en la Unidad Médica de Acajutla; sin embargo, el día tres de
agosto de dos mil dos, la Jefe de la División de Recursos Humanos le comunicó que
quedaba destituido sin responsabilidad patronal, lo anterior en cumplimiento del Acuerdo
emitido por el Director General de dicha institución marcado con el número de referencia
2002-07-0521.
Al respecto, consideró que previo al citado acuerdo de despido, la autoridad competente
debió concederle la oportunidad de defenderse mediante un juicio, por cualquier falta que
se le imputara en cumplimiento de la Constitución y de las cláusulas 18, 37 y 72 del Laudo
Arbitral vigente. Asimismo, expuso que su despido era improcedente puesto que gozaba de
la garantía de inamovilidad sindical al ostentar en aquel momento la calidad de
representante sindical de esa Unidad Médica, vulnerándose además el derecho a la libertad
sindical contenido en el artículo 47 de la Constitución.
En virtud de lo anterior, considera que se vulneraron sus derechos de estabilidad laboral,
audiencia, defensa, debido proceso y de libertad sindical pidiendo para ello que se
admitiera su demanda de amparo, se le tuviera por parte en la calidad en que comparecía y,
que luego de los trámites legales, se dictara sentencia amparándolo en sus derechos.
De conformidad al artículo 18 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, se previno al
actor que estableciera ciertos aspectos de su demanda; prevención que fue oportunamente
evacuada a través del escrito correspondiente.
Por auto interlocutorio de las ocho horas con un minuto del día uno de septiembre de dos
mil cinco, se admitió la demanda por presuntas vulneraciones a los derechos de estabilidad
laboral, audiencia, defensa y libertad sindical; asimismo, se circunscribió el control
constitucional al supuesto despido del actor de su cargo como vigilante de fin de semana de
la Unidad Médica de Acajutla del ISSS, para determinar si, previo a ello, le fue seguido un
procedimiento en el que tuviese la oportunidad de defenderse. En el mismo auto se declaró
sin lugar la suspensión del acto reclamado y se pidió informe a la autoridad demandada de
conformidad al artículo 21 de la Ley de Procedimientos Constitucionales.
Al rendir el informe requerido, el Director del Instituto Salvadoreño del Seguro Social a
través de su apoderada, manifestó que no eran ciertas las transgresiones constitucionales
alegadas.
Se mandó a oír al Fiscal de la Corte en la siguiente audiencia, quien no hizo uso de la
misma. Posteriormente, se confirmó la denegatoria de la suspensión del acto reclamado y se
pidió nuevo informe a la autoridad demandada.
El Director del Instituto Salvadoreño del Seguro Social manifestó que puede separarse del
cargo a un servidor o a un empleado público, cuando el mismo incumple con sus deberes o
cuando incurre en una causal de destitución, siempre y cuando se siga un procedimiento en
el que tuviese el derecho de audiencia y la oportunidad de defenderse.
Asimismo, indicó que si bien los factores para que un trabajador goce de estabilidad en el
cargo son que subsista el puesto de trabajo, que el cargo sea desempeñado con eficiencia y
que no se cometa falta grave que la ley considere causal de despido, el actor omitió
manifestar que cometió una falta que dio origen a su destitución y la cual fue permitir que
un particular condujera un vehículo de ambulancia propiedad del Instituto Salvadoreño del
Seguro Social, para transportar a una paciente ya que el motorista asignado se había
retirado injustificadamente, todo lo cual no reportó a la autoridad respectiva de la Unidad
Médica de Acajutla, cuando tenía la obligación de hacerlo. Dicha actuación, alegó, se
constituyó en una infracción al artículo 31 ordinal 2º del Código de Trabajo y cláusulas 7 y
11 del Laudo Arbitral de Conflictos Colectivos de Trabajo entre Sindicatos de Trabajadores
del ISSS e Instituto Salvadoreño del Seguro Social de febrero de dos mil y conforme al
artículo 50 ordinal 20º del Código de Trabajo es una causa de terminación del contrato de
trabajo sin responsabilidad patronal.
Agregó, además, que al cometerse dicha falta el Instituto cumplió las cláusulas 18, 36 y 72
del Laudo Arbitral, ya que el demandante fue citado y compareció en la Dirección de la
Unidad Médica de Acajutla de dicho Instituto. A su escrito adjuntó copia del Acta Número
Uno, copia del citatorio realizado al señor Santos Carlos Vásquez para comparecer a la
audiencia respectiva, fotocopia certificada del acta de la audiencia concedida al actor a
efecto de ejercer su defensa y audiencia, así como copia del contrato individual de trabajo
en donde consta que dicho señor actualmente es trabajador activo de tal Institución;
documentos con los cuales, a su juicio, se comprueba que al actor se le siguió un
procedimiento en el que tuvo la oportunidad de defenderse y que no se le transgredieron sus
derechos de estabilidad laboral, audiencia, defensa y libertad sindical, sino más bien, la
relación laboral se dio por finalizada en razón de la falta cometida y que según el Código de
Trabajo es causal de despido.
Posteriormente se confirieron los traslados que ordena el artículo 27 de la Ley de
Procedimientos Constitucionales, al Fiscal de la Corte y a la parte actora.
El primero de éstos, al evacuar dicho traslado sostuvo lo siguiente: "No obstante lo
planteado por el impetrante en su demanda de fs. Uno pero, a la fecha no existe prueba de
lo afirmado por él y, visto el informe rendido por el Funcionario demandado, el que goza de
la presunción de veracidad, corresponde al actor la carga de la prueba, para poder
determinar si le han sido violados los derechos diz que infringidos.-"
Por su parte el actor expuso que a la fecha en que fue destituido ocupaba un cargo de
representación sindical, que el Laudo Arbitral le concedía fuero sindical y, en ese sentido,
previo a su destitución no se le promovió proceso alguno; ratificó además todos y cada uno
de los conceptos vertidos en su demanda.
Se abrió a pruebas el proceso por el plazo de ocho días, dentro del cual la autoridad
demandada, a solicitud de la parte actora, remitió certificación del acuerdo número 200207-0521 y certificación del expediente personal del peticionario.
Finalizado el plazo probatorio se corrieron los traslados que ordena el artículo 30 de la Ley
de Procedimientos Constitucionales, al Fiscal de la Corte, al actor y a la autoridad
demandada.
El Fiscal de la Corte al evacuarlo sostuvo que: "Por considerar aún estar vigentes los
conceptos expresados en el anterior traslado de fecha once de noviembre de dos mil cinco,
ratifico y confirmo los mismos.-"
El actor, además de reiterar los argumentos vertidos en el anterior traslado, alegó que la
autoridad demandada, por medio de sus apoderados, no ha incorporado medio de prueba
alguno que justifique el acto reclamado en el presente proceso, cual es el procedimiento
previo aplicado para despedirlo no sólo como empleado público, sino como representante
sindical de la Unidad Médica de Acajutla.
La autoridad demandada acotó nuevamente que la estabilidad laboral no supone la
inamovilidad del cargo del trabajador, ya que éste puede ser removido cuando existen
razones suficientes que constituyen alguna causal de destitución, y que en el caso
particular, el señor Santos Carlos Vásquez cometió una falta grave que la ley considera
causal de despido, lo cual quedó evidenciado con la prueba que corre agregada a este
expediente y donde se verifica, además, el procedimiento seguido antes de proceder a la
destitución, en donde posteriormente a la falta grave cometida se cumplió con lo
establecido en las cláusulas 18, 36 y 72 del Laudo Arbitral. En virtud de lo expuesto,
solicitó a esta Sala, que con fundamento en su jurisprudencia, se dictara sobreseimiento o
bien se declarara no ha lugar el amparo solicitado por el demandante.
El proceso quedó en estado de pronunciar sentencia.
II. De acuerdo a la demanda, el escrito de cumplimiento de prevención y auto de admisión
de aquélla, el objeto sobre el cual versa el presente amparo es el despido del señor Santos
Carlos Vásquez de su cargo como vigilante de fin de semana destacado en la Unidad
Médica de Acajutla, mediante acuerdo emitido por el Director General del Instituto
Salvadoreño del Seguro Social, sin que se le tramitara un procedimiento previo, en el que
tuviera la oportunidad de defenderse, con lo cual se ocasionó una presunta vulneración a
sus derechos de estabilidad laboral, audiencia, defensa y libertad sindical.
III. Corresponde ahora realizar el examen de la pretensión planteada, ajustando su análisis
al siguiente orden: (a) esbozar algunas consideraciones jurisprudenciales y doctrinarias
sobre los derechos de audiencia y defensa; (b) determinar si el señor Santos Carlos Vásquez
era titular del derecho a la estabilidad laboral y de libertad sindical; (c) en caso afirmativo,
establecer cuál es el procedimiento o proceso previo que debe tramitarse para la destitución
del demandante; y (d) verificar si la autoridad demandada dio trámite al procedimiento
correspondiente respetando los derechos constitucionales del referido señor.
(a) El artículo 11 de la Constitución de la República establece que "Ninguna persona puede
ser privada del derecho a la vida, a la libertad, a la propiedad y posesión, ni de cualquier
otro de sus derechos sin ser previamente oída y vencida en juicio con arreglo a las leyes
(…)". A su vez, la jurisprudencia emanada de este Tribunal -verbigracia las resoluciones
pronunciadas el diecinueve de julio y el cinco de septiembre, ambas fechas del año dos mil
seis, en los amparos clasificados con las referencias 391-2005 y 390-2005- ha establecido
que: "(…) el derecho de audiencia se caracteriza, en primer lugar, por ser un derecho de
contenido procesal, instituido como un pilar fundamental para la protección efectiva de los
demás derechos de los gobernados, estén o no reconocidos en la Constitución. (…)".
El contenido de los derechos de audiencia y defensa ha sido delimitado por la
jurisprudencia constitucional, así, este Tribunal en la resolución pronunciada en el amparo
clasificado con el número 360-2004 el once de marzo de dos mil cinco, señaló que el
derecho de audiencia "(…) posibilita que toda persona, de forma previa a la privación de
cualquier derecho material, tenga oportunidad real y eficaz de ser oída (…)", lo anterior
implica que: "(…) en todo proceso o procedimiento se tiene que posibilitar –de acuerdo a la
ley o en aplicación directa de la Constitución–, al menos, una oportunidad razonable para
oír la posición del sujeto pasivo –principio del contradictorio– (…) Este derecho
constitucional procesal posibilita, entre otras cosas, que el demandado pueda desvirtuar,
con los medios probatorios conducentes o argumentos pertinentes, la pretensión incoada
en su contra por el demandante; de tal suerte que si no se potencia adecuadamente,
aunque pueda ser oído, existiría violación constitucional (…)" (itálica suplida).
Asimismo, en la sentencia emitida en el amparo clasificado con el número 183-2000 el día
doce de febrero de dos mil dos, este Tribunal indicó que: "(…) la defensa comprende,
entonces, todo medio de oposición a las posturas de la respectiva contraparte. Es por ello
que toda ley que faculte privar de un derecho, debe establecer las causas para hacerlo y el
procedimiento a seguir, los cuales deben estar diseñados de tal forma que posibiliten la
intervención efectiva del gobernado, a efecto de que conozca los hechos que lo motivaron y
de tal manera, tenga la posibilidad de desvirtuarlos (…)" (itálica suplida).
En ese orden de ideas, es dable afirmar que -a efectos de cumplir con la verdadera
naturaleza y esencia de los derechos constitucionales de audiencia y defensa- en un proceso
o procedimiento determinado no basta con hacer del conocimiento del afectado los cargos o
faltas que se le imputan y darle una oportunidad meramente "formalista" para que se
manifieste, sino que esta oportunidad debe ser real, razonable y eficaz de manera que
potencie la posibilidad de que aquél controvierta la pretensión incoada en su contra y que
pueda desvirtuar la misma con los medios probatorios y las alegaciones pertinentes.
Al respecto, la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Español -verbigracia la sentencia
pronunciada el día diez de febrero de dos mil tres en el amparo con referencia 23/2003, ha
establecido que: "(…) el derecho a la tutela judicial efectiva sin indefensión (…) incorpora,
como uno de sus contenidos esenciales, la exigencia de que en ningún caso pueda
producirse indefensión, garantizando a los litigantes, en todo proceso y en todas sus
instancias y recursos, un adecuado ejercicio del derecho de defensa que respete los
principios de audiencia, contradicción e igualdad de armas procesales, asegurándoles la
oportunidad de ser oídos y de hacer valer sus respectivos derechos e intereses legítimos
(…) el derecho a la defensa con contradicción impone a los órganos judiciales el deber de
excluir la indefensión, por lo que, cuando su actuación haya impedido a una parte, en el
curso del proceso, el ejercicio de las facultades de alegación y, en su caso, de justificación
de sus derechos e intereses legítimos, bien para la defensa de sus propias posiciones o bien
para rebatir las posiciones contrarias, se vulnera el principio de contradicción y, por ende,
el derecho a la tutela judicial (…)" (itálica suplida).
Dicho Tribunal, también indicó en la sentencia emitida en el amparo clasificado con el
número 114/2000 el cinco de mayo de dos mil, que: "(…) la regla de interdicción de la
indefensión requiere del órgano jurisdiccional un indudable esfuerzo a fin de preservar los
derechos de defensa de las partes, correspondiendo a los órganos judiciales procurar que en
un proceso se dé la necesaria contradicción entre ellas, así como que posean idénticas
posibilidades de alegar o probar y, en definitiva, de ejercer su derecho de defensa en cada
una de las instancias que lo componen (…)".
En relación con lo expuesto, el autor Joan Picó I Junoy en la obra "Las Garantías
Constitucionales del Proceso", señala que existe indefensión cuando concurren los
siguientes requisitos: que exista una imposibilidad de efectuar alegaciones o de probar lo
alegado, que se trate de una privación real, efectiva, y actual de los medios de alegación o
prueba, que la misma sea total o absoluta, que sea definitiva y que no sea provocada ni
consentida por el gobernado con algún tipo de pasividad, impericia o negligencia.
A partir de lo anterior se colige que para que exista una oportunidad razonable y eficaz para
las partes de ejercer sus derechos de audiencia y defensa en cualquier proceso o
procedimiento, éstas deben actuar en igualdad de condiciones, teniendo acceso igualitario a
las pruebas presentadas y disponiendo de plazos equitativos para preparar sus alegaciones entre otros aspectos-, puesto que si a una de las partes se le dan posibilidades menores de
defensa en virtud de los plazos otorgados o de las herramientas puestas a su disposición
para preparar sus argumentos, entonces se colocaría a la misma en una situación de
indefensión que violentaría, por tanto, el derecho de audiencia y defensa de ésta, pese a que
a ambas partes se les dé la posibilidad de ser escuchados.
(b) Respecto del derecho a la estabilidad laboral y libertad sindical, es pertinente retomar lo
que jurisprudencialmente esta Sala ha entendido por dicha categoría protegible.
1. La estabilidad laboral implica el derecho de conservar un trabajo o empleo, la cual podrá
invocar el trabajador cuando a su favor concurran circunstancias como las siguientes: que
subsista el puesto de trabajo, que el empleado no pierda su capacidad física o mental para
desempeñar el cargo, que éste se desempeñe con eficiencia, que no se cometa falta grave
que la ley considere como causal de despido, que subsista la institución para la cual se
presta el servicio y que, además, el puesto no sea de aquellos que requieran de confianza,
ya sea personal o política.
Se ha sostenido que éste, no obstante ser un derecho reconocido constitucionalmente no
implica que respecto de él no pueda verificarse una privación, pues la Constitución no
puede asegurar el goce del mismo a aquellos empleados públicos que hayan dado motivo
para decidir su separación del cargo. Sin embargo, hay que tener en cuenta que si bien el
derecho a la estabilidad laboral no significa inamovilidad, previamente a una destitución o
remoción debe tramitarse un procedimiento en el que se aseguren oportunidades reales de
defensa para el afectado. Es decir, que tal derecho surte plenamente sus efectos frente a
remociones o destituciones arbitrarias, caprichosas, realizadas con transgresión de la
Constitución y las leyes.
2. Por otro lado, el derecho fundamental a la libertad sindical está reconocido en el artículo
47 de la Constitución al señalar que: "Los patronos y trabajadores privados, sin distinción
de nacionalidad, sexo, raza, credo o ideas políticas y cualquiera que sea su actividad o la
naturaleza del trabajo que realicen, tienen el derecho de asociarse libremente para la
defensa de sus respectivos intereses, formando asociaciones profesionales o sindicatos. El
mismo derecho tendrán los trabajadores de las instituciones oficiales autónomas.
Dichas organizaciones tienen derecho a personalidad jurídica y a ser debidamente
protegidas en el ejercicio de sus funciones. Su disolución o suspensión sólo podrá
decretarse en los casos y con las formalidades determinadas por la ley.
Las normas especiales para la constitución y funcionamiento de las organizaciones
profesionales y sindicales del campo y de la ciudad, no deben coartar la libertad de
asociación. Se prohíbe toda cláusula de exclusión.
Los miembros de las directivas sindicales deberán ser salvadoreños por nacimiento y
durante el período de su elección y mandato, y hasta después de transcurrido un año de
haber cesado en sus funciones, no podrán ser despedidos, suspendidos disciplinariamente,
trasladados o desmejorados en sus condiciones de trabajo, sino por justa causa calificada
previamente por la autoridad competente."
En cuanto a las características jurídico-constitucionales del derecho fundamental de libertad
sindical, cabría apuntar las siguientes:
1º) Posee dos facetas: como libertad sindical individual se predica de los trabajadores y
como libertad sindical colectiva se establece respecto de los sindicatos ya constituidos.
2º) Se concreta en una libertad positiva -para constituir un sindicato (libertad de
constitución) y para afiliarse a uno ya constituido (libertad de afiliación)-, y en una libertad
negativa -como libertad para no sindicarse o para abandonar el sindicato al que estuviese
afiliado-.
3º) La libertad sindical colectiva, por su parte, se concreta en una serie de facultades
específicas tales como la libertad de reglamentación, la libertad de representación, la
libertad de gestión, la libertad de disolución y la libertad de federación.
4º) Finalmente, la libertad sindical, como derecho fundamental exige algo más que su
simple reconocimiento jurídico, puesto que debe ser garantizado frente a todos aquellos
sujetos que pudieran atentar contra ella (el Estado, los empresarios u organizaciones
empresariales o el propio sindicato).
Así respecto a esta última característica cuando el posible agraviante es el empleador o las
organizaciones patronales, el denominado Fuero Sindical se constituye como el conjunto de
medidas que protegen al dirigente contra cualquier perjuicio que pueda sufrir por el
ejercicio de su actividad sindical.
En relación a ello, el artículo 47 inciso final de la Constitución regula expresamente que:
Los miembros de las directivas sindicales durante el período de su elección y mandato, y
hasta después de transcurrido un año de haber cesado en sus funciones, no podrán ser
despedidos, suspendidos disciplinariamente, trasladados o desmejorados en sus
condiciones de trabajo, sino por justa causa calificada previamente por la autoridad
competente.
El fuero sindical constituye presupuesto de la libertad sindical, ya que de no existir aquél,
esta libertad sería una mera declaración sin posibilidad de ejecutarse realmente, por lo que
ambas categorías configuran pilares interrelacionados que se requieren de modo recíproco:
el fuero sindical es el derecho protector y la libertad sindical es el derecho protegido.
El fuero sindical no es una simple garantía contra el despido, sino contra todo acto
atentatorio de la libertad sindical (verbigracia, desmejora en las condiciones de trabajo,
traslado a otro establecimiento de la misma empresa sin causa justificada, etc.) Es decir, si
bien el despido se erige como la manifestación de discriminación de consecuencias más
graves, no es la única.
Ahora bien, respecto de esa garantía, la jurisprudencia constitucional -específicamente en la
inconstitucionalidad 26/99- acotó que en el caso de los directivos sindicales, su estabilidad
laboral opera únicamente cuando no existe justa causa para dar por terminado el contrato de
trabajo, que haya sido calificada previamente por la autoridad competente.
Es decir, que cuando el trabajador en estas circunstancias incurre en una causal de
terminación del contrato sin responsabilidad para el patrono y la misma es declarada por la
autoridad competente, el patrono está facultado para despedirlo, aun cuando se encuentre
fungiendo como directivo sindical o no haya transcurrido un año de haber cesado en sus
funciones como tal. Ahora bien, si el directivo sindical no ha incurrido en ninguna de las
causales a las que se ha hecho referencia y se le separa del cargo, el despido no surte
efectos constitucionales y legales.
En el Laudo Arbitral suscrito entre el Instituto Salvadoreño del Seguro Social y el Sindicato
de Trabajadores del mismo, dicho fuero está contemplado en la cláusula 37 bajo el epígrafe
"Inamovilidad Sindical" y del mismo gozan, entre otros, los representantes sindicales de
cada centro de atención.
En el presente caso, la autoridad demandada ha manifestado que el peticionario pertenecía
al ámbito laboral del Instituto Salvadoreño del Seguro Social, desempeñándose como
vigilante de fin de semana en la Unidad Médica de Acajutla. Aunado a lo anterior, debe
resaltarse la naturaleza permanente de las labores realizadas, así como el hecho de la
existencia del Laudo Arbitral que contempla la equiparación de derechos entre trabajadores
por contrato y Ley de Salarios -cláusula 14-; por lo que se colige plenamente que el derecho
de estabilidad laboral estaba incorporado en la esfera jurídica del demandante al momento
de ocurrir su destitución.
Por otro lado, de la certificación del acta número novecientos veintinueve del catorce de
marzo de dos mil dos, expedida por la Secretaria de Actas, Acuerdos y Asuntos Femeninos
y el Secretario General del Sindicato de Trabajadores del Instituto Salvadoreño del Seguro
Social -agregada de folios 38 a folios 41- se constata que de conformidad a las cláusulas 4 y
37 del Laudo Arbitral Vigente se nombraron a los representantes del sindicato para el
período de un año, a partir del uno de enero al treinta y uno de diciembre de dos mil dos,
entre los que se encontraba el señor Santos Carlos Vásquez como representante en la
Unidad Médica Acajutla. Así, de lo anterior se infiere que el peticionario, ostentaba la
calidad de dirigente sindical a la fecha en que se emitió el acuerdo de destitución, por lo
que se advierte que gozaba además de la garantía de fuero sindical.
(c) Habiéndose determinado la titularidad al derecho a la estabilidad laboral del impetrante,
conviene establecer cuál es el procedimiento aplicable en caso de destitución.
Es conveniente puntualizar que la Ley del Servicio Civil, en su artículo 2 inciso segundo,
establece que están excluidos de la carrera administrativa: "Los miembros del Magisterio
remunerados por el Estado o por el Municipio, los funcionarios y empleados del Servicio
Exterior, los de Telecomunicaciones y los de las Fundaciones e Instituciones
descentralizadas que gozan de autonomía económica y administrativa (…)", observándose,
entonces, que el demandante al ser empleado de una Institución Oficial Autónoma -el
Instituto Salvadoreño del Seguro Social- queda comprendido en la excepción citada.
Así, en el caso particular, es importante tener presente la existencia del Laudo señalado,
que en su cláusula número 18, cuyo epígrafe reza "Audiencia a los Trabajadores",
contempla lo siguiente: "Los trabajadores tienen derecho a ser enterados inmediatamente de
las diligencias que se les instruyen sobre averiguar las irregularidades o faltas que se les
atribuyan a efecto de garantizar su defensa, conforme a lo dispuesto en la cláusula
‘Solución de Quejas y Conflictos’ de este Contrato". Al respecto de la solución de las
quejas y conflictos surgidos, la cláusula 72 del Laudo prevé lo siguiente: "Con el propósito
de mantener, mejorar y estrechar la armonía entre el Instituto y sus trabajadores, las partes
contratantes se comprometen a someter previamente la solución de los conflictos
individuales que surgieren relacionados con la prestación de servicios o cuando esté siendo
afectado lo establecido en este Contrato, al conocimiento de los representantes del Instituto
en la dependencia respectiva y de los representantes del Sindicato a que se refiere la
cláusula "REPRESENTANTES DEL SINDICATO" de este Contrato. Para el cumplimiento
de lo dispuesto en esta cláusula, los representantes del Sindicato, no tendrán restricciones
dentro de su jornada laboral para buscar con los representantes del Instituto la solución a
los conflictos que ahí surjan. En última instancia se discutirán dichos conflictos por la
Dirección General y/o sus apoderados y los Representantes legales del Sindicato".
De las citadas disposiciones se colige que previo a la destitución del trabajador, debe
seguirse un procedimiento sumario en el que se posibilite su intervención y en el cual éste
tenga derecho a que se le informen las diligencias llevadas a cabo para la averiguación de
las irregularidades o faltas que se le atribuyen. Asimismo, de tales cláusulas se concluye
que este procedimiento ha de tener lugar, en primera instancia, ante los representantes del
ISSS en la dependencia o centro de atención respectivo, con la participación de los
representantes sindicales destacados en el mismo. Y en caso de no lograrse la solución del
conflicto en dicha instancia, éste ha de discutirse ante la Dirección General del Instituto,
con intervención de los representantes legales del sindicato.
Ello significa que, independientemente de los motivos o causas que se aleguen como
justificativas de la destitución o del despido, deberá cumplirse con el procedimiento
articulado en las cláusulas 18 y 72 del referido Laudo, a efecto de otorgar al interviniente la
posibilidad de exponer sus razonamientos, controvertir la prueba en su contra y ejercer la
defensa de su derecho, cumpliendo con ello además la exigencia del proceso previo que
señala el artículo 11 de la Constitución. De ahí que, la pérdida de la estabilidad laboral, no
constituye una atribución discrecional de la administración estatal, sino que es una
atribución reglada o vinculada por los regímenes especiales o, en última instancia, por el
mismo precepto constitucional.
En ese sentido, según consta en este expediente judicial, en lo referente al vínculo laboral
del señor Vásquez con el Instituto Salvadoreño del Seguro Social, se colige que la
normativa aplicable prima facie para la validez constitucional del supuesto de destitución, y
tal como lo prescribe el artículo 35 de las Disposiciones Generales de Presupuestos
relativas al Instituto Salvadoreño del Seguro Social, es el citado Laudo Arbitral. Tal
aseveración no significa que, en el supuesto de no observarse el contenido de las cláusulas
contenidas en el mismo, el demandante no goce del derecho a que se le tramite un proceso
previo a su destitución, pues en defecto de su aplicación, de conformidad a la interpretación
auténtica del artículo 102 de la Ley del Seguro Social, es asistida en forma subsidiaria por
la Ley Reguladora de la Garantía de Audiencia de los Empleados Públicos no
comprendidos en la Carrera Administrativa.
(d) Trasladando la doctrina y la jurisprudencia antes expuesta al presente caso, se advierte
que corre agregada a folios 119 de este expediente judicial, el acta número uno de fecha
veintinueve de abril de dos mil dos levantada en la Unidad Médica de Acajutla del Instituto
Salvadoreño del Seguro Social, en la que consta que se convocó al actor y otros
trabajadores "(…) para solicitarles explicación sobre anomalía presentada el día sábado
veinte de abril del año dos mil dos (…)"; asimismo, se establece en la aludida acta que el
peticionario respondió que desconocía el motivo de su convocatoria.
En relación a esta primera audiencia que se le concedió al impetrante, podemos señalar que
al momento en que comparece a la misma, éste desconocía los motivos de la convocatoria y
que ésta tenía por objeto que diera una explicación sobre hechos que posteriormente
desembocarían en una sanción en su contra; en ese sentido, la referida audiencia no tenía
por objeto informar de manera clara cuál era su fin, sino simplemente cumplir con una
formalidad: permitir la comparecencia del señor Vásquez al "procedimiento", razón por la
que no puede revestir, desde una perspectiva constitucional, las características de una
verdadera oportunidad de ser escuchado, ni mucho menos considerarse un acto preparatorio
en el que se le hace saber al investigado las faltas cometidas -con precisión- para,
posteriormente, ejercer, en una nueva audiencia, su derecho de audiencia y defensa.
Además, se encuentra a folios 124 de este expediente judicial, el citatorio de fecha
veintiuno de mayo de dos mil dos, efectuado al señor Santos Carlos Vásquez a efecto que
se presentara el día veintidós de dicho mes y año -es decir al día siguiente- a la Asesoría
Jurídica de Personal a ejercer su derecho de audiencia "(…) por falta cometida (…)" al
momento de trasportar a una paciente.
Con relación a dicha notificación se advierte que en la misma no se establece de manera
clara e ineludible cuáles eran las faltas concretas y definitivas que se le imputaban al
peticionario, con lo cual, hasta ese momento, no tenía certeza de las faltas que le atribuían,
pero, además de lo anterior, la supuesta finalidad de la audiencia queda desvirtuada y se
convierte por ello en un mero formalismo, cuando se observa que al impetrante se le cita
con un día de antelación; es decir, que ni en el hipotético caso que conociera los hechos que
se le atribuyen -pues no consta que se los hayan informado- no se le concedió un plazo
razonable para preparar su defensa. Por tanto, no podemos aceptar, desde una perspectiva
constitucional, que esta audiencia que se le confirió al señor Vásquez constituya una
oportunidad real de defensa, ya que la misma, además de no reunir los requisitos de índole
formal -extrínsecos- del acto de comunicación, pues éste se realizó sólo con un día de
antelación de la audiencia que tenía por objeto de que el señor Vásquez ejerciera su
defensa, también lo vemos en cuanto al contenido del acto, pues se limitó, únicamente, a
realizar una nueva entrevista del impetrante.
Consecuente con lo anterior, en el acta de folios 125, de fecha veintidós de mayo de dos mil
dos, consta que al comparecer el señor Vásquez a la Asesoría Jurídica de Personal del
Instituto Salvadoreño del Seguro Social, éste indicó que "(…) todo lo que se le atribuye es
falso e ignora la razón de tales imputaciones (…)", con lo que se advierte nuevamente que
éste no tuvo pleno conocimiento previo de las faltas que se le imputaban y que, como
consecuencia de ello y de la falta de tiempo para preparar sus alegatos y pruebas de
descargo, se le colocó en una situación de indefensión.
Asimismo, consta en el acta antes citada, que el pretensor presentó copias del libro de
reporte de novedades correspondiente con el objetivo de probar la falsedad de las
acusaciones, ello debido a que dicho libro era el único medio de prueba con que contaba,
dado que aquél no tuvo acceso -previo a la realización de la audiencia en comento- a las
otras pruebas que fueron valoradas para proceder a su destitución, tales como la nota
suscrita por el señor José Simeón Chicas López, el reporte de salidas de vehículo de la
Unidad Médica de fecha veinte de abril de dos mil dos, el informe elaborado por el señor
José Porfirio Lima Cruz y la nota de fecha siete de mayo de dos mil dos suscrita por el
señor Fidel Antonio Ayala.
En ese sentido, se constata que el actor no tuvo acceso a las pruebas de cargo presentadas
para sustentar las faltas que se le atribuían, por lo que no tuvo una oportunidad real,
razonable y eficaz de desvirtuar las mismas, por la falta de acceso a ellas y por el plazo
limitado que se le brindó para preparar su defensa.
En ese orden de ideas, se colige que la autoridad demandada realizó una serie de actos
meramente formales que tenían como objeto garantizar el derecho de audiencia del
afectado, pero que en la realidad no potenciaban adecuadamente los derechos de audiencia
y defensa de aquél, en tanto que en la primera reunión realizada, el actor no tenía
conocimiento de las irregularidades concretas que se le imputaban; en el citatorio
respectivo tampoco se estableció con claridad y precisión cuáles eran las faltas específicas
que se le atribuían, además, dicha citación se efectuó únicamente un día antes de la
realización de la audiencia correspondiente, por lo que aquél no tuvo un plazo razonable
para preparar su defensa; y, finalmente, la audiencia respectiva se limitó a ser una
oportunidad "meramente formal" que no potenció los derechos constitucionales del
pretensor, debido a que éste no tuvo acceso a las pruebas de cargo presentadas para
sustentar las faltas que se le imputaban y, por ende, no pudo desvirtuarlas ni presentar
adecuadamente sus alegatos de descargo por no haber tenido el tiempo de prepararlos,
asimismo, porque dicha audiencia se limitó a ser una nueva entrevista al señor Vásquez y
no una verdadera audiencia en la que se controvirtieran los hechos que se le atribuían.
Y es que no bastaba con señalar una audiencia a la que compareciera el señor Santos Carlos
Vásquez, sino que era necesario que se potenciaran adecuadamente sus derechos
constitucionales de audiencia y defensa, para lo cual, la autoridad demandada debió
informarle previamente de las faltas específicas que se le atribuían, así como las pruebas
que sustentaban las mismas; debió permitírsele tener acceso a todas las pruebas recopiladas
por la parte acusadora; debió citársele a la audiencia respectiva con suficiente antelación
para que éste pudiera analizar las pruebas de cargo y preparar su defensa de manera
adecuada; y, además, debió señalarse una nueva audiencia en la que el señor Vásquez
pudiera presentar las pruebas de descargo recabadas por éste, así como desvirtuar las
presentadas por la autoridad sancionatoria.
En virtud de las consideraciones esbozadas, es dable aseverar que el procedimiento llevado
a cabo por la autoridad demandada no fue idóneo ni suficiente para garantizar los derechos
constitucionales del actor; por lo que en el presente caso existió una vulneración a los
derechos de audiencia y defensa del señor Santos Carlos Vásquez y, por consiguiente, se
violentaron sus derechos a la estabilidad laboral y de la garantía de fuero sindical. En ese
sentido, es procedente declarar ha lugar el amparo solicitado por el señor Vásquez.
IV. Establecida la violación constitucional en la actuación de la autoridad demandada,
corresponde determinar: (a) el efecto restitutorio de la sentencia estimatoria; y (b) lo
relativo a la responsabilidad derivada de la infracción constitucional.
(a) Al respecto, es necesario aclarar que cuando este Tribunal reconoce en su sentencia la
existencia de un agravio personal, la consecuencia natural y lógica es la de reparar el daño
causado, restaurando las cosas al estado en que se encontraban antes de la ejecución del
acto violatorio de derechos y restableciendo al perjudicado en el pleno uso y goce de sus
derechos violados. Por ello, el artículo 35 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, en
sus primeras líneas, señala el efecto normal y principal de la sentencia estimatoria: el efecto
restitutorio.
Ahora bien, este efecto restitutorio debe entenderse atendiendo a la finalidad principal del
amparo: el restablecimiento del derecho constitucional violado; y por consiguiente, la
reparación del daño causado. En el presente caso, la restitución de las cosas al estado en
que se encontraban antes de la violación, no debe entenderse desde el punto de vista físico,
sino desde una perspectiva jurídica-patrimonial, como efecto directo de la sentencia
estimatoria, pues el acto de despido fue irremediablemente ejecutado.
En ese sentido, como efecto restitutorio patrimonial de esta providencia, el actor deberá
acudir a la vía correspondiente para cuantificar el monto de su indemnización, siendo
necesario aclarar que no es competencia de la Sala de lo Constitucional pronunciarse
respecto de los elementos que integrarán el monto de dicha indemnización, ya que no
pueden mezclarse dos tipos de procesos: uno en sede constitucional, en el cual este
Tribunal constata la existencia o no de la violación a un derecho constitucional; y otro de
daños y perjuicios, mediante el cual, el Juez de instancia competente, deberá liquidar los
perjuicios y daños -salarios dejados de percibir, intereses, frutos, y otros, según
corresponda- equivalentes al valor específico del agravio ocasionado.
En virtud de lo anterior, la parte actora del presente proceso, por haberse ejecutado el acto
de forma irremediable, tendrá que cuantificar ésta como parte de la restitución jurídicopatrimonial ante los tribunales ordinarios de acuerdo a la legislación procesal común.
(b) Determinada la existencia de violación constitucional en las actuaciones de la autoridad
demandada, corresponde ahora establecer lo relativo a su responsabilidad.
Conviene acotar previamente, que la responsabilidad directa que cabe al funcionario que ha
emitido o ejecutado el acto violatorio de las disposiciones constitucionales, no puede
estimarse una responsabilidad objetiva, esto es, no puede atenderse única y exclusivamente
al daño producido, prescindiendo en absoluto de la conducta del funcionario; ya que, si bien
es cierto que la aceptación de un cargo público implica, por el solo hecho de aceptarlo, la
obligación de desempeñarlo ajustado a las normas constitucionales -artículo 235 de la
Constitución-, la presunción de capacidad y suficiencia que existe respecto de los
funcionarios, no debe extremarse hasta el punto de exigir responsabilidad a una persona que
ocupó el cargo en fecha posterior a aquélla en que ocurrieron los hechos.
En el presente caso, se advierte que la persona que ocupaba el cargo de Director General
del Instituto Salvadoreño del Seguro Social cuando ocurrieron los hechos controvertidos, ya
no es titular de dicha institución, por lo que es inviable imputarle culpa alguna a la persona
que ostenta actualmente dicho cargo, en cuyo caso la responsabilidad deberá desplazarse al
Estado.
POR TANTO: A nombre de la República, con base en las razones expuestas, y en
aplicación de los artículos 2, 11 y 47 de la Constitución y 32, 33, 34 y 35 de la Ley de
Procedimientos Constitucionales, esta Sala FALLA: (a) Declárese que ha lugar al amparo
solicitado por el señor Santos Carlos Vásquez, contra actos del Director General del
Instituto Salvadoreño del Seguro Social, por violación de sus derechos de audiencia,
defensa, estabilidad laboral y de la garantía de fuero sindical; (b) comprobadas las
violaciones alegadas en el amparo de mérito, queda expedito el derecho al peticionario de
promover ante el tribunal competente y conforme a la legislación procesal común, el
proceso de liquidación de daños y perjuicios, directamente contra el Estado, en virtud del
efecto restitutorio de esta sentencia, de acuerdo al artículo 35 de la Ley de Procedimientos
Constitucionales; (c) asimismo, déjase expedito a la parte actora el derecho de promover
ante el tribunal competente y conforme a la legislación procesal común, el proceso civil de
indemnización de daños morales y materiales, directamente contra el Estado por las razones
señaladas en el apartado IV (b) de esta sentencia; y (d) Notifíquese. ---A. G. CALDERON--V. de AVILÉS---J. ENRIQUE ACOSTA---PRONUNCIADO POR LOS SEÑORES
MAGISTRADOS QUE LO SUSCRIBEN---S RIVAS DE AVENDAÑO---RUBRICADAS
446-2005
VOTO DISIDENTE DEL MAGISTRADO MAURICIO ALFREDO CLARÁ.
No concurro con mi voto a la formación del fallo que antecede, específicamente en el punto
contenido en el literal b), por el que se resuelve facultar directamente proceder a la
liquidación de daños y perjuicios; y las razones para disentir, son las que seguidamente se
expresan.
I.- El inciso primero del Art. 35 de la Ley de Procedimientos Constitucionales,
textualmente establece: """En la sentencia que concede el amparo se ordenará a la
autoridad demandada que las cosas vuelvan al estado en que se encontraban antes del acto
reclamado. Si éste se hubiere ejecutado en todo o en parte, de un modo irremediable, habrá
lugar a la acción civil de indemnización de daños y perjuicios contra el responsable
personalmente y en forma subsidiaria contra el Estado"".
El punto específico objeto de atención que fundamenta el presente voto, radica en el
enunciado de la parte segunda del inciso anteriormente transcrito. A nuestro
entender, la disposición legal en el punto indicado se limita a franquear o autorizar el
ejercicio de la acción civil para demandar la indemnización de los daños y perjuicios,
que pueden haberse ocasionado, ante la imposibilidad de restablecer "las cosas" al
estado en que se encontraban antes de la ejecución del acto reclamado. El texto de la
ley en este punto es notablemente claro al decir: HABRÁ LUGAR A LA ACCION
CIVIL DE INDEMNIZACIÓN POR DAÑOS Y PERJUICIOS etc., que en materia
jurídica es equivalente a establecer, que el interesado queda habilitado para promover
el proceso que determine "la obligación" de indemnizar daños y perjuicios. En ese
sentido, el derecho que franquea la disposición citada, dista mucho de autorizar la
declaración de una condena. El mismo Art. 35, en los incisos tercero y cuarto, regula
hipótesis jurídicas en las que autoriza determinadas condenas. La ley, cuando se trata
de dichas autorizaciones o condenas siempre se expresa en términos inequívocos o
precisos. Lo anterior confirma: que en el inciso primero de la disposición indicada, el
legislador no estableció condena alguna y tampoco ha querido que mediante
inferencias sea posible decretarla o suponerla. Si el legislador hubiere querido
establecer o suponer una condena en la regla mencionada, en lugar de afirmar que:
HABRÁ LUGAR A LA ACCIÓN CIVIL DE INDEMNIZACIÓN POR DAÑOS Y
PERJUICIOS, afirmaría: HABRÁ LUGAR A LA CONDENA DE
INDEMNIZACIÓN POR DAÑOS Y PERJUICIOS.
Con los señalamientos anteriores, considero, no es posible concluir, por vía de algún
método o recurso de interpretación, que en las expresiones del inciso primero, parte
segunda, del Art. 35 relacionado, subyace la intención o el espíritu legislador, de establecer
una condena. Acontece todo lo contrario: aplicando la interpretación lógica o sistemática a
todo el texto del referido artículo, es inevitable concluir que en su inciso primero el
legislador evitó autorizar condena alguna. Esta es una de las razones fundamentales de la
presente disidencia. Queda claramente definido en el punto cuestionado, que una
consecuencia jurídica es habilitar "la acción indemnizatoria por daños y perjuicios" en cuyo
caso se trata de una acción declarativa, como ha sucedido en la previsión legal citada y otra,
bastante diferente, es "habilitar la condena por daños y perjuicios" que es la que autoriza sin
más la liquidación correspondiente. La diferencia entre uno y otro supuesto y, su respectiva
consecuencia, es sustancialmente enorme. El supuesto jurídico del punto resuelto en la letra
b) del fallo, es la existencia de una condena, que en nuestro concepto no tiene asidero en los
términos del Art. 35 Inc. 1º. de la Ley de la Materia, y por lo tanto, legalmente no puede
habilitar la liquidación de daños y perjuicios conforme al Art. 960 Pr., sino la de ejercer la
acción civil conforme al Art. 962 Pr.
II.- En abundamiento de la disidencia que sustentamos, es pertinente plantear y analizar,
qué razones pudo tener en consideración el legislador, para sólo habilitar la acción civil de
indemnización por daños y perjuicios en dicho supuesto y no establecer una condena. A
nuestro entender hay varias razones.
1.- En primer lugar es necesario recordar que el proceso de amparo, es de carácter
extraordinario: en este sentido su objeto se contrae y se limita a resolver la pretensión
constitucional de amparo. Que la solución del conflicto indicado, limita a ese asunto la
competencia del tribunal constitucional. Esta es improrrogable. En consecuencia, no existe
posibilidad alguna de acumular pretensiones ajenas a la materia constitucional y, las civiles
que pueden surgir -como el caso de la responsabilidad civil-deben resolverse de acuerdo a
la legislación ordinaria o general por la vía procesal pertinente. Debido a lo anterior, tiene
pleno sentido la hipótesis legal que se analiza al afirmar que HABRÁ LUGAR A LA
ACCIÓN CIVIL DE INDEMNIZACIÓN POR DAÑOS Y PERJUICIOS.
2.- En segundo lugar, establecido conceptualmente el único objeto del proceso de amparo, resolver el conflicto constitucional- y por este asunto, delimitada su competencia, ante la
imposibilidad de resolver compulsivamente otras cuestiones o materias jurídicas, se
patentiza y descubre con toda claridad, que el mismo proceso de amparo, en la forma en
que ha sido concebido en la Ley vigente, no admite controversia alguna relacionada con la
supuesta responsabilidad civil de las autoridades demandadas. Por consiguiente: no puede
fundamentarse -constitucionalmente- un fallo que materialmente faculte la inmediata o
directa liquidación de daños y perjuicios, sí en este punto jurídico, no ha existido
previamente el juicio o proceso que corresponde Art. 11 Cn.
En efecto, la habilitación emanada de una sentencia de proceder a la liquidación de daños y
perjuicios, de acuerdo al Art. 960 Pr.C., debe tener como supuesto jurídico una condena en
juicio previo; pero, en el proceso de amparo, esa materia no es objeto de la controversia, tal
como se ha demostrado; luego entonces, como dice el Art. 35 inciso primero, el fallo debe
limitarse a enunciar el texto de dicha disposición, para no extralimitarse a proveer contra
ley expresa y terminante. Resolver la cuestión en los términos formulados en el literal b)
del fallo, es además, autorizar una condena u obligación de pago, en forma "automática",
con plena indefensión de la autoridad demandada y del Estado, pues la intervención de
éstos se ha limitado a la defensa de la constitucionalidad del acto impugnado.
3.- En tercer lugar es conveniente examinar qué se ha dicho en los precedentes pertinentes.
Para nosotros, ciertamente, los precedentes carecen de fuerza vinculante. Pero debidamente
fundamentados tienen fuerza moral, ilustrativa y orientadora. Es decir, no carecen de valor.
Respecto al punto disidente, citamos el precedente contenido en la Revista Judicial de
Agosto del año mil novecientos nueve, página trescientos cincuenta y dos. Sentencia,
pronunciada en esta ciudad, a las dos de la tarde del día veintiuno de junio de mil
novecientos nueve, por la Cámara de Tercera Instancia y que dice así: ""La sentencia que
deja a una parte a salvo su derecho para demandar daños y perjuicios, no es una sentencia
condenatoria de éstos: EN ESTE CASO NO PROCEDE EL JUICIO DE LIQUIDACIÓN
DE DAÑOS Y PERJUICIOS conforme al Art. 977 Pr. (hoy Art. 960 Pr.) SINO EL DE
DAÑOS Y PERJUICIOS QUE PRESCRIBE EL ART. 979 (hoy Art. 962 Pr.) en la forma
correspondiente a la cuantía.""".
La expresada doctrina, en su concepción jurídica, desde aquel tiempo es determinante.
Afirma: que la habilitación del derecho a demandar daños y perjuicios, NO SE ENTIENDE
QUE CONDENA A PAGARLOS; y toda habilitación jurídica, en la forma indicada, emana
de la misma ley, tal como acontece en el caso del amparo, según el enunciado de la
proposición jurídica contenida en el inciso primero parte segunda del Art. 35 tantas veces
citado. Esto significa, que sí el texto de la ley en dicho artículo deja a salvo la acción o
derecho para demandar indemnización por daños y perjuicios, NO SE ENTIENDE QUE
CONDENA A PAGARLOS. Esto es obvio, porque el legislador puede emplear en la
proposición jurídica múltiples formas de expresión y, sin embargo, prescribir lo mismo. Es
evidente que en el referido texto legal, ante la supuesta imposibilidad de restablecer las
cosas al estado en que se encontraban antes del acto reclamado, se limita a indicar que deja
a salvo la acción civil de indemnización por daños y perjuicios y, el tribunal, en su fallo,
solo está facultado para incorporar esa misma disposición, es decir, indicar al victorioso del
amparo, que se le deja a salvo la acción civil de daños y perjuicios. De ninguna manera da
fundamento a autorizar proceder a su liquidación porque no se ha dado ni puede suponerse
una condena.
La Sala de lo Civil, competente en la materia, al conocer en vía de apelación de una
Sentencia recurrida pronunciada por la Cámara Primera de lo Civil de la Primera Sección
del Centro, también competente en la materia, en un juicio sumario de liquidación de daños
y perjuicios intentado con base en una sentencia favorable al amparo, en la que la Sala de lo
Constitucional se limitó en el Fallo a autorizar la acción civil de indemnización de daños y
perjuicios, en los términos expresamente establecidos en el inciso primero del Art. 35 de la
Ley de la Materia, que respalda y es la razón de ser del presente voto disidente, confirmó el
criterio prenotado en la Sentencia relacionada en el parágrafo anterior, también respaldado
por los tribunales competentes en materia civil, y la Sala de lo Civil en su sentencia de
fecha once horas del día cinco de julio de mil novecientos noventa y cinco –referencia N°
1040 S. S.- con autoridad dijo: ""a) que en la sentencia pronunciada por la Sala de lo
Constitucional y que sirve de base al presente juicio, no se hizo condena in-concreto de
daños y perjuicios... ya que únicamente se dijo que procede la acción civil de
indemnización por daños y perjuicios contra el Presidente de la institución oficial autónoma
mencionada y, subsidiariamente contra el Estado; b) que como consecuencia de lo dicho
por la Sala de lo Constitucional, para poder reclamar y liquidar los daños y perjuicios que la
demandante afirma se le han causado, era necesario comprobar en juicio previamente la
existencia de tales daños y perjuicios, pues solamente así se justificaría legalmente el
trámite procesal seguido en este juicio. Lo anterior queda corroborado con lo dispuesto en
el Art. 435 Pr... En el caso de autos, el procedimiento que la demandante utilizó, no era el
idóneo para discutir su pretensión, debió como ya se dijo, establecer previamente en juicio
la existencia de daños y perjuicios que alega; se colige entonces de lo anterior, que
habiendo utilizado la vía procesal inadecuada, no podría haberse entonces conocido del
asunto principal, no pudo haber recaído la sentencia sobre las cosas litigadas, ni pudo
haberse sabido la verdad por las pruebas del mismo proceso Art. 421 Pr.... La sentencia
apelada es de aquellas a las que la doctrina llama desestimatorias, en las que como su
nombre lo indica, se desestima por el Juez las pretensiones del demandante por haber éste
utilizado vía procesal inadecuada declarando inepta la demanda, dejándole al demandante
su derecho a salvo para discutir por el trámite correcto la pretensión desestimada"". El fallo
de la Sala en la Sentencia antes indicada declaró la ineptitud de la demanda de liquidación
de daños y perjuicios por las razones que con anterioridad se han indicado, que son entre
muchas las razones del presente voto, que acredita contar con el respaldo del criterio de los
tribunales competentes, pues solo con desconocimiento puede darse andamiento a la vía
sumaria de liquidación inmediata, sin previo juicio que concrete en forma efectiva la
obligación a que hace referencia el Art. 35 Inc. 1° de la Ley de Procedimientos
Constitucionales. Es notorio que nuestra posición al respecto no configura un hecho
aislado. Es todo lo contrario.
4.- Finalmente, es preciso distinguir que al no autorizarse condena alguna por daños y
perjuicios de acuerdo al Art. 35 inciso primero de la ley de la materia, esta solución es
consecuencia lógica y jurídica, de todo lo que se ha expresado, y muy distante está, de
tratarse de una solución legislativa confusa u omisa. Por el contrario, el
texto legislativo, tal como aparece resuelve con plena claridad, dejar a disposición del
interesado el ejercicio de la acción civil declarativa de la obligación por los daños y
perjuicios y para que éstos se liquiden, en su caso, solo ante las evidencias de los
respectivos montos o cuantías. Recuérdese que se trata del daño emergente (pérdida
patrimonial) y del lucro cesante (pérdida de utilidades).
En efecto, el objeto del proceso civil ante el ejercicio de la acción civil, según la
disposición citada, es la determinación de la obligación jurídica de indemnizar los daños y
perjuicios. La necesidad de obtener la declaración de esta obligación, legitima la forma en
que el legislador ha regulado la situación para potenciar la satisfacción correspondiente. La
solución legal, en esos términos, también es lógica: los daños y perjuicios por
incumplimiento de obligaciones, supone la existencia de las mismas. Para habilitar la
declaración que corresponde a la obligación de indemnizar es que la ley faculta la acción
civil.
La demanda de indemnización por daños y perjuicios, implica: la prueba pertinente, el
proceso legal y el Juez competente. La insatisfacción que puede producir entre algunos la
exigencia de esas cargas o requerimientos procesales solo puede evitarse mediante una
reforma legislativa, en el sentido de facultar expresamente la condena, no incluida en el
inciso primero del Art. 35 de la ley de la materia y, en ampliar para el caso, la competencia
material del tribunal, para que en el mismo proceso de amparo, según el caso, se demande,
compruebe y cuantifiquen los daños y perjuicios que se hubieren producido por la
ejecución irreparable del acto reclamado. Solo así, también se daría satisfacción al debido
proceso contra la autoridad demandada en lo referente a la probable existencia de
responsabilidad civil.
Debe recordarse, que la indemnización por daños y perjuicios es pura materia civil -según
regulaciones- por incumplimiento de obligaciones preestablecidas de acuerdo a la fuente
jurídica de las mismas. En el caso del amparo, solo se autoriza al tribunal incluir en la
sentencia el enunciado que la misma ley expresa; pero en el fallo que motiva esta reflexión,
en lugar de incorporar las expresiones de la ley "habrá lugar a la acción civil" etc., se
afirma la facultad de proceder a la liquidación de daños y perjuicios, tal como aparece en el
contenido de la letra b), sin tener en consideración que la responsabilidad civil del
funcionario o autoridad demandada, todavía no ha sido controvertida por no ser objeto del
amparo; y, por igual motivación, no puede en semejante forma atribuirse responsabilidad
subsidiaria al Estado. La cuestión es de fondo y de forma. Obviamente con este
planteamiento no se rechaza a priori, la probabilidad de la responsabilidad civil, cuya
fuente en el caso, es la disposición legal citada -Art. 35 Inc. 1º - sino la forma en que
pretende autorizarse la determinación concreta de la misma. Los perjuicios -daño
emergente y lucro cesante- deben declararse y cuantificarse en debido proceso, de hecho o
de mero derecho, según corresponda, de acuerdo a las reglas generales previamente
establecidas.
En el caso que se resuelve, dentro del parágrafo tercero letra (a), del Considerando IV,
expresamente se reconoce la falta de competencia jurídica por razón de la materia al
afirmar que: ""no es competencia de la Sala de lo Constitucional pronunciarse respecto de
los elementos que integrarán el monto de dicha indemnización ya que no pueden mezclarse
dos tipos de procesos: uno en sede constitucional... y otro de daños y perjuicios"". En este
punto el tribunal acertadamente reconoce que no tiene competencia; pero, este
reconocimiento se queda corto, pues la incompetencia reconocida incluye todo lo
relacionado con la misma materia, tal como se descubre con los señalamientos de este voto,
e indebidamente, además, se indica la ruta procesal a seguir, que en nuestro concepto no es
la sancionada o reconocida por ley para ejercer la acción civil de indemnización de
perjuicios. Se trata de otro asunto cuestionable, en el sentido que la dirección del proceso
corresponde al Juez competente, y es éste el único funcionario al que corresponde
determinar bajo su responsabilidad, la clase de proceso en que debe resolverse la respectiva
pretensión que se plantea, Arts. 2 Pr. y 172 Inc. 3º Cn.
A todo lo anterior se suma el texto mismo del Art. 960 Pr., que en su parte enunciativa
inicial indica: "Cuando en la causa principal la sentencia no haya determinado la suma que
deba pagarse por daños y perjuicios, intereses o frutos, la parte acreedora a la
indemnización presentará su demanda ante el Juez de Primera Instancia competente,
acompañando la ejecutoria en que conste la condenación, y...etc. En el punto disidente
resultan determinantes ciertas expresiones o conceptos contenidos en la transcripción del
texto citado, así: Cuando en "la causa principal"... significa el juicio o proceso en que se
resuelve o decide el conflicto jurídico relacionado con la existencia de la obligación o
responsabilidad de indemnizar daños y perjuicios. Sí en este proceso la sentencia declara
que es procedente el pago y decreta la condena pero sin la respectiva cuantificación,
entonces la parte acreedora victoriosa podrá recurrir a la vía establecida en el Art. 960 Pr.
acompañando la ejecutoria en que conste la condenación;" estas expresiones confirman
claramente la existencia previa de un proceso o causa principal, en oportunidad del cual se
ha decretado sentencia favorable a la pretensión de pago o indemnización de daños y
perjuicios. Obviamente el juicio de amparo no es, en el asunto relacionado con la
indemnización de perjuicios, la causa principal a que se refiere el Art. 960 Pr., por tratarse
en aquel juicio solo la cuestión o materia constitucional. Debido a lo anterior con la sola
sentencia favorable al amparo, no es posible obtener ninguna ejecutoria, pues con esta
sentencia únicamente se habilita, en su caso, la acción civil de indemnización, pues
legalmente es imposible pronunciar una condena con fundamento en el inciso 1° del Art. 35
de la Ley de la Materia. Objetiva e inequívocamente el mismo Art. 960 Pr. en el fragmento
que se ha transcrito expresamente da a entender como presupuesto para su debida
aplicación una condena a pagar daños y perjuicios, condena que es inexistente o no puede
darse, a tenor del Art. 35 inciso 1° tantas veces citado. En consecuencia, carece de todo
asidero legal la forma en que el fallo anterior resuelve el punto indicado en la letra b),
porque de acuerdo a dicha forma, significa que la Sala pronuncia una condena tácita, sin
tener facultades para tal pronunciamiento, mucho menos para hacerlo en forma expresa.
Las razones anteriores son las principales de relevancia jurídica, para disentir, sin perjuicio
de la posibilidad que el suscrito con anterioridad a esta sentencia haya incurrido en el hecho
de suscribir resoluciones como la objetada; pero, si ese fuera el caso, en el caso presente
creo cumplir con el deber en dos formas: 1° rectificar y 2° que en ocasión de rectificar se
aporten con debida suficiencia los argumentos correspondientes. .----------------------------M. CLARÁ---PROVEIDO POR EL SEÑOR MAGISTRADO QUE LO SUSCRIBE--S RIVAS DE AVENDAÑO---RUBRICADAS
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