Tú También Puedes - Talleres Para concienciar a niños y jóvenes que todos podemos hacer algo para cambiar y mejorar nuestro mundo, los maestros y padres también son importantes. Por eso, dentro de la aplicación del proyecto en las escuelas, “Tú También Puedes” ofrece la posibilidad de desarrollar unas sencillas prácticas para estar más sensibilizados de cara a los alumnos y ayudarles a entrar en la empatía y la conexión consigo mismos, condición básica para luego conectar con los demás. Las clases de meditación, diarias, de unos minutos por jornada, son esenciales para desarrollar la conciencia en el niño y estarán dirigidas por el maestro que hará que cada alumno busque en sí mismo lo que siente, tanto a nivel físico como emocional. ¿Cómo se siente? Esta pregunta es clave y abre la puerta al conocimiento interior. Cada día, -lo ideal es 10 minutos al empezar la jornada escolar, para preparar la conciencia y 10 minutos más al terminar la jornada,- el maestro o maestraguiará a sus alumnos hacia el silencio y, a partir de él, a descubrir cómo se sienten. También el maestro o maestra entrará en dicha experiencia compartiendo con sus alumnos. Hablar de sentimientos, al principio puede intimidar, pero con la práctica abre, da confianza y une al grupo. Compartir sentimientos no es algo habitual en el mundo que hemos creado y menos en el colegio pero practicarlo puede cambiar mucho, no sólo el ambiente en la clase, sino también los resultados escolares y, por supuesto, la sensibilización individual. Lo que es común a uno es común a muchos. Y descubrirlo reconforta, ayuda y trabaja una transformación interior necesaria para conectar con uno mismo y con los demás. De este modo, los alumnos junto con el maestro pueden lograr una empatía que les lleve a conocerse mejor, a sí mismos, y unos a otros. 1.- Meditación El fin de estas clases de meditación en silencio no es otro que cada alumno conecte con sus sensaciones corporales y estados de ánimo, guiado, en la clase, por el maestro. Dichas meditaciones, trazarán a lo largo de cada mes, día a día, un camino hacia el interior del alumno para que, conociéndose a sí mismo, sea luego capaz de sentir empatía con los demás. Ese camino será día a día, mes a mes, a lo largo del curso escolar y constará de 9 pasos. Estos pasos son a título orientativo para que los alumnos puedan ir tomando conciencia de valores que luego les ayudarán en su día a día, consigo mismos, con sus compañeros y también para compartir con otros niños que lo necesitan. El ejercicio es muy sencillo: Por la mañana, al iniciar la jornada, el maestro o maestra, practica 10/15 minutos de clase de meditación con sus alumnos, iniciándolos primero en aprender a respirar con tranquilidad, a dejarse llevar, a sentirse… y, pasados los primeros minutos de relajación, el maestro introduce el primer paso o “valor” dentro de la meditación del que los alumnos deben tomar conciencia. Del mismo modo que, cada mes, los niños aportan su gota de agua en forma de euro para ayudar, también trabajarán esa gota de conciencia mensual a lo largo del curso escolar. El gota a gota, del euro y de la meditación, contribuye a concienciar. Es la lluvia fina, diaria, no el chaparrón de un momento… De septiembre a junio trabajarán así un valor diferente y lo interiorizarán para ir descubriendo lo que sienten en relación a dicha experiencia. Por las mañanas, el maestro abrirá la conciencia depositando ese valor… Por las tardes, al terminar la jornada, en los 10/15 minutos de meditación de cierre, los alumnos revisarán, guiados por el maestro, qué han hecho o no en relación con ese valor y lo compartirán, si quieren, con los demás. Pongamos un ejemplo: De los 9 pasos en ese camino hacia sí mismos, cojamos un mes en el que se trabaja, por ejemplo, la honestidad. Empieza el mes y el maestro, al entrar en clase, espera a que sus alumnos se saluden, se sienten y, cuando ya están calmados, les invita a cerrar los ojos (puede poner una música suave), a respirar tranquilamente, a darse cuenta de cómo se sienten… ¿Nerviosos? ¿Cansados? ¿Soñolientos? A partir de ahí, tiene que permitir que pasen unos pocos minutos para que el clima general se sosiegue y todos entren en el silencio, se calmen… Pasados los primeros minutos, el maestro, entonces, les guiará hacia el valor que ese mes van a trabajar, todos los días, para tomar conciencia de la honestidad… ¿Qué sienten que es la honestidad? ¿Se consideran honestos… o no? ¿Dicen siempre la verdad, hacen sus deberes y exámenes sin copiar? ¿Tiran la comida en el comedor? ¿Son impecables? Y si no, ¿pueden reconocerlo y aceptarlo? Deja entonces esa “semilla”… Cuando los niños salen de la relajación, el maestro comparte con ellos dudas y preguntas sobre la honestidad y les comenta que durante todo el día, todos los días, tienen que estar atentos a ese valor… Honestidad. Así, al finalizar la jornada, durante los 10/15 minutos finales, el maestro vuelve a realizar la meditación… Los niños entran de nuevo en su silencio y entonces hacen su “examen de conciencia”. Si se realizan exámenes de todas las asignaturas, ¿por qué no hacer también exámenes sobre el mundo interior? Así, durante 9 meses al año, los alumnos realizarán un camino sencillo de 9 pasos hacia sí mismos… Los 9 pasos, 1 para cada mes.Estos pasos o valores son a título indicativo. Cada escuela puede cambiarlos y trabajar otros si en el claustro de profesores se consideran otros mejores o más necesarios para el trabajo de concienciación del alumnado. Paso 1.- Presencia: Este primer paso es importante. El niño y el joven deben aprender a sentirse. A estar. A darse cuenta. Eso significa aprender a estar ATENTO (importante en la vida y en el colegio). Estar AQUÍ y AHORA. Qué siento en este momento, qué escucho, qué veo… Es el paso para tomar CONCIENCIA. Paso 2.- Autenticidad: Este segundo paso es atreverse a ser uno mismo. Decir lo que sientes, sin avergonzarte, sin miedo a que se rían de ti o te rechacen. Descubrirte tal cual ERES, con virtudes a potenciar y defectos a trabajar. Importante: el maestro debe guiar a los alumnos para que comprendan que sus “defectos” no son más que piedras preciosas que hay que pulir para que brillen. Trabajar un “defecto”, reconocerlo, es una maravillosa oportunidad para crecer, mejorar y no juzgar a los demás reconociendo que todos tenemos aspectos de nuestra personalidad a mejorar. Reconocer los defectos propios en grupo es un estupendo ejercicio de aceptación, propia y ajena que alivia y te une al resto. Paso 3.- Honestidad: Descubrir qué es ser honesto. Aprender a decir la verdad, a no engañar, a no falsear, ni mentir, ni copiar. A estar bien contigo mismo porque obras limpiamente. La honestidad es la base del cambio para un mundo mejor. Aprender a ser honesto con uno mismo es el principio de una transformación, primero interior y global a continuación. Paso 4.- Respeto: ¿Qué significa respetar y respetarse? Conocer el respeto, sentirlo, hacia uno mismo es el paso para aprender a respetar a los demás, escucharles, comprenderles y no juzgarles porque te escuchas a ti, te comprendes y no te juzgas. Si te respetas, respetas y logras que te respeten. Paso 5.- Gratitud: En este valor el alumno aprende a darse cuenta de lo que tiene y de todo lo que es. Tomando conciencia de ello, practica el ejercicio de dar gracias, cada día, a padres, hermanos, maestros, amigos… Toma conciencia de que puede comer cada día, ir al colegio, dormir en una cama, recibir abrazos, apoyo, amor… Y lo agradece cada vez que lo siente abriéndose a la conciencia de lo afortunado que es. Paso 6.- Generosidad: Si te has dado cuenta de lo mucho que tienes, de lo afortunado que eres, si has aprendido a agradecerlo, ser generoso es sencillo. Compartes, das porque a ti te están dando tanto… Y aunque tuvieras muy poco, descubres también que dar es un verbo de alegría y que, cuando lo haces, recibes mucho. Dar la mitad de tu merienda a un compañero que no tiene, compartir tus juguetes con tus amigos o hermanos, tu compañía y tu tiempo con tus abuelos… si das, recibes mucho bienestar. Paso 7.- Confianza: Aprender a entrar en la confianza… y dejar el miedo de lado. No hay que tener miedo, ni a los padres, ni a los maestros, ni a los compañeros, ni al mundo y, sobretodo, a medida que te sientes y te descubres, vas confiando en ti mismo. Esa confianza es una alianza con el mundo exterior: cuando más confianza sienta el niño en sí mismo, más confiará en la vida, en el entorno, aprendiendo a abrirse, a entregarse, sin defenderse ni atacar porque desde la confianza surge una fuerza personal que no necesita agredir ni competir. Paso 8.- Paz: Evitar SIEMPRE el conflicto. Aprender a no provocarlo y a no entrar en él si viene de fuera. Evitar peleas, enfrentamientos, broncas, discusiones… Alejarse de ello y, en la medida que se pueda, aprender a conciliar, a dialogar, a poner calma donde hay tensión. Nada merece la pena de una guerra. En este paso, el alumno entrará en la paz interior… Qué siente, qué significa para él la paz, cómo la expresa, cómo cree que la puede transmitir y materializar en su entorno… Paso 9.- Empatía: En este último paso, el alumno, después de haberse conocido más y mejor a sí mismo a lo largo del curso, puede ponerse en el lugar del otro. Eso significa adentrarse en los sentimientos de un compañero de clase, un hermano, los padres… Si ha aprendido a sentirse a sí mismo puede sentir al otro… Sus problemas, sus miedos, sus debilidades, sin juzgarle, y comprenderle mejor. Así, podrá también ponerse en el lugar de esos niños que no tienen nada, sentir lo que es no tener comida, ni casa, ni escuela, ni familia… y ese sentimiento le llevará a querer compartir y mejorar su entorno siempre que pueda con lo que pueda. Edades y ejercicios suplementarios.La práctica de dichas clases de concienciación tendrá, evidentemente, un abanico de registros en función de las edades. A partir de los 7/8 años hasta Bachillerato, lo planteado puede llevarse a cabo con mayor o menor profundidad pero, a partir de los 7 años, los niños ya son capaces de practicar estos ejercicios. En cuanto a los más pequeños, entre 3 y 6 años, se les puede iniciar en la práctica de estar sentados, tranquilamente, guardando silencio… Un ejercicio divertido, para los más pequeños, es “hacer cajas de silencio” para guardar el silencio en él. Cada día, al empezar la jornada y al acabarla, la maestra enseña a los pequeños a crear con sus manos, con mímica, una caja mágica donde guardarán el silencio. Y su dedo índice, sobre los labios, sellando las palabras, es la llave para cerrar esa caja y permanecer silenciosos y atentos a que la caja no se abra… En esa caja, los más pequeños, aprenderán a poner valores que, mes a mes, trabajarán también con la maestra. Cada mes, y día a día, por la mañana y al final de la tarde, se sentarán, se calmarán, harán la caja, muy en silencio, y pondrán dentro valores como: decir siempre la verda, ayudar a los demás, compartir,no pelearse nunca… Finalmente, un ejercicio suplementario es trabajar una libreta de sentimientos. En función de las edades, dicha libreta o “diario de a bordo” puede variar…En primaria, puede ser una libreta donde los alumnos hacen dibujos sobre cada valor, sobre cómo lo visualizan, lo viven, experiencias… y también, a final de mes, hacen una redacción sobre cada uno de los pasos que han vivido, a modo de resumen de la experiencia. En la secundaria, pueden abrir una página en Facebook y compartir experiencias, o hacer murales que, mes a mes, ilustren… La creatividad e iniciativa de cada clase con cada maestro es libre… Lo importante es que, a final de curso, además de ayudar a los demás, los alumnos también hayan aprendido a ayudar a sus compañeros, a su entorno más próximo y a conectar consigo mismos. El equipo de Tú También Puedes puede acompañar y tutelar a los maestros en la práctica y desarrollo de dichos ejercicios.