ACTITUDES HACIA LA SEXUALIDAD EN UN GRUPO DE TRABAJADORAS SEXUALES DE LIMA METROPOLITANA Autor: Dr. Benito Rosas García Psicólogo – Psicoterapeuta RESUMEN Esta investigación intenta recoger información sobre las actitudes hacia la sexualidad en un grupo de trabajadoras sexuales de Lima Metropolitana. Para tal efecto, se elaboró una escala de actitudes dividida en tres áreas: satisfacción sexual, excitación sexual y hostilidad sexual, que reunieron los criterios de validez y confiabilidad. El marco poblacional estuvo conformado por todas aquellas mujeres que acudieron hacerse chequeo médico al centro antivenéreo de Lima, así como clubes nocturnos y diferentes prostíbulos de Lima. La obtención de la muestra estuvo dada por el método de muestreo no probabilístico de tipo accidental, llegando a evaluar un total de 130 trabajadoras sexuales. Los resultados han permitido encontrar que un 49,2% de trabajadoras sexuales afirma no estar satisfecha sexualmente, mientras que un 50,8% percibe su vida sexual como satisfactoria. Para cerca de la mitad de las encuestadas el ejercicio de la prostitución les ha cerrado las vías hacia su sensualidad e intimidad; estas las reservan para alguna persona significativa en sus vidas. En cuanto al factor excitación sexual se encontró que un 37% de la muestra respondió no experimentar excitabilidad sexual, y un 62,3% respondió afirmativamente; un porcentaje significativo de las encuestadas niega la posibilidad de experimentar placer y, por el contrario, lo vivencia como algo extraño y poco agradable. El ejercicio de la prostitución parece requerir de este mecanismo de defensa que tiene como objetivo anular la respuesta sexual. Las dificultades que manifiestan para relacionarse con el hombre se reflejan también en esta área y en esta forma específica, porque no experimentar placer sexual es una clara manifestación del profundo e inconsciente rechazo que sienten hacia el hombre, así como la no aceptación de su rol sexual femenino. En lo referente al factor hostilidad sexual encontramos que un 59,2% se percibe sexualmente hostil, mientras que un 40,8 responde de manera contraria. Más de la mitad de las encuestadas muestran actitudes de hostilidad en el terreno sexual que se manifiestan en expresiones de agresión, las cuales dificultan sus relaciones interpersonales con el sexo opuesto. En algunos casos estas manifestaciones de agresión se refieren no solo al terreno sexual, sino que abarcan un aspecto más amplio de sus relaciones interpersonales. INTRODUCCIÓN El presente estudio fue realizado en el año de 1999 para optar el grado de Licenciado en Psicología por la Universidad Ricardo Palma. Somos conscientes de la actualidad del fenómeno de la prostitución y de como este se ha camuflado en nuestra sociedad actual, es por ello que creímos oportuno mostrar algunos de los hallazgos más representativos del presente estudio. Para una mayor profundización en el tema sugerimos consultar la tesis completa. Prostitución o trabajo sexual es el nuevo término con el que la Organización Mundial de la Salud denomina a este fenómeno social. Al hablar de trabajo sexual ya no nos estamos refiriendo solamente a la prostituta (trabajadora sexual) y al cliente sino a un conjunto de personas que se benefician económicamente de la continuidad del fenómeno. Definir la prostitución o el trabajo sexual es tarea difícil ya que hasta ahora se han expresado diversos conceptos sobre este fenómeno. La gran mayoría de autores coinciden en afirmar que el trabajo sexual es la venta del propio cuerpo con fines sexuales bajo una cantidad estipulada. Históricamente parece que fue Justiniano el primero en dar una definición de la prostitución que todavía puede resultar valida hoy: “mujeres que se entregan a los hombres por dinero y no por placer.” Estos son algunos de los conceptos que se han barajado a lo largo de la historia pero como nada se encuentra estático en un momento de la historia y los seres humanos son parte de ella, así como los fenómenos sociales que se experimentan, el trabajo sexual ha ido variando con el transcurrir del tiempo generando una gran controversia para poder entenderla en su esencia misma. Así organizaciones feministas consideran que la prostitución es una forma de esclavitud sexual femenina, entendiendo por “esclavitud sexual” aquella situación en que se da violencia y explotación sexual sin que la persona pueda salir de ella. Mientras que la mujer sea explotada sexualmente, no habrá posibilidad de que exista inteligencia sexual, una capacidad humana de discernir, manifestar y construir una integridad sexual. Al respecto Quintanilla (1996) sostiene que la prostitución femenina, el tráfico de mujeres, la pobreza y las políticas económicas de los países son temas estrechamente relacionados. El intercambio de bienes y servicios en el que se basa la economía mundial lleva a que las cosas más inimaginables sean potenciales objetos de consumo. Las condiciones de vida de los sectores más desfavorecidos económicamente resultan en una marcada situación de vulnerabilidad donde los valores se distorsionan. Ello da lugar al comercio o tráfico de variadas mercancías sea dentro del marco legal o del ilícito. El trabajo sexual es un ejemplo de ello. Hoffman (1995), manifiesta que la prostitución produce y reproduce continuamente una sexualidad masculina dañada en lo emocional y en una interacción humana real. Reduce la experiencia humana de la sexualidad, que puede ser placentera y enriquecedora, a lo vacio, cruel y subhumano. El ejercicio de la prostitución se ejerce en un contexto que está lejos de ser permitido por los controles que regulan la sociedad. Sin embargo, es en este contexto donde la trabajadora sexual interactúa configurando determinados patrones de comportamiento influenciados por sus experiencias pasadas y presentes. En este sentido, la sexualidad humana es el resultado de los sistemas culturales y sociales que moldean no solamente nuestra experiencia sexual, sino también los modos por los cuales interpretamos y comprendemos esta experiencia. La prostitución femenina es pues, el reflejo de un sistema político, social y económico que comercializa el cuerpo de la mujer y que, no contento con ello, condiciona la sexualidad de estas con el propósito de generar grandes ganancias a nivel económico. Por otro lado no podemos dejar de prestar atención a las condicionantes psicológicas que sumada a las anteriores posibilita el ingreso de la mujer al ejercicio de esta actividad. Existen muchos mitos y falacias en torno a las trabajadoras sexuales. La sociedad baraja una serie de creencias en relación a aquellas mujeres que ejercen la prostitución. Se percibe a la trabajadora sexual como una mujer de malos sentimientos, egoísta, delincuente, seductora, lesbiana, ninfómana, entre otros de los absurdos estereotipos con los que se califica a esta población. Al parecer, la gente en su mayoría solo percibe aquellos signos externos que conforman este fenómeno, sin detenerse a apreciar el problema en su verdadera y real dimensión. El número de trabajadoras sexuales ha aumentado considerablemente en el Perú y en muchos países de Latinoamérica. Ven en la prostitución un medio de vivir entre las pocas opciones abiertas a ellas. Las condiciones de pobreza que viven determinados sectores de la población así como las escasas posibilidades de movilidad social que la mujer es víctima, es uno de los principales factores que impulsa a la mujer al ejercicio de esta actividad. La prostitución es la comercialización del sexo, que convierte a la mujer en objeto, en mercancía. En estas condiciones de maltrato psicosocial la trabajadora sexual se va despersonalizando suprimiendo sus propios sentimientos y necesidades afectivas. Su inseguridad y su pasividad ante la vida aumentan, impidiéndole mantener contactos sociales. Pese al enorme impacto que en la sociedad significa el ejercicio del trabajo sexual, en nuestro país ésta no ha sido casi explorada, no dándosele la debida importancia como objeto de análisis. Creemos que la psicología y las ciencias sociales en general deben orientar sus investigaciones respecto a este fenómeno, que afecta no solo a la sociedad, sino a las personas que la ejercen y lucran con esta actividad. Nuestro principal objetivo que nos impulsa a la realización del presente trabajo, es conocer un aspecto de las trabajadoras sexuales, como son sus actitudes hacia la sexualidad. El tema que nos proponemos desarrollar ya de por si resulta de difícil abordaje, no obstante creemos que nuestros hallazgos puedan constituir un estimulo para posteriores investigaciones. Creemos que este esfuerzo puede mostrar un aspecto de la sexualidad de aquellas mujeres que, marginadas por la sociedad, han encontrado en la prostitución un lugar donde refugiarse. MÉTODOS Y PROCEDIMIENTOS El método de la presente investigación es el descriptivo, el cual se orienta al conocimiento de un determinado fenómeno, como lo son las actitudes hacia la sexualidad en un grupo de trabajadoras sexuales. En lo que respecta al método descriptivo Blalock (1971), cit. por Alarcón (1991) refiere que al tratarse de una investigación exploratoria, no se puede partir de hipótesis específicas, ya que no se conoce casi nada sobre el fenómeno a estudiar, las hipótesis vendrán después y podrán apoyarse en la información adquirida por éste medio. La presente investigación está orientada bajo el diseño descriptivo. A través de este diseño se intenta recoger información sobre las actitudes hacia la sexualidad en un grupo de trabajadoras sexuales. Población y Muestra El marco poblacional estuvo conformado, inicialmente, por todas aquellas trabajadoras sexuales que acudieron hacerse su chequeo médico en el Centro Antivenéreo de Lima. Sin embargo, ante la poca afluencia de trabajadoras sexuales a dicho centro, se creyó conveniente asistir a los diferentes prostíbulos de Lima, así como clubes nocturnos con el objetivo de recolectar la muestra estimada. Todas las trabajadoras sexuales fueron evaluadas en la ciudad de Lima. La obtención de la muestra estuvo dada por el método de muestreo no probabilístico de tipo accidental, es decir se trabajo con todas aquellas mujeres que se encontraban disponibles en ese momento llegando evaluar un total de 130 trabajadoras sexuales. Técnicas e Instrumentos Debido a que en el medio se carecía de un instrumento que mida las características que el investigador quería estudiar se procedió a la elaboración de una escala de actitudes hacia la sexualidad la cual en su primera fase estuvo conformada por 76 ítems. Seguidamente se realizo la validación de contenido, para lo cual se procedió a la aprobación por parte de cinco jueces los cuales son personas que conocen y/o trabajan sobre el tema; ellos determinaron si el ítem mide lo que pretende medir. Al final del proceso la prueba de actitudes se redujo a 36 ítems Una vez seleccionados los ítems y ordenados se procedió a determinar la validez y confiabilidad de los mismos, para ello se realizo una aplicación piloto con una muestra de 130 trabajadoras sexuales. Una vez establecida la validez y confiabilidad se descartaron 19 ítems, por lo cual la prueba a utilizar quedo reducida a 17 ítems divididos en tres áreas: satisfacción sexual, excitación sexual y hostilidad sexual. La primera parte del instrumento recoge información socio demográfico y aspectos relacionados al ejercicio de la actividad. Seguidamente aparecen los 17 ítems correspondientes a las tres áreas de la prueba. Procedimiento de Recolección de Datos Se solicito carta de presentación al decanato de la facultad de Psicología dirigida al director del Centro Antivenéreo de Salud de Lima con el objetivo de que nos cedan el permiso de poder aplicar nuestro instrumento en dicha institución. Una vez concedida la autorización para la realización de la presente investigación se procedió a la aplicación del instrumento. La aplicación de las pruebas se realizo de manera individual y anónima. La otra alternativa de aplicación fue hacer las preguntas oralmente ya que algunas de las evaluadas no mostraban disposición para realizarlas independientemente. Debido a la poca asistencia de trabajadoras sexuales para la aplicación de los instrumentos se creyó conveniente realizar la administración de las pruebas en los distintos lugares de Lima donde se ejercía la actividad del meretricio. Por tal motivo, a través del servicio de psicología del Centro Antivenéreo de Lima se contacto con ex-trabajadoras sexuales las cuales propiciaron el nexo para poder acceder a los diferentes prostíbulos y clubes nocturnos de Lima. ANALISIS Y DISCUSION DE LOS RESULTADOS La presente investigación pretende explorar aspectos actitudinales en torno a la sexualidad en un grupo de trabajadoras sexuales de Lima Metropolitana. Para tal efecto, como se menciono líneas arriba, se creó una escala de actitudes dividida en tres áreas. Se obtuvieron las correlaciones ítem-test así como el Alfa de Cronbach para determinar la validez y confiabilidad de los ítems, ya que en algunos casos éstos carecían de validez o no correspondían a la escala para la cual fueron formulados inicialmente, por tal motivo fueron desechados. Debido al escaso material bibliográfico y de investigaciones sobre el tema, el análisis y discusión de los resultados se basará en los materiales existentes recopilados por el autor, así como las opiniones vertidas de profesionales con experiencia en el tema y los valiosos comentarios surgidos durante el proceso de investigación de parte de las trabajadoras sexuales. Antes de presentar los resultados es necesario tener presente que esta investigación pretende explorar uno de los aspectos más íntimos de la personalidad de los seres humanos, como es la sexualidad y más aún estar dirigida a un grupo muy especial, como son las trabajadoras sexuales. A esto se suma la marginalidad de la cual son víctimas, lo cual hace difícil el poder acceder y evaluar dicha población. Creemos que los resultados deben leerse desde la perspectiva de un estudio que trata de aproximarse tentativamente a un fenómeno social como es el ejercicio de la prostitución, el cual ha sido descuidado por la psicología y las ciencias sociales en general. Por lo expuesto creemos que los datos que se presentan a continuación puedan dilucidar en algo los propósitos de la presente investigación. En lo referente al factor Satisfacción Sexual tenemos que el 49.2% de trabajadoras sexuales no se encuentra satisfecha con su vida sexual, mientras que un 50.8% percibe su vida sexual como satisfactoria. Podemos apreciar que cerca de la mitad de la muestra afirma no estar satisfecha sexualmente y experimenta su vida sexual como inadecuada o insatisfactoria, negándose la posibilidad de vivenciarla como algo placentero. Pareciera ser que en las trabajadoras sexuales la vagina y otras partes de su cuerpo son vivenciadas en el ejercicio de la prostitución como elementos extraños, como algo que se le expropia mediante el pago. Algunos autores sostienen que se trata de una alienación de su sexualidad. El ejercicio de la prostitución les cierra las vías hacia su sensualidad y su intimidad; éstas las reservan para alguna persona significativa en sus vidas. Nuestros resultados se aproximan al estudio realizado por Hernández y del Pozo (1967) quienes con una muestra de 50 sujetos sostienen que en el desarrollo psicosexual, el 76% de los casos mostró desorden, inmadurez y rasgos infantiles. Los autores agregan que pareciera que las trabajadoras sexuales son personas que toman el sexo, solo directamente como un comercio carnal remunerado. A su vez Ismodes (1967), sostiene que la causa más poderosa para la prostitución en nuestro medio se halla en esa incapacidad para socializarse que es típica de la prostituta. Este fenómeno de falta de socialización aparece en la satisfacción sexual. Esta corre con la estratificación en las prostitutas. Las de más bajo nivel no tienen satisfacción. Solo en las de clase alta puede hablarse de goce sexual. Siguiendo con este autor, el 78% de las mujeres entrevistadas manifiesta que no tienen ningún placer; el 17% que tiene poco y el 5% que tiene mucho. Estos resultados guardan alguna concordancia con nuestros hallazgos. Al respecto, el mismo autor sostiene que esta falta de satisfacción sexual obedece a factores vinculados a creencias erróneas o supersticiosas con respecto a la sexualidad. Hay quienes creen que con el placer se tienen hijos y no desean tenerlos, otras creen que así se gastan más y hay quienes piensan que el placer está reservado sólo para el amante o que ese es el aspecto pecaminoso de su actividad. Por ejemplo, el 83% considera que no tiene obligación de mostrarse placentera con el hombre o confesar que le gusta alguno. Hay un 20% de mujeres que acepta que no puede tener placer y un 80% afirma que no quiere. De acuerdo con la edad de la trabajadora sexual se encontró que en los grupos de mayor edad se evidencian mayores puntajes en la escala de satisfacción sexual. Al respecto, las mujeres de 41-45 años obtuvieron una media de 7.20, seguidas por las de 36-40 años, 7.07. Esto contrasta con el grupo de trabajadoras cuya edad estaba entre 16-20 años, que obtuvieron una media de 5.52 alcanzando menores índices de satisfacción sexual. Al parecer las trabajadoras sexuales de mayor edad han sabido encontrar mayor placer en su vida sexual haciendo del acto sexual una experiencia gratificante. Esto se fundamenta en que muchas de estas mujeres se encuentran casadas y en otros casos conviven. Sin embargo es conveniente aclarar que en estas relaciones, por lo general, predomina el abuso físico y psicológico por parte del hombre. Con respecto al grupo de menor edad se evidencia probablemente una mayor tensión psicológica que estaría afectando el ejercicio pleno de su sexualidad. La decisión de dedicarse al trabajo sexual y al desempeño mismo como meretrices podría dar lugar a periodos de crisis que repercutirían en sus relaciones interpersonales, así como en ellas mismas. Según el estado civil se encontró que las casadas obtuvieron una media de 7.50, para la escala de satisfacción sexual ubicándolas dentro del grupo que experimenta una vida sexual satisfactoria. Una probable explicación para esto es que las casadas así como las convivientes tienen una vida sexual paralela, en la cual el goce de la experiencia sexual queda reservado para el esposo o el acompañante con el cual se sienten comprometidas. En muchos casos, el esposo acepta que su esposa se prostituya motivado por intereses económicos, y en algunos casos como un recurso para satisfacer necesidades básicas. Al parecer este consentimiento del esposo reduce en algo el sentimiento de culpa que pueda experimentar la mujer con respecto a la actividad que realiza. Este abanico de condicionantes psicosociales genera que la mujer casada se desempeñe y experimente su sexualidad de manera más satisfactoria en comparación con otros grupos. Las solteras, por ejemplo, ante la ausencia de un compañero significativo encuentran problemático sentirse sexualmente satisfechas, sino por el contrario la mayoría tiene hijos que han sido abandonadas por sus padres. A esto se suma que en su mayoría las mujeres solteras son más jóvenes y con una menor estabilidad emocional, condiciones que dificultan un adecuado desempeño sexual. En cuanto al tiempo de trabajo tenemos que las trabajadoras sexuales de 5 a 9 años de actividad obtuvieron la mayor media 7.41, seguida por las de 10 a 20 años, con una media de 6.87 para la escala de satisfacción sexual. Es interesante observar que las mujeres con mayor tiempo de trabajo encuentran una mayor satisfacción en su vida sexual, al parecer este grupo con el transcurrir de los años ha encontrado una mayor integración a la actividad que realizan permitiéndole un mejor desenvolvimiento en el terreno sexual. En el caso de las trabajadoras con menor tiempo de trabajo se obtuvieron los menores índices para la escala de satisfacción sexual. A menor tiempo de trabajo mayores son las posibilidades que la trabajadora experimenta su sexualidad de manera poco satisfactoria, producto de varios factores tales como adecuados recursos psicológicos para hacer frente al impacto de una nueva forma de vida laboral, temores asociados a los riesgos que implica ejercer la prostitución, conflictos relacionados con la labor que realizan, estados de ánimo displacenteros y sentimientos de culpa. Factores psicosociales que condicionan a la trabajadora sexual vivencie su sexualidad de manera poco satisfactoria, aunque con el transcurrir de los años se terminan adaptando a su nueva forma de vida. Para el factor Excitación Sexual encontramos que el 37% de la muestra respondió no experimentar excitabilidad sexual y el 62.3% respondió afirmativamente. Es interesante observar que un porcentaje significativo de las encuestadas niega la posibilidad de disfrutar su sexualidad y, por el contrario, la vivencian como algo extraño o poco agradable. Al parecer, estas mujeres experimentan su sexualidad de manera frígida negándose la capacidad erótica de todo ser humano para sentir placer. El ejercicio de la prostitución parece requerir de este mecanismo de defensa que tiene como objetivo anular la respuesta sexual. Otro de los aspectos, es que esta inhibición sexual se extiende a otras áreas de la vida de la trabajadora. La ausencia del deseo sexual ya no es sólo con el cliente, sino que se generaliza con el amante, el marido o cualquier persona con la que establezca relaciones afectivas. En un estudio realizado por Romero y Quintanilla (1989) sobre la prostitución en México, estos investigadores hacen notar que la totalidad de los casos estudiados presentan frigidez en sus relaciones sexuales. Una parte presenta una frigidez de tipo parcial, porque pueden encontrar satisfacción en el contacto de tipo sexual con alguna persona de la cual ellas sientan aceptación o cariño. Giraldo (1983) manifiesta que la capacidad de respuesta sexual de las prostitutas frente a los clientes depende esencialmente de su interacción con ellos. Con los que le son agradables pueden excitarse y experimentar orgasmo en la misma proporción que otras mujeres. Con los clientes desagradables, si es que lo aceptan, lo más probable es que permanezca sin respuesta. Por otra parte algunas evitan el orgasmo para no demostrar afecto al cliente y otras por creer que produce mucho desgaste físico. En este sentido podríamos suponer que las trabajadoras sexuales son potencialmente capaces de mostrar una respuesta sexual saludable. Tampoco hay razones validas para creer que el común de ellas posea una libido exaltada. Con respecto a la edad de la trabajadora sexual podemos apreciar que las que presentan un puntaje mayor en excitación sexual son las del grupo de 36-40 años y las de 41-45 años, obteniendo una media de 6.92 y 6.80 respectivamente. Pareciera que estos grupos en edad adulta, han sabido adaptarse lo suficientemente como para diferenciar el ejercicio de la prostitución con su vida sexual. Como se mencionó anteriormente muchas de las trabajadoras sexuales encuestadas diferencian lo que es tener sexo con un cliente y tenerlo con un compañero con el cual puedan sentir cariño. Las trabajadoras sexuales entre 16-20 años obtuvieron un bajo puntaje para la escala de excitación sexual. Esto se fundamenta en que estas mujeres aun no han alcanzado una madurez psicológica y aun están en un proceso de adaptación a la actividad que realizan, la que perciben amenazante respecto a su salud física y psicológica. Podríamos decir, entonces, que la edad puede condicionar positiva o negativamente la excitabilidad o la capacidad de juego sexual. Giraldo (1983) reafirma lo expuesto. Según el grado de instrucción se encontró que las de educación superior obtuvieron una media de 7.34 para la escala de excitación sexual que en este grupo es la más elevada. Es probable que las motivaciones del ejercicio de la prostitución sean distintas a las del común denominador. El culminar sus estudios, mantener estilos de vida de mayor estatus probablemente sean los móviles que ocasionan que mujeres con estudios universitarios ingresen al mundo de la prostitución. Muchas de estas mujeres dedican sólo una pequeña parte de su tiempo al ejercicio de la actividad, desempeñándose normalmente en las otras esferas de su vida. Por otro lado, su mayor nivel intelectual les proporciona las herramientas para un mejor disfrute de su vida sexual. Según la modalidad de trabajo, podemos observar que las trabajadoras de club nocturno obtuvieron la mayor media 6,90 para la escala de excitación sexual, seguido por las de calle y prostíbulo que obtuvieron una media de 6.57 y 6.52 respectivamente. Al parecer, el mayor grado de excitabilidad que presentan las trabajadoras de club nocturno obedece a factores vinculados al entorno y a las condiciones en que ésta se desarrolla. A diferencia de otras modalidades, las del club nocturno establecen una relación previa con el cliente en donde el consumo de bebidas alcohólicas y el flirteo que se pudieran producir propicia una atmósfera positivamente reforzante para un desempeño sexual. Al respecto, Giraldo (1983) refiere que el apetito sexual o grado de excitación o excitabilidad sexual se ven afectados por varios y diversos factores que se complementan o se compensan según las circunstancias. En este sentido las trabajadoras de club nocturno a diferencia de las de calle y prostíbulo se encuentran en mejores condiciones de experimentar un mayor disfrute sexual. Según el tiempo de trabajo tenemos que las trabajadoras sexuales de 5 a 9 años de actividad obtuvieron la mayor media 7.11, seguido por las de 10 a 20 años con una media de 6.87, para la escala de excitación sexual. Es interesante observar que las trabajadoras sexuales que recién se inician en la prostitución, menos de un año, obtuvieron los menores índices de excitación sexual con una media de 6.55. Como podemos apreciar las trabajadoras sexuales que han acumulado mayor tiempo de trabajo cuentan con los mayores índices de excitabilidad en comparación con el grupo de mujeres que recién se están iniciando en el trabajo sexual las cuales puntúan en menor grado en la escala de excitación sexual. El grupo de trabajadoras sexuales que tiene mayor número de años en la actividad al parecer cuentan con un mejor proceso de adaptación al trabajo que realizan. En este sentido, las trabajadoras con mayor tiempo de trabajo han incorporado dentro de su repertorio sexual diferentes mecanismos aprendidos a lo largo del tiempo, que al parecer posibilita un mayor goce sexual a diferencia de las de menor tiempo en la actividad en donde el impacto de una nueva forma de vida laboral y las consecuencias psicológicas que esto genera terminarían afectando la sexualidad de la joven. Autores como Giraldo (1983) señalan que uno de los factores que pueden afectar el grado de excitación son los factores emocionales o estados de ánimo generales. Por último, en lo referente al factor Hostilidad Sexual encontramos que un 59,2% se percibe sexualmente hostil, mientras que un 40,8 responde de manera contraria. Como podemos apreciar más de la mitad de las encuestadas muestran actitudes de hostilidad en el terreno sexual manifestándose en expresiones de agresión las cuales dificultan sus relaciones interpersonales con el sexo opuesto. Estas expresiones de agresión en muchos casos se refieren no sólo al terreno sexual, sino que abarcan un aspecto más amplio en sus relaciones interpersonales. Sobre el particular, Romero y Quintanilla (1989) refieren que las trabajadoras sexuales son personas sumamente sensibles a las agresiones y al rechazo de los demás; son capaces de emitir respuestas agresivas y se encuentran en una actitud defensiva constante ya que perciben el medio externo hostil y peligroso. Sus agresiones generalmente son abiertas y de tipo verbal, aunque tampoco son menos frecuentes las agresiones físicas. En algunos casos hay dificultad para responder a las agresiones del exterior, esta incapacidad también favorece las respuestas explosivas. Un ejemplo de ello son los abusos cometidos, en algunos casos, por los efectivos del orden. Este repertorio de comportamientos del cual hace uso la trabajadora sexual obedece a que estas mujeres sufren intensos sentimientos de frustración, algo que es típico de todo grupo marginal en la sociedad, y muy poca capacidad para tolerarlos, lo que ocasiona que respondan, la mayoría de las veces, en forma defensiva, agresiva e impulsiva ante cualquier situación que les provoque desagrado. Nuestros hallazgos guardan concordancia con los de Romero y Quintanilla (1989) al declarar que más de la mitad del grupo estudiado declara preferir no relacionarse con la gente que les rodea, argumentando para ello que quieren evitarse problemas, lo cual demuestra claramente la desconfianza que tienen de la gente y la actitud defensiva que han desarrollado hacia las mismas. La población en estudio manifiesta una gran necesidad de afecto, de sentirse queridas por alguien, sin embargo, parcialmente a estos sentimientos se observa en ellas una incapacidad tanto de dar como de recibir el afecto de otras personas. Consecuentemente, se observa gran dificultad para establecer relaciones cálidas y profundas, lo que da como resultado que sus relaciones de tipo afectivo sean superficiales y lábiles, en cuanto están cambiando constantemente de objeto amoroso. Esta selectividad inconsciente de objetos amorosos inadecuados funciona como mecanismo de defensa que les impide lograr el cariño y amor que supuestamente andan buscando, ya que, al no establecer una relación amorosa satisfactoria, se protegen contra la experiencia de abandono y rechazo, a la cual temen profundamente. En cuanto a la edad de la trabajadora sexual encontramos que, las que se encuentran entre 31-35 y entre 36-40 años mantienen mayores niveles de hostilidad sexual en comparación con otros grupos etarios de la misma muestra. Por otro lado las de mayor edad evidencian menores niveles de hostilidad sexual. Estos resultados pueden explicarse por el hecho de que las trabajadoras más jóvenes se encuentran probablemente en un proceso de adaptación a la labor que realizan la cual se desarrolla en un contexto deficiente y en donde el impacto a una nueva forma de vida laboral termina violentando su sexualidad por dinero. Es en estas condiciones en que la trabajadora sexual va desarrollando todo un repertorio de comportamientos en donde lo hostil o agresivo la caracteriza. Según el grado de instrucción, encontramos que las de mayor hostilidad en el terreno sexual son la de educación superior con una media de 12.11. Este resultado se podría explicar teniendo en cuenta que las trabajadoras sexuales con dicho nivel de instrucción no pertenecen al común denominador del resto de trabajadoras sexuales. Las prostitutas de nivel educativo superior, según García (1995) tienen una autoestima más elevada en la medida que tienen mayores niveles educacionales. Sin embargo, el hecho de no estar desempeñándose en un área acorde a lo que han estudiado o están estudiando genera en ellas sentimientos de frustración que se estaría evidenciando en un comportamiento hostil y agresivo. La frustración es mayor sabiendo que el ejercicio de la prostitución es una actividad que ninguna mujer desearía hacer. En este estado de frustración general, se manifiesta nuevamente el sentido de abandono, la ausencia de marcos de referencia que se revelan en la inestabilidad y el sentimiento de desarraigo que caracterizan su vida, condiciones que en lugar de resolver su situación la hacen cada vez más crítica. Todo ello ocasiona que respondan la mayoría de las veces en forma defensiva, agresiva e impulsiva ante cualquier estimulo que les provoque aversión. Según la edad de la primera relación sexual tenemos que, aquellas mujeres cuya primera relación sexual fue de 17 a menos años obtuvieron una media de 12.46 y las de 18 a más años obtuvieron una media de 11.27. Como podemos apreciar existen mayores niveles de hostilidad sexual en el grupo de 17 a menos años. Es importante mencionar que en este grupo existen mujeres que han sido violadas cuando eran niñas o adolescentes haciendo de su primera experiencia sexual un suceso traumático. Esta irrupción agresiva contra su sexualidad ocasiona alteraciones ulteriores que se estarían manifestando a través de expresiones de hostilidad con respecto a la figura masculina a la cual se le proyecta la imagen del agresor. No es menos importante mencionar el hecho que la edad de inicio de este grupo es bastante temprano, puesto que no se ha alcanzado la suficiente madurez psicológica y emocional para hacer frente a un suceso tan significativo como es la primera experiencia sexual. Según el modo de la primera relación sexual se evidencia un mayor grado de hostilidad sexual en aquellas que fueron forzadas. Este grupo obtuvo una media de 12.44. Como se mencionó líneas arriba existe un porcentaje significativo de mujeres violadas por un familiar cercano, el enamorado o algún amigo de la familia, siendo en muchos casos responsabilizadas y culpadas por tal suceso. Según la modalidad de trabajo podemos apreciar que las de calle presentan mayores índices de hostilidad sexual con respecto a las otras modalidades de trabajo. Las de calle obtuvieron la mayor media 12.64, seguido por las de prostíbulo que obtuvieron una media de 12.24. La de club nocturno junto con las de bar, la cual se podrían encasillar en un solo rubro, obtuvieron los promedios más bajos presentando los menores índices de hostilidad sexual. Estos resultados se podrían explicar en que las trabajadoras de calle están más expuestas a los diferentes peligros que se podrían suscitar en los espacios abiertos como son las calles en donde captan a sus clientes. Otro aspecto importante son las constantes batidas y hostigamiento de las que son objeto por parte de los que vigilan el orden público. Todas estas condiciones ambientales van a condicionar a la trabajadora sexual a comportarse de manera defensiva y en ocasiones emitir respuestas agresivas y formas variadas de rechazo con respecto a aquellas situaciones las cuales evalúe como amenazantes. En este contexto callejero es que la trabajadora sexual recibe al cliente, en donde la negociación del acto sexual se da públicamente. Lo que diferencia a la trabajadora sexual de la calle con la del prostíbulo es que en esta última el ejercicio de la actividad se da en un espacio cerrado. La ventaja del ejercicio del trabajo sexual en un espacio cerrado es que en aquel existen mayores garantías con respecto a la salud y la integridad física de la trabajadora sexual. Al parecer este contexto favorece en alguna medida una actitud menos hostil con el cliente de turno. Al otro extremo tenemos a aquellas mujeres cuya modalidad de trabajo son los clubes nocturnos y el bar. Los menores índices de hostilidad lo encontramos en estos grupos. Al respecto García (1995), refiriéndose a la trabajadora del bar dice que en muchas ocasiones se entabla relaciones con el cliente por una semana a cambio de dinero pero no sólo como trabajadora sexual sino como una especie de dama de compañía. Esto permite que la relación meramente física se convierta en una relación más amical, permitiendo que en la trabajadora sexual surja la idea que no es prostituta como lo es la de burdel o prostíbulo. Agrega García que esta relación, menos física y más afectiva, que establece la trabajadora sexual de bar con el cliente, si bien le permite mantener o manejar sus niveles de autoestima, no le permite mantener sus niveles de soporte social ya que estas relaciones son superficiales. Por lo expuesto, podríamos sustentar la idea de que las trabajadoras sexuales sean de bar o de club nocturno se encuentran en mejores condiciones ambientales como psicológicas para responder de manera menos hostil con sus eventuales clientes generando relaciones más satisfactorias en el plano sexual. CONCLUSIONES 1.- Se elaboró una escala de actitudes hacia la sexualidad la cual reúne los criterios de validez y confiabilidad para ser aplicada. 2.- Cerca de la mitad de las trabajadoras sexuales expresan no sentirse satisfechas con su vida sexual incapacitando el ejercicio pleno de su sexualidad... 3.- Un porcentaje significativo de trabajadoras sexuales expresa(n) no experimentar excitabilidad en sus relaciones con sus clientes, esta inhibición de su respuesta sexual trasciende a otras esferas de su vida sexual. 4.- Las trabajadoras sexuales muestran altos índices de hostilidad en el terreno sexual manifestándose en expresiones de agresión que incapacitan el desarrollo de una sexualidad saludable. 5.- Para los factores satisfacción, excitación y hostilidad sexual se evidencian diferencias que marcan una tendencia según las variables edad, grado de instrucción, estado civil, edad de la primera relación sexual, modo de la primera relación sexual, modalidad de trabajo, tiempo de trabajo. Para contactar con el Dr. Rosas llamarlo al: 949 939 128 BIBLIOGRAFIA Alarcón, R. (1991). Métodos y diseños de investigación del comportamiento. Lima: Universidad Peruana Cayetano Heredia. Aldbet, N. (1996). Memorias primer congreso dominicano de trabajadoras sexuales. Republica Dominicana. Alves – Milho, E. (1977). El problema de la prostitución en Iquitos. Lima: Tesis de Bachillerato en Trabajo Social. Pontificia Universidad Católica del Perú. Ausubel, D. P. (1983). El desarrollo de la personalidad. Vol. 2. Barcelona: Paidos. Becker, H. (1971). Sociología de la desviación. Buenos Aires: Edit. Tiempo Contemporáneo. Carandell, J. (1976).Taxi-Sexo. Barcelona: Bruguera. Dreyfus, H. (1990). El resentimiento y su influencia en las actitudes maternales en madres de diferente nivel socioeconómico. Lima: Tesis de Licenciatura en Psicología. Universidad Ricardo Palma. Engels, F. (1988). El origen de la familia, la propiedad privada y el estado. Lima: Perú Andino. Espíritu, N. 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